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Los Sueños de San Juan Bosco
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Luciana Belén
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MensajePublicado: Sab May 12, 2007 10:23 pm    Asunto: Los Sueños de San Juan Bosco
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Los Sueños de San Juan Bosco






LA MISIÓN FUTURA
SUEÑO 1.—AÑO DE 1824
(M. B.3 Tomo 1, págs. 122-126.—M. O. págs. 22-26)


Este primer sueño que se ha de considerar como el
«gran sueño», como el «sueño-clave», de los muchos con
que la Divina Providencia ilustró la vida de San Juan Bosco,
tuvo lugar en el año 1824, cuando el santo apenas contaba
nueve años de edad; siendo su escenario la aldeíta de
Becchi, perteneciente al partido de Castelnuovo de Asti, en
el Piamonte. Vivía a la Sazón el niño Juanito Bosco con su
madre Margarita Occhiena, con la abuela paterna y con
dos hermanos más: Antonio, fruto del primer matrimonio del
padre difunto, y José, primogénito de Margarita y de
Francisco Bosco.
He aquí el texto del sueño, tal como nos lo ofrecen las
Memorias Biográficas en el tomo y páginas arriba
indicados.
***************************************************************
[[ 1. Como observará el lector, cada «sueño» va dividido
en tres partes: La primera es una especie de introducción o
ambientación. La segunda, la narración del «sueño», y la
tercera, el cumplimiento, explicación, comentarios..., del
mismo.
. El lector sabrá valorarlas fácilmente, si bien las
preciosas enseñanzas de los «sueños» casi siempre van
repartidas a lo largo de las tres partes. Naturalmente las
palabras de los misteriosos personajes y las de Don Bosco
interpretando lo visto u oído en sus «sueños» son las que
merecen la máxima atención y estudio por parte del lector.

2. Con la denominación general de «sueño», como ya
se advierte en la Introducción, exponemos no sólo los
fenómenos extraordinarios que tuvieron lugar durante el
sueño, sino también aquellos que se realizaron estando Don
Bosco despierto, mientras trabajaba en su despacho,
confesaba, viajaba, etc.

3. M. B. Memorias Biográficas de San Juan Bosco,
dieciocho tomos, por los PP. Lemoyne, Amadei, Ceria, todos
ellos salesianos. (Societá Editrice Internazionale, Torino.)

M. O. Memorias del Oratorio, por San Juan Bosco.
Las páginas citadas corresponden solamente al texto del
sueño. ]

Idea «Apenas contaba nueve años —dice el mismo Don
Bosco— cuando tuve un sueño que me quedó
profundamente impreso durante toda la vida.
Me pareció estar cerca de mi casa; en un amplio patio
en el que una gran muchedumbre de niños se divertía. Unos
reían, otros jugaban y no pocos blasfemaban. Al oír
aquellas blasfemias me arrojé inmediatamente en medio
de ellos, empleando mis puños y mis palabras para
hacerlos callar. En aquel momento apareció un Hombre de
aspecto venerado, de edad viril, noblemente vestido. Un
manto blanco cubría toda su persona y su rostro era tan
resplandeciente, que yo no podía mirarlo con fijeza. Me
llamó por mi nombre y me ordenó que me pusiese al frente
de aquellos muchachos añadiendo estas palabras:
—No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad
deberás ganarte a estos amigos tuyos. Ponte, pues,
inmediatamente a hacerles una instrucción sobre la fealdad
del pecado y sobre la belleza de la virtud.
Confuso y aturdido le repliqué que yo era un pobre
niño ignorante; incapaz de hablar de religión a aquellos
jovencitos. En aquel momento los muchachos cesaron en sus
riñas, gritos y blasfemias, rodeando al que hablaba. Yo, sin
saber lo que me decía, añadí:
—¿Quién es Usted que me manda cosas imposibles?
—Precisamente porque te parecen imposibles, debes
hacerlas posibles con la obediencia y con la adquisición de
la ciencia.
—¿Dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?
y con la cual toda ciencia es necedad.
—Pero ¿quién es Usted que me habla de esa manera?
—Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te ha
enseñado a saludar tres veces al día.
—Mi madre me ha dicho que no me junte con quien no
conozco sin su permiso; por eso, dime tu nombre.
—Mi nombre, pregúntaselo a mi Madre.
En aquel momento vi junto a Él, a una Señora de
majestuoso aspecto, vestida con un manto que resplandecía
por todas partes como si cada punto de él fuese una
fulgidísima estrella. Al verme cada vez más confuso en mis
preguntas y respuestas, me indicó que me acercara a Ella; y
tomándome de la mano bondadosamente:
—¡Mira! —Me dijo.
Observé a mi alrededor y me di cuenta de que todos
aquellos niños habían desaparecido y en su lugar vi una
multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales
diversos.
He aquí el campo en el que debes trabajar —continuó
diciendo la Señora—. Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo
que veas en este momento que sucede a estos animales,
tendrás tú que hacerlo con mis hijos.
Volví entonces a mirar y he aquí que, en lugar de los
animales feroces aparecieron otros tantos corderillos que,
retozando y balando, corrían a rodear a la Señora y al
Señor como para festejarles.
Entonces, siempre en sueños, comencé a llorar y rogué
a Aquella Señora que me explicase el significado de todo
aquello, pues yo nada comprendía. Entonces Ella,
poniéndome la mano sobre la cabeza, me dijo:
—A su tiempo lo comprenderás todo.
Dicho esto, un ruido me despertó y todo desapareció.
***************************************************************
Yo quedé desconcertado. Me parecía que me dolían
las manos por los golpes que había dado y la cara por las
bofetadas recibidas de aquéllos golfillos. Además, la
presencia de Aquel Personaje y de Aquella Señora; las
cosas dichas y oídas, me absorbieron la mente de tal modo,
que en toda la noche no me fue posible volver a conciliar el
sueño. A la mañana siguiente conté inmediatamente el
sueño, en primer lugar, a mis hermanos, que comenzaron a
reír; después, a mi madre y a la abuela. Cada uno lo
interpretó a su manera. Mi hermano José dijo:
—Sin duda serás pastor de cabras, de ovejas y de otros
animales.
Mi madre:
—¡Quién sabe si algún día llegarás a ser sacerdote!
Antonio dijo con acento burlón:
—Tal vez llegues a ser capitán de bandoleros.
Pero la abuela, que sabía mucha teología aunque era
analfabeta, dio la sentencia definitiva diciendo:
—No hay que hacer caso de los sueños.
Yo era del parecer de la abuela; con todo, no me fue
posible borrar de la mente aquel sueño.
Lo que expondré a continuación prestará alguna
aclaración a lo que antecede. Nunca más volví a contar
este sueño; mis parientes no le dieron importancia; pero
cuando en el año 1858 fui a Roma para tratar con el Papa
Beato Pío IX de ¡a Congregación Salesiana, él Sumo
Pontífice me hizo contarle minuciosamente todo aquello
que tuviese, aunque sólo fuese apariencias de sobrenatural.
Entonces narré por primera vez el sueño que tuve a la edad
de nueve años. El Papa me ordenó que lo consignase todo
por escrito en su sentido literal y de forma detallada, para
mayor estímulo de los hijos de la Congregación, en cuyo
interés había yo realizado aquel viaje a Roma».

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MensajePublicado: Sab May 12, 2007 10:37 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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MensajePublicado: Lun May 14, 2007 2:17 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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AMONESTACIÓN DEL CIELO

SUEÑO 2.—AÑO DE 1830.


Arrow ( Memorias Biográficas de San Juan Bosco,
dieciocho tomos, por los PP. Lemoyne, Amadei, Ceria, todos
ellos salesianos. (Societá Editrice Internazionale, Torino.)
Tomo I, pág. 218.— Memorias del Oratorio, por San Juan Bosco.
Las páginas citadas corresponden solamente al texto del
sueño.Década 1 -4, págs. 43-44)

Idea El presente sueño está solamente esbozado en las
Memorias del Oratorio con estas palabras:
***************************************************************
«Por aquel tiempo tuve otro sueño, en el cual fui
severamente amonestado, por haber puesto mi esperanza
en los hombres y no en el Padre Celestial». Rolling Eyes
***************************************************************
Para comprender el significado de estas palabras,
hemos de recordar un hecho decisivo de la niñez del
soñador.

