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Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?

 
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susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Vie Mar 30, 2007 4:43 pm    Asunto: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
Tema: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
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Donación de plaquetas para una joven madre de familia...
Año 2000

Dentro de la empresa en que trabajaba tenía un compañero muy joven llamado Omar, que estaba casado y tenía un pequeño hijito de apenas un año de vida. Un día nos confidenció al grupo de trabajo, que pasaba por una difícil situación, pues su esposa Carolina, estaba enferma de leucemia desde hacía unos pocos meses y parecía que ningún tratamiento daba buenos resultados. Al llegar a casa lo comenté a mi marido y comenzamos a hacer la novena del Padre Pío, solicitándole que intercediera por la salud de la esposa de mi amigo.

Un par de días más tarde Omar llegó afectadísimo contando que necesitaba para Carolina al menos 100 dadores de sangre, por lo que varias personas de la empresa decidimos ir a la mayor brevedad posible a donar sangre al hospital donde se hallaba internada. Me acerqué a hablar con él, para decirle que con mi marido ya estábamos orando por su esposa. Omar, muy emocionado, me contó que también hacían la Novena del Padre Pío y el Rosario por lo que me pidió unirme a cierta hora de la noche a la cadena de Oración, a la que a diario participaban familiares y amigos. Le hice la promesa de unirnos a la cadena a partir de esa noche.

Al mediodía concurrí al hospital. Aunque nunca antes me habían extraído sangre y me daba algo de miedo hice muy contenta mi donación. Cuando descansaba en una salita especialmente habilitada para los donantes, entraron dos enfermeras para contarme que mis exámenes había arrojado un resultado inesperado. Se habían dado cuenta cuenta, para su total sorpresa, que mi organismo era capaz de producir doscientas veces el número de plaquetas de cualquier persona normal y que una donación de estos componentes en tal cantidad sería una ayuda maravillosa para Carolina, dado que presentaba un serio déficit de plaquetas. Las enfermeras me explicaron que las plaquetas son componentes de la sangre que precisamente sirven a los procesos regenerativos y que esta sola donación de mi parte sería el equivalente a la donación de 150 personas a la vez. Para Carolina era providencial mi entrada en escena, pues ella precisamente requería con urgencia el número de plaquetas que yo podría donarle en un solo día. Era muy difícil hallar rápidamente a 150 voluntarios dispuestos a someterse por dos horas a un proceso un tanto complicado y del que apenas podrían obtener 2 ó 3 plaquetas por persona. Por otro lado, el hospital sólo disponía de dos máquinas para hacer la extracción, y no podrían atender con rapidez a tantos donantes de plaquetas, si los hubiera.

Obviamente mi donación sería un gran regalo para esta joven esposa y madre, por lo que no titubeé en ofrecerme para someterme al proceso de extracción. Las enfermeras, felices, me llevaron a la sala para mostrarme las maquinarias y explicarme los pasos a seguir. Me comprometí a asistir al día siguiente, pues daba por hecho que en la empresa comprenderían la situación y me autorizarían a llegar más tarde a la jornada laboral.

Me presenté temprano, me sentaron en un cómodo sillón y me pincharon las agujas en ambos brazos. Así sentada por espacio de dos horas, vi todo el proceso y recorrido que hacía mi sangre que salía desde uno de mis brazos, recorría una manguerita transparente, llegaba hasta el tambor de extracción para luego avanzar por otra manguerita hasta mi otro brazo. Pasadas dos horas, las enfermeras me mostraron, cual precioso botín, la bolsita donde estaban depositadas las que ellas llamaban un verdadero puré de plaquetas. Me decían que efectivamente, yo era un caso extraordinario de donante de plaquetas, y que jamás habían visto un caso así

A la semana siguiente Omar nos comentaba que a Carolina le habían traspasado todas mis plaquetas. Los días posteriores ya presentaba una evidente mejoría. Semanas después fue dada de alta del hospital, sin tener después ninguna recaída, lo que para los doctores definían como un verdadero milagro, dada la gravedad a la que había llegado. Carolina meses después ya había vencido completamente su leucemia y logré conocerla en una convivencia con mis compañeros de trabajo. Ella se acercó para agradecerme la donación.

