Lucha entre el bien y el mal

[Orpam Saretnoc Laverz]

Amigos: Concetta siciliana, Milvia brasileña, Magalí, Magdalena, Mª Begoña, Mª Bambina italiana, Mª Aparecida brasileña, amigos que estáis ahí.
El tema del mal junto al bien siempre nos da qué pensar ¿no es cierto?

Además cuesta no juzgar cuando vemos alrededor que abunda y quién lo comete o quizás lo aplaude. Por eso este párrafo que os traigo me hizo pensar al encontrarlo.
Sólo al final del mismo (como al final de nuestro camino, creo yo) veremos qué bien hicimos evitándolo y haciendo lo que creíamos bueno.
Ved vosotros mismos, amigos míos.

El desarrollo de la historia está marcado por la continua lucha entre el bien y el mal. El cristiano no puede eximirse de ello. Ha de afrontarlo. Antes bien, ha de tomar posición.
Y, sin embargo, lo que emerge es la exhortación a una gran confianza. No hay que atormentarse acerca de lo que debemos pensar y decir. Las razones del mal tienen, sustancialmente, una intrínseca debilidad. Mientras las razones del bien están sostenidas por la misma Palabra del Señor. No sé qué pensar de esto que está pasando. No sé qué decir para cerrar la boca de quien se alinea por la mentalidad de este mundo.
¡No tengáis miedo! Si eres fiel entrando en contacto con la Palabra, a adorar a Cristo en tu corazón, si eres sensible y dócil al Espíritu con delicadeza de conciencia, no, ¡no temas! Encontrarás en ti, en tu corazón y en tu mente iluminados y guiados por el Espíritu, la luz del recto pensar y del recto hablar. Antes bien, dentro del contraste, la burla a veces y hasta la persecución, tú tendrás el modo de ser “testigo” de Dios, de la verdad, del bien.
Y, fíjate en lo que dice Jesús: “Ni siquiera un cabello de vuestra cabeza perecerá”. Y la expresión metafórica expresa que Dios va siempre a la vida de los que se fían de Él.
No hay nada que perjudique hasta tal punto que no deje lugar a la acción del Señor de la vida, de lo positivo, de un Bien que – nos demos cuenta en seguida o no – lleva siempre victoria; en profundidad y en duración.

Os deseo que, como he pensado yo, deje correr lo que no depende de mí, pero siga haciendo el bien que pueda.
Un abrazo con cariño.
Orpam Saretnoc Laverz