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Víctor, alguien que supo perdonar

 
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Montse*
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 1020

MensajePublicado: Mar Abr 03, 2007 8:41 pm    Asunto: Víctor, alguien que supo perdonar
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Os copio un escrito que acabo de terminar:


VICTOR
Alguien que supo perdonar

"Basado en un hecho real"



¿Alguna vez la vida te ha mostrado la felicidad cara a cara y luego has tenido que hacer una carrera contra reloj para no perderla y conseguir hacerla tuya?

¿El dolor te ha herido?

¿Has perdido a quien más amabas?

¿Has sentido como la impotencia te hace presa de la situación?

Si conoces estos pesares, eres mi compañero de luchas y tristezas, porque compañero es quien comparte un mismo camino, y conmigo intervienes en esta vida que para algunos nos guarda tristezas que nos marcan, dolores que nos renuevan y nos fortalecen, alegrías que te llenan al palpar el sentido del dolor y hacerlo conocido del
entendimiento. Esa amargura que pincha el corazón. Esta vida que vives gracias al amor y que sólo si la vives con amor llegarás al amor de verdad, a Dios y a la felicidad eterna.


El amor no promete perfección, porque errar y pecar es humano, pero el amor sí que promete perdón. Porque perdonar es Divino y Dios es amor.

Quien es capaz de perdonar, es capaz de amar. Perdonar es dar otra oportunidad, es confiar en la otra persona y hacerte digno de su amor.
















Las manecillas del reloj ya señalaban las cinco en punto de la tarde. En el patio del colegio la sirena cantó la señal de despedida a la clase de matemáticas en el aula de 1º de primaria, y todos los niños empezamos a recoger.

-Judit, tienes cara de patata – me dijo Joaquín Lindón con su voz de niño repelente mientras me estiraba una de mis pelirrojas trenzas.

- ¡Déjame Joaquín! ¿Por qué me molestas siempre?

- Cara de patata, cara de patata…- cantaba Joaquín con intención de fastidiar.

Cargándome la mochilla de los deberes en la espalda, salí disparada hacia la puerta de salida, con la cancioncilla de Joaquín de banda sonora que por suerte se silencio con la distancia. No tenía ganas de estar con el pesado de Joaquín, ya que me solía incordiar intencionadamente y conseguía hacerme llorar.

Al llegar al patio, me escondí entre la aglomeración de padres y niños, me aliviada fuera del peligro. Pero…ay de la ventura…advertí como alguien daba un fuerte tirón a una de mis trenzas, me giré y allí estaba el rechoncho y bajo de Joaquín a la carga para atosigarme de nuevo.

- ¡Déjame en Paz Joaquín!, Sino…

- ¿Sino qué? ¿Llorarás para que me castigue la profe? ¡Eres una cobardita¡

En ese momento, unos brazos me sujetaron por la espalda y dándome un abrazo reconocí el rostro de mi querido y cariñoso hermano Víctor de 15 años y una altura de la que yo presumía constantemente.

-¿Cómo estás princesita?

- ¡Víctor!!! – Grité contenta, había llegado mi salvador.

-Vaya ¿Qué haces tan despeinada?

- Joaquín Lindón me está molestando
Víctor se puso serio, y a la vez que se ponía erguido mirando a Joaquín y tapándole con su sombra le preguntó:

- ¿Eres tú Joaquín?

El niño ante la presencia de mi valiente hermano empezó a tartamudear y con una voz ahogada se oyó un trémulo “sí”.

- Pues no fastidies más a Judit o te vas a enterar ¿De acuerdo?

- De…de…dea…de…de acuerdo- respondió Joaquín tragando saliva, y temeroso desapareció de la estancia corriendo.

Estaba tan satisfecha que abrazando las largas piernas de Víctor le dije: - ¡Te quiero hermanito!

La cara de Víctor dibujó una gran sonrisa, y elevándome encima de sus hombros me dijo:

- Y yo te quiero a ti princesita.

Era tan feliz con mi hermano. Víctor hacía experimentos en el garaje de casa con sus animales, quería ser científico, yo era su compinche de experimentos; me encargaba de buscarle moscas y le avisaba cuando mamá podía ver correteando sobre la cama de Víctor los hámsters con los que experimentaba o las tortugas de su mini pecera.

