Evangelina M. de Terrazas Asiduo
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 469 Ubicación: México
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Publicado:
Dom Ene 07, 2007 10:53 am Asunto:
Tema: Sesión # 17 "El Adolescente Y Su Mundo" |
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Amados hermanos y hermanas en Cristo: ¡La Santísima Trinidad, sea con ustedes!
Sesión 17 “El Adolescente y su mundo”
Ejercicio de la Sesión Nº 17
Considerando estas cualidades, programa tu trabajo que cómo formador te comprometes a realizar para el próximo semestre.
Pueden servirte las siguientes cuestiones:
1. ¿Yo formador qué objetivo quiero lograr con los adolescente que dependen de mi?
Yo, Evangelina, como formadora de almas, me comprometo con seriedad y formalidad a realizar en todo momento y lugar, el objetivo que deseo lograr con los adolescentes, que es: Conducir sus almas hacia el encuentro con Dios, hacia la perfección y salvación, hacia la práctica de una vida cristiana y sacramental, y la labor apostólica, por medio de una formación integral permanente, bajo un plan concreto de trabajo basado en una visión cristiana, profunda y real en el orden humano y sobrenatural, adaptado a las características observadas en el alumno, como son: su edad, temperamento, cualidades y grado de madurez; las cuales me darán las pautas a seguir para saber lo que debo formar, lo que debo educar y lo que debo prevenir ante los peligros que puedan deformar al joven.
2. ¿Qué medios concretos debo hacer para lograrlo?
Porque la santidad no se improvisa, antes que nada, encomendarme y encomendar a Dios al formando, orar mucho por él, y pedir al Espíritu Santo único Director del alma, derrame sus preciosos dones sobre todos y ponga los medios para que como formador humano, pueda acercarme a él con un amor y amistad incondicional, y pueda lograr que abra su corazón a la acción divina de la Gracia con sinceridad; escuche a Dios en el silencio, sea obediente a Su Voluntad y corresponda al Amor con amor.
Que pueda percibir y discernir los movimientos de su alma, que su Santo Espíritu infunda en ellos las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, y ellas los lleven a la práctica de las virtudes cardinales.
Que pueda conocer sus flaquezas para sanarlas, fortalecerlas y reformarlas; prevenirle y aconsejarle ante los peligros y tentaciones, y preparar su alma para que responda con docilidad a las exigencias de la Gracia.
Que pueda encausar sobre todo sus energías espirituales a la oración, a su relación personal con Dios, al amor e imitación de Cristo y de nuestra Madre María Santísima.
Que amen al prójimo sobre todo al más necesitado como a ellos mismos, y lleguen a ser apóstoles que amen la negación de sí mismos, y el sacrificio para la salvación de las almas.
Que sean líderes que transformen sus ambientes y sean encausados al estudio, meditación, profundización y vivencia de la Palabra de Dios, de los documentos del Magisterio y la vida de los Santos.
Que pueda dar al formando una atención personalizada y perseverante para orientar, formando a través de la moral, valores y principios, la responsabilización sus actos, sus potenciales, talentos, energías espirituales, humanas y afectivas.
Que me permita guiar su formación impulsando especialmente la intelectual, ya que abarca los sentidos internos y externos de su personalidad y su alma; al igual que una educación sexual y la formación de una conciencia recta que sepa optar por el bien, y una firme voluntad que lo lleve a la mortificación de los sentidos para omitir el mal.
Saber moderar y encauzar su creatividad e iniciativa, el razonamiento, la capacidad de juicio de los alumnos, fomentando la iniciativa, su esfuerzo y el trabajo en equipo.
Pueda motivar, convencerlo siempre por motivos nobles y trascendentes y no por sentimientos o emociones, según la edad, psicología, formación espiritual.
Pueda exigir con firmeza y suavidad, dar las respuestas adecuadas y las soluciones precisas a sus inquietudes, problemas y necesidades.
Pero sobre todo, que pueda yo seguir creciendo en mi formación permanente y dentro de todo mi quehacer, ejercer el apostolado del ejemplo; ser un testigo fiel de lo que he visto y oído; ser un testimonio de vida a través de mis palabras y mis actos.
Que sepa amar a mis alumnos con un amor paternal, de adopción a los hijos de Dios; que mi corazón sepa mostrar la misericordia de Dios en todo momento, para recobrar las almas y devolverles la esperanza y dignidad de hijos de Dios.
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3. Plan concreto de trabajo para cada uno de mis adolescentes (presenta tres de carácter diferente)
1.- G. Carácter Adapatable (noEmotivo-Activo-Secundario) (Flemático)
Tomando en cuenta que el flemático no se irrita fácilmente por ser noEmotivo, las impresiones recibidas desaparecen pronto y no dejan huella por ser Secundario:
Dado a que el signo más característico del carácter Flemático es la frialdad, su curiosidad es sin entusiasmo y su actividad fría y sin calor, aunque profunda, vigorosa, tenaz y eficaz; el formador necesita vitalizar su vida e infundir calor en su vida espiritual, aconsejándole la oración para que su vida no se diseque en sus manías y su frialdad.
Ya que sus intereses son conscientemente fundados en su profunda inteligencia, que es lento para actuar, aunque con buena aptitud para comprender lo esencial, ordenar, clasificar, sistematizar, memorizar; por vivir ensimismado en una concentración egoísta, por sus juicios incipientes, precisos y categóricos de tipo conceptual e indiferencia hacia los demás, dado al orgullo frío y duro; es conveniente introducir al Flemático a la diversidad, abrir su carácter y su inteligencia al conocimiento de sí mismo para su rectificación.
Ya que tiene poca imaginación, le falta espontaneidad y desenvoltura, es reservado, pero no tímido, parece indiferente a los acontecimientos exteriores y por ello lo juzgan como insensible, más tiene un buen corazón.
Que no es la persona adecuada para crear o atender relaciones sociales, y que él mismo se reconoce como incapaz de ejercer una influencia inmediata sobre los demás, no le gusta participar en grupo, ni se abre ante las personas.
Hay que hacerle comprender que la entrega no sólo se hace por amor a los principios (la ley, lo objetivo, lo justo), sino también se hace por amor a los demás, según las circunstancias de cada caso.
Hay que hacerle comprender los límites de sus posibilidades y que considere todos sus defectos bajo una luz sobrenatural. Aconsejarle que desconfíe de la seguridad en sí mismo, porque el orgullo intelectual es mal consejero y puede terminar por caer en el orgullo de la carne, en la autosuficiencia, ya que no es apasionado.
Deberá esforzarse por combatir su orgullo y sentir con el corazón lo que cree con la inteligencia y lo que práctica fríamente llevado por el razonamiento.
Dado a que el formador tiene poca importancia para el Flemático y él no busca un corazón que lo comprenda ni alguien a quién desee imitar, y como esto no se impone; por eso es necesario utilizar un método persuasivo que haga nacer entre los dos casi espontáneamente, la simpatía y el afecto y le haga comprender a los demás.
Aunque tiene graves deficiencias naturales, no deja de poseer cualidades excelentes; su especial calma excepcional, es su principal cualidad que lo hace tener una templanza perfecta.
Por ello requiere suavidad y una dirección moral que no sea sólo de prohibiciones categóricas, sino motivaciones que pueda aceptar. No hay que imponerle nada, sino presentarle nuevos horizontes. Pero hay que sacudirle de su letargo e indolencia, impulsarlo hacia lo trascendental, encender en su corazón la llama de un gran ideal, llevándolo al pleno dominio de sí mismo, motivando y empleando sus fuerzas adormecidas.
Ya que psicológicamente no da importancia a la Persona viva de Jesucristo o de Dios, todo el trabajo de la formación en la vida sobrenatural del flemático deberá centrarse en dar vida a su psicología, para que ponga sentimiento en su acción; que la luz de su inteligencia se convierta en fuego para el corazón; que su fría moralidad se encauce en una vida que reproduzca, y refleje la voluntad de Dios
Ama los cargos de organización o administración. Cuando llega a ser administrador de una obra se vuelve conservador, poco flexible y sin espíritu de adaptación a las exigencias del momento o poco comprensivo con los demás.
Por tanto, no hay que tolerar que viva replegado sobre sí mismo, sin entregarse. Por eso sabiendo que son adaptables en cualquier ambiente y no riñen, hay que motivarlos continuamente para que pase de la comprensión abstracta, a la experiencia vivida. Lo que le cuesta en definitiva es darse a los demás, considerarlos como personas en vez de cosas indiferentes a los que juzga duramente. Que no se irrite por causa de las deficiencias ajenas, y conducirle para que abra su corazón a la caridad con el prójimo.
