Sobre la felicidad... ¿eres feliz amigo, amiga?

[Orpam Saretnoc Laverz]

Queridos amigos, Attilio Danese, Marialucia Piva, Rosina, Gemma Paganini italianos, Pilar catalana, Johanna Montag austríaca, M. Jacqueline Bourgeois belga, Anne M. Bafaro, Ramonet joven familiar, Annie Lecercle, Helen Murphy inglesa, Rosa Mª Sestili romana, y todos vosotros que estáis ahí.
Unas afirmaciones de Agustí Altisent, monje de Poblet me han hecho pensar, y ¿por qué no, también gozar? Os las regalo, para este fin de semana. ¡No iría mal algún comentario! también el hacerlo de tú a tú con quienes podáis ¿os agrada la idea?
Pues ahí van:

"Nadie es feliz -ni está alegre- contra su propia voluntad. Pero esta voluntad no ha de limitarse a desear la felicidad o la alegría: ha de ponerse, en cuanto a deseos y actitudes, en aquella disposición de desapego de las cosas que permite a Dios sorprenderle inesperadamente a uno con la alegría y así levantarle el alma.
El mayor enemigo de la felicidad es el afán de ser feliz. No seremos felices... si no estamos del todo despegados de nuestra felicidad.
Porque quien tiene la vida dura dispone de cuatro soluciones para salir al paso: esforzarse para mejorarla, aceptarla como instrumento para aumentar su temple, pegarse un tiro, ponerse enfermo. Y nadie le ablandará la vida si él mismo no lo quiere y no lo hace. Ya no es tiempo de decir ¡mamá!.
Para ser feliz, para vivir contento, hay que detestar la amargura o el malhumor -esas autosatisfacciones horteras- descalificando por envilecedores esos estados de ánimo, que... pueden repercutir en la paz de los "próximos" de uno por sus posibles estallidos de ira. ¿No se avergüenza uno de rechazar todo esfuerzo y ponerse del todo inútilmente a llorar o a quejarse?
Lo cierto, no cabe la menor duda, es que nadie es feliz sin sacrificarse. Y el primer sacrificio conveniente es detestar los recursos infantiles, que en realidad son enfermedades de la mente, y vivir suelto y despegado de lo que uno es y de lo que uno tiene. ¿No son todo préstamos de Dios? ¿Cómo podemos compartir la alegría de Dios si no le preferimos a él, sino a lo que puede prestrarnos o nos presta?
No digo que debamos tirarlo por la ventana. pero sí usarlo como si no lo usáramos, mantener una cierta distancia irónica respecto de aquello que nos ofrece un contento interesado...
Un elemento cercano a la felicidad es la paz psíquica. No siempre podemos tenerla pero siempre hemos de buscarla.
Pero la paz que está en la base de toda otra y que consiste en estar voluntariamente de acuerdo con nuestra situación y con Dios -que de uno u otro modo la preside y la orienta-, esa hemos de mantenerla siempre.
Estando establecidos en ella, tenemos la puerta abierta y entonces puede Dios venir con su alegría innumerable.
El amargado está pegado a su misma amargura y la genera ex profeso".


Sé que ha sido algo largo el párrafo, pero podemos hacerlo "corto" si nos sirve para ser felices y hacer que otros lo puedan ser también.

¡Buenas tardes con María Auxiliadora, nuestra Madre querida, en cuyo mes especial nos encontramos!
Orpam Saretnoc Laverz

[Albert]

Hermana Amparo:

¡Paz y bien!

La felicidad es inconstante, pero la santa alegría se supone de saberse amado por Dios y de que sólo Él basta para ser felicies. Dios te bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS