Luis Fernando Veterano
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Publicado:
Mar Sep 12, 2006 10:26 pm Asunto:
La tolerancia y el cinismo
Tema: La tolerancia y el cinismo |
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La tolerancia y el cinismo
Nunca los discursos o las homilías de Benedicto XVI son banales. El Papa sabe muy bien lo que dice y sabe, además, como decirlo. Me ha llamado la atención, en la homilía pronunciada en Munich, el 10 de septiembre de 2006, la distinción que estableció entre “tolerancia” y “cinismo”.
La palabra “tolerancia” está tan oída, que no resulta fácil saber cuál es su significado. No todos los sentidos del vocablo son equivalentes. Es factible una tolerancia que no implique la aquiescencia con lo que se tolera. Uno puede tolerar, por ejemplo, el engaño, la falta de lealtad, o incluso la traición de un amigo, sin que, por ello, convierta en virtud lo que considera que es una falta. Según una acepción más positiva, la “tolerancia” sería el respeto a las ideas, a las prácticas o a las creencias de los demás cuando son diferentes, o incluso contrarias, a las propias. Podemos y debemos tolerar que otras personas no piensen y no vivan como nosotros pensamos y vivimos. De la polivalencia de sentidos de la “tolerancia” nos da idea el hecho de que se pueda llamar “casa de tolerancia” a una casa de lenocinio. Y, a veces, cuando en determinados círculos se auspicia una “sociedad tolerante” nos asalta la sospecha, quizá infundada, de que, con ese ideal, parece querer reproducirse a gran escala una mancebía.
Pero volvamos a las palabras del Papa. En un pasaje de su homilía hace referencia a la relación de Occidente con África y Asia; es decir, con otros pueblos y culturas. Y en ese contexto, distingue la tolerancia del cinismo. Occidente no se muestra tolerante, ni abierto a otros pueblos, si se limita a exportar, con los avances técnicos, “un tipo de razón que excluye totalmente a Dios de la visión del hombre, considerando ésta la forma más sublime de la razón”, hasta el punto de imponerla también a esas otras culturas. Esta especie de imperialismo de la “razón única” merece el nombre de “cinismo”; un cinismo que “considera la mofa de lo sagrado como un derecho de la libertad y eleva la utilidad a supremo criterio” para evaluar futuros éxitos de la investigación científica.
El cinismo es más grave que la mentira, pues añade a la mentira la desvergüenza y hasta la obscenidad. Y es obscena esa exhibición de materialismo práctico, que todo lo subordina a la eficiencia, olvidando las dimensiones más profundas de la vida, como ya había advertido lúcidamente Juan Pablo II (cf Evangelium vitae, 23). No hay en las palabras del Papa Benedicto ninguna condena de la técnica, pero sí una llamada de atención sobre los criterios que dirigen su uso. De estos criterios depende que la técnica se ponga al servicio del derecho o del amor o degenere en un instrumento al servicio del poder o de la violencia.
Para evitar el cinismo, para alcanzar la auténtica tolerancia, es preciso romper el monopolio de esa razón que, abusivamente quizá, se presenta como la razón de Occidente, o incluso como “la razón” a secas. Y para esa ruptura, que equivale a una sanación y a un engrandecimiento, resulta imprescindible abrir la propia libertad a Dios, aprendiendo de nuevo su santo temor, que es el principio de la sabiduría (cf Proverbios 1, 7).
Sin esta apertura, nuestra tolerancia no irá mucho más allá que la practicada en las casas de lenocinio; una especie de utilitaria explotación mutua, en el mejor de los casos pactada, y sometida al individualismo y al hedonismo.
Guillermo Juan Morado.
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/predicareneldesierto.php/2006/09/13/la_tolerancia_y_el_cinismo _________________ Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo.
G.K. Chesterton |
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