Tiene que acostumbrarse a la práctica de la comprensión, soportando los defectos de los demás, creándole disposiciones favorables que provoquen sentimientos de compasión y delicadeza con lo cual hará un servicio de amor.
Hay que formarlo iluminando su inteligencia, haciéndole comprender la necesidad de ayudar a los demás, despertando en él la emotividad.
Ya que se inclina más por el apostolado intelectual, y no piensa que el apostolado tiene como objetivo la salvación de cada hombre en particular, y que no es cuestión de administración o de organización técnica; hay que aconsejarle el apostolado para que nutra su vida exterior. La síntesis de la preparación a su apostolado es: amor a Cristo y comprensión a las almas. En esta forma, se iría encausando hacia su dirección espiritual, a enseñarle que ser creyente es abandonarse a Dios, a comprender la profundidad espiritual que supone la adhesión a la voluntad de Dios en todas las ocupaciones del día. Se mostraría una religión basada en el amor a Dios y al prójimo, y dejaría de ser para él una religión doctrinal.
Ya que su valor dominante esta en la firme constancia con que lleva a cabo sus obras, se propone fines determinados y precisos y no descansa hasta haberlos terminado; es muy laborioso y se aplica al trabajo con método, debido a la tenacidad y constancia; que actúa con convicción y en silencio, es franco y lleva una vida muy sencilla y aprovecha muy bien el tiempo. No cambia por nada sus ideas: sólo después de un convencimiento personal y si va de acuerdo a sus intereses, pero, le choca renunciar a sus puntos de vista, o aceptar lo que no había previsto, ya que para el flemático todo trabajo ha de tener un sentido, el Plan Concreto sería:
Plan concreto de trabajo.
Presentarle lo sobrenatural como una adhesión de la inteligencia a la Palabra revelada y una donación de la propia vida a Dios. Inculcarle convicciones profundas como son la práctica de las virtudes altruistas: apertura y atención hacia los demás, simpatía, sacrificio y caridad, animándolo con acciones concretas, como son: hablarle pacientemente sobre la Pastoral Social, animarlo hacia la atención al alivio del sufrimiento de los más necesitados, motivándolo de acuerdo a su inteligencia, a Cristocentrar su vida, y se le aconsejaría la lectura, el estudio y profundización de su Palabra, Vida y Obra, para que tenga por este medio un primer encuentro personal con Cristo. Aconsejarle la lectura de libros que traten a fondo el problema de la salvación de las almas y de esta forma educarle en el verdadero celo por las almas.
Sabiendo que el flemático es autónomo, sobrio, tenaz, firme, puntual, regular y sistemático, ordenado y limpio; para coronar esta acción concreta, lo invitaría a formar parte de una mesa para el alivio del hambre de los más necesitados, siendo este el móvil para que el Flemático les transmita la Palabra de Dios, evangelizaría mientras comen, así, alimentaría su cuerpo y su alma.
En cuanto a su relación personal con Dios en la oración, hay que prevenirle contra el automatismo, que lo llevaría a la excesiva meticulosidad, a la dureza y al formalismo. Hay que conseguir que llegue a tener una relación personal con Jesús en la Eucaristía. Que se acostumbre a ensanchar el horizonte de la oración para convertirla en una fusión de amor con la voluntad de Dios.
En cuanto a la confesión: sabiendo que el Flemático no está apegado ni al dinero, ni a las cosas, ni a los atractivos del mundo, pero no siente atracción hacia la frecuencia de este Sacramento, y no llega a ser para él expresión de dolor por haber ofendido a Dios; necesita un procedimiento persuasivo y no coercitivo (represivo) que crearía reacciones de oposición frías y duras: Hacerle comprender que la moral es un compromiso adquirido, una respuesta de amor a una ley de amor dada por Dios.
Presentarle la confesión como reparación que conlleva un dolor profundo por haber ofendido a Dios, y que a pesar de todo, lo ama. Que en este Sacramento es cuando más se derrama la Misericordia de Dios.
Por lo tanto, el Flemático es un carácter del cual se pueden obtener muchos elementos positivos y el formador debe potenciarlos. Exigiéndole esfuerzos metódicos y constantes hacia su perfección.
