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El Cielo (Para Carlos Gzl)

 
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CarlosR26†
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 3941
Ubicación: MEXICO, Jal.

MensajePublicado: Mie May 16, 2007 4:14 pm    Asunto: El Cielo (Para Carlos Gzl)
Tema: El Cielo (Para Carlos Gzl)
Responder citando

No puedo evitar hablar de Teólogia, pero ya que tocaste el tema me gustaria hablarte de lo que CREEMOS del Cielo.

Una de las cosas que mi impulsan a seguir el dialogo con ateos ademas de la simpatía personal que pueda tener por algunos, es que me cae de patada en el hígado que la mayoría, GRAN mayoría, rechazan tajantemente una Fe que ni conocen.

Y claro no es toda su culpa, también a veces la Iglesia usa mas su tiempo en mandarlos al infierno que en explicarles, pero también la mayoría o pocos quieren escuchar. A mi no me asusta el ateísmo, ayer mismo pensaba "vaya que si creo tonterías"... pero luego me doy cuenta que sin esas "tonterías" yo no comprendo cosas que son necesarias entender para mi, y que ningún otro lenguaje me puede decir.. y que mi experiencia me dice que esas "tonterias" tienen mucho sentido... y al final las veo tontas por mis imagenes mentales de ellas..... y mis prejuicios occidentales modernos. Si yo siendo Católico y creyente y habiendo experimentado a Dios en mi vida, pienso a veces eso ¿que decir de los demás?

Es verdad que nuestra fe implica enunciados casi absurdos, pero los mínimos indispensables en un lenguaje que pertenece a otro ámbito que la razón técnica, y tratando en cada época que lo que queda de absurdo se pula con interpretación e integrando ese sentido: no creemos porque es absurdo, sino que en tanto creemos se nos abre la puerta a nuevos sentidos de lo que parecía absurdo. Algunas cosas permanecen pareciendo absurdas, es verdad, otras van encontrando su lugar de sentido en nuestras palabras.

El problema es que repito, no me asusta el ateísmo, ni me interesa "convertir" a nadie, pero me gustaria que todos los ateos dejaran de decir "mentiras" acerca de la FE QUE yo mejor que ellos se que DICE... y que si no creen en la Iglesia Católica y lo que DICE... bueno, sepan QUE DICE para comenzar.

Y con eso de que los que se robaron la biblia para interpretarla a su manera dicen que el universo tiene menos de 10,000 años y quieren "sentir bonito" han contaminado a tantas personas... luego nos achacan esas creencias, siendo que le guste a quien le guste la intelectualidad occidental dependió bajo muchos momentos de la Iglesia Católica... INCLUYENDO casos como el de Galileo que podríamos tocar en otro tema sin prejuicios. Pero todo esto para decir que ya que andamos hablando de LA OTRA VIDA, quiero que leamos que creemos nosotros por CIELO... para quitar esa idea de ángeles desnudos infantiles en nubes y arpas.... (los textos son de un amigo Teólogo asi que habla de lo que sabe):

______________________________________

... // Te parecerá excesivamente vehemente de mi parte el estar discutiendo y discutiendo esto, sin embargo, me parece que es oportuno, precisamente porque con tanto espiritualismo uno de los puntos que nos hemos olvidado es precisamente que el Credo termina con "creo en la resurrección de la carne y la vida eterna".

No digo que tú te lo hayas olvidado, sino que si hiciéramos una encuesta entre los cristianos, no me equivoco mucho si pienso que el 90% sólo aspira al "cielo", al "descanso eterno", y todas cosas muy lindas pero ínfimas respecto de lo que es el contenido de nuestra promesa. Jesus no promete cielo, promete cielo nuevo y tierra nueva, no promete la supervivencia del núcleo personal, sino la vida tal como la venimos experimentando, pero gloriosa e incorrupta...

Ahí está el punto fundamental, que creo que nos hace tristes cristianos a este cristianismo moderno y cartesiano: la vida que se nos promete no es desconocida para nosotros, no es la x de una ecuación, no nos es del todo ajena: es la vida tal como la conocemos, pero gloriosa e incorrupta, y todo lo que se derive de eso, que ahí sí: no sé qué es. Eso último es lo que no hemos experimentado: la gloria y la incorrupción, pero no la vida, ni la vida corpórea, ésa la conocemos, y a esa la podemos apreciar lo suficiente como para sentirnos consolados de que estos 50, 60, 90 años no son algo radicalmente distinto a lo que estamos llamados: ya empezamos la vida nueva, la empezamos con el bautismo, falta la apropiación cósmica de eso, que transformará también nuestros cuerpos en gloria e incorrputibilidad.

