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Preparación Y Venida De Cristo.
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Registrado: 23 Mar 2007
Mensajes: 25

MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 1:54 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo I


Nacimiento De Un Profeta


En tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías se casó con una mujer de las hijas de Aarón (Isabel). Ambos vivían con justicia ante Dios y todos los hombres, actuando siempre cumpliendo sus enseñanzas. Sólo había algo que les faltaba en sus vidas: la semilla de la descendencia. Isabel era estéril y ya tenían muchos años a sus espaldas.

Si nos remontamos más atrás por la rama familiar de Isabel, Mathán tuvo 3 hijas, María, Soba, y Ana. María, la mayor, se casó con un hombre de Belén y fue la madre de Salomé; Soba se casó también en Belén, pero con "un hijo de Leví”, de quien tuvo a Isabel; Ana desposó a un galileo (Joaquín) y dio a luz a María, la Madre de Dios. Así Salomé, Isabel, y la Santísima Virgen fueron primas hermanas, e Isabel, "descendiente de Aarón" por línea paterna, era, por su madre, prima de María.

El hogar de su marido se encontraba en una pequeña ciudad de Ain-Karim, a cinco millas al suroeste de Jerusalén.

Uno de tantos días que daba su clase religiosa, mientras él estaba ejerciendo su ministerio sacerdotal delante de Dios, le tocó entrar en el templo del Señor para ofrecer incienso, como tantas veces había hecho. Al acercarse al altar, una luz blanca, intensa y pura, bajó del cielo.

El miedo se hizo dueño de él... ¿Cómo entraba esa luz si había techo?

Un ser que apenas se distinguía en las alturas, bajaba la sorpresa de Zacarías y se posó a la derecha a la derecha del altar. Dominado por el terror, soltó la vasija donde contenía aquel oloroso perfume, rompiéndose en mil pedazos.

-No temáis Zacarías; su petición ha sido escuchada. Una mujer, Isabel, dará a luz un hijo, al que pondréis el nombre de Juan.

-¿Quien sois? -dijo asustado y casi sin habla.

-Soy el ángel Gabriel, no temáis... Porque tendréis gozo y alegría... muchos se regocijarán en su nacimiento. Porque será grande delante del Señor, "y no beberá vino ni licores".

Una cara de alivio salió de la cara de Zacarías.

-Estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre y convertirá a muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. El Altísimo irá delante de Él en espíritu, para llevar los corazones de los padres a los hijos, los rebeldes a la sabiduría de los justos. Como también preparar al Señor, un pueblo bien dispuesto.


-¿Cómo puede ser eso posible? Soy una persona ya muy mayor… al igual que mi mujer.

El ángel extendió sus grandiosas alas, llevándolas hasta su máxima expresión. Brillos azulados las embellecían y dirigiendo su brazo derecho hacia él, soltó un haz de luz. Entró por su boca abierta y cayó de espaldas ante la fuerza del impacto, sin llegar a provocarle herida.

Sorprendido por aquello, se tocaba por la zona, podría estar sangrando ante el dolor que sufría. Se levantó sin problema, pero al querer opinar sobre lo sucedido, se vio negada la facultad de palabra.

-Quedaréis mudo hasta que se verifiquen estas cosas… por no haber creído en mis palabras.

El iluminado subió de nuevo a las alturas, llevándose consigo aquel manto de luz que le acompañó, tiempo anterior a su llegada.

Llegó la hora tan ansiada para la familia, su prole quiso ver la luz del sol. Sus vecinos y parientes se regocijaron con ella.

Pasaron 8 días y se dispusieron a circuncidar al niño como era la costumbre judía. Se pensaban qué nombre ponerle; dudas y discusión había entre la gente congregada.

-Le pondremos Zacarías como a su padre… -dijeron algunos.

-He pensado en Juan… -dijo Isabel dubitativa- ¿O tal vez Aarón?

Zacarías se apoyaba sobre de ella, moviéndolo continuamente como intentando decir algo. En cuanto se dieron cuenta, le dieron una tablilla y escribió:

“Juan es su nombre”

Y todos aceptaron. Al llevar a cabo dicho acto, se le abrió la boca. De pronto expulso aquella luz prodigiosa que encarcelaba su libertad de expresarse. Lo primero que hizo fue rezar y bendecir a Dios.

-¡Ya podéis hablar, cariño! ¿Qué os pasó?

-Os sorprenderíais si lo contara… quizás más tarde.

Un niño nacido a una pareja anciana, la repentina mudez de Zacarías y su inesperada recuperación, tenían que infundir admiración a los vecinos congregados. Se llenaron de temor y en toda la montaña de Judea, se comentaban estas cosas.

-¿Qué será este niño? ¿Por qué la mano del Señor está con él?

Zacarías se llenó de Espíritu Santo y profetizó:
-Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Al suscitarnos un poder de Salvación en la casa de David, su siervo. Como habló por boca de sus santos profetas de antaño; para salvarnos de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian. Así hace Él misericordia a nuestros padres, se acuerda de su Santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham. De concedernos sin temor, libertados de las manos de los infieles, le sirvamos en santidad y justicia delante de Él, toda nuestra vida.

Y mirando a Juan, le señaló:

-Y Vos, hijo, seréis llamado profeta del Altísimo, pues iréis delante del Señor para preparar sus caminos. Para dar al pueblo conocimiento de la Salvación, en la remisión de sus pecados. Por las entrañas de la indulgencia de Nuestro Dios, por las cuales nos visita como el sol naciente a lo alto. Para alumbrar a los sentados en tinieblas y sombras de muerte y enderezar nuestros pies por el camino de la paz.

Nuestro predicador creció con la gracia de nuestro Señor. La vida, el destino y la providencia, dejo a Juan huérfano de padres. Unos entierros a los que él, bendijo en el más profundo de los secretos. Dios en las alturas, le había confinado una importantísima misión.

-Estoy por delante para allanar el camino de los hombres, comprenderlos y guiarlos a Vos, Señor. Hágase mediante mis actos, Su Palabra. Marcharé al desierto… debo prepararme a comprender mejor Su Mensaje. Agradezco su confianza, por lo que rezaré para su cumplimiento.

Marchó el muchacho hacia las dunas de arena. Se llevó consigo como vestido una piel de camello y un cinturón de cuero. Durante todo el tiempo que estuvo allí, se alimentó de lo que tenía a su alcance: frutas silvestres, raíces y principalmente, langostas y miel silvestre.

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Registrado: 23 Mar 2007
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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 1:58 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 2.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 2


Ha Nacido Jesús, El Mesías


Catorce generaciones desde Abraham, hasta David, catorce desde ahí hasta la cautividad de Babilonia y catorce desde ese momento, hasta Cristo.

José era descendiente de David. Isaac y Rebeca tuvieron a Jacob. Y él es padre de José, un carpintero de Nazaret.

Un amor inmenso invadía a este trabajador de la madera, tan grande que apenas se puede describir. A una mujer, Maria, al que le correspondía por completo en tan maravilloso sentimiento.

Pasaron 6 meses del nacimiento de Juan, María estaba un día en su hogar. Una luz intensa, blanca y pura, bajó del cielo de pronto. Ella se asustó mucho, al ver aquella claridad, que sin duda no esperaba. Al levantar la mirada, le parecía ver algo humano que bajaba lentamente hacia ella.

De repente y desplegando al máximo sus alas, habló el ángel Gabriel:

-¡Salve María! El Señor os acompañe. Bendita seáis entre todas las mujeres.

Ella al oír aquel saludo, se asustó más aún que cuando apareció. ¿Qué manera era esa de saludar? Se preguntaba ella constantemente, a medida que retrodecía mientras mantenía su mirada fija en Él.

-No temáis, María, porque habéis hallado gracia delante de Dios. Concebiréis en su vientre y nacerá un Hijo, al que daréis por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor le dará el trono de David; su Padre. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.

-¿Cómo es posible, si no conozco varón?-le preguntó ella extrañada.

-El Espíritu Santo vendrá sobre Vos y el poder del Altísimo os cubrirá con su sombra; por lo que el Santo Ser que ha de nacer será llamado Jesús. Y he aquí también tu parienta Isabel, la que llamaban estéril, ha concebido un hijo en su vejez, y es el sexto mes para ella, pues nada hay imposible para Dios.

-Aquí esta la sierva del Señor, hágase en mi según Su Palabra.

Mientras tanto, José se enteró por la gente de un rumor que surgía y se extendía rápidamente. Un ser humano daría a luz, bajo el soplo del Espíritu Santo. El amor que tenía José hacia ella, le impedía repudiarla. Había tenido el hijo de otro y aquel tiempo, estaba muy mal visto.

-Ni siquiera puedo hacerlo Señor, sólo quiero estar con ella. Y si así fuera, lo haría en secreto… ¿Cómo podría vivir cargando con eso en mi conciencia? ¿Creéis Señor, que podría seguir existiendo como si nada hubiera pasado?

Llegó ya avanzada la noche y decidió acostarse. En pleno sueño, se veía el día. El portal de su casa, se encontraba frente a él… venía de dar un paseo y era el momento de descansar. Nada más abrir la puerta, una luz cegadora le alcanzó, cegándole momentáneamente, tapándose los ojos como acto reflejo.

-¡No temáis José, hijo de David…!

-¿Quién ha entrado en mi casa? ¿Quién sois?-Aún no había recuperado la visión-¿Quién sois?

-No temáis al recibir a María, su Futura Esposa, pues lo que ha nacido de Ella es del Espíritu Santo.

-¿Es cierto lo que veo? ¿Sois un ángel?

-Gabriel es mi nombre y al servicio del Señor, Nuestro Dios.

-Conocía la noticia pero el Hijo no es mío…

-No la repudiéis por eso, porque Dios os ha escogido para cuidarles y protegerles. Le pondréis por nombre Jesús, y Él salvará al pueblo de sus pecados. Seréis su padre ahora y para siempre… no os preocupéis, Dios está de vuestra parte.

Al despertar pensó sobre lo que había soñado y se llenó de gozo. Había sido el elegido para convivir con María, para acompañarla por el resto de su vida. Un matrimonio lleno de amor y gracia; ni siquiera vivieron en la casa de José, sino en un establo y teniendo por cuna un pesebre.

Unos pastores estaban acampados al raso, cuidando de su rebaño. Una tranquilidad maravillosa la que había aquella noche. De pronto se vuelve día y bajan muchos ángeles del cielo. Los animales huyeron despavoridos, sin conocer la gran noticia que se avecinaba.

-No temáis, pues os anunciamos gozo y alegría, que será en el mundo entero. Ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo Señor, en la ciudad de David. Encontraréis un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre y será llamado Jesús.

Inesperadamente, todos los ángeles que había allí alabaron al Señor:

-¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que Él ama!

De lo que no había ningún tipo de duda, es que aquellas oraciones conmovieron a aquella gente ganadera. Unos testigos que debían conocer el gran regalo de Dios: Su Único Hijo.

-Bendito seáis, Señor por revelarnos la gloriosa Venida de su Hijo.-dijo uno de ellos, los demás afirmaron con la cabeza.

Para María sin duda, aquello era el más bonito suceso que le había ocurrido nunca. Un hijo muy deseado a su lado y en su cuna, mientras lloraba buscando el consuelo de su madre. Y José, marido y padre putativo, les acompañaría siempre allá donde fueran.

Ante tanto llanto, lo cogió entre sus brazos para mecerlo y conseguir que se durmiera. Su lamento no cesó y eso llamó la atención de su padre.

-¿No podría ser quizás que tuviera hambre?

-Es posible, aunque antes miraré su pañal.

Toda la atención estaba en Él y la respuesta no se hizo esperar. Necesitaba un cambio urgente y preciso que Ella realizó a las mil maravillas. Tras ser cubierta su necesidad más evidente, quedó dormido en su cuna.

-¿No es precioso, José?-al tiempo que le da un beso en la frente al Niño.

A continuación se miraron entre ellos durante unos segundos, se sonrieron y se acercaron el uno al otro. Ella le besó a su marido con amor puro y sincero.

Dos días después tuvieron visita, pastores venidos de todos los lugares, venían a entregar regalos y ofrendas al niño.

-Un niño ha nacido y venimos a verlo…

-Allí está en aquella cuna de allí… sólo les pido que no se amontonen hacia donde está Él porque se asustará al ver tanta gente y se asustará.

-Lo tendremos en cuenta, María.

Les contaron lo que habían visto y predicho el ángel del Señor y la difícil misión que Dios le había encomendado. Y ellos, tras su marcha, extendieron la noticia hasta el último rincón de la tierra. Y María memorizaba en su mente, aquellas cosas tan hermosas que decían de Él y lo meditaba en lo más profundo de su corazón. Maravillada por aquella maravillosa experiencia, que le había tocado vivir.

Fue circuncidado a los 8 días y llamado Jesús, ante todos los hombres.

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Registrado: 23 Mar 2007
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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 2:05 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 3.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 3


La Visita De Los Reyes Magos


Muy lejos en la distancia, unos hombres sabios venían ya recorriendo ya muchísimas millas. A lomos de sus correspondientes camellos, viajaban informados de la existencia de un Salvador. Una estrella les informaba en todo momento de su situación y del camino a seguir.

Estos sabios conocían multitud de cosas, eran unos grandes astrónomos, excelentes médicos y sacerdotes. Es posible que Dios con un milagro les guiara o que lo hicieran por una constelación, sabiendo la dirección a tomar.

En cualquiera de los casos, se trataban de tres, aunque no hay seguridad de esta afirmación en la Biblia. Dice que son muchos pero no dice la cantidad. Pero dejémonos guiar por ese dato:

Melchor: Un anciano blanco con barbas color de nieve, un hombre posiblemente de Persia.

Gaspar: Joven rubio y rebosante de salud y resistencia. Posiblemente su procedencia sea de Arabia.

Baltasar: De raza negra, barba espesa y al que nunca abandonaba su turbante. Decidido a viajar por una buena causa al igual que los demás.

El desierto les estaba llegando a su fin y la tempestad de arena estaba agotando sus fuerzas. La sed, que llevaban arrastrando desde hace un tiempo, los tenía agotados. No podían pararse, pues hacerlo, les supondría resultar enterrados por las grandes dunas.

La peor pesadilla había acabado: habían llegado a las posesiones de Herodes y la travesía les llevaba hasta allí. Entraron sin fuerzas al lugar y los soldados romanos les detuvieron.

-¡¡¡Alto ahí!!! Por esta zona no pueden pasar...

