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Joven ¿Aceptas el reto de Amar?

 
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marina
Veterano


Registrado: 13 Oct 2005
Mensajes: 3909

MensajePublicado: Vie Jul 03, 2009 3:47 pm    Asunto: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
Tema: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
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Joven ¿Aceptas el reto de Amar?

Por: Susana S. Polanco

La juventud es una etapa preciosa en el ser humano, es una etapa llena de vitalidad, de bríos y de fuerza… donde el alma es joven y nuestro cuerpo también...

Cuando somos jóvenes, pensamos que no hay barreras ni límites para alcanzar nuestros sueños, también solemos olvidarnos de nuestra fragilidad como seres humanos y de que esta etapa pasa rápidamente…

Pensamos que somos demasiado jóvenes para seguir a Jesús... creemos que solo podemos acudir a Él cuando nos encontramos en un problema, cuando tenemos una necesidad o cuando somos personas mayores… pero la Sagrada Escritura nos dice:

“Ten en cuenta a tu Creador en los días de tu juventud” Ecl 12, 1

El seguir a Jesús no significa que tendremos que cancelar nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestros proyectos, o que debemos dejar de divertirnos y de disfrutar… al contrario, significa que Él sea parte de ellos... Es caminar junto a Él tomados de la mano…

¿Qué si es fácil? Claro que no, eso implica ir contra corriente al mundo de hoy… seguir a Jesús es AMAR, por eso resulta tan complicado… es lo que mas nos cuesta a los humanos, significa dejar a un lado nuestro egoísmo, nuestra vanidad… nuestro ego… esto explicaría porque lo crucificaron, la soberbia humana no toleró el mensaje de Jesús…

Aprender a amar se dice fácil pero puede resultar en la práctico algo muy complejo, no imposible… pero este es precisamente el reto que te lanzo hoy: ¿Aceptas el reto de amar y seguir el ejemplo de Jesús??

Y recuerda algo más:

“Disfruta, joven, en tu adolescencia y se feliz en tu juventud; sigue tus sentimientos, dale alas a tus ilusiones y ten presente que de todo esto te juzgará Dios” Ecl 11, 9
http://www.almas.com.mx/almas/artman/publish/article_2228.php
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Jorge Andres Bayona R
Nuevo


Registrado: 26 Jun 2009
Mensajes: 13
Ubicación: Tunja Colombia

MensajePublicado: Vie Jul 03, 2009 10:14 pm    Asunto: como amar?
Tema: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
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Muy bien, tu propuesta está muy interesante, pero yo tengo una pregunta, ¿como amar a Jesús?. porque en realidad según las escrituras es muy dificil.
_________________
El reino de los cielos exige hacerse violencia a si mismo, y los que se dominan a si mismos lo consiguen. (Mat. 11,12)
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marina
Veterano


Registrado: 13 Oct 2005
Mensajes: 3909

MensajePublicado: Sab Jul 04, 2009 2:10 am    Asunto: Re: como amar?
Tema: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
Responder citando

Jorge Andres Bayona R escribió:
Muy bien, tu propuesta está muy interesante, pero yo tengo una pregunta, ¿como amar a Jesús?. porque en realidad según las escrituras es muy dificil.

no se puede amar lo que no se conoce
entonces primero es conocer a Jesus
si conoces a Jesus entonces conoceras a Dios padre y al espiritu santo
se le ama Obedeciéndolo, tomando nuestra Cruz. Defendiendo a la Iglesia, su Esposa, a María, su Madre, y a la Sana Doctrina, pues Él es la Verdad; cumpliendo los Mandamientos, etc

pero bueno primero lo primero, conocer a Jesus, este foro y la pagina tienen muuuuuuuuuuuuuuucha informacion sobre el:


En una palabra, Jesús era impecable, es decir, libre de toda imperfección y mancha moral ante Dios y los hombres. Nadie pudo sorprenderlo en mentira o falla. Por eso pudo decir: "¿Quién me argüirá de pecado?".

En todo semejante a nosotros, menos en el pecado.

El historiador Ranke escribió esto de Jesús: "Nada más inocente, más sublime y más santa ha existido en la tierra que la conducta de Cristo, su vida y su muerte. En cada una de sus sentencias sopla el puro aliento de Dios. Son palabras de vida eterna. El género humano no tiene recuerdo alguno que pueda ni de lejos compararse con éste". Así Jesús llega a ser el ideal ético de todos los tiempos y de todas las civilizaciones.

Jesús es un hombre con energía moral, de temperamento fuerte y apasionado. Podemos imaginarlo con los ojos llameantes, los labios trémulos y las mejillas abrasadas, porque "el celo de la casa de su Padre le consume".

por ser Dios, Él veía a Dios cara a cara. Veía todo el pasado, el presente y el futuro. Veía su vida, sus sufrimientos, sus trabajos, su apostolado, su muerte en la cruz, su triunfo en la resurrección. Veía las etapas de la Iglesia con todas las pruebas y vicisitudes. Veía a sus hermanos los hombres, sus avances y tropiezos, sus miserias y grandezas.

¿Cómo era Jesús? Es un hecho: Jesús ha sido, es, y será un personaje excepcional desde todos los puntos de vista. Ha partido la historia en dos: antes de Cristo, después de Cristo.

Jesús nada tiene de rarezas. Por eso, come, bebe, echa en cara, discute, reza, motiva, llama la atención, se enoja.


No clamaba en las plazas. Su vocabulario era sencillo, natural, simple, imaginativo y plástico.

Espíritu original e independiente: A todos considera hermanos, no hay extraños ni extranjeros. Todos somos hijos del mismo Padre Celestial.

¿Cómo demostró Cristo su afectividad?

