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La buena marcha de un grupo no es llamarse Juan Pablo II.

 
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Patito
Esporádico


Registrado: 10 Ene 2007
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Ubicación: Alcalá de Henares

MensajePublicado: Lun Mar 26, 2007 8:51 pm    Asunto: Beatificación de Jèrome Lejeune
Tema: La buena marcha de un grupo no es llamarse Juan Pablo II.
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El Arzobispo de París comienza el proceso de beatificación de Jèrome Lejeune
La defensa de Lejeune siempre defendió al ser humano desde la concepción.



El arzobispo de París, Mons. André Vingt-Trois, previa confirmación de la Santa Sede, nombró al Padre Jean Charles Naud, prior de la Abadía de St. Wandrille, postulador de la causa de beatificación Jérôme Lejeune. De este modo comenzó el tan esperado proceso a nivel diocesano. El anuncio fue hecho en la XIII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, el 25 de febrero pasado.

El Dr. Jérôme Lejeune a los 33 años, en 1959, publicó su descubrimiento sobre la causa del síndrome de Down, la trisomía 21, esto lo convirtió en uno de los padres de la genética moderna. En 1962 fue designado como experto en genética humana en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en 1964 fue nombrado Director del Centro nacional de Investigaciones Científicas de Francia y en el mismo año se crea para él en la Facultad de Medicina de la Sorbona la primera cátedra de Genética fundamental. Se transformó así en candidato número uno al Premio Nobel.

Aplaudido y halagado por los “grandes del mundo”, deja de serlo cuando en 1970 se opone tenazmente al proyecto de ley de aborto eugenésico en Francia: matar a un niño por nacer enfermo, es un asesinato y además abre las puertas a la liberalización total del crimen del aborto.

En esos meses participa en New York en la sede de la ONU en una reunión en la que se trataba de justificar, ya entonces, la legalización del aborto para evitar los abortos clandestinos. Fue en ese momento cuando refiriéndose a la Organización Mundial de la Salud dijo “he aquí una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte”. Esa misma tarde escribe a su mujer y a su hija diciendo: “Hoy me he jugado mi Premio Nobel”.

La defensa de Lejeune siempre defendió al ser humano desde la concepción.

Rechazó científicamente no sólo el crimen abominable del aborto, sino conceptos ideológicos como el de pre-embrión. Por esas razones lo aislaron, lo acusaron de integrismo y fundamentalismo y de intentar imponer su fe católica en el ámbito de la ciencia.

Fue incomprendido y perseguido en ámbitos de eclesiales, y aislado por sus colegas. Pero en ningún momento escuchó a los prudentes que le aconsejaban “callar para llegar más alto y así poder influir más”: las estructuras de pecado no se pueden cambiar, sólo hacen cómplices. Hizo caso omiso también de los que le decían que estaba sumiendo en la miseria a su familia, ya que le fueron cortados todos los fondos para sus investigaciones de las cuales vivía: continuó con sus investigaciones, sostuvo a su familia y se financió dando conferencias.

Juan Pablo II, en carta al Cardenal Lustinger, entonces arzobispo de París, con motivo de la muerte de Lejeune decía: “En su condición de científico y biólogo era una apasionado de la vida. Llegó a ser el más grande defensor de la vida, especialmente de la vida de los por nacer, tan amenazada en la sociedad contemporánea, de modo que se puede pensar en que es una amenaza programada. Lejeune asumió plenamente la particular responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era víctima”.

En 1992 comienza, a petición de Juan Pablo II, la gestación de la Pontificia Academia para la Vida, creada por Su Santidad el 11 de febrero de 1994. El 26 de febrero de ese año recibe, ya en su lecho de muerte, el nombramiento de Presidente de la Academia. Entrega su alma a Dios el Domingo de Pascua de 1994 (3 de abril).

Rosa Bueno


Autor: Rosa Bueno- Fecha: 2007-03-24
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Patito
Esporádico


Registrado: 10 Ene 2007
Mensajes: 60
Ubicación: Alcalá de Henares

MensajePublicado: Lun Mar 26, 2007 9:08 pm    Asunto: La Iglesia sí acepta la auténtica igualdad entre sexos
Tema: La buena marcha de un grupo no es llamarse Juan Pablo II.
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Entre genio femenino y verdadero feminismo
En esta entrevista a Zenit, Alessandra Nucci, autora del libro en italiano «La mujer de una sola dimensión. Feminismo antagonista y hegemonía cultural» («La donna a una dimensione. Femminismo antagonista ed egemonia culturale», editorial Marietti), critica el feminismo que quiere cancelar el papel de madre y mujer, y presenta el genio femenino como senda para la verdadera emancipación.



--En su libro acusa a ciertas corrientes feministas de haber distorsionado la condición natural de la mujer. ¿Nos explica por qué y cómo se habría producido esta distorsión?