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2.- Carácter Conservador (noEmotivo-noActivo-Secundario) (Apático)
Identifico el carácter Conservador con similares características al Flemático, sólo con el gran inconveniente de ser noActivo (Apático). Siento que tanto el carácter Flemático como el Conservador, son los caracteres más difíciles de educar y formar, por no ser emotivos y no dejarse conmover respecto a lo sobrenatural, por su carencia de interés y entusiasmo e inclinarse a la pasividad.
Creo que el formador necesita una gran y santa terquedad; una paciencia ilimitada y una gran dosis de amor oblativo y cariño, para perseverar en la insistencia de los objetivos del plan concreto de trabajo, dado a la lentitud, aparente desgano y falta de iniciativa del apático, que tal vez sea necesario ser repetitivo en las cosas y no se deje arrastrar por la impaciencia.
Creo que en todo momento el formador debe tener muy presente su compromiso con Dios y misión como formador y hacer un esfuerzo desmedido, aunque aparentemente no logre ver los resultados, confiando sólo en Dios que obra en lo secreto.
Por esas razones siento que el formar a un apático, es un reto y una meta elevada para todo formador, y es necesario aprovechar sus cualidades positivas por mínimas que sean.
Sus dos grandes defectos son la insensibilidad y su inactividad. Carece del estímulo de la emotividad y de la ayuda de la actividad.
Conviene animarlo mucho y darle muestras de confianza, así irá saliendo de su inactividad y de su no-emotividad.
Es cerrado, independiente, insensible y egoísta. Su lema es: "Pensar en sí mismo y quejarse". Por esta razón permanece casi en estado potencial, sin movilizar, prácticamente sin tensión.
Siendo la pereza algo constitucional en el apático y una indiferencia poco común y no se interesa por nada: Hay que motivarle con el fin de suscitar un principio de inquietud por hacer algo. Es necesario estimularle en su trabajo, interesarse por lo que hace y proponerle metas de dificultad progresiva. Hacerle trabajar en equipo con otro de carácter equilibrado, que llegue a ser como el "Ángel de la Guarda", para que se le abran la mente y el corazón a la emotividad y al trabajo.
A través de una práctica dosificada de amor a Dios y al prójimo, se desarrollará necesariamente en él una cierta emotividad que contribuirá a crearle una tendencia a la actividad.
Según su capacidad, poco a poco hay que irle insinuando maneras con las cuales puede poner en juego su emotividad y actividad en el plano natural y sobrenatural.
Por ser secundario, el Conservador es meditativo y lento, se separa de cuanto lo rodea para insistir en su pesimismo y carencia; suele caracterizarse por una pasividad habitual en un total sometimiento al pasado y a los hábitos que va adquiriendo, ya que muchas veces ha sido la falta de aliento y afecto durante su vida pasada lo que le ha causado una reacción de sombría tristeza.
Por eso, hay que hacerle comprender que la secundariedad para él constituye una verdadera fuerza espiritual, esto le animará y le infundirá confianza.
En cuanto a la vida social tienen pocas cualidades, pues siente un atractivo especial por la soledad y el aislamiento; le gusta la tranquilidad, la vida monótona y rutinaria, es esclavo de las tradiciones y el más terco de los caracteres.
Por eso, hay que sacar provecho de la inclinación del Apático a hacer las cosas por costumbre y de su tendencia a la terquedad, encauzándolas a una actividad fundada en el sentimiento y en la dócil colaboración.
Conviene, pues, poner remedio a base de un trabajo serio y con mucha paciencia y constancia, pero además combinar la motivación con la exigencia con mucho afecto y firmeza.
En cuanto a la indiferencia a la religión, es conveniente hacerle comprender que toda la esencia de nuestra religión se resume en el amor de Dios y del prójimo.
Presentarle a Dios, bajo el aspecto de la bondad, como misericordia y verdadero refugio de los miserables y de los pecadores; a Jesucristo como Mediador, Salvador de los pecadores y consolador de los afligidos y de los necesitados.
Comprende que la dirección espiritual es muy útil para conocerse y ser mejor, pero no ve su conveniencia ni concibe su necesidad, por estar aferrado a sus ideas. Esto es una dificultad para cambiar su manera habitual de vivir.
