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Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos

 
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Lorca
Asiduo


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MensajePublicado: Lun Oct 13, 2008 3:33 am    Asunto: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Me gustaría saber la opinión de gente con experiencia en el trabajo de evangelización católica en esos campos.

Saludos,
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Lorca
Asiduo


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MensajePublicado: Jue Oct 23, 2008 12:20 am    Asunto: Oracion para iniciativa en Costa Rica
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Estimados foristas y hermanos: ¡que el Señor los bendiga!

Quiero compartir y encomendar en sus oraciones la actividad que estamos organizando un grupo de compañeros de maestría y esta servidora.

La iniciativa es organizar una actividad académica y una Eucaristía en honor al San Alberto Magno, patrono de los científicos y estudiantes de ciencias naturales, en el campus de la institución donde nos formamos muchísimos técnicos latinoamericanos en el área de agricultura y recursos naturales a nivel de posgrados y cursos técnicos. Nuestra institución es el CATIE (www.catie.ac.cr).

Hemos contactado a los frailes de la Orden de Predicadores pues San Alberto es dominico, quienes gracias a Dios han aceptado venir a dar la conferencia y celebrar la Eucaristía. Les copio la propuesta de programa:

Objetivo: presentar ante nuestros compañeros, colegas y amigos, la riqueza de nuestra fe, con ejemplos concretos de vida, en cuanto a los desafíos que enfrentamos como científicos y estudiantes cristianos, en el ámbito de los recursos naturales y la sociedad. Creemos que una persona como San Alberto, reúne en sí, el ideal del hombre que dejándose llevar por la acción del Espíritu Santo alcanza, tanto ser un erudito de su tiempo (ideal académico-científico), como la santidad (ideal cristiano); el conocimiento de Cristo y de la Naturaleza.

1. Una conferencia:
Temática: DIOS, CIENCIA Y NATURALEZA. Para una reflexión en los siguientes puntos:
• ¿Cuál es el papel del cristiano en relación con la ciencia y la naturaleza en el mundo de hoy?
• ¿Quién fue San Alberto Magno y cuáles fueron las contribuciones más relevantes que hizo desde el punto de vista científico y del estudio de la naturaleza?
• ¿Cómo puede ayudarnos su ejemplo a entender y vivir el desafío de ser cristianos, científicos, estudiantes y profesionales en la rama de la agricultura y los recursos naturales en lo particular y en función del servicio a la humanidad?
Público meta: académicos (profesores y estudiantes de doctorado y maestrías), administrativos y otros residentes de CATIE (esposas(os), familiares) e invitados) católicos y no católicos.

2. La Eucaristía: celebración de la fiesta de S. Alberto Magno
Temática: En el contexto del mes de las Misiones y la reciente Conferencia de Aparecida, invitación a la reflexión en la dimensión laica de la misión.
Público meta: Abierta a toda la comunidad que quiera participar y unirse en la celebración.

La actividad está programada para el 14 de noviembre a las 4 pm en el campus en Turrialba, Costa Rica.

Además, me parece muy importante mencionar, que a través de la comunicación con el Padre José Olmedo de México a través de los contactos inscritos en esta comunidad, es que ha sido especialmente enriquecido el plan. ¡¡El Espíritu Santo, anda soplando fuerte en la red!!

¡Entonces, seguimos trabajando y orando!
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Lorca
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MensajePublicado: Mie Oct 29, 2008 7:30 pm    Asunto: Fiesta San Alberto en CATIE, Costa Rica
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Estimados hermanos,

sólo quería comentar que gracias a Dios y San Alberto, la actividad ya cuenta con los permisos para realizarse por parte del párroco, tenemos confirmada la participación de los frailes en la conferencia y contamos con el apoyo del personal de la institución.

Importante decir que la directora de la Biblioteca Orton (la más importante en Latinoamérica en el tema de agricultura), nos ha dado su apoyo personalmente para realizar la conferencia en una de sus salas.

Vamos a gestionar que sea el Decano de la Escuela de Posgrado quien haga la apertura.

Así las cosas, esperamos que sea una actividad con bastante participación.

San Alberto, ruega por nosotros!
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Lorca
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MensajePublicado: Dom Nov 16, 2008 5:02 pm    Asunto: Conferencia
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Hola hermanos,

les cuento que la Conferencia fue un evento muy bonito y las dos ponencias fueron de sumo interés. Pero quiero compartir algunos detalles.

1. Invitación que circulamos a las listas institucionales, de profesores, estudiantes y administrativos:

[img][/img]

2. Algunas fotos del evento

Banner en la entrada de la Biblioteca Conmemorativa Orton, CATIE, Turrialba, durante el día de la Conferencia, 14 de noviembre de 2008

[img][/img]

Sigo más tarde...
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Lorca
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MensajePublicado: Vie Nov 21, 2008 4:28 pm    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Sigo...

Vista externa de la Biblioteca Conmemorativa Orton, CATIE, Turrialba, Costa Rica


Bienvenida por parte de la Directora de la Biblioteca Conmemorativa Orton, Lic. Marta Abarca



Eucaristía presidida por Fray Carlos Villalobos OP, concelebrada por Fray Carlos Cáceres OP



Participación de comunidad de Turrialba y exfuncionarios de CATIE



Nosotros los estudiantes!!! De izquierda a derecha



Shenia Sima (México), Jorge Cárcamo (Honduras), Jerson Quevedo (Guatemala), Liseth Hernández (Honduras), Leonela Castellanos (Honduras), Fausto (Nicaragua), Rigoberto Aguilar (Funcionario, Costa Rica), Marta Abarca (Funcionaria, Costa Rica), Lorca León (Costa Rica)
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Lorca
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MensajePublicado: Vie Nov 21, 2008 4:42 pm    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Por último, los recueditos que dimos:


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Lorca
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MensajePublicado: Vie Nov 21, 2008 4:50 pm    Asunto: Ponencia
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Fray Carlos Villalobos OP
Lic. Teología Bíblica
Regente de estudios en Centroamérica de la Orden de Predicadores
Superior del Convento de Formación en Centroámerica Santo Tomás de Aquino

Fray Carlos Cáceres OP
Lic. Teología
Maestro de estudiantes, Convento de Formación en Centroamérica Santo Tomás de Aquino
Promotor de formación y vida intelectual en América Latina de la Orden de Predicadores

I Conferencia Dios, Ciencia y Naturaleza
CATIE, Turrialba, 14 de noviembre de 2008

DIOS, CIENCIA Y NATURALEZA

a. San Alberto Magno, patrono de los estudios de las ciencias naturales.

a.1. El dominico Fr. Alberto

Alberto nació alrededor de 1206 en la pequeña ciudad de Lauingen, Baviera, Alemania, junto al Danubio. Su padre fue un caballero al servicio del emperador Federico II. Es posible que recibiera de su primera formación religiosa de su madre y posteriormente un tío suyo clérigo será su tutor en Italia, para su iniciación en las primeras letras. Su padre, conocedor de Italia, por sus viajes acompañando al emperador, le envía a estudiar, primero en Bolonia, después en Venecia y finalmente, a la Universidad de Padua. En Padua, conoció a Fr. Jordán de Sajonia, sucesor del fundador de los dominicos Santo Domingo de Guzmán. En Padua, Alberto escuchaba las encendidas predicaciones que Fr. Jordán dirigía a los estudiantes. Por eso, hacia el año 1223, pese a la oposición de su familia, tomó el hábito de la Orden de Predicadores de manos de Fr. Jordán. Terminado su noviciado en Bolonia (Italia) fue enviado un año a Colonia y tres a París, para hacer allí los estudios eclesiásticos. En esta etapa, Fr. Alberto, al tiempo que desarrolló su portentosa inteligencia, templó su voluntad con la virtud. En 1228 se ordenó sacerdote.

a.2. El profesor y naturalista

Inmediatamente, Fr. Alberto se dedicó a la enseñanza. Posteriormente enseñó en Hildeshein, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo y Paris. En Paris tuvo a su más aventajado discípulo, Tomás de Aquino.

“A los estudiantes llegados a París de tierras extranjeras Fray Alberto les explicó con espíritu universal una nueva ciencia: la física aristotélica según la interpretación de autores judíos y árabes”.

El éxito de sus lecciones fue tal que no había aula con capacidad suficiente para acoger a sus alumnos, venidos de todas partes de Europa. Por ello se dice que tuvo que dar sus clases en una plaza (Plaza Maubert).

¿Qué le permitió a Fr. Alberto semejante capacidad de atracción de estudiantes, profesores e investigadores?

En primer lugar, poner al alcance de los latinos toda la ciencia de los griegos, de los judíos y de los árabes (Nostra intentio est omnes dictas partes facere Latinis intelligibiles). El pensamiento griego, y especialmente la filosofía de Aristóteles, eran imperfectamente conocidos en Occidente.

En segundo lugar, rindió a la ciencia y a la filosofía el inapreciable servicio de ver nítidamente y reivindicar con fuerza, la originalidad y la autonomía de su objeto, de su método: "El decir de un filósofo, escribe, no vale tanto como sus razones".

En tercer lugar, la agudeza y su capacidad de observación le permitió clarificar elementos que en la mentalidad de la edad media permanecían ocultos.

Su primera aportación en el terreno de las ciencias naturales fue el establecer la observación y experimentación como el método propio de las ciencias naturales:

“En estos temas (de la Naturaleza), la experiencia contribuye mucho más que la doctrina por la demostración (…) y el principio, que no concuerda con el conocimiento experimental del sentido, no es principio sino más bien contrario al principio”.

Según E. WASMANN, uno de los principales méritos de Alberto Magno es haber dado paso a una investigación autónoma, que no se fía de la autoridad, por muy ilustre que ésta fuere. Usando el método de observación por él preconizado para las ciencias de la naturaleza, hallamos con frecuencia frases como ésta: “Yo he visto”, “yo he hecho el experimento”, etc. Esta base le ayudó a poner de manifiesto la falsedad de muchas fábulas que circulaban amparadas por la autoridad de afamados naturalistas antiguos.

