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Estima del sacerdocio
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Agustin Sanchez Diaz
Asiduo


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MensajePublicado: Sab Jul 01, 2006 6:34 am    Asunto: compendio de textos de Guertra Gómez
Tema: Estima del sacerdocio
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RESUMEN DE ALGUNOS TEXTOS de Guerra y Gómez en su obra “Obispos y Presbíteros”

“La Iglesia está integrada por hombres, pero es vivificada por Dios. Puede hablarse de continuidad y prolongación de Cristo Dios, que se hace visible y puede ser escuchado a través de sus ministros, por medio de la jerarquía que El estableció”.

“Al frente de cada comunidad está el Obispo monárquico, Presbíteros o Sacerdotes en torno al Obispo como apóstoles en torno a Cristo y por ser este sucesor de los Apóstoles también son llamados consejo de los Apóstoles”. (San Ignacio de Antioquia)

“La autoridad del Apóstol era absoluta; su doctrina por la asistencia peculiar del Espíritu Santo no podía estar enturbiada por el error. En las comunidades existían personas directoras con mayor o menor autonomía. Antes de la muerte de los apóstoles son todos colaboradores del apóstol aunque algunos, Tito, Timoteo, podrían identificarse con los rasgos del Obispo”.

“Al morir los Apóstoles las comunidades se independizaron más. En cada comunidad surgió una persona, que asumió la misión y los derechos que antes estaban en manos del Apóstol, con lo cual su puesto dentro del colegio Presbiterial se eleva cada vez mas monolítico”

“El término Obispos carece de sentido técnico y equivale simplemente a los que presiden siendo sinónimo de Presbíteros, nada dice de suyo contra la constitución jerárquica de la Iglesia primitiva”.

“Puede caerse también en el extremo opuesto de la perspectiva cronológica de configurar la misión de los episcopos y presbíteros del Nuevo Testamento de acuerdo con el molde actual perfectamente jerarquizado”.

“Antes del cristianismo la palabra episcopos tiene varios sentidos. Con el cristianismo adquirió, uno nuevo exclusivamente técnico; por él designa a la persona que ejerce la autoridad suprema en la comunidad diocesana. Con él conviven además otras personas directoras, los presbíteros, y también en número mayor los creyentes desprovistos de autoridad. Todos están sometidos a la autoridad monárquica del Obispo; actualmente es su único significado, que ha monopolizado los restantes matices”.

“Jesucristo episcopos: “Erais como ovejas descarriadas, pero acabáis de retornar al pastor y obispo de vuestras almas” (I Ptr. 2,25).

“En el Nuevo Testamento los términos episcopos y presbíteros, en su valor semántico, aparecen con valor de designación jerárquica en las comunidades cristianas”.

“Hechos de los Apóstoles, (20. 17-veintiocho): Mirad por vosotros mismos y por toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os puso episcopos para pastorear la Iglesia de Dios”.
“Hasta entonces los presbíteros habían sido colaboradores de San Pablo; desde ahora deben gobernar ellos solos la comunidad, sobre ellos recae toda la responsabilidad”.

“Filipenses, l, l. “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos”.
“De esta manera resalta la vinculación de los fieles con ellos, los episcopos y diáconos, por su categoría de cabezas del cuerpo místico o jerarcas de la Iglesia”.

“1 Timoteo 3,2 - Tito 1,5 Por su esquema, las dos epístolas, descansan en líneas generales muy parecidas de tal suerte, que en cuanto a algunos puntos, v.g. cualidades de los presbíteros-obispos se identifican”.
“Timoteo: Si alguno desea el episcopado buen cargo desea, pero es preciso que el obispo sea irreprensible...”.
“Tito: Te dejé en Creta, para que organizases lo que faltaba y nombrases en cada ciudad presbíteros, como yo te ordené: irreprochables...porque es necesario que el obispo sea irreprochable...”.

Los presbíteros en la comunidad de Jerusalén.
“Los Hechos de los Apóstoles no dicen cómo surgió el colegio de los presbíteros; los presenta actuando.
Para calmar el alboroto, decidieron al fin los antioquenos que “subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, acompañados de algunos otros, a los Apóstoles y Presbíteros para consultarles sobre esta cuestión”.
Se trata de una decisión doctrinal, cuya responsabilidad recaía sobre los miembros de la jerarquía eclesiástica: los Apóstoles y los presbíteros.
Los Apóstoles y Presbíteros participaban de la misma autoridad, aunque en diferente proporción. Forman, por lo tanto, una unidad jerárquicamente consanguínea y los segundos pueden ser llamados “hermanos” según una hermandad de potestad dentro de la comunidad cristiana.
Como los Presbíteros de Efeso, también los de Jerusalén son pastores de los fieles, directores de la Iglesia, a quienes incumbe guardar la grey cristiana”.
+++
Continuarán mis comentarios de fines de semana.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jul 06, 2006 11:00 am    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Epístola de Santiago.
“Quien se encuentre en este estado, “llame a los presbíteros de la Iglesia, oren sobre él ungiéndole con óleo en nombre del Señor”.
Del contexto se deduce que estos presbíteros de la Iglesia no son simples ancianos sino miembros del consejo jerárquico de la comunidad.
En este lugar, Santiago, emplea como designación de la comunidad la palabra ecclesia con lo cual están relacionados los presbíteros constituidos por San Pablo en cada iglesia.
Santiago realza el matiz jerárquico de los presbíteros.”


Los Presbíteros de las comunidades paulinas.
“El colegio Presbiterial es una pieza insustituible en la organización de las comunidades paulinas.
San Pablo y San Bernabé recibieron por la imposición de las manos el derecho de cumplir su misión divina de fundar nuevas comunidades y de organizarlas poniendo al frente a los presbíteros.
Presbíteros, los elegidos por los apóstoles, para que tras su partida, asuman la responsabilidad de la dirección. A imitación de la comunidad de Jerusalén, San Pablo establece presbíteros en cada comunidad, iglesia.
El Apóstol constituía el colegio Presbiterial en sus comunidades.
1 Timoteo, 5,17-19.: Todos los presbíteros, miembros del colegio Presbiterial de Efeso, ejercen según 5.17 la función directora de la comunidad cristiana. Quien de ellos cumpla bien esta misión, sean tenidos en doble honor sobre todo los que se ocupan en la predicación y en la enseñanza.
La predicación y la enseñanza más que estar al margen o ser opuestas a la misión básica de los presbíteros, la presidencial, son partes integrantes de la misma en el aspecto doctrinal y complementos suyos.”


Epístola de San Pedro.
“San Pablo da consejos a Timoteo sobre su conducta con las distintas categorías sociales de los cristianos en Efeso, entre ellos con los Presbíteros jerarcas de la comunidad, pero San Pedro se dirige directamente a ellos y expone las obligaciones de todos los grupos que integraban las comunidades.
A los presbíteros, pues de entre vosotros, exhorto yo, Presbítero también...apacentar la grey de Dios que está en vosotros, gobernando. (I Ptr. 5,1-2)
De este modo, cuando llegue la hora del juicio - continua la idea que enhebra este capítulo con el precedente - al aparecer el Pastor supremo, Cristo Jesús, cuyos representantes son ellos pastores por participación, a los que “Dios confió su grey”, recibirán la corona inmarcesible de la gloria.
San Pedro se llama a sí mismo Presbítero, sin que esto quiera decir que su autoridad sea la misma que la de los simples presbíteros. El asegura que no usurpa derecho alguno cuando exhorta a los “hermanos” en el ministerio. Ese es el valor de su condición de “testigo” de los padecimientos de Cristo, que recuerda su autoridad apostólica al llamarse “apóstol de Jesucristo”.
Tanto en Pedro como en Pablo pervive y continúa latiendo con fuerza la vinculación de los presbíteros con la actividad “pastoral” directora y apacentadora de la grey de Dios.
“Igualmente vosotros, los jóvenes, sed sumisos a los presbíteros”.
La petulancia y ambición de unos cuantos “jóvenes” que depusieron a los presbíteros reclamó la intervención de San Clemente Romano y escribió a los Corintios.: “Todo lo hacíais sin miramiento de personas, sometidos a vuestros dirigentes y tributando el debido honor a los presbíteros constituidos entre vosotros”.
“Los sediciosos tienen la obligación grave de arrepentirse y someterse nuevamente a los presbíteros”.
Por lo tanto los presbíteros son personas en la madurez de la vida, investidos además de autoridad presidencial y de gobierno, tanto en Corinto como en las comunidades a las que escribe San Pedro su primera epístola.
El mismo carácter resalta en la epístola de San Clemente. También en ella la grey cristiana ha de mantenerse en paz con su “Presbíteros constituidos”.
Los presbíteros del Apocalipsis
“A los episcopos, pastores, llamados también presbíteros en otros pasajes, que actúan en cada comunidad bajo la dirección del Apóstol, corresponde en el cielo el “Supremo Pastor Episcopos”, como nombra San Pedro a Cristo, y en torno a él coloca San Juan en el Apocalipsis el presbiterio celestial o colegio de 24 presbíteros, réplica del existente en las comunidades cristianas.”

continuará
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Jul 07, 2006 7:37 am    Asunto: continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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Sinonímia de los términos episcopos y presbíteros
“La Iglesia adoptó estas dos denominaciones para nombrar a los directores de las comunidades cristianas. Pero seria absurdo pretender buscar un decreto oficial del colegio apostólico o de cualquier concilio, que prescriba el empleo de estos términos con valor preciso dentro del lenguaje eclesiástico.
San Ignacio de Antioquia emplea por primera vez la fórmula episcopos y presbíteros, que rechaza abiertamente la sinonímia de estas designaciones. En los escritos neotestamentarios, en cambio, nunca aparece esa enumeración u otra similar, que entrañe la existencia de dos grados de la jerarquía eclesiástica nombrados por esos términos en estado de perfecta diferenciación. Es cierto que podemos leer los dos términos usados por el mismo autor y el mismo texto, pero su empleo simultáneo confirma la identidad semántica en vez de excluirla o de inyectar la duda.
En la perícopa de los Hechos el término, con el cual San Pablo nombra a los jerarcas de la comunidad efesína, se limita a recoger un aspecto de la misión de los presbíteros, a saber, su labor de supervisión y dirección de la grey. Cristo se eleva en el vértice de todas las comunidades por derecho propio como Pastor y episcopos solícito de todas las almas. Pero no se reservó esa potestad. Después de Pentecostés la comunicó a las personas que El había escogido; por el Espíritu Santo la infundió, mediante la imposición de las manos apostólicas, a cuantos San Pablo constituyó presbíteros encargados de las comunidades asiáticas. De este modo participaban de la misión episcopal, o sea, de la solicitud pastoral de Cristo. Por eso a los Presbíteros de Efeso les incumbe la obligación de mirar por la grey cristiana en medio de la cual el Espíritu Santo los puso en calidad de episcopos,
Tanto Tito como las personas puestas por él para dirigir las comunidades han de partir del supuesto de que no son autónomas ni independientes, sino que dependen de Dios a quien representan; en su nombre y en favor de los intereses divinos ejercen la autoridad.
Tito recibe de San Pablo la misión de elegir presbíteros y de ponerlos al frente de las comunidades. Al mismo tiempo es informado del criterio o norma que debe aplicar: Los Presbíteros son ministros, administradores de la casa y de la familia de Dios en la tierra, de la Iglesia o comunidad encomendada a su solicitud pastoral. Esa es la función de cualquier episcopos, o sea, de todas las personas a las que Tito tiene que poner al frente de cada comunidad.
En Efeso estaba perfectamente organizado el colegio Presbiterial. Allí estaban conscientes, sobre todo tras su partida, de la responsabilidad de episcopos o directores de la comunidad, puestos por el Espíritu Santo para pastorear la grey. Y por eso en la primera epístola a Timoteo se limita a señalarle el conjunto de cualidades que debe reunir cualquier persona como condición para poder formar parte del colegio Presbiterial encargado de la función episcopal o directora de la comunidad.
Precisamente la misión de la defensa y del cuidado de la verdadera doctrina corresponde a los presbíteros en cada comunidad bajo la dirección suprema de Tito en cierto sentido obispo con el valor actual de la palabra.
Desde luego episcopos en el protocolo de la epístola a los Filipenses no supone una autoridad monárquica; es más bien un término que nombra a las personas de evidente estructuración plural y colegial encargadas de la dirección y del gobierno en las comunidades cristianas.
Pablo saluda a los fieles de Filipos en comunidad con sus directores y ayudantes. (Obispos y Diáconos)
En ambas epístolas los directores de la comunidad son nombrados en plural, lo que insinúa su relación con el colegio Presbiterial.
La conclusión obvia de estos testimonios es que el colegio Presbiterial era una pieza insustituible en la vida de las comunidades paulinas.
A Timoteo le da normas sobre el modo de proceder con los presbíteros jerárquicos.
La presidencia o gobierno efectivo de la comunidad incluye las restantes funciones: doctrinal, sacramentaria, administrativa y representativa.
En una palabra, participaban todos de la función presidencial, son directores (en el sentido pleno de la palabra) de las comunidades locales, donde actúan sometidos directamente al mando monárquico de alguno de lo apóstoles”.

PREGUNTAS.
¿A qué Apóstol se le habría ocurrido decir que los Presbíteros no tienen razón de ser por sí mismos si reconocen que en ellos está Cristo Obispo de nuestras almas?
¿Los Apóstoles tratan de los Presbíteros “solo indirectamente, como en el actual Concilio, al hablar de sus relaciones con el Obispo” cuando Pablo a los Filipenses saluda a los Obispos y Diaconos, unificando a Presbíteros en Obispos?
¿Que los Obispos son los Apóstoles? Pues, que sea valorado este ministerio Presbiterial y no solo el jerárquico como lo valoraban los Apóstoles guiados por el Espíritu Santo.
¿Que la sucesión apostólica jerárquica es divina para mantener una Iglesia unida y fuerte, y para la expansión y defensa de la Iglesia frente a los potentes enemigos de Cristo? Es divino y necesario.
En esto, todos los Presbíteros rodeando al Obispo, columna de la Iglesia, como los Apóstoles a Cristo, sin poder olvidar que del mismo modo en la Eucaristía los files rodean al Sacerdote, Cristo visible, para recibir el pan de Vida eterna y de fortaleza en la fe.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Jul 07, 2006 8:08 am    Asunto: continuará
Tema: Estima del sacerdocio
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En el próximo fin de semana comienzo unos comentarios sobre la Eucaristía por ser un Sacramento real de Perdón, redención, unión y reconciliación de Cristo en su Ministerio Sacramental con su Sacerdote y el Pueblo de Dios.
Terminaré con el documento enviado en días de Concilio.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Jul 13, 2006 6:55 am    Asunto: Eucaristía y perdón
Tema: Estima del sacerdocio
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UN OASIS INTERIOR EN MI DESIERTO
El perdón de los pecados ante Dios, ¿tema para el siguiente Concilio?
La Eucaristía Sacramento Penitencial, aún aceptada, hoy, la ley canónica y litúrgica de la Iglesia, porque la Eucaristía es más aún que una absolución colectiva

El “Memorial” o Santo Sacrificio Eucarístico, es el compendio y la realidad diaria de la venida de Dios en Jesús, “los pasos de Yahvé Dios” para proseguir, hoy, la búsqueda del hombre. “La palabra que oís no es mía, sino del Padre, que me ha enviado”. Y así, este Memorial, es también de un modo personal y cercano, el dialogo de amistad del Padre con el hombre, porque “yo estoy en el Padre y el Padre en mí”, siendo la Evangelización conversación de Dios en su voz ministerial. “Dios bajó y llamó a Adán (y baja hoy en Cristo Sacerdocio) diciéndole: ¿Donde estás?”
La Eucaristía es Sacramento de unidad porque es comenzada simbiosis de la vida Trinitaria: Yo en ellos, tú en mi, para que sea consumada la unidad.
Este Memorial lo es también de la Encarnación: “Oh, venerada dignidad del Sacerdote, en cuyas manos el Hijo de Dios como en el seno de María se encarna”, dice San Agustín.
Aquí, ya, cada día, se hace pan para que se realice en cada uno de nosotros una mística, real y nueva unión con tan divino alimento de su real presencia, y aunque de modo distinto al de su encarnación en el seno de María, es el mismo cuerpo asumido por la segunda Persona de la Trinidad, Dios, que al haberlo recibido de María, también presta ella en la comunión ese Cuerpo ya glorificado. Cristo ha querido, en tan divino banquete, que la Madre esté presente.
El Memorial, es además, la plenitud de su muerte en la Cruz con sentido penitencial, porque el hombre en su historia, queriendo ser como Dios, desprecia y aún da muerte no solo a los criados sino al mismo Hijo enviado del Padre, consiguiendo contradictoriamente con ello, satisfacer así por nosotros, devolviéndonos con su muerte, que es la mayor tragedia humana, no la ira de Dios sino la amistad con el Padre. Siendo así este Memorial un “misterio” del Enviado por amor. “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”.
“Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”. ¡Y sigue perseguido!
Es en consecuencia este Memorial el Sacramento constante de la búsqueda del hombre por Dios para el perdón, con la actuación personal de Cristo Pontífice con el que colabora su Sacerdote y el Pueblo, siendo así “todos” ante el Padre, “uno en él”; su Cuerpo, su Asamblea, su Iglesia, compendio y anticipo de la unión creativa y redentora. Todo fue creado y redimido en él.
Es este Sacramento así el compendio de todo el amor creativo y de la Mesianidad.
También el Bautismo, - que como todo Sacramento toma gracias concretas del Sacramento de la Redención,- es el Sacramento perenne y real de aquel perdón como anticipada resurrección. “El bautismo, dice Pedro, también a vosotros os salva...que es prenda de buena conciencia para con Dios mediante la resurrección de Jesucristo”. (I Pt. 3,21).
“Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados”. El bautismo es la arquitectura primorosa vivencial de un templo íntimo para habitáculo de Dios creador y redentor. Pero el Sacramento de la Redención -Eucaristía es el árbol, todos los demás Sacramentos son sus ramas.
Dios nos perdonó a todos en la Cruz, (hoy real Memorial Sacramental) y ahora por el bautismo como base esencial, y con el poder de la Iglesia del perdón de los pecados posteriores, hace Cristo “actual” aquel dialogo personal de perdón.
¿Pero, en la repetición Sacramental de la redención y resurrección, verdadero sacrificio aunque aquí incruento, “él bautizará en el Espíritu Santo”, no hace con su presencia divina que este Memorial sea en sí la fuente, razón y real comunión de su amistad? Sería negar su propia esencia.

Todo cristiano, de una forma aparentemente simple y según interés, puede recorrer en este “Memorial” cuanto Santa Teresa o S. Juan de la Cruz exponen como místicos o especialistas elevadísimos en el “camino espiritual”. Y aunque así recorrido no esté al alcance de todos, tu venida diaria, Señor, tú y yo en amoroso encuentro, es tan simple y al alcance de tu pueblo, que en él, si quiero, en tí y por tí, puedo llegar a participar de la Vida Divina del Padre, porque el amor, elevado a Sacramento Eucarístico, no sería realmente amor, tu búsqueda diaria del hombre, si no es aquí tu abrazo ansiado de reconciliación. Nuestro encuentro es la esencia de tu venida anunciada por tus Profetas y mantenida por tu Iglesia.
La Misa es tu institución Sacramental donde siempre brota “tu nuevo mandamiento”: que os améis como yo os he amado. Sacramento de amistad, Sacramento básico de perdón.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Vie Jul 21, 2006 11:06 am    Asunto: comunicado
Tema: Estima del sacerdocio
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Al encontrarnos en plenos días de vacaciones, creo más conveniente aplazar estos comentarios que proseguiré en el mes de Septiembre.

Gracias por tantas lecturas, y no comprendo el silencio de Sacerdotes sobre los temas que hasta hoy he ido exponiendo.

Solo intento dar testimonio de lo que tengo: mi amor a Cristo y a su Iglesia-ya que en ella nadie está EXCLUIDO del amor de Dios- y por ello espero darnos la paz todos en la EUCARISTÍA ÚNICA en la que los creyentes somos uno en el mismo PAN en la distancia de Pueblos, Naciones y Continentes.
Es el Reino de Dios y en él Cristo Eucaristía de unión y perdón.

El Reino ha tenido épocas de esplendor popular y otras de decadencia visible mezclada con razones, a veces sobradas, por la falta de mantener el espíritu del evangelio que siempre debió ser el mismo.

Comprendo la dificultad de la Iglesia para acomodarse a cada época histórica, pero hay principios que son perennes y básicos del evangelio que no siempre se han tenido en cuenta.

Se ha intentado evangelizar desde el poder, es más fácil, pero no evangélico.
Se ha impuesto la autoridad muchas veces sobre la verdad práctica, y no es evangélico.(El porquero nunca dice verdad)
Hemos querido ser reverenciados como lo eran los fariseos, y no es evangélico.
Se han establecido clases sociales en los Institutos de Perfección Cristiana diferenciando a Madres y hermanas, a Padres y legos aún con comedores distintos

Se ha hablado hasta límites coactivos de ciertos aspectos de la castidad, cuando los jóvenes de hoy y de siempre se encuentran perdidos entre el amor y el sexo, y piensan que la castidad, si es solo aparente, es la más innatural de las perversiones sexuales.
¿En el Evangelizo están justificadas las apariencias, o Cristo deja a la naturaleza que actúe según Dios la creó?
¿Normas?, sí, pero no contra la misma naturaleza, pues serán ineficaces.

Si nos fijamos, el Evangelizo es infinitamente comprensivo con todo lo que es necesidad inevitable natural, respetándolo con suma prudencia en sus propios discípulos.
Cristo establece otras metas, hasta: "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", pero en absoluto devalúa o prescinde de ser él mismo miembro de una familia divina aún con procedencia, y que es símbolo de la grandeza de la familia humana, siendo la Familia divina la fuente de la Vida como la humana es, con la divina, fuente de la vida.
Dios al matrimonio da la misma misión que tiene la familia divina en la transmisión de la vida de los hombres.

¿Que existen renuncias heroicas para conseguir los fines sobrenaturales?cierto, pero humana y divinamente hay que respetar en libertad aquellas exigencias que Dios puso para que no resulte una virtud aparente que "es la más innatural de las perversiones sexuales".

Hemos hecho una Iglesia tan jerárquica que queda velada la misión sacramental Sacerdotal de Cristo en cada pueblo, única base de salvación, único fin de la evangelización y de la Iglesia.

Nos gusta el Tabor, pero no el Golgota.
Nos gusta la caridad, pero históricamente se ha vivido en Palacios y los Curas hemos tenido casa y comida junto a los que no tienen techo ni pan.
Nos alegra la resurrección pero ¿hemos sido ya crucificados?
Condenamos el relativismo ¿pero nuestra vida comparada con la de Jesús no es un relativismo cómodo de categorías sociales, títulos diferenciales contra el "que sean uno"?
¿No vender cuanto tenemos, dándolo a los pobres y, queremos, nos auto proclamamos ser sus discípulos?

El mundo necesita una revolución evangélica. ¿Pero quien tiene fe para lanzarse a andar sobre las aguas?.
Yo, no. ¿Y tú?.
Nos gusta no dejar las redes.
Señor, mándanos un Profeta para que en el mundo de hoy creamos que tu eres nuestro Dios. Prometiste no abandonarnos. Yo te espero, Señor.
Pero...se que estás con nosotros.

Hasta Septiembre. Un saludo a todos.
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jucere5
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MensajePublicado: Sab Jul 22, 2006 2:20 am    Asunto: ¿Y qué hay de la confusión que puede surgir entre la gente?
Tema: Estima del sacerdocio
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Y ¿qué decir de las palabras de San Pablo: "cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra" (Iª Cor. 7,7). El celibato encarado -en primer lugar- como una norma eclesiástica es verlo en una perspectiva reduccionista. Es, antes de eso, un "un don de Dios". Dios nunca va a llamar a alguien a cumplir una misión sin darle la gracia para realizarla. Cierto que lo llevamos en vasijas de barro; pero -por eso mismo- hay que acudir a los medios que Dios nos da (educación de la afectividad; espiritualidad fuerte y madura; dirección espiritual; fraternidad sacerdotal; no aislarse; ejercicio del ministerio; etc...) para vivirlo como una elección gozosa y plenificadora.
Me parece que -desde dentro de la Iglesia- estamos cayendo en la trampa de presentar la virginidad como una mera norma.
jucere5
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mar Ago 22, 2006 6:52 pm    Asunto: a jucere5
Tema: Estima del sacerdocio
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jucere5:
Perdona que no contestara antes, pero había dejado dormir mis actuaciones hasta septiembre, y hasta hoy no he descubierto tu mensaje.
Pablo aquí no habla del celibato sacerdotal, está hablando de las relaciones conyugales aunque dice: “mi voluntad sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su propio don, quien de una manera, quien de otra”….pero si no pueden guardar continencia, que se casen; que mejor es casarse que abrasarse”, dicho a los solteros y viudas. (1ª Cor. 7, 7-9)
Dice Pablo: “mi voluntad sería”…pero no es la voluntad de Dios, es un deseo suyo. No puede ser la voluntad de Dios que todos los hombres no se casen.
“Su propio don”. Es cierto que Dios ayuda con su gracia siempre que se colabore con ella.
Pero la realidad, la vida del Sacerdote como hombre, (lo demuestra la experiencia universal y de todos los tiempos aún después de haber entregado con toda sinceridad y entusiasmo la vida al Sacerdocio), ha demostrado que en general los Sacerdotes, o no responden a la gracia o aquí hay que adoptar otra doctrina del mismo Pablo: “Digna de fe es esta palabra. Si uno aspira al episcopado ((Sacerdocio), excelente función desea. Es, pues, necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, dueño de sí mismo, sensato, digno en porte, hospitalario, idóneo para enseñar,, no dado al vino, no amigo del palo, sino indulgente; enemigo de pendencias, desinteresado; que rija bien su propia casa, que mantenga a sus hijos en sumisión con toda honestidad; que si uno no sabe regir su propia casa, ¿cómo va a cuidar de la Iglesia de Dios?...Y es menester que goce de buena reputación de parte de los de fuera, no sea que caiga en el descrédito y en el lazo del diablo” (1 Timo 3, 1-7)
¿Aquí no habla el Espíritu Santo?
Aquí el Espíritu Santo a través de Pablo si habla directamente a los Sacerdotes.
Sublime es el celibato, sublime es el Sacerdocio, es el más sublime ideal, sublime imitar a Pablo, pero hasta el Concilio de Trento no se impone la ley. ¿Hasta ese Concilio cómo vivían la mayoría de los Obispos y Sacerdotes?
Después del Concilio y la ley, ¿no es prudente recordar las palabras de Pablo: “Y es menester que goce de buena reputación de parte de los de fuera, no sea que caiga en el descrédito y en el lazo del diablo? ¿Qué piensa el mismo pueblo de Dios de este tema?
Millares de Sacerdotes, con gran dolor, a pesar del don de Dios, tal vez no correspondido debidamente, (¿por la mayoría porque quién está libre de pecado?), ¿no ha preferido casarse, obedeciendo a Pablo, antes que abrasarse y caer en el descrédito?.
El Sacerdote que se casa, no cumple la ley, pero si quiere cumplir lo que dice el Espíritu Santo, y por ello quisiera poder seguir ejerciendo su Sacerdocio, pero la ley, no Dios, se lo prohíbe.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Lun Sep 04, 2006 5:32 pm    Asunto: Continuar
Tema: Estima del sacerdocio
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El próximo jueves, como será mi intención cada jueves, en recuerdo de la Institución del Sacramento del amor, de la reconciliación y del encuentro, proseguiré los comentarios sobre la Eucaristía.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Sep 07, 2006 10:31 am    Asunto: Eucaristía- Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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- I -
Es profundo y en ciertas circunstancias inexplicable el respeto de Dios hacia nuestra libertad, el silencio de Dios, porque así libremente o, nos alejamos de él o, libremente volvemos a su Casa.
Pero para los que rezamos el Credo, compendio de nuestra fe, al decir: “Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”, estamos aceptando que el primer mensaje de Dios escrito en las galaxias, en nuestras montañas, en los mares, en las plantas y en los animales, es para que el hombre, cúspide de la obra del Hacedor, siga reconociendo universalmente, inscrito en la propia naturaleza, lo que el Libro de la Sabiduría nos dice: “El me dio el verdadero conocimiento de las cosas, para conocer la constitución del universo y las propiedades de los elementos”( Sab.7,17) “Por la grandeza y hermosura de las criaturas, se deja ver, por analogía, su Hacedor”( Sab.13,5). “Para nosotros no hay más que un Dios Padre, de quien todo procede”. (1 Cor.8, 9)” Por la fe conocemos que los mundos han sido dispuestos por la palabra de Dios” (Heb. 11,3)
Por ello, y aún ante tantas teorías de la ciencia, ninguna de ellas podrá negar, que de una u otra forma, alguien fue el hacedor que nos dejó bien visible su mensaje, y por ello Juan de la Cruz dice: Viendo “en todas las criaturas un rastro del paso de Dios por el cual se rastrea su grandeza”.

Pero sin hacernos silencios en nuestro diario vivir, imitando a Dios, ni nos encontraremos a nosotros mismos, ni a Dios, ni a la verdadera libertad. La selva de ruidos impide la claridad.
“La felicidad se encuentra en la capacidad de cada uno de buscar los momentos de reflexión”
“La razón por la cual no tenemos ratos de silencio en estas vidas programadas, tiene que ver con la necesidad de los políticos y de los poderes en general, de que la gente no tenga tiempo para pensar, sumergiéndolos en ocupaciones que ellos creen importantes. Es un truco de esta sociedad consumista. La sociedad actual necesita la prisa, el ruido es necesario para mantenerla. Si la gente se pusiera a pensar, a meditar, posiblemente muchos renegarían de su vida y de su trabajo. Y es que el silencio, definitivamente, nos acerca a las verdades últimas de la vida” (Juan Manuel de Prada). -
Y así también lo expresa R. Pastor: “La soledad del individuo en particular - de suyo tan amable y, sobre todo, tan fecunda en resultados - es un lujo extraordinario”

Dios nos hizo su semejanza limitada: “inteligentes, libres y, amor sosegado”.
Por ello, “El que quiera que me siga”. (Y desde el origen, fuese este como fuese, ante Dios somos libres). Dios no nos determina, nos acompaña y si queremos nos ayuda en nuestro mutuo y sonoro afecto. “Me levantaré e iré a la casa de mi padre”, dice nostálgico y arrepentido, en su destierro, el hijo pródigo.

¡Qué alegría, vamos a la casa del Señor!, cantamos muchos hoy.
Y porque queremos abandonar las bellotas y los cerdos: Noche oscura, desamor, alejamiento ruidoso, el alma como el hijo pródigo en su intimidad, puede repetir siempre con Juan de la Cruz:
En una noche oscura...salí sin ser notada.
¿Acaso en este primer paso, en nuestra oscura intimidad, cualquier cristiano no canta cada semana con Juan de la Cruz: “la dichosa suerte y ventura que tuvo en salir...” hacia la morada de silencio sonoro del Padre, por Cristo “camino”?
¿No es un esfuerzo constante como Cristo exige en sus parábolas, un velar y no dormir, que cada semana nos levantemos “vigilantes” (setenta veces siete) para subir a la Casa del Padre encendidas las lámparas de la fe y la esperanza?

A Jerusalén suben la tribus, las tribus del Señor
¿Y solo subimos para oír? ¿Y el Padre no nos abraza? ¿No estamos en la renovación real y verdadera de su perdón y abrazo de amistad para reconocernos como hijos y herederos? ¿Este rito Sacramental no es más que una ceremonia solo externamente testimonial?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Sep 14, 2006 10:52 am    Asunto: Eucaristía. Continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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- II -
A la llegada a la Casa, cansados de miserias espirituales y materiales y, también con nuestra grandeza de ser “semejanza (vida e inteligencia) de Dios”, procedemos no como nuestro símbolo Adán, ya que decimos humildemente al Padre: “He pecado contra ti”
Padre, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Yo pecador me confieso...que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión...por mi culpa, ruego a santa María, a los Ángeles, a los Santos y a todos mis hermanos...intercedan por mí.
¿No es esto un acto de arrepentimiento y Conversión Sacramental personal y aún público, que es la esencia institucional y fin del Sacramento de la Redención, y ante el Sacerdote “actuante en persona de Cristo” (Pío XI), poder judicial de Cristo?
Ante nuestra confesión, llegados a la Casa del Padre, sólo falta ya la respuesta: su abrazo paternal, ya que esperaba y deseaba ardientemente nuestro regreso, y, lo festeja con el banquete eucarístico.

¿Es el “Hijo pródigo”, nuestra subida cada semana a la Casa del Padre, una parábola, aquí sin esta esencial transcendencia de encuentro, dialogo y amistad en la sacramentalidad del perdón por el Amor?
¿El mundo cristiano no necesita un fuerte aldabonazo de apertura en su conciencia, ante la presencia real de Cristo en la Eucaristía, para frenar el rechazo a la cultura espiritual de un Dios lejano, cada día más determinante contra un Cristo tan estructurado y legalista, aún en el Sacramento de los Sacramentos?
“Cuando aún estaba lejos, viole el padre, y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello y le cubrió de besos”. Porque como dice Cabodevilla: “mientras el arrepentimiento anda a su lento paso, la misericordia corre, vuela, precipita las etapas, anticipa el perdón, manda delante, como un heraldo, la alegría”.
¡Qué alegría, vamos a la casa del Señor!
Y así el Sacerdote, Vicario de Cristo, Palabra de Dios en el Sacramento de la fe, elevando su oración a Dios nos dice: “Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”.
¿Y no es conveniente que esa súplica sea considerada (¿acaso no lo es ante Dios?) como una absolución de perdón haciendo realidad y verdad ese abrazo tan deseado por el Padre, sin necesidad de volver después a otro tribunal y juicio haciendo esperar a Dios hasta que en otra ocasión ese juez autorice al Padre a dar su perdón y entonces celebrarlo con un banquete? ¿Incoherencia estructural?
¿Porque, esta participación con nuestra presencia voluntaria en el Sacramento del amor, de nada nos sirve, resultando que la ley suspende ¿o no? momentáneamente la misericordia del Padre en el “Gran Sacramento penitencial de abrazo de la unidad” para cuantos allí presentes reiteramos en Cuerpo de Cristo y ante el Padre mil veces perdón? ¿Y si participo de la Cena organizada por el Padre porque su hijo “se había perdido y ha sido hallado”, y no me confieso después, esto es un sacrilegio y Dios me retira su amor y rompe, no yo sino Él, la unión? ¿Intrusión de una ley entre la misericordia de Dios y la intimidad del hombre?
¡Padre, perdónalos! ¿Perdonamos porque yo he cargado con su pecado, y ellos están en mí? ¿No establecemos así la mayor inestabilidad e inseguridad nada menos que en el Sacramento de la comunión de las relaciones amistosas entre Dios y nosotros tan deseada desde la ruptura original?

¿Acaso el Padre del hijo pródigo no superó los legalismos del hermano mayor que le habrían impedido abrazar al hijo que vuelve, siendo cada uno de nosotros parte del cuerpo de Aquel Hijo que vuelve al Padre cargado con nuestras miserias de las que se hizo responsable, y nos hace uno en El y nos presenta en El con una súplica de perdón? ¿En su Cena y Cruz, si asisto con amor, el Padre no perdona ni a su propio Hijo en mí y que repite aquí: “Padre perdónalos? ¿A su amor más que de madre, lo regulamos por leyes estando él presente? En Jesús Eucaristía soy pródigo llagado que vuelvo al Padre en Cuerpo de Cristo.
¡Padre perdónalos y confírmales tu perdón con la palabra sagrada de absolución que tiene mi Sacerdote que ahí soy yo visible rodeado de mis amigos, mi Cuerpo, los (¿pocos?) que creen en mi palabra! ¿Además de ser pocos, una ley les impide mi “tomad y comed todos de este pan? “Dioles poder de ser hijos de Dios a aquellos que creen (se hacen uno con amor) en su nombre”
“Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano”. Son, están en mi Hijo.

-III -
Por ello el Padre, al margen de la rigurosidad de la ley, nos recibe y con ansias de dialogo con su hijo hallado nos habla con su Verbo. Es la Palabra de Dios que nos inunda de su luz: “esta es la luz verdadera que ilumina a todo hombre”.
Y como los discípulos de Emaús, en su noche-alejamiento, sentimos en lo más profundo de nuestra torpeza, (en una aplicación muy personal) con Juan de la Cruz:
En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la luz que en el corazón ardía.
Porque aquella voz, como al partir el pan, me repite también en su “Memorial”: “Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
Y…su palabra “me guiaba / más cierta que la luz del medio día”
¿Pero de nada sirve porque su Palabra que en el corazón arde, y ya es gracia que presupone “limpieza” en el mayor acto Sacramental, es menos que una ley inferior al amor infinito del Padre? ¿La ley hace incompleta, para el creyente, en el Sacramento del encuentro, la más bella y significativa parábola del hijo que en Él vuelve a Dios?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Sep 21, 2006 9:25 am    Asunto: ¿En la Eucaristía no hay perdón?
Tema: Estima del sacerdocio
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- IV -
Dejada nuestra carga de impurezas (noche-desamor) y queriendo agradecer a Dios la purificación que su “palabra” nos asegura: “estáis limpios por la palabra que os he hablado”, “ si no te lavo, (ahora) no tienes parte conmigo”, y bañados en sus aguas-palabra, perfumados y revestidos ya de su propio Hijo en su Cuerpo, presurosos le “ofrecemos” un regalo, lo que tenemos: pan y vino, (luces y sombras), símbolo de nuestra vida y naturaleza humana con el deseo de que nos los cambie, unidos a Él mismo, en dones sobrenaturales de su inmortal resurrección.
¿Pero un padre que tiene hambre y sed del hijo no va a recibir un obsequio de este que vuelve si no le precede otra sentencia además de la propia y previa confesión para el lavatorio del alma, como en su Cena, y ante la autoridad judicial de su Iglesia que es Él en su Sacerdocio visible en el Memorial de su Redención?
- V -
Y es tanta nuestra satisfacción, purificados por su palabra en este Sacramento de los Sacramentos, que no queremos estar solos en el agradecimiento, y nos unimos, volvemos como los de Emaús a todos los ángeles y creyentes de todos los tiempos, resonando por los espacios del Cosmos y cielo nuestro canto:
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios del universo, llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
¿Pero de nada nos sirve tan general y universal alabanza porque, en Dios no hay misericordia ante el clamor liderado por su propio Hijo, cabeza de su Cuerpo, precisamente en el Sacramento de penitencia de él por mí para que tengamos la amistad de Dios, haciendo así imposible el perdón definitivo del pecado junto al mismo Cristo?
¡Padre, perdónalos!
¿O, dejamos vacío y sin este sentido de redención la conmemoración de su Cena y Cruz, donde El, hoy, también está presente?
-VI -
Y Cristo resucitado, queriendo estar aún con su Cuerpo entre nosotros, ante nuestra reverencia y expectación, desciende hoy de la derecha del Padre y entra en la Asamblea como ante Tomás, quedando oculto, pero visible a mi fe, tras una túnica blanca como el pan y una púrpura como de rojo vino.
Porque para conseguir la unión con cada uno de sus invitados a la Cena, ha convertido a través de su Sacerdote, ese pan y vino, en su Cuerpo y Sangre para el abrazo paterno, signo visible de su comunicación - comunión - con el hombre.
Y así el Verbo habita en nosotros, y se hace unidad de nuevo con el hombre para seguir suplicando al Padre oculto en nuestro caminar, esperando el día del gozo en su resurrección partiendo ya un pan eterno.

“¡Este pan es mi cuerpo, tomad y comed”! Es, alimento de transcendencia durante el camino.
Pero tan fantástico acontecimiento, renovada mística Encarnación, panidivinificación de Dios, amasando con su Vida y mi harina (yo ofrenda) un pan de plena vida, ¿de nada me sirve si no me someto antes a un tribunal además de a este Sacramento que comienza por un acto penitencial donde él, como en ningún otro Sacramento se hace presencia en mi ofrenda - yo?
Él y yo revestidos con la misma túnica. ¡”Uno” en el pan! Y con ese abrazo, ¿Cristo no me perdona?
¿Y cómo se hace uno en mi pan, mi símbolo?, y allí ni siquiera a mí me abraza? Jesús desea ardientemente que se haga realidad: “Yo en ellos, Tú en mí, para que sea consumada la unidad”.
El amor de Dios sobrepasa, como entre nosotros, las estructuras. Lo contrario no es Amor.
Un padre, y sobre todo Dios, para dar el pan que es él y algo mío que él acepta en un Sacramento, ¿necesita además otra ley? ¿Es Cristo en su mensaje un entramado de leyes externas?
Su “Memorial” en nuestro altar, es el acto que sobrecoge a los mismos Ángeles. Es el acto redentor en Jerusalén y su Cena, y por ello, ¿Cristo no purifica con su palabra, presencia y sangre a los que están allí presentes, completando aun con nuestro sufrimiento lo que falta a su pasión, gimiendo junto a su Cruz y pidiendo clavados en la nuestra como el buen ladrón, su misericordia?
Creo que sólo el que no quiera asistir, es decir, volver del desamor, o no lo pida, o no lo sienta, no alcanzará la promesa de Cristo. Como en su Cena y Cruz, siempre hoy.
Y cada uno en esto queda ante su Dios. Pero entre ley y amor, aunque baste el temor en la confesión, siempre es más perfecto el amor. Aún es así entre los hombres que con una satisfacción solo amistosa, se perdonan. ¿El AMOR entre nosotros exige siempre un juicio? ¿No podríamos decir que es como su esencial contradicción? “Una sola nueva ley os doy, que os améis como yo os he amado”. Un acto de amor, sin duda alguna, es una conversión hacia Dios y los hermanos. Yo pecador me con-vierto a Dios...Ruego a mis hermanos...Mi paz te doy.
¿Acaso el que se confiesa personalmente cumple para el perdón más requisitos íntimos y profundos, estando aquí en vivencia personal con Cristo y ante su Sacerdote, Ministro del perdón, reconociendo aún públicamente “nuestra culpa” en el “Sacramento Institucional de redención del pecado”?

Hasta el póxmo jueves.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Sep 28, 2006 9:42 am    Asunto: coninuación
Tema: Estima del sacerdocio
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- VII -
Por otro lado quedo sorprendido ante una ley, que los administradores como en aquella parábola, pudiendo rebajar las deudas con su Señor (astucia alabada por Cristo) sirva aquí para multiplicar por miríadas las ofensas contra Dios por no asistir cada semana al acto redentor, que es y debe de hacerse ver como un acto penitencial que culmina en un íntimo abrazo de perdón, (el hijo que libremente vuelve) y no una legal coacción que multiplica los pecados para que a Cristo le resulte más pesada su Cruz. “El que quiera que me siga”
¿Obligación sin más carga penal que la de la de no obtener el perdón, reconciliación y salvación, como en el hijo pródigo?
¿Que será menor el número de asistentes...? pues pocos de sus discípulos asistieron a su muerte real. Y además, ¿compensa ese mayor número ante la gravedad de un solo pecado grave, de millones de pecados graves? ¿Por qué a Cristo lo legalizamos más y más con nuestras estructuras, obligándole a cargar con más peso en su Cruz en lugar de intentar ser su Cirineo? ¿No debemos intentar hacer más fácil la salvación basándola en el Amor, todo amor es Dios, que es más exigente que la ley y, más conforme a la esencia de Dios que aquí se hace nada menos que Sacramento amoroso? Además, ¿el que cree en Cristo, y de algún modo le ama, no se salva; como el que no cree de buena voluntad y ama a sus hermanos; como el que usa otro lenguaje - su cultura religiosa para hablar y relacionarse con el único Absoluto que es el único Dios, tampoco se salva? ¿Judíos, cristianos y mahometanos, no adorados al mismo Dios? ¿Por qué no nos damos ya la paz?
- VIII -
Y, subiendo el camino, creemos formar ya “por él, con él y en él” un uno, como él pedía al Padre. Yo en él y él en mí, mutuamente Cirineos. Y ante esa unidad, él y nosotros, nadando nosotros contra corriente, el desamor, que nos empuja contra Dios y los hombres, proclamamos la más bella expresión de paz, gozo y unión: Su oración; Y por ello, no sólo los cristianos sino toda la humanidad con él y en él, todo fue creado y redimido en él, como si fuésemos él, siendo él, y en una sola Cruz y voz, en la de El y en la nuestra, también con María y todos los santos en nuestros labios, los cristianos en nombre de todo el universo, decimos: Padre nuestro. Porque él entre nosotros es nuestro hermano, y nosotros, todo hombre en él (aunque no crean en él o no vayan a su Templo), somos de él, y el que quiera, además sacramentalmente puede participar ya aquí, por adopción, de su naturaleza divina como él participa de la nuestra. Es su oferta eucarística. Al decir Padre nuestro, es todo el mundo.
Por razones de común naturaleza somos más inicialmente hermanos por aquella naturaleza que por razones de filiación maternal o de bautismo. Dios nos ve con su Amor creativo universal, aún antes que con nuestras estructuras eclesiales y sacramentales. ¿Toda la creación no es el más suntuoso Templo adornado de flores y de brillantes estrellas habitado por el Padre? Todo lo bueno en las religiones, todo amor en el hombre y seres vivos, toda belleza y frutos son Cristo oculto en nuestro destierro, que pide la fe, y por ello nadie va al Padre sino a través de Él. A quien vestimos y damos de comer es el Cristo desconocido de quien también debemos evangelizar porque son uno con nosotros en Dios creador y redentor.
¿Pero, aquí en su Cena, de nada me sirve tan magnifica unidad, no en el cumplimiento de un código de leyes, sino en su amor paterno creativo y redentor? ¿Yo presto mi ofrenda, entrega y unidad, y Él no me da su amor al que preceda su perdón?
¿Qué ley puede impedir que siendo yo, mi pan-símbolo, uno en el Hijo, no sea el Padre, uno en mí?
¿Debemos privar a Cristo y a nosotros de este consuelo y triunfo? ¿No será aún más amplio el número de adoradores de Dios que lo que nos presentan unas estadísticas humanas? En nuestras múltiples relaciones amorosas en todo lo humano, ¿necesitamos para la amistad estar inscritos previamente en unas estadísticas? ¿Y en Dios, el Absoluto que es misterio de infinita amistad y comprensión, sí? ¿No hay algo más anterior y más universal, en Dios, Padre, que su Iglesia institucional, aunque sea esta ya, el nuevo, y aún ardientemente querido por Cristo, camino?
- IX -
“Los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno su cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de todos los santos. Y era su número de miríadas de miríadas, y de millares de millares”. (Apocalipsis)
“Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Cordero de Dios danos la paz”.
Y todos, festivos, nos damos la paz, su paz que es ya “gracia” anti-desamor que pasa de unos a otros porque somos un solo Cuerpo o comunidad-iglesia allí viviente, árbol de Cristo, como sarmientos unidos a la Vid por los que corre la savia de la amistad.
¿Pero esa paz o reconciliación, si es sincera, sirve sólo entre los hombres y no ante Dios? ¿Allí hago la amistad con todos menos con el AMOR? ¿Nos perdonamos todos comunicándonos la “gracia” de su paz, y el Padre, a nosotros que somos Cuerpo de Cristo, es precisamente el único que aquí, en el Sacramento de redención, Sacramento del Amor, no perdona?
¡Padre, perdónalos!, y Cristo hace así que este Sacramento sea esencialmente el de la comunión y reconciliación de Dios con los hombres. Todo el que come este pan, ya ha comenzado la vida eterna. Comamos cada semana de él para tener las lámparas encendidas.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:47 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
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- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
- XI -
Es verdad que también has dicho. “A quienes perdonéis sus pecados les serán perdonados y a quienes se los retengáis, le serán retenidos”. Y en consecuencia que “para obtener el perdón de los pecados es menester acudir de alguna manera al poder que la Iglesia tiene para perdonarlos”. C. Vaticano)
Pero acaso tu “Memorial” ¿no es el Sacramento de tu penitencia, al que yo me uno con una confesión pública: yo pecador me confieso a Dios... y tu Vicario Sacerdote, tu Iglesia, tu voz sacramental, tu poder visible de perdón, dice: Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados... y tú exclamas: Padre perdónalos?
¿Es todo esto un acto intranscendente? ¿Esta Sacramentalidad solo es una ceremonia piadosa? ¿No condenaste el farisaísmo que es la hipocresía ritualizada que centra la santidad en el extremado cumplimiento de las leyes, cuando si hay amor hay perdón, aún entre los hombres, y la ley no tiene ya aplicación? ¿No has dado tu una sola ley: la del Amor?
¿No te damos aquí el consuelo que no tuviste allí, siendo este “aquí” aquel allí, al que yo me uno aunque sea con fe tenue por la repetición semanal, pero me uno a tu plenitud de amor al Padre celebrado con un Banquete Eucarístico, donde Tu suples mis deficiencias ante Él?
¿Sólo en la confesión eres Sacramento de amor que perdona a pesar de mi siempre débil propósito de enmienda, y no aquí en tu Sacramento de Redención que es donde el Padre da su abrazo porque el perdón, en Tí, está ahora y aquí, siempre consumándose?
Además, ¿es tan fácil cometer con plenitud un pecado mortal?
¿La redención solo es perdón del pecado, o, también, mediante ello, esencialmente, como en este Sacramento, es recobrar el dialogo de amistad con Dios como queremos Tu y yo en este momento?
Si recupero ese dialogo amoroso, previo “lavatorio en esta tu Cena”, y no me confieso otra vez, ¿El Padre me condena?
¿Si al pie de tu Cruz te hubiese manifestado mi amor, me habrías mandado a tus discípulos para que me perdonasen? ¿El padre del hijo pródigo envió a su hijo a un juez para recobrar al hijo?
¿Acaso estamos ante un Sacramento más para una gracia particular concreta, o ante el Sacramento de los demás Sacramentos, fuente y raíz de todos ellos?
¿Las cosas que se nos dicen en la liturgia de tu “Memorial”: paz, perdón, amor, unión, sólo son así como metáforas de tu amor, de tu perdón, de tu paz y de tu redención? ¿No tienen valor real y sí es tu Memorial verdadero y tu Cena renovada de plena ternura?
“El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”. ¿Sólo son palabras? ¿Sólo palabras?
Creo, Señor, que el poder de perdonar pecados, la esencia de tu misión, está en este Sacramento, primariamente ministerio memorial de tu búsqueda, donde siempre repites: Padre perdónalos. Y siendo la confesión un Sacramento sublime, ¿no será para ciertos pecados muy públicos: (idolatría, homicidio, adulterio); para recibirte fuera del Sacramento de tu Memorial; para alcanzar una mayor perfección; para una constancia personal y visible de tu perdón..... y para la hora de la muerte ya que no puedo ir a tu Casa? ¿No hacían algo así en los primeros siglos de tu reino? ¿Quien se confesaba entonces?
En los evangelios, según Orígenes, se perdona el pecado: Por el bautismo, por el martirio, por la limosna, por la confesión a los hermanos, por la conversión, por la caridad y en séptimo lugar por la laboriosa y dura penitencia con lágrimas no avergonzándose de manifestar su pecado a un Sacerdote del Señor.
Lo más extraño es que una ley esté regulando el amor de mi hermano Cristo en su Cena y sangrante en la Cruz, hoy Memorial, siendo el acto “singularísimo” de tu presencia para mi “conversión y caridad”, y que por ello comienza con un lavatorio penitencial de confesión ante tu Vicario el Sacerdote y los hermanos, renovando mi compromiso bautismal y dando una limosna como símbolo de querer cumplir tu mandato: amaos como yo os he amado.
Tú gran y mi gran Sacramento de encuentro y reconciliación.
Este es tu dialogo Sacramental con el hombre. ¿Y hablar contigo en el Sacramento de redención con amor, no es perdón? Aquí mi corazón desea ser con menor o mayor fervor, “amor filial de Dios, amor de madre para los hermanos, y solo juez conmigo mismo”.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:48 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
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- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
- XI -
Es verdad que también has dicho. “A quienes perdonéis sus pecados les serán perdonados y a quienes se los retengáis, le serán retenidos”. Y en consecuencia que “para obtener el perdón de los pecados es menester acudir de alguna manera al poder que la Iglesia tiene para perdonarlos”. C. Vaticano)
Pero acaso tu “Memorial” ¿no es el Sacramento de tu penitencia, al que yo me uno con una confesión pública: yo pecador me confieso a Dios... y tu Vicario Sacerdote, tu Iglesia, tu voz sacramental, tu poder visible de perdón, dice: Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados... y tú exclamas: Padre perdónalos?
¿Es todo esto un acto intranscendente? ¿Esta Sacramentalidad solo es una ceremonia piadosa? ¿No condenaste el farisaísmo que es la hipocresía ritualizada que centra la santidad en el extremado cumplimiento de las leyes, cuando si hay amor hay perdón, aún entre los hombres, y la ley no tiene ya aplicación? ¿No has dado tu una sola ley: la del Amor?
¿No te damos aquí el consuelo que no tuviste allí, siendo este “aquí” aquel allí, al que yo me uno aunque sea con fe tenue por la repetición semanal, pero me uno a tu plenitud de amor al Padre celebrado con un Banquete Eucarístico, donde Tu suples mis deficiencias ante Él?
¿Sólo en la confesión eres Sacramento de amor que perdona a pesar de mi siempre débil propósito de enmienda, y no aquí en tu Sacramento de Redención que es donde el Padre da su abrazo porque el perdón, en Tí, está ahora y aquí, siempre consumándose?
Además, ¿es tan fácil cometer con plenitud un pecado mortal?
¿La redención solo es perdón del pecado, o, también, mediante ello, esencialmente, como en este Sacramento, es recobrar el dialogo de amistad con Dios como queremos Tu y yo en este momento?
Si recupero ese dialogo amoroso, previo “lavatorio en esta tu Cena”, y no me confieso otra vez, ¿El Padre me condena?
¿Si al pie de tu Cruz te hubiese manifestado mi amor, me habrías mandado a tus discípulos para que me perdonasen? ¿El padre del hijo pródigo envió a su hijo a un juez para recobrar al hijo?
¿Acaso estamos ante un Sacramento más para una gracia particular concreta, o ante el Sacramento de los demás Sacramentos, fuente y raíz de todos ellos?
¿Las cosas que se nos dicen en la liturgia de tu “Memorial”: paz, perdón, amor, unión, sólo son así como metáforas de tu amor, de tu perdón, de tu paz y de tu redención? ¿No tienen valor real y sí es tu Memorial verdadero y tu Cena renovada de plena ternura?
“El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”. ¿Sólo son palabras? ¿Sólo palabras?
Creo, Señor, que el poder de perdonar pecados, la esencia de tu misión, está en este Sacramento, primariamente ministerio memorial de tu búsqueda, donde siempre repites: Padre perdónalos. Y siendo la confesión un Sacramento sublime, ¿no será para ciertos pecados muy públicos: (idolatría, homicidio, adulterio); para recibirte fuera del Sacramento de tu Memorial; para alcanzar una mayor perfección; para una constancia personal y visible de tu perdón..... y para la hora de la muerte ya que no puedo ir a tu Casa? ¿No hacían algo así en los primeros siglos de tu reino? ¿Quien se confesaba entonces?
En los evangelios, según Orígenes, se perdona el pecado: Por el bautismo, por el martirio, por la limosna, por la confesión a los hermanos, por la conversión, por la caridad y en séptimo lugar por la laboriosa y dura penitencia con lágrimas no avergonzándose de manifestar su pecado a un Sacerdote del Señor.
Lo más extraño es que una ley esté regulando el amor de mi hermano Cristo en su Cena y sangrante en la Cruz, hoy Memorial, siendo el acto “singularísimo” de tu presencia para mi “conversión y caridad”, y que por ello comienza con un lavatorio penitencial de confesión ante tu Vicario el Sacerdote y los hermanos, renovando mi compromiso bautismal y dando una limosna como símbolo de querer cumplir tu mandato: amaos como yo os he amado.
Tú gran y mi gran Sacramento de encuentro y reconciliación.
Este es tu dialogo Sacramental con el hombre. ¿Y hablar contigo en el Sacramento de redención con amor, no es perdón? Aquí mi corazón desea ser con menor o mayor fervor, “amor filial de Dios, amor de madre para los hermanos, y solo juez conmigo mismo”.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:50 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
- XI -
Es verdad que también has dicho. “A quienes perdonéis sus pecados les serán perdonados y a quienes se los retengáis, le serán retenidos”. Y en consecuencia que “para obtener el perdón de los pecados es menester acudir de alguna manera al poder que la Iglesia tiene para perdonarlos”. C. Vaticano)
Pero acaso tu “Memorial” ¿no es el Sacramento de tu penitencia, al que yo me uno con una confesión pública: yo pecador me confieso a Dios... y tu Vicario Sacerdote, tu Iglesia, tu voz sacramental, tu poder visible de perdón, dice: Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados... y tú exclamas: Padre perdónalos?
¿Es todo esto un acto intranscendente? ¿Esta Sacramentalidad solo es una ceremonia piadosa? ¿No condenaste el farisaísmo que es la hipocresía ritualizada que centra la santidad en el extremado cumplimiento de las leyes, cuando si hay amor hay perdón, aún entre los hombres, y la ley no tiene ya aplicación? ¿No has dado tu una sola ley: la del Amor?
¿No te damos aquí el consuelo que no tuviste allí, siendo este “aquí” aquel allí, al que yo me uno aunque sea con fe tenue por la repetición semanal, pero me uno a tu plenitud de amor al Padre celebrado con un Banquete Eucarístico, donde Tu suples mis deficiencias ante Él?
¿Sólo en la confesión eres Sacramento de amor que perdona a pesar de mi siempre débil propósito de enmienda, y no aquí en tu Sacramento de Redención que es donde el Padre da su abrazo porque el perdón, en Tí, está ahora y aquí, siempre consumándose?
Además, ¿es tan fácil cometer con plenitud un pecado mortal?
¿La redención solo es perdón del pecado, o, también, mediante ello, esencialmente, como en este Sacramento, es recobrar el dialogo de amistad con Dios como queremos Tu y yo en este momento?
Si recupero ese dialogo amoroso, previo “lavatorio en esta tu Cena”, y no me confieso otra vez, ¿El Padre me condena?
¿Si al pie de tu Cruz te hubiese manifestado mi amor, me habrías mandado a tus discípulos para que me perdonasen? ¿El padre del hijo pródigo envió a su hijo a un juez para recobrar al hijo?
¿Acaso estamos ante un Sacramento más para una gracia particular concreta, o ante el Sacramento de los demás Sacramentos, fuente y raíz de todos ellos?
¿Las cosas que se nos dicen en la liturgia de tu “Memorial”: paz, perdón, amor, unión, sólo son así como metáforas de tu amor, de tu perdón, de tu paz y de tu redención? ¿No tienen valor real y sí es tu Memorial verdadero y tu Cena renovada de plena ternura?
“El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”. ¿Sólo son palabras? ¿Sólo palabras?
Creo, Señor, que el poder de perdonar pecados, la esencia de tu misión, está en este Sacramento, primariamente ministerio memorial de tu búsqueda, donde siempre repites: Padre perdónalos. Y siendo la confesión un Sacramento sublime, ¿no será para ciertos pecados muy públicos: (idolatría, homicidio, adulterio); para recibirte fuera del Sacramento de tu Memorial; para alcanzar una mayor perfección; para una constancia personal y visible de tu perdón..... y para la hora de la muerte ya que no puedo ir a tu Casa? ¿No hacían algo así en los primeros siglos de tu reino? ¿Quien se confesaba entonces?
En los evangelios, según Orígenes, se perdona el pecado: Por el bautismo, por el martirio, por la limosna, por la confesión a los hermanos, por la conversión, por la caridad y en séptimo lugar por la laboriosa y dura penitencia con lágrimas no avergonzándose de manifestar su pecado a un Sacerdote del Señor.
Lo más extraño es que una ley esté regulando el amor de mi hermano Cristo en su Cena y sangrante en la Cruz, hoy Memorial, siendo el acto “singularísimo” de tu presencia para mi “conversión y caridad”, y que por ello comienza con un lavatorio penitencial de confesión ante tu Vicario el Sacerdote y los hermanos, renovando mi compromiso bautismal y dando una limosna como símbolo de querer cumplir tu mandato: amaos como yo os he amado.
Tú gran y mi gran Sacramento de encuentro y reconciliación.
Este es tu dialogo Sacramental con el hombre. ¿Y hablar contigo en el Sacramento de redención con amor, no es perdón? Aquí mi corazón desea ser con menor o mayor fervor, “amor filial de Dios, amor de madre para los hermanos, y solo juez conmigo mismo”.
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:51 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
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- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
- XI -
Es verdad que también has dicho. “A quienes perdonéis sus pecados les serán perdonados y a quienes se los retengáis, le serán retenidos”. Y en consecuencia que “para obtener el perdón de los pecados es menester acudir de alguna manera al poder que la Iglesia tiene para perdonarlos”. C. Vaticano)
Pero acaso tu “Memorial” ¿no es el Sacramento de tu penitencia, al que yo me uno con una confesión pública: yo pecador me confieso a Dios... y tu Vicario Sacerdote, tu Iglesia, tu voz sacramental, tu poder visible de perdón, dice: Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados... y tú exclamas: Padre perdónalos?
¿Es todo esto un acto intranscendente? ¿Esta Sacramentalidad solo es una ceremonia piadosa? ¿No condenaste el farisaísmo que es la hipocresía ritualizada que centra la santidad en el extremado cumplimiento de las leyes, cuando si hay amor hay perdón, aún entre los hombres, y la ley no tiene ya aplicación? ¿No has dado tu una sola ley: la del Amor?
¿No te damos aquí el consuelo que no tuviste allí, siendo este “aquí” aquel allí, al que yo me uno aunque sea con fe tenue por la repetición semanal, pero me uno a tu plenitud de amor al Padre celebrado con un Banquete Eucarístico, donde Tu suples mis deficiencias ante Él?
¿Sólo en la confesión eres Sacramento de amor que perdona a pesar de mi siempre débil propósito de enmienda, y no aquí en tu Sacramento de Redención que es donde el Padre da su abrazo porque el perdón, en Tí, está ahora y aquí, siempre consumándose?
Además, ¿es tan fácil cometer con plenitud un pecado mortal?
¿La redención solo es perdón del pecado, o, también, mediante ello, esencialmente, como en este Sacramento, es recobrar el dialogo de amistad con Dios como queremos Tu y yo en este momento?
Si recupero ese dialogo amoroso, previo “lavatorio en esta tu Cena”, y no me confieso otra vez, ¿El Padre me condena?
¿Si al pie de tu Cruz te hubiese manifestado mi amor, me habrías mandado a tus discípulos para que me perdonasen? ¿El padre del hijo pródigo envió a su hijo a un juez para recobrar al hijo?
¿Acaso estamos ante un Sacramento más para una gracia particular concreta, o ante el Sacramento de los demás Sacramentos, fuente y raíz de todos ellos?
¿Las cosas que se nos dicen en la liturgia de tu “Memorial”: paz, perdón, amor, unión, sólo son así como metáforas de tu amor, de tu perdón, de tu paz y de tu redención? ¿No tienen valor real y sí es tu Memorial verdadero y tu Cena renovada de plena ternura?
“El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”. ¿Sólo son palabras? ¿Sólo palabras?
Creo, Señor, que el poder de perdonar pecados, la esencia de tu misión, está en este Sacramento, primariamente ministerio memorial de tu búsqueda, donde siempre repites: Padre perdónalos. Y siendo la confesión un Sacramento sublime, ¿no será para ciertos pecados muy públicos: (idolatría, homicidio, adulterio); para recibirte fuera del Sacramento de tu Memorial; para alcanzar una mayor perfección; para una constancia personal y visible de tu perdón..... y para la hora de la muerte ya que no puedo ir a tu Casa? ¿No hacían algo así en los primeros siglos de tu reino? ¿Quien se confesaba entonces?
En los evangelios, según Orígenes, se perdona el pecado: Por el bautismo, por el martirio, por la limosna, por la confesión a los hermanos, por la conversión, por la caridad y en séptimo lugar por la laboriosa y dura penitencia con lágrimas no avergonzándose de manifestar su pecado a un Sacerdote del Señor.
Lo más extraño es que una ley esté regulando el amor de mi hermano Cristo en su Cena y sangrante en la Cruz, hoy Memorial, siendo el acto “singularísimo” de tu presencia para mi “conversión y caridad”, y que por ello comienza con un lavatorio penitencial de confesión ante tu Vicario el Sacerdote y los hermanos, renovando mi compromiso bautismal y dando una limosna como símbolo de querer cumplir tu mandato: amaos como yo os he amado.
Tú gran y mi gran Sacramento de encuentro y reconciliación.
Este es tu dialogo Sacramental con el hombre. ¿Y hablar contigo en el Sacramento de redención con amor, no es perdón? Aquí mi corazón desea ser con menor o mayor fervor, “amor filial de Dios, amor de madre para los hermanos, y solo juez conmigo mismo”.
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:58 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
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- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 1:59 pm    Asunto: Continuación.
Tema: Estima del sacerdocio
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- X -
“No soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme”.
Tú aquí nos dices: “tomad y comed todos”.
Nosotros te cantamos: No podemos caminar, sedientos bajo el sol, danos siempre vino y pan, tu cuerpo y sangre, Señor.
¿Pero de nada nos sirve ni a Tí ni a nosotros, ante el Padre, si no nos sometemos unitariamente a un juez, cuando aquí somos en Tí Sacerdocio, testigos en la fe, de tu Cena, redención y resurrección?
“Su presencia en el mundo, dice Kierkegaad, no se convertirá jamás en un hecho del pasado, en un hecho cada vez más pasado. Porque, mientras exista un creyente, será, como creyente, contemporáneo de Jesús”.
¿Esta Cena, tu pan y tu vino, medicina divina, es sólo para los sanos? ¿Y por qué tú dijiste que has venido para los enfermos... y ahora resulta que aquí, en tu Cruz, te exigen que para dar el Padre su perdón y el pan, tu misericordia se someta a otro trámite legal cuando estoy asistiendo a tu Sacramento Penitencial y, ante tu Ministro, “otro Cristo” visible de perdón?
¡Tengo sed!.....- Nosotros de tí, también, Señor. Somos uno. No podemos caminar sedientos...
“Vosotros estáis purificados por las palabras que os he hablado”.
Ante la ley, tus palabras en esta tu Cena solo son válidas ante tí y ante mí, por eso al fin, Señor, una palabra tuya basta para sanarme, porque para abrazarme a tu cuerpo, para reconciliarme contigo ¿no puedo hacerlo como aquel buen ladrón, o como el pródigo de tu parábola, o como el incrédulo Tomás y el acobardado Pedro, estando además en presencia de tu Vicario Sacerdotal? O, ¿para qué vienes, para qué me buscas tú personalmente?
Y aunque mandaste al ciego a lavarse a la piscina, y repudias al que no toma de tu propia casa túnica de bodas ¿no eres tú la fuente de aguas vivas que emanan de tu costado ahora y aquí en tu Cruz, ante la que yo gimo implorando abrazarme a tus pies para lavarme, calmar la sed, tuya y mía, y darte mi consuelo, estando limpio, revestido ya de tí, en una sola túnica en nuestro pan y vino?
Hoy el pueblo va creyendo más en tu palabra de amor que en la ley, y como enfermo que te necesita se acerca a tocar tus vestiduras, especies Sacramentales, y tú como ante la hemorroisa, alabas su fe y lo despides en paz a pesar del intento de “impedimento” de tus discípulos.
Si eres el Amor, aquí ante tu Cruz, a tu paso junto a mí en tu Sacramento, sobran los legalismos porque tú les transciendes con tu “misericordia” en real y repetida Encarnación, Cena y Redención.
Tú, aquí en tu Cruz no eres ley, tú, aquí en tu Cruz eres... el Perdón. Porque ¿qué haces tú clavado sangrando y yo a tu lado implorando que te acuerdes de mí cuando estés en tu reino? O, ¿el Santo Sacrificio no es esencialmente la comunicación de tu amor si te pido perdón con amor, aunque mi fe sea, a veces, tan titubeante como la de tus Apóstoles junto a tí?
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MensajePublicado: Jue Oct 05, 2006 3:03 pm    Asunto: perdon
Tema: Estima del sacerdocio
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Ha sido un error imperdonable tanta repetición. Pero PERDÓN-
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MensajePublicado: Mie Oct 11, 2006 5:18 pm    Asunto: Eucaristía, continuación
Tema: Estima del sacerdocio
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-XII-

“La bendición de Dios descienda sobre vosotros” nos dices tú a través de tu vicario el Sacerdote. ¿Pero, cómo me va a bendecir Dios si entré en pecado y salgo sin el perdón?
“Podéis ir en paz”. ¿De que paz se habla si contigo no me he reconciliado y sí con mis otros hermanos?
Señor, tú no puedes ser así, porque yo que sólo tengo una centellita del amor infinito que tienes tú, perdono a mis hijos sólo con que me extiendan sus brazos.
Por eso yo ante tí y en tí, que eres, no amor sino el Amor, más exigente que la ley, repito íntimamente con Juan de la Cruz ante tu noche oscura y sangrante de redención:
! Oh noche que guiaste!,
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada

Porque tú me asumes, en la noche de tu Cena, en mi pan y vino, mi símbolo, transformándote tú en mí y yo en tí aun antes de recibirte yo. Y así, como enamorado, no sólo me puedo fundir abrazándonos en nuestro “común pan”, sino que hasta te puedo comer y beber porque tú me lo pides. “Tomad y comed. Tomad y bebed” para que en ese pan ya seamos todos los hombres uno en Ti, y en Tí unidos al Padre.
Esto es tu locura de amor, nuestra locura de amor. Amor divino, el más sublime amor. La más sublime conversión, la culminación de recobrar tu dialogo conmigo.

¿Donde estás, Adán? Estoy en el Cuerpo de “tu Cristo”, Señor.
Y no por repetida y sin la vehemencia de los primeros encuentro como en el amor de los esposos prolongado en el largo tiempo, yo también puedo repetir, a mi modo, con Juan de la Cruz y como hizo tu discípulo Juan:
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado
En tu “Memorial”, Señor, está mi más plena “elevación y consuelo”, porque aunque sin un sensible apercibimiento, es real, eres tú, que hasta me devuelves mi visita a tu Casa haciéndome tu propio aposento-templo, que Tú previamente has “purificado por las palabras que nos has dicho” para que yo pueda reclinar mi cabeza sobre tu pecho.
Y así: En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

¿Cómo Señor después de esta transformación, transfiguración ante los Ángeles, tú en mi Tabor-pecho florido, puedo olvidar ya la brisa perfumada de tu presencia? ¿No ves que como tus Apóstoles en su barca te despierto en mí “dormido” ante mis vendavales, Señor?
Haz por ello que sea realidad “apercibida” cada día el “canto de la esposa”:
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré la fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

Señor, que tus representantes me enseñen a vivir así tu camino espiritual o “Memorial”, porque es real, y sólo falta vivir con sensible gozo la unidad en tu propia Vida Divina en mi propia vida diaria y humana entre flores y fieras, sobrepasando nuestras lindes y fronteras.
En Tí, toda la creación se hará unidad, y en tu Memorial somos los dos, ya, eucaristía de amor
Una espiga dorada por el sol, / el racimo que corta el viñador, / se convierten ahora en pan y vino de amor / en el cuerpo y la sangre del Señor. / Un molino, la vida, nos tritura con dolor. / Dios nos hace eucaristía en el amor.
Y así, ¿no me elevas tanto que me haces “uno” también con las tres Divinas Personas?
¿Hay una meta mas allá en el peregrinar del hombre? ¡Señor, no debía merecer vivir porque no llego a comprender plenamente tu misterio transcendente!
Que gran triunfo para Cristo si de su Sacramento Memorial Penitencial, millones de personas salen cada semana, porque el amor transciende a una ley, transformados en tu Cuerpo, hechos en tí unidad y esperanza sonora, transformados en tu templo como en María...Y allí quedó dormido. Real sonoro silencio.
Quiero hacer de mi vivir una melodía, como en Juan de la Cruz según Fr. Miguel Márquez, donde el “cantor y las canciones nacían del silencio desnudo, del callado amor”.
Y además hemos ofrecido al Padre, “por Cristo, en él y con él” un “don” de valor infinito.
No somos tan pobres contigo en nuestro desierto, ante el Padre. No es miserable el hombre en tí, Señor, si eres oasis oculto y silencioso vino de nuestra interior, aunque polvorienta, bodega.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mie Oct 18, 2006 5:23 pm    Asunto: Eucaristía y perdón
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

- XIII -
Tu Sacerdote, tu enviado, como el Ángel a María, me habla con tu Palabra, y yo ansío hacer realidad:
Oh noche (nuestra noche) que juntaste
Amado con amada
amada en el Amado transformada.

Por ello, imitando a mi Madre, para que te aposentes en mi casa, repito: ¡Eh aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra!, y para ello Tú, mensajero del Padre, nos dices en tu Cena: “Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
“Tomad y comed”, esto es mi cuerpo. “El que come este pan vivirá eternamente”.
Y el Verbo, en nuestro vivir: tristezas y gozos, en silencio elocuente, habita en nosotros.

- XIV -
Por otro lado no podemos olvidar que El nos dice: “lo que hiciereis a uno de estos a mí me lo hacéis”, de donde se deduce el misterio de que no sólo somos Cristo los que comemos su pan. No sólo es Cristo el Papa, el Obispo, el Sacerdote, el Religioso o el cristiano.
Todo hombre es de Cristo, un Cristo. Todo, la flor y las estrellas fueron creadas en él y para él. Al no creyente hay que repetirle: tú eres de Cristo.
Este es el gran evangelio o buena nueva que nos responsabiliza ante cada cosa creada y especialmente ante el hombre, como ante Cristo, y sólo por nuestro comportamiento ante la imagen de Dios, seremos juzgados: Tuve hambre y me diste de comer.
Y, si Tu estás en todo, porque “todo fué creado en ti”, Tu estás en mis manjares, en mis deleites, en mis flores y en mis espinas. Yo estoy en Tí, y Tú en mí, Tabor y Cruz. Es la gran realidad humana con proyección de transcendencia infinita, aún en el hombre no bautizado y más si está de buena fe. Y sólo tú sabes como nos juzgarás.

- XV -
¿Podría la potestad eclesial hacer de las palabras tuyas en la voz de tu Vicario el Sacerdote, que fuese una realidad, absolución del pecado, el: “Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna? ¡Padre perdónalos!
¿No somos como personas, absorbidos en la Comunidad eucarística, en el Cuerpo de Cristo?
¿Puede la Iglesia usar de aquella potestad de perdón? ¿Debe, porque interiormente Dios siempre lo hace al que se lo pide con amor?
Y si no es así, ¿por qué cantamos (¿sin sentido?): Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor? ¿Dios no ama ni en su Sacramento de Cena-Redención a los que mil veces le piden ese perdón y le ofrecen su dialogo y le piden reconciliación?
De otro modo, repito, ¿cómo se explica que allí nos perdonemos los hombres y sólo Dios es el único que perdona condicionalmente en el Acto de su Reconciliación con el hombre, ya que he de volver después a confesarme si en “caso de urgencia” he de comulgar?
El padre del hijo pródigo abraza a su hijo a pesar de los legalismos del hermano mayor.
Y, hoy, ¿no es también así ante Tí, Señor, cuando Tú y tu Sacerdote con el pueblo, tu Iglesia, celebramos y ofrecemos al Padre el Sacramento de amistad en tu Redención y reconciliación?
¿Hay un Sacramento más completo y mayor?
Este es el Sacramento de la ley del amor: tu encuentro con el hombre. “Nadie viene al Padre sino por mí”. Y Tú estás aquí presente. Es tu Sacramento de encuentro.
Porque la Eucaristía es no solo un Sacramento, en él está toda la redención. Es el compendio de todo tu mensaje transcendente, y en Tí no hay encuentro amoroso, sin perdón.
Tu Memorial es: Tu Encarnación, Tu evangelización, Tu Cena, Tu Redención y Tu Resurrección renovadas en Tí mismo Sacerdocio.

No hay mayor dignificación personal nuestra y en tu Iglesia como tu Sacerdocio: Tu siempre hoy oferente al Padre en cada redil de tu rebaño, en cada pueblo, reino de Dios.
Tú no has venido a honofíricar al hombre al estilo humano, tú has venido a salvarlo. Tú, has venido a servir, siendo aún la Sucesión Apostólica, algo secundario a tu permanencia Sacramental y real entre nosotros. El Sacerdote, sacramentalmente, no es Santiago ni Pablo, eres Tú.
-XVI-
Y así, cuando asisto a tu Cena, después de escuchar tu Palabra, después de que se realice nuestra unión, encarnación tuya en mi pan y en mí, abrazándome a la cruz goteada de tu sangre, puedo exclamar:
No me mueve mi Dios para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello, de ofenderte.
Tú me mueves Señor, muéveme al verte
clavado en la Cruz y escarnecido,
muéveme, al ver tu cuerpo tan herido,
muéveme, tu afrenta y tu muerte.
Muévame en fin tu amor en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.

Si alguien a Cristo le hubiese expresado estos sentimientos al pie de su Cruz ¿Qué le habría dicho? ¿Lo habría mandado a un tribunal apostólico para que le concediese el perdón?
Son muchos hoy los que junto a tu Cruz y en tu Cena te dicen: te amo Señor.
El amor, aún solo el humano, es una vivencia íntima que no se deroga ante una estructura legal.
Y así... “el fariseo de pie oraba: ...ayuno dos veces por semana, pago diezmos de cuanto poseo...” (cumplía la ley). “El pobre publicano no osaba siquiera alzar los ojos al cielo y decía: Ten piedad de este pecador.” “Os digo que este bajó a su casa justificado”.
¿No hay “algo” en nuestra fe, más allá de la “ley canónica y litúrgica” aunque creamos que son plasmación evangélica?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mie Oct 18, 2006 5:24 pm    Asunto: Eucaristía y perdón
Tema: Estima del sacerdocio
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- XIII -
Tu Sacerdote, tu enviado, como el Ángel a María, me habla con tu Palabra, y yo ansío hacer realidad:
Oh noche (nuestra noche) que juntaste
Amado con amada
amada en el Amado transformada.

Por ello, imitando a mi Madre, para que te aposentes en mi casa, repito: ¡Eh aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra!, y para ello Tú, mensajero del Padre, nos dices en tu Cena: “Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
“Tomad y comed”, esto es mi cuerpo. “El que come este pan vivirá eternamente”.
Y el Verbo, en nuestro vivir: tristezas y gozos, en silencio elocuente, habita en nosotros.

- XIV -
Por otro lado no podemos olvidar que El nos dice: “lo que hiciereis a uno de estos a mí me lo hacéis”, de donde se deduce el misterio de que no sólo somos Cristo los que comemos su pan. No sólo es Cristo el Papa, el Obispo, el Sacerdote, el Religioso o el cristiano.
Todo hombre es de Cristo, un Cristo. Todo, la flor y las estrellas fueron creadas en él y para él. Al no creyente hay que repetirle: tú eres de Cristo.
Este es el gran evangelio o buena nueva que nos responsabiliza ante cada cosa creada y especialmente ante el hombre, como ante Cristo, y sólo por nuestro comportamiento ante la imagen de Dios, seremos juzgados: Tuve hambre y me diste de comer.
Y, si Tu estás en todo, porque “todo fué creado en ti”, Tu estás en mis manjares, en mis deleites, en mis flores y en mis espinas. Yo estoy en Tí, y Tú en mí, Tabor y Cruz. Es la gran realidad humana con proyección de transcendencia infinita, aún en el hombre no bautizado y más si está de buena fe. Y sólo tú sabes como nos juzgarás.

- XV -
¿Podría la potestad eclesial hacer de las palabras tuyas en la voz de tu Vicario el Sacerdote, que fuese una realidad, absolución del pecado, el: “Dios tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna? ¡Padre perdónalos!
¿No somos como personas, absorbidos en la Comunidad eucarística, en el Cuerpo de Cristo?
¿Puede la Iglesia usar de aquella potestad de perdón? ¿Debe, porque interiormente Dios siempre lo hace al que se lo pide con amor?
Y si no es así, ¿por qué cantamos (¿sin sentido?): Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor? ¿Dios no ama ni en su Sacramento de Cena-Redención a los que mil veces le piden ese perdón y le ofrecen su dialogo y le piden reconciliación?
De otro modo, repito, ¿cómo se explica que allí nos perdonemos los hombres y sólo Dios es el único que perdona condicionalmente en el Acto de su Reconciliación con el hombre, ya que he de volver después a confesarme si en “caso de urgencia” he de comulgar?
El padre del hijo pródigo abraza a su hijo a pesar de los legalismos del hermano mayor.
Y, hoy, ¿no es también así ante Tí, Señor, cuando Tú y tu Sacerdote con el pueblo, tu Iglesia, celebramos y ofrecemos al Padre el Sacramento de amistad en tu Redención y reconciliación?
¿Hay un Sacramento más completo y mayor?
Este es el Sacramento de la ley del amor: tu encuentro con el hombre. “Nadie viene al Padre sino por mí”. Y Tú estás aquí presente. Es tu Sacramento de encuentro.
Porque la Eucaristía es no solo un Sacramento, en él está toda la redención. Es el compendio de todo tu mensaje transcendente, y en Tí no hay encuentro amoroso, sin perdón.
Tu Memorial es: Tu Encarnación, Tu evangelización, Tu Cena, Tu Redención y Tu Resurrección renovadas en Tí mismo Sacerdocio.

No hay mayor dignificación personal nuestra y en tu Iglesia como tu Sacerdocio: Tu siempre hoy oferente al Padre en cada redil de tu rebaño, en cada pueblo, reino de Dios.
Tú no has venido a honofíricar al hombre al estilo humano, tú has venido a salvarlo. Tú, has venido a servir, siendo aún la Sucesión Apostólica, algo secundario a tu permanencia Sacramental y real entre nosotros. El Sacerdote, sacramentalmente, no es Santiago ni Pablo, eres Tú.
-XVI-
Y así, cuando asisto a tu Cena, después de escuchar tu Palabra, después de que se realice nuestra unión, encarnación tuya en mi pan y en mí, abrazándome a la cruz goteada de tu sangre, puedo exclamar:
No me mueve mi Dios para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por ello, de ofenderte.
Tú me mueves Señor, muéveme al verte
clavado en la Cruz y escarnecido,
muéveme, al ver tu cuerpo tan herido,
muéveme, tu afrenta y tu muerte.
Muévame en fin tu amor en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.

Si alguien a Cristo le hubiese expresado estos sentimientos al pie de su Cruz ¿Qué le habría dicho? ¿Lo habría mandado a un tribunal apostólico para que le concediese el perdón?
Son muchos hoy los que junto a tu Cruz y en tu Cena te dicen: te amo Señor.
El amor, aún solo el humano, es una vivencia íntima que no se deroga ante una estructura legal.
Y así... “el fariseo de pie oraba: ...ayuno dos veces por semana, pago diezmos de cuanto poseo...” (cumplía la ley). “El pobre publicano no osaba siquiera alzar los ojos al cielo y decía: Ten piedad de este pecador.” “Os digo que este bajó a su casa justificado”.
¿No hay “algo” en nuestra fe, más allá de la “ley canónica y litúrgica” aunque creamos que son plasmación evangélica?
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Oct 26, 2006 9:25 am    Asunto: Eucaristía y perdón
Tema: Estima del sacerdocio
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DIOS AYER Y HOY
Tu silencio es plenitud lejanía,
es no sentir que tú estás, así estando,
es no palpar agua, aún yo nadando,
es no encontrar camino en serranía.
Es, como crearte de mente así, mía,
un infierno eras, siempre amenazando,
ley muy severa, siempre atormentando,
juicio y temor en mi postrimería.
Hoy ya alejado de tantos temores
viéndome andando en un mar tan amable,
quiero que seas mano en mis temblores,
el amor más profundo y más deseable,
más bello amor junto a otros amores,
mas trascendente y el mas admirable.


GOZO MÍSTICO
¿Y por qué a veces yo siento
junto a Tí que nunca veo,
algo así de balbuceo
como brisa y suave viento,
que fundiendo nuestro aliento
son aroma, bella rosa
perfumada y olorosa?
Más sin otra explicación,
¡Oh dichosa comunión!
¡oh fusión tan amorosa!

ALTAR, CADENA ALIMENTICIA
¿Por qué el cervatillo
ha de ser alimento
de la pantera fiera?
¿Por qué el pajarillo
ha de morir
en las garras del gavilán?
¿Por qué el pececillo
ha de ser comido por
la ballena?

¿Porque es necesario
un altar fatal
donde el débil muera
para los demás?
O, ¿porque la vida
no sería tal
sin una alborada,
un sol cenital,
tarde de otoño,
y cadena de alimento
en selección natural?

¿Pero por qué Cristo,
León de Judá,
es la ofrenda humana
en vino y en pan?
Porque siendo la Vida
no es el que come
sino el manjar.
"Quien come mi carne
y bebe mi sangre
no morirá jamás”

Y así ante Él, alimento,
y tú y yo, comensal del cervatillo,
del pajarillo y del pez,
aún haciendo el agnóstico igual,
más no comiendo Pan divino
no gusta toda la verdad.
En Cristo, comida,
su ordenamiento
es sobrenatural,
porque la vida
aceptes o no,
sí que es gozo y dolor natural,
y gozo o dolor trascendental.
¿Y si lo eterno no existe?
pero como es verdad
el ateo vive de lo animal
aún siendo racional.

coloquio de juventud
El sabio es ignorante
como el filósofo desatinado
si es un dios petulante
de sí mismo adorado
sin someterse a un Dios increado.

Y es que al ser todos Adán, rebeldía, independencia, mezclado con los conocimientos de lo que Dios ha creado, o, que de una mente, don de Dios, renace, debe aceptar el llamado culto, inculto o filósofo, no solo ciertos saberes, sino también la sabiduría, escuchando y gustando a Fray Luis de León.
El va, y en pos dichosas
le siguen sus ovejas, do las pace
con inmortales rosas,
con flor que siempre nace,
y cuanto más se goza más renace.

Pero al idolatrarse el hombre, se hace dios, cual metal, roca o madera, y arroja su espiritualidad como desperdicio, gran desatino, y su afectación insana contamina a las gentes.


Y los hombres le siguen,
la juventud solo su cuerpo adora,
lo espiritual persiguen,
solo existe, el ahora,
perdiendo a Dios que es, renovada aurora.

Y en su chalaneo de jerga, pierden un mayor sabor de las risas de este mundo, y buscando la felicidad, otros le engañan hiriéndoles un ala que, les impide también volar para saborear de un más amplio paisaje, de aires más ricos, con la esperanza marchita y alicortada. Por ello, en lugar del Kempis les ofrecen, sobre todo, principalmente, meditar a Quevedo:

Madre yo al oro me humillo;
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que, pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero es don dinero.

Y así el sabio intranscendente, tarado, roba la esperanza, y Jorge Manrique, medita:

Recuerde el alma dormida,
avive el sexo y despierte
contemplando
como pasa la vida
como viene la muerte
tan callando
Esto se desprecia, ¿pero quien parará su verdad? Cristo en la pradera es esperanza, ideal.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Mie Nov 01, 2006 11:23 am    Asunto: Dicumneto enviado en dóas de Concilio
Tema: Estima del sacerdocio
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Episcopi et Presbiteri omnes Apostolorum succesores sunt

(Documento enviado en días de Concilio al Santo Padre, alguna Congregación Romana, todos los Obispos españoles, a tres Sacerdotes de cada Diócesis española y a todos los Presbíteros de mi Diócesis)


Dios me es testigo de que en nada pretendo desviarme de los Dogmas de la Santa Madre Iglesia, sino exponer una doctrina, que creo defendible, en defensa del Colegio Presbiterial, ciertamente en el género de polémica como exige su contenido del que he creído conveniente no prescindir.

l5 Agosto l964

ÍNDICE

I.- Mei cooperatores
II.- Sacerdocio y Cuerpo Místico
III. El Presbitero en la Nueva Doctrina
IV. -Presbíteros en San Pablo
V.- Pedro y los demás Apóstoles
VI. -El Presbitero en San Pablo
VII.-Presbíteros y Obispos en la Patrística del siglo I y II
VIII.Concepto de la Iglesia
IX.- El Sacramento del Orden
X.- Lo que quiso definir Trento
XI.- Consideraciones
XII.-El Sacerdocio por esencia

Breves comentarios a la “Nueva Doctrina” que el Dr. Tarancón expone en su obra titulada: SUCESORES DE LOS APÓSTOLES y que nos ha sido regalada a todos los Presbíteros de esta Diócesis de Guadix, después de una carta que envié a todos los Señores Obispos españoles días antes de la segunda Sesión del Concilio, motivada concretamente por los hechos altamente calamitosos de esta Disociéis que resumo en el capitulo XIII de este estudio.
El Presbiterado ha sufrido un naufragio en el Concilio como afirmaba el Subsecretario del mismo Dr. Morcillo, coincidiendo mi carta en no pocas expresiones aun literales con su disertación.
Doy gracias a Dios por mi fe católica, que poseo dentro de la única Iglesia verdadera y por la que inmolar mi vida constituye mi único ideal. Pero esta fe ha sufrido las más altas presiones dentro del marco Diocesano al ver escenificada la más perfecta imagen de la caridad y de la piedad. Se engaña al pueblo y se nos ha colocado en condiciones extrañas de miseria propicia para la desaparición de la Diócesis, cuando en lo material y en lo espiritual hemos poseído altos valores que sistemáticamente se han combatido.
Cuando el Excmo. Sr. Nuncio visitó la ciudad pusieron en sus labios un discurso realmente verdadero: los pobres sois el tesoro de la Iglesia. Y es cierto, en nombre de nuestra pobreza poseen los que gobiernan el más llamativo título para vivir en abundancia de millones sin que estos lleguen al pueblo y se clasifica de rebeldes a los nativos que no han vendido por dineros su conciencia.
¡Que verdad pueden decir ya unos rebeldes, si hasta los Cursillos de Cristiandad han sido entregados a los capitalistas que sirven de guarda espaldas de esta situación de opresión!
Pero vengamos al comentario del libro regalado por el Prelado.

I.- Mei cooperatores

Texto.- Toda la teología Escolástica ha estudiado siempre el Sacramento del Orden en relación exclusiva a la consagración. (1)
Comentario.- Esencial o primordialmente sí, pero no exclusivamente, ya que la Escolástica no puede negar los demás ministerios Sacerdotales.
T.- Creo sin embargo.... que es más lógico y adecuado plantearlo... estudiando el Sacerdocio tal y como de hecho fue instituido por Cristo. (2)
C.- Lo que cree la nueva doctrina es que el Sacerdocio de Cristo, el instituido por él, fue sólo el del Episcopado, y este lo participa al Presbitero, como veremos más adelante, es decir, que se corrige la doctrina Escolástica y en la que ellos se fundaron, sólo porque el Presbitero y el Obispo en cuanto a la Eucaristía, tienen el mismo poder y hay que buscar nuevos puntos de diferencia.
T.- Cuando se idearon esas explicaciones escolásticas los teólogos tenían delante un hecho real; la existencia de muchos Sacerdotes-presbíteros que no eran propiamente sucesores de los Apóstoles. (3)
C.- a)- Se idearon, querrá decir se inventaron gratuitamente.
b)- Ellos con profundidad y fundándose en los Santos Padres, pensaban en esto como Cristo, que no tuvo presente sólo a los Apóstoles, sino al Sacerdocio que instituía completo y necesario para la salvación del pueblo en los siglos, como era la mente de Cristo en toda su obra.
c)- El Sacerdote Presbitero es Alter Christus: Qui honorat Sacerdotem honorat Christum, decía S. Juan Crisóstomo. (4) ¿Acaso el Cristo sacerdotal es menos que un apóstol? ¿Es más ser gobernador de la Iglesia, potestad de jurisdicción, o, ser Alter Christus por razón del Orden sacerdotal, si esto se pudiera separar? Esto seria eliminar a Cristo Sacerdote como el todo esencial y quedarse en sucesor de los apóstoles, jurisdicción sagrada, como el todo esencial.
No se puede separar del Sucesor de los Apóstoles el Sacerdocio, pero el apóstol y el Obispo son más por ser Alter Christus, potestad Sacerdotal, que por la potestad jurisdiccional, y, el Presbitero es Alter Christus, sin que sea dogmático que ratione ordinis se distingan un Obispo de un Presbitero (5) ¿Ratione Ordinis habet eandem potestatem (proinde confirmandi et ordinandi) presbiter atque episcopus? No est una teologorum sententia.
Y además, ¿el Obispo tiene cuanto tenían los Apóstoles? Los Apóstoles son únicos en cuanto a grandeza y privilegios, no tienen plenos sucesores.
Los Obispo tienen poder Sacerdotal y el de jurisdicción pero bajo el Primado de Pedro, (6) y los Presbíteros son también el Cristo evangélico igual que el Obispo, que bajo la jurisdicción de la sociedad eclesial santifican a la comunidad cristiana en nombre de Cristo, por su Sacerdocio, aunque repito bajo jurisdicción. ¿Teológicamente cabe más? Mei sacramentorum cooperatores et dispensatores, como llama al Sacerdote S. Pedro Damiano (7), pero todos: Apóstoles, Obispos y Presbíteros. Y, así resulta presuntuosa la afirmación de la nueva doctrina: “En el Obispo está la fuente de vida de la comunidad diocesana” (Cool Por vida, señores, entendemos Cristo, y, el ministerio episcopal no es igual a redención. La fuente sólo es Cristo. Nosotros, canales, medios, nada más. Igual el Obispo que el Presbítero: Mei cooperatores.
T.- ....Y les hizo, (a los escolásticos) olvidarse o su valorizar el hecho inicial: lo que en realidad hizo Jesucristo al instituir el Sacerdocio. (9)
C.- Quien lo subvaloriza es la nueva doctrina reduciendo lo que Cristo hizo a sólo el Obispo.
Pero lo más impresionante de esta afirmación es que no está definido aún, en veinte siglos, si fue Cristo o la Iglesia la que o instituyó Obispo y presbíteros, y la nueva doctrina parte de la afirmación de que lo único que hizo Cristo fue Obispos. (10)
Hay dos cosas ciertas: que Cristo instituyó el Sacerdocio, es de fe divina; y otra, que el Sacerdocio que lleva tanto el Obispo como el Presbitero es el de Cristo, y, por lo tanto el Sacerdocio que lleva el Presbitero es también un hecho de Cristo, de aquel momento y de siempre, ya que Cristo siempre es hoy.
Y por eso es Cristo el que envía y actúa, no el Obispo. sicut tu me misisti in mundum, et ego misi eos. (11)
La nueva doctrina dice: “La vocación depende prácticamente del Obispo, bien se entiende como el Sacerdocio en su más íntima raíz depende de este”. Esto no es cierto, porque la más íntima raíz para Pablo y para nosotros es Cristo, no el Obispo. (12)

(Las notas irán al final del escrito) ( "Estima del Sacerdocio" es un comentario a este escrito)
Continuará
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Nov 09, 2006 11:09 am    Asunto: Continuación Episcopi et...
Tema: Estima del sacerdocio
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II. Sacerdocio y Cuerpo Místico

T.- “Y que el poder sobre el cuerpo místico depende, de alguna manera, del poder sobre el cuerpo real de Cristo, como dice Santo Tomás”. (13)
C.- Y como el Presbítero, por su Sacerdocio, tiene el mismo poder que el Obispo sobre el Cuerpo real de Cristo, que es cabeza, siendo según S. Bernardo: Parentes Christi. (14), se deduce que el Presbítero será algo más, para el cuerpo místico, de lo que se afirma en la nueva doctrina: “la acción pastoral de los Presbíteros no es más, que una colaboración a la del Obispo”. (15)
Recordemos, sin comentario, como la Virgen es Madre del Cuerpo Místico porque engendra no sólo la cabeza sino el cuerpo total.
El Sacerdocio en sí, Obispo y Presbítero, es el que va formando el cuerpo místico de Cristo, administrando desde el bautismo hasta la extremaunción, y, como esto se hace prácticamente a través del Presbítero, eh aquí el poder real y adquirido que el Presbítero tiene sobre el Cuerpo Místico, hoy más numérico y actual que el del Obispo.
El Espíritu Santo da la gracia directamente a través del Sacerdocio del Presbítero y como ese Sacerdocio en cada Presbítero es en su esencia universal, potestad sobre la cabeza y en consecuencia sobre los miembros, limitado sólo por la jurisdicción, se deduce que el Presbítero tiene un poder vital sobre el Cuerpo Místico, ciertamente más en la práctica que reconocido en la doctrina que no le dedica ni una sola tesis en el tratado de Ecclesia, Cuerpo Místico, para definir el Presbiterado y sí al Episcopado, y, aún se quejan de ser unos desconocidos y que “ se hable mucho del Sacerdocio y se haga vacío o silencio en torno al Episcopado”. (16)
Lo que ocurre es que no quieren de común el nombre de Sacerdocio con los Presbíteros, porque cuando los Santos Padres y autores hablan del Sacerdocio se refieren tanto al Obispo como al del Presbítero. Pero la nueva doctrina reclama que se especifique el del Episcopado.
Además el pueblo de Dios, se ha dado cuenta del sistema de vida del Obispo y del Presbítero y ha dicho con S. Ambrosio: Munus Spiritus Sancti, ofitium Sacerdotis, (17) porque del Presbítero reciben los Sacramentos y la vida espiritual y por eso le conocen y le aman, y, este amor y conocimiento lo quieren también los Obispos no el laborioso pastoreo. La solución está en que estos Obispos administren sacramentos, es decir, que apliquen la redención también a las almas, pero esto ya no es propio de un Sucesor de los Apóstoles, porque tienen otros quehaceres palaciegos.

III. El Presbítero en la nueva doctrina

La nueva doctrina hace historia así: “ El Presbítero ha sido instituido en la Iglesia con el exclusivo fin de colaborar con el Episcopado” (1Cool “En la primitiva comunidad los presbíteros asistían al Obispo, en los actos de culto, administraban en su nombre los Sacramentos y eran altavoces de la palabra episcopal, las manos y los pies del Obispo”.(l8 b.)
C.- ¿Donde está aquí el post Deum terrenus Deus” de San Clemente (19), la magna, inmensa, infinita sacerdotii dignitas de San Efrén (20), el Dei adjutores de San Pablo (21), el solo Deo et creatore tuo inferior es, de Casiano (22), el mei cooperatores de San Pedro Damiano, el Alter Christus, qui honorat sacerdotem honorat Christum de San Juan Crisóstomo (23)....? ¿Sólo del Obispo se puede afirmar esto? ¿Sólo “el episcopado es el verdadero portador del Sacerdocio” (24) como se pregunta la nueva doctrina...?
Por derecho divino tanto el Obispo, que recibió de otro, como el Presbítero, que lo ha recibido del Obispo, participan del Sacerdocio de Cristo y son los dos Alter Christus por su esencia Sacerdotal, ya que lo que instituyó Jesucristo fue el Sacerdocio del que participan los dos, total y pleno para la salvación esencialmente, como demuestra el poder aun del Sacerdote excomulgado ante un fiel o infiel que quiere salvarse a la hora de la muerte, limitado ese poder normalmente por la jurisdicción, pero que en el Presbítero está Cristo con todos su poderes para salvar, y no es la jurisdicción la que salva sino la que ordena los medios de salvación.
De hecho, el Obispo está casi al margen de la administración de la mayoría de los siete Sacramentos y del pastoreo, esto ha quedado para el Presbiterado y como cosa secundaria para el Episcopado. ¿Cómo puede ser el Presbítero por derecho y por hecho exclusivo cooperador del Obispo? Es esencialmente cooperador de Cristo y accidentalmente del Obispo, y por lo tanto ese “exclusivo” de la nueva doctrina no es al menos exacto.
Y es ridícula la afirmación: “Los Obispos son como los fundadores de lo que podríamos llamar el orden Sacerdotal.(25)
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MensajePublicado: Jue Nov 16, 2006 9:50 am    Asunto: En días de Concilio
Tema: Estima del sacerdocio
Responder citando

II. Sacerdocio y Cuerpo Místico

T.- “Y que el poder sobre el cuerpo místico depende, de alguna manera, del poder sobre el cuerpo real de Cristo, como dice Santo Tomás”. (13)
C.- Y como el Presbítero, por su Sacerdocio, tiene el mismo poder que el Obispo sobre el Cuerpo real de Cristo, que es cabeza, siendo según S. Bernardo: Parentes Christi. (14), se deduce que el Presbítero será algo más, para el cuerpo místico, de lo que se afirma en la nueva doctrina: “la acción pastoral de los Presbíteros no es más, que una colaboración a la del Obispo”. (15)
Recordemos, sin comentario, cómo la Virgen es Madre del Cuerpo Místico porque engendra no sólo la cabeza sino el cuerpo total.
El Sacerdocio en sí, Obispo y Presbítero, es el que va formando el cuerpo místico de Cristo, administrando desde el bautismo hasta la extremaunción, y, como esto se hace prácticamente a través del Presbitero, eh aquí el poder real y adquirido que el Presbitero tiene sobre el Cuerpo Místico, hoy más numérico y actual que el del Obispo.
El Espíritu Santo da la gracia directamente a través del Sacerdocio del Presbitero y como ese Sacerdocio en cada Presbitero es en su esencia universal, potestad sobre la cabeza y en consecuencia sobre los miembros, limitado sólo por la jurisdicción, se deduce que el Presbitero tiene un poder vital sobre el Cuerpo Místico, ciertamente más en la práctica que reconocido en la doctrina que no le dedica ni una sola tesis en el tratado de Ecclesia, Cuerpo Místico, para definir el Presbiterado y sí al Episcopado, y, aún se quejan de ser unos desconocidos y que “ se hable mucho del Sacerdocio y se haga vacío o silencio en torno al Episcopado”. (16)
Lo que ocurre es que no quieren de común el nombre de Sacerdocio con los Presbíteros, porque cuando los Santos Padres y autores hablan del Sacerdocio se refieren tanto al Obispo como al del Presbitero. Pero la nueva doctrina reclama que se especifique el del Episcopado.
Además el pueblo de Dios, se ha dado cuenta del sistema de vida del Obispo y del Presbitero y ha dicho con S. Ambrosio: Munus Spiritus Sancti, ofitium Sacerdotis, (17) porque del Presbitero reciben los Sacramentos y la vida espiritual y por eso le conocen y le aman, y, este amor y conocimiento lo quieren también los Obispos no el laborioso pastoreo. La solución está en que estos Obispos administren sacramentos, es decir, que apliquen la redención también a las almas, pero esto ya no es propio de un Sucesor de los Apóstoles, porque tienen otros quehaceres palaciegos.


III. El Presbítero en la nueva doctrina

La nueva doctrina hace historia así: “ El Presbitero ha sido instituido en la Iglesia con el exclusivo fin de colaborar con el Episcopado” (1Cool “En la primitiva comunidad los presbíteros asistían al Obispo, en los actos de culto, administraban en su nombre los Sacramentos y eran altavoces de la palabra episcopal, las manos y los pies del Obispo”.(l8 b.)
C.- ¿Donde está aquí el post Deum terrenus Deus” de San Clemente (19), la magna, inmensa, infinita sacerdotii dignitas de San Efrén (20), el Dei adjutores de San Pablo (21), el solo Deo et creatore tuo inferior es, de Casiano (22), el mei cooperatores de San Pedro Damiano, el Alter Christus, qui honorat sacerdotem honorat Christum de San Juan Crisóstomo (23)....? ¿Sólo del Obispo se puede afirmar esto? ¿Sólo “el episcopado es el verdadero portador del Sacerdocio” (24) como se pregunta la nueva doctrina...?
Por derecho divino tanto el Obispo, que recibió de otro, como el Presbitero, que lo ha recibido del Obispo, participan del Sacerdocio de Cristo y son los dos Alter Christus por su esencia Sacerdotal, ya que lo que instituyó Jesucristo fue el Sacerdocio del que participan los dos, total y pleno para la salvación esencialmente, como demuestra el poder aun del Sacerdote excomulgado ante un fiel o infiel que quiere salvarse a la hora de la muerte, limitado ese poder normalmente por la jurisdicción, pero que en el Presbitero está Cristo con todos su poderes para salvar, y no es la jurisdicción la que salva sino la que ordena los medios de salvación.
De hecho, el Obispo está casi al margen de la administración de la mayoría de los siete Sacramentos y del pastoreo, esto ha quedado para el Presbiterado y como cosa secundaria para el Episcopado. ¿Cómo puede ser el Presbitero por derecho y por hecho exclusivo cooperador del Obispo? Es esencialmente cooperador de Cristo y accidentalmente del Obispo, y por lo tanto ese “exclusivo” de la nueva doctrina no es al menos exacto.
Y es ridícula la afirmación: “Los Obispos son como los fundadores de lo que podríamos llamar el orden Sacerdotal.(25)
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Nov 16, 2006 9:59 am    Asunto: justificación
Tema: Estima del sacerdocio
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Perdonen la repetición y la figurita aparecida, no se por qué.
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Nov 23, 2006 9:30 am    Asunto: documento en días de Concilio
Tema: Estima del sacerdocio
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IV. Presbíteros en San Pedro

El Príncipe de los Apóstoles en su carta primera, (año 64-65) se llama así de este modo: “Pedro Apóstol de Jesucristo. (26). Por lo tanto uno de los doce, seres únicos, que recibió de entre ellos el mandato de Cristo de apacentar sus ovejas y corderos, (27) es decir la suprema autoridad.
Y Pedro nos habla de los Presbíteros. En su carta da consejos varios a los cristianos y como algo sublime entre ellos, con calidad especial dice a los Presbíteros: “A los Presbíteros, pues, de entre vosotros exhorto yo, Presbítero también”. (veintiocho)
Pedro no hace mención a Obispos y Presbíteros, sólo dice Presbíteros y en esto son iguales a él que también lo es.
¿Si hubiese por institución divina, una diferencia tan abismal, como hoy, entre Obispo y Presbítero, cómo Pedro no los nombra? ¿No la conocía Pedro?
Pedro es Presbítero y en esto cualquier Presbítero es sucesor de los apóstoles, Sacerdotes, porque le suceden en su misión esencial que lleva el Sacerdocio.
S. Pedro sigue diciendo a los Presbíteros: “apacentad la grey de Dios que está en vosotros, gobernando no por fuerza, sino de grado según Dios; y no por torpe lucro, sino por inclinación del corazón; ni como dominando despóticamente en las que son porciones de la heredad de Dios, sino haciéndoos modelos de la grey; y cuando apareciese el Supremo Pastor obtendréis la inmarcesible corona de gloria. (29)
Recordemos las palabras de Pablo: “convocó a los Presbíteros de Efeso y les dijo: Mirad por la grey en medio de la cual el Espíritu Santo os puso por obispos para pastorear la Iglesia de Dios”.(30)
Este os puso se refiere a Presbíteros que son puestos obispos por el Espíritu Santo para pastorear la Iglesia de Dios. Por eso San Jerónimo comentando esto de San Pablo dice: “Apostolus perspicue docet eosden esse presbiteros quos episcopos” (31) Pero no sólo en el nombre sino para pastorear, es decir eosden en la misión, y así también afirma: episcopos magis consuetudine quam dominicae veritate presbíteris esse amiores• (32)
Pero estas palabras de San Pablo se las aplican en exclusiva los Obispos omitiendo el sentido del os puso que se refiere a Presbíteros y se quedan con epíscopos pósitos a Spíritu Sáncto regere ecclesiam Dei.
El paralelismo es perfecto en Pedro y Pablo: Pedro sólo habla de Presbíteros y Pablo a los Presbíteros a los que llama obispos.
Las palabras de ambos son casi idénticas:
Pedro dice a los Presbíteros “apacentad la grey.....gobernando.
Pablo dice a los Presbíteros. “Mirad por la grey...para pastorear: régere ecclesiam.
Por lo tanto esto de apacentar y pastorear, es decir de gobernar o régere ecclesiam, han sido dichas a los Presbíteros por Pedro y Pablo, no hay duda, y como los Obispos son también Presbíteros también han sido dichas a ellos, reconociendo todos que el Presbítero-obispo presida a los demás. Pero estos han substraído los derechos que el mismo Pedro y Pablo dan a los Presbíteros, quedándose con la exclusiva del régere ecclesiam Dei, al margen de estas escrituras.
A pesar de esto, la nueva doctrina, se queja aun diciendo. “El movimiento revisionista que ha empezado en muchos ambientes quizá no ha conseguido hasta ahora los frutos debidos porque se ha prescindido de aquellos a quienes el Espíritu Santo puso para regir la Iglesia de Dios” (33) Se refiere a que estos son los Obispos exclusivamente. ¿No será el abuso de estos, contra la Escritura los que impiden los frutos al prescindir de aquellos, los Presbíteros, a quienes el Espíritu Santo también puso para regere ecclesiam Dei? Pero esto es lo que la nueva doctrina niega. ¿Cómo se puede decir esto sin violentar las Escrituras?
¿No será esta la razón por la que los Obispos gobiernan no según el espíritu de Dios, es decir de la Escritura, sino contrariamente a las palabras antes citadas de Pedro, es decir: por fuerza, como demuestra la animadversión general de los Presbíteros respecto a los Obispos; aprovechándose estos de su elección inamovible y sin control práctico, para vivir en torpe lucro, como lo demuestran sus feudales palacios e injusticias contra los Presbíteros y el pueblo, y no deben los hijos atesorar para los padres sino los padres para los hijos, como dice el apóstol (34); y, se revisten de un dominio despótico anulando al Presbiterado, como en el actual Concilio, que ha eliminado también a los puestos por el Espíritu Santo para regere ecclesiam Dei, y, no admitiendo siquiera el diálogo sino la imposición despótica de su criterio en el gobierno de la Diócesis, obligando siempre, en sus mismos errores, en nombre de la Escritura que dicen les ha dado a ellos en exclusiva el regere ecclesiam Dei, concediendo a los Presbíteros la categoría de pies del Episcopado, no como Pedro que dice: “ a los Presbíteros, pues, de entre vosotros exhorto yo Presbítero también? (35)
¿No debemos creer primero a la Escritura?
Y cuando Pedro dice: “Los más jóvenes sujetaos a los Presbíteros (36), aunque esto se refiera entre Presbíteros, no quiere decir que si los Presbíteros mayores ocultan o desvirtúan por egoísmo y substracción el sentido y las palabras de la escritura, los jóvenes debamos aceptar esa desfiguración de la palabra de Dios, porque es desfigurar y errar en nuestra fe que tenemos el deber de defender.
San Pablo dice: “aun cuando nosotros o un Ángel del cielo, os anuncie un evangelio fuera del que os hemos anunciado, sea anatema.(37)
San Clemente, sucesor de Pedro, dice: “que la grey cristiana debe mantenerse en paz con sus “Presbíteros constituidos” (3Cool No dice con los Obispos sino con los Presbíteros que son los que constituyen el gobierno de la Iglesia. Es decir que “todos los Presbíteros, como dice un autor contemporáneo (39) son personas en la madurez de la vida, e investidos además de la autoridad presidencial y de gobierno, tanto en Corinto como en las comunidades a las que escribe San Pedro su primera carta”

Nota: todo este documento ha sido comentado en mi "Estima del Sacerdocio"
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Agustin Sanchez Diaz
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MensajePublicado: Jue Nov 30, 2006 10:33 am    Asunto: Documento en dias de Concilio
Tema: Estima del sacerdocio
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V. Pedro y los demás Apóstoles

Cristo instituyó el colegio de los doce a los que dio su legación
Cristo dio a los Apóstoles la potestad de regir, enseñar y santificar, y obligó a los hombres a someterse a este.
Cristo prometió y después de su resurrección dio a Pedro directa e inmediatamente el Primado de jurisdicción en toda la Iglesia.
Por razón del Primado, Pedro es el verdadero Vicario de Cristo en la tierra al cual los demás Apóstoles estaban sometidos.
El Primado y la Jerarquización serán perennes en su Iglesia porque así fue instituida por Cristo.

Todos los católicos debemos admitir esto como dogmas de fe.
Para mayor claridad veamos las dos potestades que Cristo dio a su Iglesia: Ratione ordinis, ratione iurisdictionis.

Ratione ordinis.
Pedro y los demás Apóstoles tienen la misma potestad Sacerdotal.
¿Cum enin quis dicat: ego quiden sum Pauli, alius autem: ego Apollo: nonne homines estis?
¿Quid igitur est Apollo?, ¿Quid vero Paulus? Ministri eius cui credidistis, et unicuique sicut Dominus dedit. Ego plantavi Apollo rigavit: sed Deus incrementum dedit. Itaque neque qui plantat est aliquid neque qui rigat, sed qui incremnentum dat, Deus. Qui autem plantat et qui rigat, unum sunt sicut Dominus dedit: cada uno puede hacer su apostolado según los dones naturales que Dios le haya dado y no debe vanagloriarse. Pero en cuanto Apóstoles lo mismo es uno que otro: Ministri et Dei adiutores, qui plantat et qui rigat unum sunt.

Ratione iurisdictionis
Cristo prometió y después de su resurrección dio a Pedro directa e inmediatamente el Primado de Jurisdicción en toda la Iglesia.
Por lo tanto todos son iguales en cuanto Apóstoles, en cuanto a jurisdicción Pedro tiene el Primado, al cual estaban sometidos los Apóstoles.
Es decir: Cristo (iure divino) hace distinción no sacramental entre ellos, sino de jurisdicción, ya que a Pedro como Primado le da una suprema potestad sobre los demás, universal, ordinaria, inmediata, sobre la Episcopal de los demás, suprema y plena, vi cuius offitium a Christo Sancto Petro fuit comisum pascendi, confirmandi, solvendi et ligandi, (si opus esset) ipsos Apostolos tan sigillatim quam colective sumptos. (41)

Los sucesores de los Apóstoles.
Los Obispos suceden a los Apóstoles en sus potestades y presiden una Iglesia particular cada uno.
Los Obispos, sucesores de los Apóstoles, son infalibles, cuando concordes bajo el Romano Pontífice definitivamente imponen una doctrina a los fieles, bien en Concilio o fuera de él.

Para los Presbíteros no hay ni siquiera una tesis en el Tardado de Iglesia. Se habla del Romano Pontífice, de los Obispos y de los fieles.
Pero enunciemos una: Los Presbiteros tienen el Sacerdocio de Cristo que les da potestad propia sacramental para pastorear la Iglesia de Dios, y, son sucesores de los Apóstoles en ese Sacerdocio bajo la jurisdicción legitima, cuya jurisdicción es entitativamente inferior a la potestad sacramental del Orden.
Consideraciones.
San Jerónimo dice: eosden esse episcopos quos presbiteros. (42)
San Ignacio Mártir: In domo Dei divinorum bonorum economos, sociosque Dei Sacerdotes respícite. (43)
Es lo mismo que Pablo dice de sí y de Pedro . Dei adiutores , sociosque Dei.
Por lo tanto:
Ratine ordinis: Los Presbíteros tienen el mismo Sacerdocio de los Apóstoles, es decir el mismo y único de Cristo, ni distinto ni dividido, sino bajo jurisdicción. ¿Quis Apollo, quid autem Paulus, quid igitur episcopus, quid vero Presbiter? Qui plantat et qui rigat unum sunt. Fundamentum est Christus Jesus, et Deus qui incrementum dat.
El Obispo no participa su Sacerdocio al Presbitero, el Presbítero tiene el Sacerdocio integro instituido por Cristo, es Cristo. El Obispo es un medio en la Ordenación. como no repugna que lo pueda ser un Presbítero.
Ratione iurisdictionis: El Presbítero está bajo la jurisdicción legítima de la Iglesia, como lo está el Obispo, nadie lo niega, aunque de modo distinto, pero bajo la Suprema potestad del Romano Pontífice.
Cristo no ha hecho distinción entre los Apóstoles ratione ordinis sino de jurisdicción y según la doctrina actual parece ser que tampoco hay distinción ratione ordinis entre Obispo y Presbitero sino ratione iurisdictionis: ¿Ratione ordinis habet eandem potestatem (etiam Confirmandi et Ordinandi) presbiter atque episcopus? Non est una teologorum sententia. (44)
Los Obispos no son sólo los sucesores de los Apóstoles en el Sacerdocio, también parecen serlo los Presbíteros, ya que tienen el mismo Sacerdocio para idéntico ministerio: Dei adiutores y bajo jurisdicción.
La jurisdicción es distinta a la Sacramentalidad y también los Obispos la tienen sub débita Romani Pontíficis auctoritate pósiti. (45)
El Presbítero está bajo un Obispo sub Romano Pontifice.
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