Maellus haereticorum Veterano
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 1775
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Publicado:
Mar Dic 13, 2005 3:45 am Asunto:
Tema: necesito respuestas |
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Cita: | 1.-Sobre que Roca el catolicismo o la supuesta iglesia del 33 esta fundada? |
Cristo edificó su Iglesia sobre san Pedro, como roca, lo cual no está en oposición a que Cristo sea la Roca principal:
1 Pe 2, 4-5 "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo".
Como vemo, el título de "piedra" no es exclusivo de Cristo. Lo que Cristo hizo exclusivo fue dar ese nombre a un solo Apóstol.
Cita: | 2.-En donde aparece en el Nuevo Testamento que El Señor constituyo Sacerdotes y Vicarios? |
La Iglesia es un pueblo sacerdotal. JESUS no se atribuye a si mismo ni a la Iglesia explícitamente el titulo de sacerdote; pero no por esto ha dejado de actuar como sacerdote y parece que ha concebido al Pueblo de la Nueva Alianza como Pueblo Sacerdotal
I Pedro 2, 5-6 "También son ustedes piedras vivas con las que se construye el Templo espiritual. Ustedes pasan a ser una comunidad de Sacerdotes que por CRISTO JESUS ofrecen sacrificios espirituales y agradables a DIOS.”
En el versículo 9 dice "Ustedes al contrario son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada."
Apocalipsis 1, 6 "Y nos purificó de nuestros pecados por su sangre haciendo de nosotros un reino y sacerdotes de DIOS su Padre".
Aunque JESUS no le da el titulo de sacerdote a nadie, ni a si mismo, los Apóstoles nos describen como un Pueblo Sacerdotal. Tanto en Israel como en la Iglesia su continuadora dentro de este pueblo sacerdotal son elegidos hombres consagrados por medio de la unción para que sirvan en la ministración y en la guía del Pueblo de DIOS.
Pablo ya le da títulos netamente sacerdotales a los servidores de las comunidades cristianas, tales como en:
I Corintios 4, 1 "Dispensadores de los misterios de DIOS"
y en
II Corintios 3, 6 "Ministros de la Nueva Alianza".
Romanos 15, 16 "DIOS me ha enviado como ministro de CRISTO JESUS entre los paganos para el solemne servicio de la Buena Nueva de DIOS".
En este último texto, donde se traduce "ministro", Pablo usa la palabra griega λειτουργός (leitourgos), que según el Diccionario de Thayer, se define como:
1) Un ministro público, sirviente del estado.
2) Un ministro, un sirviente de:
2a) labores militares
2b) del templo:
2b1) El que se ocupa de las cosas sagradas.
2b2) sacerdote.
2c) Sirviente del rey.
Cita: | 3.-Que significa Sumo PONTIFICE y a quien realmente le pertenece ese titulo. |
La Escritura utiliza en griego, la palabra αρχιερεύς (archiereus) que en castellano se puede traducir como Sumo Sacerdote o como Sumo Pontífice.
Eso es un hecho: ambas palabras son la traducción correcta de archiereus.
En las Escrituras, ese título petenece a los sumos sacerdotes del sistema levítico, frecuentemente llamados «príncipes de los sacerdotes» en el Nuevo Testamento, e incluyendo a ex-sumos sacerdotes y miembros de familias sumo-sacerdotales (Mat , :4; 16.21; 20.18; 21.15); en singular, un sumo sacerdote, p.ej., Abiatar (Mc 2.26); Anás y Caifás (Luc 3,2).
También es llamado así Cristo en la Epístola a los Hebreos, donde es llamado «sumo sacerdote» (4.15; 5.5,10; 6.20; 7.26; 8.1,3; 9.11); en 4.14: «un gran sumo sacerdote»; 10.21: «un gran sacerdote»; «misericordioso y fiel sumo sacerdote» (2.17); «el apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión» (3.1); «sumo sacerdote según el orden de Melquisedec» (5.10). Uno de los grandes objetivos de esta Epístola es exhibir la superioridad del sumo sacerdocio de Cristo como perteneciente a un orden diferente de y superior al aarónico, en el sentido de que Él es el Hijo de Dios con un sacerdocio del orden de Melquisedec.
