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Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo

 
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susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 5:21 am    Asunto: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
Responder citando

El día del Padre Pío de Pietrelcina
(23 de septiembre del 2004)



Aquel día había decidido dedicar la tarde entera a visitar el Convento de los Capuchinos, para acompañar en oración al Padre Pío y después asistir a la misa de conmemoración de su nacimiento al cielo.

Sin embargo, esa mañana me llamaron por teléfono Xavier Almarza y su esposa Claudia, cuñados de Oscar, para hacer en forma urgente un trabajo en la tarde, a quienes había conocido personalmente el día anterior. Me presenté en la oficina de Fecunda a la hora estipulada, pensando siempre en alcanzar a concurrir a la misa de los Capuchinos.

Esa tarde mientras trabajábamos con Xavier y Claudia, médico y psicopedagoga respectivamente, me confidenciaron que Oscar les había contado la visita que me había hecho el Padre Pío y que incluso habían leído el testimonio (yo pensaba que no sabían nada y de hecho nunca se los mencioné). Pero ellos esperaban a conocerme para dar crédito a sus palabras. En forma muy afectuosa me dijeron que después de tratar conmigo desde el día anterior, no les cabía duda que el relato era verídico. Xavier me dijo, además, que una narración semejante sólo podía venir de una persona profundamente creyente en Dios y que desde el punto de vista médico, dada la gravedad de mi condición, era sorprendente la cantidad de detalles que pude retener, situación que definió como “Estado de Gracia”, inspirado por el Espíritu Santo. Xavier y Claudia son católicos comprometidos, y pertenecen al Camino Neocatecumenal hace muchos años, con sólidos fundamentos de fe. Debo decir que me sentí sorprendida por sus comentarios, totalmente inesperados.

Como se acercaba la hora de partir a misa, les pedí disculpas para retirarme, pues para mí se trataba de un compromiso vital. Entonces ambos me ofrecieron a llevarme en su vehículo para acercarme en el camino, lo que acepté con mucho gusto.

En el trayecto me hicieron muchas preguntas con respecto al Padre Pío. Mientras, cada vez que les pedía que me dejaran en un lugar determinado, Xavier me decía “¡No, un poco más allá!”... Entre todas sus consultas, me pidieron que les describiera el perfume de santidad del Padre. Les expliqué que es una mezcla de incienso con flores, específicamente como de rosas, jazmines y violetas, que ellos pudieron evocar perfectamente pues conocen esos aromas. También les expliqué que, en mi caso, siempre he percibido un perfume intenso y penetrante, pero que he leído que también puede ser sutil y suave y así nos fuimos muy entretenidos hablando todo el camino sobre el Padre Pío.

Ya totalmente desviados del camino inicial de Xavier y Claudia llegamos a la esquina de Cummings con Catedral (donde está el Convento de los Capuchinos), entonces pedí a Xavier dejarme allí, a lo que él me respondió “¿Estás loca?... ¡después de todo lo que nos has contado vamos a entrar contigo a la misa!” mientras Claudia celebraba muy alegre aquella decisión, pues ella también deseaba entrar a saludar al Padre Pío en su día.

Mientras esperaba doblar en la esquina Xavier llamó por celular a su secretaria para cancelar un compromiso que tenía más tarde. Le dijo “¡Esto que me salió ahora es demasiado importante!” lo que me causó mucha gracia... Había pensado invitar a Oscar a la misa, pero sabía que estaría ocupado con otras cosas y ahora estas personas, recién conocidas, se ofrecían a acompañarme, lo que me producía una felicidad enorme. Además, después de conocer su propio trabajo de evangelización en colegios de sectores marginados de Santiago, me parecía un honor tener su compañía en esta celebración.

Cuando Xavier dobló la esquina vimos que los estacionamientos estaban copados. Sin embargo, “providencialmente” a nuestro paso se desocupó uno, así es que estacionamos rápidamente y presurosos nos dirigimos al convento. Ya eran las 18.30 hrs. en punto, hora en que se iniciaría la ceremonia.

El templo estaba repleto y ni pensar en conseguir algún asiento o lugar privilegiado, así es que sin dudarlo caminamos en la línea de la puerta principal y nos ubicamos en la zona posterior del templo, al costado derecho. Vimos que la presidía Monseñor Ezzati, enviado del Vaticano a nuestro país. Era natural, dada la figura del Padre Pío, que la misa la hiciera un obispo de tal envergadura. Junto al altar se divisaban algunos capuchinos muy alegres...

No habían transcurrido ni dos minutos desde que nos ubicamos en esa posición cuando percibí el intenso aroma del Padre... Me emocioné a más no poder, recordando su visita en el hospital. Lo único a que atiné fue a llevarme las manos a los ojos para contener mis lágrimas, entonces miré a Xavier y a Claudia que estaban a mi derecha y les dije en voz bajita apuntando mi nariz “¿Lo sienten?, es el perfume del Padre Pío...” Vi como Xavier y Claudia se emocionaban muchísimo, hacía veinte minutos que les había descrito el aroma y ahora ellos mismos podían experimentarlo, los tres no hacíamos más que llorar. Debo señalar que cerca nuestro no había ningún arreglo de flores ni velas encendidas, o algo que pudiera haber producido semejante fenómeno.

Pensé en lo hermoso y significativo del hecho que el Padre se hubiera manifestado allí en el templo, ante tal concurrencia. Mientras, me fijé que delante nuestro, en la nave lateral tres personas se habían dado vuelta hacia nosotros, que estábamos al final del templo, porque algo habían percibido... Yo pensaba y decía a Xavier y a Claudia: “la gente está tan concentrada en lo que dice Monseñor, que no se dan cuenta de que el Padre Pío está aquí, con su perfume”... Y debo decir que lo sentimos, así intensamente, durante toda la celebración.

Cuando llegó la hora de la Comunión, fuimos a comulgar al altar y allí me di cuenta de que en ese sector no estaba el aroma, y tampoco en el recorrido. Cuando regresé a nuestra ubicación original, atónita percibí que el perfume de incienso y flores seguía allí, en ese lugar, sólo en ese lugar. Xavier y Claudia se percataron de lo mismo, allí Claudia sentada en un pequeño balaustro no hacía nada más que mirarme y llorar. Xavier como podía se enjugaba las lágrimas... Terminada la emotiva misa, nos quedamos rezando la novena del Padre Pío junto a un Grupo de Oración. Xavier y Claudia se veían eufóricos y me invitaron a irme con ellos, pero preferí quedarme allí cuando todos los asistentes se retiraban para orar a solas ante el Padre Pío. Entonces pude darme cuenta de un “gran detalle”: Atrás de nosotros había un gran Cristo crucificado. Era obvio que ese tendría que ser el lugar escogido por el Padre Pío, junto a Jesús, y como siempre al final de todos. Verdaderamente fue una memorable sorpresa sentir su presencia junto a nosotros.

Dios quiso regalarnos la mejor ubicación dentro de la celebración, junto a Cristo crucificado y junto al Padre Pío... ¿qué mas podríamos haber pedido?



zesol escribió:
a ver, a ver? eres tu en persona la que fue sanada por intercesion del Padre Pio????????'


susana riquelme escribió:
Zesol...
Si te refieres a la persona del testimonio de la visita del Padre Pío en el hospital, que está linkeado aquí desde el foro, si soy yo...


Maru Courtney escribió:
Susana, no te imaginas como me llenan de emocion tus testimonios. Bendito y Alabado sea Nuestro Señor!!!


KEKA114 escribió:
Testimonios muy emotivos! Muchas foristas (me incluyo) seran mas devotos del P.Pio al leerlos! Smile


zesol escribió:
esque primero lei tu testimonio en reina del cielo.org, y bueno, no pense que fueras tu merita, en persona, en vivo y en directo... Alabado sea Dios! no pues me imagino lo dichosa que has de estar de tener estas experiencias tan preciosas...


susana riquelme escribió:
Zesol:
Soy feliz de compartir mis relatitos, aunque sé que todos tienen regalitos celestiales, sólo que quizás no se han dado cuenta o no se atreven a compartirlos...


