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Una vez mas repasemos la leccion!

 
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Autor Mensaje
Tony de New York
Asiduo


Registrado: 03 Nov 2005
Mensajes: 297

MensajePublicado: Vie Jul 25, 2008 2:14 pm    Asunto: Una vez mas repasemos la leccion!
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
Responder citando

Hermanos del foro:
Hoy se cumplen 40 años de la publicación de “Humanae Vitae” quisiera que estudiemos y meditemos una vez mas las razones expuestas por el magisterio de UNA, SANTA, CATOLICA y APOSTOLICA. Sobre el tema de los anticonceptivos en el matrimonio.

Cum Petro et sub Petro,
Tony de New York.


El magisterio del PAPA PÍO XI
(Febrero 12, 1922- Febrero 10, 1939)


CARTA ENCÍCLICA
CASTI CONNUBII
DEL PAPA PÍO XI
SOBRE EL MATRIMONIO CRISTIANO

Todo lo cual, porque ya en otra ocasión tratamos copiosamente de la cristiana educación[19] de la juventud, encerraremos en las citadas palabras de San Agustín: "En orden a la prole se requiere que se la reciba con amor y se la eduque religiosamente"[20], y lo mismo dice con frase enérgica el Código de derecho canónico: "El fin primario del matrimonio es la procreación y educación de la prole"[21].


20. Viniendo ahora a tratar, Venerables Hermanos, de cada uno de los aspectos que se oponen a los bienes del matrimonio, hemos de hablar, en primer lugar, de la prole, la cual muchos se atreven a llamar pesada carga del matrimonio, por lo que los cónyuges han de evitarla con toda diligencia, y ello, no ciertamente por medio de una honesta continencia (permitida también en el matrimonio, supuesto el consentimiento de ambos esposos), sino viciando el acto conyugal. Criminal licencia ésta, que algunos se arrogan tan sólo porque, aborreciendo la prole, no pretenden sino satisfacer su voluptuosidad, pero sin ninguna carga; otros, en cambio, alegan como excusa propia el que no pueden, en modo alguno, admitir más hijos a causa de sus propias necesidades, de las de la madre o de las económicas de la familia.

Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta.

Por lo cual no es de admirar que las mismas Sagradas Letras atestigüen con cuánto aborrecimiento la Divina Majestad ha perseguido este nefasto delito, castigándolo a veces con la pena de muerte, como recuerda San Agustín: "Porque ilícita e impúdicamente yace, aun con su legítima mujer, el que evita la concepción de la prole. Que es lo que hizo Onán, hijo de Judas, por lo cual Dios le quitó la vida"[47].

21. Habiéndose, pues, algunos manifiestamente separado de la doctrina cristiana, enseñada desde el principio y transmitida en todo tiempo sin interrupción, y habiendo pretendido públicamente proclamar otra doctrina, la Iglesia católica, a quien el mismo Dios ha confiado la enseñanza y defensa de la integridad y honestidad de costumbres, colocada, en medio de esta ruina moral, para conservar inmune de tan ignominiosa mancha la castidad de la unión nupcial, en señal de su divina legación, eleva solemne su voz por Nuestros labios y una vez más promulga que cualquier uso del matrimonio, en el que maliciosamente quede el acto destituido de su propia y natural virtud procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley natural, y los que tal cometen, se hacen culpables de un grave delito.Por consiguiente, según pide Nuestra suprema autoridad y el cuidado de la salvación de todas las almas, encargamos a los confesore y a todos los que tienen cura de las mismas que no consientan en los fieles encomendados a su cuidado error alguno acerca de esta gravísima ley de Dios, y mucho más que se conserven —ellos mismos— inmunes de estas falsas opiniones y que no contemporicen en modo alguno con ellas. Y si algún confesor o pastor de almas, lo que Dios no permite, indujera a los fieles, que le han sido confiados, a estos errores, o al menos les confirmara en los mismos con su aprobación o doloso silencio, tenga presente que ha de dar estrecha cuenta al Juez supremo por haber faltado a su deber, y aplíquese aquellas palabras de Cristo: "Ellos son ciegos que guían a otros ciegos, y si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en la hoya"[48].

http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_31121930_casti-connubii_sp.html




El magisterio del PAPA PÍO XII
(1939-1958)


DISCURSO DEL SANTO PADRE PÍO XII
AL CONGRESO DE LA UNIÓN CATÓLICA ITALIANA DE OBSTÉTRICAS
CON LA COLABORACIÓN DE LA FEDERACIÓN NACIONAL
DE COLEGIOS DE COMADRONAS CATÓLICAS


Lunes 29 de octubre de 1951

Nuestro Predecesor Pío XI, de feliz memoria, en su Encíclica Casti connubii, del 31 de diciembre de 1930, proclamó de nuevo solemnemente la ley fundamental del acto y de las relaciones conyugales: que todo atentado de los cónyuges en el cumplimiento del acto conyugal o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, atentado que tenga por fin privarlo de la fuerza a él inherente e impedir la procreación de una nueva vida, es inmoral; y que ninguna "indicación" o necesidad puede cambiar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito (cf. AAS, vol. 22, págs. 559 y sigs.).

Esta prescripción sigue en pleno vigor lo mismo hoy que ayer, y será igual mañana y siempre, porque no es un simple precepto de derecho humano, sino la expresión de una ley natural y divina.
Sean Nuestras palabras una norma segura para todos los casos en que vuestra profesión y vuestro apostolado exigen de vosotras una determinación clara y firme.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/speeches/1951/documents/hf_p-xii_spe_19511029_ostetriche_sp.html


DISCURSO DE SU SANTIDAD PÍO XII
A LOS PARTICIPANTES EN EL II CONGRESO MUNDIAL
DE LA FERTILIDAD Y LA ESTERILIDAD


Sábado 19 de mayo de 1956

Tal es la enseñanza constante de la Iglesia; ésta ha rechazado toda concepción del matrimonio, que amenaza con replegarle sobre sí mismo, con hacer de él una búsqueda egoísta de satisfacciones afectivas y psíquicas en interés exclusivo de los esposos.

Pero la Iglesia ha descartado también la actitud opuesta, que pretende separar, en la generación la actividad biológica de la relación personal de los cónyuges. El niño es el fruto de la unión conyugal, cuando ella se manifiesta en plenitud, por el ejercicio de las funciones orgánicas, de las emociones sensible que a ella van unidas, del amor espiritual y desinteresado que la anima; es, en la unidad de este acto humano, donde han de situarse las condiciones biológicas de la generación. Jamás está permitido separar estos diversos aspectos, hasta el punto de excluir positivamente ya sea la intención procreadora y la relación conyugal. La relación que une al padre y a la madre con su hijo, se enraíza en el hecho orgánico, y más todavía en el acto deliberado de los esposos, por el que se entregan el uno al otro, voluntad de entrega que se desarrolla y encuentra su acabamiento verdadero en el ser que ellos ponen en el mundo. De otra parte, sólo esta consagración de sí, generosa en su principio y ardua en su realización, por la aceptación consciente de las responsabilidades que ella comporta, puede garantizar que la obra de la educación de los hijos será promovida con todo el cuidado, la energía y la paciencia que ella exige. Se puede, pues, afirmar que la fecundidad humana, al lado del aspecto físico, reviste aspectos morales esenciales que es necesario considerar también cuando se trata el problema desde un punto de vista médico.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/speeches/1956/documents/hf_p-xii_spe_19560519_vous-nous-avez_sp.html



El magisterio del PAPA JUAN XXIII
(1959-1963)
CARTA ENCÍCLICA
MATER ET MAGISTRA
DE SU SANTIDAD
JUAN XXIII

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 15 de mayo del año 1961, tercero de nuestro pontificado.

187. Como es sabido, las estadísticas de los países económicamente menos desarrollados demuestran que, a causa de la general difusión de los modernos adelantos de la higiene y de la medicina, se ha prolongado la edad media del hombre al reducirse notablemente la mortalidad infantil. Y la natalidad en los países en que ya es crecida permanece estacionaria, al menos durante un no corto período de tiempo. Por otra parte, mientras las cifras de la natalidad exceden cada año a las de la mortalidad, los sistemas de producción al incremento demográfico. Por ello, en los países más pobres lo peor no es que no mejore el nivel de vida, sino que incluso empeore continuamente. Hay así quienes estiman que, para que tal situación no llegue a extremos peligrosos, es preciso evitar la concepción o reprimir, del modo que sea, los nacimientos humanos.


Situación exacta del problema
188. A decir verdad, en el plano mundial la relación entre el incremento demográfico, de una parte, y los medios de subsistencia, de otra, no parece, a lo menos por ahora e incluso en un futuro próximo, crear graves dificultades. Los argumentos que se hacen en esta materia son tal dudosos y controvertidos que no permiten deducir conclusiones ciertas.

189. Añádese a esto que Dios, en su bondad y sabiduría, ha otorgado a la naturaleza una capacidad casi inagotable de producción y ha enriquecido al hombre con una inteligencia tan penetrante que le permite utilizar los instrumentos idóneos para poner todos los recursos naturales al servicio de las necesidades y del provecho de su vida. Por consiguiente, la solución clara de este problema no ha de buscarse fuera del orden moral establecido por Dios, violando la procreación de la propia vida humana, sino que, por el contrario, debe procurar el hombre, con toda clase de procedimientos técnicos y científicos, el conocimiento profundo y el dominio creciente de las energías de la naturaleza. Los progresos hasta ahora realizados por la ciencia y por la técnica abren en este campo una esperanza casi ilimitada para el porvenir.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicals/documents/hf_j-xxiii_enc_15051961_mater_sp.html



El magisterio del PAPA PABLO VI
(1963-1978)


Concilio Vaticano II.
“No es lícito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulación de la natalidad.”
(Gaudium et Spes, no. 51).


Carta Encíclica Humanae vitae
Sobre la transmisión de la vida humana
Por S. S. Pablo VI


La paternidad responsable
10. Por ello el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de "paternidad responsable" sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí.

En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana 9.

En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad.
En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.

La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores.
En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan por tanto libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia 10.

Respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial
11. Estos actos, con los cuales los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana, son, como ha recordado el Concilio, "honestos y dignos" 11, y no cesan de ser legítimos si, por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos, porque continúan ordenados a expresar y consolidar su unión. De hecho, como atestigua la experiencia, no se sigue una nueva vida de cada uno de los actos conyugales. Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida 12.

Inseparables los dos aspectos: Unión y procreación
12. Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador. Efectivamente, el acto conyugal, por su íntima estructura, mientras une profundamente a los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según las leyes inscritas en el ser mismo del hombre y de la mujer. Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad. Nos pensamos que los hombres, en particular los de nuestro tiempo, se encuentran en grado de comprender el carácter profundamente razonable y humano de este principio fundamental.
Tomado de:
http://www.mscperu.org/biblioteca/1magisterio/1PauloVI/blhuman_vitaePaulVI.html



El MENSAJE DEL SANTO PADRE PABLO VI, FIRMADO POR EL SECRETARIO DE ESTADO, PARA EL ARZOBISPO DE NUEVA YORK, CARDENAL COOKE

El miércoles, 24 de Mayo de 1978


Estimado Cardenal Cooke,

El Santo Padre ha aprendido con profunda satisfacción del proximo simposio titulado "la Planificación familiar Natural: Diez Años de Progreso-1968-1978”, con el Comité para Actividades Pro-vida de la Conferencia Nacional de Obispos católicos de Estados Unidos, junto con la Vida Humana y la fundación Planificación familiar Natural, desean conmemorar el décimo aniversario de la Encíclica “Humanae Vitae”.

Su Santidad se ha dirigido a mi para transmitirle a usted su ánimo para este Simposio, que apunta a revisar el progreso científico de la década pasada, y generar una comprensión más grande del apoyo para, lo que la Iglesia enseña en la moral conyugal, en la vida doméstica, y en la paternidad responsable.

Los participantes en el Simposio estarán bien enterados de intervenciones recientes de la Iglesia en estos precisos temas. Al repetir la enseñanza anterior, el Santo Padre desea en esta ocasión traer a la atención algunos asuntos de importancia pastoral particular en el asunto de la planificación familiar natural.

La primera área a la que él desea atraer la atención es el de la investigación. Es alentador notar la cantidad creciente de investigación científica rigurosa que ha sido llevada a cabo en el área de la planificación familiar natural en los años que siguieron a la Encíclica “Humanae Vitae”. Es importante que esta investigación sea continuada en una manera abierta, para que los métodos naturales de la regulación del nacimiento puedan ser revindicados científicamente en una escala más ancha y así llegen a ser aceptado
con la confianza más grande por más personas. También satisface notar una colaboración científica creciente, no sólo en la investigación pero también en evaluar los resultados, y en desarrollar métodos-docentes.

La segunda área la cual Su Santidad enfatizaría es la de promoción. El repite su ánimo y gratitud a todos los que trabajan para la promoción de la planificación familiar natural, Así directamente con parejas, o en tentativas médicas y sociales. El también solicita seriamente la tarea de colocar los resultados de la investigación científica al servicio de las parejas alrededor del mundo sean seguidos con esfuerzo intenso.

El creciente respeto para los derechos de la conciencia y el derecho de seguir sus convicciones religiosas, junto con el interés renovado, especialmente entre los jóvenes, en formas de la vida que respeta las pautas de la naturaleza, debe ser un ánimo para esos cuerpos que son responsables del desarrollo positivo de la sociedad, para tomar un interés más grande y más constructivo en los medios naturales de la planificación familiar. Es importante que las autoridades públicas y los cuerpos internacionales, el personal médico y los asistentees sociales, consejeros de matrimonios y educadores deben reconocer los altos valores positivos que son de ser encontrados en los métodos naturales, en los cuales la dignidad de la persona humana es fomentada: un conocimiento y una comprensión de la fecundidad ayuda a asegurar autonomía personal liberando las parejas de medios artificiales, mientra al dirigir ellos a un grado de auto-maestría sexual la cuál es un contraste directo con la tolerancia y la promiscuidad que constituyen hoy los problemas sociales graves de ser resueltos. Es esperado seriamente que las agencias públicas demostrarán correspondiente interés en y en el apoyo para las parejas y las organizaciones que son dirigidas por sus convicciones para seguir éstos altos ideales.

La tercera área de la importancia pastoral que el Santo Padre acentúa es precisamente la de los ideales que deben inspirar cualquier programa de la planificación familiar natural. La planificación familiar natural no es otro método de la prevención del nacimiento. La Encíclica “Humanae Vitae” claramente enseña: "El problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o psicológico, demográfico o sociológico, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna.” (“Humanae Vitae”, 7).

La práctica exitosa de la planificación familiar natural requiere un compromiso personal tanto del marido como el de la mujer. Con este compromiso llega a ser un medio efectivo para alcanzar, con la gracia de Dios, la unidad en el casamiento y amor conyugal, que el Concilio Vaticano Segundo había declarado anteriormente "ser ordenado por su naturaleza hacia el engendrar y educar de niños" (Gaudium et Spes, 50).
La Iglesia reconoce sinceramente que esa maternidad y la paternidad requieren valor y generosidad; ella también reconoce los varios desafíos y sacrificios inherente a ellos, pero también las alegrías y promesas. En nuestro día, cuando el niño a menudo es mirado principalmente como una carga, como una restricción en la libertad de la pareja, es necesario proclamar que el niño es el testigo vivo del amor de la pareja. También queda para agregar que entre las parejas que cumplen su papel de la procreación con el humana generosidad y responsabilidad cristiana "ésos merecen mención especial que con sabia y común deliberación y con magnanimidad emprende a criar apropiadamente aún un número más grande de niños" (Ibid.).

El Santo Padre enfatiza eso-como debe ser el caso en todas áreas de la misión-programas pastorales de la Iglesia de la planificación familiar natural deben presentar la enseñanza auténtica de la Iglesia en su totalidad, con la atención debida a todas las exigencias del plan de Dios para el matrimonio, que "es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor.”

((“Humanae Vitae”, 8 ). Al mismo tiempo, las parejas deben ser ayudadas con cristiana comprensión y paciente cuidado pastoral, para que, con ayuda divina, ellos puedan encarar exitosamente cualquier dificultad que pueden surgir por condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, o de otras circunstancias molestas.

Además, debe ser indicado que el fomentar programas naturales de planificación familiar forman parte de la contribución de la Iglesia al adelantamiento integral universal. Es un servicio específico a parejas que se esfuerzan por cumplir fielmente sus deberes apropiados como esposo/as y padres. Es esencial que los que dedican a sí mismo al trabajo de la enseñanza y promoción de la planificación familiar natural deben recibir la formación adecuada, el reconocimiento y el apoyo de las comunidades de la Iglesia y sus líderes.

El Santo Padre ofrece a la reflexión de los participantes en el Simposio en Nueva York la visión de la Iglesia de la planificación familiar natural, la planificación familiar natural no puede quedarse solamente en el nivel de técnicas ni investigación científica, aunque estos sean ligados en esencia a ello. Los programas de la planificación familiar natural deben dirigir a sí mismo concretamente a la tarea desafiante de la educación a la castidad conyugal. Esta educación será ayudada y será sostenida por la oración; para los católicos serán completados poderosamente en los Sacramentos de la Penitencia y la Santa Eucaristía. Los programas deben apuntar al desarrollo de una visión integral de la persona humana, en la cuál el amor conyugal son ligados íntimamente con la apertura a la vida, y en la cuál la alegría no es aislada del sacrificio y la auto-maestría sexual. La realización de esta visión, y de su presentación al mundo de hoy con problemas, es el deber y la contribución específica de todos cristianos, pero especialmente de parejas crisitianas casadas, llamadas en virtud del Sacramento de Matrimonio a la construcción del Reino de Dios en la tierra.

Es una fuente de satisfacción para el Santo Padre de saber que los organizadores y los participantes en el Simposio de Nueva York comporten éstos altos ideales cristianos con respecto al matrimonio y a la misma vida humana, y que ellos ya han mostrado su compromiso a estos ideales en años de esfuerzo incansable. A todos los que trabaja juntos a promover la dignidad de amor conyugal, la importancia de la familia cristiana y la santidad de la vida humana en todas sus etapas, Su Santidad expresa su gratitud profunda gratitud.

Con el cariño paternal en Jesucristo él extiende su especial Bendición Apostólica a todo los reunidos, así como a sus leales colaboradores, rogando al Señor, la fuente de la vida y amor, para continue derramando su gracia en sus futuras actividades. Con cada buen deseo bueno para su propio apoyo dedicado a las actividades Pro-vida, yo me quedo.

Sinceramente suyo en Cristo.

