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2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII

 
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Gache
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Registrado: 27 Sep 2005
Mensajes: 138

MensajePublicado: Mar Mar 17, 2009 3:27 am    Asunto: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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El Concilio había abierto las puertas para conocer los orígenes de la vida consagrada y sentar así los fundamentos de la futura teología de la misma vida consagrada10 . Se iniciaba por tanto un debate y un diálogo que debía darse dentro de la Iglesia para mejor conocer la realidad de la vida consagrada y ofrecer al mundo una nueva visión de este elemento que pertenecía desde siempre a la vida de la Iglesia. De este conocimiento surgirían los elementos esenciales de la vida consagrada que tendrían que adaptarse a las condiciones cambiantes del mundo, pero sin perder su esencia, es decir su vitalidad.

Volviendo al ejemplo del hábito, debemos recordar que otros elementos más importantes, los elementos esenciales de la vida consagrada, deberían haber seguido también ese proceso de adaptación. Hablamos por tanto de un conocimiento interno de la esencia de estos elementos y un conocimiento de los elementos culturales que pedían que los elementos esenciales de la vida consagrada se adaptaran, no cambiaran a las nuevas exigencias de los tiempos. Había por tanto que conocer primero la esencia de la vida consagrada, definir los elementos que conformaban su identidad para que, una vez definidos, se pudieran buscar las mejores adaptaciones, si fuera necesario, a las cambiantes situaciones del mundo, de la sociedad, de los tiempos y de los lugares en dónde se desarrollaba la vida consagrada. Se necesitaba por tanto recurrir siempre a los principios para adaptarlos a los elementos culturales. “Era necesario aprender a reconocer que, en esas decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro. En cambio, no son igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios. Así, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, mientras que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar.”11

No era fácil realizar esta adaptación. Se recorrería un camino largo y paciente. Durante muchos años se habían adherido a la vida consagrada elementos externos que no pertenecían a la esencia de ella, pero que parecían que pertenecían a su misma esencia. Era necesario una labor de purificación. Pero antes, habría sido conveniente fijar los elementos esenciales de la consagración. El Concilio dio las directrices para conocer esos elementos, especialmente los elementos constitutivos para cada instituto de vida consagrada cuando impulsó a cada uno de ellos a conocerse a sí mismo, a través de su propio carisma, de su historia, de su patrimonio espiritual, de las intenciones del propio fundador. “Redunda en bien mismo de la Iglesia el que todos los Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han de conocerse y conservarse con fidelidad el espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello constituye el patrimonio de cada uno de los Institutos.”12 Y años más adelante esta indicación viene profundizada. “Por eso la Iglesia defiende y sostiene la índole propia de los diversos Institutos religiosos (LG 44; cfr. CD 33; 35, 1, 2, etc.). La índole propia lleva además consigo, un estilo particular de santificación y apostolado que va creando una tradición típica cuyos elementos objetivos pueden ser fácilmente individuados. Es necesario por lo mismo que en las actuales circunstancias de evolución cultural y de renovación eclesial, la identidad de cada Instituto sea asegurada de tal manera que pueda evitarse el peligro de la imprecisión con que los religiosos sin tener suficientemente en cuenta el modo de actuar propio de su índole, se insertan en la vida de la Iglesia de manera vaga y ambigua.”13

No era raro encontrar institutos de vida consagrada que habían vivido de espaldas o casi ignorando la figura y el carisma del fundador. Por ello, el decreto Decreto Perfectae caritatis invitaba a establecer claramente la propia identidad fundamentada en los orígenes del la congregación: “La adecuada adaptación y renovación de la vida religiosa comprende a la vez el continuo retorno a las fuentes de toda vida cristiana y a la inspiración originaria de los Institutos, y la acomodación de los mismos, a las cambiadas condiciones de los tiempos. Esta renovación habrá de promoverse, bajo el impulso del Espíritu Santo y la guía de la Iglesia, teniendo en cuenta los principios siguientes: (…) b) Redunda en bien mismo de la Iglesia el que todos los Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han de conocerse y conservarse con fidelidad el espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello constituye el patrimonio de cada uno de los Institutos.”14

