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¿Qué es la misa?
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Autor Mensaje
Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Feb 28, 2007 5:13 pm    Asunto: ¿Qué es la misa?
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Me gustaría aportar al foro con este tema, para ello podemos empezar con esto que creo que es lo escencial y que poco a poco podemos darle mayor amplitud y precisión:

1. ¿Qué es la misa?


A definición de muchos y sin pensarlo, la misa es simplemente una ceremonia dirigida a Dios donde se observan cuatro acciones fundamentales: se alaba al Señor y se le da gracias, se le pide perdón y se suplican algunos beneficios. También hay momentos de la misa donde se transmiten algunas enseñanzas. Por lo tanto una reunión en la que por costumbre ofrecemos un momentito de nuestro tiempo a Dios.

Sin embargo, esto NO es así.

La Santa Misa es el Sacrificio en el cual se ofrece y se inmola incruentamente Jesucristo, Dios y hombre verdadero, bajo las especies del pan y del vino, por ministerio de Sacerdote-Celebrante, para reconocer el supremo dominio de Dios y aplicarnos a nosotros las satisfacciones y méritos de Su Pasión y Muerte.

El sacrificio de la Misa, el de la Cena, y el de la Cruz son, en cuanto a la sustancia, un sólo y mismo sacrificio, ya que el mismo Cristo que se dió y se ofreció en la Cena, el Jueves Santo, es el que, el Viernes Santo, se ofreció en el Calvario, y ahora se ofrece diariamente y muchisimas veces cada día en el altar.
La diferencia entre los tres proviene del modo diferente con que cada uno de ellos se ofrece:

1. En la Cena Jesucristo se inmoló mística y personalmente, sin derramamiento de sangre, en estado todavía mortal y anunciando su próxima muerte, mientras que en la Misa se inmola también místicamente y sin derramamiento de sangre, pero por ministerio del sacerdote, y en estado inmortal y glorioso y recordando la muerte ya acaecida.

2. En la Cruz, Jesucristo se inmoló de un modo real, visible, con derramamiento de sangre y personalmente, y una vez para siempre. además, en la cruz Jesucristo se inmoló para merecer y satisfacer por nosotros, mientras que en la Cena y en la Misa lo hacer para aplicarnos aquellos méritos y satisfacciones.

Es por esto que cuando asistimos a una Misa es como si asistieramos, (en verdad es que asistimos) simultáneamente a la Cena y a la Muerte de Cristo.

2. ¿Es necesario asistir a misa?

Si, porque es un Mandamiento el de adorar a Dios y darle culto. Ademas, es un pedido expreso del mismo Cristo. Lc 22,19

3. Cuales son las partes de la Misa según el Misal vigente?

RITOS INICIALES
Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.


PROCESIÓN DE ENTRADA
Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.

SALUDO INICIAL
Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.

ACTO PENITENCIAL
Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.

GLORIA
Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.


ORACIÓN COLECTA
Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.


LITURGIA DE LA PALABRA
Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando.


PRIMERA LECTURA
En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.


SALMO
Meditamos rezando o cantando un salmo.


SEGUNDA LECTURA
En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.


EVANGELIO
El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".


HOMILÍA
El celebrante nos explica la Palabra de Dios.


CREDO
Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.


ORACIÓN DE LOS FIELES
Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.


LITURGIA EUCARISTICA
Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de comunión.


PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.


PREFACIO
Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo.


EPÍCLESIS
El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.


CONSAGRACIÓN
El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.


ACLAMACIÓN
Aclamamos el misterio central de nuestra fe.


INTERCESIÓN
Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.


DOXOLOGÍA
El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".




PADRENUESTRO
Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.


COMUNIÓN
Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.


ORACIÓN
Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.
RITOS DE DESPEDIDA
Son ritos que concluyen la celebración.


BENDICIÓN
Recibimos la bendición del sacerdote.


DESPEDIDA Y ENVÍO
Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.

4. Cúal debería ser nuestro comportamiento?

Primero que nada de total recogimiento, es necesario un ambiente de respeto y reverencia.

El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande «para que alguien pueda permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su dimensión universal». Quien actúa contra esto, cediendo a sus propias inspiraciones, aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito romano, que se debe cuidar con decisión, y realiza acciones que de ningún modo corresponden con el hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos experimenta, ni a un auténtico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovación litúrgica, sino que más bien defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles.

Por otra parte, todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las otras leyes y normas. Además, el pueblo católico tiene derecho a que se celebre por él, de forma íntegra, el santo sacrificio de la Misa, conforme a toda la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Finalmente, la comunidad católica tiene derecho a que de tal modo se realice para ella la celebración de la santísima Eucaristía, que aparezca verdaderamente como sacramento de unidad, excluyendo absolutamente todos los defectos y gestos que puedan manifestar divisiones y facciones en la Iglesia.

Sin embargo, por más que la liturgia tiene, sin duda alguna, esta característica de la participación activa de todos los fieles, no se deduce necesariamente que todos deban realizar otras cosas, en sentido material, además de los gestos y posturas corporales, como si cada uno tuviera que asumir, necesariamente, una tarea litúrgica específica. La catequesis procure con atención que se corrijan las ideas y los comportamientos superficiales, que en los últimos años se han difundido en algunas partes, en esta materia; y despierte siempre en los fieles un renovado sentimiento de gran admiración frente a la altura del misterio de fe, que es la Eucaristía, en cuya celebración la Iglesia pasa continuamente «de lo viejo a lo nuevo»


REDEMPTIONIS SACRAMENTUM


Paz y bien
_________________
Esther Filomena
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Maellus haereticorum
Veterano


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 1775

MensajePublicado: Mie Feb 28, 2007 6:04 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando




¡¡Gracias por este tema TAN IMPORTANTE Esther Filomena!!!!

Invito a los demás hermanos a que sigan aportando en un tema que trata sobre tan Sublime Culto como es la Santa Misa.
_________________


Ultima edición por Maellus haereticorum el Jue Mar 08, 2007 6:16 am, editado 1 vez
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Bruno
Constante


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 773

MensajePublicado: Mie Feb 28, 2007 7:21 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

RITOS INICIALES
Entrada - Señal de la cruz - Saludo - Acto penitencial - Gloria - Oración colecta.


La entrada solemne del celebrante y sus ministros al templo supone, requiere y hace efectiva la asamblea ya reunida. Con ella y por ella, Cristo está presente. El reunirnos es una actitud profunda que debemos vivir en la Misa; somos el Pueblo de Dios convocado; es Jesús el que nos ha invitado a juntarnos. La Misa empieza en este momento y toda ella es un solo acto. Por eso, la gente que llega tarde rompe la unidad y quita a Dios algo que es de Él y de su Iglesia.

Mientras el sacerdote entra, comienza el canto de entrada. "La finalidad de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión entre los presentes e introducir los espíritus en el misterio del tiempo litúrgico o de la fiesta, ya acompañar la procesión..." (Instrucciones generales del Misal Romano, Capítulo II, Nº 25)

Durante el canto, el celebrante saluda al altar. Puede hacerlo mediante un beso y, en ocasiones especiales, perfumándolo con incienso. Estos son signos de veneración a Cristo, a quien el altar simboliza. Luego el sacerdote saluda a la asamblea comenzando con la Señal de la cruz. Este saludo expresa en primer lugar la relación de comunión entre la asamblea y el sacerdote, y en segundo lugar, el Espíritu en que se sienten unidos y se reúnen.

Luego sucede el acto penitencial, que puede hacerse de diversas formas. Luego de un momento de silencio, se canta o recita el "Señor ten piedad" o el "Yo confieso". El sacerdote termina con una absolución para todos. Éste es un rito de purificación, de reconciliación con Dios y los hermanos para poder encontrarnos sin que nos separe el pecado.

El Gloria es un himno de alabanza. Un canto de la asamblea de antigua tradición, una oración modelo que proclama la salvación en Cristo Jesús, da gracias al Padre, y suplica a Dios Trinidad. Nos hace empezar cantando nuestra actitud interior de admiración, gratitud, confianza y súplica.

El Rito Inicial culmina con la oración de la asamblea u oración colecta. Esta oración se llama así porque recolecta las intenciones individuales en una sola oración que se convierte en la oración de la Iglesia. Por eso el sacerdote la dice en plural en nombre de toda la comunidad y se responde Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura - Salmo Responsorial - Segunda Lectura - Aleluia - Evangelio - Homilía - Credo - Oración universal


En la Liturgia de la Palabra, Dios se hace presente y habla a su pueblo. Cristo, antes de hacerse alimento para el cuerpo, se hace palabra para el alma. Se presenta y se vive la proclamación de la Palabra como un acontecimiento actual. Se actualiza la fuerza de la revelación y salvación de Dios.

Los días de fiesta y los domingos se leen dos lecturas. La primera es del Antiguo Testamento y la segunda es del Nuevo Testamento. Los días de semana se lee una única lectura. El Salmo Responsorial y el Evangelio nunca se suprimen.

El Salmo Responsorial pone en práctica dos acciones: escuchar y responder. Por eso se llama "responsorial". El salmo es el canto más importante de la Liturgia de la Palabra. No es un simple canto de meditación, sino que forma parte [Lectura del evangelio]de la Biblia (Antiguo Testamento). Es inspirado por Dios.

El Evangelio se saluda con una aclamación que en hebreo significa "Gloria al Señor", y es el Aleluia. La Iglesia lo conservó como una aclamación de alegría. El Aleluia tiene por sí mismo el valor de rito o acto con el que la asamblea recibe y saluda al Señor que va a hablarles.

Evangelio significa "buena noticia". Su proclamación está a cargo del celebrante o de un diácono. Si bien todas las lecturas son Palabra de Dios, esta lectura es particularmente Palabra de Cristo. Él se hace presente para hablarnos. Inmediatamente sigue la Homilía. Tiene por finalidad explicar la Palabra de Dios proclamada en las lecturas y actualizar su mensaje para poder confrontar nuestra vida con ella.

Luego rezamos juntos confesando y proclamando nuestra fe en el Credo. Allí está resumido todo lo que creemos los cristianos católicos. Por eso también se lo llama símbolo o profesión de fe.

"En la Oración Universal u Oración de los Fieles, el pueblo, ejerciendo su función sacerdotal, ruega por todos los hombres" (Instrucciones generales del Misal Romano, Capítulo II, Nº 45). En nuestras celebraciones hay muchos tipos de oraciones por nosotros, pero ésta es una oración de intercesión por los demás; de mediación. Ponemos delante de Dios nuestra historia con sus fallas y urgencias.

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA I
Presentación de ofrendas - Plegaria Eucarística.

El segundo momento de la Misa comienza con la preparación de la Mesa del altar para el banquete eucarístico.

En la Última cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete pascual y encomendó a sus discípulos que lo repitieran en conmemoración suya.

En la preparación de los dones llevamos al altar pan, vino y agua: los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos. Mientras el sacerdote o diácono recibe las ofrendas, entonamos un canto, que simplemente acompaña el momento. "Desde el principio, junto con el pan y el vino para la eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta, siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos..." (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 1351). Luego, el sacerdote se lava las manos, expresando así su deseo de purificación interior.