San Alberto Magno dejó su obra escrita. Treinta y ocho volúmenes de los cuales una tercera parte aún permanece inédita. En sus tratados de botánica y fisiología animal, su capacidad de observación le permitió disipar leyendas como la del águila, que, según Plinio, envolvía sus huevos en una piel de zorra y los ponía a incubar al sol. También descubrió que había peces que se reproducían por gestación interna y otros que los hacían por gestación externa. Puntualizó datos geográficos en sus mapas de las cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su descripción física de la tierra demostró que ésta es redonda. Pero el principal mérito científico de San Alberto reside en que, al caer en la cuenta de la autonomía de la filosofía y del uso que se podía hacer de la filosofía aristotélica para ordenar la teología, re-escribió las obras del filósofo (Aristóteles) para conseguir que los cristianos las aceptaran y utilizaran. Además, aplicó el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, con lo que se convirtió en el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino había de perfeccionar.

Posiblemente su obra más completa y conocida es "De Alchimia", en la que dejó constancia de los descubrimientos que había realizado, incluyendo, además, una serie de consejos para las prácticas alquímicas. Estos consejos, refieren a un método de trabajo profesional:
"El alquimista debe ser discreto y silencioso; no revelando a nadie el resultado de sus operaciones" (...) "Establecerá meticulosamente la duración y el horario de su trabajo"; "Deberá ser paciente, asiduo y perseverante" (...) "De acuerdo con las normas del arte, hará la trituración, sublimación, fijación, calcinación, solución, destilación y coagulación" (...) "Utilizará sólo recipientes de vidrio o vasijas barnizadas, para evitar el ataque de los ácidos".
M. de WULF afirma que Alberto Magno, “como hombre de ciencia es uno de los creadores de la ciencia experimental”. Y CH. SINGER dice de él: “A pesar de la universalidad de sus curiosidades, Alberto Magno se nos presenta como el mayor naturalista de la Edad Media”.
El ilustre profesor J. CARRERAS ARTAU se refiere a él como “cultivó la observación de la naturaleza en términos que fue reputado el mejor botánico y el mejor zoólogo de la naturaleza”.
Finalmente, H. STADLER, editor de su tratado “De los animales” afirma: “Si hubiera continuado el desarrollo de las ciencias de la naturaleza por el camino emprendido por San Alberto, le hubiera ahorrado a dicha ciencia un rodeo de tres siglos”.
Pero, no todo fue tan positivo para Alberto Magno. Se adelantó a su tiempo, por lo cual tuvo que defender los derechos de la ciencia pura y los métodos racionales o experimentales contra los tradicionalistas de la época: "Son necios, dice, porque blasfeman lo que ignoran”.
a.3. Alberto Magno, el santo
Alberto llegó a santo. ¿De qué modo? Alberto creyó en la inteligencia y creyó en la ayuda de Dios.

Alberto creyó en la inteligencia. Creyó que la vida divina más elevada, ese mundo soberano al que aspiraba, sostenía una armonía profunda con el mundo de la ciencia y el dominio de nuestros pequeños razonamientos. Del mismo modo que Dios dio, con mayor fuerza que a otros, el amor por el sacerdocio y la jerarquía a los santos inspirados cuya misión era la de dar nueva vida al espíritu sobrenatural de los sacerdotes (San Francisco, Santa Catalina de Siena); de igual modo, dio Dios, con mayor fuerza que a otros, el sentimiento de la unidad del mundo, del único orden sobrenatural al que pertenecen los hechos de la naturaleza y los de la gracia, a ese sabio que debía reivindicar la autonomía de la ciencia pura. Alberto concibió, con una claridad única, la necesidad que la naturaleza tiene de la gracia para recibir toda su perfección. La gracia es siempre gratuita y asimismo el don indulgente de Dios; pero en profundidad la naturaleza espiritual es capaz de acceder a él y, como llave maestra resulta ser conservadora suprema del orden que ella perfecciona en sentido ascendente: ella conserva la naturaleza que, sin ella y por el pecado, cae por debajo de sí misma.

b. Dios, Ciencia y Naturaleza. El papel del cristiano en la ciencia y naturaleza, una mirada desde hoy.

El Concilio Vaticano II abrió una perspectiva novedosa y positiva del mundo y de las ciencias. Las ciencias pasaron a ser para la fe y para la religión de “enemigas y rivales”, en aliadas para la comprensión del mundo a favor de la búsqueda de la Verdad, de allí que se les nominó como “ciencias positivas”. Con realismo, a Dios gracias, la Iglesia o iglesias, ya no podían sostener que todo gravitara en torno a ellas o a la idea fija de Dios, y esto debido a la madurez del pensamiento, la evolución de las ciencias, o por las mismas contradicciones de los seres humanos quienes promulgaban el desarrollismo bajo sistemas políticos y económicos.

Esto hizo encantar o desencantar al ser humano, el cual experimentó las grandes contradicciones de su libertad: guerras mundiales, represiones políticas sólo por citar algunas y que hoy alargaríamos la lista. En todo este contexto, el desarrollo del pensamiento y el giro hacia lo antropológico ha permitido establecer nuevas coordenadas a esferas que en antaño eran incuestionables y que eran vistas desde la mirada medieval. Dios dejó de ser un referente y emergió el ser humano. Esto es totalmente positivo, puesto que se distinguieron espacios para la fe, y espacios para las realidades de la vida en las cuales el ser humano fue creciendo y fue emergiendo una fe más adulta y menos mágica.

En la realidad latinoamericana bajo un marco de dependencia, expolio y marginación como sustrato común, y actualmente bajo un esquema globalizador y neoliberal avasallante que permitido migrar a miles de seres humanos y con ello, vulnerando su dignidad con incalculables consecuencias (V.gr: los países que más reciben remesas son los más violentos en América Latina).

Los diferentes hechos, situaciones y realidades han sido un escenario vital para la nueva configuración del orden mundial. Todo cuanto acaece en esta historia tiene un peso para la humanidad, sus instituciones o sus paradigmas. Por lo tanto, si el contexto global hace interpelaciones a la persona y su mundo, lo hará para la misma teología y su quehacer, y de igual modo, para la ciencia o para las nociones de naturaleza que hoy pueden vincularse intrínsecamente. En este crecimiento autónomo afirma que el ser humano vive actualmente un cambio de época. ¿Postmodernidad? De esto hay mucha tela que cortar, sin embargo, muchos a favor o en contra, denotan que el término (aunque bajo sospechas) expresa el desencanto en los resultados esperados por la razón humana la cual ha sido ejercida sin límites. Otra acotación de este fenómeno, es que ha ido permeado al ser humano frágil, inmaduro, adolescente retardado, ensimismado, poco solidario y sin sentido de pertenencia a la misma humanidad.

Otra consecuencia de este cambio de época se relaciona con lo que llamamos “lo otro” (la naturaleza). El calentamiento global y sus implicaciones nos permiten ver (y más aún ustedes científicos) que hoy no basta tener un lenguaje “verde” o ecológico para poder frenar las repercusiones que experimenta nuestra casa común. A veces, manejamos este discurso nada más como algo preventivo o como campaña para paliar o bajar impuestos ¿Se puede divisar este deterioro de la naturaleza como efectos de la voluntad de Dios, o más bien han sido la voluntad de acciones poco inteligentes y acumulativas (no renovables) que están llevando al caos de la naturaleza y por ende, a la humanidad entera? ¿No sospechamos que haya inteligencias que contraponen bajo lenguaje de invasiones nacionalistas o bajo pretexto de hidrocarburos otra verdad más oculta y más violenta? Considero que el tema sobre Dios, naturaleza, mundo y persona vincula muchas esferas e invita a tener una mirada inclusiva e interdisciplinar, pues hablamos de realidades vulneradas y heridas que requieren una acción conjunta si deseamos salvar el planeta y con ello, los seres vivos. Sin embargo, seguimos hablando de Dios sin contexto y sin compromiso y que no se operativiza en acciones más científicas es decir, vitales. Es necesario, por tanto, vincular acciones y dar pocas recetas piadosas.

El contexto de la vida y misión de Alberto Magno estaba definida por un ambiente y por una visión teónoma-medieval, desde allí, bajo esquemas de una sociedad perfecta, se perfilaba la persona, el mundo y Dios. Esta impugnación cultural de Dios, ha permitido que el ser humano tenga otras causas y que depure favorablemente el hecho religioso considerado más bien mítico y mágico. Esto en vez de entrar en conflicto nos permite a las religiones establecer parámetros más inteligentes y más depurados de intereses (dígase religión-estado).

De lo anterior, caben dos posibilidades o actitudes. La primera, enclaustrase (cerrarse) y por ende, entenderemos porqué se suscitan actualmente en todas las religiones, grupos archi-conservadores desde experiencias edulcorantes o trasnochadas que rayan a fundamentalismo (V.gr: los atentados del 2001, han generado una serie de fundamentalismos desorbitados; más aún las guerras santas). La segunda, la posibilidad de personas o religiones que entienden que el mundo no es tan malo, sino que es el lugar donde ocurre la alianza de Dios con el ser humano, con lo creado, y donde la fe no es una píldora para dormir, sino una realidad para pensar y transformar el mundo y donde la fe es un don y una tarea. Por lo tanto, es la visión de las religiones que entienden que evangelizar no es adoctrinar o sumar miembros, sino humanizar y abrir relaciones lo más ampliamente posibles. Por lo tanto, cualquiera que presente alternativas para humanizar, educar en derechos humanos, salud y prevención, formación en la ciudadanía, equidad de género, defensa de la naturaleza como del ecosistema y en la concreción de valores humanos, son nuestros mejores aliados en esta búsqueda conjunta de sentidos.

