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El amor de Dios
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HEINI
Asiduo


Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 6:41 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Beatriz escribió:
HEINI escribió:
Beatriz escribió:
HEINI escribió:
Eagleheart escribió:
El arrepentimiento y el pedir perdón son una gracia de Dios. Los ángeles caídos rechazaron hasta la última gracia que Dios les envió; luego, al no haber más, pueden saber que hicieron mal, que mejor era permanecer con Dios, pero no se arrepentirán. No pueden.

Salu2. Paz y Bien.


Si siguen siendo libres si pueden. Pero no quieren.


Eagleheart tiene razon, no pueden....nadie puede hacer penitencia saludable de sus pecados sin la gracia preveniente de Dios, y que Dios concede esta gracia en el estado de viador, y no en el estado de término.

Cita:
Con otras palabras: las penas del infierno no serían eternas en esta triple hipótesis: si el condenado pudiera reparar su pecado, o si el condenado pudiera ser absuelto por Dios, aun cuando no hiciera penitencia de su pecado, o si el condenado fuese aniquilado por Dios. Ahora bien, ninguna de estas tres hipótesis puede sostenerse; no la primera, porque el pecado no puede repararse saludablemente sin la gracia de Dios, la cual ya no se da; ni la segunda, porque Dios no puede perdonar a quien obstinadamente permanece en el mal; ni tampoco la tercera, porque Dios, aun cuando con potencia absoluta, podría aniquilar, sin embargo de potencia ordinaria a nadie aniquila. Luego las penas del infierno son eternas.
p. Javier de Abárzuza, Manual de Teología Dogmática


No hay arrepentimiento sin la gracia de Dios. Afirmar que podemos arrepentirnos por nuestras solas fuerzas o voluntad es pelagianismo.


Entonces no se puede decir que sean libres, lo cual estaría en contradicción con lo que afirma Santo Tomás "...debido a la simplicidad de su sustancia (del ángel) nada de ella puede ser substraído, es imposible castigarle privándole de una parte de su naturaleza," (Summa, Q 64, Art. 1)
¿Dios puede retirar a sus criaturas algo de lo que puso en ellas al crearlas?


Es que Dios no hirió la voluntad del hombre, fue el mismo hombre (Adán). Con la caída la voluntad del hombre ha sido HERIDA no ANULADA: inclinada al mal y para arrepentirse necesita de la ayuda de la gracia, sin ella no podria arrepentirse.

No somos unos títeres en las manos de Dios o en las manos del demonio. No. Ahi radica nuestra libertad. Eso es lo que la Iglesia rechazó ante la tesis de Lutero. Tenemos voluntad, aunque herida, y con una "ayudita" con un "empujoncito" (la gracia) podemos decir "si" y arrepentirnos.


Se es criatura o no se es criatura y aquí no caben peros, la disyuntiva es cerrada y terminante.
De la misma forma se es libre o no se es libre y aquí tampoco caben peros. Se puede pasar del blanco al negro a través de matices, pero entre ser libre y no serlo, no caben matices. Se es libre o no se es libre, sin más.
Dios no se arrepiente, si nos hizo libres así permaneceremos en la eternidad ya sea en la Bienaventuranza o en el Infierno.
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 8:19 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

¿Qué es la libertad, Heini?

Y me lo debes definir, en un ángel, en un hombre y en Dios.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 8:21 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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HEINI
Asiduo


Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 12:38 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Miles_Dei escribió:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.


¿Qué es la libertad más que el libre ejercicio de la voluntad sin más obstáculos ni reparos que los que nosotros mismos nos impongamos?? ¿Cual otra puede ser la esencia de la libertad?
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Maria Fernanda Colmeiro
Asiduo


Registrado: 19 Jul 2008
Mensajes: 476
Ubicación: España

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 12:51 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

HEINI escribió:
Miles_Dei escribió:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.


¿Qué es la libertad más que el libre ejercicio de la voluntad sin más obstáculos ni reparos que los que nosotros mismos nos impongamos?? ¿Cual otra puede ser la esencia de la libertad?


Como la cuestión 64, artículo 1 de la Summa de Santo Tomás la has usado como referencia importante, te agradecería que me indiques exactamente en que parte se encuentra la cita que pones. Lo leí entero y no he conseguido encontrarla.

Sería muy clarificador para ver si estamos partiendo de una premisa correcta o incorrecta y el entorno de la cita.

Gracias mil. Y me encantará seguir hablando sobre la libertad. Aparte de que tu respuesta a Miles sobre la libertad no es correcta, es una apreciación tuya personal, y limitada en cuanto al ámbito que abarca la pregunta.
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Que el camino venga a tu encuentro, Que el viento sople siempre a tu espalda, Que el sol ilumine siempre tu rostro, Que la lluvia caiga suavemente en tu campo, y hasta que volvamos a vernos...
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 12:58 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

El fijar nuestro ser en el bien y no moverlo nunca más de él. O sea la contemplación intelectiva del sumo bien y en consiguiente la fijación volitiva en lo que el intelecto presenta como sumo bien.

Los ángeles deciden esto en un sólo movimiento espiritual ante la contemplación de la gracia de Dios, nosotros somos mutables por la mediación del tiempo y en virtud de la gracia divina.

Por eso es más libre el que quiere bien (benevolencia), no el que menos coacciones tenga o más bienes pueda querer. La voluntad tiende a permanecer fija en Dios o a apartarse de él. No hay término medio salvo en esta vida en la que participa la materia y por tanto es divisible en instantes de volición y de finalización queriendo a Dios y a bienes particulares de modo imperfecto.

En los ángeles no es así: su primer querer es el ultimo y es hecho con toda la intensidad de un ser espiritual pudiendo ser bueno o malo y por tanto resultando en ángeles santos o en demonios.

En nosotros hay cambio y mutación hasta que se acaba el estado de vía y llegamos a la vida eterna, donde nuestro querer hará su finalización en virtud de como hemos querido antes. Un sólo pecado mortal sin perdón nos merece así el infierno y de hecho puede mover y moverá sin duda, de no mediar la gracia de Dios, al infierno, que es la fijación de la voluntad fuera de Dios en un querer tan malo como el de los demonios con toda las consecuencias que ello conlleva.

El tiempo y la actividad de los seres que tienen fija la voluntad seguirá la pauta de su movimiento intelectivo, no el volitivo. Es importante que en el purgatorio la voluntad ya esta fija en el bien que es Dios, pero de modo imperfecto. Por eso se purga ese alma de todo recuerdo terreno que desvíe su intelecto de Dios y falta de amor verdadero al Señor. Y se purga activamente, no sólo con purificación. De ahí que sufran penas tal como los condenados, ordenadas a satisfacer la perfección de su querer, que consiste en intensidad del mismo, no en un cambio de objeto o mutación.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 12:59 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Debe decir:

La libertad es el fijar nuestro ser en el bien y no moverlo nunca más de él. O sea la contemplación intelectiva del sumo bien y en consiguiente la fijación volitiva en lo que el intelecto presenta como sumo bien.
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HomoViator
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Registrado: 30 Abr 2008
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:00 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Cita:
¿Qué es la libertad más que el libre ejercicio de la voluntad sin más obstáculos ni reparos que los que nosotros mismos nos impongamos?? ¿Cual otra puede ser la esencia de la libertad?


Creo que la respuesta se puede enfocar bien con pregunta.

1-"libre ejercicio de la voluntad". No hay que confundir la libertad, entendida como libre arbitrio, con la participación de la voluntad divina. Si nuestros actos fuesen libérrimos en ese sentido seriamos seres omnipotentes. Sin la moción de la gracia la voluntad, en cuanto que es libre para adherirse a la verdad, no podría ser partícipe de ella.

2-"obstáculos o reparos que los que nosotros mismos nos imponganmos". Hablas del misterio de iniquidad, de cómo conociendo su maléfico poder aun así pecamos y nos apartamos de la luz. Nosotros no nos ponemos trabas a nuestra libertad, el mal no tiene entidad en nosotros, no tiene sustancia (el pecado obra en nosotros, no viceversa) pero desde el pecado original de Adán nuestra corrupta naturaleza necesita de la gracia de Dios para que el Espíritu santo mueva nuestra voluntad y nos proteja del pecado (donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia).

He mezclado demasiados conceptos controvertidos, tendría que releer a St. Tomás para darte una respuesta mas completa y si he fallado en algo, espero el azote de los sabios y no el halago de los necios Smile
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:07 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Vosotros fijaos para que se hizo Dios hombre:

Principalmente:

PARA DARNOS A CONOCER EL MISTERIO DE LA VOLUNTAD DE DIOS

de tal modo que conociendo la voluntad del Padre, pudiésemos acomodar nuestra voluntad a la suya. Hacerla una con él, asemejándonos a Cristo.