J. Card. VILLOT

Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1978/may/document/hf_p-vi_spe_19780524_arc-new-york_en.html





DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS OBISPOS DE LOS ESTADOS UNIDOS EN SU VISITA AD LIMINA


El viernes, 26 el 1978 de mayo

En particular, cada contribución que se hizo para mejorar el clima moral de la sociedad, para oponerse al desenfreno y el hedonismo, y toda ayuda a la familia, que es la fuente de nueva vida, apoya efectivamente los valores de la vida. Sabemos eso, en conjunción con el décimo aniversario de “Humanae Vitae”, varias iniciativas son patrocinadas a través de su país para explicar la planificación familiar natural, de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia. Estas actividades honran la vida directamente en la dignidad e importancia de su origen. En el apoyo de programas naturales de planificación familiar, la Iglesia da a testimonio no sólo a su fidelidad al diseño del Creador, pero también a su servicio fiel a la persona humana, que es: "El principio, el sujeto y el objetivo de todas instituciones sociales" (Gaudium et Spes, 25).
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1978/may/document/hf_p-vi_spe_19780526_vescovi-americani_en.html




El magisterio del PAPA JUAN PABLO I

(1978)

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO I
A LOS OBISPOS DE LA XII REGIÓN PASTORAL DE ESTADOS UNIDOS
EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»


Jueves 21 de septiembre de 1978
Queridos hermanos en Cristo:
Es un verdadero placer para nosotros encontrarnos por primera vez con un grupo de obispos americanos que realizan la visita ad limina. Os acogemos de todo corazón, queremos que os sintáis en vuestra casa, que experimentéis el gozo de encontrarnos juntos en familia. Nuestro gran deseo en este momento es confirmaros a todos en la fe y en el servicio al Pueblo de Dios; queremos mantener vivo el ministerio de Pedro en la Iglesia.

Desde que soy Papa he ido leyendo con gran atención las sabias enseñanzas que nuestro querido predecesor Pablo VI impartió este mismo año a los obispos de Estados Unidos sobre los temas del ministerio de la reconciliación en la Iglesia, de la protección y defensa de la vida, y del impulso de la devoción a la Eucaristía. Sus enseñanzas las hacemos también nuestras y os renovamos el aliento y las directrices que os dio en esos discursos.

…..Hoy queremos manifestaros nuestra admiración y alabaros por los esfuerzos que hacéis para salvaguardar y mantener a la familia como Dios la ha hecho y como Dios la quiere. En todo el mundo las familias cristianas procuran responder a su maravilloso llamamiento, y estamos muy cerca de cada una de ellas. Los sacerdotes y religiosos se esmeran en sostenerlas y ayudarlas, y todos estos esfuerzos son dignos de las mayores alabanzas. Nuestro aliento va sobre todo a los que ayudan a los futuros esposos a prepararse al matrimonio cristiano ofreciéndoles las enseñanzas íntegras de la Iglesia y exhortándolos a los ideales más altos de la familia cristiana.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_i/speeches/documents/hf_jp-i_spe_21091978_us-bishops_sp.html
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Tony de New York
Asiduo


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Mensajes: 297

MensajePublicado: Vie Jul 25, 2008 2:27 pm    Asunto:
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
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El magisterio del PAPA JUAN PABLO II
(Octubre 16, 1978-2005)


Discurso sobre el regalo de los niños.
1 de Septiembre 1979.
Limerick, Irlanda.

"Y aquí, quiero decir una palabra muy especial a todos padres irlandeses. El casamiento debe incluir la apertura al regalo de niños. Una apertura generosa aceptar a los niños de Dios como el regalo a su amor es la marca de la pareja cristiana. Respeten el ciclo de la vida dado por Dios , porque este respeto forma parte de nuestro respeto para Dios él mismo, que creó macho y hembra, que los creó en su propia imagen, reflejando su propio amor vivificador en las pautas de su sexuales".


A los obispos de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos en Chicago.
Octubre 8, 1979.

"Al exaltar la belleza del casamiento usted habló correctamente contra la ideología de actos de contracepción y anticonceptivo, como hizo encíclica Humanae vitae. Y yo mismo hoy, con la misma convicción de Paul VI, ratifico la enseñanza de esta encíclica, que fue echado por mi Antecesor en virtud del mandato confiado a nosotros por Cristo"
(AAS, 60, 1968, p.485, Origins, Oct. 18, 1979).

A un grupo de Franceses.
Noviembre 3, 1979.

"Apunta a una unidad profundamente personal, la unidad, más allá de la unión en una carne, lleva a formar un corazón y una alma; demanda indissolubilidad en la fidelidad en dar mutuo definitivo; y está abierto a la fecundidad.”(cf. HV 9).

A un grupo de obispos de Indonesia.
Julio 7, 1980.

"En la pregunta de la enseñanza de la Iglesia en la regulación del nacimiento somos llamados a profesar en la unión con la Iglesia entera la exigente pero inspiranda enseñanza registrada en la Encíclica Humanae vitae, que mi Antecesor Paul VI escribió 'en virtud del mandato confiado a nosotros por Cristo' (AAS 60, 1968, p.485). Especialmente en esta consideración nosotros debemos ser conscientes del hecho que la sabiduría de Dios supercede el cálculo humano y su gracia es poderosa en la vida de las personas".

"La contracepción es de ser juzgada objetivamente ilícita" dijo el Papa, "que nunca, puede ser justificada por cualquier razón".



EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
FAMILIARIS CONSORTIO
DE SU SANTIDAD
JUAN PABLO II

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 22 de noviembre, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, del año 1981, cuarto de mi Pontificado.


En la visión integral del hombre y de su vocación
32. En el contexto de una cultura que deforma gravemente o incluso pierde el verdadero significado de la sexualidad humana, porque la desarraiga de su referencia a la persona, la Iglesia siente más urgente e insustituible su misión de presentar la sexualidad como valor y función de toda la persona creada, varón y mujer, a imagen de Dios.

En esta perspectiva el Concilio Vaticano II afirmó claramente que «cuando se trata de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal».(86)

Es precisamente partiendo de la «visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna»,(87) por lo que Pablo VI afirmó, que la doctrina de la Iglesia «está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador».(88 ) Y concluyó recalcando que hay que excluir, como intrínsecamente deshonesta, «toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación».(89)
Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como «árbitros» del designio divino y «manipulan» y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación «total». Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal.
En cambio, cuando los esposos, mediante el recurso a períodos de infecundidad, respetan la conexión inseparable de los significados unitivo y procreador de la sexualidad humana, se comportan como «ministros» del designio de Dios y «se sirven» de la sexualidad según el dinamismo original de la donación «total», sin manipulaciones ni alteraciones.(90)
A la luz de la misma experiencia de tantas parejas de esposos y de los datos de las diversas ciencias humanas, la reflexión teológica puede captar y está llamada a profundizar la diferencia antropológica y al mismo tiempo moral, que existe entre el anticoncepcionismo y el recurso a los ritmos temporales. Se trata de una diferencia bastante más amplia y profunda de lo que habitualmente se cree, y que implica en resumidas cuentas dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana, irreconciliables entre sí. La elección de los ritmos naturales comporta la aceptación del tiempo de la persona, es decir de la mujer, y con esto la aceptación también del diálogo, del respeto recíproco, de la responsabilidad común, del dominio de sí mismo. Aceptar el tiempo y el diálogo significa reconocer el carácter espiritual y a la vez corporal de la comunión conyugal, como también vivir el amor personal en su exigencia de fidelidad. En este contexto la pareja experimenta que la comunión conyugal es enriquecida por aquellos valores de ternura y afectividad, que constituyen el alma profunda de la sexualidad humana, incluso en su dimensión física. De este modo la sexualidad es respetada y promovida en su dimensión verdadera y plenamente humana, no «usada» en cambio como un «objeto» que, rompiendo la unidad personal de alma y cuerpo, contradice la misma creación de Dios en la trama más profunda entre naturaleza y persona.


El Papa Juan Pablo II se dirige a los participantes de la primera asamblea plenaria del Pontificio concejo para la familia.
Mayo 30, 1983.
"Es imprescindible que la acción pastoral de comunidades cristianas sea totalmente fiel a las enseñanzas de la vida de Encíclica Humanae y el consortio Apostólico de Exhortación Familiaris. Sería un error grave de establecer los requisitos pastorales en la oposición a la enseñanza doctrinal, desde que el primer servicio que la Iglesia debe realizar para personas es de decirles la verdad de que ella es ni el autor ni el maestro". (Observatorio Romano, Junio 6, 1983).


Paternidad Responsable.
Octubre 8, 1983.
"En el origen de cada persona humana hay un acto creador de Dios. Ningún hombre nace por casualidad; él es siempre el objeto de amor creador de Dios. De esta verdad fundamental de fe y la razon sigue que la capacidad procreadora, inscrito en la sexualidad humana es - en su verdad más profunda - una cooperación con el poder creador de Dios. Y también sigue el hombre y la mujer no son árbitros, no son los maestros de esta misma capacidad, los llamó como ellos son, en ello y por ello, para ser participantes en la decisión creadora de Dios. Cuándo, por lo tanto, por la contracepción, las parejas casadas quitan del ejercicio de su sexualidad conyugal su capacidad potencial procreadora, ellos reclaman un poder que pertenece únicamente a Dios: el poder de decidir en un análisis final el nacimiento de una persona humana. Ellos asumen el requisito de no ser cooperadores en el poder creador de Dios, pero los últimos depositarios de la fuente de la vida humana. En esta perspectiva, la contracepción es de ser juzgada objetivamente profundamente ilegal, como nunca ser, por cualquier razón, justificado. Pensar o decir lo contrario es igual a mantener que en la vida humana, las situaciones pueden surgir en la cual es lícito no reconocer a Dios como Dios". (Observatorio Romano, Octubre 10, 1983).



PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA
CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA
PRESENTADA POR LA SANTA SEDE
A TODAS LAS PERSONAS, INSTITUCIONES Y AUTORIDADES
INTERESADAS EN LA MISION DE LA FAMILIA
EN EL MUNDO CONTEMPORANEO
22 de octubre de 1983


Artículo 3
Los esposos tienen el derecho inalienable de fundar una familia y decidir sobre el intervalo entre los nacimientos y el número de hijos a procrear, teniendo en plena consideración los deberes para consigo mismos, para con los hijos ya nacidos, la familia y la sociedad, dentro de una justa jerarquía de valores y de acuerdo con el orden moral objetivo que excluye el recurso a la contracepción, la esterilización y el aborto.
C:\Documents and Settings\Owner\Desktop\Carta derechos de la familia, 22-0ct_-1983.htm




Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación.Respuesta a algunas cuestiones de actualidad
Por la Congregación para la Doctrina de la Fe
22 de febrero de 1987, Fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol.