En los Evangelios se nos habla de su predilección por los niños, símbolo del candor y humildad, necesarios para entrar en el Reino. Con sus apóstoles fue afectuoso y el Evangelio no esconde que Jesús tuvo predilección con algunos: Pedro, Santiago y Juan. A pesar de la rudeza de aquellos pescadores, Jesús tuvo detalles de delicadeza y afectividad: cuando les vio cansados, los llevó a la otra orilla a pasar un fin de semana. En la Última Cena los llama: "hijitos míos" y les deja el testamento del amor, como sello de su pertenencia. Les lava los pies.

Cuando les manda al apostolado se preocupa de que no les falte nada. Fue compañero de fatigas y sinsabores, de alegrías y sobresaltos de esos doce íntimos. Con ellos desarrolló una afectividad sana, equilibrada y orientada al bien. La afectividad unida a la amistad crea lazos irrompibles, estrechos y duraderos.

Antes de partir al Padre, Jesús les conforta, les anima y les promete un Consolador, el Espíritu Santo. Les promete su asistencia hasta el final de los tiempos. Hoy diríamos: "Jesús tenía corazón". Esto es la afectividad. La misma Eucaristía fue regalo de esta afectividad inigualable que desembocó en amor íntimo y oblativo.

Las lágrimas que Jesús derramó en varias ocasiones demuestran que Jesús no era una persona adusta o insensible, sino, al contrario, con una capacidad de afectividad fina. Le dolía que no le aceptaran como Mesías. Le dolía la suerte de su pueblo. Le dolía la injusticia, la explotación, el sufrimiento de su gente. Le dolía la ingratitud. Le dolía la terquedad de algunos.

A modo de conclusión, hagamos un breve resumen de cuanto se ha dicho: ¿Cómo era Jesús?

Ante su Padre: obediente, agradecido, atento, solícito, amoroso, delicado, respetuoso.

Ante los hombres: Demuestra un gran interés por el hombre, por cada hombre. Le ama con compasión, le habla con sencillez, le corrige con bondad y con exigencia amorosa para que se convierta; le urge la conversión del hombre. Quiere hacerle salir de su reducido mundo, abrirle horizontes, darle alas para que comprenda lo que es, lo que puede ser. Desea hacerle superar lo inmediato para que vea lo profundo de su vida y de su actuación. Usa términos absolutos: nadie, todos, perderse, salvarse; no se queda en las ramas, va a las raíces (Mc 8, 35; Mc 9, 43-44). Utiliza las narraciones o parábolas para iluminar las actitudes que el hombre debe tener en su vida, para enseñarle cómo debe actuar para ser mejor: el sembrador y su cosecha (Mt 13), obrero y trabajo (Mt 20, 1-16), servidor y señor (Lc 12, 45-47), ladrón (Lc 12, 39), padre e hijo (Lc 15, 11-32), administrador y el rico (Lc 16, 1-Cool; rico y pobre (Lc 16, 19-31), negociantes y casas de préstamo (Lc 19, 12-23), invitados a la boda (Lc 14, 8-12), gobernantes y súbditos (Mt 20, 25). También usaba paradojas y enigmas para hacerle pensar al hombre, animarle a buscar. Emplea el género apocalíptico para recordar la inseguridad del hombre, el juicio al está sometido, la soberanía de Dios, su paciente espera, su justicia, la maldad del pecado, la necesidad de estar vigilante (Mt 24, 36; 24, 27-28; Mt 25). ¿Desde dónde enseña al hombre? Cualquier parte es púlpito: plazas, caminos, a orillas del lago, sinagoga, banquetes, templo, etc. ¿Cómo enseña? Con autoridad, con decisión, con paciencia y bondad.

http://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/549/1307/articulo.php?id=12705

El mismo Dios se presenta como amigo de los hombres: un pacto de amistad sella con Abraham,74 con Moisés,75 con los profetas.76 Al enviar a Cristo se mostró como amigo de los hombres.77 Por los Evangelios sabemos que Jesús dio a esta amistad de Dios un rostro de carne viniendo a ser amigo de los hombres. Pero tuvo, evidentemente, amigos especiales e hizo la experiencia gratificante de la amistad, por ser verdadero hombre.
Jesús experimentó la amistad.

Es verdad que Jesús ama a todos por igual, sin condicionamientos sociales, económicos o nacionales.80 Incluso ama a sus enemigos.81 Y los ama hasta la muerte.82

Y su amor por todos los hombres no es un amor de sentimiento pasajero ni de expresiones exteriores tiernas y afectadas. Su amor es de caridad, que encierra estas características ricas y valiosas:

Se dirige hacia los demás con un corazón abierto, sin aislarse o evadir el trato; va al encuentro de todos los que ama (cf Mt 11, 2Cool.
Cura, consuela, perdona, da de comer, procura hacer descansar a sus íntimos.
Se compadece de quien está necesitado (cf Mt 9, 36).
No discute con sus amigos; los corrige, pero no choca con disputas hirientes (cf Mt 20, 20-2Cool.
Se alegra con ellos en sus momentos felices (cf Lc 10, 21).
Rechaza sus intenciones desviadas (cf Mt 16, 23).
No desea nada de los hombres; no busca dar para recibir. Y cuando una vez busca consuelo en la agonía, no lo encuentra (cf Mt 26, 40).
Se siente incomprendido por ellos, pero era parte de su cruz, pues aún no había venido el Espíritu Santo que les hiciera comprender todo (cf Jn 12, 24).
Los ama sobrenaturalmente, no por sus cualidades humanas (cf Jn 13, 14).
Pero también mantiene una distancia entre sus amigos y Él, pues su mundo está mucho más allá del de ellos (cf Jn 2, 25).

¿Ha habido hombre alguno en la tierra que haya amado a los hombres como Jesús?

Es verdad esto que acabamos de decir: Jesús ama a todos los hombres, y los considera como amigos. Pero también es verdad que tuvo amigos especiales. Abramos el Evangelio.