La acomodación de estos elementos esenciales a las distintas condiciones culturales requiere también de un elemento que Pablo VI no dudó en definir como discernimiento. Sin él, era muy probable que se pudieran suprimir elementos esenciales de la vida consagrada o que se incluyeran elementos culturales no pertenecientes a la vida consagrada. Por eso recomendó: “Nell’ambito stesso di questo processo dinamico, in cui lo spirito del mondo rischia costantemente di mescolarsi all’azione dello Spirito santo, come aiutarvi ad operare con il necessario discernimento? Come salvaguardare o raggiungere l’essenziale? Come beneficiare dell’esperienza del passato e della riflessione presente, per rafforzare questa forma di vita evangelica? Secondo la responsabilità singolare che il Signore ci ha affidato nella sua chiesa - quella di " confermare i nostri fratelli " -, noi vorremmo, da parte nostra, stimolarvi a procedere con maggior sicurezza e con più lieta fiducia lungo la strada che avete prescelto. Nella " ricerca della carità perfetta ", che guida la vostra esistenza, quale altro atteggiamento vi sarebbe per voi, se non quello di una disponibilità totale allo Spirito Santo che, agendo nella chiesa, vi chiama alla libertà dei figli di Dio?”15

Éste es quizás una de las tareas más importantes de las superioras mayores en este momento actual de la historia: aprender de los errores de la aplicación del Concilio Vaticano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos a través de un adecuado discernimiento. Para llevarlo a cabo es necesario contar con puntos de referencia, claros, sencillos, objetivos. Es decir con principios. Dichos principios para la vida consagrada podrían ser el carisma, reflejado en las Constituciones y los escritos del fundador, las sanas tradiciones de la congregación, el patrimonio espiritual del Instituto y el Magisterio de la Iglesia.

Se presenta por tanto el imperativo de conocer los elementos esenciales de la vida consagrada, algo que pudiera parecer de Perogrullo. Y sin embargo el debate iniciado en la mitad de los años sesentas prosiguió durante varias décadas. El problema estribaba en confundir muchas veces las adaptaciones con los elementos esenciales de la vida consagrada, por falta, precisamente, de un conocimiento exacto de dichos elementos esenciales. Así vemos como estas dudas van desde el punto de vista teológico, hasta puntos prácticos como el ya mencionado del hábito. Los votos religiosos, la vida fraterna en comunidad, el concepto de autoridad, el mismo vocablo y significado de la consagración16 , todo comenzaba a ser revisado. De esta confusión de los elementos esenciales de la vida consagrada, Juan Pablo II se hace eco en su discurso dirigido a las religiosas en México: “Más tampoco faltan ejemplos de confusión acerca de la esencia misma de la vida consagrada y del propio carisma. A veces se abandona la oración, sustituyéndola con la acción; se interpretan los votos según la mentalidad secularizante que difumina les motivaciones religiosas del propio estado; se abandona con cierta ligereza la vida en común; se adoptan posturas socio-políticas como el verdadero objetivo a perseguir, incluso con bien definidas radicalizaciones ideológicas. Y cuando se oscurecen, a veces, les certezas de la fe, se aducen motivos de búsqueda de nuevos horizontes y experiencias, quizá con el pretexto de estar más cerca de los hombres, acaso de grupos bien concretos, elegidos con criterios no siempre evangélicos.”17

La revisión de los elementos esenciales de la vida consagrada era saludable, mientras se tuviera como punto de referencia las coordenadas emanadas por los padres conciliares y posteriormente, por el dicasterio encargado de la vida religiosa, dicasterio que incluso a lo largo de estos años fue cambiando de nombre para adaptarse mejor a las nuevas circunstancias que ofrecía la reflexión teológica de la vida consagrada. La reflexión imponía puntos de referencia claros y precisos. De lo contrario se terminaría en una torre de Babel en dónde cada uno hablaría su propia lengua y al final nadie se entendería. Quizás esta es una de las imágenes que ahora vivimos y que Benedicto XVI no ha dudado en aplicar a nuestra época, en referencia con las distintas posturas que se han tomado frente al Concilio Vaticano II: “Nadie puede negar que, en vastas partes de la Iglesia, la recepción del Concilio se ha realizado de un modo más bien difícil, aunque no queremos aplicar a lo que ha sucedido en estos años la descripción que hace san Basilio, el gran doctor de la Iglesia, de la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea: la compara con una batalla naval en la oscuridad de la tempestad, diciendo entre otras cosas: "El grito ronco de los que por la discordia se alzan unos contra otros, las charlas incomprensibles, el ruido confuso de los gritos ininterrumpidos ha llenado ya casi toda la Iglesia, tergiversando, por exceso o por defecto, la recta doctrina de la fe..." (De Spiritu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A; Sch 17 bis, p. 524). No queremos aplicar precisamente esta descripción dramática a la situación del posconcilio, pero refleja algo de lo que ha acontecido.”18