Recuerdo que una vez Víctor estuvo experimentando con una mariposa que había cogido en la casa de campo de los abuelos y l pintó las alas con tinta roja de bolígrafo; la mariposa se escapó y se fue volando por el piso, nunca más la vimos, debió de salir por una ventana.

Los sábados por la tarde me compraba una pasta de crema y la pasábamos en el parque más verde de la ciudad. Yo jugaba en los columpios y él se ponía a leer. Una vez se estuvo leyendo un libro de unas 300 páginas del que yo no entendía el título, se llamaba mmm… “Pigmentos superficiales de la epidermis de las alimañas”

Siempre le daba gracias a Dios por tener un hermano tan genial. Mis compañeros de clase me preguntaban cómo era posible que quisiera tanto a mi hermano si ellos siempre se peleaban con sus
hermanos y yo les decía: “Es que Víctor es un hermano especial”.

Sí, en verdad era especial. Era un chico no muy hablador y era un poco despistado.

Después de salvarme del hastío de Joaquín; salimos del colegio y nos dirigimos a una liberaría-biblioteca que hay en la calle paseo de Gracia, cerca del colegio. Era el lugar preferido de Víctor, estaba toda llena de libros y en la sección de física y química había un pequeño laboratorio con microscopios y todo. A mí lo que más me gustaba de ese lugar era la alfombra amarilla, era tan suave y estaba siempre tan limpia. Cuando no miraba el Sr Emilio, el encargado de la biblioteca, me echaba en el suelo y hacía los deberes. El Sr Emilio con su larga barba gris y sus gafas súper graduadas, tenía un aspecto muy peculiar. Siempre estaba masticando un chicle de fresa y quería que hubiese un silencio completo, luego se ponía unos auriculares y se estaba toda la tarde escuchando Frank Sinatra.

Aquella tarde, como no tenía deberes; cogí un libro para leer, escogí “La bella y la bestia”, por la ventana pude ver como el cielo se había encapotado todo de nubes grises y el sol no podía sacar la cabeza. Faltaban pocos minutos para que la biblioteca se cerrara y Víctor saltó:


- ¡Uy! Judit, ahora recuerdo que mamá ha pedido que fuera a comprar el pan saliendo del cole.

- Pues así vamos ahora…

- ¿Dónde tendría yo la cabeza?

- Es que eres muy despistado Víctor, a lo mejor te iría bien escribirte los recados en la mano como las chuletas.

- Mmm… no creo que resultara, porque tampoco me acordaría de mirarme la mano. Ven… te ayudo a ponerte el abrigo, que afuera hace frío.

- Gracias

Salimos y nos despedimos del Sr Emilio con un tono de voz apropiado para no perturbar el grato silencio de la sala.

- Adiós Sr Emilio

A lo que él nos respondió con un ligero movimiento de cabeza, y destapándose una oreja del auricular añadió:

- Hasta mañana chicos!

Fue poner un pie en la calle y entramos en el acontecimiento que iba a darme la mayor tristeza de mi vida.

Estábamos tan inmersos en nuestros pensamientos individuales que no nos dimos cuenta de que un hombre de unos cincuenta años y con una cara sin afeitar nos iba siguiendo.

Una vez entramos en la estación del metro, Víctor me cogió fuertemente de la mano para que no me perdiera. Al entrar por uno de los solitarios pasadizos; el hombre que nos seguía, incitó a Víctor a que se girara dándole un empujón por la espalda. Yo también me giré y me asusté al ver que ese hombre nos amenazaba con un cuchillo mientras decía de manera desesperada:

- ¡Dadme todo el dinero que llevéis encima! ¡Rápido!

Víctor sin tener que pensárselo sacó la cartera y se la dió con una cara que nunca había visto en mi hermano. El hombre se quedó con la cartera y de un tirón me cogió de la mano añadiendo con voz amenazadora:

- Tú te vienes conmigo

- ¡No! – gritó Víctor cogiéndome de la otra mano. Fue en ese instante cuando el hombre le apuñaló.

- ¡Víctor!!!

Providencialmente, un inspector de policía y dos hombres acaban de oír los gritos y se dirigían corriendo hacia nosotros. El ladrón, nervioso me arrojó al suelo y empezó a correr. El policía corrió tras él y los dos hombres se acercaron mientras uno con un aspecto reconocido por mí le decía al otro:

- ¡Llamé a una ambulancia!!