Después de haberle mostrado con mucha delicadeza el lado débil de su carácter, hacerle comprender -sin desanimarle- que también él puede corregirse y progresar mucho en la vida espiritual.
Animarle mucho con el fin de demostrarle que también él, no obstante su gran debilidad, puede conseguir santificarse; que debe tener mucha confianza en la bondad y misericordia de Cristo.
El formador puede tener mucha influencia en su formación, pues el apático necesita mucha simpatía, afecto y aliento, ya que su vida está apagada, carece de fuerza interior, entusiasmo y alegría.
Una cara alegre, un corazón expansivo por parte del formador es la mejor manera de ganárselo, ya que goza de una objetividad poco común. Esto le inducirá a la confianza y a la simpatía.
El apático carece de energía espiritual por indolencia. La indolencia es el gran obstáculo para el apostolado. Ya que el Apático no tiene vitalidad y fortaleza para hacer frente a las dificultades de toda obra del apostolado, es una inteligencia muy mal dotada para extraer lo esencial, para la abstracción y para el establecimiento de relaciones lógicas. El pensamiento es incoherente y pobre de ideas, su inactividad y la no emotividad lo debilitan para alcanzar ideales de orden superior:
El formador debe despertar el gusto y la satisfacción que proporciona la entrega a un ideal elevado.
Tampoco exponerle grandes metas o elevados ideales a alcanzar, sino irlo llevando poco a poco.
Hacerle experimentar la satisfacción del esfuerzo y del éxito logrado para motivar el apostolado realizado por iniciativa personal, no por automatismo o por hábito, sino como fruto de su deliberación.
Hay que desarrollar las virtudes altruistas, inducirle a considerar las necesidades del prójimo, e interesarle por los demás.
Por otra parte, que adquiera hábitos buenos en los distintos campos de las virtudes, y hay que fomentar hábitos de trabajo y actitudes de apertura y colaboración con sus compañeros de equipo.
No conviene exponerle la vida sobrenatural como un simple catálogo de reglas y prohibiciones, que cada vez le dejarían más indiferente, sino como un llamamiento amoroso de Dios a participar en la vida divina que es misericordia y amor.
El secreto del éxito del apático estriba especialmente en la formación de la vida espiritual puesto que en su vacío interior no existe nada que le empuje a la acción, habrá que estimularle por medio de los elementos exteriores.
Hay que ejercitarle en obras que desarrollen el sentido de la obediencia por amor, y la aceptación de una responsabilidad que lo comprometa sobrenaturalmente.
Tiene poco gusto por las prácticas de piedad y no tiene fervor interior, ni iniciativas, sobre todo para rezar personalmente. El apático sigue fácilmente a los demás en la oración y también es capaz de seguir con fidelidad un método de oración.
Aprovechar su preferencia por lo que es habitual, para darle a conocer antes que nada, un buen método de oración y una organización vital, no formalista; que se acostumbre a vivirlas profundamente y no sólo a ejercitarlas rutinariamente; que ponga en ella toda la vida de su alma, y no la reduzca a una simple recitación vocal de algunas oraciones.
Acostumbrarle a oraciones en las que pida por los demás o se ofrezca a sí mismo a Dios.
Sus valores principales son la disciplina, la fidelidad y la rica imaginación.
Casi siempre es sincero, honrado y digno de confianza.
Motivar la confianza en la misericordia de Cristo y que él también puede llegar a santificarse mediante la oración. Se le facilita por su sentido del deber, su sentido de disciplina y su honradez y lealtad.
Cuando el apático haya despertado de ese letargo en que naturalmente vive y se dé perfecta cuenta de que solamente los que trabajan se hacen merecedores de una recompensa, como los obreros a la hora undécima y que recibieron luego la misma paga y la misma alabanza que los que habían trabajado todo el día; a pesar de sus modestas dotes naturales, si las emplea como debe, con la ayuda de la gracia, recibirá de Dios la recompensa y la gloria que durarán eternamente.
Plan concreto de trabajo.
Después de tomar en cuenta todas las características mencionadas y poner en práctica las constantes sugeridas por el tema, con suma paciencia y cariño, motivándolo principalmente a la confianza en la misericordia de Cristo y que él también puede llegar a santificarse mediante la oración; lo invitaría a pertenecer a nuestro ‘Movimiento Apostolado de la Divina Misericordia’, que aunque el objetivo principal no es solamente la oración, sino hacemos parte en los tres ministerios pastorales.