En la Plegaria Eucarística se da gracias a Dios por nuestra salvación y se hace la ofrenda del Cuerpo y Sangre de Cristo. Podemos distinguir dentro de ella algunos elementos:

* Acción de gracias, en la cual el sacerdote en nombre de todo el pueblo da gracias por la salvación. Todos nos unimos a la alabanza incesante de la Iglesia, cantando a Dios el Santo, que es el canto más importante de la Liturgia de la Eucaristía. Se trata de un canto de inspiración bíblica, tomado en su primera parte del libro del profeta Isaías y en la segunda, del Evangelio de Mateo. Con esta aclamación, cantamos nuestra alabanza al [Consagración del pan]Dios creador y salvador y exclamamos nuestro gozo por "el que viene", Cristo Jesús.
* Epiclesis: la Iglesia pide al padre que envíe su Espíritu Santo sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
* Relato de la Institución de la Eucaristía y Consagración: la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes su Cuerpo y su Sangre.
* Anamnesis: hacemos memoria del mismo Cristo, recordando principalmente su Pasión, Resurrección y Ascensión. Luego, se presenta la Padre la hostia [Consagración del vino]consagrada. La Iglesia procura que los fieles aprendamos a ofrecernos a nosotros mismos en este momento.
* Intercesiones: se expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, del cielo y de la tierra, y que la ofrenda se hace por ella misma y por todos sus miembros, vivos y difuntos.
* Doxología final: se expresa la glorificación de Dios ("Por Cristo, con Él y en Él...") y se confirma y termina con la aclamación del pueblo: Amén, que es el más importante de toda la Misa, porque con él manifestamos nuestra adhesión decidida a todo lo que el sacerdote ha afirmado durante la Plegaria.

Esta extensa oración es el centro de la Eucaristía. Aún así, no siempre le damos la importancia que se merece.

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA II
Padre Nuestro - Saludo de la paz - Fracción del Pan - Cordero de Dios - Comunión - Saludo y Bendición final - Despedida y Canto final


El Padre Nuestro es el primero de los pasos que nos prepara para la Comunión. En esta oración pedimos el pan de cada día, aludiendo también a la Eucaristía e imploramos la purificación de los pecados. Los que vamos a acercarnos a recibir al Señor, sólo nos atrevemos a hacerlo desde una postura de mutuo perdón. La monición (invitación del sacerdote a rezar) nos señala distintos aspectos del sentido de esta oración en este momento de la misa: que nos ha sido enseñada por el auténtico maestro de la oración, que alimenta la fraternidad y la unión de los que comulgaremos con Cristo, que renueva la alegría de los hijos ante el Padre.

Sigue el Saludo de la paz, en el que imploramos la paz y la unidad para la Iglesia y todos los hombres, y nos expresamos mutuamente la caridad con un gesto de amistad y acercamiento.

Jesús quiso manifestarse en el gesto de la Fracción del Pan. El Pan fraccionado es el cuerpo compartido de Jesús. También significa que nosotros, por la comunión de este Pan de Vida, nos hacemos un solo cuerpo. Este gesto es acompañado por el canto del Cordero de Dios. Con este canto invocamos a Cristo como Redentor, como Cordero que es entregado por todos nosotros, al Cristo Pascual que ha vencido y en la comunión se nos da como alimento.

El momento culminante de la Eucaristía se da cuando la comunidad participa del Cuerpo y Sangre del Señor. Todas las actitudes, palabras, canciones y gestos quieren ayudarnos a expresar, alimentar y educar nuestra actitud de participación consciente en este misterio. Vamos a comulgar en procesión, manifestando así que somos un pueblo en marcha, que camina y avanza al encuentro con su Señor. El canto que acompaña esta procesión, alegre y festivo, expresa lo que cada uno vive en ese momento: la relación personal con Cristo y la relación fraterna de todos los que se unen en él. Cuando recibimos la comunión se da un breve diálogo con el ministro que nos dice "El Cuerpo de Cristo", a lo que respondemos "Amén". Este Amén es una profesión de fe y en este momento significa afirmar que reconocemos que estamos recibiendo al mismo Cristo. Luego, como una justa y debida acción de gracias, hay un momento de silencio, en el que también podemos cantar.

La celebración concluye con una bendición que el sacerdote, en nombre de Cristo, da a toda la comunidad. Bendecir es decir "bien". Dios, que es fuente radical de todo bien, cuando bendice es eficaz en su gracia y en la salvación que da. Luego se despide al pueblo con una frase que no es sólo de despedida, sino también de envío. En esta despedida se disuelve a la asamblea para que regrese cada uno a sus quehaceres alabando y bendiciendo a Dios. Respondemos dando gracias, lo que ha sido a lo largo de la Eucaristía, que significa precisamente "acción de gracias", la actitud fundamental.

El canto final tiene el sentido de una salida gozosa, y acompaña la salida de los ministros.



Fuente: devocionario.com
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* Misero Servidor de Cristo

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AURORA
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MensajePublicado: Mie Feb 28, 2007 7:57 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

ya sabemos los pasos de la misa .........y muy bien puestos .
pero como la viven , ????
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clauabru
Moderador
Moderador


Registrado: 04 Oct 2005
Mensajes: 6144
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Mie Feb 28, 2007 8:10 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Les recomiendo,

El libro del presbítero Víctor Manuel Fernández, “Para que vivas mejor la misa”, lleva un subtítulo provocador, desafiante: “Dejar de aburrirse y mirar la hora”. El autor busca explicar el sentido teológico y espiritual de cada una de las partes y gestos de la Eucaristía y ofrecer sugerencias para que el lector pueda vivir con gozo cada momento de la celebración. La Iglesia le pide a los cristianos que no asistan a misa “como extraños y mudos espectadores sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada”. de editorial San Pablo

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¿Rezás el rosario todos los días, querés hacerlo? Smile
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Maellus haereticorum
Veterano


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 1775

MensajePublicado: Jue Mar 01, 2007 3:28 am    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

AURORA escribió:
ya sabemos los pasos de la misa .........y muy bien puestos .
pero como la viven , ????




Escuchemos a nuestros hermanos que nos han precedido en el descanso de la fe y ahora celebran la Liturgia eterna en la Jerusalén Celestial:

El santo cura de Ars, San Juan María Vianney: “Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos moriríamos de alegría”.

"Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella"

San Anselmo: “Una sola misa ofrecida y oída en vida con devoción, por el bien propio, puede valer más que mil misas celebradas por la misma intención, después de la muerte.”

Santo Tomás de Aquino: "La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jesús en la Cruz".

San Francisco de Asís: "El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote".

Santa Teresa de Jesús: "Sin la Santa Misa, ¿que sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio".

San Alfonso de Ligorio: "En cierta ocasión, Santa Teresa se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, “¿cómo Os podré agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “ASISTID A UNA MISA”. El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa"

Padre Pío de Pieltrecina: "Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa misa".

"La Misa es infinita como Jesús... pregúntenle a un Angel lo que es la misa, y El les contestará, en verdad yo entiendo lo que es y por qué se ofrece, mas sin embargo, no puedo entender cuánto valor tiene. Un Angel, mil Angeles, todo el Cielo, saben esto y piensan así
".

San Lorenzo Justino: "Nunca lengua humana puede enumerar los favores que se correlacionan al Sacrificio de la Misa. El pecador se reconcilia con Dios; el hombre justo se hace aún más recto; los pecados son borrados; los vicios eliminados; la virtud y el mérito crecen, y las estratagemas del demonio son frustradas".

San Leonardo de Porto Maurice: "Oh gente engañada, ¿qué están haciendo? ¿Por qué no se apresuran a las Iglesias a oír tantas Misas como puedan? ¿Por qué no imitan a los ángeles, quienes cuando se celebra una Misa, bajan en escuadrones desde el Paraíso y se estacionan alrededor de nuestros altares en adoración, para interceder por nosotros?".

"Yo creo que sí no existiera la Misa, el mundo ya se hubiera hundido en el abismo, por el peso de su iniquidad. La Misa es el soporte poderoso que lo sostiene ".

Una misa antes de la muerte puede ser más provechosa que muchas después de ella… "

San Felipe Neri: "Con oraciones pedimos gracia a Dios; en la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda ".

San Pedro Julián Eymard: "Sepan, oh Cristianos, que la Misa es el acto de religión más sagrado. No pueden hacer otra cosa para glorificar más a Dios, ni para mayor provecho de su alma, que asistir a Misa devotamente, y tan a menudo como sea posible ".

San Bernardo: "Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación ".


San Francisco Javier Bianchi: "Cuando oigan que yo no puedo ya celebrar la Misa, cuéntenme como muerto".

San Buenaventura: "La Santa Misa es una obra de Dios en la que presenta a nuestra vista todo el amor que nos tiene; en cierto modo es la síntesis, la suma de todos los beneficios con que nos ha favorecido".

San Gregorio el Grande: "El sacrificio del altar será a nuestro favor verdaderamente aceptable como nuestro sacrificio a Dios, cuando nos presentamos como víctimas".

Cuando Santa Margarita María Alacoque asistía a la Santa Misa, al voltear hacia el altar, nunca dejaba de mirar al Crucifijo y las velas encendidas. ¿Por qué? Lo hacía para imprimir en su mente y su corazón, dos cosas: El Crucifijo le recordaba lo que Jesús había hecho por ella; las velas encendidas le recordaban lo que ella debía hacer por Jesús, es decir, sacrificarse consumirse por El y por las almas.

San Andrés Avellino: "No podemos separar la Sagrada Eucaristía de la Pasión de Jesús".
_________________


Ultima edición por Maellus haereticorum el Jue Mar 08, 2007 6:17 am, editado 1 vez
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Invitado





MensajePublicado: Jue Mar 01, 2007 2:29 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Cita:
Cristo ofrece su cuerpo y su sangre en el Altar, de la misma forma que lo hizo en la Cruz.

La Misa es divina, Dios en la Trinidad, no es humana


querida maru ,
porque decis que no es humana ???que parte deja de ser humana ???
me lo podes explicar un poquito , ,,,,,,,,,,por favor Very Happy
no lo entendi ,,,,,,,,,,,, Rolling Eyes (sera la edad ????)
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Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Jue Mar 01, 2007 5:53 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Ordinario de la Misa

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA DE PIE
Recibimos al sacerdote de pie, que se acerca al altar y lo besa. En el ara o altar hay reliquias de santos y representa el lugar donde se hacían los sacrificios. En el Antiguo Testamento se sacrificaban animales, pero desde la venida de Cristo, en el Nuevo Testamento, son incruentos. Si no se hubiera entonado canto alguno, se recita la antífona de entrada.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan.
- Amén.

El Señor esté con vosotros.
O bien:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
- Y con tu espíritu.

Si se está en Tiempo Pascual sería:
El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos vosotros.
- Y con tu espíritu.

El sacerdote lee la 'Antífona de entrada' de ese día.

ACTO PENITENCIAL
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Tras un breve silencio, todos reconocen sus pecados con la oración:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Llevando la mano al pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.

