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El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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clauabru
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MensajePublicado: Lun Ene 28, 2008 11:55 pm    Asunto: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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EL LIBRO DE LA VIDA

Santa Teresa de Jesús de Ávila






INTRODUCCIÓN


"La Vida de Santa Teresa escrita de su misma mano" es una autobiografía introspectiva.

En la historia de la literatura religiosa tiene su mejor antecedente en las Confesiones de San Agustín. Y un parecido coetáneo en la Autobiografía de San Ignacio de Loyola. Si bien profundamente diversa de ambas.

La necesidad de introspección y de contar por escrito la propia vida surgió en Teresa sobre el rescoldo de su experiencia religiosa profunda como exigencia inmediata de las gracias místicas que le inundan el alma por los años 1555-1560, cuando ella oscila entre los 40 y 45 de edad.

Lo insólito de esas experiencias y la imparable crecida de las mismas puso a la carmelita en la precisión de examinarlas para entenderlas y discernirlas. La hizo recurrir a teólogos asesores que la ayudasen en la tarea discernidora. Y de éstos recibió la orden de ponerlas por escrito para dictaminar sobre su procedencia.

A partir de ese momento, la mirada introspectiva y auto escrutadora acompañará a Teresa hasta el fin de sus días.

Puesta a escribir, hace un primer esfuerzo fallido: esas sus experiencias son refractarias a la pluma, irreducibles a un pobre relato en vocablos profanos. Teresa misma confesará más tarde la causa de esa impotencia: ella había recibido la "merced" mística de la experiencia de Dios; pero aún no se le había concedido la gracia de entenderla, y menos aún la de expresarla y comunicarla.

Sólo en un segundo momento pudo extender una breve "relación" de su drama interior. A ese primer esbozo .hoy perdido. siguieron pronto otro y otro (Relaciones 1ª y 2ª, escritas en 1560 y 1561). Con ellas, Teresa había superado la barrera de lo inefable místico. Y en el reposo del palacio toledano de Doña. Luisa de la Cerda, logra escribir por fin el libro. Lo termina en la primavera de 1562.

Ese mismo año estrena en Ávila el convento de San José, y en el remanso del nuevo Carmelo redacta de nuevo el libro, con la intención expresa de enviarlo a San Juan de Ávila. Termina la nueva redacción a finales de 1565, y tres años después obtiene el visto bueno del santo, que le devuelve el manuscrito desde Montilla. Será ésta la única redacción que llegue hasta nosotros.

El contenido del libro: ¿relato o lección?

Ambas cosas: relato y lección espiritual se van entrecruzando en el libro. Teresa cuenta su vida, pero no se limita a desgranar episodios. La suya es una narración con tesis. Es ésta la que da hondura y unidad a lo relatado. Su vida tiene sentido porque Dios se hace presente en ella, hasta convertirse en el verdadero protagonista de lo vivido y relatado.

La narración autobiográfica se despliega en varios planos sobrepuestos. Comienza con una serie de capítulos (del 1 al 9) que cuentan la lucha de Teresa por abrirse paso en la vida. Desde el marco externo del hogar, hasta las crisis de su vida interior y la lucha por superarlas.

A partir del capítulo 10, interrumpe el relato para intercalar un tratadillo doctrinal, no narrativo. Reanuda la exposición autobiográfica en el capítulo 23. Pero ahora la desplaza a un plano interior profundo: su vida mística, tupida de insólitos sucesos: cc. 2331.

Sigue un tercer plano, en que cuenta el desbordamiento de sus gracias místicas a favor de una empresa inesperada: la fundación del Carmelo de San José: cc. 3236.

Y por fin, última mirada al paisaje de sus gracias místicas, las recibidas en el remanso del nuevo Carmelo: cc. 3740.

La tesis de soporte fluye a lo largo de la narración, pero se condensa y desarrolla en los capítulos intercalados antes del relato de sus gracias místicas: cc. 1121. En ellos expone cuatro grados de oración, que marcan los hitos y el sentido de su vida, y la progresiva irrupción de Dios en ella.

La edición

En vida de la Santa, el autógrafo de Vida fue secuestrado por la Inquisición (1575), que lo retuvo hasta que, muerta la autora, se proyectó editarlo.

Recuperado entonces el manuscrito original, de él se sirvió fray Luis de León para publicar la obra en Salamanca: 1588.

En la actualidad el autógrafo de Vida se custodia en la Biblioteca del Escorial, con el título (no autógrafo): "La Vida de la Madre Teresa de Jesús escrita de su misma mano, con una aprobación del P. Maestro fr. Domingo Báñez su confesor y cathedrático de prima en Salamanca". De él nos hemos servido para revisar el texto, que en nuestra edición queda adaptado a la ortografía y fonética modernas.


Fuente: mercaba.org


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MensajePublicado: Lun Ene 28, 2008 11:57 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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PRÓLOGO

1. Quisiera yo que, como me han mandado (2) y dado larga licencia para que escriba el modo de oración y las mercedes que el Señor me ha hecho, me la dieran para que muy por menudo y con claridad dijera mis grandes pecados y ruin vida. Diérame gran consuelo. Mas no han querido, antes atádome mucho en este caso. Y por esto pido, por amor del Señor, tenga delante de los ojos quien este discurso de mi vida leyere, que ha sido tan ruin que no he hallado santo de los que se tornaron a Dios con quien me consolar (3). Porque considero que, después que el Señor los llamaba, no le tornaban a ofender. Yo no sólo tornaba a ser peor, sino que parece traía estudio (4) a resistir las mercedes que Su Majestad me hacía, como quien se veía obligada a servir más y entendía de sí no podía pagar lo menos de lo que debía.

2. Sea bendito por siempre, que tanto me esperó, a quien con todo mi corazón suplico me dé gracia para que con toda claridad y verdad yo haga esta relación que mis confesores (5) me mandan (y aun el Señor sé yo lo quiere muchos días ha, sino que yo no me he atrevido) (6) y que sea para gloria y alabanza suya y para que de aquí adelante, conociéndome ellos mejor, ayuden a mi flaqueza para que pueda servir algo de lo que debo al Señor, a quien siempre alaben todas las cosas, amén.



NOTAS PRÓLOGO

1 JHS: anagrama clásico ("Jesus Hominum Salvator"), que preside la primera página de sus libros (así en el Camino, Moradas, Fundaciones, Modo de visitar), y sus Cartas. - Repetirá el anagrama al comenzar el cap. 1º, y antes del epílogo.

2 "Mandantes" y destinatarios del libro son sus "confesores" y consejeros espirituales: Los más identificados son: Gaspar Daza (sacerdote diocesano), Baltasar Alvarez (jesuita), Pedro Ibáñez (dominico) y Francisco de Salcedo (caballero de Avila), para la primera redacción; y los dominicos García de Toledo y Domingo Báñez, para la redacción segunda, texto actual del libro.

3 De los que se tornaron a Dios: santos que fueron pecadores convertidos (S. Pablo, la Magdalena, San Agustín...). Repetirá varias veces ese concepto: c. 9, 7; 19, 5.10; 18, 4...

4 Traía estudio: ponía empeño, cuidado especial.

5 Que mis confesores: repetido en el autógrafo, por lapsus involuntario.

6 Es decir, además del "mandato" de los confesores, el libro nace por impulso interior místico.

7 Es patente la "intención" de la escritora: escribe su autobiografía para hacerse conocer y ayudar. A lo largo del libro aparecerá un segundo objetivo: adoctrinar a los destinatarios del escrito, "engolosinados" (c. 18, 8 ) y ayudarlos en su camino espiritual.

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MensajePublicado: Lun Ene 28, 2008 11:58 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 1

En que trata cómo comenzó el Señor a despertar esta alma en su niñez a cosas virtuosas, y la ayuda que es para esto serlo los padres.

1. El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena (1). Era mi padre aficionado a leer buenos libros (2) y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto (3), con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años. Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.

Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos (4), porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.

2. Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades (5). Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años (6), ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente.

3. Eramos tres hermanas y nueve hermanos (7). Todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios, parece tenía alguna razón; porque yo he lástima cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal me supe aprovechar de ellas.

4. Pues mis hermanos ninguna cosa me desayudaban a servir a Dios. Tenía uno casi de mi edad (8 ), juntábamonos entrambos a leer vidas de Santos, que era el que yo más quería, aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí. Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban, parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo, y juntábame con este mi hermano a tratar qué medio habría para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios, para que allá nos descabezasen. Y paréceme que nos daba el Señor ánimo en tan tierna edad, si viéramos algún medio, sino que el tener padres nos parecía el mayor embarazo (9).

Espantábanos mucho el decir que pena y gloria era para siempre, en lo que leíamos. Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad.

5. De que vi que era imposible ir a donde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecillas que luego se nos caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi culpa.

6. Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas, y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.

7. Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos (10). Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas (11). Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí (12).

Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé.

8. ¡Oh Señor mío!, pues parece tenéis determinado que me salve, plega a Vuestra Majestad sea así; y de hacerme tantas mercedes como me habéis hecho, ¿no tuvierais por bien no por mi ganancia, sino por vuestro acatamiento que no se ensuciara tanto posada adonde tan continuo habíais de morar? Fatígame, Señor, aun decir esto, porque sé que fue mía toda la culpa; porque no me parece os quedó a Vos nada por hacer para que desde esta edad no fuera toda vuestra.

Cuando voy a quejarme de mis padres, tampoco puedo, porque no veía en ellos sino todo bien y cuidado de mi bien.

Pues pasando de esta edad, que comencé a entender (13) las gracias de naturaleza que el Señor me había dado, que según decían eran muchas, cuando por ellas le había de dar gracias, de todas me comencé a ayudar para ofenderle, como ahora diré.

NOTAS CAPÍTULO 1

1 Fueron sus padres Don Alonso Sánchez de Cepeda (1480?-1543) y Doña Beatríz de Ahumada (1495?-1529). Don Alonso había casado en primeras nupcias con Doña Catalina del Peso y Henao. Muerta ésta en 1507, casó en segundas nupcias con Doña Beatríz (1509). Tenían su residencia familiar en Avila.

2 Buenos libros: en el léxico teresiano equivale a "libros espirituales o de devoción" (cf. c. 3, 4; 3, 7; 4, 7; 6, 4...).

3 Esto: en el autógrafo "estos". Lo consideramos lapsus de pluma por contaminación de sibilantes. Fray Luis editó "estos" (p. 27); luego en la fe de erratas enmandó "esto", y así lo publicó en su segunda edición de 1589 (p. 27). Entre los "buenos libros" de la biblioteca de Don Alonso por aquellos años había un "Retablo de la Vida de Cristo", un Tulio "De officiis", un Boecio, un "Tratado de la Misa", "Los siete pecados", "La conquista de ultramar", "Proverbios" de Séneca, Virgilio, "las Trescientas" y "La coronación" de Juan de Mena, y un "Lunario". Son los títulos que aparecen en el "Inventario" hecho por Don Alonso en 1507 a la muerte de su primera mujer.

4 Esclavos: probablemente moros o africanos en situación de libertad limitada.

5 Doña Beatríz había casado con Don Alonso a los 14 ó 15 años de edad. De él tuvo nueve o quizás diez hijos. Más adelante aludirá la Santa a los "grandes trabajos" de Doña Beatríz (c., 1).

6 Tendría probablemente 34 ó 35 años. Falleció a finales de diciembre de 1528 o principios del año siguiente.

7 Las hermanas fueron: María, Teresa y Juana. Los hermanos: Juan de Cepeda, Hernando de Ahumada, Rodrigo de Cepeda, Juan de Ahumada, Lorenzo de Cepeda, Antonio de Ahumada, Pedro, Jerónimo y Agustín de Ahumada.

8 Este hermano preferido era Rodrigo. Había nacido en 1513. Teresa nació el 28.3.1515. Nos ha llegado la nota escrita por Don Alonso: "En miércoles, 28 días del mes de marzo de mil y quinientos y quince años, nació Teresa, mi hija, a las cinco horas de la mañana, media hora más o menos, que fue el dicho miércoles casi amanecido" (BMC, t. 2, p. 91).

9 "Rodrigo de Ahumada", anota Gracián al margen de este pasaje en su ejemplar de las obras de la Santa (Salamanca 1588 ). - No sólo "concertaron" la fuga, sino que la emprendieron: "... tomando alguna cosilla para comer, se salió con su hermano de casa de su padre, determinados los dos a ir a tierra de moros, donde los cortasen las cabezas por Jesucristo. Y saliendo por la puerta del Adaja... se fueron por la puente adelante, hasta que un tío suyo los encontró y los volvió a casa... El niño se excusaba con decir que su hermana le había hecho tomar aquel camino" (FRANCISCO DE RIBERA, "Vida de la M. Teresa", I, 4).

10 En realidad, estaba para cumplir ya los 14, cuando murió su madre (finales de 1528 o principios de 1529).

11 Desde siempre se ha identificado esa imagen con la de "Nuestra Señora de la Caridad", actualmente en la catedral de Avila.

12 Me ha tornado a sí: alusión a su vocación de carmelita o a su "conversión". Este segundo sentido es el que reafirma en la Rel. 30, 2.

13 Ender. escribe la Santa por lapsus de pluma. - Gracias de naturaleza: alusión a su belleza y simpatía, de las que es consciente.

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Leandro del Santo Rosario
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MensajePublicado: Mar Ene 29, 2008 3:17 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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Corresponde más bien al foro de mística, aquí lo he traido Smile
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clauabru
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 3:42 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 2



Trata cómo fue perdiendo estas virtudes y lo que importa en la niñez tratar con personas virtuosas.



1. Paréceme que comenzó a hacerme mucho daño lo que ahora diré. Considero algunas veces cuán mal lo hacen los padres que no procuran que vean sus hijos siempre cosas de virtud de todas maneras; porque, con serlo tanto mi madre como he dicho (1), de lo bueno no tomé tanto en llegando a uso de razón, ni casi nada, y lo malo me dañó mucho. Era aficionada a libros de caballerías (2) y no tan mal tomaba este pasatiempo como yo le tomé para mí, porque no perdía su labor, sino desenvolvíamonos (3) para leer en ellos, y por ventura lo hacía para no pensar en grandes trabajos que tenía, y ocupar sus hijos, que no anduviesen en otras cosas perdidos. De esto le pesaba tanto a mi padre, que se había de tener aviso a que no lo viese. Yo comencé a quedarme en costumbre de leerlos; y aquella pequeña falta que en ella vi, me comenzó a enfriar los deseos y comenzar a faltar en lo demás; y parecíame no era malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento.

2. Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy curiosa (4). No tenía mala intención, porque no quisiera yo que nadie ofendiera a Dios por mí. Duróme mucha curiosidad de limpieza demasiada y cosas que me parecía a mí no eran ningún pecado, muchos años. Ahora veo cuán malo debía ser.

Tenía primos hermanos algunos (5), que en casa de mi padre no tenían otros cabida para entrar, que era muy recatado, y pluguiera a Dios que lo fuera de éstos también. Porque ahora veo el peligro que es tratar en la edad que se han de comenzar a criar virtudes con personas que no conocen la vanidad del mundo, sino que antes despiertan para meterse en él. Eran casi de mi edad, poco mayores que yo. Andábamos siempre juntos. Teníanme gran amor, y en todas las cosas que les daba contento los sustentaba plática y oía sucesos de sus aficiones y niñerías nonada buenas; y lo que peor fue, mostrarse el alma a lo que fue causa de todo su mal.

3. Si yo hubiera de aconsejar, dijera a los padres que en esta edad tuviesen gran cuenta con las personas que tratan sus hijos, porque aquí está mucho mal, que se va nuestro natural antes a lo peor que a lo mejor.

Así me acaeció a mí, que tenía una hermana de mucha más edad que yo (6), de cuya honestidad y bondad que tenía mucha de ésta no tomaba nada, y tomé todo el daño de una parienta que trataba mucho en casa. Era de tan livianos tratos, que mi madre la había mucho procurado desviar que tratase en casa; parece adivinaba el mal que por ella me había de venir, y era tanta la ocasión que había para entrar, que no había podido (7). A ésta que digo, me aficioné a tratar. Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempos que yo quería, y aun me ponía en ellas y daba parte de sus conversaciones y vanidades.

Hasta que traté con ella, que fue de edad de catorce años (8 ), y creo que más (para tener amistad conmigo digo y darme parte de sus cosas), no me parece había dejado a Dios por culpa mortal ni perdido el temor de Dios, aunque le tenía mayor de la honra (9). Este tuvo fuerza para no la perder del todo, ni me parece por ninguna cosa del mundo en esto me podía mudar, ni había amor de persona de él que a esto me hiciese rendir. ¡Así tuviera fortaleza en no ir contra la honra de Dios, como me la daba mi natural para no perder en lo que me parecía a mí está la honra del mundo! ¡Y no miraba que la perdía por otras muchas vías!

4. En querer ésta vanamente tenía extremo. Los medios que eran menester para guardarla, no ponía ninguno. Sólo para no perderme del todo tenía gran miramiento.

Mi padre y hermana sentían mucho esta amistad. Reprendíanmela muchas veces. Como no podían quitar la ocasión de entrar ella en casa, no les aprovechaban sus diligencias, porque mi sagacidad para cualquier cosa mala era mucha. Espántame algunas veces el daño que hace una mala compañía, y si no hubiera pasado por ello, no lo pudiera creer. En especial en tiempo de mocedad debe ser mayor el mal que hace. Querría escarmentasen en mí los padres para mirar mucho en esto. Y es así que de tal manera me mudó esta conversación, que de natural y alma virtuoso no me dejó casi ninguna (10), y me parece me imprimía sus condiciones ella y otra que tenía la misma manera de pasatiempos.

5. Por aquí entiendo el gran provecho que hace la buena compañía, y tengo por cierto que, si tratara en aquella edad con personas virtuosas, que estuviera entera en la virtud. Porque si en esta edad tuviera quien me enseñara a temer a Dios, fuera tomando fuerzas el alma para no caer. Después, quitado este temor del todo, quedóme sólo el de la honra, que en todo lo que hacía me traía atormentada. Con pensar que no se había de saber, me atrevía a muchas cosas bien contra ella y contra Dios.

6. Al principio dañáronme las cosas dichas, a lo que me parece, y no debía ser suya la culpa, sino mía. Porque después mi malicia para el mal bastaba, junto con tener criadas, que para todo mal hallaba en ellas buen aparejo; que si alguna fuera en aconsejarme bien, por ventura me aprovechara; mas el interés las cegaba, como a mí la afición. Y pues nunca era inclinada a mucho mal porque cosas deshonestas naturalmente las aborrecía, sino a pasatiempos de buena conversación, mas puesta en la ocasión, estaba en la mano el peligro, y ponía en él a mi padre y hermanos. De los cuales (11) me libró Dios de manera que se parece bien procuraba contra mi voluntad que del todo no me perdiese, aunque no pudo ser tan secreto que no hubiese harta quiebra de mi honra y sospecha en mi padre.

Porque no me parece había tres meses que andaba en estas vanidades, cuando me llevaron a un monasterio que había en este lugar (12), adonde se criaban personas semejantes, aunque no tan ruines en costumbres como yo; y esto con tan gran disimulación, que sola yo y algún deudo lo supo; porque aguardaron a coyuntura que no pareciese novedad: porque, haberse mi hermana casado y quedar sola sin madre, no era bien (13).

7. Era tan demasiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación mía, que no había creer tanto mal de mí, y así no quedó en desgracia conmigo. Como fue breve el tiempo, aunque se entendiese algo, no debía ser dicho con certinidad (14). Porque como yo temía tanto la honra, todas mis diligencias eran en que fuese secreto, y no miraba que no podía serlo a quien todo lo ve.

¡Oh Dios mío! ¡Qué daño hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea contra Vos! Tengo por cierto que se excusarían grandes males si entendiésemos que no está el negocio en guardarnos de los hombres, sino en no nos guardar de descontentaros a Vos.

8. Los primeros ocho días sentí mucho, y más la sospecha que tuve se había entendido la vanidad mía, que no de estar allí. Porque ya yo andaba cansada y no dejaba de tener gran temor de Dios cuando le ofendía, y procuraba confesarme con brevedad. Traía un desasosiego, que en ocho días y aun creo menos estaba muy más contenta que en casa de mi padre. Todas lo estaban conmigo, porque en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese, y así era muy querida (15). Y puesto que yo estaba entonces ya enemiguísima de ser monja, holgábame de ver tan buenas monjas, que lo eran mucho las de aquella casa, y de gran honestidad y religión y recatamiento.

Aun con todo esto no me dejaba el demonio de tentar, y buscar los de fuera cómo me desasosegar con recaudos. Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos.

Paréceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí. ¡Bendito seáis Vos, Señor, que tanto me habéis sufrido! Amén.

9. Una cosa tenía que parece me podía ser alguna disculpa, si no tuviera tantas culpas; y es que era el trato con quien por vía de casamiento me parecía podía acabar en bien; e informada de con quien me confesaba y de otras personas, en muchas cosas me decían no iba contra Dios.

10. Dormía una monja con las que estábamos seglares, que por medio suyo parece quiso el Señor comenzar a darme luz, como ahora diré (16).



NOTAS CAPÍTULO 2

1 Lo ha dicho en el c. 1, 2.

2 Libros de caballerías": son las novelas fantásticas de su tiempo, puestas en ridículo por Cervantes en las primeras páginas del Quijote (I, c. 6). - Teresa misma llegó a escribir un "libro de caballerías" (una de esas novelas) en colaboración con su hermano Rodrigo: los atestiguan F. de Ribera ("Vida de la M. Teresa (, c. 5) y Gracián en nota a ese pasaje de Ribera: "la misma (Teresa) lo contó a mí". - De este escrito de Teresa joven, nada ha llegado hasta nosotros.

3 Desenvolviémonos, escribe ella. En el sentido de "desembarazarse de ocupaciones": nos las arreglábamos para...

4 Curiosa: cuidadosa, arreglada. - En carta del 23.12.1561, ponderando la belleza de una imagen de la Virgen, enviada desde Quito por su hermano Lorenzo, escribe: "Si fuera el tiempo que yo traía oro, hubiera harta envidia de la imagen".

5 Primos hermanos: Alude probablemente a los hijos de Doña Elvira de Cepeda, viuda de D. Hernando Mejía: Vasco (nacido en 1507), Francisco (1508), y Diego (1513).

6 Una hermana: "Llamábase Doña María de Cepeda", anota Gracián en su ejemplar de "Vida". Era la primogénita de Don Alonso, en su primer matrimonio. Unos nueve años mayor que Teresa.

7 No había podido evitarlo o desviar a la pariente. - Se trataba, probablemente, de otra hija de Doña Elvira: Inés de Mejía.

8 De catorce años: Teresa se acerca a los 16 cuando su padre la lleva al internado de Santa María de Gracia, para conjurar esa situación.

9 Temor de la honra: temor de perderla. En realidad, se trata del "culto de la honra o pundonor", verdadero íncubo psicológico de su siglo. Teresa "era tan honrosa", escribirá enseguida (c. 3, 7).

10 Casi ninguna virtud.

11 De los cuales peligros y ocasiones.

12 Este lugar es Avila, aludida en anonimato a lo largo de todo el libro. - El monasterio es "Santa María de Gracia", de agustinas, que acogían y educaban a las jóvenes "doncellas señoras de piso".

13 Mi hermana: era Doña María de Cepeda, casada en enero de 1531 con Don Martín Guzmán y Barrientos. De ellos hablará en el c, 3, 3; y c. 4, 6.

14 Certinidad: certeza.

15 Muy querida: aspecto muy destacado entre sus recuerdos de infancia y adolescencia: cf. c. 1, 3.4; 2, 2.7; 3, 3.4.

16 Una monja... como diré: lo dirá en el c. 3, 1. Era Doña María de Briceño, de Avila, y de unos 33 años, agustina en Santa María de Gracia desde los 16. Ejercerá influjo decisivo en Teresa.

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MensajePublicado: Lun Feb 04, 2008 3:55 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 3

En que trata cómo fue parte la buena compañía para tornar a despertar sus deseos, y por qué manera comenzó el Señor a darla alguna luz del engaño que había traído.

1. Pues comenzando a gustar de la buena y santa conversación de esta monja, holgábame de oírla cuán bien hablaba de Dios, porque era muy discreta y santa. Esto, a mi parecer, en ningún tiempo dejé de holgarme de oírlo. Comenzóme a contar cómo ella había venido a ser monja por sólo leer lo que dice el evangelio: Muchos son los llamados y pocos los escogidos (1). Decíame el premio que daba el Señor a los que todo lo dejan por El.

Comenzó esta buena compañía a desterrar las costumbres que había hecho la mala y a tornar a poner en mi pensamiento deseos de las cosas eternas y a quitar algo la gran enemistad que tenía con ser monja, que se me había puesto grandísima. Y si veía alguna tener lágrimas cuando rezaba, u otras virtudes, habíala mucha envidia; porque era tan recio mi corazón en este caso que, si leyera toda la Pasión, no llorara una lágrima. Esto me causaba pena.

2. Estuve año y medio en este monasterio harto mejorada. Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar con todas me encomendasen a Dios, que me diese el estado en que le había de servir. Mas todavía deseaba no fuese monja, que éste no fuese Dios servido de dármele, aunque también temía el casarme.

A cabo de este tiempo que estuve aquí, ya tenía más amistad de ser monja, aunque no en aquella casa, por las cosas más virtuosas que después entendí tenían, que me parecían extremos demasiados; y había algunas de las más mozas que me ayudaban en esto, que si todas fueran de un parecer, mucho me aprovechara. También tenía yo una grande amiga (2) en otro monasterio, y esto me era parte para no ser monja, si lo hubiese de ser, sino adonde ella estaba. Miraba más el gusto de mi sensualidad (3) y vanidad que lo bien que me estaba a mi alma. Estos buenos pensamientos de ser monja me venían algunas veces y luego se quitaban, y no podía persuadirme a serlo.

3. En este tiempo, aunque yo no estaba descuidada de mi remedio, andaba más ganoso el Señor de disponerme para el estado que me estaba mejor. Diome una gran enfermedad, que hube de tornar en casa de mi padre. En estando buena, lleváronme en casa de mi hermana que residía en una aldea (4) para verla, que era extremo el amor que me tenía y, a su querer, no saliera yo de con ella; y su marido también me amaba mucho, al menos mostrábame todo regalo, que aun esto debo más al Señor, que en todas partes siempre le he tenido, y todo se lo servía como la que soy.

4. Estaba en el camino un hermano de mi padre, muy avisado y de grandes virtudes, viudo, a quien también andaba el Señor disponiendo para sí, que en su mayor edad dejó todo lo que tenía y fue fraile y acabó de suerte que creo goza de Dios (5). Quiso que me estuviese con él unos días. Su ejercicio era buenos libros de romance, y su hablar era lo más ordinario de Dios y de la vanidad del mundo. Hacíame le leyese y, aunque no era amiga de ellos (6), mostraba que sí. Porque en esto de dar contento a otros he tenido extremo, aunque a mí me hiciese pesar; tanto, que en otras fuera virtud y en mí ha sido gran falta, porque iba muchas veces muy sin discreción.

¡Oh, válgame Dios, por qué términos me andaba Su Majestad disponiendo para el estado en que se quiso servir de mí, que, sin quererlo yo, me forzó a que me hiciese fuerza! Sea bendito por siempre, amén.

5. Aunque fueron los días que estuve pocos, con la fuerza que hacían en mi corazón las palabras de Dios, así leídas como oídas, y la buena compañía, vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña (7), de que no era todo nada, y la vanidad del mundo, y cómo acababa en breve, y a temer, si me hubiera muerto, cómo me iba al infierno. Y aunque no acababa mi voluntad de inclinarse a ser monja, vi era el mejor y más seguro estado. Y así poco a poco me determiné a forzarme para tomarle.

6. En esta batalla estuve tres meses, forzándome a mí misma con esta razón: que los trabajos y pena de ser monja no podía ser mayor que la del purgatorio, y que yo había bien merecido el infierno; que no era mucho estar lo que viviese como en purgatorio, y que después me iría derecha al cielo, que éste era mi deseo.

Y en este movimiento de tomar estado, más me parece me movía un temor servil que amor. Poníame (8 ) el demonio que no podría sufrir los trabajos de la religión, por ser tan regalada (9). A esto me defendía con los trabajos que pasó Cristo, porque no era mucho yo pasase algunos por El; que El me ayudaría a llevarlos debía pensar, que esto postrero no me acuerdo. Pasé hartas tentaciones estos días.

7. Habíanme dado, con unas calenturas, unos grandes desmayos, que siempre tenía bien poca salud. Diome la vida haber quedado ya amiga de buenos libros. Leía en las Epístolas de San Jerónimo (10), que me animaban de suerte que me determiné a decirlo a mi padre, que casi era como a tomar el hábito, porque era tan honrosa (11) que me parece no tornara atrás por ninguna manera, habiéndolo dicho una vez. Era tanto lo que me quería, que en ninguna manera lo pude acabar con él, ni bastaron ruegos de personas que procuré le hablasen. Lo que más (12) se pudo acabar con él fue que después de sus días haría lo que quisiese. Yo ya me temía a mí y a mi flaqueza no tornase atrás, y así no me pareció me convenía esto, y procurélo por otra vía, como ahora diré.


NOTAS CAPÍTULO 3

1 Mt 20, 16. sigue inmediatamente otra alusión al Evangelio: Mt 19, 28.

2 Al margen de su ejemplar anotó el P. Gracián: "Llamábase Juana Juárez". - Era monja carmelita en la Encarnación de Avila; por este tiempo solía visitarla la Santa. De estas visitas se acordaba muchos años más tarde otra monja del monasterio: "Yo me acuerdo cuando la Santa Madre venía seglar algunas veces a este convento, y doy por señas qe traía una saya naranjada con unos ribetes de terciopelo negro" (Cfr. MBC, t. II, p. 113).

3 Sensualidad: en el léxico teresiano tiene acepción propia y algo varia, pero siempre distinta de la moderna; equivale a "la parte sensitiva o sensible del compuesto humano", a "sentidos y sensibilidad", e incluso a "la carne en cuanto tercer enemigo del alma" (cf. en esta última acepción: Vida 7, 38, 18; Fund. 5, 12. - La misma acepción tiene el adjetivo sensual: cf. Vida 8,5; 10, 2; 12, 1; 29, 9...

4 Se refiere a su hermana mayor María de Cepeda, de quien hizo el elogio en el c, 2, n. 3, casada hacia enero de 1531, poco antes de entrar Teresa en Santa María de Gracia; su cuñado era Don Martín de Guzmán y Barrientos; residían en Castellanos de la Cañada, aldehuela avilesa de unos 10 vecinos.

5 Era éste tío de la Santa Pedro Sánchez de Cepeda (viudo de Doña Catalina del Aguila), residente en la aldehuela de Hortigosa, a pocas leguas de Avila. Hombre "espiritual", dado a la penitencia y lectura piadosa, vivía como un fraile, y de hecho murió monje en el monasterio de jerónimos de Guisando.

6 Aún no era amiga de libros espirituales. Momentos de transición entre su afición a las lecturas profanas (c. 2, 1) y su predilección por los buenos libros de los que pronto será amiga (n. 7), y porsteriormente amiguísima (6, 4).

7 La verdad de cuando niña: alusión a sus meditaciones infantiles que refirió en el c. 1, 4. - Que no era todo nada: doble negación, con fuerza afirmativa: "que todo (lo creado) era nada (cf. 15, 11).

8 Poníame: en acepción de "sugerir": (poníame en pensamiento...), acepción de "poner" (= oponer) frecuente en la Santa (cf. 11, 4; 12, 3; 13 tít.).

9 Tan regalada: amiga de comodidad y regalo (cf. 13, 7: "tan mirada y regalada").

10 Muy probablemente las leyó en la versión del bachiller JUAN DE MOLINA: "Las epístolas de San Jerónimo con una narración de la guerra de las Germanias", dedicada a Doña María Enríquez de Borja, Duquesa de Gandía y Abadesa del Monasterio de Santa Clara de la misma ciudad, en Valencia, por Juan Jofre, 1520, o quizá en alguna de las sucesivas reediciones: Valencia 1522 y 1526, o Sevilla 1532.

11 Tan honrosa: tan pundonorosa ( o "tan esclava de la honra en mantener la palabra dada). Cf. 31, 23, Acepción más amplia en Conc. 3, 7; C. 18, 5.

12 Lo que más: lo más que...

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MensajePublicado: Vie Feb 08, 2008 10:51 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 4



Dice cómo la ayudó el Señor para forzarse a sí misma para tomar hábito, y las muchas enfermedades que Su Majestad la comenzó a dar.



1. En estos días que andaba con estas determinaciones, había persuadido a un hermano mío a que se metiese fraile (*,1) diciéndole la vanidad del mundo. Y concertamos entrambos de irnos un día muy de mañana al monasterio adonde estaba aquella mi amiga, que era al que yo tenía mucha afición (2), puesto que ya en esta postrera determinación ya yo estaba de suerte, que a cualquiera que pensara servir más a Dios o mi padre quisiera, fuera; que más miraba ya el remedio de mi alma, que del descanso ningún caso hacía de él.

Acuérdaseme, a todo mi parecer y con verdad, que cuando salí de casa de mi padre no creo será más el sentimiento cuando me muera (3). Porque me parece cada hueso se me apartaba por sí, que, como no había amor de Dios que quitase el amor del padre y parientes, era todo haciéndome una fuerza tan grande que, si el Señor no me ayudara, no bastaran mis consideraciones para ir adelante. Aquí me dio ánimo contra mí, de manera que lo puse por obra.

2. En tomando el hábito (4), luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entendía de mí (5), sino grandísima voluntad. A la hora (6) me dio un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca jamás me faltó hasta hoy, y mudó Dios la sequedad que tenía mi alma en grandísima ternura. Dábanme deleite todas las cosas de la religión, y es verdad que andaba algunas veces barriendo en horas que yo solía ocupar en mi regalo y gala, y acordándoseme que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba y no podía entender por dónde venía.

Cuando de esto me acuerdo, no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla. Porque ya tengo experiencia en muchas que, si me ayudo al principio a determinarme a hacerlo, que, siendo sólo por Dios, hasta comenzarlo (7) quiere para que más merezcamos que el alma sienta aquel espanto, y mientras mayor, si sale con ello, mayor premio y más sabroso se hace después. Aun en esta vida lo paga Su Majestad por unas vías que sólo quien goza de ello lo entiende. Esto tengo por experiencia, como he dicho (8 ), en muchas cosas harto graves. Y así jamás aconsejaría si fuera persona que hubiera de dar parecer que, cuando una buena inspiración acomete muchas veces, se deje, por miedo, de poner por obra; que si va desnudamente por solo Dios, no hay que temer sucederá mal, que poderoso es para todo. Sea bendito por siempre, amén.

3. Bastara, ¡oh sumo Bien y descanso mío!, las mercedes que me habíais hecho hasta aquí, de traerme por tantos rodeos vuestra piedad y grandeza a estado tan seguro y a casa adonde había muchas siervas de Dios, de quien yo pudiera tomar, para ir creciendo en su servicio. No sé cómo he de pasar de aquí, cuando me acuerdo la manera de mi profesión (9) y la gran determinación y contento con que la hice y el desposorio que hice con Vos. Esto no lo puedo decir sin lágrimas, y habían de ser de sangre y quebrárseme el corazón, y no era mucho sentimiento para lo que después os ofendí.

Paréceme ahora que tenía razón de no querer tan gran dignidad, pues tan mal había de usar de ella. Mas Vos, Señor mío, quisisteis ser casi veinte años que usé mal de esta merced ser el agraviado, porque yo fuese mejorada. No parece, Dios mío, sino que prometí no guardar cosa de lo que os había prometido, aunque entonces no era esa mi intención. Mas veo tales mis obras después, que no sé qué intención tenía, para que más se vea quién Vos sois, Esposo mío, y quién soy yo. Que es verdad, cierto, que muchas veces me templa el sentimiento de mis grandes culpas el contento que me da que se entienda la muchedumbre de vuestras misericordias (10).

4. ¿En quién, Señor, pueden así resplandecer como en mí, que tanto he oscurecido con mis malas obras las grandes mercedes que me comenzasteis a hacer? ¡Ay de mí, Criador mío, que si quiero dar disculpa, ninguna tengo! Ni tiene nadie la culpa sino yo. Porque si os pagara algo del amor que me comenzasteis a mostrar, no le pudiera yo emplear en nadie sino en Vos, y con esto se remediaba todo. Pues no lo merecí ni tuve tanta ventura, válgame ahora, Señor, vuestra misericordia.

5. La mudanza de la vida y de los manjares me hizo daño a la salud, que, aunque el contento era mucho, no bastó. Comenzáronme a crecer los desmayos y diome un mal de corazón tan grandísimo, que ponía espanto a quien le veía, y otros muchos males juntos, y así pasé el primer año con harta mala salud, aunque no me parece ofendí a Dios en él mucho. Y como era el mal tan grave que casi me privaba el sentido siempre y algunas veces del todo quedaba sin él, era grande la diligencia que traía mi padre para buscar remedio; y como no le dieron los médicos de aquí, procuró llevarme a un lugar adonde había mucha fama de que sanaban allí otras enfermedades, y así dijeron harían la mía (11). Fue conmigo esta amiga que he dicho que tenía en casa, que era antigua (12). En la casa que era monja no se prometía clausura (13).

6. Estuve casi un año por allá, y los tres meses de él padeciendo tan grandísimo tormento en las curas que me hicieron tan recias, que yo no sé cómo las pude sufrir; y en fin, aunque las sufrí, no las pudo sufrir mi sujeto, como diré (14).

Había de comenzarse la cura en el principio del verano, y yo fui en el principio del invierno. Todo este tiempo estuve en casa de la hermana que he dicho (15) que estaba en la aldea, esperando el mes de abril, porque estaba cerca, y no andar yendo y viniendo.

7. Cuando iba, me dio aquel tío mío que tengo dicho que estaba en el camino, un libro: llámase Tercer Abecedario (16), que trata de enseñar oración de recogimiento; y puesto que este primer año había leído buenos libros (que no quise más usar de otros, porque ya entendía el daño que me habían hecho) (17), no sabía cómo proceder en oración ni cómo recogerme, y así holguéme mucho con él y determinéme a seguir aquel camino con todas mis fuerzas (18 ). Y como ya el Señor me había dado don de lágrimas y gustaba de leer, comencé a tener ratos de soledad y a confesarme a menudo y comenzar aquel camino, teniendo a aquel libro por maestro. Porque yo no hallé maestro, digo confesor, que me entendiese, aunque le busqué, en veinte años después de esto que digo, que me hizo harto daño para tornar muchas veces atrás y aun para del todo perderme; porque todavía me ayudara a salir de las ocasiones que tuve para ofender a Dios.

Comenzóme Su Majestad a hacer tantas mercedes en los principios, que al fin de este tiempo que estuve aquí (que era casi nueve meses en esta soledad, aunque no tan libre de ofender a Dios como el libro me decía, mas por esto pasaba yo; parecíame casi imposible tanta guarda; teníala de no hacer pecado mortal, y pluguiera a Dios la tuviera siempre; de los veniales hacía poco caso, y esto fue lo que me destruyó...) (19), comenzó el Señor a regalarme tanto por este camino, que me hacía merced de darme oración de quietud, y alguna vez llegaba a unión, aunque yo no entendía qué era lo uno ni lo otro y lo mucho que era de preciar, que creo me fuera gran bien entenderlo. Verdad es que duraba tan poco esto de unión, que no sé si era Avemaría; (20) mas quedaba con unos efectos tan grandes que, con no haber en este tiempo veinte años (21), me parece traía el mundo debajo de los pies, y así me acuerdo que había lástima a los que le seguían, aunque fuese en cosas lícitas.

Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración. Si pensaba en algún paso (22), le representaba en lo interior; aunque lo más gastaba en leer buenos libros, que era toda mi recreación; porque no me dio Dios talento de discurrir con el entendimiento ni de aprovecharme con la imaginación, que la tengo tan torpe, que aun para pensar y representar en mí como lo procuraba traer la Humanidad del Señor, nunca acababa. Y aunque por esta vía de no poder obrar con el entendimiento llegan más presto a la contemplación si perseveran, es muy trabajoso y penoso. Porque si falta la ocupación de la voluntad y el haber en qué se ocupe en cosa presente el amor, queda el alma como sin arrimo ni ejercicio, y da gran pena la soledad y sequedad, y grandísimo combate los pensamientos.

8. A personas que tienen esta disposición les conviene más pureza de conciencia que a las que con el entendimiento pueden obrar. Porque quien va discurriendo (23) en lo que es el mundo y en lo que debe a Dios y en lo mucho que sufrió y lo poco que le sirve y lo que da a quien le ama, saca doctrina para defenderse de los pensamientos y de las ocasiones y peligros. Pero quien no se puede aprovechar de esto, tiénele mayor y conviénele ocuparse mucho en lección, pues de su parte no puede sacar ninguna (24).

Es tan penosísima esta manera de proceder, que si el maestro que enseña aprieta en que sin lección (25), que ayuda mucho para recoger (a quien de esta manera procede le es necesario, aunque sea poco lo que lea, sino en lugar de la oración mental que no puede tener); digo que si sin esta ayuda le hacen estar mucho rato en la oración, que será imposible durar mucho en ella y le hará daño a la salud si porfía, porque es muy penosa cosa (26).

9. Ahora me parece que proveyó el Señor que yo no hallase quien me enseñase, porque fuera imposible, me parece, perseverar dieciocho años que pasé este trabajo, y en éstos (27) grandes sequedades, por no poder, como digo, discurrir. En todos éstos, si no era acabando de comulgar, jamás osaba comenzar a tener oración sin un libro; que tanto temía mi alma estar sin él en oración, como si con mucha gente fuera a pelear. Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada. Porque la sequedad no era lo ordinario, mas era siempre cuando me faltaba libro, que era luego desbaratada el alma, y los pensamientos perdidos; con esto los comenzaba a recoger y como por halago llevaba el alma. Y muchas veces, en abriendo el libro, no era menester más. Otras leía poco, otras mucho, conforme a la merced que el Señor me hacía.

Parecíame a mí, en este principio que digo, que teniendo yo libros y cómo tener soledad, que no habría peligro que me sacase de tanto bien; y creo con el favor de Dios fuera así, si tuviera maestro o persona que me avisara de huir las ocasiones en los principios y me hiciera salir de ellas, si entrara, con brevedad. Y si el demonio me acometiera entonces descubiertamente, parecíame en ninguna manera tornara gravemente a pecar; mas fue tan sutil y yo tan ruin, que todas mis determinaciones me aprovecharon poco, aunque muy mucho los días que serví a Dios, para poder sufrir las terribles enfermedades que tuve, con tan gran paciencia como Su Majestad me dio.

10. Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí casi haciéndome fuerza para que la tenga.

11. Quiero tornar a lo que me han mandado (28 ). Digo que, si hubiera de decir por menudo de la manera que el Señor se había conmigo en estos principios, que fuera menester otro entendimiento que el mío para saber encarecer lo que en este caso le debo y mi gran ingratitud y maldad, pues todo esto olvidé. Sea por siempre bendito, que tanto me ha sufrido. Amén.



NOTAS CAPÍTULO 4

1 Un hermano mío: probablemente Antonio de Ahumada. Así lo afirma F. de Ribera en su Vida de la Madre Teresa (Salamanca 1590, p. 59), según el cual Antonio pidió el hábito de dominico en el monasterio de Santo Tomás: "No le recibieron allí entonces... Después entró en la orden del bienaventurado san Jerónimo, y siendo novicio vino a enfermar de manera que no pudo perseverar" (ib. p. 60). - Antonio pasó a América, donde murió el 20 de enero de 1546, de las heridas recibidas en la batalla de Iñaquitos (Ecuador).

2 Monasterio de la Encarnación de Avila, donde era carmelita "aquella su amiga" Juana Juárez: cf. c. 3, n. 2. - Sigue una frase algo oscura: "ya yo estaba decidida de suerte, que a cualquier monasterio en que pensara servir más a Dios...

3 Al margen de su ejemplar anotó Gracián: "Día de las ánimas". Era el año de 1535, 2 de noviembre.

4 Tomó el hábito el 2 de noviembre de 1536, tras un año de postulantado, a los 21 de edad.

5 Nadie no entendía de mí: doble negación, que refuerza la negativa: nadie se imaginaba que ella tuviese que hacerse fuerza para vivir de monja.

6 A la hora: inmediatamente, enseguida (cf. 30, 14; 36, 11)).

7 Hasta comenzarlo, escribe la Santa, como en algún otro pasaje (19, 2). Seguimos la lectura hecha por fray Luis (p. 45), modernizando "comenzarlo".

8 Lo ha dicho en el n. precedente.

9 Mi profesión: fue el 3.11.1532, a sus 22 años.

10 Muchedumbre de v. misericordias: reminiscencia de los salmos (por ejemplo del 50, 2, según el texto de la Vulgata usado por la Santa: "según la muchedumbre de tus misericordias, borra mi iniquidad").

11 Lleváronme a un lugar: Becedas, a unas 14 leguas de Avila, en la serranía de Béjar. Allí residía la famosa curandera. La Santa permaneció en Becedas unos tres meses.

12 La amiga que tenía en casa (en el convento), era Juana Juárez (cf. 3, 2 y 4, 1).

13 No se prometía clausura en la Encarnación. Lo repetirá más adelante (7, 3; 36, 8-9). El monasterio de la Encarnación había sido fundado como beaterio, y las religiosas profesaban los tres votos, pero no la clausura.

14 Reanudará el relato en el c. 5, n. 7. - No las pudo sufrir mi sujeto: mi naturaleza o mi cuerpo, por contraposición a "persona" (cf. 7, 17; 20, 12).

15 María de Cepeda: cf. 3, 3. En Castellanos de la Cañada.

16 Alude a su tío Pedro S. de Cepeda (cf. c. 3, n. 4). El libro que puso en sus manos era la famosa obra del franciscano FRANCISCO DE OSUNA, titulada: Tercera parte del libro llamado Abecedario espiritual. El ejemplar manejado por la Santa se conserva en San José de Avila, según tradición constante del monasterio. Es, sin duda, uno de los libros espirituales que más honda huella dejaron en Santa Teresa.

17 Alude a las novelas de caballerías, recordadas en el c. 2.

18 Aquel camino: era el camino de la "oración de recogimiento" enseñado por el libro de Osuna (cf. el principio de este n.). - Sigue: don de lágrimas: Cf. c. 11, n. 9. - En este mismo número hablará de "oración de quietud" y oración de "unión": son dos grados superiores de oración, de que hablará en los cc. 14-15 y 18-22 respectivamente.

19 Este largo paréntesis incluye una de las típicas digresiones de la autora. La frase queda incompleta. Tras los suspensivos, reanuda con las mismas palabras que habían iniciado el párrafo. Eliminado el paréntesis, el período fluye asÍ: comenzóme S.M. en estos principios... que al fin de este tiempo que estuve aquí me hacía merced de darme oración de quietud (cf. fray Luis, p. 48 ).

20 Avemaría: el tiempo de un avemaría (breve tiempo: cf. 38, 1-10).

21 Contaba en torno a los 23 años de edad.

22 Algún paso de la Pasión del Señor.

23 La Santa escribió: discurriendo, dejando inconclusa la frase. Fray Luis trascribió discurre (p. 51). Pero probablemente la Autora quiso decir "va" discurriendo.

24 El sentido es: "quien no es capaz de hacer oración discursiva, tiene mayor peligro (de distracciones); le conviene hacer oración leyendo, pues por sí solo es incapaz de sacar doctrina".

25 Lección: quivale a "lectura", lo mismo que en la frase anterior.

26 Pasaje difícil, por el largo paréntesis y la acumulación de elipsis. Para aclararlo, fray Luis añadió una "y": "ayuda mucho para recoger a quien de esta manera procede, y le es necesario..." (p. 51). El sentido es: "es tan penosa la oración de quien no puede discurrir, que si el maestro espiritual propone que se haga sin lectura, será imposible durar mucho en ella". A esa posible actitud del maestro espiritual, la Santa contrapone su tesis sobre la conveniencia de la lectura: "que ayuda mucho a la oración, y a quien no puede discurrir (o meditar), le es necesaria, aunque sea poco lo que lea". - En este pasaje "oración mental" equivale a meditación (cf. 15, 9).

27 Y en estos años.

28 Tornar a lo que me han mandado: al relato de su vida. Recuérdese el comienzo del Prólogo, n. 1.

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MensajePublicado: Jue Feb 14, 2008 3:34 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 5

Prosigue en las grandes enfermedades que tuvo y la paciencia que el Señor le dio en ellas, y cómo saca de los males bienes, según se verá en una cosa que le acaeció en este lugar que se fue a curar.

1. Olvidé de decir cómo en el año del noviciado pasé grandes desasosiegos con cosas que en sí tenían poco tomo; mas culpábanme sin tener culpa hartas veces. Yo lo llevaba con harta pena e imperfección, aunque con el gran contento que tenía de ser monja todo lo pasaba. Como me veían procurar soledad y me veían llorar por mis pecados algunas veces, pensaban era descontento, y así lo decían.

Era aficionada a todas las cosas de religión, mas no a sufrir ninguna que pareciese menosprecio. Holgábame de ser estimada. Era curiosa (1) en cuanto hacía. Todo me parecía virtud, aunque esto no me será disculpa, porque para todo sabía lo que era procurar mi contento, y así la ignorancia no quita la culpa. Alguna tiene no estar fundado el monasterio en mucha perfección; yo, como ruin, íbame a lo que veía falta y dejaba lo bueno.

2. Estaba una monja entonces enferma de grandísima enfermedad y muy penosa, porque eran unas bocas en el vientre, que se le habían hecho de opilaciones, por donde echaba lo que comía. Murió presto de ello. Yo veía a todas temer aquel mal. A mí hacíame gran envidia su paciencia. Pedía a Dios que, dándomela así a mí, me diese las enfermedades que fuese servido. Ninguna me parece temía, porque estaba tan puesta en ganar bienes eternos, que por cualquier medio me determinaba a ganarlos. Y espántome, porque aún no tenía a mi parecer amor de Dios, como después que comencé a tener oración me parecía a mí le he tenido, sino una luz de parecerme todo de poca estima lo que se acaba y de mucho precio los bienes que se pueden ganar con ello, pues son eternos.

Tan bien me oyó en esto Su Majestad, que antes de dos años (2) estaba tal, que aunque no el mal de aquella suerte, creo no fue menos penoso y trabajoso el que tres años tuve, como ahora diré.

3. Venido el tiempo que estaba aguardando en el lugar que digo que estaba con mi hermana para curarme, lleváronme con harto cuidado de mi regalo mi padre y hermana y aquella monja mi amiga que había salido conmigo, que era muy mucho lo que me quería (3).

Aquí comenzó el demonio a descomponer mi alma, aunque Dios sacó de ello harto bien. Estaba una persona de la iglesia, que residía en aquel lugar adonde me fui a curar (4), de harto buena calidad y entendimiento. Tenía letras, aunque no muchas. Yo comencéme a confesar con él, que siempre fui amiga de letras (5), aunque gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tenía de tan buenas letras como quisiera.

He visto por experiencia que es mejor, siendo virtuosos y de santas costumbres, no tener ningunas; porque ni ellos se fían de sí sin preguntar a quien las tenga buenas, ni yo me fiara. Y buen letrado nunca me engañó. Estotros tampoco me debían de querer engañar, sino no sabían más. Yo pensaba que sí y que no era obligada a más de creerlos, como era cosa ancha lo que me decían y de más libertad; que si fuera apretada, yo soy tan ruin que buscara otros. Lo que era pecado venial decíanme que no era ninguno; lo que era gravísimo mortal, que era venial. Esto me hizo tanto daño que no es mucho lo diga aquí para aviso de otras de tan gran mal; que para delante de Dios bien veo no me es disculpa, que bastaban ser las cosas de su natural no buenas para que yo me guardara de ellas. Creo permitió Dios, por mis pecados, ellos se engañasen y me engañasen a mí. Yo engañé a otras hartas con decirles lo mismo que a mí me habían dicho.

Duré en esta ceguedad creo más de diecisiete años, hasta que un Padre dominico (6), gran letrado, me desengañó en cosas, y los de la Compañía de Jesús del todo me hicieron tanto temer, agraviándome (7) tan malos principios, como después diré.

4. Pues comenzándome a confesar con este que digo (8 ), él se aficionó en extremo a mí, porque entonces tenía poco que confesar para lo que después tuve, ni lo había tenido después de monja. No fue la afición (9) de éste mala; mas de demasiada afición venía a no ser buena. Tenía entendido de mí que no me determinaría a hacer cosa contra Dios que fuese grave por ninguna cosa, y él también me aseguraba lo mismo, y así era mucha la conversación. Mas mis tratos entonces, con el embebecimiento de Dios que traía, lo que más gusto me daba era tratar cosas de El; y como era tan niña, hacíale confusión ver esto, y con la gran voluntad que me tenía, comenzó a declararme su perdición. Y no era poca, porque había casi siete años que estaba en muy peligroso estado, con afición y trato con una mujer del mismo lugar, y con esto decía misa. Era cosa tan pública, que tenía perdida la honra y la fama, y nadie le osaba hablar contra esto.

A mí hízoseme gran lástima, porque le quería mucho; que esto tenía yo de gran liviandad y ceguedad, que me parecía virtud ser agradecida y tener ley a quien me quería. ¡Maldita sea tal ley, que se extiende hasta ser contra la de Dios! Es un desatino que se usa en el mundo, que me desatina; que debemos todo el bien que nos hacen a Dios, y tenemos por virtud, aunque sea ir contra El, no quebrantar esta amistad. ¡Oh ceguedad del mundo! ¡Fuerais Vos servido, Señor, que yo fuera ingratísima contra todo él, y contra Vos no lo fuera un punto! Mas ha sido todo al revés, por mis pecados.

5. Procuré saber e informarme más de personas de su casa. Supe más la perdición, y vi que el pobre no tenía tanta culpa; porque la desventurada de la mujer le tenía puestos hechizos en un idolillo de cobre que le había rogado le trajese por amor de ella al cuello, y éste nadie había sido poderoso de podérsele quitar.

Yo no creo es verdad esto de hechizos determinadamente; mas diré esto que yo vi, para aviso de que se guarden los hombres de mujeres que este trato quieren tener, y crean que, pues pierden la vergüenza a Dios (que ellas más que los hombres son obligadas a tener honestidad), que ninguna cosa de ellas pueden confiar; que a trueco de llevar adelante su voluntad y aquella afición que el demonio les pone, no miran nada. Aunque yo he sido tan ruin, en ninguna de esta suerte yo no caí, ni jamás pretendí hacer mal ni, aunque pudiera, quisiera forzar la voluntad para que me la tuvieran, porque me guardó el Señor de esto; mas si me dejara, hiciera el mal que hacía en lo demás, que de mí ninguna cosa hay que fiar.

6. Pues como supe esto, comencé a mostrarle más amor. Mi intención buena era, la obra mala, pues por hacer bien, por grande que sea, no había de hacer un pequeño mal. Tratábale muy ordinario de Dios. Esto debía aprovecharle, aunque más creo le hizo al caso el quererme mucho; porque, por hacerme placer, me vino a dar el idolillo, el cual hice echar luego en un río. Quitado éste, comenzó como quien despierta de un gran sueño a irse acordando de todo lo que había hecho aquellos años; y espantándose de sí, doliéndose de su perdición, vino a comenzar a aborrecerla. Nuestra Señora le debía ayudar mucho, que era muy devoto de su Concepción, y en aquel día hacía gran fiesta. En fin, dejó del todo de verla y no se hartaba de dar gracias a Dios por haberle dado luz.

A cabo de un año en punto desde el primer día que yo le vi, murió. Y había estado muy en servicio de Dios, porque aquella afición grande que me tenía nunca entendí ser mala, aunque pudiera ser con más puridad; (10) mas también hubo ocasiones para que, si no se tuviera muy delante a Dios, hubiera ofensas suyas más graves. Como he dicho (11), cosa que yo entendiera era pecado mortal no la hiciera entonces. Y paréceme que le ayudaba a tenerme amor ver esto en mí; que creo todos los hombres deben ser más amigos de mujeres que ven inclinadas a virtud; y aun para lo que acá pretenden deben de ganar con ellos más por aquí, según después diré.

Tengo por cierto está en carrera de salvación. Murió muy bien y muy quitado de aquella ocasión. Parece quiso el Señor que por estos medios se salvase.

7. Estuve en aquel lugar (12) tres meses con grandísimos trabajos, porque la cura fue más recia que pedía mi complexión. A los dos meses, a poder de medicinas, me tenía casi acabada la vida, y el rigor del mal de corazón de que me fui a curar era mucho más recio, que algunas veces me parecía con dientes agudos me asían de él, tanto que se temió era rabia. Con la falta grande de virtud (13) (porque ninguna cosa podía comer, si no era bebida, de grande hastío) calentura muy continua, y tan gastada, porque casi un mes me había dado una purga cada día, estaba tan abrasada, que se me comenzaron a encoger los nervios con dolores tan incomportables (14), que día ni noche ningún sosiego podía tener. Una tristeza muy profunda.

8. Con esta ganancia me tornó a traer mi padre adonde tornaron a verme médicos. Todos me desahuciaron, que decían sobre todo este mal, decían estaba hética (15). De esto se me daba a mí poco. Los dolores eran los que me fatigaban, porque eran en un ser (16) desde los pies hasta la cabeza; porque de nervios son intolerables, según decían los médicos, y como todos se encogían, cierto si yo no lo hubiera por mi culpa perdido era recio tormento.

En esta reciedumbre no estaría más de tres meses, que parecía imposible poderse sufrir tantos males juntos. Ahora me espanto, y tengo por gran merced del Señor la paciencia que Su Majestad me dio, que se veía claro venir de El. Mucho me aprovechó para tenerla haber leído la historia de Job en los Morales de San Gregorio (17), que parece previno el Señor con esto, y con haber comenzado a tener oración, para que yo lo pudiese llevar con tanta conformidad. Todas mis pláticas eran con El. Traía muy ordinario estas palabras de Job en el pensamiento y decíalas: Pues recibimos los bienes de la mano del Señor, ¿por qué no sufriremos los males? (18 ) Esto parece me ponía esfuerzo.

9. Vino la fiesta de nuestra Señora de Agosto (19), que hasta entonces desde abril había sido el tormento, aunque los tres postreros meses mayor. Di prisa a confesarme, que siempre era muy amiga de confesarme a menudo. Pensaron que era miedo de morirme y, por no me dar pena, mi padre no me dejó. ¡Oh amor de carne demasiado, que aunque sea de tan católico padre y tan avisado que lo era harto, que no fue ignorancia me pudiera hacer gran daño! Diome aquella noche un paraxismo (20) que me duró estar sin ningún sentido cuatro días, poco menos. En esto me dieron el Sacramento de la Unción y cada hora o momento (21) pensaban expiraba y no hacían sino decirme el Credo, como si alguna cosa entendiera. Teníanme a veces por tan muerta, que hasta la cera me hallé después en los ojos (22).

10. La pena de mi padre era grande de no me haber dejado confesar; clamores y oraciones a Dios, muchas. Bendito sea El que quiso oírlas, que teniendo día y medio abierta la sepultura en mi monasterio, esperando el cuerpo allá y hechas las honras (23) en uno de nuestros frailes fuera de aquí, quiso el Señor tornase en mí.

Luego me quise confesar. Comulgué con hartas lágrimas; mas a mi parecer que no eran con el sentimiento y pena de sólo haber ofendido a Dios, que bastara para salvarme, si el engaño que traía de los que me habían dicho no eran algunas cosas pecado mortal, que cierto he visto después lo eran, no me aprovechara. Porque los dolores eran incomportables, con que quedé; el sentido poco, aunque la confesión entera, a mi parecer, de todo lo que entendí había ofendido a Dios; que esta merced me hizo Su Majestad, entre otras, que nunca, después que comencé a comulgar, dejé cosa por confesar que yo pensase era pecado, aunque fuese venial, que le dejase de confesar. Mas sin duda me parece que lo iba harto mi salvación si entonces me muriera, por ser los confesores tan poco letrados por una parte, y por otra ser yo ruin, y por muchas.

11. Es verdad, cierto, que me parece estoy con tan gran espanto llegando aquí y viendo cómo parece me resucitó el Señor, que estoy casi temblando entre mí. Paréceme fuera bien, oh ánima mía, que miraras del peligro que el Señor te había librado y, ya que por amor no le dejabas de ofender, lo dejaras por temor que pudiera otras mil veces matarte en estado más peligroso. Creo no añado muchas en decir otras mil, aunque me riña quien me mandó moderase el contar mis pecados, y harto hermoseados van.

Por amor de Dios le pido de mis culpas no quite nada, pues se ve más aquí la magnificencia de Dios y lo que sufre (24) a un alma. Sea bendito para siempre. Plega a Su Majestad que antes me consuma que le deje yo más de querer (25).

NOTAS CAPÍTULO 5


1 Era curiosa: cuidadosa, atildada (como lo ha definido en 2, 2; cf. "curiosamente": 6, 7).

2 Antes de dos años: probablemente, antes de dos años a partir de su profesión religiosa (1538: a los 23 de edad).

3 El lugar que digo: Castellanos de la Cañada; con mi hermana: María de Cepeda; mi amiga monja: Juana Juárez (4, 6; 3, 2; 4, 5).

4 Aquel lugar: Becedas, (4, 5).

5 Letras / letrado: estudios o ciencia / teólogo u hombre de saber. - Siempre fui amiga de letras: amiga del saber, de la ciencia y de los libros: es una de sus cualidades humanas. - A continuación: no tener ningunas letras... las tenga buenas letras: tener o no tener buenos estudios.

6 Un padre dominico: Vicente Barrón, de quien hablará enseguida: 7, 16-17.

7 Agraviándome: agravar, encarecer la gravedad de... Cf. 8, 11. - Fray Luis trascribe alternativamente "agraviándome" (p. 57), "agravavan" (p. 103).