Toda la acción de Cristo se ordena a eso. Por tanto nos está llamando a él a fijarnos en él, contemplándole y no queriendo otra cosa. Eso es lo que hacemos cuando hacemos oración mental, donde el discurso varía tanto más que la voluntad que cada vez permanece más fija llenándolo todo de amor hasta que se hace una luz sin palabras intelectivas tal como se dan en este mundo.

El proceso del condenado es el contrario. Un ansía de voluntad que no se satisfaece en nada y una desesperación por llenarla sin poder.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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HEINI
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Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:09 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Miles_Dei escribió:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.


Entonces, ¿aceptas que seguimos siendo libres en la eternidad?, pero, al parecer, propones que la libertad en la eternidad es distinta de la libertad en el tiempo…
¿Cómo es posible ser libre sin ejercer la voluntad?
En la Bienaventuranza debe haber progreso, pues hay Jerarquía.
La Bienaventuranza solo puede consistir en la visión de la Esencia Divina y siendo Dios infinito en todos sus atributos, solo Dios puede tener la visión perfecta y completa de la Esencia Divina. Hay por lo tanto infinitos grados en la Bienaventuranza por lo que la felicidad de los bienaventurados progresa en la medida en que conoce la Causa Primera, es decir, que será creciente sin fin y en este progreso está el ejercicio de su voluntad, haciendo la Voluntad Divina.
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HEINI
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Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:15 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Maria Fernanda Colmeiro escribió:
HEINI escribió:
Miles_Dei escribió:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.


¿Qué es la libertad más que el libre ejercicio de la voluntad sin más obstáculos ni reparos que los que nosotros mismos nos impongamos?? ¿Cual otra puede ser la esencia de la libertad?


Como la cuestión 64, artículo 1 de la Summa de Santo Tomás la has usado como referencia importante, te agradecería que me indiques exactamente en que parte se encuentra la cita que pones. Lo leí entero y no he conseguido encontrarla.

Sería muy clarificador para ver si estamos partiendo de una premisa correcta o incorrecta y el entorno de la cita.

Gracias mil. Y me encantará seguir hablando sobre la libertad. Aparte de que tu respuesta a Miles sobre la libertad no es correcta, es una apreciación tuya personal, y limitada en cuanto al ámbito que abarca la pregunta.


Suma teológica, Ia, Q 64, Art 1, Respondo
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:21 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Todo te lo acabo de explicar, si lees bien.

Dios no mueve su voluntad y sin embargo es la libertad en sí y el ser más libre que hay.

Eso te ayudará a entender la esencia de la libertad, que no consiste en mover la voluntad (eso es una imperfección de nuestro caracter material) sino en fijarla en el bien de manera perfecta que le es presentado de manera también perfecta por el intelecto.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:27 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Debes fijarte en el artículo 2, Heini, sobre todo en esta sentencia que es muy importante para entender lo que ocurre en ángeles y hombres con su uso de la libertad:

Cita:

En cuanto a la causa de dicha obstinación, no se ha de buscar en la gravedad de la culpa, sino en la condición del estado natural. Esto es así porque, como dice el Damasceno, lo que para los hombres es la muerte, esto es para los ángeles la caída. Es evidente que todos los pecados mortales, grandes o pequeños, de los hombres son remisibles antes de la muerte. Después de la muerte, son irremisibles y duran siempre.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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Maria Fernanda Colmeiro
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Registrado: 19 Jul 2008
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:49 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

HEINI escribió:
Maria Fernanda Colmeiro escribió:
HEINI escribió:
Miles_Dei escribió:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.

Un saludo en la Paz de Cristo.


¿Qué es la libertad más que el libre ejercicio de la voluntad sin más obstáculos ni reparos que los que nosotros mismos nos impongamos?? ¿Cual otra puede ser la esencia de la libertad?


Como la cuestión 64, artículo 1 de la Summa de Santo Tomás la has usado como referencia importante, te agradecería que me indiques exactamente en que parte se encuentra la cita que pones. Lo leí entero y no he conseguido encontrarla.

Sería muy clarificador para ver si estamos partiendo de una premisa correcta o incorrecta y el entorno de la cita.

Gracias mil. Y me encantará seguir hablando sobre la libertad. Aparte de que tu respuesta a Miles sobre la libertad no es correcta, es una apreciación tuya personal, y limitada en cuanto al ámbito que abarca la pregunta.


Suma teológica, Ia, Q 64, Art 1, Respondo


Aquí está, dime en que parte pues no la consigo localizar. Respondo. Gracias.

SUMA TEOLOGICA, Q.64 ART. 1

Objeciones por las que parece que la virtud moral no consiste en el medio.
1. Ser lo último contradice a la razón de medio. Pero a la virtud le es esencial ser lo último, pues, en el libro I De caelo, se dice que la virtud es lo último de la potencia. Luego la virtud no consiste en el medio.
2. Lo que es máximo no es medio. Pero ciertas virtudes morales tienden a lo máximo, como la magnanimidad, que versa sobre los máximos honores, y la magnificencia, versa sobre los máximos dispendios, según se dice en el libro IV Ethic. Luego no toda virtud moral consiste en el medio.
3. Si consistir en el medio es esencial a la virtud moral, se sigue necesariamente que la virtud moral no se perfecciona, sino que más bien se corrompe al tender al extremo. Pero ciertas virtudes morales se perfeccionan por tender al extremo, como la virginidad, que se abstiene de todo placer venéreo, alcanzando así el extremo, y es la castidad más perfecta; y dar todo a los pobres es la más perfecta misericordia o liberalidad. Luego no parece esencial a la virtud estar en el medio.
Contra esto: dice el Filósofo, en el libro II Ethic., que la virtud moral es un hábito electivo que consiste en el medio.
Respondo: Según consta por lo dicho anteriormente (q.55 a.3), de la razón de virtud es ordenar al hombre al bien. Y lo propio de la virtud moral es perfeccionar la parte apetitiva del alma en una determinada materia. Ahora bien, la medida y la regla del movimiento del apetito hacia el objeto apetecible es la misma razón. Consistiendo, pues, el bien de cualquier cosa medida y regulada en que se conforme a su regla, como el bien de las obras de arte está en que se conformen con la regla del arte; mientras que su mal está, consiguientemente, en que disienta de su regla o medida, lo cual sucede, o bien porque excede la medida, o bien porque no la alcanza, como se ve claramente en todas las cosas reguladas y medidas; resulta claro que el bien de la virtud moral consiste en la adecuación a la medida de la razón. Ahora bien, es evidente que el medio entre el exceso y el defecto es la igualdad o conformidad. Por lo tanto, resulta manifiesto que la virtud moral consiste en el medio.
A las objeciones:
1. La virtud moral recibe la bondad de la regla de la razón, pero tiene por materia las pasiones o las operaciones. Si se compara, pues, la virtud moral a la razón, entonces, por parte de lo que tiene de razón, consiste esencialmente en uno de los extremos, que es la conformidad, mientras que el exceso y el defecto constituyen el otro extremo, que es la disconformidad. Pero si se considera la virtud moral por parte de su materia, entonces tiene razón de medio, en cuanto que reduce la pasión a la regla de la razón. De ahí que diga el Filósofo, en el libro II Ethic., que la virtud, según la sustancia, consiste en el medio, en cuanto que la regla de la virtud se aplica a la materia propia; pero según lo que tiene de óptimo y de bien, esto es, según la conformidad a la razón, consiste en el extremo.
2. El medio y los extremos en las acciones y en las pasiones se consideran según las diversas circunstancias. Por eso nada impide que en una virtud se dé un extremo según una circunstancia, que, sin embargo, es medio según otras circunstancias en conformidad con la razón. Así ocurre en la magnificencia y en la magnanimidad. Pues si se considera la cantidad absoluta de aquello a lo que tienden el magnífico y el magnánimo, se tendrá por extremo y máximo; pero si se considera eso mismo en comparación con otras circunstancias, así tiene razón de medio, porque estas virtudes tienden a eso máximo conforme a la regla de la razón, esto es, donde se debe, cuando se debe y por lo cual se debe. Pero hay exceso si se tiende a eso máximo cuando no se debe, o donde no se debe, por lo que no se debe; y hay defecto en no tender a eso máximo donde se debe, y cuando se debe. Y eso es lo que dice el Filósofo, en el libro IV Ethic., que el magnánimo es extremo en la cantidad, pero es medio en hacerlo como es debido.
3. Lo que se dice de la magnanimidad se ha de decir con la misma razón de la virginidad y de la pobreza. En efecto, la virginidad se abstiene de todos los placeres sexuales, y la pobreza renuncia a todas las riquezas por lo que se debe y según se debe, esto es, de acuerdo con el mandato de Dios y en orden a la vida eterna. Ahora bien, si eso se hace indebidamente, esto es, por alguna superstición ilícita o incluso por vana gloria, será superfluo; y si no se hace cuando se debe o como se debe, será un vicio por defecto, como sucede en quienes quebrantan el voto de virginidad o de pobreza.