La contracepción priva intencionalmente al acto conyugal de su apertura a la procreación y realiza de ese modo una disociación voluntaria de las finalidades del matrimonio. La fecundación artificial homóloga, intentando una procreación que no es fruto de la unión específicamente conyugal, realiza objetivamente una separación análoga entre los bienes y los significados del matrimonio.
Por tanto, se quiere lícitamente la fecundación cuando ésta es el término de un "acto conyugal de suyo idóneo a la generación de la prole, al que se ordena el matrimonio por su propia naturaleza y por el cual los cónyuges se hacen una sola carne"46.
http://www.vidahumana.org/vidafam/iglesia/donum.html



Dirigido a la Conferencia de la Planificación Familiar.
Junio 11, 1987.

"Lo que es enseñado por la Iglesia sobre la contracepción no pertenece a la materia libremente discutible entre los teólogos".
Aquellos que discuten de otro modo "en un abierto contraste con la ley de Dios, auténticamente enseñado por la Iglesia, guían a las parejas a un sendero equivocado". (Observatorio Romano, Junio 6, 1986).


El Papa Juan Pablo II, en su discurso a los obispos de Estados Unidos reunidos en Los Angeles(en 1987),

"También es de notar que hay una tendencia de parte de algunos católicos de ser selectivos en su adherencia a las enseñanzas morales de la Iglesia. Se dice algunas veces que el ser disidente del Magisterium es totalmente compatible con ser un “buen católico" y no posee nungun obstáculo a la recepción de los Sacramentos. Esto es un error grave. ...”



DISCORSO DI GIOVANNI PAOLO II
AI PARTECIPANTI AL IV CONGRESSO INTERNAZIONALE
PER LA FAMIGLIA D’AFRICA E D’EUROPA

Lunedì, 14 marzo 1988

El 14 de marzo de 1988 el Santo Padre volvió a tratar el tema, esta vez les dirigió la palabra a los participantes de la IV Conferencia Internacional sobre la Familia en Europa y África. El Papa se refirió al problema de los sacerdotes que están mal enfocados y que practican una falsa "comprensión pastoral". "Realmente no puedo callar ante el hecho de que muchos, todavía hoy, no ayudan a las parejas casadas en esta grave responsabilidad suya y más bien ponen grandes obstáculos en su camino... esto puede llevar consigo graves y destructivas consecuencias, cuando la doctrina de la Encíclica se pone en duda, como ha sucedido algunas veces, hasta con teólogos y pastores de almas. Esta actitud de hecho puede inspirar dudas con respecto a una enseñanza cierta de la Iglesia y de esta manera se nubla la percepción de la verdad que no admite discusión. Esto no es un signo de comprensión pastoral sino una equivocación con respecto al verdadero bien de las personas. La verdad no puede basarse en una mayoría de opiniones".
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1988/march/documents/hf_jp-ii_spe_19880314_famiglia-africa-europa_it.html




DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL II CONGRESO INTERNACIONAL
DE TEOLOGÍA MORAL


Sábado 12 de noviembre de 1988

Todos conocéis la explícita invitación que se hace en la Encíclica, Humanae vitae a todos los hombres de ciencia, y de modo especial a los científicos católicos, para que, mediante sus estudios, contribuyan a aclarar cada vez mas a fondo las diversas condiciones que favorecen una honesta regulación de la procreación humana (cf. n. 24). También yo he renovado esta invitación en diversas circunstancias, pues estoy convencido de que el trabajo interdisciplinar es indispensable para una adecuada aproximación a la compleja problemática referente a este delicado sector.

2.Hay que recordar, en particular, el testimonio que ofrecieron los obispos en el Sínodo de 1980: ellos, «en la unidad de la fe con el Sucesor de Pedro», escribían que hay que mantener firmemente «lo que ha sido propuesto en el Concilio Vaticano II (cf. Gaudium et spes, 50) y después de la Encíclica Humanae vitae, y en concreto, que el amor conyugal debe ser plenamente humano, exclusivo y abierto a una nueva vida (Humanae vitae, 11 y cf. 9 y 12)» (Propositio, 22).

Este testimonio lo recogí, posteriormente, en la Exhortación post-sinodal Familiaris consortio, volviendo a proponer, en el contexto más amplio de la vocación y de la misión de la familia. La perspectiva antropológica y moral de la Humanae vitae, así como la consiguiente norma ética que se debe deducir para la vida de los esposos.

3. No se trata, efectivamente, de una doctrina inventada por el hombre: ha sido inscrita por la mano creadora de Dios en la misma naturaleza de la persona humana y ha sido confirmada por Él en la Revelación. Ponerla en discusión, por tanto, equivale a refutar a Dios mismo la obediencia de nuestra inteligencia. Equivale a preferir el resplandor de nuestra razón a la luz de la Sabiduría Divina, cayendo, así, en la oscuridad del error y acabando por hacer mella en otros puntos fundamentales de la doctrina cristiana.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1988/november/documents/hf_jp-ii_spe_19881112_teologia-morale_sp.html




Ioannes Paulus PP. II
Veritatis splendor
a todos los Obispos de la Iglesia Catolica
sobre algunas cuestiones fundamentales
de la Enseñanza Moral
de la Iglesia


1993.08.06

"Sobre los actos intrínsecamente malos y refiriéndose a las prácticas contraceptivas mediante las cuales el acto conyugal es realizado intencionalmente infecundo, Pablo VI enseña: «En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rm 3, 8 ), es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social»”(N. 80).
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_06081993_veritatis-splendor_sp.html




CARTA A LAS FAMILIAS DEL PAPA JUAN PABLO II
1994- AÑO DE LA FAMILIA

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, del año 1994, décimo sexto de mi Pontificado.


Los esposos aprenden por propia experiencia lo que significan la paternidad y maternidad responsables; lo aprenden también gracias a la experiencia de otras parejas que viven en condiciones análogas y se han hecho así más abiertas a los datos de las ciencias. Podría decirse que los « estudiosos » aprenden casi de los « esposos », para poder luego, a su vez, instruirlos de manera más competente sobre el significado de la procreación responsable y sobre los modos de practicarla.

Este tema ha sido tratado ampliamente en los Documentos conciliares, en la Encíclica Humanae vitae, en las « Proposiciones » del Sínodo de los Obispos de 1980, en la Exhortación apostólica Familiaris consortio, y en intervenciones análogas, hasta la Instrucción Donum vitae de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La Iglesia enseña la verdad moral sobre la paternidad y maternidad responsables, defendiéndola de las visiones y tendencias erróneas difundidas actualmente. ¿Por qué hace esto la Iglesia? Acaso porque no se da cuenta de las problemáticas evocadas por quienes en este ámbito sugieren concesiones y tratan de convencerla también con presiones indebidas, si no es incluso con amenazas? En efecto, se reprocha frecuentemente al Magisterio de la Iglesia que está ya superado y cerrado a las instancias del espíritu de los tiempos modernos; que desarrolla una acción nociva para la humanidad, más aún, para la Iglesia misma. Por mantenerse obstinadamente en sus propias posiciones —se dice—, la Iglesia acabará por perder popularidad y los creyentes se alejarán cada vez más de ella.

Pero, ¿cómo se puede sostener que la Iglesia, y de modo especial el Episcopado en comunión con el Papa, sea insensible a problemas tan graves y actuales? Pablo VI veía precisamente en éstos cuestiones tan vitales que lo impulsaron a publicar la Encíclica Humanae vitae. El fundamento en que se basa la doctrina de la Iglesia sobre la paternidad y maternidad responsables es mucho más amplio y sólido. El Concilio lo indica ante todo en sus enseñanzas sobre el hombre cuando afirma que él « es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma » y que « no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino es en la entrega sincera de sí mismo ».32 Y esto porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y redimido por el Hijo unigénito del Padre, hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación.

…Sin embargo, no hay verdadero amor sin la conciencia de que Dios «es Amor», y de que el hombre es la única criatura en la tierra que Dios ha llamado «por sí misma» a la existencia. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, sólo puede «encontrar su plenitud» mediante la entrega sincera de sí mismo. Sin este concepto del hombre, de la persona y de la «comunión de personas» en la familia, no puede haber civilización del amor; recíprocamente, sin ella es imposible este concepto de persona y de comunión de personas. La familia constituye la «célula» fundamental de la sociedad. Pero hay necesidad de Cristo —«vid» de la que reciben savia los «sarmientos»— para que esta célula no esté expuesta a la amenaza de una especie de desarraigo cultural, que puede venir tanto de dentro como de fuera. En efecto, si por un lado existe la «civilización del amor», por otro está la posibilidad de una «anticivilización» destructora, como demuestran hoy tantas tendencias y situaciones de hecho.

¿Quién puede negar que la nuestra es una época de gran crisis, que se manifiesta ante todo como profunda «crisis de la verdad»? Crisis de la verdad significa, en primer lugar, crisis de conceptos. Los términos «amor», «libertad», «entrega sincera» e incluso «persona», «derechos de la persona», ¿significan realmente lo que por su naturaleza contienen? He aquí por qué resulta tan significativa e importante para la Iglesia y para el mundo —ante todo en Occidente la encíclica sobre el «esplendor de la verdad» (Veritatis splendor). Solamente si la verdad sobre la libertad y la comunión de las personas en el matrimonio y en la familia recupera su esplendor, empezará verdaderamente la edificación de la civilización del amor y será entonces posible hablar con eficacia —como hace el Concilio— de «promover la dignidad del matrimonio y de la familia»35.