Tiene una especial relación con Juan, el discípulo amado.83 En esta amistad descubrimos que Jesús compartió con alguien, en modo especial, sus experiencias interiores y reservadas. Amistad íntima. Manifestación de esta amistad íntima es el Evangelio que Juan escribió. En él se oye palpitar el Corazón de Jesús; ahí descubrimos la profundidad de Dios. Por eso, a Juan se le representa como a un águila, porque voló alto, hasta el cenit de Dios.

También tuvo especial relación con tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan.. En esta amistad descubrimos que busca la compañía para compartir momentos especiales, sean felices, como en la transfiguración,84 o tristes, como en Getsemaní.85 Amistad compartida.

¿Quién no recuerda la especial relación con los tres hermanos de Betania, Lázaro, Marta y María? 86 En ellos descubrimos la amistad de Jesús que corresponde con la misma medida que se le ofrece. Amistad agradecida. Betania era uno de esos rincones donde Jesús descansaba y donde abría su corazón de amigo. Allí, Cristo tenía siempre la puerta abierta, tenía la llave de entrada; se sentía a gusto entre gente querida y que le estimaba.

Cristo tuvo amigos, claro que sí. No hubiera sido totalmente hombre si le hubiera faltado esta faceta humanísima. Tuvo amigos en todas las clases sociales y en todas las profesiones. Desde personas de gran prestigio social, como Nicodemo o José de Arimatea, hasta mendigos, como Bartimeo. En la mayor parte de las ciudades y aldeas encontraba gentes que le querían y que se sentían correspondidas por el Maestro; amigos que no siempre el Evangelio menciona por sus nombres, pero cuya existencia se deja entrever.
Requisitos para ser amigos de Cristo.

Habría que preguntarnos qué requisitos se necesitan para entrar en el círculo de amigos de Jesús.

Jesucristo nos contesta en el Evangelio: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando" (Jn 15, 14). Y lo que nos ha mandado Jesús es amarnos unos a otros, como Él nos ha amado.87 Él nos ha mandado rezar y vigilar.88 Él nos ha mandado ser mansos y humildes de corazón.89 Él nos ha mandado ser santos como su Padre celestial es santo.90 Él nos ha mandado cargar con su yugo.91 Y así podríamos seguir con todo el Evangelio. Ahí tenemos lo que Jesús nos ha mandado. Si lo cumplimos, seremos sus amigos.

Por tanto, para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, de emociones. Hay que amar a Jesús con un amor de entrega, de sacrificio, de fidelidad. Con un amor hecho obras. Obras son amores y no buenas razones.

Jesús no quiere amigos de conveniencia, que sólo están con Él hasta el partir el pan, pero que le dejan solo y huyen cuando se aproxima la sombra de la cruz.92 Jesús no quiere amigos que se aprovechen de Él para conseguir los mejores puestos en el cielo.93

Jesús quiere amigos humildes, pacíficos, de alma pura y libre de ataduras sensuales. Sólo a éstos acercará Jesús a su divino corazón.

A todos hay que amar por Jesús. Y a Jesús hay que amarlo por sí mismo. Sólo a Jesucristo se le debe amor total, porque está probado que Él es el único amigo totalmente bueno, totalmente leal.

http://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/554/1338/articulo.php?id=12805

Que Jesús era un hombre excepcional, un verdadero genio religioso, es algo que no niegan ni los mayores enemigos del mundo de la fe.

Un hombre que sabe lo que quiere

Esta asombrosa seguridad de Jesús en sí mismo se basa en las dos características más visibles de su vida tal y como las ha señalado Karl Adam: la lucidez extraordinaria de su juicio y la inquebrantable firmeza de su voluntad. Un hombre, pues. No un titán. No un superhombre. Jamás los evangelios le muestran rodeado de fulgores, con ese aura mágica con la que los cuentos rodean a sus protagonistas. En Jesús hasta lo sobrenatural es natural; hasta el milagro se hace con sencillez. Y cuando -como en la transfiguración- su rostro adquiere luces más que humanas, es él mismo quien trata de ocultarlo, pidiendo a sus apóstoles que no cuenten lo ocurrido. Quienes un día le llevaron a la cruz, nunca temieron que pudiese escapar de sus manos con el gesto vencedor de un «superman».

Sus preceptos son secos, incisivos y sencillos:

Reconcíliate con tu hermano (Mt 5, 24). No juréis en absoluto (Mt 5, 34). No resistáis al mal y si alguien te golpea en la mejilla derecha, muéstrale la izquierda (Mt 5, 39). Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiuen (Mt 5, 44). Cuando hagas limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha (Mt 6, 3).

En rigor, Jesús no dice grandes cosas nuevas y mucho menos verdades exotéricas e incomprensibles; no trata de llamar la atención con ideas desconcertantes y novedosas. Dice cosas racionales, que ayuden sencillamente a la gente a vivir. Aclara ideas que ya se sabían, pero que los hombres no terminaban de ver o de formular. San Agustín lo afirmaba sin rodeos:

La substancia de lo que hoy se llama cristianismo estaba ya presente en los antiguos y no faltó desde los inicios del genero humano hasta que Cristo vino en la carne. Desde entonces en adelante. la verdadera religión, que ya existía, comenzó a llamarse religión cristiana.

Un hombre con corazón

Otra de las características exclusivas de Cristo es que, a diferencia de otros grandes líderes religiosos, la entrega a una gran tarea no seca su corazón, no le fanatiza hasta el punto de hacerle olvidar las pequeñas cosas de la vida o no le encierra en la ataraxia del estoico o en el rechazo al mundo de los grandes santones orientales. Jesús no es uno de esos «santos» que, de tanto mirar al cielo, pisan los pies a sus vecinos. Al contrario; en él asistimos al desfile de todos los sentimientos más cotidianamente humanos. Apostilla K. Adam:

Es inaudito que un hombre, cuyas fuerzas están todas al servicio de una gran idea, y que, con todo el ímpetu de su voluntad ardiente se lanza a la prosecución de un fin sencillamente soberano y ultraterreno, tome, no obstante, un niño en sus brazos, lo bese y lo bendiga, y que las lágrimas corran por sus mejillas al contemplar a Jerusalén condenada a la ruina o al llegar ante la tumba de su amigo Lázaro.

