Foros de discusión de Catholic.net :: Ver tema - VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Foros de discusión
El lugar de encuentro de los católicos en la red
Ir a Catholic.net


Importante: Estos foros fueron cerrados en julio de 2009, y se conservan únicamente como banco de datos de todas las participaciones, si usted quiere participar en los nuevos foros solo de click aquí.


VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Ir a página 1, 2  Siguiente
 
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Círculo de oración
Ver tema anterior :: Ver tema siguiente  
Autor Mensaje
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mie Mar 01, 2006 5:15 pm    Asunto: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Para el próximo mes de marzo : Tendremos con nosotros a San Francisco de Asís.

Y parece que no he dicho nada , verdad.

Yo no puedo decir que tengo Santos favoritos realmente , pues tengo desconocimiento de muchos ; Santos , Beatos y Venerables.

Pero decir San Francisco de Asís , no lo puedo negar , es uno entrañable y su obra de gran valor , los Franciscanos , evangelizando por todo el mundo.

También de los frutos de San Francisco y por su amistad con él , hemos tenido gracias a Dios muchos otros hermanos ejemplares, alguno muy conocido por aquí en los foros.

Mi intención es la siguiente , una vez solicitada la ayuda a Fr. Tomás Gálvez , me centraré en la espiritualidad , en sus escritos , aunque será imposible que este callado y alguna que otra reflexión dejaré caer.

Como San Francisco de Asís tiene muy buenos amigos y me consta en este foro , si alguno quiere hablar de su biografía o quiere aportar algo de él , será muy bienvenido .

Debo dar las gracias a Fr. Tomás Gálvez, porque me deja traer información de su Web, y de ahí sacaré la fuente de sus escritos.

Me gustaría si da tiempo hablar de otros Santos o Beatos que siendo Franciscanos han sido luz en esta , nuestra tierra.

Si alguno quiere hablar de algún Franciscano , también será un privilegio para todos nosotros.

Conocer a un Santo en un mes es imposible , por mas libros que leemos , nos dan una idea de sus obras y de su persona , por eso , la mejor forma de conocerlo es la oración por intercesión . Desde esta primera aportación , doy las gracias a San Francisco de Asís por su vida y le pido que nos alumbre en esta tarea de intentar saber un poco de su vida y de sus libros , así como de su fundación. Y invito a los que nunca iniciaron amistad con él a que empecéis , por medio de la oración.

Ayer día 27 de Febrero mandé un E- Mail a Fr. Tomás Gálvez por la noche y cuando entré esta tarde en casa , hoy es 28 de Febrero , ya tenía respuesta de él . Esto me dice mucho de la persona y de la orden que representa. Solamente y llanamente Gracias , gracias , gracias .
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mie Mar 01, 2006 5:22 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Carisma y espiritualidad
de san Francisco de Asís

Por fr. Tomás Gálvez

En esa obra maestra admirable que es la vida y la persona del santo de Asís confluyeron tres componentes principales: la gracia, la naturaleza y la propia personalidad, ya presentes en sus primeros 24 años de vida pura e íntegra, pero también vana y disipada. Los tres componentes se entremezclaron luego en sus veinte años de conversión y penitencia, en una creciente tensión espiritual, hasta alcanzar su punto culminante en la transformación mística en Cristo estigmatizado. Fruto de la gracia y de los dones extraordinarios de Dios, sin duda, pero también de su esfuerzo heroico y constante en la práctica de toda virtud humana, moral y social, a la luz del Evangelio de Cristo y al servicio del amor de Dios y del prójimo.
La espiritualidad de San Francisco de Asís es, sobre todo, cristocéntrica y evangélica, afectiva y mística. Francisco, en su contemplación del misterio trinitario, ve sobre todo en la persona del Hijo de Dios encarnado y crucificado al hermano mayor de toda la humanidad, al autor de la salvación, mediador y modelo de nuestra comunión con Dios. Esto lo descubrió ya desde el momento de su conversión. La visión de Cristo crucificado en San Damián, lo marcó de tal modo para toda su vida, que no podía recordar la Pasión del Señor sin que le saltaran las lágrimas y, como dice San Buenaventura, ya desde entonces llevó impresas en su interior las llagas de la pasión. Por tanto, la espiritualidad de San Francisco no es especulativa sino afectiva, y es su compasión por Cristo lo que le empuja a seguirlo y a imitarlo en todo, hasta parecer otro Cristo pobre y crucificado.
Francisco encontraba a Jesucristo pobre y crucificado en los pobres, en los leprosos, en las pruebas, en las iglesias en ruinas y, sobre todo, en la soledad y en el silencio de la oración. Allí, transformado no ya en orante sino "en la oración misma", contemplaba con los ojos de la mente y con el corazón la pobreza en Belén de Cristo y de su madre pobrecilla; la caridad que lo llevó a la cruz por amor nuestro; y su humildad en la Eucaristía, hecho pan en las manos del sacerdote para la vida del mundo.
El gran amor de Dios por la humanidad manifestado en Cristo le hacía vivir en constante alabanza y acción de gracias, bendiciendo a Dios por todas las cosas creadas por Dios, que de él llevan "significación". Y por su "compasión" a Cristo encarnado amaba a toda criatura, animada o inanimada, en especial al hombre redimido con su sangre, y a proclamarlo a los cuatro vientos cual mensajero de su salvación y de su paz, no sólo a los hombres de todo el mundo, cristianos o no, de cualquier clase o condición, sino incluso a los pájaros, al fuego, a los peces, a toda criatura. Y sus palabras no eran estériles, pues eran inspiradas e iban acompañadas por el ejemplo de una vida intachable. Y todo eso, a diferencia de otros movimientos evangélicos de su tiempo, lo vivió desde una fe inquebrantable en la Iglesia católica, en su doctrina y en sus ministros. "Hombre católico y totalmente apostólico, que en su predicación exhortaba, principalmente, a observar inviolablemente la fe de la Iglesia Romana" (Julián de Spira).
San Francisco fue también, desde su conversión, un "penitente", es decir, un hombre en camino de conversión, de regreso a la voluntad del Padre. Mas el regreso no es posible sin penitencia, sin austeridad ni mortificación de los sentidos, sin dar muerte al hombre viejo esclavo de los vicios y pecados. Su ascética fue la práctica y el ejercicio de las virtudes, principalmente las seis virtudes que él llama "hermanas": la reina sabiduría con la pura sencillez, la dama pobreza, con la santa humildad, la señora santa caridad y la santa obediencia. La ascesis lo transformó en un hombre renovado, devuelto a la inocencia original pues, habiendo vencido al pecado, se sentía perdonado y reconciliado con Dios, en paz consigo mismo y en comunión con toda criatura animada o inanimada. De ahí su optimismo y la "verdadera alegría" que lo lleva a componer el Cántico del hermano sol cuando se estaba quedando ciego, y a recibir cantando a la "hermana Muerte".


"Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él, qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación de Jesús; qué dulce y suave su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón habla la boca, y la fuente de su amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros... Porque con amor ardiente llevaba y conservaba siempre en su corazón a Jesucristo, y éste crucificado, fue marcado gloriosamente sobre todos con el sello de Cristo..." (1Celano 115)

No puedo callar al leer esto .

Mi reflexión : Vemos que tanto Sor María de Jesús , San Alfonso y San Francisco , tienen en común la oración .
Sigamos este consejo . oremos , a través de la oración entramos en amistad con Jesús y en la obediencia , y estas gracias que nos da el cielo , nos hacer perseverar hasta tener esa amistad íntima que vemos reflejada en la vida de San Francisco .
Que mejor que contar con la amistad del que todo lo creó y lo hizo por amor.
También leo que considera a Jesús su hermano . Y así es . Así nos enseña el cielo que es y nuestra Iglesia.
Para aquellos que se convierten tienen un Padre nuevo , una Madre nueva y un Hermano mayor y todos se dan por amor sincero.
¿ Quién quiere pertenecer a esta familia ?
Queda demostrado que el amor por Dios de San Francisco era tan grande que amaba toda criatura , toda cosa animada o inanimada . amaba con locura la naturaleza , creación de Dios y reflejo perfecto del pintor.
Otra cosa que me llama la atención porque lo he vivido muchas veces en otras personas y en mi , es el optimismo y la alegría interior que uno lleva , cuando está en gracia de Dios.
Y así somos los católicos , podemos considerar esto otra virtud consecuencia de las propias gracias , dones y virtudes.
Sufrimos , por nuestras cosas y por los demás , oramos por todos , especialmente por los mas necesitados pero nuestra respuesta está en el rostro y es esa alegría con la que un católico afronta la vida y los problemas diarios.
San Francisco , bellísimo ejemplo de enamorado de Dios .
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
llazcano13
Moderador
Moderador


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 2541

MensajePublicado: Mie Mar 01, 2006 10:54 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Hola Francisco!!

Sobre la vida de San Francisco de Asís, hay un versículo del Evangelio de San Marcos que a mí me intriga:

Cita:
15 Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.


Jesús pidió a sus apóstoles que predicaran la Buena Nueva no solamente a los hombres, sino a toda la creación


San Francisco de Asís también habló a las aves y los animales del campo, no sería obedeciendo este mandato de Jesús en el Evangelio?

Que yo sepa, ningún otro santo, más que San Antonio de Padua que predicó a los peces, ha anunciado la Buena Nueva a toda la creación, es decir, no solo a los seres humanos, sino también a los demás seres vivos.

Interesante no?
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 02, 2006 6:25 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

llazcano13 :

Dices una gran verdad .

No se exactamente cuantos lo proclamaron de este modo , pero si se una cosa.

Creo que prácticamente la totalidad de Santos se nutrieron de la naturaleza dentro de su conversión y agradecian a Dios por tantas muestras de cariño que animales , vientos , dias de claridad etc acariciaban su piel y alegraban sus sentidos.

Realmente por la creación de Dios se inicia en muchas personas Santos y no Santos la conversión al verse tan pequeños ante una obra tan inmensa , elegante y llena de amor.

Es de justicia que la Buena Nueva se anuncie a todo lo creado , pues todo es de Dios , pero este anuncio a animales , flores etc solo lo puede hacer una persona que tenga tan inflamado el corazón de amor , que sea capaz de besar todo lo que ve.

Nuestra inteligencia no nos dirá que hagamos estas cosas , pero si una pequeña locura de amor es capaz de anunciar la Buena Nueva a todo lo que alcanza la vista.

Sabrás que por ejemplo con los perros , muchas personas les hablan como si fueran niños pequeños y hay personas que sufren e incluso se ponen enfermas tras el fallecimiento del animal.

Recuerdo que tube un pajarillo , un canario que un dia me entro por la ventana y estuvo con nosotros como 12 años creo recordar , llegó a psar por hasta una enfermedad que casi lo mató pero aguantó unos tres años mas. Un dia como es lógico en las cosas de la tierra tuvo que irse y mi hija me llamó llorando la pobre y anunciaándolo como si se tratara de un familiar.

Por eso no me estraña nada la frase que dices . El amor es tan grande que todo lo abarca y las demas criaturas comparten la vida con nosotros siendo incluso ejemplo muchas veces de aptitudes ante la vida. Por eso por amor es justo que se les comunique que deben alegrarse porque un mundo de esperanza se inicio donde cielo y tierra son nuevos , rompiendo con el pasado y uniéndonos a Dios como hijos adoptivos.

Que Dios te Bendiga.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 02, 2006 6:37 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Carisma y espiritualidad
de los franciscanos y franciscanas

Por fr. Tomás Gálvez

La espiritualidad de los franciscanos (menores, clarisas, regulares y seglares) es idéntica a la del fundador en lo fundamental, y la podemos encontrar resumida en estas palabras de San Francisco: "La Regla y vida de los Hermanos Menores es esta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad" (2Reg 1).
Observar el Evangelio y los consejos evangélicos es algo que los franciscanos tienen en común con las demás órdenes religiosas, pero el nombre de "Hermanos Menores" pone el acento en que este ideal hay que vivirlo en humildad y fraternidad: "Ninguno de los hermanos tenga poder o dominio entre ellos, como dice el Señor en el Evangelio: Los jefes de las naciones las dominan y los grandes las oprimen. No ha de ser así entre los hermanos. El que quiera ser mayor entre ellos se haga como el menor" (1Reg 5).
Menor y sometido a todos, tal debe ser la actitud de todo franciscano, a imitación de Jesucristo, el cual, a pesar de ser el Hijo de Dios, nos ha dejado un ejemplo encarnándose en María la Virgen, naciendo pobre en Belén, viviendo pobre y peregrino en este mundo y humillándose hasta la muerte en cruz, en obediencia perfecta a la voluntad del Padre.
Los franciscanos están llamados a conservar "el espíritu de la santa oración y devoción" sobre todas las demás cosas o actividades, que deben realizarse "fiel y devotamente".
La pobreza, al contrario que en las ordenes precedentes, debe ser absoluta, individual y colectivamente. Los hermanos deben vivir del propio trabajo y, en caso de necesidad, pueden recurrir a la "mesa del Señor", o sea a la mendicación, sin avergonzarse, porque también Cristo se hizo pobre y peregrino en este mundo.
La caridad entre los hermanos y entre ellos y sus superiores debe ser más "materna" que fraterna.
La más heroica forma de caridad y de obediencia para aquellos que sintieran esa especial vocación o "divina inspiración" es el espíritu apostólico y misionero, consistente en anunciar la paz y la salvación de Jesucristo a cristianos y a personas de otras creencias.
La predicación por parte de los frailes capacitados y autorizados debe ser, según el ejemplo del Señor, con discursos útiles y edificantes y "brevedad de palabras". Y debe ir acompañada por el buen ejemplo, "sirviendo al Señor en pobreza y humildad", mostrándose ante todos en el mundo como hombres "mansos, pacíficos, modestos y humildes", sin discusiones, contiendas o juicios, soportando con humildad y paciencia las persecuciones y enfermedades y orando por los enemigos.
Los hermanos legos o "trabajadores", aunque no tengan parte en la actividad apostólica o misionera de la orden, colaboran eficazmente con ella con la oración y las buenas obras.
Tales actitudes van acompañadas además por el espíritu de caballerosidad y vida juglaresca, tan típicos de la Edad Media, para manifestar la alegría del servicio divino y atraer a todos al amor del Señor.
En resumen, las notas características de la espiritualidad franciscana en sus diferentes versiones (masculina, femenina y seglar) se encierran en estas pocas palabras: minoridad, pobreza, fraternidad-caridad y obediencia a Dios y a toda criatura por amor a él. Eso en cuanto a las actitudes. En lo referente a la actividad San Francisco quiso una orden donde convivieran los hermanos "orantes" los hermanos "trabajadores" y los hermanos "predicadores".
La posterior clericalización de la orden, aparte de las mitigaciones en cuestión de pobreza, redujo el número de hermanos legos hasta hacerlos casi desaparecer, y dejó vacíos de orantes los eremitorios. Eso no cambia, sin embargo, lo esencial de la espiritualidad de la orden franciscana, siempre en tensión, por gracia del Espíritu, hacia la renovación del espíritu primitivo en formas nuevas de vida más acordes con los tiempos. De ahí las reformas del pasado, tendentes a recuperar el aspecto de la contemplación o la pobreza, y algunas experiencias recientes como la del conventual San Maximiliano Kolbe, que puso de manifiesto la importancia y el valor incluso apostólico de los hermanos legos o trabajadores en la Orden. Ese es el secreto de la vitalidad del franciscanismo, antiguo y siempre nuevo, que hace que lo encontremos presente en cualquier lugar del globo y en los ambientes más inimaginables. También en internet, por supuesto.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 02, 2006 7:01 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Del libro Florecillas de San Francisco iré poniendo también algunas aportaciones comentadas.

Nuestro Señor Jesucristo tuvo doce discípulos como doce tribus había en Israel.

San Francisco de Asís también tuvo doce discípulos y fue tanta la semejanza con Jesús que uno era traidor y murió ahorcado.

San Francisco después de la conversión estaba lleno del amor de nuestro Señor , estaba todo el día de oración y por las noches casi no dormía para estar con Jesús.

Después de estar dos años en este estado tratado de loco , maltratado , le tiraban piedras y lodo a su paso , aunque el permanecía como sordo sin contestar para no ofender. Tenía un amigo que se llamaba Bernardo que pensaba que era imposible que estuviera en ese estado si no estaba con Dios , así que lo invito a cenar y dormir a su casa un día a lo que San Francisco accedió.

Cuando fueron a dormir , San Francisco cumpliendo con la Justicia que nos dicta nuestro Señor se hizo el dormido para ocultar sus rezos y Bernardo también se hizo el dormido.

Se levanto Bernardo y encontró a San Francisco orando , solo decía Dios mío , Dios mío. Nuestro Señor le estaba hablando y le iba contando los proyectos que a través suyo iba a ejecutar en la tierra y entre ellos estaba la conversión de varios amigos que serían no solo discípulos sino también Santos.

Bernardo estuvo mirándolo toda la noche y en esa escena vio a Dios , su luz y se convirtió.

Al día siguiente le dijo Bernardo : Hermano Francisco , yo estoy dispuesto de todo corazón a dejar el mundo y seguirte en todo lo que me mandes.

Amigos , hermanos , si esto fuera un cuento o una fábula no sería tan bueno , la realidad supera la ficción.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Sab Mar 04, 2006 7:13 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Teología de san Antonio de Padua
Características de su pensamiento teológico

Extracto del Artículo de Fr. Faustino Osanna OfmConv.,
Il senso della Teologia nell'Ordine francescano: la lettera di Francesco ad Antonio.
Rev. Miscellanea Franciscana, Roma, 94 (1994), 505-515.
Traducción de Fr. Tomás Gálvez

Entre los Escritos de Francisco de Asís hay un carta que el Santo escribió a fray Antonio de Padua en respuesta a un problema que se presentaba con rapidez en la joven Orden de los Hermanos Menores, la cual había elegido anunciar y testimoniar el evangelio. De hecho, en la Regla bulada se decía que los que no supieran letras no se preocuparan de aprenderlas (2Re 10); por otra parte, se exigía también un examen y una aprobación para los que querían comprometerse en la predicación (Cf. 2Re 9).
En 1223, cuando se aprobó la Regla (Honorio III, bula Solet annuere, del 29 de noviembre de 1223), fray Antonio predicaba en el norte de Italia (seguramente en el convento de santa María de Pugliola, cerca de Bolonia), como después lo hará en Francia, donde desempeñará el cargo de Custodio en 1226. En su brevísima carta, fray Francisco da su beneplácito al deseo de los hermanos de Bolonia: que Antonio enseñe la teología. En los muchos manuscritos, la carta se presenta en varias formas que dan idea de la libertad de los amanuenses y de la dificultad de referir fielmente lo que quizá, al principio, hubiera podido ser una respuesta a viva voz, ya que Francisco no era siquiera ministro general en ejercicio, aunque tuviera toda la autoridad de fundador y de santo
[…]

El texto original
[…]
El original latino es el siguiente:
Fratri Antonio episcopo meo, frater Franciscus salutem.
Placet mihi quod sacram theologiam legas fratribus
dummodo inter huius studium orationis et devotionis
spiritum non extinguas sicut in regula continetur.
La traducción española:
Al hermano Antonio, mi obispo, el hermano Francisco: salud.
Me agrada que enseñes la sagrada teología a los hermanos
a condición de que, por razón de éste estudio no apagues
el espíritu de oración y devoción, como se contiene en la Regla.
[...]

La Teología de san Antonio
Cuando san Francisco da la aprobación para que fray Antonio enseñe teología a los hermanos, ¿qué entiende por teología?
Nos encontramos en el periodo de las escuelas medievales unidas, en parte, a los monasterios, a las abadías que custodian la fe y la ponen por encima de la razón; o también escuelas unidas a los obispos y a las catedrales, escuelas que profundizan, sobre todo, en la moral y en la liturgia. Ha iniciado ya la lucha entre Bernardo, que consigue que se excomulgue a Abelardo y a los que proponen acentuar el valor de la razón hasta oponerla casi a la fe. Los obispos, especialmente los más capaces, ven con preocupación el nacimiento de las universidades, que aportan, en el estudio de las verdades religiosas, el pensamiento griego mediatizado por la reflexión de los pensadores árabes. Antonio ha estudiado teología en Coimbra, donde existía una gran biblioteca y donde había maestros que habían frecuentado las escuelas de París. Su cultura teológica lleva la marca de Agustín y de la cultura europea que precede a la gran escolástica. Hacer teología, enseñar teologías, significa para él cogerse de la mano a la revelación y reflexionar, guiado por la fe.
Características. La teología antoniana tiene claramente cinco características. La más evidente es la presencia en ella de la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios expresa y transmitida a través de la Biblia traducida por Jerónimo; basta una ojeada a uno de los sermones para dar razón a Gregorio IX, que llamó a Antonio “Arca del Testamento, estantería de la Sagrada Escritura”.
A esta primera característica sigue una segunda, común en muchos estudiosos medievales, pero de manera especial en Antonio que escribió sus sermones sin acceder a ninguna biblioteca y en sólo dos años de trabajo, del 1228 al 1230. Se trata de la utilización del pensamiento patrístico: en la explicación del misterio Antonio cita a menudo a los Padres, sobre todo los grandes Padres de Occidente: Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio. Cita unas 10 obras de Ambrosio y unas 20 de Agustín. Entre los Padres de Oriente, recuerda a Orígenes, Juan Crisóstomo, Juan Damasceno, Germano de Constantinopla. En la teología de Antonio entran, junto con los Padres, los grandes maestros de las escuelas monacales: los Victorinos, abades como Beda, Cesáreo de Arlés, Rábano Mauro, Fulgencio de Ruspe. Es muy citado Isidoro de Sevilla, de quien se recuerdan 11 obras, además de las Etimologías. Marcan profundamente el pensamiento de Antonio pensadores más cercanos a él: Pedro Lombardo, Pier Damiani, Pedro Cantor, Alberto Magno.
Es menos evidente la autoridad del magisterio, aunque la teología antoniana está abierta a las enseñanzas del Credo niceno-constantinopolitano, del Símbolo de Atanasio, de los que han establecido los concilios hasta el último, el Lateranense IV de 1215; y además, su desarrollo sigue a la liturgia, con los textos escogidos por la Iglesia.
Una cuarta característica es la costumbre de introducir en la explicación de la fe el pensamiento y el estilo de los grandes de la cultura latina: cita a Catón y Virgilio, Tíbulo y Varrón, Cicerón y Séneca, Juvenal y Marcial, Ovidio y Plinio. Cita a Aristóteles no tanto por el pensamiento filosófico, cuanto por la Historia de los animales.
Quinta característica, muy notable en los escritos antonianos, es la presencia abundante de las ciencias de su época, en particular la astrología, la botánica, y, sobre todo, grandes alusiones a la vida y a las costumbres de los animales. Usa Papias Vocabulista y el Physiologus latinus. Este es un aspecto interesantísimo que los últimos estudios han puesto de relieve. Ciertamente la teología de san Antonio está dotada de múltiples inspiraciones y nos demuestra cómo gran parte del saber humano ha podido entrar en la escuela de los primeros franciscanos, para convertirse en medio de transmisión de la verdad religiosa a través de la predicación.
Parece que Antonio anticipe con la riqueza de su teología no sólo la reductio artium ad theologiam de Buenaventura, sino que previene la necesidad de no separar la revelación de la realidad cultural e histórica, preanunciando la reforma de los estudios eclesiásticos, que propondrá el Vaticano II en la Optatam totius, donde se pondrá en marcha el estudio interdisciplinario de la teología y se pedirá una formacion permanente, incluso para la predicación.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Sab Mar 04, 2006 7:24 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Francisco de Asís y la Virgen María
Su devoción y afecto por la Madre de Jesucristo

Extracto del artículo de Marcella Serafini
Dalla devozione mariana di S. Francesco d'Assisi alla dottrina dell'Immacolata nel B. Giovanni Duns Scoto
Revista Miles Inmaculatae, Roma 40 (2004) 1, pp. 143-147
Traducción: Fray Tomás Gálvez

El afecto y la devoción por María en S. Francisco
La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, el cual "rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasta el final" (2Cel., 198).
La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su comportamiento, "lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de Dios" (2Cel., 24).
Su amor especial por la Madre del Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula, "una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vio tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo" (L.Mayor, II,Cool.
Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen" (Ibid.), "porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen" (L.Mayor, III,5). El autor de la vida de S. Clara añade: "Este es aquel lugar famoso donde dió comienzo el nuevo ejército de los pobres, guiado por Francisco, de modo que apareció claramente que fue la Madre de la Misericordia la que dió a luz en su morada a una y otra Orden" (L. S.Clara, Cool.
San Buenaventura resalta la confianza filial de Francisco para con la Virgen:"Después de Cristo, ponía en ella su confianza, y por eso la hizo abogada suya y de los suyos" (L.Mayor, IX,3).
Una característica de María que llena de gozo a Francisco y lo hace especialmente devoto de ella es su maternal misericordia; es ella, "la Madre de la misericordia", la que obtiene para Francisco la gracia de su vocación; a ella, "Reina de misericordia", invita el Santo a dirigirle oraciones en las dificultades (cf. 3Cel. 106). Pero, sobre todo, la misericordia de María se manifiesta con ocasión de la concesión del "Perdón de Asís", episodio que marca el triunfo de la misericordia de Dios y de la atenta intercesión de la Madre.
También en las oraciones de Francisco encontramos importantes referencias a María; en particular se hace cantor enamorado de la Virgen componiendo dos plegarias dedicadas a la que le ha llenado el corazón de infinita dulzura. La primera es una Antífona mariana que exalta a María por la especialísima relación con la Trinidad e invoca su intercesión:
"Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, con san Miguel arcángel y con todas las virtudes del cielo y con todos los santos, ante su santísimo Hijo amado, Señor y Maestro".
La antífona tiene raíces bíblicas, patrísticas y litúrgicas, pero también refleja las características originales de la personalidad del Santo.
El afecto y la veneración de Francisco por María se manifiestan también en el Saludo a la Bienaventurada Virgen María, himno de alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno:
"¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!"
Francisco contempla con estupor a María, porque ha realizado lo que él mismo desea apasionadamente: llevar siempre consigo a Jesús, convertirse en su digna morada, adorar con reconocimiento el misterio del Verbo que se hace hombre, engendrarlo en la propia vida y ofrecerlo a los hermanos.
Escribiendo sus últimas voluntades a Clara, afirma con sencillez y convicción: "Yo, fray Francisco pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza del altísimo Señor nuestro Jesucristo y de su Santísima Madre, y perseverar en ella hasta el final". Por eso, para Francisco, María Santísima no es solamente una obra maestra de la gracia para contemplar, sino, sobre todo, un modelo de fe y un estilo de vida para imitar; aunque para sus seguidores, los Franciscanos de todos los tiempos, Jesús y María se convierten en la imagen de la humanidad nueva a la que los hombres tienen que conformarse para realizar su propia existencia según el proyecto de Dios, es decir, la voluntad de extender su amor a todas las criaturas.
La plenitud de este amor, que sale de Dios y a él regresa, se realiza perfectamente en Jesús, Verbo Encarnado, summum opus Dei; por ese motivo, Dios creó al hombre a imagen de su Hijo y pensó en la mujer como "morada" en la que su Hijo se iba a hacer hombre. Francisco saluda a María como "virgen hecha Iglesia", porque ella es la mujer "pensada" desde toda la eternidad para ser la Madre del Verbo encarnado, el comienzo y la imagen de la Iglesia, nuevo Israel. Esta mujer resplandece de gracia y belleza, es la "Señora Santa", consagrada por el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo, porque en su seno tenía que bajar el Verbo de Dios; de la "santa y gloriosa Virgen María" el Verbo del Padre "recibió la carne de nuestra frágil humanidad. Él, siendo más rico que nadie, quiso, sin embargo, elegir co su madre santísima la pobreza". Francisco, igual que sus frailes, está convencido de que la carne de Cristo es la carne de María, una carne santa, pura, sin mancha de pecado.
La reflexión sobre la Encarnación del Verbo conduce, pues, al Santo de Asís y a los teólogos hijos suyos a reconocer el lugar singular de María en la Historia de la salvación. Ella es la "bendita entre las mujeres", a la que ha venido a habitar aquel que ni los cielos pueden contener", como afirma Clara en una de sus cartas a Inés de Praga.

Yo digo : No existirá jamás , amor humano mas grande a Jesús , Hijo de Dios que llevarlo en el vientre de madre.
Gracias Madre , Virgen María , por tu SI a Dios .
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Sab Mar 04, 2006 7:36 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Navidad según san Francisco de Asís
su devoción por la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios

Por fr. Tomás Gálvez

Sucedió en Rivotorto, en el año 1209. El 25 de diciembre de ese año cayó en viernes y los hermanos, en su ignorancia, se preguntaban si había que ayunar o no. Entonces fray Morico, uno de los primeros compañeros, se lo planteó a San Francisco y obtuvo esta respuesta: "Pecas llamando 'día de Venus' (eso significa la palabra viernes) al día en que nos ha nacido el Niño. Ese día hasta las paredes deberían comer carne; y, si no pueden, habría que untarlas por fuera con ella".
La devoción de San Francisco por la fiesta de la Natividad de Cristo le venía, pues, ya desde los comienzos de su conversión, y era tan grande que solía decir: "Si pudiera hablar con el emperador Federico II, le suplicaría que firmase un decreto obligando a todas las autoridades de las ciudades y a los señores de los castillos y villas a hacer que en Navidad todos sus súbditos echaran trigo y otras semillas por los caminos, para que, en un día tan especial, todas las aves tuvieran algo que comer. Y también pediría, por respeto al Hijo de Dios, reclinado por su Madre en un pesebre, entre la mula y el buey, que se obligaran esa noche a dar abundante pienso a nuestros hermanos bueyes y asnos. Por último, rogaría que todos los pobres fuesen saciados por los ricos esa noche".
Su devoción era mayor que por las demás fiestas pues decía que, si bien la salvación la realizó el Señor en otras solemnidades –Semana Santa/Pascua–, ésta ya empezó con su nacimiento.
Entre los salmos del Oficio de la Pasión, compuestos por el santo para su devoción personal hay también uno para el tiempo de Navidad, que dice así:
"Aclamad a Dios, nuestra fuerza (Sal 80, 2),
Señor Dios vivo y verdadero, con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra (Sal 46, 2-3).
Porque el Santísimo Padre del cielo, nuestro rey desde siempre (Ver Sal 72, 13),
envió a su amado Hijo desde lo alto y nació de la bienaventurada Virgen Santa María.
Él me invocará: "Tú eres mi Padre"; y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra (Sal 88, 27-2Cool .
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida (Sal 41, 9).
Este es el día en que actuó el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 117, 24).
Porque se nos ha dado un niño santo y amado,
y nació por nosotros (Is 9, 5) fuera de casa,
y fue colocado en un pesebre, porque no había sitio en la posada (Lc 2, 7).
Gloria al Señor Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Ver Lc 2, 14).
Alégrese el cielo y goce la tierra, retumbe el mar y cuanto contiene;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos (Sal 95, 11-12).
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra (Sal 95, 1).
Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza,
terrible sobre todos los dioses (Sal 95, 4).
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor (Sal 95, 7-Cool.
Tomad vuestros cuerpos y cargad con su santa cruz,
y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos (Ver Rm 12, 1; Lc 14, 27; 1Pe 2, 21).






La mula y el buey junto al pesebre
San Francisco de Asís y la fiesta de Navidad

Autor: Card. Joseph Ratzinger
El rostro de Dios, Ediciones Sigueme, Salamanca 1983, 19-25.

La antigua fiesta de los cristianos no es la navidad, sino la pascua: solamente la resurrección del Señor constituyó el alumbramiento de una nueva vida y, así, el comienzo de la iglesia. Por eso ya Ignacio de Antioquía (+ lo más tarde el 117 después de Cristo) llama cristianos a quienes «no observan ya el sábado, sino que viven según el día del Señor»[1]: Ser cristiano significa vivir pascualmente a partir de la resurrección, la cual es celebrada semanalmente en la festividad pascual del domingo. Que Jesús nació el 25 de diciembre lo afirmó ya con seguridad por primera vez Hipólito de Roma, en su comentario de Daniel, escrito más o menos en el año 204 después de Cristo; el investigador que trabaja en Basilea, Bo Reicke, basándose en ciertos indicios, cree poder demostrar que ya Lucas en su evangelio presupone el día 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús: en ese día se celebraba entonces la fiesta de la consagración del templo, establecida por Judas Macabeo en el año 164 antes de Cristo, y la fecha natal de Jesús simbolizaría de esta manera que, con él, como verdadera luz de Dios que irrumpe en la noche del invierno, se operó realmente la consagración del templo, la llegada de Dios a esta tierra.[2]

I
Sea lo que fuere de esto, lo cierto es que la verdadera figura que le corresponde la recibió la fiesta de navidad por primera vez en el siglo IV, cuando arrumbó la festividad romana del Dios-Sol invicto y presentó el nacimiento de Cristo como la victoria de la verdadera luz; que en esta refundición de una fiesta pagana en una solemnidad cristiana se tomaron asimismo antiguos elementos de la tradición judeo-cristiana, se hace patente por las informaciones de Bo Reicke.
Sin embargo, el especial calor humano que tanto nos conmueve en la fiesta de navidad y que incluso en los corazones de la cristiandad ha sobrepujado a la pascua, se desarrolló por primera vez en la edad media, y aquí fue Francisco de Asís el que, partiendo de su profundo amor al hombre Jesús, hacia el Dios-con-nosotros, contribuyó a introducir esta novedad. Su primer biógrafo, Tomás de Celano, nos cuenta en su segunda biografía lo siguiente: «Más que ninguna otra fiesta celebraba él la navidad con una alegría indescriptible. Él afirmaba que ésta era la fiesta de las fiestas, pues en ese día Dios se hizo un niño pequeño y se alimentó de leche del pecho de su madre, lo mismo que los demás niños. Francisco abrazaba -¡y con qué delicadeza y devoción!- las imágenes que representaban al niño Jesús y lleno de afecto y de compasión, como los niños, susurraba palabras de cariño. El nombre de Jesús era en sus labios dulce como la miel».[3]
De tales sentimientos procedió la famosa celebración de la navidad en Greccio, a la cual le pudieron animar e incitar su visita a la tierra santa y al pesebre que se halla en Santa María la Mayor en Roma; pero lo que sin duda influyó más en él fue el deseo de más cercanía, de más realidad. Y le movió asimismo a ello el deseo de hacer presente a Belén, de experimentar directamente la alegría del nacimiento del niño Jesús y de comunicar esa alegría a sus amigos.
De esa noche del pesebre nos habla Celano en la primera biografía, de tal manera que conmovió cada vez más a los hombres y, al mismo tiempo, contribuyó decisivamente a que pudiera desarrollarse y extenderse esta hermosísima costumbre de la navidad: la de montar «belenes» o «nacimientos».
Un curioso dato de esa noche me parece especialmente digno de ser mencionado. La región de Greccio había sido puesta a disposición de los pobres de Asís por un señor noble llamado Juan, del cual refiere Celano que, a pesar de su alta alcurnia y de su destacada posición, «no daba ninguna importancia a la nobleza de la sangre y sí mucha a la del alma que trataba de alcanzar». Por eso se había granjeado el amor de Francisco.[4]
De ese Juan nos cuenta Celano que, en aquella noche, se le otorgó la gracia de una visión. Vio que en el pesebre yacía un pequeño niño inmóvil, el cual se despertó de su sueño al aproximarse san Francisco: «Esta visión correspondía -dice Celano- a lo que efectivamente ocurrió, pues el niño Jesús se hallaba dormido a la sazón por estar olvidado en muchos corazones. Pero, a través de su siervo Francisco, se despertó el recuerdo de él y se imprimió imperecederamente en su memoria».[5]
En esta imagen describe con toda exactitud la nueva dimensión que Francisco otorgó a la fiesta cristiana de la navidad mediante su fe que penetraba en los corazones y en sus sentimientos más profundos: el descubrimiento de la revelación de Dios, que radica en el niño Jesús. Por ello se convirtió realmente en el «Emmanuel», en el Dios con nosotros, del cual no nos separa ningún obstáculo de sublimidad o lejanía: como niño, se aproximó tanto a nosotros que le podemos tratar sin rodeo de tú y, como nos acercamos al corazón de un niño, podemos tratarle con la confianza del tuteo.
En el niño Jesús se hace patente, más que en ninguna otra parte, la indefensión del amor de Dios: Dios viene sin armas, porque no pretende asaltar desde fuera, sino conquistar desde dentro y transformar a partir de dentro. Si algo puede desarmar y vencer a los hombres, su vanidad, su sentido de poder o su violencia, así como su codicia, eso es la impotencia de un niño. Dios eligió esa impotencia para vencernos y para hacernos entrar dentro de nosotros mismos.
Pero no olvidemos en este punto que el mayor título de dignidad de Jesucristo es el de «hijo», hijo de Dios; la dignidad divina se describe mediante una palabra que muestra a Jesús como un niño ( = Hijo) que siempre ha de permanecer como tal. Su ser-niño se halla en una única y particularísima correspondencia con su divinidad, que es la divinidad del «Hijo». Así su condición de niño es la orientación de cómo podemos llegar a Dios, a la divinización. A partir de ahí es como hay que entender aquellas palabras: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18,3).
El que no haya entendido el misterio de la navidad, no ha entendido lo que es más decisivo y fundamental en el ser cristiano. El que no ha aceptado eso, no puede entrar en el reino de los cielos. Esto es lo que Francisco pretendía recordar a la cristiandad de su época y a la de todos los tiempos posteriores.[6]

II
En la cueva de Greccio, por indicación de Francisco, se pusieron aquella noche un buey y un asno [7]. Efectivamente, él había dicho al noble Juan:
Desearía provocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y un asno.[8]
Desde entonces, un buey y un asno forman parte de la representación del pesebre o nacimiento. ¿Pero de dónde proceden propiamente estos animales? Los relatos de la navidad del nuevo testamento no nos narran nada acerca de esto. Pero, si profundizamos esta cuestión, topamos con un hecho que es importante para todas las costumbres navideñas y sobre todo para la piedad navideña y pascual de la iglesia en la liturgia y al mismo tiempo en los usos populares.
El buey y el asno no son simples productos de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes del acontecimiento navideño. En efecto, en /Is/01/03 se dice concretamente: «Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento».
Los padres de la iglesia vieron en esas palabras una profecía que apuntaba al nuevo pueblo de Dios, a la iglesia de los judíos y de los cristianos [9]. Ante Dios, eran todos los hombres, tanto judíos como paganos, como bueyes y asnos, sin razón ni conocimiento. Pero el Niño, en el pesebre, abrió sus ojos de manera que ahora reconocen ya la voz de su dueño, la voz de su Señor.
En las representaciones medievales de la navidad, no deja de causar extrañeza hasta qué punto ambas bestezuelas tienen rostros casi humanos, y hasta qué punto se postran y se inclinan ante el misterio del Niño como si entendieran y estuvieran adorando. Pero esto era lógico, puesto que ambos animales eran como los símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia, nuestro misterio, puesto que nosotros somos buey y asno frente a lo eterno, buey y asnos cuyos ojos se abren en la nochebuena de forma que, en el pesebre, reconocen a su Señor.

