Alejap Asiduo
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Publicado:
Jue Jun 22, 2006 5:14 pm Asunto:
Si estas en argentina, discernimiento vocacional (mes junio)
Tema: Si estas en argentina, discernimiento vocacional (mes junio) |
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arquidiocesis de buenos aires
seminario metropolitano
El —llamado~
una propuesta vocacional mensual via mail
Desde mediados del año pasado estamos ofreciéndoles, via mail, una propuesta vocacional: el «llamado» del mes.
Es un material para discernimiento vocacional pensado para jóvenes de 17 a 30 años (aproximadamente) y que estén en busca de un proyecto de vida vocacional.
El material lo enviamos mensualmente en torno al día 19.
Va dirigido en primer lugar a los sacerdotes, seminaristas, consagrados/as y agentes de pastoral, a fin de que cada uno lo reenvíe a quien cada uno considere oportuno.
Como la propuesta incluye un seguimiento por parte de algún acompañante espiritual, será conveniente asegurar este acompañamiento a los jóvenes que reciben el «llamado».
El material es susceptible de cualquier tipo de adaptación según las necesidades.
Por supuesto, recibimos toda sugerencia que pueda mejorar la propuesta y quedamos a su disposición.
Todo el material ofrecido lo pueden encontrar en nuestra página web:
http://www.sembue.org.ar/xsiteinte-llamados.htm
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Elllamadodelmes
ïÈlamadoð
de junio
«¡Te seguiré adonde vayas!»
1 ¿Qué dice Jesús?....(...para escucharO)
57Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús:
«¡Te seguiré adonde vayas!».
58Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo
sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
59Y dijo a otro: «Sígueme».
El respondió:
«Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre».
60Pero Jesús le respondió:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos;
tú ve a anunciar el Reino de Dios».
61Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos».
62Jesús le respondió:
«El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia
atrás, no sirve para el Reino de Dios».
(Lc.9, 57-62)
2 ¿Qué me dice Jesús? (...para pensarI)
· «¡Te seguiré adonde vayas!». La fascinación que despierta Jesús produce que «alguien» de entre los muchos que le siguen le diga una frase como esta. «Te seguiré adonde vayas». Incondicionalmente, a todos lados... ¿A dónde va Jesús? El texto comienza: «Mientras iban caminando...» ¿Caminando hacia dónde? Si continuamos leyendo el Evangelio de Lucas, veremos que la meta final del camino es Jerusalén. Allí será recibido como un rey...y días después también será crucificado como rey. Tal vez este «alguien»(que el Evangelio de Mateo aclara que es nada más ni nada menos que un escriba, un entendido de la Ley: cf. Mt.8,19) no imaginaría hacia dónde caminaba Jesús. Y tal vez por esta razón, dice algo tan audaz. También Pedro le dice a Jesús algo parecido: «Yo daré mi vida por ti» (Jn.13,37). También los demás apóstoles, en el momento crucial: «Pedro le dijo: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo»(Mt.26,35). Seguir a Jesús requiere audacia, pero una audacia muy particular: la audacia de la humildad y la confianza. La audacia de poner toda la seguridad en Él y no en la propia fuerza. Por eso San Pablo podía decir: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Flp.4,13). Sólo así se puede seguir a Jesús hasta el fin.
· «...el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». El Evangelio nos presenta a Jesús como un hombre pobre. Jesús elige el camino de la pobreza, de la intemperie, de no tener seguridades humanas. La austeridad del portal de Belén, la sencillez de la casa de Nazareth, la escasez de la vida pública, son el anticipo de la soledad del Calvario. La riqueza de Jesús es el Amor infinitamente tierno y providente del Abbá. Sólo después de Pentecostés los discípulos entenderán esto pues lo experimentarán en sí mismos. Porque «la felicidad está más en dar que en recibir»(Hech.20,35). Nuestra verdadera riqueza son las «obras grandes» que Dios ha hecho en cada uno de nosotros; nuestra verdadera felicidad es poder compartirlas con los demás.