8 Para evitar que se malentendiese el texto, refiriéndolo al confesor dominico, Báñez anotó al margen del autógrafo: "Este es el clérigo cura que arriba en esta otra plana dixo".

9 La autora escribe indiferentemente afeción y afición, con idéntico sentido de afecto, amor, afición. Trascribimos modernizando: afición, aficionar.

10 Con más puridad: más pureza y perfección en el afecto. Así en otros pasajes: Vida, 39, 23; C 4, 12.

11 Como he dicho en el n. 4.

12 Aquel lugar: Becedas (manteniendo el anonimato).

13 Virtud: en la acepción de vigor, fuerza.

14 Incomportables: intolerables (cf. n. 8 ) o insoportables (cf. m. 10 y 6, 1).

15 Hética: tísica (cf. Fund. 22, 14: "hética y tísica hidrópica").

16 En un ser: expresión usada por la Santa en el doble sentido de "continuamente" y "totalmente". En el presente caso: dolores ininterrumpidos o bien en todo su cuerpo.

17 El famoso libro de San Gregorio fue usado por la Santa en su versión castellana "Los morales de San Gregorio, Papa, Doctor de la Iglesia" obra del licenciado ALONSO ALVAREZ DE TOLEDO, editada en Sevilla en 1514 y reeditados en 1527, 1534, 1549... - Las Carmelitas de San José de Avila conservan un ejemplar de esta obra en dos tomos, el segundo de los cuales lleva esta nota preliminar: "Estos Morales son los de nuestra Santa Madre, y en las horas de dormir arrimaba a ellos su santa cabeza, y algunas señales que tienen hizo con sus santas manos apuntando cosas que le hacían devoción".

18 Job 2, 10.

19 Era el 15 de agosto de 1539.

20 Parajismo, escribe siempre la Santa: Vida 6, 1; Moradas 6, 4, 3: colapso, estado de coma ("desmayo o parajismo", escribe en M 6, 4, 3).

21 Escribe frecuentemente "memento" (14, 5; 18, 9; 24, 9).

22 "La sepultura estaba abierta en la Encarnación, y estaban esperando el cuerpo para enterrarle, y monjas estaban allí [en casa de D. Alonso] de la Encarnación que habían enviado para estar con el cuerpo, y hubiéranla enterrado si su padre no lo estorbara muchas veces contra el parecer de todos, porque conocía mucho el pulso y no podía persuadir que estuviese muerta; y cuando le decían que se enterrase, decía: esta hija no es para enterrar". - "Velándola una noche de estas Lorenzo de Cepeda, su hermano, se durmió, y una vela que tenía sobre la cama se acabó, y se quemaban las almohadas y mantas y colcha de la cama, y si él no despertara al humo, se pudiera quemar o acabar de morir la enferma". RIBERA, Vida, I, 1.

23 Hechas las honras fúnebres: los funerales.

24 Lo que /El) sufre: soporta.

25 Repetirá esta fuerte invocación en el c. 19, 9.

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MensajePublicado: Vie Feb 22, 2008 12:10 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 6

Trata de lo mucho que debió al Señor en darle conformidad con tan grandes trabajos, y cómo tomó por medianero y abogado al glorioso San José, y lo mucho que le aprovechó.

1. Quedé de estos cuatro días de paroxismo (1) de manera que sólo el Señor puede saber los incomportables tormentos que sentía en mí: la lengua hecha pedazos de mordida; la garganta, de no haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que aun el agua no podía pasar; toda me parecía estaba descoyuntada; con grandísimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo, porque en esto paró el tormento de aquellos días, sin poderme menear, ni brazo ni pie ni mano ni cabeza, más que si estuviera muerta, si no me meneaban; sólo un dedo me parece podía menear de la mano derecha. Pues llegar a mí no había cómo, porque todo estaba tan lastimado que no lo podía sufrir. En una sábana, una de un cabo y otra de otro, me meneaban (2).

Esto fue hasta Pascua Florida (3). Sólo tenía que, si no llegaban a mí, los dolores me cesaban muchas veces y, a cuento de (4) descansar un poco, me contaba por buena, que traía temor me había de faltar la paciencia; y así quedé muy contenta de verme sin tan agudos y continuos dolores, aunque a los recios fríos de cuartanas dobles (5) con que quedé, recísimas, los tenía incomportables; el hastío muy grande.

2. Di luego tan gran prisa de irme al monasterio, que me hice llevar así (6). A la que esperaban muerta, recibieron con alma; mas el cuerpo peor que muerto, para dar pena verle. El extremo de flaqueza no se puede decir, que solos los huesos tenía ya. Digo que estar así me duró más de ocho meses; el estar tullida, aunque iba mejorando, casi tres años (7). Cuando comencé a andar a gatas, alababa a Dios. Todos los pasé con gran conformidad y, si no fue estos principios, con gran alegría; porque todo se me hacía nonada comparado con los dolores y tormentos del principio. Estaba muy conforme con la voluntad de Dios, aunque me dejase así siempre.

Paréceme era toda mi ansia de sanar por estar a solas en oración como venía mostrada (8 ), porque en la enfermería no había aparejo. Confesábame muy a menudo. Trataba mucho de Dios, de manera que edificaba a todas, y se espantaban de la paciencia que el Señor me daba; porque, a no venir de mano de Su Majestad, parecía imposible poder sufrir tanto mal con tanto contento.

3. Gran cosa fue haberme hecho la merced en la oración que me había hecho, que ésta me hacía entender qué cosa era amarle; porque de aquel poco tiempo vi nuevas en mí esta virtudes, aunque no fuertes, pues no bastaron a sustentarme en justicia: no tratar mal de nadie por poco que fuese, sino lo ordinario era excusar toda murmuración; porque traía muy delante cómo no había de querer ni decir de otra persona lo que no quería dijesen de mí. Tomaba esto en harto extremo para las ocasiones que había, aunque no tan perfectamente que algunas veces, cuando me las daban grandes, en algo no quebrase; mas lo continuo era esto; y así, a las que estaban conmigo y me trataban persuadía tanto a esto, que se quedaron en costumbre. Vínose a entender que adonde yo estaba tenían seguras las espaldas, y en esto estaban con las que yo tenía amistad y deudo (9), y enseñaba; aunque en otras cosas tengo bien que dar cuenta a Dios del mal ejemplo que les daba.

Plega a Su Majestad me perdone, que de muchos males fui causa, aunque no con tan dañada intención como después sucedía la obra.

4. Quedóme deseo de soledad; amiga de tratar y hablar en Dios (10), que si yo hallara con quién, más contento y recreación me daba que toda la policía (11) o grosería, por mejor decir de la conversación del mundo; comulgar y confesar muy más a menudo, y desearlo; amiguísima de leer buenos libros; un grandísimo arrepentimiento en habiendo ofendido a Dios, que muchas veces me acuerdo que no osaba tener oración, porque temía la grandísima pena que había de sentir de haberle ofendido, como un gran castigo. Esto me fue creciendo después en tanto extremo, que no sé yo a qué compare este tormento. Y no era poco ni mucho por temor jamás, sino como se me acordaba los regalos que el Señor me hacía en la oración y lo mucho que le debía, y veía cuán mal se lo pagaba, no lo podía sufrir (12), y enojábame en extremo de las muchas lágrimas que por la culpa lloraba, cuando veía mi poca enmienda, que ni bastaban determinaciones ni fatiga en que me veía para no tornar a caer en poniéndome en la ocasión. Parecíanme lágrimas engañosas y parecíame ser después mayor la culpa, porque veía la gran merced que me hacía el Señor en dármelas y tan gran arrepentimiento. Procuraba confesarme con brevedad (13) y, a mi parecer, hacía de mi parte lo que podía para tornar en gracia.

Estaba todo el daño en no quitar de raíz las ocasiones y en los confesores, que me ayudaban poco; que, a decirme en el peligro que andaba y que tenía obligación a no traer aquellos tratos, sin duda creo se remediara; porque en ninguna vía sufriera andar en pecado mortal sólo un día, si yo lo entendiera.

Todas estas señales de temer a Dios me vinieron con la oración, y la mayor era ir envuelto en amor, porque no se me ponía delante el castigo. Todo lo que (14) estuve tan mala, me duró mucha guarda de mi conciencia cuanto a pecados mortales. ¡Oh, válgame Dios, que deseaba yo la salud para más servirle, y fue causa de todo mi daño!

5. Pues como me vi tan tullida y en tan poca edad y cuál me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen; que todavía deseaba la salud, aunque con mucha alegría lo llevaba, y pensaba algunas veces que, si estando buena me había de condenar, que mejor estaba así; mas todavía pensaba que serviría mucho más a Dios con la salud. Este es nuestro engaño, no nos dejar del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene.

6. Comencé a hacer devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, que nunca fui amiga de otras devociones que hacen algunas personas, en especial mujeres, con ceremonias que yo no podía sufrir y a ellas les hacía devoción; después se ha dado a entender no convenían, que eran supersticiosas. Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.

Esto han visto otras algunas personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay (15) muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad.

7. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento. Mas esto tenía malo, si algún bien el Señor me daba gracia que hiciese, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas. Para el mal y curiosidad y vanidad tenía gran maña y diligencia. El Señor me perdone.

Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío.

8. Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a mí y a otras personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron, en muchas cosas seré corta más de lo que quisiera, en otras más larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino. Plega al Señor no haya yo errado en atreverme a hablar en él; (16) porque aunque publico serle devota, en los servicios y en imitarle siempre he faltado.

Pues él hizo como quien es en hacer de manera que pudiese levantarme y andar y no estar tullida; y yo como quien soy, en usar mal de esta merced.

9. ¡Quién dijera que había tan presto de caer, después de tantos regalos de Dios, después de haber comenzado Su Majestad a darme virtudes, que ellas mismas me despertaban a servirle, después de haberme visto casi muerta y en tan gran peligro de ir condenada, después de haberme resucitado alma y cuerpo, que todos los que me vieron se espantaban de verme viva! ¡Qué es esto, Señor mío! ¿En tan peligrosa vida hemos de vivir? Que escribiendo esto estoy y me parece que con vuestro favor y por vuestra misericordia podría decir lo que San Pablo, aunque no con esa perfección, que no vivo yo ya sino que Vos, Criador mío, vivís en mí (17), según ha algunos años que, a lo que puedo entender, me tenéis de vuestra mano y me veo con deseos y determinaciones y en alguna manera probado por experiencia en estos años en muchas cosas, de no hacer cosa contra vuestra voluntad, por pequeña que sea, aunque debo hacer hartas ofensas a Vuestra Majestad sin entenderlo. Y también me parece que no se me ofrecerá cosa por vuestro amor, que con gran determinación me deje de poner a ella, y en algunas me habéis Vos ayudado para que salga con ellas, y no quiero mundo ni cosa de él, ni me parece me da contento cosa que salga de Vos (18 ), y lo demás me parece pesada cruz.

Bien me puedo engañar, y así será que no tengo esto que he dicho; mas bien veis Vos, mi Señor, que a lo que puedo entender no miento, y estoy temiendo y con mucha razón si me habéis de tornar a dejar; porque ya sé a lo que llega mi fortaleza y poca virtud en no me la estando Vos dando siempre y ayudando para que no os deje; y plega a Vuestra Majestad que aun ahora no esté dejada de Vos, pareciéndome todo esto de mí.

No sé cómo queremos vivir, pues es todo tan incierto. Parecíame a mí, Señor mío, ya imposible dejaros tan del todo a Vos; y como tantas veces os dejé, no puedo dejar de temer, porque, en apartándoos un poco de mí, daba con todo en el suelo.

Bendito seáis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo, como ahora diré.

NOTAS CAPÍTULO 6

1 Cuatro días de "parajismo": colapso o estado de coma: del 15 al 18 de agosto de 1539 (cf. 5, 9).

2 De otros: palabras que faltan en el autógrafo; las suplió fray Luis (p. 65).

3 Hasta Pascua Florida: Pascua de Resurrección, o sea desde el 18 de agosto hasta el 6 de abril de 1540: 24/25 años de Teresa.

4 A cuento de: a condición de, a título de...

5 Cuartanas dobles: eran las calenturas que se repetían de cuatro en cuatro días. Era doble, la cuartana que se repetía cada dos días con uno de intervalo.

6 Su regreso a la Encarnación sería, probablemente, ese mismo mes de agosto de 1539.

7 Totalmente tullida, ocho meses: agosto de 1539 - abril de 1540. Tullida pero mejorando, casi tres años: 1539-1542. Este año 1542 se reintegraría, por fin, a la vida de comunidad: en torno a los 27 de edad. - A continuación: todo se me hacía nonada: "nonada" equivale a "nada" y "menos que nada" (cf. 10, 5; 15, 11), usado alguna vez con función adverbiel: "nonada buenas" (2, 2).

8 Venía mostrada: estaba acostumbrada.

9 Amistad y deudos: amistad y parentesco (cf. C. 26, 9).

10 Tratar en y hablar en¨tratar de, hablar de.

11 Pulicía, escribe la Santa: cortesía y buenas maneras sociales.

12 Sufrir: soportar, tolerar.

13 Con brevedad: con prontitud (cf. 2, 8 ).

14 Todo lo que...: todo el tiempo que...

15 Y aun hay muchas: frase de lectura difícil en el autógrafo. Fray Luis editó: "ya ay muchas" (p. 70). Luego, en la fe de erratas corrigió: "... experiencia ya y muchas...", pero en la segunda edición (1589) mantuvo la primera lectura (p. 57). En cambio, la edición intermedia (Barcelona 1588 ) acogió parcialmente la correción: "... por experiencia ay muchas..." (p. 24). - Todo el pasaje es de alto interés en la historia y la teología de la devoción a San José.

16 Hablar en él: hablar de él (como en la nota 10).

17 Gal. 2, 20. - Importante alusión a la vivencia mística de la Santa en la época en que compone el libro.

18 Cosa que salga de Vos: cosa (o nada) fuera de Vos.

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MensajePublicado: Mie Mar 05, 2008 7:57 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 7


Trata por los términos que fue perdiendo las mercedes que el Señor le había hecho, y cuán perdida vida comenzó a tener. Dice los daños que hay en no ser muy encerrados los monasterios de monjas.


1. Pues así comencé, de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades, que ya yo tenía vergüenza de en tan particular amistad como es tratar de oración tornarme a llegar a Dios. Y ayudóme a esto que, como crecieron los pecados, comenzóme a faltar el gusto y regalo en las cosas de virtud. Veía yo muy claro, Señor mío, que me faltaba esto a mí por faltaros yo a Vos (1).

Este fue el más terrible engaño que el demonio me podía hacer debajo de parecer humildad, que comencé a temer de tener oración, de verme tan perdida; (2) y parecíame era mejor andar como los muchos (3), pues en ser ruin era de los peores, y rezar lo que estaba obligada y vocalmente, que no tener oración mental y tanto trato con Dios la que merecía estar con los demonios, y que engañaba a la gente, porque en lo exterior tenía buenas apariencias.

Y así no es de culpar a la casa adonde estaba, porque con mi maña procuraba me tuviesen en buena opinión, aunque no de advertencia fingiendo cristiandad; porque en esto de hipocresía y vanagloria, gloria a Dios, jamás me acuerdo haberle ofendido que yo entienda; (4) que en viniéndome primer movimiento, me daba tanta pena, que el demonio iba con pérdida y yo quedaba con ganancia, y así en esto muy poco me ha tentado jamás. Por ventura si Dios permitiera me tentara en esto tan recio como en otras cosas, también cayera; mas Su Majestad hasta ahora me ha guardado en esto, sea por siempre bendito; antes me pesaba mucho de que me tuviesen en buena opinión, como yo sabía lo secreto de mí.

2. Este no me tener por tan ruin venía que (5), como me veían tan moza y en tantas ocasiones y apartarme muchas veces a soledad a rezar y leer, mucho hablar de Dios, amiga de hacer pintar su imagen en muchas partes y de tener oratorio (6) y procurar en él cosas que hiciesen devoción, no decir mal, otras cosas de esta suerte que tenían apariencia de virtud, y yo que de vana me sabía estimar en las cosas que en el mundo se suelen tener por estima, con esto me daban tanta y más libertad que a las muy antiguas y tenían gran seguridad de mí. Porque tomar yo libertad ni hacer cosas sin licencia, digo por agujeros o paredes o de noche, nunca me parece lo pudiera acabar conmigo en monasterio hablar de esta suerte, ni lo hice, porque me tuvo el Señor de su mano. Parecíame a mí que con advertencia y de propósito miraba muchas cosas que poner la honra de tantas en aventura, por ser yo ruin, siendo ellas buenas, que era muy mal hecho; como si fuera bien otras cosas que hacía. A la verdad, no iba el mal de tanto acuerdo como esto fuera, aunque era mucho.

3. Por esto me parece a mí me hizo harto daño no estar en monasterio encerrado; porque la libertad que las que eran buenas podían tener con bondad (porque no debían más, que no se prometía clausura) (7), para mí, que soy ruin, hubiérame cierto llevado al infierno, si con tantos remedios y medios el Señor con muy particulares mercedes suyas no me hubiera sacado de este peligro. Y así me parece lo es grandísimo (8 ), monasterio de mujeres con libertad, y que más me parece es paso para caminar al infierno las que quisieren ser ruines, que remedio para sus flaquezas.

Esto no se tome por el mío (9), porque hay tantas que sirven muy de veras y con mucha perfección al Señor, que no puede Su Majestad dejar, según es bueno, de favorecerlas, y no es de los muy abiertos, y en él se guarda toda religión, sino de otros que yo sé y he visto.

4. Digo que me hace gran lástima; que ha menester el Señor hacer particulares llamamientos y no una vez sino muchas para que se salven, según están autorizadas las honras y recreaciones del mundo, y tan mal entendido a lo que están obligadas, que plega a Dios no tengan por virtud lo que es pecado, como muchas veces yo lo hacía. Y hay tan gran dificultad en hacerlo entender, que es menester el Señor ponga muy de veras en ello su mano.

Si los padres tomasen mi consejo, ya que no quieran mirar a poner sus hijas adonde vayan camino de salvación sino con más peligro que en el mundo, que lo miren por lo que toca a su honra; y quieran más casarlas muy bajamente, que meterlas en monasterios semejantes, si no son muy bien inclinadas y plega a Dios aproveche, o se las tenga en su casa (10). Porque, si quiere ser ruin, no se podrá encubrir sino poco tiempo, y acá muy mucho, y en fin lo descubre el Señor; y no sólo daña a sí, sino a todas; y a las veces las pobrecitas no tienen culpa, porque se van por lo que hallan; (11) y es lástima de muchas que se quieren apartar del mundo y, pensando que se van a servir al Señor y a apartar de los peligros del mundo, se hallan en diez mundos juntos, que ni saben cómo se valer ni remediar; que la mocedad y sensualidad y demonio las convida e inclina a seguir algunas cosas que son del mismo mundo. Ve allí que lo tienen por bueno, a manera de decir.

Paréceme como los desventurados de los herejes, en parte, que se quieren cegar y hacer entender que es bueno aquello que siguen, y que lo creen así sin creerlo, porque dentro de sí tienen quien les diga que es malo.

5. Oh grandísimo mal, grandísimo mal de religiosos no digo ahora más mujeres que hombres adonde no se guarda religión (12), adonde en un monasterio hay dos caminos: de virtud y religión, y falta de religión, y todos casi se andan por igual; antes mal dije, no por igual, que por nuestros pecados camínase más el más imperfecto; y como hay más de él, es más favorecido. Usase tan poco el de la verdadera religión, que más ha de temer el fraile y la monja que ha de comenzar de veras a seguir del todo su llamamiento a los mismos de su casa, que a todos los demonios; y más cautela y disimulación ha de tener para hablar en la amistad que desea tener con Dios, que en otras amistades y voluntades que el demonio ordena en los monasterios. Y no sé de qué nos espantamos haya tantos males en la Iglesia, pues los que habían de ser los dechados para que todos sacasen virtudes tienen tan borrada la labor que el espíritu de los santos pasados dejaron en las religiones (13).

Plega a la divina Majestad ponga remedio en ello, como ve que es menester, amén.

6. Pues comenzando yo a tratar estas conversaciones, no me pareciendo como veía que se usaban que había de venir a mi alma el daño y distraimiento que después entendí era semejantes tratos, pareciéndome que cosa tan general como es este visitar (14) en muchos monasterios que no me haría a mí más mal que a las otras que yo veía eran buenas y no miraba que eran muy mejores, y que lo que en mí fue peligro en otras no lo sería tanto, que alguno dudo yo le deja de haber, aunque no sea sino tiempo malgastado, estando con una persona, bien al principio del conocerla, quiso el Señor darme a entender que no me convenían aquellas amistades, y avisarme y darme luz en tan gran ceguedad: representóseme Cristo delante con mucho rigor, dándome a entender lo que de aquello le pesaba (15). Vile con los ojos del alma más claramente que le pudiera ver con los del cuerpo, y quedóme tan imprimido, que ha esto más de veinte y seis años (16) y me parece lo tengo presente. Yo quedé muy espantada y turbada, y no quería ver más a con quien estaba.

7. Hízome mucho daño no saber yo que era posible ver nada si no era con los ojos del cuerpo, y el demonio que me ayudó a que lo creyese así y hacerme entender era imposible y que se me había antojado y que podía ser el demonio y otras cosas de esta suerte, puesto que siempre me quedaba un parecerme era Dios y que no era antojo. Mas, como no era a mi gusto, yo me hacía a mí misma desmentir; y yo como no lo osé tratar con nadie y tornó después a haber gran importunación asegurándome que no era mal ver persona semejante ni perdía honra, antes que la ganaba, torné a la misma conversación y aun en otros tiempos a otras, porque fue muchos años los que tomaba esta recreación pestilencial; que no me parecía a mí como estaba en ello tan malo como era, aunque a veces claro veía no era bueno; mas ninguna no me hizo (17) el distraimiento que ésta que digo, porque la tuve mucha afición.

8. Estando otra vez con la misma persona, vimos venir hacia nosotros y otras personas que estaban allí también lo vieron una cosa a manera de sapo grande, con mucha más ligereza que ellos suelen andar (18 ). De la parte que él vino no puedo yo entender pudiese haber semejante sabandija en mitad del día ni nunca la habido (19), y la operación que hizo en mí me parece no era sin misterio. Y tampoco esto se me olvidó jamás. ¡Oh grandeza de Dios, y con cuánto cuidado y piedad me estábais avisando de todas maneras, y qué poco me aprovechó a mí!

9. Tenía allí una monja que era mi parienta (20), antigua y gran sierva de Dios y de mucha religión. Esta también me avisaba algunas veces, y no sólo no la creía, mas disgustábame con ella y parecíame se escandalizaba sin tener por qué.

He dicho esto para que se entienda mi maldad y la gran bondad de Dios y cuán merecido tenía el infierno por tan grande ingratitud; y también porque si el Señor ordenare y fuere servido en algún tiempo lea esto alguna monja (21), escarmienten en mí; y les pido yo por amor de nuestro Señor huyan de semejantes recreaciones. Plega a Su Majestad se desengañe alguna por mí de cuantas he engañado diciéndoles que no era mal y asegurando tan gran peligro con la ceguedad que yo tenía, que de propósito no las quería yo engañar; y por el mal ejemplo que las di como he dicho (22) fui causa de hartos males, no pensando hacía tanto mal.

10. Estando yo mala en aquellos primeros días (23), antes que supiese valerme a mí, me daba grandísimo deseo de aprovechar a los otros; tentación muy ordinaria de los que comienzan, aunque a mí me sucedió bien.

Como quería tanto a mi padre, deseábale con el bien que yo me parecía tenía con tener oración que me parecía que en esta vida no podía ser mayor que tener oración, y así por rodeos, como pude, comencé a procurar con él la tuviese. Dile libros para este propósito. Como era tan virtuoso como he dicho, asentóse tan bien en él este ejercicio, que en cinco o seis años (24) me parece sería estaba tan adelante, que yo alababa mucho al Señor, y dábame grandísimo consuelo. Eran grandísimos los trabajos que tuvo de muchas maneras. Todos los pasaba con grandísima conformidad. Iba muchas veces a verme, que se consolaba en tratar cosas de Dios.

11. Ya después que yo andaba tan destraída (25) y sin tener oración, como veía pensaba que era la que solía, no lo pude sufrir sin desengañarle; porque estuve un año y más (26) sin tener oración, pareciéndome más humildad. Y ésta, como después diré (27), fue la mayor tentación que tuve, que por ella me iba a acabar de perder; que con la oración un día ofendía a Dios, y tornaba otros a recogerme y apartarme más de la ocasión.

Como el bendito hombre venía con esto, hacíaseme recio verle tan engañado en que pensase trataba con Dios como solía, y díjele que ya yo no tenía oración, aunque no la causa. Púsele mis enfermedades por inconveniente; que, aunque sané de aquella tan grave, siempre hasta ahora las he tenido y tengo bien grandes, aunque de poco acá no con tanta reciedumbre, mas no se quitan, de muchas maneras. En especial tuve veinte años vómito por las mañanas, que hasta más de mediodía me acaecía no poder desayunarme; algunas veces, más tarde. Después acá que frecuento más a menudo las comuniones, es a la noche, antes que me acueste, con mucha más pena, que tengo yo de procurarle con plumas y otras cosas, porque si lo dejo, es mucho el mal que siento. Y casi nunca estoy, a mi parecer, sin muchos dolores, y algunas veces bien graves, en especial en el corazón, aunque el mal que me tomaba muy continuo es muy de tarde en tarde. Perlesía recia (28 ) y otras enfermedades de calenturas que solía tener muchas veces, me hallo buena ocho años ha. De estos males se me da ya tan poco, que muchas veces me huelgo, pareciéndome en algo se sirve el Señor.

12. Y mi padre me creyó que era ésta la causa, como él no decía mentira y ya, conforme a lo que yo trataba con él, no la había yo de decir. Díjele, porque mejor lo creyese (que bien veía yo que para esto no había disculpa), que harto hacía en poder servir el coro; (29) y aunque tampoco era causa bastante para dejar cosa que no son menester fuerzas corporales para ella, sino sólo amar y costumbre; que el Señor da siempre oportunidad, si queremos.

Digo "siempre," que, aunque con ocasiones y aun enfermedad algunos ratos impida para muchos ratos de soledad, no deja de haber otros que hay salud para esto; y en la misma enfermedad y ocasiones es la verdadera oración, cuando es alma que ama, en ofrecer aquello y acordarse por quién lo pasa y conformarse con ello y mil cosas que se ofrecen. Aquí ejercita el amor, que no es por fuerza que ha de haberla (30) cuando hay tiempo de soledad, y lo demás no ser oración. Con un poquito de cuidado, grandes bienes se hallan en el tiempo que con trabajos el Señor nos quita el tiempo de la oración, y así los había yo hallado cuando tenía buena conciencia.

13. Mas él, con la opinión que tenía de mí y el amor que me tenía, todo me lo creyó; antes me hubo lástima. Mas como él estaba ya en tan subido estado, no estaba después tanto conmigo, sino como (31) me había visto, íbase, que decía era tiempo perdido. Como yo le gastaba en otras vanidades, dábaseme poco.

No fue sólo a él, sino a otras algunas personas las que procuré tuviesen oración. Aun andando yo en estas vanidades, como las veía amigas de rezar, las decía cómo tendrían meditación, y les aprovechaba, y dábales libros. Porque este deseo de que otros sirviesen a Dios, desde que comencé oración, como he dicho (32), le tenía. Parecíame a mí que, ya que yo no servía al Señor como lo entendía, que no se perdiese lo que me había dado Su Majestad a entender, y que le sirviesen otros por mí. Digo esto para que se vea la gran ceguedad en que estaba, que me dejaba perder a mí y procuraba ganar a otros.

14. En este tiempo dio a mi padre la enfermedad de que murió, que duró algunos días. Fuile yo a curar, estando más enferma en el alma que él en el cuerpo, en muchas vanidades, aunque no de manera que a cuanto entendía estuviese en pecado mortal en todo este tiempo más perdido que digo; porque entendiéndolo yo, en ninguna manera lo estuviera.

Pasé harto trabajo en su enfermedad. Creo le serví algo de los que él había pasado en las mías. Con estar yo harto mala, me esforzaba, y con que en faltarme él me faltaba todo el bien y regalo, porque en un ser (33) me le hacía, tuve tan gran ánimo para no le mostrar pena y estar hasta que murió como si ninguna cosa sintiera, pareciéndome se arrancaba mi alma cuando veía acabar su vida, porque le quería mucho (34).

15. Fue cosa para alabar al Señor la muerte que murió y la gana que tenía de morirse, los consejos que nos daba después de haber recibido la Extremaunción, el encargarnos le encomendásemos a Dios y le pidiésemos misericordia para él y que siempre le sirviésemos, que mirásemos se acababa todo. Y con lágrimas nos decía la pena grande que tenía de no haberle él servido, que quisiera ser un fraile, digo, haber sido de los más estrechos que hubiera.

Tengo por muy cierto que quince días antes le dio el Señor a entender no había de vivir; porque antes de éstos, aunque estaba malo, no lo pensaba; después, con tener mucha mejoría y decirlo los médicos, ningún caso hacía de ello, sino entendía en ordenar su alma.

16. Fue su principal mal de un dolor grandísimo de espaldas que jamás se le quitaba. Algunas veces le apretaba tanto, que le congojaba mucho. Díjele yo que, pues era tan devoto de cuando el Señor llevaba la cruz a cuestas, que pensase Su Majestad le quería dar a sentir algo de lo que había pasado con aquel dolor. Consolóse tanto, que me parece nunca más le oí quejar.

Estuvo tres días muy falto el sentido. El día que murió se le tornó el Señor tan entero, que nos espantábamos, y le tuvo hasta que a la mitad del Credo, diciéndole él mismo, expiró. Quedó como un ángel. Así me parecía a mí lo era él a manera de decir en alma y disposición, que la tenía muy buena.

No sé para qué he dicho esto, si no es para culpar más mi ruin vida después de haber visto tal muerte y entender tal vida, que por parecerme en algo a tal padre la había yo de mejorar. Decía su confesor que era dominico, muy gran letrado que no dudaba de que se iba derecho al cielo, porque había algunos años que le confesaba, y loaba su limpieza de conciencia.

17. Este padre dominico (35), que era muy bueno y temeroso de Dios, me hizo harto provecho; porque me confesé con él, y tomó a hacer bien a mi alma con cuidado y hacerme entender la perdición que traía. Hacíame comulgar de quince a quince días. Y poco a poco, comenzándole a tratar, tratéle de mi oración. Díjome que no la dejase, que en ninguna manera me podía hacer sino provecho. Comencé a tornar a ella, aunque no a quitarme de las ocasiones, y nunca más la dejé.

Pasaba una vida trabajosísima, porque en la oración entendía más mis faltas. Por una parte me llamaba Dios; por otra, yo seguía al mundo. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníanme atada las del mundo. Parece que quería concertar estos dos contrarios tan enemigo uno de otro como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales. En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades.

Pasé así muchos años, que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir (36) que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración no era ya en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes.

18. ¡Oh, válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba, y cómo me tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el crédito que me libró! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el Señor encubrir los males y descubrir alguna pequeña virtud, si tenía, y hacerla grande en los ojos de todos, de manera que siempre me tenían en mucho (37). Porque aunque algunas veces se traslucían mis vanidades, como veían otras cosas que les parecían buenas, no lo creían.

Y era que había ya visto el Sabedor de todas las cosas que era menester así, para que en las que después he hablado de su servicio me diesen algún crédito, y miraba su soberana largueza, no los grandes pecados, sino los deseos que muchas veces tenía de servirle y la pena por no tener fortaleza en mí para ponerlo por obra.

19. ¡Oh Señor de mi alma! ¡Cómo podré encarecer las mercedes que en estos años me hicisteis! ¡Y cómo en el tiempo que yo más os ofendía, en breve me disponíais con un grandísimo arrepentimiento para que gustase de vuestros regalos y mercedes! A la verdad, tomabais, Rey mío, el más delicado y penoso castigo por medio que para mí podía ser, como quien bien entendía lo que me había de ser más penoso (38 ). Con regalos grandes castigábais mis delitos.

Y no creo digo desatino, aunque sería bien que estuviese desatinada tornando a la memoria ahora de nuevo mi ingratitud y maldad.

Era tan más penoso para mi condición recibir mercedes, cuando había caído en graves culpas, que recibir castigos, que una de ellas me parece, cierto, me deshacía y confundía más y fatigaba, que muchas enfermedades con otros trabajos hartos, juntas. Porque lo postrero (39) veía lo merecía y parecíame pagaba algo de mis pecados, aunque todo era poco, según ellos eran muchos; mas verme recibir de nuevo mercedes, pagando tan mal las recibidas, es un género de tormento para mí terrible, y creo para todos los que tuvieren algún conocimiento o amor de Dios, y esto por una condición virtuosa lo podemos acá sacar. Aquí eran mis lágrimas y mi enojo de ver lo que sentía, viéndome de suerte que estaba en víspera de tornar a caer, aunque mis determinaciones y deseos entonces por aquel rato, digo estaban firmes.

20. Gran mal es un alma sola entre tantos peligros. Paréceme a mí que si yo tuviera con quién tratar todo esto, que me ayudara a no tornar a caer, siquiera por vergüenza, ya que no la tenía de Dios.

Por eso, aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantísima, aunque no sea sino ayudarse unos a otros con sus oraciones, ¡cuánto más que hay muchas más ganancias! Y no sé yo por qué (pues de conversaciones y voluntades humanas, aunque no sean muy buenas se procuran amigos con quien descansar, y para más gozar de contar aquellos placeres vanos) no se ha de permitir (40) que quien comenzare de veras a amar a Dios y a servirle, deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos, que de todo tienen los que tienen oración. Porque si es de verdad la amistad que quiere tener con Su Majestad, no haya miedo de vanagloria; y cuando el primer movimiento le acometa, salga de ello con mérito. Y creo que el que tratando con esta intención lo tratare, que aprovechará a sí y a los que le oyeren y saldrá más enseñado; aun sin entender cómo, enseñará (41) a sus amigos.

21. El que de hablar en esto tuviere vanagloria, también la tendrá en oír misa con devoción, si le ven, y en hacer otras cosas que, so pena de no ser cristiano, las ha de hacer y no se han de dejar por miedo de vanagloria.

Pues es tan importantísimo esto para almas que no están fortalecidas en virtud como tienen tantos contrarios, y amigos para incitar al mal que no sé cómo lo encarecer. Paréceme que el demonio ha usado de este ardid como cosa que muy mucho le importa: que se escondan tanto de que se entienda que de veras quieren procurar amar y contentar a Dios, como ha incitado se descubran otras voluntades malhonestas, con ser tan usadas, que ya parece se toma por gala y se publican las ofensas que en este caso se hacen a Dios.

22. No sé si digo desatinos. Si lo son, vuestra merced (42) los rompa; y si no lo son, le suplico ayude a mi simpleza con añadir aquí mucho. Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas (43) unos a otros los que le sirven para ir adelante, según se tiene por bueno andar en las vanidades y contentos del mundo. Y para estos hay pocos ojos; y si uno comienza a darse a Dios, hay tantos que murmuren, que es menester buscar compañía para defenderse, hasta que ya estén fuertes en no les pesar de padecer; y si no, veránse en mucho aprieto.

Paréceme que por esto debían usar algunos santos irse a los desiertos; y es un género de humildad no fiar de sí, sino creer que para aquellos con quien conversa le ayudará Dios, y crece la caridad con ser comunicada, y hay mil bienes que no los osaría decir, si no tuviese gran experiencia de lo mucho que va en esto.

Verdad es que yo soy más flaca y ruin que todos los nacidos; mas creo no perderá quien, humillándose, aunque sea fuerte, no lo crea de sí, y creyere en esto a quien tiene experiencia. De mí sé decir que, si el Señor no me descubriera esta verdad y diera medios para que yo muy ordinario (44) tratara con personas que tienen oración, que cayendo y levantando iba a dar de ojos en el infierno. Porque para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme hallábame tan sola, que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la misericordia de Dios, que era sólo el que me daba la mano.

Sea bendito por siempre jamás, amén.



NOTAS CAPÍTULO 7

1 A lo largo del capítulo hará la autora una fuerte autocrítica de sus primeros años de vida religiosa. No se olvide que la escribe desde lo hondo de su experiencia mística. Por tanto, con ojos nuevos y corazón desbordado. Para orientar la lectura de cuanto sigue, ofrecemos al lector dos puntos de apoyo: El primero, la palabra de la Santa en este mismo contexto, n. 7: "Fuile yo a curar (a su padre moribundo), estando más enferma en el alma que él en el cuerpo, en muchas vanidades, aunque no de manera que -a cuanto entendía- estuviese en pecado mortal en todo este tiempo más perdido que digo, porque entendiéndolo yo, en ninguna manera lo estuviera". - En segundo lugar, la declaración del P. Báñez en el proceso de canonización de la Madre Teresa (Salamanca): "En la vida que hizo en la Encarnación en su mocedad, no entiende (el declarante) que hubiese otras faltas en ella más de las que comúnmente se hallan en semejantes religiosas que se llaman mujeres de bien, y que en aquel tiempo que tiene por cierto se señaló siempre en ser grande enfermera y tener más oración de la que comúnmente se usa, aunque por su buena gracia y donaire ha oído decir que era visitada por muchas personas de diferentes estados: lo cual ella lloró toda su vida, después que Dios la hizo merced de darle más luz y ánimo para tratar de perfección en su estado. Y esto lo sabe no sólo por haberlo oído decir a otros que antes la habían tratado, sino también por relación de la misma Teresa de Jesús" (B.M.C., t. XVIII, pp. 6-7).

2 Lo reitera en el c. 19, 10.

3 Probable reminiscencia evangélica, alusiva a Mt 20, 16: "Muchos son los llamados, pocos los escogidos", o bien a Mt 7, 18: "espacioso es el camino que lleva a la muerte y muchos son los que van por él". Abandonar la oración es resignarse a andar "como los muchos".

4 Por esas mismas fechas lo había testificado de sí misma en la R. 1, 15.

5 Venía que: venía de que...

6 Tener oratorio: la celda religiosa de la Santa en la Encarnación contaba con una segunda pieza que le servía de oratorio. Aún hoy puede verse parcialmente en el monasterio.

7 Cf. c. 4, nota 13.

8 Grandísimo peligro.

9 El mío: alude a su monasterio de la Encarnación, no al de San José, donde escribe el libro. - El tipo de vida religiosa que se llevaba en la Encarnación por esas fechas (1540-1550) queda reflejado en la "Visita" del P. General al monasterio en la década de los años 60 (en que escribe la Santa). Puede verse su texto íntegro en : TOMAS ALVAREZ, "La visita del P. Rubeo a las carmelitas de la Encarnación de Avila": en Monte Carmelo 86 (1978 ), 5-49.

10 Todo el pasaje alude a la presión social de la ciudad sobre las vocaciones religiosas.

11 Se van por lo que hallan: se atienen o adaptan a las costumbre de las otras.

12 No se guarda religión: no se cumple lo exigido por la vida religiosa. - "Guardar" tiene sentido de "cumplir lo prescrito" (= observancia religiosa): cf. 4, 3, o el c. 35 tít. - "Religión" equivale a "vida religiosa": cf. nota 13.

13 Religiones: congregaciones religiosas.

14 Este visitar: alude a las visitas de seglares a las religiosas; conversaciones en el "locutorio".

15 Lo que le pesaba (a Cristo): le apesadumbraba. - Uno de los censores corrigió el autógrafo: "lo que de aquello no le agradaba". Fray Luis retuvo la inútil corrección del teólogo censor (p. 80).

16 Más de 26 años: Probablemente eran menos. Escribe a fines de 1565, y el suceso aludido ocurre en torno a 1543: ¿22 años?

17 Ninguna (amistad) no me hizo: doble negación intensiva: ninguna persona me causó tanta distracción como ésta.

18 "A la izquierda de la puerta reglar de entrada al monasterio de la Encarnación, consérvase, en la parte baja, un reducido locutorio donde es tradición vio la Santa el sapo de proporciones desmesuradas, y también a Cristo en la forma que acaba de explicar unas líneas más arriba" (nota del P. Silverio).

19 Nunca la habido: elipsis por "nunca haberla habido". Fray Luis trascribió: "nunca la ha habido" (p. 81). - Fray Luis modificó también la frase siguiente: la operación (= el efecto) que hizo en mí". Enmendado: "la operación que se hizo en mí" (p. 81).

20 Monja mi parienta: quizás Juana Juárez, o acaso Doña María Cimbrón, priora del monasterio durante la enfermedad de Teresa (1539-42), y priora de nuevo cuando Teresa escribe Vida (1562-65).

21 Hipótesis latente de la escritora: que su escrito pueda llegar a ser leído por sus hermanas carmelitas.

22 En c. 6, n. 3.

23 En aquellos primeros días: alude a los primeros meses de enferma (1538/39).

24 En 5 ó 6 años: de 1538/39 a 1543, año en que muere don Alonso.

25 Distraída: así el autógrafo y fray Luis (83). Otros leen destruida.

26 Un año y más sin tener oración: cf. 19, 4: "un año y medio".

27 Lo dirá en 8, 5; 19, 4-10-15.

28 Perlesía: parálisis.

29 Servir el coro: intervenir en el rezo coral del Oficio Divino (cf. 31, 23).

30 Ha de haberla: ha de haber oración...

31 Como: una vez que.

32 Dicho en el n. 10.

33 En un ser: de todo en todo (cf. c. 5, nota 16).

34 Murió don Alonso el 24 de dic. de 1543, último día del año según el cómputo abulense de entonces. Dos días después (26.12.1544) se procedió a la apertura del testamento, que había sido redactado el 3.12.1543.

35 El P. Dominco: Vicente Barrón (cf. 5, 3), del convento abulense de Santo Tomás.

36 Qué "sujeto" bastó a "sufrir": "sujeto" (cf. 4, nota 14) es "qué naturaleza"; "sufrir" es "soportar / resistir". El sentido es: "cómo yo pude aguantar..."

37 Sobre esa su idea de Dios, cf. 4, 10.

38 Hipérbaton difícil. Reordenado, sería: "A la verdad, Rey mío, tomabais por medio el más delicado y penoso castigo..."

39 Lo postrero son los castigos, enfermedades y trabajos, en contraposición a "recibir mercedes".

40 Por qué... no se ha de permitir: a causa del largo paréntesis, alguien borró el "no" en el autógrafo. Fray Luis leyó "por qué se ha de permitir" (p. 92).

41 Enseñará: palabra de difícil lectura en el autógrafo. Fray Luis leyó: "saldrá más enseñado assí en entender como en enseñar a sus amigos" (p. 92).

42 Vuestra merced: el P. García de Toledo.

43 Hacerse espaldas: escudarse, ayudarse.

44 Muy de ordinario.

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MensajePublicado: Dom Mar 09, 2008 2:50 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 8



Trata del gran bien que le hizo no se apartar del todo de la oración para no perder el alma, y cuán excelente remedio es para ganar lo perdido. Persuade a que todos la tengan.


Dice cómo es tan gran ganancia y que, aunque la tornen a dejar, es gran bien usar algún tiempo de tan gran bien (1).




1. No sin causa he ponderado tanto este tiempo de mi vida, que bien veo no dará a nadie gusto ver cosa tan ruin; que, cierto, querría me aborreciesen los que esto leyesen, de ver un alma tan pertinaz e ingrata con quien (2) tantas mercedes le ha hecho. Y quisiera tener licencia (3) para decir las muchas veces que en este tiempo falté a Dios.

2. Por estar arrimada a esta fuerte columna de la oración, pasé este mar tempestuoso casi veinte años (4), con estas caídas y con levantarme y mal pues tornaba a caer y en vida tan baja de perfección, que ningún caso casi hacía de pecados veniales, y los mortales, aunque los temía, no como había de ser, pues no me apartaba de los peligros. Sé decir que es una de las vidas penosas que me parece se puede imaginar; porque ni yo gozaba de Dios ni traía contento en el mundo. Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme lo que debía a Dios era con pena; cuando estaba con Dios, las aficiones del mundo me desasosegaban. Ello es una guerra tan penosa, que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuánto más tantos años.

Con todo, veo claro la gran misericordia que el Señor hizo conmigo: ya que había de tratar en el mundo, que tuviese ánimo para tener oración. Digo ánimo, porque no sé yo para qué cosa de cuantas hay en él es menester mayor, que tratar traición al rey y saber que lo sabe y nunca se le quitar de delante. Porque, puesto que (5) siempre estamos delante de Dios, paréceme a mí es de otra manera los que tratan de oración, porque están viendo que los mira; que los demás podrá ser estén algunos días que aun no se acuerden que los ve Dios.

3. Verdad es que en estos años hubo muchos meses, y creo alguna vez año, que me guardaba de ofender al Señor y me daba mucho a la oración y hacía algunas y hartas diligencias para no le venir a ofender. Porque va todo lo que escribo dicho con toda verdad, trato ahora esto. Mas acuérdaseme poco de estos días buenos, y así debían ser pocos, y mucho de los ruines. Ratos grandes de oración pocos días se pasaban sin tenerlos, si no era estar muy mala o muy ocupada. Cuando estaba mala, estaba mejor con Dios; procuraba que las personas que trataban conmigo lo estuviesen, y suplicábalo al Señor; hablaba muchas veces en El.

Así que, si no fue el año que tengo dicho, en veinte y ocho que ha que comencé oración, más de los dieciocho pasé esta batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo (6). Los demás que ahora me quedan por decir, mudóse la causa de la guerra, aunque no ha sido pequeña; mas con estar, a lo que pienso, en servicio de Dios y con conocimiento de la vanidad que es el mundo, todo ha sido suave, como diré después.

4. Pues para lo que he tanto contado esto es, como he ya dicho (7), para que se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro (8 ), para que se entienda el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester, y cómo si en ella persevera, por pecados y tentaciones y caídas de mil manera que ponga el demonio, en fin tengo por cierto la saca el Señor a puerto de salvación, como a lo que ahora parece me ha sacado a mí. Plega a Su Majestad no me torne yo a perder.

5. El bien que tiene quien se ejercita en oración hay muchos santos y buenos que lo han escrito (9), digo oración mental: ¡gloria sea a Dios por ello! Y cuando no fuera esto, aunque soy poco humilde, no tan soberbia que en esto osara hablar.

De lo que yo tengo experiencia puedo decir, y es que por males que haga quien la ha comenzado, no la deje, pues es el medio por donde puede tornarse a remediar, y sin ella será muy más dificultoso. Y no le tiente el demonio por la manera que a mí, a dejarla por humildad; crea que no pueden faltar sus palabras (10), que en arrepintiéndonos de veras y determinándose a no le ofender, se torna a la amistad que estaba y hacer las mercedes que antes hacía y a las veces mucho más si el arrepentimiento lo merece.

Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo no carezca de tanto bien. No hay aquí que temer, sino que desear; porque, cuando no fuere adelante y se esforzare a ser perfecto, que merezca los gustos y regalos que a estos da Dios, a poco ganar irá entendiendo el camino para el cielo; y si persevera, espero yo en la misericordia de Dios, que nadie le tomó por amigo que no se lo pagase; (11) que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad (12), estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. Y si vos aún no le amáis (porque, para ser verdadero el amor y que dure la amistad, hanse de encontrar las condiciones: (13) la del Señor ya se sabe que no puede tener falta, la nuestra es ser viciosa, sensual, ingrata), no podéis acabar con vos (14) de amarle tanto, porque no es de vuestra condición; mas viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que os ama, pasáis por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos.

6. ¡Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece os veo y me veo de esta suerte! ¡Oh regalo de los ángeles, que toda me querría, cuando esto veo, deshacer en amaros! ¡Cuán cierto es sufrir Vos a quien os sufre (15) que estéis con él! ¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido!

He visto esto claro por mí, y no veo, Criador mío, por qué todo el mundo no se procure llegar a Vos por esta particular amistad: los malos, que no son de vuestra condición, para que nos hagáis buenos con que os sufran estéis con ellos siquiera dos horas cada día, aunque ellos no estén con Vos sino con mil revueltas de cuidados y pensamientos de mundo, como yo hacía. Por esta fuerza que se hacen a querer estar en tan buena compañía, miráis que en esto a los principios no pueden más, ni después algunas veces; forzáis vos, Señor, los demonios para que no los acometan y que cada día tengan menos fuerza contra ellos, y dáisselas a ellos para vencer. Sí, que no matáis a nadie ¡vida de todas las vidas! de los que se fían de Vos y de los que os quieren por amigo; sino sustentáis la vida del cuerpo con más salud y dáisla al alma.

7. No entiendo esto que temen los que temen comenzar oración mental, ni sé de qué han miedo. Bien hace de ponerle el demonio para hacernos (16) él de verdad mal, si con miedos me hace no piense en lo que he ofendido a Dios y en lo mucho que le debo y en que hay infierno y hay gloria y en los grandes trabajos y dolores que pasó por mí.

Esta fue toda mi oración y ha sido cuando anduve en estos peligros, y aquí era mi pensar cuando podía; y muy muchas veces, algunos años, tenía más cuenta con desear se acabase la hora que tenía por mí de estar, y escuchar cuándo daba el reloj, que no en otras cosas buenas; y hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración.

Y es cierto que era tan incomportable la fuerza que el demonio me hacía o mi ruin costumbre que (17) no fuese a la oración, y la tristeza que me daba en entrando en el oratorio, que era menester ayudarme de todo mi ánimo (que dicen no le tengo pequeño y se ha visto me le dio Dios harto más que de mujer, sino que le he empleado mal) para forzarme, y en fin me ayudaba el Señor.

Y después que me había hecho esta fuerza, me hallaba con más quietud y regalo que algunas veces que tenía deseo de rezar.

8. Pues si a cosa tan ruin como yo tanto tiempo sufrió el Señor, y se ve claro que por aquí se remediaron todos mis males, ¿qué persona, por malo que sea, podrá temer? Porque por mucho que lo sea, no lo será tantos años después de haber recibido tantas mercedes del Señor. Ni ¿quién podrá desconfiar, pues a mí tanto me sufrió, sólo porque deseaba y procuraba algún lugar y tiempo para que estuviese conmigo, y esto muchas veces sin voluntad, por gran fuerza que me hacía o me la hacía el mismo Señor? Pues si a los que no le sirven sino que le ofenden les está tan bien la oración y les es tan necesaria, y no puede nadie hallar con verdad daño que pueda hacer, que no fuera mayor el no tenerla, los que sirven a Dios y le quieren servir ¿por qué lo han de dejar? Por cierto, si no es por pasar con más trabajo los trabajos de la vida, yo no lo puedo entender, y por cerrar a Dios la puerta para que en ella no les dé contento. Cierto, los he lástima, que a su costa sirven a Dios; porque a los que tratan la oración el mismo Señor les hace la costa (18 ), pues por un poco de trabajo da gusto para que con él se pasen los trabajos.

9. Porque de estos gustos que el Señor da a los que perseveran en la oración se tratará mucho, no digo aquí nada. Sólo digo que para estas mercedes tan grandes que me ha hecho a mí, es la puerta la oración. Cerrada ésta, no sé cómo las hará; porque, aunque quiera entrar a regalarse con un alma y regalarla, no hay por dónde, que la quiere sola y limpia y con gana de recibirlos. Si le ponemos muchos tropiezos y no ponemos nada en quitarlos, ¿cómo ha de venir a nosotros? ¡Y queremos nos haga Dios grandes mercedes!

10. Para que vean su misericordia y el gran bien que fue para mí no haber dejada la oración y lección (19), diré aquí pues va tanto en entender la batería que da el demonio a un alma para ganarla, y el artificio y misericordia con que el Señor procura tornarla a Sí, y se guarden de los peligros que yo no me guardé. Y sobre todo, por amor de nuestro Señor y por el grande amor con que anda granjeando tornarnos a Sí, pido yo se guarden de las ocasiones; porque, puestos en ellas, no hay que fiar donde tantos enemigos nos combaten y tantas flaquezas hay en nosotros para defendernos.

11. Quisiera yo saber figurar la cautividad que en estos tiempos traía mi alma, porque bien entendía yo que lo estaba, y no acababa de entender en qué ni podía creer del todo que lo que los confesores no me agraviaban (20) tanto, fuese tan malo como yo lo sentía en mi alma. Díjome uno, yendo yo a él con escrúpulo, que aunque tuviese subida contemplación, no me eran inconveniente semejantes ocasiones y tratos.

Esto era ya a la postre, que yo iba con el favor de Dios apartándome más de los peligros grandes; mas no me quitaba del todo de la ocasión. Como me veían con buenos deseos y ocupación de oración, parecíales hacía mucho; mas entendía mi alma que no era hacer lo que era obligada por quien debía tanto (21). Lástima la tengo ahora de lo mucho que pasó y el poco socorro que de ninguna parte tenía, sino de Dios, y la mucha salida que le daban para sus pasatiempos y contentos con decir eran lícitos.

12. Pues el tormento en los sermones no era pequeño, y era aficionadísima a ellos, de manera que si veía a alguno predicar con espíritu y bien, un amor particular le cobraba, sin procurarle yo, que no sé quién me le ponía. Casi nunca me parecía tan mal sermón, que no le oyese de buena gana, aunque al dicho de los que le oían no predicase bien. Si era bueno, érame muy particular recreación.

De hablar de Dios u oír de El casi nunca me cansaba, y esto después que comencé oración. Por un cabo tenía gran consuelo en los sermones, por otro me atormentaba, porque allí entendía yo que no era la que había de ser, con mucha parte (22). Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar a lo que ahora me parece de no poner en todo la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto (23) de mí. Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios.

Deseaba vivir, que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte, y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole.

NOTAS CAPÍTULO 8

1 El epígrafe del capítulo anuncia el "elogio" de la oración. De ahí la reiteración del encomio: "gran bien" que es la oración.

2 Con quien: elipsis, por: "con aquel que". Cf. n. 14, nota 21: frecuente en el estilo teresiano.

3 Tener licencia: alusión al mandato de escribir (cf. pról. n. 1). - Puntuación fluctuante, la que sigue. Fray Luis (p. 95) y otros editores han leído: "... licencia para decir las muchas veces que en este tiempo falté a Dios, por no estar arrimada a esta fuerte columna de la oración". Preferimos otra lectura: porque en el autógrafo hay puntuación después de la palabra "Dios"; y porque el no (= por "no" estar) es de mano ajena, añadido entre líneas.

4 Casi 20 años: alude al periodo de bajo tono espiritual, ya mencionado (c. 7) y volverá a recordar: "20 años casi..." (23, 12). El período aludido abarca aproximadamente desde 1534/35 hasta 1553/54.

5 Puesto que: equivale a "aunque".

6 Datos interesantes para la cronología de la vida interior de Santa Teresa: escribe esto probablemente (primera redacción de Vida) en 1562. Comenzó vida de oración 28 años antes: 1534. Más de 18 fueron de lucha: hasta 1552/53. Los nueve finales, de intensa vida mística: 1553-1562. Hubo sin embargo un año largo sin oración: 1542-44 (cf. c. 7, n. 11). - Cotéjense estos datos con los que nos ofrece ella misma en el c. 10, n. 9 ("en solos 27 años que ha que tengo oración..."); c. 11, n. 8 (".. la ha traído el Señor en 4 meses harto más adelante que yo estaba en 17 años"); c. 23, n. 12 ("pues a cabo de 20 años casi que había que la tenía [oración], no había salido con ganancia ...mejor era no la tener"). Este último texto se refiere a los sucesos de 1554; para ella aquella fecha, a los 18 años largos de "oración en batalla y contienda" se había sumado ya un año de oración mística. - Con todo, la cronología de la Santa es siempre fluctuante.

7 Lo ha dicho en los nn. 1-2; en el c. 5, 11, y al final del c. anterior.

8 Lo otro: equivale a "en segundo lugar".

9 Muchos... lo han escrito: alusión a los autores y libros más leídos por ella (cf. 3, 7; 4, 9; 7, 10.13...), como Osuna (cf. 4, 7), Alonso de Madrid (12, 2), Bernardino de Laredo (23, 12), san Pedro de Alcántara (30, 2) y ciertamente el P. Granada, cuyos libros recomendará en las Constituciones, n. 8.

10 Alusión bíblica a Mt 24, 35 ("mis palabras no pasarán"), o bien a las promesas de Jesús sobre la eficacia de la oración (Mt 18, 19).

11 Las palabras en cursiva fueron añadidas por fray Luis en la edición príncipe (p. 98 ) para completar el sentido. Sin embargo no es la idea de paga, sino la de correspondencia la que parece exigir el contexto: "nadie Le tomó por amigo, que no fuese correspondido por El, o que primero no haya sido amado por El", cf. 11, 4.12).

12 Tratar de amistad: tratarse en amistad o como amigos. Es la famosa definición teresiana de oración (cf. 11, 12). De ahí la espontánea exclamación del n. siguiente: "¡Qué buen amigo hacéis!" Cf. 22, 17, o bien Camino 22 y 28, 3. - Había escrito: "... de amistad y de..." Luego borró "y de".

13 Encontrarse las condiciones: congeniar, coincidir la manera de ser de dos o más personas.

14 Acabar con vos: conseguir de ti mismo.

15 Fray Luis corrigió: "a quien no os sufre" (p. 99). - La negación "no" adoptada por fray Luis había sido introducida en el autógrafo, probablemente, por el P. Báñez. "Sufrir" equivale a "aguantar, soportar". Cf. poco más abajo: "que os sufran estéis con ellos" (n. 6).

16 Para hacernos: el "nos" fue añadido entre líneas por mano incierta. Fray Luis trascribió "hacernos" (p. 100).

17 Que: para que.

18 Hacer la costa: costear, pagar.

19 Oración y lección: oración y lectura.

20 Agraviaban: agravar, encarecer la gravedad (cf. 5, nota 7).

21 Por quien debía tanto: por aquel a quien debía tanto.

22 Con mucha parte: ni con mucho.

23 De todo punto: totalmente.

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MensajePublicado: Vie Mar 14, 2008 2:52 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 9



Trata por qué términos comenzó el Señor a despertar su alma y darla luz en tan grandes tinieblas y a fortalecer sus virtudes para no ofenderle.



1. Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros (1). Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El (2) con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.

2. Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena y muy muchas veces pensaba en su conversión, en especial cuando comulgaba, que como sabía estaba allí cierto el Señor dentro de mí, poníame a sus pies, pareciéndome no eran de desechar mis lágrimas (3). Y no sabía lo que decía, que harto hacía quien por sí me las consentía derramar, pues tan presto se me olvidaba aquel sentimiento. Y encomendábame a aquesta gloriosa Santa para que me alcanzase perdón.

3. Mas esta postrera vez de esta imagen que digo, me parece me aprovechó más, porque estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios (4). Paréceme le dije entonces que no me había de levantar de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba. Creo cierto me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde entonces.

4. Tenía este modo de oración: que, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hallábame mejor a mi parecer de las partes (5) adonde le veía más solo. Parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí. De estas simplicidades tenía muchas.

En especial me hallaba muy bien en la oración del Huerto. Allí era mi acompañarle. Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido, si podía. Deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor. Mas acuérdome que jamás osaba determinarme a hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves. Estábame allí lo más que me dejaban mis pensamientos con El, porque eran muchos los que me atormentaban. Muchos años, las más noches antes que me durmiese, cuando para dormir me encomendaba a Dios, siempre pensaba un poco en este paso de la oración del Huerto, aun desde que no era monja (6), porque me dijeron se ganaban muchos perdones (7). Y tengo para mí que por aquí ganó muy mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir.

5. Pues tornando a lo que decía del tormento que me daban los pensamientos, esto tiene este modo de proceder sin discurso del entendimiento, que el alma ha de estar muy ganada o perdida, digo perdida la consideración. En aprovechando, aprovecha mucho, porque es en amar. Mas para llegar aquí es muy a su costa, salvo a personas que quiere el Señor muy en breve llegarlas a oración de quietud (8 ), que yo conozco a algunas. Para las que van por aquí es bueno un libro para presto recogerse. Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores (9). En estas cosas hallaba yo memoria (10) del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro; y en mi ingratitud y pecados. En cosas del cielo ni en cosas subidas, era mi entendimiento tan grosero que jamás por jamás (11) las pude imaginar, hasta que por otro modo el Señor me las representó.

6. Tenía tan poca habilidad para con el entendimiento representar cosas, que si no era lo que veía, no me aprovechaba nada de mi imaginación, como hacen otras personas que pueden hacer representaciones adonde se recogen. Yo sólo podía pensar en Cristo como hombre. Mas es así que jamás le pude representar en mí, por más que leía su hermosura y veía imágenes, sino como quien está ciego o a oscuras, que aunque habla con una persona y ve que está con ella porque sabe cierto que está allí (digo que entiende y cree que está allí, mas no la ve), de esta manera me acaecía a mí cuando pensaba en nuestro Señor. A esta causa era tan amiga de imágenes (12). ¡Desventurados de los que por su culpa pierden este bien! Bien parece que no aman al Señor, porque si le amaran, holgáranse de ver su retrato, como acá aun da contento ver el de quien se quiere bien.

7. En este tiempo me dieron las Confesiones de San Agustín (13), que parece el Señor lo ordenó, porque yo no las procuré ni nunca las había visto. Yo soy muy aficionada a San Agustín, porque el monasterio adonde estuve seglar (14) era de su Orden y también por haber sido pecador, que en los santos que después de serlo el Señor tornó a Sí hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en ellos había de hallar ayuda y que como los había el Señor perdonado, podía hacer a mí; salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho (15), que a ellos sola una vez los había el Señor llamado y no tornaban a caer, y a mí eran ya tantas, que esto me fatigaba. Mas considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de su misericordia jamás desconfié. De mí muchas veces.

8. ¡Oh, válgame Dios, cómo me espanta la reciedumbre que tuvo mi alma, con tener tantas ayudas de Dios! Háceme estar temerosa lo poco que podía conmigo y cuán atada me veía para no me determinar a darme del todo a Dios.

Como comencé a leer las Confesiones, paréceme me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso Santo. Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto (16), no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato que toda me deshacía en lágrimas, y entre mí misma con gran aflicción y fatiga.

¡Oh, qué sufre un alma, válgame Dios, por perder la libertad que había de tener de ser señora, y qué de tormentos padece! Yo me admiro ahora cómo podía vivir en tanto tormento. Sea Dios alabado, que me dio vida para salir de muerte tan mortal.

9. Paréceme que ganó grandes fuerzas mi alma de la divina Majestad, y que debía oír mis clamores y haber lástima de tantas lágrimas. Comenzóme a crecer la afición de estar más tiempo con El y a quitarme de los ojos las ocasiones, porque, quitadas, luego me volvía a amar a Su Majestad; que bien entendía yo, a mi parecer, le amaba, mas no entendía en qué está el amar de veras a Dios como lo había de entender.

No me parece acababa yo de disponerme a quererle servir, cuando Su Majestad me comenzaba a tornar a regalar. No parece sino que lo que otros procuran con gran trabajo adquirir, granjeaba el Señor conmigo que yo lo quisiese recibir, que era ya en estos postreros años darme gustos y regalos (17). Suplicar yo me los diese, ni ternura de devoción, jamás a ello me atreví; sólo le pedía me diese gracia para que no le ofendiese, y me perdonase mis grandes pecados. Como los veía tan grandes, aun desear regalos ni gustos nunca de advertencia osaba. Harto me parece hacía su piedad, y con verdad hacía mucha misericordia conmigo en consentirme delante de sí y traerme a su presencia; que veía yo, si tanto El no lo procurara, no viniera.

Sola una vez en mi vida me acuerdo pedirle (18 ) gustos, estando con mucha sequedad; y como advertí lo que hacía, quedé tan confusa que la misma fatiga de verme tan poco humilde me dio lo que me había atrevido a pedir. Bien sabía yo era lícito pedirla, mas parecíame a mí que lo es a los que están dispuestos con haber procurado lo que es verdadera devoción con todas sus fuerzas, que es no ofender a Dios y estar dispuestos y determinados para todo bien.

Parecíame que aquellas mis lágrimas eran mujeriles y sin fuerza, pues no alcanzaba con ellas lo que deseaba. Pues con todo, creo me valieron; porque, como digo, en especial después de estas dos veces (19) de tan gran compunción de ellas y fatiga de mi corazón, comencé más a darme a oración y a tratar menos en cosas que me dañasen, aunque aún no las dejaba del todo, sino como digo fueme ayudando Dios a desviarme.

Como no estaba Su Majestad esperando sino algún aparejo en mí, fueron creciendo las mercedes espirituales de la manera que diré; (20) cosa no usada darlas el Señor, sino a los que están en más limpieza de conciencia.

NOTAS CAPÍTULO 9

1 Una imagen... de Cristo muy llagado: es difícil identificar esa imagen entre las muchas veneradas por la Santa. Existen dos tradiciones, una en la Encarnación, y otra en San José de Avila. - Fecha del episodio: 1554.

2 Arrojéme cabe El: junto a El.

3 Cf. su testimonio de años más tarde: C. 34, 7.

4 Es cuanto acaba de afirmar en el c. 8, 12.

5 De las partes: en las partes.

6 Aun desde que no era monja: ya antes de ser monja.

7 Perdones: indulgencias. Este último vocablo, muy de su época, no es usado por la Santa en sus libros.

8 Oración de quietud: en la terminología de la autora, es uno de los primeros grados de oración mística (cf. 14, 1).

9 Campo, agua, flores: relacionados con la oración personal de la Santa y con su esfuerzo por "recogerse", es decir, por interiorizar su oración. Cf. Relación 1, 11, escrita poco antes: "Cuando veo alguna cosa hermosa, rica, como agua, campos, flores, olores, músicas, etc..."
10 Memoria: recuerdo.

11 Jamás por jamás: nunca jamás.

12 Amiga de imágenes: ya lo ha dicho en 7, 2; cf. 22, 4; Rel. 30; C. 26, 9; 34, 11.

13 Pudo leer la Santa la versión de Sebastián Toscano, publicada por primera vez en Salamanca 1554, por Andrés de Portonariis, con el título: "Las Confesiones de San Agustín, traducidas de latín en romance castellano". Libro leído por la Santa, probablemente, ese mismo año.

14 Santa María de Gracia: cf. 2, 6.

15 En el prólogo, n. 1.

16 En las Confesiones, libro 8º, c. 12. La voz oída por Agustín fue "tolle et lege", toma y lee.

17 Gustos y regalos: términos reservados por la autora para designar casi exclusivamente ciertas gracias o formas de oración mística. Esa misma connotación tiene el verbo "regalar" de líneas anteriores: cf. 4, 10; 20, 25...

18 Pedirle: haberle pedido.

19 Estas dos veces: los episodios de los nn. 1 y 8.

20 De la manera que diré: anuncia el nuevo sector del relato, que pasará a referir las "mercedes espirituales" (místicas): c. 10; cc. 21 y ss.

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MensajePublicado: Jue Mar 27, 2008 12:00 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 10


Comienza a declarar las mercedes que el Señor la hacía en la oración, y en lo que nos podemos nosotros ayudar, y lo mucho que importa que entendamos las mercedes que el Señor nos hace. Pide a quien esto envía que de aquí adelante sea secreto lo que escribiere, pues la mandan (1) diga tan particularmente las mercedes que la hace el Señor.


1. Tenía yo algunas veces, como he dicho (2), aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré: acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he dicho (3), y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora (4) un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El.

Esto no era manera (5) de visión; creo lo llaman mística teología (6). Suspende el alma de suerte, que toda parecía estar fuera de sí: ama la voluntad, la memoria me parece está casi perdida, el entendimiento no discurre (7), a mi parecer, mas no se pierde; mas, como digo, no obra, sino está como espantado de lo mucho que entiende, porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa ninguna cosa entiende.

2. Primero había tenido muy continuo una ternura, que en parte algo de ella me parece se puede procurar: un regalo, que ni bien es todo sensual (8 ) ni bien espiritual. Todo es dado de Dios; mas parece para esto nos podemos mucho ayudar con considerar nuestra bajeza y la ingratitud que tenemos con Dios, lo mucho que hizo por nosotros, su Pasión con tan graves dolores, su vida tan afligida; en deleitarnos de ver sus obras, su grandeza, lo que nos ama, otras muchas cosas, que quien con cuidado quiera aprovechar tropieza muchas veces en ellas, aunque no ande con mucha advertencia. Si con esto hay algún amor, regálase el alma, enternécese el corazón, vienen lágrimas; algunas veces parece las sacamos por fuerza, otras el Señor parece nos la hace para no podernos resistir. Parece nos paga Su Majestad aquel cuidadito con un don tan grande como es el consuelo que da a un alma ver que llora por tan gran Señor; y no me espanto, que le sobra la razón de consolarse: regálase allí, huélgase allí.

3. Paréceme bien esta comparación que ahora se me ofrece: que son estos gozos de oración como deben ser los que están en el cielo, que como no han visto más de (9) lo que el Señor, conforme a lo que merecen, quiere que vean, y ven sus pocos méritos, cada uno está contento con el lugar en que está, con haber tan grandísima diferencia de gozar a gozar en el cielo, mucho más que acá hay de unos gozos espirituales a otros, que es grandísima.

Y verdaderamente un alma en sus principios, cuando Dios la hace esta merced, ya casi le parece no hay más que desear, y se da por bien pagada de todo cuanto ha servido. Y sóbrale la razón, que una lágrima de éstas que, como digo, casi nos las procuramos aunque sin Dios no se hace cosa, no me parece a mí que con todos los trabajos del mundo se puede comprar, porque se gana mucho con ellas; y ¿qué más ganancia que tener algún testimonio que contentamos a Dios? Así que quien aquí llegare, alábele mucho, conózcase por muy deudor; porque ya parece le quiere para su casa y escogido para su reino, si no torna atrás.

4. No cure (10) de unas humildades que hay, de que pienso tratar (11), que les parece humildad no entender que el Señor les va dando dones. Entendamos bien bien, como ello es, que nos los da Dios sin ningún merecimiento nuestro, y agradezcámoslo a Su Majestad; porque si no conocemos que recibimos, no despertamos (12) a amar. Y es cosa muy cierta que mientras más vemos estamos ricos, sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene y aun más verdadera humildad. Lo demás es acobardar el ánimo a parecer (13) que no es capaz de grandes bienes, si en comenzando el Señor a dárselos comienza él a atemorizarse con miedo de vanagloria.

Creamos que quien nos da los bienes, nos dará gracia para que, en comenzando el demonio a tentarle en este caso, lo entienda, y fortaleza para resistir; digo, si andamos con llaneza delante de Dios, pretendiendo contentar sólo a El y no a los hombres.

5. Es cosa muy clara que amamos más a una persona cuando mucho se nos acuerda las buenas obras que nos hace. Pues si es lícito y tan meritorio que siempre tengamos memoria que tenemos de Dios el ser y que nos crió de nonada y que nos sustenta y todos los demás beneficios de su muerte y trabajos, que mucho antes que nos criase los tenía hechos por cada uno de los que ahora viven, ¿por qué no será lícito que entienda yo y vea y considere muchas veces que solía hablar en vanidades, y que ahora me ha dado el Señor que no querría sino hablar sino en El? He aquí una joya que, acordándonos que es dada y ya la poseemos, forzado convida a amar, que es todo el bien de la oración fundada sobre humildad.

Pues ¿qué será cuando vean en su poder otras joyas más preciosas, como tienen ya recibidas algunos siervos de Dios, de menosprecio de mundo, y aun de sí mismos? Está claro que se han de tener por más deudores y más obligados a servir, y entender que no teníamos nada de esto, y a conocer la largueza del Señor, que a un alma tan pobre y ruin y de ningún merecimiento como la mía, que bastaba la primera joya de éstas y sobraba para mí, quiso hacerme con más riquezas que yo supiera desear.

6. Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos; porque con esa condición las da el Señor, que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que pone (14), nos lo tornará a tomar y quedarnos hemos muy más pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a los otros.

Pues ¿cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que está rico? Es imposible conforme a nuestra naturaleza a mi parecer tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios. Porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá. Porque con estos dones es adonde el Señor nos da la fortaleza que por nuestros pecados nosotros perdimos. Y mal deseará se descontenten todos de él y le aborrezcan y todas las demás virtudes grandes que tienen los perfectos, si no tiene alguna prenda del amor que Dios le tiene, y juntamente fe viva. Porque es tan muerto nuestro natural, que nos vamos a lo que presente vemos; y así estos mismos favores son los que despiertan la fe y la fortalecen. Ya puede ser que yo, como soy tan ruin, juzgo por mí, que otros habrá que no hayan menester más de la verdad de la fe para hacer obras muy perfectas, que yo, como miserable, todo lo he habido menester.

7. Estos (15), ellos lo dirán. Yo digo lo que ha pasado por mí, como me lo mandan. Y si no fuere bien, romperálo a quien lo envío (16), que sabrá mejor entender lo que va mal que yo; a quien suplico por amor del Señor, lo que he dicho hasta aquí de mi ruin vida y pecados lo publiquen. Desde ahora doy licencia, y a todos mis confesores, que así lo es a quien esto va. Y si quisieren, luego en mi vida; porque no engañe más el mundo, que piensan hay en mí algún bien. Y cierto cierto (17), con verdad digo, a lo que ahora entiendo de mí, que me dará gran consuelo.

Para lo que de aquí adelante dijere, no se la doy (18 ). Ni quiero, si a alguien lo mostraren, digan quién es por quien pasó (19) ni quién lo escribió; que por esto no me nombro ni a nadie, sino escribirlo he todo lo mejor que pueda para no ser conocida, y así lo pido por amor de Dios. Bastan personas tan letradas y graves para autorizar alguna cosa buena, si el Señor me diere gracia para decirla, que si lo fuere, será suya y no mía, porque yo sin letras ni buena vida ni ser informada de letrado ni de persona ninguna (porque solos los que me lo mandan escribir saben que lo escribo, y al presente no están aquí) (20) y casi hurtando el tiempo, y con pena porque me estorbo de hilar, por estar en casa pobre y con hartas ocupaciones (21). Así que, aunque el Señor me diera más habilidad y memoria, que aun con ésta me pudiera aprovechar de lo que he oído o leído, es poquísima la que tengo; así que si algo bueno dijere, lo quiere el Señor para algún bien; lo que fuere malo será de mí, y vuestra merced lo quitará.

Para lo uno ni para lo otro, ningún provecho tiene decir mi nombre: (22) en vida está claro que no se ha de decir de lo bueno; en muerte no hay para qué, sino para que pierda la autoridad el bien, y no la dar ningún crédito, por ser dicho de persona tan baja y tan ruin.

8. Y por pensar vuestra merced (23) hará esto que por amor del Señor le pido y los demás que lo han de ver (24), escribo con libertad; de otra manera sería con gran escrúpulo, fuera de decir mis pecados, que para esto ninguno tengo; para lo demás basta ser mujer para caérseme las alas, cuánto más mujer y ruin. Y así lo que fuere más de decir simplemente el discurso de mi vida, tome vuestra merced para sí pues tanto me ha importunado escriba alguna declaración de las mercedes que me hace Dios en la oración, si fuere conforme a las verdades de nuestra santa fe católica; y si no, vuestra merced lo queme luego, que yo a esto me sujeto. Y diré lo que pasa por mí, para que, cuando sea conforme a esto, podrá hacer a vuestra merced algún provecho; y si no, desengañará mi alma, para que no gane el demonio adonde me parece gano yo; que ya sabe el Señor, como después diré (25), que siempre he procurado buscar quién me dé luz.

9. Por claro que yo quiera decir estas cosas de oración, será bien oscuro para quien no tuviere experiencia. Algunos impedimentos diré, que a mi entender lo son para ir adelante en este camino, y otras cosas en que hay peligro, de lo que el Señor me ha enseñado por experiencia y después tratádolo yo con grandes letrados y personas espirituales de muchos años, y ven que en solos veinte y siete años (26) que ha que tengo oración, me ha dado Su Majestad (27) la experiencia con andar en tantos tropiezos y tan mal este camino que a otros en cuarenta y siete y en treinta y siete, que con penitencia y siempre virtud han caminado por él.

Sea bendito por todo y sírvase de mí, por quien Su Majestad es, que bien sabe mi Señor que no pretendo otra cosa en esto, sino que sea alabado y engrandecido un poquito de ver que en un muladar tan sucio y de mal olor hiciese huerto de tan suaves flores. Plega a Su Majestad que por mi culpa no las torne yo a arrancar y se torne a ser lo que era. Esto pido yo por amor del Señor le pida vuestra merced (28 ), pues sabe la que soy con más claridad que aquí me lo ha dejado decir.

NOTAS CAPÍTULO 10


1 Nueva alusión al mandato inicial de componer el libro (Prólogo, 1) insistiendo más en las misericordias de Dios que en las miserias propias. - El epígrafe del capítulo alerta al lector sobre el relato de las gracias místicas a partir del presente capítulo, que la autora quiere queden en secreto: "de aquí adelante sea secreto lo que escribiere". El P. Gracián, íntimo conocedor de la autora, escribió: "Todo el tiempo que vivió la Madre Teresa nunca su pensamiento ni el mío fue que estos libros se imprimiesen y viniesen tan a público y a manos de todos los que los quisiesen leer... No podía sufrir que viniesen las cosas altas de espíritu que aquí se declaran, a bocas de perros murmuradores..., o a gente engolfada en los vicios, que no les parece puede haber otros deleites mayores que los sensuales" (BMC, 18, 10).

2 Lo dicho en el c. 9, 9; y 4, 7.

3 Ib. en el c. 9, 4. - Cabe Cristo: junto a Cristo, ante El.

4 A deshora: de improviso, inesperadamente (cf. 20, 9).

5 No era manera de visión: probable elisión por haplografía, en ves de "a manera de v." Cf. otros casos: 7, 8; 18, 2; 25, 10; 7, 6 y 11, 3. Respetamos la lectura hecha por fray Luis (p. 112).

6 Mística teología: equivale aquí a "experiencia mística". La expresión "creo la llaman" subraya una cierta resistencia de la autora a utilizar términos técnicos de teología. Obsérvese esa misma reticencia en el c. 11, 5. Otras menciones de esa terminología: 12, 5 y 18, 2. Esta última vez, con la acotación: "en la mística teología se declara, que yo los vocablos no sabré nombrarlos". De hecho no volverá a utilizarlos en los restantes libros que escriba.

7 No discurre: no "obra" había escrito primero. Luego corrigió "discurre" añadiendo entre líneas "a mi parecer". Pero se olvidó de que una línea más abajo repetía el "como digo, no obra". - La rectificación de la Santa no disipó los escrúpulos teológicos de los editores, desde fray Luis, quien en su segunda edición de Vida (1599) anotó al margen de este pasaje: "Dice que no obra el entendimiento, porque, como ha dicho, no discurre de unas cosas en otras, ni saca consideraciones, porque le tiene ocupado entonces la grandeza del bien que se le pone delante; pero en realidad de verdad, sí obra, pues pone los ojos en lo que se le presenta, y conoce que no lo puede entender como es; pues dice "no obra", esto es, "no discurre", sino está como espantado de lo mucho que entiende, esto es, de la grandeza del objeto que ve, no porque entienda mucho dél, sino porque ve que es tanto él en sí que no lo puede enteramente entender".

8 Sensual: sensible (cf. c. 3, n. 2, nota 3).

9 Más de: más que.

10 No cure de...: no se preocupe de...

11 Tratará de esas humillaciones en el c. 13, 4.

12 Había escrito: nos despertamos. Borró el "nos". Mantenemos la lectura de fray Luis (p. 114).

13 Acobardar el ánimo a parecer: acobardarlo hasta parecer o creer que...

14 Pone: otra mano corrigió entre líneas "nos pone". Fray Luis retuvo esta segunda lectura (p. 116).

15 Estos: es decir "los perfectos", que no han menester más que la fe. - "Los perfectos" (n. 6): en el sentido técnico de la teología espiritual, en contraposición a "principiantes" y "aprovechados".

16 Probablemente se trata del P. García de Toledo (cf. prólogo de la obra). A continuación había escrito: "sabrán" y corrigió "sabrá". Pero la alusión al grupode "mandantes" persiste en el contexto: "me lo mandan", "lo publiquen". Lo cual está indicando los dos planos de destinatarios o lectores inmediatos del libro. - El precedente "romperálo", alude a la hipótesis de que el libro sea destruído o "quemado" por el P. García de Toledo: "aunque v.m. luego lo queme", recordará en el epílogo (40, 23).

17 Cierto, cierto, es superlativo intensivo o por repetición: fue muy del agrado de la Santa, que lo usa en formas variadísimas y originales: bien bien, (n. 4); muchas muchas (c. 15, n. 2); muy muy sobrenatural (c. 20, n. 15); nada nada (c. 15, n. 3); qué de ello, qué de ello, qué de ello (c. 39, 6); y cuán vanos, y cuán vanos (c. 38, n. 18 ); ya ya (c. 16, n. 3); luego, luego (c. 28, n. 4); en fin, en fin (Fund., c. 7, n. 7), etc...

18 No se la doy: no le doy licencia.

19 Por quien pasó: la persona por quien pasó. Al margen de la frase siguiente: para no ser conocida y así lo pido por amor de Dios..., uno de los censores -quizá Báñez o más probablemente García de Toledo- trazó una línea vertical, que permite vislumbrar el momento en que se paró a hacerse cargo de la responsabilidad de su cometido.

20 No están aquí: no están en Avila los que le han mandado escribir el libro. Gracián anotó en su ejemplar: "El Maestro fray Domingo Báñez y García de Toledo". La edición facsímil de V. de La Fuente ha inducido la lectura errónea: "no está aquí".

21 El largo período que comienza "porque yo" queda inconcluso. Saltando el inciso diversivo, puede leerse: "porque yo... si algo bueno dijere..." - Por estar en casa pobre...: escribe estas páginas en San José de Avila, y no en el palacio deDñaLuisa (Toledo), donde redactó la obra por primera vez.

22 Decir mi nombre: efectivamente, el relato mantiene constantemente ese anonimato. Tampoco menciona por su nombre a otras personas y poblaciones. Unicos personajes mencionados explícitamente serán fray Pedro de Alcántara (27, 3...) y san Francisco de Borja "que era duque de Gandía" (24, 3). - Frecuentemente se ha explicado esta decisión de anonimato, como encubrimiento, de cara a la Inquisición. El contexto del presente capítulo lo hace inverosímil. Desde luego, "escribo con libertad", afirma la autora (n. 8 ).

23 Por pensar que vuestra merced: la construcción infinitiva con omisión del "que" completivo es frecuente en la Santa. - Vuestra merced: García de Toledo.

24 Los demás lo han de ver: ante todo, Báñez y García de Toledo; quizá también el P. Ibáñez; y sin duda, san Juan Avila. Otro posible lector-censor, el P. Baltasar Alvarez.

25 Después diré: en el c. 13, 17 y ss.; 28, 6; 22, 3.

26 En solos 27 años: nuevo indicio cronológico. Está escribiendo en 1565. Su cómputo, por tanto, se eleva a los entornos de 1538, a sus 23/24 de edad (cf. c. 8, nota 6).

27 Por lapsus o titubeo de pluma, en el autógrafo repite: "me ha dado el Señor me ha dado Su Majestad". Mantenemos la opción de fray Luis (p. 120).

28 Vuestra merced: de nuevo el P. García de Toledo, dialogante número uno en la intención de la escritora.

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MensajePublicado: Jue Abr 03, 2008 12:00 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 11



Dice en qué está la falta de no amar a Dios con perfección en breve tiempo. Comienza a declarar, por una comparación que pone, cuatro grados de oración. Va tratando aquí del primero. Es muy provechoso para los que comienzan y para los que no tienen gustos en la oración (1).



1. Pues hablando ahora de los que comienzan a ser siervos del amor (que no me parece otra cosa determinarnos a seguir por este camino de oración al que tanto nos amó), es una dignidad tan grande, que me regalo extrañamente en pensar en ella. Porque el temor servil (2) luego va fuera, si en este primer estado vamos como hemos de ir. ¡Oh Señor de mi alma y bien mío! ¿Por qué no quisisteis que en determinándose un alma a amaros, con hacer lo que puede en dejarlo todo para mejor se emplear en este amor de Dios, luego gozase de subir a tener este amor perfecto? (3) Mal he dicho: había de decir y quejarme porque no queremos nosotros; pues toda la falta nuestra es, en no gozar luego de tan gran dignidad, pues en llegando a tener con perfección este verdadero amor de Dios, trae consigo todos los bienes. Somos tan caros y tan tardíos de darnos del todo a Dios, que, como Su Majestad no quiere gocemos de cosa tan preciosa sin gran precio, no acabamos de disponernos.

2. Bien veo que no le hay con qué se pueda comprar tan gran bien en la tierra; mas si hiciésemos lo que podemos en no nos asir a cosa de ella, sino que todo nuestro cuidado y trato fuese en el cielo, creo yo sin duda muy en breve se nos daría este bien, si en breve del todo nos dispusiésemos, como algunos santos lo hicieron. Mas parécenos que lo damos todo, y es que ofrecemos a Dios la renta o los frutos y quedámonos con la raíz y posesión (4). Determinámonos a ser pobres, y es de gran merecimiento; mas muchas veces tornamos a tener cuidado y diligencia para que no nos falte no sólo lo necesario sino lo superfluo, y a granjear los amigos que nos lo den y ponernos en mayor cuidado, y por ventura peligro, porque (5) no nos falte, que antes teníamos en poseer la hacienda.

Parece también que dejamos la honra en ser religiosos o en haber ya comenzado a tener vida espiritual y a seguir perfección, y no nos han tocado en un punto de honra (6), cuando no se nos acuerda la hemos ya dado a Dios, y nos queremos tornar a alzar con ella y tomársela como dicen de las manos, después de haberle de nuestra voluntad (7), al parecer, hecho de ella señor. Así son todas las otras cosas.

3. ¡Donosa manera (8) de buscar amor de Dios! Y luego le queremos a manos llenas, a manera de decir. Tenernos nuestras aficiones (ya que no procuramos efectuar nuestros deseos y no acabarlos de levantar de la tierra) y muchas consolaciones espirituales con esto, no viene bien, ni me parece se compadece (9) esto con estotro. Así que, porque no se acaba de dar junto, no se nos da por junto este tesoro. Plega al Señor que gota a gota nos le dé Su Majestad, aunque sea costándonos todos los trabajos del mundo.

4. Harto gran misericordia hace a quien da gracia y ánimo para determinarse a procurar con todas sus fuerzas este bien. Porque si persevera, no se niega Dios a nadie. Poco a poco va habilitando él el ánimo para que salga con esta victoria. Digo ánimo, porque son tantas las cosas que el demonio pone delante a los principios para que no comiencen este camino de hecho, como quien sabe el daño que de aquí le viene, no sólo en perder aquel alma sino muchas. Si el que comienza se esfuerza con el fervor de Dios a llegar a la cumbre de la perfección, creo jamás va solo al cielo; siempre lleva mucha gente tras sí. Como a buen capitán, le da Dios quien vaya en su compañía.

Póneles tantos peligros y dificultades delante (10), que no es menester poco ánimo para no tornar atrás, sino muy mucho y mucho favor de Dios.

5. Pues hablando de los principios de los que ya van determinados a seguir este bien y a salir con esta empresa (que de lo demás que comencé a decir de mística teología, que creo se llama así, diré más adelante) (11), en estos principios está todo el mayor trabajo; porque son ellos los que trabajan dando el Señor el caudal; que en los otros grados de oración lo más es gozar, puesto que primeros y medianos y postreros (12), todos llevan sus cruces, aunque diferentes; que por este camino que fue Cristo han de ir los que le siguen, si no se quieren perder. ¡Y bienaventurados trabajos, que aun acá en la vida tan sobradamente se pagan!

6. Habré de aprovecharme de alguna comparación, aunque yo las quisiera excusar por ser mujer y escribir simplemente lo que me mandan. Mas este lenguaje de espíritu es tan malo de declarar a los que no saben letras (13), como yo, que habré de buscar algún modo, y podrá ser las menos veces acierte a que venga bien la comparación. Servirá de dar recreación a vuestra merced (14) de ver tanta torpeza.

Paréceme ahora a mí que he leído u oído esta comparación que como tengo mala memoria, ni sé adónde ni a qué propósito, mas para el mío ahora conténtame: (15) ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su Majestad arranca las malas hierbas y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes.

7. Pues veamos ahora de la manera que se puede regar, para que entendamos lo que hemos de hacer y el trabajo que nos ha de costar, si es mayor que la ganancia, o hasta qué tanto tiempo se ha de tener.

Paréceme a mí que se puede regar de cuatro maneras:

o con sacar el agua de un pozo, que es a nuestro gran trabajo; (16).

o con noria y arcaduces, que se saca con un torno; yo lo he sacado algunas veces: (17) es a menos trabajo que estotro y sácase más agua;

o de un río o arroyo: esto se riega muy mejor, que queda más harta la tierra de agua y no se ha menester regar tan a menudo y es a menos trabajo mucho del hortelano;

o con llover mucho, que lo riega el Señor sin trabajo ninguno nuestro, y es muy sin comparación mejor que todo lo que queda dicho.

8. Ahora, pues, aplicadas estas cuatro maneras de agua de que se ha de sustentar este huerto porque sin ella perderse ha, es lo que a mí me hace al caso y ha parecido que se podrá declarar algo de cuatro grados de oración, en que el Señor, por su bondad, ha puesto algunas veces mi alma. Plega a su bondad atine a decirlo de manera que aproveche a una de las personas que esto me mandaron escribir (18), que la ha traído el Señor en cuatro meses harto más adelante que yo estaba en diecisiete años. Hase dispuesto mejor, y así sin trabajo suyo riega este vergel con todas estas cuatro aguas, aunque la postrera aún no se le da sino a gotas; mas va de suerte que presto se engolfará en ella con ayuda del Señor. Y gustaré se ría, si le pareciere desatino la manera del declarar (19).

9. De los que comienzan a tener oración podemos decir son los que sacan el agua del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho (20), que han de cansarse en recoger los sentidos, que, como están acostumbrados a andar derramados (21), es harto trabajo. Han menester irse acostumbrando a no se les dar nada de ver ni oír, y aun ponerlo por obra las horas de la oración, sino estar en soledad y, apartados, pensar su vida pasada. Aunque esto primeros y postreros todos lo han de hacer muchas veces, hay más y menos de pensar en esto, como después diré (22). Al principio aún da pena, que no acaban de entender que se arrepienten de los pecados; y sí hacen, pues se determinan a servir a Dios tan de veras. Han de procurar tratar de la vida de Cristo, y cánsase el entendimiento en esto.

Hasta aquí podemos adquirir nosotros, entiéndese con el favor de Dios, que sin éste ya se sabe no podemos tener un buen pensamiento. Esto es comenzar a sacar agua del pozo, y aun plega a Dios lo quiera tener. Mas al menos no queda por nosotros, que ya vamos a sacarla y hacemos lo que podemos para regar estas flores. Y es Dios tan bueno que, cuando por lo que Su Majestad sabe por ventura para gran provecho nuestro quiere que esté seco el pozo, haciendo lo que es en nosotros como buenos hortelanos, sin agua sustenta las flores y hace crecer las virtudes. Llamo "agua" aquí las lágrimas y, aunque no las haya, la ternura y sentimiento interior de devoción.

10. Pues ¿qué hará aquí el que ve que en muchos días no hay sino sequedad y disgusto y dessabor y tan mala gana para venir a sacar el agua, que si no se le acordase que hace placer y servicio al Señor de la huerta y mirase a no perder todo lo servido y aun lo que espera ganar del gran trabajo que es echar muchas veces el caldero en el pozo y sacarle sin agua, lo dejaría todo? Y muchas veces le acaecerá aun para esto no se le alzar los brazos, ni podrá tener un buen pensamiento: que este obrar con el entendimiento, entendido va que es el sacar agua del pozo.

Pues, como digo, ¿qué hará aquí el hortelano? Alegrarse y consolarse y tener por grandísima merced de trabajar en huerto de tan gran Emperador. Y pues sabe le contenta en aquello y su intento no ha de ser contentarse a sí sino a El, alábele mucho, que hace de él confianza (23), pues ve que sin pagarle nada tiene tan gran cuidado de lo que le encomendó. Y ayúdele a llevar la cruz y piense que toda la vida vivió en ella y no quiera acá su reino ni deje jamás la oración. Y así se determine, aunque para toda la vida le dure esta sequedad, no dejar a Cristo caer con la cruz. Tiempo vendrá que se lo pague por junto. No haya miedo que se pierda el trabajo. A buen amo sirve. Mirándole está. No haga caso de malos pensamientos. Mire que también los representaba el demonio a San Jerónimo en el desierto (24).

11. Su precio se tienen estos trabajos, que, como quien los pasó muchos años (que cuando una gota de agua sacaba de este bendito pozo pensaba me hacía Dios merced), sé que son grandísimos y me parece es menester más ánimo que para otros muchos trabajos del mundo. Mas he visto claro que no deja Dios sin gran premio, aun en esta vida; porque es así, cierto, que una hora (25) de las que el Señor me ha dado de gusto de Sí después acá, me parece quedan pagadas todas las congojas que en sustentarme en la oración mucho tiempo pasé.

Tengo para mí que quiere el Señor dar muchas veces al principio, y otras a la postre, estos tormentos y otras muchas tentaciones que se ofrecen, para probar a sus amadores y saber si podrán beber el cáliz (26) y ayudarle a llevar la cruz, antes que ponga en ellos grandes tesoros. Y para bien nuestro creo nos quiere Su Majestad llevar por aquí, para que entendamos bien lo poco que somos; porque son de tan gran dignidad las mercedes de después, que quiere por experiencia veamos antes nuestra miseria primero que nos las dé, por que no nos acaezca lo que a Lucifer (27).

12. ¿Qué hacéis Vos, Señor mío, que no sea para mayor bien del alma que entendéis que es ya vuestra y que se pone en vuestro poder para seguiros por donde fuereis hasta muerte de cruz (28) y que está determinada a ayudárosla a llevar y a no dejaros solo con ella?

Quien viere en sí esta determinación, no, no hay que temer. Gente espiritual, no hay por qué se afligir. Puesto ya en tan alto grado como es querer tratar a solas con Dios (29) y dejar los pasatiempos del mundo, lo más está hecho. Alabad por ello a Su Majestad y fiad de su bondad, que nunca faltó a sus amigos. Tapaos los ojos de pensar (30) por qué da a aquél de tan pocos días devoción, y a mí no en tantos años. Creamos es todo para más bien nuestro. Guíe Su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos. Harta merced nos hace en querer que queramos cavar en su huerto y estarnos cabe el Señor de él, que cierto está con nosotros. Si El quiere que crezcan estas plantas y flores a unos con dar agua que saquen de este pozo, a otros sin ella, ¿qué se me da mí? Haced vos, Señor, lo que quisiereis. No os ofenda yo. No se pierdan las virtudes, si alguna me habéis ya dado por sola vuestra bondad. Padecer quiero, Señor, pues Vos padecisteis. Cúmplase en mí de todas maneras vuestra voluntad. Y no plega a Vuestra Majestad que cosa de tanto precio como vuestro amor se dé a gente que os sirve sólo por gustos.

13. Hase de notar mucho y dígolo porque lo sé por experiencia que el alma que en este camino de oración mental comienza a caminar con determinación y puede acabar consigo de no hacer mucho caso ni consolarse ni desconsolarse mucho porque falten estos gustos y ternura (31) o la dé el Señor, que tiene andado gran parte del camino. Y no haya miedo de tornar atrás, aunque más tropiece, porque va comenzado el edificio en firme fundamento. Sí, que no está el amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos y ternura, que por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos, sino en servir con justicia y fortaleza de ánima y humildad. Recibir, más me parece a mí eso, que no dar nosotros nada (32).

14. Para mujercitas como yo, flacas y con poca fortaleza, me parece a mí conviene, como Dios ahora lo hace, llevarme con regalos (33), porque pueda sufrir algunos trabajos que ha querido Su Majestad tenga; mas para siervos de Dios, hombres de tomo, de letras, de entendimiento, que veo hacer tanto caso de que Dios no los da devoción, que me hace disgusto oírlo. No digo yo que no la tomen, si Dios se la da, y la tengan en mucho, porque entonces verá Su Majestad que conviene; mas que cuando no la tuvieren, que no se fatiguen y que entiendan que no es menester, pues Su Majestad no la da, y anden señores de sí mismos. Crean que es falta. Yo lo he probado y visto. Crean que es imperfección y no andar con libertad de espíritu, sino flacos para acometer.

15. Esto no lo digo tanto por los que comienzan (aunque pongo tanto en ello, porque les importa mucho comenzar con esta libertad y determinación) (34), sino por otros; que habrá muchos que lo ha que comenzaron y nunca acaban de acabar. Y creo es gran parte este no abrazar la cruz desde el principio, que andarán afligidos pareciéndoles no hacen nada. En dejando de obrar el entendimiento, no lo pueden sufrir y por ventura entonces engorda la voluntad y toma fuerza, y no lo entienden ellos.

Hemos de pensar que no mira el Señor en estas cosas, que, aunque a nosotros nos parecen faltas, no lo son. Ya sabe Su Majestad nuestra miseria y bajo natural mejor que nosotros mismos, y sabe que ya estas almas desean siempre pensar en El y amarle. Esta determinación es la que quiere. Estotro afligimiento que nos damos no sirve de más de inquietar el alma, y si había de estar inhábil para aprovechar una hora, que lo esté cuatro. Porque muy muchas veces (yo tengo grandísima experiencia de ello, y sé que es verdad, porque lo he mirado con cuidado y tratado después a personas espirituales) que (35) viene de indisposición corporal, que somos tan miserables que participa esta encarceladita (36) de esta pobre alma de las miserias del cuerpo. Y las mudanzas de los tiempos y las vueltas de los humores (37) muchas veces hacen que sin culpa suya no pueda hacer lo que quiere, sino que padezca de todas maneras. Y mientras más la quieren forzar en estos tiempos, es peor y dura más el mal; sino que haya discreción para ver cuándo es de esto, y no la ahoguen a la pobre. Entiendan son enfermos. Múdese la hora de la oración, y hartas veces será algunos días. Pasen como pudieren este destierro, que harta malaventura es de un alma que ama a Dios ver que vive en esta miseria y que no puede lo que quiere, por tener tan mal huésped como este cuerpo.

16. Dije "con discreción", porque alguna vez el demonio lo hará; y así es bien ni siempre dejar la oración cuando hay gran distraimiento y turbación en el entendimiento, ni siempre atormentar el alma a lo que no puede.

Otras cosas hay exteriores de obras de caridad y de lección (38), aunque a veces aun no estará para esto. Sirva entonces al cuerpo por amor de Dios, porque otras veces muchas sirva él al alma, y tome algunos pasatiempos santos de conversaciones que lo sean, o irse al campo, como aconsejare el confesor. Y en todo es gran cosa la experiencia, que da a entender lo que nos conviene. Y en todo se sirve Dios. Suave es su yugo (39), y es gran negocio no traer el alma arrastrada, como dicen, sino llevarla con suavidad (40) para su mayor aprovechamiento.

17. Así que torno a avisar y aunque lo diga muchas veces no va nada que importa mucho que de sequedades ni de inquietud y distraimiento en los pensamientos nadie se apriete ni aflija. Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor y con el contento que anda (41) y el provecho que saca de todo. Porque ya se ve que, si el pozo no mana, que nosotros no podemos poner el agua. Verdad es que no hemos de estar descuidados para que, cuando la haya, sacarla; (42) porque entonces ya quiere Dios por este medio multiplicar las virtudes.

NOTAS CAPÍTULO 11

1 El epígrafe advierte que este capítulo "comienza a declarar..." los grados de oración. Y que lo hará sirviéndose de "una comparación": el símil del huerto del alma. Esa explicación doctrinal ocupará los cc. 11-22, que formarán un "tratadillo" doctrinal insertado en pleno relato biográfico, en el punto crucial en que la narración pasa de la vida de lucha (ascética) de la Santa a su vida mística. En los últimos grados ("tercera y cuarta agua"), la exposición se irá adhiriendo más de cerca a la aventura personal de la autora; de suerte que los cc. 18-22 serán densamente autobiográficos. - El "tratadillo" tiene además una intención polémica contra una falsa teoría de iniciación mística muy en boga por aquellas fechas (ver los títulos de los cc. 12 y 22, al comienzo y al fin de la exposición).

2 Temor servil: miedo o temor del castigo, en contraposición al "temor filial" (vestigios del léxico teológico; cf. 3, 6; 15, 14).

3 Interrogante que se planteará la Santa más veces. Ver 22, 15.

4 Esa imagen de corte financiero (la renta, los frutos, la raíz, la posesión), reaparecerá con relativa frecuencua en sus obras (cf. C. 2, 2; 22, 5; hasta su último escrito: R. 6, 1).

5 Porque: para que.

6 Punto de honra: detalle en el imaginario estatuto del honor o de la propia estima. Escribirá más adelante: "no cumple perder punto en puntos de honra" (37, 10).

7 De nuestra voluntad: voluntariamente. El sentido es: "después de haberle hecho voluntariamente señor de nuestra voluntad". Fray Luis omitió "de ella" (p. 122).

8 Donosa manera: ironiza. Como: "bonita manera...".

9 No viene bien: no se aviene. - Ni... se compadece: no es compatible lo uno con lo otro (cf. 13, 8; 37, 8; 40, 4).

10 Póneles el demonio (cf. c. 3, 6, nota).

11 Había "comenzado a decir" de ella en el c. 10, n. 1; de ella "dirá más adelante" en el c. 12, n. 5. - Es digna de notar la insistencia con que la Santa se remite de un lugar a otro en materia de "teología mística": en el c. 10, n. 1, escribe: "como he dicho" en el c. 9, n. 9. Ahora, en el c. 11, n. 5, escribe de nuevo: "comencé a decir" en el c. 10, n. 1 y "diré más adelante" en el c. 12, n. 5; y en este último lugar, "comencé a decir" (en los textos citados) y "después declararé" en los cc. 18-22. Así y todo, al comenzar este último pasaje (c. 18, n. 2) no tendrá empacho en escribir: "esta que llaman unión y lo que es... en la mística teología se declara, que yo los vocablos no sabré nombrarlos, ni sé entender qué es mente, ni qué diferencia tenga el alma o espíritu tampoco..."

12 Primeros, medianos, postreros: evita el léxico teológico equivalente: principiantes, aprovechados, perfectos.

13 Lenguaje de espíritu: expresión técnica que equivale a: hablar (¿por experiencia?) de cosas espirituales: cf. 12, 5; 14, 8; 23, 16; 27, 6.7; 36, 16. - Tan malo de declarar a los que no saben letras: a quienes no tienen estudios les es tan difícil explicar o expresar...

14 Vuestra merced: García de Toledo.

15 Alude quizá a vagas reminiscencias de los salmos y las parábolas evangélicas (Mt 21, 33), o al huerto del Cantar de los Cantares (1, 5; 4, 12), o a cualquier otro pasaje de los profetas o de los salmos. - En el Tercer Abecedario había ciertamente leído la Santa esta misma comparación (tr. 4, c. 3). - Sin embargo, para indagar los orígenes de la presente alegoría teresiana, cf. c. 14, n. 9 de Vida.

16 A nuestro trabajo: con nuestro esfuerzo. La alternativa "con trabajo" o "sin trabajo ninguno nuestro", subraya en el símil del riego las dos vertientes de la oración: ascética y mística.

17 En casa de la Santa había una noria: cuando ella y Rodrigo huyeron a "tierra de moros", su madre, "los hacía buscar por todas partes con mucha tristeza y miedo no hubiesen caído en una noria de casa y ahogádose" (RIBERA, Vida de la Santa, L. I, c. 4).

18 Una de las personas que me mandaron escribir: Al margen de su ejemplar anotó Gracián: "el P. fr. Pedro Ibáñez". Con todo, el aludido es probablemente García de Toledo, ambos dominicos.

19 La manera de declarar: el estilo o los recursos expositivos de la autora.

20 Como tengo dicho: en el n. 7.

21 Andar derramados (los sentidos): distraídos en lo exterior. Frecuente en la Santa (C. 28, 1.2; Moradas 1, 2, 9).

22 Después diré: en el c. 13, 14-15; 15, 6.

23 Hace de él confianza: tiene confianza en él.

24 Alusión de la carta del Santo a Eustoquio, en que recuerda su lucha contra las imaginaciones de los placeres, mientras vivía en la soledad del desierto. La Santa leyó las Cartas de s. Jerónimo (3, 7).

25 Que una hora: que con una hora. Así lo enmendó fray Luis en la fe de erratas de la 1ª edición. Y en la de 1589, p. 98.

26 Alusión al evangelio de Mt 20, 22.

27 Lucifer, que cayó del cielo por su soberbia (Is 14, 12).

28 Reminiscencia de Fil. 2, 4.

29 Tratar a solas con Dios, es su concepto de oración: cf. 8, 5.

30 Tapaos los ojos de pensar: cerrad los ojos (de la mente) para no pensar; es decir, no penséis.

31 Gustos y ternura: repetido unas líneas más abajo. En acepción mística (cf. 8, 5; 9, 9; 10, 2; 25, 11).

32 Hipérbaton atrevido. Equivale a: "eso más me parece a mí recibir que no dar (= que dar) nosotros nada".

33 Regalos: en la acepción de gracias místicas (cf. 8, 5; 9, 9).

34 Comenzar con libertad y determinación: serán las consignas que dará al principiante en el c. 13, 1 y ss.

35 Que viene: es redundante ese "que".

36 Esta encarceladita de esta pobre alma: resonancia de la idea platónica del cuerpo cárcel del alma. "Mal huésped (del alma) este cuerpo", escribirá al fin de este número. Y en su poema "Vivo sin vivir en mí": "esta cárcel... en que el alma está metida".

37 Las vueltas de los humores: alusión a las viejas teorías psico-físicas de los cuatro humores del compuesto humano, y su vario influjo en los estados de ánimo (cf. Fund. 4, 2).

38 Lección: lectura.

39 Alusión a Mt 11, 30.

40 Suavidad: por lapsus, al pasar la línea, la Santa esscribió "su / suavidad". Mantenemos la lectura de fray Luis (p. 134).

41 Y con el contento que anda: por "el contento con que anda".

42 Cuando la haya, sacarla: frase elíptica: para que cuando la haya (agua), podamos sacarla.

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MensajePublicado: Mar Abr 08, 2008 11:17 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 12


Prosigue en este primer estado. Dice hasta dónde podemos llegar con el favor de Dios por nosotros mismos, y el daño que es querer, hasta que el Señor lo haga, subir el espíritu a cosas sobrenaturales (1).


1. Lo que he pretendido dar a entender en este capítulo pasado aunque me he divertido (2) mucho en otras cosas por parecerme muy necesarias es decir hasta lo que podemos nosotros adquirir, y cómo en esta primera devoción podemos nosotros ayudarnos algo. Porque en pensar y escudriñar lo que el Señor pasó por nosotros, muévenos a compasión, y es sabrosa esta pena y las lágrimas que proceden de aquí. Y de pensar la gloria que esperamos y el amor que el Señor nos tuvo y su resurrección, muévenos a gozo que ni es del todo espiritual ni sensual (3), sino gozo virtuoso y la pena muy meritoria. De esta manera son todas las cosas que causan devoción adquirida con el entendimiento en parte, aunque no podida merecer ni ganar si no la de Dios. Estále muy bien a un alma que no la ha subido de aquí (4), no procurar subir ella; y nótese esto mucho, porque no le aprovechará más de perder (5).

2. Puede en este estado hacer muchos actos para determinarse a hacer mucho por Dios y despertar el amor, otros para ayudar a crecer las virtudes, conforme a lo que dice un libro llamado Arte de servir a Dios, que es muy bueno y apropiado para los que están en este estado, porque obra el entendimiento (6). Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar con El, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con El en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad (7).

Es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de ella y de veras cobrare amor a este Señor a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado (8).

3. Para esto no se nos ha de dar nada de no tener devoción como tengo dicho (9), sino agradecer al Señor que nos deja andar deseosos de contentarle, aunque sean flacas las obras. Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos estados, y es un medio segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración, y para los postreros andar seguros de los peligros que el demonio puede poner.

4. Pues esto es lo que podemos. Quien quisiere pasar de aquí y levantar el espíritu a sentir gustos que no se los dan (10), es perder lo uno y lo otro, a mi parecer, porque es sobrenatural; (11) y perdido el entendimiento, quédase el alma desierta y con mucha sequedad. Y como este edificio todo va fundado en humildad, mientras más llegados a Dios, más adelante ha de ir esta virtud, y si no, va todo perdido. Y parece algún género de soberbia querer nosotros subir a más, pues Dios hace demasiado, según somos, en allegarnos cerca de Sí.

No se ha de entender que digo esto por el subir con el pensamiento a pensar cosas altas del cielo o de Dios y las grandezas que allá hay y su gran sabiduría; porque, aunque yo nunca lo hice (que no tenía habilidad como he dicho (12) y me hallaba tan ruin, que aun para pensar cosas de la tierra me hacía Dios merced de que entendiese esta verdad, que no era poco atrevimiento, cuánto más para las del cielo), otras personas se aprovecharán, en especial si tienen letras (13), que es un gran tesoro para este ejercicio, a mi parecer, si son con humildad. De unos días acá lo he visto por algunos letrados (14), que ha poco que comenzaron y han aprovechado muy mucho; y esto me hace tener grandes ansias porque muchos fuesen espirituales, como adelante diré.

5. Pues lo que digo "no se suban sin que Dios los suba", es lenguaje de espíritu (15). Entenderme ha quien tuviere alguna experiencia, que yo no lo sé decir (16) si por aquí no se entiende. En la mística teología que comencé a decir (17), pierde de obrar el entendimiento, porque le suspende (18) Dios, como después declararé más, si supiere y El me diere para ello su favor. Presumir ni pensar de suspenderle nosotros, es lo que digo no se haga, ni se deje de obrar con él, porque nos quedaremos bobos y fríos, y ni haremos lo uno ni lo otro; que cuando el Señor le suspende y hace parar, dale de qué se espante (19) y se ocupe, y que sin discurrir entienda más en un "credo" (20) que nosotros podemos entender con todas nuestras diligencias de tierra en muchos años. Ocupar las potencias del alma y pensar hacerlas estar quedas, es desatino.

Y torno a decir que (21), aunque no se entiende, es de no gran humildad; aunque no con culpa, con pena sí, que será trabajo perdido, y queda el alma con un disgustillo como quien va a saltar y la asen por detrás, que ya parece ha empleado su fuerza, y hállase sin efectuar lo que con ella quería hacer; y en la poca ganancia que queda verá quien lo quisiere mirar esto poquillo de falta de humildad que he dicho (22). Porque esto tiene excelente esta virtud, que no hay obra a quien ella acompañe, que deje el alma disgustada.

Paréceme lo he dado a entender, y por ventura será sola para mí. Abra el Señor los ojos de los que lo leyeren, con la experiencia; que, por poca que sea, luego lo entenderán.

6. Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, palabra no sabía decir para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando Su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto.

Una cosa puedo decir con verdad: que, aunque hablaba con muchas personas espirituales que querían darme a entender lo que el Señor me daba, para que se lo supiese decir, y (23) es cierto que era tanta mi torpeza, que poco ni mucho me aprovechaba; o quería el Señor, como Su Majestad fue siempre mi maestro (sea por todo bendito, que harta confusión es para mí poder decir esto con verdad), que no tuviese a nadie que agradecer. Y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa porque fuera virtud serlo sino en otras vanidades), dármelo Dios en un punto a entender con toda claridad y para saberlo decir, de manera que se espantaban y yo más que mis confesores, porque entendía mejor mi torpeza. Esto ha poco (24). Y así lo que el Señor no me ha enseñado no lo procuro, si no es lo que toca a mi conciencia.

7. Torno otra vez a avisar que va mucho en "no subir el espíritu si el Señor no le subiere". Qué cosa es, se entiende luego. En especial para mujeres es más malo, que podrá el demonio causar alguna ilusión; aunque tengo por cierto no consiente el Señor dañe a quien con humildad se procura llegar a El, antes sacará más provecho y ganancia por donde el demonio le pensare hacer perder.

Por ser este camino de los primeros (25) más usado, e importan mucho los avisos que he dado, me he alargado tanto. Y habránlos escrito en otras partes muy mejor, yo lo confieso, y que con harta confusión y vergüenza lo he escrito, aunque no tanta como había de tener.

Sea el Señor bendito por todo, que a una como yo quiere y consiente hable en cosas suyas, tales y tan subidas.

NOTAS CAPÍTULO 12

1 El sentido del capítulo es: trata del primer grado de oración. - Establece la línea diferencial entreeste estado y los siguientes: hasta qué punto puede llegar el principiante con su esfuerzo; y dónde comienza la oración infusa, a la que él no puede elevarse por sus fuerzas. - En el capítulo insistirá en este sengundo punto: que la oración infusa o la experiencia de Dios no es fruto del esfuerzo humano, sino puro don de Dios. - Todo el capítulo tiene tono polémico, contra corrientes de su época. Seguirá siendo objeto de polémica después de publicado el libro. Fray Luis de León tendrá que acotarlo con una larga nota marginal en la segunda edición de Vida (Salamanca 1599: pp. 105-107), ante los ataques provocados por la edición primera de la obra (cf. la nota 18 de este capítulo). - "Subir el espíritu" y "cosas sobrenaturales" son expresiones técnicas: quedarán aclaradas en el texto. - Al final del epígrafe de este capítulo, una segunda mano añadió en el autógrafo "y extraordinarias". Aunque fray Luis aceptó la corrección (p. 135), no la retenemos en el texto.

2 Me he divertido: en su acepción etimológica "distraer", "salir de tema".

3 Sensual: en la acepción de "sensible" (cf. 3, 2). Una distinción psicológica muy parecida la hará en C. 4, 13 y 6, 1, a propósito del amor, entre espiritual y sensible.

4 Un alma a la que el Señor no la ha subido de aquí (= de este primer grado de oración a otro superior).

5 Más de perder: no le aprovechará más que para perder.

6 Porque obra el entendimiento: porque es estado (u oración) en que actúa el entendimiento. En el fondo de estas afirmaciones está la convicción de la autora del doble modo de "conocer" que tiene el entendimiento: activamente (discurriendo, etc.) y pasivamente (en la contemplación infusa). - El libro aludido líneas antes, es el del franciscano Alonso de Madrid, leidísimo en tiempo de la Santa. Ediciones en Sevilla 1521, Alcalá 1526, Burgos 1530 y sucesivamente en 1542, 1551, 1555, 1570... Reeditado en 1911 en la Nueva Biblioteca de Autores Españoles, y más recientemente por J.B Gomis en la BAC (Madrid 1948).

7 Cf. un pasaje paralelo en C. 26, 3-6.

8 Aprovechado: en el sentido de "avenyajado", o bien en la acepción técnica teológica (cf. 11, nota 12), y en este cap., n. 3.

9 Como tengo dicho: en el c. 11, nn. 13-14.

10 Gustos que no se los dan: cuando no se los dan. - "Gustos" en su acepción técnica de "oración mística", de la que hablará en el c. 14 (cf. el título).

11 Es sobrenatural: "sentir gustos" es cosa sobrenatural". - "Sobrenatural en el léxico de la Santa no tiene el significado de la teología de hoy. Equivale "grosso modo" a místico e infuso. La Santa misma nos dio su definición diez años más tarde: "sobrenatural llamo yo lo que con industria ni diligencia no se puede adquirir aunque mucho se procure, aunque disponerse para ello sí" (Rel. 5, 3).

12 Como he dicho: en el c. 9, 5.

13 Si tienen letras: estudios.

14 Algunos letrados que ha poco comenzaron: "letrados", personas con estudios, especialmente teólogos, biblistas, filósofos... Los aludidos aquí coinciden en gran parte con los destinatarios del libro: Pedro Ibáñez, García de Toledo, probablemente Báñez, y algún otro. Sobre el afán de la Santa por "espiritualizar a los letrados", cf. c. 33, 5-6 y 34, 6 y ss. Y C. 3.

15 No suban sin que Dios los suba / es lenguaje de espíritu: la primera expresión significa, según la autora, hacer un esfuerzo por suspender el discurso (n. 5) o por sentir "gustos espirituales" (n. 4), sin que Dios pasivamente los otorgue al orante. Era terminología en uso en los libros leídos por la Santa (Tercer Abecedario de Osuna, 9, c. 8; Subida del Monte Sión de Bernardino de Laredo, 3, c. 41). - "Lenguaje de espíritu" es la manera de hablar y escribir de los "espirituales" o los místicos (cf. c. 11, nota 13).

16 En el autógrafo: no lo sé "de" decir: sigo pensando que se trata de un lapsus material ocasionado por el paso de línea, como en otras ocasiones (c. 13, 14). En la autora es frecuentísimo: "sé decir / saber decir", nunca: "saber "de" decir". - Recuerdo el pasaje del c. 7, 22: "de mí sé decir que...": fray Luis: "sé decir" (p. 138).

17 Comencé a decir: en el c. 11, 5, o en el c. 10, 1. - Y lo declarará más en los cc. 18-22.

18 Le suspende Dios (el entendimiento): Fray Luis, en su 2ª edición de la Vida (pp. 105-107), parte de esa expresión para hacer la defensa de la autora. He aquí su nota marginal: "El suspender Dios el pensamiento o entendimiento de que habla aquí la santa madre, y lo llama Mystica Theología, es presentarle delante un bulto de cosas sobrenaturales y divinas y infundir en él gran copia de luz para que las vea con una vista simple y sin discurso, ni consideración ni trabajo. Y esto con tanta fuerza que no puede atender a otra cosa, ni divertirse. Y no para el negocio en sólo ver y admirar, sino pasa la luz a la voluntad, y tórnase fuego en ella que la encienda en amor. De manera que quien esto padece, tiene el entendimiento enclavado en lo que vee y espantado de ello, y la voluntad ardiendo en amor dello mismo, y la memoria del todo ociosa, por que el alma ocupada con el gozo presente no admite otra memoria. Pues deste elevamiento o suspensión, que es sobrenatural, quiere dezir que nuestra alma en ello más propiamente padece, que haze, y dize que nadie presuma elevarse desta manera antes que la eleven, lo uno porque excede toda nuestra industria y ansí será en balde, lo otro porque será falta de humildad. Y avisa desto la santa madre con grande causa, porque ay libros de oración que aconsejan a los que oran, que suspendan el pensamiento totalmente, y que no figuren en la imaginación cosa ninguna, ni aun resuellen, de que succede quedarse fríos e indevotos".

19 De qué se espante: se asombre o se admire.

20 En un credo: la duración del rezo de un Credo. La Santa sigue el uso popular de utilizar el credo y el avemaría como unidades de medida del tiempo (cf. Vida 4, 7; 38, 1.10; 15, 7; 30, 16).

21 Torno a decir que...: que "presumir suspender el pensamiento" es de poca humildad. Lo ha dicho en el n. 4.

22 Que he dicho: en el n. 4.

23 Y es cierto: es redundante la "y". Fray Luis la omite (p. 140).

24 Esto ha poco: hace poco que la autora es consciente de poseer esa posibilidad de expresar (escribir) sus experiencias profundas. Testificará su impotencia expresiva en el c. 13, 11-12. En el c. 17, 5 distinguirá las tres etapas de su proceso expresivo-místico: experimentar, entender, expresar. Cf. c. 30, 4.

25 Este camino de los primeros: el primer grado de oración. "Más usado": los que llegan a este primer grado son más que los iniciados en los grados sucesivos.

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MensajePublicado: Vie Abr 11, 2008 4:09 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 13



Prosigue en este primer estado y pone avisos para algunas tentaciones que el demonio suele poner algunas veces. Da avisos para ellas. Es muy provechoso.



1. Hame parecido (1) decir algunas tentaciones que he visto que se tienen a los principios, y algunas tenido yo, y dar algunos avisos de cosas que me parecen necesarias.

Pues procúrese a los principios andar con alegría y libertad, que hay algunas personas que parece se les ha de ir la devoción si se descuidan un poco. Bien es andar con temor de sí para no se fiar poco ni mucho de ponerse en ocasión donde (2) suele ofender a Dios, que esto es muy necesario hasta estar ya muy enteros en la virtud; y no hay muchos que lo puedan estar tanto, que en ocasiones aparejadas a su natural se puedan descuidar, que siempre, mientras vivimos, aun por humildad, es bien conocer nuestra miserable naturaleza. Mas hay muchas cosas adonde se sufre (3), como he dicho, tomar recreación aun para tornar a la oración más fuertes. En todo es menester discreción.

2. Tener gran confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos, sino creer de Dios que, si nos esforzamos, poco a poco, aunque no sea luego, podremos llegar a lo que muchos santos con su favor; que si ellos nunca se determinaran a desearlo y poco a poco a ponerlo por obra, no subieran a tan alto estado. Quiere Su Majestad y es amigo de ánimas animosas (4), como vayan con humildad y ninguna confianza de sí. Y no he visto a ninguna de éstas que quede baja en este camino; ni ninguna alma cobarde, con amparo de humildad (5), que en muchos años ande lo que estotros en muy pocos. Espántame lo mucho que hace en este camino animarse a grandes cosas; aunque luego no tenga fuerzas el alma, da un vuelo y llega a mucho, aunque como avecita que tiene pelo malo cansa y queda.

3. Otro tiempo traía yo delante muchas veces lo que dice San Pablo, que todo se puede en Dios (6). En mí bien entendía no podía nada. Esto me aprovechó mucho, y lo que dice San Agustín: Dame, Señor, lo que me mandas, y manda lo que quisieres. Pensaba muchas veces que no había perdido nada San Pedro en arrojarse en la mar, aunque después temió. Estas primeras determinaciones son gran cosa, aunque en este primer estado es menester irse más deteniendo y atados a la discreción y parecer de maestro; mas han de mirar que sea tal, que no los enseñe a ser sapos, ni que se contente con que se muestre el alma a sólo cazar lagartijas (7). ¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!

4. Mas es menester entendamos cómo ha de ser esta humildad, porque creo el demonio hace mucho daño para no ir muy adelante gente que tiene oración, con hacerlos entender mal de la humildad, haciendo que nos parezca soberbia tener grandes deseos y querer imitar a los santos y desear ser mártires. Luego nos dice o hace entender que las cosas de los santos son para admirar, mas no para hacerlas los que somos pecadores.

Esto también lo digo yo; mas hemos de mirar cuál es de espantar (8) y cuál de imitar. Porque no sería bien si una persona flaca y enferma se pusiese en muchos ayunos y penitencias ásperas, yéndose a un desierto adonde ni pudiese dormir ni tuviese qué comer, o casas semejantes. Mas pensar que nos podemos esforzar con el favor de Dios a tener un gran desprecio de mundo, un no estimar honra, un no estar atado a la hacienda; que tenemos unos corazones tan apretados, que parece nos ha de faltar la tierra en queriéndonos descuidar un poco del cuerpo y dar al espíritu; luego parece ayuda al recogimiento tener muy bien lo que es menester, porque los cuidados inquietan a la oración.

De esto me pesa a mí, que tengamos tan poca confianza de Dios y tanto amor propio, que nos inquiete ese cuidado. Y es así que adonde está tan poco medrado el espíritu como esto, unas naderías nos dan tan gran trabajo como a otros cosas grandes y de mucho tomo. ¡Y en nuestro seso presumimos de espirituales!

