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susana riquelme Asiduo
Registrado: 14 Sep 2006 Mensajes: 213
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Publicado:
Jue Mar 29, 2007 12:53 pm Asunto:
Relatos de Anécdotas Celestiales con María, Nuestra Madre
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales con María, Nuestra Madre |
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Una ayuda de María Auxiliadora y San Juan Bosco
Septiembre 2002
Nuestro hijo, Robertito, ya debía ingresar al año próximo al Kinder, por lo tanto buscando un colegio católico para él, lo habíamos inscrito en las postulaciones del colegio salesiano Camilo Ortúzar Montt, perteneciente a la obra san Juan Bosco.
Para la entrevista, debíamos cumplir con ciertos requisitos. Presentarnos ambos padres con el niño, y llenar un formulario con algunos datos personales y de compromiso con nuestra Iglesia. Uno de los documentos que debíamos presentar era alguna carta de recomendación, a favor nuestro, de algún pariente o amigo que ya tuviera un hijo en aquel colegio. No teníamos dicha carta de recomendación.
Durante varios días nos encomendamos a san Juan Bosco. De pequeña había sentido siempre gran admiración por él y su obra en favor de la educación católica.
La mañana de la entrevista, antes de salir de casa recordé de improviso que tenía dos pequeños afiches promocionales de Radio María de Chile, pensaba que quizás sería adecuado llevar ambos afiches al colegio, pues si era católico bien podrían hacer difusión de esta radio dedicada a la Virgen. Tomé los afiches y los guardé dentro de una carpeta.
Llegamos al colegio y pregunté al portero si podía dejarle los afiches para que después los pusiera en algún mural, pero nos advirtió que no tenía atribuciones para aceptarlos e inmediatamente nos indicó a un sacerdote que pasaba por allí diciéndonos: A él deben dirigirse personalmente, es el director del colegio, pregúntenle a él.
Desistí de mi idea, y preferimos concentrarnos en la entrevista a la que habíamos sido citados. Nos dirigimos hacia el sector donde deberíamos esperar entre una multitud de padres y postulantes. Todos debíamos esperar a que se nos llamase desde algunas de las tres puertas, donde aparecía el sacerdote entrevistador llamando al postulante y a sus progenitores.
Llevábamos un buen rato esperando nuestro turno cuando nos llamaron desde una de las puertas. Apurados entramos en la oficina y grande fue nuestra sorpresa al ver que nuestro entrevistador era precisamente el director del colegio. Nos sentamos y comenzó a hacernos las preguntas de rigor mientras observaba el formulario que habíamos llenado. Nos preguntó por la carta de recomendación y le dijimos que no teníamos a nadie que nos la hubiera hecho. Avanzamos hacia las preguntas siguientes cuando repentinamente el sacerdote fijó la mirada en la carpeta que había colocado discretamente junto a los pies de mi silla. Me dijo “¿Qué lleva allí”? Le respondí “¡Nada!, es algo mío”. Me volvió a insistir y volví a responder lo mismo. Entonces me dijo clavando su ojos azules en mí “¡Eso es para mí”! y asustada por su insistencia le dije que no, que no era para él. El sacerdote se levantó y al ver que se dirigía hacia mi carpeta la tomé rápidamente. Entonces en una escena muy cómica se produjo un pequeño forcejeo, hasta que el sacerdote logró apoderarse de la carpeta. La abrió tranquilamente y pudo ver la imagen del rostro de la Virgen que ocupaba toda la superficie del afiche y mirándome muy sonriente exclamó “¡¡¡Lo sabía!!!! ¡¡¡Sabía que era para mí...!!!” y me pidió explicarle porque llevaba los afiches allí guardados y así lo hice, ya un tanto sonrojada. Cuando me preguntó porqué no se los había entregado, le dije que si iba a una entrevista para que admitiesen a nuestro hijo en el colegio, no podía hacer tal cosa, porque hubiera sido desleal de nuestra parte...