De frente por tanto a estos puntos de vista encontrados, discordes y a veces hasta antagónicos al interno de la Iglesia, es necesario encontrar un parámetro, un punto de referencia común, no para frenar el debate, el desarrollo del pensamiento teológico, sino precisamente, para encauzarlo, para guiarlo en la libertad de pensamiento. Un libre pensador no es necesariamente una persona libre en su pensamiento y que se adecua a los lineamientos de la Iglesia. No es lo mismo pensar de cualquier forma que pensar con el pensamiento de la Iglesia. Este punto de referencia nos lo da precisamente el magisterio de la Iglesia. Estas posturas discordantes son testimoniadas por uno de los más recientes documentos del Magisterio de la vida consagrada: “Oggi più che mai, davanti a ricorrenti spinte centrifughe che mettono in dubbio principi fondamentali della fede e della morale cattolica, le persone consacrate e le loro istituzioni sono chiamate a dare prova di unità senza incrinature attorno al Magistero della Chiesa, facendosi portavoce convinti e gioiosi davanti a tutti.

È opportuno sottolineare quanto già il Papa affermava nell´Esortazione Vita consecrata: «Un aspetto qualificante di questa comunione ecclesiale è l´adesione di mente e di cuore al magistero (del Papa e) dei Vescovi, che va vissuta con lealtà e testimoniata con chiarezza davanti al Popolo di Dio da parte di tutte le persone consacrate, particolarmente da quelle impegnate nella ricerca teologica e nell´insegnamento, nelle pubblicazioni, nella catechesi, nei mezzi di comunicazione sociale. Nello stesso tempo si riconosce che molti teologi sono religiosi e molti istituti di ricerca sono retti da Istituti di vita consacrata. Essi portano lodevolmente questa responsabilità nel mondo della cultura. La Chiesa guarda con fiduciosa attenzione il loro impegno intellettuale davanti alle delicate problematiche di frontiera che oggi il Magistero deve fronteggiare.”19

Se presenta por tanto la necesidad de tener un punto de referencia, unas coordenadas por dónde pueda discurrir el adecuado discernimiento y así distinguir lo esencial de lo accidental en la vida consagrada, comenzando a partir de los elementos que constituyen su misma esencia. De lo contrario podemos caer en el error de confundir lo esencial con lo accidental y viceversa. No debemos tampoco olvidar que el hombre y la mujer consagrados están también tocados del pecado original, por lo que muchas veces la visión de la verdad puede opacarse. Mons. Franc Rodé describe esta situación de la siguiente manera: “Sin embargo, este esfuerzo por buscar la novedad no siempre se ha realizado siguiendo criterios evangélicos de discernimiento. A veces la "renovación" se ha confundido con la adaptación a la mentalidad y a la cultura dominante, con el peligro de olvidar los valores auténticamente evangélicos. Es innegable que "la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida" (1 Jn 2, 16), propias del mundo y de su cultura, han ejercido un influjo desorientador, originando conflictos graves dentro de las comunidades y de las opciones apostólicas, no siempre fieles al espíritu y a las inspiraciones originales del instituto. Como siempre en la historia, la Iglesia se encuentra situada entre el soplo del Espíritu, que abre nuevos caminos, y las seducciones del mundo, que hacen el camino incierto y pueden llevar al error.”20

Estos cambios que ha sufrido la sociedad influyen también a la Iglesia. El concepto de autoridad, es decir, el tener un punto de referencia seguro y estable, muchas veces es cuestionado incluso dentro de la misma Iglesia. Dicha postura proviene desde los tiempos del iluminismo que exaltaba el rol de la razón contra cualquier esclavitud proveniente de la ignorancia, de la superstición o de la religión, y se presentó como un movimiento cultural que liberaba al hombre haciéndolo plenamente dueño de sí mismo. En consecuencia, la fe cristiana y la sujeción a una determinada autoridad representaba para los iluministas lazos que impedían a las personas convertirse en personas adultas y maduras. El influjo de estas ideas llegará hasta nuestros días.