Se les enseña a orar en una forma ordenada, intercediendo por las necesidades del mundo entero, ofreciéndonos a Dios como Almas Víctimas por la salvación de las almas. Todo esto es un proceso lento. Después los rezos y cantos, de la meditación de las Horas de la Pasión, La Hora Santa de reparación, la formación permanente mediante la profundización y vivencia de la Palabra de Dios, Doctos del Magisterio y escrito de los Santos respecto a la Misericordia, la Evangelización y práctica de los Sacramentos; se van conduciendo hacia el apostolado y las Obras de Misericordia.
Aunque estoy cierta que el apático, el orar, tal vez sea la única forma de encausarle; sé que podría formarse como alma orante y misericordiosa y llegar a ser santo. De igual manera motivado por el formador y el grupo, esta formación desembocaría en el Apostolado de la oración o social.
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3.- Carácter Reflexivo (Emotivo-noActivo-Secundario)
Plan concreto de trabajo.
Comprobando los rasgos más semejantes al Reflexivo, el plan concreto de trabajo consistirá primordialmente en propiciar un sano acercamiento de diálogo sincero con el Reflexivo y pueda expresar abiertamente sus inquietudes y proyectos, haciéndole sentir que es comprendido y amado por el formador.
Suscitar a través de una formación integral, la transformación del amor humano de amistad, en caridad fraterna.
Por lo tanto, hay que educarle a amar bien, porque tiene tendencia a amar para ser amado, con interés egoísta y se debe conducir hacia la caridad al prójimo para explotar la fuerza del amor, ya que el reflexivo tiene la capacidad de amar intensamente y de ser amado.
El formador, debe crear y mantener un clima de confianza, un trato de delicadeza y una profunda comprensión con el Reflexivo, ofreciéndole pacientemente la ocasión de expresarse libremente para que se sienta acogido, ya que tiene escasa aptitud para emprender, para la organización lógica y para la abstracción. Por ser emotivo y vulnerable, tímido, pesimista e indeciso y con poco sentido práctico, desconfía de sí mismo y los reproches le duelen hondamente y pueden causarle un complejo, una represión obsesiva o una sensación de fracaso. Por lo tanto, hay que infundirle confianza en sí mismo para ayudar a salvar al reflexivo de sus complejos, valorando los menores éxitos y restando importancia a los fracasos, con el fin de que sea más optimista.
El formador debe ser un apoyo para el Reflexivo, ya que requiere vitalmente de apoyos seguros pero sin exageraciones; debe concientizarlo de que, más que el instinto sexual, el verdadero peligro para la castidad puede ser, el apego excesivo a la tendencia y la necesidad de afecto, porque es muy sensible a la influencia de otra persona y del ambiente en que vive; por eso, qué mejor que lo encuentre en Dios y el formador.
Teniendo conocimiento de que trabaja con interés, orden y método, y le gusta hacer las cosas bien; alentarlo ante las dificultades, hacerle aceptar y confiar en sus posibilidades, no dándole importancia a la lentitud de la realización de sus tareas, sino enfatizar lo bien que las hace
Siendo el Reflexivo No-activo, su poca actividad provoca en él la necesidad de una vida reposada, regular, bastante egoísta, por lo tanto; hay que motivarlo a salir de su propio yo, y proyectarse hacia los demás porque el amor, es donación permanente.
Porque percibe profundamente cualquier impresión, tanto si es buena como si es mala, alegre o triste, y por ser secundario la medita lentamente y la revive una y otra vez; hay que mostrarle la alegría y satisfacción de la entrega a los demás, que se sienta feliz de darse oblativamente. Como es muy escrupuloso y tiene muchos recuerdos del pasado, manifiesta sentimiento de culpabilidad por lo tanto, hay que hacerle ver que también existe la misericordia.
Porque el reflexivo es sensible, apoya su vida espiritual en el sentimiento y no en elementos estables y se deja llevar fácilmente por estados de ánimo de tristeza, alegría, desaliento y escrúpulos; el formador debe orientar y ayudar al reflexivo a confiar en Dios y amarle personalmente.
Formarle en la abnegación de sí mismo: mortificar la imaginación, luchar contra la tristeza y el análisis desmedido de las propias faltas, y alertarlo para que no sea víctima de sus escrúpulos.