La labor del teólogo es hacer pensar la fe y brindar un ejercicio intelectivo y compasivo desde las coordenadas actuales. Esto permite indagar que existen situaciones o estructuras (societales o de pensamiento) que ponen en riesgo la pregunta básica para la situación actual ¿Creer o no en Dios? La cambiante realidad contextual, cultural y religiosa hace que la cuestión de Dios, naturaleza, ciencia, persona y mundo o requiera urgentemente otra manera de exponer o sustentar, debido al tecnicismo exorbitante manifestado en cambios tan veloces que no pueden ser digeridos con facilidad por las personas y que piden del teólogo o del creyente osadía para observar y decir algo desde Dios en este presente fugaz.

Ciertamente este tiempo de transición caracterizado por la crisis de los grandes metadiscursos, el replanteamiento de las ciencias mismas, el bamboleo de las religiones positivas, nuevas formas de conocimiento (místico), la consecuente secularización, los fundamentalismos religiosos y la violencia desbordada en sus diferentes manifestaciones, son constataciones inevitables para el creyente. Este es nuestro mundo y allí debemos responder como profesionales y creyentes. Esto nos hace replantearnos que la sociedad de san Alberto es actualmente diferente a la nuestra y aunque las grandes preguntas sean las mismas, el enfoque que circunscribe al ser humano actual está circunscrito en el binomio ensayo y error dentro de parámetros propiamente seculares y tecnicistas. Ciertamente esto ha humanizado las maneras de vivir, pero también ha creado brechas internas y muchas veces letales. Un cristiano por tanto, no puede vive el conflicto entre fe, mundo y huída. Somos del mundo, pero no somos del mundo. Es decir, no comulgamos con la mentalidad eficientista, indiferente e insolidaria y desechable que se aplica también a las personas.

Junto a este marco coyuntural aparece hoy un ser humano con más sintonía consigo mismo, deseoso de una imagen más relacional que esencial y con grandes interrogantes sobre el mal y del sufrimiento manifestado en una diversidad de formas violentas. El ser humano hoy completamente confuso en su libertad y autonomía, es dependiente de su independencia y mendigo en su opulencia. Es aquí donde la teología y la fe debe tener palabras y acciones propositivas en sus grandes y tradicionales contenidos: Dios, hombre y mundo.

“El futuro presiona irresistible a las puertas de la actualidad, pero su perfil concreto nadie puede todavía ni comprenderlo ni, menos, dibujarlo. La humanidad camina, en efecto, hacia nuevas configuraciones culturales, sociales, económicas, políticas y religiosas de una novedad tan radical, que rompe todos los esquemas del presente. Lo hace, además, en el seno de una transformación no lineal y pacífica, sino en el torbellino de una situación trágicamente conflictiva, azotada hasta la sangre y la muerte de millones por los que Adam Schaff ha llamado los nuevos Jinetes del Apocalipsis: el paro estructural, el deterioro ecológico, la amenaza de la “bomba demográfica” y el conflicto latente entre Norte y Sur .”

Ante la ciencia o ciencias el cristiano ofrece una mirada humanizadora y dignificadora de las realidades científicas a la luz del Evangelio, el cual prima la dignidad personal sobre cualquier razón institucional. Por lo tanto, no hay contraposición entre fe y ciencia. Una mirada inteligente nos debe ayudar a discernir qué realidades son de fe y cuáles son específicas a la ciencia, pero no dualizando sino integrando esferas como señal de madurez conjunta. Por lo tanto, Dios, naturaleza y ciencia deben complementar y proponer en sus acciones, que otro Dios es posible, que otra naturaleza es posible, que otra ciencia que humanice es posible.

Esto implica acciones que se traduzcan en acciones moralmente rectas y por ende, de justicia para defender el estatuto de todo lo creado (más allá de un lenguaje conservacionista). Por lo tanto, nos enfrentamos en la ciencia como en l naturaleza en acciones de índole moral que requieren discernimiento a partir de las propuestas del Evangelio. Por ejemplo, ante el permisivismo entre abrir un proyecto de minería a cielo abierto y las múltiples consecuencias de la minería en América Latina (dígase Pasta de Conchos en México) ¿Cuándo aprenderemos en América a Latina a tener memoria histórica? Así pues, en lo relacionado al cuido y conservación de la creación se deben suscitar acciones justas y pacíficas, que mantengan la dignidad de las cosas creadas. Por lo tanto, más allá de un lenguaje conservacionista o “verde”, el cristiano o el ser humano religioso bajo cualquier confesión, deberá vincular acciones que tengan que ver con el derecho innato de lo vivo.

• Por lo tanto, es necesario perfilar y proponer una ciencia que sea intuitiva e inteligente es decir, que intuya causas profundas y no proponga a sus seguidores ser consumidores de conocimientos. Intuir es establecer propuestas que obliguen a pensar de que otro mundo es posible.
• Asimismo que la ciencia debe ser una propuesta vinculante e interdisciplinar e interreligiosa si deseamos que la causa de vida continúe en nosotros. Esto significa que la ciencia aprendida tenga ejes transversales en la consecución de un mundo más humano y equitativo, por lo tanto, las fuerzas deben ser de todos y de cualquier fuente, y no solo de algunos si deseamos salvar el planeta.
• Ciencia que influya en las decisiones pertinentes para la vida de muchos. Es decir, que haga acciones vitales, a través de nuevas formas de economía solidaria y de subsidiaridad, ante la crisis causada por el sistema el cual no puede salvarse ni con su mismo dinero. En este momento, toda alternativa para mejorar las condiciones de vida de las personas son necesarias, pues la revolución viene de las pequeñas causas vecinales.
• Ciencia como ascesis. Es decir, todo esfuerzo por salvar la vida y por estudiar sus causas más profundas o proponer nuevas formas de dignidad, implicará un esfuerzo grande y valiente de hombres y mujeres. Sólo si hay pasión verdadera podemos vivir por una causa noble. El trabajo científico tiene mucho de sacrificio y de penitencia por buscar y establecer la verdad y la coherencia en propuestas de sentido común. Por eso, vivir de la ciencia requiere una buena dosis de mística y por consiguiente, una cuota de ascesis. Salvar la vida desde la ciencia y desde el compromiso creyente, no puede convertirse simplemente en un pasatiempo profesional.



c. Cómo puede ayudarnos a entender y vivir el desafío de los cristianos como científicos, estudiantes y profesionales en ramas de agricultura y recursos naturales y en función del servicio de la humanidad.


• Alberto desafía a los hombres y mujeres de hoy a ir más allá de lo simple. Es decir, en lo simple podemos encontrar lo complejo. Esto implica una seriedad en causas profundas pues en todo lo que hacemos, optamos, consumimos está el devenir de la humanidad.

• Alberto vivió una corrienta positiva del mundo. Nunca condenó al mundo sino descubrió las mejores potencialidades que existe en la humanidad, pues la teología de la encarnación es sustrato de los derechos humanos y de la dignidad. Por lo tanto, todo acto científico que comprometa la existencia es bueno y querido por Dios. Por tanto, para todo cristiano, el mundo no es ajeno es el lugar donde converge entre Dios y el ser humano.

• Se nos enseña a no dualizar esferas que son mortales gracias al lenguaje religioso un tanto enfermo: bueno-malo, puro-impuro. Cuando nos enfrentamos con la fe en el hijo de Dios encarnado no hay estas dualidades peligrosas que pueden desembocar en xenofobias o intolerancias tan de moda hasta el día de hoy.

• El favor de Dios y su gracia que está en todas las causas humanas y en las cosas en sí mismas. Alberto invita a tener una mirada positiva de la humanidad y del dinamismo imperceptible de la naturaleza la cual debe ser observada y contemplada en su dimensión más profunda.

• Como científicos, o creyentes tener una mirada positiva en todos los actos humanos y en la capacidad inteligente en el ser humano, en las realidades humanas y encontrar en lo cotidiano la gracia de Dios.

• Así pues, hay una mirada positiva que invita a las religiones y en especial a la nuestra a establecer un diálogo profundo, y serio para cambiar un paradigma que podría no estar respondiendo a los lenguajes y a las necesidades que configuran al ser humano de hoy. Eso sí, bajo cualquier contexto el cristiano debe ser luz y sal, para que el mundo crea.
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Lorca
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MensajePublicado: Mie Feb 04, 2009 6:31 am    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Bueno hermanos, para concluir quería decirles que como seguimiento de la actividad, nos invitaron a una reunión sobre Pastoral Universitaria a nivel de la Arquidiócesis de San José donde se nos planteó a los que llegamos por ahí, un acompañamiento en el proceso de seguir haciendo en el ámbito universitario.

Yo estaba confundida en el sentido de que el CATIE es un Centro de Investigación y Educación pero no es una universidad. Sin embargo, creo que vamos a continuar por el camino de conformar un grupo de PU.

Han cambiado los sacerdotes de la parroquia, el sacerdote que nos dió las charlas sobre PU en el evento que les menciono se trasladará a otro país... Shocked

Lo dejamos todo en manos del Espíritu Santo, que sabe bien lo que hace en nuestra Iglesia, será Él quien finalmente enseñe el camino para anunciar la Buena Noticia en nuestro ambiente.
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Lorca
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MensajePublicado: Sab Feb 28, 2009 5:53 am    Asunto: Paz con Dios Creador, paz con toda la creación
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Un discurso del Papa Juan Pablo II:

Paz con Dios Creador, paz con toda la creación
Por SS. Juan Pablo II

La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de un nueva solidaridad. Es necesario educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nuestros mismos y con los demás.