El sacerdote concluye con la absolución:
Dios todopoderos tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:
- Amén.

KYRIE
Siguen las invocaciones de desagravio que rezan alternadamente el sacerdote y los fieles:
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.
Cristo ten piedad.
- Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.

O bien:
Tú que has enviado a sanar los corazones afligidos:
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.
Tú que has venido a llamar a los pecadores:
Cristo ten piedad.
- Cristo ten piedad.
Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros:
Señor ten piedad.
- Señor ten piedad.

GLORIA
Si es festivo, acto seguido todos rezan El Gloria:
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA
Concluido el himno, el sacerdote dice:
Oremos.
Entonces, recita la 'Oración Colecta' designada para el día, y al final el pueblo aclama:
- Amén.

Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA SENTADOS
Los domingos se toma del Antiguo Testamento, excepto en el Tiempo Pascual, en que se toma de los Hechos de los Apóstoles. Si es costumbre, puede leer alguno de los asistentes. Al terminar:
Palabra de Dios.
- Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL
También puede leer el Salmo que corresponda a ese día alguno de los asistentes. Hay una parte denominada Salmo Responsorial que el pueblo repite intercaladamente. Si es costumbre, los Salmos serán cantados.

SEGUNDA LECTURA
Sólo se hace una segunda lectura los domingos y las solemnidades. Al final, el que ha leído dice:
Palabra de Dios.
- Te alabamos Señor.
Seguidamente se canta o recita el Aleluya designado para ese día.

EVANGELIO DE PIE
El sacerdote, inclinado ante el altar, dice en voz baja:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.
Después, en voz alta dice al pueblo:
El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.
Lectura del Santo Evangelio según San []
- Gloria a Ti, Señor.
Una vez leído el Evangelio, el sacerdote dice:
Palabra del Señor.
- Gloria a Ti, Señor Jesús.
El sacerdote besa el libro, diciendo en voz baja:
Que las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

HOMILÍA SENTADOS
En este momento el sacerdote hablará sobre las cuestiones de doctrina que considere de interés. Debe decirse todos los domingos y fiestas de precepto. Al terminar es oportuno guardar un breve espacio de tiempo en silencio.

PROFESIÓN DE FE
DE PIE
Si es festivo, todos rezarán el Credo, en una de las dos formas:

Símbolo niceo-constantinoplano
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto.
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
Se finaliza la inclinación de la cabeza.
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos
de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado
y resucitó al tercer día según las Escrituras,
y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

Símbolo de los apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto.
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
Se finaliza la inclinación de la cabeza.
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitón de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

A continuación, se hace la 'Oración de los fieles' o preces, que son unas plegarias que el sacerdote o algún asistente va leyendo y el pueblo responde:
- Te rogamos, óyenos.


Liturgia Eucarística

El sacerdote presenta a Dios los dones del pan y del vino que, por la Consagración, se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esta parte se conoce como el 'Ofertorio'.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS SENTADOS
Al ofrecer el pan, el sacerdote dice:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida.
Si el sacerdote lo ha dicho en voz alta, el pueblo aclamará:
- Bendito seas, por siempre, Señor.

El diácono o el sacerdote dice en voz baja mientras pone vino y un poco de agua en el cáliz:
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

Al ofrecer el vino, el sacerdote dice:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación.
Si el sacerdote lo ha dicho en voz alta, el pueblo aclamará:
- Bendito seas, por siempre, Señor.

El sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Mientras el sacerdote se lava las manos, dice en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

El celebrante se va al centro del altar y, de cara al pueblo, dice:
Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
- El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
El sacerdote lee la 'Oración sobre las ofrendas' prevista para ese día.

PLEGARIA EUCARÍSTICA DE PIE
El Señor esté con vosotros.
- Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
- Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
- Es justo y necesario.

El sacerdote lee el Prefacio correspondiente a ese día, a cuyo término todos dicen:
- Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
A continuación, según la Plegaria eucarística que se siga, el sacerdote irá diciendo las oraciones previas a la Consagración.

CONSAGRACIÓN DE RODILLAS
El sacerdote, con claridad, pronuncia las palabras del Señor para consagrar el pan:
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Igualmente, consagra el vino con las palabras:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Jesucristo Sacerdote, sirviéndose de las palabras de la Consagración pronunciadas por el sacerdote, convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. A continuación muestra al pueblo la Hostia consagrada y el Cáliz, y lo adora con un signo de reverencia.
El celebrante dice:
Este es el sacramento de nuestra fe.
DE PIE
El pueblo responde:
- Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!.

Continúan las oraciones propias de cada plegaria eucarística.
Al finalizar esta parte, el sacerdote toma la patena, con la Hostia consagrada, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
- Amén.


Rito de la comunión

Una vez que el sacerdote ha dejado el cáliz y la patena, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios,
digamos confiadamente
la oración que Cristo nos enseñó:

- Padre nuestro que estás en el cielo
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor
y concédenos la paz en nuestros días,
para que ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

El pueblo concluye la oración aclamando:
- Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria,
por siempre, Señor.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
'La paz os dejo, mi paz os doy',
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
- Amén.
El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con vosotros.
El pueblo responde:
- Y con tu espítiru.
Luego, si se estima oportuno, el diácono o el sacerdote añaden:
Daos fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar se dan la paz.

El sacerdote deja caer en el cáliz una parte del pan consagrado, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Mientras tanto se canta o se recita:
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
- Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

El sacerdote reza la oración para la comunión.
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado, lo eleva y lo muestra al pueblo, diciendo:
DE RODILLAS
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
- Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
DE PIE
El sacerdote, después de comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, lee la 'Antífona de Comunión' que corresponde a ese día. Seguidamente, se acerca a los que quieren comulgar y mostrándoles el pan consagrado, dice a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
- Amén.

Después, con el pueblo sentado o de rodillas, tiene lugar la purificación, que es cuando se limpian la patena y el cáliz. Acto seguido, el sacerdote puede ir a la sede, o lugar destinado para sentarse.
Si se estima oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.

De pie en la sede o en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
DE PIE
Todos oran en silencio durante unos momentos. Luego el sacerdote dice la 'Oración después de la comunión' de ese día. El pueblo aclama:
- Amén.


Rito de conclusión

Llegados a este momento, pueden hacerse, si es necesario y con brevedad, los anuncios o advertencias al pueblo. Luego tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con vosotros.
El pueblo responde:
- Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espítiru Santo,
Todos se santiguan.
descienda sobre vosotros.

El pueblo responde:
- Amén.

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, despide al pueblo, diciendo:
Podéis ir en paz.
El pueblo responde:
- Demos gracias a Dios.

El sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo y, una vez realizada la debida reverencia con los demás ministros que han intervenido en la celebración, se retira a la sacristía.

Nadie debe abandonar su sitio antes que el sacerdote se haya retirado del Altar

La Santa Misa ya ha terminado, los fieles pueden salir del templo si lo desean o seguir en lo que se denomina la 'Acción de Gracias', en la que cada uno, en oración íntima con el Señor, se dirige a Él con confianza, cariño y delicadeza por haberlo recibido en la comunión.
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MensajePublicado: Vie Mar 02, 2007 12:43 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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El acto penitencial

Ya en presencia de la Santísima Trinidad damos un segundo paso: pedir perdón, implorar la misericordia de Dios por los pecados cometidos. Es el acto penitencial.

Cristo nos invita a la Santa Misa

Recordemos la parábola de los invitados a las bodas: Un rey organiza un gran banquete al que invita a gran cantidad de gente. Algunos no pueden ir, no obstante, la sala se va llenando. En un momento dado, ese rey se da cuenta que uno de los invitados no está preparado para estar en su banquete, no tiene el vestido limpio, y entonces el rey le pide salir,y dejar el banquete.
Cristo nos invita a la Santa Misa. Cristo nos llama pero somos nosotros quienes nos debemos poner el vestido correcto, debemos llevar el vestido limpio, es decir, la pureza debe vestir nuestra alma.

No somos dignos de recibir al Dios

Algunas veces sentimos que no somos dignos de recibir a Dios, que no somos dignos de su perdón y, es cierto. Nunca, nunca la persona humana podrá ser digna de todo un Dios. Es Dios quien nos hace dignos con su perdón.
En este momento de la Santa Misa todos nuestros pecados veniales quedan perdonados para ser dignos de recibir a Cristo en la eucaristía. Sabemos, por la doctrina de la Iglesia, que los pecados mortales sólo se perdonan en el sacramento de la reconciliación, pero todas nuestras imperfecciones, todas nuestras debilidades y todos los pecados veniales quedan perdonados, quedan absueltos en este momento del acto penitencial. Las palabras que dice el sacerdote, son claras: “Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”. El sacerdote después de rezar el Yo confieso con todo el pueblo, pide a Dios que otorgue su perdón a todos los fieles que participan en esa santa misa.

Frutos del acto penitencial


¿Cuáles son los frutos de este acto penitencial? En primer lugar, como hemos mencionado, perdona los pecados veniales. En segundo lugar, nos hace dignos de poder estar ante el Señor, de poder recibir la comunión. Y como consecuencia de estos dos frutos, y es lo que más tenemos que valorar, nos ayuda a mantenernos en una continua limpieza de nuestra alma. Transforma y regresa nuestra alma a su estado puro del día del bautismo o de la primera comunión. El alma que cada día hace con conciencia este acto penitencial es un alma totalmente entregada, totalmente encauzada y enfocada a Dios nuestro Señor.
Cuentan, en broma, que un señor tenía un coche muy antiguo con gran cantidad de kilómetros recorridos. Quería venderlo pero nadie se lo compraba. Un amigo suyo le sugiere que recorra, marcha atrás, todos los kilómetros hasta que el medidor marque cero y entonces lo podrá vender como nuevo. El señor se animó y siguió todas las instrucciones. Después de algunos meses se encontró nuevamente con su amigo quien le preguntó si pudo vender el coche. Y el señor le contestó: “¿para qué lo voy a vender, si me quedó como nuevo? mejor lo sigo usando yo”.
Esto, por supuesto, es una broma pero nos puede ayudar a entender lo que pasa en nuestra alma después de cada acto penitencial. Cada día volvemos a ser como nuevos, cada día nuestro corazón vuelve a estar totalmente limpio, totalmente enfocado, totalmente dedicado a Dios nuestro Señor.
No restes importancia a este acto, no estés distraído, no lo veas como simple requisito al inicio de la misa o para hacer después las lecturas. Valora el fruto, el gran milagro que se obra en esos momentos en tu alma cuando con sinceridad pones tus faltas en manos de Dios, cuando reconoces esas actitudes desviadas que Dios no quiere para ti. Ten la certeza de que Él te perdona, y de que sales de la santa misa con el alma totalmente limpia de tal manera que te mantienes con la integridad de tu bautismo, de la primera comunión. Habrá habido malas experiencias, habrá habido caídas el día anterior pero tu alma vuelve a encontrarse como nueva ante Dios nuestro Señor, digna de poder recibir a Cristo
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Bruno
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MensajePublicado: Vie Mar 02, 2007 4:10 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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La Misa es el Centro de nuestra vida.