Un par de años después, en otra situación un familiar me pidió ir a donar sangre al mismo hospital. Lo hice y después de la donación comenté a la enfermera lo que me había sucedido la ocasión anterior. Ella se dirigió a ver los exámenes y volvió para comentarme que era muy extraño lo que ahora le contaba pues ahora los resultados decían que producía la misma cantidad que cualquier organismo normal...

Ahora recién pude comprender... Dios había hecho, que para la situación de Carolina y su enfermedad mi organismo produjera una cantidad abundante de plaquetas. Sólo la pude relacionar a que por esos días con mi marido nos uníamos a la familia y amigos de mi compañero de trabajo en el rezo de la novena del Padre Pío y el rezo del Santo Rosario ...
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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Vie Mar 30, 2007 4:45 pm    Asunto:
Tema: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
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Conversión de un amigo
Año 1998

Una mañana conversaba con un compañero de trabajo a quien tenía muchísimo aprecio. Conocía a Antonio hacía varios años y pese a ser una persona muy noble era ateo.

Antonio, sabía que a la hora de almuerzo, siempre me dirigía a la capilla del Campus, a la Liturgia diaria, pues siempre le había comentado que en la lectura de la Biblia, Dios nos entregaba grandes luces que nos ayudan en nuestro diario vivir.


Una mañana le comenté, muy extrañada, que la noche anterior, ante un grave problema que yo tenía y que él conocía, había orado fervientemente pidiendo a Dios que me iluminase para comprender bien lo que pasaba con aquella situación. Le comenté a Antonio que de improviso había percibido en mi interior un gran ardor y enseguida tras de mi había sentido como si una gran lámpara iluminara toda mi mente, y que inexplicablemente había visualizado muchas imágenes que daban respuesta a esta situación que me era tan difícil de comprender...

Después de nuestra breve conversación me dirigí a mi escritorio. Momentos después llegaba Antonio para preguntar si podía acompañarme a la misa, conociéndolo adiviné que la intención era saber si efectivamente, la lectura de hoy me ayudaría en el problema que deseaba resolver. Le dije que sí, que iríamos juntos

Llegada la hora partimos a la misa, a la que acostumbradamente asistía solo un pequeño grupo de funcionarios y de alumnos de la universidad. Después de las lecturas correspondientes el sacerdote comenzó a darnos sus comentarios. Con gran sorpresa para ambos, el sacerdote empleó calcadamente las mismas frases y expresiones que esa mañana yo había hablado a Antonio. Mi amigo, desconcertadísimo miraba al padre y me miraba a mí, ¡No lo podía creer! Eran exactamente las mismas palabras que me había escuchado un par de horas antes. Antonio se tomó la cabeza con las manos y sentado se encogió sobre sus rodillas y comenzó a llorar desconsoladamente. Todos los presentes nos extrañamos de tal actitud, incluso el sacerdote me hizo un gesto con la mirada para preguntarme que le estaba sucediendo a mi amigo. Sólo le respondí encogiéndome de hombros. De allí hasta el final de la breve misa Antonio no dejó de llorar tapándose el rostro con sus manos. Al término le di un fuerte abrazo y lo invité a salir de la capilla. Me dijo que quería quedarse allí solo durante un momento.

Comprendí la situación y volví a la oficina. Antonio volvió cerca de las cuatro de la tarde. Su semblante evidenciaba que había estado llorando desconsoladamente, ahora venía con una actitud cabizbaja y pensativa. Nunca quise referirme al asunto, pues ambos sabíamos en complicidad lo que había sucedido ese día. Íntimamente agradecí a Dios el cambio de actitud que sabía que tendría mi amigo ante el tema de la fe.

Seguí yendo a misa, no me acompañaba Antonio, sin embargo veía un cambio notorio en él con respecto a Dios. Después de un breve tiempo me cambié de trabajo y seguí en contacto con mi amigo. Un año después me envió un e-mail donde me contaba que ya estaba tomando el tercer nivel de un curso de Lectura de la Biblia que se impartía para funcionarios de la Universidad y que ahora tocaba la guitarra en la misa diaria de la capilla del campus...

A esa alturas era evidente, que Dios había entrado de lleno en el corazón de Antonio...
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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Vie Mar 30, 2007 4:46 pm    Asunto:
Tema: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
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Un año concedido
Julio 1999

Viernes 28 de julio de 1999. El día siguiente sería el cumpleaños de Roberto, mi marido. Mi padre me había telefoneado para decirme que mi abuelita, su madre, ya había entrado en la fase terminal del cáncer al estómago que padecía hace año y medio. Me avisaba que ya estaba agonizando, para que fuera a verla.

Mi abuelita, de quien me habían puesto su nombre, Susana, había cuidado de nosotros, sus únicos tres nietos, para ayudar a mis padres mientras trabajaban. Tenía un carácter serio, pero sin embargo se caracterizaba por ser una mujer muy responsable, puntual, y de extraordinaria buena voluntad para todo aquel que le solicitase un favor. Pero había algo que siempre me había preocupado. Cuando yo aún no nacía, mi abuelo falleció de un ataque cardíaco, hecho que le había afectado hasta tal punto que se enojó con Dios y nunca más quiso pisar una iglesia, ni saber más de EL.

Siempre le había manifestado mi agradecimiento, pero ahora, en el ocaso de su vida y durante el transcurso de su enfermedad, quise retribuir su dedicación con gran cariño y respeto, visitándola todos los fines de semana. Ahora, debía atenderla cuidadosamente. A estas alturas ya estaba inconsciente. Le prodigué todas las caricias que pude y oraba continuamente a su lado. Con mi padre la bañamos y procuré limpiar su boca cada vez que lo necesitaba.

Llegada la noche del domingo ya debía partir a casa con mi marido y mi pequeño hijo. Presentía que ya no volvería a verla, así es que a solas me despedí penosamente de ella, aunque no pareciera escucharme. Desde hace mucho tiempo me preocupaba tanto su salud corporal, pero sobretodo me preocupaba su espíritu, pues deseaba que ella pudiera partir ya reconciliada con Dios.

Esa noche, al llegar a casa, no podía quedarme dormida, pues la tristeza me embargaba por completo. Cuando recién pude conciliar el sueño sentí una suave brisa en el rostro, abrí los ojos y sentí el perfume de flores que caracterizaba a mi abuelita. Entonces una sensación sublime de felicidad invadió mi alma y supe de inmediato que ella había venido a despedirse y a avisarme que estaba muy bien y que descansaba en paz. A oscuras tome mi reloj y me dirigí al baño para ver la hora. Eran las 4.06 de la mañana. La felicidad que sentí, aquella noche, es comparable a lo que mi alma sintió, años después, al ver al Padre Pío a mi lado en el hospital.

Entonces, regresé a mi cama y pude, al fin, quedarme dormida en serenidad absoluta. Mi alma ya sabía que mi abuelita estaba reconciliada con Dios. A la mañana siguiente, mi padre llamó por teléfono a las 7.00 horas para contarme que él había estado junto a ella cuando dejó de existir. Le pregunté la hora de su deceso. Me contestó que había ocurrido a las 4.05 de la mañana, la misma hora en que la brisa me había despertado.

