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Estima del sacerdocio
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 221
Ubicación: Malaga-España

MensajePublicado: Lun Mar 27, 2006 12:32 pm    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

++++++++++++++++++++++++++¿Y será cierto también “que el Presbítero participa permanentemente de uno de los poderes, del poder de consagrar, y esté en disposición de participar transitoriamente de los otros poderes”? (pag. 73)

¿Acaso una potestad jerárquica puede llegar a anular, en la esencia Sacramental, el poder y misión del propio Redentor en su actuación personal con el Espíritu Santo para la santificación y salvación del hombre?
¿El Sacerdote no “actúa en persona de Cristo”, y por ello Pio XI lo llama también “otro Cristo”?
La organización eclesial no invalida el “estaré siempre con vosotros” y por ello Pedro explica que los fieles vuelven a Cristo, Obispo de nuestras almas en toda acción de apostolado.
El Obispo sí sirve a Cristo transmitiendo el Sacramento Sacerdotal, gran dignidad, y el Presbítero también sirve a Cristo engendrando con el Espíritu Santo el Cuerpo de Cristo en la transmisión del Bautismo y el del Perdón. ¿Y quien puede perdonar pecados sino Dios?
Ni el Sacerdote ni el Obispo, sino Cristo actuante en el Sacramento de ambos, es el Señor único de esos bienes santificantes, bienes sobrenaturales.
Todos debemos decir: “siervos somos sin provecho, lo que debíamos hacer, eso hemos hecho”. (Luc.17, 10) Y aquí Cristo dice bien claro a su Apóstoles que solo él es el Señor a quien debemos servir, y que lo que servimos no es nuestro, sino de él, como el siervo que pone de comer a quien sirve, no de lo que es del siervo, sino de lo que es del Señor.

En mi escrito, referente a las limitaciones para la salvación en el Presbítero, digo: “Pero por ser esto incierto es indignante, porque el Presbítero excomulgado, (aún este) sigue con toda la plenitud de su Sacramento del Orden, aunque la jerarquía eclesiástica legítima, le ha quitado cuanto transitoriamente le había concedido, y solo le queda lo Sacramental, de lo que nadie le puede privar, y por esto sigue con todos sus poderes sobre los Sacramentos, pero privado de su legítimo ejercicio, como ocurre con los Protestantes”.
San Alfonso, comentando el yo te absuelvo, dice: “Esa potestad que a Jesucristo dio el Padre, la ha comunicado Jesucristo a los Sacerdotes. Jesús reviste de lo suyo a los Sacerdotes, según Tertuliano”.
Y tanto lo reviste que se hace un “uno ministerial” con él.
No concibo a Cristo, tan amante y reiterativo de la unidad en él: “que sean uno en mí”, haciendo tan sutiles distinciones que conllevan una división y un obstáculo para él mismo como Ministerio Sacramental de salvación ante cualquier fiel aunque sea ante un Sacerdote suspenso a divinis.
¿Pensaba así Cristo para subsanar la posibilidad, en el transcurso del tiempo, de que serían así condenados algunos inocentes?
Recibido el Sacramento, ya no soy yo, sino Cristo es el Sacerdocio de plenitud para la salvación en cualquier Consagrado.
¿Porque cada Obispo es como un escultor que da formas distintas o si quiere truncadas, a cada Cristo para esa salvación?
Sí puede suspender de licencias, legitíma o deslegitima la acción Sacerdotal, pero no puede anular ni modificar la esencia del Sacramento, porque esta, en sí, es Cristo, y es un Sacramento que imprime carácter.
Pero el que ambos, Obispo y Presbítero convengan en un solo Jesucristo, no niega las relaciones jerárquicas y de obediencia del Presbítero respecto a su Obispo, Es conveniente y necesario, aún por derecho divino, y además para evitar el cisma (según S. Jerónimo), y así mantener una Iglesia fuerte, jerárquica y unida en el Párroco, en el Obispo y en el Santo Padre. “Sin estos, la Iglesia (real) no se da”.
Ni en la Sagrada Escritura, ni en los primeros tiempos, se ve una dependencia con posibilidad anuladora de lo esencial Sacramental en los Presbiteros dejados por los Apóstoles.
San Ignacio Mártir (R.43) dice: “Que obedezcáis al Obispo y al Presbítero sin diferencia, porque todos convenimos en un solo Jesucristo”.
No intento, en modo alguno, negar la Autoridad del Obispo, Sucesor de los Apóstoles, pero no deja, por ello, de ser cierto, lo que dice S. Ignacio Mártir: “Convenimos en un solo Jesucristo”. Y en esto, “obedezcáis al Obispo y al Presbítero sin diferencia”.
Si esto no se reconoce así, sería estar contra la unidad y la presencia “salvadora” de Cristo actuante en todo Sacerdocio. Y si es esto cierto, conviene recordar, entre otras personalidades y Papas, aducidas por S. Alfonso Maria de Ligorio, las palabras de Casiano: “La dignidad del Sacerdote es la más elevada de todas las jerarquías de la tierra y de todas las altezas celestiales y que a Dios solamente es inferior”.

Hoy, a mis años, me pregunto: ¿Cómo tuve valor para aceptar tan altísima dignidad?
Y aunque en un sentido contrario a Kafka que dice:”el misterio de Jesús es tan vertiginoso que hay que defenderse de él para que no nos arrastre a su fondo”, por el contrario, para cuantos le hemos seguido, de una u otra forma, sentimos y queremos hacer sentir a otros, que el “fondo” de Jesús es hacernos amigos de Dios y participes de su Sabiduría y filiación divina. Y aún ante un flor, / ante las espumas de un acaudalado río / que se hace voz en el acantilado, / ante el canto de las aves en la alameda, / en la calma de una noche de luna blanca, / en las arenas del desierto, / oímos: un silencio impregnado de admiración, / es el silencio sonoro / de la voz amorosa / en misteriosa quietud / de Dios Padre a su Hijo, /canción de cuna como de amor materno / que solo se oye en la calma de los sentidos / porque el Padre hace que le acune a su Hijo / todo el universo.

¡Cuanto se ha perdido Kafka!, que jamás pudo saborear estos versos de Juan de la Cruz: Mi amado las montañas / los valles solitarios nemerosos / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos.
El Sacerdote es el dedo de Dios, algunos no usados ya por él, (pero estamos en su mano) para arrancar del “fondo” de esa arpa la melodía de la creación, y es un infierno no escuchar, por sordera, concierto de tan infinita belleza.

Cristo no solo es Iglesia-Sacramento-estructura, sino que en él, en quien fueron creadas las cosas, encontramos la belleza de Dios, porque todo el universo es una eucaristía.
Callad, callad decía S. Francisco de Asís a las florecillas. Ya se que me estáis hablando de Dios, que Dios me habla en vosotras.
“Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura” (Juan de la Cruz).
Por ello Cristo en su Sacerdote, también es Maestro de la Vida en sus más íntimos gozos, y además transcendentes.
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


Registrado: 03 Oct 2005
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MensajePublicado: Lun Mar 27, 2006 4:02 pm    Asunto:
Tema: Estima del sacerdocio
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¿Y será cierto también “que el Presbítero participa permanentemente de uno de los poderes, del poder de consagrar, y esté en disposición de participar transitoriamente de los otros poderes”? (pag. 73)

¿Acaso una potestad jerárquica puede llegar a anular, en la esencia Sacramental, el poder y misión del propio Redentor en su actuación personal con el Espíritu Santo para la santificación y salvación del hombre?
¿El Sacerdote no “actúa en persona de Cristo”, y por ello Pio XI lo llama también “otro Cristo”?
La organización eclesial no invalida el “estaré siempre con vosotros” y por ello Pedro explica que los fieles vuelven a Cristo, Obispo de nuestras almas, en toda acción de apostolado.
El Obispo sí sirve a Cristo transmitiendo el Sacramento Sacerdotal, gran dignidad, y el Presbítero también sirve a Cristo engendrando con el Espíritu Santo el Cuerpo de Cristo en la transmisión del Bautismo y del Perdón. ¿Y quien puede perdonar pecados sino Dios?
Ni el Sacerdote ni el Obispo, sino Cristo actuante en el Sacramento de ambos, es el Señor único de esos bienes santificantes, bienes sobrenaturales.
Todos debemos decir: “siervos somos sin provecho, lo que debíamos hacer, eso hemos hecho”. (Luc.17, 10) Y aquí Cristo dice bien claro a su Apóstoles que solo él es el Señor que estará también en su Cuerpo Místico, “que sean uno en mí”, a quien debemos servir, y que lo que servimos no es nuestro, sino de él, como el siervo que pone de comer a quien sirve, no de lo que es del siervo, sino de lo que es del Señor.

En mi escrito, referente a las limitaciones para la salvación en el Presbítero, digo: “Pero por ser esto incierto es indignante, Porque el Presbítero excomulgado, (aún este) sigue con toda la plenitud de su Sacramento del Orden, aunque la jerarquía eclesiástica legítima, le ha quitado cuanto transitoriamente le había concedido, y solo le queda lo Sacramental, de lo que nadie le puede privar, y por esto sigue con todos sus poderes sobre los Sacramentos, pero privado de su legítimo ejercicio, como ocurre con los Protestantes”.
San Alfonso, comentando el yo te absuelvo, dice: “Esa potestad que a Jesucristo dio el Padre, la ha comunicado Jesucristo a los Sacerdotes. Jesús reviste de lo suyo a los Sacerdotes, según Tertuliano”.
Y tanto lo reviste que se hace un “uno ministerial” con él.
No concibo a Cristo, tan amante y reiterativo de la unidad en él, haciendo tan sutiles distinciones que conllevan una división y un obstáculo para él mismo como Ministerio Sacramental de salvación ante cualquier fiel aunque sea ante un Sacerdote suspenso a divinis.
¿Pensaba así Cristo para subsanar la posibilidad, en el transcurso del tiempo, de que serían así condenados algunos inocentes?
Recibido el Sacramento, ya no soy yo, sino Cristo es el Sacerdocio de plenitud para la salvación en cualquier Consagrado.
¿Porque cada Obispo es como un escultor que da formas distintas o si quiere truncadas, a cada Cristo para esa salvación?
Sí puede suspender de licencias, legitíma o deslegitima la acción Sacerdotal, pero no puede anular ni modificar la esencia del Sacramento, porque esta, en sí, es Cristo, y es un Sacramento que imprime carácter.
Pero el que ambos, Obispo y Presbítero convengan en un solo Jesucristo, no niega las relaciones jerárquicas y de obediencia del Presbítero respecto a su Obispo, Es conveniente y necesario, aún por derecho divino, y además para evitar el cisma (según S. Jerónimo), mantener una Iglesia fuerte, jerárquica y unida en el Párroco, en el Obispo y en el Santo Padre. “Sin estos, la Iglesia (real) no se da”.
Ni en la Sagrada Escritura, ni en los primeros tiempos, se ve una dependencia con posibilidad anuladora de lo esencial Sacramental en los Presbiteros dejados por los Apóstoles.
San Ignacio Mártir (R.43) dice: “Que obedezcáis al Obispo y al Presbítero sin diferencia, porque todos convenimos en un solo Jesucristo”.
No intento, en modo alguno, negar la Autoridad del Obispo, Sucesor de los Apóstoles, pero no deja, por ello, de ser cierto, lo que dice S. Ignacio Mártir: “Convenimos en un solo Jesucristo”. Y en esto, “obedezcáis al Obispo y al Presbítero sin diferencia”.
Si esto no se reconoce así, sería estar contra la unidad y la presencia “salvadora” de Cristo actuante en todo Sacerdocio. Y si es esto cierto, conviene recordar, entre otras personalidades y Papas, aducidas por S. Alfonso Maria de Ligorio, las palabras de Casiano: “La dignidad del Sacerdote es la más elevada de todas las jerarquías de la tierra y de todas las altezas celestiales y que a Dios solamente es inferior”.

Hoy, a mis años, me pregunto: ¿Cómo tuve valor para aceptar tan altísima dignidad?
Y aunque en un sentido contrario a Kafka que dice:”el misterio de Jesús es tan vertiginoso que hay que defenderse de él para que no nos arrastre a su fondo”, por el contrario, para cuantos le hemos seguido, de una u otra forma, sentimos y queremos hacer sentir a otros, que el “fondo” de Jesús es hacernos amigos de Dios y participes de su Sabiduría y filiación divina. Y aún ante un flor, / ante las espumas de un acaudalado río / que se hace voz en el acantilado, / ante el canto de las aves en la alameda, / en la calma de una noche de luna blanca, / en las arenas del desierto, / oímos: un silencio impregnado de admiración, / es el silencio sonoro / de la voz amorosa / en misteriosa quietud / de Dios Padre a su Hijo, /canción de cuna como de amor materno / que solo se oye en la calma de los sentidos / porque el Padre hace que le acune a su Hijo / todo el universo.

¡Cuanto se ha perdido Kafka!, que jamás pudo saborear estos versos de Juan de la Cruz: Mi amado las montañas / los valles solitarios nemerosos / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos.
El Sacerdote es el dedo de Dios, algunos no usados ya por él, (pero estamos en su mano) para arrancar del “fondo” de su arpa la melodía de la creación, y es un infierno no escuchar, por sordera, concierto de tan infinita belleza.

Cristo no solo es Iglesia-Sacramento-estructura, sino que en él, en quien fueron creadas las cosas, encontramos la belleza de Dios, porque todo el universo es una eucaristía.
Callad, callad decía S. Francisco de Asís a las florecillas. Ya se que me estáis hablando de Dios, que Dios me habla en vosotras.
“Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó he hermosura” (Juan de la Cruz).
Por ello Cristo en su Sacerdote también es Maestro de la Vida en sus más íntimos gozos, y además transcendentes.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Mar 31, 2006 9:02 am    Asunto:
Tema: Estima del sacerdocio
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¿Podría decirse que Cristo solo ha instituido el Episcopado como Sacramento, y que este busca colaboradores, a pesar de que Pablo, revelación, afirma que todos somos colaboradores de Cristo, puestos por el Espíritu Santo? “El Espíritu Santo, dice Pablo a los Presbíteros, os puso por Obispos para regir la Iglesia de Dios”
Cristo instituye el Sacerdocio como Sacramento, y este en su esencia, tanto para el Obispo como para el Presbítero, en su misión y entidad Sacramental, es el mismo, y en esa esencia Sacramental el Presbítero no es colaborador del Obispo, sino de Cristo, bajo la autoridad del Obispo, que por razones de su Autoridad necesaria, tiene privilegios propios, que no menguan a Cristo aplicando su redención en su Sacerdocio, con el Presbítero.

Pero pudo ser que Cristo instituyese solo el Episcopado y este hace participe de su Sacramento al Presbítero.
Además de la institucionalidad del Sacramento del Sacerdocio por y en un solo Jesucristo, ¿Pablo no conocía esta doctrina y mezcla los términos Obispo y Presbítero por ignorancia de este exclusivo Sacramento Episcopal?
Si el Presbítero es Cristo Sacramento no puede serlo por participación en el Sacramento Episcopal, porque entonces la mente de Cristo habría sido instituir este Sacramento Episcopal único, y resultaría que no solo Pablo sino también Pedro lo desconocía cuando dice a los Presbíteros que apacienten la grey gobernando como él Presbítero también

¿Acaso un Presbítero puede depender Sacramentalmente del Sacerdocio del Obispo sin que el Presbítero reciba directamente del Espíritu Santo, según la revelación, el único Sacramento Sacerdotal?
Ambos participan de la esencia sobrenatural del Sacramento que es Cristo, único Pontífice ante el Padre.
Ni en Pedro ni en Pablo hay el menor indicio de que ellos se atribuyan ser el Sacramento en el que van a participar los Presbíteros. Ellos y los Presbíteros, y en la misma Sacramentalidad, están unidos a Cristo por el Espíritu Santo, para la salvación.

Pero pudo ser que Cristo instituyese el Sacramento Sacerdotal de los Apóstoles y los Obispos sean sus sucesores en ese Sacramento, y aquellos y estos deleguen en los Presbíteros.
¿La delegación es igual a un Sacramento? ¿Existe la Sacramentalidad delegada? ¿No está el Presbítero inserto en el mismo Sacramento con Cristo, con el Apóstol y con el Obispo, un solo Sacerdocio ante el Padre; Cristo?
“Que obedezcáis al Obispo y al Presbítero sin diferencia, porque todos convenimos en un solo Jesucristo”

Si el Presbítero fuese solo un delegado aún Sacramental, del Obispo, podría renunciar a ese delegación sin más y pasar al estado laico sin otro prerrequisito que su propia renuncia puesto que la Sacramentalidad si es una delegación, no estaría en el Presbítero sino solo en el Obispo.

El que el Obispo sea el transmisor (¿con su Presbiterio?) de ese Sacramento, no anula la acción personal del Espíritu Santo. Ni el Sacramento queda dividido en dos Sacerdocios, dos Cristos, ni aún en el caso de que el Episcopado sea considerado como Sacramento, porque entonces no coincidiríamos en un solo Jesucristo, único Pontífice, y Cristo no puede ser dividido ni disminuido ante el Padre por derechos jerárquicos.
Todos somos miembros de un solo Cuerpo, donde Cristo es el todo, como árbol donde brotan las ramas: “Yo soy la vid”; (la cepa) Y esta vid solo es Cristo, no los Apóstoles: “vosotros los sarmientos” les dice Jesús. Dios puso en Jesús toda plenitud, y donde esté Cristo estará esa plenitud para la salvación del hombre. Y el Espíritu Santo os dará de lo mío, y no dice, vosotros mis Apóstoles daréis de lo mío.
Nosotros, los hombres, solo somos los medios visibles por medio de los cuales actúa el Espíritu Santo.

La potencialidad que da el Sacramento, la presencia de Cristo Sumo y único Pontífice en él ¿qué abarca? ¿Cristo en su Presbítero será solo un pobre santificador, solo un Ministerio pueblerino de redención y evangelización, solo Sumo Sacerdote ante el Padre, Palabra de Dios Sacramental? ¿Otro Cristo?
¿Pero puede ser más, tanto el Obispo como el Presbítero en el Sacerdocio?
Mons. Theas ha dicho: “Ni tampoco destaca el texto la importancia del Sacerdote, que es otro Cristo, y no un funcionario, sino que tiene la misma misión que el Obispo”.

En nada me quiero apartar de los dogmas de la Iglesia Católica, pero ante la devaluación Sacramental de la vocación Sacerdotal, (… media página en el Tratado de Iglesia) por la indispensable necesidad de una autoridad, creo que reconocida esta, se debe profundizar, cuanto sea posible, para elevar la Iglesia como Sacramento, y no dejarnos arrastrar más allá de su esencial misión santificadora, y aunque es absolutamente necesaria la jerarquización y para ella el respeto y la obediencia, pero que por ello no quede con detrimento la misión de la Iglesia, el fin de la redención, que en cuanto santificación de los fieles, está primordialmente, por lógica necesaria en la práctica, encargada por el Espíritu Santo al Presbiterado entre la grey como reconocen con certeza, admiración y respeto, Pedro y Pablo.