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HEINI
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Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 1:58 pm    Asunto: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
Responder citando

María Fernanda:

Te dije Suma 1a, Q 64, Art1, Respondo "La pena de los demonios"
te has ido a Suma 1b "Sobre el medio de las virtudes"
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HEINI
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Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 2:04 pm    Asunto: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
Responder citando

En mi post anterior debí cometer algún error y no salió completo. Debía decir:

Miles dijo:
Eso nos ayudará a ver como la libertad de Dios es una participación de sus criaturas que se mantiene por toda la eternidad AUNQUE NO SE PUEDA MOVER LA VOLUNTAD, pues no es esa la esencia de la libertad.
Entonces, ¿aceptas que seguimos siendo libres en la eternidad?, pero, al parecer, propones que la libertad en la eternidad es distinta de la libertad en el tiempo…
¿Cómo es posible ser libre sin ejercer la voluntad?

Miles dijo:
El fijar nuestro ser en el bien y no moverlo nunca más de él. O sea la contemplación intelectiva del sumo bien y en consiguiente la fijación volitiva en lo que el intelecto presenta como sumo bien.
“fijación volitiva” eso es tanto como reconocer que sigue habiendo voluntad.
Si hubieras dicho: “ Fijar nuestra voluntad en Dios y no moverla nunca más de El. O sea la contemplación intelectiva del Sumo Bien contribuye al crecimiento de nuestra fijación volitiva en lo que el intelecto presenta como Sumo Bien”, estaría completamente de acuerdo.
¿Por qué hablo de “crecimiento” en nuestra fijación volitiva?
Porque en la Bienaventuranza debe haber progreso, pues hay Jerarquía.
La Bienaventuranza solo puede consistir en la visión de la Esencia Divina y siendo Dios infinito en todos sus atributos, solo Dios puede tener la visión perfecta y completa de la Esencia Divina. Hay por lo tanto infinitos grados en la Bienaventuranza por lo que la felicidad de los bienaventurados progresa en la medida en que conoce la Causa Primera, es decir, que será creciente sin fin y en este progreso está el ejercicio de su voluntad, haciendo la Voluntad Divina.
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Miles_Dei
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Mensajes: 11717

MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 3:15 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Cita:
“fijación volitiva” eso es tanto como reconocer que sigue habiendo voluntad.


La voluntad sigue existiendo pero no se mueve del objeto de su apetencia. ESTA FIJA. El intelecto se mueve, pero viendo todo dentro de un objeto principal que capta toda su atención: la esencia divina.

Cita:
en la Bienaventuranza debe haber progreso, pues hay Jerarquía.


Jerarquía no significa progreso de un escalafón al otro. La diferencia de perfección en el amor sólo se da en esta vida y según respondemos a lo que Dios nos llama.

En el cielo el grado de "lumen gloriae" que te corresponde al morir en base al amor de Dios es el que tienes ya por toda la eternidad, que desde luego no es el del mismo Dios, sino participado pero suficiente para deificar nuestra natura y hacerla accesible a la visión de Dios. Para los santos es un paso inmediato de la oración a la visión, para los menos santos significa un proceso de purgación y purificación de las potencias.

Una vez obtenida no cambia, pues llena todo y todo lo satisface, donde además conoceremos a cada uno la distinta corona de santidad que le ha dado Dios para alegría de todos, como en una gran familia.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 3:17 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Cuidado con los idealismos neoplatónicos que anulan la personalidad hasta en el cielo. En la visión seguimos siendo personas distintas, no un panal de abejas con inteligencia colectiva.

Una sola persona mística en el cielo como en la tierra, compuesta de muchas personas con sus individualidades propias. Aquí de modo imperfecto y sin visión de Dios, allí de modo pleno y con confirmación en la visión de Dios.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 4:06 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
Responder citando

Miles_Dei escribió:
Eso te ayudará a entender la esencia de la libertad, que no consiste en mover la voluntad (eso es una imperfección de nuestro caracter material) sino en fijarla en el bien de manera perfecta que le es presentado de manera también perfecta por el intelecto.


Heini, me parece que la respuesta está en tu firma: "Si la Imperfección fuese una enfermedad, su síntoma sería el Tiempo" Wink

En este estado material el Tiempo se divide en tres: presente, pasado, futuro. Podemos mover nuestra voluntad, es una imperfección de nuestro carácter material.

En el otro estado se vive un eterno presente, luego, la voluntad ESTA FIJA en un solo tiempo.
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San Agustín
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Maria Fernanda Colmeiro
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 4:26 pm    Asunto: Re: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
Responder citando

HEINI escribió:
María Fernanda:

Te dije Suma 1a, Q 64, Art1, Respondo "La pena de los demonios"
te has ido a Suma 1b "Sobre el medio de las virtudes"


Embarassed Disculpa, por eso no me cuadraba.
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HEINI
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 5:03 pm    Asunto: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
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Miles dice:
La voluntad sigue existiendo pero no se mueve del objeto de su apetencia. ESTA FIJA. El intelecto se mueve, pero viendo todo dentro de un objeto principal que capta toda su atención: la esencia divina
Totalmente de acuerdo, no creo haber dicho otra cosa.

Miles dice:
Jerarquía no significa progreso de un escalafón al otro. La diferencia de perfección en el amor sólo se da en esta vida y según respondemos a lo que Dios nos llama.
Si podemos progresar en esta vida con el inmenso lastre que suponen nuestras imperfecciones y la Realidad material en la que estamos inmersos ¿Cómo vamos a dejar de progresar en la Bienaventuranza sin nada que nos estorbe, contemplando la Esencia de Dios, con Dios, el Gran Atractor llamándonos a Sí, atrayéndonos hacia El?
¿SE PUEDE CONCEBIR QUE UN ALMA BIENAVENTURADA, QUE GOZA DE LA CONTEMPLACIÓN DE LA ESENCIA DE DIOS, NO DESEE PERFECCIONAR ESA VISIÓN?
Consciente de que ese perfeccionamiento es posible e interminable puesto que Dios es infinito, la negación o imposibilidad del mismo no constituiría un tormento mayor que el de los condenados en el infierno?
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Si la Imperfección fuese una enfermedad, su síntoma sería el Tiempo
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Vie Dic 05, 2008 5:39 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Porque lo que tu aquí llamas progreso es la perfección de las potencias. Eso se acaba al sufrir el proceso de deificación en la gloria. El intelecto no progresa sino que se mueve por la esencia divina en base a su lumen gloriae por decirlo de alguna manera. La voluntad es como la batería de ese movimiento estando totalmente fija y satisfecha en el sumo bien que se le comunica en esa esencia. No pueden desear más porque no sienten la privación tal como aquí la sientes. No tienen privación, sino satisfacción a la medida de su amor que permanece fijo.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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HEINI
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 7:06 am    Asunto: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
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Miles: ¿Cómo puedes creer que un alma bienaventurada, que goza de la visión de la Esencia divina y es consciente de que Dios es infinitamente más de lo que ve y conoce, permanece fija en su amor a Dios y en su deseo de perfeccionar su visión de Dios?
Yo no puedo concebir la Bienaventuranza sin progreso: Dios, en su amor infinito por sus criaturas, nos atrae constantemente hacia sí.

Hay que admitir que los bienaventurados ven la esencia de Dios con ayuda de la gracia de Dios, pero siendo Dios infinito a ninguna criatura le es posible abarcar por completo la esencia de Dios: solo Dios puede comprender a Dios.
La esencia divina es algo ilimitado, conteniendo en sí todo lo que pueda ser comprendido por el entendimiento creado.
De ahí que deba haber progreso en la Bienaventuranza, pues si no el deseo natural del Hombre, remontarse en la comprensión de las causas hasta llegar a la causa primera, quedaría defraudado y de ahí también que este progreso deba ser interminable, pues siendo Dios infinito nunca se llegará a conocerle completamente.
Entre las almas bienaventuradas, que ven la esencia de Dios, unas le verán más perfectamente que otras y, siendo creciente en todas la perfección en la visión de la Esencia Divina, siempre se mantendrá esa diferencia y, por tanto, siempre habrá jerarquía en la Bienaventuranza.
Cuanto más participe el entendimiento creado de la Esencia Divina, más amará a Dios. Y cuanto mayor sea su amor, mayor será su deseo de perfeccionar su visión de Dios. Por lo tanto, aquel que tenga más amor, más perfectamente verá a Dios y más feliz será. Y este será un proceso sin fin.
El alma no será perfectamente bienaventurada mientras le quede algo que desear y buscar Por eso, la perfección de la Bienaventuranza es creciente en la medida que conoce la Esencia Divina. Es por todo esto, pero sobre todo por el amor infinito de Dios, por lo que creo que hay progreso en la Bienaventuranza.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 8:58 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Lo siento Heini, pero lo que yo digo está definido por el Concilio de Florencia.

Cita:
Denzinger-693 Asimismo, si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de esas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia. Y que las almas de aquellos que después de recibir el bautismo, no incurrieron absolutamente en mancha alguna de pecado, y también aquellas que, después de contraer mancha de pecado, la han purgado, o mientras vivían en sus cuerpos o después que salieron de ellos, según arriba se ha dicho, son inmediatamente recibidas en el cielo y ven claramente a Dios mismo, trino y uno, tal como es, unos sin embargo con más perfección que otros, conforme a la diversidad de los merecimientos. Pero las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual o con solo el original, bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas, si bien con penas diferentes.


Esto también lo repite Trento. Y además tiene una base escriturística que no se puede obviar, pues el mismo Jesús habla del mayor en el reino de los cielos, pero quizás el testimonio más claro es el de San Pablo:

Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; (1 Cor 15, 41-42)

La visión de Dios es un acto estrictamente sobrenatural y por tanto gratuito (cosa también definida) y que excede la capacidad de todo entendimiento creado y no sólo la capacidad, sino su misma actividad y operación. Por eso es necesario esa concesión de la Luz de Gloria. Para todos da la visión de la esencia divina, pero para unos es más perfecta que otros en base a sus méritos, como define el Concilio de Florencia. Esa visión es así por toda la eternidad. Una eterna contemplación de la esencia divina en el Verbo que constituye uno de los mayores misterios de la fe católica.

Tu te acercas mucho al error de los que pretenden poner esa visión en parte sobrenatural y en parte como exigida por alguna actividad natural al hombre, que permanecería aún en la gloria, olvidando que el hombre ha sido deificado y su vida es ya vida de Dios y vida en la gracia que se le comunica directamente como gracia increada: cara a cara.

No hay progreso ni puede haberlo porque ya no hay merecimiento. Tu unión con Dios en vida es la que condiciona la intensidad y extensividad de tu visión de Dios en la otra vida, pero que es la misma específicamente para todos los bienaventurados y para todos una pura gracia de Dios.

Completemos la explicación con palabras de Royo Marín.

Esta desigualdad de grados no produce entre los bienaventurados de inferior categoría el menor movimiento de envidia o de tristeza respecto a los de los grupos superiores y esto por varias razones convincentes: 1ª porque están totalmente identificados con la justicia y bondad de Dios que dio a cada uno con soberana largueza mucho más de lo que merecían. 2ª por la entrañable caridad con la que se aman entre sí los bienaventurados, alegrándose mútuamente de los bienes que poseen los demás y disfrutan como si fueran propios; y 3ª porque tiene cada uno de ellos completamente satisfecha y repleta su capacidad de gozar y no resistiría más aunque Dios quisiera aumentársela; a no ser que a la vez ensanchara la capacidad de su alma.

Royo cita a San Agustín, pero yo prefiero citar a otra doctora de la Iglesia que ha tratado el tema con mucha más profundidad y belleza. Mi querida Teresita. Os dejo dos textos de la Santa de Lisieux donde queda explicado lo que podemos comprender de este misterio de la voluntad de Dios:

Cita:

Durante mucho tiempo me he preguntado por qué tenía Dios preferencias, por qué no recibían todas las almas las gracias en igual medida. Me extrañaba verle prodigar favores extraordinarios a los santos que le habían ofendido, como san Pablo o san Agustín, a los que forzaba, por así decirlo, a recibir sus gracias; y cuando leía la vida de aquellos santos a los que el Señor quiso acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, retirando de su camino todos los obstáculos que pudieran impedirles elevarse hacia él y previniendo a esas almas con tales favores que no pudiesen empañar el brillo inmaculado de su vestidura bautismal, me preguntaba por qué los pobres salvajes, por ejemplo, morían en tan gran número sin haber oído ni tan siquiera pronunciar el nombre de Dios...

Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez... Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas...

Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. El ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos...

Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla que no opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio del amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Pero él ha
creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja oír débiles gemidos; y ha creado al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y también a sus corazones quiere él descender! Estas son sus flores de los campos, cuya sencillez le fascina...

Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien de cada alma.


Cita:

Sor María de la Eucaristía quería encender las velas para una procesión. No tenía cerillas, pero al ver la lamparilla que arde ante las reliquias, se acercó; pero, ¡ay!, la encontró medio apagada, no quedaba más que un débil destello en la mecha carbonizada. Sin embargo, consiguió encender su vela, y, gracias a su vela, se fueron encendiendo todas las de la comunidad. Fue aquella lamparita medio apagada la que produjo aquellas hermosas llamas que, a su vez, hubieran podido producir infinidad de otras e incluso incendiar el universo. Sin embargo, la causa primera de ese incendio se debería siempre a aquella lamparita. ¿Podrán entonces las hermosas llamas, sabiendo esto, gloriarse de haber provocado semejante incendio, cuando ellas mismas sólo se encendieron gracias a aquella centellita...? Lo mismo ocurre con la comunión de los santos. Muchas veces, sin que nosotros lo sepamos, las gracias y las luces que recibimos las debemos a un alma escondida, porque Dios quiere que los santos se comuniquen la gracia unos a otros por medio de la oración, para que en el cielo se amen con un gran amor, con un amor todavía mucho mayor que el amor de la familia, hasta el de la familia más ideal de la tierra. ¡Cuántas veces he pensado si no podría yo deber todas las gracias que he recibido a las oraciones de un alma que haya pedido por mí a Dios y a la que no conoceré más que en el cielo! Sí, una centellita muy pequeña puede hacer brotar grandes lumbreras en la toda la Iglesia, como doctores y mártires, que estarán muy por encima de ella en el cielo; ¿pero quién podrá decir que su gloria no se tornará la de ella? En el cielo no habrá miradas de indiferencia, porque todos los elegidos reconocerán que se deben mutuamente las gracias que les han merecido la corona.


Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 9:06 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Yo si quieres te lo resumo más rápidamente en la línea de Santa Teresa de Lisieux:

El cielo es un enorme ramo de flores que Dios pone a los pie de su madre. Un jardín sembrado para ella y donde Dios se pasea a gusto con sus criaturas. El nuevo Edén.

No hay forma más simple, sencilla y a la vez tan profunda de describir lo que es el cielo.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Miles_Dei
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 9:24 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Luego si quiere hablamos del distingo escolástico del aumento de gloria accidental y del sorprendente momento en que Royo Marín se asemeja a Brightem.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 2:11 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Miles_Dei escribió:
Lo siento Heini, pero lo que yo digo está definido por el Concilio de Florencia.

Cita:
Denzinger-693 Asimismo, si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de esas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia. Y que las almas de aquellos que después de recibir el bautismo, no incurrieron absolutamente en mancha alguna de pecado, y también aquellas que, después de contraer mancha de pecado, la han purgado, o mientras vivían en sus cuerpos o después que salieron de ellos, según arriba se ha dicho, son inmediatamente recibidas en el cielo y ven claramente a Dios mismo, trino y uno, tal como es, unos sin embargo con más perfección que otros, conforme a la diversidad de los merecimientos. Pero las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual o con solo el original, bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas, si bien con penas diferentes.


Esto también lo repite Trento. Y además tiene una base escriturística que no se puede obviar, pues el mismo Jesús habla del mayor en el reino de los cielos, pero quizás el testimonio más claro es el de San Pablo:

Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; (1 Cor 15, 41-42)


Por eso esta vida es única y no hay que desperdiciarla (para los católicos que creen en la reencarnación) y todo lo que aqui hacemos tiene consecuencias en el cielo. Eso también responde la pregunta que se hacen algunos sobre por qué unos sufren y otros rien, pues nada en esta vida se quedará sin premio y sin castigo, nada. Dios es remunerador.

Yo me pongo a pensar que si estando en el cielo veo a esa pobre persona que siempre pasó penurias gozando de mayor gloria que yo PUES ME ALEGRARÉ MUCHO y pensaré QUE JUSTO ES DIOS! SE LO MERECE! por todas las penas que pasó aqui en la tierra y que las sufrió con paciencia y con fe en Dios remunerador.



http://www.serviciocatolico.com/files/sumateologicaSI/capitulo_ii_art_5.htm


Articulo v


De las propiedades de la justificación




Se citan tres propiedades principales de la justificación: su desigualdad, su posible pérdida, su incertidumbre. Pasamos a hablar de cada una de estas propiedades.



TESIS 24. La justicia se aumenta por las buenas obras.



243. Nociones. La JUSTICIA, considerada adecuadamente, esto es, la gracia santificante, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo, en cuanto que todos ellos constituyen la entidad física sobrenatural del alma. Hablamos del hecho del aumento prescindiendo del modo.