Cita: | 4.-¿A qué se refirió Jesús cuando dijo a Pedro que le estaba dando "las llaves del reino de los cielos"? |
En Mt 16, 19 Jesús cumple una profecía bíblica:
"Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; y cerrará, y nadie abrirá. Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su Padre" (Is 22, 22-23).
Es el único lugar en el Antiguo Testamento donde las llaves son simbólicas.
La Iglesia es ahora la Nueva Casa del Nuevo Rey David (Hch 15, 16). El Rey Jesús tiene las llaves (Ap 3, 7) y ahora, como cualquier rey, se las confía al cuidado de su mayordomo Pedro. Algunas personas tratan de usar el argumento de que Is 22, 22 refiere a Jesús porque el profeta anunció al Señor. Es verdad que Isaías profetizó a Jesús. Pero el capítulo 22, 22-23 no habla de Jesucristo. El rey Ezequías, el descendiente real del trono de David le hace mayordomo del palacio a Eliaquim. La profecía sobre las llaves trata de Eliaquim, no del rey quien las entrega. Jesús en Apocalipsis 3, 7 tiene la llave de David, pero él no es mayordomo. Como los reyes del Antiguo Testamento, Jesús, descendiente del trono de David, da las llaves a Pedro su mayordomo. En resumen, las llaves son símbolo de autoridad.
¿Qué está haciendo Jesús? Además de cumplir la profecía de Isaías, Jesús usa un ejemplo de la realidad de su tiempo. Cada rey (David, Salomón, Herodes, César) tenía un palacio y el rey escogía un mayordomo (Ver por ejemplo Is 36, 22; Gn 41, 40) a quien le encargaba abrir y cerrar la puerta del palacio (es decir todas las oficinas de los ministros), manejar todos los asuntos de reino, sellar o no todos los documentos importantes y cuidar el tesoro del rey (Is 22, 15)
Cita: | 5.-La autoridad para atar y desatar fue dada solo y exclusivamente a Pedro? |
No, es una autoridad dada a todo el Colegio Apostólico:
Mat 18, 18 "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo"
De donde deducimos:
1- Pedro en particular es infalible, ya que se le dió ese poder a él en particular.
2- La Iglesia en general cuando se reúne en Concilio, es infalible, ya que los Apóstoles recibieron juntos este don, no cada uno por separado. _________________
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LucasGabriel Constante
Registrado: 07 Dic 2005 Mensajes: 723 Ubicación: Argentina - Córdoba
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Publicado:
Mar Dic 13, 2005 4:23 am Asunto:
Tema: necesito respuestas |
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Estimado Hermano en la fe:
Al perder la visión del todo en la palabra de Dios, nos quedamos con pedacitos de mensajes que pueden ser interpretados con tanta ambigüedad, que espanta.
Veamos la tentación del desierto a nuestro Señor en San Lucas. ¿Quién arremete con las Escrituras? ¿quién ataca con pasajes descontextualizados a Cristo en la cara? ¿Cómo responde Cristo?
El Señor puede contestar todo lo que le arroja, pues es Dios. El conoce todo, no se lo puede engañar con una desnaturalización de los mensajes bíblicos. Es este un ex ángel, inteligente y engañoso.
Por eso, es el Diablo el primero en esto, el que inventó la teoría de atacar con las Sagradas Escrituras a Dios.
Sin embargo, concentrémonos ahora en estas líneas que vienen a continuación. Leyendo y rumiando el texto. Es apasionante.
La misión de los apóstoles continúa con la Institución de la Sucesión Apostólica hasta nuestros días
Con la expresión sucesión apostólica se indica en teología que los Apóstoles no constituyen en la historia de la Iglesia una figura o institución aislada, propia de la primera época del cristianismo, sino que, por voluntad de Cristo, estaban destinados a tener sucesores: los obispos, sucesores de los Apóstoles y el Romano Pontífice, sucesor de S. Pedro.
Precisando más el concepto, podemos añadir lo siguiente. Hay en los Apóstoles algo único e irrepetible: el haber convivido con Cristo durante su vida terrena y haber sido testigos de su Resurrección -o al menos esto último, como en S. Pablo-, y haber sido constituidos, por consiguiente, en primer eslabón que, contando con una especialísima asistencia del Espíritu Santo, transmite la Revelación a la comunidad cristiana.
