Maellus haereticorum Veterano
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 1775
|
Publicado:
Mie Dic 07, 2005 5:06 am Asunto:
Tema: JesuCristo era un profeta ? |
|
|
Brianzola:
Bruno, con toda certeza, te ha explicado que Jesús tiene tres dignidades: Rey, Sacerdote y Profeta.
Rosa ha complementado lo anterior declarando: Jesús es todo eso...pero es Dios.
No debés olvidar todo lo anterior.
Cuando oigás que Cristo es profeta...es cierto, pero también es Rey, Sacerdote y Dios.
Pero..¿Por qué decimos qué es un profeta?
Por lo siguiente:
-Dios constituyó a Cristo-Hombre como Sumo Profeta.
Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca y él les dirá todo lo que yo les mande (Deut. 18, 18).
...me ha ungido Yahvéh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado... (Is. 61, 1).
Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino... (Mt. 4, 23).
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros (Mt. 5, 11).
A estos mismos, después de su pasión, se les presentó, hablándoles acerca del Reino de Dios (Hch. 1, 3).
-La venida de Jesucristo como profeta fue profetizada en el Antiguo Testamento.
Yahvéh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis (Deut. 18, 15).
...entonces Yahvéh me dijo. Bien está lo que han hecho. Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo mande (Deut. 18,. 17-18).
Basándose en este texto del Deuteronomio, los judíos esperaban al Mesías como un nuevo Moisés.
Y le preguntaron: (a Juan Bautista) «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No» (Jn. 1, 21).
-Jesucristo como profeta fue profetizado en el Antiguo Testamento.
Yahvéh, tu Dios suscitaré, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis (Deut. 18, 15).
...entonces Yahvéh me dijo: Bien está lo que han dicho. Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo les mande (Deut. 18, 18).
-Jesucristo es el profeta supremo prometido en el Antiguo Testamento.
Yahvéh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis (Deut. 18, 15).
Moisés efectivamente dijo: «El Señor Dios os suscitará un profeta como yo de entre vuestros hermanos; escuchadle todo cuanto os diga...» (Hch. 3, 22).
Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret» (Jn. 1, 45).
Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es sin duda el profeta que iba a venir al mundo» (Jn. 6, 14).
-Cristo fue un gran profeta.
Profeta es aquel que conoce y predice los sucesos futuros libres.
El temor se apoderó de todos, y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros,...» (Lc. 7, 16).
Ellos le dijeron: «Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;... (Lc. 24, 19).
Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un Profeta...» (Jn. 4, 19).
La luz profética de Cristo no era la misma que la de la ciencia beatífica o infusa, sino una gracia especial concedida para utilidad de los demás.
-Las Profecías son argumento certísimo de la divinidad de la doctrina en cuyo beneficio, estimación y defensa se pronuncian.
Jesús les dijo «...Os lo digo desde ahora antes de que suceda, para que, cuando suceda. Creáis que yo soy (Jn. 13, 19).
La traición de Judas y la muerte de Jesús profetizadas y sucedidas después, deberán afianzar la fe de los discípulos, la ciencia divina de Jesús y la verdad de las Escrituras.
-Jesucristo profetizó su pasión, su muerte y su resurrección.
1ª vez. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día (Mt. 16, 21).
2ª vez. Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará.» Y se entristecieron mucho (Mt. 17, 22).
3ª vez. Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo de Hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará» (Mt. 20, 17-19).
-Jesucristo profetizó que el Espíritu Santo enseñaría a los discípulos toda la verdad.
...y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad,... (Jn. 14, 16-17).
Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, y que yo os enviará de junto al Padre, él dará testimonio de mí (Jn. 15, 26).
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir (Jn. 16, 13).
-Jesucristo profetizó que su doctrina sería predicada en todo el mundo.
Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones (Mt. 24, 14).
Yo os aseguro dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que está ha hecho para memoria suya (Mt. 26, 13).
Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones (Mc. 13, 10).
-Jesucristo profetizó las persecuciones, odios, desprecios e injurias que habría de sufrir su Iglesia en el transcurso de los tiempos y prometió los premios eternos con que habría de recompensar a quienes los padeciesen por su amor y por su nombre.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos,... (Mt. 5, 11).
Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mí os llevarán ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles (Mt. 10, 17).
Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ese se salvará (Mt. 10, 22).
Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento (Mc. 13, 11).
Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ese se salvará (Mc. 13, 13).
Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriben vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo (Lc. 6, 22-23).
Cuando lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de como os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir (Lc. 12, 11-12).
Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernados por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio (Lc. 21, 12-13).
Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas (Lc. 21, 16-19).
Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros (Jn. 15, 18).
Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros... (Jn. 15, 20).
Os expulsarán de las sinagogas (Jn. 16, 2).
No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece (1 Jn. 3, 13).
-Jesucristo predice a Jerusalén y a otras ciudades incrédulas el castigo que les espera el último día.
a) -a Jerusalén.
«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Pues o digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Mt. 23, 37-39).
b) -a las ciudades incrédulas.
Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para la ciudad aquella (Mt. 10, 15).
«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubiera hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que con saco y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras (Mt. 11, 21-22). _________________
 |
|