SE AUMENTA, de manera que es distinta en cada uno de los hombres, y tampoco es la misma en el mismo hombre en las distintas etapas de su vida. Ahora bien, se aumenta tanto "ex opere operato", como "ex opere operantis".



Podemos considerar un doble aumento de la justicia:



a) extrínseco, esto es extensivo: en cuanto que se extiende a muchos objetos materiales.



b) intrínseco, esto es intensivo: en cuanto que es alguna entidad física sobrenatural en el alma.



Hablamos del aumento del aumento intrínseco o intensivo, el cual puede llamarse simplemente aumento.



244. Adversarios. 1) JOVINIANO en el s.IV enseñó que son del mismo valor todas las obras buenas; y por ello es igual la justicia de todos y también es igual la gloria (R 1383, 1975).



2) Los Beguardos en el s.XIV decían que es posible tal grado de perfección, que no podría darse un avance mayor en la gracia (D 471).



3) Los Protestantes en el s.XVI sostenían que es igual la justicia de todos, ya que ésta no consiste más que en la misma justicia de Cristo, imputada del mismo modo a todos. Hay que exceptuar a BUCERO, el cual afirmaba que esta imputación depende de la distinta fe fiducial.



245. Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino, s.6, c.7 (D 799), advierte que no todos reciben igual justicia en su primera justificación, sino «según la medida, que el Espíritu Santo reparte a cada uno conforme a su voluntad, y según la propia disposición y cooperación de cada uno»; c.10 (D 803) enseña que los justificados pueden crecer en la justicia misma que han recibido, y en verdad de una forma indefinida, por el aumento de las virtudes teológicas; en el cn.24 (D 834) define que la justicia se aumenta por las buenas obras; en el cn.32 (D 842) define igualmente que los justificados merecen en razón de sus buenas obras aumento de gracia.



Valor dogmático. De fe divina y católica definida.



246. Se prueba por la Sagrada Escritura. Enseña ésta que la justicia se aumenta, bien directa, bien indirectamente en razón de la respuesta desigual de los justos. Luego la justicia se aumenta, o sea que es desigual.



Antecedente: a) Directamente en 2 Pe 3,18: Creced, pues, en la gracia... Y en Apoc 22,11: Que el justo siga practicando la justicia... (Cf. también 2 Cor 3,16; Fil 1,9; 3,12; Ef 4,15).



b) Indirectamente en 1 Cor 15,41, donde se habla no sólo de la diferencia entre el cuerpo mortal y el cuerpo glorioso de los justos, sino también de los diversos grados de gloria conforme a los distintos méritos: Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor...



247. Se prueba por la tradición. Enseñan explícitamente esta doctrina S.JERONIMO y S.AGUSTIN, tanto al refutar a Joviniano (R 1383, 1975), como también en otros textos. S.AGUSTIN escribe: «Los santos están vestidos de la justicia, uno más y otro menos».



Esto está claro en toda la ascética católica, la cual exhorta continuamente a una mayor perfección.



248. Razón teológica. a) Dios confiere distinta gracia a los justificados, según la distinta preparación; y éstos a su vez cooperan de distinto modo a las gracias recibidas. Luego la justicia es desigual. Cf. 1.2 q.112 a.4.



b) Los justos merecen por las buenas obras aumento de gloria; es así que la gracia corresponde a la gloria; luego la gracia se aumenta por las buenas obras.



249. Escolio 1. Ulterior explicación de este aumento: a) Respecto al modo, los teólogos no se ponen de acuerdo. Pues los tomistas, siguiendo a Sto.Tomás (22 q.24 a.), explican esto por la mayor radicación en el sujeto. Por el contrario, S.Alberto Magno, S.Buenaventura, los Escotistas, Suárez, etc., lo explican por la suma de un grado a otro grado, los cuales a su vez se unen entre sí para constituir una sola cualidad. No obstante esta cuestión depende de la explicación filosófica del aumento de los hábitos.



b) Acerca del término, según Sto.Tomás (2.2 q.24 a.6) y según Suárez, la justicia puede aumentarse indefinidamente. No obstante hay teólogos que disienten de esto. Beraza examina las sentencias de éstos. En verdad la gracia no tiene ningún término definido por parte de ella, porque la naturaleza divina es participable infinitamente; ni por parte del sujeto, porque esto no se posee en la línea de potencia natural o connatural, sino solamente en la línea de potencia obedencial; ni tampoco por parte del poder divino, el cual es infinito "simpliciter". Sin embargo puede señalarse algún término al aumento de la gracia en los justos, en virtud de un positivo decreto divino, en cuanto que la gracia no puede aumentarse sin el auxilio divino; ahora bien, Dios no dará a los justos auxilios mayores que los que concedió a la Santísima Virgen. Luego el grado de gracia, al cual llegó la Santísima Virgen, puede decirse con certeza el término al que no llegará jamás ninguno de los santos.



c) Respecto a la causa de este aumento, en cuanto se halla en las obras buenas, no es unánime la sentencia de los teólogos: acerca de si todos los actos meritorios, incluso los pequeños, aumentan la justicia, o solamente los actos intensos. Hay algunos teólogos, que niegan el que por los actos remisos o pequeños se dé aumento de gracia, o derecho a este aumento. La mayor parte de los Tomistas sostiene que por estos actos se da aumento en acto primero (esto es, cierto derecho a recibir realmente un aumento a su debido tiempo), pero no en acto segundo (esto es, el aumento mismo recibido realmente). Ahora bien, según las distintas opiniones de los autores, el tiempo de recibir en realidad dicho aumento o bien es el momento de la glorificación celestial, o bien el último instante de la vida terrena, o bien el tiempo en el que el alma se dispone mejor. No obstante parece que ahora los teólogos sostienen más comúnmente, juntamente con Suárez y los Salmanticenses, que todos los actos meritorios, incluso los débiles o pequeños, confieren en realidad al instante algún aumento de justicia. Esta sentencia, al parecer que está más de acuerdo con el Tridentino que no pone restricción alguna, debe decirse más probable, sobre todo puesto que en nuestro caso hay que atender a la realidad de la causalidad moral meritoria más bien que al concepto de disposición física.



Acerca del nexo entre los distintos elementos de la justificación respecto al aumento. Puesto que en la justificación no solamente se encuentra la gracia santificante, sino también las virtudes infusas, no todos los teólogos sostienen que todas estas virtudes se aumenten juntamente con la gracia. Según unos, siguiendo la sentencia de Vázquez, la fe y la esperanza se aumentan con los solos actos de ellas; según otros, siguiendo a Suárez, solamente los hábitos formados crecen juntamente con la gracia. En cambio Ripalda sostiene que todas las virtudes infusas se aumentan siempre y solamente cuando crece la gracia. Esta última sentencia parece más verdadera, puesto que el Tridentino (D 803) habla del mismo modo del aumento de la justicia por la gracia y del aumento de la fe, de la esperanza y de la caridad.



250. Escolio 2. De la disminución de la justicia. La justicia no se aminora por los pecados veniales. Pues el pecado venial no puede disminuir la justicia ni efectiva ni meritoriamente. No efectivamente, porque el pecado venial no puede quitar la conversión habitual a Dios, solamente retarda la tendencia del hombre hacia su último fin. Y tampoco meritoriamente, pues en otro caso la pena seria desproporcionada; pues por el pecado venial no se aparta el hombre de su último fin, y sin embargo aminoraría la gracia y en consecuencia algún grado de la gloria eterna. No obstante, los pecados veniales, sobre tod6 los plenamente deliberados, paulatinamente conducen con facilidad al justo a una caída más grave.



TESIS 25. La justicia puede perderse, incluso eternamente, por cualquier pecado mortal.



251. Nociones. La JUSTICIA, esto es, la gracia santificante, a la cual nos referimos principalmente. Pero también entran dentro del nombre de justicia la virtud teológica de la caridad, las virtudes morales infusas, la inhabitación y los dones del Espíritu Santo. No obstante se exceptúan los hábitos de la fe y de la esperanza, los cuales no se destruyen más que con los pecados que se oponen directamente a estos hábitos, o sea, con la desesperación y la apostasía. Lo cual sucede en verdad previsora y prudentemente, a fin de que pueda recuperarse más fácilmente la justificación (D 808, 838, 1302, 1401, 1407).



PUEDE PERDERSE. Así pues, los hombres una vez justificados, no pueden enorgullecerse de que ya guardarán con certeza la justicia hasta la muerte. Y a su vez, tampoco los pecados cometidos después del bautismo, ni la apostasía misma de la fe, significan que estos hombres nunca hubieran sido verdaderamente justificados.



INCLUSO ETERNAMENTE. Luego también el hombre justo puede llegar a ser réprobo, y pueden hallarse réprobos que han sido en alguna ocasión justos.



POR CUALQUIER PECADO MORTAL, esto es por todo pecador y por sólo el pecado mortal.



