Algunas opiniones (no ex cathedra) de J. Ratzinger

[Castrejón]

La elevación de J. A. Ratzinger a la cátedra de Pedro es la primera gran gracia de Cristo a su Iglesia en los albores del tercer milenio.

Voy a poner aquí una serie de textos de una obra teológica de Ratzinger publicada hace unos 25 años. Se trata de reflexiones de un teólogo, no de Magisterio de la Iglesia ni de doctrina, pero he de reconocer que son sorprendentes y han cambiado mi forma de pensar sobre las relaciones entre la Iglesia y la Ortodoxia.

a-"Este acto de recíproca aceptación y de reconocimiento mutuo en una CATOLICIDAD COMÚN Y NUNCA ABANDONADA no es tarea fácil. Es un acto de autosuperación, de autorrenuncia y, justamente así, de autoencuentro."

b-"Roma no debe exigir de oriente una DOCTRINA DEL PRIMADO DISTINTA DE LA QUE FUE FORMULADA Y VIVIDA EN EL PRIMER MILENIO."

c-"Si el 25 de julio de 1967, con ocasión de la visita del Papa a Fana, el patriarca Atenágoras le reconocía como sucesor de Pedro y como el primero en honor entre nosotros, y presidente de la caridad, se encuentra ya, en labios de este gran diriegnre eclesiástico, el contenido esencial de las sentencias sobre el primado del primer milenio. Y ROMA NO DEBE PEDIR NADA MÁS.


d-Ratzinger comenta las siguientes palabras de Atenágoras: "CONTRA TODA ESPERANZA, ESTÁ ENTRE NOSOTROS EL OBISPO DE ROMA, EL PRIMERO EN HONOR ENTRE NOSOTROS, QUE TIENE LA PRESIDENCIA EN EL AMOR".

Diciendo:

"Es ciertamente claro que el Patriarca no abandona aquí el suelo de las Iglesias orientales ni admite un primado de jurisdicción occidental. Pero no es menos cierto que también destaca lo que el oriente afirma a propósito de la secuencia en el rango de jerarquía y derecho de los obispos iguales de la Iglesia y merecería la pena reflexionar si esta fórmula arcaica (que no sabe nada de primados de "jurisdicción"), pero sí de un primer puesto de honor y AGAPE, NO PODRÍA SER VALORADO COMO UNA VISIÓN BÁSICAMENTE SUFICIENTE EN CUANTO A LA REALIDAD MISMA ACERCA DE LA POSICIÓN DE ROMA EN LA IGLESIA."
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"Escuché un rumor como el de una gran multitud,, como ruido de aguas torrenciales, como fragor de truenos muy fuertes: ¡Aleluya, ya reina el Señor, nuestro Dios Todopoderoso!"
-Apocalipsis-