Creo que el Sacramento Sacerdotal es la más perfecta y completa realidad sagrada de la presencia y potestad redentora de Cristo.
Es como una nueva y especial encarnación. Es, como una eucaristía, pero no en unos accidentes de pan y vino sino en la misma imagen de Dios, el hombre, donde, entre Cristo, el Espíritu Santo y ese hombre, (aún pueblerino) resulta “una sola potestad ministerial de Dios”.
¿Ese uno viviente, activo y operante, santificador y evangelizador, no tiene algo superior a la Eucaristía en la aplicación global de la redención?
Grande es el Sacerdocio, pero es tremenda su responsabilidad.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Lun Abr 03, 2006 10:57 am    Asunto: Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Los documentos eclesiásticos aplican solo al Magisterio Episcopal las palabras de Cristo “quien a vosotros oye a mi me oye”.
Pero, ¿Cristo Sacramento-Sacerdocio no está en el Presbítero perdonando, hablando él con y a través de su Sacerdote?

¿No es tan, (o más) nítida y transcendente Palabra de Dios la Sacramentalidad del Perdón, que el Magisterio Episcopal?
La evangelización es el medio para conseguir lo esencial, es decir, la santificación, la salvación, y como es absolutamente necesario el perdón de los pecados, de aquí que en el que “a vosotros oye a mí me oye” Cristo hace tanta referencia, a más, a su voz Sacramental como a su voz de evangelización.
El sacerdocio en su voz evangelizadora también proclama la Palabra de Dios. Pero no todas nuestras palabras son Palabra de Dios, pero sí es la voz inequívoca de Cristo en toda palabra Sacramental.
Para esto son muy consoladoras las palabras de Pio XI, cuando dice, que el Sacerdote “actúa en persona de Cristo”.
Por ello cabe preguntarse, ¿solo el Obispo continúa la misión Apostólica?
¿Solo el Obispo es Cristo proclamando la Palabra de Dios y aplicando la redención con la Palabra Sacramental? “No solo te ruego por estos sino por todos cuantos gracias a su palabra crean en mí”.
Aquí todos somos enviados por el Padre, en el Hijo.

Por ello un vacío doctrinal sobre el Sacerdote “aún” en el Concilio, descorazona al Presbiterado, porque el Sacerdote en el Pueblo con Cristo es, Pastor, Maestro evangelizador y Sacramento de salvación.
La “Cura de almas”, ¿no es la esencia de la Iglesia? ¿No es la razón de la muerte del Hijo? ¿No es la misión y el oficio del Espíritu Santo?

¿“Si esto han hecho conmigo, que no harán con vosotros? Por ello amorosamente debemos pedir a Cristo que se manifieste en nosotros como él se lo pedía al Padre. Porque es necesario que se vea que él nos acompaña.

Yo veo cuatro encarnaciones del Verbo entre los hombres:
La primera en María, donde el Verbo toma nuestra naturaleza, y Dios desciende. Nos dignifica y santifica a todos en esa su unión natural cargando y satisfaciendo por nuestros pecados, y nos deja en libertad para aceptar sus dones.
La segunda, en la Eucaristía, donde el hombre se eleva, sin apariencia visible, pero real, y participa de la misma Vida de Dios. Somos receptáculo silencioso del Verbo, como en María.
La tercera en el Cuerpo Místico, Cuerpo de Cristo, donde como pueblo somos en Cristo, partícipes de la divinidad.
La cuarta en el Sacerdocio, donde el hombre no es que sea otro Cristo sino en el sentido de que Cristo actúa en un uno Ministerial con él, el Sacerdote actúa en persona de Cristo, porque Cristo está presente en ese Sacramento como en la eucaristía, aunque de modo distinto.

Pero además, es que toda la creación es un reflejo, manifestación de los atributos y belleza de Dios.
La fantástica precisión de lo físico y lo químico con sus leyes universales y particularísimas en el Cosmos y en el mundo microscópico, son solo propias de un Dios, de una sabiduría infinita.
Y así el universo es su primer Evangelio.
Stephen Hauking, a pesar de ser agnóstico, dice :"Si descubrinos una teoría completa, de todo,...todos, filósofos,científicos y la gente normal podremos tomar parte en la discusión de por qué existe el mundo". Y el libro de la Sabiduría a los creyenyes ta nos proclama:"Por la grandeza y hermosura de las criaturas, se deja ver, por analogía, su Hacedor" ( Sab. 13.5)

Termino así esta Primera Parte en la que he querido acertar en mis comentarios con lo que es el Sacerdocio Sacramento, no tratando del Sacerdocio también Jerárquico. Pero queda muy claro que respeto y amo la misión episcopal como Sacerdocio en su plenitud de Iglesia.

Tengo muy presente estas palabras de Cristo: “La lámpara del cuerpo es tu ojo”. (Tu conciencia) “Cuando tu ojo fuere bueno, también todo tu cuerpo quedará iluminado: más cuando fuere malo, también tu cuerpo quedará en tinieblas”. Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea oscuridad”. (Lc. 11, 34-35)
Por ello quise que los Sacerdotes me diesen su opinión, y hasta hoy, no la he recibido.

Continuará.
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Agustin Sanchez Diaz
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Registrado: 03 Oct 2005
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MensajePublicado: Jue Abr 06, 2006 5:14 pm    Asunto: Segunda Parte
Tema: Estima del sacerdocio
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Segunda Parte:
LA COLGIALIDAD EN EL PRESBITERIO

Nota.-Cualquier Sacerdote secularizado ¿no puede ser amado por Cristo? Y si Cristo le amase, ¿debe ser estigmatizado por los hermanos? Llevo cuarenta años andando por el desierto, soledad, y solo tengo un bien amigo: Jesús de Nazaret. Y escribiendo sobre el Sacerdocio, solo hablo de mi “amigo inseparable”, Jesús.
---
Nada niego de lo que hay definido o se defina por la Iglesia sobre el Obispo. Pero si se estudia aún en el Concilio, el puesto del Presbítero en el Presbiterio, creo tiene más participación y grandeza que la que actualmente se le concede.
No rebajo la Dignidad Apostólica Episcopal, elevo, sí, la Dignidad Sacramental Presbiterial.
Todos repartimos el mismo pan
Unidos en Cristo, un solo Sacerdocio ante el Padre, los Presbíteros volverían a ser como los describen Pedro y Pablo, hombres elegidos entre el Pueblo por el Espíritu Santo, con autoridad de gobierno sobre la economía redentora, no solo en la práctica, sino que debían serlo también hoy, en lo doctrinal dogmático dada su institucionalidad Sacramental y el reconocimiento de los Apóstoles. Porque al ser Cristo todo Sacerdocio, ningún Sacerdote puede ser excluido de la misión del Mesías, a través de su otro yo Sacramental.
Al Presidente del Presbiterio le corresponden sus privilegios, su categoría y misiones propias, pero este reconocimiento de la Autoridad en absoluto rompe la unidad en la misión.
El Obispo representa y gobierna con su Colegio Presbiterial a su Iglesia visible, porque Cristo no ha fundado solo el Episcopado, Cristo ha instituido una Iglesia, un Pueblo y este es su Cuerpo.
La unidad en el Cuerpo de Cristo es perfecta y ennoblecedora. Nadie puede excluir a otro, ni creerse que, por misiones diversas en ese Cuerpo, esto le da más participación en la Gracia santificante personal meritoria ante el Padre.
Los dones ministeriales tienen una sola misión de servicio a Cristo en su Cuerpo. Nadie puede considerarse al margen o superior a ese Cuerpo.
Esta Asamblea, Pueblo de Dios, tiene un Sacerdocio divino constituido en un Presbiterio: Obispo y Presbíteros, que por igual derecho divino, según Pedro, (I Ptr.-5- 1,2) forman una unidad espiritual Sacramental de gobierno, porque ambos “actúan en persona de Cristo”. (Pio XI).
Esta Colegialidad-Unidad, hace al Obispo más fuerte, más solidario, más respetuoso con Cristo en el Sacramento del Presbítero. Porque esa Colegialidad hace real la petición de Cristo: “que sean uno en mí”, y más en concreto en el Sacramento Sacerdotal donde convenimos todos en un solo Jesucristo para la salvación. (S. Ignacio de A.)
Esta unión, nadie la niega y discute, pero la postura Episcopal se distancia de ella no solo en la práctica sino en lo doctrinal, resaltando más los privilegios de la Jerarquización, que la unidad de Cristo Ministerio de Redención en todos.
Un Obispo dijo en el Aula: “está visto que el tema de los Sacerdotes va a quedar para el Concilio Vaticano III”. (Cro.14-X-64). Y sin embargo se busca un nuevo dogma para el Episcopado.

Que al Obispo, a quien se le debe obediencia, se le encomiende el cuidado de la Iglesia, no por ello se puede negar la realidad de todos en un solo Cuerpo: Clero, religiosos y seglares. Ni se puede negar la realidad de la Sacramentalidad del Presbitero a través del cual el Espíritu Santo engendra el Cuerpo de Cristo por el bautismo, donde comienza el Reino de Dios por la acción Sacramental del Sacerdote.
Las mismas palabras Sacramentales usa el Obispo que el Presbítero.
Las mismas gracias Sacramentales administra el Obispo que el Presbítero.
La misma evangelización de la liturgia aplica el Obispo que el Presbítero.
El mismo fín tiene la administración de los Sacramentos en Obispo que en Presbítero.
La misma transcendencia tiene el acto Sacramental del Obispo que el del Presbítero.
Todos cooperamos con el Espíritu Santo para que el hombre sea templo de Dios.

Esa unidad es Evangélica, esencial, porque es voluntad del mismo Cristo: “que sean uno en mí”, y por ello “que obedezcáis al Obispo y al Presbiterio sin diferencia porque todos convenimos en un solo Jesucristo”. (S. Ignacio R.43)
Esa unidad en la misión santificadora de Obispo y Presbiteros, constituye por institución y voluntad divina, la Unidad Sacramental que, no solo es Colegialidad, sino que es sin duda más que cualquier Colegialidad o Confederación, ya que aquí nos “colegiamos” con Dios para repartir los bienes de Cristo.
Digo que es más que una Colegialidad, porque esta se entiende entre hombres para fines propios humanos o de una profesión. Y aquí es unirse, colegiarse Sacramentalmente nada menos que con el Padre Creador, el Hijo Redentor y el Espíritu Santificador, que nos admiten en su COLEGIALIDAD UNIÓN TRINITARIA para vivificar, a través nuestro, con su propia Vida Divina, al hombre. Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Por ello me escandalizo ante lo que transmitían las Crónicas: “Es curioso que la Constitución de la Iglesia reserve nueve páginas a los Obispos, siete a los laicos y solo media página a los Presbíteros, tratando de ellos indirectamente, al hablar de sus relaciones. Con el Obispo”.

EPISCOPOS

El Obispo no puede aplicarse en exclusiva la misión que el Espíritu Santo confiere al Sacerdocio, ya que se deben aplicar al Sacramento: “Cristo que permanece”, y ante él queda muy claro el texto de San Pablo: “Mirad por la grey en medio de la cual el Espíritu Santo os puso por Obispos para regir la Iglesia” ( Act. 20 veintiocho), dicho a los Presbíteros de Efeso.

“En la perícopa de los Hechos, el término con el cual San Pablo nombra a los jerarcas de la comunidad efesina, se limita a recoger un aspecto de la misión de los Presbíteros, a saber, su labor de supervisión y dirección de la grey. Cristo se eleva en el vértice de todas las comunidades por derecho propio como Pastor y Episcopos solícito de todas las almas. Pero no se reservó esa potestad. Después de Pentecostés, la comunicó a las personas que él había escogido, por el Espíritu Santo la infundió mediante la imposición de las manos apostólicas, a cuantos San Pablo constituyó Presbíteros encargados de las comunidades asiáticas.
De este modo participaban de la misión episcopal, o sea, de la solicitud pastoral de Cristo. Por eso a los Presbíteros de Efeso les incumbe la obligación de mirar por la grey cristiana en medio de la cual el Espíritu Santo los puso en calidad de Obispos”. (Guerra y G. nº 437)

Cristo es el Episcopos, y por ello San Pablo al decir “por Obispos”, no se refiere al contenido posterior que adquiere este término, sino al Sacerdocio de Cristo en todos.
Utilizar como se viene haciendo históricamente este texto doctrinal, para probar que el Obispo exclusivamente ha recibido esa misión, es una substracción contra la esencia del Ministerio Sacerdotal en un solo Episcopos: Jesucristo.
Sea el Episcopado lo que doctrina de la Iglesia y una tradición crea conveniente y necesario, pero esa no es razón para que Cristo Sacerdocio en todos, padezca este naufragio en su Sacramento ante sus Obispos.
“Hay que salvar al Presbiterado del naufragio que ha padecido en el Esquema de Iglesia”, dice el Dr. Morcillo en el Concilio.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Lun Abr 10, 2006 4:41 pm    Asunto: Concilio de Jerusalén
Tema: Estima del sacerdocio
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CONCILIO DE JERUSALEN

En la Unidad de esa divina entidad Sacramental, más esencial y trascendente que una Colegialidad, está el Presbiterio, “actuante en persona de Cristo”. Y así el Hijo de Dios, en todo sacramentado, es continuador personal Sacramental como único y Sumo Pontífice ante el Padre. Y deduciéndose que en este sentido somos “otro Cristo” (Cristo personalizado en su Sacramento) haciéndose presente y ofreciendo su redención a través del Sacerdote, ¿cómo si somos continuadores, actualizadores, portadores de Cristo Sacramento, no somos continuadores de la misión salvadora de los Apóstoles, que es la esencia de todo “apostolado”en la Iglesia?

En consecuencia, también me pregunto ¿No será que Cristo dio su potestad tanto Sacerdotal como jurisdiccional a los Apóstoles bajo Pedro, y estos la dejaron al Sacerdocio reunido en el Presbiterio, como se desprende de las Sagradas Escrituras, y, que sea este, con uno de los Presbíteros elegido, el medio del Espíritu Santo para el gobierno de los méritos redentores, y así el Sacerdocio “rige la Iglesia de Dios, la riqueza de Cristo, como dice Pablo?
Por otro lado San Jerónimo, como hemos visto, nos dice: “ Uno es elegido que se superpondría a los demás, hecho así para evitar el cisma para que cada uno no rompiera la Iglesia de Cristo”.
Afirmación que en absoluto niega la sucesión de Autoridad Apostólica en ese elegido al que llamaron Obispo.
Teodoreto (año368-458), cuyo testimonio traía más arriba, dice “A los Obispos, Pablo unió los Diáconos, sin hacer mención a los Presbíteros, y como no es posible que muchos Obispos fuesen pastores de una misma ciudad, queda claro que los Presbíteros son aquellos a los que llama Obispos. Sin embargo Epafrodito los llama Apóstol. Luego claramente enseña que el Oficio Episcopal para él es cierto, llamándoles Apóstoles”. Lo que demuestra que no había una claridad diáfana en los comienzos del cristianismo.
Hasta hoy los Teólogos como también hemos visto, dicen: “Es de fe divina que Cristo instituyó el Sacerdocio, pero se investiga: Si fue Cristo el que instituyó la distinción entre Episcopado y Presbiterado, o por el contrario si él dejo a la Iglesia para que hiciese la distinción entre Obispo y Presbítero. Pero pudo ser que la Iglesia, ella por sí, pasado el tiempo creyese oportuno separar en dos grados el Sacerdocio (BAC. P. Solá, de Sacr. Nº 23)
Por todo ello, y yo acepto que el Episcopado es de institución divina en los Apóstoles, no es disparatado preguntarse ¿El Concilio de Jerusalén entre Apóstoles y Presbíteros es un mero hecho accidental sin contenido alguno doctrinal referente a las relaciones entre los Apóstoles, y en consecuencia entre sus Sucesores los Obispos y los Presbíteros?
Ante el hecho real de aquel Concilio no comprendo lo que el P. Collantes me dice en su carta: “Con eso baste para hacerse una idea de la seguridad teológica de su escrito, el resto es a veces cómico, por no decir indignante. Como cuando Vd. en la página 10 hace esta retórica pregunta: ¿Se puede llamar Ecuménico un Concilio que prescinde de la mayor parte del Presbiterio oficial y prácticamente?...Según esto, prosigue el P. Collantes, “no ha habido hasta ahora ningún Concilio Ecuménico, ya que hasta ahora siempre se ha prescindido del Presbiterio oficial y prácticamente”.
Pues los Apóstoles, P. Collantes, no prescindieron de los Presbíteros ni de la Iglesia.
Yo admito como Vd. los Concilios Ecuménicos, porque los Concilios no son una Asamblea de Obispos aislados sin ninguna representación de su Presbiterio y fieles, ellos, representan a la Iglesia, que somos todos. Por lo tanto ni oficial ni prácticamente, como Vd. dice, pueden prescindir de los Presbíteros ni del Cuerpo de Cristo: La Iglesia.
Vd. proclama consecuente e implícitamente que solo los Obispos son Iglesia al margen de su Presbiterio y del Cuerpo de Cristo.

¿Se habrá substraído por el poder jerárquico la realidad de un hecho revelado, donde con toda literalidad se nos dice: “entonces resolvieron los Apóstoles y los Presbíteros”?
La Iglesia no es, una de Obispos con su Autoridad, Gobierno y Magisterio; otra de Presbíteros con su pastoreo y apostolado santificante y otra para el resto de fieles. Todos somos Cuerpo de Cristo, con la dignidad de ser uno en Cristo.
Sí es cierto que los acuerdos dogmáticos y Pastorales de los Obispos son la voz clamorosa, según las circunstancias, del Pueblo de Dios. Nacen del sentir de la Iglesia según los tiempos. Y ellos, los Obispos, y solo ellos, son los únicos que pueden hacerlos oficiales en la Iglesia bien Diocesana o universal. Este es uno de sus sublimes Ministerios.

Pero recordando a S. Jerónimo, el Obispo era nombrado por el Presbiterio, nacía en él, lo elegían los Presbíteros. Y aunque hoy, por razones eclesiales, no es así, esto no niega la potestad que tiene el Presbiterio para resolver con los Apóstoles, según las Escrituras, y elegir su Obispo según la más antigua Tradición.

¿No hay una posibilidad de aplicar hoy, de alguna manera, la forma apostólica, como consta en Los Hechos de los Apóstoles: (15,6) “Reunieronse entonces los Apóstoles y los Presbíteros para entender en este asunto” acomodándolo hoy a las exigencias actuales de más participación, para devolver una mayor estima al Ministerio Sacerdotal y al Pueblo, también voz de Dios?
Por ello creo que hay que llevar también a la vivencia del Pueblo de Dios, que el Espíritu Santo habla a través de él, cuyo primer receptor es el Sacerdote, que unido a su Obispo, este confirma o no, que es esa verdaderamente una “voz de Dios”.
Tanto el Presidente del Presbiterio, el Obispo, que tiene la misión Diocesana de presidir, dirigir, ser signo de unidad, como sus colaboradores en lo jerárquico, los Presbíteros, (en lo Sacramental todos somos colaboradores del Espíritu Santo), que bajo la Autoridad Episcopal, esos Presbíteros, presiden, rigen, dirigen y son signo de unidad en una porción de la Iglesia (Parroquia o ministerio), coincidiendo todos en un solo Jesucristo como partes diversas de servicio a su Cuerpo.
Y en una sola Iglesia y en todos los países, ayudamos a Cristo para que él pueda ver cumplido su deseo: “que todos sean una en mi, como Tu y yo somos uno”.
Lo que si es cierto, en la realidad, además de la Autoridad, es que sin el Sacerdocio, sin Cristo entre su grey, no hay modo de edificar Iglesia.