Ya que es templado, tenaz, auténtico, audaz, con piedad profunda, introvertido e inclinado hacia la vida interior, ayudarle a desarrollar en su alma el contacto íntimo y profundo con Dios.
Sabiendo que el Reflexivo en el campo espiritual se siente muy atraído por su introspección hacia Dios de una manera íntima y profunda, y por todo lo que es estable y profundo como el Absoluto; que es sensible al amor de Dios y se inclina a la vida interior y a la constancia:
Mi propuesta sería darle una acertada dirección espiritual para formarlo hacia una vida de santidad.
Con esta dirección espiritual, lograría adaptarse a sus nuevas actividades y al esfuerzo prolongado logrando realizar sus proyectos y aspiraciones.
En el campo Espiritual, por ser emotivo, es sensible al amor de Dios, y por ser secundario se inclina a la vida interior y a la constancia. Se siente muy atraído hacia Dios de una manera íntima y profunda por su introspección, y porque se inclina a la oración personal en el silencio, su meditación ha de convertirse en un coloquio personal con Cristo y no en un pasatiempo y ocasión de desahogo de las propias penas y de la incomprensión de que se cree víctima.
Hay que aconsejarle que se olvide de si mismo en la oración, para que así, apoye su vida espiritual en la bondad y misericordia de Dios.
Por lo tanto, hacerle conciencia de sus posibilidades para que las valore y las aplique en su vida espiritual.
Siendo delicado, fiel y constante en el afecto, y amante de la soledad y el silencio, recto, honrado y veraz; no ambicioso y por el valor que da a la vida sencilla y pura:
Le mostraría también su inclinación hacia la Contemplación y meditación como Cristo lo hacía de noche o de madrugada. Habiendo vivido un gran encuentro experiencia de Dios, y revestido de su Presencia, Dulzura y Amor, esa fuerza de su Infinito Amor, suscitará en él para el bien de su alma y del prójimo, un gran celo apostólico, el gusto y el valor por el apostolado hacia los demás, sobre todo por su sensibilidad, hacia los más necesitados.
Porque el reflexivo goza de magníficas cualidades para el apostolado individual, como son la comprensión y la delicadeza con las almas, procede con mucha calma y posee un espíritu muy noble y delicado, porque se siente atraído por todo lo que es estable, profundo; por tanto, por el Absoluto. Hay que convencerle de que su carácter es el mejor dispuesto para el verdadero espíritu sobrenatural y deberá proyectarle hacia afuera, con un sentido de entrega y generosidad al servicio de Dios y al prójimo.
Creo que un apóstol no nace, se hace, formándolo en la caridad. Y aún estando exento de algunas cualidades propias de un apóstol, como el dinamismo, liderazgo y coraje; se le puede formar en el sentido de responsabilidad y de iniciativa para que posea una personalidad recia y desarrolle su capacidad de liderazgo.
Con sus dotes positivas, después de una buena formación, estará en condiciones de nutrir, a su vez, a otras muchas almas y convertirse en un excelente formador.
4. ¿Día y hora en que revisaré este objetivo, plan de cada alumno y si estoy aplicando los medios para lograrlo? Antes que nada, siento que de lo que pueda observar que se tiene que trabajar con el alumno, deberé establecer el objetivo por prioridades y decidir el orden en que se irá trabajando con los demás puntos que debo reformar en su vida.
Creo que lo más importante, es la formación de propósitos concretos, reales realizables de acuerdo al alumno, y que vayan a la esencia misma de la vida espiritual, buscando erradicar el defecto dominante y alcanzar las virtudes más importantes para el alumno. Creo que el esfuerzo principal debe enfocarse sobre un solo propósito a la vez, haciendo sobre el plan, un examen particular. Una vez conseguido el propósito, habrá que cambiar a un nuevo objetivo.
Una vez habiendo formulado el objetivo, el plan de trabajo concreto de cada alumno, lo tendré que estar revisando con frecuencia y las veces que sean necesarias, según lo que vaya observando en el adolescente o alumno, para confirmar si estoy aplicando los medios, o si hay necesidad de reformar algún punto, según lo que considere oportuno y necesario.