Después tenemos a los maestros de la sospecha que son Marx, Freud y Nietzche. Para Freud, la figura del padre, que se puede aplicar a la de cualquier persona constituida en autoridad se convierte en una fuente del super-ego, de la censura interiorizada durante la infancia y de supuestas neurosis. Para Marx la religión es el opio del pueblo que impide la revolución del proletariado contra la esclavitud de los patrones. En esto contexto el Magisterio de la Iglesia puede ser visto como uno de los instrumentos que sirven para mantener el estado de opresión del proletariado y así impedir la lucha de clases para la llegada de la dictadura del proletariado. Por último Nietzche afirma que la religión es la energía maléfica que mantiene a los hombres en la mediocridad típica de los débiles y les impide poder afirmarse delante a otros hombres o delante de la imagen ilusoria de un Dios que es una proyección de la debilidad humana. El iluminismo y los maestros de la sospecha tendrán consecuencias graves que dejarán su huella contra el Magisterio de la Iglesia, haciéndolo aparecer como un producto cultural en manos de unas personas que buscan ejercer un liderazgo a favor de una estructura y en contra de la madurez integral de la persona.

Estas líneas del pensamiento han llegado hasta nuestro días y se han consolidado en lo que podría llamarse el pensamiento débil de la post-modernidad, que no es otra cosa que la renuncia a la búsqueda de la verdad objetiva. “Se l’inizio della modernità era nell’affermazione della logica e della razionalità sistematica, che pretendeva di essere universale, quest’epoca finisce in una rivincita del soggettivismo o dell’individualismo, ad ogni modo in una rivincita della cultura dell’autoaffermazione.”21 Se vive por tanto sin normas claras, objetivas, seguras. Cada hombre se erige como centro y criterio de su propia vida. Esta postura, lo hemos ya mencionado, se infiltró y se ha infiltrado en la Iglesia, trayendo como consecuencia la falta de unidad doctrinal en torno al Magisterio de la Iglesia. En una época en la que parecía que cada teólogo tenía la razón y dicha razón era difundida y aprovechada por los medios de comunicación para hacer ver al mundo entero la fragilidad y la crisis de la Iglesia después del Concilio, era necesario más que nunca el apoyarse en el Magisterio para tener criterios seguros sobre el rumbo que seguir y tomar en momentos tan delicados. No debemos olvidar que la fe católica se basa en la Escritura, la Tradición y el Magisterio. Sin embargo, para los teólogos de la discontinuidad, parecería que el Vaticano II quería cancelar los dos últimos, Tradición y Magisterio, para quedarse sólo con la Escritura, apoyándose en que el mismo Concilio había propuesto “volver a los orígenes.”

El Magisterio en los tiempos de la renovación de la vida consagrada se presenta como una guía segura para lograr el adecuado discernimiento y así distinguir objetivamente lo esencial de lo accidental. De esta forma lo ha explicado Juan Pablo II cuando ha dejado claro que el Magisterio no quiere ahogar nuevas posibilidades de la vida consagrada, sino que quiere solamente ayudar a definir sus elementos esenciales22 . Se presenta por tanto el Magisterio, como un punto seguro en dónde anclar y de dónde partir para definir los elementos esenciales de la vida consagrada. Conociendo dichos elementos será más fácil hacer el trabajo de discernimiento que auspiciaba Pablo VI para vivir con mayor vigor y frescura dichos elementos y adaptarlos a los circunstancias cambiantes de tiempos y lugares, es decir, adaptarlos a lo accidental. “El Concilio sólo quiso poner al día algunos usos accidentales que ya no eran útiles o válidos en la forma de vivir la vida religiosa, pero jamás quiso cambiar su esencia... La vida religiosa ha comportado una separación del mundo, una ruptura con las formas de vida seculares que distan de acordarse con el espíritu del evangelio. No se puede servir a dos señores. No se puede ser religioso y vivir una vida mundana. Esta ruptura es necesaria, aunque no es el fin de la vida religiosa que, como sabemos, es vivir la caridad perfecta para con Dios y el prójimo. Es una respuesta a una llamada a amar más, a amar mejor que en el mundo, un amor más puro, más perfecto, más bello.”23



NOTAS

10 “Tale ricerca è stata possibile sopratutto peri l fatto che il Concilio non ha inteso ancorare definitivamente la dottrina sulla vita religiosa alla teologia scolastica e dunque ha lasciato aperta la strada ad un ulteriore domandare sulle sue origini, liberando la ricerca stessa da ogni forma di pregiudizio, da ogni condizionamento e da ogni chiusura di tipo storico-culturale. Di qui è iniziato un animato e vivacissimo dibattito che, come vedremo in questo capitolo, nel post-concilio, passo dopo passo, ha riportato la vita religiosa, nei suoi aspetti fondamentali, entro le sue coordinate bibliche, teologiche e giuridiche, recuperando per essa l’evento primigenio e fondante, cioè, l’alleanza sponsale con il Signore Gesù.” Elena Marchitielli, Chiamati a stare con Cristo,l’essere e il divenire della vita religiosa. Edizioni Devoniane Roma, Roma 1999, p. 227.
11 Benedicto XVI, Discursos, 22.12.2005.
12 Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae caritatis, 28.10.1965, n. 2b.
13 Sagrada congregación para los religiosos e institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 11.
14 Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae caritatis, 28.10.1965, n. 2.
15 Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelica testificatio, 29.6.1971, n. 6. (Nota: no existe una traducción oficial en español, por lo que consideramos oportuno dejarla en italiano.)
16 Per la maggioranza delle persone, la parola consacrazione si è imposta come termine che qualifica una forma speciale di vita cristiana. La storia di tale espressione dimostra che non sempre è stata una questione pacifica, anzi, ancora oggi non tutti i teologi e canonisti sono d’accordo nel dare alla consacrazione religiosa il significato che le attribuiscono la dottrina del Magistero e il Codice di Diritto Canonico. Non possiamo negare cje ci troviamo a vivere nella vita consacrata un tempo di crisi, all’interno della quale sono necessari dei punti di riferimento per non perdere la propria identità.” Stefania Bassotti, La consacrazione religiosa, Dal Concilio Vaticano II all’Esortazione Apostolica “Vita consacrata”. Edizioni OCD, Roma 2003, p. 5.
17 Juan Pablo II, Discurso a las religiosas de México, 27.1.1979.
18 Benedicto XVI, Discursos, 22.5.2006
19 Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, Ripartire da Cristo, 19.5.2002, n. 32.
20 Mons. Franc Rodé, cm. La vida consagrada en la escuela de la Eucaristía, 25.8.2005.
21 Marko Ivan Rupnik, Nel fuoco del roveto ardente, Iniziazione alla vita spirituale, Lipa, Srl, Roma 2003, p. 79.
22 Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 13: “En estos años de renovación la vida consagrada ha atravesado, como también otras formas de vida en la Iglesia, un período delicado y duro. Ha sido un tiempo rico de esperanzas, proyectos y propuestas innovadoras encaminadas a reforzar la profesión de los consejos evangélicos. Pero ha sido también un período no exento de tensiones y pruebas, en el que experiencias, incluso siendo generosas, no siempre se han visto coronadas por resultados positivos. Las dificultades no deben, sin embargo, inducir al desánimo. Es preciso más bien comprometerse con nuevo ímpetu, porque la Iglesia necesita la aportación espiritual y apostólica de una vida consagrada renovada y fortalecida. (…) En actitud de cordial apertura hacia los Padres sinodales, he ido recogiendo las valiosas aportaciones surgidas durante las intensas asambleas de trabajo, en las que he querido estar constantemente presente. Durante ese período, he ofrecido a todo el Pueblo de Dios algunas catequesis sistemáticas sobre la vida consagrada en la Iglesia. En ellas he presentado de nuevo las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que ha sido punto de referencia luminoso para los desarrollos doctrinales posteriores y para la misma reflexión realizada por el Sínodo durante las semanas de sus trabajos. Mientras confío en que los hijos de la Iglesia, y en particular las personas consagradas, acogerán con adhesión cordial esta Exhortación, deseo que continúe la reflexión para profundizar en el gran don de la vida consagrada en su triple dimensión de la consagración, la comunión y la misión, y que los consagrados y consagradas, en plena sintonía con la Iglesia y su Magisterio, encuentren así ulteriores estímulos para afrontar espiritual y apostólicamente los nuevos desafíos.”
23 Marcial Maciel, Marcial Maciel, Mi vida es Cristo, Logos Press, México D.F. 2003, p. 207.


Participación en el Foro
¿Qué principios se necesita para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicación del Concilio Vatiano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos?


Bibliografía recomendada/ artículos de apoyo :

- Decreto Perfectae caritatis: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=23356

- Vita Consacrata: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=29614

- Elementos esenciales de la vida religiosa: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=29573

- Orientaciones sobre al formación en los institutos religiosas: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=29572

- Elementos esenciales de la doctrina de la Iglesia sobre la vida religiosa: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=40416

- Ecclesia In Europa: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=11262

- La vida fraterna en Comunidad: http://es.catholic.net/religiosas/806/2785/articulo.php?id=29622
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jguerras100
Esporádico


Registrado: 13 Jun 2008
Mensajes: 61

MensajePublicado: Mar Mar 17, 2009 6:06 am    Asunto:
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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- ¿Qué principios se necesita para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicación del Concilio Vaticano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos?

Principios para la vida consagrada podrían ser el carisma, reflejado en las Constituciones y los escritos del fundador, las sanas tradiciones de la congregación, el patrimonio espiritual del Instituto y el Magisterio de la Iglesia.
Todo esto es cierto y deseable que se postulen clara y objetivamente y se de cómo ejemplo desde las altas esferas de la congregación o instituto de hasta las esferas menores, pero también tener en cuenta que es MINISTERIO o sea servidores, esto es lo que Jesús pidió a quienes se encarguen de los puestos de autoridad, el servicio más que el poder, la autoridad será en cuanto mas hagan crecer a quienes gobiernan, pero aún más que sea el florecimiento de cada persona en su carisma particular mediante los dones, talentos, habilidades y sea un conjunto de equipo o cuerpo de Iglesia al servicio de los demás y no solo para un grupúsculo aun cuando sea un movimiento autorizado siempre debe estar al servicio de la Diócesis y de un Plan Pastoral Orgánico Misionero y de conjunto Parroquial y Diocesano más que actuar en forma separada. Esto debe incluir el cambio de mentalidad en los casos específicos de escuelas católicas que se encuentran como entes separados de la Decanatos y Diócesis, por contar con un mercado cautivo de jóvenes, niños y padres de familia, pero que no necesariamente tienen impacto o contribuyen al Plan del Obispo y de la Diócesis.
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María Inés Castellaro
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Registrado: 28 Feb 2009
Mensajes: 6

MensajePublicado: Mar Mar 17, 2009 11:52 am    Asunto: TENER PUNTOS DE REFERENCIA CLAROS
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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Considero que los principios, puntos de referencia claros, sencillos objetivos, necesarios para no perder la identidad de la vida consagrada son: el carisma, expresado en las Constituciones como así tambien en los escritos del fundador/a; las sanas tradiciones de la Congregación; el patrimonio espiritual del Instituto expresado también en los escritos del fundador/a y por supuesto el Magisterio de la Iglesia.
Estos son los principios para todos los miembros del Instituto y especialmente para los superiores, para aquellos que tienen que discernir junto a la comunidad los signos de los tiempos, la voluntad de Dios en el hoy y en el aquí. Considero que la autoridad es servicio, así lo propuso Jesús en la Ultima Cena, en el lavatorio de los pies y así lo recuerda el Magisterio de la Iglesia en especial en el último documento acerca de "El servicio de la autoridad y la obediencia". El punto de referencia debe ser la Escritura, la Tradición (incluye el carisma y la espiritualidad del fundador/a) y el Magisterio, así se podrá discernir distinguiendo lo esencial de lo accidental. Se requiere para ello una profunda intimidad con el Señor, el dejarse guiar por el Espíritu con gran apertura y docilidad a sus inspiraciones.
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Luz María Rodríguez
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Registrado: 16 Mar 2009
Mensajes: 7

MensajePublicado: Mar Mar 17, 2009 11:55 pm    Asunto: Concilio e importancia de contar con un Magisterio II
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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¿Qué principios se necesita para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicaciòn del Concilio Vaticano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos?

Es necesario contar con puntos de referencia claros, sencillos, objetivos. Es decir con principios. Carisma, reflejado en las Constituciones y escritos del fundador, las sanas tradiones de la Congregaciòn, el patrimonio espiritual del Instituto y el Magisterio de la Iglesia.
Esto es ante todo una gran fidelidad a lo que se es y debe hacer.
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Ma.Hilda Leal Gutiérrez
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Registrado: 16 Mar 2009
Mensajes: 6

MensajePublicado: Mie Mar 18, 2009 1:36 am    Asunto: El concilio y la importancia de contar con un Magisterio. II
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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[color=darkred]Definitivamente que es necesario ser "Fieles" al carisma que está plasmado en las Constituciones y los escritos del Fundador, además de las sanas tradiciones de la orden o instituto el patrimonio espiritual del mismo y el Magisterio de la Iglesia sabiendo que de este modo se dá verdadera Gloria a Dios.