¿Por qué es tan importante el «esplendor de la verdad»? Ante todo, lo es por contraste: el desarrollo de la civilización contemporánea está vinculado a un progreso científico-tecnológico que se verifica de manera muchas veces unilateral, presentando como consecuencia características puramente positivistas. Como se sabe, el positivismo produce como frutos el agnosticismo a nivel teórico y el utilitarismo a nivel práctico y ético. En nuestros tiempos la historia, en cierto sentido, se repite. El utilitarismo es una civilización basada en producir y disfrutar; una civilización de las «cosas» y no de las «personas»; una civilización en la que las personas se usan como si fueran cosas. En el contexto de la civilización del placer, la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo para los padres, la familia una institución que dificulta la libertad de sus miembros. Para convencerse de ello, basta examinar ciertos programas de educación sexual, introducidos en las escuelas, a menudo contra el parecer y las protestas de muchos padres; o bien las corrientes abortistas, que en vano tratan de esconderse detrás del llamado «derecho de elección» («pro choice») por parte de ambos esposos, y particularmente por parte de la mujer. Éstos son sólo dos ejemplos de los muchos que podrían recordarse.

Es evidente que en semejante situación cultural, la familia no puede dejar de sentirse amenazada, porque está acechada en sus mismos fundamentos. Lo que es contrario a la civilización del amor es contrario a toda la verdad sobre el hombre y es una amenaza para él: no le permite encontrarse a sí mismo ni sentirse seguro como esposo, como padre, como hijo. El llamado «sexo seguro», propagado por la «civilización técnica», es en realidad, bajo el aspecto de las exigencias globales de la persona, radicalmente no-seguro, e incluso gravemente peligroso. En efecto, la persona se encuentra ahí en peligro, y, a su vez, está en peligro la familia. ¿Cuál es el peligro? Es la pérdida de la verdad sobre la familia, a la que se añade el riesgo de la pérdida de la libertad y, por consiguiente, la pérdida del amor mismo. «Conoceréis la verdad —dice Jesús— y la verdad os hará libres» (Jn 8, 32). La verdad, sólo la verdad, os preparará para un amor del que se puede decir que es «hermoso».

La familia contemporánea, como la de siempre, va buscando el «amor hermoso». Un amor no «hermoso», o sea, reducido sólo a satisfacción de la concupiscencia (cf. 1 Jn 2, 16) o a un recíproco «uso» del hombre y de la mujer, hace a las personas esclavas de sus debilidades. ¿No favorecen esta esclavitud ciertos «programas culturales» modernos? Son programas que «juegan» con las debilidades del hombre, haciéndolo así más débil e indefenso.

La civilización del amor evoca la alegría: alegría, entre otras cosas, porque un hombre viene al mundo (cf. Jn 16, 21) y, consiguientemente, porque los esposos llegan a ser padres. Civilización del amor significa «alegrarse con la verdad» (cf. 1 Co 13, 6); pero una civilización inspirada en una mentalidad consumista y antinatalista no es ni puede ser nunca una civilización del amor. Si la familia es tan importante para la civilización del amor, lo es por la particular cercanía e intensidad de los vínculos que se instauran en ella entre las personas y las generaciones. Sin embargo, es vulnerable y puede sufrir fácilmente los peligros que debilitan o incluso destruyen su unidad y estabilidad. Debido a tales peligros, las familias dejan de dar testimonio de la civilización del amor e incluso pueden ser su negación, una especie de antitestimonio. Una familia disgregada puede, a su vez, generar una forma concreta de «anticivilización», destruyendo el amor en los diversos ámbitos en los que se expresa, con inevitables repercusiones en el conjunto de la vida social.

…Como es sabido, en la base del utilitarismo ético está la búsqueda constante del «máximo» de felicidad: una «felicidad utilitarista», entendida sólo como placer, como satisfacción inmediata del individuo, por encima o en contra de las exigencias objetivas del verdadero bien.

El proyecto del utilitarismo, basado en una libertad orientada con sentido individualista, o sea, una libertad sin responsabilidad, constituye la antítesis del amor, incluso como expresión de la civilización humana considerada en su conjunto. Cuando este concepto de libertad encuentra eco en la sociedad, aliándose fácilmente con las más diversas formas de debilidad humana, se manifiesta muy pronto como una sistemática y permanente amenaza para la familia. A este respecto, se podrían citar muchas consecuencias nefastas, documentables a nivel estadístico, aunque no pocas de ellas quedan escondidas en los corazones de los hombres y de las mujeres, como heridas dolorosas y sangrantes.
El amor de los esposos y de los padres tiene la capacidad de curar semejantes heridas, si las mencionadas insidias no le privan de su fuerza de regeneración, tan benéfica y saludable para la comunidad humana. Esta capacidad depende de la gracia divina del perdón y de la reconciliación, que asegura la energía espiritual para empezar siempre de nuevo. Precisamente por esto, los miembros de la familia necesitan encontrar a Cristo en la Iglesia a través del admirable sacramento de la penitencia y de la reconciliación.
…En nuestra época este tesoro es explorado a fondo en los documentos del concilio Vaticano II55; interesantes análisis se han hecho también en los numerosos discursos que Pío XII dedica a los esposos56; en la encíclica Humanae vitae de Pablo VI; en las intervenciones durante el Sínodo de los obispos dedicado a la familia (1980), y en la exhortación apostólica Familiaris consortio. A estas intervenciones del Magisterio ya me he referido al principio.

Con razón, pues, la Iglesia pregunta durante el rito del matrimonio: «?Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?»39.

Tomado de:
http://www.churchforum.org/info/Familia/CARTA-A-LAS-FAMILIAS.htm
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Tony de New York
Asiduo


Registrado: 03 Nov 2005
Mensajes: 297

MensajePublicado: Vie Jul 25, 2008 2:41 pm    Asunto:
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
Responder citando

Ioannes Paulus PP. II
Evangelium vitae
a los Obispos
a los Sacerdotes y Diaconos
a los Religiosos y Religiosas
a los Fieles laicos
y a todas las Personas de Buena Voluntad
sobre el Valor y el Caracter Inviolable
de la Vida Humana


1995.03.25

13. Para facilitar la difusión del aborto, se han invertido y se siguen invirtiendo ingentes sumas destinadas a la obtención de productos farmacéuticos, que hacen posible la muerte del feto en el seno materno, sin necesidad de recurrir a la ayuda del médico. La misma investigación científica sobre este punto parece preocupada casi exclusivamente por obtener productos cada vez más simples y eficaces contra la vida y, al mismo tiempo, capaces de sustraer el aborto a toda forma de control y responsabilidad social.

Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el aborto. Se acusa además a la Iglesia católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción. La objeción, mirándolo bien, se revela en realidad falaz. En efecto, puede ser que muchos recurran a los anticonceptivos incluso para evitar después la tentación del aborto. Pero los contravalores inherentes a la « mentalidad anticonceptiva » —bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y maternidad, respetando el significado pleno del acto conyugal— son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación, ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción. Es cierto que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral, son males específicamente distintos: la primera contradice la verdad plena del acto sexual como expresión propia del amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la justicia y viola directamente el precepto divino « no matarás ».


A pesar de su diversa naturaleza y peso moral, muy a menudo están íntimamente relacionados, como frutos de una misma planta. Es cierto que no faltan casos en los que se llega a la anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de múltiples dificultades existenciales, que sin embargo nunca pueden eximir del esfuerzo por observar plenamente la Ley de Dios. Pero en muchísimos otros casos estas prácticas tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar absolutamente, y el aborto en la única respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada.
Lamentablemente la estrecha conexión que, como mentalidad, existe entre la práctica de la anticoncepción y la del aborto se manifiesta cada vez más y lo demuestra de modo alarmante también la preparación de productos químicos, dispositivos intrauterinos y « vacunas » que, distribuidos con la misma facilidad que los anticonceptivos, actúan en realidad como abortivos en las primerísimas fases de desarrollo de la vida del nuevo ser humano.
Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae_sp.html




PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA
SEXUALIDAD HUMANA:
VERDAD Y SIGNIFICADO
Orientaciones educativas en familia
Ciudad del Vaticano, 8 diciembre 1995.


136. En primer lugar los padres deben rechazar la educación sexual secularizada y antinatalista, que pone a Dios al margen de la vida y considera el nacimiento de un hijo como una amenaza. La difunden grandes organismos y asociaciones internacionales promotores del aborto, la esterilización y la contracepción. Tales organismos quieren imponer un falso estilo de vida en contra de la verdad de la sexualidad humana. Actuando a nivel nacional o provincial, dichos organismos buscan suscitar entre los niños y los jóvenes el temor con la « amenaza de la superpoblación », para promover así la mentalidad contraceptiva, es decir, una mentalidad « anti-vida »; difunden falsos conceptos sobre la « salud reproductiva » y los « derechos sexuales y reproductivos » de los jóvenes.22 Además, algunas organizaciones antinatalistas sostienen clínicas que, violando los derechos de los padres, ofrecen el aborto y la contracepción para los jóvenes, promoviendo la promiscuidad y el incremento de los embarazos entre las jóvenes. « Mirando hacia el año 2000, ?cómo no pensar en los jóvenes? ?Qué se les propone? Una sociedad constituida por cosas y no por personas; el derecho a hacer todo, desde la más tierna edad, sin límite alguno, pero con la mayor seguridad posible. Por otra parte, vemos que la entrega desinteresada de sí, el control de los instintos, el sentido de la responsabilidad son consideradas nociones pertenecientes a otra época ».23

137. El carácter inmoral del aborto, procurado quirúrgica o químicamente, antes de la adolescencia puede ser explicado gradualmente en los términos de la moral católica y de la reverencia por la vida humana.24




PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA
VADEMECUM PARA LOS CONFESORES SOBRE ALGUNOS TEMAS DE MORAL CONYUGAL
12 de febrero de 1997.
Alfonso Card. López Trujillo
Presidente del Pontificio Consejo
para la Familia


6 Con el presente documento no se pretende repetir toda la enseñanza de la Encíclica Humanae Vitae, de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio o de otras intervenciones del Magisterio ordinario del Sumo Pontífice, sino solamente ofrecer algunas sugerencias y orientaciones para el bien espiritual de los fieles que se acercan al sacramento de la Reconciliación y para superar eventuales divergencias e incertidumbres en la praxis de los confesores.