La unidad en el seno de la Santísima Trinidad es el ideal de lo que debe ser la Iglesia: participación, unión, comunión, aunque con diversidad de personas y atributos: El Padre, Creador; el Hijo, Redentor; el Espíritu, Santificador; pero un solo Dios. Y así como esos atributos no devalúan la unidad en Dios, sino que la complementan, (en expresión humana, la diversifican) así deben ser los diversos Ministerios en el Cuerpo de Cristo.
Que el Obispo, gobierne.
Que el Sacerdote, santifique; para que a través de la Autoridad y el Sacramento Sacerdotal, el fiel sea parte del Cuerpo de Cristo, donde nos encontramos todos, con una sola Vida: la de Dios.
Por ello San Ambrosio decía: “El oficio del Sacerdote, es la obra del Espíritu Santo”. Pero ahí está el Padre que nos ama, el Hijo que redime y el Espíritu que reparte sus méritos.

Es esperanzador que el Cardenal Alflink confesara en el Concilio: ¿”Responde a la expectación de los Sacerdotes el texto que estamos discutiendo?” Y contestaba el mismo Cardenal holandés con un rotuno “no”. Zafarse de estas cuestiones (la de los Presbíteros) sería introducir una justa desilusión. (Cro. 16, X, 64)
¿Solo una desilusión?
En estos días de Concilio los Sacerdotes estábamos escandalizados. Y yo, siendo solo un Cura de Pueblo, envié al Concilio “mi escrito” que al final daré a conocer.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Abr 15, 2006 10:45 am    Asunto: Doctrina no exacta
Tema: Estima del sacerdocio
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Doctrina no exacta

San Pedro en su Carta primera (5 ss) dice: “A los Presbíteros, pues, de entre vosotros exhorto yo, presbítero también…Apacentad la grey de Dios que está en vosotros, gobernando…haciéndoos modelos de la grey”.
Y aunque añade “los más jóvenes someteos a los Presbíteros”, según la interpretación más corriente se refiere a los más antiguos presbíteros, porque Pedro dice casi literalmente lo que Pablo a los presbíteros de Efeso.
Pablo. Os puso el Espíritu Santo para regir (pastorear) la Iglesia.
Pedro: apacentad la grey de Dios.
Lo que nos indica que Apóstoles y Presbíteros formaban la autoridad, aunque no con la misma participación de poderes.

Pero dentro de las palabras de Pedro y Pablo, las palabras del Dr.Tarancón a mi modo de ver no son exactas ni ayer, ni hoy, pues dice: “El Presbítero ha sido instituido en la Iglesia con el exclusivo fin de colaborar con el episcopado. En la primitiva comunidad los Presbíteros asistían al Obispo en los actos del culto, administraban en su nombre los sacramentos y eran altavoces de la palabra episcopal, las manos y los pies del Obispo. (pag. 73 y setenta y ocho)
Gran distancia y diferencia a lo que dicen Pedro y Pablo.
Ni la grandeza teológica del Sacramento, porque son puestos por el Espíritu Santo para pastorear y gobernar, ni participes con los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén, ni que “el Sacerdote actúa en persona de Cristo”, ni que son el gobierno dejado por los Apóstoles, aparecen en estas palabras.

a) “El Presbítero ha sido instituido en la Iglesia”
Lo correcto, según lo revelado, es decir que el Sacerdocio del Presbítero es de institución divina sacramental.
Al decir “en la Iglesia” parece indicar que es como de institución episcopal, cuando aparecen ya junto a los Apóstoles y el mismo Pedro dice: “yo, presbítero también”, y sin olvidar que esto se dice antes de ser delimitados en el Presbiterio los nombres de Obispo y Presbítero.
De las palabras de Pedro y Pablo, no es posible deducir que ni siquiera ellos instituyen el Sacerdocio Sacramental del Presbítero. Afirman que El Espíritu Santo lo transmite a los Presbíteros, mediante la imposición de las manos, primero de ellos, y después del colegio Presbiterial como poder Sacerdotal instituido por Cristo.
Y aunque el Colegio Episcopal está en lugar del Colegio Apostólico, así como este no priva, porque no podía privar a los Presbiteros del derecho institucional de Cristo para su gobierno personal Sacramental sobre los dones redentores entre la grey, el Episcopal, debía proseguir manteniendo esa institucionalidad necesaria para Cristo, con el mismo tratamiento y valoración respetuosa que los Apóstoles, ya que reconocían que Cristo Obispo está también en ese Sacramento del Presbítero “para regir y gobernar” su riqueza de salvación entre el pueblo. Sacerdocio Presbiterial absolutamente necesario a Cristo para evangelizar, bautizar, celebrar la Eucaristía compendio de toda su Misión, y el perdón de los pecados.
¿Pensaba Cristo más en la jerarquización que en la Sacramentalidad Sacerdotal que es él mismo con el Espíritu Santo, activos y operantes entre su grey, aplicando la redención en la Iglesia? ¿La jerarquización, necesaria, es el fin de la muerte de Cristo, o está en la aplicación, mediante el Sacerdocio, de sus méritos?

b)- “Con el exclusivo fín de colaborar con el episcopado”
Si el Sacerdocio es Cristo Sacramento ¿cómo puede ser instituido con el exclusivo fin de que Cristo sea colaborador del Episcopado o de sus Apóstoles?
Lo esencial de la Iglesia no es su jerarquía, ni el acto esencial Sacerdotal siquiera es de los Apóstoles, la acción esencial redentora de la Iglesia es propia y exclusiva de Cristo y del Espíritu Santo en el Sacramento Sacerdotal de Cristo ante el Padre en todos, y único Sacerdocio.
¿Cómo puede ser Cristo-salvación en su Presbítero, exclusivo colaborador del Obispo? ¿Es el Episcopado el Sacerdocio redentor? ¿Cristo ha instituido este sacramento con el exclusivo fin de colaborar con su Obispo, o, es al revés?
El Sacerdote, los Apóstoles y el Obispo, reconocida la dependencia jerárquica, todos somos, por derecho divino, Sacramentalmente colaboradores de Cristo.
El Presbítero no ha sido instituido con “el exclusivo fin” de colaborar con el Episcopado.

c)- “En la primitiva comunidad los Presbíteros asistían al Obispo”
San Juan Crisóstomo comentando a S. Pablo, decía: ¿“Acaso en una sola ciudad (Efeso) había varios Obispos?, de ninguna manera, sino que a los Presbíteros los llamó así. Entonces los nombres eran aún comunes. Pasado el tiempo cada uno se le dio el nombre de Presbítero y Obispo. (R.1205)
En absoluto se niega la Sucesión Apostólica, pero aquellos Presbiteros-Obispos, para Pablo y los demás Apóstoles (¿y para el Espíritu Santo?) tenían más categoría y potestades, junto, nada menos que a los Apóstoles, que las que hoy le conceden el Concilio y el Dr. Tarancón.
El Presbiterio fue el gobierno de la Iglesia que convivía con los Apóstoles. (Reunieronse entonces los Apóstoles y los Presbíteros…Concilio de Jerusalén)
En la primitiva comunidad, Pablo habiendo reunido a los Presbíteros les dice: “Mirad por la grey en medio de la cual el Espíritu Santo os puso por Obispos para pastorear la Iglesia de Dios”.
Todos reconocían, y reconocemos hoy, la autoridad de Pablo, pero a este no se le ocurre decir que los Presbíteros le asisten a él, sino que son puestos por el Espíritu Santo para pastorear, para que después de él, sigan pastoreando la Iglesia.
Cierto que todos los Presbíteros colaboran con Pablo y los demás Apóstoles, hoy con los Obispos, pero lo esencial prioritario es que todos, Pablo y los Presbíteros, son colaboradores de Dios por la Sacramentalidad Sacerdotal que es lo divino esencial, y es lo que destaca Pablo, porque todos “convenimos en un solo Jesucristo” a quien en el Sacramento Sacerdotal, asistimos, servimos.

Continuará
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mar Abr 18, 2006 10:04 am    Asunto: Doctrina no exacta, continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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d)- “Administraban en su nombre los Sacramentos”
Si el Sacerdote es Sacramento Sacerdotal,”actuación en persona de Cristo” tan amplia como cualquier fiel lo necesite, ¿cómo puede administrar los Sacramentos en nombre del Obispo?
El Presbítero actúa bajo la jurisdicción del Obispo, pero en nombre de Cristo, aunque sí dentro de aquella jerarquización de la potestad del Obispo, pero entre ambas realidades, jerarquización, Sacramentalidad hay como una diferencia infinita, Obispo hombre realidad de autoridad, y Cristo Sacerdocio, Dios, realidad del Mesías.
El Presbítero está bajo la jurisdicción del Obispo, pero esta dependencia no es mayor ni en absoluto anula, la realidad de “el Sacerdote actúa en persona de Cristo”, es “otro Cristo” (Pío XI)
Los Presbíteros hacen como presente al Obispo por su delegación para legitimar una misión eclesial estructurada. Pero os Presbíteros hacen presente a Cristo y al Espíritu Santo no por delegación, aunque si bajo jurisdicción, sino que “actúan por institucionalidad divina y son Cristo y el Espíritu Santo actuantes. Y como dice Pablo, aplicándolo aquí a la Sacramentalidad, todo Sacerdote puede decir: “Ya no vivo yo sino Cristo vive en mí”.
Ni los Obispo administran los Sacramentos en nombre del Papa, ni los Presbíteros administran los Sacramentos en nombre del Obispo, todos, con una Sacramentalidad Vicaria, bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

e)- “Eran altavoces de la palabra episcopal”.
Si la Buena Nueva, el Evangelio a predicar es la Palabra de Dios, ¿cómo el Presbítero es altavoz de la palabra episcopal? ¿Acaso es revelación cuanto enseñe el Obispo, o, la revelación vino a través del Obispo, o, el Obispo es el anunciado por los Profetas?
“Al oír la palabra de Dios que os predicamos, la aceptasteis no como palabra de hombre, sino como palabra de Dios” (I Ts. 2,13).
Solo los Apóstoles han tenido el privilegio de que sus enseñanzas sean “revelación”, y aún así Pablo dice: “Qué es Apolo, qué es Pablo…hombres”.
Además, ¿qué distancia hay entre Heracla, Dionisio, Obispos, y Pablo Apóstol?

f)- “Las manos y los pies del Obispo”.
Si Cristo se hace un uno ministerial con su Presbítero. Si el Presbítero actúa Sacramentalmente “en persona de Cristo” haciendo verdad “el que a vosotros oye a mí me oye”, como en la confesión, donde en la voz del Sacerdote suena la palabra de Cristo: vete, tus pecados son perdonados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si el que honra al Sacerdote honra a Cristo, ¿cómo se puede usar una frase tan incompleta sin su total significado? ¿Acaso el Párroco puede decir que sus colaboradores son sus manos y sus pies y no principalmente colaboradores de Cristo?
La expresión de manos y pies, hoy, no es la más afortunada para expresar una colaboración jerarquizada. Pero con personalidad responsable en una misión asignada a cada Ordenado por el Espíritu Santo y realizada conjuntamente con él y Cristo.
¿La transubstanciación es un milagro, o, solo un rito de recuerdo? Si es real, un milagro real de cada día, ningún hombre, ni aún siendo Obispo puede hacerla sin Cristo. Porque Cristo es el que en ese momento, usando de su Sacerdote, utiliza ese uno ministerial Sacramental, para entre los dos realizar ese prodigio.
Cristo ha querido hacernos uno en él, y resulta fundamentalmente incompleto ser “manos y pies del Obispo”.
En el Cuerpo Místico ser manos y pies de uno de sus miembros, no coincide con la dignificación y cualificación que se consigue al tener todos la misma Vida o participación en la realidad divina de la Trinidad. Porque esta es la esencia del mensaje de Cristo, que además tiene temporalmente una jerarquización y un Sacerdocio entre los hombres.
Y así el Sacerdote, es esencialmente Cristo Sacerdocio aplicando su redención, no esencialmente altavoz, pies y manos del Obispo, sino voz, pies y manos de Cristo. Es Cristo y después lo demás, aunque al Obispo se le deba todo el respeto, sumisión y obediencia por su puesto jerárquico, siendo columna de la Iglesia, pero en este campo divino de aplicación de la redención, todos somos colaboradores de Dios, porque convenimos en un solo Jesucristo, único Sacerdocio ante el Padre.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 12:27 pm    Asunto: Doctrina no exacta. Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Del Obispo, dice el Dr. Tarancón :Los Presbíteros reciben el ser Sacerdotal. Yo diría que dependen de él ontológicamente en cuanto Sacerdotes”

La frase es para mí inadmisible, incompleta y teológicamente errónea, porque el Obispo no da de la suyo. El Sacerdocio no emana de él, lo administra. El Obispo no es el Sacramento. El ser Sacerdotal es un bien sobrenatural. Es Gracia que emana del Espíritu Santo. Pablo también así lo afirma. "Os puso el Espíritu Santo"
Nosotros no somos ni la fuente ni la vid. La plenitud y el manantial es Cristo.

Pero esto no es todo, el Dr. Tarancón también afirma: “El Episcopado sería el todo, es el Sacerdocio por esencia, podríamos decir”

En contra la doctrina revelada por Pablo, declara: “Este (Cristo) por cuanto permanece para siempre tiene un Sacerdocio perpetuo” (Heb- 7. 24)
“Ni el que planta ni el que riega son algo, solo cuenta el que da el crecimiento, Dios”
¡La esencia! ¿De donde un hombre puede ser la esencia del Sacerdocio? ¿No es Cristo Sacerdocio perpetuo?
Pablo cristológico, enamorado de Cristo, afirma: “El es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, porque en él fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades. Todo fue creado por él y para él. El es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia, principio, primogénito de los muertos, a fin de que obtenga la primacía de todas las cosas, porque plugo a Dios hacer habitar en él toda la plenitud y por él reconciliar todo consigo, tanto lo de la tierra como lo del cielo, estableciendo la paz por la sangra de su Cruz” (Col.1, l5-20).
“Qué es Apolo, qué es Pablo” y lo dice nada menos que Pablo.
¿Cómo va a ser el Obispo el Sacerdocio por esencia, el todo?

“La vocación Sacerdotal, prosigue el Dr. Tarancón, depende prácticamente del Obispo, bien se entiende como el Sacerdote en su más íntima raíz depende de este” (Pg.90)
Por favor, no nos quiten a Cristo de nuestra más íntima raíz porque dejan nuestro Sacerdocio sin razón divina, Sin Cristo. El Obispo no es la vid, ni la cabeza del Cuerpo Místico.
Entre Heracla o Tarancón Obispos y Cristo coma raíz, elijo a Cristo.
Cristo que continúa activo y operante, es el que llama. La respuesta es a Cristo y la entrega es a él, su íntima raíz y razón.
“Plugo a Dios hacer habitar en él toda la plenitud”.
El Obispo sí administra el Sacramento y tiene sobre él potestad de transmisión, pero no es el Sacramento. Bajo la jurisdicción del Obispo sí recibe el Presbítero su Sacerdocio, pero esto no le hace ser al Obispo “la más íntima raíz” ni de la vocación ni del Sacramento.
Cristo nos hace Sacerdotes, pero copartícipes de su Sacerdocio perpetuo, sin el cual no tendría razón de ser ni el Obispo ni el Presbítero.
El Presbítero debe actuar dependiendo en obediencia de su Obispo, pero es copartícipe con el Obispo del Sacerdocio de Cristo. Y Cristo a través de su Sacerdote es el que prácticamente suscita las vocaciones y las cuida hasta el día de su ordenación.

Lo dogmático hasta hoy es que existe el Sacramento del Orden para aplicar la plenitud salvadora de Cristo, y no creo que se pueda definir que hay dos Sacramentos, uno para el Obispo y otro de segunda categoría para el Presbítero.
Si el Sacerdote actúa en persona de Cristo no se le puede restar dignidad a Cristo en su Sacramento, y para ello no hay que menguar la Autoridad Jerárquica.
Si Cristo está en su Sacramento Sacerdotal, nada hay más digno de respeto, si no está en su Sacramento es falsa nuestra fe, o el Sacerdote no es más que un funcionario del Obispo.
Pero yo me quedo con lo que decía Mons. Theas en el Concilio: “el texto no destaca la necesidad que del Sacerdote tiene la Iglesia, de forma que, así se dice, nada sin el Obispo, bien puede decirse, nada sin el Presbítero, pues sin Sacerdotes es imposible la evangelización y aún más, aplicar los decretos que ahora se discuten en el Aula, ni tampoco destaca el texto la importancia del Sacerdote, que es otro Cristo, y no un funcionario, sino que tiene la misma misión que el Obispo”. (Cro.14-X- 64)
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Dom Abr 23, 2006 4:56 pm    Asunto: Meditacines piadosas
Tema: Estima del sacerdocio
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Meditaciones piadosas ante otras frases del Dr. Tarancón en su Obra “Los Sucesores de los Apóstoles”

“Los Obispos son los que tienen la misión de enseñar y santificar a las almas. Quien oye al Obispo oye al mismo Cristo, quien los desprecia, desprecia al Hijo de Dios”.

La frase es de San Juan Crisóstomo, pero él habla del Sacerdote: “Quien honra al Sacerdote, honra a Cristo, quien desprecia al Sacerdote, desprecia a Cristo”.
El que oye del Presbítero: Vete, tus pecados están perdonados, ¿no está oyendo también la voz inequívoca de Cristo Redención?
Cristo no es solo Palabra evangelizadora, también es Palabra divina Sacramental, y ahí está en todo Sacerdocio, porque el Sacerdote en el Sacramento “actúa en persona de Cristo”. “Es otro Cristo” (Pio XI)
¿Y se le puede privar a Cristo en su Presbítero la misión de enseñar y santificar?
¿Además, el Presbítero no presta su voz en los Sacramentos, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, a cuya voz y ritos, visibles, Dios está ahí trasmitiendo la acción sobrenatural de la Gracia?
Cierto que existe el Sacerdocio en el hombre, teniendo el Obispo una mayor plenitud que el Presbítero, pues confiere el Sacerdocio y conlleva los Poderes jerarquicos, pero Obispo y Presbítero tienen la misma plenitud para la salvación entre los fieles. Y todos como sarmiento, no como cepa.

Después de la lectura de la Palabra de Dios, las expresiones homilíeticas evangelizadoras del Presbítero y del Obispo no son Palabra de Dios, quien nos oye no oye al mismo Cristo, pero el mensaje de todo evangelizador, sí que nace de la Palabra de Dios, y el mensaje, si se ajusta a esa Palabra de Dios, si es mensaje de Dios.
Cristo ruega al Padre no solo por los Obispos, ruega por todos los que en la historia del hombre, gracias a su palabra crean en él.

Es cierto el Magisterio Supremo de los Obispos al que siempre hay que acatar, sin duda, pero no es igual a “revelación. La Revelación termina con la muerte del último Apóstol.
El dogma es una doctrina que el Magisterio de la Iglesia propone como revelada por Dios para ser creída. Este Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, está a su servicio. La Escritura y la Tradición constituyen el depósito de la fe.
La Iglesia no posee el poder de crear simplemente nuevos dogmas, declara que determinadas creencias forman o no parte de la Revelación. Los teólogos han profundizado antes, y después, en una explicación del contenido del dogma.
Los Santos Padres si coinciden en una determinada creencia, la Iglesia la acepta como doctrina cierta, pero ellos la han sacado de la Palabra de Dios. La Tradición tiene como base las enseñanzas orales trasmitidas por los Apóstoles y conservadas por el Pueblo cristiano

Enseñar, santificar.
Si quitamos al Sacerdote la misión dada por el Espíritu Santo de pastorear entre la grey, la Iglesia, enseñando y santificando, ¿para que necesita Cristo al Sacerdote?
Pero tan Santificante y Evangelizante es Cristo en su Sacerdocio del Obispo como en el del Presbítero, aunque salvados los privilegios de la Autoridad Episcopal, pero coincidiendo todos en la misión de Cristo, en un mismo Jesucristo, con derecho y obligación, dado por el Espíritu Santo, para evangelizar y santificar las almas.

“No es extraño que esa vida (la de las almas) languidezca cuando se rompe prácticamente la conexión con el manantial que la ha de proveer”, (El Obispo)

A mi modo de ver, el Obispo sí es la conexión sagrada y necesaria, vínculo apostólico con Cristo, pero no es el manantial. Jesús es la fuente para los Apóstoles y todos nosotros, quienes damos a beber de su “agua”.
Solo somos un cauce de la Fuente, porque son bienes sobrenaturales los que comunicamos, que no son nuestros, aunque seamos un canal.
“Yo soy la vid, vosotros, los sarmientos”. “como el sarmiento no puede llevar fruto de sí mismo si no permaneciere en la cepa, así tampoco vosotros si no permaneciereis en mí” (Ju. 15. 3-4).
Del Sarmiento pende el fruto, pero, “sin mi, nada podéis hacer”. Los sarmientos se podan y queda la cepa.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Abr 28, 2006 3:57 pm    Asunto: Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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"Los Apóstoles ordenaban Diaconos para que les ayudasen en las actividades secundarias, mientras ellos se dedicaban exclusivamente a la oración y al ministerio de la Palabra. Todavía no había llegado el momento de que participasen de sus poderes propiamente Sacerdotales, porque las comunidades eran pequeñas y bastaba el Apóstol, con la ayuda de los Diaconos para atenderlas”.

Sí, pero en los Hechos de los Apóstoles ya se nos dice: “entonces resolvieron los Apóstoles y los Presbíteros” (He. 15, 1)
Pedro dice también “A los Presbíteros, pues de entre vosotros exhorto yo, Presbítero también…apacentad la grey de Dios que está en vosotros, gobernando” (I Ptr. 5, 1-2)
Poco después San Clemente Romano dice: “someteos a los Presbíteros”, y Guerra Gómez aclara: “Pablo al declarar que los Presbíteros de Efeso han sido puestos por el Espíritu Santo como Obispos para regir la Iglesia, está manifestando que hasta entonces habían sido colaboradores suyos, pero a partir de ahora deben gobernar ellos la comunidad, sobre ellos recae toda la responsabilidad”.

“El hecho finalmente, de que desapareciese la antigua disciplina respecto a la elección de los Obispos y sea ahora el Papa el que los designe…Cuando era la propia Iglesia particular la que escogía a su Pastor, resaltaba más claramente la autoridad ordinaria y propia que este tenía sobre la misma”

¿Qué categoría doctrinal y práctica dejaron los Apóstoles a los Presbíteros, resolviendo con ellos en el Concilio de Jerusalén, y dejando al Presbiterio como base evangelizadora y jerárquica de entonces, (someteos a los Presbiteros)?
¿Solo queda resaltada la autoridad Ordinaria y no la autoridad de aquellos Presbíteros?
¿Los Presbíteros que elegían a su Obispo, dentro del Presbiterio, automáticamente quedaban convertidos en pies y manos el Obispo, o formaban un Presbiterio rector y gobernante de la comunidad, con una autoridad, pero unidos en la misión Sacerdotal y de gobierno proclamada por Pablo y practicada por los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén, como signo de una jerarquización más participada (en la Iglesia de la unidad) sin negar una autoridad presidencial?
¿No pertenece a la Tradición apostólica la autoridad del Presbiterio?
San Jerónimo dice que “las Iglesias se gobernaban por el común consejo de los Presbíteros”.
Aunque la Iglesia tiene poder para cambiar la forma de elección, en nada se menoscaba la categoría dada por los Apóstoles a aquellos Presbíteros, que no pueden ser despojados, al menos en lo doctrinal, de aquella consideración y práctica Apostólica.
¿Es prudente y necesario recordar esta autoridad de aquella primera jerarquía “os puso el Espíritu Santo para pastorear la Iglesia”, (doctrina de Pablo a los Presbíteros) y la realidad actual, (Hay que salvar al Presbiterado del naufragio que ha padecido en el Esquema de Iglesia., que dice el Dr. Morcillo en el Concilio)?
Los Presbíteros junto a los Apóstoles en nada rebajan la categoría del Apóstol, pero hoy, sí se elevaría al naufragado Presbiterado, que ni siquiera hemos sido invitados a este Concilio Pastoral, ¿porque el “Presbítero no tiene razón de ser por si mismo”?.
¿Es temerario preguntarse en qué ha quedado Cristo, ante sus Obispo en el Concilio, en su Sacramento de evangelización y santificación entre la grey, según lo revelado?


“Los Apóstoles serán los únicos Pontífices y los único mediadores en la Iglesia de Cristo. Ellos serán los administradores de los frutos de la redención”

En el Cristianismo, el único Pontífice es Cristo, por ser el Redentor y Sacerdocio oferente ante el Padre, “que se dio a si mismo como precio de rescate por todos”. (I Tim.2, 6) Jesús “es Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos” (Heb 3. 1). “Sumo Sacerdote para siempre”. (Heb. 6. 20)
Los Apóstoles y todos los demás somos sus colaboradores a quienes nos hace partícipes de su Sacerdocio. Por ello Pedro exhorta a los Presbíteros a que como él, Presbítero también, gobiernen los méritos de Cristo entre los fieles que han vuelto a “Cristo, Obispo de nuestras almas”.
Si Cristo es el único Mediador-Sacerdocio-oferente ante el Padre y está en los Apóstoles y en los Presbíteros, según Pedro, ¿cómo los Obispos, Sucesores de los Apóstoles, (que es lo que se quiere deducir), van a ser los únicos Pontífices y los únicos Mediadores?
¿Cómo Pedro no reservó esa exclusividad para el después de él llamado Obispo?
Inocencio III dice: “El Sacerdote es el medio constituido entre Dios y el hombre. Menor que Dios, pero mayor que el hombre”.
San Alfonso afirma: “El Sacerdote es el ministro destinado por Dios para público embajador de toda la Iglesia para honrarle, y para que por su medio todos los fieles puedan impetrar la gracia divina”.
San Agustín:”Oh, venerada dignidad del Sacerdote, en cuyas manos el Hijo de Dios como en el seno de María se encarna”.

¿No es Cristo, siempre hoy, un continuo y bellísimo milagro repitiendo su Encarnación, su Evangelización y su Redención a través de él, Sacerdocio vivo en todos?
Yo soy muy feliz al ser uno en Jesucristo, para ser uno en Dios, aunque no quieran que sea uno, Cristo Sacramento, con el Obispo.
Porque todas estas realidades que practica el Presbítero por oficio y derecho Sacramental de Cristo en su Iglesia, en cualquier cortijada, ¿no vincula al Presbítero con Cristo Sumo Pontífice y Mediador en su Iglesia?
¿Somos Sacerdocio Episcopal, o, Sacerdocio Sacramental de Cristo a través de la Apostolicidad?
¿La Apostolicidad en el Obispo es el único Pontífice en el único Sacerdocio, y su cooperación Sacramental es exclusiva con el Espíritu Santo para conseguir la participación de la Vida del Padre a pesar de la práctica y doctrina apostólica, y sin tener en cuenta que Crista haya instituido el Sacramento Sacerdotal para estar él entre su grey?
Pablo dice que todos somos cooperadores de Dios.

“Altavoces de su palabra”. (La del Obispo).

¿Acaso el Obispo es la Palabra Creadora, el Evangelio, el Verbo divino, “el Verbo era Dios”, anunciado por los Profetas?

“Sus brazos y sus pies”. (Del Obispo)

El Crisóstomo exclama: “el que honra al Sacerdote honra a Cristo”.
Jerarquización, cuanta sea necesaria para mantener la estructura y unidad de la Iglesia, pero no anulando del Presbiterio la institucionalidad Sacerdotal divina del “Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos, Jesús (Heb- 3. 1
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MensajePublicado: Vie Abr 28, 2006 5:13 pm    Asunto: El sacerdote es vivo y verdad.
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

Pido a Dios que me ilumine, que no diga ni mas ni menos de lo que creemos es su verdad única en el AMOR, la FE Y SU VERDAD.
El sacerdote debe ser una persona llena de amor y de fe viva, de esperanza real, de vida ejemplar e intachable expresando claramente que es un ser humano que dejado el mundo, que es un servidor, que no es un algo diferente, ni celestial peor con poderes extra humanos.
Somos servidores de la palabra, evangelizadores de la palabra nueva y eterna, somos y debemos ser ejemplo de vida mortal que nadie nos pueda tachar de falsos servidores, de mundanos y de interesados en el diezmo más allá de cubrir nuestras necesidades básicas luego de cumplir con la misión real que hemos tomado libre y voluntariamente, debemos cumplir leyes terrenas y Divinas encargadas por el Gran Sacerdote, encargos vivo en la Cena de la redención.
Ser sacerdote es ser humilde, servir sin esperar cambio terreno, servir en el amor, por el amor con el amor en libertad.
Nada debemos o podemos imponer, debemos ser guias para que cada feligrés opte con nuestro ejemplo a seguir la única verdad.
La fuente de agua del amor no da nada mas que frescura, paz y bien, Dios nunca sera negativo, castigador, inquisidor, El es verdad, amor, sombra, reposo y vida viva.
Somos pues los llamados a representar con ética, amor y desprendimiento total al que dio su vida en LA CRUZ por nosotros.
Debemos ser corderos fuertes para defender el rebaño, debemos ser humildes para servir, amplios para escuchar, magnánimos para comprender.
Un sacerdote es la LUZ de la verdad en este valle de caminar lento, sinuoso y duro.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Abr 29, 2006 8:00 pm    Asunto: Continuación de comentarios en días de Concilio
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

Nota: Estos pensamientos de mis comentarios surgieron en días de Concilio, que en frase de Martín Descalzo, Sacerdote eminente, Santo y erudito, los Sacerdotes quedaron "ni valorados ni queridos", lo que indica la desilusión de los Presbíteros.

"La Diócesis es la madre que engendra a los hijos de Dios, que los nutre con la palabra y el pan sobrenatural de la Eucaristía, que los hace crecer hasta llegar a la edad de la plenitud de Cristo, que los robustece dándole el Espíritu Santo quien los confirma y sella como soldados de Jesucristo, que los aparta de los peligros y les da los medios para vencer las tentaciones, acogiéndolos en su regazo en todos los momentos de su vida espiritual y acompañándolos amorosamente en el camino hacia la consecución de su último fin”

Es cierto que la Comunidad Diocesana es una Iglesia Santa, evangelizadora y santificadora, pero que sin el Presbítero sería imposible aplicar la redención.
El Sacerdote realiza esta santificación por derecho Sacramental en la misión que el Espíritu Santo le ha confiado, aunque eso sí, bajo la dirección, potestad y cuantas prerrogativas se deban conceder al Obispo.
Pero no es la delegación o asignación de lugar la que santifica, ni que el Obispo delegue la misión en Cristo Sacramento Sacerdotal.
Todos somos enviados por Cristo.

“Es el Obispo el que actúa en todos los limites de la Diócesis porque los Párrocos o demás Sacerdotes no son más que su prolongación –cooperadores de nuestro orden- los llama al ordenarlos, y los altavoces de su palabra, los que participan de su poder episcopal, sus brazos y sus pies para que todos sena debidamente evangelizados”.

Todo esto considerado aún en el plano humano ya sería humillante por lo despesonalizador, pero si lo pasamos al plano del cristianismo: “Yo en ellos para que sea consumada la unidad”, ya es decepcionante.
El presbítero es delegado de su Obispo haciendo como presente ante la Asamblea al Obispo, como autoridad diocesana, pero esta presencia delegacional no es superior, no puede serlo a la real y verdadera presencia de Cristo en su Sacramento.

“No son más que su prolongación”.
¿Mi Sacerdocio no es Cristo que permanece para la salvación del hombre? ¿El Espíritu Santo no actúa dándonos los méritos de Cristo, aún el Sacerdocio del Presbítero conferido a través del Obispo? ¿Estos dones sobrenaturales están depositados en la dignidad Episcopal y de esa fuente los toma el Espíritu Santo? ¿Los dones de gracia que trasmite el Presbítero están en él, o es el medio por el cual el Espíritu Santo los comunica?

“Cooperadores de nuestro orden”.
¿Cristo instituye solo el Sacramento Episcopal, cuando llevamos veinte siglos sin saber si el Episcopado es también Sacramento, lo que indica que no era tan necesario proclamar en este Concilio que el Episcopado es Sacramento?
¿Y aunque el Episcopado sea Sacramento, deja de ser cierta la doctrina de Pablo y Pedro sobre el Sacramento Presbiterial en su misión y categoría junto a los Apóstoles?
La dependencia jerárquica, la cooperación del Presbítero con el Obispo, a través de la cual el Sacerdote debe aceptar dulcemente la voluntad de Dios, no anula la “unión ministerial con Cristo”.
Cristo obedece al Padre y el Presbítero al Obispo, pero Cristo dice: “Padre Santo, guárdalos en tu nombre…para que sean uno como nosotros” (Ju.17. 11), por ello dice a Felipe; “quien me ha visto ha visto al Padre”. “Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Ju. 14. 9-10)
Y el Presbítero actúa e unidad santificante en nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.

“El Obispo he de gastarse y desgastarse por las almas y ha de santificarse y ofrecerse por ellas.
No tiene familia, Se santificará preocupándose seriamente y procurando por todos los medios la santificación de sus fieles…preocuparse de su vida espiritual, estar en un clima de perpetua angustia pensando en su salvación, rehusara las satisfacciones más íntimas para entregarse a ellos, orar continuamente al Señor…se olvidará de todo lo suyo por los otros y aun ha de estar dispuesto, por razón de su cargo, a dar la vida por sus ovejas…al aceptar el episcopado se ha clavado con Cristo en la Cruz.”.
Cierto que esta es la misión propia del Pastor Diocesano, pero también es la misma de cualquier Sacerdote Pastor entre sus fieles. Todos debemos intentar conformar nuestra vida a la de Cristo.

“Los párrocos participan de la autoridad episcopal. No son pastores por derecho propio, pero ejercen verdaderas funciones de pastoreo en nombre del Prelado. Son los que directa e inmediatamente están en contacto con cada una de las almas, las alimentan con la Eucaristía, dirigen su oración comunitaria y su vida espiritual, y normalmente les dan garantía de que pertenecen a la verdadera Iglesia de Jesucristo”.
Es cierto que los Párrocos dependiendo de su Obispo no somos Pastores por “derecho” propio, pero sí lo somos por divina revelación de Pedro, ejerciendo verdaderas funciones de pastoreo, porque Cristo en nosotros es el Buen Pastor entre su grey.
¿No nos puso el Espíritu Santo para pastorear la iglesia (Pablo), y gobernar la economía redentora entre la grey (Pedro)?
Y si trascendente es la autoridad y el Magisterio de los Obispos, ¿qué trascendencia damos al perdón de los pecados y a la Eucaristía como palabra de Dios en su Sacerdote?
Ante un moribundo y el reparto del Pan ¿es la Jerarquización tan necesaria y trascendente como la Sacramentalidad Sacerdotal?
Voz de Dios en el Magisterio y Autoridad Episcopal a la que se le debe respeto y obediencia como fuerza de la Iglesia y contra el mundo: “No sois del mundo por eso os aborrece el mundo”.” Si a mí me persiguieron también a vosotros os perseguirán.” ((Ju.15. 19-20) El Episcopado tiene esa misión de la defensa de la Iglesia en su acción contra el mundo y organización de la santidad dentro de la Iglesia.
Pero también: Voz de Dios en el ministerio Sacerdotal, palabra de Dios en lo Sacramental y Mensaje evangélico del Presbítero en cada pueblo de Dios, construyendo y manteniendo con las tres Personas de la Trinidad, la Iglesia.
Es la unidad que Cristo pide: que sean uno en nosotros, aún dados los diversos Ministerios del Cuerpo de Cristo.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Dom May 07, 2006 9:13 am    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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“La vinculación por lo tanto, del sacerdote Diocesano al Obispo es íntima y total. Llega hasta la misma raíz del ser Sacerdotal que de él recibe”.

La raíz, la vinculación íntima y total querrá decir el ser o esencia Ministerial Sacerdotal.
Y si Cristo vive y actúa, y “este permanece para siempre en su sacerdocio perpetuo”, “y para él y en él fueron creadas todas las cosas”, la “íntima raíz” solo es Cristo. Porque tampoco puedo aceptar: que "el episcopado sería el todo, es decir, el Sacerdocio por esencia, podríamos decir”.

¡Que es Pablo, qué es Apolo! Exclama nada menos que el Apóstol de las gentes.

“El Obispo y sus Sacerdotes, según dice Mons. Guerry, están unidos por fuertes lazos en la comunidad de destino, por una misión común, en una comunión de fe y de acción en un mismo ministerio de vida que Cristo Redentor quiere dar dentro de su Iglesia a un pueblo determinado. Conjuntamente ellos colaboran en la parte de la Iglesia que es una diócesis”.
"Conjuntamente ellos laboran en la edificación del Cristo total comunicando la vida cristiana a un pueblo del cual ellos están encargados. Pero toda esta unidad de acción está fundada en la paternidad del Obispo unido al Papa, depende de su pastoreo episcopal y está subordinada a su autoridad”.

Preciosa y exacta cita, “paternidad del Obispo, depende de su pastoreo episcopal, subordinada a su autoridad”. Todo esto es real y bellísimo para el espíritu porque Cristo se hace obediencia al Padre, pero sin negar su unidad en él.
Porque esta preciosa y dulce verdad no excluye, “la comunidad de destino, ni una misión común, ni una comunión de fe y de acción en un mismo ministerio de vida. Conjuntamente ellos colaboran en la obra redentora. Comunican la vida a un pueblo del cual ellos están encargados”.
¿Entonces cómo el Dr. Tarancón, en otro lugar dice “que el Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo?
¿Cristo Sacramento no es la misma razón de ser para Obispo que para Presbítero? ¿El Obispo tiene su razón de ser en Cristo y el Sacramento Sacerdotal la tiene en el Obispo, como si este fuese el “constituyente” de ese Sacramento? ¿Este Sacramento Sacerdotal lo pueden comunicar los Obispos como los Apóstoles, si Cristo no lo hubiese constituido así?