Y no se trataba, evidentemente, de un gesto demagógico hecho -como ocurre hoy con los políticos- de cara a los fotógrafos. Por aquel tiempo entretenerse con los niños -y no digamos con un enfermo o una pecadora- eran gestos que más movían al rechazo que a la admiración. En Jesús, eran gestos sinceros. Todo el evangelio es un testimonio de ese corazón maternal con el que aparece retratado el Padre que espera al hijo pródigo o el buen pastor que busca a la oveja perdida. Jesús tenia -ya desde la eternidad- un corazón blando y sensible en el que, como en un órgano, funcionaban todos los registros de la mejor humanidad. Así le encontraremos compadeciéndose del pueblo y de sus problemas (Mt 9, 36); contemplando con cariño a un joven que parece interesado en seguirle (Mc 10, 21); mirando con ira a los hipócritas, entristecido por la dureza de su corazón (Mc 3, 5); estallando ante la incomprensión de sus apóstoles (Mc 8, 17); lleno de alegría cuando éstos regresan satisfechos de predicar (Lc 10, 21 ); entusiasmado por la fe de un pagano (Lc 7, 9); conmovido ante la figura de una madre que llora a su hijo muerto (Lc 7, 13); indignado por la falta de fe del pueblo (Mc 9, 1Cool; dolorido por la ingratitud de los nueve leprosos curados (Lc 17, 17); preocupado por las necesidades materiales de sus apóstoles (Lc 22, 35). Le veremos participar de los más comunes sentimientos humanos: tener hambre (Mt 4, 2); sed (Jn 4, 7); cansancio (Jn 4, 6); frío y calor ante la inseguridad de la vida sin techo (Lc 9, 5Cool; llanto (Lc 19, 41); tristeza (Mt 26, 37); tentaciones (Mt 4, 1). Comprobaremos, sobre todo, su profunda necesidad de amistad, que es, para Boff, una nota característica de Jesús, porque ser amigo es un modo de amar. Le oiremos elogiando las fiestas entre amigos (Lc 15, 6); explicando que a los amigos hay que acudir, incluso siendo inoportunos (Lc 11, 5). Le veremos, sobre todo, viviendo una honda amistad con sus discípulos, con Lázaro y sus hermanas, con María Magdalena.


Morir por la verdad libremente

Morirá por esa verdad. Es decir: se dejará matar por ella, pero no irá hacia la muerte como un fanático, no se arrojará hacia la cruz. La aceptará serenamente, desgarrándosele el corazón, porque ama la vida. Pero preferirá la de los demás a la propia. Si él hubiera pactado, si hubiera aceptado las componendas, siendo «más prudente», tal vez su muerte no habría sido necesaria. Pero su pensamiento y su acción eran gemelos y allí donde señalaba la flecha de su vocación, allí estaban sus pasos. El servicio a la verdad era el centro de su alma, pero no a una verdad abstracta sino a esa que se llama amor y que sólo podía realizarse siguiendo la senda marcada por su Padre. Y aquí llega la más alta de las paradojas: siguió esa senda desde la más absoluta de las libertades. Durante los primeros siglos de la Iglesia no faltaron herejías (los «monotelitas») que para dejar más claro que Jesús no podía pecar optaron por pensar que en Jesús no había más voluntad que la divina. Pero el tercer concilio de Constantinopla, en el año 681, definió tajantemente que Cristo estuvo dotado de voluntad y libertad humanas, que vivió y actuó como un ser libre. Basta con leer su vida para descubrir que la libertad es no solamente un rasgo de su carácter, sino también una señal distintiva de su personalidad, como escribe Comblin. Efectivamente la libertad y la liberación fueron los núcleos de su mensaje. San Pablo lo condensa sin vacilaciones: Fuisteis llamados, hermanos, a la libertad. (Gál 5, 13). Para que quedemos libres es por lo que Cristo nos liberó (Gál 5, 1). Jesús nace en el seno de un pueblo exasperado por la libertad, obsesionado por ella. De ese pueblo recibe su sentido, aunque, luego, él ensanchará sus dimensiones desde lo político a una libertad integral que nace en el corazón con raíces mas profundas que las puramente materiales. En el seno de ese pueblo, Jesús vivirá con una libertad inaudita. No depende de su familia. Rechaza las tentaciones con que algunos de sus miembros quieren apartarle de su misión (Mc 3, 21; 3, 31; Mt 12, 46) lo mismo que más tarde exigirá a sus discípulos esa misma libertad frente a sus familiares (Lc 14, 26).


http://es.catholic.net/escritoresactuales/357/843/articulo.php?id=8641

Qué dijo Jesús de sí mismo?


1. Jesús: Yo soy.
2. Jesús: Yo soy el Camino.
3. Jesús: Yo soy la Verdad.
4. Jesús: Yo soy la Vida.
5. Jesús: Yo soy la Resurreción.
6. Jesús: Yo soy la Luz del mundo.
7. Jesús: Yo soy el Buen Pastor.
8. Jesús: Yo soy la Puerta de las ovejas.
9. Jesús: Yo soy el Pan de la Vida.
10. Jesús: Yo soy la Vid verdadera.
11. Jesús: Yo soy Rey.

1. Jesús: Yo soy. (Jn 8,24; Jn 8,2Cool; 8, 58; Jn 13,19): significa existencia, identidad, autenticidad, veracidad, unidad, coherencia. Detrás de esa definición se esconde esta gran verdad: Jesús es la Existencia que da la existencia y consistencia a todo lo demás. Quien se une a Jesús, quien lo sigue, quien trata de imitarlo será una persona que viva en la verdad, autenticidad, identidad consigo mismo. Y evitará la duplicidad, la doblez de vida, las fisuras, los resquebrajamientos, la esquizofrenia. regresar

2. Yo soy el Camino. (Jn 14,6): camino para ir al Padre, camino para entender al Padre, camino para entender la verdad profunda del hombre, camino para la realización humana, camino para la solución a todos los problemas socioeconómicos y culturales. Quien se aparta de este Camino se perderá, tropezará, se desviará y no llegará nunca al puerto de la salvación y de la felicidad eterna. Quien sigue este Camino, que a veces es arduo y empinado, llegará, aunque llegue cansado, sin fuerzas y arrastrándose. Él es el Camino y el gozo al fin del camino, pues nos está esperando al final con los brazos abiertos. regresar

3. Yo soy la Verdad. (Jn 14,6): Ha venido a traer la Verdad de Dios, la Verdad del mundo, la Verdad del hombre, la Verdad de las cosas materiales, la Verdad del sufrimiento, la Verdad de la muerte, la Verdad del más allá. Quien se aparta de esta Verdad, caerá en el error, en la mentira, en la incoherencia, en la inautenticidad. Quien sigue a esta Verdad, la ama, la vive, la defiende, podrá sentirse libre, pues "la verdad os hará libres". regresar

4. Yo soy la Vida. (Jn 11, 25 y 14,6): Ha venido a traer la vida divina, de la que Él disfrutaba al lado del Padre. Y esa vida divina nos viene a través de los sacramentos y de la oración. Quien no se acerca a Jesús experimentará tarde o temprano los síntomas de la muerte. Quien sigue a Jesús, que es Vida, no morirá jamás, sino que vivirá eternamente. Es promesa de Jesús. Y Él cumple, porque es la Verdad. regresar

5. Yo soy la Resurrección. (Jn 11,25): Así como Él resucitó, así también nosotros, si creemos en Él, si lo seguimos, si lo amamos, resucitaremos. Y resucitaremos con nuestros mismos cuerpos. Y estos cuerpos se unirán a nuestras almas inmortales, para nunca más morir. Y unidos cuerpo y alma se formará, una vez más, nuestra persona, ya gloriosa y transfigurada, cuyo único objetivo será alabar, amar y servir a Dios en esos cielos nuevos. regresar

6. Yo soy la Luz del mundo. (Jn 8,12): Antes de su venida, una espesa oscuridad se cernía sobre el mundo y Él vino a traer la Luz del cielo, donde todo es transparencia, luminosidad, claridad. Quien sigue a Jesús no tropezará ni caerá, porque Él ilumina nuestro sendero. Quien sigue a Jesús no tendrá frío, porque su luz es calor para el alma. regresar

7. Yo soy el Buen Pastor. (Jn 10, 11): Hay tres tipos de pastores: el bueno, el malo y el mercenario. El pastor mercenario es asalariado, no busca el bien de las ovejas, sino que se sirve de las ovejas para su propio provecho; no ama a las ovejas, ama el oro que le pagan por cuidarlas. El pastor malo es el ladrón que salta la valla para robar. Y el Buen Pastor es el que da la vida por sus ovejas; es Cristo. Y será Buen Pastor quien se configura con el único Pastor y está dispuesto a dar la vida por las ovejas. ¿Qué hacer ante estos tres tipos de pastores? Debemos reconocer al Buen Pastor para amarlo, respetarlo, obedecerle; al mercenario hay que tolerarlo31; al ladrón, evitarlo, porque si no lo evitamos, nos roba el alma.32
regresar

8. Yo soy la Puerta de la ovejas. (Jn 10,7 y 9): puerta por la que se entra y se sale y por la que entran tanto las ovejas como los pastores, aunque no todos los pastores, sino sólo los verdaderos. Significa que Él es la Puerta de la Vida y el Camino de la Redención. Es el único mediador entre Dios y los hombres. Es la Puerta para entrar en la Casa del Padre. Es la Puerta para entrar en el Banquete celestial. Es la Puerta para entrar en la Vida eterna y feliz. Otras puertas conducen tal vez al vacío, a la violencia, a la nada, a la muerte. Quien es pastor lo único que debe hacer es hacer que sus ovejas pasen por esta Puerta que es Jesús. Quien es oveja lo único que debe hacer es hacer caso al Buen Pastor y a los pastores que le representan y entrar por esa Puerta, desoyendo la voz de los ladrones que saltan la tapia, porque quieren matar y robar. Y entrando, tendrán vida y vida en abundancia. regresar

9. Yo soy el Pan de la vida. (Jn 6, 35 y 4Cool: ¡Qué atrevimiento! Darse Él como Comida, en cuerpo y sangre, alma y divinidad. ¡Nadie habló como Él! Pan porque es el elemente más sencillo, lo que nunca falta en la mesa de los pobres. Pan porque se puede partir, compartir y repartir. Pan que pide ansia interior de esa comida espiritual y corazón limpio. Pan que nutre al débil, que consuela al triste. Pan que se hace uno con nosotros; o, mejor, nosotros nos hacemos uno con ese Pan y podemos entrar en intimidad y unión tal, que nadie podrá separarnos. Eso es la Comunión, la común unión con Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. regresar

10. Yo soy la Vid verdadera. (Jn 15, 1): La Vid es la que da savia y alimento y fruto a los sarmientos. Los sarmientos somos nosotros. Sólo quien está unido a esa Vid tendrá vida y no se secará. Quien no está unido a esa Vid, se seca, se corta, se arroja fuera y se quema. ¿Para qué sirve, si no? ¿Queremos dar frutos en la vida personal, en la vida familiar, en la vida social? Unámonos a esta Vid. E injertemos a esta Vid a esos sarmientos que tal vez se desgajaron o se dejaron desgajar, consciente o inconscientemente. regresar