Nada impide, en cambio, que la misión confiada a los Apóstoles pueda ser transmitida a otras personas que les sucedan; más aún, en esa misión está implícita su transmisión. Esas personas, obviamente, no serán Apóstoles, en el sentido preciso que el término tiene en el Nuevo Testamento, sino sucesores de los Apóstoles. Al hablar de sucesión apostólica se alude a la pervivencia del poder de predicar y de administrar los sacramentos y del poder disciplinar dentro de la Iglesia, pero no a la pervivencia de los Apóstoles en cuanto tales.
La idea de sucesión apostólica implica, pues, en primer lugar, la pervivencia de una misión. Pero indica algo más: que esa misión pervive a través de una transmisión realizada de persona a persona, de modo que cabe trazar una línea histórica que une a la Iglesia actual con la apostólica.
La Iglesia Católica es por eso apostólica no sólo porque en ella pervive la doctrina y la praxis de los Apóstoles, sino por una apostolicidad de sucesión, es decir, porque se ha dado -como consecuencia de la voluntad fundacional de Cristo y de la asistencia del Espíritu Santo- una ininterrumpida sucesión de pastores y maestros. El tema de la sucesión apostólica se relaciona así muy estrechamente con el del sacramento del Orden y con el de la estructura sacramental de la Iglesia.
La sucesión apostólica se puede desglosar en dos partes: la apostolicidad o envío por Cristo de los Apóstoles; y la sucesión de los Apóstoles o sucesión apostólica propiamente dicha.
El envío de los Apóstoles.
Desarrollemos nuestro estudio a modo de glosa de un logion fundamental: «como me ha enviado el Padre, así os envío yo a vosotros» (lo 20,21 ), que sitúa a Cristo en el centro del enviar, con la certeza de una simetría -«como»- en sus dos polos. La afirmación de Cristo como mandante es expresada en los escritos neotestamentarios con el verbo griego apostollein o su sinónimo pompein.
En los Evangelios sinópticos el apostollein evoca el envío de Cristo por el Padre y el que Cristo hace de sus propios ministros. Del conjunto orgánico surgen fuertes asimilaciones: «El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió» (Mt 10,40; cfr. Le 10,16; y, en otro contexto, Le 9,48 ).
El Evangelio de S. Juan abunda en las mismas ideas, alternando pempo y apostello. Cristo es enviado (3,17,34; 4,34; 5,36-38; 6,57; 7,18,33; 8,26: etc.) y mandante (17,18; 21,20 ) en continuidad perfecta con el Padre (13,16,20 ), cuya presencia (8,29: «el que me envió, está conmigo») y mensaje (7,16: «mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió») se dan en el mismo lugar. El mismo esquema se encuentra idéntico fuera de los Evangelios (Cristo enviado: Act 3,20; 26,36; 1 lo 4,9,14; Cristo mandante: Act 22,21; 26,17; 1 Cor 1,17; Rom 10,15 ), con la adición de un detalle muy significativo: no sólo Cristo, enviado del Padre, manda a los suyos; éstos, a su vez, enviados por Cristo, mandan nuevos representantes suyos: el conjunto de los Apóstoles a judas y Silas; a Pedro y a Juan; a Pablo y a Bernabé; por su parte, S. Pablo manda a Timoteo, Tito, Eraston, Tíquico, etc.
Un detalle nos detiene de intentar ya una síntesis: el término Apóstol es claro, pero a la vez tiene en el N. T. una cierta indeterminación. Por una parte se restringe a los Doce o a quienes (cfr. Act 1,21-26 ), habiendo convivido con Cristo y siendo testigos de su Resurrección, son mandados a evangelizar el mundo entero. Sin embargo, se aplica también, e indiscutiblemente, a S. Pablo, que no convivió con el Señor. Por otra parte, entre los Doce y S. Pablo y otros (Silvano, Andrónico, Apolo) a quienes en el N. T. se les llama apóstoles, hay evidentemente gradación.