Profesora escribió:
Susana, que hermosos son todos tus relatos............ BENDITO Y ALABADO SEA DIOS NUESTRO SEÑOR


**********************************************************************************************

Dos regalitos del Padre Pío
(13 de noviembre del 2004)


El viernes 12 me llamó Luisa, una compañera de colegio que no veía hace 20 años, para invitarme a una reunión de ex-alumnas que se haría al día siguiente en nuestro recordado liceo Santa Luisa de Marillac. Me dijo que cuando recibió el aviso se había dado a la tarea de obtener de alguna manera mi número telefónico, pues había sentido la extraña necesidad de ubicarme con urgencia.

Al otro día, creí apropiado llevar un testimonio impreso sobre la visita del Padre Pío en el hospital para regalarlo a las religiosas, pues sabía que me encontraría con alguna de mis profesoras y pensé que les gustaría saber que Dios había concedido esa gracia a alguna de sus alumnas. A mitad de camino, pensé en comprar un sobre donde guardar el relato impreso, pero sería difícil que a esa hora, a las tres de la tarde en el centro de Santiago, lograra hallar alguna librería abierta. Sin embargo, inesperadamente encontré un pequeño local abierto donde también podría hacer tres copias más del relato.

Al llegar al lugar de la reunión todas las presentes fuimos invitadas a participar de una eucaristía en la hermosa capilla del colegio. Como preámbulo las religiosas nos pidieron oración para que florecieran nuevas vocaciones para la congregación. Terminada la misa, esperé a que todos salieran y me acerqué a una religiosa que conocía y le conté brevemente la visita del Padre Pío. La hermana Peta estaba muy feliz con el relato y más todavía cuando le entregué una copia impresa para las demás hermanas.

Después, nos condujeron al que había sido nuestro salón de teatro donde nos dieron una charla de motivación vocacional. Una religiosa, la hermana María Victoria, nos contó que entre las ex-alumnas había alguien que durante estos veinte años ha tenido la idea de entrar a la orden pero que aún no se ha atrevido y nos pide oración por ella, porque está en crisis vocacional. Nos cuenta que esa persona está allí presente y que es Carmen Gloria Prieto, una compañera de un curso paralelo al mío. A mí me alegró mucho la noticia, así es que después de la reunión me acerqué a Carmen Gloria, a quien había conocido muy bien cuando éramos alumnas del liceo. Le pregunté sobre sus problemas para discernir y ella me habló con total sinceridad. Entonces resolví entregarle otra copia de mi relato mientras le daba una idea de que se trataba. Al escuchar el nombre del Padre Pío Carmen Gloria se sorprendió y tomándome del brazo me pidió retirarnos a conversar a un rincón del salón. Emocionadísima me confiesa que durante las dos últimas semanas ha estado llorando y le ha pedido a Dios que le de la valentía para dar el paso definitivo. Me contó que el día anterior había rogado al Padre Pío para que le ayudara con alguna señal. Me sorprendí al saber que fue a una hora cercana a la que Luisa, mi compañera, le vino la idea de contactarme.

Me contó, además, que ese sábado estuvo a punto de no entrar al colegio y que le había dicho finalmente a Dios y al Padre Pío que sólo lo haría esperando que en la reunión se le diera alguna señal, alguna luz respecto a su conflicto interno. Así es que cuando nombré al Padre Pío supo de inmediato que esa era la señal y más aún cuando le conté de mi ofrecimiento por las vocaciones religiosas.

Finalizada la reunión nos quedamos dos horas afuera del colegio en su automóvil hablando del tema de su crisis vocacional. Me abrió su corazón y con mucha confianza me contó sus intimidades. Me dijo que hace 20 años, cuando egresamos del colegio, había tenido serias intenciones de entrar a la Congregación de nuestro colegio, a las Hijas de la Caridad, que había pasado por todas las etapas de postulación pero que cuando iba a entrar a novicia dio un paso atrás, más que nada por la oposición de su familia, pero que durante todos estos años le había pesado en la conciencia no haber asumido el llamado de Dios. Me explicó que ha llevado una vida normal y tranquila, que cuando abandonó sus proyectos de ser religiosa para seguir estudiando y desde allí se había desempeñado muy bien hace en una empresa comercial por casi 18 años, con excelente sueldo y muy buenas expectativas laborales. En resumen, una vida ideal para cualquier mujer profesional. Sin embargo, aunque había tenido relaciones sentimentales no había querido casarse, pues siempre había vislumbrado que ese no era su camino.

