Maellus haereticorum Veterano
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Publicado:
Lun Ago 14, 2006 6:40 am Asunto:
Re: Doce tribus
Tema: Doce tribus |
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Hola Sergio....
¡Vaya! Hace 4 días y aún sin respuesta....Bueno, intentaré ayudarte, mientras alguien más lo hace de una mejor forma.
Sergio Ceceña escribió: | ¿Qué son, en significado, las doce tribus de Israel en el Antiguo Testamento, según la visión católica?
¿La Tribu Leví, es contada como una de ellas, a pesar de estar en todas como sacerdotes? |
Recordemos que las Escrituras nos dicen que Jacob tuvo 12 hijos y 1 hija.
Dos de sus hijos no constituyeron Tribu de Israel: Leví y José.
La Tribu de Leví por ser designada su descendencia como guardianes y cuidadores del Templo y asistentes de los Sacerdotes:
Num 3, 6-9 “Llama a la tribu de Leví, que se acerque a Aarón, el sacerdote, y se ponga a su servicio. Ellos se encargarán de todo cuanto sea necesario para él y para toda la asamblea ante el tabernáculo de la reunión, haciendo así el servicio del tabernáculo. Tendrán a su cargo todos los utensilios del tabernáculo de la reunión y cuanto necesiten los hijos de Israel en el servicio del tabernáculo. Darás los levitas a Aarón y a sus hijos, se los darás enteramente de entre los hijos de Israel."
La Tribu de José por ser sustituído por sus hijos Efraín y Menasés:
Gen 48, 5 "Los dos hijos que antes de mi venida a ti, a la tierra de Egipto, te nacieron en ella, serán hijos míos. Efraím y Manasés serán hijos míos, como lo son Rubén y Simeón"
El pueblo de Dios estaba formado, entonces, por Doce Tribus, descendientes de Abrahán.
Con la venida de Cristo, éste funda un pueblo nuevo, un nuevo Pueblo de Dios, tal y como lo formula en Marcos: "Llamó a los que quiso... y designó a doce..." (Mc 3,13).
Mucho antes de que existiera el nombre de "apóstol", ya existía la comunidad de los doce, cuyo nombre esencial era cabalmente ser «los Doce».
Toda la importancia que se daba precisamente a ese número de doce, se mostró bien a las claras después de la traición de Judas: los apóstoles (bajo la dirección de Pedro) consideraron como su primer deber restablecer el número perdido de doce (Hch 1,15-26)
De hecho, ese número era cualquier cosa menos indiferente o casual. Israel seguía considerándose como el pueblo de las doce tribus, que esperaba para la era mesiánica de salvación el restablecimiento precisamente de las doce tribus de Israel, que habían nacido un día de los doce hijos de Jacob-Israel. Al "designar a doce", Jesús se confesaba como el nuevo Jacob ( Jn 1,51; 4,12ss), que ponía ahora el fundamento del nuevo Israel, del nuevo pueblo de Dios, que había de
nacer de estos doce nuevos patriarcas para formar el verdadero pueblo de las doce tribus en virtud de la palabra de Dios; y a esos hombres se les confiaba el esparcir su semilla.
Así, en el fondo, toda la acción de Jesús en el círculo de los doce era al propio tiempo obra de fundación de la Iglesia, en cuanto toda estaba dirigida a capacitarlos para ser padres espirituales del nuevo pueblo de Dios.
Sergio Ceceña escribió: | ¿Cómo se repartieron las tierras y por qué? |
la repartición de la tierra, en realidad es el cumplimiento de las palabras de jacob en su lecho de muerte, no son cuestiones que ocurrieron al azar.
En todos los lugares de la Sagrada Escritura en que se nos dan los límites de la tierra prometida por Dios a los patriarcas, el límite oriental lo forman el Jordán y el mar Muerto, es decir, la tierra de Canaán. Sin embargo, los israelitas conquistaron los reinos de los amorreos en TransJordania, y como era tierra de pastos abundantes, los quisieron asentarse en ella. Las tribus de Rubén y de Gad, por tener más rebaños, solicitan este territorio, y Moisés, después de imponer condiciones, lo concede.
