La formación en los seminarios

[Aurelio Ponce Esparza]

Soy diácono, acabo de terminar mi formación en el seminario, mi obispo me pidió que ejerciera mi ministerio como formador en el Curso Introductorio diocesano, lo cual es para mi una enorme tarea, tengo cuatro materias y además soy auxiliar del prefecto de disciplina, me gustaria recibir consejos de como tratar a los muchachos para ayudarles en su formación, me gustaría encontrar el equilibrio entre darles confianza y ser pasalón o muy laxo. Me cuesta trabajo ubicarme en un punto medio. En general me gustaría intercambiar experiencias para mejorar esta labor tan dificil.

[Agustin Sanchez Diaz]

Soy muy mayor y los métodos de ayer, no son los apropiados para hoy, pero hay ciertos criterios que son siempre fundamentales:
1º)- Que el responder a la llamada de Dios para evangelizar es la mayor grandeza a la que puede ser llamado un hombre.
2º)- Que esa confianza de Dios en uno, sea motivo de orgullo y responsabilidad.
3º)-Que reconocida nuestra limitación, confiemos más en Dios que en nuestras cualidades.
4º)- Que nuestras flaquezas nos sirvan para ser humildes y comprensivos.
5º)-Que si vemos a Cristo en cada hombre, eso nos hará servirle.
6º)- Que los jóvenes quieren ver convencimiento profundo en lo que les ofrecemos.
7º)- Que al comprobar que las circunstancias externas no conducen a la espiritualidad sino a lo meramente material que la alegría de tener fe se vea en nuestro natural comportamiento.

Perdone estos principios que ya se has aprendido, pero solo pretendo que te sientas acompañado de mis oraciones.

[Aurelio Ponce Esparza]

Mi querido Agustín, me ha llenado de alegría recibir su mensaje, agradezco sus consejos, llenos de sabiduría y experiencia, agradezco desde luego sus oraciones por este servidior. Particularmente me llama la atención su pensamiento n.6, pues verdaderamente hoy más que nunca los cristianos, y especialmente los jóvenes, quieren ver una fe convencida de parte de nosotros, eso para mi es un reto y una tarea constante. En ocaciones me siento solo y abatido y no encuntro la manera de disimular u ocultar mis sentimientos a mis seminaristas, pues lo menos que quiero es perturbarlos en su formación.

Gracias y espero seguir charlando con usted.

[Agustin Sanchez Diaz]

Para Aurelio Ponce

“Dices te encuentras solo y abatido”.
Pues mira a Cristo en la cruz, solo y abatido. Solo hasta del Padre.
Lo que no comprendemos, nunca, y todos, es el silencio de Dios. Pero así lo quiso y lo mantiene el Padre. Yo creo.
No habría libertad y Dios sería nuestro juguete si a cada hombre tuviese que hacerle el milagro o darle la respuesta personal que desee, aun contra los demás. Y además, impediría y coaccionaría nuestra potestad de elección con su presencia constantemente milagrosa. El silencio aparente de Dios es esencial a nuestra libertad y al “ordenamiento natural” de todo cuanto es vida y existencia.
Si Dios a mí me hablara
y a todo hombre diese explicación
de libertad privara
sembrando confusión.
El Verbo es Logos, con una Creación.
Quien quiera así ya oírle
es clara y fluida su conversación,
solo se hace inaudible
para la sin razón
que al Adán ser, gusta de rebelión.

GOZO MÍSTICO

¿Y por qué a veces yo siento
junto a Tí que nunca veo,
algo así de balbuceo
como brisa y suave viento,
que fundiendo nuestro aliento
son aroma, bella rosa
perfumada y olorosa?
Más sin otra explicación,
¡Oh dichosa comunión!
¡oh fusión tan amorosa!

[Aurelio Ponce Esparza]

¡Que maravillosas son las expriencias místicas! Cada vez que tengo la oprtunidad de leerlas me lleno de emoción y al mismo tiempo de angustia por ver lo lejos que estoy de llegar a una experiencia de esa naturaleza. Considero, Agustín, que la cruz es, sin duda, el lugar por excelencia donde puede culquier cristiano encontrar respuestas y sacar fuerza para la lucha. Sus palabras me llenan de alegría y nuevamente agradezco su tiempo para contestar mis interrogantes. Me atrevo a preguntarle ¿cree usted que un seminarista con tendencias homosexuales, pueda ser, con una formación adecuada, un buen sacerdote, entendiendo todo lo que implica ser sacerdote? No busco el fundamento del por que si o no, sino ya en la práctica, esto podría ser posible.

[Agustin Sanchez Diaz]

Estimado en Cristo:

No creas soy un místico, no, solo que para mí contemplar la misma naturaleza con su sabiduría complicadísima, es para mí un libro. Es palabra, mensaje del creador. Su primer evangelio audible y contemplado por los sentidos.
Aún cuando estoy podando un rosal, hablo con los tallos que corto, y les digo que no les doy muerte sino que van a tener otro destino, pueden llegar a ser abono para un naranjo o un peral, y convertirse así en fruto sabroso.
Referente a los homosexuales para llegar al Sacerdocio, creo que el Derecho Canónico los prohibía, hoy, creo que cada Obispo hace el discernimiento oportuno.
Si ellos tienen esta debilidad y no son aptos para la procreación, o también la tienen...¿pero quien está libre de tendencias sexuales de una u otra forma?
Cristo no eligió a ninguno de estos hombres, pero...depende en cada caso, es mi opinión.
El impacto social no es favorable a estas ordenaciones. pero...
Creo te he dejado como estabas, más no me atrevo a pronunciarme personalmente, si un Obispo lo acepta, hay que estar conforme a esa decisión.
Es posible que ante ese mundo, uno de ellos, siendo virtuoso, pueda llegar con más facilidad a ese complejo. Pero mi experiencia ante un caso de ellos fue nefasta para multitud de niños inocentes. Y hasta yo lo denuncié.

[Aurelio Ponce Esparza]

Querido Agustín:

Concuerdo contigo respecto a que cada caso es único y debe tratarse individualmente, sin generalizar o descalificar a priori, yo creo que Dios llama al hombre a seguirle en el sacerdocio y si un llamado decide seguirlo, pero siente este tipo de tendencias debe ser auténtico e igual que el que tiene tendencias heterosexuales, está llamado a vivir el celibato sacerdotal y a evitar escándalos, que como muy bien dices, lastima la fe de nuestra gente. Esto aplicaría a los sacerdotes, que descubren que tienen esas tendencias, pero para un seminarista, cómo hay que tratarlo, qué hacer con él, cómo orientarlo, ¿no encuentro la salida?

[Agustin Sanchez Diaz]

Dice Pablo que recibió una respuesta: Te basta con mi gracia.
Esto es cierto. Pero la realidad para muchos es dramática no solo para el Sacerdote si no para todo cristiano que aspira a la perfección.
Te repito que no soy un místico, me encanta meditar a Juan de la Cruz no solo por su doctrina para alcanzar la perfección sino también por la belleza de sus versos.
En las Canciones entre el alma y el Esposo, Juan nos presenta la búsqueda de Dios al que dibuja como un huidizo ciervo. El alma va tras sus rastros y pregunta a los pastores por Dios del que adolece, pena y muere y sigue incansable su búsqueda por montes y riberas, en las que no se entretendrá con las flores ni temerá a las fieras.
El alma encuentra que los bosques y espesuras han sido plantadas por el amado, y las criaturas le recuerdan que a ellas las dejó vestidas de hermosura. Pero el alma no quiere más mensajeros porque no saben decirle lo que ella quiere aunque todas le dejan un no se qué que quedan balbuciendo.
Y así el alma exclama con esta queja al Amado: ¿Por qué, pues, has llagado / aqueste corazón, no lo sanaste? / por qué así lo dejaste, / y no tomas el robo que robaste?.

Y yo me pregunto: ¿quien no se entregó en su niñez o juventud a esa búsqueda constante para llegar a que Dios tomase, totalmente, ese corazón que lo había herido de amor y nos lo había robado?

¿Hemos cesado en esa búsqueda? ¿Nos gustan las flores que él dejó vestidas de su hermosura y en ellas instalamos nuestra tienda?
Tal vez ni a nuestra vida sensitiva, ni a nuestra razón, ni a la memoria, entendimiento y voluntad los hemos purificado lo bastante para repetir como Juan: “Buscando mis amores / iré por esos montes y riberas, / ni cogeré las flores, / ni temeré las fieras, / y pasaré los fuertes y fronteras.”

Pero también es cierto que hasta el último de nuestros alientos queremos que sea para seguir su búsqueda, y por ello le amamos, le servimos y le ansiamos, como lo más bello para nuestra entrega y amor.

Y en su casa hay muchas y diversas moradas.
Señor, admíteme, al menos como uno de tus siervos.
Padre, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Espíritu Santo, ten piedad.
¿Quien no tiene que repetir esta plegaria?
Que Jesús Cirineo nos ayude a llegar a la cumbre.