¿Y cómo se da lugar a que el Dr. Morcillo diga en el Concilio que el Presbitero ha sufrido un naufragio en el Tema de Iglesia?
Son muy consoladoras las palabras de Mons. Theas, en el Concilio y que yo repito como un gran consuelo : “el texto no destaca la necesidad que del Sacerdote tiene la Iglesia, de forma que, así se dice, nada sin el Obispo, bien puede decirse, nada sin el Presbítero, pues sin Sacerdotes es imposible la evangelización y aún más, aplicar los decretos que ahora se discuten en el Aula, ni tampoco destaca el texto la importancia del Sacerdote, que es otro Cristo, y no un funcionario, sino que tiene la misma misión que el Obispo”. (Cro.14-X- 64)

“Es el Obispo el que tiene la misión de dar la vida, porque él es el buen pastor de la diócesis”

El que sea pastor de la diócesis en absoluto niega que Cristo sea el Buen Pastor que con el Espíritu Santo dan Vida en cada pueblo en su Presbítero.

"Porque puede decirse con verdad que es el Obispo el que engendra sobrenaturalmente a los fieles.”

Y entonces, ¿para que necesitamos al Espíritu Santo?
Si bautiza Pablo, dice San Agustín, es Cristo el que bautiza, si bautiza Pedro…es Cristo el que bautiza…pero si bautiza el Presbítero, ¿es el Obispo el que bautiza y engendra sobrenaturalmente a los fieles?
“Ni la cabeza (Cristo) puede decir a los pies, no os necesito”.
¿Cómo Pablo ni los demás Apóstoles no advirtió que los únicos que son el todo, que no necesitarían a los demás, serían los Obispos?

Pablo dice: “Os he engendrado en el evangelio”, pero también afirma: ya no vivo yo sino Cristo vive en mí”. “Ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios que da el crecimiento”.
En esto vive Cristo también en todo Sacramentado, porque este “actúa en persona de Cristo”.
Cristo, con el Espíritu Santo, uno con el Padre, son los que engendran sobrenaturalmente a los fieles con la única vida sobrenatural que está, y es, de la Trinidad, que a través nuestro comunican lo sobrenatural.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue May 11, 2006 4:23 pm    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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++++ “Del Obispo, dice el Dr. Tarancón, los Presbíteros reciben el ser Sacerdotal. Yo diría que dependen de él ontológicamente en cuanto Sacerdotes”
La frase es para mí inadmisible, incompleta y teológicamente errónea, porque el Obispo no da de lo suyo, él no es la esencia del Sacerdocio, lo administra el Espíritu Santo a través de él, y en ese Espíritu Santo está el depósito de todos los bienes de la redención.
Ni siquiera el Espíritu Santo es su esencia, Cristo lo dice: “Él os dará de lo mío”.
¡Divina cooperación de todo Sacerdocio!
“Os puso el Espíritu Santo”, dice humildemente Pablo.

Pero esto no es todo, el Dr. Tarancón también afirma: “El Episcopado sería el todo, es el Sacerdocio por esencia, podríamos decir” (Pag. 71)
En contra, la doctrina revelada por Pablo declara: “Este, (Cristo) por cuanto permanece para siempre tiene un Sacerdocio perpetuo”. (He. 7,2) “Ni el que planta ni el que riega son algo, solo cuenta el que da el crecimiento, Dios”.

¡La esencia! ¿De donde un hombre puede ser la esencia de un don sobrenatural?
Pablo, cristológico, enamorado de Cristo y de su misión, afirma: “El es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura, porque en él fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades. Todo fue creado por él y para él. El es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia, principio, primogénito de los muertos, a fín de que obtenga la primacía de todas las cosas, porque plugo a Dios hacer habitar en él toda la plenitud y por él reconciliar todo consigo, tanto lo de la tierra como lo del cielo, estableciendo la paz por la sangre de su cruz” ( Colos. 1. 15-20)
“Qué es Apolo, qué es Pablo”.
¿“El Episcopado sería el todo”?

“La vocación Sacerdotal, prosigue el Dr. Tarancón, depende prácticamente del Obispo, bien se entiende cómo el Sacerdocio en su más íntima raíz depende de este” . (pag. 90)

Por favor, no nos quiten a Cristo de nuestra más íntima raíz porque dejan nuestro Sacerdocio sin razón divina, con un Cristo delegado.
Entre Heracla o Tarancón Obispos y, Cristo como raíz, elijo a Cristo.
“Plugo a Dios hacer habitar en él toda plenitud”.
El Obispo no solo transmite el Sacramento del Orden, como el Presbítero transmite el bautismo puerta de entrada al Reino de Dios, también el Presbítero recibe el Sacramento bajo la jurisdicción del Obispo, y actúa dependiendo en obediencia del Obispo, pero así como sobre la Sucesión Apostólica está el Ministerio de Cristo, del mismo modo sobre esta dependencia y obediencia, del Presbítero al Obispo y de los fieles a su Párroco, necesarias, está en el Sacerdocio Sacramental de todos el Ministerio de Cristo.
Lo dogmático hasta hoy es que existe el Sacramento del Orden Sacerdotal, y aunque sea definido el Episcopado como Sacramento, no creo que se llegue a definir que hay dos Sacramentos del Orden, uno para el Obispo, y otro (Cristo Sacerdocio perpetuo) de segunda categoría para el Presbítero.
“Que obedezcáis al Obispo y el Presbiterio sin diferencia que reparten el mismo pan”, decía S. Ignacio de Antioquía. (R.43, carta a los de Efeso)
Creo que para suscitar vocaciones y mantener a los ya Sacerdotes con dignidad en Cristo, hay que delimitar bien la sucesión del colegio apostólico, con el Ministerio de Cristo en todos. ¿O acaso el Obispo tiene que estar presente, además de su jurisdiccionalidad, en la administración de los Sacramentos en cada pueblo junto a Cristo y su Sacerdote?
Si Cristo no está para la salvación del hombre en su Sacerdocio Sacramento junto a cada hombre, como dice Pablo, con toda su “plenitud para él reconciliar todo consigo”, no sería verdadera la doctrina revelada por Pablo. Sería falsa nuestra fe.
Al hacerse Dios hombre nos da el ejemplo de su humildad. Cristo activo y operante en cada pueblo, en su Cura, es humildad de Cristo. Pero sin esa realidad no sería posible al Espíritu Santo dar los bienes de Cristo a su Iglesia, ni Dios podría ser glorificado. Por ello, me duele y no comprendo esta Crónica del Concilio “Es curioso que la Constitución sobre la Iglesia reserve nueve páginas a los Obispos, siete a los laicos y solo media página a los Presbíteros tratando de ellos indirectamente, al hablar de sus relaciones con el Obispo”.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Dom May 14, 2006 2:57 pm    Asunto: l El Ministerio de Cristo.Cuerpo de Cristo
Tema: Estima del sacerdocio
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El Ministerio de Cristo.
Hay algo más grande que ser Sucesores de los Apóstoles: El Ministerio de Cristo ya que estos solo participan de él.
“Hay que partir de Cristo, ambientado en la perspectiva total de la obra divina, quien como Sacerdote, rey y profeta concentra en él todas las funciones del pueblo escogido y durante su vida confiere por irradiación a sus discípulos, funciones parecidas a las suyas para extender su mensaje al mundo judío y no judío. Cristo continua su labor salvífica siempre presente en sus enviados, continúa activo y operante a través de sus ministros y por medio de la Iglesia” (Guerra G. nº 383)
Esta es una doctrina cristológica, porque cuantos participen como ministros del Sacerdocio de Cristo son Apóstoles-enviados, unidos en la misión que lleva en su esencia Cristo en la Sacramentalidad del Orden, y cada uno en su puesto en el mismo Cuerpo de Cristo, sin que la diversidad de ministerios rompa la unidad eclesial y menos aún la Sacramental en un solo Jesucristo.
¿Porque no es Cristo el enviado por el Padre a cada pueblo para incorporar al hombre en la Vida Divina?
¿No es por ello el Sacerdote su Vicario visible?
Si nosotros somos “siervos sin provecho”, con Cristo, en Cristo y solo por Cristo, todos formamos “una sola potestad Ministerial” ¡Que sean uno en mí!
Ni los Apóstoles son la esencia ni el principio, a pesar de que su doctrina es revelación adicional a la de Cristo.
Además, son seres únicos e irrepetibles tanto individualmente tomados, como tomados como fuente de revelación.
El Episcopado sí es sucesor de los Apóstoles en cuanto Colegio de Gobierno de la Iglesia, pero en cuanto Sacerdocio, tanto el Episcopado como el Presbiterado, somos “algo más grande que ser Sucesores de los Apóstoles” en sí, porque somos el medio (actuantes sacramentales en persona de Cristo) por el que sigue activo, operante y santificante en su Iglesia.

El Cuerpo Místico
Todo bautizado “no solo es de Cristo, sino Cristo somos", dice San Agustín.
Esa es su humildad y nuestra grandeza, y por ello Pablo, dice:”Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de su multiplicidad son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues hemos sido bautizados en un solo espíritu, para no formar más que un solo cuerpo” (Cor. 12, 12-23)
“El ojo no puede decir a la mano, no te necesito, ni la cabeza puede decir a los pies no tengo necesidad de vosotros”.

Ante esta doctrina y a pesar de la jerarquización, diversas funciones y ministerios, el Dr. Tarancón no puede afirmar: “El Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo” (pag.73) “La Iglesia no podría existir sin el Obispo. Absolutamente hablando podría existir sin Presbíteros” (Pag. 109)
Y aunque es un teorización, (pero tendenciosa), de cualquier forma esto está substancialmente en contra del espíritu de la unidad pedida por Cristo repetidamente manifestada en los Evangelios.
Pero es que además, todo hombre tiene por voluntad de creación, derecho a “ser persona en total igualdad con las demás”. Y por derecho de redención, no solo a ser persona valorada, respetada y amada por Dios, sino derecho a participar en la misma Vida de las Tres Divinas Personas, que es ser elevado por Dios en la Vida de Dios, donde las dignidades no aumentan esa grandeza, sino la virtudes personales.
El Presbítero, el Obispo y el Papa, en esto, como hombres, no tienen un derecho especial de ser.
San Pablo habla de esta divina unión en un “solo cuerpo” a los Corintios. Y a los Gálatas dice: “aún cuando nosotros o un ángel bajado del cielo os anunciase un evangelio fuera del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal.1.Cool
La Iglesia no existe ni por los Apóstoles, ni por el Obispo ni por el Presbítero, porque la Iglesia es Gracia-redención que es solo de Cristo, que aún siendo cabeza de su Cuerpo, no puede decir a los pies:”no tengo necesidad de vosotros”.
Jerarquización, sí, Sacramentalidad Sacerdotal: Cristo “activo y operante” en todos, sí. Grandeza ante Dios, según imitemos personalmente a Cristo.

San Próspero hablando de la labor del Presbítero, dice: “Los Sacerdotes son el honor y la columna de la Iglesia, las puertas de la Ciudad Eterna, por las cuales, todos han de entrar a Cristo, a ellos se les han dado las llaves del reino de los cielos”.

“La Unidad en la Iglesia, dice San Cipriano, debemos mantenerla con firmeza principalmente los Obispos que presidimos la Iglesia”.
Y así, nadie niega la presidencia eclesial del Obispo, pero se debe tener en cuenta el Ministerio de Cristo también en el Sacerdote que es necesariamente el vínculo de unión eclesial jerárquica visible con el pueblo, que junto a su Obispo forman la unidad diocesana, y esta es signo de unidad, en una sola Iglesia, en Pedro.
El Reino de Dios tiene su plenitud en el Pueblo de Dios y en él al Sacerdocio se le han dado las “llaves de la Ciudad Eterna”.
San. Cipriano dice que “la Iglesia es una…como los muchos rayos de luz son innumerables, pero es una sola luz…y las ramas del árbol son múltiples, pero el roble es uno…y así como de una sola fuente se originan muchos riachuelos…todos conservan la unidad del origen…Así es la Iglesia del Señor,…para que no se rompa la unidad del cuerpo”.
Jesús lo había dicho: yo soy la vid.
Pablo: todos hemos sido bautizados en un solo espíritu para formar un solo cuerpo.
La gran misión de cuantos tienen un ministerio en el Cuerpo de Cristo, es la Comunión de los Santos, el reconocimiento de la unidad en la única riqueza que da vida a cada miembro de la Iglesia: La Gracia de Cristo.
Todo lo demás es secundario y no tiene otro fin que abrazarnos alegres todos “en un solo Cristo”.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie May 19, 2006 10:13 am    Asunto: Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Todos somos Cristo, pero así como el cuerpo tiene variedad de miembros, así es la Iglesia, hay variedad de ministerios, pero el conjunto eclesial, el Pueblo de Dios, no ha sido valorado a través de la historia, ni aún hoy, como el soberano, y por ello no pocos se han sentido como al margen de su dignidad y misión.
¡Es cosa de Curas! y nada hay más lejano de la mente de Cristo. Falta valor para dar participación como en los primeros tiempos a pesar del avance de este Concilio.
Al hablar del Episcopado y del Presbiterado quiero dejar bien claro que solo hablo de dos ministerios, pero que no absorben en anulación al Cuerpo total de Cristo. Ministerio es el Matrimonio, lo es la vida Contemplativa, lo es el que estudia y enseña, lo es la amistad, lo es la caridad, lo es el arte, pintura, escultura, literatura, periodismo, asuntos sociales, lo es el trabajo, lo es la alegría, lo es el sufrimiento, lo es el comercio, lo es toda actividad que realice el hombre manifestando su fe y transmitiendo el mensaje evangélico.
No es que esto haya sido olvidado en la Iglesia, pero los nuevos tiempos exigen acentuar con toda claridad que en cuanto ministerios del mismo Cuerpo, todos tienen la misma dignidad, como vivificantes de ese Cuerpo. ¡Qué es Apolo, qué es Pablo! “siervos inútiles somos”, pero como partes del Cuerpo todos somos, en cada función, tan necesarios unos como otros. Que sean uno en mí.
“No solo somos de Cristo sino que Cristo somos”.
Si el Obispo y el Sacerdote, reconociendo su misión concreta, respetásemos a Cristo en todos, surgiría un nuevo espíritu de respeto y servicio en el mundo cristiano y dignificaríamos, no solo en las declaraciones aún Conciliares, sino en la vivencia y relaciones personales, la realidad de ser todos partes del mismo Cuerpo.
Y digo “relaciones personales” porque veríamos que el Sacerdocio no es solo del Sacramento del Orden sino que es la Iglesia unida en Cristo, la Oferente. Veríamos que hombre y mujer pueden indistintamente ser medios del Espíritu Santo para la comunión de los Santos en el Cuerpo de Cristo, lo contrario es ininteligible. Veríamos que la única y real diferencia ante Dios no es el ministerio que realizamos sino el grado de amor que impregne nuestra vida. Veríamos que no solo son pecadores unos miembros, que consideramos inferiores en el Cuerpo de Cristo, sino que todos somos de naturaleza inclinada al pecado, y en realidad pecadores. Veríamos que el Espíritu Santo sopla donde quiere y no entiende de distinción de personas ni por el sexo, ni por la raza ni por las categorías sociales. “Lo que hiciereis a uno de estos a mí me lo hacéis”. Veríamos en fin que el “Yo en ellos y Tu en mí para que sea consumada la unidad” es la única dignidad final merecedora de nuestra preocupación y aspiraciones. Unidad en la Vida de Dios que elimina nuestras diferencias.

Si el Pueblo de Dios hubiese sido considerado como componente real y responsable del Cuerpo de Cristo, no habría lugar para que nos creyésemos que podemos decir a los pies “no tengo necesidad de vosotros”, que es lo que se ha hecho durante siglos y es urgente corregir al estilo apostólico. El exclusivismo en la jerarquización y el Sacerdocio no es evangélico. Solo son dos ministerios.
La revalorización, personalidad en Cristo del Pueblo, haría verdadera la doctrina de Pablo: “hemos sido bautizados para formar un solo cuerpo”.
En el Concilio en el esquema de Iglesia se le han dado nueve paginas a los Obispos, siete a los seglares y media página a los Presbíteros.
Es excelente para los Obispos, bueno para los laicos y deficiente para los Presbíteros, pero cambiar una historia de regímenes aristocráticos por una democracia, aunque esta palabra no se pueda aplicar a la Iglesia, es difícil, sí, pero es necesaria la participación y sentirse responsables todos en la defensa y evangelización, porque se ha de educar al Pueblo en esa dimensión, que con los autoritarismos eclesiásticos no ha sido ni será posible manteniendo doctrinas como “que el Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo”, porque entonces, ¿qué razón tiene de ser el simple bautizado?
Cuando se consiga que cada bautizado que quiere participar, se le considere como un ministerio, tan digno como otro dentro del funcionamiento del Cuerpo total, habremos dado un ejemplo de que en verdad, formamos un solo cuerpo.
"El que de vosotros sea el mayor hagase como el menor". Pero si el que es mayor se cree tener en exclusiva al Espíritu Santo, estamos y seguiremos estando en un antievangelio. Y esto en absoluto niega una jerarquización de servicio para conseguir la "Unidad".
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Dom May 21, 2006 4:27 pm    Asunto: Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Todos somos Cristo, pero así como el cuerpo tiene variedad de miembros, así es la Iglesia, hay variedad de Ministerios, pero el conjunto eclesial, el Pueblo de Dios, no ha sido valorado a través de la historia, ni aún hoy, como el Soberano, y por ello no pocos se han sentido como al margen de su dignidad y misión. Es cierto que Cristo ha hecho una sociedad espiritual jerárquica, pero él lava los pies a sus discípulos, él muere como un delincuente, no tiene donde reclinar su cabeza, él es solo servicio siendo el Rey.
¿A través de los siglos se ha mantenido “ese servicio" o pretendemos que nos sirvan y adoren?
Nuestro comportamiento hace decir: la Iglesia es cosa de Curas... y nada hay más lejano de la mente de Cristo. Falta valor para dar participación, dignificar y compartir responsabilidades.
Al hablar del Episcopado y del Presbiterado quiero dejar bien claro que solo hablo de dos ministerios, pero que no absorben en anulación al Cuerpo total de Cristo.
Ministerio es el Matrimonio, lo es la vida Contemplativa, lo es el que estudia y enseña, lo es la amistad, lo es la caridad, lo es el arte, pintura, escultura, literatura, periodismo, asuntos sociales, lo es el trabajo, lo es la alegría, lo es el sufrimiento, lo es el comercio, lo es toda actividad que realice el hombre manifestando su fe y transmitiendo el mensaje evangélico.
No es que esto haya sido olvidado en la Iglesia, pero los nuevos tiempos exigen acentuar con toda claridad que en cuanto Ministerios del mismo Cuerpo, todos tienen la misma dignidad por su complementariedad necesaria como vivificantes de ese Cuerpo. ¿Acaso dejar en heredad la fe dentro de la familia no es una evangelización, un sublime Ministerio?
¡Qué es Apolo, qué es Pablo! “siervos inútiles somos”, pero como partes del Cuerpo todos somos en cada función tan necesarios unos como otros; el Obispo es necesario al Papa, el Presbítero al Obispo, los creyentes practicantes al Sacerdote, los pobres a Cáritas, los niños a los catequistas, las familias a la heredad cristiana. Y Cristo pide que seamos uno en él. Porque ¿cómo andaría el cuerpo sin los pies, como se trabajaría sin las manos, cómo llegaría el oxigeno al cerebro sin los pulmones, cómo llegaría el oxigeno sin la sangre…?
“No solo somos de Cristo sino que Cristo vivificante somos todos”.
Si el Obispo y el Sacerdote, reconociendo su misión concreta, respetásemos a Cristo en todos, surgiría un nuevo espíritu de respeto y servicio en el mundo cristiano y dignificaríamos, no solo en las declaraciones aún Conciliares, sino en la vivencia y relaciones personales, la realidad de ser todos partes del mismo Cuerpo.
Y digo “relaciones personales” porque veríamos que el Sacerdocio no es solo del Sacramento del Orden sino que es la Iglesia unida en Cristo, la Oferente. Veríamos que hombre y mujer pueden indistintamente ser medios del Espíritu Santo para la comunión de los Santos en el Cuerpo de Cristo, lo contrario es ininteligible. Veríamos que la única y real diferencia ante Dios no es el ministerio que realizamos sino el grado de amor que impregne nuestra vida. Veríamos que no solo son pecadores unos miembros, que consideramos inferiores en el Cuerpo de Cristo, sino que todos somos de naturaleza inclinada al pecado, y en realidad pecadores, y unos y otros necesitados de la comprensión y del perdón.. Veríamos que el Espíritu Santo sopla donde quiere y no entiende de distinción de personas ni por el sexo, ni por la raza ni por las categorías sociales. “Lo que hiciereis a uno de estos a mí me lo hacéis”. Veríamos en fin que el “Yo en ellos y Tu en mí para que sea consumada la unidad” es la única dignidad final merecedora de nuestra preocupación y aspiraciones: Unidad en la Vida de Dios que elimina nuestras diferencias humanas.

