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¿Por qué hay que ser ético en los negocios?

 
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Simón Alemán
Veterano


Registrado: 15 Jun 2006
Mensajes: 1742
Ubicación: Panama

MensajePublicado: Lun Ago 13, 2007 6:43 pm    Asunto:
Tema: ¿Por qué hay que ser ético en los negocios?
Responder citando

Estimada Hermana Marú:

Te voy a responder tus inquietudes en dos partes:

Primera:

Un buen negocio es el realizado de forma en que las partes participantes en el mismo se sientan ganadoras. Esto significa que si el otro gana tu tambien debes ganar. Cuando esta relación es distinta a ganar-ganar, ya deja de ser un buen negocio y se puede convertir en un problema.

El principio de etica tiene como resultado que se cumpla el objetivo del buen negocio. Este principio es la actuación en buena fé.

Segundo:

Una cosa que aprendi como católico es que todo tiene su momento y lugar.

Amigos, generalmente son poco y en muchos casos no más de uno.
Amistades, bastantes.
Conocidos, muchos.

En el área de trabajo generalmente no se llega a aplicar el concepto real de la amistad ya que todos los contratados estan por un interes personal, y en realidad se convierten en compañeros de trabajo. Esta relación puede llegar a ser de amistad, aunque en pocos casos llega a esos niveles.

En la reflexión que haces del caso hipotetico hay dos principios básicos, la intención original y la habilidad humana. Cuando una persona busca un trabajo tiene en vista una de estas dos cosas, estabilidad o ansias de superación. Esto lleva a la persona querer aprender para cumplir sus metas y objetivos, las cuales pueden ser distintas a la de la empresa.

Si consideramos la relación laboral como un negocio, se llega a la conclusion de que este no fue bueno porque empujo a una de las partes a acabar con la relación. Y si no es buen negocio, hubo un problema de falta de entendimiento con sus respectivas conclusiones.

Saludos,

Saludos,
_________________
La medida del amor es amar sin medida.(San Agustín)


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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Lun Ago 13, 2007 9:32 pm    Asunto:
Tema: ¿Por qué hay que ser ético en los negocios?
Responder citando

Maru Courtney escribió:
Caso Hipotetico para Reflexionar:

Entre a trabajar a una empresa hace algunos años, empece como cualquier otra persona desde abajo, pero fui tratando de hacer amistad con el dueño de la empresa hasta llegar a ser su brazo derecho.
Aunque mis servicios en la empresa no fueron los mejores, mi trabajo para consolidar la amistad si lo fue.
Logre que el dueño me idealisara al grado de creer mas en mi que en cualquier Mercadotecnia.
Conoci todo del negocio, me involucre y lo estudie, y cuando me senti fuerte, trate de imponer mis propias ideas.
Cuando algunas de mis ideas no fueron aceptadas por "mi amigo, el dueño" decidi abrir mi propia empresa, eso si, ya no iba a empezar de 0, empece mi nueva empresa con toda la materia prima y las ideas de la empresa de "mi amigo"
Para no tener que trabajar tanto, pues tambien traje conmigo el "directorio de clientes" para poner a sus ordenes mi nueva empresa.

La pregunta.......es esto moralmente etico?


Estimada en Cristo Maru:

En este caso que planteas hay dos muy claros problemas éticos:

1. La manera como habría logrado ascender en la empresa.
Existen muchas maneras y motivos para ascender en una empresa y, por consecuencia, son muy variados los criterios que pueden indicar si tal desarrollo es éticamente aceptable o no.
Por ejemplo, en el caso que mencionas, alguien de entrada podría pensar que el sólo hecho de haber logrado ascender por causa de la amistad y pese a un desempeño pobre en el trabajo es ya algo en sí mismo falto de ética. Particularmente los compañeros de trabajo que tengan un mejor desempeño pueden pensar así.
Y, sin embargo, esto no necesariamente es así, puesto que la confianza es realmente un elemento que aporta valor a la persona para el adecuado desempeño de tareas de responsabilidad.
Así, muchas veces un jefe escoge para un puesto delicado una persona que está perfectamente consciente de que no es la mejor desde un punto de vista técnico. Pero tal persona ha logrado establecer un patrón de conducta que permite que la empresa lo identifique como un empleado de confianza. Supongamos, por ejemplo, que el jefe de almacén de una empresa es sorprendido en robo, removido de su puesto y acusado penalmente. Pese a que solo se acusó a esa persona, pues es a la que se sorprendió, siendo el jefe es probable que toda o parte de la estructura a su mando estuviese coludida.
Así pues, no es muy sensato, por muy capaces que pudieran ser los empleados del área, el colocar alguno de ellos al mando, pues puede repetirse la situación. Contratar externamente a un nuevo jefe altamente calificado puede ser una buena solución si se tienen referencias confiables de alguien que pueda ser digno de toda la confianza. Pero si no existen tales referencias, tal contratación puede resultar también en un problema, pues no se tienen garantías de que el nuevo empleado actuará con la transparencia que la situación requiere. Por ello puede resultar una mejor idea el asignar ese cargo mediante una promoción de alguna persona de otra área de la empresa a la que se le tenga absoluta confianza. Si bien se sabe que no es experta en la materia, por lo que no se podrá esperar de ella un desempeño óptimo, sin embargo existen motivos razonables para suponer que romperá de lleno con el mecanismo de los robos, lo que es una tarea más urgente en ese momento que la óptima operación del almacén. Claro, hay límites dentro de lo que se puede permitir como "desempeño sub-óptimo", pero se entiende que se trata de alguien mínimamente calificado para no llevar la empresa al caos.
Desde luego que lo mejor es no dejar las cosas así, sino inmediatamente tratar de capacitar a esta persona y/o buscar una transición hacia otra persona más calificada para el puesto específico una vez que se haya logrado sanear la operación del almacén.
Pero el punto central del ejemplo es ilustrar cómo puede ser perfectamente ético y legítimo asignar a una persona a un puesto superior únicamente en función de la confianza que se le tiene pese a que su desempeño técnico no sea el mejor.

¿Dónde está entonces el problema ético del ascenso en el ejemplo? Pues en la mentira.
Y esta se da en cualquier caso, pese a que el ejemplo no es claro en si el dueño idealizó a la persona como un empleado de gran desempeño o si simplemente lo idealizó como alguien digno de toda confianza. Pues es claro que:
a) si es lo primero, es evidente que el empleado engañó deliberadamente al dueño para que creyera que era un gran empleado (tal vez atribuyéndose a sí mismo los éxitos de otros; y culpando cruelmente a otros de los propios errores; siendo ambas cosas extremadamente comunes en las empresas), cuando el desempeño real de la persona era muy distinto.
b) si es lo segundo, es decir, si el dueño estaba realmente al tanto de que el empleado no tenía el mejor desempeño; pero aún así lo hizo su "brazo derecho" por haberse presentado durante mucho tiempo como alguien digno de confianza, pues entonces está claro que la mentira es haberse presentado de esa manera, engañando deliberadamente al dueño de que podía tener una confianza en él, que en la práctica tal empleado demostró no haber estado nunca realmente dispuesto a honrar.
En ambos casos está clarísimo que el empleado engañó al dueño para lograr su propio interés y beneficio, y ahí es donde reside ese primer problema ético. Pues los ascensos se habrían logrado no por méritos independientes, sino única y exclusivamente en función de estos engaños.


