guillermojuanmorado Asiduo
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Publicado:
Vie Ago 04, 2006 10:34 am Asunto:
¿Se oye predicar sobre la pureza?
Tema: ¿Se oye predicar sobre la pureza? |
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Una virtud silenciada: "Ver según Dios"
El cristianismo es un amplio mar que casi no se puede divisar al completo. En cada época, en cada edad, los cristianos tomamos explícitamente conciencia de una región de ese mar, dejando muchas otras en la penumbra. Están ahí, esas zonas no navegadas, o navegadas de noche, pero apenas se las menciona; se las reduce al silencio, casi como si no existiesen, aunque existen.
Hay una virtud que se ha deslizado al lugar no transitado del mar cristiano. Entre las críticas que quizá hemos introyectado los creyentes está esa crítica de Nietzsche - a la que hace referencia Benedicto XVI en su encíclica - , para quien el cristianismo “habría dado de beber al eros un veneno, el cual, aunque no le llevó a la muerte, le hizo degenerar en vicio” (Deus caritas est, 3). Lo alegre, lo vital, lo placentero, el disfrute de los sentidos, avinagrado por la ponzoña cristiana y por sus ganas de martirio.
Cualquiera que haya visitado Roma, o Florencia, o alguna de esas ciudades italianas en cuyo arte conviven la belleza de los cuerpos con el fulgor de la cruz, podría cuestionar la crítica de Nietzsche. Pero el cristianismo no vive de heterojustificaciones, de réplicas a las réplicas, sino que se alimenta de sus propias fuentes, de su mensaje, del ejemplo y la palabra de Cristo; un Dios hecho hombre, un hombre más humano que los superhombres soñados por el delirio de los genios.
Y en este hombre, de humanidad completa, en el auténtico Ecce homo, encontramos la pureza, la del corazón y la de la mirada. Una pureza que no se ve empañada por la desnudez de Belén ni por el despojo del Calvario. “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mateo 5, 8 ), nos dice Jesús, porque de poco serviría mantener el cuerpo limpio si el alma, el fondo de nuestro ser, fuese un pozo de inmundicia.
De esta limpieza, que brota del corazón, está llamado a participar también el cuerpo que somos, y nuestra voluntad e inteligencia. Porque el hombre entero, con el cuerpo que es, y con el alma que es, está destinado a ver a Dios cara a cara y a ser semejante a Él. “Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios” y recibir al otro como un “prójimo”, nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2519). “Ver según Dios”, con una mirada que no anula, ni cosifica, ni reduce el hombre a máquina, ni el cuerpo a juguete de usar y tirar en medio de la ebriedad, seguida tantas veces de resaca, de decepción, de soledad; en definitiva, de no amor.
En el amplio mar del cristianismo, en cuando uno emprende la navegación, encuentra siempre aguas nuevas. Y el Señor camina sobre ellas, con la asombrosa majestad de los hombres libres.
Guillermo Juan Morado.
http://blogs.periodistadigital.com/predicareneldesierto.php/2006/08/04/una_virtud_silenciada_ver_segun_dios |
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