Enseguida, haciendo una gran signo en la esquina del formulario a modo de marca aprobatoria nos dijo : “¡Esta es la mejor carta de presentación que pudieron haberme traído!... ¡ Viene precisamente de la Virgen!... Su hijo queda aceptado desde ya ahora...”
Le dejé los afiches y nos despedimos muy agradecidos del director. Sabíamos que los postulantes eran muchísimos, y que no era fácil ser admitido si no se llevaban todos los documentos necesarios, y que había que esperar por lo menos tres semanas para conocer los resultados de la postulación, lo que para nosotros ya no era necesario. Antes de retirarnos del colegio fuimos ante una imagen de san Juan Bosco a agradecer su ayuda y naturalmente nos dirigimos a María, quien había sido nuestra mejor intercesora... Por algo Juan Bosco la llama “María Auxiliadora”
Tiempo después vine a saber que en el colegio hay un dicho bien especial, que dice “Cuando la Virgen quiere que un niño sea salesiano, ella misma lo trae de la mano...” _________________ Dios con nosotros |
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susana riquelme Asiduo
Registrado: 14 Sep 2006 Mensajes: 213
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Publicado:
Jue Mar 29, 2007 12:57 pm Asunto:
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales con María, Nuestra Madre |
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Una ayuda de la Virgen de los Rayos (de la Medalla Milagrosa)
Octubre 1992
Trabajaba en el departamento de gráfica de un canal de televisión. Para regresar a casa debía bajar en automóvil tomando la ruta llamada “La Pirámide” a un costado del cerro San Cristóbal, que es el cerro característico donde vivo, Santiago de Chile. “La Pirámide” en ese entonces era una ruta un tanto peligrosa, ya que al lado derecho de los automóviles que bajaban casi no había barras de protección para evitar desbarrancamientos, así es que había que tomar precauciones para bajar el camino, durante unos 10 minutos, que era el tiempo necesario para hacer el trayecto.
En ocasiones salíamos muy tarde por el exceso de trabajo, así es que cierta noche cuando apenas entraba en la ruta de “La Pirámide veo”, para mi asombro, que una densa neblina caía como una gran sábana blanca sobre todo el sector, fenómeno que nunca antes había visto allí. Como no era una ruta muy transitada y menos a esas horas de la noche, me desesperé, pues delante del automóvil no tenía ningún otro vehículo, cuyas luces posteriores pudieran ayudarme, como referente, a bajar el peligroso camino.
En aquel entonces, siendo católica, no asistía con frecuencia a misa, pero sí creía en Dios, pero más bien creía que se manifestaba a quienes si lo llevaban presente siempre en sus almas... Me sentí indigna de implorarle ayuda. En un segundo se me pasó la película de toda mi vida y recordando que había sido alumna de un colegio de las Hijas de la Caridad, visualicé en mi mente a la Virgen de la Medalla Milagrosa y llorando comencé a rezar una y otra vez la oración escrita allí: “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”... mientras, para mi entera desesperación, notaba que la cortina de neblina era tan densa que ni siquiera me permitía ver a los lados del automóvil, pues me era imposible divisar, por lo menos, la barra de separación con la vía contraria.
Mientras rezaba y bajaba con el máximo sigilo, como una ciega en medio de una blanca oscuridad, vi que delante de mí aparecían dos luces rojas... ¡Por fin un automóvil al que seguir! Por su baja velocidad supe que el vehículo bajaba con extremo cuidado y así procuré hacerlo también, llevando una distancia muy cercana pero también apropiada, en caso de frenar bruscamente. Pensé ahora que mis oraciones debían ser elevadas por el conductor que me antecedía, pues sabía que si él caía al vacío, al menos yo tendría capacidad para reaccionar y salvarme de un accidente.