Arrow Era una tarde del año 1825; volvía Juan de Butigliera,
alegre aldea próxima a Becchi. Había ido sólo con el
piadoso fin de asistir a una Misión que allí se daba, para
disponer a ¡os fieles a lucrar el Jubileo del Año Santo,
concedido por León XII y extendido ya al orbe católico.
Su porte era grave y sereno; su compostura y
recogimiento, llamaron poderosamente la atención de un
sacerdote que le seguía: Don José Calosso, capellán a la
sazón de la aldea de Murialdo. El sacerdote, haciendo al
niño señal de que se le acercara, le preguntó quién era, de
dónde venía y por qué siendo de tan corta edad acudía a
los sermones de la Misión, añadiendo:
—Seguramente tu madre te habría hecho una plática
mejor y más adecuada a tu edad y condición.
Juanito afirmó que, en efecto, las pláticas de su madre
eran muy provechosas, pero que a él le agradaba oír a los
misioneros; a los cuales entendía perfectamente, y para
demostrarlo fue repitiendo al sacerdote, casi literalmente,
los sermones oídos punto por punto.
Maravillado el virtuoso capellán de las dotes de
ingenio del pequeño, le preguntó emocionado:
—¿Te gustaría estudiar?
—¡Mucho! —replicó Juanito—. Pero no puedo.
—¿Quién te lo impide?
—Mi hermano Antonio, pues dice que estudiar es
perder el tiempo; que es mejor que me dedique a las
faenas del campo.
—¿Y tú, para qué querrías estudiar?
—Para ¡legar a ser sacerdote.
—¿Y para qué deseas ser sacerdote?
—Para poder instruir a muchos de mis compañeros que
no son malos, pero que llegarán a serlo si nadie se ocupa
de ellos.
Don Calosso, conmovido ante semejante manera de
razonar, tomó bajo su protección al niño, dándole clase
durante ¡os inviernos de 1827 y 1828.
Mas una mañana de otoño de 1830, mientras Juan se
encontraba en su aldea nativa visitando a su madre, recibe
aviso de volver rápidamente a Murialdo, pues su buen
maestro Don Calosso, atacado repentinamente de
enfermedad mortal, le llama con urgencia. Voló Juan al
lado de su bienhechor, al que encontró desgraciadamente
en el lecho, perdido ya el uso de la palabra. El moribundo
pudo reconocer al amado discípulo a quien hizo señal de
aproximarse, y haciendo un esfuerzo supremo le consignó
una llave que guardaba debajo de ¡a almohada, señalando
a ¡a vez la mesa de su escritorio. El discípulo tomó la llave,
se arrodilló junto al lecho de su bienhechor y allí
permaneció afligido y suplicante hasta que el maestro, el
amigo de su alma hubo espirado, sin haber podido articular
palabra.
Muerto Don Calosso, llegaron los sobrinos; Juan les
entregó la llave recibida de su maestro diciendo:
—Vuestro tío me entregó esta llave indicándome que
no se la diera a nadie. Varias personas me aseguran que es
mío cuanto bajo ella se contiene, pero Don Calosso nada
me dijo expresamente. Prefiero mi pobreza a ser causa de
disgustos. Ellos tomaron la llave y cuanto bajo ella había.
La muerte del bienhechor fue un verdadero desastre
para Juan. Amaba a Don Calosso tiernamente. Su recuerdo
quedó grabado para siempre en su alma, dejando
consignados estos sentimientos en sus Memorias con estas
palabras:
«Siempre he rogado a Dios por este bienhechor mío, y,
mientras viva, no dejaré de rezar por él».
Conocido este episodio y el estado de ánimo del joven
estudiante, es fácil comprender el significado y alcance de
este sueño. Rolling Eyes

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MensajePublicado: Lun May 14, 2007 2:21 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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MensajePublicado: Mie May 16, 2007 2:00 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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MIRANDO HACIA EL PORVENIR
SUEÑO 3.—AÑO DE 1831.


Arrow (Memorias Biográficas de San Juan Bosco,
dieciocho tomos, por los PP. Lemoyne, Amadei, Ceria, todos
ellos salesianos. (Societá Editrice Internazionale, Torino.) Tomo I, págs. 243-244.—Memorias del Oratorio, por San Juan Bosco.
Las páginas citadas corresponden solamente al texto del
sueño. Década 1, pág. 4.)


Idea Estando Juan como estudiante en Castelnuovo, entabló
relaciones amistosas con un joven llamado José Turco, que
lo puso en contacto con su familia. Esta poseía una viña
situada en un paraje denominado Renenta, próximo a la
aldehuela de Susambrino. A dicha viña solíase retirar Juan
con frecuencia, por ser lugar apartado del camino que
atravesaba el valle y, por tanto, más tranquilo. Desde un
altozano podía darse cuenta de quién entraba en la viña de
los Turco, y, sin ser visto, defendía las uvas contra cualquier
agresión, sin dejar por eso los libros de ¡a mano.
El padre de José Turco, que profesaba gran estima al
amigo de su hijo, encontrándose en cierta ocasión con Juan,
le dijo mientras le ponía una mano sobre la cabeza:
—Animo, Juanito, sé bueno y estudioso y verás cómo la
Virgen te protege.
—En Ella he puesto toda mi confianza —replicó el
muchacho— ; pero me asaltan frecuentes dudas. Desearía
seguir los cursos de latín y hacerme sacerdote, pero mi
madre no tiene medios para ayudarme.
—No temas, muchacho, ya verás cómo el Señor te
allana el camino.
—Así lo espero —concluyó Juan—. Y despidiéndose de
su interlocutor fue a ocupar su puesto, en actitud pensativa,
mientras iba repitiendo:
—¿Quién sabe si...?
Mas he aquí que algunos días después, el señor Turco
y su hijito vieron a Juan atravesar la viña y venir alegre y
presuroso al encuentro de ambos dando visibles muestras
de satisfacción.
—¿Qué novedades hay?, —preguntóle el propietario—;
pues estás tan alegre, siendo así que hace algunos días te
mostrabas tan preocupado.
—¡Buenas noticias! ¡Buenas noticias!, —exclamó Juan—.
***************************************************************
Esta noche he tenido un sueño, según el cual continuaré mis
estudios, llegaré a ser sacerdote y me pondré al frente de
numerosos niños, dedicándome a la educación de los
mismos durante toda la vida.
***************************************************************
—Así que todo está arreglado y pronto seré sacerdote.
—Pero, eso no es más que un sueño —observó el señor
Turco— y ya sabes que del dicho al hecho hay un gran
trecho.
—¡Oh! Lo demás nada me interesa. Sí; —concluyó
Juan—, seré sacerdote; me pondré al frente de muchísimos
jovencitos, a ¡os que haré mucho bien.
Y así diciendo, muy contento, se dirigió a ocupar su
puesto de vigía.
A ¡a mañana siguiente, al regresar de la parroquia,
donde había estado oyendo Misa, fue a visitar a ¡a familia
de Turco; y la señora Lucía, llamando a sus hermanos, con
los cuales Juan solía hablar frecuentemente, preguntó al
muchacho sobre el motivo de la alegría que se le reflejaba
en el semblante. Juan entonces aseguró a sus oyentes que
había tenido un hermoso sueño. Como le pidiesen que lo
contase dijo:
***************************************************************
Que había visto venir hacia sí a una majestuosa Señora que
conducía un rebaño numerosísimo y que acercándosele y
llamándole por su nombre, le había dicho:
—Juanito, aquí tienes este rebaño; a tus cuidados lo
confío.
—¿Y cómo haré yo para guardar y cuidar tantas ovejas
y tantos corderillos? ¿Dónde encontraré pastos suficientes?
La Señora le respondió:
—No temas; yo estaré contigo.
Y desapareció.
***************************************************************
Don Juan Bautista Lemoyne, biógrafo de San Juan Bosco,
escribe en las Memorias: «Esta narración la oímos de labios
del señor Turco y está perfectamente de acuerdo con la
siguiente declaración consignada por Don Bosco en las
Memorias del Oratorio:
«A los dieciséis años tuve otro sueño».
Y concluye don Lemoyne: «Tengo la seguridad de que
supo y vio muchas cosas de las narradas por él y que
conservaba en su corazón como premio de su perseverante
confianza. En efecto: la asistencia que la Madre Celestial le
prodigó en este mismo año, hubo de hacerse muy sensible».

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MensajePublicado: Sab May 19, 2007 1:50 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

EL TEMA MENSUAL
SUEÑO 4.—AÑO DE 1831.


(Memorias Biográficas de San Juan Bosco,
dieciocho tomos, por los PP. Lemoyne, Amadei, Ceria, todos
ellos salesianos. (Societá Editrice Internazionale, Torino.)Tomo I, pág. 253)


Arrow Durante sus cuatro años de estudiante en Chieri, Juan
dio muestras de que, además de su prodigiosa memoria y
de su ingenio, ayudaba le en sus estudios alguna otra
secreta virtud. Tal es la opinión de muchos de sus antiguos
condiscípulos que dieron fe del hecho siguiente:
*******************************************************
Idea Una noche soñó que el profesor había señalado el
tema para determinar los puestos de mérito de la clase y
que él estaba haciéndolo.
******************************************************
Apenas se despertó, saltó del lecho y escribió el
trabajo señalado, que era un dictado en lengua latina;
después, comenzó a traducirlo, haciéndose ayudar de un
sacerdote amigo suyo. A la mañana siguiente el profesor
dictó el tema en la clase para señalar el orden de mérito
entre los alumnos, trabajo que era precisamente el mismo
con que Juan había soñado; de forma que, sin necesidad
del diccionario y en muy breve tiempo, lo escribió
inmediatamente tal como recordaba haberlo hecho en el
sueño, con las oportunas correcciones que le hiciera el
amigo, consiguiendo un completo éxito. Interrogado por el
maestro, expuso ingenuamente lo sucedido, causando en
éste verdadera admiración.