En la raíz de todo se encuentra el Apóstol por antonomasia que es Cristo, único enviado del Padre, exclusivo mensajero de la salud. En dependencia de Él sus enviados son Apóstoles en sentido fuerte, los ministros llamados a dar cuerpo a la acción apostólica de Cristo: todos ellos, y sólo ellos. Nada extraño tiene, por tanto, que el apostolado trascendente de Cristo se difracte en participaciones aparentemente dispersas (los Doce, S. Pablo) que, en realidad, son complementarias, como son complementarias las palabras de la Biblia, en que cristaliza la única Palabra del Padre. Cristo recurre a los Apóstoles por exigencias de su misión universal en el marco de la Encarnación, a fin de extender su palabra y su acción salvífica hasta el fin de los tiempos.
En relación a la sucesión de los Apóstoles, hay que decir que mientras el Apóstol Cristo es inmortal, sus Apóstoles, a los que envía en su nombre, son caducos. De ahí la necesidad de sus sucesores: Cristo no admite sucesión; los Apóstoles sí. Y así lo afirma el texto bíblico.
Los autores protestantes lo niegan y argumentan al respecto diciendo que la palabra sucesión (diadojé) no aparece en el N. T. Por lo que se refiere al vocablo es cierto, pues figura tan sólo en el libro de los Hechos (7,45 y 24,27 ) y en contextos que nada tienen que ver con nuestro tema preciso. Pero de la ausencia de la palabra no se deduce la de la idea. Más aún, es lógico que la palabra no aparezca en libros como los del N. T. que nos hablan de los Apóstoles en pleno servicio activo: si los hagiógrafos querían referirse al tema, es lógico que lo hicieran con otros registros, y así de hecho sucede. Reseñamos unos textos fundamentales.
El primero lo hallamos en 2 Tim 2,2, que desde el punto de vista literario sigue el modelo que antes llamábamos testamentario. Persuadido de la inminencia de la muerte, dicta el Apóstol a su discípulo Timoteo una serie de disposiciones preciosas que remedan el estilo de los testamentos sucesorios a que nos tienen acostumbrados los autores helenos. «Tú, pues, hijo mío, le dice, ten buen cuidado, confiado en la gracia de Cristo Jesús; y lo que de mi oíste ante muchos testigos, encomiéndalo a hombres fieles, capaces de enseñar a otros». El párrafo es completísimo: se destaca la serie continua de personajes alineados en cadena; se menciona el depósito doctrinal objeto de herencia; se habla del ritmo de transmisión vertido en la clásica modulación de tipo «recepción-tradición» y el todo se completa con la alusión a la capacidad de los candidatos.
Cristo fundó una Iglesia
La iglesia católica es la única cuya autoridad se puede trazar históricamente desde Pedro como cabeza y los apóstoles.
¿Que otra denominación o iglesia puede demostrar que tiene sucesión desde los apóstoles?
Es la Iglesia católica cuerpo místico de Cristo, la única que es guiada por Dios y no por hombres.
Es una institución divina invisible y humana visible.
Todas las demás iglesias, están fundadas por hombres, con fecha exacta, nombre y apellido.
Dios envía a su hijo con pleno poder sobre las cosas, transmite su poder a los apóstoles y estos hacen lo mismo con quienes ellos consideran que pueden llevar a cabo la tarea de administrar la Iglesia, ser puente humano y divino entre Dios y los hombres.
Por que si la Iglesia fuera sólo humana viviría en el error constante por su misma humanidad. Eso es el resultado del protestantismo, que comienza con la "propia" interpretación de la palabra de Dios, dando como nefasto resultado las variadísimas denominaciones que exponen doctrinas diferentes unas de otras.
Así es que Cristo funda SU Iglesia en los apóstoles, a través de la “imposición de las manos”, dando los mismos poderes que Cristo a los hombres.
Estos discípulos, hacen lo mismo y delegan cargos dentro de la naciente Iglesia. Todo a través de la Imposición de las Manos, signo de que se ha transmitido los poderes conferidos así por Cristo.
¿Pero que importancia tiene que la Iglesia sea divina y humana y no sólo humana?
Enrique VIII de Inglaterra fundó el “Anglicanismo”. El deseaba casarse en segundas nupcias, y como la Iglesia Católica no se lo permitió, por que “lo que Dios ha unido, no lo separa el hombre”, decidió fundar la suya propia sobre si mismo, hombre. En este “fundar” sobre hombres una iglesia, dio lugar a que otros discípulos suyos hicieran lo mismo, y según ellos, con los mismos derechos de hacer lo que Enrique VIII. Y dio así diversidad de denominaciones hasta nuestros días.
Otros protestantes apuntaron a lo mismo. Lutero, Zuinglio y Calvino también hicieron lo suyo. Fundaron sobre hombres iglesias y les dio el mismo resultado: División desunión, diferentes interpretaciones de la Sagrada Escritura, de los sacramentos, etc, y dio paso a cientos de denominaciones que hoy existen y se sigue dividiendo a la fecha actual. El evangelismo es resultado de este protestantismo. Y el evangelismo también es madre de más denominaciones.
Los enviados de Cristo
Los Apóstoles son los enviados de Cristo, con los poderes que el les confirió, y les prometió estar con ellos hasta el fin de los tiempos. Por ello, estos enviados, bíblicamente demostrado, delegaron su apostolado a otros a través de la Imposición de las Manos.
Para entender un poco más sobre la sucesión es también necesario profundizar sobre “qué” significaba para los apóstoles la imposición de las manos.
Para comenzar, podemos expresar que la imposición de las manos es signo de consagración, indica que el Espíritu de Dios pone aparte a un ser que él ha escogido, que toma posesión de él, que le da la autoridad y aptitud para ejercer una función. Así, en el AT se pone aparte a los Levitas como a una ofrenda sagrada (Núm 8,10 ). Así el Espíritu de sabiduría llena a Josué (Dt. 34,9 ), disponiéndolo a desempeñar el cargo de jefe del pueblo con plenos poderes (Núm 27, 15-23 ).
En el NT, en signo de bendición, Jesús impuso las manos a los niños pequeños (Mc 10,16 ), confiriéndoles la bienaventuranza que anunciaba a los pobres (Mt 5,3 ), obteniendo de su Padre los frutos de su propia oración (Mt 19,13 ). La imposición de las manos es también signo de liberación. Por este gestos, cura Jesús a los enfermos: "Mujer, ya estás limpia de tu enfermedad", dijo a la mujer encorvada, luego le impuso las manos, y ella se enderezó en el mismo instante (Lc 13,13 ). Igual gestó realizó para la curación del ciego de Betsaida (Mc 8,23 ), o para cada uno de los numerosos enfermos que acudían a la puesta del sol (Lc 4,40).
En la vida de la Iglesia, según la promesa del resucitado, los discípulos "impondrán las manos a los enfermos y estos quedarán curados" (Mc. 16,18 ). Así Ananías devuelve con este gesto la vista a Saulo convertido (Hch 9,12 ), y Pablo a su vez restituye la salud del gobernador de Malta (Hch 28,8 ). Juntamente con este signo de liberación, la imposición de las manos se practica ya en la Iglesia naciente como signo de consagración. Por ella se transmiten los dones divinos y principalmente el don del Espíritu Santo. Así Pedro y Juan confirmarán a los samaritanos que no lo habían recibido todavía (Hch 8,17); Pablo hizo lo mismo a las gentes de Éfeso (Hch 19,6). Simón Mago había quedado tan asombrado ante el poder de este gesto que había querido comprar aquel poder con dinero (Hch 8,18). Así pues este gesto aparece como un signo visible portador de una potente realidad divina.
Finalmente, por este mismo gesto transmite la Iglesia un poder espiritual adaptado a una misión precisa, ordenada a determinadas funciones: tal gesto sucede en la institución de los siete (Hch 6,6,) consagrados por los apóstoles, o en el envío de Pablo y Bernabé (Hch 13,3). Pablo a su vez impone las manos a Timoteo (2 Tim 1,6; 1 Tim 4,14), y Timoteo repetirá este gesto sobre los que escoja para el ministerio (1Tim 5,22). Así la Iglesia continúa imponiendo las manos en sentidos precisados cada vez por una formula; y este gesto es portador de los donde del Espíritu.
La naciente Iglesia, el cuerpo eclesial, sólo es vivo si es el cuerpo de Cristo resucitado (Ef 5,14) y que derrama el Espíritu (Hch 2,33). Esta efusión del Espíritu comienza ya el día de pascua (Jn 20,22), cuando Jesús "insufla" el Espíritu recreador (Jn 20,22 Gen 1,2) sobre los discípulos finalmente reunidos por él (Mc 14,27), jefes del nuevo pueblo de Dios (Ez 37,9). Pero el día de pentecostés es cuando tiene lugar la gran efusión carismática (Hch 2,4) con miras al testimonio de los doce (Hch 1,8) y a la manisfestación pública de la Iglesia; así este día es para ella como la fecha oficial del nacimiento.
“Toda autoridad viene de Dios”
El principio "Toda autoridad viene de Dios" que formulara Pablo (Rom 13,1), se supone constantemente en el AT: el ejercicio de la autoridad parece en él sometida a las exigencias imperiosas de la voluntad divina. Jesús durante su vida pública aparece como depositario de una autoridad (Mt 7,29), tiene poder para perdonar los pecados (Mt 9,6), es señor del sábado (Mc 2,28). Poder absolutamente religioso de un enviado divino, ante el cual los judíos se plantean una cuestión esencial: ¿con qué autoridad hace estas cosas (Mt 21,23)? Jesús no responde directamente a esta cuestión (Mt 21,27). Tiene poder sobre la enfermedad (Mt 8,8) sobre los elementos (Mc 4,41) sobre los demonios (Mt 12,28). A él se le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18).
En el pensamiento de Jesús la misión de los Doce durará tanto cuanto dure el mundo; lo mismo sucederá a las estructuras visibles y a los poderes ordenados a esta misión. Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les delegó su propia autoridad ("el que a vosotros escucha, a mi me escucha", Lc 10,16) y les confía sus poderes (Mc 3,14; Lc 10,19), ejercen su poder de perdonar los pecados (Jn 20,21) y de dar el Espíritu (Hch 8,17). La expansión de la Iglesia confirma la promesa de Jesús a sus discípulos: hacen obras más grandes que las suyas y obtienen del Padre todo lo que le piden en nombre de su Hijo (Jn 14,21; 16,23)
Ciertamente hay toda una parte de la función apostólica, que es intransmisible: la situación de los apóstoles, testigos de Jesús durante su vida y después de su resurrección, es única en la historia. Pero cuando Jesús, después de su resurrección, encarga a los once enseñar, bautizar, dirigir y les promete que estará con ellos para siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28,20), deja entrever la permanencia de los poderes así conferidos, durante todos los siglos futuros, incluso más allá de la muerte de todos los apóstoles. Así lo entenderá la Iglesia primitiva, en que los poderes apostólicos continuarán siendo ejercidos por jefes, a los que los apóstoles escogerán y consagrarán para esta misión imponiéndoles las manos (2Tim 1,6). Todavía hoy los poderes de los obispos no tiene otro origen que estas palabras de Jesús.
El nacimiento de la Iglesia Católica
El NT nos muestra en el tiempo de los apóstoles al nacimiento de una jerarquía de gobierno que prolonga su acción. Todas las comunidades judías tenían a su cabeza ancianos (persbiteroi). Así también los misioneros de Pablo y Bernabé establecen en todas partes en las Iglesias presbíteros que las dirijan (Hch 14,23). En la ocasión de la asamblea apostólica de Jerusalén se ven unirse con los doce a los presbíteros de la comunidad local, cuya cabeza está Santiago (15,4.6.22; 16,4); y volveremos a hallarlos al retorno de Pablo (21,18). Igualmente, durante su último viaje recibe Pablo en Mileto a los presbíteros de Éfeso (20,17). Se ve así que desde esta época los apóstoles, directamente o por sus enviados, instituyen en cada ciudad, un colegio de presbíteros (Tit 1,5) cuyo reclutamiento está sometido a reglas precisas y que son establecidos en su función por la imposición de las manos (1Tim 5,17-22). Este último rasgo muestra que el presbiterado requiere un carisma particular del Espíritu Santo: no es, pues, una mera función administrativa.
Efectivamente, en la carta de Santiago se ve a los presbíteros orar por los enfermos y conferirles la unción de aceite (Sant 5,14). En otro lugar se dice que han de ejercer la presidencia en la asamblea cristiana (1Tim 5,17).