La Misa no termina con las palabras del Sacerdote; Cristo se ofrece "perpetuamente" en el Sagrario y nosotros en imitación de Él, tenemos que ser "Hostias Vivas" en cada momento de nuestras vida. Asi la Eucaristia se convierte en nuestro compromiso de Vida.

Al despedirse el Sacerdote queda la tarea de continuar con un "Ofrecimiento Permanente" de todos los momentos de nuestra vida; desde el momento que pisamos el atrio no hay que perder de vista que volveremos a encontrarnos con Cristo y tener siempre presente que cada acto de nuestra vida que convertimos en Sagrado se depositará en el Altar.

Es decir vamos acumulando "Ofrendas" a lo largo de la Semana para llevarlas en el día dedicado a Nuestro Señor.

Así en la Semana, vivimos continuamente la Eucaristía; podemos tener Acto Penitencial y Liturgia de la Palabra en varios momentos del día; y lo más importante podemos tener Liturgia Eucarística a lo largo del día, ofreciendo nuestros "momentos" sabiendo que cada acto se amalgama con la Presentación de las Ofrendas, la Consagración y la Doxología Final.

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Esto es de mi autoría, pero esta basado en las enseñanzas de las Obras de la Cruz de Concepción Cabrera de Armida.

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Mi anterior aporte fue tomado de Devocionario.com



(N. de Mod.: Gracias Bruno Smile )
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+ Como la suave brisa de Verano, asi es el soplo del Espíritu Santo
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Vie Mar 02, 2007 8:23 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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La liturgia de la palabra

Después de ponernos en la presencia de la Santísima Trinidad y de pedir perdón por nuestros pecados sigue una de las partes fundamentales de la Santa Misa: la liturgia de la palabra.

Las tres lecturas


La liturgia de la palabra pretende recordar la historia de la salvación, es decir, revivir todo el esfuerzo que Dios continuamente ha hecho y está haciendo para salvar a los hombres.
En la primera lectura se recuerda ordinariamente la historia del pueblo de Israel; en la segunda la historia de la Iglesia inicial y, como centro, en la tercera lectura, se trae a la memoria la vida de Cristo, la historia de la vida de Cristo que es el centro de toda la historia de la salvación.
Como saben ustedes, los días entre semana se tiene nada más una de las dos primeras lecturas, o bien es del antiguo testamento, es decir, la historia del pueblo de Israel o la historia de la Iglesia, que corresponde al nuevo testamento.
Por tanto, uno de los propósitos de la liturgia de la palabra es recordar, tener siempre presente las maravillas realizadas por Dios, producto de los continuos actos de amor de Dios nuestro Señor durante la historia.

Palabra de Dios, palabra viva


Sin embargo, lo más importante durante la liturgia de la palabra, es tomar conciencia de que lo que escuchamos es realmente palabra de Dios. Una palabra que no fue sólo inspirada y escrita por unos hombres hace siglos sino que vuelve hoy a dirigirse a mi alma, a interpelar a cada una de las personas presentes en la misa. No es una palabra que Dios pronunció en el pasado y ahora nosotros debemos hacer un esfuerzo para aplicarlo a nuestra vida. No, es una palabra que hoy Dios vuelve a pronunciar, vuelve a decir a cada uno que escucha con atención. Ese es el misterio de la Biblia, de las Sagradas Escrituras. Es una palabra viva, una palabra inspirada, inspirada en el pasado pero también que inspira en el momento actual a aquellas personas que la escuchan, a aquellas personas que abren su corazón.
Por lo tanto, en esta parte de la misa no sólo estamos escuchando una historia pasada, estamos escuchando lo que Dios quiere de cada uno de nosotros en el día de hoy. Si tienes el corazón abierto durante la santa misa, Dios te hablará a través de su palabra.

Actitud ante la Liturgia de la Palabra


Teniendo en cuenta esta realidad, debemos asumir dos actitudes en este momento de la Liturgia de la Palabra:
En primer lugar es necesario una actitud de apertura, de humilde escucha durante toda esta parte de la misa y vencer la tentación de prestar atención exclusiva a la homilía, (“a ver si cuenta algo interesante este padre”, “a ver si es mejor que el otro”), porque Dios habla a través de todas las lecturas y se vale de ellas para dejar en tu alma el mensaje que Él desea. Si estás distraído, si no prestas atención a lo que Dios te insinúa, a la palabra que puede mover o cambiar tu alma, pasarán las lecturas y saldrás de misa y no recordarás ni cuáles fueron las lecturas. Hace falta atención, hace falta esa actitud de escucha, hace falta esa apertura de nuestra alma para ver qué es lo que Dios nos quiere decir.
Y en segundo lugar, obrar, llevar a la práctica lo que Dios te inspira. Eso que Dios te dice tiene un motivo y una finalidad. Cuántas veces estás algo confundido y, de repente, un evangelio te vuelve a la luz, te hace entender lo que está pasando. Otras veces Dios puede estar invitándote a fortalecer una virtud para prepararte para algo que te pedirá después. El conoce como nadie tu vida y sólo Él puede hablarte de lo que necesitas.
Por tanto, no quedarnos en la superficialidad de “qué bien habló el padre, qué buenas reflexiones nos hizo, qué Evangelio más bonito”, sino estar atentos para descubrir qué quiso Dios inspirarme para, sabiéndolo, ponerlo en práctica. Dios me está dando la indicación, Dios me está dando una sugerencia. Su amor, que quiere lo mejor para mí, me está inspirando lo que debo hacer.
Es conveniente salir de la liturgia de la palabra con un compromiso: obedecer, poner en práctica lo que Dios me ha indicado .


Fuente: Panvivo.com (lo mismo la anterior aportación)

La primera aportación que sirve de apertura del foro, es elaboración mía, con el apoyo de REDEMPTIONIS SACRAMENTUM, y un Misal de Editorial Don Bosco.

Paz y bien
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Lun Mar 05, 2007 1:38 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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El ofertorio

Después de la liturgia de la palabra viene la segunda gran parte de la Santa Misa, quizás la más importante, que comienza con el acto de las ofrendas.


Esta parte nos invita a reflexionar, en primer lugar, sobre la necesidad de ser nosotros mismos una ofrenda para Dios nuestro Señor. Dios puede actuar como quiera, cuando quiera, y con los instrumentos que quiera, pero ordinariamente se vale de la colaboración libre de los hombres para realizar sus designios. Así ocurre con el sacramento de la Eucaristía. El ofertorio no es el ofrecimiento de Cristo sino el nuestro. Tomamos los elementos que hemos recibido de Él y los llevamos al altar para que, a partir de ellos, Dios logre el milagro de la eucaristía. Nuestra ofrenda es indispensable, sin ella Dios nunca podría realizar la consagración. Si el pan y el vino no estuvieran en el altar Dios no podría hacerse hombre nuevamente, no podría volver a realizar su muerte y su pasión delante de nosotros. El necesita nuestra ofrenda, necesita que llevemos el pan y el vino.


Es impresionante contemplar en este sentido, cómo Dios nuestro Señor, “ata” Su libertad a la nuestra, cómo Él deja de ser libre para que nosotros lo seamos. Él se “esclaviza” para darnos la libertad. Y esto no sólo sucede en la eucaristía. En la medida en que nosotros nos prestemos a Dios, en esa medida Él podrá encarnarse en nosotros haciéndonos verdaderos apóstoles, verdaderos educadores de los hijos, verdaderas manifestaciones del amor de Dios hacia nuestro cónyuge. De igual modo para que Cristo pueda hacerse cuerpo y sangre sobre el altar, necesita que hagamos la ofrenda del pan y del vino, respeta nuestra libertad y quiere que con y por amor seamos nosotros quienes nos ofrezcamos.

El Ofertorio nos invita, asimismo, a reflexionar sobre la desproporción que existe entre nuestra ofrenda y los beneficios, el intercambio que hace Dios nuestro Señor. Nosotros ofrecemos un pedazo insignificante de pan, con él sería imposible alimentarnos (ni siquiera físicamente) y, sin embargo, con esa ínfima materia Dios logra el gran milagro de hacerse presente, de bajar del cielo y hacerse nuevamente realidad en este mundo. Logra el gran milagro de venir como Dios a nuestra alma. Es la desproporción entre la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios, nosotros no podemos ofrecerle más que pequeñas cosas, Él sin embargo, nos entrega todo lo que Él es, la totalidad de su poder, de su fuerza, la grandeza de su dignidad.

Actitud ante el ofertorio


Partiendo de la necesidad de ser nosotros una ofrenda y de la desproporción en el intercambio que Dios hace se siguen dos consecuencias prácticas:
Debes convertir tu vida, todo tu día, en una ofrenda, no te contentes con poner sobre el altar sólo el pan y el vino, ofrece en ese momento tus pequeños sacrificios, tus incomodidades, esas obligaciones que te cuestan o que haces con ilusión; tu esfuerzo por vivir la caridad, la humildad y todas las virtudes; entrégate a Dios en el ofertorio, tus oraciones y tu apostolado consciente que desde tu pequeñez y con tu esfuerzo Él hará grandes cosas. Ten confianza, el fruto de tu apostolado será grande, el fruto espiritual de tu oración será inmensurable. Dios lo habrá multiplicado porque tú, sin abandonar la lucha, supiste dejarlo todo en sus manos.
El momento del ofertorio no es nada más la procesión de las ofrendas, unida al canto que suele hacerse, sino que es, sobre todo, esa actitud de poner mis pequeñas cosas de todo el día en manos de Dios, en esa patena, con la certeza de que Él me lo va a multiplicar en una grandeza de frutos espirituales y apostólicos.
Pon todo tu día en la santa misa y haz, asimismo, una misa de todo el día. Convierte cada minuto de tu vida en una ofrenda. Alegría, sorpresa, emoción, asombro, dolor o amargura confiados en el corazón de Cristo se tornan en eslabones de santidad. Si tú sabes ofrecer al Señor una pena, un momento de soledad o de aflicción, Él no sólo aliviará la carga sino que hará que, a través de ella, tu alma se purifique y vaya, poco a poco, a su lado, alcanzando la santidad. Por eso, no sólo pongas tu día en la misa sino haz de todo el día una misa. Ten la certeza de que por pequeño que sea lo que ofrezcas lo recibirás multiplicado por Dios, redoblado en grandeza. Ésta es siempre una característica de su intercambio.

Fuente: Panvivo.com

Paz y bien
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MensajePublicado: Mar Mar 06, 2007 12:40 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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El prefacio Eucarístico
Antes de llegar al momento central de la eucaristía, que es la consagración, en la santa misa hacemos una oración que llamamos prefacio.

Esta oración se introduce con una invitación a dar gracias al Señor, a la que todos respondemos. “Es justo y necesario”. La finalidad de esta oración, del prefacio, es agradecer a Dios todos los dones, todos los beneficios que a lo largo de la historia de la salvación nos ha concedido. Este reconocer su grandeza, este reconocer sus obras conlleva dos actitudes.
En primer lugar una acción de gracias porque esas obras han sido realizadas de modo gratuito en nuestras almas para que nosotros podamos alcanzar la salvación.
Pero también el reconocer las grandezas de Dios conlleva una segunda actitud: la de alabanza. Y alabamos a Dios porque realmente esas obras son magníficas, esas obras son grandes, esas obras son realmente dignas de un Dios poderoso, de un Dios que ama.
Por ejemplo, uno de los prefacios de la Virgen María agradece y alaba a Dios porque “Ella, como humilde sierva, escuchó tu palabra y la conservó en su corazón, y admirablemente unida al misterio de la redención perseveró con los apóstoles en la plegaria mientras esperaban al Espíritu Santo y ahora brilla en nuestro camino como un signo de consuelo y de firme esperanza”. Y terminamos diciendo: “Por este don de tu benevolencia...”, es decir, el don de María, muestra del amor que nos tiene a toda la humanidad, “...proclamamos tu alabanza” por la belleza, por la grandeza de ese don que es María.

Esta actitud que expresamos en la Santa Misa es necesario también mantenerla durante toda la vida. Durante toda nuestra jornada tenemos que reconocer las continuas obras que Dios va realizando momento a momento, día a día, en nuestra vida y tenemos que saber agradecer todos esos actos. Debemos estar atentos para encontrar la mano de Dios que continuamente nos está ayudando, continuamente nos está guiando, continuamente está pensando cómo puede servirnos. Alabarlo, reconocer que todo lo que somos, lo somos gracias a Él, gracias a su amor, gracias a ese deseo que tiene de salvarnos. La conciencia de esta realidad debe ser el principal motivo para acercarnos a Él.
Este agradecimiento y esta alabanza no se hace nada más por el hecho de ser Él Dios. Es cierto que cualquier persona que ocupa un puesto de dignidad requiere y merece cierto respeto; al director de un colegio, al director de una empresa o al presidente de un país se les debe respeto por el puesto que ocupa. Dios, por ser quien es, merece todo nuestro respeto y adoración. Pero nuestro agradecimiento y alabanza a Dios se debe también a que Él ha hecho grandes obras en beneficio mío, yo estoy agradecido porque hasta su ser divino lo comparte conmigo, yo lo alabo por todo el bien que hace Él en mí. Es por eso que este agradecimiento y esta alabanza son justos y necesarios como decimos al inicio del prefacio.

Consecuencias prácticas


El prefacio de la misa comporta también consecuencias prácticas para nuestra vida. En primer lugar, prestar atención a esta parte de la misa para que en esos momentos reflexionemos y reconozcamos las grandezas de Dios que el sacerdote va diciendo en la oración y nos unamos a ese agradecimiento. Pero no agradezcamos solamente las obras que ha realizado en toda la humanidad sino también las obras concretas que ha hecho en mí, esas obras buenas que hizo el día anterior, esas gracias que el día anterior Él me ha concedido.
Y en segundo lugar, ver en nuestra jornada diaria la mano de Dios, notar cómo Él continuamente nos da su gracia, cómo continuamente nos ayuda, cómo nos cuida. Convierte tu día en una jornada de acción de gracias a Dios y en una acción de alabanza a Aquel que hace tantas obras grandes en nuestra vida sólo por amor.

Fuente: Panvivo.com
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MensajePublicado: Mie Mar 07, 2007 12:50 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

La consagración

La consagración es el momento central, el culmen de la santa misa. Son tres las reflexiones que podríamos realizar sobre ese misterio.

Fomentar la fe


En primer lugar fomentar la fe ante el misterio que se obra delante de nosotros. Corremos el peligro de acostumbrarnos, de ver como normal el milagro que se realiza todos los días en manos del sacerdote. Escuchamos unas palabras, vemos que levanta la hostia, que levanta el cáliz y tal vez en nuestro interior sentimos algo de fervor, cierto recogimiento, pero qué difícil es llegar a sentir y profundizar en la realidad que se realiza en ese momento. Esa realidad que es todo el misterio del Calvario: ¡Cristo vuelve a morir! Ahí está lo difícil de entender. Ese “vuelve”, no es un recordar; no es un repetir, no es escenificar teatralmente un hecho histórico. Lo realizado en el Calvario hace dos mil años es un hecho único y eterno que regresa al tiempo cada vez que se realiza la consagración. De este modo, la liturgia nos presenta realmente a Cristo que muere por nosotros, a Cristo levantado en la cruz, a Cristo que experimenta el abandono igual que hace dos mil años en el Calvario. Y eso se hace delante de nosotros, por cada uno de nosotros.
Nunca vamos a poder entender y a sentir totalmente este misterio. Es por eso muy importante pedirle al Señor en ese momento fe. Para ello, puede ayudar, en el momento de la consagración, la expresión de fe de santo Tomás: “Señor mío y Dios mío”. Señor soy consciente de que eres Tú el que está aquí, eres Tú el que está viniendo. Es todo un Dios, ese Dios que invade el mundo, que inunda todo el universo, el que baja a esta capilla, el que baja sobre este altar.

El Espíritu Santo actúa en la consagración

En segundo lugar, conviene darse cuenta de que esa acción es realizada por el Espíritu Santo. Antes de la consagración se dice la siguiente oración: “Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros cuerpo y sangre de Jesucristo nuestro Señor”. La Iglesia pide al Espíritu Santo que realice esa transformación, que realice ese cambio, que realice el milagro de que nuevamente Cristo pueda morir y pueda quedarse en el pan. No nos olvidemos que en la actualidad es el Espíritu Santo el que obra toda la vida de la Iglesia, el que actúa en la Iglesia.

Valorar la fidelidad de Dios


La tercera reflexión consiste en valorar la fidelidad de Dios. El sacerdote en el momento de la consagración habla en primera persona, (el resto de la misa se expresa en tercera persona, como una oración a Dios): “Esto es mi cuerpo ... éste es el cáliz de mi sangre”. Es Cristo realmente el que actúa. Es un Dios fiel que al darse cuenta de las necesidades que tienes el día de hoy, al percibir tus angustias, tus problemas y tus deseos de mejorar, te dice: “veo que no puedes sólo, voy a morir por ti para que tu alma pueda superarse, para que tu alma tenga la fuerza de seguir adelante en este día”. Es una fidelidad de día con día. Dios hoy muere por ti, se compromete hoy por ti. No es un fideicomiso que creó Cristo hace dos mil años y del cual te sigues hoy beneficiando; no, es Cristo quien vuelve a morir porque se da cuenta que tú necesitas de Él.

Conclusiones prácticas


De estas tres ideas podemos sacar tres conclusiones prácticas para nuestra vida. En primer lugar fomentar la fe en la misa y en toda nuestra existencia. La acción de Cristo sobre nuestra alma es real.
En segundo lugar, prestar atención a la acción del Espíritu Santo en nuestra alma. Igual que el Espíritu Santo es el que obra la consagración, así el Espíritu Santo es quien obra también la transformación de tu alma. Escúchalo, pídele que siempre actúe en tu interior.
Y en tercer lugar, renovar nuestra fidelidad cada día. Si Cristo todos los días, dándose cuenta de tu situación, muere por ti, haz tú también lo mismo por Él: “yo, Señor, dándome cuenta de la necesidad que tú tienes de ser amado, de la necesidad que tienes de ser conocido, hoy también me entrego a ti, hoy también quiero que mi alma esté centrada en ti”. Que tu fidelidad sea igualmente, una fidelidad nueva, del día de hoy, que no viva de una renta, por inercia, de una entrega que decidiste algún lejano día, sino que en cada mañana se renueve con la ilusión y el entusiasmo de una entrega que no conoce la palabra ayer.

Fuente Panvivo.com
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MensajePublicado: Jue Mar 08, 2007 1:14 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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Las peticiones


Después de la consagración se hace una oración en la que se le pide a Dios nuestro Señor por todas las necesidades que la Iglesia juzga más oportunas.

Estas peticiones se hacen ante la presencia de Dios nuestro Señor. En estos momentos su presencia no es sólo real, porque también la presencia espiritual de Dios en nuestra alma es real, es el mismo Cristo con su cuerpo y su sangre lo que a partir de la consagración está con nosotros. Por lo tanto las peticiones que hacemos no sólo son realizadas en la fe, sino que es un ruego dirigido a una persona presente delante de mí, que está esperando, y por eso ha bajado otra vez del cielo, para escuchar mis necesidades, para escuchar mis inquietudes.
Es importante actuar continuamente la fe en la presencia real de Cristo en la santa misa sobre todo a partir de la consagración. No es una oración al aire en la fe, sino que es una oración ante Cristo. Guardadas las proporciones, podría servir esta comparación: no es lo mismo escribir una carta al Papa o al Presidente de la República pidiéndoles la solución a un problema que decirles de frente: “Tengo esta necesidad, quiero que me ayude de esta manera, por favor.” Los tienes delante y la súplica surge mayor efecto. Lo mismo pasa con Cristo después de la consagración.


Pero, ¿qué le pedimos a Dios? ¿Qué pide la Iglesia junto con ustedes a Dios en ese momento? Se pide por toda la Iglesia e incluso por toda la humanidad siguiendo un orden jerárquico. Se comienza por las personas que gobiernan la Iglesia. Por el Papa, cabeza suprema, para que Dios le asesore, le mantenga siempre cerca de Él. Por nuestro Obispo, el Obispo es el sucesor de los apóstoles para nosotros, es Cristo Pastor a nuestro lado, lo que él diga, su palabra, su modo de gobernar, es el modo como Dios gobierna nuestra vida. Pedimos por todos los sacerdotes y, en general, por todos los pastores de la Iglesia, por los diáconos y por toda la gente a la que Dios ha conferido autoridad para guiarnos, para ayudarnos a encontrar el camino que Él quiere. Asimismo, rogamos a Dios por todos nosotros, para que nos ayude y nos vaya fortaleciendo en nuestra vida. Sobre todo se pide que nos mantenga unidos en el amor a todos los miembros de la Iglesia.
Después se pide por otra parte de la Iglesia, la llamada Iglesia purgante, es decir, por los difuntos cristianos, aquellos que vivieron y murieron en la fe: “Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección”. Y por los difuntos que no son cristianos, que mueren sin la fe en Cristo: “Y a todos los que han muerto en tu misericordia”, o sea, aquellos que han muerto sin fe en Cristo, pero que, sin embargo, han muerto pendientes de que Dios tenga perdón y misericordia de ellos.
Y por último, volvemos a pedir por nosotros mismos, pero le pedimos una gracia muy concreta, y es que después de la muerte estemos con Él en el cielo: “Ten misericordia de todos nosotros y así con María, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos merezcamos con tu Hijo Jesucristo compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas”. Estamos pidiéndole al Señor que nos asegure que después de nuestra muerte nos va a llevar al cielo.
Además de estas peticiones comunes en todas las misas, pueden hacerse otras más concretas dependiendo de la celebración del día: si es un matrimonio, se pide por los esposos; si es una primera comunión o un bautismo, por los niños, etc...