5. Paréceme ahora a mí esta manera de caminar un querer concertar cuerpo y alma para no perder acá el descanso y gozar allá de Dios. Y así será ello si se anda en justicia y vamos asidos a virtud. Mas es paso de gallina (9). Nunca con él se llegará a la libertad de espíritu. Manera de proceder muy buena me parece para estado, de casados, que han de ir conforme a su llamamiento; mas para otro estado, en ninguna manera deseo tal manera de aprovechar ni me harán creer es buena, porque la he probado, y siempre me estuviera así si el Señor por su bondad no me enseñara otro atajo (10).

6. Aunque en esto de deseos siempre los tuve grandes (11), mas procuraba esto que he dicho: tener oración, mas vivir a mi placer. Creo si hubiera quien me sacara a volar, más me hubiera puesto en que estos deseos fueran con obra. Mas hay por nuestros pecados tan pocos, tan contados, que no tengan discreción demasiada en este caso, que creo es harta causa para que los que comienzan no vayan más presto a gran perfección. Porque el Señor nunca falta ni queda por El; nosotros somos los faltos y miserables.

7. También se pueden imitar los santos en procurar soledad y silencio y otras muchas virtudes, que no nos matarán estos negros cuerpos (12) que tan concertadamente se quieren llevar para desconcertar el alma (13), y el demonio ayuda mucho a hacerlos inhábiles, cuando ve un poco de temor; no quiere él más para hacernos entender que todo nos ha de matar y quitar la salud; hasta tener lágrimas nos hace temer de cegar. He pasado por esto y por eso lo sé; y no sé yo qué mejor vista ni salud podemos desear que perderla por tal causa.

Como soy tan enferma, hasta que me determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre estuve atada, sin valer nada; y ahora hago bien poco. Mas como quiso Dios entendiese este ardid del demonio, y como me ponía delante el perder la salud, decía yo: "poco va en que me muera"; si el descanso: "no he ya menester descanso, sino cruz"; así otras cosas. Vi claro que en muy muchas, aunque yo de hecho soy harto enferma, que era tentación del demonio o flojedad mía; que después que no estoy tan mirada y regalada, tengo mucha más salud.

Así que va mucho a los principios de comenzar oración a no amilanar los pensamientos, y créanme esto, porque lo tengo por experiencia. Y para que escarmienten en mí, aun podría aprovechar decir estas mis faltas.

8. Otra tentación es luego muy ordinaria, que es desear que todos sean muy espirituales, como comienzan a gustar del sosiego y ganancia que es. El desearlo no es malo; el procurarlo podría ser no bueno, si no hay mucha discreción y disimulación en hacerse de manera que no parezca enseñan; porque quien hubiere de hacer algún provecho en este caso, es menester que tenga las virtudes muy fuertes para que no dé tentación a los otros.

Acaecióme a mí y por eso lo entiendo cuando, como he dicho (14), procuraba que otras tuviesen oración, que, como por una parte me veían hablar grandes cosas del gran bien que era tener oración, y por otra parte me veían con gran pobreza de virtudes, tenerla yo (15) traíalas tentadas y desatinadas; y ¡con harta razón!, que después me lo han venido a decir, porque no sabían cómo se podía compadecer (16) lo uno con lo otro; y era causa de no tener por malo lo que de suyo lo era, por ver que lo hacía yo algunas veces, cuando les parecía algo bien de mí.

9. Y esto hace el demonio, que parece se ayuda de las virtudes que tenemos buenas para autorizar en lo que puede el mal que pretende, que, por poco que sea, cuando es en una comunidad, debe ganar mucho; cuánto más que lo que yo hacía malo era muy mucho. Y así, en muchos años solas tres (17) se aprovecharon de lo que les decía, y después que ya el Señor me había dado más fuerzas en la virtud, se aprovecharon en dos o tres años muchas, como después diré (18).

Y, sin esto, hay otro gran inconveniente, que es perder el alma; (19) porque lo más que hemos de procurar al principio es sólo tener cuidado de sí sola, y hacer cuenta que no hay en la tierra sino Dios y ella; y esto es lo que le conviene mucho.

10. Da otra tentación (y todas van con un celo de virtud que es menester entenderse y andar con cuidado) de pena de los pecados y faltas que ven en los otros: pone el demonio que es sólo la pena de querer que no ofendan a Dios y pesarle por su honra, y luego querrían remediarlo. Inquieta esto tanto, que impide la oración; y el mayor daño es pensar que es virtud y perfección y gran celo de Dios.

Dejo las penas que dan pecados públicos si los hubiese en costumbre de una congregación, o daños de la Iglesia de estas herejías, adonde vemos perder tantas almas; que ésta es muy buena (20), y como lo es buena, no inquieta. Pues lo seguro será del alma que tuviere oración descuidarse de todo y de todos, y tener cuenta consigo y con contentar a Dios. Esto conviene muy mucho, porque ¡si hubiese de decir los yerros que he visto suceder fiando en la buena intención!... (21).

Pues procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados (22). Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí con el favor de Dios, que es menester en todo y, cuando falta, excusadas son las diligencias, y suplicarle nos dé esta virtud, que con que las hagamos no falta a nadie.

11. Miren también este aviso los que discurren mucho con el entendimiento, sacando muchas cosas de una cosa y muchos conceptos; que de los que no pueden obrar con él, como yo hacía (23), no hay que avisar, sino que tengan paciencia, hasta que el Señor les dé en qué se ocupen y luz, pues ellos pueden tan poco por sí, que antes los embaraza su entendimiento que los ayuda.

Pues tornando a los que discurren, digo que no se les vaya todo el tiempo en esto; porque, aunque es muy meritorio, no les parece como es oración sabrosa que ha de haber día de domingo (24), ni rato que no sea trabajar. Luego les parece es perdido el tiempo, y tengo yo por muy ganada esta pérdida; sino que como he dicho (25) se representen delante de Cristo, y sin cansancio del entendimiento se estén hablando y regalando con El, sin cansarse en componer razones, sino presentar necesidades y la razón que tiene para no nos sufrir allí: lo uno un tiempo, y lo otro otro, porque no se canse el alma de comer siempre un manjar. Estos son muy gustosos y provechosos, si el gusto se usa (26) a comer de ellos; traen consigo gran sustentamiento para dar vida al alma, y muchas ganancias.

12. Quiérome declarar más, porque estas cosas de oración todas son dificultosas y, si no se halla maestro, muy malas de entender; y esto hace que, aunque quisiera abreviar y bastaba para el entendimiento bueno de quien me mandó (27) escribir estas cosas de oración sólo tocarlas, mi torpeza no da lugar a decir y dar a entender en pocas palabras cosa que tanto importa declararla bien; que como yo pasé tanto, he lástima a los que comienzan con solos libros (28), que es cosa extraña cuán diferentemente se entiende de lo que después de experimentado se ve.

Pues tornando a lo que decía (29), ponémonos a pensar un paso de la Pasión, digamos el de cuando estaba el Señor a la columna: anda el entendimiento buscando las causas que allí da a entender, los dolores grandes y pena que Su Majestad tendría en aquella soledad y otras muchas cosas que, si el entendimiento es obrador, podrá sacar de aquí. ¡Oh que si es letrado!... (30). Es el modo de oración en que han de comenzar y demediar y acabar todos, y muy excelente y seguro camino, hasta que el Señor los lleve a otras cosas sobrenaturales.

13. Digo "todos", porque hay muchas almas que aprovechan más en otras meditaciones que en la de la sagrada Pasión; que así como hay muchas moradas en el cielo (31), hay muchos caminos. Algunas personas aprovechan considerándose en el infierno, y otras en el cielo y se afligen en pensar en el infierno, otras en la muerte. Algunas, si son tiernas de corazón, se fatigan mucho de pensar siempre en la Pasión, y se regalan y aprovechan en mirar el poder y grandeza de Dios en las criaturas y el amor que nos tuvo, que en todas las cosas se representa, y es admirable manera de proceder, no dejando muchas veces la Pasión y vida de Cristo, que es de donde nos ha venido y viene todo el bien.

14. Ha menester aviso el que comienza, para mirar en lo que aprovecha más. Para esto es muy necesario el maestro, si es experimentado; que si no, mucho puede errar y traer un alma sin entenderla ni dejarla a sí misma entender; porque, como sabe que es gran mérito estar (32) sujeta a maestro, no osa salir de lo que le manda. Yo he topado almas acorraladas y afligidas por no tener experiencia quien las enseñaba, que me hacían lástima, y alguna que no sabía ya qué hacer de sí; porque, no entendiendo el espíritu, afligen alma y cuerpo, y estorban el aprovechamiento. Una trató conmigo, que la tenía el maestro atada ocho años había (33) a que no la dejaba salir de propio conocimiento, y teníala ya el Señor en oración de quietud, y así pasaba mucho trabajo.

15. Y aunque esto del conocimiento propio jamás se ha de dejar, ni hay alma, en este camino, tan gigante que no haya menester muchas veces tornar a ser niño y a mamar (y esto jamás se olvide, quizás lo diré más veces, porque importa mucho); porque no hay estado de oración tan subido, que muchas veces no sea necesario tornar al principio, y en esto de los pecados y conocimiento propio (34), es el pan con que todos los manjares se han de comer, por delicados que sean, en este camino de oración, y sin este pan no se podrían sustentar; mas hase de comer con tasa, que después que un alma se ve ya rendida y entiende claro no tiene cosa buena de sí y se ve avergonzada delante de tan gran Rey y ve lo poco que le paga lo mucho que le debe, ¿qué necesidad hay de gastar el tiempo aquí?, sino irnos a otras cosas que el Señor pone delante y no es razón las dejemos, que Su Majestad sabe mejor que nosotros de lo que nos conviene comer.

16. Así que importa mucho ser el maestro avisado digo de buen entendimiento y que tenga experiencia. Si con esto tiene letras, es grandísimo negocio. Mas si no se pueden hallar estas tres cosas (35) juntas, las dos primeras importan más; porque letrados pueden procurar para comunicarse con ellos cuando tuvieren necesidad. Digo que a los principios, si no tienen oración, aprovechan poco letras; (36) no digo que no traten con letrados, porque espíritu que no vaya comenzado en verdad yo más le querría sin oración; y es gran cosa letras, porque éstas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz y, llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos: de devociones a bobas nos libre Dios.

17. Quiérome declarar más, que creo me meto en muchas cosas. Siempre tuve esta falta de no me saber dar a entender como he dicho (37) sino a costa de muchas palabras. Comienza una monja a tener oración; si un simple la gobierna y se le antoja, harála entender que es mejor que le obedezca a él que a su superior, y sin malicia suya, sino pensando acierta; porque si no es de religión (38), parecerle ha es así. Y si es mujer casada, dirála que es mejor, cuando ha de entender en su casa, estarse en oración, aunque descontente a su marido. Así que no sabe ordenar el tiempo ni las cosas para que vayan conforme a verdad. Por faltarle a él la luz, no la da a los otros aunque quiere. Y aunque para esto parece no son menester letras, mi opinión ha sido siempre y será que cualquier cristiano procure tratar con quien las tenga buenas, si puede, y mientras más, mejor; y los que van por camino de oración tienen de esto mayor necesidad, y mientras más espirituales, más.

18. Y no se engañe con decir que letrados sin oración no son para quien la tiene. Yo he tratado hartos, porque de unos años acá lo he más procurado con la mayor necesidad, y siempre fui amiga de ellos, que aunque algunos no tienen experiencia, no aborrecen al espíritu ni le ignoran; porque en la Sagrada Escritura que tratan, siempre hallan la verdad del buen espíritu. Tengo para mí que persona de oración que trate con letrados, si ella no se quiere engañar, no la engañará el demonio con ilusiones, porque creo temen (39) en gran manera las letras humildes y virtuosas, y saben serán descubiertos y saldrán con pérdida.

19. He dicho esto porque hay opiniones (40) de que no son letrados para gente de oración, si no tienen espíritu. Ya dije es menester espiritual maestro; mas si éste no es letrado, gran inconveniente es. Y será mucha ayuda tratar con ellos, como sean virtuosos. Aunque no tenga espíritu, me aprovechará, y Dios le dará a entender lo que ha de enseñar y aun le hará espiritual para que nos aproveche. Y esto no lo digo sin haberlo probado y acaecídome a mí con más de dos. Digo que para rendirse un alma del todo a estar sujeta a solo un maestro, que yerra mucho en no procurar que sea tal, si es religioso, pues ha de estar sujeto a su prelado, que por ventura le faltarán todas tres cosas que no será pequeña cruz sin que él de su voluntad (41) sujete su entendimiento a quien no le tenga bueno. Al menos esto no lo he yo podido acabar conmigo ni me parece conviene. Pues si es seglar, alabe a Dios que puede escoger a quien ha de estar sujeto, y no pierda esta tan virtuosa libertad; antes esté sin ninguno hasta hallarle, que el Señor se le dará, como vaya fundado todo en humildad y con deseo de acertar. Yo le alabo mucho, y las mujeres y los que no saben letras le habíamos siempre de dar infinitas gracias, porque haya quien con tantos trabajos haya alcanzado la verdad que los ignorantes ignoramos.

20. Espántanme (42) muchas veces letrados, religiosos en especial, con el trabajo que han ganado lo que sin ninguno, más que preguntarlo, me aproveche a mí. ¡Y que haya personas que no quieran aprovecharse de esto! ¡No plega a Dios! Véolos sujetos a los trabajos de la religión (43), que son grandes, con penitencias y mal comer, sujetos a la obediencia, que algunas veces me es gran confusión, cierto; con esto, mal dormir, todo trabajo, todo cruz. Paréceme sería gran mal que tanto bien ninguno por su culpa lo pierda. Y podrá ser que pensemos algunos que estamos libres de estos trabajos, y nos lo dan guisado, como dicen, y viviendo a nuestro placer, que por tener un poco de más oración nos hemos de aventajar a tantos trabajos (44).

21. ¡Bendito seáis vos, Señor, que tan inhábil y sin provecho me hicisteis! Mas aláboos muy mucho, porque despertáis a tantos que nos despierten. Había de ser muy continua nuestra oración por estos que nos dan luz. ¿Qué seríamos sin ellos entre tan grandes tempestades como ahora tiene la Iglesia? Si algunos ha habido ruines (45), más resplandecerán los buenos. Plega al Señor los tenga de su mano y los ayude para que nos ayuden, amén.

22. Mucho he salido de propósito de lo que comencé a decir; mas todo es propósito para los que comienzan, que comiencen camino tan alto de manera que vayan puestos en verdadero camino. Pues tornando a lo que decía (46) de pensar a Cristo a la columna, es bueno discurrir un rato y pensar las penas que allí tuvo y por qué las tuvo y quién es el que las tuvo y el amor con que las pasó. Mas que no se canse siempre en andar a buscar esto, sino que se esté allí con El, acallado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle (47) en que mire que le mira, y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con El, y acuerde que no merecía estar allí. Cuando pudiere hacer esto, aunque sea al principio de comenzar oración, hallará grande provecho, y hace muchos provechos esta manera de oración; al menos hallóle mi alma.

No sé si acierto a decirlo. Vuestra merced (48) lo verá. Plega al Señor acierte a contentarle siempre, amén.

NOTAS CAPÍTULO 13

1 Hame parecido conveniente decir.

2 Donde: había escrito de adonde. Corregido en el autógrafo. Fray Luis ya leyó "donde" (p. 142).

3 Se sufre: se puede, es lícito.

4 Equivale a: "a Dios le gustan las personas decididas". Tesis reiterada por la autora: cf. C. 41, 8; 23, 4.

5 Con amparo de...: so pretexto, a título de...

6 Se suceden dos citas bíblicas y una de San Agustín: Fil. 4, 13; Confesiones, 10, 29; Mt. 14, 29-30.

7 Que el maestro de espíritu no les enseñe a ser sapos (= a caminar lenta y rastreramente) ni a sólo cazar lagartijas (= dar importancia a minucias insignificantes); cf. además el n. 5.

8 Espantar: admirar.

9 Es paso de gallina: "manera de caminar" a paso lento, contrapuesta al "volar" del n. 6, y a la rapidez del "atajo" de este mismo número.

10 Atajo: el de la osada determinación del n. 2. La propondrá decididamente en Camino cc. 21 y 23. Sobre camino y atajo cf. Vida 22, 11 y Moradas 5, 3, 4.

11 Lo testifica de sí insistentemente: c. 6, 9; 30, 17; Rel. 1ª y 3ª; Conc. 2, 29.

12 Estos negros cuerpos: "negros", como adjetivo descalificador, equivalente a "malhadados". ("Negra vicaria", de las cartas: "negros puntos de honra" de C. 36, 6; esta negra honra": C. 36, 4).

13 Concertadamente... desconcertar: es el caminar calculado y poco osado de que viene hablando. Sobre él ironizará en las Moradas 2, 5-7.

14 Como he dicho en el c. 7, 10 y ss.

15 Tenerla yo: oración.

16 Compadecer: ser compatible, compaginar.

17 Solas tres. Gracián anotó en su ejemplar: "Fueron Ma de San Pablo, Ana de los Angeles, doña María de Zepeda". Las tres eran carmelitas de la Encarnación.

18 Alude a los cc. 32-36.

19 Perder el alma: que el alma salga perdiendo. - A continuación: lo más que hemos de procurar: lo que más hemos de procurar.

20 Que esta (pena) es muy buena.

21 Fray Luis completó el sentido añadiendo: "nunca acabaría" (p. 149).

22 Consigna frecuente en la ascética teresiana: cf. Moradas 5, 3, 11.

23 Como yo lo hacía: como era mi caso, cuando no podía meditar u orar discursivamente (c. 4, 7).

24 Día de domingo: pausa de descanso.

25 Como he dicho en el c. 12, 2.

26 Si el gusto se usa: se habitúa o se acostumbra.

27 Cariñoso elogio dirigido, probablemente, a García de Toledo.

28 Cf. su caso, ya referido en el c. 4, 7. Y su exclamación "gran mal un alma sola" (7, 20 y ss.).

29 En el n. 11, y antes en el c. 12, 2.

30 Otra lectura posible del presente texto: "o que si es letrado", en alternativa con el orante de "entendimiento obrador" ("obrador": activo, pensador). Fray Luis leyó a su modo: "o si es letrado es el modo..." (p. 151), enmendado en su fe de erratas.

31 Reminiscencia bíblica: Jn 14, 2. Idea germinal de las moradas de su Castillo interior.

32 Estar: como en otros casos, por lapsus material en el autógrafo, repitió esa palabra al pasar de línea. Sin intencionalidad literaria.

33 Ocho años había: hacía ya ocho años.

34 La necesidad de insistir en el propio conocimiento será una de sus consignas fuertes en las Moradas: 1, 2 título; y 3, c. 2.

35 Tres cosas juntas, requeridas para el buen maestro de espíritu: que sea "de buen entendimiento", "que tenga experiencia", y "letras" (= ciencia)... entonces es "grandísimo negocio". - En la frase siguiente, el sujeto de "pueden" y "tuvieron" no es "letrados", sino "principiantes" (implícito).

36 Frase oscura: al principiante le sirve poco el maestro "letrado", si a la vez no es hombre de oración.

37 Como he dicho: en el n. 12, y ya antes en el c. 11, 6.

38 Si no es de religión: si no es religioso.

39 Creo temen: los demonios.

40 Hay opiniones: acerca de si los letrados "no espirituales" pueden ser directores de "gente de oración". En el n. 18 lo había enunciado así: "no se engañe con decir que letrados sin oración no son para quien la tiene". Es un eco de las tensiones entre "teólogos" y "espirituales" del tiempo de la Santa. Entre los aludidos figura, probablemente, San Pedro de Alcántara, quien poco antes (14.4.1562) había escrito a la Santa una carta que comenzaba: "... cierto que me espanté que vuestra merced (= la M. Teresa) ponía en parecer de letrados lo que no es de su facultad...; en la perfección de la vida no se ha de tratar sino con los que la viven..." (BMC, 2, 125-126).

41 De su voluntad: voluntariamente, por propia voluntad.

42 Espántame: me asombro.

43 Religión: equivale a vida religiosa, orden religiosa.

44 El sentido es: "podrá ser que algunos que estamos libres de estos trabajos..., pensemos que, por tener un poco más de oración, hemos de aventajar a (los letrados, sujetos a) tantos trabajos".

45 Probable alusión al reciente caso de Agustín Cazalla, capellán y predicador de Carlos V, castigado en el auto de Valladolid del 24.5.1559. Aludido de nuevo en el c. 16, 7.

46 Lo que decía en los nn. 11-12, antes de la digresión de los nn. 13-21.

47 Ocuparle: ocúpele... y "le acompañe".

48 Vuestra merced: García de Toledo.

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MensajePublicado: Jue Abr 17, 2008 12:36 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 14


Comienza a declarar el segundo grado de oración, que es ya dar el Señor al alma a sentir gustos más particulares. Decláralo para dar a entender cómo son ya sobrenaturales. Es harto de notar.



1. Pues ya queda dicho con el trabajo que se riega (1) este vergel y cuán a fuerza de brazos sacando el agua del pozo, digamos ahora el segundo modo de sacar el agua que el Señor del huerto ordenó para que con artificio de con un torno y arcaduces sacase el hortelano más agua y a menos trabajo, y pudiese descansar sin estar continuo trabajando.

Pues este modo, aplicado a la oración que llaman de quietud (2), es lo que yo ahora quiero tratar.

2. Aquí se comienza a recoger el alma, toca ya aquí cosa sobrenatural (3), porque en ninguna manera ella puede ganar aquello por diligencias que haga. Verdad es que parece que algún tiempo se ha cansado en andar el torno y trabajar con el entendimiento y henchídose los arcaduces; mas aquí está el agua más alto (4) y así se trabaja muy menos que en sacarlo del pozo. Digo que está más cerca el agua, porque la gracia dase más claramente a conocer al alma.

Esto es un recogerse las potencias dentro de sí para gozar de aquel contento con más gusto; mas no se pierden ni se duermen; (5) sola la voluntad se ocupa de manera que, sin saber cómo, se cautiva; sólo da consentimiento para que la encarcele Dios, como quien bien sabe ser cautivo de quien ama (6). ¡Oh Jesús y Señor mío! ¡qué nos vale aquí vuestro amor!, porque éste tiene al nuestro tan atado que no deja libertad para amar en aquel punto a otra cosa sino a Vos.

3. Las otras dos potencias ayudan a la voluntad para que vaya haciéndose hábil para gozar de tanto bien, puesto que (7) algunas veces, aun estando unida la voluntad, acaece desayudar harto; mas entonces no haga caso de ellas, sino estése en su gozo y quietud; porque, si las quiere recoger, ella y ellas perderán, que son entonces como unas palomas que no se contentan con el cebo que les da el dueño del palomar sin trabajarlo ellas, y van a buscar de comer por otras partes, y hallan tan mal que se tornan; y así van y vienen a ver si les da la voluntad de lo que goza. Si el Señor quiere echarles cebo, detiénense, y si no, tornan a buscar; y deben pensar que hacen a la voluntad provecho, y a las veces en querer la memoria o imaginación representarla lo que goza, la dañará. Pues tenga aviso de haberse con ellas como diré (8).

4. Pues todo esto que pasa aquí es con grandísimo consuelo y con tan poco trabajo, que no cansa la oración, aunque dure mucho rato; porque el entendimiento obra aquí muy paso a paso y saca muy mucha más agua que no sacaba del pozo (9). Las lágrimas que Dios aquí da, ya van con gozo; aunque se sienten, no se procuran.

5. Este agua de grandes bienes y mercedes que el Señor da aquí, hacen crecer las virtudes muy más sin comparación que en la oración pasada, porque se va ya esta alma subiendo de su miseria y dásele ya un poco de noticia de los gustos de la gloria. Esto creo las hace más crecer y también llegar más cerca de la verdadera virtud, de donde todas las virtudes vienen, que es Dios; porque comienza Su Majestad a comunicarse a esta alma y quiere que sienta ella cómo se le comunica.

Comiénzase luego, en llegando aquí, a perder la codicia de lo de acá, ¡y pocas gracias! (10) Porque ve claro que un momento de aquel gusto no se puede haber acá, ni hay riquezas ni señoríos ni honras ni deleites que basten a dar un cierra ojo y abre (11) de este contentamiento, porque es verdadero y contento que se ve que nos contenta. Porque los de acá, por maravilla me parece entendemos adónde está este contento, porque nunca falta un "síno" (12). Aquí todo es "sí" en aquel tiempo; el "no" viene después, por ver que se acabó y que no lo puede tornar a cobrar ni sabe cómo; porque si se hace pedazos a penitencias y oración y todas las demás cosas, si el Señor no le quiere dar, aprovecha poco. Quiere Dios por su grandeza que entienda esta alma que está Su Majestad tan cerca de ella que ya no ha menester enviarle mensajeros, sino hablar ella misma con El, y no a voces, porque está ya tan cerca que en meneando los labios la entiende.

6. Parece impertinente decir esto, pues sabemos que siempre nos entiende Dios y está con nosotros. En esto no hay que dudar que es así, mas quiere este Emperador y Señor nuestro que entendamos aquí que nos entiende, y lo que hace su presencia, y que quiere particularmente comenzar a obrar en el alma, en la gran satisfacción interior y exterior que la da, y en la diferencia que, como he dicho, hay de este deleite y contento a los de acá, que parece hinche el vacío que por nuestros pecados teníamos hecho en el alma. Es en lo muy íntimo de ella esta satisfacción, y no sabe por dónde ni cómo le vino, ni muchas veces sabe qué hacer ni qué querer ni qué pedir. Todo parece lo halla junto y no sabe lo que ha hallado, ni aun yo sé cómo darlo a entender, porque para hartas cosas eran menester letras. Porque aquí viniera bien dar aquí a entender qué es auxilio general o particular (13) que hay muchos que lo ignoran, y cómo este particular quiere el Señor aquí que casi le vea el alma por vista de ojos (14), como dicen, y también para muchas cosas que irán erradas. Mas, como lo han de ver personas que entiendan si hay yerro, voy descuidada; porque así de letras como de espíritu sé que lo puedo estar, yendo a poder de quien va, que entenderán y quitarán lo que fuere mal (15).

7. Pues querría dar a entender esto, porque son principios, y cuando el Señor comienza a hacer estas mercedes, la misma alma no las entiende ni sabe qué hacer de sí. Porque, si la lleva Dios por camino de temor, como hizo a mí, es gran trabajo, si no hay quien la entienda; y esle gran gusto verse pintada (16), y entonces ve claro va por allí. Y es gran bien saber lo que ha de hacer, para ir aprovechando en cualquier estado de estos. Porque he yo pasado mucho y perdido harto tiempo por no saber qué hacer y he gran lástima a almas que se ven solas cuando llegan aquí; (17) porque aunque he leído muchos libros espirituales, aunque tocan en lo que hace al caso, decláranse muy poco, y si no es alma muy ejercitada, aun declarándose mucho, tendrá harto que hacer en entenderse.

8. Querría mucho el Señor me favoreciese (18) para poner los efectos que obran en el alma estas cosas, que ya comienzan a ser sobrenaturales, para que se entienda por los efectos cuándo es espíritu de Dios. Digo "se entienda", conforme a lo que acá se puede entender, aunque siempre es bien andemos con temor y recato; que, aunque sea de Dios, alguna vez podrá transfigurarse el demonio en ángel de luz (19), y si no es alma muy ejercitada, no lo entenderá: y tan ejercitada, que para entender esto es menester llegar muy en la cumbre de la oración.

Ayúdame poco el poco tiempo que tengo, y así ha menester Su Majestad hacerlo; porque he de andar con la comunidad y con otras hartas ocupaciones (como estoy en casa que ahora se comienza (20), como después se verá), y así es muy sin tener asiento lo que escribo, sino a pocos a pocos, y esto quisiérale (21), porque cuando el Señor da espíritu, pónese con facilidad y mejor: parece como quien tiene un dechado delante, que está sacando aquella labor; (22) mas si el espíritu falta, no hay más concertar este lenguaje que si fuese algarabía (23), a manera de decir, aunque hayan muchos años pasado en oración. Y así me parece es grandísima ventaja, cuando lo escribo estar en ello; (24) porque veo claro no soy yo quien lo dice, que ni lo ordeno con el entendimiento ni sé después cómo lo acerté a decir. Esto me acaece muchas veces.

9. Ahora tornemos a nuestra huerta o vergel, y veamos cómo comienzan estos árboles a empreñarse para florecer y dar después fruto, y las flores y claveles lo mismo para dar olor. Regálame esta comparación, porque muchas veces en mis principios (y plega al Señor haya yo ahora comenzado a servir a Su Majestad; digo "principio" de lo que diré de aquí adelante de mi vida) me era gran deleite considerar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él. Suplicábale aumentase el olor de las florecitas de virtudes que comenzaban, a lo que parecía, a querer salir y que fuese para su gloria y las sustentase, pues yo no quería nada para mí, y cortase las que quisiese, que ya sabía habían de salir mejores. Digo "cortar", porque vienen tiempos en el alma que no hay memoria de este huerto: todo parece está seco y que no ha de haber agua para sustentarle, ni parece hubo jamás en el alma cosa de virtud. Pásase mucho trabajo, porque quiere el Señor que le parezca al pobre hortelano que todo el que ha tenido en sustentarle y regarle va perdido. Entonces es el verdadero escardar y quitar de raíz las hierbecillas aunque sean pequeñas que han quedado malas. Con conocer no hay diligencia que baste si el agua de la gracia nos quita Dios, y tener en poco nuestra nada, y aun menos que nada, gánase aquí mucha humildad; tornan de nuevo a crecer las flores.

10. ¡Oh Señor mío y bien mío! ¡Que no puedo decir esto sin lágrimas y gran regalo de mi alma! ¡Que queráis Vos, Señor, estar así con nosotros, y estáis en el Sacramento (25) (que con toda verdad se puede creer, pues lo es, y con gran verdad podemos hacer esta comparación), y si no es por nuestra culpa nos podemos gozar con Vos, y que Vos os holgáis con nosotros, pues decís ser vuestro deleite estar con los hijos de los hombres! (26) ¡Oh Señor mío! ¿Qué es esto? Siempre que oigo esta palabra me es gran consuelo, aun cuando era muy perdida. ¿Es posible, Señor, que haya alma que llegue a que Vos la hagáis mercedes semejantes y regalos, y a entender que Vos os holgáis con ella, que os torne a ofender después de tantos favores y tan grandes muestras del amor que la tenéis, que no se puede dudar, pues se ve clara la obra?

Sí hay, por cierto, y no una vez sino muchas, que soy yo. Y plega a vuestra bondad, Señor, que sea yo sola la ingrata y la que haya hecho tan gran maldad y tenido tan excesiva ingratitud: porque aun ya de ella algún bien ha sacado vuestra infinita bondad; y mientras mayor mal, más resplandece el gran bien de vuestras misericordias. ¡Y con cuánta razón las puedo yo para siempre cantar! (27).

11. Suplícoos yo, Dios mío, sea así y las cante yo sin fin, ya que habéis tenido por bien de hacerlas tan grandísimas conmigo, que espantan los que las ven (28) y a mí me saca de mí (29) muchas veces, para poderos mejor alabar a Vos. Que estando en mí, sin Vos, no podría, Señor mío, nada, sino tornar a ser cortadas estas flores de este huerto, de suerte que esta miserable tierra tornase a servir de muladar como antes. No lo permitáis, Señor, ni queráis se pierda alma que con tantos trabajos comprasteis y tantas veces de nuevo la habéis tornado a rescatar y quitar de los dientes del espantoso dragón.

12. Vuestra merced (30) me perdone, que salgo de propósito; y como hablo a mi propósito, no se espante, que es como toma el alma lo que se escribe, que a las veces hace harto de dejar de ir adelante en alabanzas de Dios, como se le representa, escribiendo, lo mucho que le debe. Y creo no le hará a vuestra merced mal gusto, porque entrambos, me parece, podemos cantar una cosa (31), aunque en diferente manera; porque es mucho más lo que yo debo a Dios, porque me ha perdonado más (32), como vuestra merced sabe.

NOTAS CAPÍTULO 14

1 En buen orden: "ya queda dicho el trabajo con que...".

2 Oración que llaman de quietud: "que llaman" remite a la nomenclatura en uso en los libros espirituales leídos por ella, que comparte esa nomenclatura, sin inventarla. Y sin la intención críptica que se ha atribuído al texto. En el lugar paralelo de las Moradas, escribe: "los que yo llamo gustos..., que en otra parte (= en Vida y en Camino 31) lo he nombrado oración de quietud..." (M 4, 2, 2).

3 Sobrenatural: en la acepción ya indicada (c. 12 nota 11). Aquí, la autora misma da su definición a renglón seguido.

4 Está el agua más alto: (más alta en el pozo). "El agua" en masculino: "sacarlo" (= el agua). Y en el n. 5: "este agua".

5 Las potencias... no se pierden ni se duermen: paso de la metáfora al sentido místico: "perderse" equivale a "suspenderse". Las potencias" se pierden" en el cuarto grado de oración, por ejemplo en el éxtasis. "Dormirse" las potencias es quedar absortas o adormecidas; así, en el tercer grado de oración, que "es sueño de las potencias, que ni del todo se pierden ni entienden cómo obran" (16, 1). - En cambio aquí, en la oración "de quietud" (2º grado "no se pierden ni se duermen", es decir, ni se suspenden (como en el éxtasis), ni se adormecen; quedan en un cierto sosiego pasivo (15, nn. 1.6.9): preludio de la pasividad mística.

6 Consentimiento para dejarse encarcelar cautivo del amor: eco de la poesía amatoria, o quizá de la "Cárcel de amor", de Diego de San Pedro.

7 Pues que: aunque.

8 Diré: en el n. 7 y en el c. 15 passim.

9 Ese "no" hoy nos resulta redundante: más agua que (la que) sacaba del pozo, en el primer grado de oración.

10 Pocas gracias: expresión popular, documentada por Covarrubias, p. 653. El Diccionario de autoridades la explica así: "frase con que se explica lo que no es digno de agradecimiento, lo que se hace por obligación". - En el texto teresiano equivale a: "no es de extrañar que así ocurra". - Aparte el uso popular, la Santa pudo leer esa expresión en San Juan de Avila. - Otros editores creen que se trata de un zeugma sintáctico, poco usual en la Santa: "... perder la codicia de lo de acá y (perder) pocas gracias (de lo de allá").

11 Un cierra-ojo-abre: en un cierraojos. Momento breve. La Santa usa también: "No dura más que abrir y cerrar los ojos" (22, 15).

12 Nunca falta un sí-no: similar a nuestra expresión "nunca falta un pero".

13 Auxilio (aujillo, escribe ella) general o particular: clara alusión a las dos especies de gracias, discutidas por los teólogos de su tiempo (Báñez/Molina). Auxilio equivale a gracia. También en otros pasajes (cf. Moradas 5, 2, 3 y 3, 1, 2 nota marginal de ella misma). - La frase siguiente: Y también serían menester letras para muchas cosas..." - Todo el pasaje testifica la alta estima que la Santa profesa a letras y letrados.

14 Por vista de ojos: a las claras. Pero aquí (como en Moradas 7, 1, 6) implica un conocer por experiencia.

15 Nueva alusión a los dos o tres destinatarios de la obra, que desempeñarán la función de lectores y censores.

16 Verse pintada: verse descrita al vivo.

17 Nueva alusión a la necesidad de maestro, y a la insuficiencia de las lecturas.

18 querría mucho "que" el Señor me favoreciese...

19 Alusión a 2 Cor. 11, 14, como en M. 5, 1, 1; y M. 6, 3, 16.

20 El Carmelo de San José de Avila, fundado el 24.8.1562.

21 Esto quisiérale: asiento, es decir, calma y tiempo libre. - Poco antes: a pocos a pocos: poco a poco, en ratos libres.

22 Aquellabor: escribió ella, por lapsus de pluma, saltando la duplicación de "la". Fray Luis "sacando de aquel la labor (p. 165). ("Labor" es siempre femenino en sus páginas. De ahí nuestra lectura: "aquella labor").

23 Algarabía: en la acepción popular de entonces: lengua árabe hablada por los moriscos e ininteligible a las gentes de Castilla. - O bien: barullo y confusión. - El sentido es: "si falta el espíritu (la gracia), es tan difícil hablar este lenguaje (cf. c. 11, nota 13) como hablar algarabía".

24 Cuando lo escribo, estar en ello: estar bajo el efecto de una gracia mística en el momento de tratar de ella. Dato importante, como fuente de inspiración de la escritora. Cf. casos concretos: 16, 4.6; 38, 22...

25 Sacramento: eucaristía.

26 Alusión bíblica a Prov. 8, 31. Texto bíblico importante, que alegará al comenzar su Castillo Interior: 1, 1, 1.

27 Nueva alusión bíblica al salmo 88, 2: "cantaré para siempre las misericordias del Señor", lema que acompañará y orlará los más antiguos retratos de la Santa por fray Juan de la Miseria.

28 Espantan a los que las ven.

29 A mí me saca de mí: me desatina, me hace perder la razón. En otros pasajes: me enajena, me pone en éxtasis (cf. 16, 6; 22, 10; 33, 14).

30 Vuestra merced: el P. García de Toledo.

31 Entrambos podemos cantar una (misma) cosa: los dos, ella y García de Toledo, pueden cantar el mismo salmo de las misericordias: se sobreentiende, por las gracias recibidas de Dios.

32 Alusión al episodio evangélico de María la pecadora: Lc. 7, 47.

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MensajePublicado: Mar Abr 22, 2008 3:39 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 15



Prosigue en la misma materia y da algunos avisos de cómo se han de haber en esta oración de quietud. Trata de cómo hay muchas almas que lleguen a tener esta oración y pocas que pasen adelante. Son muy necesarias y provechosas las cosas que aquí se tocan.



1. Ahora tornemos al propósito (1). Esta quietud y recogimiento (2) del alma es cosa que se siente mucho en la satisfacción y paz que en ella se pone, con grandísimo contento y sosiego de las potencias y muy suave deleite. Parécele como no ha llegado a más que no le queda qué desear y que de buena gana diría con San Pedro que fuese allí su morada (3). No osa bullirse ni menearse, que de entre las manos le parece se le ha de ir aquel bien; ni resolgar algunas veces no querría (4). No entiende la pobrecita que, pues ella por sí no pudo nada para traer a sí aquel bien, que menos podrá detenerle más de lo que el Señor quisiere.

Ya he dicho que en este primer recogimiento y quietud no faltan las potencias del alma (5), mas está tan satisfecha con Dios que mientras aquello dura, aunque las dos potencias se desbaraten (6), como la voluntad está unida con Dios, no se pierde la quietud y el sosiego, antes ella poco a poco torna a recoger el entendimiento y memoria. Porque, aunque ella aún no está de todo punto engolfada, está tan bien ocupada sin saber cómo, que por mucha diligencia que ellas pongan, no la pueden quitar su contento y gozo, antes muy sin trabajo se va ayudando para que esta centellica de amor de Dios no se apague (7).

2. Plega a Su Majestad me dé gracia para que yo dé esto a entender bien, porque hay muchas, muchas almas (8) que llegan a este estado y pocas las que pasan adelante, y no sé quién tiene la culpa. A buen seguro que no falta Dios, que ya que Su Majestad hace merced que llegue a este punto, no creo cesará de hacer muchas más, si no fuese por nuestra culpa. Y va mucho en que el alma que llega aquí conozca la dignidad grande en que está y la gran merced que le ha hecho el Señor y cómo de buena razón no había de ser de la tierra, porque ya parece la hace su bondad vecina del cielo, si no queda por su culpa; y desventurada será si torna atrás. Yo pienso será para ir hacia abajo, como yo iba, si la misericordia del Señor no me tornara. Porque, por la mayor parte, será por graves culpas, a mi parecer, ni es posible dejar tan gran bien sin gran ceguedad de mucho mal.

3. Y así ruego yo, por amor del Señor, a las almas a quien Su Majestad ha hecho tan gran merced de que lleguen a este estado, que se conozcan y tengan en mucho, con una humilde y santa presunción para no tornar a las ollas de Egipto (9) Y si por su flaqueza y maldad y ruin y miserable natural cayeren, como yo hice, siempre tengan delante el bien que perdieron, y tengan sospecha y anden con temor (que tienen razón de tenerle) que, si no tornan a la oración, han de ir de mal en peor. Que ésta llamo yo verdadera caída, la que aborrece el camino por donde ganó tanto bien, y con estas almas hablo; que no digo que no han de ofender a Dios y caer en pecados, aunque sería razón se guardase mucho de ellos quien ha comenzado a recibir estas mercedes, mas somos miserables. Lo que aviso mucho es que no deje la oración, que allí entenderá lo que hace y ganará arrepentimiento del Señor y fortaleza para levantarse; y crea que, si de ésta se aparta, que lleva, a mi parecer, peligro. No sé si entiendo lo que digo, porque como he dicho (10) juzgo por mí...

4. Es, pues, esta oración una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo, esta quietud y recogimiento y centellica, si es espíritu de Dios y no gusto dado del demonio o procurado por nosotros. Aunque a quien tiene experiencia es imposible no entender luego que no es cosa que se puede adquirir, sino que este natural nuestro es tan ganoso (11) de cosas sabrosas que todo lo prueba. Mas quédase muy en frío bien en breve, porque, por mucho que quiera comenzar a hacer arder el fuego para alcanzar este gusto, no parece sino que le echa agua para matarle (12). Pues esta centellica puesta por Dios, por pequeñita que es, hace mucho ruido, y si no la mata por su culpa, ésta es la que comienza a encender el gran fuego que echa llamas de sí, como diré en su lugar (13), del grandísimo amor de Dios que hace Su Majestad tengan las almas perfectas.

5. Es esta centella una señal o prenda que da Dios a esta alma de que la escoge ya para grandes cosas, si ella se apareja para recibirlas. Es gran don, mucho más de lo que yo podré decir.

Esme gran lástima, porque como digo (14) conozco muchas almas que llegan aquí, y que pasen de aquí como han de pasar, son tan pocas, que se me hace vergüenza decirlo (15). No digo yo que hay pocas, que muchas debe haber, que por algo nos sustenta Dios. Digo lo que he visto. Querríalas mucho avisar que miren no escondan el talento, pues que parece las quiere Dios escoger para provecho de otras muchas, en especial en estos tiempos que son menester amigos fuertes de Dios para sustentar los flacos. Y los que esta merced conocieren en sí, ténganse por tales (16), si saben responder con las leyes que aun la buena amistad del mundo pide; y si no como he dicho (17), teman y hayan miedo no se hagan a sí mal y ¡plega a Dios sea a sí solos!

6. Lo que ha de hacer el alma en los tiempos de esta quietud, no es más de con suavidad y sin ruido. Llamo "ruido" andar con el entendimiento buscando muchas palabras y consideraciones para dar gracias de este beneficio y amontonar pecados suyos y faltas para ver que no lo merece. Todo esto se mueve aquí, y representa el entendimiento, y bulle la memoria, que cierto estas potencias a mí me cansan a ratos, que con tener poca memoria no la puedo sojuzgar. La voluntad, con sosiego y cordura, entienda que no se negocia bien con Dios a fuerza de brazos, y que éstos (18) son unos leños grandes puestos sin discreción para ahogar esta centella, y conózcalo y con humildad diga: "Señor, ¿qué puedo yo aquí? ¿Qué tiene que ver la sierva con el Señor, y la tierra con el cielo?", o palabras que se ofrecen aquí de amor, fundada mucho en conocer que es verdad lo que dice, y no haga caso del entendimiento, que es un moledor (19). Y si ella le quiere dar parte de lo que goza, o trabaja por recogerle, que muchas veces se verá en esta unión de la voluntad y sosiego, y el entendimiento muy desbaratado (20), y vale más que le deje que no que vaya ella tras él, digo la voluntad, sino estése ella gozando de aquella merced y recogida como sabia abeja; porque si ninguna entrase en la colmena, sino que por traerse unas a otras se fuesen todas, mal se podría labrar la miel (21).

7. Así que perderá mucho el alma si no tiene aviso en esto; en especial si es el entendimiento agudo, que cuando comienza a ordenar pláticas y buscar razones, en tantito (22), si son bien dichas, pensará hace algo. La razón que aquí ha de haber es entender claro que no hay ninguna para que Dios nos haga tan gran merced, sino sola su bondad, y ver que estamos tan cerca, y pedir a Su Majestad mercedes y rogarle por la Iglesia y por los que se nos han encomendado y por las ánimas de purgatorio, no con ruido de palabras, sino con sentimiento de desear que nos oiga. Es oración que comprende mucho y se alcanza más que por mucho relatar el entendimiento. Despierte en sí la voluntad algunas razones que de la misma razón se representarán de verse tan mejorada, para avivar este amor, y haga algunos actos amorosos de qué hará por quien tanto debe, sin como he dicho (23) admitir ruido del entendimiento a que busque grandes cosas. Más hacen aquí al caso unas pajitas puestas con humildad (y menos serán que pajas, si las ponemos nosotros) y más le ayudan a encender, que no (24) mucha leña junta de razones muy doctas, a nuestro parecer, que en un credo (25) la ahogarán.

Esto es bueno para los letrados que me lo mandan escribir; porque, por la bondad de Dios, todos llegan aquí, y podrá ser se les vaya el tiempo en aplicar Escrituras. Y aunque no les dejarán de aprovechar mucho las letras antes y después, aquí en estos ratos de oración poca necesidad hay de ellas, a mi parecer, si no es para entibiar la voluntad; porque el entendimiento está entonces, de verse cerca de la luz, con grandísima claridad, que aun yo, con ser la que soy, parezco otra.

8. Y es así que me ha acaecido estando en esta quietud, con no entender casi cosa que rece en latín, en especial del Salterio, no sólo entender el verso en romance, sino pasar adelante en regalarme de ver lo que el romance quiere decir (26).

Dejemos si hubiesen de predicar o enseñar, que entonces bien es ayudarse de aquel bien para ayudar a los pobres de poco saber, como yo, que es gran cosa la caridad y este aprovechar almas siempre, yendo desnudamente por Dios.

Así que en estos tiempos de quietud, dejar (27) descansar el alma con su descanso. Quédense las letras a un cabo. Tiempo vendrá que aprovechen al Señor y las tengan en tanto, que por ningún tesoro quisieran haberlas dejado de saber, sólo para servir a Su Majestad, porque ayudan mucho. Mas delante de la Sabiduría infinita, créanme que vale más un poco de estudio de humildad y un acto de ella, que toda la ciencia del mundo. Aquí no hay que argüir (28), sino que conocer lo que somos con llaneza, y con simpleza representarnos delante de Dios, que quiere se haga el alma boba, como a la verdad lo es delante de su presencia, pues Su Majestad se humilla (29) tanto que la sufre cabe sí siendo nosotros lo que somos.

9. También se mueve el entendimiento a dar gracias muy compuestas; mas la voluntad, con sosiego, con un no osar alzar los ojos con el publicano (30), hace más hacimiento de gracias que cuanto el entendimiento, con trastornar la retórica, por ventura puede hacer. En fin, aquí no se ha de dejar del todo la oración mental (31) ni algunas palabras aun vocales, si quisieren alguna vez o pudieren; porque, si la quietud es grande, puédese mal hablar, si no es con mucha pena.

Siéntese, a mi parecer, cuándo es espíritu de Dios, o procurado de nosotros con comienzo de devoción que da Dios y queremos como he dicho (32) pasar nosotros a esta quietud de la voluntad: no hace efecto ninguno, acábase presto, deja sequedad.

10. Si es del demonio, alma ejercitada paréceme lo entenderá; porque deja inquietud y poca humildad y poco aparejo para los efectos que hace el de Dios. No deja luz en el entendimiento ni firmeza en la verdad. Puede (33) hacer aquí poco daño o ninguno, si el alma endereza su deleite y suavidad, que allí siente, a Dios, y poner en El sus pensamientos y deseos, como queda avisado; no puede ganar nada el demonio, antes permitirá Dios que con el mismo deleite que causa en el alma pierda mucho; porque éste ayudará a que el alma, como piense que es Dios, venga muchas veces a la oración con codicia de El; y si es alma humilde y no curiosa ni interesal de deleites, aunque sean espirituales, sino amiga de cruz, hará poco caso del gusto que da el demonio; lo que no podrá así hacer si es espíritu de Dios, sino tenerlo en muy mucho. Mas cosa que pone el demonio, como él es todo mentira (34), con ver que el alma con el gusto y deleite se humilla (que en esto ha de tener mucho: en todas las cosas de oración y gustos procurar salir humilde), no tornará muchas veces el demonio, viendo su pérdida.

11. Por esto y por otras muchas cosas, avisé yo en el primer modo de oración, en la primera agua (35), que es gran negoción comenzar las almas oración comenzándose a desasir de todo género de contentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a llevar la cruz a Cristo, como buenos caballeros que sin sueldo quieren servir a su rey, pues le tienen bien seguro. Los ojos en el verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar. Es muy gran cosa traer esto siempre delante, en especial en los principios; que después tanto se ve claro (36), que antes es menester olvidarlo para vivir, que procurarlo: traer a la memoria lo poco que dura todo y cómo no es todo nada y en lo nonada que se ha de estimar el descanso.

12. Parece que esto es cosa muy baja, y así es verdad, que los que están adelante en más perfección tendrían por afrenta y entre sí se correrían (37) si pensasen que porque se han de acabar los bienes de este mundo los dejan, sino que, aunque durasen para siempre, se alegran de dejarlos por Dios. Y mientras más perfectos fueren, más; y mientras más duraren, más. Aquí en estos está ya crecido el amor, y él es el que obra. Mas a los que comienzan esles cosa importantísima, y no lo tengan por bajo, que es gran bien el que se gana, y por eso lo aviso tanto; que les será menester, aun a los muy encumbrados en oración, algunos tiempos que los quiere Dios probar, y parece que Su Majestad los deja. Que, como ya he dicho (38) y no querría esto se olvidase, en esta vida que vivimos no crece el alma como el cuerpo, aunque decimos que sí, y de verdad crece. Mas un niño, después que crece y echa gran cuerpo y ya le tiene de hombre, no torna a descrecer y a tener pequeño cuerpo; acá quiere el Señor que sí, a lo que yo he visto por mí, que no lo sé por más (39). Debe ser por humillarnos para nuestro gran bien y para que no nos descuidemos mientras estuviéremos en este destierro, pues el que más alto estuviere, más se ha de temer y fiar menos de sí. Vienen veces que es menester, para librarse de ofender a Dios estos que ya están tan puesta su voluntad en la suya, que por no hacer una imperfección se dejarían atormentar y pasarían mil muertes, que para no hacer pecados según se ven combatidos de tentaciones y persecuciones sea menester aprovecharse de las primeras armas de la oración y tornen a pensar que todo se acaba y que hay cielo e infierno y otras cosas de esta suerte.

13. Pues tornando a lo que decía (40), gran fundamento es, para librarse de los ardides y gustos que da el demonio, el comenzar con determinación de llevar camino de cruz desde el principio y no los desear, pues el mismo Señor mostró ese camino de perfección diciendo: Toma tu cruz y sígueme (41). El es nuestro dechado; no hay que temer quien por sólo contentarle siguiere sus consejos.

14. En el aprovechamiento que vieren en sí entenderán que no es demonio; que, aunque tornen a caer, queda una señal de que estuvo allí el Señor, que es levantarse presto, y éstas que ahora diré: cuando es espíritu de Dios, no es menester andar rastreando cosas para sacar humildad y confusión, porque el mismo Señor la da de manera bien diferente de la que nosotros podemos ganar con nuestras consideracioncillas, que no son nada en comparación de una verdadera humildad con luz que enseña aquí el Señor, que hace una confusión que hace deshacer (42). Esto es cosa muy conocida, el conocimiento que da Dios para que conozcamos que ningún bien tenemos de nosotros, y mientras mayores mercedes, más.

Pone un gran deseo de ir adelante en la oración y no la dejar por ninguna cosa de trabajo que le pudiese suceder.

A todo se ofrece.

Una seguridad, con humildad y temor, de que ha de salvarse.

Echa luego el temor servil del alma y pónele el fiel temor muy más crecido.

Ve que se le comienza un amor con Dios muy sin interés suyo.

Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien.

15. En fin, por no me cansar, es un principio de todos los bienes, un estar ya las flores en término que no les falta casi nada para brotar. Y esto verá muy claro el alma, y en ninguna manera por entonces se podrá determinar a que no estuvo Dios con ella, hasta que se torna a ver con quiebras e imperfecciones, que entonces todo lo teme. Y es bien que tema. Aunque almas hay que les aprovecha más creer cierto que es Dios, que todos los temores que la puedan poner; porque, si de suyo es amorosa y agradecida, más la hace tornar a Dios la memoria de la merced que la hizo, que todos los castigos del infierno que la representen. Al menos la mía, aunque tan ruin, esto me acaecía.

16. Porque las señales del buen espíritu se irán diciendo, mas como a quien le cuestan muchos trabajos sacarlas en limpio, no las digo ahora aquí. Creo, con el favor de Dios, en esto atinaré algo; porque, dejado la experiencia en que he mucho entendido, sélo de algunos letrados muy letrados y personas muy santas, a quien es razón se dé crédito, y no anden las almas tan fatigadas, cuando llegaren aquí por la bondad del Señor, como yo he andado.



NOTAS CAPÍTULO 15

1 Cf. 14, 12, en que reconoce haber "salido de propósito", introduciendo lo "autobiográfico" en la exposición doctrinal: ahora reanuda el tema del 2º grado de oración.

2 Quietud y recogimiento: en este mismo número escribirá "este primer recogimiento y quietud". Ambos términos designan el 2º grado de oración (= ingreso en la oración mística). En el Castillo Interior distinguirá el "recogimiento" místico (M. 4, c. 3), de la quietud mística (M. 4, c. 1). En cambio, en Camino hablará de "recogimiento/recogerse" en acepción no-mística: C. 28. Evidentes oscilaciones del léxico teresiano.

3 Alusión al episodio evangélico de Mt. 17, 4.

4 Resolgar: resollar, respirar. Sigue una doble negación, que refuerza la negativa.

5 No faltan las potencias, es decir, "ni se pierden ni se duermen, como ha dicho en el c. 14, n. 2: cf. nota 5.

6 Disbaraten, escribe la Santa (= disparaten): se desordenen, salgan de razón (cf. 4, 9; 18, 3).

7 Centellica de amor: imagen frecuente en la mística occidental ("scintilla animae"), también frecuente en la Santa (29, 11; 39, 23; Moradas 6, 1, 11; 6, 2, 4; 6, 3, 8; 6, 4, 3; 6, 7, 11; y en C. 28, 8). A veces, "saeta de fuego": V. 39, 10; M. 6, 11, 2; R. 5, 17).

8 Muchas muchas almas: repetición intensiva. Su afirmación de las muchas que llegan y las pocas personas que pasan adelante, se reitera en el lugar paralelo de Moradas 5, 1, 1-2.

9 Alusión bíblica: Ex. 16, 3.

10 Lo ha dicho en los nn. 2-3. Su "aviso" reiterado de no abandonar la oración: 8, 5. - Los suspensivos son de la autora.

11 Este natural nuestro tan ganoso: nuestra índole o naturaleza, tan deseosa de... (cf. 3, 3: "ganoso el Señor").

12 De nuevo los suspensivos son de la autora, que deja pendiente el sentido, para reanudar el tema de la centellica. Fray Luis (p. 172) introdujo un largo paréntesis, desde "aunque a quien", hasta "matarle".

13 Lo dirá en el c. 18, 2; 29, 10; 32, 2-3.

14 Alude a lo dicho en el n. 2.

15 Cf. M. 5, 1, 2.

16 Ténganse por tales, es decir, por "amigos fuertes de Dios". - Poco antes: "no escondan el talento", alusión a la parábola evangélica de los talentos (Mt. 25, 25...).

17 Lo ha dicho en el n. 3.

18 Estos: los brazos, es decir, el bracear de nuestros razonamientos, identificados aquí con "leños grandes" que ahogan el fuego de la "centellica", es decir, el amor infuso de la voluntad. Imagen ampliada en el n. 7.

19 El entendimiento... es un moledor: "moledor se llama al necio que cansa o fatiga a otro con pesadez" (Dicc. de Autoridades). "Tarabilla de molino", llamará al pensamiento en M. 6, 1, 13.

20 Disbaratado, escribe la Santa (= disparatado): cf. nota 6.

21 La imagen de la abeja y la miel aparece en Camino, 28, 7 y Moradas, 1, 2, 8.

22 En tantito: muy en breve, o en muy poca cosa (como en 35, 14: "tantico").

23 En el n. 6.

24 No: redundante.

25 En un credo la ahogarán: en breve tiempo, apagarán "la centellica" de amor.

26 Santa Teresa no sabía latín, si bien a veces comprendía el significado del Salterio que ella rezaba diariamente en latín. - Entender versos en romance: entender el significado castellano de los versículos (latinos) de los salmos.

27 Dejar descansar: deje (imperativo) descansar.

28 Argüir: razonar. El término contiene una alusión al modo de razonar típico de aquellos letrados. "Argüir" se decía técnicamente de la parte de la "disputa pública" en que el objetante oponía dificultades a la tesis del ponente, incluso "aplicando Escrituras" (n. 7).

29 Se humilla: Báñez (?) tachó "humilla" y escribió "humana". Fray Luis (p. 177) trascribió "humilla". Es bíblico ese concepto: San Pablo escribe que Jesus "se humilló..." (Fil. 2, 8).

30 Alusión a Lc 18, 13.

31 Oración mental discursiva; es decir, la del primer grado (c. 11...).

32 O sea: cuándo es espíritu de Dios, y cuándo es cosa procurada por nosotros. - Como he dicho: en el n. 4.

33 Puede el demonio.

34 El es todo mentira: eco de la palabra de Jesús en Jn 8, 44.

35 Cf. c. 11, nn. 12-16 y c. 12, n. 3.

36 Tan claro se ve. - A continuación: cómo no es todo nada: doble negación. Equivale a "la verdad de cuando niña, de que no era todo nada" (3, 5), - Nonada: "cosa de poco momento" (Cobarruvias).

37 Se correrían: se avergonzarían.

38 En el c. 13, n. 15.

39 Por más: por otros, o por ninguno más.

40 Lo que decía: en el n. 11. - A continuación, no los desear: no desear "gustos".

41 Mt. 16, 24.

42 Hace deshacer: induce a confusión hasta el anonadamiento. - La Santa usa frecuentemente el verbo "deshacer" en el sentido de anhelar intensamente, morirse de ganas por una cosa: "toda me deshago" (38, 16); "ímpetu grande de deshacerme por Dios" (33, 15), "¿qué hace quien no se deshace toda por Vos?" (39, 6).

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MensajePublicado: Dom Abr 27, 2008 2:23 am    Asunto:
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CAPÍTULO 16


Trata tercer grado de oración, y va declarando cosas muy subidas, y lo que puede el alma que llega aquí, y los efectos que hacen estas mercedes tan grandes del Señor. Es muy para levantar el espíritu en alabanzas de Dios y para gran consuelo de quien llegare aquí.

1. Vengamos ahora a hablar de la tercera agua con que se riega esta huerta, que es agua corriente de río o de fuente, que se riega muy a menos trabajo, aunque alguno da el encaminar el agua. Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que casi El es el hortelano y el que lo hace todo.

Es un sueño de las potencias, que ni del todo se pierden ni entienden cómo obran (1). El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado; es que da el agua a la garganta, a esta alma, de la gracia (2), que no puede ya ir adelante, ni sabe cómo, ni tornar atrás. Querría gozar de grandísima gloria. Es como uno que está, la candela en la mano (3), que le falta poco para morir muerte que la desea; está gozando en aquella agonía con el mayor deleite que se puede decir. No me parece que es otra cosa sino un morir casi del todo a todas las cosas del mundo y estar gozando de Dios (4).

Yo no sé otros términos cómo lo decir ni cómo lo declarar, ni entonces sabe el alma qué hacer; porque ni sabe si hable ni si calle, ni si ría (5), ni si llore. Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se deprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma.

2. Y es así que ha que me dio el Señor en abundancia esta oración creo cinco y aun seis años (6), muchas veces, y que ni yo la entendía ni la supiera decir; y así tenía por mí, llegada aquí, decir muy poco o nonada. Bien entendía que no era del todo unión de todas las potencias y que era más que la pasada, muy claro; mas yo confieso que no podía determinar ni entender cómo era esta diferencia.

Creo por la humildad que vuestra merced (7) ha tenido en quererse ayudar de una simpleza tan grande como la mía, me dio el Señor hoy, acabando de comulgar, esta oración, sin poder ir adelante, y me puso estas comparaciones y enseñó la manera de decirlo y lo que ha de hacer aquí el alma; que, cierto, yo me espanté y entendí en un punto.

Muchas veces estaba así como desatinada y embriagada en este amor (8), y jamás había podido entender cómo era. Bien entendía que era Dios, mas no podía entender cómo obraba aquí; porque en hecho de verdad están casi del todo unidas las potencias (9), mas no tan engolfadas que no obren. Gustado he en extremo de haberlo ahora entendido. ¡Bendito sea el Señor, que así me ha regalado!

3. Sólo tienen habilidad las potencias para ocuparse todas en Dios. No parece se osa bullir ninguna ni la podemos hacer menear, si con mucho estudio (10) no quisiéramos divertirnos, y aun no me parece que del todo se podría entonces hacer. Háblanse aquí muchas palabras en alabanzas de Dios sin concierto, si el mismo Señor no las concierta. Al menos el entendimiento no vale aquí nada. Querría dar voces en alabanzas el alma, y está que no cabe en sí; un desasosiego sabroso. Ya ya se abren las flores, ya comienzan a dar olor. Aquí querría el alma que todos la viesen y entendiesen su gloria para alabanzas de Dios, y que la ayudasen a ella, y darles parte de su gozo, porque no puede tanto gozar. Paréceme que es como la que dice el Evangelio que quería llamar o llamaba a sus vecinas (11). Esto me parece debía sentir el admirable espíritu del real profeta David, cuando tañía y cantaba con el arpa en alabanzas de Dios (12). De este glorioso Rey soy yo muy devota y querría todos lo fuesen, en especial los que somos pecadores.