Por solo el pecado mortal, luego no se pierde por el pecado venial; por todo pecado mortal, luego no se pierde solamente por el pecado de apostasía, sino por cualquier pecado grave.



252. Adversarios. 1) JOVINIANO sostuvo que no podía pecar un hombre, una vez que había recibido el bautismo (R 1975).



2) Los Protestantes, de entre los cuales CALVINO enseñó que la justicia no se podía perder ya que, según él, justificado equivale a predestinado; CHEMNITZ sostuvo que solamente podía perderse durante algún tiempo; LUTERO concedió que podía perderse incluso eternamente, pero sólo por el pecado de apostasía, esto es por el hecho de apartarse de la fe fiducial.



3) Se acercan a los errores anteriores los Beguardos (D 471s), MOLINOS (D 1772, 1281), QUESNEL (D 1393).



253. Doctrina de la Iglesia. 1) En cuanto a la imposibilidad de la pérdida de la justicia:



El Concilio Tridentino, s.6,- c.12 (D 805), condena que «el justificado o bien no pueda pecar más, o bien que, si ha pecado, deba prometerse un seguro arrepentimiento»; en el c.13 (D 806) indica que «en virtud del don de la perseverancia... nadie se prometa alguna seguridad con certeza absoluta»; el c.14 (D 807) acerca de la reparación de los que han caído en pecado y toda la s.14, que trata acerca de la penitencia, demuestran esto mismo; en el cn.23 (D 833) define de modo manifiesto que el hombre una vez justificado puede pecar en lo sucesivo y perder la gracia.



2) Por todo pecado mortal y por sólo el pecado mortal:



El Concilio Tridentino, s.6, c.15 (D 808), enseña que «no sólo por la apostasía, por la cual se pierde hasta la fe misma, sino también por cualquier otro pecado mortal, aunque no se pierda la fe, se pierde la gracia de la justificación que se había recibido»; en el cn.27 (D 837) define: «Si alguno dijere que no hay ningún pecado mortal más que el de apostasía, o que no se pierde la gracia una vez recibida ésta por ningún otro pecado por grave y enorme que sea excepto por el pecado de apostasía, sea anatema» (cf. D 862, 324). Al mismo tiempo enseña también que no se pierde la gracia por el pecado venial. Pues en la s.6, c.11 (D 804) dice: «Pues aunque... los justos caigan alguna vez en pecados veniales y al menos en los pecados ordinarios, que también reciben el nombre de veniales, no por eso dejan de ser justos»; s.14, c.5 (D 899): «Los veniales, por los cuales no somos excluidos de la gracia»...



Valor dogmático. De fe divina y católica definida.



254. Se prueba por la Sagrada Escritura. 1) La posibilidad de la pérdida de la justicia consta por Ez 33,12: No vivirá el justo por su justicia el día que pecare; Rom 11,22: Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad para con los caídos, para contigo la bondad, si permaneces en la bondad, que de otro modo también tú serás desgajado... Por otra parte, S.Pablo mismo teme el que tal vez pueda llegar a ser un réprobo (1 Cor 9,27); Judas, en otro tiempo justo, vino a ser hijo de la perdición de tal manera que hubiera sido bueno para él no haber nacido (Jn 17,12; Mt 26,24). A este propósito dice Bellarmino: «Así pues tenemos ocho ejemplos, tres de los cuales, el de Adán, el de David y el de Pedro, demuestran que la justicia puede perderse y recuperarse; y otros cinco, el de Satanás, el de Saúl, el de Salomón, el de Simón y el de Judas, indican que pueden algunos verdaderamente justos perder la justicia de tal forma que se cree con razón que se encuentran entre los réprobos».



2) El que esto puede suceder por cualquier pecado mortal lo testifican los catálogos de los vicios, por los que somos excluidos del reino de Dios (1 Cor 6,9; Gál 5,19-21; Ef 5,5; Apoc 21,Cool. El que esto ocurre solamente por el pecado mortal auténtico lo prueban las palabras de Sant 3,2: Porque todos delinquimos en muchas cosas (cf. Mt 6,12; 1 Cor 3,19s).



255. Se prueba por la tradición. 1) S.JERONIMO defiende ex profeso la posibilidad de la pérdida de la justicia.



2) Muchos Padres enseñan que la justicia se pierde, y en verdad por cualquier pecado mortal. Así S.ATANASIO: «Cuando alguno se apartare del Espíritu por algún vicio, aquella gracia permanece en verdad irrevocable en aquellos que quieran, con tal que se arrepientan después de haber caído; sin embargo aquel que ha caído ya no está en Dios»... (R 770). S.AGUSTIN: «Ahora bien, si el que ya ha sido regenerado y justificado vuelve a caer por su voluntad en la mala vida, ciertamente éste no puede decir: No he recibido, porque ha perdido por su libre arbitrio que él ha orientado hacia el mal la gracia de Dios que había recibido» (R 1944). Cf. además AFRAATES (R 683), S.BASILIO (R 973), de nuevo S.AGUSTIN.



3) Los Padres enseñaron en la controversia en contra de Joviniano y en contra de los Pelagianos, al rechazar la perfecta impecabilidad del hombre en virtud de las solas gracias ordinarias, que se pierde la justicia por el solo pecado mortal. Véase anteriormente el n.75.



256. Razón teológica. 1) Sto.Tomás prueba la posibilidad de perderse la caridad (2.2 q.24 a.11), cuando enseña que la caridad que se da en estado de vía no llena, como lo hace la caridad que se da en la patria celestial, toda la potencialidad de nuestra alma; y por ello cuando el hombre no es atraído en acto hacia Dios, puede perderla. Ahora bien, demuestra que se pierde por cualquier pecado mortal (2.2 q.24 a.12), porque «por cualquier pecado mortal, que va en contra de los preceptos de Dios, se pone un obstáculo a la infusión anteriormente indicada [de la caridad que Dios ha derramado en el alma]». Por último (1.2 q.71 a.4): «El pecado venial, que no va en contra de la caridad ni excluye a ésta»...



2) Si la justicia no se pudiera perder, serían inútiles tantas exhortaciones a que los justos obren su salvación con temor y con temblor.



3) Y no se diría rectamente que la perseverancia final es el gran don de Dios, si no pudiera perderse la gracia, una vez concedida ésta.



257. Objeciones. 1. Por 1 Cor 13,8: La caridad jamás decae; es así que la caridad es inseparable de la gracia; luego la gracia nunca se pierde.



Respuesta. Distingo la mayor. La caridad de suyo perdura incluso en la patria celestial, en contra de lo que sucede con otros dones, v.gr. el de profecía, los cuales se terminan con la vida mortal, concedo la mayor; la caridad, una vez adquirida, ya no se puede perder incluso por razón del sujeto en el cual se halla, niego la mayor y concedida la menor distingo igualmente la consecuencia. La gracia de suyo perdura incluso en la patria celestial, concedo la consecuencia; no puede perderse por razón del pecado, mientras dura esta vida, niego la consecuencia.



2. Por Mt 16,16: El que creyere y fuere bautizado, se salvará; luego la justicia, una vez recibida, no se puede perder.



Respuesta. Distingo el antecedente. El que creyere y fuere bautizado se salvará, si permanece hasta la muerte en la fe y en la justicia recibidas, concedo el antecedente; en otro caso, niego el antecedente.



3. La gracia es un ser espiritual; es así que el alma y el "lumen gloriae" (luz de la gloria), seres espirituales, son indestructibles; luego también la gracia es industructible.



Respuesta. Niego la paridad. Pues el alma es substancia espiritual, en cambio la gracia es accidente espiritual. Ahora bien el "lumen gloriae" (la luz de la gloria), aunque sea accidente, se da en el término, no en la vía, como la gracia, de la cual estamos hablando.



4. Por la gracia el justo adquiere el derecho a la gloria; luego Dios no. sería justo si no diera ésta; y por tanto la gracia no puede perderse.



Respuesta. Distingo el antecedente. El justo adquiere por la gracia un verdadero derecho a la gloria, ahora bien con tal que permanezca en la gracia hasta la muerte, a fin de que pueda otorgársele la gloria, concedo el antecedente; en otro caso, niego el antecedente. De donde este derecho, aunque sea un verdadero derecho, sin embargo se puede perder por el pecado, así como también la gracia misma, la cual es la que fundamenta dicho derecho.



5. Por 1 Jn 3,9: Quien ha nacido de Dios no peca, porque la simiente de Dios está en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. Así pues la justicia, una vez recibida, parece que hay que decir que no se puede perder "simpliciter".



Respuesta. En este texto no se indica la imposibilidad de perderse la gracia; pues en la misma epístola (2,1) se supone que los justos pueden pecar. Así pues, el sentido parece que es el siguiente: la gracia divina y el pecado se excluyen mutuamente; y por ello el justificado, o no peca, o si peca, deja por ello mismo de ser justo. A este propósito dice S.Tomás: «Pues se ha dicho: Quien ha nacido de Dios no puede pecar, como si se dijera lo que es caliente no puede enfriar (sin embargo lo que es caliente puede volverse frío, y de este modo enfriará), o como si se dijera: «El justo no realiza obras injustas, a saber en cuanto que es justo y mientras es justo».