2. El segundo problema es el uso que se le da a la información de la empresa.
Este es un punto bien delicado, pues hay dos partes del problema que no siempre se distinguen bien: por un lado está el derecho y propiedad de la empresa sobre lo que es el fruto del trabajo de sus empleados, quienes se espera ya fueron debidamente compensados por realizar ese trabajo en favor de la empresa. Pero por el otro está el derecho del empleado a subsistir a través del ejercicio de su conocimiento y habilidades.
Bajo estos principios consideremos el caso de que el empleado realmente haya logrado tener una comprensión amplia del sector económico en el que se desarrolla la actividad de la empresa y que con tal conocimiento sea capaz de darse cuenta de que las políticas actuales de la empresa no son las mejores en ciertos aspectos, lo que puede llevar a la empresa a la ruina o, al menos, a no aprovechar plenamente el potencial de desarrollo y crecimiento que realmente tiene. Habiendo presentado sus planes al dueño, y habiendo sido desechados estos por una falta de visión del dueño, se plantea la cuestión ¿tiene el empleado el derecho de separarse de la empresa y abrir un nuevo negocio en el ramo? y, si lo tiene ¿en qué condiciones? Está claro que muy probablemente la gran mayoría de las personas hoy en día ni siquiera se detendrían a plantearse estas preguntas, sino procederían sin más en el sentido de su mejor conveniencia. Pero estamos hablando aquí de juzgar las cosas no mediante el cinismo de las prácticas comunes contemporaneas, sino bajo una óptica ética.

Y desde tal perspectiva ética, en realidad estas preguntas no tienen una respuesta simple. La respuesta depende mucho de varios factores, destacando entre ellos la procedencia de la información con la que el empleado cuenta.
Digamos que, si por ejemplo, el empleado pudo deducir las necesidades del mercado que no están siendo correctamente atacadas por la empresa en función de datos públicamente disponibles que el mismo empleado analizó, entonces es posible, a reserva de otros factores aplicables, que tenga el derecho de separarse y abrir su empresa para probar sus propias ideas.
Pero en cambio, si el empleado llegó a tal conocimiento, por ejemplo, a través de información obtenida por medio de estudios profesionales por los que la empresa original pagó a una firma de consultoría. Entonces la información privilegiada con la que cuenta y sobre la cual se fundamentan sus ideas, no es pública para el acceso de todos, sino es propiedad de la empresa original, por lo que éticamente no tiene derecho a usarla para su beneficio personal a expensas de la empresa que es la legítima propietaria de tal información.

Pero el caso concreto que se plantea no presenta estas dudas, sino es bastante claro: la persona está creando su nueva empresa usando específicamente información que es propiedad de la empresa original (estrategias, ideas, cartera de clientes, etc.). Por tanto, definitivamente se están excediendo aquí los legítimos derechos del empleado a subsistir mediante el uso de las habilidades que ha adquirido en su experiencia profesional, y se está entrando de lleno al campo del robo de lo que es la legítima propiedad de la empresa original. Lo que evidentemente es una falta de ética muy grave.

Saludos y bendiciones
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Simón Alemán
Veterano


Registrado: 15 Jun 2006
Mensajes: 1742
Ubicación: Panama

MensajePublicado: Lun Ago 13, 2007 11:38 pm    Asunto:
Tema: ¿Por qué hay que ser ético en los negocios?
Responder citando

Maru Courtney escribió:
Querido Simón Alemán, gracias por tu aporte.

Te comento algo que le paso a mi marido. El trabajo por mas de 30 años en una fabrica de palomitas de maiz, todas las "recetas" o formulas para la palomita fueron creacion de el, el diseño de la maquinaria, tambien fue de el, sin embargo, cuando el dueño decidio cerrar declarandose en quiebra, mi marido no se quedo con nada, ya que el dice que cuando "invento" las formulas y diseño la maquinaria eran para la compañia, como empleado y no por su cuenta propia.


Este es el caso de estabilidad, tu marido paso 30 años en la empresa pensando en trabajar, y no utilizarla como trampolin para sus aspiraciones personales.

Esto me recuerda una vez, una conferencia en donde se definia la relacion laboral como un negocio. El empresario paga por un producto que genera el trabajo, este negocio se pacta a un precio; y si a la persona no le parece buen negocio, tiene la opcion de llevarse el negocio a otro lado. En sentido contrario el empleado debe sentirse como contraparte en el negocio, pero no como si estuviera haciendo un favor al empresario; ya que recibe dinero por sus servicios.
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