-¿Qué ocurre? Estamos cansados y aún tenemos que continuar nuestro viaje.-El cansancio se hacía más evidente en Melchor.

-¡Tengo órdenes de no dejarles pasar!

-Llévenos ante su jefe y que él decida.-dijo decidido Gaspar.

La guardia de seguridad se preocupó en todo momento de llevar a los invitados ante el gobernante, un gran constructor de la época. Era apodado el Grande que significaba: “el genio malvado de la nación judía”. Un hombre terriblemente capaz de cualquier cosa, un demonio de la discordia que provocó grandes conflictos familiares. Provocando la muerte de muchos de sus hijos y hasta de su padre.

-¿Dónde está el nacido Rey de los judíos? Porque vimos su estrella en el Oriente y venimos a adorarle.-preguntó Melchor.

-¿Rey de los judíos?

-¡El más grande ha nacido!-dijo Baltasar, lleno de gozo.

-¿Dónde nacerá ese Rey del que me hablas?

-En Belén de Judea; pues así está escrito por el profeta.-hubo un momento de silencio y siguió hablando Gaspar-Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres no, la menor entre las ciudades; porque de ti saldrá un jefe que será un pastor de mi pueblo Israel.

Al oír aquello, sentía que peligraba su poder, que podría ser un gran enemigo para él y para toda Jerusalén. Congregó a todos los sumos sacerdotes y a los letrados del pueblo, primeramente para contarles de primera mano, lo que había escuchado. No era para menos, todos se echaron las manos a la cabeza. Si no hacían algo, ese niño cuando creciera, les pediría el trono que le correspondía por derecho.

-No hay otra salida… debemos de matar a todos los niños que encontremos por los alrededores hasta que demos con Él. ¡Tenemos que acabar con él a toda costa!

-Es una locura, ¿creéis que conseguiremos encontrarlo?-respondió el sumo sacerdote ante la sorpresa de todos.

-¡Debo tener con seguridad lo que es mío y nadie vendrá a quitármelo!-El enfado y la cólera de Herodes era mas que evidente.

-¡Pero eso sería en el peor de los casos, aún puedes hablar con esos reyes!

-Es verdad, ellos nos ayudarán.

Todos los allí reunidos, se marcharon, excepto él, que los llamó aparte. Debía de saber la posición exacta para darle muerte, por eso les ayudó para el largo camino, dándoles todas las provisiones necesarias para el viaje. Lo cargaron en sus alforjas y se despidieron amigablemente de ellos.

-Id e informaos bien de ese Niño y, cuando le halléis, avisadme, para ir yo también a adorarle.

-No se preocupen, lo haremos-la bondad de los tres, era grande y creyeron al gobernador. Sólo Melchor quedaba por montar en el camello y estrechó con Herodes, un acuerdo con un apretón de manos. Finalmente se saludaron en la distancia.

Aquella parada breve en Jerusalén, les sirvió para recuperar las fuerzas y encontrar de camino un amigo. Se imaginaban a ese bebé entre sus brazos, para regresar sobre sus pasos, y compartirlo con Herodes.
La estrella que dejaron olvidada durante un tiempo, estaba esperando su regreso. El cielo estaba despejado y luminoso, en aquella noche de luna llena. El desierto tenía su entrada allí mismo, sin tormenta y sin problemas para la marcha. El camino no había hecho más que comenzar…

Muchísimas millas… mucho cansancio para esos animales y decidieron pararse. Se tumbaron… no tuvieron sus dueños más remedio que descabalgar.

-Creo que es el momento de descansar… ¿no te parece Melchor?-comentó Baltasar.

-Coged las cantimploras-Gaspar, con una vasija en la mano, la llenó de agua y se la dio para que bebieran los camellos.

Había de todo para comer, jugosa carne, fruta y rica miel, listos para degustar. Incluso las bestias quedaron saciadas. Había que partir ya, pues pronto amanecería sin posibilidad de ser informados de su paradero.

Pronto sus deseos se verían cumplidos, pues sus pasos ya casi le acercaban a su destino. La noche tocó a su fin y el trayecto les llevó a un camino. Felizmente alejados del deshabitado lugar, con el que habían tenido tantas vivencias. A ambos lados había zona verde; pastores que pastaban su ganado. Su curiosidad les hacía mirar, abandonando su tarea. Los tres iban respondiendo amigablemente, ante la gente que se acercaba e incluso llegar a detenerse si fuera necesario.

-¿Quiénes sois? ¿A que habéis venido?

-Somos magos de Oriente y nos hemos perdido. La luz del día nos ha quitado nuestro guía: la estrella de Belén.-uno a uno fue hablando, empezando por Melchor, el último fue Baltasar.

-Buscamos a un Niño llamado Jesús, que bajo el vientre de María, ha dado luz para ser testigos de su amor y sus futuras enseñanzas…

-Hemos venido a adorarle…

-El Niño que buscáis está en aquel pesebre de allí…

-¿El establo que se ve allá lejos en la distancia?-preguntaba Gaspar, al tiempo que señalaba hacia una parte más allá del camino.

-Sí, en aquel portal de Belén… ¡ya habéis llegado!

Los nervios se apoderaron de nuestros amigos, deseosos de llegar allí para verlo. Agradecieron al pastor por su ayuda e iniciaron la marcha. Casi a punto de llegar, había un puente al que cruzar. Una mujer que lavaba su ropa y la de su marido en el río, se fijó en ellos. Los magos devolvieron la mirada y siguió con su tarea.

Más adelante, pasaron por una granja y muy cerca de allí, un arbusto moverse. La curiosidad les hizo acercarse, querían ver que había allí. Un hombre asomó de pronto la cabeza, el susto que se llevaron fue inmenso.

-No se acerquen… ¡está ocupado!

El trío se dio cuenta entonces de lo que pasaba y se rieron. Una necesidad le había llevado hasta allí y fue pillado inevitablemente. Los últimos metros fueron los más divertidos. Un buey y una mula, se acercaron a ellos, Melchor los acaricia.

-Buscamos a Jesús…-le dijo a la mujer.

-Sí, aquí es… bienvenidos seáis los tres, yo soy su Madre, vengan a verlo…

Por fin sus sueños se hacían realidad, un Niño moreno y con ganas de jugar, yacía en la cuna. Lo primero de todo fue arrodillarse ante Él, nada más llegar. Melchor, emocionado, le pidió a Maria, cogerlo en brazos. Ella accedió y estuvieron un rato con Jesús, haciéndole carantoñas.

Tenía sueño ya y había que dejarlo dormir. Así que lo dejaron en la cuna.

-Es muy guapo su Hijo-se maravilló Baltasar.

-Como es la tradición,-añadió Melchor-le vamos a dar unos presentes que viene de cada uno de nosotros:

Melchor: El oro, representando su naturaleza real.

Gaspar: El incienso, que representa la naturaleza divina de Jesús.

Baltasar: La mirra, que es la preparación del cuerpo para su embalsamamiento para su futura muerte. Algo tradicional, que se suele dar como regalo.

La despedida tiene que llegar y se postran ante Él, antes de marchar. José les observa, y cogiendo los obsequios de los magos, los guarda en un rincón.

-¡Buen viaje!-les grita él, mientras se alejan.

Al pasar el puente, una luz cegadora que baja del cielo, les entorpece el paso. Los camellos, asustados, empiezan a moverse bruscamente y tiran fuertemente de la brida, cada uno de ellos. Su intento por calmarlos tiene éxito y se quedan quietos. Pero vuelven a ponerse nerviosos, poco más tarde. Uno de ellos, Gaspar, se cae de la montura y ve bajar un hombre de allá arriba con alas.

-¡Soy el ángel Gabriel, no temáis! Debéis cambiar vuestro camino para llegar a Oriente, Herodes irá al Mesías para darle muerte y querrá saberlo por vosotros.

-¿Herodes quiere matarle? A nosotros nos dijo adorarle…-se extrañó Melchor.

-Os miente para que se lo digáis.
-Sí, Gabriel, lo haremos, pero no sabemos hacia donde…-Baltasar estaba angustiado.

-La estrella que os llevó a Belén, os traerá de vuelta.

-¡Muchísimas gracias!-fue el agradecimiento de los tres.

Con su ayuda y su marcha, continuaron el viaje tomando otra trayectoria distinta. Posiblemente podrían haber seguido la senda que seguía por el río Jordán evitando así Jerusalén o Jericó o quizás dieron un rodeo hacia el sur a través de Berseba, al este del camino principal (ahora la ruta de la Meca) en el territorio de Moab y al otro lado el Mar Muerto.

Se dice que después de su retorno, fueron bautizados por Santo Tomás y trabajaron mucho para la propagación de la fe en Cristo. La historia es narrada por un escritor arriano no antes del siglo VI y escribe sobre los Magos algo que es claramente legendario. La catedral de Colonia contiene los que pretenden ser los restos de los Magos; éstos, se dice, fueron descubiertos en Persia, llevados a Constantinopla por Santa Elena, transferidos a Milán en el siglo V y a Colonia en 1163.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:30 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 4.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 4


Presentación En El Templo
Y
La Matanza de Los Inocentes


Como era la tradición judía, habiéndosele cumplido los días de la purificación, conforme a la Ley de Moisés, sus padres lo llevaron a Jerusalén. Como estaba preestablecido, todo primogénito debe ser consagrado ante Él.

Un hombre llamado Simeón, justo, piadoso, esperaba la consolación de Israel. El Espíritu Santo le confesó que no moriría antes de ver a Cristo. Fue al templo tal y como le indicó y encontró a María y José con el Niño Jesús. Una familia que había venido para cumplir lo que la Ley había dispuesto. Al verlos, le pidió a José, si podía cogerlo en brazos y así lo hizo.

-Ahora puedes Señor, según tu palabra, dejar ir en paz a tu siervo. Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Los padres estaban maravillados ante lo que oían de su Hijo. Sobre todo, José, que por motivos de trabajo, tenía que ausentarse de su hogar. La carpintería le absorbía algo de tiempo y no estuvo presente en muchas de las cosas hermosas que le decían. Simeón los bendijo y le dijo a María:

-Mira, este Niño está destinado a ser caída y resurgimiento de muchos en Israel. Signo de contradicción y tu misma alma la atravesará una espada, para que se revelen los pensamientos de muchos corazones.

Lo que no imaginaba María, es que lo que había dicho ese hombre, no sólo era cierto, sino que habría dolor por ambas partes, además de la Pasión de su Hijo. No sería una espada, pero salvaría a mucha gente con su sacrificio.

Y José se dispuso a ofrecer como dice la Ley, un par de tórtolas o dos pichones. Ya estaba presentado en el templo, su Hijo, ante el Señor, Nuestro Dios.

También se encontraba allí en lugar una profetisa llamada Ana. Hija de Fanuel de la tribu de Aser y estaba ya muy anciana. Había vivido con su marido 7 años desde su virginidad y después de viuda hasta los 84 años. No dejaba el templo, sirviendo día y noche en los ayunos y oraciones. Había hecho del lugar su medio de vida y relación con el Señor. Y llegando en aquel momento se puso a dar gloria a Dios y a hablar de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

Cuando se cumplieron todas las cosas prescritas por la Ley del Señor, regresó la familia de Jesús a Belén, a su lugar de nacimiento.

Un día pasó al evento y la noche cayó sobre ellos, su padre, José, dormía placidamente. En sueños, se encontraba solo y callado, pensando y meditando sobre lo que en la vida le había tocado vivir. Un hombre afortunado, escogido por Dios y amado. Correspondido además por su amor, un Hijo al que trataría como suyo, algo que había buscado para sí, en definitiva.

Y de entre esos pensamientos, una luz le sacó de esa realidad alternativa, que tenía en esos momentos de meditación. Una verdad se producía en ese instante; un arcángel que se apareció de la nada, mirándole a los ojos.

-Levántate, toma al Niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar a Jesús para matarle.

-¿Matarle? ¿Por qué? Mi Hijo no le ha hecho nada.

-Cree peligrar su poder y debes huir… ¡Corre!

-Así lo haré, no temas…

El despertar no fue desde luego muy suave, al ponerse tan rápido en pie. Y sin vacilar, despertó a su esposa y salieron del hogar, casi sin darle explicación.

-¿Tenemos que irnos? ¿Por qué? Si estamos bien aquí…

-No te pares, cariño… No hay tiempo que perder, coge tus cosas que los soldados vienen a por nosotros.

-¡Me daré prisa!

Todo se realizó muy rápido y sin demora, con los preparativos necesarios para el viaje, que no era mucho. Lo que más llevaban era más para el Niño que para ellos mismos. José se lo cargó a la espalda, mientras Ella llevaba al Mesías de entre sus brazos. Sólo podían hacer una cosa de momento, comprar un carro de caballos por entre las numerosas tiendas que había ya muy dentro del pueblo.

Un viaje muy largo y tedioso, de muchas paradas. En el que en más de una ocasión, tendrían que pasar la noche en alguna posada que otra. Algunas personas saludaban amables sin conocer el futuro que les esperaba y el motivo de aquella salida tan acelerada. Muchos, con bebés, otros ya grandes y hermosos con tanta y tanta vida por delante. María lloraba al verlos, ahora, tan felices, jugando en las calles como si nada fuera a suceder.

La gente se reía al contarles la historia… ¿Cómo iba Herodes a realizar infanticidio contra ese pueblo al que tantos años había dirigido? ¿Se habría vuelto loco, de hacerlo? ¿Qué motivo tendría para matar a tanto inocente?

José, que había visto sus lágrimas, la consoló en un amoroso y caluroso abrazo y a solas, en un hostal lloraron los dos desconsoladamente lo que no podían evitar. Incapaces de creer, el daño que su dirigente, estaba a punto de provocarles.

Sin embargo, muy lejos de allí, ya había reunido a toda su cohorte de sumos sacerdotes y letrados, para que se acordaran las órdenes precisas y adecuadas para el plan que se habían marcado, con la visita de los Magos de Oriente. El no verlos de vuelta en unos cuantos días, lo puso realmente furioso.

-¡Nos dimos la mano, maldita sea! No son hombres de palabra.

-Me sorprende después de ver como os disteis la mano con uno de ellos, mi señor. Os ganasteis su confianza, estoy completamente seguro de ello. Algo les hizo cambiar de opinión.

-Tranquilícese mi señor, hemos decidido que lo haremos tal y como convenimos anteriormente. Los mataremos a todos para no nos quepa ninguna duda.