TESIS 26. Sin una especial revelación, el hombre no puede tener certeza estricta acerca de su propia justificación.



258. Nociones. CERTEZA es la firmeza o seguridad al dar el asentimiento, excluyendo todo miedo prudente acerca de que sea verdad lo opuesto. Hay que distinguir entre certeza metafísica, física y moral, según que ésta se base en un motivo que excluye la falsedad metafísica, física o moralmente.



La CERTEZA MORAL, de la cual tratamos en la tesis, puede ser estricta o lata. Se llama estricta, la que excluye todo miedo de error, incluso el miedo imprudente; y recibe el nombre de lata la que no quita absolutamente todo miedo de error.



259. Adversarios. 1) Se equivocaron los Protestantes, al sostener que esta certeza respecto al estado de justicia podían y debían tenerla todos los hombres, y que precisamente por esta certeza o fiducia los hombres eran justificados. Así pues, aparte de la posibilidad de esta certeza, enseñan que se requiere de hecho esto es que es necesaria dicha certeza para la justificación.[1]



2) En contra de este error se levantaron unánimemente los teólogos católicos, negando la necesidad de esta certeza para la justificación. Ahora bien, acerca de la posibilidad de esta certeza, los teólogos ya no estaban de acuerdo:



a) Dentro del Concilio Tridentino. Muchos, siguiendo a Sto.Tomás, afirmaban que, sin una especial revelación, solamente es posible una certeza fundada en conjeturas. Otros (MassareW cuenta 21 teólogos), los cuales se gloriaban en aparecer como discípulos de Escoto y a los que se añadían CATARINO, O.P. y el cardenal DEL MONTE, defendían que, incluso sin una especial revelación, era posible la certeza de fe divina particular o adquirida, en la cual en absoluto podría haber falsedad. Unos pocos, entre los que se contaba SALMERON, no se pronunciaban decididamente en esta cuestión. Por último se hizo la concordia, cuando todos estuvieron de acuerdo en excluir «la certeza de fe, en la cual no puede haber falsedad».



b) Fuera del Concilio Tridentino. Sin embargo inmediatamente después de la sexta sesión, años 1547-1551, volvió a surgir la controversia entre D.SOTO y A.CATARINO. Era partidario del primero A.DE VEGA.



Así pues, la sentencia, que al fin prevaleció en las escuelas católicas, está contenida en los puntos siguientes: a) La certeza de fe acerca de la propia justificación, más aún la certeza moral estricta, que excluya la posibilidad misma de tener lo opuesto, solamente puede tenerse por una especial revelación. b) Una certeza moral, que excluya un acto serio, no en cambio la posibilidad de temor, pueden tenerla varones de santidad muy elevada. c) Certeza moral en sentido lato, esto es fundada en conjeturas, pueden llegar a tenerla también los otros justos.



260. Doctrina de la Iglesia. El Concilio Tridentino, s.6, c.9 (D 802) rechaza la vana fiducia de los herejes, «puesto que nadie puede saber con certeza de fe, en la cual no puede haber falsedad, que él ha alcanzado la gracia de Dios». En el cn.12 (D 822) define que la fe que justifica no es la fiducia de los Protestantes; en los cn.13-14 (D 823-24) define igualmente que esta fiducia no es necesaria para la verdadera justificación.



261. Valor dogmático. 1) Es de fe divina y católica definida que no es necesaria la certeza de fe acerca de la propia justicia.



2) Es al menos doctrina católica que tampoco es posible esta certeza de fe.



3) Más aún, es sentencia común y cierta que tampoco es posible la certeza moral estricta, sí en cambio la certeza moral lata, esto es fundada en conjeturas.



262. Argumentos. 1) Prueba esto Sto.Tomás (1.2 q.112 a.5) con la siguiente razón: «No puede darse certeza acerca de algo, si no puede juzgarse por el principio propio... Ahora bien, el principio de la gracia, y el objeto de ésta es Dios mismo, el cual a causa de su excelencia nos es desconocido... Y por ello el hombre no puede juzgar con certeza acerca de si posee la gracia»...



2) Para alcanzar certeza de fe, o certeza moral estricta, acerca del estado de nuestra justicia, debemos tener constancia de dos cosas: o bien de que después del bautismo nosotros jamás hemos pecado gravemente, o bien de que hemos hecho la debida penitencia; es así que de ninguna de estas dos cosas podemos tener constancia, bien con certeza de fe, o bien con certeza moral estricta; luego no podemos tener certeza de fe o certeza moral estricta acerca del estado de nuestra justicia.



La menor: a) No podemos tener constancia con certeza de fe, porque ésta solamente puede darse por revelación.



b) No podemos tener constancia con certeza moral estricta. Pues nosotros no tenemos evidencia de que hayamos cumplido siempre rectamente los mandamientos divinos y de que, si hemos pecado alguna vez, hayamos hecho penitencia saludable del pecado. No es este el caso cuando se trata de niños que han sido bautizados bien.



3) Algunos Padres recomiendan esta falta de certeza y ven que está atestiguada en el libro del Eclesiastés 9,1, en Sal 18,13, etc. Pueden leerse S.JERONIMO (R 1374), S.AGUSTIN (R 1800), S.GREGORIO MAGNO (R 2296). S.BASILIO da este consejo: <<Así pues, no te justifiques tú mismo por encima de otro, no sea que te condenes según la sentencia de Dios, aunque según la tuya estuvieras justificado>>.



263. Escolio. De ciertas señales de estado de gracia. Tanto los SS.Padres como Sto.Tomás mismo en 1.2 q.112 a.5, juzgan que hay ciertas señales, en virtud de las cuales se interpreta con razón que uno se encuentra en estado de gracia, de tal forma que puede haber una certeza moral lata respecto a la propia justificación. Sin embargo estas señales, ni cada una por separado, ni consideradas en conjunto, a no ser que se dé una especial revelación, puede producir jamás una certeza moral estricta. Ahora bien esto sucede previsora y prudentemente, según dice S.AGUSTIN: <<Esta presunción no es conveniente en este lugar de tentaciones donde es tan grande la debilidad, que la seguridad puede producir soberbia>>. Y en palabras de S.JERONIMO: <<Está en situación dudosa e incierta para que, al no tener los hombres seguridad respecto a su salvación, hagan penitencia más intensa y exciten a Dios más a misericordia>>. Y leemos en el libro De la imitación de Cristo, 1,25: <<Debes tener buena esperanza que alcanzarás victoria; mas no conviene tener seguridad, porque no te aflojes ni te ensoberbezcas>>.



Ahora bien, las señales que se indican son prácticamente las siguientes: Constante observancia de los mandamientos, devoción a nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen María, odio al pecado, desprecio de las cosas de este mundo, amor a lo celestial, paz del alma, tranquilidad de la conciencia, consuelos espirituales y favores divinos, etc.





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[1] En cambio los actuales Protestantes no hablan de seguridad, sino más bien de esperanza: así A.KÓBERLE. "Heilsgewissheit": EvL 2 (1958),89-91; cf. J.HAMER O.P., "Karl Barth" (París, 1.949),63-68.
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HomoViator
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MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 4:46 pm    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Madre mia que interesante está este debate Very Happy

Que siga la disputa por el bien de todos!
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HEINI
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Mensajes: 315

MensajePublicado: Sab Dic 06, 2008 9:51 pm    Asunto: El amor de Dios
Tema: El amor de Dios
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Miles cita, del Concilio de Florencia (el recalcado también es de Miles):

Denzinger- 693 “…y ven claramente a Dios mismo, trino y uno, tal como es, unos sin embargo con más perfección que otros, conforme a la diversidad de los merecimientos…”
No veo contradicción con lo que yo digo.

“Entre las almas bienaventuradas, que ven la esencia de Dios, unas le verán más perfectamente que otras y, siendo creciente en todas la perfección en la visión de la Esencia Divina, siempre se mantendrá esa diferencia y, por tanto, siempre habrá jerarquía en la Bienaventuranza.”

Imaginemos dos almas que, ya sea porque no hay pecado en ellas ya sea porque mediante el paso por el Purgatorio se han purificado, acceden a la Bienaventuranza. Ahora imaginemos la Bienaventuranza como una escalera que sube hacia la perfecta bienaventuranza progresando en la perfección de la visión de Dios, naturalmente esta escalera no tiene fin es interminable, pues se puede progresar en la perfección de la visión de Dios sin alcanzar nunca su fin.
Supongamos que una de las almas es depositada en el primer escalón y que la otra, por sus merecimientos, es depositada cien, o mil o los que sean, escalones más arriba que la otra, de manera que su visión de Dios es más perfecta.
Supongamos que la escalera es una escalera mecánica que “sube” hacia Dios sin que ninguna de las dos almas tenga que moverse del escalón que le correspondía por sus merecimientos. La escalera podría ser una imagen del amor de Dios, de la gracia de Dios que atrae hacia sí a las almas de los bienaventurados, conservando siempre entre ellos la diferencia que corresponde a sus merecimientos.
Así sería compatible el progreso en la Bienaventuranza con la diversidad de los merecimientos.

