6. La Formación del Corazón y la Virtud de la Caridad

[María Elena Bribiesca]

Santa teresita del Niño Jesús decía que había encontrado su lugar dentro del cuerpo místico de Cristo, su lugar era en su corazón. ¡Ella aspiraba lo mejor, deseaba el amor de Jesús!
Creo que es fácil proponerse amar pero cuando llegan los verdaderos combates, a veces parece imposible, entonces es cuando Miro a Jesús y lo miro en el huerto de los olivos, sudando sangre, sin el consuelo de sus amigos… ellos duermen, están lejos, en lugar del beso de un amigo, la traición. Contemplar a Jesús en la cruz, es recordar sus palabras de amor “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Al pie de la Cruz, estaba su Madre, hasta el final, dándole fuerzas, ayudándole a amar a perdonar, a entregarse, a cumplir con su misión, y Jesús nos la entrega como último don de amor, y ella nos abraza y nos ofrece su Corazón como un camino seguro que nos lleva a la comunión, a la comprensión, al rechazo del egoísmo y de toda división, de manera que así se puede realizar el mandamiento nuevo que nos dio Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” .
Ella nos toma en sus manos y nos lleva al corazón de Jesús. Ella que es el templo y sagrario de la Santísima Trinidad, toma nuestro corazón y lo introduce en el Corazón de Jesús. Jesús es la persona que más ha sabido amar, su corazón es un horno de ardiente amor por nosotros y al mismo tiempo es el corazón que ha experimentado más abandonos, ingratitudes, soledades, amarguras, desprecios, es un corazón que sabe amar siempre. Sin embargo Jesús nos da su mismo corazón para amar con él a todos nuestros hermanos, su corazón es un corazón lleno de amor y de perdón, lleno de misericordia. Entonces es Jesús quien ama en nosotros y con nosotros, Él ama a través de nosotros.