"Pedid y se os dará"
Tenemos que actuar la enseñanza de Cristo: “Pedid y se os dará”. La oración de petición es una oración que Cristo desea. Él quiere, que como hijos confiados en su padre, nos acerquemos a decirle nuestras necesidades y a pedirle su ayuda y consuelo. Es probable que con el avanzar en la vida espiritual se encuentre mayor ilusión, mayor gozo en la oración de contemplación, en la oración de reflexión sobre la persona de Cristo, pero nunca olvidemos la oración de petición. Dios la está esperando, pídele cosas materiales pero sobre todo pídele por tu vida espiritual, ruega que te ayude a vivir las virtudes cristianas para que puedas alcanzar la salvación, único fin de tu existencia.

Conclusiones prácticas



Resumiendo, como primera aplicación práctica, en este momento de la misa, ante la presencia de Cristo real entre nosotros sobre el altar, traigamos nuestras peticiones concretas al Señor, pidámosle por las cosas y las personas que más amamos: por el crecimiento y la estabilidad humana y espiritual de tu esposo(a); por tus hijos, que Él los ayude a crecer en la fe y en todas las virtudes humanas y cristianas; por tu vida, que te infunda el deseo de estar más cerca de Él, y por cualquier necesidad física o material.
Una segunda conclusión práctica. Mantener esta actitud de petición confiada a Dios a lo largo de todo el día. Pedir al Señor continuamente las cosas que nos falten. Cuando en un momento dado nos cuesta un acto de virtud, acudamos a la santa misa que celebramos en la mañana y digámosle: “Señor, te pido que, por esa muerte tuya, por ese sacrificio que tú has hecho en la mañana, me des ahora el dominio para saber controlarme, que me des un corazón caritativo para saber responder correctamente a esta persona que me ha ofendido”.

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MensajePublicado: Vie Mar 09, 2007 12:43 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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La aclamación Cristológica

La plegaria eucarística termina con una aclamación solemne: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Después de pedir perdón a Dios por nuestras debilidades, después de ofrecerle nuestra vida, después de haberle agradecido en el prefacio todos los beneficios que durante la historia de la salvación ha otorgado a la humanidad, después de haber presenciado el milagro de Dios bajando al altar, después de pedirle por nuestras necesidades, reconocemos y aclamamos todos en este momento que el único que realmente merece toda la gloria, el único que realmente merece todo el honor, todo el mérito, es Dios nuestro Señor.
Pero también estamos afirmando que todos nosotros los hombres, sólo podemos expresar esa gloria, manifestar ese honor, a través de Jesucristo.

Dar Gloria a Dios


“Por Cristo...”. El hombre no es capaz, por sí sólo, de dar completa gloria a Dios. Sólo Cristo, Dios hecho hombre, podía con su obediencia amorosa hasta la cruz tributar la alabanza y la gloria que Dios se merece. Nuestros actos, si son buenos, serán meritorios; pero ese mérito dará gloria a Dios si lo uno al único y eterno acto salvífico de Cristo. A través y gracias a la muerte y resurrección de Cristo todos nuestros actos pueden alcanzar la posibilidad de alabar y dar gloria a Dios. Mi obrar, mi fidelidad, mi oración y mi caridad, mis sacrificios y mis esfuerzos son agradables a Dios unidos al sacrificio de Cristo.

Acompañemos a Cristo


“...con Él...”. No dejemos que Cristo se ofrezca solo al Padre cada día sino que realmente lo acompañemos diariamente con nuestra entrega, con nuestro ofrecimiento. Que cada jornada sea una misa que ofrecemos a Dios junto con la misa que Cristo ofrece al Padre. No dejemos solo a Cristo para reparar todas las faltas de la humanidad, colaboremos con Él, unámonos a Él. Recuerda que Cristo, desde que se encarnó, se vale de la colaboración libre y responsable de los hombres para realizar sus designios. Él desea dar gloria a su Padre a través de la humanidad. Él espera que nosotros nos ofrezcamos, nos prestamos, para uniéndose a nosotros tributar la gloria que se merece su Padre. Él es el único que da verdadera y completa gloria a Dios pero necesita de nuestra colaboración.

Cristo es el fin de la vida


“...y en Él”. No solamente tiene que ser el amor a Cristo lo que nos mueva sino que todo lo que hagamos tiene que ser como si a Él se lo hiciéramos. La vivencia de la caridad y de todas las virtudes es meritoria sólo si Él es el fin del amor, del perdón, del servicio. Cuando amamos debemos buscar a Él y no a la persona a la que estamos expresando el amor. Yo amo a Cristo que está envuelto, que está revestido de esta persona; yo soy humilde con Cristo en esta persona en la cual se ha revestido; yo me esfuerzo y me sacrifico por Cristo en estos hijos, en este esposo en el cual Él se encuentra. Yo hago todo en Él, yo hago todo para Él. Él no solo es el motor, lo que me mueve sino que es el fin, todas mis acciones están encaminadas a acercarme más a Él, todo mi esfuerzo en la oración es para asemejarme a Él, toda mi lucha por crecer en las virtudes es para ser cada vez más imagen de Él. Cristo es también la meta, es también el fin de mi vida.

Esta aclamación centra todos los significados de las diversas partes de la misa recordándonos que nuestra gloria tiene que ser para Dios y que toda la gloria que nosotros le demos a Dios tiene que hacerse a través de Cristo. Y centra todo nuestro actuar recordándonos que Cristo es el principio, el camino y la meta de nuestra vida.

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MensajePublicado: Lun Mar 12, 2007 1:51 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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Preparación para la comunión
Antes de recibir la comunión, el rito de la Santa Misa coloca unas oraciones cuya finalidad es preparar, ultimar los detalles en esa alma que va a recibir al Señor en su corazón. Y si nos damos cuenta, son tres las cosas que pedimos al Señor en ese momento:

Oraciones previas a la comunión
Evitar caer en el mal



La primera es que nos evite caer en el mal, que no se fije en los pecados que hemos cometido y que nos evite caer en la tentación. Este es el contenido de frases como: “Perdona nuestras ofensas”, “No nos dejes caer en la tentación”, “Líbranos de todos los males”, “Que vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación”, “No tengas en cuenta nuestros pecados”, “Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros”.
Antes de recibir la eucaristía, pedimos al Señor que nos evite cualquier falta, que nos ayude siempre a evitar el mal para ser siempre lo más digno posible de recibir la eucaristía, para que Él pueda estar lo más feliz, lo más contento al entrar en nuestra alma.

Cumplir su voluntad

La segunda cosa que le pedimos en estas oraciones es que siempre nos ayude a cumplir su voluntad. Le rogamos que no sólo nos permita evitar el mal, lo cual sería un gran paso, sino que nos ayude a cumplir siempre su voluntad. Que el alimento que vamos a recibir nos ayude a ser siempre fieles a Él. Decimos por ejemplo: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, o también: “No tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia y conforme a tu palabra...”, es decir, pedimos adherirnos a esa palabra, a esos mandamientos del Señor. Asimismo, la oración que reza el sacerdote en silencio, dice: “Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti”. Todas estas oraciones se hacen con la intención de amar y seguir la voluntad de Dios.

La paz interior


Cuando un alma evita el pecado, evita el mal y cuando continuamente hace un esfuerzo por cumplir la voluntad de Dios, el fruto es la paz interior, esa serenidad interna. Esto es lo que pedimos en tercer lugar al Señor: “Concédenos la paz en nuestros días”, “Concédele la paz y la unidad”, “La paz del Señor esté siempre con vosotros”, “Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz”.

Estas oraciones previas a la comunión reúnen prácticamente todos los frutos, las actitudes y los deseos fundamentales, expresados durante la santa misa: evitar el mal, cumplir la voluntad de Dios y, como fruto de ello, vivir con paz interior. Darnos cuenta que, en la vida ordinaria, lo verdaderamente importante es amar y cumplir la voluntad del Padre por encima de todas las cosas; esto exige evitar el pecado y como fruto produce la paz interior sinónimo de verdadera felicidad. No importa que tengamos problemas en la vida, no importa que tengamos dificultades, lo que tenemos que pedir al Señor es que a pesar de los problemas y en medio de las dificultades vivamos sin ofenderle, amando y cumpliendo su voluntad. Las adversidades, los contratiempos no son cosas malas, son simplemente elementos que van a hacer más meritorio el no caer en el pecado y el cumplir la voluntad de Dios. Cuando un alma sabe centrarse en estas dos cosas logra la paz interior. Podrán venir enfermedades, podrán llover difamaciones, podrán acechar adversidades inesperadas, pero el alma que únicamente se preocupa de cumplir la voluntad y no ofender a Dios, estará siempre en paz. Sin embargo, cuando el alma basa su vida espiritual en las cosas externas, en las circunstancias externas, le será más difícil mantener esa paz interior cuando alguno de esos elementos externos falten. Podrán haber en tu vida mil problemas, mil dificultades pero eso nunca te justificará el ofender a Dios o el evitar el camino de Su voluntad.


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MensajePublicado: Mar Mar 13, 2007 1:39 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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La comunión

Llegamos en la Santa Misa al momento de la comunión. Es muy difícil entender lo que sucede en la comunión. Que Dios actúe, haga milagros, como el venir cada día convirtiéndo el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre es algo grandioso; pero venir a nuestra alma, hacerse uno con nosotros, de una manera tan suave, tan fina, tan delicada es realmente un misterio maravilloso que cuesta entender, que cuesta valorar en toda su realidad. Darse cuenta que ese Dios que creó el mundo, ese Dios todopoderoso, ese Cristo que hizo tantos milagros, ese Cristo que fue capaz de morir en una cruz, que realmente sintió ese dolor, está dentro de mí, viene tal cual es a mi alma, está vivo en mi alma después de recibirlo en la comunión. Tomar conciencia que en ese momento somos realmente sagrados porque tenemos a Dios en nuestro interior. Son cosas que creemos, pero que nunca lograremos entender y valorar suficientemente en toda su magnitud.
Nunca podremos expresar en su totalidad lo que es la comunión pero sí podemos asomarnos ligeramente a ese misterio conociendo los frutos que esa venida de Cristo produce en nuestra alma.

Dios está conmigo

Si ya por el bautismo somos de Dios, con la comunión nos unimos íntimamente a Dios. Dios está conmigo, mi cuerpo, mi vida, se hace en esos momentos uno con el cuerpo y la vida de Dios. Igual que Dios está en el cielo así Dios está en mi interior. Y sin lugar a dudas ese Dios que está en mi interior no puede dejarme igual. Cada comunión me ayuda a mantener, renovar y acrecentar mi vida de gracia. Cada día me voy asemejando más a Cristo, cada día Él va trabajando y transformando mi alma. En la vida espiritual es necesario la lucha y el esfuerzo para superarnos en la virtud y encauzar los defectos del temperamento y las inclinaciones. Pero más importante es reconocer con humildad, que es Cristo, cada día en la comunión, quien transforma nuestra vida. Es Él quien logra que nosotros seamos mejores. Así, después de algún tiempo, aquella dificultad que nos era imposible vencer nos cuesta ya menos sacrificio, aquel contratiempo ya no lo es tanto. Ha sido Dios que ha transformado mi alma a través de la comunión.