Miles dice:
“No hay progreso ni puede haberlo porque ya no hay merecimiento. Tu unión con Dios en vida es la que condiciona la intensidad y extensividad de tu visión de Dios en la otra vida, pero que es la misma específicamente para todos los bienaventurados y para todos una pura gracia de Dios.”

Efectivamente en la Bienaventuranza ya no hay merecimiento, ya no es necesario porque en la Bienaventuranza se está en Dios, se participa de Dios, todo lo recibimos ya de Dios y Dios no pone límites a su Amor.


Royo Marín dice:
“Esta desigualdad de grados no produce entre los bienaventurados de inferior categoría el menor movimiento de envidia o de tristeza respecto a los de los grupos superiores y esto por varias razones convincentes: 1ª porque están totalmente identificados con la justicia y bondad de Dios que dio a cada uno con soberana largueza mucho más de lo que merecían. 2ª por la entrañable caridad con la que se aman entre sí los bienaventurados, alegrándose mútuamente de los bienes que poseen los demás y disfrutan como si fueran propios; y 3ª porque tiene cada uno de ellos completamente satisfecha y repleta su capacidad de gozar y no resistiría más aunque Dios quisiera aumentársela; a no ser que a la vez ensanchara la capacidad de su alma.”

La verdad es que me parece innecesaria toda esta argumentación (puntos 1º y 2º) y me lo parece porque dudo mucho que un alma en la Bienaventuranza, sumida como está en la contemplación de la Esencia Divina, pueda distraer su atención de esta sublime ocupación para observar lo que hay a su alrededor.
Finalmente (punto 3º) ¿qué otra cosa hace Dios con las almas de los bienaventurados más que ampliar su capacidad de entendimiento para qué puedan gozar de la visión de la Esencia Divina? Y, siendo esto así, por qué razón este proceso va a tener un límite superior infranqueable, siendo infinito el amor de Dios por nosotros?
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Miles_Dei
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Registrado: 17 Sep 2007
Mensajes: 11717

MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 10:04 am    Asunto:
Tema: El amor de Dios
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Cita:
La verdad es que me parece innecesaria toda esta argumentación (puntos 1º y 2º) y me lo parece porque dudo mucho que un alma en la Bienaventuranza, sumida como está en la contemplación de la Esencia Divina, pueda distraer su atención de esta sublime ocupación para observar lo que hay a su alrededor.


Y porqué dice entonces esto Cristo:


Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. (Lc 15, 7)


Como es obvio, parece ser que sí que se observa en el cielo lo que ocurre a su alrededor. Es más, si lo niegas destruyes la comunión de los santos.

El asunto es que todo lo que se conocerá entonces, se conocerá en Dios, del cual no se pierde la presencia de visión beatífica. Esto es lo que forma parte del aumento accidental de la gloria al cual me he referido.


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La misma esencia de la visión beatífica es al argumento que niega tu perfección contínua, porque una vez concedido el Lumen Gloriae no se da más, porque se da en base a los méritos como algo sobrenatural y gratuito.

Deberías repasar el artículo 9 de la cuestión 62 de la Suma que trata esto claramente:

Cita:

Contra esto: está el hecho de que merecer y progresar es algo propio del estado de la vida terrena. Pero los ángeles no están en dicho estado, sino en el de la vida eterna. Por lo tanto, los ángeles bienaventurados no pueden merecer ni progresar en la bienaventuranza

Respondo: En todo movimiento, la intención del que mueve está orientada a algo determinado, intentando llevar hasta ahí al móvil, ya que la intención está puesta en el fin. Pero como la criatura racional con sus solas fuerzas no puede alcanzar la propia bienaventuranza, que consiste en la visión de Dios, como dijimos (a.1 q.12 a.4), es evidente que necesita ser dirigida por Dios a la bienaventuranza. Por lo tanto, es necesario que exista algo determinado a lo que se oriente como a su fin último cualquier criatura racional.
Tratándose de la vida divina, este algo determinado no puede ser el mismo objeto visto, porque la suprema verdad es vista en diversos grados por todos los bienaventurados. Por el contrario, si se atiende al modo de visión, encontramos que la intención de quien dirige al fin, establece el fin de distintas maneras. No es posible que, por el hecho de que la criatura racional sea elevada a ver la suma esencia, sea elevada también al sumo modo de verla, que es la comprehensión; pues, por todo lo dicho (q.12 a.7; q.14 a.3), este modo sólo le corresponde a Dios. Pero como para comprehender a Dios se precisa una eficacia infinita, la capacidad de visión de la criatura es finita. Entre lo finito y lo infinito hay infinitos grados. Por lo tanto, hay que concluir que los modos de ver a Dios también son infinitos. Unos más claros, otros menos. Como la bienaventuranza consiste en la misma visión de Dios, el grado de la bienaventuranza consiste en un determinado modo de visión.
Así, pues, cada una de las criaturas racionales de tal manera es llevada por Dios a la bienaventuranza, que también es llevada por predestinación divina a un determinado grado de bienaventuranza. Por eso, conseguido aquel grado, no puede pasar a otro más elevado


Royo MArín aduce la refutación completa del Padre Terrién a tal modo de entender la bienaventuranza que es el tuyo. Resumido, pues es un tanto extenso, viene a decir lo mismo que Santo Tomás: la condición esencial de la visión beatífica es destruida si se pone un crecimiento sin fín en los bienaventurados.

Esto es porque se confunde la esencia de la vida eterna con otras cosas, como son:

-la jerarquía: Aunque existan grados, no son los grados los que condicionan la visión beatífica, sino que estos vienen dados por la esencia de aquella. Luego no se trata de mantener lo que llamas jerarquía, sino de mantener la esencia de la visión en los distintos grados.

-el movimiento: parece que no se puede concebir una vida eterna sin movimiento. Pero se obvia que la perfección implica la inmovilidad que no deja de ser vida por ser lo más semejante al acto puro o motor inmóvil. Dios no se mueve ni se muda ni progresa y no por eso pierde su vida ni su perfección. Lo mismo los bienaventurados que son hombres y ángeles perfectos y son más perfectos cuanto menos se muevan y mudables sean y estén sin progreso.

Y eso nos lleva a considerar la misma esencia de la visión beatífica, que consiste en una iluminación del ser del hombre, una deificación en proporción a lo que es su merecimiento y que es lo que realmente puede soportar de contemplación de Dios cara a cara, dentro de los infinitos modos posibles que hay de verlo. Eso es lo que se llama la concesión del Lumen Gloriae, que se da según el mérito de cada uno.

El mérito es la gracia misma de Dios y el modo en que Dios ha decidido donarse a cada hombre en concreto, donde el misteriosamente elige a unos más y otros menos en función de la voluntad humana, con la que se armoniza de manera que hace que sus dones sean nuestros méritos. Dios no da más de lo que pide ni pide más de lo que da. Por eso sería negar toda la antropología de la gracia el decir que en la gloria seguiría dándose una especie de merecimiento o donación de Dios meritoria al hombre capaz de hacerle progresar en la visión de Dios.

La visión de Dios no es CANTIDAD. Es ACTO y por ello cada uno es actualizado en cuanto la potencialidad de su ser en gracia lo permite. Eso es el Lumen Gloriae. Como he dicho, todos estos modos de entender la gloria y la visión beatífica son propios de no abstraer adecuadamente y confundir la visión o contemplación de Dios con nuestro movimiento intelectual por abstracción y discurso aquí en la tierra. Por ejemplo el de una meditación. El modo de vida del cielo es el conocimiento intuitivo, donde todo se contempla de un golpe en un sólo acto. No existe el discurso, salvo en cuanto accidente, pues la esencia del conocer es la comunicación directa de lo que se conoce: la misma esencia de Dios que llena el alma sin necesidad de especie intelectiva que haga de mediación.

Aquí en la tierra tal estado es sólo atisbado por los estados más altos de la contemplación donde se da alguna especie intelectiva muy simple que transmite la intensidad de ese acto. Y eso comparado con lo que es el conocer a Dios del cielo no es nada, aunque se le asemeje tal como a la luz del sol se asemeja la luz de una bombillita en la noche y por ella tratara de serle explicado lo que es el sol como millones de millones de bombillas.

Un saludo en la Paz de Cristo.
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Se trabó un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. (Apoc 12, 7)
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