Sixdeniers Nuevo
Registrado: 04 Sep 2006 Mensajes: 10
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Publicado:
Lun Sep 04, 2006 7:50 pm Asunto:
Tema: Amaos los unos a los otros |
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La Paz de Jesús sea con vosotros.
El amor resume completamente la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. Inicialmente el hombre sólo tiene instintos; más avanzado y corrompido, sólo tiene sensaciones; más instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto delicado del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar del término, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. La ley de amor substituye la personalidad por la fusión de los seres y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquél que, elevándose sobre su humanidad, quiere con gran amor a sus hermanos que sufren¡ ¡Feliz aquél que ama, porque no conoce ni la angustia del alma, ni la miseria del cuerpo, sus pies son ligeros y vive como transportado fuera de sí mismo! Cuando Jesús pronunció esta divina palabra -amor-, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de esperanza, descendían al circo.
He dicho que inicialmente el hombre sólo tiene instintos; aquél, pues, en quién dominan los instintos, está más próximo al punto de partida que del objetivo. Para avanzar en dirección al objetivo, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir, perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que desembarazándose solo poco a poco de su crisálida, permanecen esclavizados a los instintos. El Espíritu debe ser cultivado como un campo; toda la riqueza futura depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres, os traerá a la gloriosa elevación; entonces será cuando comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres, encontraréis en ella las suaves alegrías del alma, que son el preludio de las alegrías celestes.
El amor es de esencia divina y desde el primero hasta el último, poseemos en el fondo del corazón la llama de ese fuego sagrado. Esto es un hecho que pudisteis constatar muchas veces; el hombre más abyecto, más vil y más criminal, siente por un ser o por un objeto cualquiera, un afecto vivo y ardiente, a prueba de todo lo que tendiera a disminuirlo, alcanzando, con frecuencia, proporciones sublimes.
He dicho por un ser o por un objeto cualquiera, porque hay entre nosotros individuos que prodigan los tesoros de amor, de los que sus corazones rebosan, en animales, plantas e incluso sobre objetos materiales: especie de misántropos, quejándose de la Humanidad en general, resistiendo a la tendencia natural de su alma que busca a su alrededor el afecto y la simpatía. Esos rebajan la ley de amor al estado de instinto. Pero, cualquier cosa que hagan, no sabrán sofocar el germen vivaz que Dios, al crearlos, depositó en sus corazones; ese germen se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, y aunque sea comprimido por el egoísmo, es el origen de santas y dulces virtudes que constituyen los afectos sinceros y duraderos, y nos ayudan a vencer la ruta escarpada y árida de la existencia humana.
¡Pobres hermanos! Vuestro afecto os hace egoístas; vuestro amor está limitado a un círculo íntimo de parientes o de amigos y todos los demás os son indiferentes. ¡Pues bien! Para practicar la ley de amor, tal como Dios la entiende, es preciso que lleguéis por grados a amar a todos vuestros hermanos indistintamente. La tarea será larga y difícil, pero se cumplirá: Dios lo quiere y la ley de amor es el primer y el más importante precepto, porque es la que deberá un día, matar el egoísmo, bajo cualquier forma que se presente; porque además del egoísmo personal, hay también el egoísmo de familia, de casta, de nacionalidad. Jesús dijo: "Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos"; pero, ¿cuál es el límite del prójimo? ¿Es, acaso, la familia, la secta, la nación? No, es la Humanidad entera.
Los efectos de la ley de amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la felicidad durante la vida terrestre. Los más rebeldes y los más viciosos deberán reformarse cuando vean los beneficios producidos por esta práctica: No hagáis a los otros lo que no quisierais que os hicieran a vosotros, mas hacedles, por el contrario, todo el bien que vosotros podáis hacerles.
No creáis en la esterilidad y endurecimiento del corazón humano; a pesar suyo, cede al amor verdadero; es un imán al que no puede resistir, y el contacto de ese amor vivifica y fecunda los gérmenes de esa virtud que está en vuestro corazón en estado latente. La Tierra, será entonces purificada por ese fuego sagrado y verá practicar la caridad, la humildad, la paciencia, la devoción, la abnegación, la resignación, el sacrificio, virtudes todas hijas del amor. No os canséis, pues, de escuchar las palabras de Juan Evangelista; ya lo sabéis cuando la enfermedad y la vejez suspendieron el curso de sus predicaciones, sólo repetía estas dulces palabras: "Hijitos míos, amaos unos a otros".
Muy amados hermanos, usen con provecho estas lecciones; su práctica es difícil, pero el alma saca de ellas un bien inmenso.
Amad bastante, con el fin de ser amados. Este pensamiento es tan justo, que encontraréis en él todo lo que consuela y calma las penas de cada día; o más bien, practicando esta sabia máxima, os elevaréis de tal modo sobre la materia, que os espiritualizaréis antes de vuestro deceso terrestre.
Amar, en el sentido profundo de la palabra, es ser leal, probo, concienzudo, para hacer a los otros lo que quisiéramos para nosotros mismos; es buscar alrededor de sí el sentido íntimo de todos los dolores que abruman a vuestros hermanos, para suavizarlos; es mirar la gran familia humana como la suya, porque esta familia la volveréis a encontrar, en cierto período y los Espíritus que la componen son, como vosotros, hijos de Dios destinados a elevarse hasta el infinito. Por esto no podéis rehusar a vuestros hermanos lo que Dios os dio libremente, porque por vuestra parte estaríais muy contentos de que vuestros hermanos os diesen de lo que tuvieseis necesidad. A todos los sufrimientos, dadles, pues, una palabra de esperanza y de apoyo, a fin de que seáis todo amor, todo justicia.
Creed que estas sabias palabras: "Amad bastante para que seáis amados", marcharán; son revolucionarias y siguen un camino fijo, invariable…
Mucha Paz y Mucha Luz
Sixdeniers
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