-Muy bien…-respondió Herodes-Os indicaré la distribución de mis tropas para tal menester, ja, ja, ja, ja… Desde los recién nacidos, hasta los 2 años… y habré acabado con Él… ¿queda claro?

-Sí, mi Señor. ¡Así lo haremos!

-Y esto no ha hecho más que empezar...

Y de esta forma tan sanguinaria y violenta, pretendía mantener su hegemonía sobre todas las cosas. Un asesinato tras otro se sucedían de forma paralela, en ambos lugares a la vez. Sin ni siquiera preguntar nada, violaban la intimidad de los hogares. Muchas mujeres morían en defensa de su progenie y de su sangre.

Los varones adultos en cambio, morían a manos de la espada, en defensa de un linaje familiar que crearon con amor y armonía. Miles y miles de cadáveres dispersos dentro y fuera de antiguos lugares de trabajo y sustento. Dos años de autentico pánico y terror continuado. ¿Cuántos afortunados se salvarían de aquella barbarie?


Cualquiera lo sabe…

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:35 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 5.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 5


Adolescencia De Jesús


Su instancia en Egipto resultó bastante cómoda después de todo, especialmente en el trato con las gentes del lugar. Aunque María, a veces, se entristecía al ver a los esclavos. Algunos no sabían lo que era la libertad y sólo por el hecho de pertenecer a una familia con dicha condición. Sufría con los latigazos que les daba y giraba la cabeza para no verlo.

Simplemente no podían hacer nada por ellos y lo deseaban fervientemente. Añoraban también la tierra que les vio nacer y deseaban con toda el alma volver.

Cayó la noche y fueron a ese rincón a cubierto, que encontraron para taparse y cobijarse de las tormentas. En sueños, José se imaginaba la vuelta en el portal. El lugar que nació su Hijo y que tantas experiencias había vivido. Su mujer observaba todo lo que le rodeaba y giró de pronto la cabeza. Vio a su compañero y le beso con cariño.

Y una claridad intensa, como la de un foco, hizo acto de presencia. Había un hombre en la entrada que se les acercaba. Al oír sus pasos, se giraron para prestarles toda su atención. Conocían muy bien a ese hombre, lo habían visto ya.

-Gabriel… ¿mi Hijo está a salvo?

-Sí, María, levantaos, tomad al Niño y a su padre y volved a la tierra de Israel. Porque han muerto los que atentaban contra su vida.

No hubo más palabras, sólo un gran abrazo de alegría y algún beso que otro. Y cuando miraron hacia donde el arcángel, ya no estaba.

Ahí acabo todo, José despertó de su somnolencia. No era tampoco mala hora, así que la despertó y se lo contó todo. De la alegría que le dio, le abrazó fuertemente como si se le fuera a ir de su lado. Se rieron contentos por su vuelta y prepararon todo lo necesario para partir lo antes posible. Quedaba un buen trayecto para llegar y se llevaron en esta ocasión, una buena cantidad de provisiones para el camino.

En amplio margen de terreno recorrido, escucharon la detallada razón de su vuelta. Herodes había muerto y su hijo Arquelao, se podía convertir en el heredero según el testamento de su padre. Fue educado en Roma con su hermano Antipas.

Libres de la tiranía de Herodes, los judíos solicitaron a César que los pusiera bajo la jurisdicción de los presidentes de Siria. Él en cambio, le dio la mitad del reino de su padre con el titulo de etnarca y condicionó su categoría de rey a “su comportamiento virtuoso”. La gente nunca lo vio así, nunca dirigiría su pueblo. Lo veían incapaz de afrontar tal responsabilidad pero al dárselo el emperador, se vengó de sus enemigos. Por ese motivo no podían volver a Belén, porque su territorio incluía Judea, Samaria e Idumea con las ciudades de Jerusalén, Cesárea, Sebaste y Joppe.

Sin embargo, Antipas se convirtió en gobernante de Galilea. Un hombre bueno que amonestaba a los judíos a ejercitar la virtud, a ser justos unos con otros y piadosos ante Dios, acercándolos al bautismo. Esa era lo mejor opción posible para ellos… y así lo hicieron.

María fue avisada en sueños del lugar donde tenían que ir para estar a salvo. En Galilea, en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

Los años pasaron y el Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría y sobre todo, de la gracia de Dios. Ya tenía 12 años, era bastante simpático y le gustaba auxiliar a la gente con problemas. Si veía a un pobre o alguien con necesidad, la que fuera, hacía lo estaba en su mano para ayudarle. En alguna ocasión que otra, su madre le llamaba la atención, cuando le veía sacar comida de su hogar. La desesperaba a veces, pues costaba mucho ganarse el pan y tenía que haber para la familia. Había que ser sincero, el trabajo de José como carpintero, no daba tampoco para mucho.

Era un Muchacho alto, esbelto y moreno, aunque para los de su edad era un poco más bajo. Lo que más adoraba, era su modo de ver la vida. El trato era el mismo con todos, al igual que su carácter, incluso teniendo la condición de esclavo. Era un apasionado con lo hacía, se sentía a veces, más preocupado por los demás, que por Él mismo. Le gustaba mejorar la vida de la gente que veía a su alrededor, no podía evitarlo, era algo innato en él.

Se celebraban en Jerusalén, las fiestas de la Pascua y la familia no faltaba nunca al evento. Unas celebraciones tradicionales en el que se conmemora la liberación de los judíos de Egipto y del estado de esclavitud al que eran sometidos. Una gran alegría para todos, digno de ser recordado… ya que gracias a eso se formo el pueblo de Israel. El símbolo de dicha fiesta, es el pan ácimo o Matzá (sin levadura).

Para el calendario judío contaban con el año lunar de 354 días, el resto de medidas, se basaban en el solar. Por lo tanto, los primeros días de los meses y años judíos no coincidían con un día fijo del año romano. Cada 4 años, el sistema judío tenía un mes intercalado y había que insertarse éste. No había regla definida para ello, ni tipo de acuerdo, se hacía de forma arbitraria por orden del Sanedrín. Por eso no había una fecha fija para esta memorable celebración.

Ya finalizada la fiesta, regresaron a Nazaret sin Jesús, no porque lo dejaran, sino que él voluntariamente decidió quedarse. Al darse cuenta de su falta, se echaron las manos a la cabeza. Al principio, creyeron que estaba en la comitiva, al que buscaron concienzudamente por el lugar, una jornada.

-Ay, ¡José, que lo hemos perdido! ¿Qué hacemos?

-¿Y si estuvieran entre nuestros parientes y amigos?

Tampoco se encontraba allí, tenían que volver a Jerusalén. Tres días habían pasado ya, ¿dónde se habría metido el Mesías?

-Ya sólo nos queda el Templo…

El dolor de su ausencia había acabado, estaba dentro, sentado en medio de los doctores oyéndolos y haciéndoles preguntas. Todos querían escucharle y saber más… nunca era suficiente la atención que mostraban con Él. Se maravillaban de su inteligencia y, sobre todo, de sus respuestas.

Al verle, María se acercó apresuradamente:

-Hijo, ¿Por qué nos habéis hecho esto? Vuestro padre y yo os hemos estado buscando como locos… no podéis iros por ahí sin que lo sepamos ¿no lo entendéis? ¡Nos preocupamos!

-¡Creímos que os había pasado algo, Hijo!-intervino José.

-¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en las cosas de mi Padre?-Su respuesta no lo comprendieron, no conocían el significado de sus palabras.

Ambos se miraron entre sí, al escucharlo. Cuando se marcharon sus oyentes, se fue con ellos a Nazaret. María guardaba en lo más profundo de su corazón, todas las cosas que sucedían en torno a su Hijo. El hecho de atraer a la gente, le hacía feliz, estaba muy bien integrado en la sociedad. Muy adulto para la edad que tenía, había nacido con un destino muy importante. Sólo Él sabe, la preparación que tuvo y ese fue su primer contacto con Dios.

Y no ha hecho más que comenzar…

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:39 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 6


La Religión Judía
Y
El Bautismo De Jesús


Se basa básicamente a la veneración de un único Dios: Yahvé y la estricta obediencia a su Ley religiosa escrita: La Torah. En ella está escrita la Ley revelada a Moisés por Dios y es el pilar central por el que se rige toda la vida judía. Es una religión muy estricta porque ha estado condicionada por las duras condiciones de vida de la marcha a través del desierto con Moisés y la conquista de la Tierra Prometida por Josué.

Entre los alimentos prohibidos, tenían la carne de cerdo. Un abuso de él en el desierto, sería perjudicial para la salud. Son también demasiado estrictos con el tema de la impureza, miraban detenidamente todo, para distinguir las cosas que eran puras, de las que no. Un pueblo necesitaba fuertes medidas higiénicas para no estar expuesto a grandes enfermedades, contagios, etcétera. Hacían también frecuentes sacrificios a Dios de animales, vegetales o incienso y se realizaba diariamente en los Templos por los sacerdotes.

Se contaban por miles y eran los encargados de todo el ritual judío. Eran los máximos representantes de la Ley de Moisés, gente pura cuidadamente seleccionada y sin ninguna tara física posible. Debían de ser de la tribu de Leví, una de las doce en que se dividía el judaísmo. Su salario les llegaba de un impuesto especial que tenían que pagar todos los judíos. El día sagrado de los judíos era el sábado (Sabbath).

En la noche de los viernes sonaban las trompetas, interrumpiendo a todos, su trabajo. La Ley de Moisés prohibía cualquier tipo de labor el sábado. Incluso las comidas que se iban a preparar en el día, se hacía el viernes. Por la mañana se reunían en la sinagoga. Era un edificio normalmente cuadrangular y una sala amplia donde orar. Estaba dirigida por un comité, que era elegido por común acuerdo entre los lugareños. Comenzaba primero con un hombre que oraba y luego le seguía otros que leían pasajes de la Torah. Al terminar la lectura, había un sermón.

Y al atardecer, sonaban de nuevo las trompetas del Sabbath, que daba fin a aquella prohibición tan perseguida.

Los fariseos en cambio, creían que la Ley mosaica era un código vivo e inalterable, que debían de seguir al pie de la letra, sin excepción alguna. Dogmatizaban la inmortalidad del alma, la resurrección de los muertos, los ángeles y los demonios. Y tenían sus propios barrios en las ciudades y aldeas en el campo. No superaban de los 6000 hombres y debido al exilio Babilónico, eran hombres exaltados y xenófobos. Vivían aferrados a ciertos prejuicios étnicos y prohibían contraer matrimonios mixtos (de distintas razas). En aquel tiempo, los fariseos y los escribas (copiaban las escrituras) eran prácticamente lo mismo. Los fariseos persiguieron a Jesús porque vieron en Él, un peligro que atentaba contra sus intereses.

Para una parte de ellos, la dimensión política desempeñaba una función decisiva en su posición vital y se ligaba al empeño por la independencia nacional. Ningún poder ajeno podía imponerse de ninguna manera, sobre la soberanía del Señor en su pueblo. A éstos se les conoce con el nombre de celotes.

Los saduceos sin embargo, eran lo que formaban la parte aristocrática del judaísmo. Aceptaban literalmente la Ley de Moisés al pie de la letra completamente y rechazaban todo lo que no se encontraba en ella. Pensaban que Dios no se mezclaba en la vida cotidiana de los hombres y cada uno podía hacer lo que creyera más conveniente para sí.

La menos conocida fue la de los esenios, formaron parte de una comunidad religiosa posterior a Jesús y rechazaban las ideas religiosas de Jerusalén y se retiraron al desierto para formar una comunidad de orantes que creía que el fin del mundo era inminente.

El consejo supremo de los judíos era el Sanedrín compuesto de 71 miembros formado en mayoría por saduceos y en tiempos de Jesús, sólo tenía competencias religiosas.

Los judíos celebraban 5 fiestas principales: Pascua, Pentecostés, festival de la Cosecha, fiesta de las trompetas y día de la expiación. También celebraban otras fiestas menores.

Una explicación que aclara al menos, la vida de los grandes puestos religiosos de la época. Para llegar a comprender más adelante, todas las cosas que le pasan al Mesías. Es el momento de continuar con el relato:

Aún estaba en el desierto de Judea, predicando a las gentes del lugar. Tenía ya treinta años y acudían a él Jerusalén, toda Judea y la región del Jordán y eran bautizados por Él en el río Jordán. Les confesaba todos sus pecados, antes de realizar el Santo Sacramento. Le llamaban Juan Bautista y estaba hablando a sus fieles allí congregados.

Mirando más allá del tumulto de gente que le escuchaba, vio venir para recibir su bautismo, a muchos fariseos y saduceos. Ya cerca de él, interrumpió su charla, se disculpó ante los presentes y redirigió a ellos con la mirada diciendo:

-Raza de víboras ¿quién os enseñó a huir de la ira que amenaza? Dad dignos frutos de penitencia y no os ilusionéis con decir por dentro: “tenemos por padre a Abraham”. Porque os digo que Dios puede de estas piedras sacar hijos de Abraham. Ya está el hacha a la raíz de los árboles. Y todo aquel que no dé fruto, será cortado y echado al fuego. Yo por mí os bautizo en agua para penitencia pero el que viene detrás de mí, es más fuerte que yo y no soy digno de quitarle las sandalias.

-Ja, ja, ja, ja, ja… ¿estáis escuchando a este loco, al que con tanto interés escucháis? ¿alguien vendrá detrás de vos?

-Sí, el que ha de venir… Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego, tiene en sus manos el bieldo y va a limpiar su era. Recogerá su trigo en el granero y la paja la quemará con fuego que no se apaga.
Muchos de los testigos que estuvieron presentes, verían la venida de ese Hombre. Otros le seguirían y aclamarían su nombre y lo verían con sus ojos al día siguiente. Como así fue, en el mimo sitio, estaba Juan, ungiendo y perdonando los pecados. Un Hombre de unos treinta años, moreno y barba oscura se acercó a Él.

-Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Aquellas palabras tenían mucho significado para Juan, algo más que un presentimiento. No conocía a ese Hombre y en cambio, parecía haber estado con Él toda la vida. Una sensación de paz le sobrevino al mirarle a los ojos, había comprendido el motivo de su visita.

-¿Bautizarle yo? No es posible, lo que oigo… Debo ser ungido por Vos ¿y me lo pedís a mí?

-Dejaros llevar ahora, porque conviene que cumplamos lo que es justo.

Se quedó como ensimismado en sus pensamientos durante unos instantes. Su deseo de verle se había cumplido y lo tenía ante sus ojos. Se recuperó de aquella emoción que le embargaba y se metieron en las aguas del Jordán. Cogió con sus manos un poco de agua y mojó su Santa Cabeza para llenarse del Espíritu Santo.

Jesús miró primero hacia el Bautista, para seguidamente dirigir su mirada hacia los cielos. Al verle Juan, repitió la operación viéndolo despejarse de nubes. Iban a mucha velocidad dejando a la vista un gran espacio en torno a ellos. Tornado de color rojo sangre, se encontraba pintada la bóveda celeste. Y de ese hueco, salió una luz que iluminaba a ambos desde las alturas.

Sin duda alguna, un paisaje único en la historia, se estaba dejando ver en aquel momento. Una fascinante imagen de revelación divina salió de allí en forma de paloma. Bajó a la Tierra para revelar algo al mundo y ya cerca de ambos profetas, se posó sobre Cristo.

-Este es mi Hijo Amado y en Vos me complazco.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:43 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una interpretación personal y no responde literalmente al texto Bíblico.


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Capítulo 7


Jesús Es
Tentado En El Desierto


Dios rebeló ante los hombres, su secreto mejor guardado hasta la historia. Un Vástago que heredaría la tierra y revelaría el plan que tenía preparado, para la salvación inequívoca de cada uno de sus hijos. Sin duda alguna, Juan fue el mejor testigo de su venida y quiso hacer pública su testimonio:

-He visto al Espíritu como paloma, descender del cielo y posarse sobre Él. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veáis descender y bajar el Espíritu, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que es el Hijo de Dios.

Jesús antes de marcharse, les reveló una sacrificada decisión. Lo iba a tomar en aquel momento y era irrevocable. El desierto se convertiría en su modo de vida durante un tiempo, que resultó ser cuarenta días y cuarenta noches. El mal de los hombres estaba presente y debía ser testigo de su futuro. El demonio le estaría tentando para convertirse en uno de ellos y debía liberarse de aquellas ataduras.

El camino no había hecho más que empezar, adentrándose en un profundo mar de arena y muerte. Donde hasta el más experimentado ser humano, vería acabada su larga vida, ante alguna de tantas tormentas, que azotaba por aquellas asoladas tierras.

Una de aquellas noches, soñó con el dolor humano, las terribles guerras que el futuro acarrearía. Seres capaces de cualquier cosa, para conseguir sus objetivos… hasta el punto de sacrificar vidas humanas. Un dirigente alemán, llevaría a su gente al genocidio, realizar experimentos con ellos, matar a mujeres y niños… otra matanza de los inocentes. Y todo para lo que él consideraba la pura raza aria, al tiempo que defendía su más inconfesable secreto. Era de descendencia judía…

La mayoría de guerras se harían en nombre de Dios y rezaban para seguir matando… cuando lo que Él quiere es la paz eterna. No había hecho nada aún y estaba viendo la poca utilidad de sus palabras. Un reguero de lágrimas brotaba de sus ojos enrojecidos, pero tenía el deber de predicar la palabra de Dios. Sabía que sería peor, sin un profesor que les guiara y enseñara.

Presenció el hambre y la desolación… ricos que derrocharán su dinero, incapaces de compartirlo con los más necesitados. Gente pidiendo limosna y pan que llevarse a la boca. Él compartió con ellos mediante el ayuno, su necesidad de alimento.

La voz del demonio le despertó de su vigilia:

-¡Si sois Hijo de Dios, decid a esta piedra que se vuelva pan!

-Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra salida de la boca de Dios.

Sin duda, un largo camino, le quedaba aún a Jesús para llegar a la ciudad santa (Jerusalén). El mal engendrado en demonio, sentía deseos de tenerlo entre sus filas y convertirle en su siervo. El lugar al que le llevaba, le llevaría sobre el alero de un templo. Probablemente situado en el ángulo sudeste del recinto. Su altura se hallaba a unos cuarenta metros del Valle Cedrón. Una altura considerable desde luego y andar hasta allí, se encontraba su destino.

Sabía que todo lo ocurrido hasta el momento, sería su preparación divina hacia lo que sería su vida futura. En cambio, su cuerpo no parecía decir lo mismo, ya cansado por la marcha recorrida. Deseoso de recibir el agua de la vida, de mojar sus labios secos y agrietados por el sol. El hambre también se hacía presente en sus pensamientos. Grandes espejismos nublaban su mente, uno de ellos, parecía ser un oasis. Esperaba y ansiaba que así lo fuera, para saciar finalmente su sed. Sus deseos se vieron cumplidos y con ansia, bebía aquel agua… como si no quisiera dejar para una próxima vez. Descansó un poco de toda aquella caminata y antes de seguir volvió a refrigerarse.

La torre se alzaba majestuosa en la distancia, como queriendo ser contemplada. Aquellas empedradas escaleras estaban algo desgastadas y le costó subir. Aún a riesgo de caerse, ya estaba en todo lo alto.

-Si sois Hijo de Dios, tiraos abajo; porque está escrito: A sus ángeles os encomendará y en las manos os llevarán, para que no tropiece su pie en piedra alguna.

-También está escrito: ¡no tentaréis al Señor vuestro Dios!

El demonio vio frustrado su intento, aunque eso no le desanimó aún. Intentaría más cosas para seducirle, como siempre ha hecho con el resto de los mortales. Le encantaba buscar el lado negativo de cada ser humano y ver sus debilidades más profundas.

Jesús fue fuerte ante las adversidades, aunque le quedaban días para superarlas. El Espíritu Santo le había enviado allí con la idea de que demostrara su valía. Debía de tener sus decisiones y no dejarse llevar por los demás. Defender lo que es justo y verdadero, reconocer el mal al simple roce.

Ya casi al término de su peregrinaje desértico, se encaminó hacia un monte muy alto. Deseó de ver desde las alturas, una de las ciudades creadas por el hombre. Fascinarse y maravillarse de lo que su Padre había creado, poder contemplar la belleza natural. A pesar de sus treinta años, no había tenido ocasión de apreciar todo lo que le rodeaba. Lo importante que es cada cosa y cada ser vivo, la importante cadena de la vida.

Continuamente daba gracias a Dios, por todo lo que existe, por ser el mejor testigo de toda su obra y por su confianza en Él, para salvar al mundo creado a imagen y semejanza. Jesús era consciente de que los reinos que había en el planeta, estaban llenos de pecado. Y aún así, daba gracias al Padre por llenarlo de vida… Ahora tendría que ir a todos los sitios que pudiera, para enseñarles a amar.

-Todo eso os daré, si os postráis y me adoráis.

-¡Atrás, Satanás, porque está escrito: Al Señor vuestro Dios adoraréis y a Él solo serviréis!

No encontró debilidades en Él, lo intentó de todas las maneras posibles. Era inútil, el pecado no tenía sitio ni lugar, ni debía cargar sobre sus hombros. Había momentos en que recordaba a su Madre, tanto tiempo juntos, no es algo que se olvide fácilmente. Una mujer que sorprendió a todos, a los conocidos y a los otros. Su virginidad demostró al mundo, la misión que su Padre le había encomendado. Algo que Ella aceptó sin ningún tipo de condiciones, sólo el amor sería capaz de hacer algo así. Y José no quiso romper ese lazo que los unía con Dios, la quería muchísimo, tanto, que la mantuvo pura el resto de su vida.

Lucifer lleno de rabia, contuvo el aliento. Había sido derrotado impunemente y debía abandonar el lugar.

-No será la última vez que me veréis… ¡Lo juro!

A continuación, aparecieron unos ángeles. Al llegar hasta Él, se arrodillaron y se pusieron a servirle.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:48 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 8.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 8


Profanación En El Templo


Su estancia en aquel arenoso y desolado lugar, había dado su fin. Lo primero que había que hacer, era alimentarse y recuperar la energía perdida. Debía llegar hacia algún lugar habitado en las cercanías, ingerir comida y seguir hacia el lugar donde daba testimonio, Juan el Bautista.

Deseaba fervientemente oír sus sermones y ver bautizar a los que allí acudían. Una gran cantidad de seguidores se agolpaban a su encuentro. Entre los más fieles se encontraban los que ser para Jesús, sus primeros apóstoles.

Es el caso de San Andrés y su hermano Simón. Ambos nacieron en Betsaida, población de Galilea. El primero, a orillas del lago de Genezaret. El segundo, junto al de Tiberíades, un hombre astuto y sencillo además de una gran capacidad para el bien.

San Juan, judío de Galilea, hijo de Zebedeo, que desempeñaba junto a su hermano, el oficio de pescador. Y por último, San Felipe, un hombre cándido, timorato pero de mente sensata.

Todos ellos, fueron testigos del bautismo del Señor. Un día sin duda inolvidable para ellos. Andrés comprendió las palabras de Jesús, al ver la luz caída del cielo y a la paloma, en su Santo Hombro.

Había superado la dura prueba del ayuno y quiso estar unos días al lado del profeta. Ese día, Andrés y Juan, de entre la multitud, vieron a pasar a Cristo.

-¡Este es el Cordero de Dios!-señaló el Bautista, al Señor.

Los dos al oír hablar a su maestro, fueron tras Él. Con el ruido de las pisadas sintió que le seguían y se dio la vuelta.

-¿Qué buscáis?

-Maestro, ¿dónde vivís?-dijo uno de ellos.

-¡Venid y veréis!

Como un pastor llevando a sus ovejas, le siguieron. Su morada y hogar fue vista por ellos y decidieron quedarse con Él aquel día. Andrés comprendía muy bien que era el Mesías, al igual que Juan. De esta manera, se convirtieron en los primeros alumnos de Cristo.

Al amanecer, salieron afuera a la calle, para que les diera el sol de la mañana. Simón preocupado, fue a buscar a su hermano, después de un día sin saber nada de él. Casualmente en su búsqueda, fue a parar al lugar adecuado, pues lo encontró allí.

-¡Hemos encontrado al Mesías!-Jesús le miró fijamente, luego le responde.

-Vos sois Simón, el hijo de Jonás… os llamaréis Cefas, o lo que es lo mismo, Pedro, que significa piedra.

Aunque se convirtieron en sus primeros fieles, todavía no lo fueron en su totalidad. De sus primeras y futuras predicaciones en Cafanaúm, serían ellos sus más leales testigos de Su Palabra. Volviendo después con sus familias o a sus negocios.

El primer suceso al que acudieron todos, ocurrió pasados tres días. Una boda se celebraba en Caná, muchos y numerosos testigos darían el visto bueno a esa feliz pareja. De entre ellos, estaba María, también lo fue Su Hijo Jesús, además de sus discípulos.

Había una grandísima mesa y sitio para todos. La comida estaba ya colocada encima y estaban terminando de poner los postres. Fue poner el último cuenco de fruta, cuando se dio cuenta de que faltaba algo. Desde luego, la cara de preocupación empezó a notarse, al tiempo que miraban constantemente las tinajas.

María, que se había dado cuenta, preguntó a los presentes.

-Al parecer, no tienen vino…

Como experta y buena ama de casa, se preocupó por el problema. Y quiso intervenir, no podía permitir que decayera la alegría en ese momento tan especial. Esperaba de Él, algo extraordinario de sus manos, de ahí su fe. Aún no había hecho milagro alguno.

-Mujer, ¿y a nosotros qué? Mi hora no ha llegado aún.

-¡Haced lo que Él os diga!-le dijo ella a los sirvientes.

Todos le miraron y levantó la cabeza, miró a Su Madre y a sus amigos. Había allí, un número de seis tinajas de piedra, usadas para las abluciones judías (purificación ritual de algunas partes del cuerpo, antes de algunos actos religiosos) con cien litros cada una.

-¡Llenad de agua las tinajas!

Sus mentes se hallaban invadidos de preguntas pero así lo hicieron, lleno hasta los bordes.

-¡Sacadlas de ahí y traed al maestre-sala!

Cuando llegó allí, se acercó a ellas para probar. No vio nada de lo que ocurrió allí, ni se enteró de su procedencia. Solamente fue a hacerlo y llamó al novio, para que se acercara. Y dándole palmaditas cariñosas en su espalda, le dijo:

-Todos sirven primero el mejor vino y cuando se ha bebido bastante, el peor. ¡Vos en cambio, habéis guardado el bueno hasta ahora!

Todos rieron animados y admirados por su obra. Sus discípulos, que vieron lo ocurrido, creyeron en Él. Su madre no se sorprendió, sabía que podía hacerlo. El maravilloso prodigio de una concepción sin varón, se lo dijo todo.

Siguiente destino: Cafarnaúm. Un pueblo pesquero, agricultor y fabricante de utensilios de piedra arcilla y vidrio, también se dedicaba al comercio. Sus casas estaban agrupadas por barrios o islas y limitadas por pequeñas calles trasversales y callejuelas sin salida. Eran humildes celdas que recibían luz, a través de una serie de aberturas o ventanucos. Unas habitaciones no muy grandes, de techos ligeros y agrupadas alrededor de un patio comunitario grande e iluminado. Era el punto más amplio e importante de y en torno a él, unas escaleras de piedra para ir a las terrazas.

Si hacemos referencia a sus muros, se hallan construidos de toscos bloques de basalto y reforzados con piedra y barro. En cuanto a defenderse de posibles enemigos, no se veía amurallada en su contorno.

Su decisión fue clara y contundente, debía buscar una residencia por los alrededores. Simón Pedro, que se dio cuenta, le ofreció la casa que tenía allí, con su familia. Jesús se negó en un principio pero vio a los dos hermanos tan decididos, que cambió de opinión. Un gesto que agradeció siempre a cada uno de ellos y una ayuda que tendría siempre que quisiera pasarse por esa ciudad.

No fue solo, su Madre, Maria les acompañó y sus discípulos. Gracias a ellos, pudo alojarse unos necesarios y descansados días.

Una casa con forma casi cuadrada que comunicaba con dos patios: uno al norte y otro al sur. En el lado oriental, en un espacio libre, había un horno de tierra refractaria.

Fue a principios del siglo I, cuando empieza a distinguirse del resto que habían sido excavadas. Y fue adaptada como iglesia doméstica, donde se reunían los judeo-cristianos en la ciudad.

A términos del siglo IV, fue adaptada para recibir peregrinos, fue profundamente retocada y ampliada. Se convirtió en el foco central de la que fue llamada isla sagrada y acentuar la sacralidad de la misma. Actualmente se conserva el umbral por el que se entraba al patio norte.

