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¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?

 
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Beatriz C.
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Registrado: 23 Oct 2007
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MensajePublicado: Mar Mar 04, 2008 1:47 am    Asunto: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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El número 14 del documento de Aparecida señala:

"Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Éste es el mejor servicio - ¡su servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones"

¿Cómo miembro activo de la Gran Misión Continental, cuál crees tú que es la mayor resistencia o dificultad que enfrenta nuestro trabajo apostólico? ¡Compártenos tu opinión!
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Beatriz C.
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Wendy_1626
Constante


Registrado: 13 Sep 2006
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MensajePublicado: Mar Mar 04, 2008 6:50 am    Asunto: RE:¿Qué Dificulta Nuestro Trabajo en la Gran Misión?
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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Lo que afecta la misión es mucho lo que es los intereses de las personas que tiene para cada cosa que hacemos para el capricho de nosotros pero el problema es que vemos que el punto de vista que pone solo la manera de basarse en la biblia solamente porque tiene que ver muchas cosas que no tiene sentido nada malo con todo nosotros que el apóstol se quejaba de la sociedad actual entiendiendo la historia de su país porque se guíaba según la enseñanza del pueblo judío y Jesús quiero decir que no debe ser todo los puntos tiene que estar objetivamente correcto.
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Bueno parece que el intento que hacen por sacarme es algo que no va pasar porque esto es algo que no tiene sentido.
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Andres Vidal
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Registrado: 02 Oct 2007
Mensajes: 7

MensajePublicado: Mie Mar 05, 2008 1:44 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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para mi mision anunciar el evangelio esta union en la parroquia e imitar a Jesus.

nosotros los catolicos somos estamos en nuestro pequeño mundo y somos capacase de salir a una cuadra para realizar una mision por eso perdemos muchos dia a dia y pasan a la vereda del frente a otras religiones porque no queremos dar las vida
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Wendy_1626
Constante


Registrado: 13 Sep 2006
Mensajes: 598
Ubicación: Panamà

MensajePublicado: Mie Mar 05, 2008 8:43 pm    Asunto: RE:¿Qué Dificulta Nuestro Trabajo en la Gran Misión?
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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Esto que dice es algo facíl de decir pero el problema es como hacer esto porque muchos quieren hacerlo pero no se fijan lo que hizo Jesús para evangelizar entonces en nuestro tiempo con ese trabajo somos nosotros mismos.
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Bueno parece que el intento que hacen por sacarme es algo que no va pasar porque esto es algo que no tiene sentido.
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Juankas
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Registrado: 23 Feb 2008
Mensajes: 6

MensajePublicado: Mie Abr 23, 2008 7:07 pm    Asunto: El Organizacionismo
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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"Organizacionismo"


P. Orlando Mattiassi

“La evangelización en América Latina no necesita nuevas estructuras eclesiales, sino evangelizadores que hablen cada vez más de Jesucristo y demuestren con su vida evangélica la opción preferencial por los más pobres” dijo Juan Pablo Magno”

y añadió:” La evangelización y los pobres necesitan testigos de Cristo; no burocratización” Nosotros venimos llamando a esto, desde 1988 con esta expresión: “organizacionismo” y ahora veo que el mismo Papa lo llama “burocratización”: ¡Coincido!.


La pregunta que me queda pendiente sería esta: En los Seminarios donde se forman los futuros sacerdotes, ¿se les enseña a evangelizar o sólo a estudiar teología y demás cosas inherentes a la vida ministerial?

Una vez le pregunté a un joven sacerdote de unos tres años de sacerdocio, si le habían enseñado a evangelizar en el Seminario, y él me respondía con la cabeza haciendo el ademán de NO... No se animaba a decirlo en voz alta porque le estaba haciendo un reportaje por nuestra radio FM Corazón.

A todo esto el Papa Juan Pablo Magno sigue insistiendo de una manera audaz propia de un santo varón de Dios, y 83 años cumplidos.