4. La Iglesia siempre ha enseñado la intrínseca malicia de la contracepción, es decir de todo acto conyugal hecho intencionalmente infecundo. Esta enseñanza debe ser considerada como doctrina definitiva e irreformable. La contracepción se opone gravemente a la castidad matrimonial, es contraria al bien de la transmisión de la vida (aspecto procreativo del matrimonio), y a la donación recíproca de los cónyuges (aspecto unitivo del matrimonio), lesiona el verdadero amor y niega el papel soberano de Dios en la transmisión de la vida humana.33
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/family/documents/rc_pc_family_doc_12021997_vademecum_sp.html



MENSAJE DEJUAN PABLO II
A LAS FAMILIAS

SANTA CLARA, CUBA 1998
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
JUAN PABLO II
A LAS FAMILIAS
En el Campo de Deportes del
Instituto Superior de Cultura Fìsica "Manuel Fajardo"
22 DE ENERO DE 1998


Hoy las familias en Cuba están tambièn afectadas por los desafìos que sufren actualmente tantas familias en el mundo. Son numerosos los miembros de estas familias que han luchado y dedicado su vida para conquistar una existencia mejor, en la que se vean garantizados los derechos humanos indispensables; trabajo, alimentación, vivienda, salud, educación, seguridad social, participación social, libertad de asociación y para elegir la propia vocación. La familia, cèlula fundamental de la sociedad y garantìa de su estabilidad, sufre sin embargo la crisis que puedan afectar a la sociedad misma. Esto ocurre cuando los matrimonios viven en sistemas económicos o culturales que, bajo la falsa apariencia de libertad y progreso, promueven o incluso defienden una mentalidad antinatalista, induciendo de ese modo a los esposos a recurrir a mètodos de control de la natalidad que no están de acuerdo con la dignidad humana. Se llega incluso al aborto, que es siempre, además de ser un crimen abominable (cf. Gaudium et Spes, 51), empobrece a la persona y a la sociedad misma. Ante ello la Iglesia enseña que Dios ha confiado a los hombres la misión de transmitir la vida de un modo digno del hombre, fruto de la responsabilidad y del amor entre los esposos.
Tomado de:
http://www.churchforum.org/info/Familia/JPII_MENSAJES-FAMILIA/JPIICU.htm



Declaración sobre la disminución de la fecundidad en el mundo (27-feb-1998)
CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA
Declaración sobre la disminución de la fecundidad en el mundo
Roma, 27 de febrero de 1998



Una versión globaly errónea
Desde hace demasiado tiempo, la mayoría de los estudios sobre la población difunden una versión global y errónea, según la cual el mundo sería prisionero de un crecimiento demográfico «exponencial», o sea, «galopante», que llevaría a una «explosión demográfica». El Consejo pontificio para la familia, que en una de sus publicaciones(6) había mostrado la inconsistencia de esa versión, se alegra de constatar que, incluso en ciertos organismos de las Naciones Unidas, comienza a reconocerse la verdad de los datos demográficos. En efecto, al cabo de una treintena de años, las conferencias patrocinadas por esa Organización han tenido por efecto despertar inquietudes infundadas sobre las cuestiones demográficas, particularmente en los países del sur. Basándose en estos datos alarmistas, diferentes organismos de las Naciones Unidas han invertido, y siguen invirtiendo, considerables medios financieros, con la finalidad de obligar a numerosos países a adoptar políticas maltusianas. Es un hecho probado que esos programas, supervisados siempre desde el extranjero, contienen habitualmente medidas coercitivas de control de la natalidad. De igual modo, la ayuda al desarrollo está regularmente condicionada a la aplicación de programas de control de la población, que incluyen la esterilización forzada o realizada sin que las víctimas lo sepan. Por otra parte, estas acciones maltusianas son asumidas y ampliadas por los gobiernos nacionales, con la colaboración de organizaciones no gubernamentales (ONG), entre las cuales la más conocida es la Federación internacional de la planificación de la familia (IPPF).
En los países pobres, las primeras víctimas de esos programas son las poblaciones inocentes e indefensas. Se las engaña deliberadamente, impulsándolas a aceptar su mutilación bajo el pretexto falso de que se trata de la condición previa para su desarrollo
Tomado de:
http://www.churchforum.org/info/Familia/dis_fec.htm





El magisterio del PAPA BENEDICTO XVI
(Abril 19, 2005- )


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO INTERNACIONAL
DE FARMACÉUTICOS CATÓLICOS


Lunes 29 de octubre de 2007
Señor presidente;
queridos amigos:
Me alegra acogeros, miembros del Congreso internacional de farmacéuticos católicos, con ocasión de vuestro 25° congreso, que tiene por tema: "Las nuevas fronteras de la farmacia". El desarrollo actual del arsenal de medicinas, y las posibilidades terapéuticas que de él se derivan, exigen que los farmacéuticos reflexionen sobre las funciones cada vez más amplias que están llamados a ejercer, en particular como intermediarios entre el médico y el paciente.
Desempeñan un papel educativo con respecto a los pacientes con vistas al uso correcto de los medicamentos y, sobre todo, para dar a conocer las implicaciones éticas de la utilización de ciertos medicamentos. En este campo no es posible anestesiar las conciencias, por ejemplo, sobre los efectos de moléculas que tienen como finalidad evitar la implantación de un embrión o abreviar la vida de una persona. El farmacéutico debe invitar a cada uno a un impulso de humanidad, para que todo ser humano sea protegido desde su concepción hasta su muerte natural, y para que los medicamentos cumplan verdaderamente su función terapéutica.

……En el campo moral, vuestra federación está invitada a afrontar la cuestión de la objeción de conciencia, que es un derecho que debe reconocerse a vuestra profesión, permitiéndoos no colaborar, directa o indirectamente, en la suministración de productos que tengan como finalidad opciones claramente inmorales, como por ejemplo el aborto y la eutanasia.

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2007/october/documents/hf_ben-xvi_spe_20071029_catholic-pharmacists_sp.html



DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO INTERNACIONAL
SOBRE LA ACTUALIDAD DE LA "HUMANAE VITAE"


Sala Clementina
Sábado 10 de mayo de 2008
Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
Con gran placer os acojo al final de los trabajos, en los que habéis reflexionado sobre un problema antiguo y siempre nuevo como es el de la responsabilidad y el respeto al surgir de la vida humana. Saludo en particular a mons. Rino Fisichella, rector magnífico de la Pontificia Universidad Lateranense, que ha organizado este Congreso internacional, y le agradezco las palabras de saludo que me ha dirigido. Mi saludo se extiende a todos los ilustres relatores, profesores y participantes, que con su contribución han enriquecido estas jornadas de intenso trabajo. Vuestra aportación se inserta eficazmente en la producción más amplia que, a lo largo de los decenios, ha ido aumentando sobre este tema controvertido y, a pesar de ello, tan decisivo para el futuro de la humanidad.

El concilio Vaticano II, en la constitución Gaudium et spes, ya se dirigía a los hombres de ciencia invitándolos a aunar sus esfuerzos para alcanzar la unidad del saber y una certeza consolidada acerca de las condiciones que pueden favorecer "una honesta ordenación de la procreación humana" (n. 52). Mi predecesor, de venerada memoria, el siervo de Dios Pablo VI, el 25 de julio de 1968, publicó la carta encíclica Humanae vitae. Ese documento se convirtió muy pronto en signo de contradicción.
Elaborado a la luz de una decisión sufrida, constituye un significativo gesto de valentía al reafirmar la continuidad de la doctrina y de la tradición de la Iglesia. Ese texto, a menudo mal entendido y tergiversado, suscitó un gran debate, entre otras razones, porque se situó en los inicios de una profunda contestación que marcó la vida de generaciones enteras. Cuarenta años después de su publicación, esa doctrina no sólo sigue manifestando su verdad; también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema.
De hecho, el amor conyugal se describe dentro de un proceso global que no se detiene en la división entre alma y cuerpo ni depende sólo del sentimiento, a menudo fugaz y precario, sino que implica la unidad de la persona y la total participación de los esposos que, en la acogida recíproca, se entregan a sí mismos en una promesa de amor fiel y exclusivo que brota de una genuina opción de libertad. ¿Cómo podría ese amor permanecer cerrado al don de la vida? La vida es siempre un don inestimable; cada vez que surge, percibimos la potencia de la acción creadora de Dios, que se fía del hombre y, de este modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de la esperanza.
El Magisterio de la Iglesia no puede menos de reflexionar siempre profundamente sobre los principios fundamentales que conciernen al matrimonio y a la procreación. Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en la Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee.
La palabra clave para entrar con coherencia en sus contenidos sigue siendo el amor. Como escribí en mi primera encíclica, Deus caritas est: "El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima; (...) ni el cuerpo ni el espíritu aman por sí solos: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma" (n. 5). Si se elimina esta unidad, se pierde el valor de la persona y se cae en el grave peligro de considerar el cuerpo como un objeto que se puede comprar o vender (cf. ib.).
En una cultura marcada por el predominio del tener sobre el ser, la vida humana corre el peligro de perder su valor. Si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga que quiere someter al otro a los propios deseos e intereses, sin respetar los tiempos de la persona amada, entonces lo que se debe defender ya no es sólo el verdadero concepto del amor, sino en primer lugar la dignidad de la persona misma. Como creyentes, no podríamos permitir nunca que el dominio de la técnica infecte la calidad del amor y el carácter sagrado de la vida.