1. En nuestros días aumenta cada vez más la convicción de que la paz mundial está amenazada, además de la carrera armamentística, por los conflictos regionales y las injusticias aún existentes en los pueblos y entre las naciones, así como por la falta del debido respeto a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de vida. Esta situación provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo, acaparamiento y prevaricación.

Ante el extendido deterioro ambiental la humanidad se da cuenta de que no se puede seguir usando los bienes de la tierra como en el pasado. La opinión pública y los responsables políticos están preocupados por ello, y los estudiosos de las más variables disciplinas examinan sus causas. Se está formando así una conciencia ecológica, que no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas.

2. No pocos valores éticos, de importancia fundamental para el desarrollo de una sociedad pacífica, tienen una relación directa con la cuestión ambiental. La interdependencia de muchos desafíos, que el mundo actual debe afrontar, confirma la necesidad de soluciones coordinadas, basadas en una coherente visión moral del mundo. Para el cristiano tal visión se basa en las convicciones religiosas sacadas de la Revelación. Por eso, al comienzo de este Mensaje, deseo recordar la narración bíblica de la creación, confiando que aquellos que no comparten nuestras convicciones religiosas puedan encontrar igualmente elementos útiles para una línea común de reflexión y de acción.

"Y vio Dios que era bueno"

3. En las páginas del Génesis, en las cuales se recoge la autorrevelación de Dios a la humanidad (Gén. 1-3), se repiten como un estribillo las palabras: "Y vio Dios que era bueno". Pero cuando Dios, una vez creado el cielo y el mar, la tierra y todo lo que ella contiene, crea al hombre y a la mujer, la expresión cambia notablemente: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo era muy bueno" (Gén. 1,31). Dios confió al hombre y a la mujer todo el resto de la creación, y entonces - como leemos - pudo descansar "de toda la obra creadora" (Gén. 2,3).

La llamada a Adán y Eva, para participar en la ejecución del plan de Dios sobre la creación, avivaba aquellas capacidades y aquellos dones que distinguen a la persona humana de cualquier otra criatura y, al mismo tiempo, establecía una relación ordenada entre los hombres y la creación entera. Creados a imagen y semejanza de Dios, Adán y Eva debían ejercer su dominio sobre la tierra (Gén. 1,2Cool con sabiduría y amor. Ellos, en cambio, con su pecado destruyeron la armonía existente, poniéndose deliberadamente contra el designio del Creador. Esto llevó no sólo a la alienación del hombre mismo, sino también a una especie de rebelión de la tierra contra él (cfr. Gén. 3,17-19; 4,12). Toda la creación se vio sometida a la caducidad, y desde entonces espera, de modo misterioso, ser liberada para entrar en la libertad gloriosa con todos los hijos de Dios (cfr. Rom. 8,20-21),

4. Los cristianos profesan que en la muerte y resurrección de Cristo se ha realizado la obra de reconciliación de la humanidad con el Padre, a quien plugo "reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col. 1,20). Así la creación ha sido renovada (cfr. Ap. 21,5), y sobre ella, sometida antes a la servidumbre de la muerte y de la corrupción (cfr. Rom. 8,21), se ha derramado una nueva vida, mientras nosotros "esperamos... nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia" (2 Pe. 3,13). De este modo el Padre nos ha dado a "conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza" (Ef. 1,9-10).

5. Estas reflexiones bíblicas iluminan mejor la relación entre la actuación humana y la integridad de la creación. El hombre, cuando se aleja del designio de Dios creador, provoca un desorden que repercute inevitablemente en el resto de la creación. Si el hombre no está en paz con Dios la tierra misma tampoco está en paz: "Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces del mar desaparecen" (Os. 4,3).

La experiencia de este sufrimiento de la tierra es común también a aquellos que no comparten nuestra fe en Dios. En efecto, a la vista de todos están las crecientes devastaciones causadas en la naturaleza por el comportamiento de hombres indiferentes a las exigencias recónditas -y sin embargo claramente perceptibles- del orden y de la armonía que la sostienen.

Y así, se pregunta con ansia si aún puede ponerse remedio a los daños provocados. Es evidente que una solución adecuada no puede consistir simplemente en una gestión mejor o en un uso menos irracional de los recursos de la tierra. Aún reconociendo la utilidad práctica de tales medios, parece necesario remontarse hasta los orígenes y afrontar en su conjunto la profunda crisis moral, de la que el deterioro ambiental es uno de los aspectos más preocupantes.

La crisis ecológica: un problema moral

6. Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras.

La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente efecto invernadero han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético.

Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbecidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido a múltiples cambios metereológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas.

Mientras en algunos casos el daño es ya irreversible, en otros muchas aún puede detenerse. Por consiguiente, es un deber que toda la comunidad humana -individuos, Estados y Organizaciones internacionales- asuma seriamente sus responsabilidades.

7. Pero el signo más profundo y grave de las implicaciones morales, inherentes a la cuestión ecológica, es la falta de respeto a la vida, como se ve en muchos comportamientos contaminantes.

Las razones de la producción prevalecen a menudo sobre la dignidad del trabajador, y las intereses económicos se anteponen al bien de cada persona, o incluso al de poblaciones enteras. En estos casos, la contaminación o la destrucción del ambiente son fruto de una visión reductiva y antinatural, que configura a veces un verdadero y propio desprecio del hombre. Así mismo, los delicados equilibrios ecológicos son alterados por una destrucción incontrolada de las especies animales y vegetales o por una incauta explotación de los recursos, y todo esto -- conviene recordarlo -- aun que se haga en nombre del progreso y del bienestar, no redunda ciertamente en provecho de la humanidad.

Finalmente, se han de mirar con profunda inquietud las incalculables posibilidades de la investigación biológica. Tal vez no se ha llegado aún a calcular las alteraciones provocadas en la naturaleza por una indiscriminada manipulación genética y por el desarrollo irreflexivo de nuevas especies de plantas y formas de vida animal, por no hablar de inaceptables intervenciones sobre los orígenes de la misma vida humana. A nadie escapa cómo, en un sector tan delicado, la indiferencia o el rechazo de las normas éticas fundamentales lleven al hombre al borde mismo de la autodestrucción.

Es el respeto a la vida y, en primer lugar, a la dignidad de la persona humana la norma fundamental inspiradora de un sano progreso económico, industrial y científico.

Es evidente a todos la complejidad del problema ecológico. Sin embargo. hay algunos principios básicos que, respetando la legítima autonomía y la competencia específica de cuantos están comprometidos en ello, pueden orientar la investigación hacia soluciones idóneas y duraderas. Se trata de principios esenciales para construir una sociedad pacífica, la cual no puede ignorar el respeto a la vida, ni el sentido de la integridad de la creación.

En busca de una solución

8. La teología, la filosofía y la ciencia concuerdan en la visión de un universo armónico, o sea, un verdadero cosmos, dotado de una integridad propia y de un equilibrio interno y dinámico. Este orden debe ser respetado: la humanidad está llamada a explorarlo y a descubrirlo con prudente cautela, así como a hacer uso de él salvaguardando su integridad.

Por otra parte, la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben ser para beneficio de todos. "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todo el género humano", ha afirmado el Concilio Vaticano II (Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 69). Eso tiene implicaciones directas para nuestro problema, Es injusto que pocos privilegiados sigan acumulando bienes superfluos, despilfarrando los recursos disponibles, cuando una gran multitud de personas vive en condiciones de miseria, en el más bajo nivel de supervivencia. Y es la misma dimensión dramática del desequilibrio ecológico la que nos enseña ahora cómo la avidez y el egoísmo, individual y colectivo, son contrarios al orden de la creación, que implica también la mutua interdependencia.

9. Los conceptos de orden del universo y de herencia común ponen de relieve la necesidad de un sistema de gestión de los recursos de la tierra, mejor coordinado a nivel internacional. Las dimensiones de los problemas ambientales sobrepasan en muchos casos las fronteras de cada Estado. Su solución, pues, no puede hallarse sólo a nivel nacional. Recientemente se han dado algunos pasos prometedores hacia esta deseada acción internacional, pero los instrumentos y los organismos existentes son todavía inadecuados para el desarrollo de un plan coordinado de intervención. Obstáculos políticos, formas de nacionalismo exagerado e intereses económicos -por mencionar sólo algunos factores- frenan o incluso impiden la cooperación internacional y la adopción de iniciativas eficaces a largo plazo.

La mencionada necesidad de una acción concertada a nivel internacional no comporta ciertamente una disminución de la responsabilidad de cada Estado. Estos, en efecto, no sólo deben aplicar las normas aprobadas junto con las autoridades de otros Estados, sino favorecer también internamente un adecuado orden socio-económico, atendiendo particularmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Corresponde a cada Estado, en el ámbito del propio territorio, la función de prevenir el deterioro de la atmósfera y de la biosfera, controlando atentamente, entre otras cosas, los efectos de los nuevos descubrimientos tecnológicos o científicos, y ofreciendo a los propios ciudadanos la garantía de no verse expuestos a agentes contaminantes o a residuos tóxicos. Hoy se habla cada vez con mayor insistencia del derecho a un ambiente seguro, como un derecho que debería incluirse en la Carta de derechos del hombre puesta al día.

Urgencia de una nueva solidaridad

10. La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados. Los Estados deben mostrarse cada vez más solidarios y complementarios entre sí en promover el desarrollo de un ambiente natural y social pacífico y saludable. No se puede pedir. por ejemplo, a los países recientemente industrializados que apliquen a sus incipientes industrias ciertas normas ambientales restrictivas si los Estados industrializados no las aplican primero a sí mismos. Por su parte, los países en vías de industrialización no pueden moralmente repetir los errores cometidos por otros países en el pasado, continuando el deterioro del ambiente con productos contaminantes, deforestación excesiva o explotación ilimitada de los recursos que se agotan. En este mismo contexto es urgente encontrar una solución al problema del tratamiento y eliminación de los residuos tóxicos.