Lo curioso de toda esta situación es que Carmen Gloria siempre había creído que a lo mejor Dios no quería que fuese religiosa y que tal vez, deseaba que formara una familia y tuviera hijos, y para sorpresa suya hace dos semanas le había llegado la menopausia ¡Antes de los cuarenta años!. Le dije que, efectivamente, como era esa su gran duda, Dios se había encargado de esclarecer su dilema de tener hijos y de abrirle el camino a su vocación, para que entrara de lleno a la congregación y sin remordimientos de no haber fundado una familia. Me dijo, muy emocionada, que mis palabras le hacían mucho bien, pues le había dado razones fundadas como nadie y como me conoce muy bien sabía que eran palabras sinceras.

Entonces me dijo que conmigo allí había resuelto todo y que la semana próxima renunciaría irrevocablemente a su trabajo, que enfrentaría a su familia y que entraría a la Congregación, pues la decisión ya era definitiva, pues Dios y el Padre Pío le habían regalado, esa misma tarde, la señal que ella tanto necesitaba y les pedía.

Después de esta larga pero inolvidable conversación Carmen Gloria me llevó en su automóvil hasta una avenida donde pude tomar mi locomoción. En el camino sólo di gracias infinitas a Dios y al Padre Pío por haberme hecho su instrumento para tan noble misión. A la bajada del bus tenía dos alternativas, o tomaba el metro o subía a un taxi colectivo que me llevaría directamente hasta mi casa. Cuando atravesé la calle vi que desde el paradero salía un colectivo vacío, así es que hice señas al conductor y tomé el vehículo.

Cuando subí, el conductor me dijo "Gracias a Dios y a todos los santos que por fin hoy tengo un pasajero" (El día había sido muy lluvioso lo que había perjudicado la afluencia de pasajeros). Me asombré un poco con el comentario y le pregunté si era católico y me respondió con un "Si, y muy feliz católico". Entonces le dije "¡entonces usted debe conocer al Padre Pío!". Me respondió que no pidiéndome que le hablara de él. Como estaba maravillado con la historia del Padre y nos quedaba un largo camino aún, le pregunté si quería que le contara mi testimonio y me respondió con un alegre “¡Por supuesto!”. No avanzamos ni una cuadra cuando un joven hizo detener el colectivo. Al subir, el joven indicó que se dirigía al Seminario Pontificio Mayor, camino a mi hogar. Entonces muy contenta me volví hacia atrás preguntándole “¿Usted es seminarista?” “¡Siiii!” me respondió con orgullo el joven. “¡Ah entonces quizás le guste lo que puedo contarle del Padre Pío, porque parece que él quiere que mate dos pájaros de un tiro!". El joven muy entusiasmado me contestó que tenía mucho interés en escucharme, mientras el conductor soltaba una carcajada. Estaba lista para contarles el relato cuando subió otro pasajero, un joven silencioso.... Ya todos en camino comencé a relatar la visita del Padre Pío en el hospital. Los tres oyentes iban muy atentos y entretenidos. Noté que el conductor comenzó a disminuir notoriamente la velocidad del automóvil y que además encendía la luz interior, quizás para que todos pudieran ver mis gestos y expresiones mientras relataba lo ocurrido... Todos iban muy visiblemente impresionados, pero observé que el seminarista me oía con lágrimas en los ojos. Me di cuenta que le impactó mi ofrecimiento a causa de la Iglesia y las conversiones y que en el instante en que narraba el episodio en que la hostia se iluminaba, su emoción ya era profunda y solo atinaba a repetir una y otra vez “¡que bonito... que bonito... que bonito!”

En un momento lo noté muy callado y pensativo, entonces me preguntó si yo tenía alguna reliquia del Padre, le contesté que no pero le dije que le iba a regalar allí mi joya, que tenía impresa, y le di una copia que recibió con auténtica alegría. El joven silencioso que iba junto a él comentó que estaba muy impactado porque él también era muy devoto del Padre Pío y que él si llevaba una reliquia del Padre colgada a su cuello. Entonces le entregué a él la última copia del testimonio que me quedaba, la que me agradeció con el alma, feliz de que podría compartir la experiencia con su familia. Entonces pedí disculpas al conductor porque no me quedaban más impresos, pero me dijo que no me preocupara pues con todo lo que había escuchado y vivido allí sólo deseaba adquirir pronto un libro con la biografía del padre.