11. Yo soy Rey. (Jn 18, 37): No un rey temporal, político, social que subyuga, esclaviza a sus súbditos. Más bien, es un Rey pobre, pobre materialmente, pero rico espiritualmente; es un Rey entregado a la Causa encomendada por el Padre; es un Rey humilde, pero consciente de su Realeza. Es un Rey que sirve, sale de palacio para caminar por nuestros caminos polvorientos y ver las necesidades de cada uno de sus súbditos y así poner soluciones. Nuestro Rey sufre nuestras miserias y dolores y los comparte. Es un Rey especial, porque tiene como trono, la cruz; como cetro, la verdad; como ley, el amor y el perdón; como vestidura, la humildad y la pureza; como corona, una de espinas labrada con todos los pecados nuestros.


http://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/547/1287/articulo.php?id=12563


-¿Cómo amó Jesús? ¿Cómo era el amor de su corazón? ¿Qué características tenía? ¿Hacia quién iba siempre dirigido? ¿Cómo se comprometía con aquellos a quienes amaba?
Cuando hallamos la respuesta adecuada, nos sentimos arrastrados al amor de Aquél que así supo amarnos a nosotros. El Evangelio es el libro siempre abierto que nos descubre en cada una de sus líneas el alma tan amante de Jesús.

El amor de Jesús fue, ante todo, muy afectivo. Era todo bondad, compasión, cariño, benignidad, comprensión. No lo podía disimular. Se le escapaba el corazón ante los niños, ante la mujer en aquel entonces tan relegada en la sociedad, ante la pareja de los novios de Caná, ante sus discípulos, cuya compañía busca en medio de la angustia de Getsemaní. La manera como abre la Ultima Cena es conmovedora:
- ¡Con cuánta ilusión he deseado comer esta pascua con vosotros!
Y antes de salir para el Huerto les pide a los Doce, y en ellos a nosotros, como un mendigo suplicante:
- ¡Permaneced en mi amor!
Al mismo Judas le llama dolido, pero con toda sinceridad: ¡Amigo!...
Este amor tan apasionado de su corazón se vuelve divinamente celoso de la salvación nuestra. Se declara nuestro Pastor, un Pastor que conoce a cada una de sus ovejas y de las que dice que nadie se las arrebatará de la mano...

Un amor que no se queda en romanticismos y en palabras vacías, sino que se convierte en servicio, expresado en el gesto insólito de arrodillarse a los pies de los discípulos para lavárselos con sus pro-pias ma-nos...
El amor de Jesús tenía, igual que en nosotros y mucho más que en nosotros, una doble vertiente, a saber, a Dios su Padre y a nosotros los hombres.

A los hombres nos ama como a verdaderos hermanos suyos, a todos, sin excluir a ninguno; si alguna preferencia tiene es precisamente con los más alejados, con los pecadores y con los pobres.
Es el suyo un amor generoso, complaciente, dulce y suave, magnánimo y tolerante.
Pero es también un amor que no le deja parar cuando se trata de nuestro bien, y toda su ternura y delicadeza se convierten en audacia, valentía y decisión que no le detienen ante ningún peligro.

Si miramos el amor de Jesús a Dios su Padre, vemos como al fin Dios ha conseguido el objetivo de toda la creación: verse amado como Dios se merece, porque este hombre, su Hijo, es capaz de darle con su hu-mildad y su obediencia todo el honor y toda la gloria que el primer hombre le arrebató con su orgullo y su rebeldía.
Se pasa horas y noches enteras en oración con Dios su Padre.
Se somete a su voluntad hasta aceptar el tormento de la cruz.
Se siente lleno de celo por su gloria y dice no tener más alimento que hacer la voluntad de su Padre Dios.
Este es el amante Jesús del Evangelio. El amor le llevará a la cruz, pero también se atraerá hacia Sí todos los corazones, tal como lo había anunciado:
- Cuando yo sea levantado sobre la tierra, todo lo atraeré a mí.

Así lo entendió aquella artista de París. Avanzada la noche, después de la ruidosa función de teatro, se retira en el hotel a la habitación designada. Colgando de la pared, un Crucifijo de marfil sobre una cruz negra. La artista lo contempla extasiada. Pasan las horas..., amanece, y la pobre muchacha todavía lo está contemplando. Hasta que toma la resolución:
- ¡Fuera la vida que he llevado hasta ahora! En adelante, entregada del todo a Jesús.
Hubo de marchar. Pero en el ébano del Crucifijo habían quedado talladas estas palabras:
- Así ama el amor.
Si se entiende el amor de Jesucristo, se sabe cómo juzgar de los amores que nos brinda la vida. Un amor que Dios bendice no mata el amor de Cristo. Amor que Dios rechaza, es amor que desplaza al de Cristo en el corazón.

El amor de Cristo es un amor muchas veces no correspondido. Pero es también un amor correspondido como ningún otro amor lo ha conseguido nunca...

Todos estamos convencidos de que Jesucristo es el hombre más perfecto que ha existido y existirá jamás, y que es, por lo tanto, el tipo y ejemplar de toda humanidad. Y Jesucristo, que nos dio como primer mandato y como distintivo el amor en todas sus dimensiones, es también el modelo acabado de cómo hay que amar.


http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/399/articulo.php?id=854

Jesús: mi modelo


He meditado mis rasgos y me he dado cuenta que éstos son muy diferentes a los tuyos. Por eso he levantado la mirada hacia Ti, para que motive mi fe y la lleve a la perfección (Hb 12,2). Yo soy uno de aquellos que no te han visto y, sin embargo, te aman y creen en Ti. Por eso siento ¡una tremenda alegría! (1Pe 1,Cool, la cual no podría expresar con palabras.

Aquí estoy Señor, dispuesto a seguirte, para ir a anunciarte a otros (Jn 1,40). Dame la fuerza necesaria para poder proclamar tu Buena Noticia a los pobres, como Tú dijiste de Ti mismo (Lc 4, 1Cool.