Cuando escuchamos una música, o leemos un texto, o dialogamos, hacemos algo propiamente humano: ir de lo exterior a lo escondido, del signo al significado... ¡y eso es esencial a nosotros, y eso no morirá!, porque se nos prometió cuando se nos dijo "cuerpo" en lugar de´"ángeles".

Lo triste de nuestra vida humana tal como la experimentamos, corruptible y no gloriosa, no es la mediación sensible, no es tener ojos y no poder ver directamente las esencias: las esencias puras no son para nosotros, no están a escala humana, Dios no nos respetaría si nos ofreciera una vida angélica, no nos querría, no nos hubiera amado más que a ls ángeles al encarnarse como hombre y no como ángel. Lo que hace triste nuestra vida no es tener un cuerpo, ser siempre "medias tabas", como dice Platón, es decir: que media humanidad realiza por completo al hombre como mujer, y la otra media lo realiza por completo como varón...eso no es triste,eso no es no-pleno, al contrario: la mediación, el ser sexuados, el ir de lo externo a lo profundo, del signo al significado, son nuestra riqueza, nos son esenciales, son lo que Dios quiso al crearnos, ni más ni menos.

Lo que hace triste nuestra vida es que esa mediación no llega a su término, que vemos en medio del error y del errar, que amamos erráticamente, que amamos a una persona y nos equivocamos, y la próxima vez también, y sabemos de antemano que si ponemos un lápiz sumergido en el agua no lo veremos bien, nuestros sentidos fallarán, nuestra palabra le dirá a los demás cosas feas, cuando quisimos decir cosas lindas.

Es el desajuste de nuestra condición corpórea lo que nos pone tristes. Y como no lo podemos reparar nosotros, tendemos a proyectar otros mundos donde nos saquemos de encima el cuerpo, fuente de esos desajustes... ¡pero no! la buena noticia es que el cuerpo no es la fuente de esos desajustes, que nuestros sentidos no sólo nos engañan sino que podrían ver todo lo externo y llegar sin error a lo interior, que nuestra inteligencia no sólo podría equivocarse, sino percibir el verdadero sentido de las palabras, la buena noticia es que ser hombre, es decir, corpóreo, valía tanto la pena, que Dios tuvo que crear dos modelos para poder hacer un ser humano, porque en uno solo no cabía tanta grandeza. La buena noticia es que Dios sigue siendo hombre, glorioso, resucitado, y corpóreo con nuestro mismo cuerpo, pero incorruptible...

/////////////////////////////////////////////////////////////

¿Acaso pensamos que Dios crea al hombre porque está aburrido? ¡No!, Dios crea al hombre porque nos quiere crear, y porque nos quiere exactamente como somos: seres corpóreos, todos iguales y todos distintos.

Y si Dios ama esto, es esto lo que mejor podemos ser eternamente.

Tal vez, nosotros, confundidos, tratamos al cuerpo como un envoltorio que un día se tirará, pero Dios no. Tanto ama Dios a ese hombre corpóreo que crea, que se hace hombre, muere por el hombre y resucita eternamente como Dios y hombre y nos ofrece la resurrección de los cuerpos.

¿Pero qué querrá decir que resucitaremos? ¿que tendremos todos una edad promedio (la mejor, sea cual sea) con pinta de norteamericanos, y por supuesto blancos y rubios, como las figuritas de los Testigos de Jehová? La responderé con apenas tres palabras: No lo sé. No tengo la menor idea del "cómo" de la resurrección, y cuando busco en la Biblia, resulta que allí tampoco se dice cómo será. Cuando le preguntaron a San Pablo respondió: "¡Necio! se siembra un cuerpo natural, brota un cuerpo espiritual" (1Corintios 15,44. Recomiendo leer toda esa bellísima argumentación, que comienza en 15,1). Es el único pasaje del NT que habla del cómo de la resurrección, y según se puede ver, no da ningún detalle.

No se dan más claras las cosas en el Magisterio, que siguiendo a San Pablo, nos dicen que serán "cuerpos perfectos", "incorruptibles", "no sometidos a las limitaciones presentes", etc, pero de descripción imaginativa, nada.

Habrá que esperar y aplacar la imaginación.... pero mientras tanto podemos aprovechar a pensar porqué será que a pesar de no poder imaginarnos nada, es tan importante para nuestra Fe creer en la resurrección de la carne y no en cualquier otra cosa.

Muchos cristianos piensan que nuestra civilización actual ama demasiado el cuerpo y por eso se olvida del alma... Me parece que es exactamente al revés: nuestra civilización detesta el cuerpo, por eso tampoco comprende el alma. Quien ama tener un cuerpo, jamás puede oponer el cuerpo al alma, y mucho menos olvidarse que toda el alma está visible en el cuerpo, y todo el significado del cuerpo apunta al alma.

Cuando se odia al cuerpo se le trata como un mecanismo ingenioso pero inútil, que sólo vale si funciona bien, o como un multiprocesador de alimentos, o como una máquina de descargar pulsiones.

Es la gran paradoja de nuestra civilización: decimos amar el cuerpo, pero nos sentimos encerrados e incomunicados, incapaces de lograr que el cuerpo diga nuestro interior.

Frente a esto, los cristianos tenemos la opción de gastar y consumir nuestra vida rechazando el vacío del mundo u oponer a ese vacío la grandeza de la esperanza cristiana: la resurrección de la carne.

En definitiva, no sabemos cómo va ser, pero sí podemos saber lo que ella significa:

-Significa ante todo lo que repite una y otra vez el NT: que la vida eterna no empieza luego de la muerte sino en el bautismo, cuando morimos al mundo.

La diferencia de esta vida y la "otra" (que es esta misma) es de grado, no de clase: si fuéramos a ser otra cosa distinta de lo que somos, no podríamos decir que ya comenzó la vida eterna.

-Significa también que todo lo que hacemos, seguirá configurando nuestro ser, por toda la eternidad. Cada acto de nuestra vida: levantarnos y saludar en vez de gruñir, conocer cada día algo nuevo, comprender cada vez mejor las cosas, adquirir habilidades con nuestras manos... todo eso que en esta vida implica y requiere al cuerpo y la hace un aprendizaje permanente no se acaba con la muerte: valió la pena, valió para toda la eternidad.

Una persona muy querida, gran amante de la matemática, me hizo una vez una pregunta en forma de apólogo, que transcribiré:

«Estás en tu lecho de muerte, te faltan unos pocos instantes. Toda tu vida creíste, has ido a Misa, rezaste, también toda tu vida estudiaste lo que más te gustaba, la matemática. Pero hay un teorema que nunca lograste resolver. Tienes en la mesa de noche un libro donde está la resolución del teorema y tu rosario de siempre.

Te quedan los minutos justos, sólo el tiempo para rezar el rosario, o comprender al fin ese teorema, pero no las dos cosas. ¿Cuál sería la mejor elección?»

Parece que sólo hubiera dos elecciones posibles (comprender el teorema o rezar el rosario), pero en realidad hay más, al menos cinco; cada una de las cuales refleja un valor religioso:

* Puedo elegir rezar el rosario porque ya no me queda tiempo, y todo lo que pudiera aprender carece de importancia.

(No estoy valorando el rosario sino usándolo para expresar el desprecio hacia el teorema)

* Puedo elegir el rosario porque quiero entrar cantando al cielo, donde en seguida me voy a enterar del teorema.

(Elijo al rosario y al elegirlo expreso también el valor del teorema)

* Puedo cerrar los ojos y palpar, haré lo primero que toque: si el rosario, rezaré el rosario; si el libro, estudiaré el teorema, porque las dos cosas tienen valor en mi vida.

(Los dos son valiosos porque cada uno a su manera hablan de Dios, que vale más que el rosario y el teorema.

* Puedo leer el teorema, porque a través de esa búsqueda de la verdad estuve toda mi vida, en definitiva, buscando a Dios, y ahora que voy a Él quiero ir con la máxima verdad que, humanamente, haya podido alcanzar.

(Elijo el teorema y al elegirlo, expreso también el valor del rosario)

* Puedo leer el teorema porque ya "estoy jugado" y un rezo no cambiará el mundo.

(No estoy valorando al teorema sino desesperando de la salvación)

En último término, me parece que nadie puede decidir esto en lugar nuestro, y tanto el teorema como el rosario podrían ser una buena respuesta. "Creo en la resurrección de la carne" significa también que todo nos está permitido, menos el desprecio y la desesperación.
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CarlosR26†
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MensajePublicado: Mie May 16, 2007 4:20 pm    Asunto:
Tema: El Cielo (Para Carlos Gzl)
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¡Cuánta belleza hay en esa frase: «creo en la resurrección de la carne»!



Si no fuera creyente, sólo esa frase me haría pensar que los creyentes seguramente tienen razón en entregar su vida a una fe que dice eso.



Ni siquiera "resurrección del cuerpo", sino "de la carne", como para que ninguno se confunda y crea que hay algo nuestro que Dios no ama.



Dios creó esto que soy, y lo creó así, y lo ama así, y lo desea eternamente así: sometido al tiempo, a la tensión, a la búsqueda, a lo particular.



La verdad, el bien, la belleza, nos cuestan, no las podemos alcanzar inmediatamente: la carne es un freno a nuestro deseo de unidad absoluta, total, instantanea... pero la carne es un freno cuanto también es una protección, una protección de no disolvernos en un mar de belleza, de verdad y de bien que pierda nuestra particularidad, nuestro "la verdad vista por Jorge", "el Bien hecho por Edu", "la Belleza contemplada por Maricruz".



La carne oculta, pero en realidad cobija. Es más: cobijaría mejor si no ocultara tanto: Cuando Adán y Eva se convirtieron en dioses para sí mismos, lo primero que sintieron es que la carne ya no los cobijaba, y se hicieron unos taparrabos con rama de higuera, para suplantar el cobijo que da la carne... y no lo lograron, claro está.



Así quiero imaginar la resurrección de la carne: la vuelta al cobijo que nos da la carne, la vuelta a poder ver la verdad, el bien, la belleza de frente sin que nos aniquile.

Pero una "vuelta" que no es un retorno a lo que ya ocurrió: no es un retorno al paraíso perdido sino mucho más: un "cuerpo espiritual" lo llama San Pablo: ¡el cuerpo glorioso de Nuestro Señor! todos cobijados en ese Cuerpo, eso es mucho más que lo que nos dio en el paraíso, pero es más dentro de una humanidad que Dios quiere como humana, y que no quiere que deje de ser humana.



El pecado es un ocultamiento, la salvación un cobijo, por eso se parecen... por eso pecamos creyendo hacer el bien, cuando sólo ocultamos sin cobijar, amamos egoístamente, queriendo a lo mejor amar desde el centro mismo de nuestro yo (del que por ahora no disponemos).



Pero una vez limpia la escoria de eso que nos oculta, quedará la carne de nuevo reluciente, lista para que por primera vez podamos decir: "mi carne", sin que ese "mi" sea "solamente mío y de nadie más", porque será "mi carne" y al mismo tiempo el Cuerpo Glorioso de Jesús, en el que todos nos reconoceremos.



Pero decir "la resurrección de la carne" preserva aún el misterio adicional de que cada realidad que nos ocurre ya desde ahora (y digo "realidad" para decir "verdad, belleza, bien" ) hace huella en nosotros, y resucita en nosotros y con nosotros.



Esa coma en un texto, que te apasionó, que te volvió loco para investigar su sentido, que trabajosamente modelaste en palabras para poder comunicarla: esa coma es parte de tu carne, y resucita en el último día. Puede ser que la mortaja no tenga bolsillos, como dice el refrán, pero la "resurrección de la carne" nos anuncia algo que "ni el ojo vio ni el oído oyó", así que hasta los refranes populares (siempre tan cargados de verdad) se equivocan: la mortaja no tiene bolsillos, pero la carne sí: y nos llevamos puesto todo lo que hayamos ido realizando de verdad, de bien, de belleza en este mundo: "ya en este mundo, el ciento por uno, y luego la vida eterna".



Quien hoy mira un cuadro bello y goza de la belleza contenida en él sin egoísmos, simplemente dejándose compartir por la Belleza de Dios, ya hoy es un hombre nuevo: su carne ha crecido, se ha llenado, y eso no lo perderá jamás: llevará ese instante consigo por toda la eternidad, y podrá compartirlo con lo que cada carne lleva en sí por toda la eternidad:



hoy es el día de la Gracia, hoy es el día de la salvación

Cada instante de tu vida (y de la mía, y de la de todos), está preñada de eternidad, y cada cosa, aún la que el mundo considera menos importante, nos va haciendo más personales.



Es a esa persona concreta a la que ama Jesús, no la Humanidad abstracta de los masones, sino a mí, que soy humano, porque soy Abel. Y es a mí, no a la Humanidad, a la que ha dicho: "Abel, si yo quiero que Maite se quede en Galicia hasta mi vuelta, ¿tú que tienes para opinar? tú sígueme."



Lo que sí está de fondo en lo que puse, es que cuando más humanos y particulares somos, más perfectamente nos vamos asemejando a Jesús, verdadero hombre, judío, no humano en general, Galileo, no de todos los lados al mismo tiempo, que murió bajo Poncio Pilatos, no en cualquier época, y resucitó al tercer día, y no todos los días.



Dios amó lo particular, por eso creó seres humanos que sólo se realizan por completo cuando son -y aceptan ser- sólo una parte: cuando un varón acepta que lo humano no lo hacen sólo los varones, cuando una mujer acepta que lo humano no lo realizan sólo las mujeres, cuando un intelectual acepta que para que el pueda ser intelectual otros dejan su vida en la lonja de pescado, y se van a ir al mismo cielo, cuando el pescadero acepta que algunos nacieron para leer... en fin, porque así será el cielo, creo y opino: infinidad de planetas, con infinidad de humanos realizando la multiforme variedad de las palabras humanas en un aleluya eterno que sonará como....



no sé cómo sonará, pero es lo único que desearía saber, todo lo demás lo trato de saber para saber eso.




*** Y eso Señores es la Fe que profesamos ***
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Amar es decir al otro: "Tu no moriras"
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