Varias veces se dice que los israelitas tenían numerosos rebaños en el desierto, que en realidad es estepa donde hay algo de vegetación, y hay especies ovinas apropiadas a estas regiones. Ahora los rebaños habían aumentado con el botín sobre los amorreos y madianitas. Los rubenitas estaban decepcionados por haber sido postergados entre las otras tribus, a pesar de descender del primogénito de Jacob, y no sienten entusiasmo por acompañar a las otras tribus en Canaán. Para quedarse en TransJordania alegan razones prácticas: sus muchos ganados y la abundancia de pastos en la región, y enumeran las principales localidades de la región, que les resultan particularmente atractivas. Como esa tierra está ya conquistada, porque Yahvé la ha herido, o la ha sometido a Israel, creen que es buen negocio quedarse en ella.
Moisés advirtió en la demanda de Rubén y de Gad el deseo de no colaborar en la conquista de Canaán, y así se lo echa en cara. Se da cuenta que, si algunas tribus se quedan en TransJordania, el resto se desanimará.
Los solicitantes de Rubén y Gad se defienden contra la insinuación de traición y proclaman que acompañarán a sus hermanos a la conquista de Canaán, y aun irán delante de ellos, y sólo se instalarán en Canaán cuando hayan logrado sus compatriotas ocupar su lote en la tierra prometida. Pero, para no dejar a sus hijos y mujeres sin defensa, piden permiso para construir ciudades fortificadas y apriscos para sus rebaños. Moisés accede a su petición con la condición de que cumplan lo prometido.
Moisés encarga a Josué y jefes de Israel que entreguen Galaad a las tribus de Rubén y de Gad después que hayan cumplido su compromiso de acompañar con las armas a las otras tribus en la conquista de Canaán.
A Judá había prometido su padre Jacob la hegemonía sobre las otras tribus. (Gen 49:8-12). En la repartición del territorio hecha por Josué en Gálgala corresponde la primacía a Judá, que recibe una herencia superior a la de cualquiera otra tribu. Sin embargo, no todo el territorio que se le asigna estaba pronto para la ocupación, ya que el establecimiento de los filisteos en las costas del Mediterráneo le impedía asomarse al mar. Por el sur confinaba con Edom (Núm 20:14-55), desierto de Sin, en la región de Cadesbarne (Núm 20:1; Deut 32:51), Jasar Adar (Núm 34:4), en el actual Ain el-Qaderatt continuando por el wadí eí-Arísh, o torrente de Egipto, hasta el Mediterráneo. La frontera septentrional arrancaba de la orilla septentrional del mar Muerto, subía hacia Bet Agía (Jos 18:19), al noroeste de la desembocadura del Jordán. Pasaba al norte de Bet Araba (Jos 18:22), que puede identificarse quizá con Ain Gharba, al sur de Gálgala. La línea fronteriza pasaba por Deberá (el wadi Debr), al este de Neby Musa, valle de Ajor (Jos 7:24) y subida de Adumim, a veinte kilómetros al este de Jerusalén, en la actual carretera de Jerusalén a Jericó; pasaba por Ain Semes, hoy día llamada Ain el-Hod, al noreste de Betania, y llegaba a Ain Rogel (1 Re 1:9), situada al sur de Jerusalén. De allí, por el valle de Bene Hinón, tocaba el límite sudoeste de Jerusalén. Continuaba la frontera por el valle de Refaím, al sudeste de Jerusalén. Desde la cima del monte, la línea seguía hacia las aguas de Neftoá, actual Lifta, y Baala, Quiriat-Jearim (Jos 9:17). De allí se inclinaba un poco hacia el sur hasta Bet Semes y Timna, remontando de nuevo en dirección noroeste hasta alcanzar el mar Mediterráneo por el nahr-Rubín. La ciudad de Jerusalén pertenecía a la tribu de Benjamín. La proximidad de los límites entre ambas tribus hizo que la ciudad se atribuyera unas veces a Judá y otras a Benjamín.
Repartido en Caígala la heredad a las tribus de Judá y de José; quedaban siete que no habían reci-bido terreno alguno. Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yahvé, y, según la suerte, entregaba a cada uno su porción.
La porción que cupo en suerte a Benjamín estaba aprisionada entre Judá, al mediodía, y la tribu de Efraím, al norte; al oeste confinaba con la tribu de Dan y al oriente con el Jordán. La tribu de Benjamín era la más pequeña de todas, pero cobró celebridad a causa del ardor bélico de sus miembros, justificando con ello la comparación que empleó Jacob al decir: “Benjamín es lobo rapaz, que a la mañana devora la presa y a la tarde reparte los despojos” (Gen 49:27).
Jacob maldijo a Leví y a Simeón, diciendo: “Yo los dividiré en Jacob y los dispersaré en Israel” (Gen 49:7). La realidad confirmó la profecía de Jacob, ya que Leví no ocupó un territorio fijo en Israel, y Simeón, que se estableció en medio de Judá, fue absorbido por éste. Cedió Judá a su hermano la parte más meridional de su territorio y, juntos, conquistaron las tierras del sur (Jue 1:17).
Zabulón, otro de los hijos de Jacon (Gen 30:19) sentía afición por los negocios (Deut 33:18-19). Su padre le había dicho que habitaría la costa del mar; pero, a pesar de sus aficiones marítimas, debían sus descendientes desenvolverse en las vertientes meridionales del macizo galilaico, impidiéndole Aser el acceso al mar Mediterráneo. La posesión de la baja Galilea le permitía explotar su suelo fértil y exportar sus productos.
La región más fértil de Palestina fue entregada a Isacar (Gen 30:18 ), quien, “viendo que su lugar de reposo era bueno y que era deleitosa la tierra” (Gen 49:15), se entregó a una vida relajada en vez de combatir para arrojar de su territorio a los cananeos. A causa de ello “hubo de servir como tributario” (Gen 49:15). De él había dicho Jacob que era “un robusto asno que descansa en sus establos” (Gen 49:14). El patrimonio de Isacar ocupaba la parte oriental de la llanura de Esdrelón, territorios muy fértiles, que fueron causa de la desidia religiosa y patriótica de Isacar. Muchas de sus ciudades reaparecen en el curso de la historia de Israel, tales como Jezrael (1 Re 18:45-55), que dio nombre a la llanura conocida más tarde por llanura de Esdrelón. Sunem (1 Sam 28:4) fue la patria de Abisag (1 Re 1:3) y lugar donde residió Elíseo (2 Re 4:8-36).
La heredad asignada a Aser comprendía una franja de terreno junto al mar Mediterráneo, que limitaba al sur con el monte Garmelo y al norte con la ciudad fuerte de Tiro y, tal vez, con Sidón. territorio, sobre todo la región meridional, era muy feraz. Siendo sus habitantes aficionados a la agricultura y al comercio, no se sintieron muy solidarios con las empresas guerreras de sus hermanos, y en este sentido le achaca Débora que, mientras otras tribus se unían para combatir al enemigo, “Aser, a orillas del mar, descansaba en puertos” (Jue 5:17).
Neftalí, por el este limitaba con el Jordán superior, y al oeste con las tribus de Isacar, Zabulón y Aser. En el monte Tabor convergían las tribus de Neftalí, Zabulón e Isacar. Sus campos, en la orilla occidental del lago de Genesaret, eran famosos por su rara fertilidad. Sin embargo, esta riqueza natural no le sumió en la indolencia y haraganeria, como a Isacar, sino que acudió en ayuda de sus hermanos.
La tribu de Dan, la última en el reparto, recibió un territorio en la llanura de Sarón, que en parte ocupaba Judá. De hecho, algunas ciudades que se mencionan como danitas (Sarac, Estaol, Tem-na, Acrón), pertenecían a la tribu de Judá (15:33-45-57); otras eran patrimonio de Efraím (Selebín, Ayalón), y algunas estuvieron mucho tiempo en manos de los filisteos. Aprisionado en su territorio y acosado por los filisteos, Dan, “como serpiente en el camino, como víbora en el sepulcro” (Gen 49:17), obra astutamente para hacerse con nuevas tierras.
Sergio Ceceña escribió: | ¿Tiene algo que ver las doce columnas del Templo de Salomón, con estas tribus?
¿Cómo es visto eso en el Nuevo testameto con los doce apóstoles? |
El DOCE es un número simbólico. Significa "elección". Por eso se hablará de las 12 tribus de Israel, con esto se quiere decir que eran tribus "elegidas". Igualmente se agruparán en 12 a los profetas menores del Antiguo Testamento. También el Evangelio mencionará 12 apóstoles de Jesús, que resultan ser más de 12 si comparamos sus nombres; pero se los llama "Los Doce" porque son los elegidos del Señor. Asimismo Jesús asegura tener 12 legiones de ángeles a su disposición (Mt 26,53). El Apocalipsis hablará de 12 estrellas que coronan a la Mujer, 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida.
Respecto a las "columnas del Templo de Salomón", recordemos lo que escribió san Pablo:
1 Ti 3, 15 "para que, si tardo, sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad.
La Iglesia es Columna de la Verdad, y Cristo eligió a Doce Apóstoles: con ello queda clara la infabilidad y apostolicidad de la Iglesia Católica. _________________
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