III
¿Pero le reconocemos realmente? Cuando nosotros ponemos el buey y el asno en el portal, deben venirnos a la memoria aquellas palabras de Isaías, las cuales no son sólo evangelio -promesa de un conocimiento que nos ha de llegar- sino también juicio por nuestra ceguera actual. El buey y el asno conocen, pero «Israel no tiene conocimiento, mi pueblo no tiene inteligencia».
¿Quién es hoy el buey y el asno, quién «mi pueblo», que está sin inteligencia? ¿En qué se conoce al buey y al asno y en qué a «mi pueblo»? ¿Por qué se da el fenómeno de que la irracionalidad conoce y la razón se halla ciega?
Para encontrar una respuesta, debemos volvernos nuevamente, con los padres de la iglesia, a la primera navidad. ¿Quién es el que no conoció? ¿Y quién conoció? ¿Y por qué ocurrió así?
Ahora bien, el que no conoció fue Herodes, el cual tampoco comprende nada cuando se le anuncia el nacimiento del Niño. Sólo sabe de su afán de dominio y de su ambición de mando y de la manía persecutoria correspondiente y, por ello, se hallaba profundamente cegado (Mt 2,3). El que no conoció fue también «todo Jerusalén con él» (Ibid.). Quienes no conocieron fueron los hombres vestidos lujosamente, las gentes importantes (Mt 11,Cool. Los que no conocieron fueron los señores sabihondos, los entendidos en Biblia, los especialistas en la interpretación de la sagrada Escritura, los cuales conocían con exactitud los pasajes de la Biblia, y, sin embargo, no entendían una palabra (Mt 2,6).
Los que conocieron, comparados con esta famosa gentecilla del «buey y el asno» fueron: los pastores, los magos, María y José. ¿Podía ser de otra manera? En el establo donde él se encuentra no se ve gente fina, allí están como en su casa el buey y el asno.
¿Pero qué es lo que ocurre con nosotros? ¿Nos hallamos tan alejados del establo porque somos demasiado finos y demasiado sesudos para ello? ¿No nos enredamos también nosotros en sabihondas interpretaciones de la Biblia, en pruebas de la autenticidad o inautenticidad, de forma que nos hemos hecho ciegos para el Niño y no percibimos ya nada de él? ¿No estamos demasiado en «Jerusalén», en el palacio, encasillados en nosotros mismos, en nuestra propia gloria, en nuestras manías persecutorias para que podamos oír en seguida la voz de los ángeles, acudir al pesebre y ponernos a adorar?
Así en esta noche nos contemplan los rostros del buey y del asno que nos interrogan: mi pueblo carece de inteligencia, ¿no comprendes tú la voz de tu Señor? Cuando nosotros colocamos las figuras que nos son familiares en el pesebre, debemos pedir a Dios que otorgue a nuestros corazones aquella simplicidad o sencillez que sabe descubrir en el niño al Señor, tal como lo hizo, en tiempos, Francisco en Greccio. Entonces nos podría ocurrir lo que nos cuenta Celano, con unas palabras muy similares a las de san Lucas acerca de los pastores de la primera nochebuena (Lc 2,20), sobre los que participaron en la celebración de Greccio: todos regresaban a sus casas llenos de alegría. [10]
Notas
[1] Ignacio de Antioquía, Carta a los magnesios, 3,1.
[2] B. Reicke, Jatresfeier und Zeitenwende im Judentam und ChristentUm der Antike: TThQ 150 (1970) 321- 334. Las perspectivas de este articulo que echa por tierra el consenso habido hasta ahora de los investigadores sobre el origen de la navidad y de la epifanía, parece que apenas han conseguido acceso en el campo de la ciencia litúrgica.
[3] II Cel 151, 199.
[4] I Cel 30, 84.
[5] I Cel 30, 86.
[6] Cf. J. Ratzinger, El Dios de Jesucristo, Salamanca 1981.
[7] En España y en los países de nuestra cultura, decimos «el buey y la mula» en vez de «el buey y el asno». Esto hay que tenerlo en cuenta muy particularmente en las alusiones que se hacen a la Biblia, que no se ajustan a la «mula», sino al «asno» y en lo que dirá más adelante Mons. Albino luego Juan Pablo I (N. del T.)
[8] I Cel 30, 84.
[9] J. Ziegler.
[10] I Ce130, 86.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Sab Mar 04, 2006 7:58 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Navidad de santa Clara
Patrona de la Televisión


Los escritos de santa Clara nos muestran un camino de vida ascética compartido con Francisco, pero con elementos afectivos y emotivos originales. Las intuiciones navideñas de Clara son muchas y están relacionadas, sobre todo, con María, contemplada desde el punto de vista de la maternidad y la pobreza. En su Regla encontramos expresiones como esta: “Y por amor del Niño santísimo, envuelto en pobres pañitos y recostado en el pesebre, y de su santísima Madre, amonesto y ruego y exhorto a mis hermanas a vestir siempre ropas viles” (cap. 2), que recuerdan las consignas que el Pobrecillo dejó a Clara y a sus hermanas: “Yo, fray Francisco pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza del altísimo Señor nuestro Jesucristo y de su santísima Madre” (cap. 6). La altísima pobreza en el radicalismo evangélico de Clara mira siempre a la pobreza de María: “Adhiriendo totalmente a ella, amadísimas hermanas, no queráis tener nada más bajo el cielo, por amor de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre” (cap. Cool. La Regla concluye con este consejo, de evidente sabor navideño: “firmes en la fe católica, observemos perpetuamente la pobreza y humildad de nuestro Señor Jesucristo y de su santísima Madre, y el santo Evangelio, como firmemente prometimos. Amén” (cap. 12).
Las Cartas de Santa Clara a Inés de Praga rebosan afectividad, sobre todo en lo referente al misterio navideño: “Abrázate a su dulcísima Madre, la cual engendró a un Hijo tal que los cielos no pueden contener y, sin embargo, ella lo acogió en el pequeño claustro de su santo vientre y lo llevó en su seno virginal” (carta 3). Clara, que ha descubierto en sí misma el gran milagro y gozo de la maternidad espiritual, puede exhortar a Inés: “Del mismo modo, pues, que la gloriosa Virgen de las vírgenes llevó a Cristo materialmente en su vientre, tú también, siguiendo sus huellas, especialmente de la humildad y pobreza de él, sin duda alguna puedes siempre llevarlo espiritualmente en tu cuerpo casto y virginal. Y llevarás en ti a Aquel que sostiene a todas las criaturas, y poseerás el bien más duradero y definitivo en comparación con todas las demás posesiones pasajeras de este mundo” (carta 3).
Hay gran atrevimiento teológico en las expresiones de Clara, que recuerdan a algunas de las que de Francisco en su Carta a todos los creyentes, cuando les propone ser “esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo”, explicando que “somos madres cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por el amor y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para ejemplo de otros”.
Se recuerda en la Leyenda o Vida de santa Clara cómo ella exhortaba a sus compañeras “a conformarse en su pequeño nido de pobreza a Cristo pobre, a quien la Madre pobrecilla colocó pequeñito en un angosto pesebre. Y este recuerdo especial, casi como joya de oro, lleva siempre escrito en el pecho, para que el polvo de las cosas de la tierra no encuentren por donde entrar” (n. 13).
Por eso no es extraño que sucediera lo que ocurrió la noche de Navidad de 1252. La noticia es segura, pues lo contaron sus mismas compañeras en el Proceso de Canonización, unos meses después de su muerte: “narraba también la citada madonna Clara como, en la pasada noche de la Navidad del Señor, al no poder ella levantarse del lecho para entrar en la capilla, por su grave enfermedad, las hermanas fueron todas a maitines como solían, dejándola sola. Entonces dicha señora dijo suspirando: ‘Oh Señor Dios, mira cómo me han dejado sola contigo en este lugar’. Entonces inmediatamente empezó a oír los órganos y responsorios y todo el oficio de los frailes de la iglesia de san Francisco (en Asís), como si hubiese estado allá presente” (Testimonio de sor Felipa de messer Leonardo de Gislerio). La sobrina de Clara, sor Amada de messer Martín de Coccorano añade “que ella oyó a dicha madonna Clara que aquella noche de la Navidad del Señor vio también el pesebre de nuestro Señor Jesucristo”. Y sor Balbina, hermana de sor Amada, después de repetir que Clara “oyò maitines y los demás oficios divinos que se hacían aquella noche en la iglesia de san Francisco, como si hubiese estado allí presente”, agrega las palabras que diría más tarde a sus compañeras: “Vosotras me dejasteis aquí sola, yendo a la capilla a oír maitines, pero el Señor me ha dado buena satisfacción, porque no podía levantarme del lecho”.
Al testimonio de las hermanas dió forma literaria el autor de la Leyenda o Vida de santa Clara: “Y he aquí que, de repente, empezó a resonar en sus oídos el maravilloso concierto que se hacía en la iglesia de san Francisco. Oía a los frailes salmodiar con júbilo, seguía la armonía de los cantores, percibía incluso el sonido de los instrumentos”. Admirado de tal prodigio, porque “el lugar no estaba tan cerca como para permitir humanamente la percepción de aquellos sonidos” (son más de dos quilómetros), el autor, tal vez fray Tomás de Celano, sólo encuentra dos explicaciones posibles: “o aquella celebración solemne fue divinamente hecha tan sonora que llegó a alcanzarla, o su oído, o su oído fue reforzado más allá de toda humana posibilidad”. Y concluye: “es más, algo que supera este prodigio del oído: ella fue digna de ver incluso el pesebre del Señor” (n. 29).
Más tardía, pero más popular y conocida, es la versión de las Florecillas de san Francisco (c. 35), donde es el mismo Jesucristo, “su esposo” quien “la hizo llevar milagrosamente a la iglesia de san Francisco y estar en todo el oficio de maitines y de la misa de medianoche y, además de esto, recibir la santa comunión y luego devolverla a su lecho”. El relato enriquece además el diálogo de Clara con sus compañeras, después de la visión: “Regresando las monjas a santa Clara, después del oficio en san Damián, le dijeron: ‘Oh madre nuestra hermana Clara, ¡qué gran consuelo hemos tenido en esta santa Navidad! ¡Hubiese querido Dios que estuvieras con nosotras!’ Y santa Clara respondió: ‘Gracias y alabanza doy a nuestro Señor Jesucristo bendito, hermanas mías e hijas amadísimas, porque, con mucho consuelo de mi alma, yo he estado en cada solemnidad de esta santa noche y mayores que aquellas a las que vosotras habéis asistido. Porque por mediación del padre mío san Francisco y por la gracia de nuestro Señor Jesucristo he estado presente en la iglesia del venerable padre mío san Francisco y con mis oídos del cuerpo y mentales he oído todo el oficio y el sonar de los órganos que allí se ha hecho y allí mismo he tomado la comunión. Por tanto, alegraos y dad gracias a Dios por tanta gracia que me ha hecho”.
Esta última Navidad de Clara es el colofón natural de una vida transcurrida en la contemplación del Cristo encarnado, en el más genuino espíritu franciscano. Unos años antes, en los días del Triduo Pascual, a Clara enferma se le dio contemplar al vivo la pasión y crucifixión de Cristo, ininterrumpidamente, desde la noche del jueves santo hasta la madrugada del sábado. Ahora la enfermedad tampoco le impide participar en el gozo festivo de los frailes del Sacro Convento de Asís y de los fieles asisanos, la noche Navidad. No es extraño, pues, que el papa Pío XII, el 14 de febrero de 1958, con el breve “Clarius explendescit”, la declarase patrona de la televisión, ese nuevo adelanto tecnológico que permite a tantos enfermos e impedidos seguir desde sus casas no sólo las noticias del mundo y tantos espectáculos profanos, sino también la celebración de la misa y otros acontecimientos y programas de contenido religioso. Nosotros, sin embargo, nos quedamos, sobre todo, con el amor de Clara –su pasión- por Cristo encarnado. Igual que ella, debemos contemplar, más con los ojos de la mente que con los del cuerpo, el gran misterio del amor y la humildad de Dios, hecho niño por nosotros y nacido pobre de una Virgen pobrecilla, en un pobre pesebre, lugar donde comen los animales, casi como ofreciéndose a todos nosotros como el único alimento incontaminado que da la vida al mundo.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mar Mar 07, 2006 12:20 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

El pasado domingo en la Iglesia , se nos ha hablado de la lectura del evangelio según San Marcos (Mc 1, 12-15 ).
También esta lectura , es uno de los misterios luminosos del rosario .

Se dice que San Francisco de Asís es la perfecta imitación de Cristo de la edad media y para que podamos ver como es este Santo reflejo de nuestro Señor Jesucristo y como Este dio a San Francisco la gracia para vivir y ser instrumento de Dios , dejo este pasaje del libro Las Florecillas de San Francisco.

El que pueda leer y ver , será de gran riqueza espiritual para su vida y ejemplo de hermano enamorado de Jesús.

Capítulo VII
Cómo San Francisco pasó una cuaresma
en una isla del lago de Perusa
con sólo medio panecillo
Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:
Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.
Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.
Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí. En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.
En alabanza de Cristo bendito. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mar Mar 07, 2006 12:22 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

El pasado domingo en la Iglesia , se nos ha hablado de la lectura del evangelio según San Marcos (Mc 1, 12-15 ).
También esta lectura , es uno de los misterios luminosos del rosario .

Se dice que San Francisco de Asís es la perfecta imitación de Cristo de la edad media y para que podamos ver como es este Santo reflejo de nuestro Señor Jesucristo y como Este dio a San Francisco la gracia para vivir y ser instrumento de Dios , dejo este pasaje del libro Las Florecillas de San Francisco.

El que pueda leer y ver , será de gran riqueza espiritual para su vida y ejemplo de hermano enamorado de Jesús.

Capítulo VII
Cómo San Francisco pasó una cuaresma
en una isla del lago de Perusa
con sólo medio panecillo
Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:
Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.
Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.
Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí. En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.
En alabanza de Cristo bendito. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mie Mar 08, 2006 9:56 am    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Es inevitable pensar al leer la vida de los Santos , nuestra diferencia con ellos a veces , por lo menos , en nuestro caso tan acentuada a no ser la mayoria personas consagradas a la Iglesia.

Nos preguntamos muchas veces . Como puede ser mi ejemplo ?.
Como puedo seguir a alguien así , si tengo familia , hijos , trabajo que me hace ocuparme la mayoria del tiempo ?
Como una madre que va todo el día corriendo de un lado a otro , puede pensar en los Santos y su dedicación a Dios. ?

Y yo digo si. Si se puede. Y me hace escribir y decir :

Hey . Amigo.

Te veo agobiado , cansado , con problemas.

Pero amigo , aprende de San Francisco .

Coge su ejemplo. El hizo un alto en el camino , sugerido por el cielo , pero hizo el alto.

Así te digo amigo que pares , deja de correr , para un momento. Un poquito de silencio por favor , un poco de soledad en un momento , quizás un momento que vale una vida , quizás.

Coge tu mesa y llénala , llena de tus problemas , pon todas las cosas , problemas , situaciones , mujer o marido, hijos , trabajo , horas , cansancio , dolor , padres , todo , todo en la mesa.

Y piensa en ti , dedícate un tiempo en soledad y dite a ti mismo , de todo lo que hay en la mesa , que dice tu corazón , que quires ? , que necesitas ?.
Piensa si te quedara una hora de vida , de todo lo que hay en la mesa , a que te dedicarías ?.

Quizás aparezca tu mujer o tu hombre , y recuerdas en este instante que te despediste con una bronca monumental o de mala gana por problemas que quizás no tengan importancia.

Quizás a tu hijo lo despediste hoy mal , quizás el castigo o no fue tal o fue muy duro y en cambio que tienes amigo ? Con quién realmente cumples y a quién dejas de cumplir.

Verdad , que si tienes trabajo no faltas , estas puntual , pero a Dios le hablas ?, le cuentas tus cosas como se las cuentas a ese que lo consideras amigo cuando sabes que dudas de que le importes .

Quién salvará tu vida , quién cuidará de ti si estas enfermo ?.

Quizás amigo de esta reflexión descubras que corres mucho en la vida y no vas a ningún lado , prioridades amigo , prioridades.

Si, debemos hacer pequeños paros en nuestra vida y ver lo verdaderamente importante para nosotros , por eso debemos pedir ayuda a Dios , cada día , cada día , para tener un poco de paz en esta vida .

Debemos estar en nuestra Iglesia , pues esa es casa de Dios , pertenece al pueblo de Dios y de ahí viene la luz de Cristo , nuestro Redentor , el nos dará paz para entender lo que pasa a nuestro alrededor y saber siempre en cada momento lo que es importante para nosotros verdaderamente.

Quizás cojas ahora el teléfono y llames corriendo a tu mujer y le digas que la quieres , y que no te importa ni el color del sofá nuevo , ni si la mesa esta en horizontal o vertical , y que no se preocupe del dinero , porque tu amas a Dios y tienes de El lo que necesitas , la verdad , lo importante de la vida y que la tienes a ella y teniéndola a ella lo tienes casi todo , siendo así que importa lo demás .

Quizás amigo , cuando llegues a casa este tu hijo ocupado en el ordenador o jugando , corre a darle un abrazo y un buen beso y dile que le quieres , que te importa y que por amor lo tuviste y por amor estarás ayudándolo y que procurarás que el sufrimiento de la vida , las carreras absurdas del trabajo , la falta a veces del dinero no encenderá con ira tu corazón y que no te olvidarás jamás de quererlo , de ayudarlo.

Amigo , si , de San Francisco de Asís , aprendimos que es bueno hacer un alto y preguntar a Dios . Que quieres de mí ? Cual es tu voluntad para mí ?.

Si , se puede aprender de los Santos , para que nuestras vidas sean mejores y seamos buenos cristianos , buenos católicos.

Decimos Dios es lo primero , Dios es todo , Solo Dios basta , pero a veces no le hablamos y el es nuestro Padre . Y nuestro Padre nos espera de la misma manera que nuestro padre natural nos esperaba cuando llegábamos tarde a casa.

Un ratito para Dios . Por favor , cada día y un alto en la vida de vez en cuando , para ver nuestro termómetro de amor , para abrazar a las personas que verdaderamente queremos y para pensar en las personas que están ciegas , sordas , para pedir a Dios por su misericordia y por su luz.

Que Dios les Bendiga.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 09, 2006 1:36 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Devoción eucarística de san Francisco
Francisco y la Eucaristía



En este año 2005 dedicado a la Eucaristía, incluimos una reflexión acerca de la profunda devoción de santa Clara de Asís al misterio eucarístico, muy semejante a la de san Francisco.