Si el Pueblo de Dios hubiese sido considerado como componente real y responsable del Cuerpo de Cristo, el Soberano Pueblo de Cristo, no habría lugar para que nos creyésemos que podemos decir a los pies “no tengo necesidad de vosotros”, que es lo que se ha hecho durante siglos y es urgente corregir al estilo apostólico. El exclusivismo en la jerarquización y el Sacerdocio no es evangélico. Solo son dos Ministerios, aunque cada uno con sus funciones propias. Pero como “funciones de un solo Cuerpo”, igual a los demás.
La revalorización, personalidad en Cristo del Pueblo, haría verdadera la doctrina de Pablo: “hemos sido bautizados para formar un solo cuerpo”.
En el Concilio en el esquema de Iglesia se le han dado nueve paginas a los Obispos, siete a los seglares y media página a los Presbíteros.
Es excelente para los Obispos, bueno para los laicos y deficiente para los Presbíteros, pero cambiar una historia de regímenes aristocráticos por una democracia, aunque esta palabra no se pueda aplicar a la Iglesia, porque es más que una democracia, es difícil, sí, pero es necesaria la participación y sentirse responsables todos en la defensa y evangelización, porque se ha de educar al Pueblo en esa dimensión, que con los autoritarismos eclesiásticos no ha sido ni será posible manteniendo doctrinas como “que el Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo”, porque entonces, ¿qué razón tiene de ser el simple bautizado? ¿Y el no creyente?
Cuando se consiga que cada bautizado que desea participar, se le considere como un Ministerio, tan digno como otro del funcionamiento del Cuerpo total, habremos dado un ejemplo de que en verdad, formamos un solo Cuerpo. “El que de vosotros sea el mayor hágase como el menor”. Pero si el que es mayor se cree tener en exclusiva a Cristo, estamos y seguiremos estando en un antievangelio.
Y esto en absoluto niega un Magisterio, una jerarquización de servicio y un Sacerdocio de humildad para conseguir la “Unidad”.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Dom May 21, 2006 4:37 pm    Asunto: aclaración
Tema: Estima del sacerdocio
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He cometido el error de publicar dos veces el mismo articulo, error debido a mis apuntes y, volviendolo a corregir no lo creía publicado.
Perdón.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue May 25, 2006 11:13 am    Asunto: el Episcopado...excelente
Tema: Estima del sacerdocio
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Pero volviendo al Sacramento del Orden. Resumo algunos textos.
El episcopado obra excelente
En las Sagradas Escrituras, hasta hoy, no aparece taxativamente una profunda división entre Obispo y Presbítero, y por ello Pablo exclama: “si alguno aspira al episcopado excelente obra desea”. ¿Pero Pablo está hablando del Obispo o del Sacerdocio?, porque Pablo continúa: “así mismo que los diáconos sean irreprensibles” y nada dice de los Presbíteros. (I Tim- Cap.3)
Más adelante en el Cap. 4, 14, dice: “no olvides la gracia que hay en ti, que te fue dada por la imposición de los manos del colegio Presbiterial”.
Y en su carta a Tito 1,5 mezcla el término Obispo con Presbítero… “establecieses en cada ciudad Presbíteros según yo te ordené…porque es menester que el Obispo sea inculpable”.
También en I Tim. 5,17: “Los Presbíteros que gobiernan bien sean tenidos en doble honor, sobre todo los que se ocupan en la predicación y enseñanza”.
Por ello Guerra y G. dice: “La predicación y la enseñanza más que estar al margen o ser opuestas a la misión básica de los Presbíteros: la presidencial, son partes integrantes de la misma en el aspecto doctrinal y complementos suyos”. (nº 418)
Con el poder jerárquico episcopal, ¿donde ha quedado doctrinalmente el poder de autoridad, de gobierno, de predicación y de enseñanza que Pablo asigna a los Presbíteros, que son Cristo Obispo, en todos?
¿Qué grandeza reconoce al Presbítero el Concilio, con esa “media página”, cuando el Sacerdote bautiza, santifica y ofrece al Padre el mismo valor de la redención? ¿Y piden vocaciones?
¿Se hace la precisa distinción entre el necesario Supremo Magisterio de los Obispos para evitar el cisma, y esta predicación y acción salvadora de Cristo en aquel que aspirando al episcopado (Sacerdocio) “excelente obra desea”, aunque no sea excelente el que aspira, pero si a lo que aspira?

En mi escrito enviado al Concilio que solo tiene veinte páginas, con numerosas citas en latín, que comento y amplio aquí, también digo:”El Colegio Presbiterial es un pieza insustituible en la organización de las comunidades paulinas. San Lucas recoge esta norma de conducta practicada por San Pablo ya en el primer viaje apostólico”.
“Después de haber precedido también la oración y el ayuno, San Pablo y San Bernabé recibieron por imposición de las manos, el derecho de cumplir su misión divina de fundar nuevas comunidades y de organizarlas poniendo al frente a los Presbíteros, que son los elegidos por los Apóstoles para que tras su partida asuman la responsabilidad de la dirección. A imitación de la comunidad madre de Jerusalén, S. Pablo establece Presbíteros en cada comunidad”. (Guerra G. nº 416)
S, Jerónimo, comentando a S. Pablo, y lo repito, afirma: “después se eligió a uno para evitar el cisma y que así en Alejandría desde Marcos Evangelista hasta Heracla y Dionisio, los Presbíteros habiendo elegido a uno, lo colocaron en el más alto grado al que llamaron Obispo.¿ Qué puede hacer, excepto la ordenación, el Obispo que el Presbítero no haga? ( R. 1357)
(¿Conferían los Presbíteros que elegían a su Obispo, por ser Senado de Dios, Colegialidad de Gobierno, la potestad y poder a su Presidente elegido?)
Fuese como fuese aquel nombramiento, no se rompía ni la Sucesión Apostólica (¿el Presbítero elegido era puesto en lugar del Apóstol fundador de las comunidades?) ni se rompía la unidad de Presbíteros y su Presidente en la misión de gobernar la Iglesia Sacramentalmente con los dones redentores.
Así, con esta unidad, queda claro que todos, Presidente-Obispo, y Presbíteros, seguían instaurando por derecho revelado el Reino de Cristo, ya que por el bautismo, administración de la Palabra y Sacramentos de ambos “se instaura y ensancha el Reino de Dios.
¿Estos poderes los daba el Presidente elegido a los Presbíteros o radicaban en la Sacramentalidad de todos mediante la imposición de las manos del Colegio Presbiterial como dice Pablo? (I Tim. 4,14)
Un Obispo dijo en el Aula" está visto que el tema de los Sacerdotes va a quedar para el Concilio Vaticano III".
Hoy, ante los Obispos, ¿se tiene la misma consideración del Sacerdocio que el Espíritu Santo nos trasmite por Pablo?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab May 27, 2006 9:58 pm    Asunto: Cristo aplicando su redención
Tema: Estima del sacerdocio
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´Sin Sacerdotes no hay Iglesia, o no se instaura debidamente, o desfallece.
Cuando Cristo instituye el Sacramento del Orden Sacerdotal no podía pensar solo en los Apóstoles sino en todos los que en la historia “gracias a su palabra iban a creer en él”.
Por lo tanto al derramar su sangre por todos, pensaba que ese fruto de salvación tenía que estar al alcance de cada pueblo, de cada hombre.
Y por ello no es extraño que Pedro y Pablo asignen a los Presbíteros la misión de pastorear y regir con los dones de Cristo a la Iglesia. “Os puso el Espíritu Santo para pastorear “. Lo estructural es un medio para este fín.
Es la Parroquia la célula esencial de la Iglesia y en ella se dan todos los factores vitales del Cuerpo de Cristo.
La Parroquia es “una Iglesia” donde Cristo está como Pastor, activo y operante.
¿Existiría con vida la Iglesia Diocesana y la Universal sin Cristo bautizando y evangelizando en cada pueblo?
Es cierto que el Presbítero está sujeto a una jerarquización, necesaria, pero ese no es su fin, su fin es construir y conservar la Iglesia con Cristo.
La Parroquia, para mí, como signo referencial de santificación y de salvación, es el primer punto básico jerárquico, es la Casa para el real encuentro con Cristo, es el cimiento como vínculo eclesial y Sacramental absolutamente necesario al Espíritu Santo y al hombre para pertenecer a la Asamblea Eclesial.
La Parroquia es el pozo donde está el dialogo para el agua de Vida y comer el pan bajado del cielo para los hijos de Dios.
En la Parroquia, o Comunidad no parroquial, está la redención aplicada.
En esta Iglesia, sobre todo Parroquial, está dándose cumplimiento aplicado a la venida de Cristo.
Y sin entrar en la dignidad de jerarquizaciones, es absolutamente cierto que un Presbítero en una Cortijada y ante un moribundo no tiene menos poder santificador que el Obispo, el Apóstol o Pedro.
“El sacerdote es la suprema dignidad entre las dignidades creadas” (S. Ignacio Mártir)

La jerarquización no es la que suple, como se dice, porque Cristo, en su Sacramento es plenitud de justificación.
Si el Obispo es signo jerárquico de unidad eclesial diocesana, el Sacerdote (y el Obispo como Sacerdocio) son signo y vínculo para la unidad en Vida Trinitaria.
En la mente y misión de Cristo podemos decir hay dos ideas esenciales: Redimir y aplicar esa redención a cada hombre.
Sin Sacerdote no hay “aplicación de los méritos de Cristo”, no hay Reino de Dios, la Iglesia sin él desfallece.

La Parroquia es la Casa del amor paterno de Dios, ya que en ella se nace, se viste de la gracia, se reparte el pan, se cuidan las enfermedades del espíritu, se educa para el mayor destino y se les acompaña en su despedida hacia la morada definitiva del Padre.
En la Parroquia se renueva la Encarnación en manos del Sacerdote, se evangeliza, se Cena con el Señor, se asiste a la muerte y resurrección del Mesías.
Isaias llama al Cristo el “des-preciado” y en esa carencia de poderíos, según el mundo, está la grandeza de la Redención en cada pobre Cura de Pueblo.
El Maestro es un reo crucificado. “Y si esto hicieron conmigo qué no harán con vosotros”.
No es necesario que se nos reconozca en documentos como Sucesores de los Apóstoles, porque ya “actuamos en persona de Cristo”. ¿Sucedemos o actualizamos a Santiago o Bartolomé, o a Cristo? ¿Pero los Apóstoles tenían otra misión más sublime que cumplir que aplicar la redención evangelizando?
¿Y qué hace Cristo y el Espíritu Santo en cada Sacerdote?

Creo que sin Sacerdocio no es posible que Cristo consiga hacer realidad: “Yo en ellos” “para que sea consumada la unidad”.
Si el Romano Pontífice es Cristo ante la Iglesia Universal y el Obispo ante la Diocesana, el Presbítero lo es ante la Parroquial.
Démosle al Obispo su grandeza jerárquica, pero no desvaloremos a Cristo en su Sacramento Sacerdotal porque sería negar, o hacer secundario el fundamento y la base de la construcción del Reino de Dios.

Siento verdadera conmoción al repetir las palabras del Dr. Morcillo en el Concilio: “Hay que salvar al Presbiterado del naufragio que ha padecido en el esquema de Ecclesia”.
¿Quién ha naufragado ante los Obispos, el hombre Cura, o Cristo Sacerdocio?
¿No es preocupante?
El entramado Mesiánico de salvación no puede ser más Cristo estructuración que Cristo redención, esta es la esencia. ¿Lo absolutamente importante?
Si Cristo con el Espíritu Santo no están activos y operantes en el Presbiterado naufragado, sino que se fue a los cielos delegando la santificación del pueblo solo en la jerarquización y no en Cristo Sacerdocio perpetuo, cambia para mí todo el mensaje evangélico y es falsa mi fe. Y si está presente en su Sacerdocio ¿cómo naufraga en su Sacramento si está activo y operante?
Cualquiera puede ver que esto no es estar contra el Concilio sino pedir que se tengan en cuenta las palabras del Cardenal Meyer que ha dicho en el Aula: “El conjunto de las proposiciones señalaban todas las obligaciones de los Sacerdotes, pero nada confortante y alentador puede encontrarse en el mencionado texto, y pedía que al tema de los Sacerdotes se le de un esquema y un debate normal como se le ha dado a los Obispos”. (Cro.14-X64)
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jun 01, 2006 11:07 am    Asunto: Obispo Pres. y Colg.Aposttólico
Tema: Estima del sacerdocio
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Obispo, Presbítero y Colegio Apostólico

Que el Episcopado suceda al Colegio de los Apóstoles, no hay la menor duda.
Que al Presbiterio se ha de considerar como a los Apóstoles, lo dice S. Ignacio de Antioquía a finales del siglo primero: “Someteos al Presbiterio como a los Apóstoles de Jesucristo”.
Que los Presbíteros fueron parte integrante del Primer Concilio de los Apóstoles en Jerusalén, es doctrina revelada.
Que la misión esencial de los Apóstoles es la misma del Presbítero, lo dice Mons. Theas: “El Sacerdote es otro Cristo, y no un funcionario, sino que tiene la misma misión que el Obispo”.
Nada de esto contradice que los Obispos organicen y gobiernen la Comunidad Diocesana, pero que se nos de media página para concretar solo esta dependencia jerárquica, olvidando que el Presbítero es el eslabón esencial, por institución divina, entre Cristo y su Iglesia, su Pueblo, ¿es cuando menos, un error indignante?

Si Cristo y el Espíritu Santo dan los bienes sobrenaturales al Pueblo a través de su Sacerdote ¿que categoría fundamental merecen las dos Divinas Personas actuantes, y la Jerarquía de la Iglesia, sin olvidar ninguna de las dos?
Y, ¿aunque el Episcopado fuese Sacramento, ya por ello Cristo y el Espíritu Santo dejan de ser lo que son en el Sacramento y misión del Presbítero, plenitud de Salvación?
Si alguien dijese hoy por primera vez lo que escribe S. Ignacio de Antioquía: “Que obedezcáis al Obispo y al Presbiterio sin diferencia porque todos convenimos en un solo Jesucristo”, ¿no resultaría un escándalo herético?
Ni los Apóstoles, ni los Obispos, ni los Presbíteros tienen misión propia. La misión única para todos es la de Cristo, cuya esencia es: evangelizad, bautizad y perdonad los pecados, y yo estaré con vosotros, porque sin mi nada podéis hacer.
Cuando Pablo deja a los Presbíteros de Efeso por Obispos puestos por el Espíritu Santo, ¿cómo no les aclara la distancia tan abismal de hoy entre Obispo y Presbítero, o entre él y aquellos Presbíteros?
Pablo se despide de ellos para siempre y los deja para apacentar y regir la Iglesia.
¿Esta dignificación de los Presbíteros, por qué no se mantiene por ser doctrina revelada?
Es cierto, y además necesario, que no sea igual Obispo que Presbítero. Pero también es absolutamente cierto y necesario reconocer en la doctrina dogmática (porque en la práctica es así) que ambos actualizan al mismo Cristo por igual, Sacramentalmente.

San Alfonso dice: “Los Sacerdotes están puestos en el mundo para hacer conocer a Dios y sus perfecciones, su justicia, su misericordia, sus preceptos, y para procurarle el respeto, la obediencia y el amor que le son debidos. Su misión es buscar la oveja perdida, y dar la vida por ellas cuando fuere necesario. Este es el fín por qué vino Jesús y por el que estableció los Sacerdotes y, “así como me envió el Padre yo os envio a vosotros”.
De esto, a decir: “que el Presbítero no tiene razón de ser por si mismo”, hay un abismo.
Por ello el Cardenal Alflink se preguntaba en el Concilio: “¿Responde a la expectación de los Sacerdotes el texto que estamos discutiendo? Y contestaba el mismo Cardenal holandés con un rotundo “no”.Zafarse de estas cuestiones (la de los Presbíteros) será introducir una justa desilusión. (Cro.16-X-64)
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Jun 03, 2006 8:12 pm    Asunto: Supremo Magisterio
Tema: Estima del sacerdocio
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Supremo Magisterio de los Obispos

El Padre Collantes en su carta me dice: “ Por amor de Dios D. Agustín. La norma próxima para la fe de los fieles, también para la de los Presbíteros, es el magisterio de la Iglesia, representado por los Obispos. Y supone Vd. con demasiada facilidad que los jóvenes podamos defender nuestra fe apartándonos del criterio unánime de los Obispos”

Eso, dicho así, como Vd. lo dice, no se le ocurre decirlo más que a Vd. no a mí.
Lo que yo digo literalmente, es lo siguiente: “ ¿No debemos creer primero a las Sagradas Escrituras”? Y prosigo: “Y cuando Pedro dice: los jóvenes sujetaos a los Presbíteros, aunque esto no se refiera entre Presbíteros, (que parece ser que sí) no quiere decir que si los Presbiteros mayores ocultan o desvirtúan por egoísmo u substracción el sentido de las palabras de la Escritura, los jóvenes debamos aceptar esa desfiguración de la Palabra de Dios”.
Y como muestra concreta a lo que yo me refiero, tiene las palabras del Dr. Tarancón ya comentadas, (el Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo…) y la “media página” del Concilio dedicada a los Presbíteros.
En absoluto me refiero al Magisterio definitivo y unánime del Episcopado.
Por otro lado, yo no afirmo ni jamás afirmaré que hay error dogmático en una definición, sino que en esa interpretación dogmática puede haber substracción del total contenido, lo que es lógico, ya que una doctrina puede contener varias facetas, y se definida, hoy una, sin que esto quiera decir, que mañana, no se pueda, de esa misma doctrina, deducir otra definición, que sin contradecir aquella, amplíe su total contenido.
Y sin poner en duda alguna el Magisterio Episcopal afirmo que hay substracción, querida o no, de la doctrina sobre el Presbiterio que es algo más que parte de una estructuración o Colegialidad jerárquica Sacerdotal entre Papa, Obispo y Párroco, porque el Sacerdocio aún dada la jerarquización, es en su misión amor del Padre, redención del Hijo y santificación del Espíritu Santo en todos.
Estudiar estas substracciones, aún en el Concilio,aceptando de partida lo que hay definido, no está prohibido por la Iglesia, y es lo que hacen Vds. los teólogos y puede hacer otro Presbítero como yo, o cualquier fiel en la Iglesia.
El espíritu de andar, de caminar, es el mismo, porque Dios permite un evolutivo progreso de los conocimientos de la mente humana donde cada etapa histórica vaya por un lado conservando el depósito esencial de la fe, y por otro, superando a la anterior.
Y así, si la Escritura dice que entonces “subieron a Jerusalén a los Apóstoles y a los Presbíteros y a la Iglesia”, queda patente que hoy están los Apóstoles (Obispos), ¿pero donde están los Presbíteros? ¿Y la Iglesia?
¿Con este hecho revelado, el Espíritu Santo no quiere evitar un absolutismo, sobre todo en estos tiempos en el que también el Cuerpo de Cristo (la Iglesia) debía tener ya la participación que su misma esencia conlleva ( la voz del Pueblo es la voz de Dios) para no verse como solo elemento pasivo que le priva de entusiasmo y estímulo en el Ministerio asignado y necesitado por Cristo, a cada parte de ese Cuerpo, donde nadie puede excluir a otro sino donde todos, por necesidad, deben complementarse como un solo Cuerpo?
La Iglesia coincide en un solo Jesucristo.
“No solo somos de Cristo, sino Cristo somos” dice S. Agustín.
¿Queremos vocaciones Sacerdotales y participación de los fieles si seguimos considerando solo un Ministerio, como Ministerio sagrado único?
En la Historia los Pueblos solo han “obedecido”, hoy el Pueblo es el “Soberano”, decide.
¿Tiene miedo la jerarquía a que Cristo se manifieste también con autoridad por los otros Ministerios dignamente considerados, aunque sea la jerarquía la que recoja y aporte ese sentir de los otros miembros del Cuerpo de Cristo, pero reconociendo en la estructuración moderna de la Iglesia al Pueblo de Dios como el Soberano, porque todos somos no solo de Cristo, sino que Cristo somos?
Si el Verbo se hace hombre, ¿por qué el Obispo históricamente no se hizo y gozó como una parte más, sin disminuir su ministerio, del Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jun 08, 2006 10:24 am    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Permítanme que de nuevo recuerde los testimonios del Concilio:
Cardenal Meyer: “el conjunto de las proposiciones señalaban todas las obligaciones de los Sacerdotes pero nada confortante y alentador, para ellos, puede encontrarse en el mencionado texto, y pedía que al tema de los Sacerdotes se les de un esquema y un debate normal, como se le ha dado a los Obispos”.
Mons. Theas: “El texto no destaca la necesidad que del Sacerdote tiene la Iglesia, de forma que así se dice: “nada sin el Obispo” bien puede decirse “nada sin el Presbitero”, pues sin Sacerdotes es imposible la evangelización y aún más, aplicar los decretos que ahora se discuten en el Aula, ni tampoco destaca el texto la importancia del Sacerdote, que es Otro Cristo, y no un funcionario, sino que tiene la misma misión que el Obispo."
Cardenal Alflink: “¿Responde a la expectación de los Sacerdotes el texto que estamos estudiando? No. Zafarse de esta cuestión, será introducir una justa desilusión,
Un Obispo dijo: “Está visto que el tema de los Sacerdotes va a quedar para el Concilio Vaticano III”.

¿Los testimonios aducidos también están contra el criterio unánime del Episcopado, como me acusa?

Si el Episcopado es definido como Sacramento, sin que sea una clamorosa necesidad manifestada por el Pueblo de Dios, ¿por ello puede llamar retroactivos enemigos de la Iglesia y de Cristo a los teólogos como Hugo de San Víctor, Pedro Lombardo, Alejandro de Ales, San Alberto Magno, San Buenaventura, Ricardo de Mediavilla, Santo Tomás, Capréolo, el Ferraniense, Domingo de Soto, Gonet, Biluart, Billot, Hugo, Battifol, Boundinhon, Beyer y López Martínez que no consideran al episcopado como Sacramento?

¿Pierde o gana la Iglesia en el Concilio, reconociendo a Cristo-sacramento, no al hombre en si, como Buen Pastor-Episcopos en su Presbítero, dignificándolo como al Vicario del Enviado del Padre a ese pueblo, e institucionalmente puesto por el Espíritu Santo para instaurar con el bautismo el reino de Dios? ¿Práctica y numéricamente quien implanta por el bautismo el reino de Dios?
¿Es más pastoral la voz y autoridad del Obispo que Cristo hecho hombre.- sacramento, voz sacramental y autoridad para proclamar la palabra de Dios, haciendo posible la santificación con el Espíritu Santo?
Por ello creo, es digna de consideración la básica comunidad Parroquial, que está más cercana a cada persona, más familia concreta, más pueblo que la superior Comunidad Diocesana, (¿más entidad?).
¿No presta Cristo por derecho sacramental a su Vicario Sacerdote, toda su autoridad de Iglesia para la salvación, como le presta su autoridad al Obispo y al Papa para el cumplimiento de sus misiones propias?

Pero no podemos olvidar que Dios es más amplio en su relación creativa y de intimidad santificante que las estructuras, (entre los hombres necesarias y sagradas), de su Iglesia, y a aún más universales que los poderes concretos de su Sacerdocio en la Iglesia, porque Dios es más amor universal que jerarquía, y aún más que solo sus Sacramentos y que su misma Iglesia.
El concepto de que no hay salvación fuera de la Iglesia, fue dicho en su origen para unos herejes aunque después se universalizara erróneamente, porque aún temporalmente antes que la redención está la creación, y Dios salva a cuantos de buena voluntad cumplan con lo que en su conciencia creen, porque esa conciencia para ellos es la ley, según Pablo.
Manteniendo esta doctrina, sin temor, tendría Dios más razones ante todos los hombres para demostrar que es el amor para todos.
No podemos establecer las normas por las que Dios juzgará a cada hombre en particular. Es más, sí sabemos que en el juicio final no será la ley eclesiástica, ni siquiera el bautismo, la norma, sino porque tuve hambre y me disteis de comer, me vestisteis…
Pero esto no mengua en nada a la Iglesia de Cristo como la Institución por él fundada para la salvación del hombre y nuestra obligación y derecho emanado de Dios, de expansión del Evangelio
Amo a la Iglesia de Cristo en su realidad de Iglesia Parroquial, Diocesana y Universal porque son un solo Cuerpo de Cristo.
Amo a todos los hombres porque son creados en Cristo y para Cristo, y por ello es Comunidad universal de creación y redención.
Amo el Sacerdocio porque es realidad que actualiza la Encarnación, le Evangelización y la Redención.

Dios no está en silencio, tiene un primer mensaje siempre actual y perenne: el de la fantástica creación. Y tiene a Cristo, siempre hoy, evangelizando.

Sí, Dios no pudo hacer más, y para salvar nuestra libertad tiene que hacerse misterio... ¡”Gracias por no bajar de tu cruz cuando te lo pedían algunos judíos para creer”, dice un piadoso autor!
No habría libertad y Dios sería nuestro juguete si a cada hombre tuviese que hacerle el milagro personal que desee, aun contra los demás. Y además, impediría y coaccionaría nuestra potestad de elección con su presencia constantemente milagrosa. El silencio aparente de Dios es esencial a nuestra libertad y al “ordenamiento natural” de todo cuanto es vida y existencia.
Si Dios a mí me hablara
y a todo hombre diese explicación
de libertad privara
sembrando confusión.
El Verbo es Logos, con una Creación.
Quien quiera así ya oírle
Es clara y fluida su conversación,
Solo se hace inaudible
Para la sin razón
que al Adán ser, gusta de rebelión.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Jun 10, 2006 8:16 pm    Asunto: Complementos a la media página
Tema: Estima del sacerdocio
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Complementos a la “media página” del Concilio dedicada a los Presbíteros.

Mi escrito está hecho en circunstancias de días de Concilio y ha estado motivado por esa falta de justicia histórica sobre los Presbíteros cuando son también “las columnas de la Iglesia”, Cristo en ellos es el fundamento de su estar personalmente entre la grey.


1) ¿Un dogma sería falso, y dejaría de ser posible si enseñase que, Cristo, Sacerdocio único y perpetuo, que actúa como Sumo Pontífice en la Eucaristía y Sacramentos de cualquier Presbítero, no tiene nada que ver con la misión y potestad de gobierno sobrenatural santificadora y evangelizadora de los Apóstoles, porque en el Presbítero Cristo es Sacerdocio de segundo orden?
2) ¿Sería posible una definición afirmando que los llamados Presbíteros en la Sagrada Escritura todos eran Obispos, y en consecuencia que cuanto hace referencia a los Presbíteros es solo en referencia a los Obispos?
3) Si solo Dios puede perdonar los pecados, ¿el Presbítero los perdona como vicario y en nombre de Dios, o como un funcionario enviado por el Obispo?
4) ¿Si Pablo dice a Timoteo: “no olvides la gracia que hay en ti (la sacerdotal) que te fue dada por la imposición de las manos de los Presbíteros”, esto se ha de entender que ya había entonces un ritual ceremonioso sin que contuviese transmisión alguna de la gracia por la imposición de las manos, o que posteriormente por razones organizativas y de responsabilidad vigilada de tan delicado Sacramento debe ser administrado solo por el Obispo y su Presbiterio con él?
5) ¿Un dogma sería posible afirmando que el Sacerdocio del Obispo tiene mayor poder de salvación y santificación que un Presbítero ante un moribundo o administrando cualquier Sacramento?
6) Es más ¿se puede anular ese poder Sacramental universal en el Presbítero fuera de su Parroquia o de su Diócesis en caso de necesidad?
7) ¿Se puede anular del Sacerdocio Sacramento la potestad de evangelizar, de regir y gobernar los bienes de la redención?
Cool ¿Si el Obispo es administrador de Sacramentos, el Presbítero no lo es también para el Pueblo de Dios?
9) Admitida y venerada la sublime dignidad episcopal con sus privilegios, ¿acaso es la fuente de la gracia, del Sacerdocio, es la vid, o, todos somos cooperadores sacramentales de Dios, complementándonos unos y otros con los demás Ministerios de los otros miembros del Cuerpo de Cristo, tan Ministerios en sí como el nuestro por ser todos un mismo Cuerpo con funciones distintas?
10) Si el “yo en ellos y tú en mí para que sea consumada la unidad” es el fin de la redención, ¿todos los Ministerios del Cuerpo de Cristo no están sino para servir, porque esa unidad es la grandeza sublime, que supera a las dignidades particulares de los medios, en el único Cuerpo de Cristo?

Ya he explicado que a mi modo de ver, no es igual Sucesor de los Apóstoles que Misión apostólica, siendo la Sucesión la máxima jerarquización eclesial necesaria en la Iglesia, pero siendo Misión apostólica un término superior a los Apóstoles porque esta es solo la de Cristo, el Enviado por el Padre. En su Misión nadie está excluido en el Cuerpo de Cristo, y cada uno en el grado en el que lo envía Cristo.
Y referente concretamente al Sacramento Sacerdotal, si los Apóstoles tienen como misión actualizar a Cristo Sacerdocio único, no solo dando vida espiritual a través de los Sacramentos y la palabra, sino dando a la misma Santísima Trinidad, como en el bautismo, yo me pregunto: ¿Cristo en el Presbítero no lleva esa Misión, donde se da también junto a las gracias santificantes y dones del Espíritu Santo, al mismo Cristo eucarístico?
Toda la Misión de Cristo está compendiada y se hace realidad en la celebración de la Eucaristía. Es el Sacramento de los Sacramentos porque su sacrificio es la fuente de todos ellos. Es la nueva Alianza.

Cuanto se diga del Sacerdocio se está diciendo de Cristo.
Cuanto se devalúe el Sacerdocio, se está devaluando a Cristo.

Es bellísimo el símil, y para mí Sacerdote muy consolador, que el Obispo es como Cristo rodeado de sus Apóstoles, hoy los Presbíteros, porque esto conlleva, primero, que los Presbíteros son los Apóstoles, y, segundo, que el Sacerdote al ser “otro Cristo” según lo proclama Pio XI, repartiendo “en persona de Cristo” el pan, sí que no es un símil, sino Cristo-Sacerdote realmente en su Cena rodeado de los suyos.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Jun 16, 2006 10:45 am    Asunto: Concilio de Trento
Tema: Estima del sacerdocio
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Concilio de Trento.
“En la Iglesia hay un nuevo y visible Sacerdocio, instituido por el mismo Salvador nuestro, y a sus Apóstoles y a sus sucesores en el Sacerdocio les dio la potestad de consagrar y administrar su cuerpo y su sangre”.
“Siendo don tan divino el ministerio de tan Santo Sacerdocio, se hizo costumbre, que fuese ejercido de la forma más digna y con la mayor veneración…pues no solo de los Sacerdotes sino de los Diaconos las Sagradas Escrituras, hacen clara mención” (D.967)

De donde se deduce:

1)- Que hay un Sacerdocio nuevo y visible.
Cristo es el Sacerdocio ante el Padre que “permaneciendo invisible” se hace visible en su vicario el Sacerdote.
Cristo, la vid, se prolonga en este Ministerio para que se haga realidad el racimo de Comunidades en El.
Cristo asumió en su naturaleza humana nuestra propia naturaleza y sigue asumiendo esta naturaleza humana de su Sacerdote para que sea Otro Cristo visible en su misión. Tremenda responsabilidad del elegido. Tremenda exigencia para el hombre que a pesar de que les dice: “estaré con vosotros”, el hombre sigue sintiendo ese atractivo hacia la rebelión simbolizada en Adán.

El Sacerdote no es a modo de una Alcaldía con unos poderes limitados a un municipio, el Sacerdote, en caso de necesidad, tiene poderes universales sobre la santificación y salvación del hombre, porque en esa autoridad es Cristo plenitud, quedando las jerarquizaciones en un plano de servicio a ese Cristo Sacramental.
Por ello no puedo menos de escandalizarme ante las citas del Dr. Tarancón: “La Iglesia, absolutamente hablando, podría existir sin Presbíteros”. “El Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo”... a pesar de que Pablo dice a los Presbíteros: os puso el Espíritu Santo.
S. Pablo afirma que la gracia del Sacerdocio venía a través de la imposición de las manos de los Presbítero. (I Tim. 4,14) Y S. Jerónimo afirma que las Iglesias se gobernaban por el común consejo de los Presbíteros. (R.1371)

El Sacerdocio “nuevo y visible” no es establecido y vivificado “en su misión de salvación” por la jerarquización, lo es por Cristo y el Espíritu, y aquí radica la razón de ser del Presbítero.
NI el Obispo ni el Presbítero pueden atribuirse “como suyos”, ni la transmisión del Sacerdocio por el Obispo, ni la transmisión de los demás Sacramento por el Presbítero a pesar de ese Sacerdocio visible, porque tanto para el Obispo como para el Presbitero es cierto que “sin mí nada podéis hacer”.

2)- Instituido por Cristo.
Ni los Apóstoles ni los Obispos pueden instituir un Sacramento.
Ante la potestad salvadora Sacramental Sacerdotal de Cristo en nosotros, estamos solo ante lo “sobrenatural”. Que ni está en nosotros, ni es nuestro, porque ellos y nosotros somos como signos visibles, colaboradores de una institución divina, Además, apropiarse la alta jerarquización, en exclusiva, la misión sobre el pastoreo “sobrenatural” de Cristo y el Espíritu junto a cada hombre, no estaría conforme ni con la promesa de Cristo: “estaré con vosotros”, doctrina que confirma Pio XI para todo Sacramentado: “el Sacerdote “actúa en persona de Cristo”.

3)- A sus sucesores en el Sacerdocio
El Sacerdote conlleva, porque es Cristo que permanece, no solo la sucesión apostólica en ese Sacerdocio visible, sino que todo Sacramentado es también, esencial y prioritariamente algo más que sucesión apostólica, porque es Cristo que permanece como santificador de igual modo en Apóstoles, Obispos y Sacerdotes, y aunque cada uno en su lugar, ya San Ignacio de Antioquía en el siglo II, decía: Que obedezcáis al Obispo y al Presbiterio sin diferencia, porque todos convenimos en un solo Jesucristo”. ( R.43)

4)- Les dio la potestad de consagrar
Milagro de la transubstanciación que tiene que hacer Cristo unido a la Palabra de Dios Sacramental del Sacerdote.
Para este milagro se necesita tanto poder como para crear al mundo, decía S. Bernardo, pero, pero con una diferencia a favor de la Eucaristía, pues allí comienza a existr la materia ante la voz de Dios, y aquí es Dios quien se somete y se obliga a obedecer a la palabra Sacramental de su Sacerdote para transformar una materia en Dios.

Ante esta grandeza tan profunda ¿a qué Sacerdote va a molestar el reconocimiento de otras potestades jerárquicas que no son superiores a la potestad, grandeza y dignidad que se necesitan en este infinito milagro eucarístico de cualquier Sacerdote?
El justo debe vivir de la fe, no de las apariencias similares a las dignidades humanas.

Continuará Concilio de Trento.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Sab Jun 17, 2006 8:16 pm    Asunto: Continuación Concilio de Trento.
Tema: Estima del sacerdocio
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5)- Potestad de ofrecer
El sacerdote ofrece en cada Misa todo el mérito redentor de Cristo, y unido a El, es Vicario del Sumo Pontífice ante el Padre.
El Sacerdote actúa como oferente visible y público de Cristo y de toda la Iglesia, dando a Dios un culto de valor infinito y en él solamente es inferior a Dios.
“El oficio del Sacerdote es la obra del Espíritu Santo”, dice S. Ambrosio.
Y si somos creyentes en esto, ¿qué importa ser jerarquía más elevada o menos jerarquía?
Pero los primeros puestos en los convites nos vislumbran a todos.
Por todo esto me extrañan las palabras más arriba ya mencionadas del Dr. Tarancón: “es el Obispo el que actúa en todos los límites de la diócesis porque los Párrocos y demás Sacerdotes no son más que su prolongación, cooperadores de nuestro Orden los llama al ordenarlos, y los altavoces de su palabra, los que participan de su poder episcopal, sus brazos y sus pies para que todos sean debidamente evangelizados”.
Es decir, que siendo esto en parte cierto en cuanto a la jerarquización, ¿Cristo y el Espíritu Santo en cada pueblo “no son más que prolongación del Obispo”? ¿Que Cristo en su Presbítero es altavoz de la palabra episcopal?
Pablo dice: “ni el que planta y riega es algo sino Dios que da el crecimiento”.

6)- Potestades de administrar su cuerpo y su sangre
Jesús dice: “Yo soy el pan de vida. Este es el pan que baja del cielo para comerlo y no morir. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien come este pan vivirá eternamente” (Ju. 6, 48 ss)
Para mí, para la fe, Cristo hace cada día este sublime milagro de la transubstanciación, más extraordinario y transcendente que la multiplicación de los panes y los peces, su símbolo.
Tanto el Obispo como el Presbítero son hoy los discípulos que reparten el pan, sucesores de los Apóstoles.
Pablo les dice a los Presbíteros de Efeso que estan puestos para apacentar, regir, es decir, para alimentar y abrevar el rebaño. Y Cristo dice que El es el pan y la fuente. ¿Hay algún don superior para repartir en la Iglesia más importante que el cuerpo y la sangre de Cristo?

Si los Apóstoles tienen potestad para dar pan del cielo, Cristo en su Sacerdote, también; si ellos santificaban, el Sacerdote también; si bautizaban en nombre de la Santísima Trinidad, el Sacerdote también; si gobiernan con derecho y potestad de Cristo la economía de la redención, el Sacerdote también; si evangelizaban para formar y mantener la comunidad cristiana: la Iglesia entre el pueblo, el Sacerdote también.
¿No se prolongan en el Presbítero la misión y autoridad salvadora de los Apóstoles que es “única” en Cristo, en el que todos convenimos como “único Sacerdocio”?

La única meta infinita y de máxima dignidad es la “unidad” en vida Trinitaria, ya que Jesús viene a invitarnos a pertenecer a su Familia Divina. Por eso Pablo dice que Cristo tiene un Sacerdocio perpetuo entre nosotros, pero no solo en las escalas jerárquicas sino en todo Sacerdote porque no hay más que un solo Pontífice ante el Padre.
Si el Obispo es gobierno universal con el Papa, ¿el Presbítero no es vicario de las potestades de gobierno santificante dignamente cualificado en Cristo, para toda la Iglesia ante el Padre?
De toda la Iglesia, porque la conmemoración de su Venida, Cena, Muerte y Resurrección, cualquier Presbítero lo hace en nombre de toda la Iglesia, y el Padre ve en el Ministerio Sacerdotal, en cualquier pueblo, a su Hijo, su enviado como Mesías para la salvación.
El Presbítero no pide más grandeza, le basta esta dulce carga abrumadora, porque ahí solo es inferior a Dios.

Que el Obispo además de su Sacerdocio tenga otros privilegios y responsabilidades, es cierto, pero en ambos es el mismo Cristo: Sacramento de salvación.
Porque, ¿acaso perdonamos los pecados en nombre de los Apóstoles?

Somos al modo del Ángel que deja actuar al Espíritu Santo en María, sin atribuirse ese Ángel ser la esencia, el absolutamente necesario para lo sobrenatural, él y nosotros solo somos mensajeros de Dios. Y así el Espíritu Santo es el agente principal en todo nuestro Ministerio para que nazca el hombre nuevo, como en María.
Y lo más sorprende es que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están a disposición de su Sacerdote que, con su mayor o menor santidad, aumentará o disminuirá el Reino de la Gracia.
Si lo pensáramos bien, ¿quién sería tan osado para aceptar sin profunda reflexión el Sacerdocio si no se contase con la ayuda de Dios?
Y a pesar de nuestras flaquezas y pecados Dios se pone a nuestra disposición para que le ayudemos a implantar su Reino. ¡Tanta grandeza y responsabilidad, junto a tanta miseria y también pecados!
Pero Dios lo sabía y aún así nos llama, pidiéndonos una entrega total a su Espíritu, pero, ¡fallamos tantas veces!
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jun 22, 2006 5:44 pm    Asunto: Una posibilidad y una certeza
Tema: Estima del sacerdocio
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Podíamos presentarnos una posibilidad: Que el Sacerdocio sea solo una potestad dada a los hombres sin Cristo ni el Espíritu actuantes a través de él, basándonos en las palabras de Cristo: “Lo que atareis sobre la tierra yo lo ataré en el cielo”.
Pero entonces no solo Dios puede perdonar los pecados o hacer la transubstanciación, serían facultades ya propias y naturales de una autoridad.
Pero sin mí, dice Cristo, nada podéis hacer.
Ante la hipótesis de la ausencia de Cristo, sí sería posible pensar que el Obispo delega su potestad a los Presbíteros.
Pero impone las manos para que el elegido reciba el Sacramento del Espíritu Santo.
De igual forma, si en esas y otras potestades no actúan Cristo y el Espíritu Santo serían los Apóstoles y los Obispos los que instituirían la Iglesia, el Reino de Dios, su Cuerpo Místico, los Sacramentos.
Pero Pablo dice: ni el que plana y riega son algo sino Dios que da el crecimiento.

De esa lejanía de Cristo se desprenderían consecuencias incomprensibles:
El Sacerdote no sería Sacramento de Cristo, sino solo un delegado del Obispo.
Cristo no sería el Buen Pastor en cada pueblo sino la potestad jerárquica del Obispo.
El Presbítero así, podría renunciar a su delegación sin más.
Cuando Cristo dice: estaré con vosotros, solo se referiría a un número reducido de jerarcas y no a los elegidos para estar realmente en cada pueblo junto al hombre para su salvación personal.
La Iglesia habría estado durante siglos en un error doctrinal muy grave. Y no tendrían valor las grandezas cantadas sobre el Sacerdocio.
El Cristianismo cambiaría radicalmente ya que todo sería un símbolo.
La Eucaristía estaría sin la presencia real de Cristo,
Nuestra fe sería un acontecimiento histórico más como tantos otros a través de la Historia: Hechiceros, Bonzos, Obispos. Todos con referencia y temor a un espíritu que son las fuerzas indomables de la naturaleza, o aspiración innata, al modo de transcendencia ante el misterio del cosmos, reconocido como ese dios, naturaleza, o energía suprema positiva de la que procedemos y que solo a ella caminamos y en ella está nuestro único destino.
Además no existiría el estado de gracia o de pecado, porque Dios, para los creyentes, allá en el cielo, no tendría contacto personal con el espíritu personal de cada hombre.
Hasta sería falsa la Encarnación del Verbo en una naturaleza humana porque su presencia tendría alguna razón solo en su propio tiempo.

Si todos estos disparates son falsedades, anticristo, es porque Dios no solo se hizo hombre sino que permanece en la Eucaristía, en su Iglesia, en sus Sacerdotes, en sus bautizados, en todo lo creado, porque todo fue hecho en él y para él: “Estaré siempre con vosotros” porque, como dice S. Juan (1,1-4): “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba al principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Dentro de la presencia de Cristo y actuación del Espíritu Santo, está su medio Sacramental Sacerdotal de comunicación, de sabiduría y de amistad personal a través de su vicario, ya que con el Sacerdocio la misión de Cristo se hace río de vida sobrenatural que fertiliza las almas.
“Sacramento de comunicación”: En todo Sacerdocio en su evangelización, de manera especial en la homilía dominical, Cristo comunica, nos recuerda un mensaje al margen de la mayor o menor oratoria del Sacerdote. Oigamos así la Palabra de Dios.

En toda evangelización salen explícita o mas implícitamente la bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran, los que tienen hombre de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los que sufren persecución por la justicia, los que sean ultrajados por su nombre. Por ello Papini resume: “Los que parecen bienaventurados según el mundo, aquellos a quienes el mundo envidia, imita y admira., están más lejos de la verdadera bienaventuranza que los demás a quienes el mundo desprecia y detesta”.

El “Sacerdocio medio de la Sabiduría”: San Juan de la Cruz nos invita a entender, (primero a los Sacerdotes) según lo espiritual lo que es imposible para lo sensual: “Para venir a gustarlo todo / no quieras tener gusto en nada. / Para venir a poseerlo todo, / no quieras poseer algo en nada. / Para venir a saberlo todo. / no quieras saber algo de nada. / Para venir a lo que no gustas, / has de ir por donde no gustas. / Para venir a lo que no sabes, / has de ir por donde no sabes. / Para venir a lo que no posees, / has de ir por donde no posees. / Para venir a lo que no eres, / has de ir por donde no eres. /
Cuando repares en algo, / dejas de arrojarte al todo./ Porque para venir del todo al todo, / has de negarte del todo en todo./
Y cuando vengas del todo a tener, / has de tenerlo sin nada tener, / Porque si quieres tener algo en todo, / no tienes puro en Dios tu tesoro”.

Sencillamente este es el mensaje de sabiduría del Evangelio y que también en tantas parábolas nos expone el Maestro, primero para que se lo aplique el Sacerdote y así, que este pueda ser maestro y guía espiritual, porque en cualquier estado de vida del hombre, no solo en el Sacerdotal, se puede alcanzar la sabiduría, porque los caminos de Dios son inescrutables.
Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, dice Jesús a todo creyente.
¡Qué difícil, imposible es alcanzar esta meta, Señor!

Continuará
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Jun 23, 2006 7:12 am    Asunto: coninuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Pero no toda la vida sobrenatural pasa por el Sacerdote, hay muchos ministerios que son usados por Dios para hablar con Adán, y sobre todo en la vida mística y privada de esa relación Dios-almas en las que solo actúa el Espíritu Santo.
Cristo como plenitud de redención y el Espíritu de Santificación, están per se en cada gota de cualquier canal, porque el Espíritu sopla donde quiere.
Hay canales visibles muy amplios: los Obispos, y de ellos jerárquicamente salen otros canales: los Presbíteros jerárquicos, pero “convenimos todos en un mismo Jesucristo” y en el mismo Espíritu para la salvación.
Es cierto que el Obispo tiene potestad ordinaria y el Presbítero jurisdiccionalmente, delegada. Pero hay una sola vid: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Por ello Cristo es Sacerdocio, savia del sarmiento "per se" en todo Sacramentado, porque la Sacramentalidad no es un bien delegable, la da y la hace Vida el Espíritu Santo.
Cristo no es Sacerdocio de segundo orden donde él ha dispuesto estar para aplicar su redención a cada hombre.
Ningún dogma puede dividir a Cristo en su misión de redención, ni disminuir al Espíritu Vivificador con plenitud universal de salvación en todo Sacerdote.

Hay dos dependencias: Cristo y Obispo. Y siendo sagrada la jerarquización, no por ello se le puede privar a Cristo de su autoridad mesiánica en cada pueblo para su gobierno no solo de su economía redentora sino de su misión evangelizadora.
La Parroquia, no solo por la delegación episcopal, sino que por la presencia eucarística, y por que Cristo Pastor se hace visible en su vicario el Sacerdote, es para mí el Portal, la Evangelización y el Cenáculo del Cuerpo de Cristo. Aquí nace y se apacienta el Reino Sacramental y evangelizador de Dios. Es la Casa del Padre y de sus hijos, y como José y María mostramos a todos al nacido Hijo de Dios, haciendo así a cada bautizado una parte de ese nuevo nacido Hijo de Dios y templo de la Trinidad.

Que Pedro tenga que apacentar las ovejas no excluye el: “Yo soy el buen Pastor y he venida para que tengan vida y la tengan abundante. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas, conozco las mías y las mías me conocen” (Ju. 10, 10-14)

“Para que tengan vida”.
Esta vida, por institución de Cristo, está en los Sacramentos y en la Palabra de Dios.
¿Este pastoreo de Cristo diariamente entre el rebaño en su Sacerdote, se contradice con el Pastoreo de los Obispos, o convenimos todos en Cristo Buen Pastor?

“Y las mías me conocen”.
Porque Cristo usa su voz Sacramental y de evangelización no solo a través del Obispo, sino también a través de su Sacerdote.
¿Desde la disposición eterna de la redención Dios solo pensó en sus Apóstoles y sus Obispos, y no en el Espíritu Santo como distribuidor personal de los bienes del Hijo junto a cada hombre y en cada pueblo?
Démosle al medio sagrado jerárquico su puesto de gran responsabilidad y privilegios pero a Cristo Sacramento y Palabra salvadora en cada pueblo, el suyo.

Yo, entre poder jerárquico y aplicar diariamente la redención, si se pudiesen separar, elijo sin duda alguna ser Cristo Sacramento, Párroco, para que todos cuantos lo deseen tengan vida y conozcan de cerca al Buen Pastor.

“Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida”.
Y este alimento, ¿no lo confeccionan Cristo y su Sacerdote todos los días y lo reparten a cuantos quieren tener la “vida”?
“Mi reino no es de este mundo”, dice Jesús. O lo que es lo mismo: no apliquéis las estructuras humanas a mi misión redentora, porque la esencia de mi Reino es: “Yo en ellos, Tú en mí, para que sea consumada la unidad” en Vida Trinitaria.
Tres personas distintas, un solo Dios.
Muchos miembros de un Cuerpo, pero todos un solo Cuerpo de Cristo. Todos comemos el mismo pan y ese pan nos hace ser uno, todos en un solo Pan bajado del cielo: Cristo. Yo en ellos para que sea consumada la unidad en nuestra familia Trinitaria.

Por lo tanto es cierto que “Cristo continúa su labor salvífica siempre en sus enviados, continúa activo y operante a través de sus ministros y de su Iglesia”. (Guerra y G.)
“El Obispo y sus Sacerdotes están unidos por fuertes lazos en la comunidad de destino, por una misión común, en una comunión de fe y de acción en un mismo ministerio de vida”. (Mns. Guerry)

Por todo ello me han escandalizado profundamente aquellas palabras del Dr. Tarancón: “El Presbítero no tiene razón de ser por sí mismo”.
Del mismo modo me escandaliza aquella Crónica del Concilio: “Es curioso que la Constitución sobre la Iglesia reserve nueve páginas a los Obispos, siete a los laicos y solo media página a los Presbíteros, tratando de ellos indirectamente, al hablar de sus relaciones con el Obispo”.
¿Es justo?
¿Es evangélico?
¿Es una ofensa contra la Iglesia defender a Cristo como único Sacerdocio ante el Padre?

No soy el más indicado para ello, pero por haber perdido dramáticamente este tesoro, lo llevo con todo amor en mi prolongado silencio.
Os pido solo un recuerdo en vuestra Eucaristía para que sea digno de la misericordia de Dios.

Continuará y en breve os enviaré mi escrito en su parte doctrinal, hecho por un simple Párroco no por un teólogo ni un erudito, en días de Concilio.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jun 29, 2006 5:38 pm    Asunto: Un compendio
Tema: Estima del sacerdocio
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Un compendio.
Por lo tanto Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Enrique Tarancón, quedo escandalizado profundamente ante sus palabras, porque para mí esas expresiones, aún en un contexto, ni son justas sociológicamente, ni son evangélicas y sí muy escandalosas.
V.E. sabe mejor que yo que Cristo está también como Sacramento en el Presbítero, y que la jerarquización sola no puede aplicar la redención a todos.
Solos los Obispos (a no ser que todos fuésemos Obispos) no podrían atender las Parroquias en todos los pueblos. Solos los Sacerdotes si podrían mantener la evangelización y los Sacramentos entre el pueblo, y por algún motivo diría S. Jerónimo: “Los Presbíteros habiendo elegido a uno lo colocaron en el más alto grado al que llamaron Obispo. Hecho así para evitar el cisma, para que cada uno no rompiera la Iglesia de Cristo. ( R.1357)
Pero todos somos miembros interdependientes de un solo Cuerpo: Cristo.
De donde se deduce que cuanto diga Cristo a sus Apóstoles, referente a llevar la redención a todo el mundo, bautizando, evangelizando y perdonando los pecados para la salvación, lo está diciendo a cuantos reciban su Sacramento Sacerdotal, porque estará siempre con nosotros, no solo en el Obispo.
“Yo no afirmo, (repito), ni jamás afirmaré, que hay error dogmático en una definición, sino que en esa interpretación dogmática puede haber una substracción del total contenido, lo que es lógico, ya que una doctrina puede contener varias facetas, y ser definida, hoy una, sin que esto quiera decir que mañana, no se pueda, de esa misma doctrina, deducir otra definición, que sin contradecir aquella, amplíe su total contenido”.

Y esto es lo que he pedido al Concilio.
Pido el reconocimiento que se le debe a Cristo, Obispo de nuestras almas, que gobierna y apacienta su grey como Buen Pastor, siempre hoy, también en los Presbíteros según el mismo Cristo que afirma: “estaré siempre con vosotros”, y que confirman Pedro ( Iª Ptr. 5. 1-2) y Pablo (Act. 20- veintiocho) para los Presbíteros, porque el Espíritu Santo nos puso a Obispos y Presbíteros en Cristo, porque él es el único Sacerdocio ante el Padre, y con él, ayudándole, y cada uno en su lugar, apacentamos la grey de Dios, siendo en consecuencia Cristo, el Obispo y el Presbítero un solo y único Sacerdocio, porque “convenimos en un solo Jesucristo” mediador : “Uno es Dios, uno también el mediador de Dios y de los hombres, un hombre, Cristo Jesús” (Iª Tim. 2,5)
Y así, si hoy en las manos del Sacerdote Cristo se Encarna, sus labios proclaman la Palabra de Dios, da el Pan de vida y con el Espíritu Santo reparte las Gracias de la redención, ¿que otra misión tiene Cristo como Redentor y Sacerdote?
¿Acaso no es este el fín de la redención?
¿Qué otra realidad es el Reino de Dios?
Por ello decía S. Ignacio de Antioquía: “Que obedezcáis al Obispo y al Presbiterio sin diferencia, porque todos convenimos en un solo Jesucristo”. (R.43)
“No ruego sólo por estos, sino por cuantos crean en mí por su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros, y el mundo crea que tú me has enviado”.”Yo le he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno, como nosotros somos uno”. (Ju.17, 20-22)
¡Cuanto repite Cristo la unión en él!
Su misión esencial no era la fundación de un Reino de jerarquías, su misión era para algo muy superior: Su misión encomendada por el Padre era la unidad en él para conseguir la unidad en la Familia Trinitaria. Esta es su misión, todo lo demás, medios y estructuras sagradas para conseguir este fin, y ninguna de estas estructuras o medios son en sí superiores a Cristo Redención Sacramento Sacerdotal en todos, sí en todos, porque está de manera consagrada en el Orden Sacerdotal y de manera real también en su Pueblo Sacerdotal. Y así, el Sacerdote y el Pueblo ofrecen al Padre el Sacrificio de Cristo en nombre de toda la Iglesia. Y en el mismo Cristo a quien están unidos su Sacerdote y su Pueblo, son los oferentes ante el Padre.
A este mérito redentor de Cristo en su Cruz se debe unir nuestra vida con sus problemas, sufrimientos y nuestras alegrías, que son complemento a su redención que culmina con la inmensa alegría de su resurrección.
La Eucaristía es el compendio de toda su mesianidad, y a ella dedicaré posteriormente varios capítulos como la acción más sublime del Sacerdocio y del Pueblo de Dios.

“Pido por cuantos crean en mí por su palabra”
¿Y el pueblo, como dice Jesús, no cree gracias a la palabra del Presbítero? ¿O solo cree por la palabra del Obispo?
Entitativa, consciente y respetuosamente, más allá de la sucesión de Santiago, de Andrés y del Colegio de los Doce, creo debe estar Cristo venerado y respetado donde él quiera estar, aunque sea en un pesebre o como peor que un don nadie en la Cruz, porque siempre es hoy el Mesías que permanece activo y operante en su Sacramento en cada humilde redil Parroquial o misión Sacerdotal.
Los Apóstoles, aún permaneciendo como Colegio Apostólico en los Obispos, no tienen, después de su muerte, esta permanencia viva, actuante y real como Cristo.

Creo que como dice el Dr. Morcillo en el Concilio, “hay que salvar al Presbiterado del naufragio que ha padecido en el Esquema de Iglesia”
“Es curioso, dicen las Crónicas del Concilio, que la Constitución sobre la Iglesia reserve nueve páginas a los Obispos, siete a los seglares y solo media página a los Presbíteros tratando de ellos indirectamente al hablar de sus relaciones con el Obispo”.
¿Y queremos vocaciones?
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