Aunque no he estado contigo desde el principio, quiero hablar en tu favor. “Lo que he visto y oído” sobre Ti quiero darlo a conocer a los demás (1Jn 1,3).

Dame la oportunidad de tener tu pensamiento (1 Cor 2, 16). Dame la gracia de sentir con tus sentimientos (Rom 15,3), de actuar con los sentimientos de tu corazón, para amar como Tú amas al Padre (Jn 14,31) y así como nos amas a cada uno de nosotros, hasta el extremo (Jn 13,1).

Nadie más ha tenido mayor amor que Tú. Tú mismo dijiste: “No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13) y Tu diste la vida por tus amigos, muriendo en una cruz (Fil 2,Cool. Dame las fuerzas necesarias para entregar mi vida, en el día a día (Lc 9,23), actuando en lo posible, con tu misma disposición, tomando la condición de servidor (Fil 2,7). No haciendo las cosas para recibir alabanzas o por vanagloria, porque esto no me serviría de nada (1 Cor 13,3), sino estimando y tratando a los demás como superiores a mí (Fil 2,3-4).

Enséñame el modo de tratar a los amigos, como Tú trataste a los discípulos, yo quiero tratar a mis amigos con la delicadeza que Tú trataste a los tuyos (Jn 21,14-15), por ejemplo: preparándoles comida en el lago de Tiberíades (Jn 21,9-13) o lavándoles los pies (Jn 13,4.5). Enséñame a amar, para poder poner en práctica tu mandamiento sobre el amor (Jn 15,17), porque si yo no tengo amor, nada soy (cfr. 1 Cor 13). Yo quiero estar afianzado en el amor (Col 2,2).

En el trato con los demás quiero estar lleno de bondad y amor y deseos de servirles siempre (Mc 10,43), siguiendo tu ejemplo, que viniste para servir (Mt 20,2Cool. Quiero ser atento y acogedor con los demás (Rom 15,7; Lc 9,10).

Permíteme un amplio conocimiento sobre la vida humana, para que mis prédicas, mis discursos y mis escritos estén al alcance de los humildes y sencillos, aquellos que Tú tanto amas. Dame esa vida abundante que Tú viniste a traer (Jn 10, 10) y dame la gracia para yo poderla compartir con los demás.

Que yo pueda ser como Tú, que vas sembrando amistad con todos (Jn 15,15), especialmente con tus amigos predilectos (Jn 13,23) o aquella familia de Betania (Lázaro, Marta y María) que Tu querías mucho (Jn 11,5) y llenando de alegría con tu presencia una fiesta familiar (Jn 2, 1-11).

Te pido, Señor Jesús, que me enseñes a mirar con cariño y ternura, como Tú miraste a Pedro cuando lo llamaste (Jn 1,42; Mt 16,18; Mc 1,17) o para levantarlo (Lc 22,61) o la mirada que le diste al joven rico, aquel que no quiso seguirte (Mc 21,10) o como levantaste los ojos para fijarte compasivamente en aquella muchedumbre que venía hacia Ti (Mc 3,34; 5,31; 10,23; 6,34; Mt 14,14; Jn 6,5). También enojado y con ira cuando miras a los insinceros (Mc 3,5) o cuando pronunciaste las maldiciones sobre los ricos, los poderosos y los satisfechos (Lc 6,24-26). Quiero aprender de Ti, siguiendo tu ejemplo, de total entrega de amor al Padre y a los seres humanos, especialmente a los pobres, sintiéndome puesto contigo, cerca de Ti y enviado por Ti (Mc 3,14).

Si, Señor, llamado por ti para estar contigo y para enviarme a predicar con poder. Quiero ser enviado para ir y producir mucho fruto que permanezca, porque “en esto ha sido glorificado mi Padre: en que den fruto y sean mis discípulos” (Jn 15, 16).

Señor, enséñame a orar, como Juan enseñó a sus discípulos (Mc 11, 1), porque estoy conciente como nos enseño nuestro fundador: “Hay que orar, orar más, orar mejor, orar siempre y no cansarse nunca de orar”.

Dame esa gracia, también a mi Congregación, la gracia de tener tu mismo pensamiento y sentimientos, para poder proceder de acuerdo a tu espíritu.

Quiero identificarme contigo, con tu Evangelio, tus bienaventuranzas (Mt 5, 2-12; Lc 6, 20-26), tu servicio a los pobres y necesitados, como lo soñó nuestro fundador, Alfonso María de Ligorio: Vivir la alegría de la pobreza. “Les recomiendo, la alegría de la pobreza –decía San Alfonso-, para que cada uno se contente con lo necesario, como limosna recibida del Creador”.

Ayúdame a tener respeto absoluto a la grandeza del pobre, como nos dijo San Alfonso: “En las misiones procuremos por todos los medios ser corteses con quienes nos acogen. Hablemos con gran respeto y sin herir a nadie, pues a todos hay que tratar con amor y mansedumbre, pero más todavía a la gente popular”.

Te estoy pidiendo mucho, no te me vayas a cansar, esta es la última petición, enséñame a dar gratuitamente aquello que gratuitamente yo he recibido (Mt 10,Cool.



Amigo lector: si por suerte te gusta este artículo, como lo espero, te pido por favor, me encomiendes a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, para que ella me ayude a poner en práctica estos mis deseos. Pide para mí esta gracia, que yo te prometo pedirla también para ti y darte mi bendición, sea quien sea que me haga este favor.


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MensajePublicado: Sab Jul 04, 2009 7:17 am    Asunto: Re: como amar?
Tema: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
Responder citando

marina escribió:
Jorge Andres Bayona R escribió:
Muy bien, tu propuesta está muy interesante, pero yo tengo una pregunta, ¿como amar a Jesús?. porque en realidad según las escrituras es muy dificil.

no se puede amar lo que no se conoce
entonces primero es conocer a Jesus
si conoces a Jesus entonces conoceras a Dios padre y al espiritu santo
se le ama Obedeciéndolo, tomando nuestra Cruz.