El dice: «La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo». Estas son las condiciones de un evangelizador, de un anunciador de un mensaje feliz, que lo disfruta primero el que lo dice y luego siente la imperiosa necesidad de transmitirlo para hacer felices a los demás. Al respecto, ¿qué nos dice S. Pablo?:

“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el evangelio! (1Cor 9,16) y añade: “Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio”. (1Cor 9,1Cool Pero ¿por qué habla así S. Pablo? Lo dice así porque “lo siente a Jesús”, en efecto:” Gal. 2,20. “...y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. El Papa dice que para vencer las sectas, se necesita : “...una relación personal de los fieles con Cristo”; y esta no se obtiene sin la constante súplica de la efusión del Espíritu Santo, que no es otro que el Espíritu de Cristo o de otra manera, pedir el ”bautismo en Espíritu Santo”.

El Papa vuelve a la carga nuevamente insistiendo cada vez con más precisión a quienes se dirigen sus dichos y dice: «Estos evangelizadores (obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, fieles laicos), bajo la guía del Espíritu Santo, son los protagonistas indispensables en la tarea evangelizadora, en la cual cuentan más las personas que las estructuras, aunque éstas sean en cierto modo, necesarias»; para que no queden dudas, cita a todos los posibles evangelizadores de esta acción tan querida por Jesús, pero el blanco fijo, a donde centra sus tiros, es a las estructuras, que sin espíritu de por medio, son un simple peso inerte que nos hacen pesado el caminar glorioso en la siembra de la Palabra de Dios. El confiar demasiado en las estructuras, es caer en la maldición bíblica: “Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor” (Jr. 17,5) Lea bien: “...busca su apoyo en la carne”, y podemos interpretar sin equivocarnos: que es en la organización o en las estructuras, en la capacitación científica o mental, en el poder de convicción, en sus habilidades pero no porque estas cosas sean malas, sino porque solas en sí, “prescinden” de Dios o lo que también se las puede llamar: “secularismo”.

Yo y todos debemos confiar SÓLO en “la guía del Espíritu Santo” dice el Papa, y como si fuera poco Jeremías denuncia diciendo: “...mientras su corazón se aparta del Señor”, que es lo mismo que a su vez dice el mismo Jeremías en otra parte: “Porque mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse aljibes, aljibes agrietados, que no pueden retener el agua”(Jr 2,13) y más adelante dice, ya casi con un tono satírico: “Los nobles mandan a sus “servidores” en busca de agua: ellos van a las aljibes, pero no encuentran agua; vuelven con los cántaros vacíos, avergonzados y confundidos se agarran la cabeza”... (Jr 14,3)

[b]¿Por qué muchos católicos abandonan su Iglesia? [/b]

Porque van a buscar agua y no la encuentran; en la medida que quisieran, entonces para tranquilizar nuestras conciencias “nos agarramos la cabeza”...o sea: van en busca de un servicio que los haga felices primero en este mundo, y al no encontrarlo, se van a las sectas! No sólo las llamadas “sectas” cristianas, sino las ocultistas de poderes mentales y todo ese mundillo engañador; y por momentos me siento tentado en pensar que los curanderos y demás, que son hábiles engañadores, nos superan en habilidad, “ellos dicen la mentira como si fuera verdad y nosotros decimos la verdad, como si fuera mentira”, o sea, no gozamos, no paladeamos el mensaje evangélico, de tal modo que lo haga gustoso al que lo escucha; de San Francisco de Asís se lee en las Florecillas, que se lamía los labios por la dulzura que le proporcionaba el sólo repetir la palabra “Jesús”. ¡quién tuviera esa gracia!

En este tema de las sectas el Papa expresa claramente su pensamiento que nos debe hacer pensar a todos. Dice:

«El fenómeno de las sectas, que también en vuestras tierras se está difundiendo con incidencia intermitente de zona a zona y con señales acentuadas de proselitismo entre las personas más débiles social y culturalmente, ¿no es un signo concreto de una insatisfecha aspiración a lo sobrenatural?, ¿No constituye para vosotros, pastores, un auténtico desafío a renovar el estilo de acogida dentro de las comunidades eclesiales y un estímulo apremiante a una nueva y valiente evangelización, que desarrolle formas adecuadas de catequesis, sobre todo para los adultos?».

No podemos hacer creer en Jesús, que eso es evangelizar, si yo primero que todos, no lo creo, no lo amo, no lo admiro, no lo siento, no me emociona, no lo canto, no lo alabo, no lo proclamo, no lo escucho, no lo persigo, y si a todo esto no lo expreso con claridad y no se lo hago sentir a los demás y si tampoco lo siento yo primero!...: En Filipenses 3,8...12 S. Pablo dice: “ Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo JESÚS, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo... No es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo (a Jesús), habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo JESÚS”. ¡Qué espléndida pasión la de S. Pablo por Jesús! ¡Quisiera yo tenerla para darla a los demás! Todo lo antes dicho, tanto yo como vos y como todos, debemos desearlo y pedirlo con insistencia machacona en nuestra oración, de otro modo, transmitiremos un mensaje empobrecido e insípido: sin la sal de la sabiduría, ¿qué creés que nos aconseja S. Pablo?: “ Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo (1ª Cor. 2,7); y en Ef. 1,17.” ...los recuerdo en mis oraciones... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente.” Por tanto hay que pedir esta enorme gracia: “sabiduría y revelación” para poder transmitir esta “sabiduría misteriosa y secreta”, ahora bien, si queremos que estas cosas tan sublimes lleguen al corazón del hombre, tenemos este único camino que nos muestra S. Pablo y que el Papa nos propone valientemente. Al respecto de las estructuras dice:

«Tales estructuras han de ser sencillas, ágiles, sólo las indispensables, de forma que no agobien, sino que ayuden y faciliten el trabajo pastoral; por otra parte, han de ser eficaces, según las exigencias de los tiempos actuales» . [/b]El conocido hecho bíblico de David peleando con Goliat, es realmente clarificador, leamos: “Después, David se ciñó la espada de Saúl por encima de su indumentaria, e hizo un esfuerzo para poder caminar, porque no estaba entrenado. Entonces David dijo a Saúl: "No puedo caminar con todas estas cosas porque no estoy entrenado". Y David se las quitó. Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo”. (1º Sam. 17, 39-40). Algo parecido le pasó a Gedeón al que invito a leer en: Jueces 6, 11-24.
Puede ser que tengamos las mejores intenciones para “pelear el buen combate” pero las “armaduras..” o sea: las demasiadas estructuras y “organizacionismos”, nos impiden “caminar” para echar la siembra de la buena semilla.
Siguió el Papa insistiendo para poder afrontar de forma decidida el grave e insidioso problema de las sectas: «Evangelización en profundidad, presencia continua y activa de los pastores, obispos y sacerdotes, entre sus fieles, y relación personal de los fieles con Cristo».

Ver + : EL PELIGRO DE LAS ESTRUCTURAS
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Juankas
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Registrado: 23 Feb 2008
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MensajePublicado: Mie Abr 23, 2008 7:28 pm    Asunto: EL PELIGRO DE LAS ESTRUCTURAS
Tema: ¿Qué dificulta nuestro trabajo en la Gran Misión?
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EL PELIGRO DE LAS ESTRUCTURAS

INSTITUCIONALIDAD SI, INSTITUCIONALISMO NO.

por Eduardo Basombrío


Las estructuras, cuando no son las establecidas por Dios en sus proyectos, se vuelven contra nosotros. Por estructuras entendemos los criterios limitados, los falsos discernimientos que el hombre, por más “religioso” que sea, arma en su intimidad, de tal manera que fácilmente se fanatiza con ellos y se ciega para abrirse a la verdad revelada.