Su viaje a Jerusalén, coincidió con la Fiesta de la Pascua. Quiso ir a orar y decidió finalmente ir al Templo. No hizo más que entrar y se llenó de espanto. El hogar de Dios había sido profanado y la habían convertido en una casa de ladrones y mentirosos.

Gran cantidad de vendedores se encontraban allí. Bueyes, ovejas, palomas, entre otras cosas, eran su modo de ganancia. Había también unos cambistas allí sentados (personas que cambian monedas).

Su primera reacción, asustó a los presentes y no era para menos. Empezó a tirar todo lo que encontraba a su paso, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. El miedo y el espanto se apoderaron del lugar, quiso echar a la gente.

-¡Quitad todo esto de aquí! ¡No hagáis de la casa de mi Padre, un mercado de pecado!-gritaba a los vendedores mientras lo rompía todo.

Sus discípulos recordaron lo que estaba escrito: “El celo de tu casa me devora”.

Muchos judíos se acercaron a Él, con el fin de detenerle para lo que ellos era una locura. Este iba a ser el primer ataque directo que tendría con los grandes dirigentes, no sólo del país sino también religiosos.

-¿Qué motivo nos darías, para obrar así?

-Destruid este Templo y Yo, lo levantaré en tres días.

-Cuarenta y seis años para edificarlo… ¿y lo haréis en tres días?

Sus risas se oyeron estrepitosamente por todo el lugar, a modo de burla. Incapaces de comprender, ni siquiera una cuarta parte de a lo que se estaba refiriendo. No sería hasta su resurrección, el significado de sus palabras. Dicho recuerdo les volvería creyentes en las Escrituras y en su doctrina.

Y mientras estaba Jesús en Jerusalén en época de Pascua, muchos creyeron en su nombre. Numerosos fueron testigos de sus milagros pero no podía confiar en ellos. Los conocía a todos y no necesitaba que le informasen para conocer que sus mentes, se hallaban hastiados de pecado.

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Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 9


El Prisionero Juan Bautista


Un revuelo se formó con sus asombrosos prodigios. Multitud de curiosos se acercaban, querían ver al autor de tales maravillas. Comprobar que lo les contaban era verdad: un testigo ocasional de su obra.

Una noche, se le acercó un fariseo muy importante entre los judíos, Nicodemo. Un hombre rico, intelectual, sabio y fiel defensor de la Ley de Moisés. Venía asustado, sigiloso y precavido, lejos de las miradas de la gente. Lleno de temores, dudas e ignorancias.

-Sabemos que habéis venido de Dios como Maestro, porque nadie puede hacer los milagros que hacéis si no estuviera con Vos.

Muchos de los suyos pensaban como él, pero no se atrevían a hacerlo público.

-En verdad os digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.

-¿Cómo puede uno procrear, siendo viejo?-Su cara de extrañeza se le notó en la mirada-¿Es que puede entrar de nuevo en el seno de su madre y dar a luz?

-En verdad os digo que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede estar en el Reino de Dios. Lo creado de la carne, carne es y lo nacido del Espíritu, espíritu. No os extrañéis con lo que os he dicho. El viento sopla donde quiere y oís su ruido. No sabéis de dónde viene, ni adónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.

-¿Cómo puede ser eso?

-¿Sois maestro en Israel y no lo sabéis? En verdad os digo, que de lo que sabemos hablamos y de lo que hemos visto, damos testimonio. Pero vosotros no recibís el nuestro. Si os he dicho cosas terrenas y no creéis… ¿Cómo creeríais si os dijera cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que ya lo ha hecho, el Hijo de Dios que está en las alturas. De la misma manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser alzado el Hijo del hombre. Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su Hijo Primogénito. Para que el que crea en Él, no perezca, tendrá la vida eterna. Porque no lo envió Dios para juzgar al mundo, sino para que se salve por Él. No es juzgado, el que cree en Él pero lo está, quien no lo hace. Pues no ha creído en su Santo Nombre. Su juicio es la luz que vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas, fruto del pecado. Porque todo el que obra mal, odia la luz y no cambia para aparentar con mentiras lo que no son. Pero el que actúa con la verdad, verá la luz, sabiendo que sus actos están hechos por Dios.

No es simplemente practicar una religión, respetar sus dogmas y seguir a sus autoridades. No salva a los seres humanos, al contrario, los condena, si no conocemos su verdadero sentido. Dios nos pide un cambio radical en nuestras vidas: nacer de nuevo. Es dejar de ser creyentes ciegos, sordos y mudos.

Es hallar la verdad de Dios…

Muchos altos cargos estarán como Nicodemo. No querrán cambiar para escapar de las ataduras que les oprimen. Reconocer sus errores, sería perderlo todo: sus títulos, riquezas, comodidades y posición social.

Al día siguiente, marchó con sus discípulos a Judea y allí estuvo bautizando. Le contaron que Juan Bautista hacia lo mismo en Annón, próximo a Salem. Al parecer, abundaba el agua por esta zona y la gente iba en masa a recibir el sacramento.

A raíz de una disputa, los discípulos del Bautista se vieron metidos en cierto número de altercados con un judío sobre la purificación.

-Maestro, el que estuvo con vos, está al otro lado del Jordán. El que distéis testimonio está bautizando y todos acuden a Él.

-No puede el hombre apropiarse, lo que no le sea dado del cielo. Vosotros mismos sois mis testigos de que dije: “Yo no soy el Mesías, sino que soy enviado delante de Él.

Sin duda alguna recordaron las palabras a las que se refería. Sus gestos no daban lugar a dudas y siguieron escuchándole.

-Quien tiene esposa, es el marido. Pero al amigo del esposo, ese que está a su lado y le escucha, se alegra mucho al oír su voz. Así pues, se ha calmado mi gozo porque Él debe crecer y yo menguar. El que viene de arriba está sobre todos… Él, que es el terreno sobre la tierra y como terreno, habla. ¡Está sobre todos! Lo que ha visto y oído, eso testifica, su testimonio nadie lo acepta. Y aquel que lo haga, demuestra que Dios es veraz. Porque el que Dios ha enviado habla sus palabras pues no le da el Espíritu con medida. El Padre lo ama y ha puesto en su Hijo, todas las cosas. El que no quiera creer en Él, no verá la vida sino la ira de Dios que pesa sobre Él.

Los fariseos estuvieron presentes y lo escucharon todo. Notaron en él, unas esperanzas mesiánicas impresionantes. Desde luego se llenaron de temor, todas esas palabras podían suscitar las espectativas políticas de un pueblo.

Esta información se hizo pública y Juan Bautista fue arrestado. No fue más que el principio para él y eso que Herodes Antipas le respetaba.

En aquel momento, dos hermanos competían entre sí al querer gobernar, a la muerte de su padre. Arquelao y Antipas, ambos unidos por llevar el mismo nombre, Herodes. El primero de ellos, como expliqué en un anterior capítulo, se hizo etnarca, mediante César ofreciéndole la mitad del reino de su padre. La otra parte le correspondió a Antipas, que se convirtió en el gobernador de Galilea y Perea.

Muy pronto, la soltería de uno de ellos daría a su fin: la boda se celebraría en todo su esplendor. Su suegro, el rey de los Nabateos en Arabia, Aretas IV, se encargaría de todos los preparativos necesarios. Sentía deseos y sobre todo ganas, de ver a su hija feliz y de que no le faltara de nada en ese día tan señalado. Una felicidad limitada por un escandaloso adulterio que tendría lugar en un tiempo no muy lejano.
Herodes Filipo, hermanastro de Antipas, estaba casado con Herodías, una princesa judía. Su matrimonio con él, no había sido muy bien visto por las gentes del lugar, algo que a ella poco le importaba. Lo que ignoraba él, es que tenía un secreto inconfesable. Se había enamorado perdidamente de Antipas y se sentía correspondida.

Él dejó de interesarse por su esposa y se fue acercando cada vez más a ella. Ese fue el error más grande de su vida y Aretas IV, se enteró de que su hija había sido repudiada para irse con la princesa. Eso le enfureció tanto, que le declaró la guerra poco después. La oportuna intervención del gobernador de Siria, Vitelio, impidió su total derrota de manos del rey de Arabia.

Juan Bautista, no tenía que ver con lo que estaba ocurriendo y se vio metido en él de una manera u otra. A Jesús, lo único que pudieron contarle, es que Juan fue apresado delante de miles de fieles, mientras les bautizaba. Le explicaron la razón de su arresto.

La idea del divorcio, no tardó en hacerse público. Incluso llegó a oídos de Juan, que pidió desde su prisión, una audiencia con Herodes.

-Tengo cosas más importantes en que preocuparme ahora y una de ellas, no es con vos. Dígame… ¿Qué deseáis de mí?

-No le es lícito tener por mujer, a la que es de vuestro hermano. Repudiar a su esposa, no hará mas que acarrearle serios problemas… es una guerra que no puede ganar. ¡Aleje de vos a esa adúltera, antes de que sea demasiado tarde!

No le dejó decir nada más y llamó a los guardias para que se lo llevaran. Su enfado era evidente, pero no podía permitir que nadie le dijera lo que tenía que hacer. Aún así, le preocupaba sus palabras… ¿Y si fuera verdad todo lo que le decía? ¿Debía de estar informada su futura mujer, de lo sucedido hace un momento?

La información recibida fue como un jarro de agua fría para ella. Odió a ese profeta con toda su alma y deseo su muerte. El hecho de que continuara vivo, sólo le daría problemas. Por primera vez en su vida, llegó a sentir el pánico.

-Si me queréis… ¡matadle! No le necesitamos en nuestras vidas… ¿Vais a permitir que un miserable nos separe? ¿Quién es él? ¿Acaso tiene autoridad sobre nosotros?

-¡Ni lo tiene ahora, ni tendrá jamás…! ¡Que eso no te quepa ninguna duda!

-Entonces… ¿Qué os lo impide?

-¡No puedo hacer lo que me pedís… no puedo matar a un hombre justo! Lo siento… -Se marchó sin decir más y sin querer escuchar ni sus reproches ni sus gritos.

Herodes, influenciado por Herodías, mandó a su tropa para matar a Juan Bautista. Cambió la orden porque sabía que era un hombre sabio y justo… sus palabras le dejaron perplejo y a la vez, preocupado. No le gustaban sus palabras, pero posiblemente podría ir sobrado de razones.
Su corazón enamorado era contrario a su consejo. Una parte de él, no le soportaba y en cambio, aún seguía defendiéndole. Sentía indudablemente un gran respeto por él como profeta.

Estuvo mucho tiempo encarcelado, no se sabe realmente cuanto. La soledad le había encontrado y era incapaz de soltarle. La suciedad, el hambre y el frío eran su única compañía. Sabía que su etapa había acabado… preparó muy bien la llegada de Jesús a la vida pública de los hombres. Muchos de sus fieles seguidores irían con Él, convencidos totalmente de que es el Mesías.

Un día unos cuantos discípulos suyos, le hicieron una visita. Les contaron que su fe ya no era la misma, se sentían confusos sobre Cristo y sobre lo que él le había contado. Habían venido en busca de respuesta y solo él era capaz de rebelársela.

-Decidle a Jesús que os envío yo y preguntadle: ¿Sois vos el que ha de venir o esperamos a otro? Él os mostrará el verdadero camino…

-Así lo haremos, Maestro.

Les dio su bendición y se marcharon.

Muy apenado estaba por la triste noticia de su buen amigo, Juan. Su apresamiento entristeció a Jesús en lo más profundo de su alma. A pesar de todo, tomó la decisión de continuar la dura y larga tarea que aún le quedaba por enseñar.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 3:55 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 10.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 10


La Samaritana


A sus oídos le llegaron rumores de que los fariseos creían que bautizaba y hacía más discípulos que Juan. Lo que realmente desconocían es que eran sus primeros discípulos, los encargados de dicha tarea. Por esta misma razón dejó Judea y salió para Galilea.

Tenía que pasar por una ciudad de Samaria llamada Sicar. Un lugar especial donde Jacob levantó un altar en torno a Dios. Fue entregado como herencia a su hijo predilecto José, donde allí fue sepultado.

Entre una de sus pertenencias había un pozo. Era mediodía y su andar por los mundos, dejó agotado y sin fuerzas a Jesús. Al verse de pronto con posibilidad de ver saciado su primera necesidad humana, se sentó allí.

En ese momento estaba solo, sus discípulos se habían ido a la ciudad para comprar alimentos y poder abastecerse al nuevo lugar de destino.

Casualmente una mujer nativa del lugar fue hasta allí para llenar sus cantaros de agua. Al ver que se paraba, supo el motivo de su carga.

-¡Dadme de beber!

Ella dejó su tarea un momento para ver a su acompañante, su petición le había llenado de preguntas.

-¿Cómo vos, siendo judío, me pedís saciar vuestra sed, yo que soy samaritana?

Existían diferencias entre ambos lugares de procedencia. Posiblemente podría deberse a un sacerdote, Elí, que fue a Selu con la idea de construir un santuario para rivalizar con los de Garizim. Según los propios judíos, en dicho lugar reinaba la corrupción.

Los sacerdotes de Garizim en cambio, se opusieron al rey Saúl, quien como monarca, destruiría el templo. Los samaritanos se opusieron tanto a los reyes de Judá como a los del norte.

Cuando el reino del norte fue destruido por los asirios, muchos samaritanos fueron deportados. A su regreso, restablecieron el culto en Garizim. Además de levantar de nuevo su templo en el siglo IV A. C.

Fue finalmente destruido en el 128 A.C por el monarca judío Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo.

-Si conocieras el don de Dios y supieras quien te lo dice. Se lo habría pedido vos y Él os habría dado agua viva.
-Señor, no tiene con qué sacarla y el pozo es profundo… ¿Dónde la tenéis? ¿Sois más que nuestro padre Jacob, que nos dio de este pozo del que bebió él mismo, sus hijos y ganado?

-El que bebe de aquí, tendrá siempre sed pero el que yo os daré no sucederá jamás… mas aún, será en él, manantial de vida eterna…

-¡Dadme Señor, de esa agua, para no tener que venir más aquí a sacarla!

No pudo evitar reírse, al escuchar su respuesta.

-Anda, ¡llamad a vuestro marido y volved aquí!

-No tengo marido…

-Habéis dicho muy bien-le dijo Jesús con una sonrisa-porque habéis tenido cinco y el que tenéis ahora, no es esposo vuestro. En esto, decís vos la verdad.

Acercándose a Él para verle mejor, le dijo:

-Señor, veo que sois profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que el verdadero lugar está en Jerusalén.

-Creedme mujer, viene la hora en que ni este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros veneráis lo que no conocéis, no como nosotros, porque la salvación viene de los judíos. Llega el día en que los verdaderos honrarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque así son los que Dios quiere. Él es Espíritu y han de exaltarle en espíritu y en verdad.

-Yo sé que el Mesías ha de venir… cuando Él venga, nos lo dirá todo.

-Soy yo, el que os acompaña.

Se arrodilló la mujer ante aquella revelación… le besó las manos y sació su sed.

Los primeros discípulos habían regresado ya de la ciudad con alimentos. Fueron testigos de aquel gesto y vieron que hablaba con ella. Ninguno se atrevió a preguntar cosas como: ¿qué preguntas? o ¿Por qué hablas con ella?

Dejó sus cantaros para ir a la ciudad, avisando a todos los que encontraba de todo lo visto y oído. Dejaron sus cosas y en poco tiempo se vio el lugar lleno de gente.

-¡Maestro, comed!-le dijo uno de sus discípulos.

-¡Yo tengo una comida que no conocéis vosotros!

Cuchicheaban entre ellos diciendo:

-¿Le habrá traído alguien de comer?

-Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra.-Y mirándoles a ellos, les dijo-¿No decís vosotros que faltan 3 meses para la siega? Yo os digo que alcéis los ojos y veáis ya los campos blancos para la siega. El labrador recibe salario y recoge el fruto para la vida eterna, para que se alegren lo mismo el segador y el sembrador.

Hubo un momento de silencio y continuó.

-Se cumple por esto un proverbio: Uno es el que siembra y otro es el que siega. Envié a cosechar lo que no habéis trabajado, otros lo hicieron y vosotros os beneficiasteis de su trabajo.

Toda aquella cantidad de samaritanos, allí aglomerados, creyeron en Él. Quisieron tenerle más tiempo a su lado, así que se lo pidieron. Estuvo con ellos 2 días y le escucharon. Creyeron completamente en la samaritana y le dijeron a la mujer:

-No creemos solamente por vuestro relato, en verdad hemos conocido y escuchado al Salvador del Mundo.

De nuevo Jesús tuvo que marcharse, despedirse de sus nuevos amigos y no era tarea fácil. Su regresó a Caná le trajo muchos recuerdos de aquella boda. De aquellos momentos con su madre y aquel primer milagro. Sonreía de todo aquello a la salida del templo y con la vista puesta en su Padre, allá en las alturas.

Inesperadamente, una mano tocó su Santo Hombro.

-¡Necesito su ayuda, Señor! ¡Tengo un hijo enfermo en Cafarnaúm!

-¡Si no veis milagros y portentos, no creéis!

Se trataba de un funcionario real muy angustiado y desesperado. Ya no tenía prácticamente esperanzas y había escuchado rumores sobre Él.

-¡Señor, si no bajáis pronto hacia allí, morirá! ¡Ayudadme, os lo suplico!

Notó su angustia y le miró. Cogió su mano derecha, la situó en su Santo corazón y le dijo:

-¡Anda, vuestro hijo vive!

La felicidad de aquel hombre era inmensa, abrazándole con fuerza. Lloraba de felicidad ante aquellas mágicas palabras de esperanza.

-¡Gracias, muchísimas gracias!

De Jesús salieron lágrimas de amor, contagiado por él. Le despidió con una sonrisa y se fue. Viajó el funcionario hasta allí para verle recuperado.

-¡Vuestro hijo vive, vuestro hijo vive! ¡Ayer hacia las una de la tarde, ya no tenía fiebre!

Supo al instante que ese fue el momento en que Cristo se lo dijo. Fue su segundo prodigio y solo Dios sabe que no será el último.

Su siguiente destino sería Nazaret y debía de acudir a las sinagogas del lugar. Era sábado y estaban ya, todos reunidos. Le habían entregado el libro del profeta Isaías y se dispuso a leerlo. Lo desenrolló como si de un pergamino se tratase y leyó:

-El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido y me ha enviado a evangelizar a los pobres. Predicar a los cautivos la libración, dar vista a los ciegos y libertar a los oprimidos. A proclamar un año de gracia del Señor.

Miró a los presentes y después unos segundos de silencio, lo enrolló cuidadosamente. Lo entregó a sus dueños y mirando a todos, les dijo:

-¡Hoy se cumple ante vosotros esta escritura!

Se rompió el silencio… hablaban, asentían y admiraban las palabras llenas de gracia, que salían de su boca.

-¿No es Ése el Hijo de José?

-Seguramente recordareis este proverbio: “Médico, curaos a vos mismo”. Y posiblemente diréis: “¡Lo que hemos oído que obrasteis en Cafarnaúm, hacedlo también aquí, en vuestro pueblo!”-El silencio se adueñó de la sala, segundos después continuó.-En verdad os digo, que ningún profeta es acogido en su tierra. Muchas viudas había en Israel en tiempos de Elías cuando se cerró el cielo, tres años y seis meses, con gran hambre en toda la tierra y sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado. Excepto a una de Sarepta de Sidón. Muchos leprosos había en Israel, cuando el profeta Eliseo y ninguno de ellos fue limpiado, sólo el sirio Namán.

Las palabras de Cristo en aquellos momentos, no gustó a muchos. La ira, invadió a todos los del templo. Se levantaron y echándole a las afueras, le llevaron a la cima del monte sobre el cual, se levantaba el pueblo. Sus intenciones no eran buenas, desde luego, pensaron en lanzarle al precipicio. Y pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 4:00 pm    Asunto: Preparación Y Venida De Cristo Capítulo 11.
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Nota de Moderación

Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 11


Milagros en Cafarnaúm


Su siguiente paso: Cafarnaúm. Fueron horas después, cuando se dirigieron a una sinagoga, que se encontraban en las cercanías. Al entrar en el edificio, dos inscripciones: uno en griego y otro en arameo. Ambas recordaban claramente, a los bienhechores que construyeron dicho aposento de oración. A 200 metros, un gran cementerio, con una extensión de por lo menos 3 kilómetros.

Mandó a sus discípulos, de entre ellos a Andrés y a Simón para que reunieran la mayor gente posible. Habían venido a escucharle y no querían perderse este momento tan especial. Posiblemente volverían a sus respectivos trabajos a su finalización. Fueron todos testigos en Caná, extendieron lo allí ocurrido y el templo se llenó.

Y Jesús, bien visible, les habló. Era la primera vez que lo hacía y fue sensacional. Su manera de expresarlo, las esperanzas que le levantaba en ellos, alzó el interés de los presentes. Su tema no fue otro que el Reino de Dios, al que todos debemos alcanzar. Estaba a las puertas y sólo Él sabía el camino.

-Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios está cerca. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!

De entre todos los allí reunidos, un hombre se puso en pie. Por lo que decía la gente del lugar, se trataba de un hombre endemoniado. Alguien a quien no podían controlar, hasta era posible que se pusiera agresivo.

-¿Qué tenemos que ver con vos, Jesús Nazareno? ¿Habéis venido a perdernos? ¡Sé quien sois!-señalándole y alzando la voz, siguió hablando-¡Sois el Santo de Dios!

El miedo incontrolado se había adueñado del lugar. Acompañado de un silencio, tal vez, a la espera de que alguien la rompiera. Cristo, sin apartar la mirada de él, se le acercó. Le agarró de los brazos con fuerza y zarandeándole bruscamente, le dijo:

-¡Callaos y salid de él!

En ningún momento le soltó y vio retorcerse su cuerpo. Al tiempo que gritaba con todas sus fuerzas… su alma impura se alejaba de él. Una figura humana hecha de luz y visible a los ojos de los presentes. Muchos se apartaron sin saber que hacer pero en ningún momento se marcharon.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué hago aquí?-Había vuelto en sí y lejos al fin, del mal que invadió su frágil cuerpo.

La reacción de la gente no se hizo esperar, quedaron asombrados. Se preguntaban unos a otros, incapaces de explicar lo que habían visto.

-¿Qué es esto? ¿Una doctrina nueva que con tal autoridad, manda los espíritus impuros y le obedecen?

Dio por terminada su predicación y salió del templo. Su fama se extendió por toda Galilea, su prodigio causó una gran revuelo entre la gente.

Al llegar a la casa familiar de Andrés, la preocupación del hogar, lo causaba una enferma. La suegra de Simón Pedro se hallaba con una fiebre muy alta y postrada en cama. Aunque no se conocían las causas, sus dolores revelaban la gravedad de su dolencia.

Cristo preocupado, se acercó al lecho. Se inclinó con una sonrisa hacia ella y la tomó de la mano. Una voz fuerte y con autoridad, salió de su boca. Ordenando a la fiebre que se alejara de aquella familia. De su cuerpo terminó su debilidad y se puso en pie. La familia dejó de rezar para abrazarla y agradecer a su benefactor. María abrazó a su Hijo con fuerza y alegría. Él le acaricia su cara y le besa la frente.

Por la tarde, a la puesta del sol, se agolpaba la gente. Los comentarios surgidos de su primer milagro, los atrajo. En la puerta esperaban enfermos de toda índole y endemoniados. El amor que despertaba en la gente era inmenso. Ponía las manos y los curaba de todo mal. Algunos demonios que salían del cuerpo le decían:

-¡Sois el Hijo de Dios!

En ocasiones, ni siquiera les dejaba terminar, amenazándoles y ordenando que se alejaran de aquellos cuerpos víctimas de pecado.

Era ya muy noche, la cola estaba dando a su fin. Se dieron las buenas noches y se acostaron. El cansancio del bullicio se notaba y quedó dormido profundamente.

Aún no había amanecido y se puso en pie. Se vistió y salió silenciosamente a la calle. Buscó Jesús, un lugar apartado de todo. Se arrodilló ante su Padre para orar por sus hijos.

-Dadles Padre, vuestra confianza. Para que el premio de vuestro amor, les libre de todo pecado. ¡Hacedme testigo de su salvación ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

-Nos preocupamos mucho por Vos… Todo el mundo os busca.-le interrumpió Simón Pedro.

Al girar la cabeza, vio allí a sus primeros y más fieles apóstoles, acompañados de creyentes fieles a su causa.

-Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas. Predicaremos allí, pues para esto he salido.

No fue la única predicación que hizo, tuvo varias más, en Judea. La fidelidad de sus más fieles discípulos, le llegó al alma. Quiso llamarles definitivamente y que lo dejaran todo para irse con Él.
Fue a buscarlos a la orilla del Genezaret y lo quiso hacer con un milagro. Una luz blanca sin ser demasiado intensa, cubrió su cuerpo. Andó sobre las aguas, como si se hubieran endurecido para Él. El lago se volvía blanco a su paso, dejando un rastro por donde pasaba.

Nuestros conocidos pescadores, estaban por los alrededores, con la esperanza de encontrar grandes bancos de peces. Lanzaban sus grandes redes, con la esperanza de volver a ver a sus familias, después de tantos días echados a la mar. Uno de ellos, Andrés, al mirar a su derecha, quedó su cara llena de asombro y sorpresa.

-¡Simón, Simón!-llamaba desesperado a su hermano-¡No puedo creer lo que estoy viendo! ¡Mirad aquí, Simón!

-¡No os entretengáis ahora que tenemos que subir las redes! Tenemos mucho trabajo que hacer…

-¡Venid aquí!-alzó aún más la voz.

Había más gente allí, pero estaban dentro para haberlo escuchado. Se trataba de Jacob o también llamado Santiago (que finalmente se le añadiría “el Mayor” para diferenciarlo de otro apóstol), Juan y su padre Zebedeo. Estaba ya casi la familia reunida, bueno, su madre no estaba con ellos. Se habían tomado un ligero descanso para después comprobar la pesca obtenida.

Arriba, en la cubierta, Simón Pedro se fue hacia proa para que ver que quería su hermano. Su sorpresa fue mayúscula con lo que vio, su navegación no estaba encallada… ¿y el Mesías andaba como si fuera por la playa?

-Venid conmigo y os haré pescadores de hombres…

Los otros tres subieron arriba para remendar las redes y llamaron a los que faltaban. Jesús, al escucharlo, fue a estribor a buscarlos. Su padre Zebedeo, llegó sólo a tierra firme y preocupado por ellos. Se habían marchado con Él sin mediar palabra, dejándole en el barco con los jornaleros. Era lógico, quería estar con sus hijos, pero sabía que estarían bien… la sensación de paz que tuvo en aquellos momentos se lo dijo.

Tenía que contar la noticia a su mujer: El que ha de venir, se ha hecho amigo de sus hijos…

-¡Que Dios le bendiga!

¡Qué hondo vacío de pescadores! ¡Qué gran decisión tomaría Zebedeo, de ocupar el hueco que dejaron! En el fondo de su ser, sabía que era por una buena causa. Sin duda, orgulloso totalmente de sus hijos y de lo que debían hacer de ahora en adelante.

No podía ocultar su falta y se lo contó a su mujer, Salomé. Su instinto femenino no le engañó y notó con el tiempo que Jesús sentía afecto especial por sus hijos. Por eso fue a Él a pedirle por ellos, para que los sentara con Él, uno a la derecha y otro a la izquierda en Su Reino.

Al día siguiente, Jesús quiso salir hacia Galilea y no lo hizo solo. Sus primeros apóstoles le acompañaron, incapaces ya de abandonarles. Y en uno de estos grandes paseos por la zona, encontró a San Felipe. Justo en ese momento, pasó su amigo Bartolomé.

-Hemos hallado a Aquel de quien Moisés escribió en la Ley y los profetas, Jesús de Nazaret, hijo de José.

Al oír dichas palabras, dudó de él. El hecho de ser de allí no le convencía del todo.

-De Nazaret… ¿Puede salir cosa buena?-dudaba el recién llegado.

-¡Venid y lo veréis!-le dijo Felipe.

Sintió deseos de verle más de cerca y se acercó a Jesús. Él que lo vio, sacó una bonita sonrisa.

-¡Ahí tenéis a un verdadero israelita, sin que esto dé a engaño!

-¿De qué me conocéis?-le preguntó intrigado.

-Antes de que os llamase Felipe, os vi yo, debajo de una higuera.

-¡Maestro, sois el Hijo de Dios, el Rey de Israel!

Su respuesta, le hizo sonreír.