Al dirigirme a casa de mis padres, logré acordarme de algo que había quedado guardado en mi corazón. Hace precisamente un año, también para el cumpleaños de Roberto, mi papá había llamado para avisarme que mi abuelita estaba ya en sus últimos días de vida, pues el cáncer, que para ese entonces se había manifestado hacía unos seis meses, la había vencido y que se esperaba su muerte inminente. La visité entonces y me había impresionado su deplorable aspecto agonizante, que había adquirido en unos pocos días. En ese entonces, al llegar a mi casa había rogado a Dios para que le concediese un año más de vida, a fin de que durante ese tiempo pudiese hablar discretamente con ella y pudiera hacerla rectificar su actitud frente a Dios, para que cuando falleciera su alma ya estuviera en gracia de El. También me acordé que pocos días después de que hiciera tal petición a Dios, ella había tenido una recuperación increíble y que si bien aún mantenía el cáncer, su ánimo había mejorado ostensiblemente, lo que había permitido que en los meses siguientes mi padre y yo le hablásemos de Dios y de la Iglesia, que ella nos escuchara con interés, que la acompañáramos a ver misas por TV, y hasta lográramos que pidiera la visita de un sacerdote para confesarse en tres ocasiones. Todo lo cual antes había sido impensable dada su postura firme y resistente contra Dios

Tengo la certeza de donde se encuentra ella ahora. Y agradezco a Nuestro Padre Dios haberle concedido el año que necesitaba para reconciliarse con EL, y le agradezco, también, haber permitido que se comunicara conmigo para traer paz a mi alma, y poder vivir la tranquilidad de saber que está en su presencia.

Pude comprobar, que Nuestro Padre Celestial, con tal de acercarnos a El, nos otorga todo el tiempo que necesitamos...
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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
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MensajePublicado: Vie Mar 30, 2007 4:47 pm    Asunto:
Tema: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
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No sabía quien era Santa Susana...
Año 1993

Recuerdo que un día sábado mientras ordenaba mi habitación, me puse a pensar quien habría sido Santa Susana, una de mis protectoras y me preguntaba en donde podría conseguir tal información (en aquella época no existía internet)

Repentinamente giré la mirada hacia el mueble donde tenía todos mis libros y sin pensarlo me dirigí hacia la Biblia que nos habían regalado a cada alumna en la graduación de nuestro colegio Santa Luisa de Marillac. Tomé la Biblia y la abrí en cualquier lugar. Para sorpresa mía, lo hacía precisamente en la “Historia de Susana y Daniel” (Dan 13, 1-60)
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susana riquelme
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Registrado: 14 Sep 2006
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MensajePublicado: Vie Mar 30, 2007 4:48 pm    Asunto:
Tema: Relatos: ¿Casualidades o Diosidencias?
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Buscando la película “Marcelino, Pan y Vino”
Año 2000

Año a año de pequeña había visto dentro de la programación de Semana Santa, la antigua película de “Marcelino, Pan y Vino”, que narraba la tierna historia de un pequeño huerfanito abandonado en un convento franciscano. Me cautivaba la actuación del pequeño actor Pablito Calvo, quien a mi juicio tenía toda la ternura que me imaginaba debía haber tenido san Francisco de Asís.

Ya adulta, durante Semana Santa, ya no mostraban la película dentro de la programación, por lo que durante mucho tiempo la eché de menos. Entonces me di a la tarea de buscarla por distintos locales de películas de video, en especial donde vendieran aquellas de corte religioso. Tarea infructuosa, pues no obtuve resultados positivos.

Días después, en la empresa donde trabajaba, llegó un joven vendedor de cintas de video, que acostumbraba a recorrer, mes a mes, distintas oficinas del sector ofreciendo las últimas cintas infantiles. El joven estaba en la recepción de la oficina. Cuando pasé a ver si traía alguna película apropiada para mi hijo Robertito, advertí que tenía una cinta apartada del resto, ¡era la película de “Marcelino, Pan y Vino”!

Sorprendida le dije ¡Esta película es para mí... la he buscado por todas partes!... Mientras la pagaba al joven vendedor, me contó que esa mañana cuando entró a la bodega de su empresa a tomar las películas que ofrecería, le había causado curiosidad esa cinta, pues era la única y jamás la había visto antes, ya que jamás en la empresa habían distribuido películas religiosas... Por lo que sentí que esa cinta de video era para mí...
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