ANGUSTIA APOSTÓLICA

[Albert]

Herman@s:

¡Paz y bien!

Les comparto un documento que recibí a mi mail del MCC en Puerto Rico. Es el más reciente escrito de Monseñor Jaime Capó, co-fundador de Cursillos de Cristiandad. El documento es un reflejo de lo que pasa en el mundo cristiano.

¡No dejemos de orar!

ANGUSTIA APOSTÓLICA

Mons. Jaime Capó
(Movimiento Cursilos de Cristiandad)

No es incorrecto, aunque lo parezca, hablar de angustia apostólica. Esta palabra suena a desequilibrio, a falta de paz interior, a patología espiritual, pero, analizando el curso que siguen muchos movimientos cuya fuerza, efectividad, capacidad de convocatoria están probados y comprobados por el tiempo, vemos que se desvanecen por cansancio conformista de dirigentes o responsables. Al hablar de angustia, queremos señalar la sed insaciable que quemaba el alma de Cristo en la cruz. “Tengo sed”, que no quiso paliar con el brebaje que le ofrecieron los guardianes. Jesús sentía angustia ante las futuras ruinas del Templo. Sentía angustia al contemplar la multitud hambrienta. Desde esta angustia envió a los apóstoles a todas las gentes. San Lucas nos dice que Jesús en Getsemaní sumido en angustia insistía en la oración. Era la angustia de ver el mundo de espaldas al padre. Esta angustia nunca fue desequilibrio ni le arrebató la paz del alma. Comunicó esta angustia a los discípulos quienes no titubearon ante el martirio, y “el Cristo sediento” espoleaba su entrega en los momentos difíciles, y este grito no permitía el desánimo ante la actitud despectiva con que el mundo escuchaba del amor de un Dios crucificado. Con sudor y sangre sembraron esperanza para toda la humanidad. El apóstol es inconforme, y, por ello, siente angustia. Y es inconforme porque el amor es siempre inconforme. La angustia apostólica se contagia. Sin ello, de poco vale el discurso, la organización, la propaganda, los calendarios proyectivos, la vacía proclamación del mensaje desde el conformismo. Dirigente es el que contagia esta angustia; mira al mundo con amor, pena y esperanza, como Jesús miraba la madre del joven que resucitó en Naim. No seguirán a Jesús si los que se llaman “entregados” se instalan en lo conseguido o justifican la progresiva erosión de la entrega e ilusión apostólica. Cuando se apaga la sed del apóstol, el mundo muere de sed sin darse cuenta. Sobran discursos, clases, rollos, escritos, cuando los dirigentes viven sin angustia apostólica. ¿No hay vocaciones sacerdotales, no hay candidatos con hambre de Verdad, no hay contagio apostólico? ¿Por qué? ¿De qué valen los discursos o rollos o exposiciones doctrinales que, si bien satisfacen al oído, no inquietan el espíritu? Todos debemos pedir la gracia de la angustia apostólica: sacerdotes, seglares, religiosos, obispos y cardenales, único camino para que el don de la vocación sacerdotal, seglar, religiosa, jerárquica encuentre acogida en nuestro mundo y en nuestra Iglesia. Abramos nuestro corazón y no retrasemos la “Hora de Dios”. Una sola cosa preguntó Jesús a Pedro: ¿Me amas?

P.D. Nubeia, lee esto con detenimiento. Dios te bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS

[Marta Ines Lopez]

Albert, gracias por compartir este escrito que dice verdad tan grande.
Si los cristianos no tenemos "angustia apostolica", que nos lleve a querer saber más, dar más y sobre todo mostrar el rostro de Jesús a los demás el mundo se muere de sed porque no llega a conocer verdaderamente al
"agua viva" Roguemos para que el Señor nos de siempre esa angustia que nos lleve a conocerlo y darlo a conocer más, cada día
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Solo nos queda lo que damos

[Albert]

Hermana Marta Inés:

¡Paz y bien!

Si supieras!!! este documento dice más en lo no escrito que en lo escrito. Angustiosos y sedientos como Cristo hemos de mantenernos firmes ante la Cruz sin creer las falsas que puedan decirse, sin menoscabar la obras realizada por más de dos mil años, sin desanimarse ante la adversa enemistad que solo quiere confundirnos, sin dejar de obedecer a la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Cristo. ¡Qué no ceje la ilusión apostólica! Sigamos orando. Dios te bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS