TonyF Asiduo
Registrado: 21 Jun 2006 Mensajes: 435 Ubicación: Ontario, Canada
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Publicado:
Lun Ago 21, 2006 8:04 pm Asunto:
LOS NUEVE TESOROS
Tema: LOS NUEVE TESOROS |
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LOS NUEVE TESOROS
Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban
todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a
tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse. Un día llegan a una isla
perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las
pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río
lavando ropa. Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que
quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres. Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta
que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden
hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con
ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: "Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme
con vos". El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una
broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: "
¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para
qué tomarse tanto trabajo?". El hombre le responde: "No es una broma.
Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano".
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
"¿Vos estás loco?", "¿Qué le viste?", "¿Qué te pasó?", "¿Seguro que no tomaste
nada?" y cosas por el estilo. Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo,
siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a
manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo
escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer
que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las
bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía
pagar 9 tesoros, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes
cuidando los niños, que costaban 8 tesoros, y así disminuía el valor de la dote
al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que
vió lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan
agraciada, le podría costar 1 tesoro.
"Está bien" respondió el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por
ella nueve tesoros".
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: "Ud. no entiende. La mujer que
eligió cuesta un tesoro, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve tesoros"
"Entiendo muy bien", respondió nuevamente el hombre, "me quedo con la mujer que
elegí y pago por ella nueve tesoros".
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco,
aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a
realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de
repente, que se había enfermado, que se había contagiado una rara fiebre
tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas
pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita
de Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su
amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente, partió en el barco,
dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los
barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba:
¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?, ¿viviría aún?.Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo. ¿Donde estaría su amigo?, ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa
vida o tal vez se habría ido en otro barco?.
De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la
playa, en un espectáculo magnífico.Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los
retribuía con pétalos y guirnaldas. El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos
amigos que no se ven durante mucho tiempo. El marinero no paraba de preguntar:
¿Y cómo te fue?, ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No
quieres volver?.
Finalmente se anima a preguntarle: ¿Y como está tu esposa? Al escuchar esa
pregunta, su amigo le respondió: "Muy bien, espléndida. Es más, creo que la
viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños".
El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás
encontraron lavando ropa, pregunto: "Entonces, ¿te separaste?, No es misma
mujer que yo conocí, ¿no es cierto?. "Si" dijo su amigo, "es la misma mujer que
encontramos lavando ropa hace años atrás".
"Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?",
preguntó el marinero. "Muy sencillo" respondió su amigo. "Me pidieron de dote un tesoro por ella, y ella creía que valía un tesoro. Pero yo pagué por ella nueve tesoros,
¡Todo lo que tenía!, ¡Si me hubieran pedido mas tesoros, habría ido en su busca
para luego regresar por ella!, la traté y consideré siempre como una mujer
por la que entregue toda mi riqueza. La amé con todo mi corazón y ella se
transformó en una mujer de diez tesoros".
Recibido de Valores.org _________________ "Una vez le pregunté a Jesús: -¿Cuánto me amas? Y él me respondió: -así te amo. Y abrió sus brazos y murió por mí". elangeltuyo@yahoo.com.mx
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