4. ¡Oh, válgame Dios! ¡Cuál está un alma cuando está así! Toda ella querría fuese lenguas para alabar al Señor. Dice mil desatinos santos, atinando siempre a contentar a quien la tiene así. Yo sé persona (13) que, con no ser poeta, que le acaecía hacer de presto coplas muy sentidas declarando su pena bien, no hechas de su entendimiento, sino que, para más gozar la gloria que tan sabrosa pena le daba, se quejaba de ella a su Dios. Todo su cuerpo y alma querría se despedazase para mostrar el gozo que con esta pena siente. ¿Qué se le pondrá entonces delante de tormentos, que no le fuese sabroso pasarlos por su Señor? Ve claro que no hacían nada (14) los mártires de su parte en pasar tormentos, porque conoce bien el alma viene de otra parte la fortaleza. Mas ¿qué sentirá de tornar a tener seso para vivir en el mundo, y de haber de tornar a los cuidados y cumplimientos de él?

Pues no me parece he encarecido cosa que no quede baja en este modo de gozo que el Señor quiere en este destierro que goce un alma. ¡Bendito seáis por siempre, Señor! ¡Alaben os todas las cosas por siempre! ¡Quered ahora, Rey mío, suplícooslo yo, que, pues cuando esto escribo (15), no estoy fuera de esta santa locura celestial por vuestra bondad y misericordia que tan sin méritos míos me hacéis esta merced, que o estén todos los que yo tratare locos de vuestro amor, o permitáis que no trate yo con nadie, u ordenad, Señor, cómo no tenga ya cuenta en cosa del mundo o me sacad de él! ¡No puede ya, Dios mío, esta vuestra sierva sufrir tantos trabajos como de verse sin Vos le vienen, que si ha de vivir, no quiere descanso en esta vida, ni se le deis Vos! Querría ya esta alma verse libre: el comer la mata; el dormir la congoja; ve que se le pasa el tiempo de la vida pasar en regalos, y que nada ya la puede regalar fuera de Vos; (16) que parece vive contra natura, pues ya no querría vivir en sí sino en Vos (17).

5. ¡Oh verdadero Señor y gloria mía! ¡Qué delgada y pesadísima cruz tenéis aparejada a los que llegan a este estado! Delgada, porque es suave; pesada, porque vienen veces que no hay sufrimiento que la sufra, y no se querría jamás ver libre de ella, si no fuese para verse ya con Vos. Cuando se acuerda que no os ha servido en nada, y que viviendo (18) os puede servir, querría cargarse muy más pesada y nunca hasta el fin del mundo morirse. No tiene en nada su descanso, a trueco de haceros un pequeño servicio. No sabe qué desee, mas bien entiende que no desea otra cosa sino a Vos.

6. ¡Oh hijo mío! (19) (que es tan humilde, que así se quiere nombrar a quien va esto dirigido y me lo mandó escribir), sea sólo para vos algunas cosas de las que viere vuestra merced salgo de términos; (20) porque no hay razón que baste a no me sacar de ella, cuando me saca el Señor de mí, ni creo soy yo la que hablo desde esta mañana que comulgué. Parece que sueño lo que veo (21) y no querría ver sino enfermos de este mal que estoy yo ahora. Suplico a vuestra merced seamos todos locos por amor de quien por nosotros se lo llamaron. Pues dice vuestra merced que me quiere, en disponerse para que Dios le haga esta merced quiero que me lo muestre, porque veo muy pocos que no los vea con seso demasiado para lo que les cumple. Ya puede ser que tenga yo más que todos. No me lo consienta vuestra merced, Padre mío, pues también lo es como hijo (22), pues es mi confesor y a quien he fiado mi alma. Desengáñeme con verdad, que se usan muy poco estas verdades.

7. Este concierto querría hiciésemos los cinco (23) que al presente nos amamos en Cristo, que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para contra Su Majestad (24) y ordenar maldades y herejías, procurásemos juntarnos alguna vez para desengañar unos a otros, y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios; que no hay quien tan bien se conozca a sí como conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos.

Digo "en secreto" (25), porque no se usa ya este lenguaje. Hasta los predicadores van ordenando sus sermones para no descontentar (26). Buena intención tendrán y la obra lo será; mas ¡así se enmiendan pocos! Mas ¿cómo no son muchos los que por los sermones dejan los vicios públicos? ¿Sabe qué me parece? Porque tienen mucho seso los que los predican. No están sin él, con el gran fuego de amor de Dios, como lo estaban los Apóstoles, y así calienta poco esta llama. No digo yo sea tanta como ellos tenían, mas querría que fuese más de lo que veo. ¿Sabe vuestra merced en qué debe ir mucho? En tener ya aborrecida la vida y en poca estima la honra; que no se les daba más a trueco de decir una verdad y sustentarla para gloria de Dios perderlo todo, que ganarlo todo; que a quien de veras lo tiene todo arriscado (27) por Dios, igualmente lleva lo uno que lo otro. No digo yo que soy ésta, mas querríalo ser.

8. ¡Oh gran libertad, tener por cautiverio haber de vivir (28) y tratar conforme a las leyes del mundo!, que como ésta se alcance del Señor, no hay esclavo que no lo arrisque todo por rescatarse y tornar a su tierra. Y pues éste es el verdadero camino, no hay que parar en él, que nunca acabaremos de ganar tan gran tesoro, hasta que se nos acabe la vida. El Señor nos dé para esto su favor.

Rompa vuestra merced esto que he dicho, si le pareciere, y tómelo por carta para sí, y perdóneme, que he estado muy atrevida (29).

NOTAS CAPÍTULO 16


A este tercer grado de oración le dedica los cc. 16-17.

-Volverá a tratarlo muy de pasada en el lugar paralelo de Moradas 4, 3, 11; Rel 5, 5; Conc. 4, 4; Fund. 6, 1.

1 Términos técnicos: "sueño de las potencias", para designar un grado de oración "pre-extática", en el que las potencias "no se pierden del todo" (como en el éxtasis). - "Cómo obran": cf. c. 10, 1.

2 En orden: "da el agua de la gracia a la garganta de esta alma".

3 "Con" la candela, corrigió uno de los censores. Fray Luis admitió la corrección (p. 184). La Santa alude al uso de su tiempo en el modo de administrar la Unción de los enfermos.

4 Un morir... y estar gozando: recurso a la paradoja para expresar la experiencia mística. Aquí mismo: "gozar aquella agonía". - Recurso expresivo que abunda en todo el capítulo: "desasosiego sabroso" (3), "dice mil desatinos... atinando" (4), "tan sabrosa pena" (4), "tormentos... sabrosos" (4), "santa locura celestial" (4), "delgada y pesadísima cruz" (5) ...

5 Se ría, escribió la Santa por lapsus de pluma. Leemos como fray Luis (p. 184).

6 Serían sus experiencias de oración en los años 1559/1560.

7 Sigue aludiendo al P. García de Toledo. Como en el n. 6 y al final del capítulo. Aquí aparece no tanto como mandante censor, sino como discípulo necesitado de ayuda.

8 Como desatinada y embriagada en amor: tres imágenes de origen psicológico utilizadas en el capítulo, son: el sueño, la embriaguez, la locura de amor. Dentro de esta última, el "desatino". En los Conceptos (4, 3-4) dirá: "borrachez divina", "sueño y embriaguez celestial (en que) queda como cosa espantada y embobada y con un santo desatino". - En ambos pasajes (de Vida y de Conc.) el "como" ("como desatinada", "como cosa espantada") no tiene función críptica, sino comparativa o aproximativa.

9 Unidas las potencias: "unidas" en su acepción técnica: en unión mística con Dios o con el objeto amado o contemplado.

10 Con mucho estudio: esfuerzo, trabajo.

11 Alude a la parábola de la moneda perdida: Lc. 15, 9.

12 Libro 2 de los Reyes 6, 14. - En el calendario litúrgico de los Carmelitas, aprobado por el capítulo general de 1564, la festividad del Rey David figura el 29 de diciembre. - En la lista de Santos preferidos "que ella traía escrita", figura "el Rey David" (Ribera, p. 425). - En su breviario, la fiesta de San David, rey y profeta, figuraba el 30 de diciembre.

13 Yo sé persona (conozco una persona): Ella misma. Expresión que utilizará numerosas veces en las Moradas para mantener el anonimato (M. 1, 2, 2...). La frase parece un remedo de la usada por San Pablo (2 Cor 12, 2) para contar su rapto "al tercer cielo". - Para esas fechas (1565), ya la Santa había compuesto al menos el poema "Oh hermosura que excedéis" (carta a Lorenzo de Cepeda, del 2.1.1577).

14 "Casi" nada: corrigió Báñez en el autógrafo, por escrúpulo teológico. Fray Luis no lo siguió (p. 186).

15 Cuando esto escribo: escribe bajo los efectos de la gracia mística recibida esa misma mañana (cf. n. 6). - Es su mejor recurso literario ante lo inefable del tema místico. Recuérdese lo dicho en el c. 14, n. 8, nota 24.

16 Fuera de: a excepción de.

17 Vive contra natura: expresión escolástica equivalente a "contra la inclinación natural". - No vivir en sí sino en Vos: reminiscencia del pasaje de San Pablo: "vivo yo, mas no yo..." (Gal. 2, 20). Ya lo ha testificado de sí misma en el c. 6, 9. - Tema místico que celebrará en su poema "Vivo sin vivir en mí" (1ª estrofa).

18 Viendo, escribió la Santa. Parece un claro lapsus (por haplografía). Así lo entendió fray Luis (p. 188). La lectura "viendo" tiene difícil sentido. - Sigue: cargarse muy más pesada cruz.

19 Oh hijo mío: se dirige al P. García de Toledo. Esta frase fue retocada en el autógrafo, y casi toda la siguiente borrada, de suerte que se leyese: "Oh Padre mío, a quien esto va dirigido", omitiendo "que es tan humilde, que así se quiere nombrar (hijo)". Autora de la enmienda parece ser la misma Santa, que borrará otra expresión similar al fin de este n. 6. - Fray Luis prefirió en ambos casos el texto primitivo) pp. 188-189).

20 Salgo de términos: como "salir de propósito" (cf. 13, 22), pero implicando el "salir de razón" de la frase siguiente: "cuando el Señor me saca de mí / y de razón".

21 Sueño lo que veo": nótese la relación con el tema del capítulo, "sueño de potencias". Volverá a testificar esa su situación psicológica y espiritual en el c. final: "hame dado una manera de sueño en la vida, que casi siempre me parece estoy soñando lo que veo" (40, 22; y c. 38, 7).

22 También lo es como hijo: tachadas por la mima Santa. Cf. nota 19.

23 Los cinco que al presente nos amamos en Cristo: es el grupo de íntimos de esas fechas: 1562-1565. Lo forman: García de Toledo, F. de Salcedo, D. Báñez... y quizás P. Ibáñez (aún en vida), el maestro Daza y Doña Guiomar de Ulloa.

24 En estos tiempos se juntaban en secreto contra S.M: probable alusión a Agustín Cazalla y sus adeptos, sospechosos de herejía, condenados en el auto de fe del 24.5.1559. (Cf. el testimonio de Ana de Jesús en los procesos de la Santa: BMC, t. 18, p. 471-472).

25 Digo "en secreto": pequeña confusión de la Santa. "En secreto", ha dicho que se reunían otros "para maldades". No "los cinco".

26 Al margen apostilló Báñez con cierta ironía: "legant praedicatores".

27 Arriscado: arriesgado. Lo usará de nuevo en el n. siguiente.

28 Cautiverio... vivir: la "vida-cárcel", es tema que reaparecerá en el poema "Vivo sin vivir en mí". Cf. Vida, 20, 25; 21, 6: "el cautiverio que traemos en los cuerpos"; y Exc. 17, 3.

29 Esa breve conclusión del capítulo subraya el carácter de ciertos pasajes del libro, escritos a modo de carta reservada para el principal destinatario, P. García de Toledo: cf. 10, 8. A él dirige la encomienda de "quemar" o romper las páginas inconvenientes (ib., y 40, 23).

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MensajePublicado: Jue May 01, 2008 3:15 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 17


Prosigue en la misma materia de declarar este tercer grado de oración. Acaba de declarar los efectos que hace. Dice el daño (1) que aquí hace la imaginación y memoria.


1. Razonablemente está dicho de este modo de oración y lo que ha de hacer el alma o, por mejor decir, hace Dios en ella, que es el que toma ya el oficio de hortelano y quiere que ella huelgue. Sólo consiente la voluntad en aquellas mercedes que goza. Y se ha de ofrecer a todo lo que en ella quisiere hacer la verdadera sabiduría, porque es menester ánimo, cierto. Porque es tanto el gozo, que parece algunas veces no queda un punto para acabar el ánima de salir de este cuerpo. ¡Y qué venturosa muerte sería!

2. Aquí me parece viene bien, como a vuestra merced se dijo (2), dejarse del todo en los brazos de Dios. Si quiere llevarla al cielo, vaya; si al infierno, no tiene pena, como vaya con su Bien; si acabar del todo la vida, eso quiere; si que viva mil años, también. Haga Su Majestad como de cosa propia; ya no es suya el alma de sí misma; dada está del todo al Señor; descuídese del todo.

Digo que en tan alta oración como ésta, que cuando la da Dios al alma puede hacer todo esto. Y mucho más que éstos son sus efectos. Y entiende que lo hace sin ningún cansancio del entendimiento. Sólo me parece está como espantada (3) de ver cómo el Señor hace tan buen hortelano y no quiere que tome él trabajo ninguno, sino que se deleite en comenzar a oler las flores; que en una llegada de éstas, por poco que dure, como es tal el hortelano, en fin criador del agua, dala sin medida, y lo que la pobre del alma con trabajo por ventura (4) de veinte años de cansar el entendimiento no ha podido acaudalar, hácelo este hortelano celestial en un punto (5), y crece la fruta y madúrala de manera que se puede sustentar de su huerto, queriéndolo el Señor. Mas no le da licencia que reparta la fruta, hasta que él esté tan fuerte con lo que ha comido de ella, que no se le vaya en gustaduras (6) y no dándole nada de provecho ni pagándosela a quien la diere (7), sino que los mantenga y dé de comer a su costa, y quedarse ha él por ventura muerto de hambre.

Esto bien entendido va para tales entendimientos (8), y sabránlo aplicar mejor que yo lo sabré decir, y cánsome.

3. En fin, es que las virtudes quedan ahora más fuertes que en la oración de quietud pasada, que el alma no las puede ignorar (9), porque se ve otra y no sabe cómo. Comienza a obrar grandes cosas con el olor que dan de sí las flores, que quiere el Señor se abran para que ella vea (10) que tiene virtudes, aunque ve muy bien que no las podía ella ni ha podido ganar en muchos años, y que en aquello poquito el celestial hortelano se las dio. Aquí es muy mayor la humildad y más profunda que al alma queda, que en lo pasado; porque ve más claro que poco ni mucho hizo, sino consentir que la hiciese el Señor mercedes y abrazarlas la voluntad.

Paréceme este modo de oración unión muy conocida de toda el alma con Dios, sino que parece quiere Su Majestad dar licencia a las potencias para que entiendan y gocen de lo mucho que obra allí (11).

4. Acaece algunas y muy muchas veces, estando unida la voluntad (para que vea vuestra merced puede ser esto, y lo entienda cuando lo tuviere; al menos a mí trájome tonta, y por eso lo digo aquí), vese claro (12) y entiéndese que está la voluntad atada y gozando; digo que "se ve claro", y en mucha quietud está sola la voluntad, y está por otra parte el entendimiento y memoria (13) tan libres, que pueden tratar en negocios y entender en obras de caridad.

Esto, aunque parece todo uno, es diferente de la oración de quietud que dije (14), en parte, porque allí está el alma que no se querría bullir ni menear, gozando en aquel ocio santo de María; en esta oración puede también ser Marta (15). Así que está casi obrando juntamente en vida activa y contemplativa, y entender en obras de caridad y negocios que convengan a su estado, y leer, aunque no del todo están señores de sí, y entienden bien que está la mejor parte del alma en otro cabo. Es como si estuviésemos hablando con uno y por otra parte nos hablase otra persona, que ni bien estaremos en lo uno ni bien en lo otro.

Es cosa que se siente muy claro y da mucha satisfacción y contento cuando se tiene, y es muy gran aparejo para que, en teniendo tiempo de soledad o desocupación de negocios, venga el alma a muy sosegada quietud. Es un andar como una persona que está en sí satisfecha, que no tiene necesidad de comer, sino que siente el estómago contento, de manera que no a todo manjar arrostraría; mas no tan harta que, si los ve buenos, deje de comer de buena gana. Así, no le satisface ni querría entonces contento del mundo, porque en sí tiene el que le satisface más: mayores contentos de Dios, deseos de satisfacer su deseo, de gozar más, de estar con El. Esto es lo que quiere.

5. Hay otra manera de unión, que aún no es entera unión, mas es más que la que acabo de decir, y no tanto como la que se ha dicho de esta tercera agua (16).

Gustará vuestra merced mucho, de que el Señor se las dé todas si no las tiene ya, de hallarlo escrito y entender lo que es. Porque una merced es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entender cómo es (17). Y aunque no parece es menester más de la primera, para no andar el alma confusa y medrosa e ir con más ánimo por el camino del Señor llevando debajo de los pies todas las cosas del mundo, es gran provecho entenderlo y merced; que por cada una es razón alabe mucho al Señor quien la tiene, y quien no, porque la dio Su Majestad a alguno de los que viven, para que nos aprovechase a nosotros.

Ahora pues, acaece muchas veces esta manera de unión que quiero decir (en especial a mí, que me hace Dios esta merced de esta suerte muy muchas), que coge Dios la voluntad y aun el entendimiento, a mi parecer, porque no discurre, sino está ocupado gozando de Dios, como quien está mirando y ve tanto que no sabe hacia dónde mirar; uno por otro se le pierde de vista, que no dará señas de cosa. La memoria queda libre, y junto con la imaginación (18) debe ser; y ella, como se ve sola, es para alabar a Dios la guerra que da y cómo procura desasosegarlo todo. A mí cansada me tiene y aborrecida la tengo, y muchas veces suplico al Señor, si tanto me ha de estorbar, me la quite en estos tiempos. Alguna veces le digo: "¿Cuándo, mi Dios, ha de estar ya toda junta mi alma en vuestra alabanza y no hecha pedazos, sin poder valerse a sí?". Aquí veo el mal que nos causa el pecado, pues así nos sujetó a no hacer lo que queremos de estar siempre ocupados en Dios.

6. Digo que me acaece a veces (19) y hoy ha sido la una, y así lo tengo bien en la memoria que veo deshacerse mi alma, por verse junta donde está la mayor parte (20), y ser imposible, sino que le da tal guerra la memoria e imaginación que no la dejan valer; y como faltan las otras potencias, no valen, aun para hacer mal, nada. Harto hacen en desasosegar. Digo "para hacer mal", porque no tienen fuerza ni paran en un ser (21). Como el entendimiento no la ayuda poco ni mucho a lo que le representa, no para en nada, sino de uno en otro, que no parece sino de estas maripositas de las noches, importunas y desasosegadas: así anda de un cabo a otro. En extremo me parece le viene al propio esta comparación, porque aunque no tiene fuerza para hacer ningún mal, importuna a los que la ven.

Para esto no sé qué remedio haya, que hasta ahora no me le ha dado Dios a entender; que de buena gana le tomaría para mí, que me atormenta, como digo (22), muchas veces. Represéntase aquí nuestra miseria, y muy claro el gran poder de Dios; pues ésta, que queda suelta, tanto nos daña y nos cansa, y las otras que están con Su Majestad, el descanso que nos dan.

7. El postrer remedio que he hallado, a cabo de haberme fatigado hartos años, es lo que dije en la oración de quietud: (23) que no se haga caso de ella más que de un loco, sino dejarla con su tema, que sólo Dios se la puede quitar; y, en fin, aquí por esclava queda. Hémoslo de sufrir con paciencia, como hizo Jacob a Lía, porque harta merced nos hace el Señor que gocemos de Raquel (24). Digo que "queda esclava", porque, en fin, no puede por mucho que haga traer a sí las otras potencias; antes ellas, sin ningún trabajo, la hacen venir muchas veces a sí. Algunas, es Dios servido de haber lástima de verla tan perdida y desasosegada, con deseo de estar con las otras, y consiéntela Su Majestad se queme en el fuego de aquella vela divina, donde las otras están ya hechas polvo, perdido su ser natural, casi estando sobrenatural (25), gozando tan grandes bienes.

8. En todas estas maneras que de esta postrera agua de fuente he dicho (26), es tan grande la gloria y descanso del alma, que muy conocidamente aquel gozo y deleite participa de él el cuerpo, y esto muy conocidamente, y quedan tan crecidas las virtudes como he dicho (27).

Parece ha querido el Señor declarar estos estados en que se ve el alma, a mi parecer, lo más que (28) acá se puede dar a entender. Trátelo vuestra merced (29) con persona espiritual que haya llegado aquí y tenga letras. Si le dijere que está bien, crea que se lo ha dicho Dios y téngalo en mucho a Su Majestad; porque, como he dicho (30), andando el tiempo se holgará mucho de entender lo que es, mientras no le diere la gracia (aunque se la dé de gozarlo) para entenderlo. Como le haya dado Su Majestad la primera (31), con su entendimiento y letras lo entenderá por aquí.

Sea alabado por todos los siglos de los siglos por todo, amén.


NOTAS

1 En el autógrafo otra mano tachó daño, y escribió impredimento. - Fray Luis trascribió daño (p. 190).

2 Sigue dirigiéndose a García de Toledo. Nuevas alusiones a los nn. 2 (al final), 4 y 8. - Como a v.m. se dijo: probable alusión a pláticas espirituales tenidas con él.

3 Está como espantada el alma. - Refiriéndose a la misma alma, escribirá a continuación varias veces él por ella.

4 Con trabajo por ventura: quizás con trabajo de... (de nuevo al final del párrafo). - Los veinte años de cansar el entendimiento en la oración: alude nuevamente al caso personal de la Santa (cf. 4, 3; 4, 7; 4, 9, etc...).

5 En un punto: en un momento.

6 Gustaduras: gastar en catar, o en dar a probar.

7 Ni pagándosela (a ella, aquel) a quien se la diere... Sigue desarrollando la imagen-refrán de las "gustaduras".

8 Bien entendido, es decir, bien explicado o dado a entender (cf. 19, 13). - Por tales entendimientos: bondadosa alusión a los "inteligentes letrados" con quienes viene dialogando (cf. 15, 16: "letrados muy letrados").

9 Que el alma no las puede ignorar: palabras tachadas en el autógrafo por Báñez (?), quien redondeó así la frase: "porque se ve otra (el alma)". Fray Luis descifró las palabras tachadas y las mantuvo en su texto (p. 192). La corrección de Báñez está motivada por un escrúpulo teológico: era arriesgado afirmar que el alma posee la certeza de sus propias virtudes sobrenaturales. Idéntico purismo teológico motivó las tres correcciones que siguen en este n. y en el siguiente.

10 Para que ella vea: Báñez (?) enmendó el "vea" en "crea". - Fray Luis adoptó la enmienda de Báñez (p. 192). Se trata de tener certeza y evidencia, o no tenerlas. - La Santa es constante en afirmar que "ve muy bien", "ve más claro" (en este mismo n.), o "se ve claro" (en el n. 4).

11 Quiere decir: esta oración es unión de toda el alma, pero las potencias de ella, aunque unidas, no se suspenden, sino que "entienden y gozan" de lo que Dios "obra" en ellas.

12 Vese claro: Báñez (?) intentó un arreglo de estas palabras, y luego las borró. Fray Luis optó por trascribir: "conócese" (p. 193). - Idéntica situación en la línea siguiente: la Santa reafirma que "se ve claro"; Báñez lo tacha; fray Luis trascribe "digo que se conoce" (ib.). - Sigue de por medio el escrúpulo teológico de la certeza de lo sobrenatural debatida en el Concilio de Trento.

13 Entendimiento y memoria: o bien "imaginación y memoria", como anticipó en el título del capítulo, y de nuevo en los nn. 5 y 6. En Moradas 5, 3, 10 confesará que no sabe "entender las diferencias de potencias e imaginación".

14 Lo dijo en c. 14, n. 2.

15 El sentido es: allí (en la oración de quietud: c. 14, 2) está... en ocio... de María: en cambio, en esta oración (del c. 17) es también Marta, juntando vida activa y contemplativa. - Alusión al pasaje evangélico de Lc. 10, 38-42. - María y Marta simbolizan tradicionalmente "contemplación y acción".

16 Distingue, por tanto, tres maneras de unión: la que acaba de decir (grado ínfimo: n. 4), otra superior, pero que aún no es "entera unión" (n. 5), y la unión plena ("entera unión") de que habló en el c. 16 (= 3ª agua). Gustará v.m.: alude a García de Toledo.

17 Interesante gradación de "tres gracias" o triple dotación, desde la experiencia mística hasta la expresión literaria: experimentar, entender, expresar. En la moderna psicología corresponden a los tres momentos: sentir, entender, comunicar. Parcial coincidencia con un texto de Osuna en el "Tercer Abecedario", tr. 3, c. 2. Cf. c. 12, nota 24.

18 Memoria... imaginación: cf. supra, nota 13. - Ella... se ve sola: alusión a la imaginación.

19 Lo venía diciendo en el n. 5. - Hoy ha sido una de esas veces.

20 Es decir: desea vivamente que toda su alma se halle unida (o reunida) allí donde está la mayor parte del alma misma. En el n. 4 había asegurado "entender bien que está la mejor parte del alma en otro cabo..."

21 Ni paran en un ser: carecen de estabilidad (cf. c. 5, nota 16). - A continuación: no para en nada, aludiendo a "memoria e imaginación". (Cf. c. 14, n. 3: "memoria o imaginación").

22 Como digo: en el n. 5.

23 Dije en la oración de quietud: c. 14, 3; c. 15, nn. 6.7 y 9, aunque allí parece referirse al entendimiento, pero téngase en cuenta el oscilante léxico psicológico de la Santa (cf. Moradas, 4, c. 1, título). - Dejarla con su tema, que sólo Dios se "la" puede quitar: la tema (femenino).

24 Lía y Raquel: alusión a Génesis 29, 16 ss. Lía y Raquel, como Marta y María, simbolizan la vida activa y la contemplativa.

25 Casi estando sobrenatural: uso adverbial del adjetivo "sobrenatural", como hará en otros pasajes (c. 28, nn. 2 y 9; 29, 7; y Moradas 6, 4, 8). - El "casi" lo añadió la Santa en un segundo momento al margen del ms. (evidente eco de los escrúpulos de sus teólogos asesores). Fray Luis trascribió: "casi perdido su ser natural estando sobrenaturalmente" (p. 197). - En la serie de imágenes: "se queme en el fuego de aquella vela divina", "están hechas polvo", "perdido su ser natural"... se intenta describir un estado místico a base de la comparación con la mariposa importuna de las noches, apenas desarrollada en el n. anterior, y que luego utilizará en el c. 18, n. 14, y más ampliamente en las Moradas quintas y sextas.

26 En el n. 5. Ver nota 16.

27 En el c. 16, 3; y 17, 2-3.

28 Lo más que acá se puede dar a entender: Báñez (?) tachó "lo más que" y escribió en el autógrafo: "como acá se puede...". Fray Luis fue fiel al autógrafo (p. 198).

29 Vuestra merced: como al principio del capítulo, alude a García de Toledo. Inicia así el epílogo del cap., como en otros casos (cf. 16, 8).

30 En los nn. 4 y 5.

31 Como le haya dado S.M. la primera gracia: alude a las tres gracias mencionadas en el n. 5 (nota 17).

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MensajePublicado: Mar May 06, 2008 12:03 am    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 18



En que trata del cuarto grado de oración. * Comienza a declarar por excelente manera la gran dignidad en que el Señor pone al alma que está en este estado. Es para animar mucho a los que tratan oración, para que se esfuercen a llegar a tan alto estado, pues se puede alcanzar en la tierra, aunque no por merecerlo, sino por la bondad del Señor. Léase con advertencia, porque se declara por muy delicado modo y tiene cosas mucho de notar (1).



1. El Señor me enseñe palabras cómo se pueda decir algo de la cuarta agua (2). Bien es menester su favor, aun más que para la pasada; porque en ella (3) aún siente el alma no está muerta del todo, que así lo podemos decir, pues lo está al mundo; mas, como dije (4), tiene sentido para entender que está en él y sentir su soledad, y aprovéchase de lo exterior para dar a entender lo que siente, siquiera por señas.

En toda la oración y modos de ella que queda dicho, alguna cosa trabaja el hortelano; aunque en estas postreras va el trabajo acompañado de tanta gloria y consuelo del alma, que jamás querría salir de él, y así no se siente por trabajo, sino por gloria.

Acá (5) no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza. Entiéndese que se goza un bien, adonde juntos se encierran todos los bienes, mas no se comprende este bien. Ocúpanse todos los sentidos en este gozo, de manera que no queda ninguno desocupado para poder (6) en otra cosa, exterior ni interiormente.

Antes dábaseles licencia para que, como digo, hagan algunas muestras del gran gozo que sienten; acá el alma goza más sin comparación, y puédese dar a entender muy menos, porque no queda poder en el cuerpo, ni el alma le tiene para poder comunicar aquel gozo. En aquel tiempo todo le sería gran embarazo y tormento y estorbo de su descanso; y digo que si es unión de todas las potencias, que, aunque quiera estando en ello digo no puede, y si puede, ya no es unión (7).

2. El cómo es ésta que llaman unión (8) y lo que es, yo no lo sé dar a entender. En la mística teología se declara, que yo los vocablos no sabré nombrarlos, ni sé entender qué es mente, ni qué diferencia tenga del alma o espíritu tampoco; (9) todo me parece una cosa, bien que el alma alguna vez sale de sí misma, a manera de un fuego que está ardiendo y hecho llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu; esta llama sube muy arriba del fuego, mas no por eso es cosa diferente, sino la misma llama que está en el fuego.

Esto vuestras mercedes lo entenderán que yo no lo sé más decir con sus letras (10). Lo que yo pretendo declarar es qué siente el alma cuando está en esta divina unión.

3. Lo que es unión ya se está entendido, que es dos cosas divisas hacerse una. ¡Oh Señor mío, qué bueno sois! ¡Bendito seáis para siempre! ¡Alaben os, Dios mío, todas las cosas, que así nos amasteis, de manera que con verdad podamos hablar de esta comunicación que aun en este destierro tenéis con las almas!; y aun con las que son buenas es gran largueza y magnanimidad. En fin, vuestra, Señor mío, que dais como quien sois. ¡Oh largueza infinita, cuán magníficas son vuestras obras! (11) Espanta a quien no tiene ocupado el entendimiento en cosas de la tierra, que no tenga ninguno para entender verdades. Pues que hagáis a almas que tanto os han ofendido mercedes tan soberanas, cierto, a mí me acaba el entendimiento (12), y cuando llego a pensar en esto, no puedo ir adelante. ¿Dónde ha de ir que no sea tornar atrás? Pues daros gracias por tan grandes mercedes, no sabe cómo. Con decir disparates me remedio algunas veces.

4. Acaéceme muchas, cuando acabo de recibir estas mercedes o me las comienza Dios a hacer (que estando en ellas ya he dicho que no hay poder hacer nada), decir: "Señor, mirad lo que hacéis, no olvidéis tan presto tan grandes males míos; ya que para perdonarme lo hayáis olvidado, para poner tasa en las mercedes os suplico se os acuerde. No pongáis, Criador mío, tan precioso licor en vaso tan quebrado (13), pues habéis ya visto de otras veces que le torno a derramar. No pongáis tesoro semejante adonde aún no está como ha de estar perdida del todo la codicia de consolaciones de la vida, que lo gastará mal gastado. ¿Cómo dais la fuerza de esta ciudad y llaves de la fortaleza de ella a tan cobarde alcaide, que al primer combate de los enemigos los deja entrar dentro? No sea tanto el amor, oh Rey eterno, que pongáis en aventura joyas tan preciosas. Parece, Señor mío, se da ocasión para que se tengan en poco, pues las ponéis en poder de cosa tan ruin, tan baja, tan flaca y miserable, y de tan poco tomo, que ya que trabaje por no las perder con vuestro favor (y no es menester pequeño, según yo soy), no puede dar con ellas a ganar a nadie; en fin, mujer, y no buena, sino ruin. Parece que no sólo se esconden los talentos, sino que se entierran (14), en ponerlos en tierra tan astrosa. No soléis Vos hacer, Señor, semejantes grandezas y mercedes a un alma, sino para que aproveche a muchas. Ya sabéis, Dios mío, que de toda voluntad y corazón os lo suplico y he suplicado algunas veces, y tengo por bien de perder el mayor bien que se posee en la tierra, por que las hagáis Vos a quien con este bien más aproveche, porque crezca vuestra gloria" (15).

5. Estas y otras cosas me ha acaecido decir muchas veces. Veía después mi necedad y poca humildad. Porque bien sabe el Señor lo que conviene, y que no había fuerzas en mi alma para salvarse, si Su Majestad con tantas mercedes no se las pusiera.

6. También pretendo decir las gracias y efectos que quedan en el alma (16), y qué es lo que puede de suyo hacer, o si es parte para llegar a tan gran estado.

7. Acaece venir este levantamiento de espíritu o juntamiento con el amor celestial: que, a mi entender, es diferente la unión del levantamiento en esta misma unión (17). A quien no lo hubiere probado lo postrero (18), parecerle ha que no; y a mi parecer, que con ser todo uno, obra el Señor de diferente manera; y en el crecimiento del desasir de las criaturas, más mucho en el vuelo del espíritu. Yo he visto claro ser particular merced, aunque, como digo, sea todo uno o lo parezca; mas un fuego pequeño también es fuego como un grande, y ya se ve la diferencia que hay de lo uno a lo otro: en un fuego pequeño, primero que un hierro pequeño se hace ascua, pasa mucho espacio; mas si el fuego es grande, aunque sea mayor el hierro, en muy poquito pierde del todo su ser, al parecer (19). Así me parece es en estas dos maneras de mercedes del Señor, y sé que quien hubiere llegado a arrobamientos lo entenderá bien. Si no lo ha probado, parecerle ha desatino, y ya puede ser; porque querer una como yo hablar en una cosa tal y dar a entender algo de lo que parece imposible aun haber palabras con que lo comenzar (20), no es mucho que desatine.

8. Mas creo esto del Señor (que sabe Su Majestad que, después de obedecer, es mi intención engolosinar las almas de un bien tan alto) que me ha en ello de ayudar. No diré cosa que no la haya experimentado mucho (21). Y es así que cuando comencé esta postrera agua a escribir, que me parecía imposible saber tratar cosa más que hablar en griego, que así es ello dificultoso. Con esto, lo dejé y fui a comulgar. ¡Bendito sea el Señor que así favorece a los ignorantes! ¡Oh virtud de obedecer, que todo lo puedes!: aclaró Dios mi entendimiento, unas veces con palabras y otras poniéndome delante cómo lo había de decir, que, como hizo en la oración pasada (22), Su Majestad parece quiere decir lo que yo no puedo ni sé.

Esto que digo es entera verdad, y así lo que fuere bueno es suya la doctrina; lo malo, está claro es del piélago de los males, que soy yo. Y así, digo que si hubiere personas que hayan llegado a las cosas de oración que el Señor ha hecho merced a esta miserable que debe haber muchas y quisiesen tratar estas cosas conmigo, pareciéndoles descaminadas, que ayudara el Señor a su sierva para que saliera con su verdad adelante.

9. Ahora, hablando de esta agua que viene del cielo para con su abundancia henchir y hartar todo este huerto de agua, si nunca dejara, cuando lo hubiera menester, de darlo el Señor, ya se ve qué descanso tuviera el hortelano. Y a no haber invierno, sino ser siempre el tiempo templado, nunca faltaran flores y frutas; ya se ve qué deleite tuviera; mas mientras vivimos es imposible: siempre ha de haber cuidado de cuando faltare la una agua procurar la otra (23). Esta del cielo viene muchas veces cuando más descuidado está el hortelano. Verdad es que a los principios casi siempre es después de larga oración mental, que de un grado en otro viene el Señor a tomar esta avecita y ponerla en el nido para que descanse (24). Como la ha visto volar mucho rato, procurando con el entendimiento y voluntad y con todas sus fuerzas buscar a Dios y contentarle, quiérela dar el premio aun en esta vida. ¡Y qué gran premio!, que basta un momento para quedar pagados todos los trabajos que en ella puede haber.

10. Estando así el alma buscando a Dios, siente con un deleite grandísimo y suave casi desfallecer toda con una manera de desmayo que le va faltando el huelgo (25) y todas las fuerzas corporales, de manera que, si no es con mucha pena, no puede aun menear las manos; los ojos se le cierran sin quererlos cerrar, o si los tiene abiertos, no ve casi nada; ni, si lee, acierta a decir letra, ni casi atina a conocerla bien; ve que hay letra, mas, como el entendimiento no ayuda, no la sabe leer aunque quiera; oye, mas no entiende lo que oye. Así que de los sentidos no se aprovecha nada, si no es para no la acabar de dejar a su placer; y así antes la dañan. Hablar es por demás, que no atina a formar palabra, ni hay fuerza, ya que atinase, para poderla pronunciar; porque toda la fuerza exterior se pierde y se aumenta en las del alma para mejor poder gozar de su gloria. El deleite exterior que se siente es grande y muy conocido (26).

11. Esta oración no hace daño, por larga que sea. Al menos a mí nunca me le hizo, ni me acuerdo hacerme el Señor ninguna vez esta merced, por mala que estuviese, que sintiese mal, antes quedaba con gran mejoría. Mas ¿qué mal puede hacer tan gran bien? Es cosa tan conocida las operaciones exteriores, que no se puede dudar que hubo gran ocasión, pues así quitó las fuerzas con tanto deleite para dejarlas mayores.

12. Verdad es que a los principios pasa en tan breve tiempo al menos a mí así me acaecía, que en estas señales exteriores ni en la falta de los sentidos no se da tanto a entender cuando pasa con brevedad. Mas bien se entiende en la sobra (27) de las mercedes que ha sido grande la claridad del sol que ha estado allí, pues así la ha derretido. Y nótese esto, que a mi parecer por largo que sea el espacio de estar el alma en esta suspensión de todas las potencias, es bien breve: cuando estuviese media hora, es muy mucho; yo nunca, a mi parecer, estuve tanto. Verdad es que se puede mal sentir lo que se está, pues no se siente; mas digo que de una vez es muy poco espacio sin tornar alguna potencia en sí. La voluntad es la que mantiene la tela (28), mas las otras dos potencias presto tornan a importunar. Como la voluntad está queda, tórnalas a suspender y están otro poco y tornan a vivir.

13. En esto se puede pasar algunas horas de oración y se pasan. Porque, comenzadas las dos potencias a emborrachar y gustar de aquel vino divino, con facilidad se tornan a perder de sí para estar muy más ganadas (29), y acompañan a la voluntad y se gozan todas tres. Mas este estar perdidas del todo y sin ninguna imaginación en nada que a mi entender también se pierde del todo digo que es breve espacio; aunque no tan del todo tornan en sí que no pueden estar algunas horas como desatinadas, tornando de poco en poco a cogerlas Dios consigo.

14. Ahora vengamos a lo interior de lo que el alma aquí siente. ¡Dígalo quien lo sabe, que no se puede entender, cuánto más decir!

Estaba yo pensando cuando quise escribir esto, acabando de comulgar y de estar en esta misma oración que escribo, qué hacía el alma en aquel tiempo. Díjome el Señor estas palabras: Deshácese toda, hija, para ponerse más en Mí. Ya no es ella la que vive, sino Yo (30). Como no puede comprender lo que entiende, es no entender entendiendo.

Quien lo hubiere probado entenderá algo de esto, porque no se puede decir más claro, por ser tan oscuro lo que allí pasa. Sólo podré decir que se representa estar junto con Dios, y queda una certidumbre que en ninguna manera se puede dejar de creer. Aquí faltan todas las potencias y se suspenden de manera que en ninguna manera como he dicho (31) se entiende que obran. Si estaba pensando en un paso (32), así se pierde de la memoria como si nunca la hubiera habido de él. Si lee, en lo que leía no hay acuerdo, ni parar. Si rezar, tampoco (33). Así que a esta mariposilla importuna de la memoria aquí se le queman las alas: (34) ya no puede más bullir. La voluntad debe estar bien ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no se entiende cómo entiende; al menos no puede comprender nada de lo que entiende. A mí no me parece que entiende, porque como digo no se entiende. ¡Yo no acabo de entender esto!

15. Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que no sabía que estaba Dios en todas las cosas. Y como me parecía estar tan presente, parecíame imposible. Dejar de creer (35) que estaba allí no podía, por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer; porque, como digo, parecíame estar presente, y así andaba con pena. Un gran letrado de la Orden del glorioso Santo Domingo (36) me quitó de esta duda, que me dijo estar presente, y cómo se comunicaba con nosotros, que me consoló harto.

Es de notar y entender que siempre esta agua del cielo, este grandísimo favor del Señor, deja el alma con grandísimas ganancias, como ahora diré.



NOTAS CAPÍTULO 18


Del cuarto grado de oración ("cuarta agua", n. 1) tratará en los cc. 18-21. Vuelve a apoyarse en el símil del huerto, el hortelano y el agua: "la cuarta agua" es lluvia del cielo (11, 7), que temáticamente corresponde a la oración o estado místico de "éxtasis" (nn. 10-14), aunque ese término sólo comparezca más adelante (c. 20, 1.28; 21, 12; 28, 9; 29, 14). - Más ampliamente desarrollará el tema en las Moradas quintas, sextas y séptimas, y en los cc. 5-7 de Conceptos.



1 Uno de los censores -probablemente el P. Báñez- tachó en el autógrafo las palabras por excelente manera y léase con advertencia, porque se declara por muy delicado modo y tiene cosas mucho de notar, tal vez molestado por el autoelogio que contienen. Fray Luis no llegó a tanto, pero todavía accedió a omitir el último miembro ("porque... notar", p. 198). Sin embargo las expresiones tachadas constituyen un hermoso ejemplo de la ingenuidad con que la Autora extendía el título de los capítulos de sus libros. Compárese con los epígrafes de los cc. 14, 16, 19, 20, 21, 22, 55, etc. y casi todos los de las Moradas.

2 Es menester su favor: recurso a una actitud profundamente religiosa, al entrar en lo hondo del tema místico. Compárese con un gesto similar en el lugar paralelo de las Moradas V 1, 1. Tiene intención mistagógica: no tratar el tema místico de forma doctrinaria sino vivencial.

3 En ella: en la pasada, o tercera agua.

4 Como dije: en el c. 16, 3 (cf. c. 17, nota 11).

5 Acá: en esta "cuarta agua". Igual paralelismo entre 3ª y 4ª agua, se establecerá más abajo: "antes" (3ª agua), "acá" (4ª agua).

6 Para poder ocuparse.

7 No puede (ocuparse), y si puede ocuparse o comunicarlo...

8 Esta que llaman unión: la Santa se remite a la nomenclatura en uso, leída por ella misma en los libros de Osuna, Laredo, Bernabé de Palma. Cf. c. 14, 1: "oración que llaman de quietud"; y 20, 1: "vuelo que llaman de espíritu... y también se llama éxtasis".

9 Sobre la "diferencia entre alma y espíritu", cf. Moradas 7, 1, título y M. 7, 2, 9-11.

10 En buen orden: "esto vuestras mercedes lo entenderán con sus letras, que yo no lo sé decir mejor". Así fray Luis (p. 200). - Alude a los "letrados" destinatarios del libro.

11 Reminiscencia de los salmos 91, 6; 103, 24.

12 A mí me acaba el entendimiento: me lo desborda, agota su capacidad de entender. O acaso aluda a que "lo saca de sí" (lo acerca al éxtasis): cf. 16, 6.

13 Vaso tan quebrado: reminiscencia probable de la imagen paulina de Cor 4, 7.

14 Talentos... se entierran: alusión a la parábola de los talentos en Mt 25, 81. - Se han sucedido tres imágenes bíblicas: el vaso quebrado, el rey y el fortín, los talentos. - Tierra tan astrosa: imagen de su propia alma. "Astrosa" tiene el doble sentido de "desaseada" y de "infausta" por alusión a los "astros". Cobarruvias la define como "desastrado... que no tiene ningún astro que le favoreciese, y vive toda su vida miserable, abatido y sin que nadie en vida ni en muerte haga caso dél".

15 Repetirá esa idea de dar lo mejor de sí misma: c. 21, 2: dárselo a "los que mandan" o a "los reyes".

16 A "los efectos" que producen estas gracias, dedicará parte del c. 20: nn. 7 y ss.

17 Pasaje de puntuación difícil. - En cuanto al léxico usado por la Santa, nótese que "levantamiento de espíritu", "juntamiento con Dios", "vuelo de espíritu", "arrobamiento", "suspensión" (cf. n. 12), "elevamiento y arrebatamiento" (cf. c. 20 1), son términos análogos, que en el "lenguaje de espíritu" de la Santa equivalen a "éxtasis" (cf. 20, 1), aunque con leves diferencias, que ella explica en la Rel. 5, 7-10, y en M. 6, c. 4. - Nótese además, que la expresión "este levantamiento" equivale a "el levantamiento siguiente, que diré ahora" (véase el "esto" con que comienza el n. 8 y el c. 17, 5). Con todo, enseguida la Santa se distrae con una larga digresión, de suerte que hasta el n. 10 no describirá "este levantamiento" que ahora iba a decir.

18 Había escrito: "a quien no lo hubiere probado todo". Corrigió: "a quien no lo hubiere probado lo postrero". Fray Luis completó la corrección, omitiendo el "lo" (p. 203). - En la frase siguiente: "que con ser", el "que" es redundante: ya fray Luis lo omitió (p. 203).

19 Al parecer: lo añadió la Santa entre líneas para atenuar la afirmación que precede.

20 Palabras con que comenzar a decirlo: alusión a lo inefable de la experiencia mística.

21 Es uno de los criterios literarios, al escribir de tema espiritual. Cf. Camino, pról. 3.

22 En la oración pasada: en la "cuarta agua"; c. 16, 2. En los dos casos se afirma la relación entre "experiencia eucarística" y expresión literaria.

23 Cuando faltare un agua, procurar la otra: cuando falte la oración mística, recurrir a la "oración mental" (primera agua).

24 Vuelve la comparación de "la avecica" (símbolo del alma). La había introducido en el c. 13, 2.

25 Huelgo: respiro. - Comienza aquí la descripción del éxtasis (nn. 10-14).

26 Muy conocido: notorio y perceptible. Como en el n. siguiente: "cosa tan conocida". En la misma acepción ha usado el adverbio "conocidamente" (por ej.: 1, 7; 17, 8) con la connotación de perceptible y experimentado.

27 La sobra de mercedes: abundancia de gracias.

28 Mantener la tela: decíase del principal sostenedor en las justas y torneos. Con esta metáfora expresa la Santa el papel prioritario de la voluntad en esta oración. Ella es la que se mantiene en acción, mientras "las otras potencias" momentáneamente desfallecen.

29 Perderse y ganarse (= recuperarse) las potencias; o bien estar perdidas y tornar en sí, es "el lenguaje de espíritu" ya utilizado en el c. 14, 2 (ver nota 5) y 16, 1, para indicar que las potencias entran en el éxtasis o salen de él.

30 Cf. el texto paulino en Gal. 2, 20.

31 Lo ha dicho en los nn. 10-13. Cf. n. 1.

32 Pensando en un paso: en un pasaje evangélico o de la vida de Jesús.

33 Más bien: si reza, tampoco. (Probable lapsus de pluma).

34 La mariposilla, imagen del alma, o de la imaginación y memoria, ya fue introducida en el c. 17, 6.

35 Creerlo, había escrito, y borró "lo".

36 Fr. Vicente Barrón anota Gracián en su ejemplar. De él ha hablado en el c. 7, 16 s. Del mismo episodio hablará en Moradas 5, 1, 10, utilizando la fórmula de la teología tradicional: "estar en todas las cosas por presencia y potencia y esencia", como en la Rel. 54.

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MensajePublicado: Jue May 08, 2008 10:37 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 19



Prosigue en la misma materia. Comienza a declarar los efectos que hace en el alma este grado de oración. Persuade mucho a que no tornen atrás, aunque después de esta merced tornen a caer, ni dejen la oración. Dice los daños que vendrán de no hacer esto. Es mucho de notar y de gran consolación para los flacos y pecadores.



1. Queda el alma de esta oración y unión con grandísima ternura, de manera que se querría deshacer, no de pena, sino de unas lágrimas gozosas. Hállase bañada de ellas sin sentirlo ni saber cuándo ni cómo las lloró; mas dale gran deleite ver aplacado aquel ímpetu del fuego con agua que le hace más crecer (1).

Parece esto algarabía (2), y pasa así. Acaecídome ha algunas veces en este término de oración estar tan fuera de mí, que no sabía si era sueño o si pasaba en verdad la gloria que había sentido; y de verme llena de agua que sin pena destilaba con tanto ímpetu y presteza que parece lo echaba de sí aquella nube del cielo, veía que no había sino sueño. Esto era a los principios, que pasaba con brevedad.

2. Queda el ánima animosa, que si en aquel punto la hiciesen pedazos por Dios, le sería gran consuelo. Allí son las promesas y determinaciones heroicas, la viveza de los deseos, el comenzar (3) a aborrecer el mundo, el ver muy claro su vanidad, esto muy más aprovechada y altamente que en las oraciones pasadas, y la humildad más crecida; porque ve claro que para aquella excesiva merced y grandiosa no hubo diligencia suya, ni fue parte (4) para traerla ni para tenerla. Vese claro indignísima, porque en pieza adonde entra mucho sol no hay telaraña escondida: ve su miseria. Va tan fuera la vanagloria, que no le parece la podría tener, porque ya es por vista de ojos lo poco o ninguna cosa que puede (5), que allí no hubo casi consentimiento, sino que parece, aunque no quiso, le cerraron la puerta a todos los sentidos para que más pudiese gozar del Señor. Quédase sola con El, ¿qué ha de hacer sino amarle? Ni ve ni oye, si no fuese a fuerza de brazos: poco hay que la agradecer. Su vida pasada se le representa después y la gran misericordia de Dios, con gran verdad y sin haber menester andar a caza el entendimiento (6), que allí ve guisado lo que ha de comer y entender. De sí ve que merece el infierno y que le castigan con gloria. Deshácese en alabanzas de Dios, y yo me querría deshacer ahora. ¡Bendito seáis, Señor mío, que así hacéis de pecina (7) tan sucia como yo, agua tan clara que sea para vuestra mesa! ¡Seáis alabado, oh regalo de los ángeles, que así queréis levantar un gusano tan vil!

3. Queda algún tiempo este aprovechamiento en el alma: puede ya, con entender claro que no es suya la fruta, comenzar a repartir de ella, y no le hace falta a sí (8). Comienza a dar muestras de alma que guarda tesoros del cielo, y a tener deseo de repartirlos con otros, y suplicar a Dios no sea ella sola la rica. Comienza a aprovechar a los prójimos casi sin entenderlo ni hacer nada de sí; ellos lo entienden, porque ya las flores tienen tan crecido el olor, que les hace desear llegarse a ellas. Entienden que tiene virtudes y ven la fruta que es codiciosa. Querríanle ayudar a comer.

Si esta tierra está muy cavada con trabajos y persecuciones y murmuraciones y enfermedades que pocos deben llegar aquí sin esto y si está mullida con ir muy desasida de propio interés, el agua se embebe tanto, que casi nunca se seca; mas si es tierra que aun se está en la tierra y con tantas espinas como yo al principio estaba, y aun no quitada de las ocasiones ni tan agradecida como merece tan gran merced, tórnase la tierra a secar.

Y si el hortelano se descuida y el Señor por sola su bondad no torna a querer llover, dad por perdida la huerta, que así me acaeció a mí algunas veces; que, cierto, yo me espanto y, si no hubiera pasado por mí, no lo pudiera creer.

Escríbolo para consuelo de almas flacas, como la mía, que nunca desesperen ni dejen de confiar en la grandeza de Dios. Aunque después de tan encumbradas, como es llegarlas el Señor aquí, caigan, no desmayen, si no se quieren perder del todo; que lágrimas todo lo ganan: un agua trae otra (9).

4. Una de las cosas por que me animé siendo la que soy a obedecer en escribir esto y dar cuenta de mi ruin vida y de las mercedes que me ha hecho el Señor, con no servirle sino ofenderle, ha sido ésta. Que cierto, yo quisiera aquí tener gran autoridad para que se me creyera esto. Al Señor suplico Su Majestad la dé. Digo que no desmaye nadie de los que han comenzado a tener oración, con decir: "si torno a ser malo, es peor ir adelante con el ejercicio de ella". Yo lo creo, si se deja la oración y no se enmienda del mal; mas, si no la deja, crea que la sacará a puerto de luz. Hízome en esto gran batería (10) el demonio, y pasé tanto en parecerme poca humildad tenerla, siendo tan ruin, que, como ya he dicho (11), la dejé año y medio al menos un año, que del medio no me acuerdo bien Y no fuera más, ni fue, que meterme yo misma sin haber menester demonios que me hiciesen ir al infierno. ¡Oh, válgame Dios, qué ceguedad tan grande! ¡Y qué bien acierta el demonio para su propósito en cargar aquí la mano! Sabe el traidor que alma que tenga con perseverancia oración la tiene perdida y que todas las caídas que la hace dar la ayudan, por la bondad de Dios, a dar después mayor salto en lo que es su servicio: ¡algo le va en ello!

5. ¡Oh Jesús mío! ¡Qué es ver un alma que ha llegado aquí, caída en un pecado, cuando Vos por vuestra misericordia la tornáis a dar la mano y la levantáis! ¡Cómo conoce la multitud de vuestras grandezas y misericordias y su miseria! Aquí es el deshacerse de veras y conocer vuestras grandezas; aquí el no osar alzar los ojos; aquí es el levantarlos para conocer lo que os debe; aquí se hace devota de la Reina del Cielo para que os aplaque; aquí invoca los Santos que cayeron después de haberlos Vos llamado (12), para que la ayuden; aquí es el parecer que todo le viene ancho lo que le dais, porque ve no merece la tierra que pisa; el acudir a los Sacramentos; la fe viva que aquí le queda de ver la virtud que Dios en ellos puso; el alabaros porque dejasteis tal medicina y ungüento para nuestras llagas, que no las sobresanan, sino que del todo las quitan (13). Espántanse de esto. Y ¿quién, Señor de mi alma, no se ha de espantar de misericordia tan grande y merced tan crecida a traición tan fea y abominable? Que no sé cómo no se me parte el corazón, cuando esto escribo; porque soy ruin.

6. Con estas lagrimillas que aquí lloro, dadas de Vos agua de tan mal pozo en lo que es de mi parte parece que os hago pago de tantas traiciones, siempre haciendo males y procurando deshacer las mercedes que Vos me habéis hecho. Ponedlas Vos, Señor mío, valor; aclarad agua tan turbia, siquiera porque no dé a alguno tentación en echar juicios, como me la ha dado a mí, pensando por qué, Señor, dejáis unas personas muy santas, que siempre os han servido y trabajado, criadas en religión y siéndolo, y no como yo que no tenía más del nombre (14), y ver claro que no las hacéis las mercedes que a mí. Bien veía yo, Bien mío, que les guardáis Vos el premio para dársele junto, y que mi flaqueza ha menester esto. Ya ellos, como fuertes, os sirven sin ello y los tratáis como a gente esforzada y no interesal (15).

7. Mas con todo, sabéis Vos, mi Señor, que clamaba muchas veces delante de Vos, disculpando a las personas que me murmuraban, porque me parecía les sobraba razón. Esto era ya, Señor, después que me teníais por vuestra bondad para que tanto no os ofendiese, y yo estaba ya desviándome de todo lo que me parecía os podía enojar; que en haciendo yo esto, comenzasteis, Señor, a abrir vuestros tesoros para vuestra sierva. No parece esperabais otra cosa sino que hubiese voluntad y aparejo en mí para recibirlos, según con brevedad comenzasteis a no sólo darlos, sino a querer entendiesen me los dabais.

8. Esto entendido, comenzó a tenerse buena opinión de la que todas aún no tenían bien entendido cuán mala era, aunque mucho se traslucía. Comenzó la murmuración y persecución de golpe y, a mi parecer, con mucha causa; y así no tomaba con nadie enemistad, sino suplicábaos a Vos miraseis la razón que tenían. Decían que me quería hacer santa y que inventaba novedades no habiendo llegado entonces con gran parte (16) aun a cumplir toda mi Regla, ni a las muy buenas y santas monjas que en casa (17) había (ni creo llegaré, si Dios por su bondad no lo hace todo de su parte), sino antes lo era yo para quitar lo bueno y poner costumbres que no lo eran; al menos hacía lo que podía para ponerlas, y en el mal podía mucho. Así que sin culpa suya me culpaban. No digo eran sólo monjas, sino otras personas; descubríanme verdades, porque lo permitíais Vos.

9. Una vez rezando las Horas, como yo algunas tenía esta tentación, llegué al verso que dice: Justus es, Domine, y tus juicios; (18) comencé a pensar cuán gran verdad era, que en esto no tenía el demonio fuerza jamás para tentarme de manera que yo dudase tenéis Vos, mi Señor, todos los bienes, ni en ninguna cosa de la fe, antes me parecía mientras más sin camino natural iban, más firme la tenía, y me daba devoción grande: en ser todopoderoso quedaban conclusas (19) en mí todas las grandezas que hicierais Vos, y en esto como digo jamás tenía duda. Pues pensando cómo con justicia permitíais a muchas que había como tengo dicho (20) muy vuestras siervas, y que no tenían los regalos y mercedes que me hacíais a mí, siendo la que era, respondísteisme, Señor: Sírveme tú a Mí, y no te metas en eso. Fue la primera palabra que entendí hablarme Vos, y así me espantó mucho.

Porque después declararé esta manera de entender (21), con otras cosas, no lo digo aquí, que es salir del propósito, y creo harto he salido: casi no sé lo que me he dicho. No puede ser menos, mi hijo (22), sino que ha vuestra merced de sufrir estos intervalos; porque cuando veo lo que Dios me ha sufrido y me veo en este estado, no es mucho pierda el tino de lo que digo y he de decir. Plega al Señor que siempre sean esos mis desatinos y que no permita ya Su Majestad tenga yo poder para ser contra El un punto, antes en éste que estoy me consuma (23).

10. Basta ya para ver sus grandes misericordias, no una sino muchas veces que ha perdonado tanta ingratitud. A San Pedro una vez que lo fue (24), a mí muchas; que con razón me tentaba el demonio no pretendiese amistad estrecha con quien trataba enemistad tan pública. ¡Qué ceguedad tan grande la mía! ¿Adónde pensaba, Señor mío, hallar remedio sino en Vos? ¡Qué disparate huir de la luz para andar siempre tropezando! ¡Qué humildad tan soberbia inventaba en mí el demonio: apartarme de estar arrimada a la columna y báculo que me ha de sustentar para no dar tan gran caída! (25) Ahora me santiguo y no me parece que he pasado peligro tan peligroso como esta invención que el demonio me enseñaba por vía de humildad. Poníame en el pensamiento que cómo cosa tan ruin y habiendo recibido tantas mercedes, había de llegarme a la oración; que me bastaba rezar lo que debía, como todas; mas que aun pues esto (26) no hacía bien, cómo quería hacer más; que era poco acatamiento y tener en poco las mercedes de Dios.

Bien era pensar y entender esto; mas ponerlo por obra fue el grandísimo mal. Bendito seáis Vos, Señor, que así me remediasteis.

11. Principio de la tentación que hacía a Judas me parece ésta, sino que no osaba el traidor tan al descubierto; mas él viniera de poco en poco a dar conmigo adonde dio con él (27). Miren esto, por amor de Dios, todos los que tratan oración. Sepan que el tiempo que estuve sin ella era mucho más perdida mi vida; mírese qué buen remedio me daba el demonio y qué donosa humildad; un desasosiego en mí grande. Mas ¿cómo había de sosegar mi alma? Apartábase la cuitada de su sosiego; tenía presentes las mercedes y favores; veía los contentos de acá ser asco. Cómo pudo pasar, me espanto. Era con esperanza que nunca yo pensaba (28) (a lo que ahora me acuerdo, porque debe haber esto más de veinte y un años), dejaba de estar determinada de tornar a la oración; mas esperaba a estar muy limpia de pecados. ¡Oh, qué mal encaminada iba en esta esperanza! Hasta el día del juicio me la libraba (29) el demonio, para de allí llevarme al infierno.

12. Pues teniendo oración y lección (30) que era ver verdades y el ruin camino que llevaba e importunando al Señor con lágrimas muchas veces, era tan ruin que no me podía valer, apartada de esto, puesta en pasatiempos con muchas ocasiones y pocas ayudas y osaré decir ninguna sino para ayudarme a caer, ¿qué esperaba sino lo dicho?

Creo tiene mucho delante de Dios un fraile de Santo Domingo (31), gran letrado, que él me despertó de este sueño; él me hizo, como creo he dicho, comulgar de quince a quince días; y del mal, no tanto (32). Comencé a tornar en mí, aunque no dejaba de hacer ofensas al Señor; mas como no había perdido el camino, aunque poco a poco, cayendo y levantando, iba por él; y el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración. ¡Dios nos libre, por quien El es!