· «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Tal vez me llame la atención que Jesús no dé importancia a una acción tan delicada y penosa como es enterrar al propio padre. Pero en realidad, no es que a esta persona se le hubiese muerto su padre ese día y debiera enterrarlo. Si fuese así, no estaría frente a Jesús, sino velándolo. Quiere decir que se trata de una excusa: es querer postergar la decisión ante la invitación de Jesús: «Sígueme». ¡Cuántas veces vamos postergando decisiones ante las invitaciones de Jesús! El «sígueme» de Jesús es actual, es cotidiano. En ciertas ocasiones se hace sentir con particular urgencia. Normalmente, la fidelidad en lo poco de cada día nos va preparando para la fidelidad ante las invitaciones más importantes que nos hace el Señor. En todo caso, lo importante es estar atento y disponible: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1 Sam.3,9).
· «...tú ve a anunciar el Reino de Dios». Jesús se siento urgido, apremiado por el anuncio del Reino. Él sabe que, en esto, se está jugando la salvación del hombre. Y quiere necesitar de nosotros para esa tarea. «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»(1 Tim.2,4). Por eso quiere necesitar de cada uno de nosotros en esta obra salvadora. A algunos los invita a vivir enteramente para esta tarea, a consagrarse para el anuncio del Evangelio, a ir por todo el mundo y hacer «que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt.28,19). A esos les contagia su pasión por evangelizar...algo que Él enciende en el fondo del corazón y que no se puede acallar...
· «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino». Una vez más Jesús nos deja perplejos. ¿No es razonable, antes de irse tras Él, despedirse de los familiares? Pero Jesús no se refiere a esto, sino a tener el corazón esclavo de lo que uno ha dejado atrás. Seguir a Jesús implica renunciar a muchas cosas. Es una decisión. Y toda decisión implica rupturas y renuncias. Arriesgar. Aún así, las opciones valen no tanto por lo que uno renuncia, sino por lo que vale para mí aquello por lo que estoy optando. ¡Cuántas veces estamos con el corazón dividido! No terminamos de renunciar...no terminamos de optar...no terminamos de ser felices. Y por eso, «no terminamos de servir al Reino».
3 ¿Qué le digo a Jesús? (...para rezarÖ)
Jesús, ¡te seguiré adonde vayas!
Permitime decírtelo, aunque sea demasiado;
permitime decírtelo, aunque te abandone al minuto;
permitime decírtelo, aunque nunca resulte del todo.
Todo lo puedo en Vos
seguirte,
anunciarte,
escucharte,
ser fiel,
estar disponible,
servir,
darme por entero,
amar a cada instante,
incluso al enemigo,
morir,
y resucitar contigo.
Enséñame tu pobreza
cuando se goza y cuando se sufre;
cuando se elige y cuando es impuesta
cuando se nota y cuando se oculta.
Contagiame tu pasión por el Reino
tu pasión por llegar al que está más lejos,
al más perdido y olvidado,
al que espera y al que desesperó,
al que está abierto y al que me rechazará.
Haz que pueda seguirte adonde vayas
hasta la Cruz,
hasta el Padre...
(seguí rezando vos, mirando el texto del Evangelio)
4 ¿Qué quiero hacer por Jesús? (...para vivirP)
o Jesús siempre pido un «algo más», un paso más en el camino del amor. ¿Qué «algo más» me está pidiendo hoy Jesús a mí? Tratá de ser concreto y empezar por las cosas y personas de todos los días. Escribí lo que te sugiera el Espíritu.
o Preguntále a algún sacerdote, a alguna hermanita, a una persona casada que conozcas ¿qué tuvo que dejar para llegar a ser lo que es?
o Compartí lo que viviste y rezaste con algún sacerdote amigo, con tu acompañante espiritual, con alguien que te quiera y te aconseje bien.
5 Lectura sugerida (para leer en cualquier momento, tranquilo...§)
...al referirme a los orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana. La veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia y de la parroquia de Wadowice. Recuerdo, en la iglesia parroquial, una capilla lateral dedicada a la Madre del Perpetuo Socorro a la cual por la mañana, antes del comienzo de las clases, acudían los estudiantes del instituto. También, al acabar las clases, en las horas de la tarde, iban muchos estudiantes para rezar a la Virgen.
Además, en Wadowice había sobre la colina un monasterio carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía su reflejo en la difundida devoción al escapulario de la Virgen del Carmen. También yo lo recibí, creo que cuando tenía diez años y aún lo llevo. Se iba a los Carmelitas también para las confesiones. De ese modo, tanto en la iglesia parroquial como en la del Carmen se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia hasta la superación del examen final.
Cuando me encontraba en Cracovia, en el barrio Debniki, entré en el grupo del «Rosario vivo», en la parroquia salesiana. Allí se veneraba de modo especial a María Auxiliadora. En Debniki, en el período en el que iba tomando fuerza mi vocación sacerdotal, gracias también al mencionado influjo de Jan Tyranowski, mi manera de entender el culto a la Madre de Dios experimentó un cierto cambio. Estaba yo convencido de que María nos lleva a Cristo, pero en aquel período empecé a entender que también Cristo nos lleva a su Madre. Hubo un momento en el cual me cuestioné de alguna manera mi culto a María, considerando que éste, si se hace excesivo, acaba por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo. Me ayudó entonces el libro de San Luis María Grignion de Montfort titulado Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. En él encontré la respuesta a mis dudas. Efectivamente, María nos acerca a Cristo, con tal de que se viva su misterio en Cristo. El tratado de San Luis María Grignion de Montfort puede cansar un poco por su estilo un tanto enfático y barroco, pero la esencia de las verdades teológicas que contiene es incontestable. El autor es un teólogo notable. Su pensamiento mariológico está basado en el Misterio trinitario y en la verdad de la Encarnación del Verbo de Dios.
Comprendí entonces por qué la Iglesia reza el Angelus tres veces al día. Entendí lo cruciales que son las palabras de esta oración: «El Ángel del Señor anunció a María. Y Ella concibió por obra del Espíritu Santo...He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra...Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros...». ¡Son palabras verdaderamente decisivas! Expresan el núcleo central del acontecimiento más grande que ha tenido lugar en la historia de la humanidad.
Esto explica el origen del «Totus tuus». La expresión deriva de San Luis María Grignion de Montfort. Es la abreviatura de la forma más completa de la consagración a la Madre de Dios que dice: Totus tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor Tuum, Maria.
De este modo, gracia a San Luis, empecé a descubrir todas las riquezas de la devoción mariana desde una perspectiva en cierto sentido nueva. Por ejemplo, cuando era niño escuchaba «Las Horas de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María», cantadas en la iglesia parroquial, pero sólo después me di cuenta de la riqueza teológica y bíblica que contenían. Lo mismo sucedió con los cantos populares, por ejemplo con los cantos navideños polacos y las Lamentaciones sobre la Pasión de Jesucristo en Cuaresma, entre las cuales ocupa un lugar especial el diálogo del alma con la Madre Dolorosa.
Sobre la base de estas experiencias espirituales fue perfilándose el itinerario de oración y contemplación que orientó mis pasos en el camino hacia el sacerdocio, y después en todas las vicisitudes sucesivas hasta el día de hoy. Este itinerario desde niño, y más aún como sacerdote y como obispo, me llevaba frcuentemente por los senderos marianos de Kalwaria Zebrzydowska. Kalwaria es el principal santuario mariano de la Archidiócesis de Cracovia. Iba allí con frecuencia y caminaba en solitario por aquellas sendas presentando en la oración al Señor los diferentes problemas de la Iglesia, sobre todo en el difícil período que se vivía bajo el comunismo. Mirando hacia atrás constato cómo «todo está relacionado»: hoy como ayer, nos encontramos con la misma intensidad en los rayos del mismo misterio.
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( de Juan Pablo II. Don y Misterio. BAC, Madrid, 1996, 42-45)
¡Nos vemos el mes que viene! |
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