Buen aporte Marina. Pero un matiz, según mi admirado Padre Pío, para amar las cosas del mundo hay que conocerlas, las del cielo hay que amarlas.
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marina
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Mensajes: 3909

MensajePublicado: Dom Jul 05, 2009 7:00 pm    Asunto:
Tema: Joven ¿Aceptas el reto de Amar?
Responder citando

hola homo
bueno eso seria ya cosa de otro tema =S
sigo pensando que para amar algo hay que conocerlo:

para no hacer offtopic ( creo) pues te paso tambien un link donde estaban hablando de esto, por alla pues los chicos que saben te podran comentar y todo lo demas

recordar la 1 carta de San Juan:

7. Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.

8. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.

9. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él.

10. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

13. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.

16. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

20. Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.

21. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.

http://www.bibliacatolica.com.br/03/69/4.php

El Primer Concilio Vaticano estableció como dogma de fe que la existencia de Dios es algo que puede ser probado por la razón.

1.- Posibilidad de conocer a Dios con la SOLA LUZ DE LA RAZON NATURAL.

El concilio Vaticano (1869-1870) bajo Pío IX (1846-1870) declaró:

"Si alguno dijere que Dios vivo y verdadero, creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema." Dz.1806

"La misma Santa Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas." cf. Dz. 1785.

El Concilio presenta los siguientes elementos:

a) El objeto de nuestro conocimiento es Dios uno y verdadero, Creador y Señor nuestro; es por tanto un Dios distinto del mundo y personal.
b) El principio subjetivo del conocimiento es la razón natural en estado de naturaleza caída.
c) Medios del conocimiento son las cosas creadas.
d) Ese conocimiento es de por sí un conocimiento cierto.
e) Y, es posible, aunque no constituya el único camino para llegar a conocer a Dios.

La idea de Dios no es innata en nosotros pero sí tenemos la capacidad para conocerle con facilidad, y en cierto modo espontáneamente, por medio de sus obras.

2.- La existencia de Dios como objeto de fe

La existencia de Dios no sólo es objeto del conocimiento de la razón natural, sino también objeto de la fe sobrenatural.

Concilio Vaticano 1869-1870, bajo Pío IX 1846-1878

24 Abril 1870.

La fe en la escritura de Dios es condición indispensable para salvarse:

"Sin la fe es imposible agradar a Dios; pues es preciso que quien se acerque a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan." (Hebreos 11,6).

La revelación sobrenatural en la existencia de Dios, confirma el conocimiento natural de Dios, hace que todos puedan conocer la existencia de Dios con facilidad.

No hay contradicción en que una misma persona pueda tener al mismo tiempo ciencia y fe de la existencia de Dios, ya que en ambos casos diverso el objeto formal: evidencia natural - revelación divina.

Al primero llegamos por la razón natural y al segundo por la razón iluminada por la fe.

Tomado de:
http://www.liturgiacatolica.org/

LA RAZóN SON LOS OJOS DEL ALMA.
(San Agustín)

La respuesta precisa sería que Dios se puede servir de la razón para conceder el Don de la Fé.

para comprender la verdad, y ver la evidencia de esos argumentos racionales legítimos, NO basta la sola fuerza probatoria de tales argumentos; sino se requiere de un auxilio especial de la Gracia de Dios que nos permita superar las limitaciones que nuestra inteligencia ofuscada por el pecado nos impone.

1. SI es posible probar por la razón discursiva la existencia de Dios.
2. NO es suficiente esa prueba para convencer a todos, porque dado que tenemos nuestra inteligencia ofuscada por el pecado, ni los mejores razonamientos nos permiten ver la evidencia que tenemos frente a nuestros ojos, ya que SIN LA GRACIA, lo único que vemos es el velo que tenemos aún más cerca.
3. SI es posible que Dios se sirva de los argumentos racionales para DAR a alguien el Don de la Fé.
4. NO podemos simplemente suponer que Dios le dará la Gracia de ese Don de la Fé a cualquiera a quien a nosotros se nos ocurra presentarle nuestros argumentos racionales, puesto que la Fé es un Don que Dios da a quien Él quiere cuando Él lo juzga pertinente, y NO cuando nosotros pudieramos pensar que es apropiado.

si bien ya dijo San Agustín que para quien quiere creer tenía 1000
razones que demuestran su existencia, pero para quien no quiere, no tenia ninguna.

Nuestro conocimiento de Dios debe llevarnos a amarle.

28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:

30 "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.


Cita:
II Las vías de acceso al conocimiento de Dios

31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de "argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas.

Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana.

35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.


Cita:
III El conocimiento de Dios según la Iglesia

por la razón sola se puede llegar a Dios, pero es indispensable la fe para poder entrar en comunión con él.

La Revelación de Dios al hombre (revelación en toda su extensión de la palabra) se da por medio de dos vías:
-La Sagrada Escritura y la Tradición
-La Razón

Ambas se hacen plenas en Jesucristo.


Lo que puede meter duda es si una de esas es innecesaria o no, y la verdad es que van de la mano

una persona que empiece a creer sólo por que sí, después seguirá descubriendo a Dios tanto por la Palabra, como por sus sentidos, así que ambas van de la mano sin quitarse importancia, pero la razón SI es un medio de revelación de Dios al hombre.
La Revelación de Dios al hombre se da de dos maneras (ni una sin la otra)

-Por medio de la Fe, las Sagradas Escrituras y la Sagrada Tradición
yyy
-La razón (capacidad que todos tenemos aunque no todos la llevemos a cabo)
Ambas se hacen plenas en Jesucristo.

para seguir con el tema, pues puedes pasar a este link:
http://foros.catholic.net/viewtopic.php?t=58659&highlight=amar+conoce
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