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La inmortalidad, ¿al alcance del hombre?

 
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HEINI
Asiduo


Registrado: 05 Nov 2007
Mensajes: 315

MensajePublicado: Jue Feb 05, 2009 7:09 am    Asunto: La inmortalidad, ¿al alcance del hombre?
Tema: La inmortalidad, ¿al alcance del hombre?
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¿La inmortalidad al alcance del hombre?

Hace más de diez años que el hombre sabe que el mito de Fausto existe en la realidad aunque con una ligera variante: el individuo, en lugar de permanecer eternamente joven, envejece y vuelve a la juventud en un ciclo que se repite interminablemente. En principio, parece más ameno este estilo de inmortalidad que la de Fausto.
Hay un animalito en la Naturaleza que posee esta capacidad. Se trata de la
“Turritopsis nutricula”, una medusa, un hidrozoo, de tamaño inferior a 5 mms., y resulta que es INMORTAL
Este animalito, cuando alcanza su madurez, no muere, “rejuvenece” y repite su ciclo vital un número de veces que parece potencialmente infinito sin perder características ni capacidades.
Esto lo consigue mediante un proceso que los científicos denominan “Transdiferenciación” y que consiste en que cuando sus células se han diferenciado, las modifica retrocediendo a fases anteriores a su especialización.
Esta especie es originaria del Caribe, pero se ha observado ya su presencia por todo el mundo, lo cual, siendo inmortal, parece lógico.
Para esta especie no parece existir la muerte por envejecimiento por lo que, desde hace más de diez años, está siendo analizada para averiguar los secretos de su sistema.

¿POR QUE LOS ANIMALES MUEREN?

Los seres vivos, en sus órganos reproductores, contienen óvulos o espermatozoides. Cada óvulo o espermatozoide contiene a su vez la mitad de la dotación genética del padre o madre. Al unirse los cromosomas del padre y de la madre, se vuelve a formar una célula con 23 pares de cromosomas, y en cada uno de estos pares, uno procede del padre y el otro de la madre.

Pues bien, en el extremo de estos cromosomas existen una serie de secuencias repetidas denominadas telómeros. Debido al mecanismo de replicación de las células de DNA, estos telómeros se van acortando con las sucesivas divisiones. Este acortamiento progresivo de los telómeros cromosómicos, cuando llega a un cierto nivel, aparentemente desencadena mecanismos genéticos que conducen a la muerte celular. Por esta razón se ha asociado este acortamiento telomérico con el proceso de envejecimiento celular. Así pues, el largo de los telómeros, representaría una especie de reloj genético que determinaría el tiempo de vida de las células.

LA DURACION DE LA VIDA

Estos telómeros, al entrar en contacto con los otros cromosomas hacen que estos empiecen a dividirse, iniciando un proceso que dura unos veinte minutos y cuyo resultado es que se generan DOS células idénticas a la original.
Pero no totalmente idénticas, pues al culminar el proceso de replicación se pierde un telómero del final del cromosoma.
La célula inicial, producida tras la concepción, tiene unos 2000 telómeros por cromosoma. El ritmo al que se pierden con cada replicación, hace que cada célula tenga unas 50 vidas, es decir, que puede dar lugar a 50 generaciones de células. Cuando se divida, sus dos células hijas tendrán 49 vidas, las hijas de éstas 48, y así sucesivamente. Cuando por fin se agoten todas las vidas, las células ya no podrán volver a dividirse.
Por esta razón se ha asociado a este acortamiento telómerico con el proceso de envejecimiento celular. De esta forma, el largo de los telómeros, representaría una especie de reloj genético que determinaría el tiempo de vida de las células.
Se llama límite de Hayflick al número de duplicaciones que puede sufrir una célula eucariota antes de entrar en senescencia En 1965, como una explicación de las causas de la vejez, el Dr. Hayflick postuló que la cantidad de veces que las células humanas podían dividirse era limitada. Ahora es sabido que la vejez celular es causada por el acortamiento de los telómeros (los extremos de las cadenas de ADN) durante cada división celular.

LA “ESPECIALIZACION” CELULAR

El organismo humano está formado por billones de células, pero cada una de estas células, según dónde se encuentre y el ambiente bioquímico en que esté inmersa se comportará de una forma u otra. Hay unas 120 clases de células diferentes, es decir, que cada célula, aunque contiene los mismos 23 pares de cromosomas, dependiendo de dónde se encuentre, tendrá distintas funciones. Así se diferencian las células óseas de las neuronas o de las células hepáticas. Cada una realiza una función específica y propia.
A partir de la concepción, y hasta la octava replicación, se forma un organismo de 256 células, todas iguales, y a cada una de ellas le quedan 42 vidas, es decir, que aún se podrían reproducir 42 veces más hasta alcanzar el límite máximo de unos doscientos Billones de células, pero a partir de la octava replicación se empieza a producir la diferenciación celular.