-¿Porque dije dónde os vi, creéis? Veréis cosas mayores que éstas.-A continuación miró a los dos-En verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios, subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 4:03 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Aclaramos que estos escritos que nos presenta Cándido se tratan de una narración personal del hecho Bíblico por lo que no responde literalmente al texto de la Biblia.


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Capítulo 12


El Apóstol Mateo


Unas horas habían pasado ya, la luz del día comenzaba ya a apagarse. Un leproso cubierto totalmente con sus ropajes, se arrodilla ante Él. El terror más absoluto se había apoderado de las calles. Tenían un lugar especial para vivir y aquel hombre había quebrantado la ley.

-Si queréis, Señor, podéis limpiarme.

Y tocando con ambas manos sus hombros, le dijo:

-¡Así yo lo quiero, queda limpio!

Un enorme viento le quitó la capucha que cubría su rostro. Sus ojos quedaron sorprendidos de tocar su piel, sentirse al fin uno más sin ser discriminado. Agradecido, despidió a su salvador. Solo que antes de dejarle marchar, le advirtió terminantemente.

-No se lo digáis a nadie, y marchad, mostraos al sacerdote y ofreced por vuestra purificación, lo que mandó Moisés en testimonio para ellos.

Sus advertencias no le bastaron y lo divulgó con el que encontró en su camino. Su fama se extendió tanto, que ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad. Se tuvo que ir a las afueras del poblado, en lugares solitarios pues acudían a Él en todas partes.

Sus apóstoles quedaron maravillados de sus hazañas, sobre todo los recién llegados. Algunos lo habían escuchado pero nunca lo habían visto y menos tan cerca como ahora.

Este incidente le hizo cambiar de destino, ni más ni menos que a Cafarnaúm. Posiblemente aconsejado por Andrés para que estuviera un tiempo tranquilo. Solo que no duró mucho tiempo, ya que tras varios días en la casa de Pedro, acudió numeroso gentío. Hasta tal punto que ni a la puerta cabían.

Cristo tuvo entonces que salir para dirigirles unas palabras. De pronto, la atención quedó centrada algo más atrás. Cuatro personas trataban de abrirse camino y con gran dificultad a su encuentro. Un hombre había perdido su facultad de andar y esas personas se habían ofrecido a llevarle hasta Él.

La imposibilidad de hacerlo, les llevó a hacer otra cosa. Levantaron la techumbre donde Cristo se encontraba e hicieron un gran boquete. De esa forma pudieron descolgar la camilla con el paralítico.

Jesús, al ver la fe que tenían, le dijo a él:

-¡Hijo, vuestros pecados son perdonados!

Unos escribas que se encontraban sentados allí, cuchicheaban entre sí.

-¿Cómo habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar las faltas, sino Dios?

-¿Por qué pensáis eso en vuestros corazones?-ambos quedaron absortos-¿No es más fácil decir a un paralítico, perdonados sean vuestros pecados que levantaos, cargad con vuestra camilla y marchaos? Sabed que el Hijo del Hombre tiene poder en la Tierra para perdonar sus faltas.

Y mirando, Cristo al impedido, le dijo:

-Yo os lo mando: Levantaos, tomad vuestra camilla y marchaos a vuestra casa.

Cuando los escribas vieron hacer uso de sus piernas, se marcharon de allí, agachando la cabeza. Aquel hombre lo había hecho exactamente tal y como se lo había dicho y todos lo vieron. Y glorificando a Dios, dijeron:

-¡Jamás hemos visto cosa igual!

Posiblemente podría haber sido al día siguiente cuando se fue a la orilla del mar. La multitud se le acercaba y Él usando les enseñaba… debían amarse los unos a los otros.

Al pasar por uno de tantos edificios, vio a un hombre sentado en lo que parecía ser una oficina. En cambio, él ni siquiera le miró. No porque no quisiera sino que su trabajo, no le dejaba entretenerse mucho. Era desde luego un buen hombre de negocios, un cobrador de impuestos para más señas.

Se llamaba Mateo y con 31 años a sus espaldas. Casado y tenía cuatro hijos a quien mantener. Sociable, muy hábil para hacer amigos y hasta podía llevarse bien con cualquier tipo de persona.

Jesús viene en él a otro apóstol y le llamó diciendo:

-¡Seguidme!

No salieron más palabras del lugar, recogió sus cosas y se marchó con Él. Su gran punto fuerte era la devoción que sentía hacia la causa que defendía y esta se convirtió en una de ellas. Al principio, para Mateo, el solo hecho de haber sido aceptado por Jesús, le llenó de gratitud.

De hecho se ofreció para que fueran a su casa y comer todos juntos en compañía de amigos de profesión. Aceptó el ofrecimiento gustosamente, se lograron grandes amigos. Fue un gran momento de tranquilidad, allí, todos juntos y hablando. Olvidados durante un rato de problemas vividos y rechazos inesperados.

Escribas y fariseos vieron la escena desde una de las ventanas.

-¡Come y bebe con publicanos y pecadores! ¿Lo habéis visto?

-¡No necesitan médico, los sanos…!-dijo Jesús que les había escuchado. Todos se callaron y hubo silencio-¡Sino los enfermos! ¡Yo no he venido a llamar a los justos, sino a pecadores!

Un día, quizás dos… habían ya pasado. Se celebraba la segunda Pascua de su vida pública y acudió presto a Jerusalén. Había allí un lugar al que llamaban la Puerta de las Ovejas compuesta de cinco pórticos. En las proximidades del lugar se hallaba una piscina llamada en hebreo, Betesda. Por circunstancias de la vida, el Señor la había bendecido con su Santa Gracia.

Un ángel bajaba de los cielos usando su poder divino. Su ágil movimiento de alas producía una curativa oscilación de las aguas del lugar. Miles y miles de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos se agolpaban en aquel lugar. Nunca habían visto una oportunidad tan clara y la fe les había traído hacia allí. Algunos ni siquiera lo habían visto pero la fama del lugar era inmensa. Esperaban ansiosos que aquella piscina les sacara la grandísima espina que cargaban en vida.

Vio Cristo a esa multitud con interés, llenos de felicidad. Pero hubo uno que le llamó la atención, un hombre tumbado e incapaz de moverse. Se acercó y agachándose le preguntó por su situación. Por lo que le contó llevaba paralítico toda su vida: 38 años. Había acudido harto ya de aquella miserable vida, lejos de burlas y risas ajenas. Rezaba al Señor incansablemente por su recuperación.

La sorpresa de Jesús era enorme… por mucho que pensaba no encontraba respuesta. Alguien realmente necesitado y nadie se dignaba a ayudar a ese pobre hombre. Estaban todos demasiados pendientes de su propio yo, como para darse cuenta de algo así.

Ante tal multitud, perdieron los apóstoles la pista de su Maestro.

-¿Queréis curaros?

-Señor, no tengo a nadie que me lleve a la piscina cuando sean agitadas las aguas y en lo que tardo en ir yo, lo haría otro antes.

-¡Levantaos, tomad la camilla y marchaos!

El hombre viendo luz emanando de su cuerpo, se levantó y se alejó llevando la camilla consigo. Unos judíos le detuvieron su marcha para hablar con él.

-Sabed que hoy es sábado y no tenéis permitido cargar con nada a cuestas.

-El mismo que me curó me dijo que lo hiciera.

-¡Decidme quien es! ¡Rápido!

Al girar la cabeza, no le encontró entre el gentío. Se habían marchado del lugar y no pudo señalárselo, ya que no conocía su nombre. No fue hasta unas horas más tarde, cuando supo de Él en el templo. Y Jesús que le había visto, se le acercó:

-¡Tened conciencia de que habéis sido curado! ¡No pequéis más para que no os suceda algo peor!

Una advertencia sabia, no era suficiente. Se dejó arrastrar finalmente por los sentimientos y el deseo que contar lo feliz que se sentía. Repitió el suceso sufrido… pensó únicamente en sí mismo. Su pecado provocó la persecución de Jesús ante los judíos. Se acercaron a pedir explicaciones por sus actos unos judíos:

-¡No está bien que obréis un sábado!

-¡Mi padre continua trabajando y yo también lo haré!

Eso les irritó aún más… no podían consentir que pusiera a Dios como a su padre. Era realmente grave si además decía ser como Él. Ya no era solamente violar el Sabbath, era compararse a Dios en todas las cosas.

Si estaban ciegos con lo que creían su propia verdad… ¿Cómo iban a ser capaces de reconocerla cuando la vieran pasar delante de sus ojos?

-En verdad os digo que el Hijo que por sí mismo no es capaz de hacer nada, no espere hacerlo con el Padre. Porque si Dios ayuda, también deberá hacerlo el Hijo. Con amor se muestra todo lo uno hace y grandes obras, tan grandes que incluso os maravilléis. Así como el Padre resucita y libra de la muerte a otros, el Hijo dará vida a los que ama. El Altísimo no juzga a nadie, le ha entregado a su Hijo dicha potestad para que le honren a Él como lo hacen con el Padre. Ya que si no lo hacéis también con Él, tampoco honraréis a Dios, que os ha enviado.

No quisieron seguir escuchándole a partir de este punto, alzando la voz y proclamando estar escuchando blasfemias de su boca.

-En verdad os digo…-tuvo que subir un poco la voz para que se callaran-que el que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado tiene vida eterna y no está sujeto a juicio sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad os digo que llega la hora en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios y aquellos que lo hagan, vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, también se lo ha dado a su Hijo, así como la de juzgar, al ser el Hijo del hombre.

Sus caras lo reflejaban todo y Jesús se dio cuenta:

-No os extrañéis de lo que os he dicho, pues vendrá la hora en que todos incluso los que están en los sepulcros, escucharán su voz. Saldrán de allí y vivirán los que obraron con el bien. Los otros serán juzgados y ni siquiera yo puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo y mi juicio es justo… no busco mi voluntad sino del que me ha enviado. Ya que si diera testimonio de mi mismo, no sería verdadero. Otro es el que da y yo sé que es verdadero.-Y señalándole a ellos, les dijo-Vosotros enviasteis una embajada a Juan y dio testimonio de la verdad. Pero no acepto el de un hombre, solo digo estas cosas para que os salvéis. La antorcha que arde y luce era Dios y quisisteis recrearos en su luz y en cambio no habéis comprendido lo que estoy haciendo. Mi testimonio es aún mejor que el de Juan, pues mi Padre me las encargó realizar… las mismas que habría hecho Él en persona ante todos vosotros. Jamás oyeron su voz, ni imagen alguna de su rostro, incluso ni guardáis en vuestros corazones su palabra divina. Y sólo porque no habéis creído en el Hijo que Dios os ha enviado. Examinad las escrituras, ya que en ellas creéis tener vida eterna. Ellas dan testimonio de mí y no acudís a mi presencia para que os lo dé. No acepto la gloria de los hombres y sé que no tenéis en vosotros el amor de Dios. He venido en su nombre… ¿y no me recibís? ¿Lo haríais de haber sido otro y con su mismo nombre? ¿Aceptáis gloria de unos y otros y no sois capaces de recibir del que viene de vuestro único Dios? ¿Acaso pensáis que yo os acuso de mi padre? Sabed que de eso ya lo hizo Moisés a quien vosotros esperáis. Si creyeseis en él, lo haríais conmigo porque escribió de mí. Si no lo hacéis con sus escritos… ¿cómo vais a creer en mis palabras?

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Cándido
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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 4:08 pm    Asunto: Saludos...
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola a todos:

Esto es lo que de momento tengo en capítulos de la vida en Jesús, espero que al menos les haya gustado. Pido también disculpas, al haber repetido alguno... desde luego era lo que menos quería hacer.

Un saludo.
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Leandro del Santo Rosario
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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 6:24 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola Cándido, ¿quién es el autor?
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Cándido
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MensajePublicado: Vie Mar 23, 2007 7:01 pm    Asunto: Hola Leandro!!!
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola que tal:

El autor soy yo: Cándido Casas del Rosal, que lo puse porque quería recibir una opinión sincera de mis escritos. Lógicamente a mi me encantan pero claro, es posible que a alguien no le guste. En cualquiera de los casos, yo continuo haciéndolos con la ilusión de que alguien los lea.

En ocasiones me escasean los datos para continuar y es una verdadera lata. Pero sigo buscando en internet sobre los apóstoles, seguir una cronología de la vida de Jesús que he encontrado e intentar ser lo más fiel posible. Si de alguna manera pusiera una barbaridad, que lo dudo, pero si lo hiciera me gustaría que me informase detalladamente.

Así yo lo podría corregir sin problemas...

Un saludo.
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Leandro del Santo Rosario
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Ubicación: Buenos Aires, Argentina.

MensajePublicado: Sab Mar 24, 2007 5:39 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

En ese caso, Cándido, muevo el tema al foro de reflexiones personales.

A los moderadores del foro: no he revisado los escritos de Cándido.
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Lula
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MensajePublicado: Sab Mar 24, 2007 6:57 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Càndido, mucho gusto.

Gracias por compartir con nosotros tus escritos, son agradables de leer.

Solamente quisiera agradecerte si puedes satisfacernos una curiosidad: tienes tù algùn sacerdote que te guìe, y revise tus escritos?

Muchas gracias, y que Dios te bendiga.

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Cándido
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MensajePublicado: Sab Mar 24, 2007 10:42 pm    Asunto: Hola Lula
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Gracias a ustedes por leerlo y no resultarles tedioso en su lectura. En cuanto a su curiosidad le diré que no lo tengo, por eso recurro a ustedes y es la principal razón por lo que lo publique en este foro. Necesito realmente a un guía que lleve realmente por el buen camino. Podría escribir algo mal y no darme cuenta del daño que podrían causar dichas frases o párrafos.

La frase: "Los discípulos recordaron lo que estaba escrito: "El celo de mi casa me devora". Realmente no entiendo muy buen su significado pero el solo hecho de aparecer en la biblia, me pareció importante ponerlo.

Un saludo y suerte en la vida...
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Lula
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 4:29 am    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Càndido:

Muchas gracias por tu respuesta. A tìtulo personal, me atreverìa a sugerirte la conveniencia de que un buen sacerdote te colabore revisando lo que escribes.....es muy importante, imprescindible dirìa yo, una guianza asì, y serà la ùnica que realmente te darà la certeza de que vas por buen camino. A la guianza del sacerdote, o incluso de varios buenos sacerdotes, podràs, claro està, agregar la ayuda que otros hermanos en la fè puedan brindarte, pero te repito que lo principal es que acudas a un sacerdote.