Fuente: Rinaldo Falsini, Eucaristía.
Dizionario Francescano, Edizioni Messaggero, Padova, 1983,534-538.
Traducción de Fr. Tomás Gálvez


En este año 2005 dedicado a la Eucaristía, nada mejor que esta reflexión acerca de la profunda devoción de Francisco de Asís al misterio eucarístico en su conjunto y en cada uno de sus aspectos concretos.
San Francisco ha sido el primero en traducir a la práctica cotidiana lo que proponía de palabra y por escrito. Es más, se puede decir que su enseñanza no era fruto de elaboraciones teóricas, sino que brotaba de una profunda convicción interior y de una experiencia diaria. Hay, en efecto, plena correspondencia entre los aspectos doctrinales y los comportamientos concretos, narrados por sus discípulos. En esto se basa una peculiaridad del espíritu de san Francisco transmitido a sus hijos, como aparece en la tradición franciscana: acompañar a la palabra el testimonio de vida, enseñar también con el ejemplo.
Tomás de Celano nos ofrece un sugestivo retrato de la devoción de san Francisco en todos sus aspectos: “Ardía en fervor, que le penetraba hasta la médula, para con el sacramento del cuerpo del Señor, admirando locamente su cara condescendencia y su condescendiente caridad (147). Juzgaba notable desprecio no oír cada día, a lo menos, una misa, pudiendo oírla. Comulgaba con frecuencia y con devoción tal, como para infundirla también en los demás. Como tenía en gran reverencia lo que es digno de toda reverencia, ofrecía el sacrificio de todos los miembros, y al recibir al Cordero inmolado inmolaba también el alma en el fuego que le ardía de continuo en el altar del corazón. Por esto amaba a Francia, por ser devota del cuerpo del Señor; y deseaba morir allí, por la reverencia en que tenían el sagrado misterio. Quiso a veces enviar por el mundo hermanos que llevasen copones preciosos, con el fin de que allí donde vieran que estaba colocado con indecencia lo que es el precio de la redención, lo reservaran en el lugar más escogido. Quería que se tuvieran en mucha veneración las manos del sacerdote, a las cuales se ha concedido el poder tan divino de realizarlo. Decía con frecuencia: «Si me sucediere encontrarme al mismo tiempo con algún santo que viene del cielo y con un sacerdote pobrecillo, me adelantaría a presentar mis respetos al presbítero y correría a besarle las manos, y diría: "¡Oye, San Lorenzo, espera!, porque las manos de éste tocan al Verbo de vida y poseen algo que está por encima de lo humano" (2Cel 201).
Se observen los distintos elementos que se citan: admirado estupor frente al misterio eucarístico, expresión de benevolencia divina; participación diaria en la misa; comunión frecuente, ofrecimiento de sí mismo y ensimismamiento con el sacrificio de Cristo, hasta convertirse en altar viviente; amor y simpatía por Francia, es decir, aquella región de Valonia correspondiente a la provincia de Bélgica, donde, según los especialistas, se estaba desarrollando un intenso movimiento eucarístico que llevará a la institución de la fiesta del Corpus Christi; envío de los frailes para abastecer a las iglesias de vasos preciosos donde guardar decorosamente el sacramento; respeto a los sacerdotes por causa de su ministerio eucarístico. La eucaristía, durante y después de la celebración, en su realidad salvadora como en las personas, en los objetos y lugares que la rodean, es objeto de una única mirada de fe viva, de amor intenso, de veneración sincera. Nada le falta al cuatro trazado con tanta finura.
Todos los demás testimonios que tenemos forman un coro unánime y confirman o subrayan los trazos delineados. Eco fiel de las de Celano son las palabras de san Buenaventura: “Su amor al sacramento del cuerpo del Señor era un fuego que abrasaba todo su ser, sumergiéndose en sumo estupor al contemplar tal condescendencia amorosa y un amor tan condescendiente. Comulgaba frecuentemente y con tal devoción, que contagiaba su fervor a los demás, y al degustar la suavidad del Cordero inmaculado, era muchas veces, como ebrio de espíritu, arrebatado en éxtasis” (LM 9, 2).
De sus exhortaciones a la escucha “fervorosa” de la misa, de la adoración “devota”, del cuerpo del Señor, del honor “especial” hacia los sacerdotes hablan los 3 Compañeros (14), y en Anónimo de Perusa (Cool; su atención a la custodia eucarística y el respeto a los sacerdotes los recuerda la Leyenda de Perusa (80); de su deseo e interés en participar en la eucaristía hacen mención también la Leyenda de perusa (17) y el Espejo de Perfección (87); de su amor por la limpieza de las iglesias y los altares, así como de “todos los objetos que sirven para la celebración de los divinos misterios”, también la Leyenda de Perusa (1Cool, etc.
Otro aspecto que merece la atención es su amor especial por la escucha de la palabra evangélica, tanto durante como después de la misa, o sea la valorización de la palabra de Dios y su resonancia en la vida. En la nota añadida por fray León al Breviario de san Francisco se lee: “También hizo escribir este Evangeliario y cuando, por la enfermedad u otro impedimento manifiesto, no podía oír la misa, se hacía leer el texto evangélico correspondiente a la misa del día. Y así continuó hasta su muerte. Él lo explicaba así: Cuando no oigo la misa, adoro el cuerpo de Cristo en la oración con los ojos de la mente, del mismo moco como cuando lo contemplo durante la celebración eucarística. Oído o leído el testo evangélico, el bienaventurado Francisco, por su profunda reverencia al Señor, besaba siempre el libro del Evangelio”.
Idéntico testimonio se encuentra en la Leyenda de Perusa (50): “El bienaventurado Francisco, en efecto, cuando no podía acudir a la misa, quería oír el evangelio del día antes de la comida” (cf. también Espejo de Perfección, 117). Este hecho demuestra no sólo la coherencia con que enseñaba acerca de la veneración de las palabras y el cuerpo del Señor - la relación, diríamos hoy, entre palabra y rito, entre liturgia de la palabra y liturgia eucarística, entre la mesa de la palabra y la mesa del cuerpo de Cristo -, sino que la razón por él esgrimida explica también suficientemente el lugar que la misa ocupa en su jornada: mientras escucha la palabra del Evangelio, él adora interiormente el cuerpo de Cristo, se adhiere espiritualmente al ritmo de la celebración eucarística de cada día, superando todo impedimento material y yendo más allá del hecho ritual.
La palabra del Evangelio escuchada en la misa provocaba en la conciencia de Francisco una respuesta inmediata y total como lo confirma el episodio relativo a su vocación: “cuando en cierta ocasión asistía devotamente a una misa que se celebraba en memoria de los apóstoles, se leyó aquel evangelio en que Cristo, al enviar a sus discípulos a predicar, les traza la forma evangélica de vida que habían de observar, esto es, que no posean oro o plata, ni tengan dinero en los cintos, que no lleven alforja para el camino, ni usen dos túnicas ni calzado, ni se provean tampoco de bastón. Tan pronto como oyó estas palabras y comprendió su alcance, el enamorado de la pobreza evangélica se esforzó por grabarlas en su memoria, y lleno de indecible alegría exclamó: «Esto es lo que quiero, esto lo que de todo corazón ansío” (Leyenda mayor 3, 1).
Los 3 Compañeros (25) detallan que el santo comprendió “esto más claro por la explicación del sacerdote”. El episodio, que recuerda a otro parecido de san Antonio abad, es muy significativo, precisamente porque nos da a conocer el “lugar de nacimiento” de la vocación de Francisco, la celebración eucarística, y arroja plena luz sobre los sentimientos interiores de intensa participación del santo en el misterio de la palabra y el cuerpo de Cristo.
Por último, no podemos ignorar lo que escribe en el Testamento, a propósito de su visita a las iglesias y de la oración que solía recitar: "Y el Señor me dio una fe tal en las iglesias, que oraba y decía así, sencillamente: "Y el Señor me dio una fe tal en las iglesias, que oraba y decía así sencillamente: Te adoramos, Señor Jesucristo, (aquí y) también en todas tus iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo".
Si bien esta oración no hace referencia explícita a la Eucaristía, su contenido y, sobre todo, su situación local (en la iglesia), además de la interpretación y el uso sucesivo de la misma en la orden, no permiten dudar del carácter eucarístico de la oración. Cada vez que es visitada o vista a lo lejos, es una invitación a la oración de adoración y bendición a Cristo, cuyo cuerpo está presente y se conserva en el sacramento. La fe del santo supera los límites de cualquier iglesia, y alcanza con libertad a Cristo en los signos externos de su presencia, uniendo en la oración la adoración y la alabanza, la eucaristía y la cruz.
La base litúrgica de la oración -una antífona del oficio de la fiesta de la Santa Cruz- nada quita al sello origina que le imprime la devoción de Francisco. Cuánto amaba Francisco esta oración y deseaba que la recitaran los frailes, lo refieren la Primera vida de Celano (45), la Leyenda mayor (4,3), y los 3 Compañeros (37). Este último texto, hablando de los hermanos fieles a las admoniciones el santo, anota que "Cuando se encontraban alguna iglesia o cruz, se inclinaban para orar y decían devotamente: Te adoramos etc."
Por tanto, la oración no está sujeta a las visitas a una iglesia ni mucho menos a la naciente forma devocional de la visita al Santísimo. Este extremo no debe sorprendernos, pues demuestra, más bien, que san Francisco no sigue las nuevas formas de devoción, sino que permanece anclado en la fe adoradora, en la actitud de oración, en su sobriedad y sustancia, más que en sus formas externas. Sale a flote una vez más su equilibrio e interioridad, el deseo de encontrarse con su Señor allá donde haya un signo que recuerde la cruz o la eucaristía.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 09, 2006 1:39 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Devoción eucarística de santa Clara
Clara y la Eucaristía



En este año 2005 dedicado a la Eucaristía, incluimos una reflexión acerca de la profunda devoción de santa Clara de Asís al misterio eucarístico, muy semejante a la de san Francisco.


Fuente: Rinaldo Falsini, Eucaristía.
Dizionario Francescano, Edizioni Messaggero, Padova, 1983,538-541.
Traducción de Fr. Tomás Gálvez


Clara de Asís se revela también como una auténtica intérprete y copia fiel del padre san Francisco. En sus escritos faltan enseñanzas de especial importancia sobre el misterio eucarístico, pero su vida, según los testimonios de los le estuvieron cerca, fue la lección incomparable de su conciencia de la centralidad de la eucaristía, de su fe luminosa y de su amor apasionado por el sacramento del altar: las mismas características de Francisco.
En el proceso de canonización sus hijas compiten en recordar su gran fe y conmoción mezclada de temor, cuando se acercaba a la mesa eucarística. "Y dijo que dicha madonna Clara se confesaba muchas veces, y recibía a menudo el santo sacramento del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, mientras temblaba toda ella, cuando lo recibía" (Proc 2, 11); "y, de manera especial, derramaba muchas lágrimas cuando recibía el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo" (Proc 3, 7).
Mientras en los escritos de san Francisco y en los distintos testimonios se habla de cuerpo y de la sangre, a propósito de Clara no se hace referencia a la sangre, confirmando tal vez la desaparición de la comunión con el cáliz, debido al desarrollo de la devoción a la hostia. La referencia a la confesión, motivada por el deseo de purificación y por la conciencia de la propia indignidad, está en línea con la recomendación de san Francisco y con el uso, en vías de desarrollo, de la confesión frecuente (cf. LsCl 42; Proc 3, 24).
En Clara reaparece con una nota de ternura típicamente femenina la misma devoción de Francisco por la eucaristía, incluido el interés por los objetos de culto: "Los hechos demuestran lo intenso que fue el amor devoto de santa Clara hacia el sacramento del altar. Porque en la grave enfermedad que la obligó a guardar cama se hacía levantar y sujetar por detrás con apoyos; y, sentada, hilaba tejidos delicadísimos. De ellos sacó más de cincuenta pares de corporales, que enviaba, guardados en bolsas de seda o de púrpura, a varias iglesias por la llanura y los montes de Asís. Y, cuando iba a recibir el cuerpo del Señor, primero derramaba cálidas lágrimas y, acercándose luego con temblor, al que se esconde en el sacramento, no menos que al soberano del cielo y de la tierra" (Leyenda de santa Clara 2Cool.
En la Regla de santa Clara se establece la comunión siete veces al año (RsC 3). La norma, aparentemente limitadora, es un notable paso adelante, una amplia concesión, si se considera en el contexto de la época.
A diferencia con san Francisco, cuya devoción eucarística, siempre nítida y robusta, es inmune a cualquier elemento milagroso, a santa Clara se le atribuyen dos prodigios, no diferentes de los ya conocidos por los escritos de medidos del siglo XIII. El primero se refiere a la visión de un niño sobre la cabeza de Clara, mientras comulgaba: "La testigo vio sobre la cabeza de la citada madre santa Clara un esplendor muy grande, y le pareció que el cuerpo del Señor fuese un niño pequeño y muy hermoso" (Proc 89, 10).
El otro, narrado en repetidas ocasiones, se refiere en cambio a la oración de Clara delante del sacramento, para alejar a los sarracenos del asedio al monasterio y a la ciudad de Asís, que también se desarrolló luego en la tradición iconográfica, según la cual ella habría mostrado la pixis con la hostia para bloquear a los enemigos. Mientras algunas testigos hablan de la simple intercesión de Clara (Proc 2, 20; 3, 18; 4, 24; 10, 9; 12, Cool, una de ellas refiere, en cambio, que la santa "se hizo poner delante una cajita donde estaba el santo sacramento del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. Y echándose en oración, tendida en el suelo, oró con lágrimas..." (Proc 9, 2).
Si en ambos relatos se atribuye el prodigio a la intercesión de la santa, en el segundo destaca la fe adoradora de Clara de un modo (postración ante el sacramento) que indica el progreso y la difusión del culto eucarístico en el mismo monasterio de San Damián. El episodio revela probablemente una costumbre de la santa, que se incluye con su gran fe en el movimiento devocional de la época.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 09, 2006 1:45 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

El hábito franciscano
forma, colores, significado



Por fr. Tomás Gálvez


Al ser lo primero que salta a la vista de quien se acerca a los franciscanos, el tema del hábito suscita curiosidad y extrañeza a la vez, pues su forma y color varía según las distintas familias franciscanas. Hay que aclarar, en primer lugar, que ninguna de las actuales órdenes o congregaciones franciscanas, ni por forma ni por color, viste el hábito de San Francisco, que era en forma de cruz y de lana gris. El paño, en efecto, no era teñido, sino tejido con lana blanca y negra natural entremezclada que le daba un color ceniciento.
Hay quien afirma que el Santo de Asís y sus compañeros al principio no vestían de forma diferente a los pobres y campesinos de su tiempo, pero eso no es lo que se deduce de sus escritos y biografías. Es cierto que el modo de vestir de los frailes Menores (túnica larga, capucho, cuerda y calzones) era más pobre que el de cualquier religioso de aquel tiempo, mas no por eso dejaba de ser una divisa religiosa que los diferenciaba de los seglares.
Las dos Reglas de San Francisco y los biógrafos del Santo hablan de la humildad y vileza del hábito de los Hermanos Menores, sin ofrecer detalles en cuanto al color o la forma de la túnica y del capucho, pues lo más importante para Francisco y a sus compañeros era la modestia y la pobreza. La segunda Regla impone a los frailes no juzgar ni despreciar "a los que visten ropas suaves y de colores", por lo que deducimos que el color debía de ser natural. Gracias a los biógrafos y a las túnicas que se conservan de San Francisco sabemos que éstas tenían forma de cruz o de tau, como expresión de que el Hermano Menor debe crucificar en sí mismo las pasiones de este mundo.
En cuanto al color, sólo en el Espejo de Perfección leemos que el Santo prefería a la alondra entre todas las aves, porque "tiene un capucho como los religiosos y es un pájaro humilde... Su ropaje, o sea las plumas, tiene el color de la tierra, y ella da ejemplo a los religiosos de que no hay que tener ropa delicada o de colores, sino modesta en el precio y el color, igual que la tierra, que es el elemento más vulgar". Pero la tierra, como todos sabemos, tiene infinidad de tonalidades. Tomás de Celano, en el Tratado de los Milagros, habla de un "paño ceniciento" como el de los cistercienses de Tierra Santa, que Jacoba de Settesoli le trajo de Roma a Francisco moribundo. La única referencia al color del hábito del Santo la encontramos en la Crónica de Roger de Wendover (muerto en 1236) y de Mateo Paris, donde se dice que "los frailes que se llaman menores... caminaban descalzos, con cinturón de cuerda, túnicas grises, largas hasta los tobillos y remendadas, con un capucho basto y áspero".
En un documento del año 1233, el rey de Inglaterra ordenaba al vizconde de Londres la adquisición de una cierta cantidad de paños, la mitad de "blaunchet" o blanco para los Dominicos, y la mitad de "griseng" o gris para los Menores. En 1259, el vizconde de Cerwich compraba también ciertos paños de "russet" para las tunicas de los frailes Menores de Reading. El "russet" era el "rusetus pannus" de color rojizo, resultado de la mezcla natural de lana blanca y parda. Las Constituciones de Narbona del 1260 establecían que "las túnicas exteriores no sean ni del todo negras, ni del todo blancas", lo cual dejaba un amplio margen de tonalidades de grises. En los frescos de Giotto de la Basílica superior de Asís podemos ver, en una misma escena, hábitos grisáceos y rosados, pero siempre en tonos claros. Las Constituciones Farinerias del 1354 sólo imponen que los superiores no permitan el uso de paños con "motas de diferentes colores, ni demasiado cercanos al blanco ni al negro".
La variedad de tonalidades del hábito primitivo se debía, aparte de aq la diversidad natural del color de la lana, al hecho de que el paño para las túnicas no se confeccionaban expresamente para los frailes, sino que éstos los recibían como limosna por los benefactores. Eran ellos, por tanto, quienes elegían el color y la calidad del paño, aunque siempre bajo el control del superior, según las Decretales de Juan XXII (1317) y Benedicto XII (1336).
Mayor rigidez en el color se observa a partir de la división de la Orden, ocurrida en 1517, sobre todo por el valor simbólico del gris, que recuerda la ceniza y el polvo de que estamos hechos, y la penitencia. El gris fue el color oficial para todos los franciscanos hasta mediados del siglo XVIII. Tanto es así que, debido a las dificultades para conseguir tal paño en cantidad suficiente, hubo un momento en que las Constituciones de los Observantes y de los Capuchinos ordenaron que cada provincia fabricase sus propios paños para conseguir la máxima uniformidad. El capítulo general del 1694 de la Regular Observancia, por ejemplo, ordenaba que "se fabriquen paños del todo semejantes en el color y calidad, en la trama y en el grosor, tejidos con lana blanca y negra mezclada en tal proporción que resulte, a juicio de los expertos, un paño ceniciento como lo vemos en los hábitos y capas de N. P. S. Francisco, S. Bernardino de Siena y S. Juan de Capistrano, los cuales, aunque se conserven en provincias y países distintos, son de un mismo color ceniza, más o menos claro".
En los Menores Conventuales se nota una cierta tendencia al negro ya en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque sus Constituciones Urbanas, en la edición del 1803 imponían el hábito gris ceniza. Esta prescripción desapareció en la edición de 1823, en parte porque con la Supresión napoleónica, habiéndose extinguido las corporaciones religiosas, sus miembros se vieron obligados a asumir el hábito talar negro del clero secular. Restaurada la Orden, los frailes prefirieron continuar con el color negro, aunque hoy el gris se está recuperando de nuevo, de manera que ya lo visten casi todos los conventuales de Asia, África y América, así como los de Australia y algunas provincias europeas.
Los Frailes Menores Observantes pasaron del color ceniza al marrón hace poco más de un siglo, en la segunda mitad del siglo XIX. Se empezó en Francia y se impuso para toda la Orden en el capítulo de Asís del 1895, cuando León XIII reunificó en una sola a las distintas familias reformadas: observantes, alcantarinos, recoletos y reformados ("El color artificial de las vestiduras exteriores se parezca al color de la lana natural negruzca cn tendencia al rojo, color que en italiano se llama marrone, y en francés marron").
Los Menores Capuchinos siguieron de algún modo la evolución de los Observantes, aunque, para evitar cualquier diferencia local, en 1912 se estableció que el color del hábito tenía que ser castaño, el mismo que el de los observantes, aunque algo más amarillento ("colorem debere esse castaneum, italice castagno, gallice marron, anglice chestnut, germanice kastanienbraun, hyspanice castaño").
El más parecido en la forma al de San Francisco es el hábito de los Capuchinos, por su capucho alargado y cosido al cuello de la túnica. El hábito de los Observantes se distingue por ser más ajustado y por el capucho suelto que cae sobre los hombros en forma de esclavina corta por delante y a los lados, y alargada por detrás, hasta la cintura. El hábito de los Conventuales es parecido al de los Observantes, pero el capucho es más pequeño y la esclavina más baja, hasta casi tocar los codos. El hábito de los Terciarios Regulares o frailes del TOR era hasta hace pocos años de igual forma y color que el de los Conventuales, pero ahora han vuelto al color tradicional gris, con esclavina baja y puntiaguda por detrás y por delante.
Más recientemente han surgido algunas congregaciones franciscanas con hábitos diferentes, pero muy semejantes a los ya citados, con túnica y capucho gris o marrón. Pero también los hay tirando a celeste, como el de los Franciscanos de la Inmaculada, e incluso de color verde. No obstante, a pesar de las diferencias de forma y color, el distintivo común de todos los franciscanos y franciscanas, que los hace diferentes de cualquier otra Orden o Congregación de la Iglesia, es el uso exclusivo del cordón de lana blanca, que Francisco eligió para ceñirse la cintura, para cumplir fielmente el mandato de Cristo, que envió a sus apóstoles por el mundo "nada para el camino", ni siquiera el cinturón (cf. Mateo 10).
En cuanto al calzado, San Francisco caminó siempre descalzo, de acuerdo con el mandato de Jesús a los apóstoles: "no llevéis sandalias..." Sólo en los dos últimos años de su vida, para ocultar las vendas ensangrentadas por los estigmas de los pies, tuvo que llevar zapatos de piel o de paño, como se pueden ver en las reliquias de Asís. La Regla sólo dice que los frailes pueden usar calzado en caso de necesidad. Las sandalias, sin embargo, se impusieron pronto, como puede verse en las pinturas de Giotto, donde todos los frailes, excepto Francisco, las llevan del mismo modelo. Más tarde, los reformados que vivían en las ermitas empezaron a usar unas sandalias con suelas altas de madera llamadas zuecos o "zoccoli", de ahí que en Italia los Observantes fuesen también conocidos por mucho tiempo como frailes "zoccolanti".