Todo el camino en bajada recé por ambos, llorando. Sólo repetía la jaculatoria: “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”... “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”, mientras traía a mi mente la imagen de la Virgen de los Rayos en la Medalla Milagrosa. La neblina, como nunca antes, no daba tregua y el trayecto en vez de demorar los acostumbrados diez minutos, ahora demoraba veinte, el doble.
Al llegar sana y salva a la zona final de la ruta, que atravesaba una gran explanada, atónita vi como la neblina se disipaba completamente frente a mis ojos, dejando ante mi toda la panorámica del sector y para mi total desconcierto observé como el par de luces rojas que me habían guiado cuesta abajo se esfumaban totalmente. Estupefacta pude darme cuenta que el automóvil que me había antecedido en el trayecto ¡Jamás había existido!
Detuve mi automóvil, descolocada, y a un costado del camino me puse a orar fervientemente para agradecer a María. Era ya evidente que había sido escuchada por la Virgen, que ante mis desesperados ruegos, había intercedido, sin yo merecerlo, para proporcionarme la ayuda que necesitaba...
Desde esa ocasión, jamás he dejado de agradecer la intervención de Nuestra Madre Celestial y de acogerme siempre a su amorosa protección. Tengo siempre guardada, y en mi mente, la imagen de la Medalla Milagrosa. _________________ Dios con nosotros |
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susana riquelme Asiduo
Registrado: 14 Sep 2006 Mensajes: 213
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Publicado:
Jue Mar 29, 2007 1:18 pm Asunto:
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales con María, Nuestra Madre |
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El nacimiento de mi hijo Pablito con ayuda de la Virgen
8 de noviembre de 2001
Esa tarde era parte de mi período prenatal. Me hallaba muy contenta, pues como era el día en que se iniciaba el Mes de María, podría asistir todas las tardes durante el resto del embarazo.
Eran cerca de las 17.30 hrs. y me preparaba para partir hacia la capilla. De pronto sentí algo extraño y me dirigí al baño. Con sorpresa vi que se había producido un gran hemorragia, pero sin embargo me sentía perfectamente bien.
Por precaución decidí telefonear a Rodrigo, mi médico ginecólogo, pues había dicho que si alguna vez ocurría algo que considerara anormal, que lo llamara inmediatamente. Sólo pude comunicarme con su secretaria y ante su insistencia le conté lo sucedido, así es que quedamos que ella intentaría ubicar a Rodrigo para que me devolviera el llamado.
No había pasado una hora cuando se produjo otra hemorragia bien importante. A los minutos me llamó el médico y me preguntó por mi estado de salud y que cuantas gotas podría haber sangrado. Le conté que había tenido recién otra gran pérdida de sangre, y no se trataban de gotas sino de grandes hemorragias, pero que aún así me sentía completamente bien y normal. Rodrigo, algo nervioso, aconsejó dirigirme inmediatamente a la clínica, donde me esperaría con algunos especialistas. Providencialmente llegaban a casa mi marido y nuestro hijo Robertito, que entonces tenía cuatro años.
Nos dirigimos con prontitud a la clínica. Al llegar mi médico y una enfermera nos estaban esperando. Se veía muy preocupado. Me hizo pasar de inmediato a la consulta para examinarme, mientras mi familia esperaba afuera. Mientras me examinaba noté que decía algo a la enfermera y que ella salió rápidamente de la salita. Rodrigo de espaldas a mi, quedó meditando por un minuto. Entonces se dio vuelta y de forma resuelta me dijo "¡ya, hay que intervenir!". Sorprendida le pregunté si podríamos esperar hasta la fecha del parto, que sería alrededor del 16 de diciembre. Entonces de manera muy prudente trató de describirme la situación: las dos hemorragias habían sido muy grandes y se aproximaba una tercera. Por la cantidad de sangre que había eliminado, probablemente el niño ya se había asfixiado, pues tampoco lograba oírlo respirar, pese a haber utilizado todos los elementos disponibles.