Por lo demàs, pues acà seguiremos leyendo tus escritos, la mayorìa no somos expertos, pero esperemos que puedas recibir de nuestros hermanos foristas las opiniones que buscas.

Dios te guìe y te bendiga siempre.

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Cándido
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 7:25 pm    Asunto: Agradezco su consejo...
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola Lula:

Agradezco su consejo y me lo pensaré desde luego... no parece mala idea desde luego. Lo que si quiero agradecer de verdad es la disposición que tienen ustedes para ayudarme en caso necesario, en serio...

Me gustaría que me respondieran a una pregunta: ¿alguno sabe como formaron parte el resto de los apóstoles que me quedan a la comunidad de Jesús? Voy por los hijos de Alfeo y me quedo sin ideas...

Un saludo.
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Albert
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 7:52 pm    Asunto: Re: Agradezco su consejo...
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hermano Cándido:

¡Paz y bien!

Cándido escribió:
Hola Lula:

Agradezco su consejo y me lo pensaré desde luego... no parece mala idea desde luego. Lo que si quiero agradecer de verdad es la disposición que tienen ustedes para ayudarme en caso necesario, en serio...

Me gustaría que me respondieran a una pregunta: ¿alguno sabe como formaron parte el resto de los apóstoles que me quedan a la comunidad de Jesús? Voy por los hijos de Alfeo y me quedo sin ideas...

Un saludo.


La Biblia no lo especifica y la Tradición no entra en esos detalles hasta donde se. Fueron llamados de la misma manera que los otros, pero los datos exactos no los tengo, pero lo que si puedo decirte que hijo de Alfeo era solo uno; Santiago. Este Santiago no es el otro Santiago que era hermano de Juan quienes eran hijo de Zebedeo y llamados los "hijos del trueno". Debes tener clara la distinción. Dios te bendiga.
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Cándido
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 8:41 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola Albert:

La distinción la tengo clara, lo que parece algo dudoso es que Santiago el Menor... llamado así para distinguirlo del otro, parece ser por páginas web que he encontrado es hermano de Judas Tadeo.

Al parecer, a Santiago el Menor se le denominaba "El hermano del Señor" y que se le presenta en imágenes con rasgos parecidos a los de Cristo. ¿Significa eso que tiene algún parentesco cercano a Jesús? ¿o el conocido sobrenombre tiene otra causa? En algunas paginas web lo ponen como primo suyo.

Algunos autores explican que esa fue la razón de porque Judas Iscariote tuvo que besar a Jesús y fue para distinguirlo de Santiago el Menor.

Este es el enlace:

http://www.aciprensa.com/catequesis/apostoles/index.html

Espero que me aclaren mis dudas en cuanto a Santiago el Menor y Judas Tadeo.

Un saludo.
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Albert
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Ubicación: Puerto Rico

MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 9:04 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hermano Cándido:

¡Paz y bien!

Si, Santiago el Menor era primo de Jesús, y ahora que lo mencionas eso de que sea hermano de Judas Tadeo también hace sentido de porque se dice que san Judas luego de la muerte y Resurrección de Jesús, usaba una medalla en su pecho con la cara de Jesús para hacer la distinción, pues muchos pensaban que era el mismo Jesús por su parecido físico, eso explicaría el parecido de Santiago el menor. Pero que fueran hermanos de sangre, pues no te lo podría asegurar. Dios te bendiga.
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enriqueellena
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 10:39 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola a todos; Quiero decirle a Candido en especial que tratándose de una narración personal y siendo fieles al magisterio de la iglesia, se debería aclarar en cada una de las aportaciones con un texto que deje destacado que se trata de una interpretación personal y que no responde literalmente al texto Bíblico.
De esa manera queda claro que es una hermosa forma de narración y no compromete la Sagradas Escrituras, esta aclaración podría ser incorporada por los Moderadores de ese Foro.
Que Dios los Bendiga.
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Cándido
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Registrado: 23 Mar 2007
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MensajePublicado: Lun Mar 26, 2007 3:52 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola Albert:

Al no poder asegurarme al menos, si tiene algún parentesco. Me temo que de momento tendré que paralizarlo hasta verse despejadas mis dudas. Es posible que vaya a un sacerdote porque otra solución no veo de ser solucionadas mis dudas.

En cuanto a Enrique Ellena, al que le mando un saludo, la mayoría de lo escrito está sacado de la Biblia. Sobre todo los diálogos (aunque hay algunas excepciones, como la conversación que tuvieron Salomé y Herodes), otras por ejemplo se han sacado páginas web como por ejemplo todo lo referente a la religión judía.

En ningún momento pretendo comprometer con las Sagradas Escrituras ni salirme del magisterio de la iglesia. Solamente quería narrar a modo de ver la vida, muerte y resurrección de Jesús.

Gracias también a los moderadores por la aclaración.

Un saludo y que Dios os bendiga...
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Cándido
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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 2:29 pm    Asunto: Saludos...
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Hola a todos:

En principio le he dado mis textos impresos a un cura para que él me diga lo que opina. Aparte también de averiguarme lo de Santiago el Menor y Judas Tadeo.

Lo de leerlo, ya me avisará para decírmelo pues le va a llevar en verdad algo de tiempo.

Como tengo una parte del capítulo siguiente, lo publicaré aquí mientras tanto. Y poner la continuación cuando continúe con él.

Un saludo.
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Registrado: 23 Mar 2007
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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 2:40 pm    Asunto: Preparación y Venida de Cristo capítulo 13 (1ª parte).
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
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Capítulo 13

El Hombre De La Mano Seca.


No sería la única vez que Jesús tuviera que dar explicaciones de sus actos, hasta ya pasada la pascua, cuando marcharon hacia Galilea. Aunque antes de mutuo acuerdo, se decidió tomar un pequeño descanso para comer y recuperar las fuerzas perdidas.

Mateo, que siempre estaba dispuesto a afrontar cuanto gasto económico aconteciera a la comunidad, se ofreció como voluntario. A pesar de haber provenido de familia rica, no le hizo variar en ningún momento su forma de ser. Algo sin duda a destacar de Mateo, gran procurador donde los haya. De esta manera, se iba introduciendo económicamente, a la vez que afectivamente en las vidas de todos los demás. Un sentimiento que se vio recompensado por Jesús, al convertirse en uno de sus mejores amigos.

La comida estaba realmente exquisita y de eso se encargó Mateo para que así lo fuera. No es que los conociera a todos pero al menos se interesó por el gusto culinario de cada uno de ellos. Su trabajo, que había dejado para irse con ellos, le había dado muy buen don de gentes y sabía entretener a los presentes con sus relatos y fabulas.

De entre todas aquellas risas, alguien les interrumpió la feliz velada. Un grupo de fariseos se acercaron al Mesías:

-Los discípulos ayunan y rezan con frecuencia como lo hacemos también nosotros ¿y sus discípulos pueden comer y beber tan tranquilamente?

-¿Pueden ayunar los invitados de una boda tendiendo con ellos al esposo? Mientras esto sea así, no lo harán. Tiempo tendrán en que les quiten al esposo y será entonces cuando ocurra. Nadie cose un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo porque el nuevo tira de lo viejo y el roto se hace mayor. O nadie echa vino nuevo en odres viejos, eso no hará más que romperlos y desperdiciar tal manjar. Sino que el vino nuevo se pondrá en odres nuevos.

Aunque no salió palabra alguna de sus labios, sus caras de enfado sin duda no iban a romper el agradable ambiente que se estaba respirando allí. Se marcharon del lugar sin dejar rastro. Horas más tarde se hallaba Cristo atravesando los sembrados de espigas y no tuvieron sus discípulos, otra cosa que hacer que cortarlas y comérselas con las manos.

Inesperadamente siempre aparecen testigos para todo y unos fariseos les gritaban a voces en la distancia.

¿Qué estáis haciendo? Si sabéis que no podéis trabajar siendo sábado… ¿Por qué lo hacéis?

-¿No habéis leído lo que hizo David, cuando tuvo hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, cogió los panes de la proposición, comieron todos, él mismo y sus compañeros. Sabiendo mucho antes, que estaba destinado solo a sacerdotes. El Hijo del hombre es Señor también del sábado.

En el tiempo que estuvieron por Galilea, vio a muchos del lugar que le conocían. Habían sido testigos de todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, habían sido testigos de lo sucedido.

No tardaría mucho en encontrar al que sería su octavo pupilo. Aunque realmente no se sabe con seguridad como lo conoció, ni cuando. Tal vez lo hiciera como pescador. De manera similar a como lo hizo con los restantes, remendando sus redes. Su nombre es Tomás, conocido también del griego “Dídimo”, que significa mellizo. Nada se sabe de ese hermano, si es lo que tuvo. Ni su rama familiar, su condición social, ni siquiera su oficio, pues algunos dicen que fue arquitecto.

Era un hombre de modales poco refinados y con una gran tendencia a las soluciones tajantes, rápidas y expeditivas. Un corazón impresionante y sensible, además de una lealtad indiscutible, que hacía notar con brutal franqueza. Un judío de pies a cabeza, que demostró un amor extraordinario hacia su Maestro, y un afecto especial, que sin duda, Él le tenía.

En cuanto a sus defectos, podríamos decir que se trataba de un hombre extremadamente desconfiado, al que la vida le había hecho el lado pesimista de las cosas. Además de ser bastante desconfiado también destacaba por su escepticismo. Realmente que Tomás hubiera estado hasta el fin con Jesús, fue posible al ver que llevaba la verdad consigo, a todas las partes donde iba.

Era increíble, pero parecía que Jesús esperaba a los sábados para realizar los milagros. Porque aquel día si lo era… Uno de tantos días en que Jesús metido en sus enseñanzas, se hallaba escuchando en las cercanías a un hombre. A diferencia de los demás, solo la tenía la utilidad de una de sus manos y justamente era la izquierda. Había acudido en busca de respuestas, ya sus acciones se habían visto limitadas al extremo.

Dirigió la mirada hacia los allí presentes y pudo ver que numerosos fariseos habían hecho acto de presencia. Supuso entonces que sus motivos eran otros distintos: Ser testigos y tener motivos para acusarle en un futuro de infringir la ley del sábado. De nuevo miró al pobre hombre que le escuchaba y leyó la decepción de su mente. De pronto le surgió una idea y dirigió unas palabras:

-¡Levantaos y acercaos a mí!-señalando a uno de ellos.

-¿Me llamáis a mí, Señor?

-¡Acercaos, acercaos!

Sus nervios afloraron al notar ser el centro de atención y el sudor resbalaba por sus mejillas. Aún así se levantó y pasando como buenamente pudo, llegó hasta Él. Unas palmaditas en la espalda recibió de Jesús, en un intento por tranquilizarle un poco. Le sonrío y mirando a todos les dijo:

-¿Se puede un sábado hacer el bien o acaso el mal? ¿Es posible salvar una vida o por ley hay que quitarla?

Al sentirse descubiertos, algunos de ellos no dudaron en marcharse. Se sintieron ofendidos por su causa.

Y mirando Cristo al hombre le pidió que extendiera sus manos. No pudo disimular la cara de sorpresa al verla, la tenía realmente arrugada como una pasa. Seguidamente agarró sus manos por debajo con fuerza.

-¡Padre mío y misericordioso, cura de este hombre, lo que se será el futuro alimento de sus hijos!-dijo mirando hacia arriba para después dirigirlo a sus manos.-Así sea…
Como si de un agujero se tratara, mandó Dios su luz celestial a través del techo y a la zona afectada. El dolor se reflejaba en su cara fruto de la restauración general de su mano. Esa era la principal razón para sujetarle fuerte. Poco a poco fue aminorando y su angustia se iba ya disipando. Aprovechó Jesús para soltarle y viera el resultado de su obra.
Volvían a tener el mismo tamaño, su sangre fluía al fin por su más preciada herramienta de trabajo. Sus rezos habían dado fruto y su progenie podría vivir la vida que se merecía. La emoción se fundió en un caluroso abrazo hacia Jesús, llorando desconsoladamente.

-Ahora os toca ser feliz… marchaos y no pequéis más…

Para colmo, los fariseos que allí quedaron, estaban muertos de rabia y discutían sobre lo que hacer con Él. Solo ellos sabrían el mal que ahondaba en sus cabezas en aquellos momentos… ¿o acaso lo sabríamos en un futuro?... (continuará)

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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 5:24 pm    Asunto: Re: Hola Lula
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Cándido escribió:
Gracias a ustedes por leerlo y no resultarles tedioso en su lectura. En cuanto a su curiosidad le diré que no lo tengo, por eso recurro a ustedes y es la principal razón por lo que lo publique en este foro. Necesito realmente a un guía que lleve realmente por el buen camino. Podría escribir algo mal y no darme cuenta del daño que podrían causar dichas frases o párrafos.

La frase: "Los discípulos recordaron lo que estaba escrito: "El celo de mi casa me devora". Realmente no entiendo muy buen su significado pero el solo hecho de aparecer en la biblia, me pareció importante ponerlo.

Un saludo y suerte en la vida...


Estimado Hermano Cándido, yo te recomiendo que tomes el Curso de Biblia de Catholic.net, es muy importante para todo Católico conocer la Sagrada Escritura , te será de mucha utilidad y especialmente te sugiero el capítulo sobre Revelación e Inspiración

Nosotros los católicos sabemos que la Interpretación de la Biblia es competencia del Magisterio de la Iglesia, en cambio los protestantes y los new agers hacen uso de la "libre interpretación".

http://es.catholic.net/conocetufe/804/2778/

Dios te Bendiga
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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 5:34 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Y también puedes aprender mucho de nuestro Hermano Albert

Idea http://foros.catholic.net/viewtopic.php?t=23371
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MensajePublicado: Mar Mar 27, 2007 5:42 pm    Asunto:
Tema: Preparación Y Venida De Cristo.
Responder citando

Interpretación de la Biblia

....." Lo más importante es leer la Biblia con mucha humildad y apertura de corazón, y con mucha docilidad a la enseñanza del Magisterio de la Iglesia, única garantía de que no haremos decir a la Biblia lo que nos conviene......."

Idea http://es.catholic.net/conocetufe/804/2778/articulo.php?id=27363


Cándido, no me lo vayas a tomar a mal, pero de verdad es importante como parte de nuestra Formación, tomar el Curso Biblico Católico
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