Superar el pecado

Además de acrecentar nuestra unión con Dios y enriquecerla día a día, la comunión nos ayuda a superar el pecado. Logra que el demonio tenga menos cabida en nuestro interior, que la tentación aparezca con menos frecuencia en nosotros. Situaciones, circunstancias, imaginaciones, deseos que no dominábamos, poco a poco se superan con más facilidad hasta desaparecer de tu vida. Ha sido ese Dios que actúa en tu alma. ¡Déjalo actuar! Es Dios quien logra que las dificultades se hagan más fáciles. Ese Dios que por amor se hace tuyo, se hace uno con tu alma.

Unidad entre todos lo hombres


Otro fruto de la Comunión es la unidad entre todos los hombres, la unidad entre toda la Iglesia. ¡Qué hermoso es saber que cuando un familiar está alejado de nosotros por alguna circunstancia, yo, a través de la comunión, me uno a él! Cuando yo tengo a Cristo en mi interior estoy más cerca de ese esposo que está alejado de mí por un viaje, o de ese hijo o de ese familiar, porque Dios está con esa persona y, al estar yo con Cristo, estoy más cerca de él.
Lo mismo sucede con los enemigos: la comunión me une a ellos porque Cristo ama a esa persona, Dios ama a ese enemigo, Dios le ayuda y cuando yo recibo a Cristo me uno también a esa persona que me ha ofendido, estoy logrando que esa ofensa vaya desapareciendo, estoy haciendo que sea más fácil la unión, la reconciliación con él.
De igual modo la comunión permite la unión con los fieles difuntos. Si has perdido a un ser querido, en la comunión puedes unirte a él que está en el cielo. Si esa persona, ese difunto está unido a Dios, cuando Dios viene a mí, yo me uno a él.
No consideres esta unidad de modo teórico sino real. Tu alma se une con esos seres queridos que están alejados de ti a través de ese Cristo que yo recibo en mi alma porque Él está cerca de esas personas.

Si bien es difícil profundizar y entender el valor de que todo un Dios venga a tu alma y esté dentro de ti, el ver los frutos que produce te debe impulsar a recibir con más ilusión cada día la comunión .

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deMaria
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MensajePublicado: Jue Mar 15, 2007 3:59 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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Mi pregunta es ¿por qué he oido a varios sacerdotes decir que la misa es el memorial de la muerte y resurrección de Cristo? insistiendo mucho en que la Eucaristía no es solo memorial de la muerte,sino también de la resurrección Question
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MensajePublicado: Lun Mar 19, 2007 1:11 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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deMaria escribió:
Mi pregunta es ¿por qué he oido a varios sacerdotes decir que la misa es el memorial de la muerte y resurrección de Cristo? insistiendo mucho en que la Eucaristía no es solo memorial de la muerte,sino también de la resurrección Question


Entrevista al presidente del Instituto Pontificio Litúrgico de Roma

ROMA, martes, 20 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Los católicos están tan acostumbrados a vivir el milagro de la misa que pueden dejar de sorprenderse.

En esta entrevista el padre Juan Javier Flores, OSB, presidente del Pontificio Instituto Litúrgico de Roma y uno de los participantes al Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía, redescubre con los lectores de Zenit el misterio de la liturgia.

En esta conversación, la primera de una serie, responde a algunas de las preguntas más fundamentales que toda persona, creyente y no creyente, se hace sobre el sacramento.

El padre Juan Javier es benedictino del Monasterio de Silos y actualmente es el presidente de la Fundación del Pontificio Instituto Litúrgico (PIL) de los Estados Unidos.

--¿Qué es la Misa?

--P. Flores: La Misa es la Cena del Señor. La Misa es la celebración del Misterio Pascual de Jesucristo. Cristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo en el Cenáculo en el marco de la Pascua hebrea, para dejar a todos los cristianos la nueva Pascua con su presencia salvadora, hasta el final de los tiempos.

La Cena de Cristo va unida a la Cruz redentora, por eso la Cena es la anticipación ritual del sacrificio de la Cruz que nos llega a nosotros en forma de banquete y de esta forma tenemos los tres elementos que son fundamentales en toda Misa o Eucaristía: el sacrificio de Cristo, el memorial de su muerte y resurrección y el banquete festivo donde comemos el cuerpo de Cristo y bebemos su Sangre.

De este modo se manifiesta con claridad como la Misa o Cena del Señor es a la vez e inseparablemente:

--Sacrificio en el que se perpetúa el sacrificio de la cruz
--Memorial de la muerte y resurrección del Señor
--Banquete sagrado, en el que por la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor comemos el Cuerpo y bebemos la Sangre de Cristo.

--¿Alguna de estas dimensiones (sacrificio, memorial, banquete) es más importante que otra?

--P. Flores: Estas tres dimensiones de la Eucaristía son inseparables. El sacrificio perpetúa la muerte sacrificial de Cristo en la cruz.

El memorial nos transmite y actualiza esta muerte de Cristo a través de los siglos y el banquete nos transporta al cenáculo donde Cristo instituyó la Eucaristía anticipando ritual y sacramentalmente el sacrificio de la cruz.

Es necesario que el misterio eucarístico sea considerado en su totalidad bajo sus diversos aspectos, de modo que brille ante los fieles con el esplendor debido y se consiga aquella comprensión que el Concilio Vaticano II ha propuesto a la Iglesia.

La constitución de liturgia en su número 47 lo dice con claridad y precisión: «Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que iba a ser entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual Cristo es nuestra comida, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura».

Se trata de un texto denso y sintético, una magnífica síntesis de la fe eclesial en el santísimo Sacramento de la Eucaristía. Ciertamente es digno de subrayar la voluntad específica que tiene el citado texto de acentuar el carácter objetivo y concreto de las palabras de Cristo: «haced esto en memoria mía».

Se trata de un memorial, es decir, de un hecho salvífico que se actualiza cada vez que se repite. Además la Eucaristía es confiada a la Iglesia, esposa de Cristo y perenne depositaria del memorial del Señor. La Eucaristía es la garantía entregada a la Iglesia por su Señor.

La Eucaristía es el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo. En ella se hace memoria de la «bienaventurada pasión, de la resurrección de entre los muertos y de la gloriosa ascensión a los cielos» de Cristo Jesús.

--¿Qué relación tiene con la Pascua judía?

--P. Flores: De todo esto se deduce que la Eucaristía es el centro y la síntesis del Misterio Pascual de Cristo y por eso el centro y la cumbre de toda la vida cristiana.

El texto del Vaticano II es heredero de otros textos del concilio de Trento. Ya Trento, siguiendo la tradición apostólica y patrística, había visto en la muerte de Cristo el cumplimiento del hecho pascual antiguo y había distinguido el rito pascual hebreo del hecho memorial celebrativo de Jesucristo.

Pero a su vez esta relación entre la Pascua judía y la muerte de Cristo está presente en los mismos relatos evangélicos, así en Mateo 26, 2: «ya sabéis que dentro de dos días se celebra la fiesta de la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen». Y en Juan 13, 1: «Era la víspera de la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre...»

Toda la fuerza liberadora, salvífica y espiritual de la antigua Pascua judía ha pasado a la Pascua cristiana que en la Eucaristía encuentra su plena realización, pero con la novedad fundamental y el componente básico que da el mismo Cristo el cual le ha dado un nuevo significado, asumiendo y continuando el anterior.

El rito pascual judío prolongaba en el tiempo la Pascua del Éxodo que era la liberación de Israel y su elección para pueblo santo. Ahora Cristo ve en su sacrificio pascual la plena y total liberación del hombre, su redención de la esclavitud, su elevación a la santidad.

La Iglesia, perpetuando en el tiempo esta Pascua, antigua y nueva, ha recogido todo su potencial liberador, ofreciéndolo a todo hombre. Y como la Pascua judía había pasado a un rito, es decir se había ritualizado y cada año se hace memorial de ella, así ocurrirá con la Pascua-muerte de Cristo, ritualizada sacramentalmente en nuestra Eucaristía.

Para Cristo, su muerte es la verdadera Pascua, su paso del mundo al Padre, un paso en el que va incluida la redención plena de los hombres. Para los cristianos esta Pascua es el origen de su existencia, porque es el origen de la Iglesia, nacida del costado de Cristo.

La Eucaristía es la continuación del misterio de Cristo; el momento en el que el mismo culto que Cristo ha dado al Padre pasa a ser nuestro culto, participado ahora por nosotros.

La Eucaristía como sacrificio pascual de Cristo, de su muerte y resurrección, refleja en sí toda la realidad de la Iglesia, la sintetiza, la concreta, la representa, es su fuente y cumbre.
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EmEry
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MensajePublicado: Sab Mar 31, 2007 8:49 am    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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Pes veran.. yo estoy bautizado como catolico.. pero realmente no soy lo que ustedes considerarian un ¨buen¨ catolico..

Que tan mao consideran ustedes, la iglesia.. y eso.. el no asistir a misa?
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Lun Abr 02, 2007 6:05 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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EmEry escribió:
Pes veran.. yo estoy bautizado como catolico.. pero realmente no soy lo que ustedes considerarian un ¨buen¨ catolico..

Que tan mao consideran ustedes, la iglesia.. y eso.. el no asistir a misa?


Estimado hermano:

Que bueno que al menos te consideres católico, y lo eres por el bautismo. No es importante si los demas te consideren o no católico. Lo que realmente interesa que es lo que piensa Dios.

Ex 20, 8 Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios.

Nosotros católicos tomamos el primer día, el día en que resucitó el Señor para santificarlo, y dedicarselo a El.

Todo lo que nos mantenga separados del amor de Dios es malo. Es malo alejarse de Dios por pereza, negligencia, o simple indiferencia.

Nada hay mas importante que el Señor, El nos a dado la vida y nos da todo lo que tenemos, no es justo darle unos minutos a la semana?

Es malo no acudir a Misa, porque elegimos permanecer solos frente al mundo, nos alejamos de la infinita gracia que la Misa nos regala, la PRESENCIA de Dios, que se hace alimento, para darnos vida en abundancia. Cómo vamos a luchar contra el mundo solos? Necesitamos a Cristo, y El se hace Pan para estar con nosotros. No ir a Misa es no aceptar ese regalo divino, que al final puede costarte caro.

Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Mt 16.26

Paz y bien
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Lun Abr 02, 2007 9:22 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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De la Santa Misa y cómo se ha de oír

por San Francisco de Sales

No te he hablado aún del sol de los Ejercicios espirituales, que es el santísimo y soberano Sacrificio de la Misa, centro de la Religión cristiana, alma de la devoción, vida de la piedad, misterio inefable que comprende el abismo de la caridad divina, por el cual, Dios, uniéndose realmente a nosotros, nos comunica con magnificencia sus gracias y favores.

La oración, unida con este divino Sacrificio, tiene una indecible fuerza, de modo que por este medio abunda el alma de celestiales favores, como apoyada sobre su amado, el cual la llena tanto de olores y suavidades espirituales, que parece una columna de humo producida de las maderas aromáticas de mirra y de incienso y de todos los polvos que usan los perfumadores, como se dice en los Cantares.

Procura, pues, con toda diligencia oír todos los días Misa para ofrecer con el sacerdote el sacrificio de tu Redentor a Dios, su Padre, por ti y por toda la Iglesia. Allí están presentes muchos ángeles, como dice San Juan Crisóstomo, para venerar este santo misterio; y así, estando nosotros con ellos y con la misma intención, es preciso que con tal compañía recibamos muchas influencias propicias. En esta acción divina se vienen a unir a nuestro Señor los corazones de la Iglesia triunfante y los de la Iglesia militante, para prendar con El, en El y por El el corazón de Dios Padre, y apoderarse de toda su misericordia. ¡Oh, qué felicidad es para un alma contribuir devotamente con sus afectos a un bien tan necesario y apetecible!

Si por algún estorbo inexcusable no puedes asistir corporalmente a la celebración de este soberano Sacrificio, a lo menos envía allá tu corazón, asistiendo espiritualmente. Para esto, a cualquiera hora de la mañana mira con el espíritu a la Iglesia, ya que no puedes de otro modo; une tu intención con la de todos los cristianos y haz desde el lugar en que te halles los mismos actos interiores que harías si te hallases realmente presente en la iglesia al santo Sacrificio.

Para oír Misa como conviene, ya sea real, ya espiritualmente, has de seguir este método:

Desde el principio has que el sacerdote sube al altar prepárate juntamente con él, lo cual harás poniéndote en la presencia de Dios, reconociendo tu indignidad y pidiéndole perdón de tus defectos.

Desde que el sacerdote suba al altar hasta el Evangelio, considera sencillamente y en general la venida de nuestro Señor al mundo y su vida en él.

Desde el Evangelio, hasta concluido el Credo, considera la predicación del Salvador, protesta que quieres vivir y morir en la fe y obediencia a su santa palabra y en la unión de la Santa Iglesia Católica.

Desde el Credo hasta el Pater noster contempla con el espíritu los misterios de la Pasión y muerte de nuestro Redentor, que actual y esencialmente se representan en este santo Sacrificio, que has de ofrecer, juntamente con el sacerdote y con el resto del pueblo, a Dios Padre para honra suya y salvación de tu alma.

Desde el Pater noster hasta la Comunión, esfuérzate a excitar en tu corazón muchos y ardientes deseos de estar siempre junta y unida a nuestro Señor con un amor eterno.

Desde la Comunión hasta el fin, da gracias a su Divina Majestad por su encarnación, vida, Pasión y muerte, y por el amor que nos muestra en este santo Sacrificio, pidiéndole por él que te sea siempre propicio a ti, a tus parientes, a tus amigos y a toda la Iglesia, y humillándote de todo corazón recibe devotamente la bendición divina que te da nuestro Señor por medio de su ministro.

Pero si quieres tener mientras la Misa la meditación de los misterios que vas siguiendo por orden todos los días, no es necesario que te diviertas en hacer estos actos particulares: bastará que al principio hagas intención de que el ejercicio de meditación y oración que tienes sirva para adorar y ofrecer este santo Sacrificio, puesto que en cualquiera meditación se encuentran los actos arriba dichos o ya expresos, o a lo menos implícita y virtualmente

Fuente: Aci prensa
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Esther Filomena
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Eulalialoreto
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MensajePublicado: Dom Abr 15, 2007 11:54 am    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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En la misa no estamos solos, estan los ángeles, santos, la Virgen,.....he leído que en realidad la misa es una participación en la liturgia celeste de adoración a Dios que constantemente realizan los santos y ángeles en el cielo, de forma que en el momento de la misa está toda la iglesia, no solo la que vive en la tierra, también los del cielo. Mi duda es ¿qué sucede con las almas del purgatorio?¿están también allí en la misa?
Si es una barbaridad lo que pregunto, perdonen mi ignorancia.
Gracias.
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siempreMaria
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MensajePublicado: Sab Abr 28, 2007 4:25 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Eulalialoreto escribió:
En la misa no estamos solos, estan los ángeles, santos, la Virgen,.....he leído que en realidad la misa es una participación en la liturgia celeste de adoración a Dios que constantemente realizan los santos y ángeles en el cielo, de forma que en el momento de la misa está toda la iglesia, no solo la que vive en la tierra, también los del cielo. Mi duda es ¿qué sucede con las almas del purgatorio?¿están también allí en la misa?
Si es una barbaridad lo que pregunto, perdonen mi ignorancia.
Gracias.


Hermana, espero que el siguiente texto te ayude a tu pregunta.

http://www.reinadelcielo.org/estructura.asp?intSec=5&intId=7

Te puedes descargar el librito.

Pongo aquí el texto principal de la página:

Cita:
La Santa Misa - Visiones reveladas a Catalina Rivas

Lo que ocurre durante la Santa Misa es invisible a los ojos de los hombres, pero es tan tangible como lo debe ser nuestra fe en Dios. Y son los ojos de nuestra fe los que deben ver lo que Dios nos enseña hoy: aprender a vivir la Misa, por Sus propios consejos y los de Su Madre.

¡Cómo podemos perdernos esta enorme Gracia del Cielo!

Catalina Rivas es un instrumento de Jesús que ha recibido, entre muchas otras revelaciones, esta hermosa enseñanza sobre lo que ocurre realmente durante la Santa Misa. Jesús y María nos revelan, a través de Catalina, el mundo espiritual que envuelve cada celebración de la Presencia Eucarística del Señor. Todo cristiano debiera leer este texto, para poder comprender en lo profundo del corazón lo que ocurre en el momento más importante de nuestras vidas: el encuentro con Dios Vivo en la Eucaristía.

Catalina inició su apostolado en Cochabamba, Bolivia, dentro de un movimiento creado allí alrededor de las gracias Celestiales recibidas, llamado el APOSTOLADO DE LA NUEVA EVANGELIZACION (ANE) (www.a-n-e.net ). Desde el ANE y desde www.jesucristovivo.org se difunden los escritos de Catalina, como un paso fundamental en la Obra de Dios en nuestros tiempos. La aprobación del libro La Santa Misa fue otorgada por Monseñor José Oscar Barahona C., Obispo de San Vicente, El Salvador, C.A., el 2 de marzo de 2004.

Jesús ha dictado a Catalina una gran cantidad de libros que son un regalo de Dios para todos nosotros. Jesús, a través de los mensajes que le entrega a Catalina, se transforma en un verdadero Maestro que nos explica los Evangelios, interpreta el mundo que vivimos en la actualidad, y nos lleva de Su mano y de la de Su amadísima Madre, a la Patria Celestial.

¡Gracias Jesús por ser nuestro Maestro en estos difíciles tiempos!



_________________
Con Dios y Mamita.

"Callad mientras duerme y descansa el Señor y Dios mío porque muy pronto lo despertarán los pecados de los hombres"

http://anti-zeitgeist.blogspot.com/2008/11/hola-todos.html
http://todocatolico.blogspot.com/
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Eulalialoreto
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MensajePublicado: Sab Abr 28, 2007 9:55 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

siempreMaria escribió:
Eulalialoreto escribió:
En la misa no estamos solos, estan los ángeles, santos, la Virgen,.....he leído que en realidad la misa es una participación en la liturgia celeste de adoración a Dios que constantemente realizan los santos y ángeles en el cielo, de forma que en el momento de la misa está toda la iglesia, no solo la que vive en la tierra, también los del cielo. Mi duda es ¿qué sucede con las almas del purgatorio?¿están también allí en la misa?
Si es una barbaridad lo que pregunto, perdonen mi ignorancia.
Gracias.


Hermana, espero que el siguiente texto te ayude a tu pregunta.

http://www.reinadelcielo.org/estructura.asp?intSec=5&intId=7

Te puedes descargar el librito.

Pongo aquí el texto principal de la página:

Cita:
La Santa Misa - Visiones reveladas a Catalina Rivas

Lo que ocurre durante la Santa Misa es invisible a los ojos de los hombres, pero es tan tangible como lo debe ser nuestra fe en Dios. Y son los ojos de nuestra fe los que deben ver lo que Dios nos enseña hoy: aprender a vivir la Misa, por Sus propios consejos y los de Su Madre.

¡Cómo podemos perdernos esta enorme Gracia del Cielo!

Catalina Rivas es un instrumento de Jesús que ha recibido, entre muchas otras revelaciones, esta hermosa enseñanza sobre lo que ocurre realmente durante la Santa Misa. Jesús y María nos revelan, a través de Catalina, el mundo espiritual que envuelve cada celebración de la Presencia Eucarística del Señor. Todo cristiano debiera leer este texto, para poder comprender en lo profundo del corazón lo que ocurre en el momento más importante de nuestras vidas: el encuentro con Dios Vivo en la Eucaristía.

Catalina inició su apostolado en Cochabamba, Bolivia, dentro de un movimiento creado allí alrededor de las gracias Celestiales recibidas, llamado el APOSTOLADO DE LA NUEVA EVANGELIZACION (ANE) (www.a-n-e.net ). Desde el ANE y desde www.jesucristovivo.org se difunden los escritos de Catalina, como un paso fundamental en la Obra de Dios en nuestros tiempos. La aprobación del libro La Santa Misa fue otorgada por Monseñor José Oscar Barahona C., Obispo de San Vicente, El Salvador, C.A., el 2 de marzo de 2004.

Jesús ha dictado a Catalina una gran cantidad de libros que son un regalo de Dios para todos nosotros. Jesús, a través de los mensajes que le entrega a Catalina, se transforma en un verdadero Maestro que nos explica los Evangelios, interpreta el mundo que vivimos en la actualidad, y nos lleva de Su mano y de la de Su amadísima Madre, a la Patria Celestial.

¡Gracias Jesús por ser nuestro Maestro en estos difíciles tiempos!




Gracias por los enlaces y el librito que me aconsejas. Lo leeré cuando pueda. Gracias.
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siempreMaria
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MensajePublicado: Dom Abr 29, 2007 12:16 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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De nada! Pero eh, lo teneis que leer todos!!! Razz
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Eulalialoreto
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Registrado: 12 Abr 2007
Mensajes: 109

MensajePublicado: Mie May 02, 2007 6:19 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

siempreMaria escribió:
De nada! Pero eh, lo teneis que leer todos!!! Razz


Ya lo he leído. Es emocionante, impresionante,....todo lo que nos perdemos por no tener un poco los ojos abiertos a la realidad de lo que ocurre en la Misa. Me ha gustado mucho. Gracias.
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siempreMaria
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MensajePublicado: Mar May 08, 2007 11:21 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
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Me alegro mucho. Un abrazo en Cristo y María!
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MensajePublicado: Lun Jul 09, 2007 4:42 pm    Asunto:
Tema: ¿Qué es la misa?
Responder citando

Una pregunta que no tengo clara: ¿Misa se escribe con mayúscula o con minúscula? ¿Cuándo debemos decir "Misa" y cuándo "misa"? Lo digo porque está claro que cuando decimos Santa Misa va con mayúscula, pero sin embargo es habitual ver "misa" escrita con minúscula. ¿Cómo debemos escribirlo?
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