Gache Asiduo
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Publicado:
Mar May 22, 2007 4:58 pm Asunto:
Exhortación apostólica “Novo Milennio Ineunte"
Tema: Exhortación apostólica “Novo Milennio Ineunte" |
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Les comparto esto:
Informe del presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador Monseñor Fernando Sáenz Lacalle
Eminentísimos señores Cardenales. Hermanos en el Episcopado. Queridos
sacerdotes. Religiosos, religiosas. Observadores. 1.- En el trabajo pastoral
que estamos realizando en El Salvador, coincidimos fundamentalmente con las
opciones pastorales que el Papa Juan Papa Juan Pablo II nos propuso en la
exhortación apostólica “Novo Milennio Ineunte”.
2.- Este documento representa un gran tesoro para la Iglesia. Podemos
considerar dos aspectos: su visión pastoral que se expresa en las siete
prioridades pastorales y su visión socio-político-económica que se resume en
la frase “apostar por la caridad.”
3.- El objetivo general de nuestro plan viene así expresado: “Hacer de la
Iglesia que peregrina en El Salvador, una comunidad de discípulos y
misioneros, que haga presente el Reino de Cristo en la sociedad para
transformarla y que ofrezca a todas las personas los medios para alcanzar la
salvación eterna.”
4.- Queremos con este objetivo asumir las prioridades que el Siervo de Dios
el Papa Juan Pablo II había planteado con tanta intuición y fe al inicio del
nuevo milenio.
5.- En primer lugar y sobre todo, la santidad. El Santo Padre puso énfasis
en la conversión personal, fruto de la gracia de Dios y obra de la
redención. Redimir el mundo supone, en primera instancia, redimir la
persona. Mi querido y recordado predecesor Monseñor Oscar Arnulfo Romero lo
afirmó en una homilía un mes antes de su muerte sacrificial: “no gritemos
solo cambios de estructuras porque de nada sirven las estructuras nuevas
cuando no hay hombres nuevos que manejen y vivan esas estructuras.” (Homilía
del 17 de febrero de 1980)
6.- Juan Pablo II nos habló del arte de la oración. Supuestamente esa es
nuestra tarea principal como líderes del pueblo de Dios. La oración es
necesaria para vivir en comunión con Dios. ¡Cuántos problemas nos aquejan
porque no oramos como debemos! ¿Quién no siente que nuestra crisis de
vocaciones sacerdotales no es también consecuencia de la crisis de oración?
Monseñor Romero preguntaba: “¿Cómo es posible que los hombres podamos vivir
sin orar?” (Homilía 13 de agosto 1978). Esta pregunta nos interpela hoy más
que nunca. ¿Cómo podemos ser líderes sin oración?
7.- Una tercera prioridad pastoral, es la participación activa y consciente
en la Eucaristía dominical. Su Santidad Benedicto XVI enfatiza esta
prioridad. Es sorprendente y decepcionante que muchos católicos prescindan
de la cumbre y fuente de la vida cristiana. Para ellos no es una prioridad.
Incluso gente supuestamente “convertida” de comunidades y movimientos, falta
con frecuencia a la Misa dominical. Es necesario insistir en la importancia
del de las obligaciones que supone y de la gracia abundante que nos procura.
8.- La Eucaristía nos exige perseverancia y ésta implica un proceso de
conversión. La conversión requiere el apoyo de la gracia sacramental de la
Penitencia. Juan Pablo II lo expresó así: “Deseo pedir además una renovada
valentía para (...) proponer de manera convincente y eficaz la práctica del
Sacramento de la Reconciliación.” (NM #37). Los obispos de la Conferencia
Episcopal de El Salvador piden explícitamente a los sacerdotes que den mayor
oportunidad a los fieles, especialmente a los niños y jóvenes, para acceder
a la gracia de este sacramento tan importante para lograr la reconciliación
social, en un pueblo dividido por una guerra reciente.
Tenemos que recordar que la obra en que estamos involucrados, es del Señor.
No son nuestras capacidades, sino la gracia de Dios, lo que nos va a salvar,
siempre que prestemos la colaboración necesaria.
9.- La escucha de la Palabra es la sexta prioridad; la séptima es el
anuncio. De hecho se puede decir que el camino trazado en las siete
prioridades empieza esta última.
10.- Hans Urs van Baltasar, señala que toda palabra tiene que ver con la
Palabra. Toda la Escritura trata de la Palabra, Hijo Único del Padre, Dios y
Hombre Verdadero, que se encarnó y sufrió por nosotros. El contacto con la
palabra escrita es necesario para entrar en comunión con Jesucristo.
11.- La formación de los presbíteros en el estudio de la Sagrada Escritura
es primordial; pero también es esencial el conocimiento y uso de la Biblia
por parte de los fieles. Esto es más importante que nunca en la actual
situación en la que tantos malinterpretan y confunden el mensaje de la
Biblia. Las sectas y los protestantes fundamentalistas están ganando adeptos
entre los católicos que tienen poca formación bíblica. Hay un hambre de la
Palabra de Dios que no estamos satisfaciendo y que requiere la combinación
de estudio del texto con la meditación del mismo. La Lectio divina es
practicada por más fieles actualmente que nunca en la historia de nuestra
Iglesia en El Salvador. Todos, incluso los obispos tenemos que incorporar
en nuestra espiritualidad la escucha de la palabra para que nuestro anuncio
de la misma tenga integridad y resonancia testimonial.
12.- Los obispos de El Salvador, estamos conscientes de la necesidad de:
“Impulsar procesos de Formación de Agentes de Pastoral en cada parroquia y/o
vicaría que sean integrales, sistemáticos, permanentes, con énfasis en la
Doctrina Social de la Iglesia, para que bajo su inspiración transformemos la
realidad en la que vivimos.”
Este objetivo responde a las prioridades pastorales de “Novo Milennio
Ineunte” y también a la necesidad de dar testimonio del amor de Cristo en el
mundo. Dios nos llama a ser testigos del amor.
13.- El apostar por la caridad, al que se refería Juan Pablo II, ha tenido
un eco espléndido en la enseñanza de Su Santidad Benedicto XVI. Él nos ha
recordado el servicio de la caridad que incumbe a la Iglesia, como parte de
su vida y que impulsa a la Evangelización, a la Catequesis y a la vida
litúrgica.
Enfocar la caridad como tarea inexcusable de la Iglesia, aclara e ilumina
nuestro compromiso por la justicia social. El trabajo por la justicia
presupone el amor. La Iglesia no puede trabajar por la justicia sin el amor.
Por eso no podemos apoyar procesos de confrontación en nuestras sociedades
tan divididas. Nuestra voz tiene que ser una voz de paz y de reconciliación.
Sin ignorar los grandes problemas y la miseria en que viven tantos
salvadoreños, hermanos nuestros, tenemos que ofrecer un modelo de compromiso
ajeno a la lucha de clases e inspirado en la caridad.
14.- Tenemos que trabajar mucho más por la unidad. Es una urgente necesidad
en nuestra sociedad tan conflictiva. La unidad es el mensaje de nuestro
Padre Dios, es el ideal de la salvación que nos promete Jesucristo, y es el
fruto del Espíritu Santo.
15.- Tenemos un gran ejemplo en la Virgen María amada tan entrañablemente
por nuestros pueblos. A los pies de la Virgen de Concepción, venerada en
Aparecida, pedimos a Dios imitar la virtud de María que en su tierno amor
maternal nos hace a todos nosotros sentirnos hermanos en este continente.
Somos sus hijos y hemos de suplicarle que Ella nos mantenga unidos en la
tarea tan importante que la Iglesia nos ha encomendado: “ser discípulos y
misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengamos vida”. |
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