Pero en la carta a los Filipenses menciona también al lado de los episkopoi a los diakonoi (Flp 1,1): es ya un embrión de jerarquía.
Entran en función como los presbíteros, por la imposición de la manos (Hch 6,6,).
Su ministerio desborda, sin embargo, el servicio material, puesto que predican, y a Felipe se le califica explícitamente de evangelista (Hch 21,8). En tanto, los episkopoi son esencialmente como su nombre lo indica "vigilantes" puestos a la cabeza de las comunidades para velar por ellas. Tal cargo no era desconocido en el judaísmo: en la comunidad de Qumrán el mebaqqer ("Inspector") tenía una función bastante semejante. Primitivamente son los presbíteros quienes vigilan así en común cada Iglesia, pues tiene la misión de apacentar el rebaño de Dios (Hch 29,28; 1Pe 5,2), a imagen de Cristo, modelo de los pastores (1Pe 2,25). Pero en las cartas pastorales se comprueba que debe ser escogido cuidadosamente (1Tim 3, 1-7), aparentemente entre los presbíteros (Tit 1,5-9). Él es sin duda el que desempeña esa función de pastor (Hch 20,28), a la que Pablo incluye en el número de los carismas (Ef 4,11) y que recuerda una de las responsabilidades apostólicas (Jn 21,15 Mt 18,22).
Una vez desaparecidos los apóstoles se estabilizará en una jerarquía con tres rangos: un episkospos, pastor y presidente de la comunidad, rodeado de un presbiterado, al que asistirán diáconos. El carisma necesario para el ejercicio de sus funciones le será conferido, como precedentemente, por la imposición de las manos.
En ninguna parte se da el título de sacerdotes a estos ministros de la nueva alianza, como tampoco a los apóstoles. Pero su ministerio los pone al servicio del sacerdocio de Cristo, único sumo sacerdote de los hombres. A este título, después de los apóstoles, son los intendentes de Dios (Tit1,7), de sus misterios (1Cor 4,2), de su gracia (1Pe 4,10).
Tal es la perspectiva en la que se desarrollará la idea del sacerdocio cristiano, jerarquizada en tres grados: obispo, sacerdotes, diáconos; idéntica por sus funciones al ministerio descrito en el NT, ejercicio en virtud de los mismos poderes carismáticos, derivará en última instancia del ministerio apostólico en lo que tenía de transmisible.
La Iglesia Católica
Según el Primer Concilio de Constantinopla, celebrado el año 381, la Iglesia, tal como la fundó Jesucristo, tiene cuatro notas características, es decir, cuatro señales distintivas, que son cuatro propiedades esenciales que, todas juntas, son exclusivas y manifestativas de la verdadera Iglesia de Jesucristo . Estas señales distintivas, estos atributos, son: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad .
Es decir, según la mente de Cristo , su Iglesia debe ser: UNA : Jesucristo no fundó más Iglesia, que la que fundó sobre San Pedro : «Tú eres Pedro y sobre esta piedra (San Pedro) edificaré mi Iglesia». Jesucristo habla en singular, es decir, de una sola Iglesia.
En la lengua aramea, que Jesús hablaba, Pedro y piedra se dicen con la misma palabra: «Kefá».
Jesús hace un juego de palabras para expresar que Pedro es la piedra fundamental de su única Iglesia.
La autenticidad de estas palabras ha sido negada de diversas maneras por críticos protestantes. Pero recientemente el célebre teólogo protestante Oscar Cullmann , la ha confirmado de la manera más convincente.
Cristo cambió a Pedro su nombre de Simón por el de Pedro , piedra, roca (kefá) porque lo iba a hacer fundamento de su Iglesia. Cuando en la Biblia Dios cambia el nombre de alguien es porque esta mutación es efectiva de lo que el nombre significa.
Jesucristo quiere ser el único Pastor del único rebaño que es su Iglesia . Este rebaño se lo entregó a San Pedro antes de partir de este mundo . Y ya nos advirtió Él que todo reino desunido no subsistirá, se arruinará ; es decir, que si la Iglesia debe permanecer hasta el final de los siglos, debe permanecer una.
SANTA : Santificar -o dar la vida de gracia- fue el primer objetivo de la venida de Cristo , y por lo tanto santificar es el primer objetivo de la Iglesia , que lo hace por medio de los sacramentos.
Dice San Pablo que «Cristo amó a su Iglesia y se sacrificó por ella para santificarla..., para hacerla santa». «Cristo nos eligió para que seamos santos». «Ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación». El mismo Jesucristo dijo que Él había venido «para que el mundo se salve». «He venido, dice el Señor, no para juzgar al mundo, sino para salvarlo». Al enviar a sus Apóstoles por el mundo les dijo: «Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándosela guardar todas las cosas que Yo os he mandado». «Predicad a todas las criaturas: el que creyere y se bautizare, se salvará; pero el que no creyere, será condenado».
La Iglesia fundada para llevar los hombres a la gloria debe ser santa, porque el camino de la salvación es la santificación.
CATÓLICA significa universal : Jesucristo fundó su Iglesia para todos los hombres y para todos los tiempos: «Predicad a todas las gentes», «por todo el mundo», «Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos»(450).
Esto evidentemente supone que los Apóstoles tendrían sucesores, pues ellos, en su corta vida, ni podían predicar por todo el mundo y a todas las criaturas, ni iban a vivir hasta el fin del mundo.
APOSTÓLICA : La Iglesia verdadera tiene que entroncar con los Apóstoles, en quienes Cristo fundó su Iglesia . A ellos dio su potestad: «Yo os envío a vosotros», «quien a vosotros oye a Mí me oye».
Evidentemente Jesucristo fundó su Iglesia para que permaneciera hasta el fin de los tiempos:
«Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos».
Esto quiere decir que la Iglesia fundada por Cristo es indefectible.
Durará hasta el último día, y permanecerá tal como fue constituida por Cristo . Si ella llegara a desaparecer, o si se transformara en otra distinta, la asistencia de Cristo habría faltado, o Cristo habría sido impotente.
Pues, bien, la Iglesia Católica es la única que tiene las cuatro señales distintivas que Cristo puso en su Iglesia.
Señales distintivas
La Iglesia Católica es UNA en su doctrina, en su gobierno y en sus sacramentos .
Unidad de fe: su Credo es el mismo desde hace dos mil años.
Unidad de doctrina , creída unánimemente por los mil millones de católicos, de todas las razas, culturas, lenguas y regiones del mundo entero.
Unidad de gobierno, con una Cabeza Universal: el Romano Pontífice.
Unidad de sacramentos, que son exactamente los mismos para los católicos de todo el mundo.
Unidad de doctrina de todos los Obispos unidos al Papa. Esta unidad no se rompe aunque algunos la abandonen. La unidad está en los unidos a la Cátedra de Pedro. La unidad en lo esencial no impide la variedad en lo accidental.
«Los hermanos separados, sin embargo, ya particularmente, ya sus comunidades y sus Iglesias, no gozan de aquella unidad que Cristo quiso dar a los que regeneró y convivificó en un cuerpo y en una vida nueva». «Estas Iglesias y comunidades eclesiales, por la diversidad de su origen, de su doctrina y de su vida espiritual, discrepan bastante, y no solamente de nosotros, sino también entre sí».
La libre interpretación de la Biblia de los protestantes, lleva naturalmente a multitud de errores, herejías y a la desunión. La interpretación individual de la Biblia lleva a un subjetivismo arbitrario que hace prácticamente imposible la unidad de doctrina. Entre ellos reina un tremendo desbarajuste doctrinal sobre lo que hay que creer o no creer.
Pero el Magisterio de la Iglesia lleva a la unión. Esta unión de doctrina se lleva a cabo mediante la autoridad infalible del Papa y de los Concilios. Todos los Concilios son doctrina de la Iglesia; el Concilio Vaticano II es especialmente el Concilio de la Iglesia, porque hizo de la Iglesia el objeto central de sus deliberaciones. Por lo mismo el Concilio Vaticano I fue el Concilio del Papa, Trento el de la Contrarreforma, Éfeso el de la Virgen y Calcedonia el de Cristo.
Bibliografía consultada: Vocabulario de Teología Bíblica - P. Xavier León Dufour.
Bendiciones en Cristo y María _________________
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