Mi alegría sin querer se apagó y envuelta por la atmósfera del impacto mis ojos se nublaron no poniendo atención en los dos hombres.

- ¡Víctor! ¿Estás bien?

Mi hermano querido yacía en el suelo completamente blanco, me miró y me sonrió para que no me asustara.

- Víctor... – el corazón me palpitaba a cien por hora y las lágrimas me inundaban los ojos - hermanito...

Incorporándole un poco, lo abracé con fuerza llorando desconsoladamente.

- Te quiero hermanito... no te vayas, no me dejes... – levanté la mirada y recé: - Jesús cúralo, por favor...

Entonces, haciendo un esfuerzo para hablar Víctor me susurró al oído:

- No te preocupes princesita... todo... todo es providencial...si... si Dios quiere llevarse mi alma junto a Él no sufras por mí... seré muy feliz y te esperaré – en silencio escuchaba atenta estas palabras y las meditaba mientras Víctor suspiraba profundamente- diles a papá y mamá que no se aflijan... nos reuniremos de nuevo todos en el Cielo.

- ¡No!, Víctor no te mueras – y mi alma entera fue atravesada por la afilada hoja de una espada.

- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono, reza por él y su alma...

Estas últimas palabras me quedaron grabadas en el corazón y la memoria las retuvo para siempre en su regazo.

Recuerdo que Víctor no tenía miedo, se le notaba mucha paz interior. Cogí el escapulario que él llevaba colgado siempre del cuello y se lo acerqué a los labios para que pudiera besar la imagen de la Virgen María, nuestra Madre tan amada.
- Madre Bonita, no te apartes de Víctor... si tiene que irse llévatelo directo al Cielo, por favor...

Y después de que mi querido hermano besara el escapulario, yo también lo hice. La paz y serenidad que Víctor desprendía me fueron contagiadas y tan triste que estaba; noté como la Virgen María nos abrazaba a los dos.

Víctor, sin color en las mejillas, me miró a los ojos, y acariciando mi mojada faz me contó:

- Veo que la Virgen María viene a por mí... es tan preciosa... te quiero princesita... sé santa.

Estas fue la despedida. Víctor ya cerraba sus cristalinos ojos, como cristalina era su alma, para siempre y se iba al lado de Jesús cogido de la mano de la Virgen María.

Sollozando lo abracé aún con más vigor que antes... y mi alma declaró:

- Víctor, sé que estás en el Cielo... te prometo que me reuniré contigo allí... te quiero... y siempre te querré.

Uno de los hombres agachándose me dijo con los ojos lagrimosos:

- Lo siento Judit... la ambulancia ya está de camino

Era el Sr. Emilio, al ver una cara conocida me sentí un poco confortada y acompañada en el sentimiento, pero el dolor no me dejó mencionar más palabras que: - Gracias

Estuve abrazando a Víctor hasta que llegó la ambulancia. Me costaba tanto creer que era real lo que estaba sucediendo...

Cuando llegó la ambulancia pedí subir, quería estar más rato con lo que me quedaba de Víctor, ya que pronto sólo serían recuerdos. El camillero no quería, pero el Sr. Emilio consiguió convencerle. Dios bendiga al Sr. Emilio.

Al subir a la ambulancia, me acordé de las palabras de Víctor:

“- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono,
reza por él y su alma...”

La respuesta a ese recuerdo fue una oración:

- Jesús, perdona a ese hombre. Sálvale el alma Tú que moriste en la cruz.

Esa sincera y límpida oración salió del alma de una niña que por amor a su hermano supo perdonar y rezar por el asesino de su felicidad.

Unos Km. más adelante se encontraban dentro del metro el asesino y el policía que había podido entrar por los pelos antes de que se cerraran las puertas e intentaba abrirse paso entre el gentío para legar al asesino.

¿Cómo un hombre puede llegar a caer tan bajo y llegar hacer lo que hizo Sergio Tabernat?