13. Queda de aquí entendido y nótese mucho, por amor del Señor que aunque un alma llegue a hacerla Dios tan grandes mercedes en la oración, que no se fíe de sí, pues puede caer, ni se ponga en ocasiones en ninguna manera. Mírese mucho, que va mucho; (33) que el engaño que aquí puede hacer el demonio después, aunque la merced sea cierto de Dios, es aprovecharse el traidor de la misma merced en lo que puede, y (34) a personas no crecidas en las virtudes, ni mortificadas, ni desasidas; porque aquí no quedan fortalecidas tanto que baste, como adelante diré (35), para ponerse en las ocasiones y peligros, por grandes deseos y determinaciones que tengan... Es excelente doctrina ésta, y no mía, sino enseñada de Dios; y así querría que personas ignorantes, como yo, la supiesen. Porque aunque esté un alma en este estado, no ha de fiar de sí para salir a combatir, porque hará harto en defenderse. Aquí son menester armas para defenderse de los demonios, y aún no tienen fuerzas para pelear contra ellos y traerlos debajo de los pies, como hacen los que están en el estado que diré después (36).

14. Este es el engaño con que coge el demonio: que, como se ve un alma tan llegada a Dios y ve la diferencia que hay del bien del cielo al de la tierra y el amor que la muestra el Señor, de este amor nace confianza y seguridad de no caer de lo que goza; parécele que ve claro el premio, que no es posible ya en cosa que aun para la vida es tan deleitosa y suave, dejarla por cosa tan baja y sucia como es el deleite; y con esta confianza quítale el demonio la poca que ha de tener de sí; y, como digo, pónese en los peligros y comienza con buen celo a dar de la fruta sin tasa (37), creyendo que ya no hay que temer de sí. Y esto no va con soberbia, que bien entiende el alma que no puede de sí nada, sino de mucha confianza de Dios sin discreción, porque no mira que aún tiene pelo malo. Puede salir del nido, y sácala Dios; mas aún no están para volar; porque las virtudes aún no están fuertes, ni tiene experiencia para conocer los peligros, ni sabe el daño que hace en confiar de sí.

15. Esto fue lo que a mí me destruyó. Y para esto y para todo hay gran necesidad de maestros y trato con personas espirituales. Bien creo que alma que llega Dios a este estado, si muy del todo no deja a Su Majestad, que no la dejará de favorecer ni la dejará perder. Mas cuando, como he dicho (38), cayere, mire, mire por amor del Señor no la engañe en que deje la oración, como hacía a mí con humildad falsa, como ya lo he dicho y muchas veces lo querría decir.

Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer, y no se acuerda de nuestra ingratitud, cuando nosotros, conociéndonos, queremos tornar a su amistad, ni de las mercedes que nos ha hecho para castigarnos por ellas; antes ayudan a perdonarnos más presto, como a gente que ya era de su casa y ha comido, como dicen, de su pan.

Acuérdense de sus palabras (39) y miren lo que ha hecho conmigo, que primero me cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir.

Sea bendito para siempre, amén, y alábenle todas las cosas.


NOTAS CAPÍTULO 19

Doble tema del capítulo: efectos o influjo de este grado de oración en la vida del orante (según lo prometido en el c. 18,6), y la consigna de no abandonar la oración: compárese con el título.

1 La imagen de "fuego y agua" hermanados, la desarrollará en Camino 19, 8-15, donde insiste en el tema paradójico del agua que enciende más y más el fuego.

2 Algarabía: en el sentido de lenguaje ininteligible (cf. 14, 8 nota; y Camino 20, 5).

3 Al encomenzar, escribe la Santa (como en 4, 2 nota). Modernizamos la lectura. Texto mal leído por los editores modernos, que omiten el artículo. También trascriben mal la frase siguiente ("está muy más aprovechada..."). Texto bien leído por fray Luis (p. 211).

4 Ni fue parte: no participó o no contribuyó a...

5 Que puede: está borrado el "que" en el autógrafo. Leemos como fray Luis (p. 211).

6 Andar a caza (de razones) el entendimiento.

7 Pecina: cieno.

8 Reaparece la alegoría del huerto (11, 6): repartir la fruta es comunicar a otros las gracias propias (Cf. 17, 2; y el n. 14 de este capítulo).

9 Un agua trae (consigue) otra agua. Especie de axioma teresiano. Aquí quiere decir que el agua de las lágrimas consigue el agua de gracias superiores para regar el huerto. - En el autógrafo alguien subrayó la frase anterior: lágrimas todo lo ganan.

10 Batería: guerra.

11 "Un año y más", había dicho en el c. 7, 11.

12 Es el tema de los "santos pecadores", reiterado en la narración: pról. 1; 9, 7, etc.

13 Probable alusión a la doctrina luterana, según la cual la gracia sólo "cubre", no "quita" (elimina) las llagas del pecado.

14 Es decir: "personas... criadas en religión y siendo religiosas de verdad, y no como yo que no tenía más que el nombre de religiosa".

15 Gente no interesal: que no obra por interés.

16 Con gran parte: ni con mucho.

17 En casa: en la Encarnación de Avila. - A continuación: lo era yo, es decir, "era yo parte", en la acepción de participar, contribuir a...

18 Es el salmo 118, 137: "iustus es, Domine, et rectum iudicium tuum".

19 Conclusas: incluidas.

20 Se remite a lo dicho en el n. 6. - En el autógrafo, la frase comienza con un signo que prodría leerse "Oh".

21 Lo declarará en los cc. 25-27.

22 Mi hijo: borrado en el autógrafo (por Báñez ?). Ya había ocurrido lo mismo en el c. 16, 6. Motivo probable: juzgar demasiado confidencial la expresión. - El aludido es García de Toledo.

23 Especie de oración auto-imprecatoria. Ya afloró en el c. 5, 11.

24 Es decir: a San Pedro lo perdonó, tras serle ingrato una sola vez. Sigue aludiendo a lo referido en el c. 7, 11.

25 Imágenes ya utilizadas en el c. 8, 1. - A continuación: yo me santiguo: me hago cruces de asombro (cf. c. 37, 9).

26 En recto orden: "pues aun esto no hacía bien".

27 Alusiones a la narración de Hechos 1, 18.

28 Pensaba: puede omitirse este verbo (así lo hizo fray Luis, p. 220), pues la frase se reinicia tras el paréntesis. -Más de 21 años: escribe esto en 1565 (2ª redacción), y los hechos aludidos datan de 1543/1544 (cf. 7, 17).

29 Libraba: en su acepción financiera: "dar carta de libranza o de pago". Ironiza: el demonio se la daría hasta el día del juicio.

30 Lección: lectura.

31 "Fr. Vicente Barrón", anota Gracián en su ejemplar. Ya lo narró ella en el c. 7, 17 y c. 5, 3.

32 Del mal no tanto. A modo de exclamación: "del mal el menos". Cf. la misma expresión en Camino 1, 4.

33 Va mucho: importa mucho.

34 Se sobreentiende: y "engaña" el traidor (demonio).

35 Lo tratará en el c. 20, 22-29, y c. 21, 11. - Queda suspenso el sentido de la frase, por estar borradas e ilegibles varias palabras en el autógrafo. No trascritas por fray Luis (p. 222).

36 Ib.

37 Dar la fruta sin tasa (no sólo para "gustaduras") (c. 17, 2): equivale, en la imagen del "huerto", a preocuparse imprudentemente por las cosas de los otros. - Reaparece enseguida la imagen del "avecica", "que aún tiene pelo malo" (c. 13, 2; 18, 9).

38 En los nn. 3-5 y 10 de este capítulo; y en el c. 7, 11. Lo de "humildad falsa", lo ha dicho en el n. 4.

39 Alusión a los pasajes bíblicos en que el Señor promete el perdón: Ezech. 33, 11; Mt 9, 13; Luc 15. - Ya el pasaje anterior ("comer de su pan") es reminiscencia de las palabras de Jesús en Jn 13, 18.

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MensajePublicado: Mar May 13, 2008 11:34 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 20



En que trata la diferencia que hay de unión a arrobamiento. Declara qué cosa es arrobamiento, y dice algo del bien que tiene el alma que el Señor por su bondad llega a él. Dice los efectos que hace. Es de mucha admiración (1).



1. Querría saber declarar con el favor de Dios la diferencia que hay de unión a arrobamiento o elevamiento o vuelo que llaman de espíritu o arrebatamiento, que todo es uno. Digo que estos diferentes nombres todo es una cosa, y también se llama éxtasis (2). Es grande la ventaja que hace a la unión. Los efectos muy mayores hace y otras hartas operaciones, porque la unión parece principio y medio y fin, y lo es en lo interior; mas así como estotros fines son en más alto grado, hace los efectos interior y exteriormente (3). Declárelo el Señor, como ha hecho lo demás, que, cierto, si Su Majestad no me hubiera dado a entender por qué modos y maneras se puede algo decir, yo no supiera (4).

2. Consideremos ahora que esta agua postrera, que hemos dicho (5), es tan copiosa que, si no es por no lo consentir la tierra, podemos creer que se está con nosotros esta nube de la gran Majestad acá en esta tierra. Mas cuando este gran bien le agradecemos, acudiendo con obras según nuestras fuerzas, coge el Señor el alma, digamos ahora, a manera que las nubes cogen los vapores de la tierra, y levántala toda de ella (helo oído así esto de que cogen las nubes los vapores, o el sol) (6), y sube la nube al cielo y llévala consigo, y comiénzala a mostrar cosas del reino que le tiene aparejado. No sé si la comparación cuadra, mas en hecho de verdad ello pasa así.

3. En estos arrobamientos parece no anima el alma en el cuerpo, y así se siente muy sentido faltar de él el calor natural; vase enfriando, aunque con grandísima suavidad y deleite. Aquí no hay ningún remedio de resistir, que en la unión, como estamos en nuestra tierra, remedio hay: aunque con pena y fuerza, resistir se puede casi siempre. Acá (7), las más veces, ningún remedio hay, sino que muchas, sin prevenir el pensamiento ni ayuda ninguna, viene un ímpetu tan acelerado y fuerte, que veis y sentís levantarse esta nube o esta águila caudalosa (8) y cogeros con sus alas.

4. Y digo que se entiende y veisos llevar, y no sabéis dónde. Porque, aunque es con deleite, la flaqueza de nuestro natural hace temer a los principios, y es menester ánima determinada y animosa mucho más que para lo que queda dicho (9) para arriscarlo todo, venga lo que viniere, y dejarse en las manos de Dios e ir adonde nos llevaren, de grado, pues os llevan aunque os pese. Y en tanto extremo, que muy muchas veces querría yo resistir, y pongo todas mis fuerzas, en especial algunas que es en público y otras hartas en secreto, temiendo ser engañada. Algunas podía algo, con gran quebrantamiento: como quien pelea con un jayán fuerte, quedaba después cansada; otras era imposible, sino que me llevaba el alma y aun casi ordinario la cabeza tras ella, sin poderla tener (10), y algunas toda el cuerpo, hasta levantarle.

5. Esto ha sido pocas, porque como una vez fuese adonde estábamos juntas en el coro y yendo a comulgar, estando de rodillas, dábame grandísima pena, porque me parecía cosa muy extraordinaria y que había de haber luego mucha nota; (11) y así mandé a las monjas (porque es ahora después que tengo oficio de Priora), no lo dijesen. Mas otras veces, como comenzaba a ver que iba a hacer el Señor lo mismo (y una estando personas principales de señoras, que era la fiesta de la vocación (12), en un sermón), tendíame en el suelo y allegábanse a tenerme el cuerpo, y todavía se echaba de ver. Supliqué mucho al Señor que no quisiese ya darme más mercedes que tuviesen muestras exteriores; porque yo estaba cansada ya de andar en tanta cuenta (13) y que aquella merced podía Su Majestad hacérmela sin que se entendiese. Parece ha sido por su bondad servido de oírme, que nunca más hasta ahora lo he tenido; verdad es que ha poco (14).

6. Es así que me parecía, cuando quería resistir, que desde debajo de los pies me levantaban fuerzas tan grandes que no sé cómo lo comparar, que era con mucho más ímpetu que estotras cosas de espíritu, y así quedaba hecha pedazos; porque es una pelea grande y, en fin, aprovecha poco cuando el Señor quiere, que no hay poder contra su poder. Otras veces es servido de contentarse con que veamos nos quiere hacer la merced y que no queda por Su Majestad, y resistiéndose por humildad, deja los mismos efectos que si del todo se consintiese.

7. A los que esto hace son grandes: lo uno (15), muéstrase el gran poder del Señor y cómo no somos parte, cuando Su Majestad quiere, de detener tan poco el cuerpo como el alma, ni somos señores de ello; sino que, mal que nos pese, vemos que hay superior y que estas mercedes son dadas de El y que nosotros no podemos en nada nada, e imprímese mucha humildad. Y aun yo confieso que gran temor me hizo; al principio, grandísimo; porque (16) verse así levantar un cuerpo de la tierra, que aunque el espíritu le lleva tras sí y es con suavidad grande si no se resiste, no se pierde el sentido; al menos yo estaba de manera en mí, que podía entender era llevada. Muéstrase una majestad de quien puede hacer aquello, que espeluza los cabellos (17), y queda un gran temor de ofender a tan gran Dios; éste, envuelto en grandísimo amor que se cobra de nuevo a quien vemos le tiene tan grande a un gusano tan podrido, que no parece se contenta con llevar tan de veras el alma a Sí, sino que quiere el cuerpo, aun siendo tan mortal y de tierra tan sucia como por tantas ofensas se ha hecho.

8. También deja un desasimiento extraño, que yo no podré decir cómo es. Paréceme que puedo decir es diferente en alguna manera, digo, más que estotras cosas de sólo espíritu; porque ya que estén cuanto al espíritu con todo desasimiento de las cosas, aquí parece quiere el Señor el mismo cuerpo lo ponga por obra, y hácese una extrañeza nueva para con las cosas de la tierra, que es muy penosa la vida.

9. Después da una pena, que ni la podemos traer a nosotros ni venida se puede quitar. Yo quisiera harto dar a entender esta gran pena y creo no podré, mas diré algo si supiere. Y hase de notar, que estas cosas (18) son ahora muy a la postre, después de todas las visiones y revelaciones que escribiré; y el tiempo que solía tener oración, adonde el Señor me daba tan grandes gustos y regalos, ahora, ya que eso no cesa algunas veces, las más y lo más ordinario es esta pena que ahora diré.

Es mayor y menor. De cuando es mayor quiero ahora decir, porque, aunque adelante diré de estos grandes ímpetus (19) que me daban cuando me quiso el Señor dar los arrobamientos, no tiene más que ver, a mi parecer, que una cosa muy corporal a una muy espiritual, y creo no lo encarezco mucho. Porque aquella pena parece, aunque la siente el alma, es en compañía del cuerpo; entrambos parece participan de ella, y no es con el extremo del desamparo que en ésta.

Para la cual como he dicho (20) no somos parte, sino muchas veces a deshora viene un deseo que no sé cómo se mueve, y de este deseo, que penetra toda el alma en un punto, se comienza tanto a fatigar, que sube muy sobre sí y de todo lo criado, y pónela Dios tan desierta de todas las cosas, que por mucho que ella trabaje, ninguna que la acompañe le parece hay en la tierra, ni ella la querría, sino morir en aquella soledad. Que la hablen y ella se quiera hacer toda la fuerza posible a hablar, aprovecha poco; que su espíritu, aunque ella más haga, no se quita de aquella soledad.

Y con parecerme que está entonces lejísimo Dios, a veces comunica sus grandezas por un modo el más extraño que se puede pensar; y así no (21) se sabe decir, ni creo lo creerá ni entenderá sino quien hubiere pasado por ello; porque no es la comunicación para consolar, sino para mostrar la razón que tiene de fatigarse de estar ausente de bien que en sí tiene todos los bienes.

10. Con esta comunicación crece el deseo y el extremo de soledad en que se ve, con una pena tan delgada y penetrativa que, aunque el alma se estaba puesta en aquel desierto, que al pie de la letra me parece se puede entonces decir (y por ventura lo dijo el real Profeta estando en la misma soledad, sino que como a santo se la daría el Señor a sentir en más excesiva manera): Vigilavi, et factus sum sicut passer solitarius in tecto; (22) y así, se me representa este verso entonces que me parece lo veo yo en mí, y consuélame ver que han sentido otras personas tan gran extremo de soledad, cuánto más tales.

Así parece que está el alma no en sí, sino en el tejado o techo de sí misma y de todo lo criado; porque aun encima de lo muy superior del alma me parece que está.

11. Otras veces parece anda el alma como necesitadísima, diciendo y preguntando a sí misma: ¿Dónde está tu Dios? (23) Es de mirar que el romance de estos versos yo no sabía bien el que era, y después que lo entendía me consolaba de ver que me los había traído el Señor a la memoria sin procurarlo yo. Otras me acordaba de lo que dice San Pablo, que está crucificado al mundo (24). No digo yo que sea esto así, que ya lo veo; mas paréceme que está así el alma, que ni del cielo le viene consuelo ni está en él, ni de la tierra le quiere ni está en ella, sino como crucificada entre el cielo y la tierra, padeciendo sin venirle socorro de ningún cabo. Porque el que le viene del cielo (que es, como he dicho (25), una noticia de Dios tan admirable, muy sobre todo lo que podemos desear), es para más tormento; porque acrecienta el deseo de manera que, a mi parecer, la gran pena algunas veces quita el sentido, sino que dura poco sin él.

Parecen unos tránsitos de la muerte, salvo que trae consigo un tan gran contento este padecer, que no sé yo a qué lo comparar. Ello es un recio martirio sabroso, pues todo lo que se le puede representar al alma de la tierra, aunque sea lo que le suele ser más sabroso, ninguna cosa admite; luego parece lo lanza de sí.

Bien entiende que no quiere sino a su Dios; (26) mas no ama cosa particular de El, sino todo junto le quiere y no sabe lo que quiere. Digo "no sabe", porque no representa nada la imaginación; ni, a mi parecer, mucho tiempo de lo que está así no obran las potencias. Como en la unión y arrobamiento el gozo, aquí la pena las suspende.

12. ¡Oh Jesús! ¡Quién pudiera dar a entender bien a vuestra merced (27) esto, aun para que me dijera lo que es, porque es en lo que ahora anda siempre mi alma!

Lo más ordinario, en viéndose desocupada, es puesta en estas ansias de muerte, y teme, cuando ve que comienzan, porque no se ha de morir; mas llegada a estar en ello, lo que hubiese de vivir querría en este padecer; (28) aunque es tan excesivo, que el sujeto le puede mal llevar, y así algunas veces se me quitan todos los pulsos casi, según dicen las que algunas veces se llegan a mí de las hermanas que ya más lo entienden, y las canillas (29) muy abiertas, y las manos tan yertas que yo no las puedo algunas veces juntar; y así me queda dolor hasta otro día en los pulsos y en el cuerpo, que parece me han descoyuntado (30).

13. Yo bien pienso alguna vez ha de ser el Señor servido, si va adelante como ahora, que se acabe con acabar la vida, que, a mi parecer, bastante es tan gran pena para ello (31), sino que no lo merezco yo. Toda la ansia es morirme entonces. Ni me acuerdo de purgatorio, ni de los grandes pecados que he hecho, por donde merecía el infierno. Todo se me olvida con aquella ansia de ver a Dios; y aquel desierto y soledad le parece mejor que toda la compañía del mundo.

Si algo la podría dar consuelo, es tratar con quien hubiese pasado por este tormento; y ver que, aunque se queje de él, nadie le parece la ha de creer, [14] también la atormenta; (32) que esta pena es tan crecida que no querría soledad como otras, ni compañía sino con quien se pueda quejar. Es como uno que tiene la soga a la garganta y se está ahogando, que procura tomar huelgo. Así me parece que este deseo de compañía es de nuestra flaqueza; que como nos pone la pena en peligro de muerte (que esto sí, cierto, hace; yo me he visto en este peligro algunas veces con grandes enfermedades y ocasiones, como he dicho, y creo podría decir es éste tan grande como todos), así el deseo que el cuerpo y alma tienen de no se apartar es el que pide socorro para tomar huelgo y, con decirlo y quejarse y divertirse (33), buscar remedio para vivir muy contra voluntad del espíritu o de lo superior del alma, que no querría salir de esta pena.

15. No sé yo si atino a lo que digo o si lo sé decir, mas, a todo mi parecer, pasa así. Mire vuestra merced qué descanso puede tener en esta vida, pues el que había que era la oración y soledad, porque allí me consolaba el Señor es ya lo más ordinario este tormento, y es tan sabroso y ve el alma que es de tanto precio, que ya le quiere más que todos los regalos que solía tener. Parécele más seguro, porque es camino de cruz, y en sí tiene un gusto muy de valor (34), a mi parecer, porque no participa con el cuerpo sino pena, y el alma es la que padece y goza sola del gozo y contento que da este padecer.

No sé yo cómo puede ser esto, mas así pasa, que, a mi parecer, no trocaría esta merced que el Señor me hace (que bien de su mano (35) y como he dicho nonada adquirida de mí, porque es muy muy sobrenatural) por todas las que después diré; no digo juntas, sino tomada cada una por sí. Y no se deje de tener acuerdo que es después de todo lo que va escrito en este libro y en lo que ahora me tiene el Señor.

Digo que estos ímpetus es después de las mercedes que aquí van, que me ha hecho el Señor (36).

16. Estando yo a los principios con temor (como me acaece casi en cada merced que me hace el Señor, hasta que con ir adelante Su Majestad asegura), me dijo que no temiese y que tuviese en más esta merced que todas las que me había hecho; que en esta pena se purificaba el alma, y se labra o purifica como el oro en el crisol (37), para poder mejor poner los esmaltes de sus dones, y que se purgaba allí lo que había de estar en purgatorio.

Bien entendía yo era gran merced, mas quedé con mucha más seguridad, y mi confesor me dice que es bueno. Y aunque yo temí, por ser yo tan ruin, nunca podía creer que era malo; antes, el muy sobrado bien me hacía temer, acordándome cuán mal lo tengo merecido. Bendito sea el Señor que tan bueno es. Amén.

17. Parece que he salido de propósito, porque comencé a decir de arrobamientos y esto que he dicho aun es más que arrobamiento, y así deja los efectos que he dicho (38).

18. Ahora tornemos a arrobamiento, de lo que en ellos es más ordinario.

Digo que muchas veces me parecía me dejaba el cuerpo tan ligero, que toda la pesadumbre de él me quitaba, y algunas era tanto, que casi no entendía poner los pies en el suelo. Pues cuando está en el arrobamiento, el cuerpo queda como muerto, sin poder nada de sí muchas veces, y como le toma se queda: si en pie, si sentado, si las manos abiertas, si cerradas (39). Porque aunque pocas veces se pierde el sentido, algunas me ha acaecido a mí perderle del todo, pocas y poco rato. Mas lo ordinario es que se turba y aunque no puede hacer nada de sí cuanto a lo exterior, no deja de entender y oír como cosa de lejos.

No digo que entiende y oye cuando está en lo subido de él (digo subido, en los tiempos que se pierden las potencias, porque están muy unidas con Dios), que entonces no ve ni oye ni siente, a mi parecer; mas, como dije en la oración de unión pasada (40), este transformamiento del alma del todo en Dios dura poco; mas eso que dura, ninguna potencia se siente, ni sabe lo que pasa allí.

No debe ser para que se entienda mientras vivimos en la tierra, al menos no lo quiere Dios, que no debemos ser capaces para ello. Yo esto he visto por mí.

19. Diráme vuestra merced que cómo dura alguna vez tantas horas el arrobamiento, y muchas veces. Lo que pasa por mí es que como dije en la oración pasada (41) gózase con intervalos. Muchas veces se engolfa el alma o la engolfa el Señor en sí, por mejor decir, y teniéndola así un poco, quédase con sola la voluntad. Paréceme es este bullicio de estotras dos potencias como el que tiene una lengüecilla de estos relojes de sol, que nunca para; mas cuando el sol de justicia (42) quiere, hácelas detener.

Esto digo que es poco rato. Mas como fue grande el ímpetu, y levantamiento de espíritu, y aunque éstas tornen a bullirse, queda engolfada la voluntad, hace, como señora del todo, aquella operación en el cuerpo; (43) porque, ya que las otras dos potencias bullidoras la quieren estorbar, de los enemigos los menos: no la estorben también los sentidos; y así hace que estén suspendidos, porque lo quiere así el Señor. Y por la mayor parte están cerrados los ojos, aunque no queramos cerrarlos; y si abiertos alguna vez, como ya dije (44), no atina ni advierte lo que ve.

20. Aquí es mucho menos lo que puede hacer de sí, para que cuando se tornaren las potencias a juntar no haya tanto que hacer. Por eso, a quien el Señor diere esto, no se desconsuele cuando se vea así atado el cuerpo muchas horas, y a veces el entendimiento y memoria divertidos. Verdad es que lo ordinario es estar embebidas en alabanzas de Dios o en querer comprender y entender lo que ha pasado por ellas; y aun para esto no están bien despiertas, sino como una persona que ha mucho dormido y soñado, y aún no acaba de despertar.

21. Declárome tanto en esto, porque sé que hay ahora, aun en este lugar (45), personas a quien el Señor hace estas mercedes, y si los que las gobiernan no han pasado por esto, por ventura les parecerá que han de estar como muertas en arrobamiento, en especial si no son letrados, y lastima lo que se padece con los confesores que no lo entienden, como yo diré después (46). Quizá yo no sé lo que digo. Vuestra merced lo entenderá, si atino en algo, pues el Señor le ha ya dado experiencia de ello, aunque como no es de mucho tiempo, quizá no habrá mirádolo tanto como yo.

Así que, aunque mucho lo procuro, por buenos ratos no hay fuerza en el cuerpo para poderse menear; todas las llevó el alma consigo. Muchas veces queda sano que estaba bien enfermo y lleno de grandes dolores y con más habilidad, porque es cosa grande lo que allí se da, y quiere el Señor algunas veces como digo lo goce el cuerpo, pues ya obedece a lo que quiere el alma. Después que torna en sí, si ha sido grande el arrobamiento, acaece andar un día o dos y aun tres tan absortas las potencias, o como embobecida (47), que no parece anda en sí.

22. Aquí es la pena de haber de tornar a vivir. Aquí le nacieron las alas para bien volar. Ya se le ha caído el pelo malo (48). Aquí se levanta ya del todo la bandera por Cristo, que no parece otra cosa sino que este alcaide de esta fortaleza se sube o le suben a la torre más alta a levantar la bandera por Dios. Mira a los de abajo como quien está en salvo. Ya no teme los peligros, antes los desea, como quien por cierta manera se le da allí seguridad de la victoria. Vese aquí muy claro en lo poco que todo lo de acá se ha de estimar y lo nonada que es. Quien está de lo alto, alcanza muchas cosas. Ya no quiere querer, ni tener libre albedrío no querría (49), y así lo suplica al Señor. Dale las llaves de su voluntad.

Hele aquí el hortelano hecho alcaide (50). No quiere hacer cosa, sino la voluntad del Señor, ni serlo él de sí (51) ni de nada ni de un pero de esta huerta, sino que, si algo bueno hay en ella, lo reparta Su Majestad; que de aquí adelante no quiere cosa propia, sino que haga de todo conforme a su gloria y a su voluntad.

23. Y en hecho de verdad pasa así todo esto, si los arrobamientos son verdaderos, que queda el alma con los efectos y aprovechamiento que queda dicho. Y si no son estos, dudaría yo mucho serlos de parte de Dios, antes temería no sean los rabiamientos que dice San Vicente (52). Esto entiendo yo y he visto por experiencia: quedar aquí el alma señora de todo y con libertad en una hora y menos, que ella no se puede conocer. Bien ve que no es suyo, ni sabe cómo se le dio tanto bien, mas entiende claro el grandísimo provecho que cada rapto de estos trae (53).

No hay quien lo crea si no ha pasado por ello; y así no creen a la pobre alma, como la han visto ruin y tan presto la ven pretender cosas tan animosas; porque luego da en no se contentar con servir en poco al Señor, sino en lo más que ella puede. Piensan es tentación y disparate. Si entendiesen no nace de ella sino del Señor a quien ya ha dado las llaves de su voluntad, no se espantarían.

24. Tengo para mí que un alma que allega a este estado, que ya ella no habla ni hace cosa por sí, sino (54) que de todo lo que ha de hacer tiene cuidado este soberano Rey. ¡Oh, válgame Dios, qué claro se ve aquí la declaración del verso, y cómo se entiende tenía razón y la tendrán todos de pedir alas de paloma! (55) Entiéndese claro es vuelo el que da el espíritu para levantarse de todo lo criado, y de sí mismo el primero; mas es vuelo suave, es vuelo deleitoso, vuelo sin ruido.

25. ¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega aquí, que lo mire todo sin estar enredada en ello! ¡Qué corrida está del tiempo que lo estuvo! ¡Qué espantada de su ceguedad! ¡Qué lastimada de los que están en ella, en especial si es gente de oración y a quien Dios ya regala! Querría dar voces para dar a entender qué engañados están, y aun así lo hace algunas veces, y lluévenle en la cabeza mil persecuciones. Tiénenla por poco humilde y que quiere enseñar a de quien (56) había de aprender, en especial si es mujer. Aquí es el condenar y con razón, porque no saben el ímpetu que la mueve, que a veces no se puede valer, ni puede sufrir no desengañar a los que quiere bien y desea ver sueltos de esta cárcel de esta vida (57), que no es menos ni le parece menos en la que ella ha estado.

26. Fatígase del tiempo en que miró puntos de honra y en el engaño que traía de creer que era honra lo que el mundo llama honra; ve que es grandísima mentira y que todos andamos en ella; entiende que la verdadera honra no es mentirosa, sino verdadera, teniendo en algo lo que es algo, y lo que no es nada tenerlo en nonada, pues todo es nada y menos que nada lo que se acaba y no contenta a Dios.

27. Ríese de sí, del tiempo que tenía en algo los dineros y codicia de ellos, aunque en ésta nunca creo y es así verdad confesé culpa; harta culpa era tenerlos en algo. Si con ellos se pudiera comprar el bien que ahora veo en mí, tuviéralos en mucho; mas ve que este bien se gana con dejarlo todo. ¿Qué es esto que se compra con estos dineros que deseamos? ¿Es cosa de precio? ¿Es cosa durable? ¿O para qué los queremos? Negro descanso se procura, que tan caro cuesta. Muchas veces se procura con ellos el infierno y se compra fuego perdurable y pena sin fin. ¡Oh, si todos diesen en tenerlos por tierra sin provecho, qué concertado andaría el mundo, qué sin tráfagos! (58) ¡Con qué amistad se tratarían todos si faltase interés de honra y de dineros! Tengo para mí se remediaría todo.

28. Ve de los deleites tan gran ceguedad, y cómo con ellos compra trabajo, aun para esta vida, y desasosiego. ¡Qué inquietud! ¡Qué poco contento! ¡Qué trabajar en vano!

Aquí no sólo las telarañas ve de su alma y las faltas grandes, sino un polvito que haya, por pequeño que sea, porque el sol está muy claro; y así, por mucho que trabaje un alma en perfeccionarse, si de veras la coge este Sol, toda se ve muy turbia. Es como el agua que está en un vaso, que si no le da el sol está muy claro; si da en él, vese que está todo lleno de motas. Al pie de la letra es esta comparación. Antes de estar el alma en este éxtasis, parécele que trae cuidado de no ofender a Dios y que conforme a sus fuerzas hace lo que puede; mas llegada aquí, que le da este sol de justicia (59) que la hace abrir los ojos, ve tanta motas, que los querría tornar a cerrar; porque aún no es tan hija de esta águila caudalosa, que pueda mirar este sol de en hito en hito; (60) mas, por poco que los tenga abiertos, vese toda turbia. Acuérdase del verso que dice; ¿Quién será justo delante de Ti? (61).

29. Cuando mira este divino sol, deslúmbrale la claridad. Como se mira a sí, el barro la tapa los ojos: ciega está esta palomita. Así acaece muy muchas veces quedarse así ciega del todo, absorta, espantada, desvanecida de tantas grandezas como ve.

Aquí se gana la verdadera humildad, para no se le dar nada de decir bienes de sí, ni que lo digan otros. Reparte el Señor del huerto la fruta y no ella, y así no se le pega nada a las manos. Todo el bien que tiene va guiado a Dios. Si algo dice de sí, es para su gloria. Sabe que no tiene nada él (62) allí y, aunque quiera, no puede ignorarlo, porque lo ve por vista de ojos, que, mal que le pese, se los hace cerrar a las cosas del mundo, y que los tenga abiertos para entender verdades.



NOTAS CAPÍTULO 20

El tema del capítulo puede formularse con la palabra "éxtasis". Dentro del estado místico (= unión: cuarta agua), se produce un fenómeno exaltante: arrobamiento o éxtasis. La exposición pasa de lo doctrinal a lo autobiográfico y testifical: es la situación que está viviendo "ahora" (nn. 9 y 12). Lugares paralelos en sus escritos: Moradas 6, cc. 4-5; Conceptos c. 6; Rel. 5, 7-11; los textos cronológicamente más cercanos a Vida son: Rel. 1, 2 s.; Rel. 3, 10. Por esas fechas escribió uno de los letrados asesores de la Santa un "Dictamen" sobre ella: "En oyendo hablar a Dios con devoción y fuerza, se suele arrebatar muchas veces, y con procurar resistir, no puede, y queda entonces tal a los que la ven, que pone grandísima devoción" (BMC, t. 2, p. 132).

1 En el autógrafo está borrada esta última cláusula por uno de los letrados asesores.

2 Nueva insinuación de que la autora recurre a la nomenclatura usada por los autores espirituales. - Merece ser recordado aquí el elogio que de esta doctrina teresiana hace SAN JUAN DE LA CRUZ: "Lugar era éste conveniente para tratar de las diferencias de raptos y éxtasis y otros arrobamientos y sutiles vuelos de espíritu que a los espirituales suelen acaecer. Mas, porque mi intento no es sino declarar brevemente estas canciones..., quedarse ha para quien mejor lo sepa tratar que yo, y porque también la bienaventurada Teresa de Jesús, nuestra Madre, dejó escritas de estas cosas de espíritu admirablemente, las cuales espero en Dios saldrán presto impresas a la luz". (Cántico A 12, 6, pasaje trasladado intacto al Cántico B 13, 7). - De hecho el propio San Juan de la Cruz había promovido la edición de las obras de la Santa en el Definitorio de 1 de septiembre de 1586 (cf. JERONIMO DE SAN JOSÉ, Historia del Carmen Descalzo, t. I, L. 5, c. 13, p. 878 s.).

3 El sentido es: "así" como estotros fines (arrobamiento, vuelo de espíritu, etc.) son en más alto grado, así hacen efectos más aventajados que la simple unión.

4 Recuérdense los testimonios del c. 16, 2 y 18, 14.

5 La "cuarta agua" de que tratan estos cc. 18-21. Cf. c. 18, 1.19; c. 19, 1.

6 La frase entre paréntesis fue añadida por la Santa al margen del autógrafo. Fray Luis la omitió (p. 225).

7 Acá: en los arrobamientos.

8 Aguila caudalosa: águila caudal.

9 Lo que queda dicho: alude a las gracias místicas de los cc. anteriores. - Arriscar: arriesgar (cf. 16, 7-8).

10 Tener: equivale a detener o sostener (como en el n. 7).

11 Haber mucha nota: llamar la atención. Quizás con cierta connotación negativa: "nota" en Cobarruvias, indica "infamia en alguna persona". - Después que tengo el oficio de priora: en el carmelo de San José de Avila, es priora desde principios de 1563.

12 Fiesta de la vocación: fiesta de la advocación o titular de la casa, "San José" (véase el mismo vocablo en Fund. pról. n. 5). - La gracia mística aquí insinuada por la Santa se identifica, muy probablemente, con una de las dos descritas en el Proceso de Avila por la M. Petronila Bautista: "Otra vez, estando el padre fray Domingo Báñez, dominico, grave religioso y catedrático de la Universidad de Salamanca y confesor de la Santa Madre, haciendo una plática a las religiosas de este convento al locutorio, la santa Madre se quedó arrobada; y el dicho Padre se quitó la capilla, y dejó la plática y puso gran silencio hasta que volvió en sí, y así lo oyó decir luego que esta declarante entró en este convento... Tuvo muchos arrobamientos en diversas partes, y uno fue tan grande, día del bienaventurado San José, estando oyendo misa a la red del coro de este convento, que sintiendo ella que la parecía que la levantaban, se asió a la red del coro y dijo a una hermana que la tuviese, procurando no se echase de ver, y más por estar allí una persona muy espiritual que tenía licencia de Su Santidad para poder entrar en este convento, y entonces esta persona estaba junto a la Santa Madre" (BMC. t. 19, p. 582).

13 Andar en tanta cuenta: andar con tantas cautelas y cuidados.

14 Hace poco que han cesado las formas exteriores del éxtasis. Escribe a fines de 1565 (2ª redacción de Vida). Volvió a tenerlos más tarde: cf. Rel. 15 (éxtasis de Salamanca, 1571), Rel. 35 (comunión de manos de san Juan de la Cruz, 1572) y carta a Lorenzo de Cepeda: 17.1.1577, poco antes de escribir las Moradas.

15 Lo uno: en primer lugar. (Seguirá la enumeración de "efectos" en los nn. 8 y 9). - El enunciado inicial: "son grandes los efectos (del éxtasis) en aquellos a quienes el Señor hace esta gracia".

16 Porque: equivale a "por".

17 Espeluza: como despeluza o espeluzna (cf. 38, 19; y 39, 3).

18 Estas dos cosas, había escrito la Santa, aludiendo al "desasimiento extraño" (n. 8) y a la "pena" (n. 9). Luego borró la palabra "dos", dando mayor alcance a la afirmación. - De visiones y revelaciones, escribirá en los cc. 27, 28, 29, 32, 38, 39, 40.

19 De estos ímpetus grandes hablará en el c. 29, 8-14.

20 Lo ha dicho en este mismo número: "pena que no la podamos traer a nosotros", es decir no la podamos inducir.

21 No se sabe: así en el autógrafo. La deformación de la edición facsímil (1873) ha provocado en los editores la falsa lectura "me se sabe". Fray Luis leyó correctamente: "no" (p. 230).

25 Lo ha dicho en el n. 9.

26 Ya lo ha afirmado en el c. 16, 5.

27 Sigue dialogando con el P. García de Toledo. Y luego los nn. 15 y 19. - Nótese la hondura de la confidencia. El diálogo apunta igualmente a lo hondo de la vida del P. García (ver la alusión del n. 21).

28 Morir/padecer: tema persistente hasta el final del libro: c. 40, 20. El sujeto le puede mal llevar: el físico, o la persona, apenas lo puede soportar ("sujeto": como "nuestro natural" del n. 4).

29 Los pulsos... las canillas: los latidos... las articulaziones. - Comentando este pasaje de la Santa, escribe el "Diccionario de Autoridades": "También se llama canillas a los huesos de que se compone el brazo, desde la espaldilla hasta la mano".

30Descoyuntado: como tras el paroxismo de sus años jóvenes (cf. c. 6, 1).

31 Lo repetirá en Moradas 6, 11, 11.

32 Puntuación dudosa. Fray Luis cierra la frase en "creer" (p. 133).

33 Divertirse: distraerse.

34 Muy de valor: muy valioso.

35 Desde fray Luis los editores han leido: "que viene de su mano" (p. 234). - Alude a lo dicho en el n. 9 (nota 20).

36 Toda esta frase fue añadida por la Santa al margen de su autógrafo. Fray Luis la retocó para introducirla en el texto (p. 235). - Recuérdese que está escribiendo en 1565.

37 Frase tópica, de origen bíblico: Prov. 27, 21; Sab. 3, 6.

38 Comenzó a decir de arrobamientos en el n. 1..., hasta tratar de la levitación corporal en el n. 6: y esto que he dicho -el "desasimiento extraño" y "la pena infusa"- en los nn. 9-16. - En el n. siguiente reanudará el tema de la "levitación".

39 Elipsis: "si en pie le toma, en pie se queda, etc. - Fray Luis leyó equivocadamente: "y como le toma se queda siempre, si tentado..." (p. 236), seguido por todos los editores.

40 En el c. 18, 12.

41 Ib. - La frase siguiente: "muchas veces se engolfa el alma" -en suspensión de todas las potencias- un poco de tiempo, y luego sigue suspendida "sola la voluntad".

42 Sol de justicia: expresión bíblica (Mal 4, 2), incorporada a la liturgia navideña.

43 La voluntad hace aquella operación en el cuerpo: la suspensión de las funciones somáticas y la ligereza de la levitación de que habló en el n. 18.

44 En el c. 18, n. 10.

45 En este lugar: en Avila.

46 Lo tratará en los cc. 23 y 24.

47 Como embobecida: como aturdida. En el resto del libro preferirá la expresión "como embobada" (cf. 25, 4; 29, 14; 34, 11; 37, 7; 38, 11).

48 Regresa de nuevo a la "avecica", imagen del alma (c. 13, 2; 18, 9).

49 Por los acostumbados escrúpulos teológicos, Báñez tachó en el autógrafo: "libre albedrío no querría", y lo sustituyó por "otra voluntad, sino hacer la de nuestro Señor". Fray Luis acogió la corrección de Báñez (p. 239). - Estaba de por medio la contienda entre católicos y protestantes sobre el "de libero (o "de servo") arbitrio". Y quizás la sombra de los alumbrados.

50 Hortelano / alcaide: la Santa funde las dos imágenes del "huerto" y de la "fortaleza militar" (c. 18, 4). "Alcaide es el castellano de un castillo o fuerza con gente y guarnición" (Cobarruvias).

51 Ni ser él señor de sí...

52 En el Tractatus de vita spirituali escribió San Vicente Ferrer: "Et scias pro certo quod maior pars raptuum, immo rabierum, nuntiorum antichristi venit per istum modum" (c. 14). "...abhorreas earum visionem... tamquam stultas dementias et eorum raptus sicut rabiamenta" (c. 15. Cito por la edición de la B.A.C., 1956, pp. 517 y 519). La Santa pudo leer estos pasajes en la edición castellana publicada por Cisneros (Toledo, 1515). El mismo juego de palabras ("arrobamientos como si tuvieran rabiamientos") pudo leerlo en OSUNA, Tercer Abecedario, t. 5, c. 2.

53 Rapto: como éxtasis (cf. 21, 8). Término de procedencia bíblica (2 Cor 12, 2: rapto de San Pablo, que ella recordará más adelante (38, 1).

54 Que ya ella... sino que: frase borrada en el autógrafo, quizás por el mismo P. Báñez, cuya corrección anterior (n. 22, nota 49) hacía que se repitiese esta frase tres veces casi seguidas. Fray Luis reprodujo fielmente el autógrafo (p. 241).

55 La declaración del verso: el significado del versículo que cita a continuación, del Salmo 54, 7.

56 Es decir: quiere enseñar "a aquellos" de quienes había de aprender.

57 Recurre nuevamente la imagen de "vida-cárcel" (cf. 16, 8, nota 28; y en el c. 21, 6). - Aquí con probable reminiscencia del texto de San Pablo (Rom. 7, 27: cuerpo-cárcel), alegado expresamente en c. 21, 6.

58 Qué sin tráfagos: cuán sin enredos, con cuánta quietud. "Tráfago... es término de mercaderes y vale tanto como trato, comercio" (Cobarruvias). En Vida, cf. 21, 1.

59 Sol de justicia: Dios. Imagen bíblica (Mal 4, 2). Cf. n. 19, nota 42.

60 Probable alusión a la fábula popular del águila real (imagen utilizada en el n. 3) que enseña a sus polluelos a mirar fijamente al sol (Cf. L. DE GRANADA, Introducción al Símbolo de la fe, l. I, c. 17. - Obras, t. 5, Madrid 1908, p. 158).

61 Verso (versículo) del Salmo 142, 2.

62 El: el hortelano o el alma de la frase anterior.

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MensajePublicado: Lun May 19, 2008 11:28 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 21



Prosigue y acaba este postrer grado de oración. * Dice lo que siente el alma que está en él de tornar a vivir en el mundo, y de la luz que la da el Señor de los engaños de él. Tiene buena doctrina.



1. Pues acabando en lo que iba (1), digo que no ha menester aquí consentimiento de esta alma; ya se le tiene dado, y sabe que con voluntad se entregó en sus manos y que no le puede engañar, porque es sabedor de todo. No es como acá, que está toda la vida llena de engaños y dobleces: cuando pensáis tenéis una voluntad ganada, según lo que os muestra, venís a entender que todo es mentira. No hay ya quien viva en tanto tráfago, en especial si hay algún poco de interés.

¡Bienaventurada alma que la trae el Señor a entender verdades! (2) ¡Oh, qué estado éste para los reyes! ¡Cómo les valdría mucho más procurarle, que no gran señorío! ¡Qué rectitud habría en el reino! ¡Qué de males se excusarían y habrían excusado! Aquí no se teme perder vida ni honra por amor de Dios. ¡Qué gran bien éste para quien está más obligado a mirar la honra del Señor, que todos los que son menos, pues han de ser los reyes a quien sigan! Por un punto de aumento en la fe y de haber dado luz en algo a los herejes, perdería mil reinos, y con razón. Otro ganar es. Un reino que no se acaba. Que con sola una gota que gusta un alma de esta agua de él, parece asco todo lo de acá. Pues cuando fuere estar engolfada en todo (3) ¿qué será?

2. ¡Oh Señor! Si me dierais estado para decir a voces esto (4), no me creyeran, como hacen a muchos que lo saben decir de otra suerte que yo; mas al menos satisficiérame yo. Paréceme que tuviera en poco la vida por dar a entender una sola verdad de éstas; no sé después lo que hiciera, que no hay que fiar de mí. Con ser la que soy, me dan grandes ímpetus por decir esto a los que mandan, que me deshacen (5). De que no puedo más, tórnome a Vos, Señor mío, a pediros remedio para todo; y bien sabéis Vos que muy de buena gana me desposeería yo de las mercedes que me habéis hecho, con quedar en estado que no os ofendiese, y se las daría a los reyes; porque sé que sería imposible consentir cosas que ahora se consienten, ni dejar de haber grandísimos bienes (6).

3. ¡Oh Dios mío! Dadles a entender a lo que están obligados, pues los quisisteis Vos señalar en la tierra de manera, que aun he oído decir hay señales en el cielo cuando lleváis a alguno (7). Que, cierto, cuando pienso esto, me hace devoción que queráis Vos, Rey mío, que hasta en esto entiendan os han de imitar en vida, pues en alguna manera hay señal en el cielo, como cuando moristeis Vos, en su muerte.

4. Mucho me atrevo. Rómpalo vuestra merced (8) si mal le parece, y crea se lo diría mejor en presencia, si pudiese o pensase me han de creer, porque los encomiendo a Dios mucho, y querría me aprovechase. Todo lo hace aventurar la vida, que deseo muchas veces estar sin ella, y era por poco precio aventurar a ganar mucho. Porque no hay ya quien viva, viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos.

5. Llegada un alma aquí, no es sólo deseos los que tiene por Dios; Su Majestad la da fuerzas para ponerlos por obra. No se le pone cosa delante, en que piense le sirve, a que no se abalance; y no hace nada, porque como digo (9) ve claro que no es todo nada, sino contentar a Dios. El trabajo es que no hay qué se ofrezca a las que son de tan poco provecho como yo. Sed Vos, Bien mío, servido venga algún tiempo en que yo pueda pagar algún cornado (10) de lo mucho que os debo. Ordenad Vos, Señor, como fuereis servido, cómo esta vuestra sierva os sirva en algo. Mujeres eran otras y han hecho cosas heroicas por amor de Vos (11). Yo no soy para más de parlar, y así no queréis Vos, Dios mío, ponerme en obras. Todo se va en palabras y deseos cuanto he de servir, y aun para esto no tengo libertad, porque por ventura faltara en todo. Fortaleced Vos mi alma y disponedla primero, Bien de todos los bienes y Jesús mío, y ordenad luego modos cómo haga algo por Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos, pues conforme a las obras se ha de dar el premio. Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad; todo os lo he dado, vuestra soy, disponed de mí conforme a la vuestra. Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada a Vos, subida en esta atalaya adonde se ven verdades, no os apartando de mí, todo lo podré; que si os apartáis, por poco que sea, iré adonde estaba, que era al infierno.

6. ¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, haber de tornar a tratar con todos, a mirar y ver esta farsa de esta vida tan mal concertada, a gastar el tiempo en cumplir con el cuerpo, durmiendo y comiendo! Todo la cansa, no sabe cómo huir, vese encadenada y presa. Entonces siente más verdaderamente el cautiverio que traemos con los cuerpos, y la miseria de la vida. Conoce la razón que tenía San Pablo de suplicar a Dios le librase de ella (12). Da voces con él. Pide a Dios libertad, como otras veces he dicho; (13) mas aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que parece se quiere salir el alma del cuerpo a buscar esta libertad, ya que no la sacan. Anda como vendida en tierra ajena, y lo que más la fatiga es no hallar muchos que se quejen con ella y pidan esto, sino lo más ordinario es desear vivir. ¡Oh, si no estuviésemos asidos a nada ni tuviésemos puesto nuestro contento en cosa de la tierra, cómo la pena que nos daría vivir siempre sin él templaría el miedo de la muerte con el deseo de gozar de la vida verdadera!

7. Considero algunas veces cuando una como yo, por haberme el Señor dado esta luz, con tan tibia caridad y tan incierto el descanso verdadero por no lo haber merecido mis obras, siento tanto verme en este destierro muchas veces, ¿qué sería el sentimiento de los santos? ¿Qué debía de pasar San Pablo y la Magdalena y otros semejantes, en quien tan crecido estaba este fuego de amor de Dios? Debía ser un continuo martirio.

Paréceme que quien me da algún alivio y con quien descanso de tratar, son las personas que hallo de estos deseos; digo deseos con obras; digo con obras, porque hay algunas personas que, a su parecer, están desasidas, y así lo publican y había ello de ser, pues su estado lo pide y los muchos años que ha que algunas han comenzado camino de perfección, mas conoce bien esta alma desde muy lejos los que lo son de palabras, o los que ya estas palabras han confirmado con obras; porque tiene entendido el poco provecho que hacen los unos y el mucho los otros, y es cosa que a quien tiene experiencia lo ve muy claramente.

8. Pues dicho ya estos efectos que hacen los arrobamientos que son de espíritu de Dios... (14), verdad es que hay más o menos. Digo menos, porque a los principios, aunque hace estos efectos, no están experimentados con obras, y no se puede así entender que los tiene. Y también va creciendo la perfección y procurando no haya memoria de telaraña (15), y esto requiere algún tiempo. Y mientras más crece el amor y humildad en el alma, mayor olor dan de sí estas flores de virtudes, para sí y para los otros.

Verdad es que de manera puede obrar el Señor en el alma en un rapto de estos, que quede poco que trabajar al alma en adquirir perfección, porque no podrá nadie creer, si no lo experimenta, lo que el Señor la da aquí, que no hay diligencia nuestra que a esto llegue, a mi parecer. No digo que con el favor del Señor, ayudándose muchos años, por los términos que escriben los que han escrito de oración, principios y medios, no llegarán a la perfección y desasimiento mucho con hartos trabajos; (16) mas no en tan breve tiempo como, sin ninguno nuestro, obra el Señor aquí y determinadamente saca el alma de la tierra y le da señorío sobre lo que hay en ella, aunque en esta alma no haya más merecimientos que había en la mía, que no lo puedo más encarecer, porque era casi ninguno.

9. El por qué lo hace Su Majestad (17), es porque quiere, y como quiere hácelo, y aunque no haya en ella disposición, la dispone para recibir el bien que Su Majestad le da (18). Así que no todas veces los da porque se lo han merecido en granjear bien el huerto aunque es muy cierto a quien esto hace bien y procura desasirse, no dejar de regalarle, sino que es su voluntad mostrar su grandeza algunas veces en la tierra que es más ruin, como tengo dicho (19), y dispónela para todo bien, de manera que parece no es ya parte (20) en cierta manera para tornar a vivir en las ofensas de Dios que solía. Tiene el pensamiento tan habituado a entender lo que es verdadera verdad, que todo lo demás le parece juego de niños. Ríese entre sí algunas veces cuando ve a personas graves de oración y religión hacer mucho caso de unos puntos de honra que esta alma tiene ya debajo de los pies. Dicen que es discreción y autoridad de su estado para más aprovechar. Sabe ella muy bien que aprovecharía más en un día que pospusiese aquella autoridad de estado por amor de Dios, que con ella en diez años.

10. Así vive vida trabajosa y con siempre cruz (21), mas va en gran crecimiento. Cuando parece a los que la tratan, están muy en la cumbre. Desde a poco están muy más mejoradas, porque siempre las va favoreciendo más Dios. Es alma suya. Es El que la tiene ya a cargo, y así le luce. Porque parece asistentemente (22) la está siempre guardando para que no le ofenda, y favoreciendo y despertando para que le sirva.

En llegando mi alma a que Dios la hiciese esta tan gran merced, cesaron mis males y me dio el Señor fortaleza para salir de ellos, y no me hacía más estar en las ocasiones y con gente que me solía distraer, que si no estuviera, antes me ayudaba lo que me solía dañar. Todo me era medios para conocer más a Dios y amarle y ver lo que le debía y pesarme de la que había sido.

11. Bien entendía yo no venía aquello de mí ni lo había ganado con mi diligencia, que aún no había habido tiempo para ello. Su Majestad me había dado fortaleza para ello por su sola bondad.

Hasta ahora, desde que me comenzó el Señor a hacer esta merced de estos arrobamientos, siempre ha ido creciendo esta fortaleza, y por su bondad me ha tenido de su mano para no tornar atrás. Ni me parece, como es así, hago nada casi de mi parte, sino que entiendo claro el Señor es el que obra.

Y por esto me parece que a almas que el Señor hace estas mercedes que, yendo con humildad y temor, siempre entendiendo el mismo Señor lo hace y nosotros casi nonada, que se podía poner entre cualquiera gente; aunque sea más distraída y viciosa, no le hará al caso, ni moverá en nada; antes, como he dicho (23), le ayudará y serle ha modo para sacar muy mayor aprovechamiento. Son ya almas fuertes que escoge el Señor para aprovechar a otras; aunque esta fortaleza no viene de sí. De poco en poco, en llegando el Señor aquí un alma, le va comunicando muy grandes secretos.

12. Aquí son las verdaderas revelaciones en este éxtasis y las grandes mercedes y visiones, y todo aprovecha para humillar y fortalecer el alma y que tenga en menos las cosas de esta vida y conozca más claro las grandezas del premio que el Señor tiene aparejado a los que le sirven.

Plega a Su Majestad sea alguna parte (24) la grandísima largueza que con esta miserable pecadora ha tenido, para que se esfuercen y animen los que esto leyeren a dejarlo todo del todo por Dios. Pues tan cumplidamente paga Su Majestad, que aun en esta vida se ve claro el premio y la ganancia que tienen los que le sirven, ¿qué será en la otra?




NOTAS CAPÍTULO 21

Ultimo capítulo del tratadillo dedicado a exponer los grados de oración (cc. 11-21). Suavemente la exposición doctrinal se vuelve autobiográfica. En el presente capítulo se funden esas dos líneas, teórica y narrativa-testifical. Este 4º grado de oración se identifica con la experiencia mística que "ahora" vive la autora (cf. n. 11), y cuya narración reanudará en el c. 23.

1 Acabando en lo que iba: reanuda el tema de los efectos y el estado correspondientes al 4º grado de oración. Comenzó a tratarlo en el c. 19, n. 1. Volvió sobre el tema fragmentariamente en el c. 20, nn. 7 y 23. - Ahora comienza aludiendo a una afirmación del c. 19, 2: "allí no hubo casi consentimiento...". - El sentido de la primera frase es: Dios "no ha menester en este estado místico consentimiento del alma".

2 Con idéntica afirmación había concluido el c. 20: Ya tiene "los ojos abiertos para entender las verdades". "Subida a esta atalaya (desde) donde se ven verdades" (n. 5).

3 Es decir: "estar totalmente engolfada" en él.

4 Decir a voces, o bien "dar voces": es deseo suyo reiterado y mal reprimido. Ver c. 16, 2; 20, 25... O la Rel. 1, 5, poco anterior a Vida.

5 Es decir: me dan tan grandes ímpetus, que me deshacen.

6 "Yendo a la fundación de Toledo en 1569, y pasando por la Corte, hizo la Santa llegar a Felipe II, por medio de la PrincesaDñaJuana, algunos avisos que impresionaron vivamente al Rey, quien mostró deseos de conocer personalmente a la célebre fundadora. Aún no se tiene noticia segura de si llegaron a verse; pero el Rey prudente hizo siempre mucha estima de la Santa y la favoreció no poco para llevar adelante su obra de reformación" (P. Silverio).

7 Alusión a una creencia popular antiquísima: de la muerte de César cantó Virgilio que el sol "caput obscura nitidum ferrugine texit". Y casi en tiempo de la Santa se divulgó el rumor de una horripilante lluvia de estrellas en la muerte de Felipe el Hermoso (1506). - Sigue una alusión a Mt. 27, 45.

8 Alude al P. García de Toledo, a quien ya ha incitado a "romper" o "quemar" las páginas atrevidas (cf. 7, 22; 10, 7; 16, 8; 36, 29; epíl. n. 2).

9 Como digo: cf. n. 1 y cap. 20, nn. 22 y 26. - La frase no hace nada equivale a "no le cuesta trabajo", "no precisa esforzarse". Acentuando el factor pasivo de esta situación, dirá en el n. 11: ni me parece... hago casi nada de mi parte. - Ve claro que no es todo nada: hoy decimos sin la negativa: "que todo es nada".

10 Cornado: moneda de vellón que corrió desde el tiempo de Sancho IV de Castilla hasta los Reyes Católicos, llamada así por llevar grabada una corona (coronado). Por su ínfimo valor (según Cobarruvias, "tres cornados valían una blanca"), pasó a significar "cosa de escaso precio". - La Santa usa también "cornadillo" (cf. carta del 6 de julio de 1568), y más frecuentemente "blanca" (Fund. 3, 2; 21, 2; 24, 17, etc.).

11 Cf. c. 1, 4.

12 Alude al anhelo de San Pablo en Rom. 7, 24 (cf. 20, nota 57).

13 Ha dicho reiteradamente las dos cosas: "dar voces" (ver nota 4) y "pedir libertad" (c. 20, nota 57).

14 Frase anacolútica: parece ser que la Santa la truncó de intento con dos fuertes trazos de pluma, pasando sin más al período siguiente. Fray Luis la enmendó en parte: "pues dicho he ya..." (p. 250).

15 Memoria de telaraña: recuerdo de faltas propias (cf. c. 19, 2; 20, 28). - En el autógrafo: hay, en lugar de haya. Trascribimos como fray Luis (p. 250).

16 O sea: "No digo que... no llegarán, con hartos trabajos, a la perfección...". - La terna "principios y medios y... perfección", alude a las tres etapas de la vida espiritual, tradicionales entre "los escritores de oración" (cf. c. 11, 3; 12, 2, nota 8).

17 Es decir, por qué a veces Dios da gracias místicas a quien está menos dotado de virtudes y méritos... Compárese con San Juan de la Cruz, Subida 3, 42, 3: "porque estas mercedes hácelas Dios cuando y como y donde quiere...". Cf. Rom. 9, 15-16.

18 Tratará de ello en el Camino. El c. 16 se titula: "... cómo es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta contemplación...".

19 Cf. c. 19, nn. 6-10; y c. 18, 4; c. 10, 4.

20 No es ya parte... para tornar a vivir: no es capaz, no puede concurrir a... (cf. 19, 2 nota 4; 20, 7).

21 Es decir: "y siempre sin cruz". - En la frase siguiente: parece, en acepción de aparecer, ser vista. Y "están", por "está", esto es: "cuando se deja ver de los que la tratan, está muy en la cumbre; desde a poco (en breve) está mucho más mejorada...".

22 Asistentemente: con especial asistencia divina: la explicación de este término se da en el n. 11.

23 Antes, muy usado por la Santa en la acepción de antes bien (cf. n. 10). - Todo el período que precede es de sentido difícil, por los incisos, los cambios de número y aun de sujeto: "... me parece que ... almas a quienes (transposición) yendo con humildad y temor (y) entendiendo siempre (que es) el Señor mismo (quien) lo hace y nosotros (ellas, las almas) casi nonada, que (redundante) se podía(n) poner entre cualquiera gente: aunque sea (la gente) más distraída y viciosa, no le(s) hará al caso... antes las ayudará... - El como he dicho, alude a lo afirmado al fin del n. 10.

24 Sea alguna parte: contribuya algo (ver nota 20).

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MensajePublicado: Lun May 26, 2008 5:54 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 22



En que trata cuán seguro camino es para los contemplativos no levantar el espíritu a cosas altas si el Señor no le levanta, y cómo ha de ser el medio para la más subida contemplación la Humanidad de Cristo. Dice de un engaño en que ella estuvo un tiempo. Es muy provechoso este capítulo. *



1. Una cosa quiero decir, a mi parecer importante; si a vuestra merced (1) le pareciere bien, servirá de aviso, que podría ser haberle menester; porque en algunos libros (2) que están escritos de oración tratan que, aunque el alma no puede por sí llegar a este estado, porque es todo obra sobrenatural que el Señor obra en ella, que podrá ayudarse levantando el espíritu de todo lo criado y subiéndole con humildad, después de muchos años que haya ido por la vida purgativa, y aprovechando por la iluminativa (3).

No sé yo bien por qué dicen "iluminativa"; entiendo que de los que van aprovechando.

Y avisan mucho que aparten de sí toda imaginación corpórea y que se lleguen a contemplar en la Divinidad; porque dicen que, aunque sea la Humanidad de Cristo, a los que llegan ya tan adelante, que embaraza o impide a la más perfecta contemplación.

Traen lo que dijo el Señor a los Apóstoles (4) cuando la venida del Espíritu Santo digo cuando subió a los cielos para este propósito. Paréceme a mí que si tuvieran la fe, como la tuvieron después que vino el Espíritu Santo, de que era Dios y hombre, no les impidiera, pues no se dijo esto a la Madre de Dios, aunque le amaba más que todos (5).

Porque les parece que como esta obra toda es espíritu (6), que cualquier cosa corpórea la puede estorbar o impedir; y que considerarse en cuadrada manera (7), y que está Dios de todas partes y verse engolfado en El, es lo que han de procurar.