Por experiencia sé que el alumno en su caminar, poco a poco va mostrando su verdadero carácter, sus tendencias y virtudes; y como mencioné antes, el hombre siempre será un misterio y encuentro que podría haber caracteres mixtos, pero hay que descubrirlos. Por lo tanto, creo conveniente ir puliendo este plan de formación y educación sobre la marcha hasta lograr el objetivo deseado. Creo que debo estar siempre atenta y alerta, y no mirar sino contemplar desapercibidamente cada acción, el fondo de cada palabra, gesto, actitud, su lenguaje corporal, con el fin de ir observando la evolución en cada alumno.
5. Pedir la fuerza, luz y gracia necesaria a Dios
Padre Bueno y Misericordioso, de quien recibimos todo lo bueno.
Hoy, que estamos a punto de concluir este hermoso y bendito Curso: El Adolescente y su mundo, vengo a postrarme ante Ti humildemente, para rogarte, envíes tu Santo Espíritu y derrames tus dones sobre todos nosotros, formadores y educadores de almas y nuestros formandos. Danos la fuerza de la Santa Eucaristía y la firmeza necesaria que nos da Tu amor misericordioso, para mostrar a Tu Hijo amado Jesucristo, como único modelo a seguir, y a quien debemos reflejar como en un espejo a nuestros alumnos.
Ilumina nuestras potencias: la Memoria, para nunca olvidar que es a Ti a quien anunciamos y servimos; más para tener siempre presente la formación y los conocimientos que tan sabiamente nos han impartido.
Ilumina nuestra Inteligencia, para que el entendimiento nos de la certeza de lo que debemos hacer.
Fortalece nuestra voluntad para perseverar con firmeza en nuestros objetivos y buenos propósitos de acuerdo al cumplimiento de tu Santa Voluntad.
Jesús, Dios nuestro, complementa en nosotros en tu Amor, lo que nos hace falta para formar y educar en la caridad.
María Santísima y Madre nuestra, Tú que eres la Llena de Gracia, te rogamos derrames sobre nosotros tus hijos, las gracias necesarias que sean capaces de transformar los caracteres y corazones de nuestros formandos, al igual que los nuestros.
Consagramos a tu Inmaculado Corazón a todos los jóvenes del mundo, en especial a nuestros alumnos, y como posesión tuya, protégelos del mundo y sus ofrecimientos; abre sus corazones y acerca a ellos un formador católico que pueda orientarlos hacia la práctica del bien y el amor.
Señor, derrama sobre todos nosotros tu Infinita Misericordia y permítenos vivir bajo tus rayos Rojo y Claro, de tu Sangre y Agua, para con un espíritu de sacrificio, ser capaces de ofrecer nuestras vidas, para la salvación de las almas. Así sea. Amén.
Algún comentario sobre este ejercicio...
Que fue un gran reto el poder concluirlo, debido a la cantidad de obstáculos imposibles de sortear; y por lo cual he podido entregarlo hasta ahora.
Pero no cabe duda que las convicciones y el compromiso asumido mueve la voluntad a su mayor potencia y en Dios todo es posible.
Quiero comentar que como siempre, Catholic.net, por medio de nuestra amada hermanita Mayra, ha puesto en nuestras manos una fuente de Agua Viva, de la cual, necesitaremos estar sacando agua para que brote más.
Este curso que hemos recibido para formar adolescentes, siento que en alguna forma, nos hizo tener un conocimiento de nosotros mismos, reflejarnos en los caracteres, revisar nuestra vida y saber lo que tiene uno que formar o educar en sí mismo.
Creo que no se puede transmitir lo que no se ha vivido, y la vivencia de este curso nos da la certeza de lo que vamos a transmitir. Aún así, siento que no es suficiente, que es necesario seguir profundizando en los temas, nuestras respuestas y las conclusiones de cada formador, ya que no faltarán dificultades, resistencias e indisposición que se presenten para la formación de algunas personitas.
Qué bonito, qué bonito, tener la oportunidad de poner en práctica todo este tesoro escondido.
Bueno, con Dios por delante, y como dice Mayra: “Las grandes batallas sólo se ganan a los pies del Sagrario”.
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Reciban todo mi amor en Cristo y Dios los bendiga en los Corazones Misericordiosos de Jesús y María.
Evangelina. _________________ En Jesús y María
Evangelina
"JÉZU, UFAM TOBIE"
¡Por su Dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero! |
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