LA MUERTE CELULAR

Cuando una célula realiza una función determinada, esta función implica el intercambio de sustancias con el exterior, su procesamiento y la expulsión del producto resultante y de los restos sobrantes
Esta eliminación no es completa y suelen quedar sustancias que la célula no es capaz de procesar pero que por sus características tampoco puede expulsar. El interior de la célula es un fluido en el que flotan moléculas y orgánulos, y cuando estos desechos se acumulan en una cantidad excesiva la célula puede llegar a morir.
Sin embargo, cuando se divide en dos células hijas, la cantidad de desechos que había en una célula se divide por dos. Con ese nivel disminuido de toxinas las dos células hijas pueden seguir viviendo hasta que se vuelvan a acumular más toxinas de las que puedan soportar, en cuyo momento volverán a dividirse hasta que agoten todas sus vidas.
Cuando esto ocurra la célula dejará de funcionar, morirá, intoxicada por los desechos, y se desintegrará. Los vigilantes glóbulos blancos recogerán los pedazos y los llevarán por el torrente sanguíneo hasta el hígado o los riñones, donde serán filtrados y expulsados del organismo.
El hueco que dejan las células muertas es ocupado por otras células de la misma clase pero a las que aún les quedan bastantes vidas y que hasta ese momento se habían mantenido a la espera de empezar a realizar su labor.
Es decir, que en condiciones normales una persona de 60 años tendrá algunas células ya sin telómeros y sin capacidad de reproducirse y recuperarse, pero seguirá teniendo otras células que podrían seguir viviendo durante muchos años, y aún contará con su reservorio de células madre que podrán mantener una salud más o menos estable hasta una edad bastante avanzada.
Hasta que, eventualmente, todos los telómeros y las células madre de algún tejido o de algún órgano del cuerpo, o de varios, se agoten y las células muertas dejen de ser sustituidas, creando complicaciones orgánicas que, inevitablemente, producirán la muerte del individuo.
Esta es la muerte orgánica o por envejecimiento.

EL PROBABLE DESTINO DE LA “TURRITOPSIS”

Por todo lo dicho anteriormente éstos organismos “inmortales” no conocerían la muerte orgánica, solo morirían por la acción de factores externos, por tanto su índice de mortalidad sería muy bajo.
Se reproducirán, y su descendencia se independizará, buscando un nuevo hábitat donde vivir y reproducirse.
Debido a su inmortalidad, el nicho ecológico que pueden habitar estos organismos acabará estando repleto y entonces empezará alguna clase de lucha por el espacio vital. El resultado de esta competencia solo puede ser uno, el predominio de los organismos más fuertes y experimentados ¿Está llegando la “Turritopsis nutricula” a esta fase?
Pero la consecuencia fundamental es que dicha especie dejará de evolucionar. Las especies evolucionan y se adaptan al medio teniendo hijos distintos a los padres. Algunos de estos hijos tendrán alguna capacidad que le de ventaja sobre los otros organismos de su especie, mientras que otros tendrán menos ventajas. La lucha por la vida hace que los hijos con más ventajas tengan una vida más larga y tengan a su vez más hijos, y al cabo de muchas generaciones esas ventajas que inicialmente tenía un solo organismo forman parte de la dotación genética de toda la población de la especie.
En el caso de organismos inmortales, la evolución hará que solo los que se adapten mejor al medio puedan llegar a la edad suficiente para reproducirse, pero cuando el nicho ecológico que ocupan esté completo, la evolución se estancará, y cualquier hijo que tengan morirá casi sin tiempo a reproducirse, probablemente por consunción, pues no puede competir en la búsqueda de alimento con organismos más viejos y experimentados.
Probablemente, si es que las cosas sucedieron así, todo esto debió ocurrir hace miles de millones de años cuando los seres vivientes eran mayoritariamente organismos elementales y así, inevitablemente, fueron desapareciendo, por dos motivos, todas aquellas especies de vida primitivas que poseían la misma característica que la “turritopsis”. El primero derivado de su propia inmortalidad ya que, al acabar llenando el nicho ecológico que les corresponde, los individuos jóvenes mueren por consunción sin tiempo para reproducirse. El segundo derivado de su perfecta adaptación al medio ya que cualquier cambio en éste produce su extinción, pues los individuos jóvenes que podrían aportar modificaciones genéticas que les permitiría afrontar un cambio en el habitat no han tenido oportunidad de reproducirse.
Así se concluye que el mecanismo de la pérdida de telómeros que nos hace envejecer y morir como individuos, es quizás la garantía de que la especie humana se adaptará con suficiente rapidez a los cambios del medio ambiente y sobrevivirá a dichos cambios.