Bibliografía sobre el tema:
- Eduardo D'Alençon Ofmcap., Il colore dell'abito dei Frati Minori, en Miscellanea Franciscana 25 (1925) 9-10.
- Edoardo d'Alençon Ofmcap., Del capuccio dei Frati Minori, en Misc. Franc. 24 (1924) 185-187.
- Domenico Sparaccio Ofmconv., De colore habitus minoriticus, en Misc. Fran. 24 (1924) 198-202.
- Vittorino Facchinetti Ofm, Iconografia Francescana (ensayo), Milán, S. Lega Eucaristica, 1924.
- Valentina Bartoli, San Francesco d'Assisi e l'abito di penitenza. Forma e colore nel XIII secolo. en Analecta Tertii Ordinis Regularis Sancti Francisci, 32 (2001), 501-571
- Felice Rosetti Ofmconv. L'abito francescano, Ed. Casa Mariana, Frigento (AV) 1989.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 09, 2006 2:02 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Estoy convencido que sabemos poco de la vida de San Francisco de Asís , una vida rodeada de luz y milagros .
El Señor nuestro Dios utilizó el instrumento que es San Francisco para obrar con multitud de obras increíbles y milagros de los que seguramente conocemos poco.
Una vez más debo decir que los milagros llevan un mensaje y el mensaje es lo que queda de lección para nosotros . El milagro en sí , es luz del momento y asombro de los ojos de los humanos y para muchos es motivo de crítica , blasfemia e incredulidad . El mensaje como palabra de Dios es lo que prevalece con vida por todo tiempo.
También el milagro habla mucho de la persona que hace de mediador , pues el milagro obra en personas seleccionadas por el cielo como dando conformidad a la vida entregada a Dios de esta persona. Pero la humildad de estas personas hacen ver la dirección exacta de donde viene el milagro.
Aquí dejo un capitulo que conmueve bastante los corazones sedientos de Dios.
Debo decir que el libro de las Florecillas de San Francisco pueden encontrarlo en Internet y es una lectura muy recomendable para los que quieran conocer la vida y obras de San Francisco .
Si alguien quiere el libro siempre es mejor comprarlo , pues haciéndolo ayudamos seguramente para que se pueda seguir editando. El hecho de que esté en Internet es de ayuda supongo para la consulta o para una lectura rápida , e incluso para sacar citas . pero siempre será mas costoso imprimirlo en papel pues este gasto mas la tinta será mas caro que la compra del libro . Imprimiéndolo de Internet no ayudamos a nadie y supongo que debe estar prohibido por nuestras leyes.

Capítulo XVIII
Cómo San Francisco reunió un capítulo de cinco mil hermanos
en Santa María de los Angeles
El fiel siervo de Cristo Francisco reunió una vez un capítulo general en Santa María de los Angeles, al que asistieron cinco mil hermanos (11). En él estuvo presente Santo Domingo, cabeza y fundador de la Orden de los Hermanos Predicadores; se dirigía de Borgoña a Roma, y, habiendo sabido de aquella asamblea capitular reunida por San Francisco en la llanura de Santa María de los Angeles, fue a verla con siete hermanos de su Orden (12).
Se halló también presente a este capítulo un cardenal devotísimo de San Francisco, al cual él le había profetizado que sería papa, y así fue (13). Este cardenal había llegado expresamente de Perusa, donde se hallaba la corte pontificio, a Asís; y todos los días iba a ver a San Francisco y a sus hermanos; a veces cantaba la misa, otras veces predicaba a los hermanos en el capítulo. Experimentaba grande gozo y devoción este cardenal, cuando iba a visitar aquella santa asamblea, viendo en la explanada, en torno a Santa María de los Angeles, sentados a los hermanos por grupos; sesenta aquí, cien allá, doscientos o trescientos más allá, todos a una ocupados en razonar de Dios; unos llorando de consuelo, otros en oración, otros en ejercicios de caridad; y en un ambiente tal de silencio y de modestia, que no se oía el menor ruido. Lleno de admiración al ver una multitud tan bien ordenada, decía entre lágrimas de gran devoción:
-- ¡Verdaderamente éste es el campamento y el ejército de los caballeros de Dios!
En toda aquella muchedumbre, a ninguno se le oía hablar de cosas vanas o frívolas, sino que, dondequiera se hallaba reunido un grupo de hermanos, se les veía o bien orando, o bien recitando el oficio, o llorando los propios pecados y los de los bienhechores, o platicando sobre la salud del alma. Había por toda la explanada cobertizos hechos con cañizos y esteras, agrupados según las provincias a que pertenecían los hermanos; por eso este capítulo fue llamado el capítulo de los cañizos o de las esteras. De cama les servía la desnuda tierra; algunos se acostaban sobre paja; por almohada tenían una piedra o un madero.
Todo esto hacía que todos los que los veían o escuchaban les mostraran gran devoción; y era tanta la fama de su santidad, que de la corte del papa, que estaba a la sazón en Perusa, y de otros lugares del valle de Espoleto iban a verlos muchos condes, barones y caballeros, y otros gentileshombres, y mucha gente del pueblo, así como también cardenales, obispos y abades, además de otros clérigos, ganosos de ver una asamblea tan santa, tan grande, tan humilde, como nunca la había conocido el mundo con tantos hombres santos juntos. Pero, sobre todo, iban para ver al que era cabeza y padre santísimo de toda aquella santa gente, aquel que había arrebatado al mundo semejante presa y había reunido una grey tan bella y devota tras las huellas del verdadero pastor Jesucristo.



Estando, pues, reunido todo el capítulo general, el santo padre de todos y ministro general, San Francisco, a impulsos del ardor del espíritu, expuso la palabra de Dios y les predicó en alta voz lo que el Espíritu Santo le hacía decir. Escogió por tema de la plática estas palabras:
-- Hijos míos, grandes cosas hemos prometido, pero mucho mayores son las que Dios nos ha prometido a nosotros; mantengamos lo que nosotros hemos prometido y esperemos con certeza lo que nos ha sido prometido. Breve es el deleite del mundo, pero la pena que le sigue después es perpetua. Pequeño es el padecer de esta vida, pero la gloria de la otra vida es infinita (14).
Y, glosando devotísimamente estas palabras, alentaba y animaba a los hermanos a la obediencia y reverencia de la santa madre Iglesia, a la caridad fraterna, a orar por todo el pueblo de Dios, a tener paciencia en las contrariedades y templanza en la prosperidad, a mantener pureza y castidad angélicas, a permanecer en paz y concordia con Dios, y con los hombres, y con la propia conciencia; a amar y a observar la santísima pobreza. Y al llegar aquí dijo:
-- Os mando, por el mérito de la santa obediencia, a todos vosotros aquí reunidos, que ninguno de vosotros se preocupe ni ande afanoso sobre lo que ha de comer o beber, ni de cosa alguna necesaria al cuerpo, sino atended solamente a orar y alabar a Dios; y dejadle a Él el cuidado de vuestro cuerpo, ya que Él cuida de vosotros de manera especial.
Todos ellos recibieron este mandato con alegría de corazón y rostro feliz. Y, cuando San Francisco terminó su plática, todos se pusieron en oración.
Estaba presente a todo esto Santo Domingo, y halló muy extraño semejante mandato de San Francisco, juzgándolo indiscreto; no le cabía que tal muchedumbre pudiese ir adelante sin tener cuidado alguno de las cosas corporales. Pero el Pastor supremo, Cristo bendito, para demostrar que él tiene cuidado de sus ovejas y rodea de amor singular a sus pobres, movió al punto a los habitantes de Perusa, de Espoleto, de Foligno, de Spello, de Asís y de toda la comarca a llevar de beber y de comer a aquella santa asamblea. Y se vio de pronto venir de aquellas poblaciones gente con jumentos, caballos y carros cargados de pan y de vino, de habas y de otros alimentos, a la medida de la necesidad de los pobres de Cristo. Además de esto, traían servilletas, jarras, vasos y demás utensilios necesarios para tal muchedumbre. Y se consideraba feliz el que podía llevar más cosas o servirles con mayor diligencia, hasta el punto que aun los caballeros, barones y otros gentileshombres, que habían venido por curiosidad, se ponían a servirles con grande humildad y devoción.
Al ver todo esto Santo Domingo y al comprobar en qué manera era verdad que la Providencia divina se ocupaba de ellos, confesó con humildad haber censurado falsamente de indiscreto el mandato de San Francisco, se arrodilló ante él diciendo humildemente su culpa y añadió:
-- No hay duda de que Dios tiene cuidado especial de estos santos pobrecillos, y yo no lo sabía. De ahora en adelante, prometo observar la santa pobreza evangélica y maldigo, de parte de Dios, a todos aquellos hermanos de mi Orden que tengan en esta Orden la presunción de tener nada en propiedad (15).
Quedó muy edificado Santo Domingo de la fe del santísimo Francisco, no menos que de la obediencia, de la pobreza y del buen orden que reinaba en una concentración tan grande, así como de la Providencia divina y de la copiosa abundancia de todo bien.
En aquel mismo capítulo tuvo conocimiento San Francisco de que muchos hermanos llevaban cilicios y argollas de hierro a raíz de la carne, lo cual era causa de que muchos enfermaran, llegando algunos a morir, y de que otros se hallaran impedidos para la oración. Llevado, por lo tanto, de su gran discreción paternal, ordenó, por santa obediencia, que todos aquellos que tuviesen cilicios o argollas de hierro se los quitasen y los trajeran delante de él. Así lo hicieron. Y se contaron hasta quinientos cilicios de hierro, y mayor número de anillas, que llevaban en los brazos, en la cintura, en las piernas; en tal cantidad, que se formó un gran montón; y todo lo hizo dejar allí San Francisco (16).
Terminado el capítulo, San Francisco animó a todos a seguir en el bien y les instruyó sobre el modo de vivir sin pecado en este mundo malvado, y los mandó, llenos de consoladora alegría espiritual, a sus provincias con la bendición de Dios y la suya propia.
En alabanza de Cristo. Amén.




11) El Capítulo de las esteras, célebre en la historia de la Orden, suele colocarse en el año 1219. Sin embargo, el dato de la proximidad de la corte pontificia en Perusa obliga a adelantar a 1216 la fecha del capítulo de que hablan las Florecillas; pero entonces la fraternidad no había alcanzado la enorme cifra que supone el relato. Es posible que el relato haya juntado en un mismo recuerdo el capítulo de 1216, con la presencia de Hugolino y de Santo Domingo, y el de 1221, en que a Hugolino reemplazó el cardenal Rainero Capocci. En un principio, Francisco reunía a todos los hermanos dos veces al año en la Porciúncula; desde 1216, los capítulos fueron una vez al año, y por fin cada tres años. El de 1221 fue el último que congregó a todos los hermanos de la fraternidad; en adelante, según la Regla, las reuniones de la base se harían a nivel regional, mientras que los capítulos generales estarían integrados sólo por los ministros. La cifra de 5.000 participantes está confirmada por otras fuentes (LM 4,10; EP 68; Eccleston, De adventu, 6 ed. Little, p. 40; Ángel Clareno, Expos. Regulae, ed. Oliger [Quaracchi 1212] pp. 128
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 4:27 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La tau franciscana
Su origen y significado

Por fr. Tomás Gálvez

Bendición a fray León
San Francisco, dos años antes de su muerte, hizo una cuaresma en el monte de la Verna, en honor de la B. Virgen María, Madre de Dios, y del arcángel San Miguel, desde la fiesta de la Asunción de Santa María Virgen hasta la fiesta del arcángel San Miguel; y la mano de Dios estuvo sobre él mediante la visión y las palabras del Serafín y la impresión de los estigmas de Cristo en su cuerpo; entonces compuso estas alabanzas, que están escritas en el reverso de esta hoja, y las escribió de su puño y letra, dando gracias al Señor por el beneficio a él concedido.
EL SEÑOR TE BENDIGA Y TE GUARDE. TE MUESTRE SU ROSTRO Y TENGA MISERICORDIA DE TI. VUELVA A TI SU MIRADA Y TE DE LA PAZ.
San Francisco escribió de su propio puño esta bendición para mí, fray León:
FR. LEÓN TEL SEÑOR TE BENDIGA
Del mismo modo trazó él mismo, con su mano, el signo de la Tau con su base.
(Escrito autógrafo de san Francisco, con anotaciones de fray León).

San Francisco y la "Tau"
La primera vez que la Tau aparece relacionada con San Francisco fue cuando fray Pacífico la vio marcada en su frente, probablemente en vísperas del Concilio IV de Letrán, que se abrió en Roma el 11 de noviembre de 1215, con un memorable sermón de Inocencio III basado en las palabras de Cristo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros" (Lc 22, 15).
Recordando que Pascua significa "paso", el Papa manifestaba su deseo de que el Concilio, nueva Pascua, fuese ocasión de un triple paso, físico, espiritual y eterno, refiriéndose, respectivamente, a la Cruzada, a la reforma de la Iglesia universal y a la Eucaristía. La segunda parte del discurso, que trata del paso espiritual, es un comentario de Ezequiel 9, donde el papa hace suyas las palabras del Señor al profeta: "Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen dentro de ella" (Ez 9, 4). Y luego añade: "Tau es la última letra del alfabeto hebreo, y tiene la forma de cruz, como era la cruz antes que le pusieran encima la inscripción de Pilato. Tau es el signo que se lleva en la frente cuando el esplendor de la cruz se manifiesta en toda nuestra conducta, cuando, como dice el Apóstol, se crucifica la carne con sus vicios y pecados. Entonces se afirma: Yo no quiero gloriarme en ninguna otra cosa, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo…" Y concluye diciendo: "¡Sed, pues, los paladines de la Tau y de la Cruz!".
San Francisco de Asís, que participó en el Concilio en calidad de superior general de una Orden aprobada por la Iglesia, debió de tomarse muy en serio la invitación de Inocencio III, pues, según los compañeros y sus primeros biógrafos, amaba y veneraba la Tau (nombre de la letra T en hebreo y griego) "porque representa la cruz y significa una verdadera penitencia". Al comienzo de cualquier actividad se santiguaba con dicha señal, la prefería a cualquier otro signo y la pintaba en las paredes de las celdas. En sus conversaciones y predicaciones la recomendaba a menudo, y la dibujaba a modo de firma en todas sus cartas y escritos, "como si toda su preocupación fuese grabar el signo de la tau, según el dicho profético, sobre las frentes de los hombres que gimen y se lloran, convertidos de veras a Cristo Jesús".

La "Tau" en tiempos de San Francisco
La devoción de Francisco por la tau no era ninguna originalidad. Parece ser que la cruz de los romanos tenía esa forma y así la representaron, a veces, los primeros cristianos en las catacumbas. En tiempos del santo, al menos desde 1191, la usaban profusamente, como signo de pertenencia a la orden y de su vocación caritativa, los Crucíferos o antonianos de San Antonio Abad, que en Asís regentaban el hospital de San Salvador de las Paredes. Los Valdenses, fundados por Pedro de Valdo, contemporáneo de San Francisco, llegaron a declarar como dogma de fe que la cruz de Cristo tenía forma de T. La "Cruzada de los niños" de 1212 la tomó por distintivo. En Jerusalén, una orden caballeresca que tomó parte en la Segunda Cruzada era conocida como Orden de la Tau y sus miembros llevaban ese signo en el cuello de la capa. Por tanto, lo que hizo el santo de Asís fue asimilar un signo ya existente, que encajaba bien con su espiritualidad e ideales, basados en la contemplación e imitación de Cristo pobre y crucificado.