La Iglesia tiene una estructura divina

El cristianismo tiene una estructura divina que supera infinitamente cualquier estructura humana. Confiar en las que vamos formando al margen de la verdad revelada, se muestra de pronto inservible para permanecer en la divina.
Es lo que pasó con los judíos del tiempo de Jesús. Estructuraron la Revelación y las Escrituras. En lugar de poner a Dios por encima de todo, rompieron el orden de prioridades establecido por Dios. No todos ellos actuaron siempre según los pensamientos y proyectos de Dios. Por el contrario, intervinieron con un enjambre de estructuras y criterios humanos rígidos que terminaron por obnubilar la verdad revelada y así, no la entendieron.
Jesús les dice a ellos: “Ustedes investigan las Escrituras pensando hallar en ellas la vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí, pero ustedes no quieren venir a mí para tener vida” (Jn 5, 39-40).
Ellos se habían trazado una estructura mental: “Basta leer las Escrituras e interpretarlas según nuestros buenos oficios”. Pero cuando se obra así es tan sólo para acomodar la Palabra divina a los propios criterios humanos y anularla o limitarla.
El proyecto del Padre es ir primero a las personas divinas y tener con ellas un encuentro personal. Dejarse interpelar por su Palabra. Dejarse guiar por él. Obedecer sus mandatos y no crear imprudentemente mandatos humanos. Ello es más importante que la sola Escritura interpretada por cualquiera, sobre todo si no tiene autoridad divina para ello.
El mismo Dios nos ha revelado los criterios divinos de la verdad revelada y su discernimiento. De este modo, él mimo nos asegura la correcta interpretación de su Revelación.
El riesgo de cerrarse en las propias estructuras mentales (criterios propios)
Los judíos estaban tan cerrados en ellas que no hubo lugar siquiera para reconocer al Mesías prometido y anunciado en el Antiguo Testamento. Ellos conocían muy bien las Escrituras. Sin embargo, éstas fueron absorbidas por el propio criterio, siguiendo una estructura determinada sobre la Revelación, al modo humano, que imposibilitó el reconocimiento del Mesías en muchos judíos. Todavía lo pueden hacer. La Escritura para ellos es la misma.

La estructura divina

Ésta pertenece a la ciencia y a la sabiduría divinas, muy por encima de toda ciencia y sabiduría humanas. Por eso es necesaria la fe. Ésta no estriba en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios (1 Co 2, 5).
La estructura de Dios sigue siempre la lógica divina. Por eso es muy fácil que desoriente al ser humano aun siendo religioso, cuando éste se halla aferrado a sus propios criterios. Por eso es necesario renunciar a uno mismo para penetrar en la verdad revelada, sin poner obstáculos humanos.
Jesucristo condena drásticamente aquella actitud equivocada de todo religioso ni bien pretende cambiar y hasta reformar los proyectos de Dios. ¿Acaso podemos reformar lo que Dios ha realizado? Jesús le dice a Pedro: “¡Apártate de mí Satanás! Escándalo eres para mí, porque tienes pensamientos que son de los hombres y no los de Dios” (Mt 16, 23). Pedro, en esta ocasión, quería impedirle a Jesús subir a Jerusalén, porque corría el riesgo que lo mataran. Sus estructuras humanas lo traicionaron.

La sutileza del enemigo

Lo sabemos desde la primera caída del hombre ¡Con qué sutileza demoníaca aparecen los criterios propios para suplantar los divinos! Pedro se había hecho una estructura mental fija: “Jesús no debía morir. ¡Si él era Dios! Por lo tanto, no debía ir a Jerusalén”. Como todo lo estructurado por nosotros nos condiciona para obrar según la estructura preestablecida. No se le ocurrió pensar que estaba impidiendo los designios de Dios.
Pedro pensó que con el sentimiento que tenía por Jesús jamás podría negarlo. Pero lo negó tres veces. Juan y Santiago pensaron que tenían un discernimiento extraordinario. Compartían la falsa estructura que con ese discernimiento podían arrojar fuego sobre los samaritanos que no recibieron bien a Jesús. Jesús reprendió a ambos (Lc 9, 55). Con el mismo falso discernimiento Juan pensó que debía impedir a un hombre que expulsara demonios en el nombre de Jesús, porque “no venía con ellos” y Jesús lo reprendió (Lc 9, 49-50).

Lo que nos dice la Iglesia

Benedicto XVI, cuando era Prefecto para la doctrina de la fe, decía que “la Iglesia deberá permanecer siempre abierta a los imprevistos e improgramables llamados del Señor” (CMME, Discurso de inauguración). Por eso, “allí donde irrumpe el Espíritu Santo, colapsan los proyectos de los hombres” (Id.). La de Dios es una estructura dinámica e imprevisible para nosotros.
Con frecuencia el Espíritu Santo que debe guiarnos en todo, como lo hizo con Cristo, nos echa abajo la estantería que hemos armado, a veces, por largos años y con tanto cuidado. No entendemos la acción del Espíritu, porque no lo conocemos suficientemente. Para seguir las estructuras divinas debemos estar dispuestos siempre a estos imprevisibles cambios que nos trae la eterna novedad. Así han hecho todos los santos. Ellos son “como el viento”.
Somos escándalo para Cristo, cada vez que nos lanzamos a tomar su Revelación para acomodarla a nuestras estructuras mentales.

Por esto mismo nos decía el ex Cardenal con toda exactitud: “La Iglesia es enteramente ella misma sólo a partir del momento en que se trascienden los criterios y las modalidades de las instituciones humanas” (Id.). La crítica mundana, que a veces también se infiltra en la misma Iglesia, no ha comprendido que “la Iglesia es una criatura del Espíritu Santo” (Id).

“Vivimos un momento privilegiado del Espíritu Santo”

Así hablaba Pablo VI (EN, 75). El entonces Cardenal Ratzinger no olvidó esta realidad eclesial y comentó en el mismo Discurso citado: “He aquí, de pronto, algo que nadie había planeado. He aquí que el Espíritu Santo, por así decirlo, había pedido de nuevo la palabra. Y en hombres jóvenes y mujeres jóvenes (y no tan jóvenes. Nota del autor) renacía la fe, sin “peros”, sin engaños, sin escapatorias, vivida en su integridad, como don, como regalo precioso que ayuda a vivir. No faltaron ciertamente aquellos que se sintieron molestos en sus debates individuales, en sus modelos de una Iglesia completamente diversa, construida en torno a la mesa, según la propia imagen”. O sea, sobre la base de estructuras propias.

Esta última actitud de no pocos miembros de la Iglesia refleja al vivo el encierro en la propia idea que se han formado de la Iglesia. ¿Cómo conocer entonces la vida en el Espíritu que deshace tales estructuras?
De aquí surgen las prohibiciones indebidas, las condenas fáciles, los juicios temerarios y los escándalos injustificados. Así se sofoca al Espíritu que guía “a la Iglesia y a las almas a través de sus gracias y celestiales carismas” (León XIII. Dim, 2).
Como escribas y fariseos que no aceptaron al Mesías, éstos se hacen reticentes a aceptar la acción eclesial del Paráclito. No quieren o no saben dejarse guiar por él, “como el viento”, con la libertad de los hijos de Dios. Ignoran u omiten que esto mismo lo hacen los carismas y que éstos forman parte esencial de la constitución divina de la Iglesia (Juan Pablo II. CMME. Mensaje, 5. Discurso, 4).

La advertencia del Cardenal Ratzinger

“Es necesario que se diga alto y fuerte a las Iglesias locales (parroquias), incluso a los obispos (diócesis), que no deben consentir a pretensiones de uniformidad absoluta en las organizaciones y programaciones personales. No se pueden elevar sus propios proyectos como modelos fijos de lo que está consentido actuar al Espíritu Santo. Frente a meros proyectos puede suceder que las Iglesias se conviertan en impenetrables al Espíritu Santo.
“No es lícito que todo deba encasillarse en una organización unitaria. ¡Mejor es menos organización y más Espíritu!” (CMME, Discurso de inauguración). Podríamos preguntarnos por qué. Porque el Espíritu Santo es la mejor organización. La mejor estructura. ¡La de él!

El panorama religioso presente

¿Qué es esto que se quiere encerrar entre cuatro paredes? ¿Una Iglesia “Tradicional” o más bien una Iglesia languideciente? Si realmente fuera tradicional “debería permanecer en lo que hemos escuchado desde un principio” (1 Jn 2, 24), ¡sin omitir nada!
¡Cuántas cosas importantes se han omitido en la praxis pastoral con la excusa de una “Tradición” que no lo es! Deberíamos reconocerlo por sus escasos frutos, por su retroceso e ineficacia. Éstos no recuerdan todo lo que nos ha dicho Jesús. Omiten la acción del Espíritu, sus carismas; desobedecen a la autoridad legítima de la Iglesia en su Magisterio y a los papas (reciente cisma de Mons. Lefebvre). ¡Signo de andar sin el Paráclito (cf. 1 P 1, 2)!
¿Qué es entonces, esta “otra” Iglesia? ¿Acaso la Iglesia “progresista”? ¡De ninguna manera!
Es la Iglesia tradicional por excelencia, que permite el progreso dogmático con todo fundamento y la mejor adaptación de los cambios contemporáneos a la Revelación.
Ella como criatura del Espíritu es inmutable. Es el fundamento de su ser tradicional. Las verdades de Dios no cambian: “Mi Palabra jamás pasará”. Desde el bautismo sacramental es también renovable. Renovarse es hacer siempre actual lo eterno. Por eso también es progresista.
Se mueve y progresa con los mismos principios eternos de vida eterna. Es lo que hacen los Papas, los Concilios; es lo que hacen los profetas; es lo que hacen los santos de siempre.

Conclusión

Quedar atrapados en la propias estructuras que concebimos nosotros y no Dios, es crearnos una Iglesia “desde nosotros mismos”, como decía el ex Cardenal Ratzinger; es provocar el escándalo de Cristo por tener pensamientos que son de los hombres y no los de Dios (Mt 16, 23).
Por eso este Cardenal decía: “Que la Iglesia no sea una institución nuestra, sino la irrupción de algo distinto. Dado que su naturaleza es de derecho divino, se sigue que nosotros no podemos creárnosla desde nosotros mismos” (Obra citada). ¡Nadie lo puede hacer!
Eduardo Basombrío

+ VER "ORGANIZACIONISMO"

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+ Ver plan pastoral episcopal Española (2000-2005)

"UNA IGLESIA ESPERANZADA, MAR ADENTRO. PRIORIDADES PASTORALES, PUNTO 3-a) COMUNIÓN ECLESIAL EN EL AMOR DE CRISTO (Nº 50-51):

"«50. También nos alegra ver que nuestra Iglesia, en consonancia con las orientaciones del Concilio Vaticano II se está haciendo más participativa y creando cauces de corresponsabilidad: la teología ha rescatado los valores de la eclesiología de comunión; se ha enriquecido la vida eclesial con nuevos carismas; se están desarrollando las estructuras y órganos participativos: Sínodos, consejos presbiterales, pastorales, de economía, etc.; los laicos van asumiendo muchas tareas dentro de la Iglesia, según corresponde al sacerdocio común de los fieles. Al fortalecer estos medios de participación, hemos de alimentar a los cristianos con una verdadera espiritualidad eclesial, ya que sin ella los organismos y estructuras de comunión y de participación “se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión, más que sus modos de expresión y crecimiento”[49].

51. En nuestra Iglesia hemos crecido en organización y estructuras pastorales, lo mismo que en planificación y programación. Estas realidades, que pertenecen al organismo social de la Iglesia, son consecuencia del misterio de la Iglesia, que es a la vez espiritual y visible, en analogía con el misterio del Verbo encarnado; y han de estar al servicio del Espíritu de Cristo, que le da vida para que el cuerpo crezca[50]. La misma dinámica de las estructuras nos puede llevar a veces a la tentación de confiar más en nuestra capacidad de organizar y programar que en la gracia de Cristo, por lo que hemos de afirmar en la teoría y en la práctica la primacía de la gracia[51]. También nos parece que podemos estar atrapados por un exceso de organización y olvidarnos de que la Iglesia es sobre todo un organismo vivo, el Cuerpo místico de Cristo, y que lo prioritario es la atención a las personas y engendrar vida. "»

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[49] NMI 43.

[50] Cf Lumen Gentium, 8.

[51] Cf NMI 38.
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