Sergio tenía 55 años. Había sido un gran hombre de negocios, con ellos ganó mucho dinero y se había casado con una mujer muy hermosa. Pero su esposa como sólo era hermosa de físico y no de alma; no había querido darle ningún hijo y hacía diez años que lo había dejado para irse con otro hombre. Sergio amaba mucho a su esposa, como no era un hombre de fe; la pérdida de lo que más amaba y por lo que luchaba en su trabajo para enriquecer más y más de manera deshonesta, le hundió completamente en la miseria moral, espiritual y monetaria. Ahora era un vagabundo que dormía donde podía y se gastaba lo que robaba en la bebida.

Un hombre que había llegado a ser la envidia de muchos por su prestigio, dinero y por tener una mujer modelo. Perdió lo que él creyó que era amor verdadero de mujer a hombre y todo lo material que no le daba la felicidad que llena el alma y es plena y verdadera.

Ésta era la causa por la que un hombre sin Dios era capaz de llegar hacer lo que hizo Sergio.

Sergio se bajó del metro en la primera estación que pudo y detrás de él, el policía que le seguía. Sergio corría y corría pero el tener una mente tan sucia y una dieta tan mala a base de alcohol, le permitían al inspector de policía Jorge Eiximenis, un valiente de treinta y cinco años bien entrenado, llegar alcanzarle. El inspector, desenfundando su pistola gritó:

-¡Quieto! ¡Policía!

La gente que había en la parada se apartó alarmada de Sergio Tabernat, y éste quedó sólo frente a su rastreador…

- ¡Levante las manos! – le ordenó Jorge Eiximenis apuntándole con el arma.

Sergio estaba atrapado, ¿Se iba a dejar capturar para quedarse encerrado en prisión por asesinato? No podría soportarlo, tenía que hacer algo de inmediato. ¡Antes morir que perder la libertad! Y el pobre desgraciado, en un arrebato de desesperación se tiró a la vía cuando ya estaba pasando el metro.

Una mujer gritó al ver el espectáculo del suicidio. Jorge Eiximenis, ante tal acto exasperado rezó:

- Señor, te pido por su alma – y un Padre Nuestro completó la petición al Padre del Amor.

Podemos imaginar cómo quedó el cuerpo de Sergio, pero ¿Qué fue de su alma? Recordemos que Judit, Víctor y Jorge Eiximenis han rezado por ella…

El metro me dejó el cuerpo hecho trizas y como la velocidad de la luz; de verme vivo pasé a verme muerto. Me encontraba en un túnel oscuro, seguí adelante y vi una luz blanca que me cautivaba. ¿Qué era eso que me atraía con la fuerza de un imán? ¿Qué eran aquel amor y aquella paz que nunca habían acariciado mi sensibilidad?

X X X

La ambulancia que llevaba a Víctor, recibió una llamada diciendo que fueran a buscar a un accidentado que les venía de camino. Al oír eso rogué a Dios por el alma de quien había sufrido el mal. Me vino a la cabeza la idea de que a lo mejor otra hermanita había perdido a su querido hermano como yo…la tristeza y el “choc” me habían dejado callada y en pensamiento había estado rezando durante el trayecto por el alma del asesino. Sabía que Víctor estaba en el Cielo. Era la alegría que me daba la Virgen María a cambió de llevar a cuestas la cruz de la muerte de Víctor.

Una vez llegamos a la estación, subieron en una camilla los restos de Sergio Tabernat tapados por una manta. Jorge Eiximenis acompañó el cadáver.

Allí estaba la niña cuyo hermano había sido apuñalado por el hombre que había seguido. Era tan bonita y tenía una cara tan triste… fue entonces como me vino a la mente el recuerdo de la niña que mi amada esposa estaba esperando, seguro que sería como ella. También llevaría coletas, camisas rosas, faldas tejanas y abrigos con capucha para no despeinarse. Por nada del mundo dejaría que le pasara nada malo y siempre la consolaría cunado estuviera triste. Viendo en ella el reflejo de mi hija, me senté a su lado y con un brazo la abracé paternalmente. La niña apoyó su pelirroja cabecita en mi costado y guardamos silencio durante un rato; nos lo dijimos todo sin decirnos nada.

Cuando el inspector de policía entró en la ambulancia me sorprendí. Era un hombre alto, con cara de buena pasta. Sus ojos se parecían a los de papá y cuando me abrazó percibí que sabía lo que sentía mi corazón. Agradezco el consuelo que me dio en ese momento.

- ¿Quién es la persona que hay en la camilla?