Algunas "reliquias" o testimonios
En la Basílica de San Francisco, en Asís, entre las reliquias del Santo, se muestra un autógrafo suyo con la bendición que le dedicó a su compañero fray León y el dibujo de la tau. En el eremitorio de La Verna hay un bastón usado por él, con la punta en forma de T. En Fontecolombo, en la capillita de la Magdalena, se descubrió no hace mucho una tau roja pintada en la pared, que algunos atribuyen al santo. También se cuenta que, después de su muerte, curó la pierna de un hombre, tocándola con una varita en forma de T, cuya señal quedó luego impresa en la parte curada. La Tau, por último, es el emblema del Sacro Convento de Asís, donde se encuentran representaciones de la misma de todos los siglos. Las más destacadas son las que pintaron Cimabúe, Giotto y Lorenzetti en la Basílica Inferior de San Francisco, entre los siglos XIII y XIV.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 4:35 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Indulgencia de la Porciúncula
Origen y significado del "Perdón de Asís"

Por fr. Tomás Gálvez

En la segunda mitad de julio de 1216, cuando faltaba poco para el 2 de agosto, primer aniversario de la consagración de Santa María de la Porciúncula, Francisco se presentó con fray Maseo ante el papa, y le pidió "una indulgencia para el aniversario de la consagración, sin necesidad de limosnas". El papa se sorprendió, pues la ayuda económica era imprescindible en estos casos. Con todo le ofreció un año, más de lo habitual, pero al Santo le pareció poco uno, dos, tres o siete años, y replicó: "Plazca a vuestra santidad concederme almas, no años". Y, ante la extrañeza del pontífice, le explicó: "Quiero, si place a vuestra santidad, por los beneficios que Dios ha hecho y aún hace en aquel lugar, que quien venga a dicha iglesia confesado y arrepentido quede absuelto de culpa y pena, en el cielo y en la tierra, desde el día de su bautismo hasta el día y hora de su entrada en ella ".
La perplejidad del papa estaba más que justificada: el Concilio Lateranense IV, pocos meses antes había limitado a un año la indulgencia para la dedicación de una iglesia, y a sólo cuarenta días para el aniversario, con el fin de favorecer la única indulgencia plenaria que existía entonces, la de Ultramar, establecida por el Concilio de Clermont (1095) con motivo de la Primera Cruzada. En un principio estaba reservada a los peregrinos de Tierra Santa y a los cruzados, pero el Concilio acababa de hacerla extensiva a quienes colaboraran materialmente con la Cruzada. Por tanto, una indulgencia plenaria sin riesgo físico ni coste económico, con la sola condición de acudir a la Porciúncula sinceramente arrepentidos, era algo inconcebible; de ahí que el papa respondiera: "Mucho pides, Francisco. La Iglesia no suele conceder tales indulgencias". A lo que él replicó: "Messer, lo que pido no viene de mí, es el Señor quien me envía". Entonces el pontífice exclamó, por tres veces: "¡Me agrada que la tengas!".
Pero los cardenales, temiendo el golpe que tal indulgencia podía suponer para la Quinta Cruzada que se estaba organizando, hicieron notar enseguida al pontífice que tal concesión echaba por tierra la de Ultramar, mas él argumentó: "Se la hemos concedido y no podemos echarnos atrás, pero la limitaremos a un solo día natural", y así se lo comunicó a Francisco, quien, por respuesta, hizo una reverencia y se dispuso a marcharse, pero el Papa lo detuvo, diciéndole: "¡Simple! ¿A dónde vas sin documento alguno?" "Me basta vuestra palabra -replicó él, alérgico como era a los privilegios-. Si es de Dios, ya se encargará de manifestarla. No quiero documentos. Que la Virgen sea el papel, Cristo el notario y los ángeles, testigos".
Logrado su objetivo, Francisco regresó, contento, a Asís. Al llegar a Collestrada se detuvo a descansar y a orar junto al leprosería. Poco después llamó a Maseo y le dijo: "De parte de Dios te digo que la indulgencia concedida por el papa ha sido confirmada en el cielo".
Los biógrafos más antiguos no mencionan expresamente esta importante concesión pontificia, pero cuentan que un hermano muy espiritual, a quien Francisco quería mucho (probablemente fray Silvestre), antes de su conversión soñó que en torno a la iglesita de la Porciúncula había una multitud de personas ciegas, de rodillas, con el rostro y las manos levantadas al cielo y pidiendo a Dios, con lágrimas, luz y misericordia. Y, de repente, un gran resplandor del cielo los envolvió y les devolvió la vista.
La referencia explícita más antigua y autorizada sería una carta de San Buenaventura, ministro general entre 1257 y 1273, hoy desaparecida, inventariada en 1375 en la biblioteca papal de Aviñón bajo el título: "De indulgentia Beate Marie Portuensi (léase Portiunculae) Assisii". Pero los testimonios más importantes fueron los recogidos por fray Ángel de Perusa, ministro de la provincia umbra de San Francisco (1276-7), que sirvieron de base para el Diploma del obispo Teobaldo de Asís (1310), que es el relato más completo y autorizado.
Entre los testigos estaba Pedro de Zalfano, presente el 2 de agosto de 1216 en la Porciúncula, donde "oyó predicar a San Francisco en presencia de siete obispos, y llevaba un papel en la mano, y dijo: Os quiero llevar a todos al paraíso, y os anuncio una indulgencia que tengo de boca del sumo pontífice. Y todos los que vengan hoy, y los que vendrán cada año, este mismo día, con corazón bueno y contrito, tendrán la indulgencia de todos sus pecados. Yo la quería para ocho días, pero sólo pude conseguir uno". Aunque Pedro de Zalfano hace coincidir la proclamación con "la consagración", según una nota del Sacro Convento de Asís, de la primera mitad del siglo XIII, y el testimonio de Giacomo Coppoli, que se lo oyó decir a fray León, lo que se celebraba ese día era el primer aniversario de la consagración.
La concesión, por voluntad de Francisco, nunca estuvo avalada por ninguna bula, de ahí que, años más tarde, algunos dudaran de la misma, y fue por ese motivo por el que frailes y asisanos se vieron obligados a recoger testimonios jurados de los pocos testigos directos y indirectos que aún vivían. Sin embargo, ningún papa se manifestó nunca contrario, más bien la confirmaron y, poco a poco, la fueron haciendo extensiva a otras muchas iglesias. Además, la ignorancia sobre el tema unos siglos después llevó a creer que la Indulgencia se podía obtener en la Porciúncula todos los días del año, y también esto fue aceptado por diversos pontífices, no sólo para Santa María, sino también para la Basílica de San Francisco. En cierto modo se han cumplido las palabras del Santo, cuando dijo: "Si es obra de Dios, ya se encargará él de manifestarla".
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 4:37 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La cruz de San Damián
El crucifijo que habló a san Francisco

Oración ante el crucifijo
Alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi
corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sensatez y conocimiento,
Señor,
para hacer tu santo y veraz
mandamiento.
(San Francisco de Asís)

Por fr. Tomás Gálvez

Una experiencia que marcó a Francisco para toda su vida
Un día de otoño de 1205, mientras oraba, el Señor le prometió a Francisco que pronto daría respuesta a sus preguntas. A los pocos días, paseando por los alrededores de Asís, pasó junto a la antigua iglesia de San Damián y, conmovido por su estado de inminente ruína, entró a rezar, arrodillándose con reverencia y respeto ante la imagen de Cristo crucificado que presidía sobre el altar. Y, estando allí, le invadió, más que otras veces, un gran consuelo espiritual. Con los ojos arrasados en lágrimas, pudo ver como el Señor le hablaba desde la cruz y le decía: "Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala".
Tembloroso y sorprendido, él contestó: "De muy buena gana lo haré, Señor". Luego se ensimismó y quedó como arrebatado, en medio de la iglesia vacía. Fue tal el gozo y tanta la claridad que recibió con aquellas palabras, que le pareció que era el mismo Cristo crucificado quien le había hablado.
Todos los biógrafos coinciden en calificar de éxtasis o visión la experiencia de San Damián. Santa Clara escribe que fue una "visita del Señor", que lo llenó de consuelo y le dió el impulso decisivo para abandonar definitivamente el mundo. A esta visión parece referirse San Buenaventura, cuando refiere que el santo, tras el encuentro con el leproso, estando en oración en un lugar solitario, tras muchos gemidos e insistentes e inefables súplicas, mereció ser escuchado y se le manifestó el Señor en la cruz. Y se conmovió tanto al verlo, y de tal modo le quedó grabada en el corazón la pasión de Cristo, que, desde entonces, a duras penas podía contener las lágrimas y los gemidos al recordarla, según confió él mismo, antes de morir. Y entendió que eran para él aquellas palabras del Evangelio: "Si quieres venir en pos de mí, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt 16, 24).
Tomás de Celano y los Tres Compañeros sitúan esta experiencia en San Damián. Según ellos, cuando el Señor le habló desde el crucifijo, Francisco experimentó un cambio interior que ni él mismo acertaba a describir. El corazón se le quedó tan llagado y derretido de amor por el recuerdo de la pasión, que desde entonces llevó grabadas en su interior las llagas de Cristo, mucho antes de que se le manifestaran en la carne. Por eso, añade San Buenaventura, "ponía sumo cuidado en mortificar la carne, para que la cruz de Cristo que llevaba impresa dentro de su corazón rodease también su cuerpo por fuera. Todo eso lo practicaba ya cuando aún no se había apartado del mundo, ni en el vestir ni en la manera de vivir". Se refiere a un cilicio, a un tejido muy basto, hecho de gruesos nudos, que empezó a llevar ceñido a la cintura, debajo de la ropa. Desde entonces será tal su austeridad, y tantas las mortificaciones a lo largo de su vida, que, sano o enfermo, apenas condescendió en darse gusto, hasta el extremo de reconocer, poco antes de morir, que había tratado con poco miramiento al "hermano cuerpo".

Descripción del crucifijo de San Damián
El crucifijo que habló a Francisco es hoy uno de los más conocidos y reproducidos del mundo. Se trata de un icono románico-bizantino del s. XII, de autor umbro desconocido y clara influencia sirio-oriental. Es de madera de nogal recubierta con una basta tela, sobre la que pintaron con colores vivos las figuras de Cristo y otros personajes de la Pasión. Sin el pedestal, mide 2’10 metros de alto por 1’30 de ancho.
En 1257, cuando las clarisas abandonaron San Damián, se lo llevaron consigo al nuevo monasterio de Santa Clara construido para ellas en Asís , donde lo conservaron durante siglos en la sacristía. En 1958, 20 años después de ser restaurado por Rosario Aliano, fue expuesto al público en la capilla de San Jorge. Después del terremoto de septiembre de 1997 el icono ha sido sometido a una nueva restauración, y allí sigue expuesto a la devoción de todos, libre ya del vidrio y del marco que antes lo contenía.
He aquí algunas claves para comprender el significado de este icono bizantino del siglo XII:
El Cristo de San Damián está vivo y sin corona de espinas, pues es el Cristo resucitado y glorioso que ha vencido a la muerte.
El paño de lino orlado de oro recuerda las vestiduras de los sacerdotes del Antiguo Testamento (Ex 28, 42).
Su postura expresa un gesto de acogida y parece abrazar a todo el universo.
Sus ojos no miran al espectador, sino que se dirigen al Padre, invitándonos también a nosotros a hacer lo mismo mediante la conversión.
Los 33 personajes que lo rodean representan la comunión de los santos de todos los tiempos.
Jesús, con los pies sobre fondo negro, parece que asciende del abismo.
La sangre de Cristo chorrea sobre los personajes que lo rodean, para indicar que han sido lavados y salvados por su Pasión.
La sangre de los pies cae sobre seis personajes apenas reconocibles, que podrían ser: San Juan Bautista, San Miguel, San Pablo y San Pedro, San Damián y San Rufino, patrón de Asís.
En cada extremo de los brazos transversales de la cruz hay tres ángeles que muestran a Cristo: son los mensajeros de la Buena Noticia.
Los personajes bajo los brazos de Jesús están todos en la luz, son hijos de la luz.
Tienen todos la misma estatura, pues son "hombres perfectos", que han alcanzado "plenamente la talla de Cristo" (Ef 4, 13).
Si se mira bien, sus rostros son como el de Cristo, pues en ellos ha sido restaurada la "imagen y semejanza de Dios" original.
Juan y María están en el puesto de honor, a la derecha de Cristo. El discípulo muestra y recoge la sangre del costado de Cristo. María manifiesta dolor, pero también serenidad y admiración por la resurrección y por el nuevo hijo que su Hijo le acaba de encomendar.
El manto blanco de la Virgen simboliza pureza, y las piedras preciosas que lo adornan son los dones del Espíritu Santo. El vestido rojo oscuro representa el amor. La túnica morada bajo el vestido recuerda que María es la nueva Arca de la Alianza (la del Antiguo Testamento estaba cubierta con un paño de ese color).
A la izquierda de Jesús están Maria Magdalena y María de Santiago, que parecen preguntarse: ¿Quién nos abrirá el sepulcro?. Junto a ellas, el Centurión confiesa la humanidad y divinidad de Cristo: "Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios".
Detrás del Centurión asoma el rostro de quien encargó el crucifijo y otras tres personas que evocan al Pueblo de Dios.
Bajo los personajes mayores, hay dos pequeños, uno a cada lado, que representan a los romanos y judíos que crucificaron a Jesús: el romano es un soldado con la lanza y la esponja.
A la izquierda de las piernas de Cristo se ve el gallo de Pedro, que recuerda nuestra debilidad e invita a la vigilancia. Pero también simboliza al sol naciente, Cristo, cuya luz se difunde por toda la tierra.
Sobre la tablilla con la inscripción "Rex iudeorum", en un círculo rojo, vemos a Cristo que sube al cielo, vestido de blanco, con estola dorada y una cruz luminosa en la mano, señal de victoria. El círculo expresa perfección y representa la plenitud de la gloria, donde lo reciben diez ángeles festivos.
La mano del Padre, en lo más alto del crucifijo, se encuentra en un semicírculo. La otra mitad no se puede ver, pues Dios Padre no tiene rostro, es un misterio.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 4:58 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Corona Franciscana (Rosario franciscano)
Los siete Gozos de la Virgen María


San Francisco "circundaba de amor indecible a la Madre del Señor Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad y haber tenido misericordia de nosotros. En ella sobre todo, después de Cristo, ponía toda su confianza y por eso la hizo abogada suya y de sus hermanos. Ayunaba en su honor con gran devoción, desde la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo hasta la fiesta de la Asunción" (Buenaventura, Leyenda Mayor, 9,3). Los siete gozos de la Virgen es una devoción franciscana parecida al Rosario. Se remonta al siglo XV y está en el origen de la corona de siete misterios que muchos franciscanos y franciscanas llevan colgada en el cordón. Es una oración muy sencilla, asequible para todos los que desean honrar a la Virgen María, reviviendo con ella algunos misterios de la vida de su Hijo Jesucristo.

La corona franciscana consta de 72 avemarías, con la meditación de las siete principales alegrías que la Virgen experimentó a lo largo de los 72 años que, según la tradición, duró su peregrinación por este mundo.

Introducción-

Dios mío, ven en mi auxilio.- Señor, date prisa en socorrerme.- Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Primer gozo -
El ángel Gabriel anuncia a María el Nacimiento de Jesús.- Lc 1,30-31.38

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, Virgen de la escucha, tú eres la llena de gracia,tú eres la humilde esclava del Señor. Tú has dado libremente tu sí al anuncio del ángel y te has convertido en madre del Hijo de Dios hecho hombre.Enséñanos a decir siempre sí al Señor, aunque nos cueste.

Segundo gozo -

María visita a su pariente Isabel- Lc 1,39-42 y reflexión -

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Tú, María, madre del Señor, llevando a Jesús, que ha tomado cuerpoen ti, vas a visitar con gozosa premura a la anciana prima Isabel,para ponerte a su servicio. A tu saludo, su hijo es santificado por la presencia del Salvador. Enséñanos, Madre de Dios, a anunciar y llevar siempre a Jesús a los demás.

Tercer gozo -

Jesús, Hijo de Dios, nace de la Virgen María.- Lc 2,6-7 y reflexión-

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, madre siempre Virgen, en la pobreza de una cueva has dado a luz a Jesús, venido al mundo para nuestra salvación.Tú adoras como Hijo de Dios al que has engendrado.Guíanos por el camino de una fe viva en Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Cuarto gozo -

Unos magos de Oriente adoran al niño Jesús en Belén.- Mt 2,1.11 y reflexión-

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, pobre y humilde de corazón, enséñanos a no juzgar,sino a confiar únicamente en la misericordia de Dios,que no hace distinción de personas. Porque, si nuestra fe no se traduce en obras, muchos "magos" nos irán por delanteen el reino de los cielos.

Quinto gozo -

María y José encuentran al niño Jesús en el Templo.- Lc 2,43.46.48-49 y reflexión-

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, Virgen del silencio, tú saltas de gozo al encontrara Jesús en el templo de Jerusalén, y adoras el misteriodel Hijo de Dios Creador, que en Nazaret vive obediente a sus criaturas.Enséñanos a buscar siempre a Jesús y a vivir en su obediencia.

Sexto gozo -

Jesús resucita victorioso de la muerte y se aparece a los suyos- Hc 1,14; 2,1-4 y reflexión-

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, fuente del gozo, tú eres la madre del Señor resucitado.Él es quien ha vencido la muerte. El es nuestra esperanzaen el camino de la vida. Enséñanos, María, a vencer la muerte delegoísmo, para vivir en la resurrección del amor.

Séptimo gozo -

María es elevada al cielo y coronada como reina y primicia de la humanidad redimida.- Ap 11,19; 12,1 y reflexión-

Padre nuestro, 10 avemarías y gloria

Oh María, Reina de los ángeles y de los santos, coronada de gloria y honor en el gozo sin fin del paraíso,tú brillas delante de nosotros como estrella de la mañana.Enséñanos, Madre, a caminar por el mundo con la mirada puestaallá donde está el gozo auténtico y definitivo.

Letanías de nuestra Señora

se recitan las letanías lauretanas u otras semejantes

Saludo a la Virgen

Se puede decir la Salve, o el siguiente Saludo de San Francisco:

Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios,que eres Virgen hecha Iglesia,
y elegida por el Santísimo Padre del Cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia,
y todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tienda suya;
salve, casa suya,
salve, vestidura suya;
salve, sierva suya; salve, madre suya,
y todas vosotras, virtudes santas, que por la gracia y la iluminación del Espíritu Santo sois infundidas en el corazón de los creyentes,
para que de infieles se vuelvan fieles a Dios.

Conclusión
Oremos: Oh Dios, que en la gloriosa resurrección de tu Hijo has devuelto la alegría al mundo entero, concédenos por intercesión de la Virgen María poder gozar de las alegrías sin fin de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 5:34 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

CAPILLA DE LA PORCIÚNCULA

En la verde llanura umbriana, en el corazón de la pequeña ciudad de Santa María de los Angeles, se alza el inmenso templo de la Basílica de la Porciúncula, del siglo XVI. Esta Basílica nos introduce en el corazón de Francisco y en el misterio mismo de la ciudad seráfica: «En las puertas de Asís está la representación de los bienaventurados espíritus, los ángeles, que están en la presencia de la Santísima Trinidad y forman una corona en torno a la Madre de Dios... oh María, Reina de los Ángeles, desde aquí nos muestras el camino del paraíso» (Juan XXIII).

La Basílica encierra desde hace siglos entre sus blancos muros, a manera de un relicario, la perla preciosísima de la iglesita de la Porciúncula. Es éste el lugar más sagrado y venerable del franciscanismo, la «cuna pétrea de los Menores» donde, como puntualiza en una síntesis estupenda San Buenaventura, segundo biógrafo de San Francisco, éste «comenzó humildemente, prosiguió virtuosamente y concluyó felizmente su camino espiritual». Cuando Francisco llegó aquí a principios del siglo XIII, la iglesita humilde y solitaria dedicada a la Asunción de la Virgen estaba rodeada por un bosque de encinas y se encontraba en un estado de abandono casi total.

Francisco compadecido la reparó con sus propias manos e hizo de ella un punto de referencia para toda su vida y para la vida de la fraternidad franciscana.

Fue aquí donde bajó a su corazón inflamado de ardor juvenil, aún inquieto y a la búsqueda, aquella palabra encendida de Cristo que lo arrancó definitivamente del mundo y de las cosas de antes, empujándolo con fuerza y entusiasmo por el camino del Evangelio.

El 24 de febrero de 1208 resonó en esta pobre iglesia en lo profundo del corazón de Francisco la invitación urgente del Señor Jesús: «Id... anunciad que el reino de los cielos está cerca, no llevéis oro ni plata, ni alforjas... no os preocupéis por el mañana... gratuitamente habéis recibido, dad gratuitamente... al entrar en las casas decid: ¡Paz, paz!». Francisco quedó iluminado con estas palabras y, lleno de incontenible alegría, pronunció su más grande e irrevocable sí, comenzando a recorrer el camino de la libertad: «Esto es lo que quiero -afirmó-, esto es lo que deseo hacer con todo mi corazón».

Enseguida abandonó sus ricos vestidos, se vistió con una túnica en forma de cruz y a todos y por doquier comenzó a desvelar con palabras ardientes el precioso tesoro que, finalmente, había descubierto y que le estaba llenando el corazón de una desconocida e incontenible alegría: Cristo, el Señor.

Aquí estableció su morada habitual. Aquí acogió a los primeros seguidores. Aquí fundó la Orden de los Hermanos Menores, los Franciscanos, concretando con ellos su primera y más significativa experiencia de vida evangélica, y aquí creció la Orden, como sobre un fundamento estable.

Francisco consiguió la Porciúncula como un regalo de los Monjes Benedictinos del monte Subasio, a condición de que hiciera de ella el centro y la casa madre de la propia familia religiosa, y desde entonces la pequeña iglesita no ha sido nunca abandonada por los frailes.

Aquí, la noche del Domingo de Ramos de 1211, el Santo acogió a Clara de Asís y la consagró al Señor. Aquí maduró, en la oración y en la atención más profunda hacia todos los hombres de su tiempo, la institución de la Orden Franciscana Seglar (Orden Tercera), para abrir a todos los hombres y mujeres la posibilidad de compartir su proyecto de vida evangélica. Fue aquí donde el Santo celebró los primeros capítulos de sus frailes, reuniones generales en las que participaban inicialmente todos sus hijos.

Aquí el Santo previó la admirable expansión de su familia religiosa y aquí pudo con inmensa alegría constatar la realización de este sueño.

De aquí el ejército pacífico de sus hijos se extendió, como río benéfico, por toda la tierra produciendo un nuevo Pentecostés de vida cristiana. Aquí, en una noche de gracia y de luz de 1216, arrancó del corazón de Cristo y de la beatísima Virgen que se le aparecieron, la promesa extraordinaria de que cuantos, a lo largo de los siglos, se dirijan a orar en la Porciúncula, contritos y confesos, obtengan la remisión total de sus culpas -el perdón de Asís- y aquí, finalmente, rico en méritos y virtudes, concluyó su vida acogiendo a la muerte cantando (3 de octubre de 1226).

La antigua iglesita de Santa María de los Ángeles o de la Porciúncula es la cuna e iglesia madre de la Orden de los Menores. Francisco la amó más que a todos los demás lugares de la tierra y, moribundo, la encomendó a sus hijos como morada «queridísima de la Madre de Dios». Fr. León, amigo, confidente y confesor de Francisco, en el «Espejo de perfección», sintetiza el amor del seráfico Padre por la iglesita de la Porciúncula en el siguiente pasaje:

«Lugar santo, en verdad, entre los lugares santos. Con razón es considerado digno de grandes honores. Dichoso en su sobrenombre [la Porciúncula]; más dichoso en su nombre [Santa María]; su tercer nombre [de los Ángeles] es ahora augurio de favores. Los ángeles difunden su luz en él; en él pasan las noches y cantan. Después de arruinarse por completo esta iglesia, la restauró Francisco; fue una de las tres que reparó el mismo Padre. La eligió cuando cubrió sus miembros de saco. Fue aquí donde domeñó su cuerpo y lo obligó a someterse al alma. Dentro de este templo nació la Orden de los Menores cuando una multitud de varones se puso a imitar el ejemplo del Padre. Aquí fue donde Clara, esposa de Dios, se cortó por primera vez su cabellera y, pisoteando las pompas del mundo, se dispuso a seguir a Cristo. La Madre de Dios tuvo aquí el doble y glorioso alumbramiento de los hermanos y las señoras, por los que volvió a derramar a Cristo por el mundo. Aquí fue estrechado el ancho camino del viejo mundo y dilatada la virtud de la gente por Dios llamada. Aquí, compuesta la Regla, volvió a nacer la pobreza, se abdicó de los honores y volvió a brillar la cruz. Si Francisco se ve turbado y cansado, aquí recobra el sosiego y su alma se renueva. Aquí se le muestra verdadero aquello de que duda y además se le otorga lo que el mismo Padre demanda» (EP 84).
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 12, 2006 10:50 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

De las Florecillas de San Francisco :

Esperadme aquí en el camino, que yo voy a predicar a mis hermanitos los pájaros.

Se internó en el campo y comenzó a predicar a los pájaros que estaban por el suelo. Al punto, todos los que había en los árboles acudieron junto a él; y todos juntos se estuvieron quietos hasta que San Francisco terminó de predicar; y ni siquiera entonces se marcharon hasta que él les dio la bendición. Y, según refirió más tarde el hermano Maseo al hermano Santiago de Massa, aunque San Francisco andaba entre ellos y los tocaba con el hábito, ninguno se movía.

El tenor de la plática de San Francisco fue de esta forma:

-- Hermanas mías avecillas, os debéis sentir muy deudoras a Dios, vuestro creador, y debéis alabarlo siempre y en todas partes, porque os ha dado la libertad para volar donde queréis; os ha dado, además, vestido doble y aun triple; y conservó vuestra raza en el arca de Noé, para que vuestra especie no desapareciese en el mundo. Le estáis también obligadas por el elemento del aire, pues lo ha destinado a vosotras. Aparte de esto, vosotras no sembráis ni segáis, y Dios os alimenta y os regala los ríos y las fuentes, para beber; los montes y los valles, para guarecemos, y los árboles altos, para hacer en ellos vuestros nidos. Y como no sabéis hilar ni coser, Dios os viste a vosotras y a vuestros hijos. Ya veis cómo os ama el Creador, que os hace objeto de tantos beneficios. Por lo tanto, hermanas mías, guardaos del pecado de la ingratitud, cuidando siempre de alabar a Dios.

Mientras San Francisco les iba hablando así, todos aquellos pájaros comenzaron a abrir sus picos, a estirar sus cuellos y a extender sus alas, inclinando respetuosamente sus cabezas hasta el suelo, y a manifestar con sus actitudes y con sus cantos el grandísimo contento que les proporcionaban las palabras del Padre santo. San Francisco se regocijaba y recreaba juntamente con ellos, sin dejar de maravillarse de ver semejante muchedumbre de pájaros, en tan hermosa variedad, y la atención y familiaridad que mostraban. Por ello alababa en ellos devotamente al Creador.

Finalmente, terminada la plática, San Francisco trazó sobre ellos la señal de la cruz y les dio licencia para irse. Entonces, todos los pájaros se elevaron en banda en el aire entre cantos armoniosos; luego se dividieron en cuatro grupos, siguiendo la cruz que San Francisco había trazado: un grupo voló hacia el oriente; otro, hacia el occidente; el tercero, hacia el mediodía; el cuarto, hacia el septentrión, y cada banda se alejaba cantando maravillosamente. En lo cual se significaba que así como San Francisco, abanderado de la cruz de Cristo, les había predicado y había hecho sobre ellos la señal de la cruz, siguiendo la cual ellos se separaron, cantando, en dirección de las cuatro partes del mundo, de la misma manera él y sus hermanos habían de llevar a todo el mundo la predicación de la cruz de Cristo, esa misma cruz renovada por San Francisco. Los hermanos menores, como las avecillas, no han de poseer nada propio en este mundo, dejando totalmente el cuidado de su vida a la providencia de Dios.

En alabanza de Cristo. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mar Mar 14, 2006 8:17 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Cuánta gracia concede Dios muchas veces a los pobres evangélicos que abandonan el mundo por amor de Cristo, lo demuestra el caso del hermano Bernardo de Quintavalle, el cual, desde que tomó el hábito de San Francisco, era con mucha frecuencia arrebatado en Dios al contemplar las cosas celestiales. Sucedió una vez, entre otras, que, estando en la iglesia oyendo la misa totalmente absorto en Dios, quedó tan arrobado por la fuerza de la contemplación, que en el momento de la elevación del cuerpo de Cristo no se dio cuenta de nada y no se arrodilló ni se quitó la capucha, como lo hacían los demás que estaban presentes, sino que permaneció insensible, mirando fijamente sin pestañear, desde la madrugada hasta la hora de nona. Y después de nona, vuelto en sí, iba por el convento gritando en tono admirativo:

-- ¡Hermanos, hermanos, hermanos! No hay nadie en esta tierra tan grande ni tan noble que, si le prometieran un palacio hermosísimo lleno de oro, no aceptase con gusto llevar un saco de estiércol para ganar un tesoro tan valioso.

En este tesoro tan celestial, prometido a los amadores de Dios, fue introducido el hermano Bernardo en tal grado con su espíritu, que durante quince años anduvo siempre con la mente y el rostro vueltos hacia el cielo. Durante ese tiempo, jamás sació el hambre en la mesa, si bien tomaba un poco de lo que le era puesto delante, porque decía que no es perfecta la abstinencia que consiste en privarse de las cosas que no se prueban, sino que la verdadera abstinencia consiste en moderarse en las cosas que saben buenas al gusto.

Así es como llegó a una tal clarividencia y luz de la mente, que aun los hombres más doctos acudían a él en busca de solución de cuestiones difíciles y de pasajes intrincados de la Sagrada Escritura; y él aclaraba toda dificultad. Puesto que su mente se hallaba del todo liberada y abstraída de las cosas terrenas, se remontaba a la altura como las golondrinas, a impulsos de la contemplación; y le acaeció estar hasta veinte días, y a veces treinta, solo en las cimas de las más altas montañas contemplando las cosas celestiales. Por esta razón solía decir de él el hermano Gil que no a todos se concede este don otorgado al hermano Bernardo de poder alimentarse volando, como lo hacen las golondrinas. Y por esta gracia extraordinaria que había recibido de Dios, San Francisco gustaba muchas veces de hablar con él día y noche; así que algunas veces fueron hallados juntos, arrebatados en Dios durante toda la noche en el bosque, donde se habían recogido para hablar de Dios.

El cual sea bendecido por los siglos de los siglos. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Mie Mar 15, 2006 3:18 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Hoy venía para casa y por el camino llevaba puesta la radio. Sonaba una canción preciosa con música de guitarra.

Este músico ya viejo tocaba la guitarra eléctrica de un modo magistral , y la guitarra parecía que hablaba por él.

Me estoy fijando hoy en un cuadro de alguien que lo pintó un día y veo unas pinceladas maestras . Se podría decir que el cuadro tiene 1000 , 2000 etc pinceladas distintas y de distintos colores. Los trazos de color son como letras en armonía en un lindo texto.

Claro hay un problema , si esa guitarra , pongamos la misma la cojo yo , ni siquiera suena.

Si yo intento copiar y digo copiar un cuadro como el que veo , quizás me salgan 100 o doscientas pinceladas parecidas , las demás ni por casualidad.

¿Que diferencia hay entre ellos y yo ?

Los dones . Hay un músico que tenía o tiene el don de la música y la guitarra para él es su expresión máxima.

Hay alguien que pintó y estaba inspirada por algo .... y recibió un don , el de reflejar con claridad su amor a Dios en este cuadro.

Digo todo esto porque me hizo pensar en San Francisco de Asís.

San Francisco cuando predicaba era parecido a Jesús , que conste que pongo parecido porque si pongo igual se me enfadará San Francisco.

El predicaba y decía palabras que mezcladas y lanzadas como él solo sabía eran capaces de convertir al que las escuchaba.

¿ Porqué ?

Recibió el don de Dios y era instrumento fiel de El.

Si pudiéramos coger algunas palabras que fueran dichas por él en un momento dado al llegar a una ciudad y ante un número igual de personas y las pronunciáramos nosotros.
¿ Qué pasaría ?

Quizás nada. Quizás alguna pequeña admiración por alguno que luego se disiparía.

Y porque .

A San Francisco se le llevó Dios de este mundo estando todavía en la tierra y él se entrego por entero a Dios.

Tubo una conversión dolorosa , fue a una guerra , el chico que era alegre , optimista con sueños quizás de héroe , de príncipe y estando en la guerra cayó preso . De vuelta a casa salvando la vida tubo una enfermedad larga de la que no sabemos la causa y al despertar de esa enfermedad , nació en Dios , como persona nueva , distinta .

Si, Dios lo estuvo educando , se lo llevó para enseñarlo a ser nuestro Cristo de la edad media y ser fiel reflejo suyo.

La sociedad de entonces estaba necesitada de luz , todo eran tinieblas . La Iglesia necesitaba de la providencia de Dios y Dios fiel a su Iglesia nos entregó a San Francisco.

A partir de ahí , sus discípulos y los discípulos de sus discípulos llenaron el mundo de luz . Luz que sigue hoy por medio de los Franciscanos.y de la misma Iglesia.

Pero entre la evangelización de San Francisco y nosotros hay mucho distancia . ¿ Porque es así ?.

¿ Les ha pasado alguna vez que hablan de Dios a alguien que no cree en El y después de un largo rato lo dejan por imposible ?

San Francisco después de nacer de nuevo en instrumento de Dios , se colmó de Bendiciones , de dones y de virtudes y se hizo una flor de Dios en la tierra. La Virgen María que ya quería tanto a San Francisco cuando estaba en la tierra le hizo brillar de especial manera y le entregó lo que necesitaba para ser imagen e imitación de Jesús.

Nada menos que la Virgen María que es quién mejor conoce a Jesús , pues es su Madre.

Por eso cuando predicaba San Francisco , aparte que sus palabras llevaban joyas del cielo y letras celestiales , sus palabras también llevaban al mismo Santo , pues San Francisco se entregaba por amor a todos y él también estaba en las letras junto con su amor por los demás y por todas las criaturas de Dios.

Además como era arrebatado tantas veces de la tierra para visitar el cielo , hablaba de lo que había visto con su espíritu encendido e inflamado en el amor de Dios.

San Francisco hacía siendo instrumento de Dios milagros en la tierra , pero era su mensaje quien prendía el milagro . El milagro era una consecuencia de lo que él decía y una demostración de su amor y por supuesto del amor de Dios , ya que Dios es el único responsable de todo que a nuestra vista es sobrenatural.

Si esto es así . En la misma medida que progresamos en el amor de Dios , en la misma medida que crecemos y nos separamos un poquito de este mundo y de sus iniquidades nuestras palabras como meros portadores e informadores de Dios cobran fuerza y son capaces de arrastrar al bien las demás almas.

Para que nosotros podamos hacer ver con palabras quien es Dios , antes es preciso amar a las almas como quiere Dios.

Si no amamos a los demás , con que palabras queremos convencerles de la existencia de un amor eterno. ¿ Que crédito podemos dar si nuestra vida en las obras de cada día no reflejan la justicia y el amor de Dios ?.
Por eso podemos afirmar con rotundidad que San Francisco tenía el don de la Evangelización y de la predicación , pues antes estaba amando como casi ninguno al hombre y a toda creación de Dios .

Antes de evangelizar , se hizo semejante a Cristo y lo imitó , en la pobreza , en la castidad y en la obediencia y creció en dones y en virtudes , tanto , que luego sus palabras estaban llenas de él , de su esencia .

¿ Y nuestros dones ?

Si , cada uno tiene dones , muchos no saben ni que los tienen , pero los tienen . En este mundo , en esta sociedad , hay muchas personas que por enfermedad de espíritu no se llegan ni a conocer a si mismos.

Hay quien conoce sus dones , pero para que afloren , deben aflorar también sus vidas , sus espíritus.

También hay quien a nacido con un don especial , sea de música , de canto etc y su vida no esta en armonía con el don , por eso , sus obras y a veces sus vidas se marchitan antes de hora , pues es como si una bella flor se pone en tierra que no es fértil . Pero si la tierra es buena , si el espíritu crece , las obras permanecen en la tierra a pesar que la persona nos deje.

También hay quién tiene un don y su vida no le deja expresarlo . Si , y esto es una cruz , esto solo nos revela que las sociedades a veces son injustas con las personas . Por eso los gobiernos deben ser buenos , para que sus hijos den frutos y hagan aflorar en los individuos sus dones como florecillas de Dios.

En un mundo en paz y libertad , es fácil que el que tiene un don , por ejemplo en ciencia , en medicina etc se le brinden oportunidades y los individuos puedan florecer . Pero para que dé frutos esos dones , sería preciso que los espíritus estuvieran enamorados de Dios y así los frutos serían inagotables e ilimitados y permanecerían en el tiempo , como en fecha de hoy nos permanece los textos , obras , escritos y sobre todo la fundación de los Franciscanos por obra e imitación de Cristo de San Francisco.

Debemos crecer en el amor de Dios y nuestras obras crecerán en justa medida.

Que Dios nos de luz , sabiduría y paz en nuestras vidas humildes.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 19, 2006 5:35 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Me resulta muy difícil aportar partes del libro de las Florecillas de San Francisco porque por no poner el libro entero seleccionas unas y dejas pasar otras.

Han de saber que este libro encierra una palabras bellísimas y no se pueden desechar de el ni puntos ni comas , siendo cada capítulo un motivo de reflexión y de crecimiento espiritual enorme, no cesaré de invitarlos a su lectura . A parte de comprarlo los que puedan si no tienen medio para ello , lo pueden encontrar en Internet o incluso en las Bibliotecas de nuestras ciudades.

Esta semana pasé por la biblioteca cercana a mi casa solo para comprobar si estaba este libro y sí que estaba . así que les invito a ello .

Les pongo a ahora una lectura de un capítulo para que comprobemos dos cosas , lo importantes que es una oración devota y entregada a nuestro Señor Jesucristo y el bien que se hace a las almas del purgatorio cuando se reza con devoción por ellas .

Todos nosotros casi con seguridad tendremos a un familiar , vecino , pariente , amigo etc que está padeciendo las penas del purgatorio , aprendimos de San Alfonso de Ligorio que estas penas son parecidas a las del infierno , aunque estas no son eternas y depende mucho de ello de nuestras oraciones .

Las almas que están en el purgatorio siguen dependiendo de las personas que estamos en la tierra en parte y es de hermanos que nos acordemos de ellas .

Capítulo XLIII
Cómo el hermano Conrado amonestó a un hermano joven
que servía de escándalo a sus hermanos
y le hizo cambiar de conducta
Este mismo hermano Conrado de Offida, admirable celador de la pobreza evangélica y de la Regla de San Francisco, fue de vida tan religiosa y tan llena de méritos ante Dios, que Cristo bendito le honró con muchos milagros en vida y en muerte.
Entre ellos, uno fue éste: habiendo llegado una vez, de paso, al convento de Offida, los hermanos le rogaron, por amor de Dios y de la caridad, que amonestara a un hermano joven que había en aquel convento, y que perturbaba a toda la comunidad, tanto a viejos como a jóvenes, por su manera de portarse pueril, indisciplinado y libre; descuidaba habitualmente el oficio divino y las demás observancias regulares. El hermano Conrado, por compasión para con aquel joven y accediendo a los ruegos de los hermanos, le llamó aparte y con fervor de caridad le dirigió palabras de amonestación tan eficaces y llenas de unción, que, bajo la acción de la gracia divina, de niño que era, se volvió súbitamente maduro por su manera de comportarse; y tan obediente, bueno, diligente, piadoso y pacífico, tan servicial, tan aplicado a toda obra de virtud, que así como antes toda la casa andaba perturbada por causa de él, después todos estaban contentos y consolados y lo amaban profundamente.
Y plugo a Dios que poco después de su conversión muriera dicho hermano joven, con gran sentimiento de los hermanos. Pocos días después de su muerte se apareció su alma al hermano Conrado, que estaba en piadosa oración ante el altar de aquel convento, y le saludó devotamente como a padre suyo. El hermano Conrado le preguntó:
-- ¿Quién eres?
-- Yo soy el alma de aquel hermano joven que murió hace unos días -respondió.
-- Y ¿qué es ahora de ti, hijo carísimo? -volvió a preguntarle el hermano Conrado.
-- Padre amadísimo -respondió-, por la gracia de Dios y por vuestra enseñanza, me ha ido bien, porque no estoy condenado; pero, debido a algunos pecados que cometí y que no tuve tiempo para expiar suficientemente, estoy padeciendo penas muy grandes en el purgatorio. Te ruego, padre, que de la misma manera que me has ayudado cuando estaba vivo, así ahora tengas a bien socorrerme en mis penas rezando por mí algún padrenuestro, ya que tu oración es tan poderosa ante Dios.
Entonces, el hermano Conrado, accediendo de buen grado a su ruego, dijo por él una sola vez el padrenuestro con el Requiem aeternam, y aquella alma dijo:
-- ¡Oh padre carísimo, cuánto bien y cuánto refrigerio siento ahora! Por favor, dilo otra vez.
Así lo hizo el hermano Conrado. Cuando lo hubo rezado, dijo aquella alma:
-- Padre santo, cuando tú oras por mí, me siento totalmente aliviado. Te pido, pues, que no dejes de rogar por mí a Dios.
Entonces el hermano Conrado, viendo que aquella alma era ayudada tan eficazmente por sus oraciones, rezó por ella cien padrenuestros; y, en cuanto los hubo terminado, dijo el alma:
-- Te doy gracias, padre mío, de parte de Dios, por la caridad que has tenido para conmigo, porque por tu oración estoy ya libre de todas las penas, y así me voy al reino celestial.
Dicho esto, desapareció. Y el hermano Conrado, para dar a los hermanos alegría y consuelo, les refirió punto por punto toda esta visión.
En alabanza de Cristo. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 23, 2006 9:43 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

La Iglesia proclama a hombres humildes , servidores de Dios , Santos . También hay personas que llevan una vida de santidad y cuando dejan este mundo entran en el reino de Dios , aunque estas vidas su misión ha sido distinta a la de los Santos.