"NO HAY QUE INVENTAR EL AGUA HERVIDA" Wink [/i]
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Milagros THC
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Registrado: 17 Mar 2009
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MensajePublicado: Mie Mar 18, 2009 2:52 am    Asunto:
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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¿Qué principios se necesita para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicación del Concilio Vatiano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos?

Ante todo debemos tener confianza en DIOS, dejar todo en sus manos y encomendarnos a ÉL para que se haga su Voluntad y no la de nosotros.

Los principios esenciales para dar este paso no son mas que nuestro carisma y espiritualidad, siguiendo los pasos de nuestros fundadores para así no perder la esencia de la vida a la que hemos sido llamados, recordando que JESUS se entrego por nosotros en la Cruz y que HOY te pide a Ti y a Mi, que tambien estemos dispuestos a dar la vida por Nuestros Hermanos y a ser Crucificados por el Mundo.! Wink
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Hna. Rosana
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Registrado: 17 Mar 2009
Mensajes: 2
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MensajePublicado: Mie Mar 18, 2009 3:05 am    Asunto: Re: 2 El Concilio y la importancia de contar con un Magister
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
Responder citando

¿Qué principios se necesita para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicación del Concilio Vatiano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos?

Personalmente creo que como principio de base sea la capacidad de Discernimiento, es ahí donde una congregación o instituto de vida religiosa se hacen disponibles a lo que el Señor pide -en el lugar y tiempo oportuno. De la acción de Espíritu Santo, sin lugar a dudas nace el amor por los fundadores, regresar al origen, a la fuente de la inspiración para renovar continuamente la gracia recibida, siempre con una invitación actual que, por medio del carisma propio de la fundación, cumple el objetivo de la vida religiosa: vivir en la caridad perfecta para con Dios y el prójimo, independientemente del apostolado/misión que se realiza. El tener siempre en cuenta los elementos esenciales y ser exigentes en vivirlos en la caridad y en el amor posibles. El estar siempre bajo las normas del Magisterio de la Iglesia lo doy por hecho, con la autoridad hacia el Papa y los Obispos, representantes de Cristo en la tierra.
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rosafloresr
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Registrado: 18 Mar 2009
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Ubicación: mexico,d.f.

MensajePublicado: Mie Mar 18, 2009 3:59 am    Asunto: Re: 2 El Concilio y la importancia de contar con un Magister
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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que principios necesitan las superioras, para que logren aprender de los errores del concilio II ? lo principal que necesitan es amar profundamente su ministerio,entregarse mucho a la oración para pedirle al Espíritu Santo,las ilumine para que puedan guiar a quienes Dios Nuestro Señor les ha confiado
_________________
que Jesus y María los bendigan siempre
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Trinidad Nuñez Quezada
Esporádico


Registrado: 11 Ago 2008
Mensajes: 69

MensajePublicado: Jue Mar 19, 2009 11:08 pm    Asunto:
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
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¿ Qué principios se nesecita para que . . . ?

R. A traves de un continuo y adecuado discernimiento donde se enlacen
los puntos esenciales de la vida consagrada que lleve a distinguir lo e-
sencial, de lo pasajero o accidenta. En este discernimiento aflorará los
principios necesarios que dan solidez a la vida religiosa como es el ca-
risma, el espiritu y escritos del fundador (a), las sanas tradiciones de
la congregación, el patrimonio espiritual del instituto y el magisterio de
la Iglesia.
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Dinora Lòpez
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Registrado: 15 Mar 2009
Mensajes: 3

MensajePublicado: Vie Mar 20, 2009 2:55 am    Asunto: respuesta a segundo tema
Tema: 2 El Concilio y la importancia de contar con un MagisterioII
Responder citando

para que las superioras logren aprender de los errores de la aplicaciòn del concilio Vaticano II, confirmar los aciertos y lanzarse a la conquista de los ideales propuestos, se necesita de los principios:

> carisma: reflejado en las constituciones y los escritos del fundador.
> las sanas tradiciones de la congregaciòn
> el patrimonio espiritual del instituto
> el magisterio de la iglesia
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