Luis Fernando Veterano
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Publicado:
Dom Ago 06, 2006 2:30 pm Asunto:
Una religión del cuerpo
Tema: Una religión del cuerpo |
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Una religión del cuerpo
En el misterio de su Transfiguración, Cristo, nuestro Señor, “manifestó su gloria a unos testigos predilectos, y les dio a conocer en su cuerpo, en todo semejante al nuestro, el resplandor de su divinidad” (Prefacio de la Misa de la Transfiguración). El cuerpo de Cristo, semejante al nuestro, aparece en el Tabor como epifanía gloriosa de la majestad de Dios.
La carne es cardo salutis, gozne de la salvación. Apenas podemos imaginar un mayor enaltecimiento del cuerpo. Por la Encarnación, el cuerpo de Cristo es expresión humana de los comportamientos divinos de la Trinidad (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 470). En la limitación de una humanidad concreta, se hace visible la grandeza inconmensurable de Dios, pues en Él habita “corporalmente la plenitud de la divinidad” (Colosenses 2, 9).
El cristianismo es, ante todo, una religión del cuerpo; un sí a la materia, a la carne y a la sangre, al barro del suelo animado por el soplo de Dios (cf Génesis 2, 7). San Juan, en su primera carta, encuentra en la confesión de “Jesucristo venido en carne” el criterio distintivo de la fe cristiana (cf 1 Juan 4, 2-3). Y es en la negación de esta concreta carnalidad del Salvador donde coinciden los gnósticos de ayer y los gnósticos de hoy; los que se resisten a admitir que Dios ha visitado de verdad nuestra tierra.
El cuerpo de Cristo, formado en el seno de María por el Espíritu Santo, es el cuerpo que vemos desfigurado en la Pasión y en la Cruz. En el dolor y en el sufrimiento, el cuerpo del Redentor sigue siendo epifanía de Dios; manifestación de su amor incondicional, de su entrega absoluta. Es el cuerpo del cordero inmolado, el cuerpo de la oblación y de la obediencia (cf Hebreos 10, 5-10). El cuerpo en el que se ceba todo el poder del mal y del pecado, todo el horror de la tortura. En su cuerpo roto se condensa el ensañamiento de quienes, ayer y hoy mañana, ultrajan y rompen los cuerpos de los inocentes. No es Dios quien reniega del cuerpo, sino que son verdugos del cuerpo quienes no reconocen a Dios.
El cuerpo del Calvario y del sepulcro es el cuerpo vivo del Resucitado. La gloria del Tabor prefigura la de la Pascua. Y el rescate de aquel cuerpo prefigura e inicia el rescate del nuestro, llamado a ser transformado en un cuerpo glorioso como el suyo (Filipenses 3, 21).
La Eucaristía es la prenda de la gloria, donde brilla ya, de modo callado, sólo perceptible a la mirada obediente de la fe, es resplandor de un mundo transfigurado.
Guillermo Juan Morado.
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/predicareneldesierto.php/2006/08/06/una_religion_del_cuerpo _________________ Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton |
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