En otra ocasión Juan entregó la página de su trabajo
tan pronto, que al profesor no le parecía posible que
hubiese podido superar, en tan breve tiempo, tantas,
dificultades de orden gramatical; por eso leyó atentamente
el tema que Juan le había entregado. Dudando del origen
de aquel trabajo, le pidió que le presentase el borrador.
Juan obedeció causando nuevo estupor en el profesor. Este
había preparado el tema la tarde anterior y como lo
considerase demasiado largo, había dictado a los alumnos
solamente la mitad. En el cuaderno de Juan lo encontra
completo; ni una sílaba más, ni una sílaba menos. ¿Cómo se
podía explicar aquel fenómeno? No era posible que en tan
poco tiempo el alumno hubiese copiado el original, ni que
hubiese penetrado en su habitación, pues ¡a pensión en que
se hospedaba Juan estaba muy lejos de la casa del
profesor. ¿Por tanto? Bosco puso las cosas en claro:
—He tenido un sueño en el que vi el tema.
Por éste y por otros acontecimientos semejantes, los
compañeros de la pensión le llamaban el soñador. Rolling Eyes

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MensajePublicado: Lun May 21, 2007 5:06 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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San Juan Bosco
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MensajePublicado: Lun May 21, 2007 5:12 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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ENFERMEDAD DE ANTONIO BOSCO
SUEÑO 5.—AÑO DE 1832.



( Memorias Biográficas de San Juan Bosco,
dieciocho tomos, por los PP. Lemoyne, Amadei, Ceria, todos
ellos salesianos. (Societá Editrice Internazionale, Torino.)Tomo I, pág. 269)

Idea En una ocasión Don Bosco soñó que su hermano
Antonio, mientras hacía el pan en casa de la señora
Damevino, próxima a la suya, fue asaltado por la fiebre, y
que habiéndolo encontrado en el camino y al preguntarle
sobre el particular, le había dicho:
—Hace un momento ha comenzado a darme fiebre; no
puedo mantenerme en pie. Tendré que irme a la cama.
***********************************************
Al día siguiente contó este sueño a sus compañeros,
que exclamaron:

—Puedes tener la seguridad de que ha sucedido como nos
has referido.

Y así fue, en efecto. En la tarde siguiente llegó a Chieri
el hermano José, al cual preguntó Juan inmediatamente:

—¿Y Antonio, está mejor?

José, maravillado de aquella pregunta, replicó:

—Pero ¿sabías que estaba enfermo?

—Sí, que lo sabía —contestó Juan.

—Creo que no es cosa de importancia —continuó
José—. Ayer comenzó a darle un poco de fiebre mientras
hacía el pan en casa de ¡a señora Damevino; pero ya está
mejor.

Sin dar gran importancia a este sueño, haremos notar
cómo en él el Santo de Dios pone de manifiesto los
sentimientos más íntimos de su corazón; más adelante dio
nuevas pruebas interesándose por la familia de su
hermanastro, apenas tuvo oportunidad de hacerlo, según
atestigua Don Rúa. Rolling Eyes

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MensajePublicado: Lun May 21, 2007 5:15 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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MensajePublicado: Mar May 22, 2007 12:55 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

SOBRE LA ELECCIÓN DE ESTADO
SUEÑO 6.—AÑO DE 1834.
(


Arrow M. B. Tomo I, págs. 301-302. —M. O. Década 1,14;
págs. 79-81)

Se acercaba el final del Curso de humanidades 1833-
34, época en la que los estudiantes que terminan dichos
estudios suelen deliberar sobre el rumbo de su vocación.
«El sueño de Murialdo —escribe Don Bosco en sus
Memorias— perduraba grabado en mi mente, de tal
manera que la visión del mismo se renovaba en mí, cada
vez con mayor claridad. Por tanto, si quería prestarle fe,
debía elegir el estado eclesiástico, al cual sentía verdadera
inclinación; mas al encontrarme falto de las virtudes
necesarias, mi decisión se hacía difícil y dudosa. ¡Oh, si
hubiese tenido entonces un guía que se cuidase de mi
vocación! Disponía de un confesor que quería hacer de mí
un buen cristiano, pero quejamos quiso mezclarse en los
asuntos de mi vocación.
Consultando conmigo mismo y después de leer algún
libro que trataba sobre la elección de estado, me decidí a
entrar en la Orden Franciscana. Si me hago clérigo secular
—me decía a mí mismo— mi vocación corre grande riesgo
de naufragio. Abrazaré el estado religioso, renunciaré al
mundo, entraré en un claustro, me entregaré al estudio, a la
meditación y en el retiro podré combatir las pasiones,
especialmente la soberbia, que había echado hondas
raíces en mi corazón. Hice, por tanto, la petición al
Convento de Reformados; sufrí examen; fui aceptado,
quedando todo preparado para mi ingreso en el Convento
de La Paz, en Chieri.
Pocos días antes de la fecha establecida para mi
entrada, tuve un sueño de lo más extraño».
****************************************************
Me pareció ver una multitud de religiosos de dicha
Orden con los hábitos sucios y desgarrados, corriendo en
sentido contrario unos de otros. Uno de ellos se acercó a mí
para decirme:
—Tú buscas la paz y aquí no encontraras la paz. Ya ves
la situación de tus hermanos. Dios te tiene preparado otro
lugar y otra mies.
Quise hacer algunas preguntas a aquel religioso, pero
un ruido me despertó y no volví a ver cosa alguna.
Lo expuse todo a mi director que no quiso oír hablar ni
de sueños ni de frailes:
—En este asunto —me dijo— es necesario que cada
uno siga sus inclinaciones y no los consejos de los demás.
*******************************************************
Tal es la traducción del texto de las Memorias de Don
Bosco.
Don Lemovne se expresa en estos términos en las
Memorias Biográficas al relatar el mismo sueño:
«Aproximándose la fiesta de Pascua, cuenta el mismo
Don Bosco, que en aquel año de 1834 cayó en 30 de marzo,
hice la petición para ser admitido entre los Franciscanos
Reformados. Mientras aguardaba la respuesta y sin haber
manifestado a nadie mis propósitos, he aquí que un buen
día se me presenta un compañero llamado Eugenio Meco,
con el cual tenía poca familiaridad y me pregunta:
—¿Qué, has decidido hacerte franciscano?
Lo miré maravillado y le dije:
—¿Quién te ha dicho eso?
Y enseñándome una carta, replicó:
—Me comunican que te aguardan en Turín para rendir
examen juntamente conmigo, pues yo también he decidido
abrazar el estado religioso en esta Orden.
Fui pues, al Convento de Santa María de los Ángeles,
de Turín; hice el examen y fui aceptado para la mitad de
abril, quedando todo preparado para ingresar en el
Convento de La Paz, de Chieri. Pero poco antes de la fecha
señalada para mi ingreso en dicho Convento, tuve un sueño
de lo más extraño».
Y a continuación sigue el relato del mismo tal y como
lo hemos consignado anteriormente, traducido de las
Memorias personales de Don Bosco.
Los Padres Franciscanos conservan un certificado
relacionado con este hecho que dice así:
***************************************************************
«Anno 1834 receptus fuit in conventu S. Mariae
Angelorum Ord. Reformat. S. Francisci, juvenis Joannes
Bosco, a Castronovo, natus die 17 augusti 1815, baptizatus,
et confirmatus. Habet requisita et vota omnia.—Die 18
aprilis.
Ex libro II, in quo describuntur juvenes postulantes ad
Ordinem acceptati et aprobati ab anno 1638 ad annum
1838. Padre Constantino de Valcamonica». Rolling Eyes

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MensajePublicado: Mie May 23, 2007 3:14 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

SACERDOTE Y SASTRE
SUEÑO 7.—AÑO DE 1836.
(M. B. Tomo I, págs. 381-382)


Mientras se entregaba al ejercicio de las más sólidas
virtudes y a los estudios de la filosofía, Juan sentía crecer
siempre más y más en su corazón el deseo de dedicarse a
los jóvenes que acudían a su alrededor para aprender el
Catecismo y ejercitarse en la oración; aprovechando para
ello las ocasiones en que los superiores lo enviaban a la
Catedral para intervenir en las funciones religiosas.
La divina bondad, que tenía los ojos puestos en él con
amorosos designios, comenzó a manifestarle en forma más
detallada el género de apostolado que había de ejercer en
medio de la juventud.
Así ¡o hizo saber él mismo en el Oratorio, en forma
reservada, a algunos de los suyos, entre los que se
encontraban Don Juan Turchi y Don Domingo Ruffino.
****************************************************
—¿Quién iba a imaginar —decía— la manera cómo me vi
cuando estudiaba el primer curso de filosofía?
Y uno de los presentes le preguntó:
—¿Dónde, en sueño o en la realidad?
—Eso no hace al caso—replicó Don Bosco.
Lo cierto es que me vi ya sacerdote, con roquete y
estola y qué así revestido trabajaba en un taller de
sastrería; pero, no haciendo prendas nuevas, sino zurciendo
algunas ropas muy deterioradas y uniendo entre sí una gran
cantidad de pequeñas piezas de paño. De momento no
pude comprender el significado de todo aquello, ni dije
nada a nadie de cuanto había visto, hasta que siendo ya
sacerdote se lo conté a mi consejero Don Cafasso.
****************************************************
Este sueño —escribe Don Lemoyne— quedó indeleble
en la mente de Don Bosco. Con él se le quiso significar que
su misión no se limitaría simplemente a seleccionar jóvenes
virtuosos ayudándoles a conservarse en la virtud, sino que
también habría de reunir a su alrededor a otros jovencitos
descarriados y amenazados por los peligros del mundo, los
cuales, merced a sus cuidados se trocarían en buenos
cristianos, cooperando ellos, después, a la reforma de la
sociedad.

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MensajePublicado: Jue May 24, 2007 5:15 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

EL SUEÑO A LOS VEINTIÚN AÑOS
SUEÑO 8.—AÑO DE 1831.)



(M. B. Tomo I. págs. 423-425)
Hasta llegar al sacerdocio, el clérigo Bosco solía subir
todos los días a la colina que dominaba la viña propiedad
del señor Turco, pasando muchas horas a la sombra de los
árboles que la coronaban.
En dicho lugar se dedicaba a estudiar las materias que
no había podido ver durante el año escolástico;
especialmente la Historia del Antiguo y del Nuevo
Testamento de Calmet, la Geografía de los Santos Lugares
y los rudimentos de la lengua hebrea, consiguiendo
notables conocimientos sobre cada una de estas
disciplinas.
Aún en el 1884 se recordaba de los estudios hechos
sobre dicha lengua y así lo oímos en Roma, con gran
estupor, discutir sobre esta materia con un sacerdote
profesor de hebreo y hablar sobre el valor gramatical y el
significado de ciertas frases de los Profetas, confrontando
varios textos paralelos de diversos libros de la Biblia.
Ocupábase también de la traducción del Nuevo Testamento
del griego y de preparar algunos sermones. Previendo la
necesidad que tendría en el futuro de las lenguas
modernas, se dio en este tiempo al estudio de la lengua
francesa. Después del latín y del italiano, profesó una
predilección especial a los idiomas hebreo, griego y
francés. Muchas veces le oímos decir:
—Mis estudios los hice en la viña de José Turco, en la
Renenta.
Y la finalidad que perseguía al estudiar, era hacerse
digno de su vocación, capacitándose para instruir y educar
a la juventud.
En efecto, como un día se acercase a José Turco, con el
cual le unía una estrecha amistad, mientras trabajaba en la
viña, éste comenzó a decirle:
—Ahora eres clérigo y pronto serás sacerdote. ¿Que
harás entonces?
Juan le contestó:
—No siento inclinación hacia el cargo de párroco o de
vicario-coadjutor; en cambio me gustaría congregar a mí
alrededor a muchos jovencitos abandonados para
instruirlos y educarlos cristianamente.
*******************************************
Habiéndose encontrado otro día con el mismo, Juan le
confió que había tenido un sueño en el cual se le indicaba
que al correr de los años se establecería en cierto lugar,
donde recogería un gran número de jovencitos para
instruirlos y orientarlos por el camino de la salvación. Nada
dijo del sitio que le había sido indicado, pero parece ser
que aludiese a cuanto contó por primera vez a sus hijos del
Oratorio en el año de 1858, entre los cuales se hallaban
presentes Cagliero, Rúa, Francesia y otros. Le pareció ver el
valle que se extendía al pie de la granja de Susambrino
convertido en una gran ciudad, por cuyas calles y plazas
discurrían grupos de muchachos alborotando, jugando y
blasfemando.
Como sentía un gran horror a la blasfemia y estaba
dotado de un carácter un poco vivo e impetuoso, se acercó
a aquellos muchachos echándoles en cara su proceder y
amenazándoles con pasar a los hechos si no cesaban de
proferir blasfemias. Y como en efecto, aquellos jovenzuelos
prosiguiesen en sus insultos contra Dios y contra la
Santísima Virgen, Juan comenzó a golpearlos. Más ellos
reaccionaron y arrojándose sobre él lo abrumaron a
pescozones y puñetazos. Juan entonces se dio a la fuga;
pero al punto le salió al encuentro un Personaje, que le
intimó a que se detuviese, ordenándole que volviese entre
aquellos rapazuelos y les persuadiese de que fuesen
buenos y evitasen el mal. Hizo después referencia a los
golpes que había recibido, objetando que si volvía entre
aquellos muchachos tal vez le sucediera algo peor.
Entonces el Personaje le presentó a una nobilísima Señora,
que en aquellos momentos se acercaba hacia ellos, y le
dijo:
—Esta es mi Madre; aconséjate con Ella.
La Señora, fijando en él una mirada llena de bondad,
le habló así:
—Si quieres ganarte a esos rapazuelos, no debes
hacerles frente con los golpes, sino que los has de tratar
con dulzura y has de usar de la persuasión.
Y entonces, como en el primer sueño vio a los jóvenes
trasformados en fieras y después en ovejas y corderillos, al
frente de los cuales se, puso como pastor por encargo de
aquella Señora.

( Continúa en mensaje siguiente....

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MensajePublicado: Jue May 24, 2007 5:23 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Continúa SUEÑO 8...

Este sueño tuvo lugar en las vacaciones del 1838,
cuando Juan acababa de terminar el primer curso de
Teología; contaba, pues, entonces Don Bosco, veintiún años,
por eso a este sueño se le conoce con el nombre de "El
sueño de los veintiún años", no siendo otra cosa que ¡a
confirmación del que había tenido a los nueve años.
Manifestándole así la Providencia de una manera
superabundante la finalidad y el carácter de su futura
misión.
Don Lemoyne, después de hacer el relato del sueño,
añade estas palabras: "Probablemente fue en esta ocasión
cuando Don Bosco vio el Oratorio con todas sus
dependencias, preparadas para acoger a sus muchachos.
En efecto: Don Bosio, natural de Castagnole, párroco
de Levone Canavés, compañero de Don Bosco en el
Seminario de Chieri, habiendo visitado por primera vez el
Oratorio en 1890, al llegar al patio central del Oratorio y
estando rodeado de los miembros del Capítulo Superior de
la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, girando la vista
a su alrededor y observando el conjunto de los edificios,
exclamó:
"De todo esto que ahora estoy viendo, nada me resulta
nuevo. Don Bosco, cuando estábamos en el Seminario me lo
describió todo, como si estuviese viendo con sus propios
ojos cuanto describía y como yo lo estoy viendo ahora,
comprobando al mismo tiempo la exactitud de sus
palabras». Y al decir esto se sintió presa de una profunda
emoción al recordar al compañero y al amigo.
También el teólogo Cinzano aseguraba a Don Joaquín
Berto y a otros sacerdotes, que el joven Bosco le había
asegurado, plenamente convencido de ello, que en el
porvenir tendría a su disposición numerosos sacerdotes,
clérigos, jóvenes estudiantes y artesanos y una hermosa
banda de música.
He aquí las palabras con que cierra Don Lemoyne el
Capítulo XLVII del primer tomo de las Memorias Biográficas:
"Al llegar aquí no podemos por menos de echar una mirada
retrospectiva al progresivo y racional sucederse de los
varios y sorprendentes sueños. A los nueve años se le da a
conocer la grandiosa misión que le será confiada; a los
dieciséis se le prometen los medios materiales,
indispensables para albergar y alimentar a innumerables
jovencitos; a los diecinueve, una orden imperiosa le hace
saber que no es libre de aceptar o rechazar la misión que
se le encomienda; a los veintiuno se le manifiesta
claramente la clase de jóvenes de cuyo bien espiritual
deberá cuidarse; a ¡os veintidós se le señala una gran
ciudad, Turín, en la cual deberá iniciar sus apostólicas
tareas y sus funciones. No finalizando aquí estas
misteriosas indicaciones, sino que continuarán de una
manera intermitente hasta que la obra de Dios quede
establecida".

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MensajePublicado: Lun May 28, 2007 3:43 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

LA PASTORCILLA Y EL REBAÑO

SUEÑO 9.—AÑO DE 1844.
(Tomo II, págs. 243-245. —M. O. Déc. II, págs. 134-136)


Cuenta Don Bosco en sus Memorias:
«El segundo domingo de octubre de aquel año de
1884, tenía que comunicar a mis muchachos que el Oratorio
había de ser trasladado a Valdocco. Pero la incertidumbre
del lugar, de las personas, de los medios con que había de
contar me tenían grandemente preocupado. La noche
precedente fui a descansar con el corazón lleno de
inquietud. Durante toda ella tuve un sueño que me pareció
como un apéndice del que tuve por primera vez en Becchi
cuando apenas contaba nueve años.
Mi deseo es exponerlo aquí literalmente».
«Soñé que me encontraba en medio de una gran
cantidad de lobos, de cabras, cabritos, corderos, ovejas,
cameros, pájaros, perros... Todos al mismo tiempo hacían
un ruido, un estrépito, o mejor dicho, un estruendo
diabólico, capaz de infundir espanto al más animoso. Yo
quise huir, cuando una Señora, admirablemente vestida de
pastorcilla, me indicó que siguiese y acompañase a aquella
extraña grey, mientras Ella iba delante. Anduvimos
vagando de un lugar a otro: hicimos tres estaciones o
paradas; en cada una de ellas muchos de aquellos
animales se trocaban en corderos, cuyo número iba
progresivamente en aumento. Después de haber caminado
mucho, me encontré en un prado, en el que aquellas
bestezuelas comenzaron a triscar y a comer al mismo
tiempo, sin que las unas molestasen a las otras.
Abrumado por el cansancio, quise sentarme al borde
de un camino cercano, pero la Pastorcilla me invitó a que
prosiguiese adelante. Después de recorrer un breve
espacio de terreno, me encontré en un amplio patio con un
pórtico alrededor, en cuyo extremo había una iglesia.
Entonces me di cuenta de que las cuatro quintas partes de
aquellos animales se habían convertido en corderos. Su
número se había hecho grandísimo. En aquel momento
llegaron algunos pastorcillos para custodiarlos, pero
después de detenerse un poco, se marcharon. Después
sucedió algo maravilloso. Muchos corderos se trocaban en
pastores, que, al crecer en número, cuidaban de los demás.

Al aumentar tan considerablemente el número de los
pastores, se dividieron en grupos y marcharon a diversos
lugares, para reunir á otros animales extraños y guiarlos a
distintos rediles.
Yo quise marcharme porque me parecía que era la
hora de celebrar la Santa Misa, pero la Pastorcilla me
invitó a dirigir la mirada al mediodía. Entonces vi un campo
sembrado de maíz, patatas, repollos, remolachas, lechugas
y otras hortalizas.
—Mira otra vez, —me dijo la Pastorcilla.
Y al dirigir mi vista a aquel mismo lugar, vi una
magnífica iglesia.
Una orquesta y una banda de música instrumental y
una agrupación coral me invitaron a cantar la Misa. En el
interior de aquella iglesia se veía una franja blanca, en la
cual se leía escrito con caracteres cubitales: Hic domus
mea, inde gloria mea.
Continuando el sueño, quise preguntar a la Pastora
dónde me encontraba; qué significaban aquella caminata,
las paradas, la casa, la primera iglesia y la segunda.
—Todo lo comprenderás —me dijo— cuando con los
ojos materiales veas cuanto has podido apreciar con los
ojos de la mente.
Pero, pareciéndome que estaba despierto, dije:
—Yo lo veo todo claramente con mis ojos materiales;
sé adonde voy y lo que hago.

En aquel momento sonó la campana del Ángelus de la
iglesia de San Francisco de Asís y me desperté.
*********************************************

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MensajePublicado: Lun May 28, 2007 3:47 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Continúa SUEÑO 9

Este sueño me ocupó casi toda la noche; vi durante él
otros muchos detalles. Entonces comprendí poco de su
significado, pues, desconfiando de mí daba poco crédito a
cuanto había visto; pero todo lo fui comprendiendo cuando
se impuso la realidad de los hechos.

Las tres paradas indicadas en este sueño representan
el traslado del Oratorio al Refugio de la Marquesa Barolo,
donde se instaló la primera capilla dedicada a San
Francisco de Sales; la marcha de este lugar a San Martín de
los Molinos Dora y, por último, la ida a la Casa Moretta,
alquilada por San Juan Bosco en noviembre del 1845 y
ocupada hasta la primavera del año siguiente.

El patio con sus pórticos y con la iglesia que vio en el
sueño, son los del Oratorio instalado ya definitivamente en
el cobertizo Pinardi; nos referirnos a la primera iglesia
contemplada en la visión.
La segunda iglesia, a la que califica de magnífica, no
es otra que la de San Francisco de Sales, consagrada el 20
de junio de 1852.

La frase latina que aparece en el sueño, fue vista por
San Juan Bosco en tres ocasiones y formas distintas.
La primera en la "magnífica iglesia" del sueño que
acabamos de narrar en la que pudo ver escrito en
caracteres cubitales «HlC DOMUS MEA, INDE GLORIA
MEA». La segunda vez le pareció contemplar un mote
parecido en la Capilla Pinardi: «HAEC EST DOMUS MEA,
INDE GLORIA MEA». La tercera vez leyó en la fachada de
una casa capaz para dar acogida a varios centenares de
jovencitos, casa que aún no existía: «HlC NOMEN MEUM,
HINC INDE EXIBIT GLORIA MEA».

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MensajePublicado: Lun May 28, 2007 4:03 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando


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MensajePublicado: Jue May 31, 2007 3:25 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

EL PORVENIR DEL ORATORIO
SUEÑO 10.--- AÑO DE 1845.


(M. B. Tomo II, págs. 298-300)

Al presente sueño se le conoce también con el título de
"El sueño de la cinta mágica". He aquí el texto del mismo tal
como nos lo ofrecen las Memorias Biográficas en el tomo y
página anteriormente citados:
*******************************************
Pareció encontrarme en una gran llanura ocupada por
una inmensa multitud de jóvenes. Unos reñían entre sí, otros
blasfemaban.
Acá se robaba, allá se ofendían las buenas
costumbres. Una nube de piedras surcaba los aires,
lanzadas por los que hacían guerrillas los unos contra los
otros. Eran, pues, jóvenes corrompidos, abandonados por
sus padres. Yo estaba para alejarme de aquel lugar cuando
vi junto a mí a una Señora que me dijo:
—Ponte en medio de esos jóvenes y trabaja.
Yo obedecí, pero ¿qué hacer? No había local alguno
para acogerlos; deseaba hacerles un poco de bien y me
dirigí a algunas personas que me contemplaban desde
lejos y que me habrían podido ayudar muy eficazmente;
pero nadie me hacía caso, ni me quería socorrer. Entonces
me dirigí a aquella Matrona, la cual me dijo:
—Aquí tienes el local, —y me señaló un prado.
—Pero, esto no es más que un prado —observé yo.
Ella me respondió:
—Mi Hijo y los Apóstoles no tuvieron un palmo de
terreno donde reclinar la cabeza.

Continúa....

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MensajePublicado: Vie Jun 01, 2007 4:39 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Comencé, pues, a trabajar en aquel prado,
amonestando, predicando, confesando, pero comprobé que
con la mayor parte de aquellos jóvenes mis esfuerzos eran
inútiles si no encontraba un lugar cerrado y algunos
edificios para albergarlos; sobre todo para los que habían
sido abandonados por sus padres y repudiados y
despreciados por la sociedad. Entonces aquella Señora me
condujo un poco más hacia el septentrión y me dijo:
—¡Mira!
Y al dirigir mi vista hacia el lugar indicado, vi una
iglesia pequeña y baja, un trozo de patio y muchos jóvenes.
Recomencé mi labor. Pero como la iglesia era insuficiente,
recurrí de nuevo a la Señora y Ella me hizo ver un templo
mayor y junto a él una casa. Después, llevándome hacia un
lado, a un trozo de terreno cultivado, casi frente a la
fachada de la segunda iglesia, añadió:
—En este lugar, donde los Santos Mártires de Turín,
Aventor y Octavio sufrieron el martirio, sobre esta tierra
bañada y santificadaron su sangre, deseo que Dios sea
honrado de un modo especialísimo.
Y al decir esto, adelantó un pie señalando el lugar
donde dichos santos fueron martirizados, indicándomelo
con toda precisión. Yo quise colocar alguna señal para
recordarlo cuando volviese a aquel lugar, pero no encontré
nada a mi alrededor; ni un palo, ni una piedra; con todo, se
me quedó fijo en la memoria con toda precisión.
Corresponde dicho lugar exactamente al ángulo interno de
la capilla de los Santos Mártires, antes de Santa Ana,
situada al lado del Evangelio en la iglesia de María
Auxiliadora.
Entretanto me vi rodeado de un número cada vez más
creciente de jovencitos; pero dirigiendo la mirada a aquella
Señora, aumentaban también los medios y el local. Vi
después una grandísima iglesia, precisamente en el lugar
en que me había dicho haber sufrido el martirio los santos
de la Legión Tebea y alrededor de ella numerosos edificios
y un monumento en el centro.