No por casualidad Jesús, hablando del amor humano, se remite a lo que realizó Dios al inicio de la creación (cf. Mt 19, 4-6). Su enseñanza se refiere a un acto gratuito con el cual el Creador no sólo quiso expresar la riqueza de su amor, que se abre entregándose a todos, sino también presentar un modelo según el cual debe actuar la humanidad. Con la fecundidad del amor conyugal el hombre y la mujer participan en el acto creador del Padre y ponen de manifiesto que en el origen de su vida matrimonial hay un "sí" genuino que se pronuncia y se vive realmente en la reciprocidad, permaneciendo siempre abierto a la vida.
Esta palabra del Señor sigue conservando siempre su profunda verdad y no puede ser eliminada por las diversas teorías que a lo largo de los años se han sucedido, a veces incluso contradiciéndose entre sí. La ley natural, que está en la base del reconocimiento de la verdadera igualdad entre personas y pueblos, debe reconocerse como la fuente en la que se ha de inspirar también la relación entre los esposos en su responsabilidad al engendrar nuevos hijos. La transmisión de la vida está inscrita en la naturaleza, y sus leyes siguen siendo norma no escrita a la que todos deben remitirse. Cualquier intento de apartar la mirada de este principio queda estéril y no produce fruto.
Es urgente redescubrir una alianza que siempre ha sido fecunda, cuando se la ha respetado. En esa alianza ocupan el primer plano la razón y el amor. Un maestro tan agudo como Guillermo de Saint Thierry escribió palabras que siguen siendo profundamente válidas también para nuestro tiempo: "Si la razón instruye al amor, y el amor ilumina la razón; si la razón se convierte en amor y el amor se mantiene dentro de los confines de la razón, entonces ambos pueden hacer algo grande" (Naturaleza y grandeza del amor, 21, 8 ).
¿Qué significa ese "algo grande" que se puede conseguir? Es el surgir de la responsabilidad ante la vida, que hace fecundo el don que cada uno hace de sí al otro. Es fruto de un amor que sabe pensar y escoger con plena libertad, sin dejarse condicionar excesivamente por el posible sacrificio que requiere. De aquí brota el milagro de la vida que los padres experimentan en sí mismos, verificando que lo que se realiza en ellos y a través de ellos es algo extraordinario. Ninguna técnica mecánica puede sustituir el acto de amor que dos esposos se intercambian como signo de un misterio más grande, en el que son protagonistas y partícipes de la creación.


Por desgracia, se asiste cada vez con mayor frecuencia a sucesos tristes que implican a los adolescentes, cuyas reacciones manifiestan un conocimiento incorrecto del misterio de la vida y de las peligrosas implicaciones de sus actos. La urgencia formativa, a la que a menudo me refiero, concierne de manera muy especial al tema de la vida. Deseo verdaderamente que se preste una atención muy particular sobre todo a los jóvenes, para que aprendan el auténtico sentido del amor y se preparen para él con una adecuada educación en lo que atañe a la sexualidad, sin dejarse engañar por mensajes efímeros que impiden llegar a la esencia de la verdad que está en juego.
Proporcionar ilusiones falsas en el ámbito del amor o engañar sobre las genuinas responsabilidades que se deben asumir con el ejercicio de la propia sexualidad no hace honor a una sociedad que declara atenerse a los principios de libertad y democracia. La libertad debe conjugarse con la verdad, y la responsabilidad con la fuerza de la entrega al otro, incluso cuando implica sacrificio; sin estos componentes no crece la comunidad de los hombres y siempre está al acecho el peligro de encerrarse en un círculo de egoísmo asfixiante.
La doctrina contenida en la encíclica Humanae vitae no es fácil. Sin embargo, es conforme a la estructura fundamental mediante la cual la vida siempre ha sido transmitida desde la creación del mundo, respetando la naturaleza y de acuerdo con sus exigencias. El respeto por la vida humana y la salvaguarda de la dignidad de la persona nos exigen hacer lo posible para que llegue a todos la verdad genuina del amor conyugal responsable en la plena adhesión a la ley inscrita en el corazón de cada persona.
Con estos sentimientos, os imparto a todos la bendición apostólica.
Tomado de:
C:\Documents and Settings\Owner\Desktop\A un congreso sobre la actualidad de la Huamanae vitae.htm
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Tony de New York
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MensajePublicado: Vie Ago 01, 2008 12:16 am    Asunto:
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
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La Carta desenterrada Incluyó con la Versión Promocional de Humanae Vitae enviada a los Obispos.


Del Vaticano, July 19, 1968 Segreteria di Stato di Sua Santita

A los presidentes de las Conferencias Episcopales a los ordianrios locales.
Sus Excelencias,

Me dirigo a transmitirles a sus excelencias el documento encerrado, la publicación de que es inminente, su Santidad recomendó que traiga a su atención su importancia, y a la necesidad de un esfuerzo concertado en la parte de todo el Episcopado católico, para que la doctrina que contiene es explicada con el cuidado y en su totalidad a las personas cristianas, y para que sea puesto valientemente en la práctica por todos como, demos las gracias a Dios, ya está por muchos.

Como usted está enterado, esto es uno de las preguntas más delicadas de la moral católica; ha sido el objeto de numerosos estudios y controversias en los últimos años; y una respuesta en este asunto fue esperada con ansia del soberano Pontífice.

Pareció cada vez más claro a el cada día que el servicio más grande que el podría rendir en este dominio de la cristiandad y a toda humanidad fue re-proponer en toda su pureza, con la consideración debida para los recientes descubrimientos científicos y la evolución social de nuestra era, y de la atracción creciente por la "paternidad responsable", la constante enseñanza de la Iglesia, para, buscar sólo el verdadero bien del hombre y La familia, ella da al problema su única solución verdadera y profunda.

El Santo Padre sabe perfectamente la amargura que esta respuesta puede causar a muchas personas casadas que esperaban una solución diferente para sus dificultades. Es precisamente la solicitud para esas almas en la angustia, y el deseo ardiente de traerles la luz y el consuelo, que causó la gran demora a dar esta respuesta. Consciente de las consecuencias graves traídas consigo por una decisión de esta naturaleza, el Padre Común deseó estudiar la pregunta entera por el mismo y con todo detalle. Durante mucho tiempo el reflejó, con respetuosa consideración, sobre los resultados de los estudios y discusiones de la Comisión encargada de examinar los varios aspectos del problema; durante mucho tiempo, el oró. El consultó a numerosos sabios y estudiosos miembros del Episcopado, del clero, del laicado; y todo esto tomó meses e incluso años.

Y ahora el se dirige a sus hermanos, los Obispos del mundo católico, pidiendoles que se mantengan junto con el mas firmes que nunca en esta circunstancia, y para que le ayuden a presentar este punto delicado de la enseñanza de la Iglesia a las personas cristianas, para explicar y justificar sus razones profundas. El Papa cuenta con la filiación de sus hermanos en el Episcopado a la Silla de Pedro, sobre su amor para la Iglesia, sobre su preoccupation por el verdadero bien de las almas

El sabe, como ellos hacen, las ideas y las prácticas que existen en la sociedad moderna en esta consideración, y El está completamente enterado de los esfuerzos que serán necesitados para asegurar una evolución de pensamiento en este punto. El sabe qué sacrificios - algunas veces sacrificios heroicos - son traídos consigo por la aplicación de principios católicos morales conyugal. Su deseo sería que los Obispos, los sacerdotes, hogares cristianos entregados en los varios movimientos y organizaciones católicas, deben llegar a ser en la docilidad alegre los apóstoles de la enseñanza de su Madre Santa la Iglesia, y consiguieran encontrar los acentos persuasivos para hacerlo aceptable.

Ellos podrian presentar esta enseñanza en su luz verdadera, para mostrar su aspecto positivo y benéfico. Los deseos de Iglesia son sobre todo ayudar esposos y esposas cristianos a perfeccionarse el uno al otro, para purificar su amor, para probar la felicidad de una vida casada vivida en la vista de Dios y en el respeto completo para su ley.

Ellos deben ser ayudados a comprender todo el enriquecimiento espiritual representado por el esfuerzo de renuncia que se les pide de ellos; ellos deben de mostrar que es un elemento precioso en la vida conyugal y social, especialmente en tiempos como el nuestro que son invadidos por el hedonismo, ese gran obstáculo en el cumplimiento del ideal evangélico.


Ellos entonces deben ser persuadidos que es posible, con la ayuda de Dios - Que nunca expone a los hombre a pruebas superiores a sus fuerzas, el progreso en la castidad así como en las otras virtudes; y que defectos posibles, incluso si se repite, no deba conducirlos a ellos ser desalentados, pero mucho mejor los estimule a un esfuerzo metódico y amoroso hacia la auto-maestría, y al recurso más asiduo y seguro a los sacramentos.

Por último, es necesario que en el confesionario y en el púlpito, en la prensa y por otros medios de comunicación social, cada esfuerzo pastoral sea hecho para que ninguna ambigüedad exista entre los fieles o en la opinión pública con respecto a la posición de la Iglesia en este asunto grave. Fiel al mandato que ella recibió para enseñar a todas las naciones, ella pone su confianza en el que la guia, su voluntad ella humilde y confidente interpreta fielmente. Ella no tiene dudad que futuras generaciones apreciarán completamente la importancia y beneficio del servicio que ella rinde a parejas casadas, a la familia, a toda la sociedad, defendiendo este punto de su doctrina sin debilidad.