- Es el hombre que ha matado a tu hermano

Mi rostro debió de reflectar mi asombro ante las palabras del inspector, porque enseguida añadió:

- No ha querido entregarse y ha saltado a la vía del metro.

Me levanté con mutismo, y acercándome al fallecido recién llegado que se llevó a Víctor de mi lado para siempre, me quité el escapulario que llevaba y destapando la parte superior del cuerpo del difunto; se lo puse alrededor del cuello. Sabía que en ese momento le hacía más falta a él que a mí… me lo quedé mirando un rato y luego volvía a sentarme cerca del policía.

- ¿Por qué Dios dejó que Víctor muriera?

- Mira hija, hay cosas en esta vida que no podemos entender hasta podérselas preguntar directamente a Dios cara a cara. Pero sepas que todo lo que Dios permite que te pase es para un bien.

- ¿Si se salvara el alma del asesino… sería un bien?

- Mmm… sí…

- Pues así… ¿Quieres rezar conmigo por el alma de ese hombre? – le cogí la mano al poli y los dos empezamos a rezar por el alma del que el metro había atropellado.



X X X

Seguía andando por el túnel hacia la luz, pero de repente, un demonio alto y voluminoso se paró enfrente cortándome el paso. Tenía los ojos amarillos y babeaba…

- ¿A dónde crees que vas?

- Quiero ir hacia la luz

- Jajajajaja… tú tienes que ir al infierno

- ¡No!, ¡Quiero ir con esa luz!

El demonio se desfiguró como una momia y la voz se le hizo aún más horrible, se acercaba a mí y me decía:

- ¡Al infierno! Jajajajaja…

Entonces, de la pared del túnel salieron más demonios deformados que empezaron a perseguirme. Corrí y corrí para atrás para que no me cogieran… mientras corría vi la imagen del chico que había apuñalado, que después de ser herido por mi cuchillo decía dentro de sí:

“- Dios, perdónalo, porque no sabe lo que ha hecho”

Y a continuación de esta imagen, en cadena vi la del chico que le decía a la niña:
“- Judit, no odies a ese hombre, perdónalo como yo le perdono,
reza por él y su alma...”

La oración sincera de la niña:

“- Jesús, perdona a ese hombre. Sálvale el alma Tú que moriste en la cruz”

Vi a la niña rezando por mi alma en la ambulancia. Vi como después de saltar a la vía y ser atropellado el policía rezaba:

“- Señor, te pido por su alma” y rezaba un Padre Nuestro por mí.

Vi a la niña colgando en mi cuello un escapulario y que luego cogida de la mano del inspector rezaban juntos por mi alma.

Yo seguía corriendo por el túnel hacia abajo y lleno de amargura y arrepentimiento por mis pecados… al ver el amor de esas oraciones hacia mi alma grité:

- ¡Jesucristo!... ¡Dios mío!... ¡Perdóname!... ¡Sálvame!

Al instante, se abrió un agujero muy grande en una de las paredes del túnel, y agarrándome una mano, me tiró hacia dentro: ¡Era una mujer hermosísima! Vestía de blanco y una brillante aurora coronaba su cabeza. Era la Madre de Dios, la misma del escapulario que la niña había colgado en mi cuello.

- Ven Conmigo Sergio…

Sergio fue presentado ante la luz blanca y allí Dios le abrazó con su amor, y con voz paternal le dijo:

- Por el perdón y el amor de Víctor y Judit, no vas a ir al infierno… pues el cariño de estos corazones puros hacía Mí y la Santísima Virgen María me han enternecido con sus oraciones. Por su amor y rezos y por los rezos de Jorge Eiximenis; pasarás un tiempo en el purgatorio y allí el alma será purificada de todos tus pecados… te amo hijo mío.

La Virgen María estaba abrazando al Chico que había matado y éste sonreía en su mirada llena de paz.

-¡Gracias Dios mío!... bendice a esa niña y al policía… pues a ellos les debo mi felicidad eterna… sobretodo bendice a la niña que no me ha guarda rencor.

- ¿Quieres darle las gracias Sergio?

- ¡Oh…Sí Señor! Quiero besar los pies de esta alma a quien tanto daño le he hecho y a quien tanto le debo – respondí llorando

- Ve hijo mío…

En un abrir y cerrar de ojos, me encontré dentro de la ambulancia sólo en alma, ya que mi cuerpo estaba en la camilla. La niña me vio y me dijo:

“- Te perdono… quiero que seas feliz en el Cielo… por eso rezo por ti…”

Jorge Eiximenis no veía el alma de Sergio, pues ésta sólo era visible ante los ojos de Judit.

El ver el alma por la que estaba rezando; me asusté un poco, pero tuve paz… al oír mis palabras de perdón y deseo de felicidad eterna; el alma se arrodilló ante mí y llorando me dijo:

- ¡Gracias!... Por tus rezos y amor hacía Dios y tu hermano, has sabido perdonarme, por ti y tu bondad Dios me ha perdonado.

El alma se echó completamente en el suelo y besó mis pies

- ¡Dios te bendiga querida y santa niña! – y con esta frase el alma desapareció.





Esta es la historia de la fuerza del amor, el amor por el que se perdona y se reza.

Es la historia de lo que se puede hacer por amor, porque por amor a mi hermano Víctor, supe perdonar como él perdonó.Por el cariño que le tenía y que Dios permitió que me fuera robada en vida sufrí, y al sufrir en mi corazón no hubo sitio para la rabia sino que lo poco que me quedaba para ser feliz al perder alguien tan querido, fue ocupado por el amor que le tenía a Víctor y el rencor ya no pudo caber.

Hoy hace 14 años que perdí a mi hermano. Aprendí a seguir adelante con el recuerdo vivo del cariño de Víctor en mí, y por el amor a Dios sigo perdonando y rezando por aquella alma que en el purgatorio encontró donde purificar sus pecados para luego poder entrar en el Cielo. Dios la tenga ya en su Gloria y a mí me de la alegría de alcanzar mi deseo de reunirme un día con mi querido hermano en la felicidad eterna, y así vivir en contacto directo con el amor, con Dios y ser lo más dichosa que nunca
jamás he sido aquí. Amén


Judit

Que Dios nos permita vivir por siempre en su amor y por él, ser capaces de perdonar.
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Montse*

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Nubeia
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MensajePublicado: Mie Abr 04, 2007 1:19 am    Asunto:
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Hermana Cris,

¡Paz y bien!

Que te puedo decir... estoy muy conmovida. Dios te bendiga y te siga dando esa fortaleza y amor en tu corazón. Que ejemplo tan grande te dejó tu hermano que Dios lo tenga en su Santa Gloria...

Un abrazo fraterno en este día que lo recuerdas de forma especial...

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Claudia

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Lula
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MensajePublicado: Mie Abr 04, 2007 2:20 am    Asunto:
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Hola Cris*!

No sè yo tampoco si esta historia real sea tuya.....da la impresiòn que sì.

Me encantò....realmente es una historia preciosa y ademàs muy enriquecedora, si nos detenemos a ver los muchos detalles de Amor de Dios que contiene.

Que Dios te siga bendiciendo enormemente.....a ti y a los tuyos. Y en cuanto a Vìctor y esa niñita pelirroja de trenzas......ha pasado el tiempo y siguen siendo de bendiciòn para tantas y tantas personas....yo incluìda.

Muchas gracias por compartirnos este conmovedor relato. Me uno a tus oraciones en este dìa especial.

Recibe un abrazo.

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Montse*
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Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 1020

MensajePublicado: Mie Abr 04, 2007 6:20 am    Asunto:
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Es una historia inventada basada en un hecho real. A mí se me murieron dos hermanos, pero no así.

Bendiciones!

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Montse*

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Albert
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MensajePublicado: Jue Abr 05, 2007 1:02 am    Asunto:
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Hermana Cris*

¡Paz y bien!

Simplemente hermosa la historia. Dios te bendiga.
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Albert González Villanueva, OFS
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Nubeia
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MensajePublicado: Jue Abr 05, 2007 1:17 am    Asunto:
Tema: Víctor, alguien que supo perdonar
Responder citando

Cris* escribió:
Es una historia inventada basada en un hecho real. A mí se me murieron dos hermanos, pero no así.

Bendiciones!




Hola Cris, ...tan solo imaginar que esto puede pasar conmueve el alma... es muy bella la historia y pensar que esta basada en un hecho real la hace sentirse mas fuerte. Y como bien lo dices en tu historia, tus hermanos solo se adelantaron... Smile

Bendiciones para ti también

_________________
Claudia

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