Observé que el seminarista comenzó a buscar ansiosamente algo dentro de su bolso y me entrega un objeto para que lo mire. Advertí que era una estampita plastificada del Padre Pío. Mientras me contaba que él era devoto, pero muy devoto del Padre Pío, que era el seminarista que más lo amaba, me pide que de vuelta la estampita. Eso hice, y vi que había una oración escrita en italiano y un pedacito de tela del hábito del Padre. ¡Era una reliquia! Un circulo de 1 cm. de diámetro y su autenticidad venía certificada desde San Giovanni Rotondo de S. Maria delle Grazie, Italia. Emocionada y temblorosa la sostuve por un par de minutos y cuando quise devolvérsela el seminarista me tomó las manos y extremadamente cariñoso me dijo "Esta mi joya, quédesela, se la regalo, es suya". Conmocionada por tan inesperado regalo llorando le dije que no podía hacerlo, que esta reliquia debía significar mucho para él y que no me sentía digna de tantos regalos del Padre Pío. Los demás observaban emocionadísimos la hermosa escena. Entonces con gran ternura el joven puso la mano derecha en su corazón y me dijo con voz bajita y emocionada: "El Padre Pío la quiere y la busca a usted, ¿que quiere que le haga yo?"... y agregó: “Y por último, quiero ser yo, quién tenga el privilegio de regalarle una reliquia del padre a usted". Para dejarme más tranquila me dijo que sabía que el Padre Pío se encargaría de hacerle llegar otra a sus manos.

A estas alturas los cuatro llorábamos. El conductor se veía hasta shockeado, pues se había dado cuenta de que en su automóvil iban tres devotos, dos reliquias y un milagro del Padre Pío ¡de una sola vez!... Era demasiado y no lo podía creer! Su rostro estaba totalmente desencajado...

El seminarista nos contó que estaba en quinto año de sus estudios sacerdotales y que en los días en que estuve internada en el Hospital de la Universidad Católica, él había estado en el mismo recinto pues había sido intervenido por una extraña y dolorosa enfermedad que deberá llevar por el resto de sus días: el Mal de Cron y se lamentó mucho de que el Padre Pío no hubiera ido a visitarle. Entonces el joven que estaba a su lado trató de consolarlo diciéndole que coincidentemente él también padecía esa rarísima enfermedad y que tampoco había recibido tal gracia del padre. Ya no podíamos más de tantas “diosidencias”. Ante tales confesiones el conductor, impresionado hasta las lágrimas, detuvo el colectivo. En aquel momento el seminarista nos exhortó a orar todos juntos ahí mismo, dentro del automóvil, aduciendo que Dios había querido que nos conociéramos en estas circunstancias y que sentía que el padre Pío estaba allí junto a nosotros. Así en medio de la emoción que nos embargaba a todos por igual, dejamos dirigir nuestra oración por el joven seminarista.

El primero en bajar del colectivo fue el joven silencioso y lo hizo agradeciendo a todos el hermoso recorrido. Unas cuadras más allá lo hizo el seminarista, no sin antes decirme su nombre, Felipe Herrera, y pedirme que lo visitara en el Seminario Pontificio. Me señaló que deseaba conocerme más y escuchar lo que pienso sobre diferentes temas y me advierte no quiere perder contacto conmigo. De allí hasta mi casa, a pocas cuadras, el conductor no hacía más que observarme en silencio y mirar hacia el firmamento estrellado. Al bajar frente a mi casa, nos despedimos con sincero afecto y sabiéndonos absolutamente cómplices de todo lo que habíamos vivido en el trayecto. Presiento que esto quedará guardado para siempre en su corazón.

Semanas después visité a Felipe, el seminarista. Tengo la reliquia que me regaló y la guardo como un precioso tesoro. Además de ser del hábito del Padre Pío, es del corazón de este joven que demostró un desprendimiento digno de sólo quienes aman y confían plenamente en Dios y en el Padre Pío...

¿Cómo podría relacionar todo lo que sucedió aquel día? Sin dudas la reliquia del Padre Pío y todo lo vivido en el automóvil era un regalito de Dios por haberme preocupado de corazón por la vocación religiosa de una amiga...

¿Y que fue de Carmen Gloria?. Al lunes siguiente de nuestra conversación la llamé a su trabajo. Efectivamente, esa misma mañana había renunciado ante la crítica de su jefa y sus compañeros. Ahora debería enfrentar a su familia. Estaba profundamente agradecida de que la hubiera llamado en ese preciso momento, pues necesitaba el apoyo de alguien que la comprendiera. Consideraba otro regalo de Dios que justo ahora estuviera del otro lado de la línea telefónica infundiéndole fuerzas... Hoy en día Carmen Gloria Prieto es otra Hija de la Caridad de San Vicente de Paul...

Sin duda, el 13 de noviembre fue un día de hermosas gracias y regalos para todos los involucrados... Nuestro amado Padre Dios, no da puntadas sin hilo... Aquel día, en confabulación con el Padre Pío, generó toda una bella secuencia de acontecimientos para demostrar que efectivamente no damos ni un paso en nuestra vida si no es por Voluntad de nuestro Padre Dios...
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Nubeia
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:07 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Igual a mi!!!!

Gracias Susana por compartirlo

¡¡¡¡¡Como nos ama Dios!!!!!

Dios te bendiga, recibe un abrazo

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Claudia

"Padre... Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el cielo"
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susana riquelme
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:09 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Marú:

Imagínate como estábamos todos dentro del colectivo!!! llorábamos como niños pequeños!!!! y la oración que hicimos fue tan intensa, nos mirábamos y apenas podíamos hablar tratando de secarnos las lágrimas de los ojos...

Te pasó Albert algo que compartí con él??

Si quieres escríbeme a mi correo personal: msriquelme@gmail.com

De allí puedo enviártelo... te gustará leerlo...
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Profesora
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:21 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Crying or Very sad Laughing De el asombro he pasado a la alegría al leer tu relato Susana


No cabe duda..............
DIOS NOS AMA TANTO
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A JESUS POR MARIA.
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susana riquelme
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:36 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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que lindo Maru!!! que hermosa eres con todos en compartirnos un pedacito del padre Pío... El mismo está dando su bendición a todas estas conversaciones celestiales...
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Venegas
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:48 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Hermana Susana, me lograste sacar una que otra lagrimilla al leer este testimonio, la verdad es que eres una persona muy bendecida por Dios.

Esto puede ser una confirmación para seguir adelante y llegar a ser sacerdote, espero que estemos en contacto, para contarte lo que decidiré, solo te pido un pequeño favor, que ores a Dios por mi vocación, y para que me confirme el llamado.

Que bendición más grande el leer este tipo de cosas, por eso no me arrepiento de haberme mantenido dentro de la Santa Iglesia Catolica, que es donde se ven este tipo de acontecimientos.

Que Dios te Bendiga hoy y siempre.
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susana riquelme
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:54 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Hola Alex...

Lee todos los temas que lleven mi nombre. Estoy segura que estos relatos no son para mí, sino para todos, y para confirmar la fe a tantos jóvenes que como tú, pueden traer muchas bendiciones a nuestra Iglesia...
Tienes mi correo personal, asi es que esperaré siempre tus buenas noticias, sea cual sea la determinación que tomes...

Deja reposar tu alma, para que sea Dios quien se manifieste...
Ya sabes que siempre oraré por tí...

Un beso grande de tu hermanita espiritual, Susana
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Venegas
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MensajePublicado: Mie Mar 21, 2007 7:57 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
Responder citando

susana riquelme escribió:
Hola Alex...

Lee todos los temas que lleven mi nombre. Estoy segura que estos relatos no son para mí, sino para todos, y para confirmar la fe a tantos jóvenes que como tú, pueden traer muchas bendiciones a nuestra Iglesia...
Tienes mi correo personal, asi es que esperaré siempre tus buenas noticias, sea cual sea la determinación que tomes...

Deja reposar tu alma, para que sea Dios quien se manifieste...
Ya sabes que siempre oraré por tí...

Un beso grande de tu hermanita espiritual, Susana


Gracias hermanita Very Happy Very Happy

Que bueno es conocer a personas como Susana, es de mucha bendición para todos.

Bendiciones a todos.
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susana riquelme
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MensajePublicado: Dom Mar 25, 2007 10:40 pm    Asunto: Entrevista para un milagro con intercesión del Padre Pío
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Entrevista para un milagro con intercesión del Padre Pío

Mayo 2004

Eran los primeros días de mayo del 2004. Recién el 10 de mayo había subido en nuestro sitio de internet la segunda entrevista sobre los milagros oficialmente reconocidos del Padre Alberto Hurtado. Mi amigo Oscar, conociendo la creciente admiración por el Padre Pío de Pietrelcina, me había encargado conseguir algún testimonio de recuperación en que el padre hubiera intercedido.

Recordaba haber visto hace años en Televisión Nacional de Chile el caso de Abner Machuca, un camarógrafo del mismo canal que había ido a cubrir el conflicto bélico en Bosnia. Filmaba la situación cuando en medio de los disparos, recibió uno en su cabeza. Sus compañeros hicieron lo posible por salvarle la vida y lograron llevarle hasta Italia donde permanecía en estado de gravedad en un recinto hospitalario. Su madre, informada del lamentable suceso, viajó rápidamente a Italia y consiguió llegar al hospital donde su hijo estaba internado. Mientras rezaba angustiada en el pasillo, una mujer se le acercó para regalarle la estampita de un sacerdote y fraile italiano muy milagroso. Le dijo que, al parecer, pronto sería beatificado en el Vaticano y le recomendó solicitar su ayuda.

La madre del joven se aferró a la idea y oró al sacerdote para pedirle intercesión por la vida de su hijo. Esa misma noche el joven, medio inconsciente, vio un fraile de hábito café orando junto a él, para luego retirarse.

Al día siguiente Abner presentaba una inesperada mejoría, había salido de su estado de gravedad. Preguntó a su madre quien era el fraile que había ido a visitarle en la noche. La mujer sorprendida, le mostró la estampita y el joven pudo reconocer la imagen sin saber aún el nombre del visitante. Se trataba del Padre Pío de Pietrelcina. Abner, a pesar de que la bala estaría alojada en el cerebro por el resto de su vida, lograba sobrevivir, inexplicablemente, para la ciencia médica.

Ahora, años después, deseábamos contactarnos con Abner. Llamé al canal y afortunadamente aún trabajaba allí. Hablé con él y le expliqué el motivo de nuestra entrevista. Inesperadamente me hallé ante un hombre frío que me advertía ser agnóstico y estar aburrido de que le preguntaran del tema del padre. Me dio un rotundo no a ser entrevistado. Preferí no insistir y con toda serenidad le contesté que lo entendía y me despedí amablemente de él.

Al cortar la llamada me sentí muy triste y decepcionada. Entonces apoyé mis brazos en el escritorio, junté las manos en mi frente y cerrando mis ojos elevé una oración al padre Pío, le dije algo así: “Padre, lo siento tanto... tú sabes cuanto deseaba hacer un testimonio sobre ti. Este es el único caso en el que tenía como ubicar a la persona, pero ya ves, él no quiso hablar con nosotros y lo que es peor aún, no quiere admitir que Dios existe y que tú intercediste por su vida... Lo siento tanto padre, creo que no podremos incluir un milagro donde hayas participado tú, sólo la entrevista al padre Antonio que se confesó contigo...”

Al otro día, 11 de mayo, comencé a sentirme muy enferma. Durante diez días mi organismo se debilitaba notoriamente... iba a ser el comienzo del testimonio de un milagro (o mas bien el anti-milagro, como le llamo) del padre Pío, aquel que no pude conseguir y que ahora, de manera desconcertante para todos, podría vivir personalmente. El padre Pío, conociendo cuanto habíamos anhelado con Oscar hacer esa entrevista fallida, para mostrar la grandeza de la Misericordia de Dios, ahora había intercedido para que nuestro Padre Celestial me regalara esta maravillosa gracia, sin yo haberla pedido, deseado, ni soñado siquiera. Parecía que El Padre Pío, por iniciativa propia, había convencido a Dios para que me hiciera padecer su propia enfermedad, y para inspirar en mi alma, cual digna hija espiritual suya, a ofrecerla por el bien de la Iglesia y las conversiones...