Esto bien me parece a mí, algunas veces; mas apartarse del todo de Cristo y que entre en cuenta este divino Cuerpo con nuestras miserias ni con todo lo criado, no lo puedo sufrir. Plega a Su Majestad que me sepa dar a entender.

2. Yo no lo contradigo, porque son letrados y espirituales (8), y saben lo que dicen, y por muchos caminos y vías lleva Dios las almas. Cómo ha llevado la mía quiero yo ahora decir en lo demás no me entremeto y en el peligro en que me vi por querer conformarme con lo que leía. Bien creo que quien llegare a tener unión y no pasare adelante digo a arrobamientos y visiones y otras mercedes que hace Dios a las almas, que tendrá lo dicho por lo mejor, como yo lo hacía; y si me hubiera estado en ello, creo nunca hubiera llegado a lo que ahora, porque a mi parecer es engaño. Ya puede ser yo sea la engañada; mas diré lo que me acaeció.

3. Como yo no tenía maestro y leía en estos libros, por donde poco a poco yo pensaba entender algo (y después entendí que, si el Señor no me mostrara, yo pudiera poco con los libros deprender (9), porque no era nada lo que entendía hasta que Su Majestad por experiencia me lo daba a entender, ni sabía lo que hacía), en comenzando a tener algo de oración sobrenatural, digo de quietud, procuraba desviar toda cosa corpórea, aunque ir levantando el alma yo no osaba, que, como era siempre tan ruin, veía que era atrevimiento. Mas parecíame sentir la presencia de Dios, como es así, y procuraba estarme recogida con El; y es oración sabrosa, si Dios allí ayuda, y el deleite mucho. Y como se ve aquella ganancia y aquel gusto, ya no había quien me hiciese tornar a la Humanidad (10), sino que, en hecho de verdad, me parecía me era impedimento.

¡Oh Señor de mi alma y Bien mío, Jesucristo crucificado! No me acuerdo vez de esta opinión que tuve, que no me da pena, y me parece que hice una gran traición, aunque con ignorancia.

4. Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo. Porque esto era ya a la postre (digo a la postre de antes que el Señor me hiciese estas mercedes de arrobamientos y visiones) (11), y en tanto extremo duró muy poco estar en esta opinión. Y así siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en especial cuando comulgaba. Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera. ¿Es posible, Señor mío, que cupo en mi pensamiento ni una hora que Vos me habíais de impedir para mayor bien? ¿De dónde me vinieron a mí todos los bienes sino de Vos?

No quiero pensar que en esto tuve culpa, porque me lastimo mucho, que cierto era ignorancia; y así quisisteis Vos, por vuestra bondad, remediarla con darme quien me sacase de este yerro, y después con que os viese yo tantas veces, como adelante diré (12), para que más claro entendiese cuán grande era (13), y que lo dijese a muchas personas que lo he dicho, y para que lo pusiese ahora aquí.

5. Tengo para mí que la causa de no aprovechar más muchas almas y llegar a muy gran libertad de espíritu, cuando llegan a tener oración de unión, es por esto.

Paréceme que hay dos razones en que puedo fundar mi razón, y quizá no digo nada, mas lo que dijere helo visto por experiencia, que se hallaba muy mal mi alma hasta que el Señor la dio luz; porque todos sus gozos eran a sorbos, y salida de allí, no se hallaba con la compañía que después para los trabajos y tentaciones.

La una es (14), que va un poco de poca humildad tan solapada y escondida, que no se siente. Y ¿quién será el soberbio y miserable, como yo, que cuando hubiere trabajado toda su vida con cuantas penitencias y oraciones y persecuciones se pudieren imaginar, no se halle por muy rico y muy bien pagado, cuando le consienta el Señor estar al pie de la Cruz con San Juan? (15) No sé en qué seso cabe no se contentar con esto, sino en el mío que de todas maneras fue perdido en lo que había de ganar.

6. Pues si todas veces la condición o enfermedad, por ser penoso pensar en la Pasión, no se sufre, ¿quién nos quita estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado, y no le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los Apóstoles? (16) Porque, cierto, no todas veces hay quien sufra pensar en tantos trabajos como pasó. Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros. ¡Y que haya sido en la mía apartarme yo de Vos, Señor mío, por más serviros! Que ya cuando os ofendía, no os conocía; ¡mas que, conociéndoos, pensase ganar más por este camino! ¡Oh, qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece iba sin camino, si Vos no me tornarais a él, que en veros cabe mí, he visto todos los bienes. No me ha venido trabajo que, mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (17). Muy muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar (18), si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.

7. Así que vuestra merced, señor (19), no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes (20). El le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas; San Antonio de Padua, el Niño; San Bernardo se deleitaba en la Humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuestra merced (21) sabrá mejor que yo.

8. Esto de apartarse de lo corpóreo, bueno debe ser, cierto, pues gente tan espiritual lo dice; mas, a mi parecer, ha de ser estando el alma muy aprovechada, porque hasta esto, está claro, se ha de buscar al Criador por las criaturas (22). Todo es como la merced el Señor hace a cada alma; en eso no me entremeto. Lo que querría dar a entender es que no ha de entrar en esta cuenta la sacratísima Humanidad de Cristo. Y entiéndase bien este punto, que querría saberme declarar.

9. Cuando Dios quiere suspender todas las potencias, como en los modos de oración que quedan dichos hemos visto (23), claro está que, aunque no queramos, se quita esta presencia. Entonces vaya enhorabuena; dichosa tal pérdida que es para gozar más de lo que nos parece se pierde; porque entonces se emplea el alma toda en amar a quien el entendimiento ha trabajado conocer (24), y ama lo que no comprendió, y goza de lo que no pudiera tan bien gozar si no fuera perdiéndose a sí, para, como digo, más ganarse.

Mas que nosotros de maña y con cuidado nos acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre y pluguiese al Señor fuese siempre esta sacratísima Humanidad, esto digo que no me parece bien y que es andar el alma en el aire, como dicen; porque parece no trae arrimo, por mucho que le parece anda llena de Dios. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano (25), que éste es el otro inconveniente que digo hay. El primero, ya comencé a decir (26) es un poco de falta de humildad de quererse levantar el alma hasta que el Señor la levante, y no contentarse con meditar cosa tan preciosa, y querer ser María antes que haya trabajado con Marta. Cuando el Señor quiere que lo sea, aunque sea desde el primer día, no hay que temer; mas comidámonos nosotros, como ya creo otra vez he dicho. Esta motita de poca humildad, aunque no parece es nada, para querer aprovechar en la contemplación hace mucho daño.

10. Tornando al segundo punto (27), nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra y tan en la tierra como yo estaba es desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario. Ya que algunas veces el alma salga de sí o ande muchas tan llena de Dios que no haya menester cosa criada para recogerla, esto no es tan ordinario, que en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque veces vendrán que lo uno ni lo otro se pueda.

Para esto es bien lo que ya he dicho: (28) no nos mostrar a procurar consolaciones de espíritu; venga lo que viniere, abrazado con la cruz, es gran cosa. Desierto quedó este Señor de toda consolación; solo le dejaron en los trabajos; no le dejemos nosotros, que, para más sufrir, El nos dará mejor la mano que nuestra diligencia, y se ausentará cuando viere que conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho (29).

11. Mucho contenta a Dios ver un alma que con humildad pone por tercero (30) a su Hijo y le ama tanto, que aun queriendo Su Majestad subirle a muy gran contemplación como tengo dicho (31), se conoce por indigno, diciendo con San Pedro: Apartaos de mí, que soy hombre pecador (32).

Esto he probado. De este arte ha llevado Dios mi alma. Otros irán como he dicho (33) por otro atajo. Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad y que mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios (34). No me acuerdo haberme hecho merced muy señalada, de las que adelante diré, que no sea estando deshecha de verme tan ruin. Y aun procuraba Su Majestad darme a entender cosas para ayudarme a conocerme, que yo no las supiera imaginar.

Tengo para mí que cuando el alma hace de su parte algo para ayudarse en esta oración de unión, que aunque luego luego parece la aprovecha, que como cosa no fundada se tornará muy presto a caer; y he miedo que nunca llegará a la verdadera pobreza de espíritu, que es no buscar consuelo ni gusto en la oración que los de la tierra ya están dejados, sino consolación en los trabajos por amor de El que siempre vivió en ellos, y estar en ellos y en las sequedades quieta. Aunque algo se sienta, no para dar inquietud y la pena que a algunas personas, que, si no están siempre trabajando con el entendimiento y con tener devoción, piensan que va todo perdido, como si por su trabajo se mereciese tanto bien.

No digo que no se procure y estén con cuidado delante de Dios; mas que si no pudieren tener aun un buen pensamiento, como otra vez he dicho (35), que no se maten; siervos sin provecho somos, ¿qué pensamos poder?

12. Más quiere el Señor que conozcamos esto y andemos hechos asnillos para traer la noria del agua que queda dicha (36), que, aunque cerrados los ojos y no entendiendo lo que hacen, sacarán más que el hortelano con toda su diligencia. Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios. Si Su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si no, servir en oficios bajos y no sentarnos en el mejor lugar (37), como he dicho alguna vez. Dios tiene cuidado más que nosotros y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse a sí quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios?

A mi parecer, muy menos se sufre (38) aquí que en el primer grado de la oración, y mucho más daña. Son bienes sobrenatural (39). Si uno tiene mala voz, por mucho que se esfuerce a cantar no se le hace buena; si Dios quiere dársela, no ha él menester antes dar voces. Pues supliquemos siempre nos haga mercedes, rendida el alma, aunque confiada de la grandeza de Dios. Pues para que esté a los pies de Cristo la dan licencia, que procure no quitarse de allí (40), esté como quiera; imite a la Magdalena, que de que esté fuerte, Dios la llevará al desierto.

13. Así que vuestra merced, hasta que halle quien tenga más experiencia que yo y lo sepa mejor, estése en esto (41). Si son personas que comienzan a gustar de Dios, no las crea, que les parece les aprovecha y gustan más ayudándose (42). ¡Oh, cuando Dios quiere, cómo viene al descubierto sin estas ayuditas!; que, aunque más hagamos, arrebata el espíritu, como un gigante tomaría una paja, y no basta resistencia. ¡Qué manera para creer que, cuando El quiere, espera a que vuele el sapo por sí mismo! (43) Y aun más dificultoso y pesado me parece levantarse nuestro espíritu, si Dios no le levanta; porque está cargado de tierra y de mil impedimentos, y aprovéchale poco querer volar; que, aunque es más su natural que del sapo, está ya tan metido en el cieno, que lo perdió por su culpa.

14. Pues quiero concluir con esto: que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo. Dénosle Su Majestad pues sabe lo mucho que nos conviene por el que El nos tuvo y por su glorioso Hijo, a quien tan a su costa nos le mostró, amén (44).

15. Una cosa querría preguntar a vuestra merced: cómo en comenzando el Señor a hacer mercedes a un alma, tan subidas, como es ponerla en perfecta contemplación, que de razón había de quedar perfecta del todo luego (de razón, sí por cierto, porque quien tan gran merced recibe no había más de querer consuelos de la tierra), pues ¿por qué en arrobamiento y en cuando está ya el alma más habituada a recibir mercedes, parece que trae consigo los efectos tan más subidos, y mientras más, más desasida, pues en un punto que el Señor llega la puede dejar santificada, como después, andando el tiempo, la deja el mismo Señor con perfección en las virtudes? (45).

Esto quiero yo saber, que no lo sé. Mas bien sé es diferente lo que Dios deja de fortaleza cuando al principio no dura más que cerrar y abrir los ojos y casi no se siente sino en los efectos que deja, o cuando va más a la larga esta merced. Y muchas veces paréceme a mí si es el no se disponer del todo luego el alma, hasta que el Señor poco a poco la cría y la hace determinar y da fuerzas de varón, para que dé del todo con todo en el suelo. Como lo hizo con la Magdalena con brevedad (46), hácelo en otras personas, conforme a lo que ellas hacen en dejar a Su Majestad hacer. No acabamos de creer que aun en esta vida da Dios ciento por uno (47).

16. También pensaba yo esta comparación: que puesto que sea todo uno lo que se da a los que más adelante van que en el principio, es como un manjar que comen de él muchas personas, y las que comen poquito, quédales sólo buen sabor por un rato; las que más, ayuda a sustentar; las que comen mucho, da vida y fuerza; y tantas veces se puede comer y tan cumplido de este manjar de vida, que ya no coman cosa que les sepa bien sino él; porque ve el provecho que le hace, y tiene ya tan hecho el gusto a esta suavidad, que querría más no vivir que haber de comer otras cosas que no sean sino para quitar el buen sabor que el buen manjar dejó.

También una compañía santa no hace su conversación tanto provecho de un día como de muchos; y tantos pueden ser los que estemos con ella, que seamos como ella, si nos favorece Dios. Y en fin, todo está en lo que Su Majestad quiere y a quien quiere darlo; mas mucho va en determinarse, a quien ya comienza a recibir esta merced, en desasirse de todo y tenerla en lo que es razón.

17. También me parece que anda Su Majestad a probar quién le quiere, si no uno, si no otro, descubriendo quién es con deleite tan soberano, por avivar la fe si está muerta de lo que nos ha de dar, diciendo: "Mirad, que esto es una gota del mar grandísimo de bienes", por no dejar nada por hacer con los que ama, y como ve que le reciben, así da y se da (48). Quiere a quien le quiere. Y ¡qué bien querido! Y ¡qué buen amigo!

¡Oh Señor de mi alma, y quién tuviera palabras para dar a entender qué dais a los que se fían de Vos, y qué pierden los que llegan a este estado, y se quedan consigo mismos! No queréis Vos esto, Señor, pues más que esto hacéis Vos, que os venís a una posada tan ruin como la mía. ¡Bendito seáis por siempre jamás!

18.Torno a suplicar a vuestra merced (49) que estas cosas que he escrito de oración, si las tratare con personas espirituales, lo sean. Porque si no saben más de un camino o se han quedado en el medio, no podrán así atinar. Y hay algunas que desde luego las lleva Dios por muy subido camino, y paréceles que así podrán los otros aprovechar allí y quietar el entendimiento y no se aprovechar de medios de cosas corpóreas, y quedarse han secos como un palo. Y algunos que hayan tenido un poco de quietud, luego piensan que como tienen lo uno pueden hacer lo otro; y en lugar de aprovechar, desaprovecharán, como he dicho (50). Así que en todo es menester experiencia y discreción. El Señor nos la dé por su bondad.

NOTAS CAPÍTULO 22

Capítulo intermedio entre el tratadillo doctrinal de los grados de oración y el regreso a la narración autobiográfica. En él se entrelazan dos temas: no forzar las gracias místicas; no prescindir de la Humanidad de Cristo dentro de la vida mística. El 1º ya ha sido tratado en el c. 12 (ver el título). El 2º lo tratará más a fondo en las Moradas VI, c. 7. - Polemiza con libros y maestros espirituales. Y empalma con el magisterio oral de la misma Santa (ver los nn. 4 y 8), en diálogo con el lector principal del escrito, P. García de Toledo (nn. 1. 7. 13. 15).

1 Dialoga con el P. García de Toledo. Con reclamos intermitentes de su atención: nn. 7 y 13, y final del capítulo.

2 Entre los libros aludidos por la Santa están el "Tercer Abecedario" de F. de Osuna, la "Subida del Monte Sión" de B. de Laredo, y más directamente la "Via Spiritus" de Bernabé de Palma. Quizás también el "Enquiridión o manual del caballero cristiano" de Erasmo, uno de cuyos capítulos se titula: "Que todas las cosas visibles se deben tener en poco, y que éstas son las que el Apóstol llama carne, y cómo conviene levantarnos siempre a las invisibles" (c. 32). - Abundante documentación sobre el tema puede verse en: TOMAS ALVAREZ, Jesucristo en la experiencia de Santa Teresa, en "Monte Carmelo" 88, 1980, pp. 78-86. - Cf. además el n. 3 de este capítulo.

3 Vida (o via) purgativa... iluminativa: alusión aproximativa a la teoría tradicional de las "tres vías o etapas de la vida espiritual". Cf. c. 20 nota 16.

4 Jn 16, 7: "os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no os vendrá el Paráclito".

5 Todo el pasaje "Paréceme a mí... más que todos", fue añadido por la autora al margen del autógrafo. Fray Luis lo introdujo en el texto con ciertos retoques (p. 255).

6 Cita textual del libro de Bernabé de Palma: "esta obra es toda de espíritu", "esta obra es toda espiritual" (Via spiritus III, c. 4).

7 Considerarse en cuadrada manera: también es cita de la "Via Spiritus", cuyo c 4º del tratado 3º, se titula: "Cómo nos habemos de haber en el pensar, conforme a este tercero estado y cómo debemos cuadrar el entendimiento". En Laredo pudo también leer la Santa el modo de "cuadrarse la inteligencia sobre un abismo de gracias" (Subida, P. 3, c. 13). Más datos en el artículo citado en nota 2, p. 85.

8 Opositores de la tesis teresiana eran no sólo los libros sino algunos de sus "letrados" asesores.

9 Cf. lo dicho en el c. 12, 6 y 14, 7.

10 Tornar a fundar mi oración en la Humanidad de Cristo.

11 Toda la aclaración contenida en el paréntesis: "digo a la postre... y visiones", fue añadida por la Santa al margen del autógrafo. - Fray Luis la incluyó en el texto (p. 257). - Data aproximativa de ese hecho: iniciado ya su estado de "unión mística" (c. 18: cuarta agua), y antes de que comenzase su experiencia extática (c. 19-21). - A continuación había escrito "duró muy poco estar en este error"; luego borró "error" y escribió "opinión", por respeto a sus opositores.

12 En el c. 28 y siguientes.

13 Es decir, "cuán gran yerro era".

14 La una: es decir, la primera de las dos razones que alega. La segunda aparecerá en los nn. 9-10.

15 Jn 19, 26.

16 Pasaje de puntuación difícil. Adoptamos la de fray Luis (p. 259). El sentido es: pues si nuestra condición no sufre que pensemos siempre en la Pasión, por ser penoso, ¿quién nos quita estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento..., adonde ya está glorificado, y (donde) no le miraremos tan... hecho pedazos...; es decir, donde no nos veremos precisados a contemplarle en forma tan penosa...

17 Alusión al texto de Mt 3, 17.

18 Alusión a Jn 10, 9.

19 Se dirige a García de Toledo. Antes le ha llamado "hijo" (16, ) y "padre" (ib.). Ahora le da el título de "señor", que le corresponde por ser hijo de los Condes de Oropesa. Ese título le da también en su Epistolario (carta del 6.7.1567 a Don Alvaro de Mendoza).

20 Reminiscencia bíblica: Heb 2, 10 y 2 Pe 1, 4.

21 Igual referencia bíblica al texto de Sab 13, 5. - El sentido de la frase siguiente es: "todo es según la merced que el Señor hace a cada alma". Repite de intento la idea del n. 2.

22 Gracián anotó en su ejemplar: "habla aquí con el P. García de Toledo".

23 Lo ha dicho en la 4ª agua (cc. 19-21). Es lo que sucede en el éxtasis.

24 Ha trabajado en conocer.

25 Traer arrimo o apoyo humano. - A continuación: "comenzó a decir" la primera de estas dos razones en el n. 5.

26 María / Marta (Lc 10, 42), símbolo de las dos vidas, contemplativa y activa. Aquí: querer ascender a la contemplación mística, sin haber trabajado en oración y virtudes.

27 El apuntado en el n. 9.

28 En el c. 11, 13; y en c. 12, 3.

29 Dicho en el n. 9: "sacar el alma de sí", en éxtasis.

30 Pone por tercero: por mediador o intercesor.

31 Alude al mismo n. 9.

32 Lc 5, 8.

33 En los nn. 2 y 8.

34 Alusión del dicho evangélico: Lc 14, 11.

35 En el c. 11, 10. - Sigue la alusión a Lc 17, 10.

36 En el c. 14. Regresa a la imagen del "riego del huerto". La frase tiene sentido figurado, y se basa en la tarea del asnillo que da vueltas a la noria con los ojos vendados y sin saber lo que hace. La tarea del asnillo son los actos de humildad; los esfuerzos del hortelano es el discurrir del entendimiento. "Más quiere Dios" lo primero que lo segundo.

37 Dos alusiones bíblicas: "la cámara secreta" alude al Cantar de los Cantares 1, 3; la elección de lugar, repite la consigna de Jesús en Lc 14, 10.

38 Muy menos se sufre: mucho menos se permite o tolera.

39 Sobrenatural: así escribe la Santa, como en otros pasajes. Fray Luis trascribió: "bienes sobrenaturales" (p. 266). Cf. c. 12 nota 11.

40 Lc 10, 39. La frase siguiente alude a la leyenda de Santa María Magdalena, que la Autora leyó en el Flos Sanctorum.

41 Estése en esto: aténgase a esto, o manténgase en la contemplación de la Humanidad de Cristo.

42 Ayudándose: aquí tiene sentido técnico: intentando "levantar el espíritu" a cosas sobrenaturales (a la experiencia mística). Ironiza enseguida, al decir que Dios no necesita de nuestras "ayuditas" para darnos su gracia.

43 Ironiza de nuevo con la imagen del "sapo que intenta volar". Imagen tomada de los libros que ella está combatiendo. En la "Via Spiritus" (III, c. 4) se lee: "más lejos son de nos las cosas divinas para propiamente entenderlas, que el volar del águila de la torpeza del sapo".

44 El sentido de la frase: "Dénosle (ese amor) Su Majestad... por su glorioso Hijo a (= en) quien tan a su costa nos mostró ese amor". Quizás la preposición "a" sea redundante. O bien, la frase sea elíptica: denos ese amor "a nosotros" a quienes etc...". Fray Luis enmendó todo el período (p. 267).

45 El sentido de la pregunta que la Santa hace a García de Toledo queda oscuro por culpa de los incisos que truncan el período. Su problema es: por qué esas grandes gracias místicas no dejan al alma "santificada", como llegará a estar "después, andando el tiempo". El mismo problema había aflorado ya en el c. 11, 1.

46 La Santa tiene la convicción de que la Magdalena pasó rápidamente de la vida de pecadora al amor perfecto. Lo mismo -piensa ella- que ocurrió a San Pablo. Cf. Camino 40, 3.

47 Lc 18, 29-30, y Mc 10, 29-30.

48 Es decir: "conforme ve le reciben, así da y se da".

49 De nuevo dialoga con García de Toledo. El consejo que le da implica una cierta desconfianza de los maestros espirituales que tercian en la polémica del capítulo.

50 En el n. 5.

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MensajePublicado: Jue May 29, 2008 11:56 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 23



En que torna a tratar del discurso de su vida, y cómo comenzó a tratar de más perfección, y por qué medios. Es provechoso para las personas que tratan de gobernar almas que tienen oración saber cómo se han de haber en los principios, y el provecho que le hizo saberla llevar. *



1. Quiero ahora tornar adonde dejé de mi vida (1), que me he detenido, creo, más de lo que me había de detener, porque se entienda mejor lo que está por venir. Es otro libro nuevo de aquí adelante, digo otra vida nueva. La de hasta aquí era mía; la que he vivido desde que comencé a declarar estas cosas de oración, es que vivía Dios en mí (2), a lo que me parecía; porque entiendo yo era imposible salir en tan poco tiempo de tan malas costumbres y obras. Sea el Señor alabado que me libró de mí.

2. Pues comenzando a quitar ocasiones y a darme más a la oración, comenzó el Señor a hacerme las mercedes, como quien deseaba, a lo que pareció, que yo las quisiese recibir. Comenzó Su Majestad a darme muy ordinario oración de quietud, y muchas veces de unión, que duraba mucho rato (3).

Yo, como en estos tiempos habían acaecido grandes ilusiones en mujeres y engaños que las había hecho el demonio (4), comencé a temer, como era tan grande el deleite y suavidad que sentía, y muchas veces sin poderlo excusar, puesto que veía en mí por otra parte una grandísima seguridad que era Dios, en especial cuando estaba en la oración, y veía que quedaba de allí muy mejorada y con más fortaleza. Mas en distrayéndome un poco, tornaba a temer y a pensar si quería el demonio, haciéndome entender que era bueno, suspender el entendimiento para quitarme la oración mental y que no pudiese pensar en la Pasión ni aprovecharme del entendimiento, que me parecía a mí mayor pérdida, como no lo entendía.

3. Mas como Su Majestad quería ya darme luz para que no le ofendiese ya y conociese lo mucho que le debía, creció de suerte este miedo, que me hizo buscar con diligencia personas espirituales con quien tratar, que ya tenía noticia de algunos, porque habían venido aquí los de la Compañía de Jesús (5), a quien yo sin conocer a ninguno era muy aficionada, de sólo saber el modo que llevaban de vida y oración; mas no me hallaba digna de hablarlos ni fuerte para obedecerlos, que esto me hacía más temer, porque tratar con ellos y ser la que era hacíaseme cosa recia.

4. En esto anduve algún tiempo, hasta que ya, con mucha batería (6) que pasé en mí y temores, me determiné a tratar con una persona espiritual para preguntarle qué era la oración que yo tenía, y que me diese luz, si iba errada, y hacer todo lo que pudiese por no ofender a Dios. Porque la falta como he dicho (7) que veía en mí de fortaleza me hacía estar tan tímida.

¡Qué engaño tan grande, válgame Dios, que para querer ser buena me apartaba del bien! En esto debe poner mucho el demonio en el principio de la virtud, porque yo no podía acabarlo conmigo. Sabe él que está todo el medio (8) de un alma en tratar con amigos de Dios, y así no había término para que yo a esto me determinase. Aguardaba a enmendarme primero, como cuando dejé la oración (9), y por ventura nunca lo hiciera, porque estaba ya tan caída en cosillas de mala costumbre que no acababa de entender eran malas, que era menester ayuda de otros y darme la mano para levantarme. Bendito sea el Señor que, en fin, la suya fue la primera.

5. Como yo vi iba tan adelante mi temor, porque crecía la oración, parecióme que en esto había algún gran bien o grandísimo mal. Porque bien entendía ya era cosa sobrenatural lo que tenía, porque algunas veces no lo podía resistir. Tenerlo cuando yo quería, era excusado. Pensé en mí que no tenía remedio si no procuraba tener limpia conciencia y apartarme de toda ocasión, aunque fuese de pecados veniales, porque, siendo espíritu de Dios, clara estaba la ganancia; si era demonio, procurando yo tener contento al Señor y no ofenderle, poco daño me podía hacer, antes él quedaría con pérdida. Determinada en esto y suplicando siempre a Dios me ayudase, procurando lo dicho algunos días, vi que no tenía fuerza mi alma para salir con tanta perfección a solas, por algunas aficiones que tenía a cosas que, aunque de suyo no eran muy malas, bastaban para estragarlo todo.

6. Dijéronme de un clérigo letrado que había en este lugar (10), que comenzaba el Señor a dar a entender a la gente su bondad y buena vida. Yo procuré por medio de un caballero santo que hay en este lugar (11). Es casado, mas de vida tan ejemplar y virtuosa, y de tanta oración y caridad, que en todo él resplandece su bondad y perfección. Y con mucha razón, porque grande bien ha venido a muchas almas por su medio, por tener tantos talentos, que, aun con no le ayudar su estado, no puede dejar con ellos de obrar. Mucho entendimiento y muy apacible para todos. Su conversación no pesada, tan suave y agraciada, junto con ser recta y santa, que da contento grande a los que trata. Todo lo ordena para gran bien de las almas que conversa, y no parece trae otro estudio sino hacer por todos los que él ve se sufre (12) y contentar a todos.

7. Pues este bendito y santo hombre, con su industria (13), me parece fue principio para que mi alma se salvase. Su humildad a mí espántame, que con haber, a lo que creo, poco menos de cuarenta años que tiene oración no sé si son dos o tres menos, y lleva toda la vida de perfección (14), que, a lo que parece, sufre su estado. Porque tiene una mujer tan gran sierva de Dios y de tanta caridad, que por ella no se pierde; en fin, como mujer de quien Dios sabía había de ser tan gran siervo suyo, la escogió. Estaban deudos suyos casados con parientes míos (15). Y también con otro harto siervo de Dios, que estaba casado con una prima mía, tenía mucha comunicación.

8. Por esta vía procuré viniese a hablarme este clérigo que digo (16) tan siervo de Dios, que era muy su amigo, con quien pensé confesarme y tener por maestro. Pues trayéndole para que me hablase, y yo con grandísima confusión de verme presente de hombre tan santo, dile parte (17) de mi alma y oración, que confesarme no quiso: dijo que era muy ocupado, y era así. Comenzó con determinación santa a llevarme como a fuerte, que de razón había de estar según la oración vio que tenía, para que en ninguna manera ofendiese a Dios.

Yo, como vi su determinación tan de presto en cosillas que, como digo (18), yo no tenía fortaleza para salir luego con tanta perfección, afligíme; y como vi que tomaba las cosas de mi alma como cosa que en una vez había de acabar con ella, yo veía que había menester mucho más cuidado.

9. En fin, entendí no eran por los medios que él me daba por donde yo me había de remediar, porque eran para alma más perfecta; y yo, aunque en las mercedes de Dios estaba adelante, estaba muy en los principios en las virtudes y mortificación. Y cierto, si no hubiera de tratar más de con él, yo creo nunca medrara mi alma; porque de la aflicción que me daba de ver cómo yo no hacía ni me parece podía lo que él me decía, bastaba para perder la esperanza y dejarlo todo.

Algunas veces me maravillo, que siendo persona que tiene gracia particular en comenzar a llegar almas a Dios, cómo no fue servido entendiese la mía ni se quisiese encargar de ella, y veo fue todo para mayor bien mío, porque yo conociese y tratase gente tan santa como la de la Compañía de Jesús.

10. De esta vez quedé concertada con este caballero santo, para que alguna vez me viniese a ver. Aquí se vio su gran humildad, querer tratar con persona tan ruin como yo. Comenzóme a visitar y a animarme y decirme que no pensase que en un día me había de apartar de todo, que poco a poco lo haría Dios; que en cosas bien livianas había él estado algunos años, que no las había podido acabar consigo. ¡Oh humildad, qué grandes bienes haces adonde estás y a los que se llegan a quien la tiene! Decíame este santo (que a mi parecer con razón le puedo poner este nombre) flaquezas, que a él le parecían que lo eran, con su humildad, para mi remedio; y mirado conforme a su estado, no era falta ni imperfección, y conforme al mío, era grandísima tenerlas.

Yo no digo esto sin propósito, porque parece me alargo en menudencias, e importan tanto para comenzar a aprovechar un alma y sacarla a volar (que aún no tiene plumas, como dicen), que no lo creerá nadie, sino quien ha pasado por ello. Y porque espero yo en Dios vuestra merced ha de aprovechar muchas (19), lo digo aquí, que fue toda mi salud saberme curar y tener humildad y caridad para estar conmigo, y sufrimiento de ver que no en todo me enmendaba. Iba con discreción, poco a poco dando maneras para vencer el demonio. Yo le comencé a tener tan grande amor, que no había para mí mayor descanso que el día que le veía, aunque eran pocos. Cuando tardaba, luego me fatigaba mucho, pareciéndome que por ser tan ruin no me veía.

11. Como él fue entendiendo mis imperfecciones tan grandes, y aun serían pecados (aunque después que le traté, más enmendada estaba), y como le dije las mercedes que Dios me hacía, para que me diese luz, díjome que no venía lo uno con lo otro (20), que aquellos regalos eran ya de personas que estaban muy aprovechadas y mortificadas, que no podía dejar de temer mucho, porque le parecía mal espíritu (21) en algunas cosas, aunque no se determinaba, mas que pensase bien todo lo que entendía de mi oración y se lo dijese. Y era el trabajo que yo no sabía poco ni mucho decir lo que era mi oración; porque esta merced de saber entender qué es, y saberlo decir, ha poco que me lo dio Dios (22).

12. Como me dijo esto, con el miedo que yo traía, fue grande mi aflicción y lágrimas. Porque, cierto, yo deseaba contentar a Dios y no me podía persuadir a que fuese demonio; mas temía por mis grandes pecados me cegase Dios para no lo entender.

Mirando libros para ver si sabría decir la oración que tenía, hallé en uno que se llama Subida del Monte (23), en lo que toca a unión del alma con Dios, todas las señales que yo tenía en aquel no pensar nada, que esto era lo que yo más decía: que no podía pensar nada cuando tenía aquella oración; y señalé con unas rayas las partes que eran, y dile el libro para que él y el otro clérigo que he dicho, santo y siervo de Dios, lo mirasen y me dijesen lo que había de hacer; y que, si les pareciese, dejaría la oración del todo, que para qué me había yo de meter en esos peligros; pues a cabo de veinte años casi que había que la tenía (24), no había salido con ganancia, sino con engaños del demonio, que mejor era no la tener; aunque también esto se me hacía recio, porque ya yo había probado cuál estaba mi alma sin oración.

Así que todo lo veía trabajoso, como el que está metido en un río, que a cualquier parte que vaya de él teme más peligro, y él se está casi ahogando.

Es un trabajo muy grande éste, y de éstos he pasado muchos, como diré adelante; (25) que aunque parece no importa, por ventura hará provecho entender cómo se ha de probar el espíritu.

13. Y es grande, cierto, el trabajo que se pasa, y es menester tiento, en especial con mujeres, porque es mucha nuestra flaqueza y podría venir a mucho mal diciéndoles muy claro es demonio; sino mirarlo muy bien, y apartarlas de los peligros que puede haber, y avisarlas en secreto pongan mucho (26) y le tengan ellos, que conviene.

Y en esto hablo como quien le cuesta harto trabajo no le tener algunas personas con quien he tratado mi oración, sino preguntando unos y otros, por bien me han hecho harto daño, que se han divulgado cosas que estuvieran bien secretas pues no son para todos y parecía las publicaba yo. Creo sin culpa suya lo ha permitido el Señor para que yo padeciese. No digo que decían lo que trataba con ellos en confesión; mas, como eran personas a quien yo daba cuenta por mis temores para que me diesen luz, parecíame a mí habían de callar. Con todo, nunca osaba callar cosa a personas semejantes.

Pues digo que se avise con mucha discreción, animándolas y aguardando tiempo, que el Señor las ayudará como ha hecho a mí; que si no, grandísimo daño me hiciera, según era temerosa y medrosa. Con el gran mal de corazón que tenía, espántome cómo no me hizo mucho mal (27).

14. Pues como di el libro, y hecha relación de mi vida (28) y pecados lo mejor que pude por junto (que no confesión, por ser seglar, mas bien di a entender cuán ruin era), los dos siervos de Dios miraron con gran caridad y amor lo que me convenía.

Venida la respuesta que yo con harto temor esperaba, y habiendo encomendado a muchas personas que me encomendasen a Dios y yo con harta oración aquellos días, con harta fatiga vino a mí y díjome que, a todo su parecer de entrambos, era demonio; que lo que me convenía era tratar con un padre de la Compañía de Jesús, que como yo le llamase diciendo tenía necesidad vendría, y que le diese cuenta de toda mi vida por una confesión general, y de mi condición, y todo con mucha claridad; que por la virtud del sacramento de la confesión le daría Dios más luz; que eran muy experimentados en cosas de espíritu; que no saliese de lo que me dijese en todo, porque estaba en mucho peligro si no había quien me gobernase.

15. A mí me dio tanto temor y pena, que no sabía qué me hacer. Todo era llorar. Y estando en un oratorio muy afligida, no sabiendo qué había de ser de mí, leí en un libro que parece el Señor me lo puso en las manos que decía San Pablo: Que era Dios muy fiel, que nunca a los que le amaban consentía ser del demonio engañados (29). Esto me consoló mucho.

Comencé a tratar de mi confesión general y poner por escrito todos los males y bienes, un discurso de mi vida lo más claramente que yo entendí y supe, sin dejar nada por decir (30).

Acuérdome que como vi, después que lo escribí, tantos males y casi ningún bien, que me dio una aflicción y fatiga grandísima. También me daba pena que me viesen en casa tratar con gente tan santa como los de la Compañía de Jesús, porque temía mi ruindad y parecíame quedaba obligada más a no lo ser y quitarme de mis pasatiempos, y si esto no hacía, que era peor; y así, procuré con la sacristana y portera no lo dijesen a nadie. Aprovechóme poco, que acertó a estar a la puerta, cuando me llamaron, quien lo dijo por todo el convento. Mas ¡qué de embarazos pone el demonio y qué de temores a quien se quiere llegar a Dios!

16. Tratando con aquel siervo de Dios (31) que lo era harto y bien avisado toda mi alma, como quien bien sabía este lenguaje (32), me declaró lo que era y me animó mucho. Dijo ser espíritu de Dios muy conocidamente, sino que era menester tornar de nuevo a la oración: porque no iba bien fundada, ni había comenzado a entender mortificación (y era así, que aun el nombre no me parece entendía), y que en ninguna manera dejase la oración, sino que me esforzase mucho, pues Dios me hacía tan particulares mercedes; que qué sabía si por mis medios quería el Señor hacer bien a muchas personas, y otras cosas (que parece profetizó lo que después el Señor ha hecho conmigo); que tendría mucha culpa si no respondía a las mercedes que Dios me hacía.

En todo me parecía hablaba en él el Espíritu Santo para curar mi alma, según se imprimía en ella.

17. Hízome gran confusión. Llevóme por medios que parecía del todo me tornaba otra. ¡Qué gran cosa es entender un alma! Díjome tuviese cada día oración en un paso de la Pasión, y que me aprovechase de él, y que no pensase sino en la Humanidad (33), y que aquellos recogimientos y gustos resistiese cuanto pudiese, de manera que no los diese lugar hasta que él me dijese otra cosa.

18. Dejóme consolada y esforzada, y el Señor que me ayudó y a él para que entendiese mi condición y cómo me había de gobernar. Quedé determinada de no salir de lo que me mandase en ninguna cosa, y así lo hice hasta hoy. Alabado sea el Señor, que me ha dado gracia para obedecer a mis confesores, aunque imperfectamente; y casi siempre han sido de estos benditos hombres de la Compañía de Jesús; aunque imperfectamente, como digo, los he seguido.

Conocida mejoría comenzó a tener mi alma, como ahora diré.

NOTAS CAPÍTULO 23

Reanuda el relato autobiográfico. Lo había interrumpido en el c. 10. Los capítulos 11-21 intercalan un tratado doctrinal sobre la oración y sus grados. Lo introdujo para "declarar algo de cuatro grados de oración en que el Señor... ha puesto algunas veces mi alma" (11, 8). Ahora asegura que servirán para que "se entienda mejor lo que está por venir" (23, 1), es decir, para hacer comprensible el relato autobiográfico que se desplaza del plano exterior al plano de los hechos y experiencias místicas: "libro nuevo de aquí adelante, digo otra vida nueva" (23, 1). - Para ello, regresa a "los principios", no de su vida, sino de su "experiencia mística": en torno a 1554/1555, cuando ella contaba 40 años.

1 Interrumpió el relato en el c. 10, albores de su vida mística.

2 Paralelismo con el dicho y la experiencia de San Pablo: Gal 2, 20 ("no vivo yo, vive en mí Cristo"), ya recordada en el c. 6, 9.

3 Oración de quietud y... de unión: las dos modalidades místicas expuestas en la 2ª y 4ª agua: cc. 14-15 y 18-21.

4 Los casos de visionarias embusteras habían sido una plaga de la espiritualidad española de los decenios anteriores a estas efemérides vividas por la Santa. Habían pululado entre "alumbrados" y "espirituales", motivando intervenciones ruidosas de la Inquisición. Aún era reciente y sonado el caso de sor Magdalena de la Cruz, abadesa de las Clarisas de Córdoba, cuyos embustes llegaron a embaucar la propia corte imperial, y cuyo proceso inquisitorial (1544-1546) "puso espanto a toda España", en frase del P. RIBERA (Vida de Santa Teresa, I, c. 11). "Tiempos recios", los definiría ella (33, 5).

5 Los jesuitas habían fundado en Avila el Colegio de San Gil en 1544. De este año datan los hechos que ahora cuenta la Santa.

6 Batería: turbación, guerra interior. - La persona espiritual aludida a continuación es difícil de identificar. Quizás coincida con "el caballero santo" del n. 6.

7 En el n. 3.

8 Medio: remedio.

9 Referido en el c. 7, 1 y deplorado en el c. 19, 10 ss.

10 "El maestro Daza", anota Gracián en su ejemplar. - Este lugar: Avila. - El clérigo letrado, Gaspar Daza ( 1592), sacerdote secular de Avila que en adelante intervendrá activamente en las cosas de la Santa y la ayudará en la fudación de San José (32, 18; y 36, 18).

11 "Francisco de Salcedo", anota Gracián en su ejemplar. Inmortalizado por la Santa con el título de "caballero santo". Asistió 20 años a las clases de teología en Santo Tomás de Avila, y vivió como un auténtico "espiritual" de su siglo. Al enviudar (1570), se ordenó sacerdote. Muerto en 1580, fue sepultado en el primer carmelo teresiano, en la capilla de San Pablo, fundada por él mismo.

12 Se sufre: se puede.

13 Industria: diligencia, habilidad.

14 La frase queda más clara suprimiento la "y". Fray Luis retocó todo el pasaje (p. 275). - A continuación: sufre su estado: es compatible con su estado de casado.

15 Salcedo estaba casado conDñaMencía del Aguila (prima deDñaCatalina del Aguila que fue mujer de Pedro S. de Cepeda, el tío aquel que inició a la Santa en la lectura de libros espirituales: c. 3, 4 y c. 4, 7). -El otro harto siervo de Dios era D. Alonso Alvarez Dávila, "hombre -según el P. Ribera- muy noble en linaje, y más en virtudes, por cuya causa le llamaban Alonso Alvarez el santo" (Vida de S. Teresa L. 2, c. 5). Una de sus hijas se hará carmelita en San José de Avila con el nombre de María de San Jerónimo, (cf. Ribera, ib. ).

16 Gaspar Daza.

17 Dile parte: lo informé.

18 Cf. n. 5.

19 Vuestra merced: García de Toledo. Ha de aprovechar a muchas almas. - A continuación: saberme él curar.

20 Es decir: que no eran compatibles los pecados y las mercedes místicas.

21 Mal espíritu: eufemismo por "demonio", como la Santa entenderá enseguida (nn. 12 y 13).

22 Cf. c. 17 nota 17.

23 Subida del Monte Sión, por la vía contemplativa. Contiene el conocimiento nuestro y el seguimiento de Cristo y el reverenciar a Dios en la contemplación quieta, copilado en un convento de frailes menores... Impreso por primera vez en Sevilla en 1535, fue su autor BERNARDINO DE LAREDO, lego franciscano y médico que había sido de D. Juan II de Portugal.

24 Veinte años: desde 1536/1537 aproximadamente (cf. 4, 7). En 1554/55 eran algo menos de 20 años. Cf. otras alusiones a este período en el c. 17, 2; 19, 11; y 8, 3 notas 4 y 6.

25 Cf. c. 28, nn. 5-6 y los últimos cc. de Vida.

26 En orden: "avisarlas pongan mucho cuidado en tener secreto...".

27 Ya ha hablado de su "mal de corazón" en el c. 4, 5; 7, 11; y lo dirá especialmente en el c. 25, 14.

28 O sea, el libro de B. de Laredo (cf. n. 12), anotado, y además una relación autobiográfica, probablemente la primera escrita por la Santa. No ha llegado hasta nosotros.

29 Es el pasaje de 1 Cor 10, 13. El libro en que, probablemente, lo leyó ella, fue el "Tercer Abecedario" de Osuna (Tr. 5, c. 4). Cf. ROMAN LLAMAS: Una cita teresiana en Vida 23, 15". En Monte Carmelo 92 (1984), pp. 461-468. - El mismo episodio se repetirá años más tarde (1575) y lo referirá ella en la Rel 58.

30 Nueva Relación autobiográfica, también perdida.

31 "El P. Zetina", anota el P. Gracián en su ejemplar. El jesuita Diego de Cetina (1531-1572), ordenado sacerdote en 1544, es aún estudiante de teología. Nacido en Huete (Cuenca), contaba sólo 23/24 años cuando se hace cargo de los problemas de la Santa.

32 Bien sabía este lenguaje: entendía de cosas de espíritu. Cf. 11, 6; 12, 5; 14, 8 y de nuevo en 27, 7.

33 La Humanidad de Cristo.

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MensajePublicado: Lun Jun 02, 2008 9:09 pm    Asunto:
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CAPÍTULO 24


Prosigue en lo comenzado, y dice cómo fue aprovechándose su alma después que comenzó a obedecer, y lo poco que le aprovechaba el resistir las mercedes de Dios, y cómo Su Majestad se las iba dando más cumplidas.


1. Quedó mi alma de esta confesión tan blanda, que me parecía no hubiera cosa a que no me dispusiera; y así comencé a hacer mudanza en muchas cosas, aunque el confesor (1) no me apretaba, antes parecía hacía poco caso de todo. Y esto me movía más, porque lo llevaba por modo de amar a Dios y como que dejaba libertad y no apremio (2), si yo no me le pusiese por amor.

Estuve así casi dos meses, haciendo todo mi poder en resistir los regalos y mercedes de Dios. Cuanto a lo exterior, veíase la mudanza, porque ya el Señor me comenzaba a dar ánimo para pasar por algunas cosas que decían personas que me conocían, pareciéndoles extremos, y aun en la misma casa (3). Y de lo que antes hacía, razón tenían, que era extremo; mas de lo que era obligada al hábito y profesión que hacía, quedaba corta.

2. Gané de este resistir gustos y regalos de Dios, enseñarme Su Majestad. Porque antes me parecía que para darme regalos en la oración era menester mucho arrinconamiento, y casi no me osaba bullir. Después vi lo poco que hacía al caso; porque cuando más procuraba divertirme (4), más me cubría el Señor de aquella suavidad y gloria, que me parecía toda me rodeaba y que por ninguna parte podía huir, y así era. Yo traía tanto cuidado, que me daba pena. El Señor le traía mayor a hacerme mercedes y a señalarse mucho más que solía en estos dos meses, para que yo mejor entendiese no era más en mi mano (5).

Comencé a tomar de nuevo amor a la sacratísima Humanidad. Comenzóse a asentar la oración como edificio que ya llevaba cimiento, y a aficionarme a más penitencia, de que yo estaba descuidada por ser tan grandes mis enfermedades. Díjome aquel varón santo que me confesó, que algunas cosas no me podrían dañar; que por ventura me daba Dios tanto mal, porque yo no hacía penitencia, me la quería dar Su Majestad. Mandábame hacer algunas mortificaciones no muy sabrosas para mí. Todo lo hacía, porque parecíame que me lo mandaba el Señor, y dábale gracia para que me lo mandase de manera que yo le obedeciese. Iba ya sintiendo mi alma cualquiera ofensa que hiciese a Dios, por pequeña que fuese, de manera que si alguna cosa superflua traía, no podía recogerme hasta que me la quitaba. Hacía mucha oración porque el Señor me tuviese de su mano; pues trataba con sus siervos, permitiese no tornase atrás, que me parecía fuera gran delito y que habían ellos de perder crédito por mí.

3. En este tiempo vino a este lugar el padre Francisco, que era duque de Gandía (6) y había algunos años que, dejándolo todo, había entrado en la Compañía de Jesús. Procuró mi confesor, y el caballero que he dicho también vino a mí, para que le hablase y diese cuenta de la oración que tenía, porque sabía iba adelante en ser muy favorecido y regalado de Dios, que como quien había mucho dejado por El, aun en esta vida le pagaba.

Pues después que me hubo oído, díjome que era espíritu de Dios y que le parecía que no era bien ya resistirle más, que hasta entonces estaba bien hecho, sino que siempre comenzase la oración en un paso de la Pasión, y que si después el Señor me llevase el espíritu, que no lo resistiese, sino que dejase llevarle a Su Majestad, no lo procurando yo. Como quien iba bien adelante, dio la medicina y consejo, que hace mucho en esto la experiencia. Dijo que era yerro resistir ya más.

Yo quedé muy consolada, y el caballero (7) también holgábase mucho que dijese era de Dios, y siempre me ayudaba y daba avisos en lo que podía, que era mucho.

4. En este tiempo mudaron a mi confesor de este lugar a otro (8), lo que yo sentí muy mucho, porque pensé me había de tornar a ser ruin y no me parecía posible hallar otro como él. Quedó mi alma como en un desierto, muy desconsolada y temerosa. No sabía qué hacer de mí. Procuróme llevar una parienta mía a su casa (9), y yo procuré ir luego a procurar otro confesor en la Compañía. Fue el Señor servido que comencé a tomar amistad con una señora viuda (10), de mucha calidad y oración, que trataba con ellos mucho. Hízome confesar a su confesor (11), y estuve en su casa muchos días. Vivía cerca. Yo me holgaba por tratar mucho con ellos, que, de sólo entender la santidad de su trato, era grande el provecho que mi alma sentía.

5. Este Padre me comenzó a poner en más perfección. Decíame que para del todo contentar a Dios no había de dejar nada por hacer; también con harta maña y blandura, porque no estaba aún mi alma nada fuerte, sino muy tierna, en especial en dejar algunas amistades que tenía. Aunque no ofendía a Dios con ellas, era mucha afición, y parecíame a mí era ingratitud dejarlas, y así le decía que, pues no ofendía a Dios, que por qué había de ser desagradecida. El me dijo que lo encomendase a Dios unos días y rezase el himno de Veni, Creator (12), porque me diese luz de cuál era lo mejor. Habiendo estado un día mucho en oración y suplicando al Señor me ayudase a contentarle en todo, comencé el himno, y estándole diciendo, vínome un arrebatamiento tan súbito que casi me sacó de mí, cosa que yo no pude dudar, porque fue muy conocido. Fue la primera vez que el Señor me hizo esta merced de arrobamientos (13). Entendí estas palabras: Ya no quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles. A mí me hizo mucho espanto, porque el movimiento del ánima fue grande, y muy en el espíritu se me dijeron estas palabras, y así me hizo temor, aunque por otra parte gran consuelo, que en quitándoseme el temor que a mi parecer causó la novedad, me quedó.

6. Ello se ha cumplido bien, que nunca más yo he podido asentar en amistad ni tener consolación ni amor particular sino a personas que entiendo le tienen a Dios y le procuran servir, ni ha sido en mi mano (14), ni me hace el caso ser deudos ni amigos. Si no entiendo esto o es persona que trata de oración, esme cruz penosa tratar con nadie. Esto es así, a todo mi parecer, sin ninguna falta.

7. Desde aquel día yo quedé tan animosa para dejarlo todo por Dios como quien había querido en aquel momento que no me parece fue más dejar otra a su sierva. Así que no fue menester mandármelo más; que como me veía el confesor tan asida en esto, no había osado determinadamente decir que lo hiciese. Debía aguardar a que el Señor obrase, como lo hizo. Ni yo pensé salir con ello, porque ya yo misma lo había procurado, y era tanta la pena que me daba, que como cosa que me parecía no era inconveniente, lo dejaba; ya aquí me dio el Señor libertad y fuerza para ponerlo por obra. Así se lo dije al confesor y lo dejé todo conforme a como me lo mandó. Hizo harto provecho a quien yo trataba ver en mí esta determinación.

8. Sea Dios bendito por siempre, que en un punto me dio la libertad que yo, con todas cuantas diligencias había hecho muchos años había (15), no pude alcanzar conmigo, haciendo hartas veces tan gran fuerza, que me costaba harto de mi salud. Como fue hecho de quien es poderoso y Señor verdadero de todo, ninguna pena me dio.

NOTAS CAPÍTULO 24

1 El confesor: Diego de Cetina.

2 Premio, escribe la Santa, como en otros pasajes (3, 12).

3 La misma casa: el monasterio de la Encarnación.

4 Divertirme: distraerme.

5 O sea: no estaba en mi mano, no dependía de mí.

6 Es san Francisco de Borja. Primer personaje coetáneo que aparece en el relato con nombre propio. Más adelante saldrá también del anonimato Pedro de Alcántara (27, 16). - El Padre Francisco había sido nombrado por San Ignacio Comisario para las Provincias de España (7.1.1554). Invitado por el cabildo de Avila en Mayo de 1554, predicó en la Catedral uno de los días de la octava del Corpus (junio de 1554). Por esas fechas se encontraría con la Santa por vez primera. - En la Rel. 5ª asegura ella que "al P. Francisco... trató dos veces". La segunda vez sería, probablemente, en 1557. En el proceso de beatificación de la Santa depuso la Duquesa de Gandía, Doña Juana de Velasco: "En especial se acuerda... haber oído que alababa el espíritu, vida y santidad de la dicha madre Teresa de Jesús el padre Francisco de Borja, que fue general de la Compañía de Jesús" (BMC, t. 20, p. 262). - Mi confesor y el caballero santo: eran Diego de Cetina y Francisco de Salcedo.

7 El caballero: el mismo F. de Salcedo.

8 El P. Diego de Cetina hubo de regresar a Salamanca para proseguir sus estudios.

9 Una parienta mía: no es fácil de identificar.

10 Una señora viuda: "Dª Guiomar de Ulloa, mujer que fue de Francisco de Avila", anota Gracián en su ejemplar. Ella y la Santa se habían conocido en la Encarnación, donde era monja Doña Aldonza de Guzmán, hermana de Doña Guiomar. Llegó a tener gran amistad con la Madre Teresa, "más estrecha amistad que pudiera tener con hermana", escribiría la propia Santa a su hermano Lorenzo el 23.12.1561. De ella seguirá hablando la Santa en el resto del relato. En 1578 entró en el carmelo de San José, pero hubo de abandonar la vida carmelita por falta de salud.

11 "El P. Prádanos", anota Gracián en su ejemplar. El jesuita Juan de Prádanos, nacido en Calahorra (1528), se había ordenado sacerdote poco antes (1554), y pronto sería rector del Colegio de San Gil (1555. Murió en Valladolid el 4.11.1597).

12 Es el himno litúrgico de la fiesta de Pentecostés, pero de recitación ordinaria fuera de esa fecha litúrgica. En 1556, Pentecostés se celebró el 24 de mayo; en 1557, el 6 de junio.

13 Este primer arrobamiento ocurrió probablemente en 1556, o quizás en 1557. - Compárese con otras "primeras gracias místicas": cf. c. 19, 9: "primera palabra"; c. 7, 6: "primera visión". - La resistencia de la Santa a los arrobamientos duró dos años (c. 25, 15; c. 27, 1-2) o "casi dos años" (c. 25, 1).

14 Ni ha sido en mi mano: no me ha sido posible. Deudos: familiares.

15 Hacía muchos años.

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MensajePublicado: Sab Jun 07, 2008 3:47 pm    Asunto:
Tema: El Libro de la Vida - Santa Teresa de Jesús de Ávila
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CAPÍTULO 25



En que trata el modo y manera cómo se entienden estas hablas que hace Dios al alma sin oírse, y de algunos engaños que puede haber en ello, y en qué se conocerá cuándo lo es. Es de mucho provecho para quien se viere en este grado de oración, porque se declara muy bien, y de harta doctrina. *



1. Paréceme será bien declarar cómo es este hablar que hace Dios al alma y lo que ella siente, para que vuestra merced lo entienda (1). Porque desde esta vez que he dicho que el Señor me hizo esta merced (2), es muy ordinario hasta ahora, como se verá en lo que está por decir.

Son unas palabras muy formadas (3), mas con los oídos corporales no se oyen, sino entiéndense muy más claro que si se oyesen; y dejarlo de entender, aunque mucho se resista, es por demás. Porque cuando acá no queremos oír, podemos tapar los oídos o advertir a otra cosa, de manera que, aunque se oiga, no se entienda. En esta plática que hace Dios al alma no hay remedio ninguno, sino que, aunque me pese, me hacen escuchar y estar el entendimiento tan entero para entender lo que Dios quiere entendamos, que no basta querer ni no querer. Porque el que todo lo puede, quiere que entendamos se ha de hacer lo que quiere y se muestra señor verdadero de nosotros. Esto tengo muy experimentado, porque me duró casi dos años el resistir (4), con el gran miedo que traía, y ahora lo pruebo algunas veces, mas poco me aprovecha.

2. Yo querría declarar los engaños que puede haber aquí (aunque a quien tiene mucha experiencia paréceme será poco o ninguno, mas ha de ser mucha la experiencia) y la diferencia que hay cuando es espíritu bueno o cuando es malo, o cómo puede también ser aprensión del mismo entendimiento (5) que podría acaecer o hablar el mismo espíritu a sí mismo. Esto no sé yo si puede ser, mas aún hoy me ha parecido que sí.

Cuando es de Dios, tengo muy probado en muchas cosas que se me decían dos o tres años antes, y todas se han cumplido, y hasta ahora ninguna ha salido mentira, y otras cosas adonde se ve claro ser espíritu de Dios, como después se dirá.

3. Paréceme a mí que podría una persona, estando encomendando una cosa a Dios con gran afecto y aprensión, parecerle entiende alguna cosa si se hará o no, y es muy posible; aunque a quien ha entendido de estotra suerte (6), verá claro lo que es, porque es mucha la diferencia, y si es cosa que el entendimiento fabrica, por delegado que vaya, entiende que ordena él algo y que habla; que no es otra cosa sino ordenar uno la plática, o escuchar lo que otro le dice; y verá el entendimiento que entonces no escucha, pues que obra; y las palabras que él fabrica son como cosa sorda, fantaseada, y no con la claridad que estotras. Y aquí está en nuestra mano divertirnos, como callar cuando hablamos; en estotro no hay términos.

Y otra señal más que todas: (7) que no hace operación. Porque estotra que habla el Señor es palabras y obras; y aunque las palabras no sean de devoción, sino de reprensión, a la primera disponen un alma, y la habilita y enternece y da luz y regala y quieta; y si estaba con sequedad o alboroto y desasosiego de alma, como con la mano se le quita, y aun mejor, que parece quiere el Señor se entienda que es poderoso y que sus palabras son obras.

4. Paréceme que hay la diferencia que si nosotros hablásemos u oyésemos, ni más ni menos. Porque lo que hablo, como he dicho (8), voy ordenando con el entendimiento lo que digo. Mas si me hablan, no hago más de oír sin ningún trabajo.

Lo uno va como una cosa que no nos podemos bien determinar si es, como uno que está medio dormido; estotro es voz tan clara que no se pierde una sílaba de lo que se dice. Y acaece ser a tiempos que está el entendimiento y alma tan alborotada y distraída, que no acertaría a concertar una buena razón, y (9) halla guisadas grandes sentencias que le dicen, que ella, aun estando muy recogida, no pudiera alcanzar, y a la primera palabra, como digo, la mudan toda. En especial si está en arrobamiento, que las potencias están suspendidas, ¿cómo se entenderán cosas que no habían venido a la memoria aun antes? ¿Cómo vendrán entonces, que no obra casi, y la imaginación está como embobada?

5. Entiéndase que cuando se ven visiones o se entienden estas palabras, a mi parecer, nunca es en tiempo que está unida el alma en el mismo arrobamiento; que en este tiempo como ya dejo declarado, creo en la segunda agua (10) del todo se pierden todas las potencias y a mi parecer allí ni se puede ver ni entender ni oír: está en otro poder toda, y en este tiempo, que es muy breve, no me parece la deja el Señor para nada libertad. Pasado este breve tiempo, que se queda aún en el arrobamiento el alma, es esto que digo; (11) porque quedan las potencias de manera que, aunque no están perdidas, casi nada obran; están como absortas y no hábiles para concertar razones. Hay tantas para entender la diferencia, que si una vez se engañase, no serán muchas.

6. Y digo que si es alma ejercitada y está sobre aviso, lo verá muy claro; porque dejadas otras cosas por donde se ve lo que he dicho (12), ningún efecto hace, ni el alma lo admite (porque estotro, mal que nos pese) (13), y no se da crédito, antes se entiende que es devanear del entendimiento, casi como no se haría caso de una persona que sabéis tiene frenesí.

Estotro es como si lo oyésemos a una persona muy santa o letrada y de gran autoridad, que sabemos no nos ha de mentir. Y aun es baja comparación, porque traen algunas veces una majestad consigo estas palabras, que, sin acordarnos quién las dicen (14), si son de reprensión hacen temblar, y si son de amor, hacen deshacerse en amar. Y son cosas, como he dicho (15), que estaban bien lejos de la memoria, y dícense tan de presto sentencias tan grandes, que era menester mucho tiempo para haberlas de ordenar, y en ninguna manera me parece se puede entonces ignorar no ser cosa fabricada de nosotros.

Así que en esto no hay que me detener, que por maravilla me parece puede haber engaño en persona ejercitada, si ella misma de advertencia no se quiere engañar.

7. Acaecídome ha muchas veces, si tengo alguna duda, no creer lo que me dicen, y pensar si se me antojó (esto después de pasado, que entonces es imposible), y verlo cumplido desde a mucho tiempo; (16) porque hace el Señor que quede en la memoria, que no se puede olvidar. Y lo que es del entendimiento (17) es como primer movimiento del pensamiento, que pasa y se olvida. Estotro es como obra que, aunque se olvide algo y pase tiempo, no tan del todo que se pierda la memoria de que, en fin, se dijo, salvo si no ha mucho tiempo o son palabras de favor o doctrina; mas de profecía no hay olvidarse, a mi parecer, al menos a mí, aunque tengo poca memoria.

8. Y torno a decir que me parece (18) si un alma no fuese tan desalmada que lo quiera fingir (que sería harto mal) y decir que lo entiende no siendo así; mas dejar de ver claro que ella lo ordena y lo parla entre sí, paréceme no lleva camino, si ha entendido el espíritu de Dios, que si no, toda su vida podrá estarse en ese engaño y parecerle que entiende, aunque yo no sé cómo. O esta alma lo quiere entender, o no: si se está deshaciendo de lo que entiende y en ninguna manera querría entender nada por mil temores y otras muchas causas que hay para tener deseo de estar quieta en su oración sin estas cosas, ¿cómo da tanto espacio al entendimiento que ordene razones? Tiempo es menester para esto. Acá (19) sin perder ninguno, quedamos enseñadas y se entienden cosas que parece era menester un mes para ordenarlas, y el mismo entendimiento y alma quedan espantadas de algunas cosas que se entienden.

9. Esto es así, y quien tuviere experiencia verá que es al pie de la letra todo lo que he dicho. Alabo a Dios porque lo he sabido así decir. Y acabo con que me parece, siendo del entendimiento (20), cuando lo quisiésemos lo podríamos entender, y cada vez que tenemos oración nos podría parecer entendemos. Mas en estotro no es así, sino que estaré muchos días que aunque quiera entender algo es imposible, y cuando otras veces no quiero, como he dicho (21), lo tengo de entender.

Paréceme que quien quisiese engañar a los otros, diciendo que entiende de Dios lo que es de sí, que poco le cuesta decir que lo oye con los oídos corporales; y es así cierto con verdad, que jamás pensé había otra manera de oír ni entender hasta que lo vi por mí; y así, como he dicho, me cuesta harto trabajo (22).

10. Cuando es demonio (23), no sólo no deja buenos efectos, mas déjalos malos. Esto me ha acaecido no más de dos o tres veces, y he sido luego avisada del Señor cómo era demonio. Dejado la gran sequedad que queda, es una inquietud en el alma a manera de otras muchas veces que ha permitido el Señor que tenga grandes tentaciones y trabajos de alma de diferentes maneras; y aunque me atormenta hartas veces, como adelante diré (24), es una inquietud que no se sabe entender de dónde viene, sino que parece resiste el alma y se alborota y aflige sin saber de qué, porque lo que él dice no es malo sino bueno. Pienso si siente un espíritu a otro. El gusto y deleite que él da, a mi parecer, es diferente en gran manera. Podrá él engañar con estos gustos a quien no tuviere o hubiere tenido otros de Dios.

11. De veras digo gustos (25), una recreación suave, fuerte, impresa, deleitosa, quieta; que unas devocioncitas del alma, de lágrimas y otros sentimientos pequeños, que al primer airecito de persecución se pierden estas florecitas, no las llamo devociones, aunque son buenos principios y santos sentimientos, mas no para determinar estos efectos de buen espíritu o malo. Y así es bien andar siempre con gran aviso, porque cuando a personas que no están más adelante en la oración que hasta esto, fácilmente podrían ser engañadas si tuviesen visiones o revelaciones (26).

Yo nunca tuve cosa de estas postreras hasta haberme Dios dado, por sólo su bondad, oración de unión, si no fue la primera vez que dije, que ha muchos años (27), que vi a Cristo, que pluguiera a Su Majestad entendiera yo era verdadera visión como después lo he entendido, que no me fuera poco bien. Ninguna blandura queda en el alma, sino como espantada y con gran disgusto (28).

12. Tengo por muy cierto que el demonio no engañará ni lo permitirá Dios a alma que de ninguna cosa se fía de sí y está fortalecida en la fe, que entienda ella de sí que por un punto de ella morirá mil muertes. Y con este amor a la fe, que infunde luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene ya hecho asiento fuerte en estas verdades, que no la moverían cuantas revelaciones pueda imaginar aunque viese abiertos los cielos un punto de lo que tiene la Iglesia (29)

Si alguna vez se viese vacilar en su pensamiento contra esto, o detenerse en decir: "pues si Dios me dice esto, también puede ser verdad, como lo que decía a los santos" (no digo que lo crea, sino que el demonio la comience a tentar por primer movimiento; que detenerse en ello ya se ve que es malísimo, mas aun primeros movimientos muchas veces en este caso creo no vendrán si el alma está en esto tan fuerte como la hace el Señor a quien da estas cosas, que le parece desmenuzaría los demonios sobre una verdad de lo que tiene la Iglesia, muy pequeña), [13] digo que si no viere en sí esta fortaleza grande y que ayude a ella la devoción o visión, que no la tenga por segura (30).

Porque, aunque no se sienta luego el daño, poco a poco podría hacerse grande. Que, a lo que yo veo y sé de experiencia, de tal manera queda el crédito de que es Dios, que vaya conforme a la Sagrada Escritura, y como un tantico torciese de esto, mucha más firmeza sin comparación me parece tendría en que es demonio que ahora tengo de que es Dios, por grande que la tenga. Porque entonces no es menester andar a buscar señales ni qué espíritu es, pues está tan clara esta señal para creer que es demonio, que si entonces todo el mundo me asegurase que es Dios, no lo creería.

El caso es que, cuando es demonio parece que se esconden todos los bienes y huyen del alma, según queda desabrida y alborotada y sin ningún efecto bueno. Porque aunque parece pone deseos, no son fuertes. La humildad que deja es falsa, alborotada y sin suavidad. Paréceme que a (31) quien tiene experiencia del buen espíritu, lo entenderá.

14. Con todo, puede hacer muchos embustes el demonio, y así no hay cosa en esto tan cierta que no lo sea más temer e ir siempre con aviso, y tener maestro que sea letrado y no le callar nada, y con esto ningún daño puede venir; aunque a mí hartos me han venido por estos temores demasiados que tienen algunas personas.

En especial me acaeció una vez que se habían juntado muchos a quien yo daba gran crédito y era razón se le diese que, aunque yo ya no trataba sino con uno, y cuando él me lo mandaba hablaba a otros, unos con otros trataban mucho de mi remedio, que me tenían mucho amor y temían no fuese engañada. Yo también traía grandísimo temor cuando no estaba en la oración, que estando en ella y haciéndome el Señor alguna merced, luego me aseguraba. Creo eran cinco o seis, todos muy siervos de Dios (32). Y díjome mi confesor que todos se determinaban en que era demonio, que no comulgase tan a menudo y que procurase distraerme de suerte que no tuviese soledad.

Yo era temerosa en extremo, como he dicho (33). Ayudábame el mal de corazón, que aun en una pieza sola no osaba estar de día muchas veces. Yo, como vi que tantos lo afirmaban y yo no lo podía creer, diome grandísimo escrúpulo, pareciendo poca humildad; porque todos eran (34) más de buena vida sin comparación que yo, y letrados, que por qué no los había de creer. Forzábame lo que podía para creerlo, y pensaba que mi ruin vida (35) y que conforme a esto debían de decir verdad.

15. Fuime de la iglesia con esta aflicción y entréme en un oratorio, habiéndome quitado muchos días de comulgar, quitada la soledad, que era todo mi consuelo, sin tener persona con quien tratar, porque todos eran contra mí: unos me parecía burlaban de mí cuando de ello trataba, como que se me antojaba; otros avisaban al confesor que se guardase de mí; otros decían que era claro demonio; sólo el confesor (36), que, aunque conformaba con ellos por probarme según después supe, siempre me consolaba y me decía que, aunque fuese demonio, no ofendiendo yo a Dios, no me podía hacer nada, que ello se me quitaría, que lo rogase mucho a Dios. Y él y todas las personas que confesaba lo hacían harto, y otras muchas, y yo toda mi oración, y cuantos entendía eran siervos de Dios, porque Su Majestad me llevase por otro camino. Y esto me duró no sé si dos años, que era continuo pedirlo al Señor.

16. A mí ningún consuelo me bastaba, cuando pensaba que era posible que tantas veces me había de hablar el demonio. Porque de que no tomaba horas de soledad para oración, en conversación me hacía el Señor recoger y, sin poderlo yo excusar, me decía lo que era servido y, aunque me pesaba, lo había de oír.

17. Pues estándome sola, sin tener una persona con quien descansar, ni podía rezar ni leer, sino como persona espantada de tanta tribulación y temor de si me había de engañar el demonio, toda alborotada y fatigada, sin saber qué hacer de mí. En esta aflicción me vi algunas y muchas veces, aunque no me parece ninguna en tanto extremo. Estuve así cuatro o cinco horas, que consuelo del cielo ni de la tierra no había para mí, sino que me dejó el Señor padecer, temiendo mil peligros. ¡Oh Señor mío, cómo sois Vos el amigo verdadero; y como poderoso, cuando queréis podéis, y (37) nunca dejáis de querer si os quieren! ¡Alaben os todas las cosas, Señor del mundo! ¡Oh, quién diese voces por él, para decir cuán fiel sois a vuestros amigos! Todas las cosas faltan; Vos Señor de todas ellas, nunca faltáis. Poco es lo que dejáis padecer a quien os ama. ¡Oh Señor mío!, ¡qué delicada y pulida y sabrosamente los sabéis tratar! ¡Quién nunca se hubiera detenido en amar a nadie sino a Vos! Parece, Señor, que probáis con rigor a quien os ama, para que en el extremo del trabajo se entienda el mayor extremo de vuestro amor. ¡Oh Dios mío, quién tuviera entendimiento y letras y nuevas palabras para encarecer vuestras obras como lo entiende mi alma! Fáltame todo, Señor mío; mas si Vos no me desamparáis, no os faltaré yo a Vos. Levántense contra mí todos los letrados; persíganme todas las cosas criadas, atorméntenme los demonios, no me faltéis Vos, Señor, que ya tengo experiencia de la ganancia con que sacáis a quien sólo en Vos confía.

18. Pues estando en esta gran fatiga (aún entonces no había comenzado a tener ninguna visión), solas estas palabras bastaban para quitármela y quietarme del todo: No hayas miedo, hija, que Yo soy y no te desampararé; no temas (38). Paréceme a mí, según estaba, que era menester muchas horas para persuadirme a que me sosegase y que no bastara nadie.

Heme aquí con solas estas palabras sosegada, con fortaleza, con ánimo, con seguridad, con una quietud y luz que en un punto vi mi alma hecha otra, y me parece que con todo el mundo disputara que era Dios. ¡Oh, qué buen Dios! ¡Oh, qué buen Señor y qué poderoso! No sólo da el consejo, sino el remedio. Sus palabras son obras (39). ¡Oh, válgame Dios, y cómo fortalece la fe y se aumenta el amor!

19. Es así, cierto, que muchas veces me acordaba de cuando el Señor mandó a los vientos que estuviesen quedos, en la mar, cuando se levantó la tempestad (40) y así decía yo: ¿Quién es éste que así le obedecen todas mis potencias, y da luz en tan gran oscuridad en un momento, y hace blando un corazón que parecía piedra, da agua de lágrimas suaves adonde parecía había de haber mucho tiempo sequedad? ¿Quién pone estos deseos? ¿Quién da este ánimo? Que me acaeció pensar: ¿de qué temo? ¿Qué es esto? Yo deseo servir a este Señor. No pretendo otra cosa sino contentarle. No quiero contento ni descanso ni otro bien sino hacer su voluntad (que de esto bien cierta estaba, a mi parecer, que lo podía afirmar). Pues si este Señor es poderoso, como veo que lo es y sé que lo es, y que son sus esclavos los demonios (y de esto no hay que dudar, pues es fe) (41), siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿qué mal me pueden ellos hacer a mí? ¿Por qué no he yo de tener fortaleza para combatirme con todo el infierno?

Tomaba una cruz en la mano y parecía verdaderamente darme Dios ánimo, que yo me vi otra en un breve tiempo, que no temiera tomarme con ellos a brazos (42), que me parecía fácilmente con aquella cruz los venciera a todos. Y así dije: "ahora venid todos, que siendo sierva del Señor yo quiero ver qué me podéis hacer".

20. Es sin duda que me parecía me habían miedo, porque yo quedé sosegada y tan sin temor de todos ellos, que se me quitaron todos los miedos que solía tener, hasta hoy. Porque, aunque algunas veces los veía, como diré después (43), no los he habido más casi miedo, antes me parecía ellos me le habían a mí.

Quedóme un señorío contra ellos bien dado del Señor de todos, que no se me da más de ellos que de moscas. Parécenme tan cobardes que, en viendo que los tienen en poco, no les queda fuerza. No saben estos enemigos de hecho acometer, sino a quien ven que se les rinde, o cuando lo permite Dios para más bien de sus siervos que los tienten y atormenten.

Pluguiese a Su Majestad temiésemos a quien hemos de temer y entendiésemos nos puede venir mayor daño de un pecado venial que de todo el infierno junto, pues es ello así.

21. ¡Qué espantados nos traen estos demonios, porque nos queremos nosotros espantar con otros asimientos de honras y haciendas y deleites! (44), que entonces, juntos ellos con nosotros mismos que nos somos contrarios amando y queriendo lo que hemos de aborrecer, mucho daño nos harán. Porque con nuestras mismas armas les hacemos que peleen contra nosotros, poniendo en sus manos con las que nos hemos de defender. Esta es la gran lástima. Mas si todo lo aborrecemos por Dios, y nos abrazamos con la cruz, y tratamos servirle de verdad, huye él de estas verdades como de pestilencia. Es amigo de mentiras, y la misma mentira; no hará pacto con quien anda en verdad (45).

Cuando él ve oscurecido el entendimiento, ayuda lindamente a que se quiebren los ojos; porque si a uno ve ya ciego en poner su descanso en cosas vanas, y tan vanas que parecen las de este mundo cosa de juego de niños, ya él ve que éste es niño, pues trata como tal, y atrévese a luchar con él una y muchas veces (46).

22. Plega al Señor que no sea yo de éstos, sino que me favorezca Su Majestad para entender por descanso lo que es descanso, y por honra lo que es honra, y por deleite lo que es deleite, y no todo al revés, y ¡una higa (47) para todos los demonios!, que ellos me temerán a mí. No entiendo estos miedos: "¡demonio! ¡demonio!", adonde podemos decir: "¡Dios ¡Dios!", y hacerle temblar (48). Sí, que ya sabemos que no se puede menear si el Señor no lo permite. ¿Qué es esto? Es sin duda que tengo ya más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confesores, inquietan mucho, y he pasado algunos años de tan gran trabajo, que ahora me espanto cómo lo he podido sufrir. ¡Bendito sea el Señor que tan de veras me ha ayudado!.




NOTAS CAPÍTULO 25

De nuevo introduce en el relato autobiográfico un paréntesis doctrinal. Lo motiva la "palabra interior" referida en el c. 24, 5, que resolvió su problema afectivo. Desde ella se propone explicar "las hablas místicas": en qué consisten y cómo discernirlas. La exposición se ilustra con hechos personales (nn. 7, 14-15), y culmina en el relato de una nueva "palabra interior", decisiva: "no hayas miedo, hija, yo soy" (n. 18). - Desarrollará el tema en el lugar paralelo de las Moradas VI, c. 3.

1 El capítulo reanuda el diálogo con el P. García de Toledo. Al final del capítulo, el diálogo se extenderá a todo el grupo de letrados asesores.

2 Se refiere a la palabra escuchada en ese "primer arrobamiento", referido en el c. anterior, n. 5.

3 Palabras muy formadas: en acepción mística. Son experiencias místicas con contenido ideológico y expresión verbal, por oposición a las noticias puras, comunicadas en las visiones intelectuales, sin verbalización. Véase la nota 18 al capítulo 27, n. 6, y las anotaciones al c. 3 de las Moradas VI. - San Juan de la Cruz emplea una terminología parecida ("palabras sucesivas, formales y sustanciales" pero en un cuadro doctrinal diverso del teresiano (Subida II, c. 28, 2; y cc. 30-31).

4 Duró casi dos años el resistir a las hablas interiores, a pesar de la respuesta de san Francisco de Borja (24, 3). De nuevo testificará esa dolorosa resistencia en el n. 15 y en el c. 27, 1.

5 Aprensión del mismo entendimiento (en el autógrafo: apreensión, repetido en el n. 3). Término que proviene del léxico escolástico de sus letrados asesores. "Aprehensio" era el acto germinal de la mente que concibe una idea. En el texto teresiano indica la formulación de una palabra interior por la propia mente (autoescucha, autosugestión), en contraposición a las otras dos formas de palabra interior: la sugerida por el demonio, o la infundida por Dios. Para la autora el problema del capítulo es cómo discernirlas.

6 Entendido de estotra suerte: en forma de habla mística, como ha dicho en el n. 1. - A partir del n. 2 establece la Santa un paralelo entre las hablas místicas y las ficticias (fantaseadas por el sujeto o sugeridas por el demonio). El término "estotro" designará constantemente las hablas místicas, por contraposición a las otras dos.

7 Otra señal más distinta (= más señal) que todas es que no hace operación. Es decir, que las hablas fantaseadas no producen efectos interiores. Al contrario las del Señor, "son palabras y obras": alusión bíblica a Fil. 4, 13, insinuada dos veces en este número; y ya antes en el c. 13, 3.

8 En los nn. 2-3.

9 "Y": en cambio...

10 No en la segunda sino en la cuarta agua: c. 18, 1 y s.; y c. 20, 3 y ss.

11 Lo ha dicho al final del n. 4. - Las dos cosas que aquí afirma son: que durante el arrobamiento propiamente dicho (con suspensión de las potencias), no se dan las hablas místicas; que después de él, al cesar dicha suspensión, "aún queda en una especie de arrobamiento el alma...". Entonces "es esto que digo": entonces tienen lugar las hablas místicas (como ha dicho del "primer arrobamiento": c. 24, 5). - Para inteligencia de todo este pasaje, téngase en cuenta la doctrina teresiana del éxtasis: cc. 18 y 20; especialmente, los nn. 12-13 del c. 18.

12 Por donde se ve lo que he dicho: la diferencia entre hablas místicas y pseudomísticas, de que viene hablando desde el n. 2.

13 Es decir: "porque estotro (las hablas místicas) lo admitimos mal que nos pese". Véase el mismo pensamiento formulado en el n. 1.

14 Quien las dicen: fray Luis corrige el probable lapsus: "quién las dice" (p. 295).

15 Dicho en el n. 4.

16 O sea, "de allí a mucho tiempo".

17 Y en cambio, lo que es fabricado del entendimiento... - La Santa usa con frecuencia la conjunción "y" en sentido adversativo: en cambio, sin embargo (cf. nota 9).

18 Frase incompleta: me parece imposible engañarse. El "torno a decir" enlaza con el final del n. 6. - Alma tan desalmada: "Desalmado, el que tiene mala conciencia y no cura de vivir como hombre de razón" (Cobarruvias).

19 Acá: en las genuinas hablas místicas. - Sin perder ningún tiempo.

20 Es decir: "acabo diciendo que me parece que, siendo fantaseado por el entendimiento, cuando lo quisiéremos lo podríamos entender".

21 Lo ha dicho en los nn. 1 y 6.

22 Se refiere a los episodios narrados en el c. 23.

23 Cuando es demonio: cuando las hablas provienen del demonio.

24 Hablará de ello especialmente en el c. 31. Cf. además los cc. 32, 1; 36, 7-11; 38, 23-24; 39, 4.

25 De veras digo gustos: digo gustos, que sean realmente tales, en la acepción mística del término.

26 Frase inconclusa. Fray Luis la reelaboró a su modo (p. 299). Podría completarse así: porque cuando es a personas que no están más adelante en la oración que hasta esto (= a personas que en la oración no han llegado más que a devocioncitas y lágrimas...), fácilmente podrían ser engañados (= engañadas).

27 Alude a la visión del rostro de Cristo en el locutorio de la Encarnación: c. 7, 6-7.

28 Se sobreentiende "cuando es cosa del demonio".

29 Vea los cielos abiertos: frase bíblica de los Hechos (7, 55). Lo que tiene la Iglesia: fórmula usada por la Santa (dos veces en este mismo número) para designar lo que la Iglesia cree o enseña en materia de fe (cf. los prólogos a Moradas, n. 3 y Fundaciones, n. 6; la Protestación de Camino; y Vida, c. 30, 12).

30 Periodo diversamente puntuado por los editores de la Santa. Seguimos la puntuación de fray Luis (p. 300). La frase "digo que si no tiene..." reanuda el pensamiento que dejó suspenso antes del largo paréntesis: "Si alguna vez se viese vacilar...".

31 Es redundante esa "a".

32 Los cinco o seis: podemos indicar únicamente nombres probables: como Gaspar Daza, Gonzalo de Aranda, Baltasar Alvarez (o su predecesor, P. Prádanos), y quizás Alonso Alvarez Dávila. - Mi confesor: probablemente el P. Baltasar Alvarez, joven jesuita de San Gil, ordenado sacerdote en 1558, a los 25 años de edad. Tanto F. de Ribera (Vida de la Santa, I, c. 11), como L. de la Puente (Vida del P. Baltasar, c. 11), afirman que este último fue quien la sometió a esa prueba.

33 Lo ha recordado en el c. 23, 13.

34 En el autógrafo siguen unas palabras borradas e ilegibles. No aparecen en la ed. de fray Luis (p. 302).

35 Fray Luis corrigió: "pensaba en mi ruin vida" (p. 302).

36 Probablemente el P. Baltasar Alvarez. - El dolor de esas jornadas, especialmente la privación de la comunión, será recordado por la Santa en Fund. 6, 20.

37 Probable reminiscencia bíblica: Lc 5, 12.

38 Son un condensado de las palabras del Resucitado; Lc 24, 36, y de su promesa en Jn 14, 18.

39 Fil. 4, 13 (cf. n. 3).

40 Mc 4, 39.

41 Es fe: es verdad de fe.

42 Tomarme con ellos a brazos: luchar cuerpo a cuerpo: Cf. Camino 16, 3.

43 En los cc. 31, 32, 38 y 39. (cf. nota 24 de este c.).

44 Honras, haciendas, deleites: categorías frecuentes en la Santa: cf. c. 20, 26-28.

45 Las dos afirmaciones tienen ascendencia evangélica: Satanás es "el mendaz" y "el padre de la mentira" (Jn 8, 44). Andar en verdad (cf. Jn 8, 44) será la famosa definición de la humildad según la Santa (Moradas 6, 10, 7; y Vida 26, 1).

46 Sobre el mismo tema véase Camino 23, 4-5.

47 Cobarruvias en su Tesoro de la lengua define así la higa: "Es una manera de menosprecio que hacemos cerrando el puño y mostrando el dedo pulgar por el índice y el medio: es disfrazada pulla". Más adelante reaparecerá el término en contexto más doloroso (c. 29, 5 y 6; cf. Moradas 6, 9, 13 y Fund. 8, 3).

48 Alude irónicamente al grupo de letrados miedosos (n. 14) que la amedrantaron. Más adelante, uno de sus teólogos asesores reconocía: "Hale dado Dios un tan fuerte y valeroso ánimo, que espanta. Solía ser temerosa; agora atropella a todos los demonios. Es muy fuera de melindres y niñerías de mujeres; muy sin escrúpulos. Es rectísima" (Dictamen del P. Pedro Ibáñez, escrito poco antes que estas páginas de Vida: BMC, t. 2, p. 132, n. 28).

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CAPÍTULO 26



Prosigue en la misma materia. Va declarando y diciendo cosas que le han acaecido, que la hacían perder el temor y afirmar que era buen espíritu el que la hablaba.



1. Tengo por una de las grandes mercedes que me ha hecho el Señor este ánimo que me dio contra los demonios. Porque andar un alma acobardada y temerosa de nada sino de ofender a Dios, es grandísimo inconveniente. Pues tenemos Rey todopoderoso y tan gran Señor que todo lo puede y a todos sujeta, no hay qué temer, andando como he dicho (1) en verdad delante de Su Majestad y con limpia conciencia. Para esto, como he dicho (2), querría yo todos los temores: para no ofender en un punto a quien en el mismo punto nos puede deshacer; que contento Su Majestad, no hay quien sea contra nosotros que no lleve las manos en la cabeza (3).

Podráse decir que así es, mas que ¿quién será esta alma tan recta que del todo le contente?, y que por eso teme. No la mía, por cierto, que es muy miserable y sin provecho y llena de mil miserias. Mas no ejecuta Dios como las gentes, que entiende nuestras flaquezas (4). Mas por grandes conjeturas siente el alma en sí si le ama de verdad, porque las que llegan a este estado (5) no anda el amor disimulado como a los principios, sino con tan grandes ímpetus y deseo de ver a Dios, como después diré o queda ya dicho: (6) todo cansa, todo fatiga, todo atormenta. Si no es con Dios o por Dios, no hay descanso que no canse, porque se ve ausente de su verdadero descanso, y así es cosa muy clara que, como digo, no pasa en disimulación.

2. Acaecióme otras veces verme con grandes tribulaciones y murmuraciones sobre cierto negocio que después diré (7), de casi todo el lugar adonde estoy y de mi Orden, y afligida con muchas ocasiones que había para inquietarme, y decirme el Señor: ¿De qué temes? ¿No sabes que soy todopoderoso? Yo cumpliré lo que te he prometido (8) (y así se cumplió bien después), y quedar luego con una fortaleza, que de nuevo me parece me pusiera en emprender otras cosas, aunque me costasen más trabajos, para servirle, y me pusiera de nuevo a padecer.

Es esto tantas veces, que no lo podría yo contar. Muchas las que me hacía reprensiones y hace, cuando hago imperfecciones, que bastan a deshacer un alma; al menos traen consigo el enmendarse, porque Su Majestad como he dicho (9) da el consejo y el remedio. Otras, traerme a la memoria mis pecados pasados, en especial cuando el Señor me quiere hacer alguna señalada merced, que parece ya se ve el alma en el verdadero juicio; porque le representan la verdad con conocimiento claro, que no sabe adónde se meter. Otras avisarme de algunos peligros míos y de otras personas, cosas por venir, tres o cuatro años antes muchas, y todas se han cumplido. Algunas podrá ser señalar.

Así que hay tantas cosas para entender que es Dios, que no se puede ignorar, a mi parecer.

3. Lo más seguro es (yo así lo hago, y sin esto no tendría sosiego, ni es bien que mujeres le tengamos, pues no tenemos letras) (10) y aquí no puede haber daño sino muchos provechos, como muchas veces me ha dicho el Señor, que no deje de comunicar toda mi alma y las mercedes que el Señor me hace, con el confesor, y que sea letrado, y que le obedezca. Esto muchas veces.

Tenía yo un confesor (11) que me mortificaba mucho y algunas veces me afligía (12) y daba gran trabajo, porque me inquietaba mucho, y era el que más me aprovechó, a lo que me parece. Y aunque le tenía mucho amor, tenía algunas tentaciones por dejarle, y parecíame me estorbaban aquellas penas que me daba de la oración. Cada vez que estaba determinada a esto, entendía luego que no lo hiciese, y una reprensión que me deshacía más que cuanto el confesor hacía. Algunas veces me fatigaba: cuestión por un cabo y reprensión por otro, y todo lo había menester, según tenía poco doblada la voluntad.

Díjome una vez que no era obedecer si no estaba determinada a padecer; que pusiese los ojos en lo que El había padecido, y todo se me haría fácil (13).

4. Aconsejóme una vez un confesor que a los principios me había confesado, que ya que estaba probado ser buen espíritu, que callase y no diese ya parte a nadie, porque mejor era ya estas cosas callarlas. A mí no me pareció mal, porque yo sentía tanto cada vez que las decía al confesor, y era tanta mi afrenta, que mucho más que confesar pecados graves lo sentía algunas veces; en especial si eran las mercedes grandes, parecíame no me habían de creer y que burlaban de mí. Sentía yo tanto esto, que me parecía era desacato a las maravillas de Dios, que por esto quisiera callar. Entendí entonces que había sido muy mal aconsejada de aquel confesor, que en ninguna manera callase cosa al que me confesaba, porque en esto había gran seguridad, y haciendo lo contrario podría ser engañarme alguna vez.

5. Siempre que el Señor me mandaba una cosa en la oración, si el confesor me decía otra, me tornaba el mismo Señor a decir que le obedeciese; después Su Majestad le volvía para que me lo tornase a mandar (14).

Cuando se quitaron muchos libros de romance, que no se leyesen (15), yo sentí mucho, porque algunos me daba recreación leerlos y yo no podía ya, por dejarlos en latín; me dijo el Señor. No tengas pena, que Yo te daré libro vivo. Yo no podía entender por qué se me había dicho esto, porque aún no tenía visiones (16). Después, desde a bien pocos días, lo entendí muy bien, porque he tenido tanto en qué pensar y recogerme en lo que veía presente, y ha tenido tanto amor el Señor conmigo para enseñarme de muchas maneras, que muy poca o casi ninguna necesidad he tenido de libros; Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades ¡Bendito sea tal libro, que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar! ¿Quién ve al Señor cubierto de llagas y afligido con persecuciones que no las abrace y las ame y las desee? ¿Quién ve algo de la gloria que da a los que le sirven que no conozca es todo nonada cuanto se puede hacer y padecer, pues tal premio esperamos? ¿Quién ve los tormentos que pasan los condenados, que no se le hagan deleites los tormentos de acá en su comparación, y conozcan lo mucho que deben al Señor en haberlos librado tantas veces de aquel lugar?

6. Porque con el favor de Dios se dirá más de algunas cosas, quiero ir adelante en el proceso de mi vida (17). Plega al Señor haya sabido declararme en esto que he dicho. Bien creo que quien tuviere experiencia lo entenderá y verá que he atinado a decir algo; quien no, no me espanto le parezca desatino todo. Basta decirlo yo para quedar disculpado, ni yo culparé a quien lo dijere.

El Señor me deje atinar en cumplir su voluntad. Amén.



NOTAS CAPÍTULO 26

1 Lo ha dicho en el c. 25, 21.

2 Remite al n. 20 del mismo c. 25.

3 Lleve las manos en la cabeza: ir derrotado, salir escarmentado.

4 Dios... entiende nuestras flaquezas: faceta típica de la imagen de Dios en la Santa: cf. 37, 5; y 4, 10.

5 En las que llegan, corrigió fray Luis (p. 309).

6 Después diré: c. 29, 8-14 y 30, 19. - O queda dicho: c. 20, 9-14 y 22; c. 21, 6, etc.

7 Después diré: alude al pequeño drama de la fundación de San José (cc. 32-36). - Este lugar: Avila. - Y mi Orden: la Orden del Carmen. Nótese la constancia del anonimato: a lo largo del relato nunca se dice que las cosas suceden "en Avila", o que la protagonista es monja "carmelita" en "la Encarnación de Avila". Recuérdese el criterio adoptado en el c. 10.

8 De nuevo, las palabras interiores son un condensado de pasajes bíblicos: Jn 6, 20, etc.

9 Lo ha dicho en el c. 25, 3 y 18.

10 No tenemos letras: no tenemos estudios, no somos "letradas".

11 Un confesor: el P. Baltasar Alvarez (cf. 28, n. 14).

12 Había escrito: me afligía mucho; luego borró esta última palabra, por hallarse repetida cuatro veces en pocas líneas. Fray Luis también la omitió (p. 311).

13 Palabra interior, que pasará a ser una de sus consignas cristológicas: cf. Moradas I, 2, 11; 7, 4, 8: Camino 2, 1. Reaparecerá en Vida 35, 14; 39, 12; y en las Relaciones: 8. 11. 15. 36.

14 Es una de sus normas de discernimiento interior: cf. Rel. 4, 11: "Jamás hizo cosa (habla de sí misma) por lo que entendía en la oración, antes si le decían sus confesores al contrario, lo hacía luego".

15 Alude al "Indice de libros prohibidos", publicado por el inquisidor Fernando de Valdés en Valladolid el 17 de agosto de 1559. - En él se prohibían no sólo libros heréticos de allende los Pirineos, sino obras de los "espirituales españoles", como san Juan de Avila, san Francisco de Borja, Bernabé de Palma, Bartolomé de Carranza, Luis de Granada, etc. Este último, en carta al arzobispo Carranza escribía a propósito del Indice: "Con todo esto habrá un pedazo de trabajo, por estar el Arzobispo (= el inquisidor Valdés) tan contrario a cosas que él llama de contemplación para mujeres de carpinteros" (Obras de fr. L. de Granada, t. 14, p. 441). - En el Camino de Perfección, la Santa ironizará repetidas veces contra ese "Indice": cf. Camino E. 35, 4; 36, 4.

16 Aún no tenía visiones: el episodio del "Indice" es, pues, un buen hito cronológico: anuncia el comienzo de las "visiones" (cc. 27-28...), dentro del periodo de "unión mística" y de "arrobamientos" que preceden a esa fecha (agosto de 1559).

17 Concluye aquí el paréntesis doctrinal (c. 25...) dedicado a fijar criterios para discernir las "palabras interiores", si bien en este último capítulo la exposición se ha entrelazado con nuevos datos autobiográficos.

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MensajePublicado: Sab Jun 14, 2008 6:29 pm    Asunto:
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CAPÍTULO 27



En que trata otro modo con que enseña el Señor al alma y sin hablarla la da a entender su voluntad por una manera admirable. Trata también de declarar una visión y gran merced que la hizo el Señor no imaginaria. Es mucho de notar este capítulo. *



1. Pues tornando al discurso de mi vida (1), yo estaba con esta aflicción de penas y con grandes oraciones como he dicho (2) que se hacían porque el Señor me llevase por otro camino que fuese más seguro, pues éste me decían era tan sospechoso. Verdad es que, aunque yo lo suplicaba a Dios, por mucho que quería desear otro camino, como veía tan mejorada mi alma, si no era alguna vez cuando estaba muy fatigada de las cosas que me decían y miedos que me ponían, no era en mi mano desearlo, aunque siempre lo pedía. Yo me veía otra en todo. No podía (3), sino poníame en las manos de Dios, que El sabía lo que me convenía, que cumpliese en mí lo que era su voluntad en todo.

Veía que por este camino le llevaba para el cielo, y que antes iba al infierno. Que había de desear esto ni creer que era demonio, no me podía forzar a mí, aunque hacía cuanto podía por creerlo y desearlo, mas no era en mi mano.

Ofrecía lo que hacía, si era alguna buena obra, por eso. Tomaba santos devotos porque me librasen del demonio. Andaba novenas (4). Encomendábame a San Hilarión (5), a San Miguel Angel, con quien por esto tomé nuevamente devoción; y otros muchos santos importunaba mostrase el Señor la verdad, digo que lo acabasen con Su Majestad.

2. A cabo de dos años que andaba con toda esta oración mía y de otras personas para lo dicho (6), o que el Señor me llevase por otro camino, o declarase la verdad, porque eran muy continuo las hablas que he dicho me hacía el Señor (7), me acaeció esto: estando un día del glorioso San Pedro (8) en oración, vi cabe mí o sentí, por mejor decir, que con los ojos del cuerpo ni del alma no vi nada, mas parecíame estaba junto cabe mi Cristo y veía ser El el que me hablaba, a mi parecer. Yo, como estaba ignorantísima de que podía haber semejante visión, diome gran temor al principio, y no hacía sino llorar, aunque, en diciéndome una palabra sola de asegurarme, quedaba como solía, quieta y con regalo y sin ningún temor. Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo, y como no era visión imaginaria (9), no veía en qué forma; mas estar siempre al lado derecho, sentíalo muy claro, y que era testigo de todo lo que yo hacía, y que ninguna vez que me recogiese un poco o no estuviese muy divertida (10) podía ignorar que estaba cabe mí.

3. Luego fui a mi confesor (11), harto fatigada, a decírselo. Preguntóme que en qué forma le veía. Yo le dije que no le veía. Díjome que cómo sabía yo que era Cristo. Yo le dije que no sabía cómo, mas que no podía dejar de entender estaba cabe mí y lo veía claro y sentía, y que el recogimiento del alma era muy mayor, en oración de quietud y muy continua, y los efectos que eran muy otros que solía tener (12), y que era cosa muy clara.

No hacía sino poner comparaciones para darme a entender; y, cierto, para esta manera de visión, a mi parecer, no la hay que mucho cuadre. Así como es de las más subidas (según después me dijo un santo hombre y de gran espíritu, llamado Fray Pedro de Alcántara, de quien después haré mención (13), y me han dicho otros letrados grandes, y que es adonde menos se puede entremeter el demonio de todas), así no hay términos para decirla acá las que poco sabemos, que los letrados mejor lo darán a entender. Porque si digo que con los ojos del cuerpo ni del alma (14) no lo veo, porque no es imaginaria visión, ¿cómo entiendo y me afirmo con más claridad que está cabe mí que si lo viese? (15) Porque parecer que es como una persona que está a oscuras, que no ve a otra que está cabe ella, o si es ciega, no va bien. Alguna semejanza tiene, mas no mucha, porque siente con los sentidos, o la oye hablar o menear, o la toca. Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa por una noticia al alma más clara que el sol. No digo que se ve sol ni claridad, sino una luz que, sin ver luz, alumbra el entendimiento, para que goce el alma de tan gran bien. Trae consigo grandes bienes.

4. No es como una presencia de Dios que se siente muchas veces, en especial los que tienen oración de unión y quietud (16), que parece en queriendo comenzar a tener oración hallamos con quién hablar, y parece entendemos nos oye por los efectos y sentimientos espirituales que sentimos de gran amor y fe, y otras determinaciones, con ternura. Esta gran merced es de Dios, y téngalo en mucho a quien lo ha dado, porque es muy subida oración, mas no es visión, que entiéndese que está allí Dios por los efectos que, como digo, hace al alma, que por aquel modo quiere Su Majestad darse a sentir (17). Acá vese claro que está aquí Jesucristo, hijo de la Virgen. En estotra oración represéntanse unas influencias de la Divinidad; aquí, junto con éstas, se ve nos acompaña y quiere hacer mercedes también la Humanidad Sacratísima.

5. Pues preguntóme el confesor: ¿quién dijo que era Jesucristo? .El me lo dice muchas veces, respondí yo; mas antes que me lo dijese se imprimió en mi entendimiento que era El, y antes de esto me lo decía y no le veía. Si una persona que yo nunca hubiese visto sino oído nuevas de ella, me viniese a hablar estando ciega o en gran oscuridad, y me dijese quién era, lo creería, mas no tan determinadamente lo podría afirmar ser aquella persona como si la hubiera visto. Acá sí, que sin verse, se imprime con una noticia tan clara que no parece se puede dudar; que quiere el Señor esté tan esculpido en el entendimiento, que no se puede dudar más que lo que se ve, ni tanto. Porque en esto algunas veces nos queda sospecha, si se nos antojó; acá, aunque de presto dé esta sospecha, queda por una parte gran certidumbre que no tiene fuerza la duda.

6. Así es también en otra manera que Dios enseña el alma y la habla de la manera que queda dicha (18). Es un lenguaje tan del cielo, que acá se puede mal dar a entender aunque más queramos decir, si el Señor por experiencia no lo enseña. Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda, en lo muy interior del alma, y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras, sino a manera de esta visión que queda dicha (19). Y nótese mucho esta manera de hacer Dios que entienda el alma lo que El quiere y grandes verdades y misterios; porque muchas veces lo que entiendo cuando el Señor me declara alguna visión que quiere Su Majestad representarme es así, y paréceme que es adonde el demonio se puede entremeter menos, por estas razones. Si ellas no son buenas, yo me debo engañar.

7. Es una cosa tan de espíritu esta manera de visión y de lenguaje (20), que ningún bullicio hay en las potencias ni en los sentidos, a mi parecer, por donde el demonio pueda sacar nada. Esto es alguna vez y con brevedad, que otras bien me parece a mí que no están suspendidas las potencias ni quitados los sentidos, sino muy en sí; que no es siempre esto en contemplación, antes muy pocas veces; mas éstas que son, digo que no obramos nosotros nada ni hacemos nada. Todo parece obra el Señor.

Es como cuando ya está puesto el manjar en el estómago, sin comerle, ni saber nosotros cómo se puso allí, mas entiende bien que está, aunque aquí no se entiende el manjar que es, ni quién le puso. Acá sí; (21) mas cómo se puso no lo sé, que ni se vio, ni se entiende, ni jamás se había movido a desearlo, ni había venido a mi noticia podía ser (22).

8. En la habla que hemos dicho antes (23), hace Dios al entendimiento que advierta, aunque le pese, a entender lo que se dice, que allá parece tiene el alma otros oídos con que oye, y que la hace escuchar y que no se divierta; (24) como a uno que oyese bien y no le consistiesen tapar los oídos y le hablasen junto a voces, aunque no quisiese, lo oiría; y, en fin, algo hace, pues está atento a entender lo que le hablan. Acá, ninguna cosa; que aun esto poco que es sólo escuchar, que hacía en lo pasado, se le quita. Todo lo halla guisado y comido; no hay más que hacer de gozar, como uno que sin deprender ni haber trabajado nada para saber leer ni tampoco hubiese estudiado nada, hallase toda la ciencia sabida ya en sí, sin saber cómo ni dónde, pues aun nunca había trabajado aun para desprender el abecé.

9. Esta comparación postrera me parece declara algo de este don celestial, porque se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de otras cosas muy subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a disputar la verdad de estas grandezas (25). Quédase tan espantada, que basta una merced de éstas para trocar toda un alma y hacerla no amar cosa, sino a quien ve que, sin trabajo ninguno suyo, la hace capaz de tan grandes bienes y le comunica secretos y trata con ella con tanta amistad y amor que no se sufre escribir (26). Porque hace algunas mercedes que consigo traen la sospecha, por ser de tanta admiración y hechas a quien tan poco las ha merecido, que si no hay muy viva fe no se podrán creer. Y así yo pienso decir pocas de las que el Señor me ha hecho a mí si no me mandaren otra cosa, si no son algunas visiones que pueden para alguna cosa aprovechar, o para que, a quien el Señor las diere, no se espante pareciéndole imposible, como hacía yo, o para declararle el modo y camino por donde el Señor me ha llevado, que es lo que me mandan escribir (27).

10. Pues tornando a esta manera de entender, lo que me parece es que quiere el Señor de todas maneras tenga esta alma alguna noticia de lo que pasa en el cielo, y paréceme a mí que así como allá sin hablar se entiende (lo que yo nunca supe cierto es así, hasta que el Señor por su bondad quiso que lo viese y me lo mostró en un arrobamiento), así es acá, que se entienden Dios y el alma con sólo querer Su Majestad que lo entienda, sin otro artificio para darse a entender el amor que se tienen estos dos amigos. Como acá si dos personas se quieren mucho y tienen buen entendimiento, aun sin señas parece que se entienden con sólo mirarse. Esto debe ser aquí, que sin ver nosotros cómo, de en hito en hito se miran estos dos amantes, como lo dice el Esposo a la Esposa en los Cantares; (28) a lo que creo, lo he oído que es aquí.

11. ¡Oh benignidad admirable de Dios, que así os (29) dejáis mirar de unos ojos que tan mal han mirado como los de mi alma! ¡Queden ya, Señor, de esta vista acostumbrados en no mirar cosas bajas, ni que les contente (30) ninguna fuera de Vos! ¡Oh ingratitud de los mortales! ¿Hasta cuándo ha de llegar? Que sé yo por experiencia que es verdad esto que digo, y que es lo menos de lo que Vos hacéis con un alma que traéis a tales términos, lo que se puede decir. ¡Oh almas que habéis comenzado a tener oración y las que tenéis verdadera fe!, ¿qué bienes podéis buscar aun en esta vida dejemos lo que se gana para sin fin, que sea como el menor de éstos?

12. Mirad que es así cierto, que se da Dios a Sí (31) a los que todo lo dejan por El. No es aceptador de personas; (32) a todos ama. No tiene nadie excusa por ruin que sea, pues así lo hace conmigo trayéndome a tal estado. Mirad que no es cifra (33) lo que digo, de lo que se puede decir; sólo va dicho lo que es menester para darse a entender esta manera de visión y merced que hace Dios al alma; mas no puedo decir lo que se siente cuando el Señor la da a entender secretos y grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos acá se pueden entender, que bien con razón hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es asco traerlos a ninguna comparación aquí, aunque sea para gozarlos sin fin, y de estos que da el Señor sola una gota de agua del gran río caudaloso que nos está aparejado (34).

13. ¡Vergüenza es y yo cierto la he de mí y, si pudiera haber afrenta en el cielo, con razón estuviera yo allá más afrentada que nadie! ¿Por qué hemos de querer tantos bienes y deleites y gloria para sin fin, todos a costa del buen Jesús? ¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén, ya que no le ayudemos a llevar la cruz con el Cirineo? (35) ¿Que con placeres y pasatiempos hemos de gozar lo que El nos ganó a costa de tanta sangre? Es imposible. ¿Y con honras vanas pensamos remedar un desprecio como El sufrió para que nosotros reinemos para siempre?No lleva camino, errado, errado va el camino. Nunca llegaremos allá.

Dé voces vuestra merced (36) en decir estas verdades, pues Dios me quitó a mi esta libertad. A mí me las querría dar siempre, y óigome tan tarde (37) y entendí a Dios, como se verá por lo escrito, que me es gran confusión hablar en esto, y así quiero callar. Sólo diré lo que algunas veces considero. Plega al Señor me traiga a términos que yo pueda gozar de este bien.

14. ¡Qué gloria accidental será (38) y qué contento de los bienaventurados que ya gozan de esto, cuando vieren que, aunque tarde, no les quedó cosa por hacer por Dios de las que le fue posible, ni dejaron cosa por darle de todas las maneras que pudieron, conforme a sus fuerzas y estado, y el que más, más! ¡Qué rico se hallará el que todas las riquezas dejó por Cristo! (39) ¡Qué honrado el que no quiso honra por El, sino que gustaba (40) de verse muy abatido! ¡Qué sabio el que se holgó de que le tuviesen por loco, pues lo llamaron a la misma Sabiduría! ¡Qué pocos hay ahora, por nuestros pecados! Ya, ya parece se acabaron los que las gentes tenían por locos, de verlos hacer obras heroicas de verdaderos amadores de Cristo. ¡Oh mundo, mundo, cómo vas ganando honra en haber pocos que te conozcan!

15. Mas ¡si pensamos se sirve ya más Dios de que nos tengan por sabios y por discretos! Eso, eso debe ser, según se usa discreción. Luego nos parece es poca edificación no andar con mucha compostura y autoridad cada uno en su estado. Hasta el fraile y clérigo y monja nos parecerá que traer cosa vieja y remendada es novedad y dar escándalo a los flacos; y aun estar muy recogidos y tener oración, según está el mundo y tan olvidadas las cosas de perfección de grandes ímpetus que tenían los santos, que pienso hace más daño a las desventuras que pasan en estos tiempos, que no haría escándalo a nadie dar a entender los religiosos por obras, como lo dicen por palabras, en lo poco que se ha de tener el mundo; que de estos escándalos el Señor saca de ellos grandes provechos. Y si unos se escandalizan, otros se remuerden. Siquiera que hubiese un dibujo de lo que pasó por Cristo y sus Apóstoles, pues ahora más que nunca es menester.

16. ¡Y qué bueno nos le llevó Dios ahora (41) en el bendito Fray Pedro de Alcántara! No está ya el mundo para sufrir tanta perfección. Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempos pasados. Este santo hombre de este tiempo era; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos, y así tenía el mundo debajo de los pies. Que, aunque no anden desnudos, ni hagan tan áspera penitencia como él, muchas cosas hay como otras veces he dicho (42) para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve ánimo. ¡Y cuán grande le dio Su Majestad a este santo que digo, para hacer cuarenta y siete años tan áspera penitencia, como todos saben! Quiero decir algo de ella, que sé es toda verdad.

17. Díjome a mí y a otra persona (43), de quien se guardaba poco (y a mí el amor que me tenía era la causa, porque quiso el Señor le tuviese para volver por mí y animarme en tiempo de tanta necesidad, como he dicho y diré) (44), paréceme fueron cuarenta años los que me dijo había dormido sola hora y media entre noche y día, y que éste era el mayor trabajo de penitencia que había tenido en los principios, de vencer el sueño, y para esto estaba siempre o de rodillas o en pie. Lo que dormía era sentado, y la cabeza arrimada a un maderillo que tenía hincado en la pared. Echado, aunque quisiera, no podía, porque su celda como se sabe no era más larga de cuatro pies y medio.

En todos estos años jamás se puso la capilla, por grandes soles y aguas que hiciese, ni cosa en los pies ni vestida; sino un hábito de sayal, sin ninguna otra cosa sobre las carnes, y éste tan angosto como se podía sufrir, y un mantillo de lo mismo encima. Decíame que en los grandes fríos se le quitaba, y dejaba la puerta y ventanilla abierta de la celda, para que con ponerse después el manto y cerrar la puerta, contentaba al cuerpo, para que sosegase con más abrigo. Comer a tercer día era muy ordinario; (45) y díjome que de qué me espantaba, que muy posible era a quien se acostumbraba a ello. Un su compañero me dijo que le acaecía estar ocho días sin comer. Debía ser estando en oración, porque tenía grandes arrobamientos e ímpetus de amor de Dios, de que una vez yo fui testigo (46).

18. Su pobreza era extrema y mortificación en la mocedad, que me dijo que le había acaecido estar tres años en una casa de su Orden y no conocer fraile, si no era por el habla; porque no alzaba los ojos jamás, y así a las partes que de necesidad había de ir no sabía, sino íbase tras los frailes. Esto le acaecía por los caminos. A mujeres jamás miraba; esto muchos años. Decíame que ya no se le daba más ver que no ver. Mas era muy viejo cuando le vine a conocer (47), y tan extrema su flaqueza, que no parecía sino hecho de raíces de árboles.

Con toda esta santidad era muy afable, aunque de pocas palabras, si no era con preguntarle. En éstas era muy sabroso, porque tenía muy lindo entendimiento. Otras cosas muchas quisiera decir, sino que he miedo dirá vuestra merced que para qué me meto en esto, y con él lo he escrito. Y así lo dejo con que fue su fin como la vida, predicando y amonestando a sus frailes. Como vio ya se acababa, dijo el salmo de Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi (48), e, hincado de rodillas, murió.

19. Después ha sido el Señor servido yo tenga más en él que en la vida (49), aconsejándome en muchas cosas. Hele visto muchas veces con grandísima gloria. Díjome la primera que me apareció, que bienaventurada penitencia que tanto premio había merecido y otras muchas cosas. Un año antes que muriese, me apareció estando ausente (50), y supe se había de morir, y se lo avisé. Estando algunas leguas de aquí cuando expiró, me apareció y dijo cómo se iba a descansar (51). Yo no lo creí, y díjelo a algunas personas, y desde a ocho días vino la nueva cómo era muerto, o comenzado a vivir para siempre, por mejor decir.

20. Hela aquí acabada esta aspereza de vida con tan gran gloria. Paréceme que mucho más me consuela que cuando acá estaba. Díjome una vez el Señor que no le pedirían cosa en su nombre que no la oyese (52). Muchas que le he encomendado pida al Señor, las he visto cumplidas. Sea bendito por siempre, amén.

21. Mas ¡qué hablar he hecho, para despertar a vuestra merced (53) a no estimar en nada cosa de esta vida, como si no lo supiese, o no estuviera ya determinado a dejarlo todo y puéstolo por obra! Veo tanta perdición en el mundo, que, aunque no aproveche más decirlo yo de cansarme de escribirlo (54), me es descanso; que todo es contra mí lo que digo. El Señor me perdone lo que en este caso le he ofendido, y vuestra merced, que le canso sin propósito. Parece que quiero haga penitencia de lo que yo en esto pequé.



NOTAS CAPÍTULO 27

Reanuda la narración. Refiere "el hecho decisivo" de su vida: la experiencia mística de Cristo presente. - El epígrafe del capítulo comienza anunciando otro tema doctrinal: "otro modo" de comunicación mística de Dios con el alma. El "modo primero" son las "hablas o palabras interiores", tratadas en el c. 25, a raíz de la sorprendente palabra interior referida en el c. 24, 5. - El "hecho decisivo" lo referirá en el lugar paralelo de las Moradas 6, c. 4, si bien con léxico diverso.

1 Torna al discurso de su vida, interrumpido al final del c. 24, mantenido con breves alusiones en los cc. 25 y 26. - Para completar el sentido del periodo, inconcluso, fray Luis añadió aquí: yo estaba con esta aflicción... (p. 314).

2 Lo ha dicho en el c. 25, 15.

3 No podía desearlo. Cf. c. 29, 5.

4 Andaba novenas: hacía novenas.

5 San Hilarión: monje oriental del siglo IV. Figura en la lista de "devociones particulares" de la Santa, que le dedicó uno de sus poemas festivos: "Hoy ha vencido un guerrero / al mundo y sus valedores...". La leyenda carmelitana, muy viva en tiempo de la Santa, lo contaba entre los ermitaños del Carmelo. En el breviario de la Santa (1568) figura su fiesta litúrgica el 22 de octubre (en el misal carmelitano, el 21 de octubre).

6 Para lo dicho en el c. 25, 15: "que Dios me llevase por otro camino", y no por el de las gracias místicas.

7 Un día del glorioso San Pedro: probablemente el 29 de junio de 1560. Después de serle comunicado el contenido del "Indice de libros prohibidos" de Valdés (26, 5). Más adelante recordará que esta primera visión ocurrió en la fiesta de San Pedro y San Pablo (c. 29, 5), que se celebraba el 29 de junio.

9 No era visión imaginaria: es decir, era visión sin imagen alguna de lo visto. - "Imaginaria", en su acepción técnica: intermedia entre "visión corporal" y "visión intelectual". La Santa distingue estas tres clases de visiones místicas (cf. c. 30, 4): intelectuales, como la presente, que describirá en el n. 3; imaginarias, percibidas con "los ojos del alma" (n. 3), es decir, con los sentidos interiores, como la visión de que hablará en el c. 28, 1 y ss. (porque "allá -adentro- parece tiene el alma otros oídos con que oye" y otros sentidos: n. 8); y corporales, percibidas con los ojos de la cara (sentidos exteriores), de las que dirá que ella nunca las tuvo (c. 28, 4). - Con todo, en Vida nunca designará a las primeras con el término culto de "intelectuales". Este término escolástico lo utilizará mucho más tarde: en las Relaciones (4, 15; 6, 3; 12, 6; 24; 25, 1, etc.) y en las Moradas (6, 3, 12; 6, 4, 5; 6, 4, 9, etc., y especialmente en el c. 8 de esas Moradas sextas, desde el epígrafe del capítulo). A causa de esa carencia lexical, en Vida las designa con la circunlocución: "las visiones que no se ven" (33, 15), porque "con los ojos del cuerpo ni del alma no vi nada" (27, 2).

10 Divertida: distraída.

11 Mi confesor: el P. Baltasar Alvarez.

12 Los efectos eran muy otros (diversos) que los que solía tener.

13 Hará mención de él en este mismo capítulo, nn. 16-20, y en el c. 30, 2-7, etc.

14 Ojos del alma: sentidos interiores. En contraposición a los "ojos del cuerpo": cf. 28, 4; 30, 4-5.

15 Reordenando la frase: ¿cómo entiendo y afirmo que está cabe mí, con más claridad que si lo viese?

16 Oración de unión y quietud: en su acepción técnica, oración de "cuarto grado" (unión incipiente), y de "segundo grado" (quietud).

17 Acá: en la visión mística del n. 2. Con el término genérico "acá" seguirá designándola en adelante.

18 La (le) habla sin hablar: alude a las palabras místicas de que trató el c. 25, titulado "cómo se entienden estas hablas que hace Dios sin oírse" (cf. su definición en 25, 1). - Son hablas místicas de la misma especie que las visiones no imaginarias que viene exponiendo. Por su parecido con éstas, las definirá enseguida: hablas "sin imagen ni forma de palabras, sino a manera de esta visión que queda dicha" (alude a la referida en el n. 2 de este capítulo). - En el presente contexto parece distinguir dos formas de hablas místicas: hablas con palabras formadas, si bien "se entienden sin oírse" (c. 25); y hablas no formadas, sin palabras, como "lo que pasa en el cielo", "que así como allá sin hablar se entiende... así es acá, que se entienden Dios y el alma con sólo querer S.M. que lo entienda, sin otro artificio" (27, 10). De estas últimas comienza a tratar a partir del n. 6.

19 Sigue refiriéndose a la visión del n. 2.

20 Esta manera de visión y lenguaje son las dos formas de comunicación divina: por visión, y en palabras interiores.

21 Acá sí: en las hablas místicas.

22 A que esto podía ser: "a" redundante. Fray Luis (p. 321) leyó: "ni había venido a mi noticia aquesto podía ser".

23 La referida en el c. 25 passim.

24 No se divierta: no se distraiga.

25 Uno de aquellos teólogos escribe de ella por estas mismas fechas: "Estas cosas causan en ella una claridad de entendimiento y una luz en las cosas de Dios ardmirable" (Dictamen del dominico Pedro Ibáñez: BMC, II, p. 132). - Acerca de su penetración del misterio de la Trinidad, véanse las Relaciones 16, 24, 47. - De esa seguridad personal frente a los teólogos, había escrito poco antes en la Relación 1, n. 6: "cuando estoy en oración y los días que ando quieta y el pensamiento en Dios, aunque se junten cuantos letrados y santos hay en el mundo y me diesen todos los tormentos imaginables y yo quisiese creerlo, no me podrían hacer creer que esto es demonio, porque no puedo". - El mismo P. Ibáñez se hace eco de esa seguridad: "Si todos los de la Compañía y siervos de Dios que hay en la tierra le dicen que es demonio o dijesen, teme y tiembla antes de las visiones, pero estando en oración y recogimiento, aunque la hagan mil pedazos, no se persuadiría sino que es Dios el que trata y habla" (Dictamen, BMC, II, p. 132).

26 Que no se sufre escribir: no se pueden escribir, o no son para escritos.

27 Pasaje que apunta los motivos de fondo por los que la Santa cuenta sus gracias místicas, las "que se sufre escribir".

28 Ct. 4, 9 y 6, 4: "Con una sola mirada, hermana y novia mía, me has robado el corazón". En los Conceptos, ella citará Ct. 6, 2: "que mire yo a mi Amado y mi Amado a mí; y que mire El por mis cosas, y yo por las suyas" (Conc. 4, 8).

29 Que así os: palabras añadidas al margen del autógrafo y aceptadas por fray Luis (p. 323) para suplir una línea ilegible, tachada en el texto quizás por la autora.

30 Por lapsus material, la Santa escribe: ni que les que contente. Ya corregido por fray Luis (p. 323).

31 Fray Luis editó: "que se da Dios así" (p. 324).

32 Palabra bíblica: Mt 22, 16; Rom 2, 11. Citada de nuevo en C. 16, 12.

33 Cifra: en la acepción de "muestra", "suma y compendio": "mirad que lo que digo no es ni cifra (muestra, indicio) de lo que se puede decir". Cf. el título del c. 32, o Moradas 7, 1, 1.

34 Frase lacónica y vigorosa. Su sentido es: Es asco establecer comparación entre los goces místicos y los terrenos, aunque los terrenos fuesen para sin fin, y los místicos fuesen una sola gota del gran río caudaloso que nos está aparejado en el cielo". - Fray Luis puntuó mal este pasaje (p. 234), y tras él, casi todos los editores.

35 Doble alusión evangélica: a Lc 23, 27 y a Mt 27, 32.

36 Dé voces vuestra merced: "Habla con el Padre fray García de Toledo", anota Gracián en su ejemplar.

37 La Santa escribió: "y oyome". Fray Luys (p. 235) dio pie a una lectura errónea, que él mismo enmendó en la segunda edición (p. 233). El sentido es: "Dé voces v.m... A mí me las querría dar yo siempre, y (= y sin embargo) he tardado tanto en oirme..."

38 Gloria accidental: gloria sobreañadida a la visión beatífica.

39 Alusión al pasaje evangélico de Mt 19, 29.

40 Por lapsus de pluma, escribió gustaban. Todo el pasaje está cuajado de reminiscencias bíblicas: Mt 19, 21-29; 27, 28; 2 Cor 11, 16...

41 San Pedro de Alcántara había muerto el 18.10.1562 en Arenas de San Pedro (Avila).

42 Cf. n. 14 y c. 16, nn. 1.4.8, y c. 21 passim. - Repisar el mundo: pisar una y otra vez, en sentido metafórico, "menospreciarlo". Cf. Camino 1, 5.

43 "Esta persona de quien habla aquí la Santa, era la venerable María Díaz (Maridíaz), de mucha fama en Avila por sus grandes virtudes. Tuvo por maestro de espíritu a San Pedro de Alcántara. En su correspondencia habla la Santa de esta piadosa mujer con mucho encarecimiento. Atribúyese a San Pedro de Alcántara el dicho de que Avila encerraba dentro de sus muros tres santas a la vez: la Madre Teresa, María Díaz de Vivar y Catalina Dávila, de noble familia esta última" (P. Silverio). - Una anécdota curiosa de Maridíaz puede verse en la carta de la Santa a Leonor de la Misericordia, de mayo 1582.

44 Lo ha dicho en el n. 3, y lo dirá en el c. 30.

45 Ordinario: frecuente.

46 Episodio sucedido en la Encarnación de Avila, en 1561. La Santa hubo de servirle la comida en el locutorio del monasterio, y allí pudo sorprenderlo en éxtasis. Lo refiere Francisco Marchese en la biografía del Santo (Lión 1670), L. 7º, c. 5).

47 No tan viejo: La Santa lo conoció en el verano de 1558, cuando aún no llegaba a los 60 años de edad. Había nacido en Alcántara en 1499, y murió en Arenas de San Pedro (Avila) en 1562.

48 Salmo 121, 1. La Santa escribió a su modo: "letatum sun yn is que dita sun miqui".

49 Ya tenga más ayuda... que en vida.

50 Debió suceder en el otoño de 1561. La Santa se hallaba en dificultad con motivo del Breve para la fundación de San José de Avila. (Cf. la biografía del Santo por F. Marchese, L. III, c. 11; y en la autobiografía de la Santa, el c. 36, n. 20). - El episodio mereció ser citado en la Bula de canonización de S. Pedro de Alcántara.

51 "Acuérdome que me dijo la primera vez que le vi (= en esta primera aparición), entre otras cosas, diciéndome lo mucho que gozaba, que dichosa penitencia había sido la que había hecho, que tanto premio había alcanzado" (c. 36, n. 20).

52 Es un remedo del texto evangélico de Jesús en Jn 14, 13.

53 Epílogo del capítulo, en diálogo con García de Toledo, como en cc. anteriores.

54 En otro orden: "aunque decirlo yo no aproveche más que cansarme en escribirlo".

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