Repentinamente entra la enfermera con la matrona, quien se dirigió hasta Rodrigo para calmarlo un poco e invitarlo a dejarnos solas. Entonces la matrona tomó sus herramientas y muy cuidadosamente comenzó a examinarme. Después de largos minutos me sonrió abiertamente y me dijo "¡Ahi está!...¡Lo oigo respirar!"
Llamó a Rodrigo, que durante mi trayecto a la clínica había logrado concertar a todo el equipo médico que necesitaba. Esta matrona había sido la única matrona disponible, después de llamar a ocho especialistas. Ahora todo estaba listo para la cesárea urgente, así es que en forma acelerada me prepararon para la intervención.
Roberto, mi marido, entró al pabellón, y nuestro hijo Robertito quedó al cuidado de una enfermera. Cuando llegó el instante en que el niño nacía, no escuché su llanto inmediato. Alcancé a percibir que algo extraño había sucedido... Sólo oí la voz de la matrona que me decía ¡es hombre, es hombre! en medio de la felicidad de todos. En ese instante agradecí a Dios y a la Virgen que hubiera cuidado mi embarazo y que Pablito hubiera nacido al fin. Pregunté a mi marido que había sucedido, pero él no lo sabía, pues en ese momento sólo tenía su mirada y su atención puestas en mí.
El resto de la intervención fue normal, y sorprendentemente, pese a que Pablito era prematuro, respondía positivamente a los primeros exámenes y ni siquiera necesitó de incubadora, lo que constituía otra rareza. Horas después del parto, ya en mi habitación, recibí a solas la visita del médico. Rodrigo estaba muy sorprendido, pues en todos sus años de ejercicio nunca le había sucedido una situación similar. Para él era inexplicable que el niño hubiera sobrevivido a dos grandes hemorragias, pero que más extraño todavía era que el niño ya estaba prácticamente asfixiado, pero no a causa de las hemorragias, sino porque el cordón umbilical se había enrollado fuertemente a su cuello. Para el médico era evidente que estas sorpresivas y abundantes pérdidas de sangre, habían sido la excusa perfecta para intervenirme a tiempo y poder salvar al niño. Entonces recordó que el nacimiento de mi hijo anterior, que también había sido atendido por él y también había estado rodeado de situaciones asombrosas. Rodrigo apuntando hacia el cielo, me dijo muy cariñosamente: "Parece que a ti, de arriba te quieren mucho..."
Antes de dormir pude analizar lo ocurrido. Hacía varios meses, al enterarme que estaba embarazada, lo primero que hice fue dirigirme inmediatamente a la Iglesia de la Divina Providencia para agradecer a Dios el regalo de este nuevo hijo. Esa tarde me arrodillé ante la imagen de nuestra Madre y le pedí encarecidamente que cuidara mi embarazo y le ofrecí esta nueva vida que nacía...
Pablito iba a nacer, sin tenerlo previsto, precisamente el día en que comenzaría el Mes de María, al que tanto deseaba asistir. La cadena de hechos que sucedió esa tarde constituía la prueba de que, efectivamente, María había cuidado, amorosamente, la llegada de nuestro hijo menor Pablo Vicente, nuestro “Pequeño Vencedor”... _________________ Dios con nosotros |
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Lula Moderador

Registrado: 04 Oct 2005 Mensajes: 3995
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Publicado:
Jue Mar 29, 2007 7:12 pm Asunto:
Tema: Relatos de Anécdotas Celestiales con María, Nuestra Madre |
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Nuestra Madrecita.....siempre tan linda....siempre guiàndonos, amparàndonos, ayudàndonos, cubrièndonos, amàndonos......llenàndonos de Su Ternura .
¡Santa Marìa Bendita, Madre linda......llèvanos siempre de Tu Santa Mano por favor! _________________
¿Ya platicaste hoy con tu Angel Custodio? |
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