El relato de este testimonio se encuentra en:

http://www.reinadelcielo.org/estructura.asp?intSec=3&intId=93

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MensajePublicado: Jue Abr 19, 2007 3:55 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Susana, ¿ya nunca supiste que fue de Abner después que te negó la entrevista? Ojalá tus oraciones hayan logrado hacer recapacitar a esa persona, que le debe la vida a la intercesión del Padre Pío, y después de eso se hizo frío y agnóstico.

Eso me hizo recordar este pasaje del Evangelio de Mateo, cap. 11

20 Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:

21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido.

22 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.

23 Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? " ¡Hasta el Hades te hundirás! " Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy.

24 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.»


Shocked Shocked Shocked
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El día de la Asunción del año 1583, al recibir la sagrada comunión en la iglesia de los padres jesuitas, de Madrid, oyó una voz que le decía: «Luis, ingresa en la Compañía de Jesús»
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susana riquelme
Asiduo


Registrado: 14 Sep 2006
Mensajes: 213

MensajePublicado: Jue Abr 19, 2007 6:12 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Hola Luis:
Bueno, nunca más supe de Abner, pero con su respuesta tan ofuscada me di cuenta de inmediato que el padre Pío había intercedido ante Dios no tanto para él, sino para su mamá, que es católica y realmente estaba muy angustiada...
Dios nos da hasta el último momento de nuestras vidas para acercarnos a El, así es que a Abner no le faltarán otras oportunidades...
Abner había dicho por tv que había visto por unos segundos al padre Pío y ahora con la actitud que tiene, me da la sensación que no está seguro de haberle visto... Nadie puede negar un experiencia que ha vivido... Es inconsistente ¿no te parece?...

Luis, gracias por el mensaje privado que me enviaste, ya lo contestaré...

Un beso y abrazo grandes
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Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Jue Abr 19, 2007 9:22 pm    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
Responder citando

susana riquelme escribió:
Hola Luis:
Bueno, nunca más supe de Abner, pero con su respuesta tan ofuscada me di cuenta de inmediato que el padre Pío había intercedido ante Dios no tanto para él, sino para su mamá, que es católica y realmente estaba muy angustiada...
Dios nos da hasta el último momento de nuestras vidas para acercarnos a El, así es que a Abner no le faltarán otras oportunidades...
Abner había dicho por tv que había visto por unos segundos al padre Pío y ahora con la actitud que tiene, me da la sensación que no está seguro de haberle visto... Nadie puede negar un experiencia que ha vivido... Es inconsistente ¿no te parece?...

Luis, gracias por el mensaje privado que me enviaste, ya lo contestaré...

Un beso y abrazo grandes



Estimada Susana:

Leí tus relatos muy interesantes y conmovedores. Esos testimonios acrecentan nuestra fe.

Creo que el caso de la curacion de Abner, se debe tanto a la señora (su madre) como a él mismo. Dios en su infinita misericordia nos da la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados y convetirnos.

Mientras el tenga vida Abner puede reflexionar, quizas su alejamiento sea porque cede a la tentación, pero aun tiene oportunidad de reconciliar su corazon endurecido. Creo que su vida salvada milagrosamente tiene un motivo, quizas no muy claro para nosotros, pero bueno: darle oportunidad de arrepentirse.

Creo que toda gracia tiene un fin, la de despertarnos y llevarnos con Cristo a la gloria. reconocer un milagro no siempre es sencillo. Creo que debemos rezar por él, y alegrarnos que aun tenga abierta la posibilidad de arrepentirse.


Paz y bien
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Esther Filomena
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sr_de_la_torre
Veterano


Registrado: 23 Nov 2005
Mensajes: 1100

MensajePublicado: Dom Abr 22, 2007 2:07 am    Asunto:
Tema: Relato: Anècdotas Celestiales con el Santo Padre Pìo
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Imposible que lea la bellísima historia de Susana sin que me cosquilleen las manos por escribir algo al respecto, milagros contemporáneos.

Afirman más y más nuestra fe. Pero enmudezco al considerar la voluntad de Dios, que bien dijo aquel Cervantes, no se mueve hoja del árbol sin que Dios lo permita. Mira que juntar de un solo tiro todas las personas devotas del padre Pio para que ahora, nosotros que leemos el hecho demos gracias y gloria a Dios por su bondad. Creo que es un gran santo el Padre Pio. Gloria a Dios.
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