EL HOMBRE ANTE LA INMORTALIDAD BIOLÓGICA

Si Dios ha permitido que una verdad esté a su alcance el hombre acabará conociéndola.
Podemos pensar, con bastante probabilidad de acertar, que si hemos descubierto a la “turritopsis” y estamos analizándola desde hace aproximadamente una década, acabaremos descubriendo su secreto y entonces este animalito nos puede plantear interrogantes morales más que científicos.

La inmortalidad de la “turritopsis” no se puede calificar de inmortalidad en un sentido estricto, podríamos hablar de una inmortalidad precaria, biológica ¿sobreviviría este animal a la muerte por consunción o por anoxia o por la falta de cualquier elemento necesario para su vida? Como queda apuntado más arriba, es posible que el proceso de “transdiferenciación” tenga lugar mientras el ambiente sea favorable. En las observaciones hechas hasta ahora no se constatado la existencia de factores externos que no puedan alterar o influir de alguna forma en el proceso de “transdiferenciación”, pero eso no quiere decir que no existan.
De cualquier forma, y dado que a la larga es posible que acabemos desentrañando el secreto de este animal, es sugestivo imaginar en que forma el control del proceso de “transdiferenciación” puede influir en el Hombre.
Lo primero que me viene a la cabeza es ¿Un Hombre prácticamente inmortal conservaría el instinto de reproducción? Puesto que tal Hombre podría reproducirse tendiendo a infinito (el crecimiento de la Humanidad sería hipergeométrico) el instinto de supervivencia de la especie podría prevalecer sobre el instinto de reproducción individual.
Otra pregunta, un hombre que alcanza la inmortalidad basada en el dominio del proceso de “transdiferenciación”, ¿conservaría la memoria y la experiencia de sus vidas anteriores? No sabemos que les pasaría a las neuronas al rejuvenecer. Dicho de otra forma, sicológicamente, ¿seguiría siendo el mismo individuo? Para mí, la inmortalidad conseguida mediante ese sacrificio, no merecería la pena.
Supongamos que el proceso llega a ser dominado por la Medicina ¿debería ser llevado a un nivel genético de manera que todos los hombres nacerían con el proceso incorporado a su organismo? O ¿debería dársele a cada individuo la oportunidad de elegir entre morir o no morir? Y, si elige morir, ¿se podría considerar como suicidio o eutanasia?
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HEINI
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MensajePublicado: Jue Feb 12, 2009 3:54 pm    Asunto: La inmortalidad...
Tema: La inmortalidad, ¿al alcance del hombre?
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Shinya Yamanaka es un médico japonés que trabaja en el Instituto de Ciencia Médica de Frontera de la Universidad de Tokio donde dirige un pequeño grupo de unos veinte investigadores. El año pasado Yamanaka y su grupo demostraron que las células normales de la piel humana podían reprogramarse genéticamente para que se comportaran de manera equivalente a las células madre. Estas células madre “inducidas” poseen la capcidad de llegar a convertirse en cualquier tipo de célula.
“Sabíamos que incluso las células completamente diferenciadas pueden revertirse a un estado cuasi embrionario” recuerda Yamanaka
Muchos investigadores habían comenzado ya a trabajar aislando células madre embrionarias e intentando controlar su diferenciación en tipos celulares específicos. Yamanaka pensó en hacer lo contrario “en vez de convertir las células madre embrionarias en alguna otra cosa, obtener células madre embrionarias a partir de otras cosas”
Yamanaka, en diez años, ha conseguido obtener, a partir de una célula ordinaria de ratón, sometida a los adecuados procedimientos de cultivo, lo que él llama “células madre pluripotentes inducidas” ( iPS) idénticas a las células embrionarias.
Este logro ha provocado que muchos investigadores abandonen sus trabajos con células madre embrionarias y pongan su objetivo en las “inducidas”. De hecho Yamanaka y otros han conseguido ya derivar células iPS de tejidos entre los que se cuenta el hígado, el estómago y el cerebro. El problema del rechazo inmunitario al trasplantar células derivadas de un embrión a otra persona queda eliminado, pues las células diferenciadas al ser obtenidas de las células iPS del mismo paciente no suponen ningún problema en este sentido.
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