Así cumplir la misión con que el Pontífice soberano me ha cargado, aseguro a su excelencia de mis oraciones para su ministerio pastoral, y se quede con sentimientos de alta consideración

Con devoción suyo en Cristo,
A.G. Card. Cicognani (Amleto Giovanni Cardinal Cicognani)

Tomado de:
http://www.lifesitenews.com/ldn/2008/jul/08072905.html
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Tony de New York
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MensajePublicado: Vie Ago 01, 2008 2:06 am    Asunto:
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
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La Sagrada Tradicion - Padres de la Iglesia.
"Además, él [Moses] ha detestado correctamente la comadreja [Lev. 11:29]. Para él significa, 'Usted no será como ésos quien oímos de cometer maldad con la boca con el cuerpo atravez de la suciedad [el sexo oralmente consumado]; ni tampoco tu te uniras a esas mujeres impuras que cometen la iniquidad con la boca con el cuerpo por suciedad'"
Carta de Barnabas 10:8 (A.D. 74).

"A causa de su institución divina para la propagación del hombre, la semilla es de no ser ejaculada vanamente, ni es de ser dañado, ni es de ser malgastado."
Clemente de Alejandria, El Instructor de Niños Children 2:10:91:2 (A.D. 191).

"Tener el coito de otra manera que no sea procrear niños es herir a la naturaleza".
Clemente de Alejandria, El Instructor de Niños 2:10:95:3 (dC. 191).

"[mujeres cristianas con concubinas masculinas], Por motivo de su ascendencia prominente y gran propiedad, los llamados fieles no quieren niños de esclavos ni de humilde cuna, [asi] ellos utilizan las drogas de la esterilidad o se atan ellos mismos para expulsar apretadamente un feto que ya ha sido engendrado".
Hippolytus, Refutación de Todas Herejías 9:12 (dC. 225).

[Algunos] Se quejan de la escasez de sus medios, y alegan que ellos no tienen lo suficiente para mantener más niños, como si, en verdad, sus medios estuvieron en [su] poder. . . O Dios no hizo diariamente el rico pobre y a el pobre rico. Por qué, si cualquiera por cualquier motivo de pobreza no podrá mantener a los niños, es preferible abstenerse de las relaciones con su mujer".
Lactantius, los Institutos Divinos 6:20 (dC. 307).

"Dios nos dio ojos no para ver y desear el placer, pero para ver los actos para ser realizados para las necesidades de la vida; asi también, los genitales [' engendrando'] la parte del cuerpo, como el nombre mismo enseña, ha sido recibido por nosotros para ningún otro propósito que la generación de progenitura".
Lactantius, 6:23:18 Divino (dC. 307).

“[Si] cualquiera en salud sana se ha castrado, que tal uno, está matriculado entre el clero, debe dejar [su ministerio], y de ahora en adelante tal persona no debe ser promovida. Pero, si queda patente que esto es dicho de los que hacen voluntariosamente la cosa y presumen de castrarse a sí mismos, si cualquiera que ha sido hecho eunuco por bárbaros, o por sus maestros, y de otro modo debe ser encontrado dignos, tales hombres este canon los admite al clero".
El concilio de Nicaea I, el Canon 1 (dC. 325).

"Ellos [ciertos heréticos egipcios] ejercitan los actos genitales, mas previenen concebir a niños. No en orden de producir progenitura, pero para satisfacer la lujuria, son ellos ansiosos para la corrupción". Epiphanius de Especies de Salamis, el Botiquín Contra Herejías 26:5:2(dC. 375).

"Esto demuestra que ustedes [Maniqueos] aprueban tener una mujer, no para la procreación de niños, pero para la gratificación de la pasión. En el casamiento, como la ley del casamiento declara, el hombre y la mujer se reúnen para la procreación de niños. Por lo tanto, quienquiera que hace la procreación de niños un pecado más grande que la cópulacion, prohibe el casamiento y hace a la mujer no una mujer pero una amante, por algunos regalos presentados a ella es unida al hombre para satisfacer su pasión".
San Agustín, La Moral de los Maniqueos 18:65 (dC. 388).

¿"Por qué siembras donde el campo está ansioso de destruir la fruta, donde hay las medicinas de la esterilidad [los anticonceptivos orales], donde hay el asesinato antes del nacimiento? ti mo so quieras permites que una ramera se quede sólo una ramera, pero tu la haces una asesina también…Verdaderamente, es algo peor que el asesinato, y yo no sé como llamarlo; ella no mata lo que es formado pero previene su formación. ¿Qué entonces? Condenas tu el regalo de Dios y combates sus leyes [naturales] ? …Mas tal infamia…el asunto todavía parece indiferente a muchos hombres—aún a muchos hombres que tienen a mujeres. En esta indiferencia de los casados hay la suciedad diabolica más grande; para entonces los venenos son preparados, no contra la matriz de la prostituta, pero contra su mujer herida. Contra ella son estas artimañas innumerables".
John Chrysostom, las Homilías de los romanos 24 (dC. 391).


"[En]La verdad, todos los hombres saben que ellos están bajo el poder de esta enfermedad [el pecado de la codicia] son wearied aún de la vejez de su padre [ deseando que muriéndose ellos pueden heredar]; y lo que es dulce, y universalmente deseable, el tener niños, ellos lo estiman grave e importuno. Muchos por lo menos con esta vista han pagado aún dinero para estar sin hijos, y han mutilado la naturaleza, no sólo matando el recién nacido, pero actuando aún en prevenir su principio a la vida".
John Chrysostom, las Homilías en Matthew 28:5 (dC. 391).

"Pero me pregunto por qué él [herético Jovinianus]puso a Judah y Tamar antes nosotros como un ejemplo, a menos que quizás aún las rameras le den placer; o Onan, que fue matado porque él de mala gana dio su semilla de hermano. ¿Se imagina él que aprobamos cualquier relacion sexuales excepto la procreación de niños"?
Jeronimo, Contra Jovinian 1:19 (dC. 393).

"Tu puedes ver a varias mujeres que son viudas ante ellos son esposas. Otros, verdaderamente, beberán la esterilidad y asesinan a un hombre todavía no nacido, [y algunos cometen el aborto]."
Jeronimo, las Cartas 22:13 (dC. 396).

"Ustedes [Maniqueos] hacen sus adúlteros de auditores de sus mujeres cuando ellos toman el cuidado por temor a que las mujeres con quien ellos copulan conciban. Ellos toman a mujeres según las leyes de matrimonio por las tabletas que anuncia que el casamiento es contratado para procrear niños; y entonces, temiendo a causa de su ley [contra la maternidad] …ellos copulan en una unión vergonzosa sólo satisfacer la lujuria para sus esposas. Ellos no están dispuesto a tener niños, en cuya cuenta los casamientos solos son hechos. Cómo es, entonces, que ustedes prohibe esos casamiento, como el apóstol predijo de ustedes hace mucho tiempo [1 Tim. ¿4:1–4], cuando ustedes tratan de tomar del matrimonio lo que el matrimonio es? Cuándo esto es quitado, los maridos son amantes vergonzosos, las mujeres son rameras, las cámaras nupciales son burdeles, los suegros son alcahuetes".
San Agustín, Contra Faustus 15:7 (dC. 400).

"Para así la ley eterna, eso es, la voluntad de Dios el creador de todas las criaturas, tomando el consejo para la conservación del orden natural, no servir a la lujuria, pero para ver la conservación de la raza, permite que la delicia de carne mortal sea soltada del control de la razón en la cópula para sólo propagar progenie".
San Agustín, Contra Faustus 22:30 (dC. 400).

¿"Quién es quien que no puede advertir que ninguna mujer puede tomar una poción para que ella pueda no concebir ni condena en ella misma la naturaleza que Dios hizo para ser fecundo? A menudo como ella podría haber concebido o podría haber dado a luz, de los muchos homicidios ella será tenida culpable, y, a menos que ella experimente la penitencia conveniente, ella será maldecida por la muerte eterna en el infierno. Si una mujer no desea tener niños, permitale entrar en un acuerdo religioso con su marido; porque la castidad es la única esterilidad de una mujer cristiana".
Caesarius de Arlés, los Sermones 1:12 (dC. 522).
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Tony de New York
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MensajePublicado: Jue Jul 09, 2009 2:35 pm    Asunto:
Tema: Una vez mas repasemos la leccion!
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El magisterio del PAPA BENEDICTO XVI

Caritas in veritate
Martes 7 de julio de 2009

15. Otros dos documentos de Pablo VI, aunque no tan estrechamente relacionados con la doctrina social —la Encíclica Humanae vitae, del 25 de julio de 1968, y la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, del 8 de diciembre de 1975— son muy importantes para delinear el sentido plenamente humano del desarrollo propuesto por la Iglesia. Por tanto, es oportuno leer también estos textos en relación con la Populorum progressio.

La Encíclica Humanae vitae subraya el sentido unitivo y procreador a la vez de la sexualidad, poniendo así como fundamento de la sociedad la pareja de los esposos, hombre y mujer, que se acogen recíprocamente en la distinción y en la complementariedad; una pareja, pues, abierta a la vida. [27] No se trata de una moral meramente individual: la Humanae vitae señala los fuertes vínculos entre ética de la vida y ética social, inaugurando una temática del magisterio que ha ido tomando cuerpo poco a poco en varios documentos y, por último, en la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II. [28] La Iglesia propone con fuerza esta relación entre ética de la vida y ética social, consciente de que «no puede tener bases sólidas, una sociedad que —mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz— se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada». [29]
Tomado de,
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html
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