--Nucci: Yo acuso a un feminismo de élite de haberse apropiado de las justas instancias de las mujeres para llevarlas a apoyar la construcción de una cultura «antagonista». Es una instrumentalización ideológica cuyas raíces se pueden encontrar en el siglo XIX, pero en los años noventa encontró una desembocadura y una cobertura en la teoría «de género», una reformulación de la antropología de la que la mayor parte de las mujeres no sentía necesidad.

--Usted sostiene que estas formas de reivindicación están relacionadas con la desestructuración de la familia por una parte y con las políticas demográficas y de reducción de nacimientos por otra.

--Nucci: El género impone un concepto de igualdad que en realidad lleva a la uniformidad, y se traduce por tanto en un debilitamiento de las pertenencias y las identidades que forman la familia. Son pasos que resultan visibles en concreto si se sigue el desarrollo de las conferencias y de las convenciones de la ONU. La Conferencia de El Cairo de 1994 debía ocuparse de «población» pero vio una masiva participación feminista dedicada a reivindicar los propios «derechos reproductivos», entendidos como el derecho a no tener hijos.

Al año siguiente, las mismas componentes actuaron en la Conferencia de la Mujer en Pekín para oficializar, con hábiles estrategias de organización del «consenso» la redefinición de la palabra «género». Es una conquista del territorio cultural, palmo a palmo, que luego revierte en la cultura mundial, a través de un sistema piramidal de entes y organismos, gubernamentales y no gubernamentales, que se remontan a la ONU, que han asumido todos una componente educativa, y de los que la mayor parte de nosotros no sospecha ni siquiera su existencia.

--Entre las corrientes culturales que usted indica como decisivas en esta desestructuración de las identidades, está el ecofeminismo, que usted considera como un intento de favorecer formas de panteísmo neopagano. ¿Puede decirnos algo al respecto?

--Nucci: La alianza entre feminismo y ecologismo se formalizó en la Conferencia Mundial de Río de Janeiro sobre Ambiente y Desarrollo de 1992. Estaban presentes decenas de delegaciones feministas, que lograron insertar en los documentos finales abundantes referencias a la condición de la mujer. De este modo, desde esta conferencia que por primera vez expresó una visión del mundo biocéntrica, el hombre ha ido poniéndose cada vez más al mismo nivel que la flora y la fauna, mientras que a la mujer ha sido dado el papel de guardiana de la naturaleza, con la que tendría en común la capacidad de dar la vida y la suerte de víctima de la sociedad patriarcal.

La paradoja es que es justo el ecologismo que confluye en el panteísmo New Age, y que tiene por sacerdotisas a las mujeres dedicadas a las filosofías orientales, el que ha difundido la cultura que quiere hoy que todo sea «natural» y «holístico», desde las patatas hasta la educación. Pero cuando se trata de la fisiología natural de la mujer, todo medio es lícito y oportuno para desincorporar de ella la maternidad y manipularla con medios artificiales

Estas teorías se han injertado en el terreno ya preparado por una parte de la teología feminista, que en sus formas más extremas ha dado lugar a formaciones neopaganas, y que tanto ha contribuido al vaciamiento de los conventos estadounidenses a partir de finales de los años sesenta.

--En un capítulo de su libro usted sostiene que la Iglesia no rechaza en conjunto todo el feminismo sino que hace un discernimiento bien preciso. ¿Qué quiere decir?

--Nucci: Mientras que en la cultura «de la acusación» en la que vivimos hoy las diversidades son exaltadas para contraponerlas, la Iglesia ve en las diferencias algo que lleva a la relación. Es lo que escribía Benedicto XVI en su «Carta a los obispos sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo», publicada en 2004, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sobre las huellas de los escritos del Papa Karol Wojtyla, también la «Carta a los obispos» ponía de manifiesto el hecho de que existen valores y un «genio» distintamente femeninos. Pero desde cuando Pablo escribió «no hay ya ni hombre ni mujer» (Gal 3,27-2Cool, la Iglesia siempre ha afirmado la paridad entre los sexos, depurada de la rivalidad.

La historia y los documentos están para atestiguar además que no es ni siquiera verdad que celebre a la mujer sólo si es mujer o madre. El solo hecho, en fin, de que para la Iglesia el modelo de perfección para todos, varones y féminas, sea una mujer, María de Nazaret, debería ser prueba suficiente de que el catolicismo está a favor de la mujer por definición. Por suerte, si el léxico antagonista pliega todo a la tesis de la opresión patriarcal, hoy son mayoría, aunque no hagan ruido, las teorías feministas que valorizan en la mujer justo esta gran propensión a la relacionalidad.

ROMA, jueves, 8 marzo 2007 (ZENIT.org).-
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