Continúa...

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MensajePublicado: Vie Jun 01, 2007 4:41 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Mientras sucedían estas cosas, yo siempre en sueños,
vi que me ayudaban en mi labor algunos sacerdotes y
clérigos, que después de estar conmigo algún tiempo, me
abandonaban. Yo procuraba con gran empeño atraérmelos,
pero ellos poco a poco se marchaban dejándome solo.
Entonces me dirigí a la Señora nuevamente, la cual me
dijo:
—¿Quieres saber lo que has de hacer para que no te
abandonen? Toma esta cinta y átales con ella la frente.
Tomé con toda reverencia una cinta blanca de la mano
de la Señora y vi que en ella estaba escrita esta palabra:
OBEDIENCIA. Rolling Eyes
Probé a hacer inmediatamente lo que Ella me había
indicado y comencé a atar la cabeza de mis auxiliares
voluntarios con la cinta, comprobando que se producía
seguidamente un efecto maravilloso; efecto que iba en
aumento mientras yo continuaba entregado a la misión que
me había sido señalada, pues aquellos sacerdotes y
clérigos desechaban el pensamiento de marcharse a otra
parte, quedándose conmigo ayudándome en mi labor. Así
quedó constituida la Congregación.
Vi también otras muchas cosas que no es del caso
relatar en estos momentos; baste decir que desde entonces
proseguí la ruta emprendida con seguridad, ya respecto al
Oratorio, ya respecto a la Congregación; bien sobre la
manera de conducirme en mis relaciones con las personas
externas revestidas de alguna autoridad. Las grandes
dificultades que sobrevendrán están todas previstas y
conozco los medios que he de emplear para superarlas. He
visto detalladamente cuanto nos sucederá y prosigo
adelante a plena luz. Después de haber contemplado
iglesias, casas, patios, jóvenes en gran número, clérigos y
sacerdotes que me ayudaban y la manera de llevarlo todo
adelante, comencé a dar a conocer a algunos ciertas cosas
como si ya existiesen, por eso muchos llegaron a creer que
yo había perdido la cabeza.
Uno de los detalles que más llama la atención en este
sueño es el relacionado con el lugar indicado por la
Santísima Virgen como escenario del martirio de ¡os Santos
Adventor y Octavio. Nuestra Señora no menciona a Solutor,
porque parece ser que este santo mártir al ser herido por
una lanza logró escapar, yendo después a morir a Ivrea.
Sobre esta circunstancia de la designación del sitio
preciso en que sufrieron el martirio Adventor y Octavio, San
Juan Bosco dejó consignado lo siguiente: «Jamás quise
contar este sueño a nadie y mucho menos dar a conocer mi
fundada opinión sobre el lugar exacto del glorioso martirio
de Adventor y Octavio».

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MensajePublicado: Vie Jun 01, 2007 4:44 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

«Más tarde, en 1865, sugerí al Canónigo Gastaldi la
idea de que escribiese las vidas de los tres santos mártires
de la Legión Tebea e hiciese indagaciones para encontrar
el lugar preciso de su martirio, sirviéndose de los datos
suministrados por la historia, la tradición y la topografía. El
docto eclesiástico aceptó la idea; redactó y dio a la
imprenta unas memorias sobre el martirio de los intrépidos
confesores de la fe, sacando como conclusión de su
documentado estudio que se ignoraba el lugar preciso del
mismo, pero que se sabía con toda certeza que se habían
refugiado fuera de la ciudad, cerca del río Dora y que
fueron descubiertos y sacrificados por sus perseguidores en
las proximidades del lugar en que se habían escondido.
El gran trecho existente entre los muros de la ciudad y
el río Dora, hacia el occidente del barrio de este nombre,
fue conocido en la antigüedad con la denominación latina
de Vallis o Vallum occisorum, que se transformó con el
tiempo en Val d'occo, aludiendo quizá a los mártires allí
sacrificados.
Según el Canónigo Gastaldi, teniendo a la vista la
topografía de la ciudad de Turín, el Oratorio de San
Francisco de Sales se levanta precisamente en el lugar
bendito regado con la sangre de los confesores de Cristo».
San Juan Bosco se alegró mucho de esta opinión que
venía a confirmar cuanto había visto en el sueño;
profesando desde entonces una gran devoción a los santos
mártires. Todos ¡os años, en la festividad de San Mauricio,
incorporando el nombre y la gloria del jefe al de los
componentes de la Legión Tebea y de una manera especial
a sus tres esclarecidos soldados, Adventor, Solutor y
Octavio, quiso que se celebrase dicha festividad con
solemnes actos religiosos.

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MensajePublicado: Lun Jun 04, 2007 4:36 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

LOS MÁRTIRES DE TURIN
SUEÑO 11 .—AÑO DE 1845.


(M. B. Tomo II, págs. 342-343)

Un nuevo sueño había de ilustrar la mente de San Juan
Bosco sobre el fin glorioso de los esclarecidos mártires de
Turín, Adventor, Octavio y Solutor, cuyo martirio había
tenido como escenario, según lo indicara la Señora de sus
pensamientos, el mismo lugar en que sus obras
comenzaban a incrementarse prodigiosamente.
He aquí lo que nos dice Lemoyne, que recogió el relato
de labios del Santo:
****************************************************
Le pareció encontrarse en el extremo septentrional del
Rondó o Círculo Valdocco y dirigiendo la mirada hacia el
Dora, entre los esbeltos árboles que en aquel tiempo
adornaban, perfectamente alineados, la avenida hoy
denominada Regina Margherita, vio hacia la parte baja, a
una distancia de unos setenta metros de la contigua calle
Cottolengo, en un campo sembrado de patatas, maíz,
fréjoles y repollos, a tres bellísimos jóvenes
resplandecientes de luz. Estaban a pie firme en el mismo
espacio que le había sido indicado en el sueño precedente,
como teatro de su glorioso martirio. Los tres le invitaron a
bajar y a unirse a ellos. San Juan Bosco se apresuró a
hacerlo, y cuando, estuvo en su compañía le condujeron
amablemente hasta el extremo del lugar en el que ahora se
eleva la majestuosa iglesia de María Auxiliadora. El Santo,
después de recorrer un breve espacio, yendo de maravilla
en maravilla, se encontró en presencia de una Matrona
magníficamente ataviada y de una indecible hermosura, de
extraordinario esplendor y majestad, junto a la cual se veía
un venerable senado de ancianos con aspecto de príncipes.
A Ella como a Reina formábanle cortejo innumerables
personajes de una belleza y de una gracia deslumbradoras.
La Matrona, que había aparecido en el lugar que hoy ocupa
el altar mayor de la iglesia grande, invitó a San Juan Bosco
a que se le acercara. Cuando lo tuvo junto a sí, le manifestó
que aquellos tres jóvenes que le habían conducido a su
presencia, eran los Mártires Solutor, Adventor y Octavio, y
con esto parecía quererle indicar que ellos serían los
patronos especiales de aquel lugar.

Después, con una encantadora sonrisa y con
afectuosas palabras lo animó a que no abandonara a sus
jóvenes y a proseguir cada vez con mayor entusiasmo la
obra emprendida; le anunció que encontraría obstáculos al
parecer insuperables, pero que todos serían vencidos y
allanados si ponía su confianza en la Madre de Dios y en su
Divino Hijo.
Finalmente le mostró a poca distancia una casa, que
realmente existía y que después supo ser propiedad de un
tal señor Pinardi, y una pequeña iglesia en el sitio preciso
en el que ahora se encuentra la de San Francisco de Sales
con los edificios anexos. Levantando la diestra, la Señora
exclamó con voz inefablemente armoniosa: «HAEC EST
DOMUS MEA: INDE GLORIA MEA».
Al oír estas palabras, San Juan Bosco se sintió tan
emocionado que se estremeció y entonces la figura de la
Virgen, que tal era aquella Señora y toda aquella visión
desapareció como la niebla en presencia del sol. El, entre
tanto, confiado en la bondad y en la misericordia divina,
renovó a los pies de la Santísima Virgen la consagración de
sí mismo a la obra a la cual había sido llamado.

Continúa...

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MensajePublicado: Lun Jun 04, 2007 4:41 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

***************************************************
A la mañana siguiente, muy contento por el sueño que
había tenido la noche anterior, Don Bosco se apresuró a
visitar la casa que la Virgen le había indicado.
Al salir de su habitación dijo al teólogo Borel:
—Voy a ver una casa a propósito para nuestro
Oratorio.
Pero, cual no sería su sorpresa cuando, al llegar al
lugar indicado, en vez de encontrar una casa con una
iglesia, halló una morada de gente de mala vida.
Al regresar al Refugio y habiendo sido interrogado por
el mismo teólogo, sin más explicación, le dijo que la casa
sobre la cual había fundado sus proyectos, no le servía para
el fin propuesto.
En otro sueño recibió de la Virgen la explicación, y el
sitio le sirvió.

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MensajePublicado: Jue Jun 07, 2007 12:46 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

SUERTE DE DOS JÓVENES QUE ABANDONAN EL ORATORIO
SUEÑO 12.—AÑO DE 1846.


(M. B. Tomo II, pág. 511)


Ante los peligros y pérdidas de las almas y frente a la
ofensa de Dios, San Juan Bosco nunca pudo permanecer
indiferente.
***********************************************
En aquellos días San Juan Bosco tuvo un sueño que le
causó un dolor profundo. Vio a dos jovencitos, a los cuales
conocía, saliendo de Turín para dirigirse a Becchi; pero
cuando llegaron al puente del Po se les echó encima una
bestia de aspecto feroz. Esta, después de haberlos
embadurnado con su baba, los arrojó al suelo y
revoleándolos largo tiempo en el fango los dejó recubiertos
de tal suciedad que sólo el mirarlos causaba náuseas.
***************************************************
San Juan Bosco narró este sueño a algunos de los que
estaban con él, diciendo los nombres de los dos jóvenes que
había visto en el mismo; y los hechos demostraron que no se
trataba de mera fantasía, pues aquellos dos infelices,
después de abandonar el Oratorio se dieron a toda clase
de desórdenes.

Testigo del relato de este sueño fue el fiel Buzzetti, una
de las primeras figuras del Oratorio a pesar de su condición
de coadjutor, vocación que siguió por imposición de los
hechos.
Nacido en Caronno Ghiringhelio, provincia de
Lombardia, el 7 de febrero de 1832, vivió con San Juan
Bosco hasta la edad de cincuenta y nueve años, en que
murió en el Oratorio un 13 de julio.
Fue uno de los cuatro escogidos por el Santo para
fundar la Congregación Salesiana, recibiendo el hábito
talar el día de la Purificación de Nuestra Señora de 1851,
fecha en la que en el Oratorio se celebraba también la
fiesta de San Francisco de Sales.
En marzo del año siguiente, como consecuencia de un
accidente pirotécnico, perdió el dedo índice de la mano
izquierda, accidente que le obligó a dejar la sotana.
Continuó viviendo con San Juan Bosco y durante muchos
años, debido a su gran delicadeza de conciencia, no se
atrevió a profesar, hasta que en 1878, dio definitivamente
su nombre a la Congregación. Rolling Eyes

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MensajePublicado: Sab Jun 09, 2007 3:05 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

ENTREVISTA CON COMOLLO Y PRECIO DE UN CÁLIZ
SUEÑO 13.—AÑO DE 1847.


(M. B. Tomo III, págs. 30-31)

Luis Comollo fue compañero de San Juan Bosco en el
Seminario de Chieri; joven de raras virtudes, pronto entabló
estrecha amistad con el Santo.

Luis era el monitor de Juan y viceversa. Amistad pura,
desinteresada, de noble, de verdadera emulación. De salud
enfermiza, Comollo ¡legó a desmejorar visiblemente y
acentuándose el mal, murió santamente el 2 de abril de
1839. Esto afligió profundamente el corazón sensibilísimo
de Juan, causándole al mismo tiempo graves trastornos en
la salud.

Los dos amigos y émulos en la virtud, discurrieron
sobre cosas espirituales, llegaron a prometerse
recíprocamente, entre broma y serio, el comunicarse
después de la muerte la suerte corrida al pasar los
umbrales de la eternidad; promesa que conocían muchos
otros de sus compañeros.

Y precisamente la noche del 3 al 4 de abril o la
inmediata siguiente al sepelio de Comollo, hacia la
madrugada, y cuando todos dormían, oyóse un estruendo
formidable en el dormitorio de Juan, mientras una luz
vivísima avanzaba hacia su cama y una voz le decía clara y
distintamente:
—¡Bosco, Bosco, me he salvado! Very Happy Cesó seguidamente el
ruido y poco a poco desapareció la luz.

Juan, incorporado en el lecho y sobrecogido ante
aquella visión, distinguió perfectamente la voz de su amigo,
quien había venido a cumplir ¡a palabra empeñada.
Los seminaristas que ocupaban las camas inmediatas,
también lo oyeron.

Los más, aterrados, saltaron del lecho y agrupados en
torno al vigilante pasaron levantados el resto de la noche,
no faltando quienes fueron a refugiarse a la Capilla.

El hecho produjo el consiguiente revuelo, pero todo
sirvió para poner de relieve la recia personalidad del
seminarista de Becchi.

Este llevó, sin embargo, la peor parte, pues el
acontecimiento le costó una enfermedad larga y penosa.

Después, amaestrado por esta experiencia, solía aconsejar
que no se hicieran tales pactos; pues no es fácil a la
flaqueza humana soportar las relaciones con lo
sobrenatural.

Al producirse, pues, el sueño que vamos a exponer a
continuación y en el que aparece nuevamente Luis Comollo,
habían pasado ya más de seis años de la muerte de éste.

He aquí lo que narra Don Lemoyne:

Idea «La habitación ocupada por San Juan Bosco fue
siempre considerada por los jóvenes como el santuario de
las más bellas virtudes; como un tabernáculo en el cual la
Santísima Virgen se complacía en manifestarle la voluntad
divina; como un vestíbulo que ponía al Oratorio en
comunicación con ¡as regiones celestes. Y cuantos se
personaban en ella, no podían por menos de experimentar
un sentimiento de profunda reverencia. Rolling Eyes

Mamá Margarita no pensaba diversamente. Ella
misma había trasladado su propio lecho a la habitación
más próxima a la de su hijo. Estaba persuadida, pues así se
lo habían demostrado algunos detalles, de que su hijo
pasaba en oración gran parte de la noche y de que en
aquellos días sucedía algo sorprendente que ella no se
sabía explicar.
En efecto: Margarita contaba al joven Santiago Bellia
que en cierta ocasión, algunas horas antes del amanecer,
había oído hablar a [San] Juan Bosco en su habitación.
Unas veces parecía que contestase a las preguntas que se
le hacían y otras, que respondía a su interlocutor. A pesar
de la atención de la buena mujer, no pudo entender ni una
sola palabra de aquel extraño diálogo. Por la mañana,
aunque tenía la seguridad de que nadie podía entrar en la
habitación de [San] Juan Bosco sin que ella lo notase,
preguntó a su hijo con quién había estado hablando. Este le
contestó:
—He hablado con Luis Comollo.
—Pero Comollo hace años que murió, —replicó
Margarita.
—Y con todo, es así. He hablado con él.

San Juan Bosco no añadió explicación alguna, dando
muestras de que una gran idea le preocupaba. Encendido
el rostro como una brasa y con los ojos extraordinariamente
brillantes, fue presa de una emoción que le duró varios
días.

El joven Santiago Bellia, que figura en este relato, fue
uno de los afortunados elegidos por San Juan Bosco en 1849
para formar la Congregación Salesiana. Vistió el hábito
clerical de manos del fundador el 2 de febrero de.1851.
***********************************************
«Poco tiempo después —continúa Don Lemoyne— [San]
Juan Bosco necesitaba un cáliz y no sabía cómo adquirirlo,
pues no disponía de la cantidad necesaria para comprarlo.
Cuando he aquí que una noche le fue indicado en un sueño
que en su baúl había una cantidad suficiente para tal
objeto. A la mañana siguiente fue a Turín para varios
asuntos y mientras caminaba con la mente fija en el sueño
que había tenido la noche precedente, pensaba al mismo
tiempo en la satisfacción que sentiría si aquel sueño se
hubiese trocado en realidad; de forma que se decidió a
volver a casa para registrar el baúl. Al hacerlo, se encontró
en él ocho escudos. Precisamente la cantidad que
necesitaba para la compra del cáliz. Ningún extraño podía
haber puesto aquella suma allí, porque la casa estaba
siempre cerrada. Su madre no disponía de dinero como
para proporcionarle semejantes sorpresas, quedando
también ella gratamente sorprendida cuando supo lo
sucedido».

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MensajePublicado: Dom Jun 10, 2007 4:32 am    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando




San Juan Bosco
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MensajePublicado: Mar Jun 12, 2007 5:02 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

EL EMPARRADO
SUEÑO 14.—AÑO DE 1847.


(M. B. Tomo III, págs. 32-37)

En 1864, una noche, después de las oraciones, Don
Bosco reunía en su habitación para darles una conferencia,
según era su costumbre, a los jóvenes que integraban la
Congregación, entre los cuales se hallaban Don Victorio
Alasonatti, [Beato] Miguel Rúa, Don Juan Cagliero, Don
Celestino Durando, Don José Lazzero y Don Julio Barberis.
Después de haberles hablado del desapego de las cosas
del mundo y de la familia, para seguir el ejemplo de
Jesucristo, les contó un sueño que había tenido diecisiete
años atrás. He aquí sus palabras:
**********************************************
«Les he contado ya muchas cosas en forma de sueño
de las que podíamos deducir lo mucho que la Santísima
Virgen nos ama y nos ayuda; mas, ya que estamos reunidos
aquí nosotros solos, para que cada uno de los presentes
tenga la seguridad de que es la Santísima Virgen la que
quiere nuestra Congregación y a fin de que nos animemos
cada vez más á trabajar para la mayor gloria de Dios, os
contaré, no ya un sueño, sino lo que la misma Madre de
Dios me hizo ver. Ella quiere que pongamos en su bondad
toda nuestra confianza. Yo os hablo como un padre a sus
queridos hijos, pero deseo que guardéis absoluta reserva
sobre cuanto os voy a decir y que nada comuniquéis de esto
a los jóvenes del Oratorio o a las personas de fuera, para
no dar motivos a malas interpretaciones por parte de los
malintencionados.

Continúa...

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MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 12:38 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Un día del año 1847, después de haber meditado yo
mucho sobre la manera de hacer el bien, especialmente en
provecho de la juventud, se me apareció la Reina de los
Cielos y me condujo a un jardín delicioso. En él había un
rústico pero al mismo tiempo bellísimo y amplio pórtico
construido en forma de vestíbulo. Plantas trepadoras
adornaban y cubrían las pilastras, y sus grandes ramas,
exuberantes de hojas y de flores, superponiéndose las unas
a las otras, se entrelazaban al mismo tiempo, formando un
gracioso toldo. Este pórtico daba a un bello sendero, a lo
largo del cual se extendía un hermosísimo emparrado,
flanqueado y cubierto de maravillosos rosales en plena
floración. También el suelo estaba cubierto de rosas. La
Santísima Virgen me dijo:
—Avanza bajo ese emparrado; ese es el camino que
debes recorrer.
Me descalcé para no ajar aquellas flores.
Me sentí satisfecho de haberme descalzado, pues
hubiera sentido tener que pisar unas rosas tan hermosas. Y
sin más, comencé a caminar; pero pronto me di cuenta de
que aquellas rosas ocultaban punzantes espinas; de forma
que mis pies comenzaron a sangrar. Por tanto, después de
haber dado algunos pasos, me vi obligado a detenerme y
seguidamente a volver atrás.
—Aquí es necesario llevar el calzado puesto, —dije a
mi guía.
—¡Cierto! —me respondió— Se necesita un buen
calzado.
Me calcé, pues, y volví a emprender el camino con
algunos compañeros, los cuales habían aparecido en aquel
momento, pidiéndome que les permitiera acompañarme.
Accedí y siguieron detrás de mí bajo el emparrado, que era
de una hermosura indecible; pero, conforme avanzaba, me
parecía más estrecho y más bajo. Muchas ramas
descendían de lo alto y subían como festones; otras
avanzaban erectas hacia el sendero. De los troncos de los
rosales salían algunas ramas acá y acullá horizontalmente;
otras formaban un tupido seto, invadiendo gran parte del
camino; otras crecían en distintas direcciones a poca altura
del suelo. Todas, sin embargo, estaban cuajadas de rosas;
yo no veía más que rosas a los lados, rosas encima de mí,
rosas delante de mis pasos. Mientras tanto sentía agudos
dolores en los pies y hacía algunas contorsiones con el
cuerpo al tocar las rosas de una y otra parte, comprobando
que entre ellas se escondían espinas aún más agudas. Con
todo, proseguí adelante. Mis piernas se enredaban en las
ramas tendidas por el suelo produciéndome dolorosas
heridas; al intentar apartar una rama atravesada en el
camino o al agacharme para pasar por debajo de alguna
otra, sentía las punzadas de las espinas, no sólo en las
manos, sino en todos mis miembros. Las rosas que veía por
encima de mí, también ocultaban una gran cantidad de
espinas que se me clavaban en la cabeza. A pesar de ello,
animado por la Santísima Virgen proseguí mi camino. De
cuando en cuando experimentaba punzadas aún más
intensas y penetrantes que me producían un dolor
agudísimo.

...Continúa....

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MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 12:40 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Entretanto, todos aquellos, y eran muchísimos, que me
veían caminar bajo aquel emparrado, decían:
¡Oh! Vean cómo [San] Juan Bosco camina siempre
entre rosas; él sigue adelante sin dificultades; todo le sale
bien.
Pero los tales no veían las espinas que desgarraban
mis miembros. Muchos clérigos, sacerdotes y seglares, por
mí invitados, comenzaron a seguirme con premura, atraídos
por la belleza de aquellas flores; pero cuando se dieron
cuenta de que era necesario caminar sobre punzantes
espinas y que éstas brotaban por todas partes, comenzaron
a decir a voz en grito:
¡Nos han engañado!
—El que quiera caminar sin dificultad alguna sobre las
rosas — les decía yo— que se vuelva atrás; los demás que
me sigan.
No pocos volvieron atrás. Después de haber recorrido
un buen trecho de camino, me volví para observar a mis
compañeros. Pero ¡cuál no sería mi dolor!, al ver que Una
gran parte de ellos había desaparecido y otra parte,
volviéndome las espaldas, se alejaba de mi.
Inmediatamente volví atrás para llamarlos, pero todo fue
inútil, pues ni siquiera me escuchaban. Entonces comencé a
llorar desconsoladamente y a querellarme diciendo:
—¿Es posible que tenga que recorrer yo solo este
camino tan difícil?
Pero pronto me sentí consolado. Vi avanzar hacia mí un
numeroso grupo de sacerdotes, de clérigos y de personas
seglares, los cuales me dijeron:
—Aquí nos tienes; somos todos tuyos y estamos
dispuestos a seguirte.
Poniéndome entonces al frente de ellos reemprendí el
camino. Solamente algunos se desanimaron, deteniéndose,
pero la mayoría llegó conmigo a la meta.
Después de haber recorrido el emparrado en toda su
longitud, me encontré en un nuevo y amenísimo jardín,
rodeado de todos mis seguidores. Todos estaban
macilentos, desgreñados, cubiertos de sangre. Entonces se
levantó una suave brisa y al conjuro de la misma todos
sanaron. Sopló nuevamente otro vientecillo y, como por
ensalmo, me encontré rodeado de un inmenso número de
jóvenes y de clérigos, de coadjutores y de sacerdotes, que
comenzaron a trabajar conmigo guiando a aquella
juventud. A algunos no los conocía, otras fisonomías, en
cambio, me eran familiares.


...Continúa....

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MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 12:47 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
Responder citando

Entretanto, habiendo llegado a un paraje elevado del
jardín, me encontré con un edificio colosal, sorprendente
por su magnificencia artística, y al cruzar el umbral penetré
en una espaciosa sala tan rica, que ningún palacio del
mundo podría contener otra igual. Estaba completamente
adornada con rosas fragantísimas y sin espinas, de las que
emanaba un suavísimo olor. Entonces, la Santísima Virgen,
que había sido mi guía, me preguntó:
—¿Sabes qué es lo que significa lo que estás viendo
ahora y lo que has observado antes?
—No —respondí—, os ruego que me lo expliquéis.
Entonces Ella dijo:
—Has de saber que el camino por ti recorrido entre
rosas y espinas significa el cuidado con que has de atender
a la juventud; debes caminar con el calzado de la
mortificación. Las espinas que estaban a flor de tierra
representan los afectos sensibles, las simpatías o antipatías
humanas que apartan al educador de su verdadero fin, que
lo hieren o lo detienen en su misión, que le impiden avanzar
y cosechar coronas para la vida eterna. Las rosas son
símbolo de la caridad ardiente que debe ser tu distintivo y
el de todos tus seguidores. Las otras espinas son los
obstáculos, los sufrimientos, los disgustos que tendréis que
soportar. Pero, no te desanimes. Con la caridad y con la
mortificación superaras todas las dificultades y llegaras a
las rosas sin espinas.
Apenas la Madre de Dios hubo terminado de hablar,
volví en mí y me encontré en mi habitación».
***********************************************
Notable es la circunstancia y muy digna de señalar, de
que San Juan Bosco no habla aquí de un simple sueño, sino
de una verdadera y auténtica visión. Al comenzar a
expresarse, el siervo de Dios dice categóricamente: «...A fin
de que nos animemos a trabajar cada vez más a la mayor
gloria de Dios, ¡es contaré, no ya un sueño, sino lo que la
misma Madre de Dios me hizo ver».
Terminando su relato con las siguientes palabras:
«Apenas la Madre de Dios hubo terminado de hablar,
volví en mí y me encontré en mi habitación».
Tanto una como otra expresión ponen de manifiesto
que aquí se trata de una verdadera visión.

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Ubicación: La Plata, Argentina

MensajePublicado: Mie Jun 13, 2007 12:51 pm    Asunto:
Tema: Los Sueños de San Juan Bosco
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