Luis Fernando Veterano
Registrado: 04 Dic 2005 Mensajes: 1072
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Publicado:
Mie Ago 23, 2006 11:00 pm Asunto:
Cuando Dios se esconde
Tema: Cuando Dios se esconde |
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Cuando Dios se esconde
La revelación es manifestación y ocultamiento. Acercándose a nosotros, Dios se esconde: “Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aquí abajo sino arrodillándose ante el pesebre de Belén y adorando a Dios escondido en la debilidad de un niño” (Catecismo de la Iglesia Católica, 563).
Esta discreción divina a veces nos desconcierta e irrita. ¿No mora, acaso, un ateo, agazapado en algún rincón del alma? Nos gustaría que Dios compareciese, llamado a juicio por nosotros mismos. Como Hanson, quisiéramos a veces que, en lugar de la revelación oculta del Niño de Belén, irrumpiese públicamente un Júpiter tonante, que, con la ciega evidencia de su visibilidad, nos dispensase de la fe, de la ardua obediencia de creer.
¿No hay un resto de ese “empirismo a lo divino” en el gusto excesivo por lo extraordinario, por las apariciones, por el “ver y tocar” en detrimento de la escucha? Es verdad que Dios no se ha olvidado de nuestros sentidos. Nos ha dejado – y nos deja – oír y ver, contemplar y palpar (cf 1 Juan 1, 1), pero esta convocatoria de los sentidos no exime de creer ni anula nuestra libertad; todos, como Tomás, hemos de cumplir en primera persona el tránsito de la fe (cf Juan 20, 29).
Arrodillarse y adorar a Dios escondido. De entre las vías que llevan a Dios, emerge el camino de la humildad; ese conocimiento tan razonable y realista que nos hace saber lo que somos, lejos de toda máscara y artificio. Después de todas las preguntas, o incluso antes de ellas, arrodillarse y adorar, sin pretender sonsacar, con el celo de un fiscal, los secretos de Dios, sino enmudeciendo nosotros ante la presencia escondida de Aquel que es siempre mayor.
Los pastores y los magos no precisaron de nada más que de la debilidad de aquel Niño. Allí, en el pesebre, estaba la Luz, la Verdad, la Vida. Allí estaba María, la Inmaculada que no mancha el silencio, y José, el hombre de los sueños que dejan hablar a Dios.
La debilidad de Belén es la debilidad del Calvario, la de Getsemaní, la del Cenáculo; la de los treinta años en el anonimato de Nazaret; la poderosa impotencia del acatamiento. Es la debilidad del creyente, casi indefenso ante el asedio de quienes, hasta agazapados en los rincones del alma, no quieren conformarse con Jesús y añoran a Júpiter.
Guillermo Juan Morado. _________________ Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton |
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