Sin embargo, ningún plan, ninguna organización podrá llevar a cabo los cambios apuntados si los responsables de las naciones de todo el mundo no se convencen firmemente de la absoluta necesidad de esta nueva solidaridad que la crisis ecológica requiere y que es esencial para la paz. Esta exigencia ofrecerá ocasiones propicias para consolidar las relaciones pacíficas entre los Estados.

11. Es preciso añadir también que no se logrará el justo equilibrio ecológico si no se afrontan directamente las formas estructurales de pobreza existentes en el mundo. Por ejemplo, en muchos países la pobreza rural y la distribución de la tierra han llevado a una agricultura de mera subsistencia así como al empobrecimiento de los terrenos. Cuando la tierra ya no produce muchos campesinos se mudan a otras zonas -incrementando con frecuencia el proceso de deforestación incontrolada- o bien se establecen en centros urbanos que carecen de estructuras y servicios. Además, algunos países con una fuerte deuda están destruyendo su patrimonio natural ocasionando irremediables desequilibrios ecológicos, con tal de obtener nuevos productos de exportación. No obstante, frente a tales situaciones sería un modo inaceptable de valorar la responsabilidad acusar solamente a los pobres por las consecuencias ambientales negativas provocadas por ellos. Es necesario más bien ayudar a los pobres -a quienes la tierra ha sido confiada como a todos los demás- a superar su pobreza, y esto exige una decidida reforma de las estructuras y nuevos esquemas en las relaciones entro los Estados y los pueblos.

12. Pero existe otro peligro que nos amenaza: la guerra. La ciencia moderna ya, por desgracia, la capacidad de modificar el ambiente con fines hostiles, y esta manipulación podría tener a largo plazo efectos imprevisibles y más graves aún. A pesar de que determinados acuerdos internacionales prohíban la guerra química, bacteriológica y biológica, de hecho en los laboratorios se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales.

Hoy cualquier forma de guerra a escala mundial causaría daños ecológicos incalculables. Pero incluso las guerras locales o regionales, por limitadas que sean, no sólo destruyen las vidas humanas y las estructuras de la sociedad, sino no que dañan la tierra, destruyendo las cosechas y la vegetación, envenenando los terrenos y las aguas. Los supervivientes de estas guerras se encuentran obligados a iniciar una nueva vida en condiciones naturales muy difíciles, lo cual crea a su vez situaciones de grave malestar social, con consecuencias negativas incluso a nivel ambiental.

13. La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo, pero permanece indiferente a los daños que estos causan. Como ya he señalado, la gravedad de la situación ecológica demuestra cuán profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de la negligencia de unos pocos.

Hay pues una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente. Es una educación que no puede basarse simplemente en el sentimiento o en una veleidad indefinida. Su fin no debe ser ideológico ni político, y su planteamiento no puede fundamentarse en el rechazo del mundo moderno o en el deseo vago de un retorno al paraíso perdido.

La verdadera educación de la responsabilidad conlleva una conversión auténtica en la manera de pensar y en el comportamiento. A este respecto, las Iglesias y las demás instituciones religiosas, los Organismos gubernamentales, más aún, todos los miembros de la sociedad tienen un cometido preciso a desarrollar. La primera educadora, de todos modos, es la familia, en la que el niño aprende a respetar al prójimo y amar la naturaleza.

La creación: un valor estético lleno de bondad

14. No se debe descuidar tampoco el valor estético de la creación. El contacto con la naturaleza es de por sí profundamente regenerador, así como la contemplación de su esplendor da paz y serenidad. La Biblia habla a menudo de la bondad y de la belleza de la creación, llamada a dar gloria a Dios (cfr., por ejemplo, Gén. 1,4 ss.; Sal. 8,2; 104,1 ss.; Sab. 13,3-5; Ecl. 39,16,33; 43,1,9). Quizá más difícil, pero no menos intensa, puede ser la contemplación de las obras del ingenio humano. También las ciudades pueden tener una belleza particular, que debe impulsar a las personas a tutelar el ambiente de su alrededor. Una buena planificación urbana es un aspecto importante de la protección ambiental, y el respeto por las características morfológicas de la tierra es un requisito indispensable para cada instalación ecológicamente correcta. Por último, no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano.

15. Hoy la cuestión ecológica ha tomado tales dimensiones que implica la responsabilidad de todos. Los verdaderos aspectos de la misma, que he ilustrado. indican la necesidad de esfuerzos concordados a fin de establecer los respectivos deberes y los compromisos de cada uno: de los pueblos, de los Estados y de la Comunidad internacional. Esta no sólo coincide con los esfuerzos por construir la verdadera paz, sino que objetivamente los confirma y los afianza, incluyendo la cuestión ecológica en el más amplio contexto de la causa de la paz en la sociedad humana, uno se da cuenta mejor de cuán importante es prestar atención a los que nos revela la tierra y la atmósfera; en el universo existe un orden que debe respetarse; la persona humana, dotada de la posibilidad de libre elección, tiene una grave responsabilidad en la conservación de este orden, incluso con miras al bienestar de las futuras generaciones. La crisis ecológica - repito una vez más- es un problema moral.

Incluso los hombres y las mujeres que no tienen particulares convicciones religiosas, por el sentido de sus propias responsabilidades ante el bien común, reconocen su deber de contribuir al saneamiento del ambiento. Con mayor razón aún, los que creen en Dios creador, y, por tanto, están convencidos de que en el mundo existe un orden bien definido y orientado a un fin, deben sentirse llamados a interesarse por este problema. Los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador forman parte de su fe. Ellos, por tanto, son conscientes del amplio campo de cooperación ecuménica e interreligiosa que se abre a sus ojos.

16. Al final de este Mensaje deseo dirigirme directamente a mis hermanos y hermanas de la Iglesia la católica para recordarles la importante obligación de cuidar toda la creación. El compromiso del creyente por un ambiente sano nace directamente de su fe en Dios creador, de la valoración de los efectos del pecado original y de los pecados personales, así como de la certeza de haber sido redimido por Cristo. El respeto por la vida y por la dignidad de la persona humana incluye también el respeto y el cuidado de la creación, que está llamada a unirse al hombre para glorificar a Dios (cfr. Sal. 148 y 96).

San Francisco de Asís,. al que he proclamado Patrono celestial de los ecologistas en 1979 (cfr. Cart, Apost. Inter sanctos: AAS 71 -1979-, 1509 s.), ofrece a los cristianos el ejemplo de un respeto auténtico y pleno por la integración de la creación. Amigo de los pobres, amado por las criaturas de Dios, invitó a todos - animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano Sol y a la hermana Luna- a honrar y alabar al Señor. El pobre de Asís nos da testimonio de que estando en paz con Dios podemos dedicarnos mejor a construir la paz con toda la creación, la cual es inseparable de la paz entre los pueblos.

Deseo que su inspiración nos ayude a conservar siempre vivo el sentido de la fraternidad con todas las cosas -creadas buenas y bellas por Dios Todopoderoso y nos recuerde el grave deber de respetarlas y custodiarlas con particular cuidado, en el ámbito de la más amplia y más alta fraternidad humana.

Publicado por Human Life International - Vida Humana Internacional © 1998. Se permite la reproducción total o parcial de este escrito con fines no lucrativos y con la autorización de Vida Humana Internacional
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MensajePublicado: Sab Feb 28, 2009 6:00 am    Asunto: Cristianismo y Ecología. Ideas y propuestas
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
Responder citando

Propuestas de Carlos de Prada a la Iglesia española en el VIII Congreso Católicos y Vida Pública (17, 18 y 19 de noviembre de 2006)


CRISTIANISMO Y ECOLOGÍA

IDEAS Y PROPUESTAS

Hoy en día la conservación de un medio ambiente en condiciones es uno de los mayores retos que afronta la Humanidad, como expresa la creciente preocupación social por el tema y las cumbres al máximo nivel que , con la presencia de jefes de Estado de todo el mundo, se celebran periódicamente.

En consonancia con ello se ha manifestado también la Iglesia reiteradamente, destacando los llamamientos de papas como Juan Pablo II o Benedicto XVI.

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia titula su capítulo X “salvaguardar el medio ambiente” , y en él considera a la Naturaleza como “un don de Dios , el lugar y el proyecto que El confía a la guía responsable y al trabajo del hombre” y que “la relación del hombre con el mundo es un elemento constitutivo de la identidad humana. Se trata de una relación que nace como fruto de la unión , todavía más profunda, del hombre con Dios”.

La necesidad de que las confesiones religiosas intervengan de manera más clara en la cuestión ha sido expresada en diversos foros, como puede haber sido, entre otros, en el seminario sobre Pastoral del Ambiente y Ecología Humana, celebrado por el Secretariado de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española.

Hoy día, todas las instituciones importantes de la sociedad tienen áreas dedicadas específicamente al medio ambiente. Los Gobiernos tienen ministerios del ramo, las Comunidades Autónomas consejerías , los ayuntamientos concejalías, las empresas ,partidos políticos o sindicatos áreas o departamentos dedicados al medio ambiente.

La Iglesia española y entidades ligadas a ella , han desarrollado iniciativas en este ámbito, pero aún no se ha creado un área especifica (como pudiera ser, por ejemplo, un departamento de la Conferencia Episcopal u otra posible figura, en esta u otras instancias eclesiales, como pudieran ser fundaciones, movimientos, etc) que sirva para potenciar , mejorar y hacer más visible ante la sociedad, su labor en el tema.

La Naturaleza o , en términos teológicos, la Creación, es algo básico en la fé cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda como la belleza del Universo , el orden y armonía del mundo creado, reflejan “ la infinita belleza del creador” y deben “inspirar el respeto y la sumisión de la inteligencia del hombre y su voluntad”. Y la Doctrina Social de la Iglesia (453) nos dice como “la salvación definitiva que Dios ofrece a toda la humanidad por medio de su propio Hijo, no se realiza fuera de este mundo. Aun herido por el pecado, el mundo está destinado a conocer una purificación radical” y como “toda la Creación toma parte en la renovación que brota de la Pascua del Señor” (455).

En la sociedad actual ,las cuestiones de la ecología suelen ser abordadas casi exclusivamente desde perspectivas científicas, técnicas, económicas, políticas,… Es decir, desde enfoques dominantemente laicos. Y ello a pesar de que, como dice la Doctrina Social (487) “si se coloca entre paréntesis la relación con Dios, la naturaleza pierde su significado profundo, se la empobrece”. Lo que le sucede a nuestro planeta ,como ha reiterado una y otra vez la Iglesia, es expresión de una profunda crisis espiritual del hombre y no sólo algo que deba afrontarse desde enfoques materialistas. De ahí la importancia de cualquier iniciativa que pretenda amplificar la voz de la Iglesia en estos temas.

Al mismo tiempo, tampoco debe olvidarse lo que escribiera el arzobispo Fernando Sebastián hace poco (en un artículo del libro En comunión con la creación. BAC 2004) que el hombre, al alejarse de la Naturaleza y vivir cada vez más sólo dentro de sus propias creaciones ,tiende demasiado a verse a si mismo como elemento creador autosuficiente. Porque la Naturaleza nos remite a su Creador y separarnos de ella favorece que nos olvidemos de El.

Desde la noche de los tiempos, la Naturaleza ha sido el más contundente kerigma, esto es, pregón, generador de fe en un Dios creador. Y en unos tiempos en los que se vive cierta zozobra de la fe en muchos ámbitos y se habla de la necesidad de una nueva evangelización, no debiera olvidarse el apoyo que en esa ardua labor puede representar la Naturaleza (como en su tiempo entendería, por ejemplo, Fray Luis de Granada con su Introducción del Símbolo de la Fe).

Todo ello, por otro lado, no es más que la directa aplicación de un mensaje básico de la Biblia, desde el Génesis al Apocalipsis, desde los Salmos a San Pablo, desde Job al Libro de la Sabiduría, … que apela a sobrecogerse ante el poder de Dios manifestado en su Creación: en el sol, en las estrellas, en el mar, en el trueno, en el viento, en el fuego, en las montañas, en los bosques, en los animales,… En consonancia con todo ello, bastaría hacer un repaso por los principales santuarios cristianos del país, así como por muchos de sus monasterios, para descubrir que se encuentran, y no casualmente, en los principales paraísos naturales de España. La presencia de la espiritualidad cristiana en la naturaleza es tan antigua como Jesús transfigurándose en lo alto de una montaña ,bautizándose en el río Jordán, orando en los desiertos o caminando sobre las aguas del lago Tiberíades. Como la Ley de Moisés fue dictada por Dios en el monte Sinaí, o como tantos santos, desde Francisco de Asís a San Juan de la Cruz, tuvieron tan presente que la Naturaleza era una metáfora de lo divino. Un camino de primer orden hacia su Creador.

Deberíamos plantearnos también por qué algunas cosas que perturban ,amenazan o inciden negativamente sobre la fe cristiana –el materialismo exacerbado, el consumismo, el culto al dinero, etc- son, al mismo tiempo, con demasiada frecuencia, también, los que tienen tan negativas repercusiones sobre la Creación. Y si la falta de respeto a ella, a la Creación, no expresa, en el fondo, una falta de respeto al que la creó.

Son cuestiones con un interés creciente entre los cristianos, muchos de los cuales aman profundamente la Naturaleza y ven en ella un soporte ,un apoyo consistente de su fe en un Dios creador. La Iglesia ,que ya fomenta estas cuestiones a muchos niveles, podría mejorar su labor en ellos de diversas maneras, lo que , a la vez, constituiría un factor más que daría vigor a la institución.

Al mismo tiempo, muchos amantes de la Naturaleza no creyentes ,pero que acaso podrían ser convertidos –especialmente jóvenes- a través de la grandiosidad de los paisajes, de los bosques y montañas en las que se palpa la presencia de Dios, verían abiertos desde la Iglesia nuevos y atractivos canales.

Por otra parte, tampoco conviene olvidar que muchas de las personas sensibles a estos temas tienen incluso la errónea idea de que ha sido precisamente la cosmovisión judeocristiana la responsable de que Occidente haya dañado tanto nuestro planeta, cuando ,como se sabe, más bien ha sido cierto desproporcionado culto al materialismo racionalista el responsable de lo sucedido. Debe por tanto mejorarse el esfuerzo realizado por restablecer la imagen de compromiso de la Iglesia a favor, como no podía ser de otro modo, de la Creación divina.

En resumen, potenciar estas cuestiones por parte de la Iglesia española y sus instituciones podría convertirse en algo muy positivo que haría que los sectores crecientes de la sociedad española preocupados por estos asuntos viesen en la Iglesia ,todavía más claramente, un lugar al que orientar sus miradas. Servirá para potenciar la fé de los creyentes y para generarla en los que aún no la tienen. Sería un elemento más de vivificación de la Iglesia y mostraría el compromiso que tiene con uno de los temas que más inquietan al hombre de hoy.

POSIBLES AMBITOS DE ACTUACIÓN

Entre los aspectos en los que yo creo que incidiría una mayor potenciación de esta vertiente ecológica, si así podemos llamarla ,del cristianismo , están los que a continuación expongo:

-Promover el acercamiento a Dios a través de su obra: la Naturaleza

Lo cual puede conseguirse de diversas formas, como por ejemplo:

– Promover la educación ambiental en colegios, institutos, universidades,… pero no como la que hacen ciertas instituciones laicas ,que incluso utilizan las ciencias naturales como un elemento para combatir la fe o relativizarla , sino antes al contrario, haciendo hincapié en la Naturaleza como camino hacia Dios o manifestación de Él. Puede hacerse dentro de las clases de religión o en otros espacios (como charlas en salones de actos, como visitas a lugares donde se hable de estos temas,…)

–Otro de las labores podría ser nutrir de apoyo a la asignatura de Cristianismo y Ecología que se imparte en Institutos Superiores de Ciencias Religiosas , mediante charlas, excursiones, documentos, actividades, …

–Promoción de encuentros, jornadas , seminarios,… que profundicen con seriedad en la Teología de la Creación.

–Orientar a movimientos cristianos que lo requieran sobre la cuestión.

–Creación de una biblioteca y coordinación de un centro o área de estudios sobre estas cuestiones.

–Redacción de textos, libros, revistas,… vinculados con el tema. Incluso podría editarse una revista ,no se si desde la propia CEE o desde otra entidad cristiana, que podría titularse algo así como “Ecología Cristiana”, “Creación”, “Hermana Tierra”,… y recogería colaboraciones sobre el tema de autores cristianos, así como iniciativas diversas de la Iglesia vinculadas al tema o documentos ,cartas, artículos, entrevistas ,etc. sobre el mismo de obispos, sacerdotes, miembros de movimientos cristianos, personalidades del ámbito ambiental, y demás. Tal revista podría servir de órgano de expresión de todo lo que se estuviera moviendo en la Iglesia sobre estos temas.

–Asimismo, potenciar la presencia de esta línea cristiana en diversos medios de comunicación más generalístas.

–Promoción , apoyo o complemento de excursiones a espacios naturales, campamentos y actividades de toda índole desde las parroquias, asociaciones católicas, colegios, asociaciones de vecinos, seminarios,… en los que se potencie esta percepción de la palabra de Dios en la Creación. Acaso fuese bueno en esto, como ya hemos apuntado antes, el trabajo específico de un grupo de personas que sirviesen de levadura para nuevas iniciativas en este ámbito, mejorando si cabe lo mucho que ya se está haciendo por diversas entidades cristianas. Dentro de esta labor , -que no solo debiera orientarse hacia los fieles sino intentar incluir en la medida de lo posible a todo tipo de personas susceptibles de conversión- no deberían olvidarse, en especial , las excursiones a santuarios, monasterios, ermitas, … enclavados en espacios naturales destacados, para mostrar y sentir la vinculación histórica entre Naturaleza y espiritualidad. Doñana y la Virgen del Rocío, la Virgen de la Peña de Francia y las Batuecas, los ermitaños del Valle del Silencio, …El poderoso simbolísmo sagrado de la Naturaleza: montañas que se elevan al cielo, marismas que lo reflejan, silencio que permite escuchar la voz de Dios, … La Naturaleza nos habla de Dios.

Del mismo modo, si así se estimase necesario o conveniente, podrían potenciarse actividades en la naturaleza gestionadas desde los propios santuarios o por entidades dependientes de ellos, siempre encaminadas a fomentar la espiritualidad y el contacto con la Creación. La Iglesia es, probablemente, a pesar de que una parte de la sociedad no halla reparado en ello, una de las instituciones que más presencia tiene en los más privilegiados lugares de la Naturaleza española. Santuarios, monasterios, ermitas,… ubicados en parques nacionales, parques naturales, reservas y otros espacios protegidos. En buena medida, es algo que ya está funcionando en muchos lugares de España , en múltiples monasterios y santuarios, pero que acaso podría mejorarse. Siempre vigilando que no supusiera una desvirtuación de las finalidades de los santuarios y siempre dando ejemplo de preocupación por la conservación de la Naturaleza. Una de las cosas que más bonitas me parecen de iniciativas de este tipo es que a veces pareciera que la espiritualidad pudiera estarse anquilosando dentro de las ciudades, de las distracciones del mundo moderno y de las rutinas y que esto sería, en cierto modo , oxigenarla, extenderla por los ríos, bosques y montañas en los que se palpa la presencia del Creador. Creo que esto supondría un elemento clave de revitalización de la fé, que además ofrecería una forma menos frívola, pero al mismo tiempo aún más regeneradora, física y espiritualmente, de ocupar el tiempo libre. Incluso ,en alguna medida y salvando las distancias, sería emular un poco a los retiros contemplativos de tantos santos. Dios nos habla a través de la Naturaleza.

–Vinculado a lo anterior no debe de dejarse de hacer hincapié en especial en la juventud, a fin de potenciar una multiplicación de actividades de los más jóvenes en la Naturaleza. La motivación es la promoción en ellos de dinámicas que les alejen de peligrosas inercias que parecen estarse extendiendo cada vez más en la sociedad moderna.

–Otro aspecto interesante sería inventariar el patrimonio natural ligado a la Iglesia, así como la contribución de esta a su conservación. Es universalmente conocido el patrimonio cultural ligado a la Iglesia ,pero no lo es tanto el patrimonio natural que ha estado históricamente ligado a la misma y que, desde luego, tiene también una importancia extraordinaria. Debido a expolios como el de la Desamortización , tal patrimonio menguó (con unos efectos ecológicos negativos reconocidos aún por los ecologistas más anti-clericales) , pero sigue existiendo. Es de justicia realizar un estudio serio sobre Iglesia y conservación de la Naturaleza, que mostraría –para sorpresa de muchos- la enorme contribución de esta institución a la conservación de la Naturaleza en España. De hecho , muchos de los principales espacios naturales del país ,deben su existencia –como ,por ejemplo, es el caso de los bosques del monasterio de Poblet- precisamente al hecho de haber estado en manos eclesiales.

Al mismo tiempo, y aunque el patrimonio natural actualmente en manos de la Iglesia o vinculado a ella se ha reducido, sigue existiendo y debiera valorarse. Una vez valorado, entre otras cosas, podría permitir, por ejemplo, optar a ayudas para la mejora ambiental de tales espacios, de forma similar a las que se perciben para el patrimonio cultural o para otras acciones de carácter social que se reconocen a la Iglesia.

–No olvidar tampoco las implicaciones de lo ecológico en relación con la situación del Tercer Mundo en el que tanto trabaja la Iglesia ,a través de las misiones ,etc. Como apunta la Doctrina Social “el principio del destino universal de los bienes ofrece una orientación fundamental, moral y cultural, para deshacer el complejo y dramático nexo que une la crisis ambiental con la pobreza” (482)



-Tender nuevos puentes entre la Iglesia y la sociedad



Podría articularse mediante:

–Presencia en los foros en los que se debata sobre ecología. Siendo este uno de los asuntos que más interesan hoy a la sociedad y que han dado pie al surgimiento de un movimiento social importante articulado en torno a organizaciones no gubernamentales, sindicatos, instituciones oficiales, fundaciones,… Tal presencia materializaría más claramente el compromiso que se tiene para con todas las cuestiones que afectan al hombre y a la Naturaleza de la que depende (y, a nivel teológico, supondría acaso una forma más de ayudar a la creación de una Tierra Nueva que prepare la Parusía y ,en definitiva , de cumplimiento del encargo bíblico del Génesis de que cuidemos del mundo).

–Potenciar una ecología cristiana. No es admisible la hegemonía en la sociedad de una ecología laica, en algún caso incluso anti-clerical, que no tiene presente todo lo que la Iglesia ha estado aportando y puede aportar al tema. Es preciso fomentar el reconocimiento social de toda la cultura de ecología espiritual que ha desarrollado la Iglesia a lo largo de la Historia –con manifestaciones tan hermosas como la de San Francisco de Asis- ,de la que está desarrollando actualmente en todo el mundo y de las nuevas iniciativas que puedan realizarse. Todo ello desde el convencimiento de que los problemas del mundo ,y muy especialmente los de la ecología, no podrán nunca abordarse seriamente si se olvida su perspectiva espiritual. Debe mejorarse la percepción por parte de la sociedad de la voz de los cristianos en este asunto por estar convencidos de que el papel de la fe puede ser esencial para llegar a su resolución. Como dice la Doctrina Social de la Iglesia “el vínculo que une el mundo con Dios ha sido roto: esta ruptura ha acabado desvinculando también al hombre de la tierra y, más radicalmente, ha empobrecido su misma identidad. El ser humano ha llegado a considerarse extraño al contexto ambiental en el que vive. La consecuencia que deriva de todo ello es muy clara: “La relación que el hombre tiene con Dios determina la relación del hombre con sus semejantes y con su ambiente”” (464).

–Asimismo, estas iniciativas podrían servir de vector de las inquietudes que en estos temas hay dentro de la Iglesia y de elemento catalizador y aglutinador de las mismas, potenciando su expresión y desarrollo.

–Estas cuestiones harían que la Iglesia hallase una nueva y muy potente vía de contacto con la sensibilidad social que sin duda sería muy bienvenida por los cristianos y que generaría una mayor posibilidad de acercamiento a la fe de sectores de la población hoy más o menos ajenos a ella (en especial entre los más jóvenes algunos de los cuales erróneamente, por malentendidos, en algún caso, pudieran pensar que la Iglesia no se ocupa de las cosas que a ellos les inquietan ).

Amplios sectores sociales se sentirían más identificados con la Iglesia al ver de forma más clara como ella se identifica con sus inquietudes ecológicas. Y ello no sería por que la Iglesia buscase más fieles, o más aprobación, sino porque estas inquietudes están en concordancia plena con la doctrina bíblica. Porque esas inquietudes están dentro de la doctrina cristiana ,aunque es probable que, en algún caso, podrían haberse explicitado más y mejor. La propuesta de armonía que Jesús representa ,evidentemente ha de materializarse a todos los niveles: con uno mismo, con los semejantes, con la Creación y con Dios.

–Acaso estas iniciativas podrían estructurarse creando ,en cualquier nivel de la Iglesia, o en entidades ligadas a ella, algún órgano de reflexión ,coordinación y de creación de conciencia en este sentido, que pudiera facilitar la generación de documentos e iniciativas.

Tomado de: http://carlosdeprada.wordpress.com/cultura-de-la-naturaleza/naturaleza-y-fe/cristianismo-y-ecologia-ideas-y-propuestas/
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Lorca
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MensajePublicado: Sab Feb 28, 2009 7:03 pm    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Quisiera seguir compartiendo en este subforo lo relacionado con el desafío de la evangelización del mundo académico que está relacionado con el medio ambiente, como es el caso de CATIE en Costa Rica.

Un aporte que me parece importante a este debate es el discurso del Secretario de Estado del Vaticano, en una Conferencia organizada por la Diócesis de Querétaro en enero de este año: ENCUENTRO CON EL MUNDO DE LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN

http://www.diocesisdequeretaro.org.mx/documentos/discurso_bertone_190109.html

Me gustaría mucho poder comentar y analizar estos documentos con alguna persona del foro.

Saludos y bendiciones!
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Leonardo Biolatto
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MensajePublicado: Dom Mar 01, 2009 3:48 am    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Llegar a identificar a la Palabra como uno de los centros del ser cristiano es un gran paso que vamos dando como Iglesia, pero que aún necesita profundizarse. Ante la cultura utilitarista de la eficiencia, donde nadie vale por lo que es, sino por lo que produce, retomar la importancia de la Palabra (con mayúscula) es retomar también la importancia de la palabra (con minúscula). Nuestras culturas van perdiendo el gusto por el decir, por el dialogar, por el compartir, por hablar. El idioma mismo está devaluado entre tantos neologismos, abreviaturas, lenguaje electrónico y comunicación celular. El idioma ya no es patrimonio de la cultura, sino herramienta utilitarista, como todo se va convirtiendo en lo mismo. El idioma debe ser útil, y por eso no interesa su ortografía ni su significado verdadero ni la riqueza del mismo. Parece importante reducir lo más posible la vida, haciéndola así, supuestamente, más eficiente. Esta cultura de la praxis, mencionada por Bertone, se opone de cara al cristianismo, religión práctica, pero primero religión del ser.

Si algo tiene de seguro el discipulado de Jesús es que se debe ser para poder hacer, porque de lo contrario, el hacer es vacío, es filantropía barata, es teatralismo. El hacer de la cultura de la praxis convierte las acciones en lo que el modernismo y el post-modernismo más odian: lo cultual. Las acciones mecánicas, sin ser de fondo, se repiten incesantemente siguiendo una liturgia secular que nadie comprende, pero todos acatan. El hacer sin ser culmina en la esclavización, porque el concepto utilitarista esclaviza, porque la funcionalidad por mera funcionalidad oprime. Si sólo somos valiosos por lo que podemos producir y no por lo que somos, por nuestra dignidad intrínseca, entonces estamos propugnando la diferenciación y la desigualdad, haciendo de los inútiles y no-funcionales una raza de esclavos para aquellos que saben aprovecharse de ellos.

Una desafiante tarea de la evangelización es poner en el centro la Palabra para recuperar la palabra, para traer a colación el diálogo, para restituir la comunicación a las relaciones. Esta es una luz con la que el cristianismo puede iluminar la cultura y, sobre todo, la educación. La educación de la praxis no desarrolla el intelecto de los educandos, sino su mecanicidad. La educación del ser forma personas, que harán mucho, pero siendo primero, y reconociendo así el valor de sí mismos, del hermano, de la palabra compartida, del respeto de las opiniones. La educación de la cultura de la palabra hace hombres libres. Citando a Jesús de Nazareth: "Conocerán la verdad y la verdad los hará libres" (Jn. 8,32). Es la libertad que quiere Dios, libertad para amar, libertad para relacionarse, como la Trinidad se relaciona eternamente en su intimidad, según las palabras de Bertone.


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Leonardo Biolatto
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MensajePublicado: Dom Mar 01, 2009 3:50 am    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Llegar a identificar a la Palabra como uno de los centros del ser cristiano es un gran paso que vamos dando como Iglesia, pero que aún necesita profundizarse. Ante la cultura utilitarista de la eficiencia, donde nadie vale por lo que es, sino por lo que produce, retomar la importancia de la Palabra (con mayúscula) es retomar también la importancia de la palabra (con minúscula). Nuestras culturas van perdiendo el gusto por el decir, por el dialogar, por el compartir, por hablar. El idioma mismo está devaluado entre tantos neologismos, abreviaturas, lenguaje electrónico y comunicación celular. El idioma ya no es patrimonio de la cultura, sino herramienta utilitarista, como todo se va convirtiendo en lo mismo. El idioma debe ser útil, y por eso no interesa su ortografía ni su significado verdadero ni la riqueza del mismo. Parece importante reducir lo más posible la vida, haciéndola así, supuestamente, más eficiente. Esta cultura de la praxis, mencionada por Bertone, se opone de cara al cristianismo, religión práctica, pero primero religión del ser.

Si algo tiene de seguro el discipulado de Jesús es que se debe ser para poder hacer, porque de lo contrario, el hacer es vacío, es filantropía barata, es teatralismo. El hacer de la cultura de la praxis convierte las acciones en lo que el modernismo y el post-modernismo más odian: lo cultual. Las acciones mecánicas, sin ser de fondo, se repiten incesantemente siguiendo una liturgia secular que nadie comprende, pero todos acatan. El hacer sin ser culmina en la esclavización, porque el concepto utilitarista esclaviza, porque la funcionalidad por mera funcionalidad oprime. Si sólo somos valiosos por lo que podemos producir y no por lo que somos, por nuestra dignidad intrínseca, entonces estamos propugnando la diferenciación y la desigualdad, haciendo de los inútiles y no-funcionales una raza de esclavos para aquellos que saben aprovecharse de ellos.

Una desafiante tarea de la evangelización es poner en el centro la Palabra para recuperar la palabra, para traer a colación el diálogo, para restituir la comunicación a las relaciones. Esta es una luz con la que el cristianismo puede iluminar la cultura y, sobre todo, la educación. La educación de la praxis no desarrolla el intelecto de los educandos, sino su mecanicidad. La educación del ser forma personas, que harán mucho, pero siendo primero, y reconociendo así el valor de sí mismos, del hermano, de la palabra compartida, del respeto de las opiniones. La educación de la cultura de la palabra hace hombres libres. Citando a Jesús de Nazareth: "Conocerán la verdad y la verdad los hará libres" (Jn. 8,32). Es la libertad que quiere Dios, libertad para amar, libertad para relacionarse, como la Trinidad se relaciona eternamente en su intimidad, según las palabras de Bertone.


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Lorca
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MensajePublicado: Mar Mar 10, 2009 6:58 am    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Gracias Leonardo, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario.

Justamente estaba comentando el tema hoy con un colega. ¿Cómo podemos establecer diálogos (incluso desde lo técnico) y por lo tanto, comunicarnos, si no conocemos adecuadamente el lenguaje con el que nos comunicamos?

En el mundo académico y de la ciencia, uno da por sentado una definición, aclara conceptos de entrada y basa su hipótesis, su análisis y por ende sus resultados, en el marco de ese lenguaje. Eso lo hace replicable. Si cada cual entiende lo que quiere no es posible establer diálogos sobre el tema, o replicar adecuadamente un estudio y obtener los mismos resultados para establecer comparaciones. Pero también, la ciencia no tiene sentido, al menos desde mi perspectiva en el manejo de recursos naturales, latinoamericana; si no llega de una manera eficaz a los que realmente pueden realizar cambios concretos: los tomadores de decisión y los dueños de la tierra.

Veo dos cosas por lo menos:

1) la crisis de la educación, la familia, televisión, etc. que hace que se acelere en los jóvenes y en general como una especie de "mudez", que al mismo tiempo, provoca como una "dilusión cultural" generalizada. Me explico en el contexto universitario, que se supone está la masa crítica en una sociedad. Cada vez más, los jóvenes universitarios tienen menos vocabulario y usan en su comunicación diaria, cada vez menos palabras. Por lo tanto, en cierta forma, cada vez tendríamos menos posibilidades de entendernos. Al mismo tiempo cada vez se es menos crítico, más light...

2) la lengua es algo vivo. Aunque podríamos interpretar un cierto "puritanismo" de la lengua entre los académicos, la legua, el lenguaje y por lo tanto las palabras que usamos en él, están vivos. ¡Qué interesante! También la Palabra está viva! por lo que podemos apostar a que siempre se ajustará a las circunstancias del hombre, por más desafiantes e intimidadoras que nos propone nuestra era.

Un asunto muy interesante sobre esa digamos "dilusión" de los términos en la actualidad lo presenta las palabras: "Ecología", "Ecologista", "Naturaleza".

Un ejemplo, para mí muy interesante que ilustra esto es el prólogo de la primera edición del libro Ecología, Economía y Ética de Eduardo Gudynas, por Ingemar Hedström: "La Ecología se salió de su jaula":

"A mediados de la década de los años noventa, tres académicos suecos, un futurólogo y un ecólogo teórico, junto con un filósofo de la religión, se juntaron para investigar más a fondo la interpretación del público en general en cuanto a la significación de la palabra "ecología". Este estudio mostró que existe una serie de actitudes y creeencias hacia la ecología que son ampliamente generalizadas entre las personas, casi sin relación con la edad, el género o la ocupación. Las creencias claves por ejemplo, acerca de la organización de los ecosistemas fueron que existe un "equilibrio dentro de la naturaleza que no debería ser interferido por el hombre", y que "cada especie tiene su función específica dentro del ecosistema natural". Estas ideas sobre el verdadero funcionamiento de la naturaleza fueron íntimamente relacionadas en la mente del público con actitudes morales."

y sigue...

"El resultado de esta investigación sobre la interpretación del público sobre el concepto "ecología", percibida por no especialistas, muestra que ésta satisface nuestra necesidad humana de organizar e interpretar el mundo natural que nos rodea, y el mismo tiempo, nos ayuda a tomar ciertas posiciones morales: "La ecología llena la función de una filosofía de la vida, o una religión secularizada"." (las negritas son mías).

Esto me llama la atención, porque a partir de conceptos se establecen actitudes que se concretan en creencias como cuando se habla de la Nueva Era o el Neopaganismo o conservacionismo secular.

No sé si me perdí en el camino, pero ¿Qué opinás?
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Leonardo Biolatto
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MensajePublicado: Mar Mar 10, 2009 8:30 pm    Asunto:
Tema: Evangelización de la Cultura: Medio Ambiente y Científicos
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Querido Lorca, un pequeño aporte más.

Para hacer la cultura de la Palabra , o en realidad, para comenzar a hacer esa cultura, es necesario proclamar la Palabra en los ambientes donde no tiene lugar aún, para que al menos sea escuchada. El proceso de incorporación, asimilación y aceptación sucederá en etapas no rápidas, pero por lo pronto parece esencial hablar, de modo que el sueño no se quede allí, entre sueños y nada más. ¿Cómo sabrá el mundo que queremos hacer una cultura de la Palabra si estamos callados? ¿Cómo nos haremos escuchar en la ausencia notoria que tenemos en los ambientes políticos, económicos y sociales? La Palabra, desde su dinamismo interno, se expande, trasciende, porque todo lo que es palabra es comunicación, esa es su naturaleza. Una palabra que no comunica muere encerrada, ahogada. Una gran acción está a la mano del discípulo para contribuir a su sociedad desde los cimientos:

Hablar. Conversar por el gusto de conversar, decir, expresarse, escribir, comunicar. Al movimiento de pauperización de la lengua, oponer la diversidad rica de la palabra, que es diversidad rica desde la Palabra de Dios, espacio que es un Libro (biblioteca de muchos libros diversos, con lugar para muchas teologías, con la historia de un pueblo que son varios pueblos, con los decires de muchos hombres y mujeres) y realidad que es Jesucristo (el principio unificador de lo diverso, aceptador de la diversidad, de Evangelio abierto a todos). Si la Palabra trasluce la diversidad, con más razón el discípulo de la Palabra tendrá que poner en sus palabras lo múltiple que es riqueza, que abre las posibilidades del lenguaje, que ofrece variantes, cambios y dinamismos. Este movimiento de pauperización de la lengua que invade a los jóvenes y adolescentes, que limita su lenguaje, estrecha también sus mentes. ¿Cómo proponer a un joven de lenguaje limitado que piense en abstracto, que vea el valor del otro distinto, que acepte lo diferente? ¿Cómo invitarlo a un camino de persistencia y compromiso si está acostumbrado a lo rápido, fácil y accesible? ¿Cómo ofrecerle la lectura de la Biblia si sólo lee mensajes de texto de un máximo de 160 palabras abreviadas? ¿Cómo tener un tiempo con él o ella si no tiene herramientas para mantener una conversación prolongada?
Sentarse a hablar, de a poco, introduciendo en el misterio del lenguaje e introduciendo el misterio en la vida, puede ser el comienzo de la solución. Conversar por el gusto de conversar, pero hacerlo, de éste y aquel tema, de lo que sucedió ayer, hoy, y lo que sucederá mañana. Darle riqueza de lenguaje al joven y al adolescente a través del compartir, de la cercanía, del encuentro; darle palabras y darle la Palabra; darle comunicación en primera persona para que el misterio comunicacional de Dios (que quiere entrar en contacto con el humano) no le sea ajeno ni ridículo. Un hombre o una mujer que crecen comunicándose, no ven como extraño a un Dios que se comunica, que es Palabra, porque saben que hablar y encontrarse en vehículo de amor, por ende, el Dios que se comunica es el Dios-Amor.

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