No todas las personas que llevan una vida de santidad , son proclamadas en la tierra Santos pero si a veces participan de la misión de alguien que sí lo es .

En la vida de San Francisco de Asís se ve claramente lo que estoy diciendo.

Dios tuvo un plan , pues la tierra estaba en tinieblas , estábamos en la edad media y la Fe se estaba acomodando al hombre y no a Dios.

Para ese plan necesito a San Francisco de Asís , de sus discípulos y de los discípulos de sus discípulos salió la luz que hasta hoy nos viene por su participación en la Santa Madre Iglesia y por su orden de los Franciscanos , la cual tiene la promesa de Dios que existirá hasta el final de los tiempos.

Dios tuvo un plan para que la tierra brillara con luz , y no estuviera en tinieblas.

El plan de Dios es un plan secreto , sus caminos son misteriosos , no lo conoce nadie solo Dios , esta oculto porque el hombre no tiene capacidad de entender ese plan y a veces requiere de la vida de muchas personas para que se pueda desarrollar.

Es secreto para que no se conozca , pues si el hombre lo conociera tanto él como el maligno lo atacarían frontalmente y con voracidad.

De este plan salieron Santos y benditas personas que fallecieron estando en santidad.

Dios quiere al hombre libre dentro de su Iglesia . El hombre no debe retirarse de la Iglesia , pues si se retira pierde su sentido de vida , cae en tinieblas y unos a otros se arrastran a ese mal , porque el hombre que está obstinado en el mal no quiere que las personas que están a su alrededor vivan en comunión con Dios y sepan lo que quieren de esta vida.

Visto esto , pensemos que en nuestros días hay realmente muchas criaturas , ciegas , sordas etc. Nuestra sociedad no esta bien , esta enferma.

Hoy mismo me han dicho que soy un fanático , porque no veo como normal lo que para Dios es anormal.

Nuestro deber no es otro que una mejor consagración en nuestras posibilidades a la Iglesia , dentro de nuestras misiones distintas , unos como consagrados otros como laicos , pero mejorando en mucho nuestras oraciones , penitencias , confesiones etc.

La Virgen María siempre dice , que si estamos ocupados , estamos colaborando con la humanidad y eso es bueno , pero debemos tener nuestro tiempo diario para Dios . Y si estamos desocupados , debemos aumentar nuestras oraciones , nuestras visitas a la Iglesia para que el diablo no nos encuentre en un estado de pereza y malos hábitos.

Todos debemos trabajar juntos , porque todos pertenecemos a la Iglesia . La dedicación que tiene un padre de familia comparada con un sacerdote nunca será igual , es lógico , por eso el sacerdote será nuestra luz , porque él está en la Iglesia y la Iglesia es luz.
Pero para que brillen los sacerdotes con fuerza , también debemos brillar nosotros y crecer en la Fe y en la amistad , sencilla y humilde con Dios.

El hombre no puede retirarse jamás de la Iglesia , porque quita luz a ésta .

San Francisco de Asís entendió muy bien a Jesús y lo imitó con gran perfección. Dios tenía para él un plan y éste lo ejecuto brillantemente , pues no solo se aparto de lo mundano y de los males de la tierra, si no que aparto a todos los que le siguieron , de esta manera todas estas bellas almas hacían la voluntad de Dios.

Cuando muchas personas tienen entregada la voluntad a Dios y llevan una vida de santidad , Dios puede a través de ellos hacer su plan. Quizás el único que conoció la totalidad del plan antes de su ejecución fue el maestro San Francisco y los demás participaban de él sin saber ni la dimensión ni amplitud de lo que estaba sucediendo.

Para el progreso de las almas si necesitan de la obediencia de unos con otros , por eso San Francisco instauro dentro de su orden la Santa obediencia , pero precisamente los que estaban siendo maestros eran los mas amorosos con Jesús y mas obedientes a él.
En ese plan todo estaba muy definido , pues era un plan divino y salió todo por orden de Dios de un gran maestro San Francisco de Asís.

Si todos nosotros , nos entregamos a Dios , crecemos en su amor y en los dones y virtudes , Dios tendrá muchas personas entregadas a su voluntad y si esto lo tiene Dios quizás haya un plan nuevo para nosotros , para nuestros días.

La Iglesia se debe fortalecer , y por otro lado la sociedad , empieza a divagar y a estar en tinieblas , por tanto será preciso una nueva luz y una nueva esperanza .

Seguramente Dios estará con enormes ganas de traer luz nueva a nuestra vieja tierra , pero para ello necesitará almas , si nos las hay , nos dejará hasta que no podamos mas y estemos todos como en un infierno . De ahí la urgencia de progresar y de unirnos en amistad a Dios , cada uno de manera individual , en los secreto y en el silencio.

Si estamos en esa amistad , no tardaremos en decir a Dios ¿ Que puedo hacer por ti ?.
Y sin darnos cuenta , quizás estaremos conectados por Dios unos con otros en un bello plan.

Quien sabe si algún día nos vemos unidos en un bello plan de Dios para Gloria suya y bien de la humanidad.

Muchas Gracias , San Francisco por ser tan buen siervo de Dios y por desarrollar como maestro el proyecto que te confió Dios y te entregó envuelto en su bello amor paternal.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 23, 2006 10:29 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Al leer a San Francisco de Asís uno imagina cosas , yo imagine ....

Me imagino al principio de su conversión , Dios le diría que el hombre vino a la tierra para ser rey de lo creado no esclavo.

Por eso creo que San Francisco amaba tanto la creación , y Dios le dio poder para controlar las bestias y para hablar con los animales y que estos obedecieran.

El poder se lo dio porque él antes lo amo . Si no hay amor no hay nada que hacer .

Pero , que problema , al amar la creación también amo las almas , especialmente las mas necesitadas de Dios.

Imagino las preguntas de San Francisco . ¿ Que puedo hacer ? ¿ Que debo decir ? y como siempre el amor estaba antes y después estuvo la palabra y la palabra convenció y gracias a él y a su obra hubieron muchísimas conversiones.

También quizás al principio no supiera o no pudiera ayudar a alguien y preguntaría a Jesús y éste le diría que necesitaba dones y virtudes y que éstas vendrían por el amor que le retornaba.

Hay almas , que progreso mas lento es el nuestro , como cuesta alcanzar esos dones y virtudes que la Santísima Virgen goza tanto de dar a sus hijos.

Y San Francisco diría , y mientras tanto que puedo hacer , a lo que Jesús le diría , mientras tanto sufre como estoy sufriendo yo.

Si , es verdad , si amas , sufres . Y si no amas , estas muerto.

También otro problema , cuando alcanzas los dones y virtudes y ya puedes ayudar , convertir a las almas , resulta que en vez de querer ayudar a tres , necesitas ayudar a seis . Y cuando tienes para las seis , quieres ocho y así sucesivamente.

Y piensas , siempre sufriré ?. Pero es que en el sufrimiento está la cruz y en la cruz está Cristo . Y lo que uno quiere es estar con Cristo .

Me imagino también la pregunta . ¿ Entonces la vida , es una vida de sufrimiento ?. Y quizás Jesús le diría , es que la vida es mucho mas de lo que tu ves . Pues la vida no tiene fin y nosotros los hombres lo que llamamos la vida solo es la explosión del inicio de la vida , así que el tiempo de sufrimiento es tan corto que si lo conociéramos y conociéramos lo que es la divinidad seríamos capaces de vivir arrodillados ante el altar todos los días de esta vida.

El hombre que se cree tan inteligente , tan autosuficiente no para de caer en su propia red , día tras día.

Hace poco leía que se acaba de descubrir que la velocidad de expansión del universo fue mayor que la velocidad de la luz.

Que problema , no se puede calcular porque esto acaba de romper las leyes científicas que teníamos hasta ahora.

Pobres científicos que estudian tanto para resolver una duda y cuando la resuelven le aparecen diez nuevas . Es interminable.

Todo lo que viene de Dios es interminable y aún así muchos siguen sin creer que Dios existe . Esto es como un milagro a la inversa .

Pues resulta sorprendentemente imposible e inconcebible no creer en Dios , uno debe estar muy solo , aislado sin nada mas que apoyarse que en sí mismo y se debe pasar ciertamente mal cuando a uno se le van las fuerzas.

Mientras , seguiré aquí , escuchando música suave e imaginando cosas de la vida de San Francisco . También puedo coger el libro , pero hoy pensé , deja que vuele la imaginación y sueñe con cosas agradables de San Francisco , una pequeña evasión , un pequeño refugio para el cuerpo cansado. Mañana , nuevamente un nuevo sol saldrá para todos nosotros y en el día nuevo , seguiremos amando a Dios y amando a todo lo que el creó para nosotros .

Desde esa creación , seremos dichosos si podemos servir en algo para Dios y si vemos un problema sea nuestro o de un hermano , nos tendrá y si hace falta crecer para poder ayudar mejor , creceremos , y estaremos a disposición de Jesús , bajo sus órdenes para Gloria de Dios , nuestro Padre .

Cuando Jesús era un niño , muchos se extrañaban de cómo hablaba con Dios , le decía Abba , que significa papa en arameo . Y a su Madre , la Virgen María le llamaba Imma, que significa mama en arameo . Les invito a que lo practiquen en sus oraciones , por un acercamiento mayor de cada uno de nosotros a nuestra verdadera familia.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Jue Mar 23, 2006 10:47 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Me pregunto como miraría San Francisco a las personas , hoy estaba sentado en un bar y miraba a los que estaban hay con el café , algunos solos , otros acompañados etc.

Su mirada debía ser especial , porque especial era su amor por las criaturas de Dios.

Vas mirando , y a todos los ves bellos , sobre todo los ojos . Han visto que bonitos nos hizo Dios los ojos a todos , como brillan , como parece que sale luz de ellos.

Y las abuelitas , las personas tan mayores , que miradas , que gracia en su sonrisa , parece que después de tanto tiempo han sabido encontrar la respuesta a esta vida.

El otro día escuchaba a un señor que decía que en el año 1991 , tenía en el banco unos 100 millones de dólares y acabo después de apostar por una empresa que tubo con una deuda de 10 millones de dólares y desde las cenizas tuvo que trabajar duro para llegar ahora a su jubilación sin nada . Yo pensaba , vaya llamada a gritos de Dios . Eso no es normal , cualquier día Dios nos va a gritar y nos caeremos de la silla .

Bueno , hora de irse a la cama , hasta mañana.

Recuerden siempre .

Por lo menos tres ave maría antes de dormir pero sobretodo aunque sea una frase pequeña , pequeña . DIOS MIO PERDONAME . Este es un consejo del padre Jorge Loring , que dice con sabiduría que cuando nos acostamos no sabemos si nos volveremos a levantar y por si acaso es bueno recordar que a lo mejor algo hicimos mal y necesitamos el perdón del Padre.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Francisco Duran Tobias
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 2222
Ubicación: Barcelona

MensajePublicado: Dom Mar 26, 2006 8:37 pm    Asunto:
Tema: VII ENCUENTRO DE ORACION 26/03/06
Responder citando

Es muy frecuente oir de boca de católicos que no es necesario ir a misa y digo tristemente católicos para no ser yo quien les roba el nombre e incluso para no robarme a mi mismo el nombre pues durante muchos años dejé de ir a misa para desgracia mía.

Son tantas las gracias que reciben los fieles al ir a misa y sobre todo al entregarse a ella que haría de este aporte un gran libro . Pero dado que hablamos de San Francisco y de los otros Frailes que comenzaron la obra Franciscana , ponemos un relato del libro de las Florecillas de San Francisco para ver uno de los innumerables motivos.

Hemos de saber que en la Eucaristía , el sacerdote deja de ser sacerdote para convertirse en mediador de Cristo mismo y así sucedió un buen día y así lo cuenta el libro.

Capítulo LIII
Cómo, celebrando la misa, el hermano Juan de Alverna
cayó como si estuviera muerto
Sucedió una vez al hermano Juan, en el dicho convento de Mogliano, como refieren los hermanos que estaban presentes, este caso admirable. La primera noche después de la octava de San Lorenzo y dentro de la octava de la Asunción de nuestra Señora, había dicho los maitines en la iglesia con los demás hermanos; al notar que le sobrevenía la unción de la divina gracia, se fue al huerto a contemplar la pasión de Cristo y a prepararse con toda devoción para celebrar la misa, que aquella mañana le tocaba cantar. Y, estando contemplando las palabras de la consagración del cuerpo de Cristo, a saber: Hoc est corpus meum, al considerar la infinita caridad de Cristo, que le llevó no sólo a rescatarnos con su sangre preciosa, sino también a dejarnos, para alimento de nuestras almas, su cuerpo y sangre sacratísimos, comenzó a crecer en él el amor del dulce Jesús con tal fervor y suavidad, que su alma no podía soportar ya tanta dulcedumbre, y gritaba fuertemente como ebrio de espíritu, sin cesar de repetir: Hoc est corpus meum; porque, al decir estas palabras, le parecía ver a Cristo bendito con la Virgen María y multitud de ángeles. En esas palabras, el Espíritu Santo le daba luz sobre todos los altos y profundos misterios de este altísimo sacramento.
Llegada la aurora, entró en la iglesia con aquel fervor de espíritu y con aquella ansiedad, repitiendo esas palabras, pensando que nadie le veía ni oía; pero había en el coro un hermano que veía y oía todo. No pudiendo contenerse por la fuerza del fervor y por la abundancia de la divina gracia, gritaba en alta voz, y continuó así hasta que llegó la hora de celebrar la misa; entonces fue a revestirse y salió al altar.
Comenzada la misa, cuanto más adelante iba en ella, tanto más le aumentaba el amor de Cristo y aquel ardor de la devoción, con el cual le era dado un sentimiento inefable de Dios, que él mismo no acertaba a expresar con la lengua. Llegó un momento en que se halló en grande perplejidad, temiendo que aquel ardor y sentimiento de Dios creciese tanto, que le conviniese dejar la misa, y no sabía qué partido tomar, si seguir adelante en la misa o esperar. Pero, como ya le había ocurrido algo semejante otras veces y el Señor había templado aquel ardor de manera que no había tenido necesidad de dejar la misa, confió poder hacerlo también esta vez, y así, con gran temor, optó por seguir adelante en la celebración.
Al llegar al prefacio de la Virgen, comenzaron a crecer tanto la luz divina y la suavidad y gracia del amor de Dios, que, en el momento de decir Qui pridie, apenas podía soportar tanta suavidad y dulcedumbre. Finalmente, llegado el acto de la consagración, al decir sobre la hostia las palabras de la consagración, cuando llegó a la mitad, o sea: Hoc est, no pudo proseguir en manera alguna, sino que se quedó repitiendo solamente esas palabras: Hoc est; y la razón por la cual no podía seguir adelante era que sentía y veía la presencia de Cristo con una muchedumbre de ángeles, sin poder soportar la majestad de su gloria. Veía que Cristo no entraba en la hostia, o que la hostia no se transustanciaba en el cuerpo de Cristo, si él no profería la segunda mitad de las palabras, es decir: corpus meum. En vista de que continuaba en esta ansiedad y que no seguía adelante, el guardián y los demás hermanos, como también muchos de los seglares que estaban oyendo la misa en la iglesia, se acercaron al altar, y quedaron espantados viendo lo que le sucedía al hermano Juan; muchos de ellos lloraban de devoción.
Por fin, después de un buen espacio de tiempo, cuando Dios quiso, el hermano Juan pronunció: corpus meum en voz alta; y en aquel momento desapareció la apariencia de pan y en la hostia apareció Jesucristo bendito encarnado y glorificado, dándole a conocer así la humildad y la caridad que le hicieron encarnarse en la Virgen María y que le hacen venir cada día a las manos del sacerdote cuando él consagra la hostia (6). Esto le produjo una dulzura de contemplación más fuerte todavía. Por lo cual, cuando elevó la hostia y el cáliz consagrado, quedó arrobado fuera de sí, y, estando el alma privada de los sentidos corporales, su cuerpo cayó hacia atrás, y, de no haber sido sostenido por el guardián, que estaba detrás de él, se hubiera desplomado en tierra de espaldas. Entonces acudieron los hermanos y los seglares que estaban en la iglesia, hombres y mujeres, y lo llevaron como muerto; y los dedos de las manos estaban contraídos tan fuertemente, que a duras penas podían ser extendidos o movidos. Y de esa manera permaneció yacente, o desvanecido o arrobado hasta tercia. Esto sucedió en el verano.
Como yo me hallaba presente a este hecho, tenía vivo deseo de saber lo que Dios había obrado en él; por eso, cuando volvió en sí, fui a encontrarlo y le rogué que, por amor de Dios, me contara todo. Entonces, como tenía mucha confianza en mí, me contó todo punto por punto; y, entre otras cosas, me dijo que, cuando él consagraba el cuerpo y la sangre de Jesucristo, y aun antes, su corazón estaba derretido como una cera muy calentada, y que le parecía que su carne no tenía huesos, de suerte que le era imposible levantar los brazos y las manos para hacer la señal de la cruz sobre la hostia y sobre el cáliz. Me dijo además que, ya antes de ser ordenado sacerdote, Dios le había revelado que había de desvanecerse en la misa; pero, como había celebrado muchas misas y nunca le había sucedido eso, pensó que aquella revelación no era cosa de Dios. Y, con todo, unos cincuenta días antes de la Asunción de nuestra Señora, en la que se produjo dicho caso, le había sido todavía revelado por Dios que aquello le sucedería en torno a la dicha fiesta de la Asunción; pero había olvidado luego esa revelación.
En alabanza de Cristo. Amén.
Volver arriba
Ver perfil de usuario Enviar mensaje privado Enviar email
Mostrar mensajes de anteriores:   
Publicar nuevo tema   Responder al tema    Foros de discusión -> Círculo de oración Todas las horas son GMT
Ir a página 1, 2  Siguiente
Página 1 de 2

 
Cambiar a:  
Puede publicar nuevos temas en este foro
No puede responder a temas en este foro
No puede editar sus mensajes en este foro
No puede borrar sus mensajes en este foro
No puede votar en encuestas en este foro


Powered by phpBB © 2001, 2007 phpBB Group
© 2007 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados