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Del reposo del alma recogida en su amado

 
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Autor Mensaje
Luciana Belén
Moderador
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Registrado: 21 Nov 2005
Mensajes: 4928
Ubicación: La Plata, Argentina

MensajePublicado: Mie Jun 20, 2007 3:02 pm    Asunto: Del reposo del alma recogida en su amado
Tema: Del reposo del alma recogida en su amado
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DEL REPOSO DEL ALMA RECOGIDA EN SU AMADO.
San Francisco de Sales
.


Recogida así el alma dentro de sí misma, en Dios o delante de Dios, permanece, en alguna ocasión, tan dulcemente atenta a la bondad de su Amado, que le parece que su atención casi no es suya; tan sencilla y delicadamente la ejercita.

Los amantes humanos se contentan, a veces, con permanecer junto o a la vista de la persona amada sin hablarle, y sin discurrir acerca de ella o de sus perfecciones, saciados y satisfechos, según parece, con saborear esta amable presencia, no por medio de consideración alguna sobre ella, sino por cierta calma y reposo de su espíritu: Mi Amado es para mi, y yo soy de mi Amado, el cual apa-cienta su rebaño entre azucenas, hasta que declina el día y caen las sombras267.

Ahora bien, este reposo va, a veces, tan lejos en su apacibilidad, que toda el alma y todas las potencias permanecen como adormecidas, sin movimiento ni acción alguna, fuera de la voluntad; y aun ésta no hace otra cosa que recibir el bienestar y la satisfacción que la presencia del Amado le comunica. Y lo más admirable es que la voluntad no se da cuenta de este bienestar y de este contento que recibe, gozando insensiblemente de ellos, puesto que no piensa en sí misma, sino tan sólo en la presencia de Aquel i que le comunica este placer, tal como suele ocurrir muchas veces t cuando, sorprendidos por un ligero sueño, entreoímos únicamente lo que nuestros amigos dicen junto a noso-tros, pero sin darnos cuenta de ello.

Sin embargo, el alma que, en este dulce reposo, goza del delicado sentimiento de la presen-cia divina, aunque no se dé cuenta de este gozo, da a entender bien a las claras cuan preciado y ama-ble es para ella, cuando se lo quieren arrebatar o cuando alguna cosa le desvía de él; porque entonces la pobre alma, deshecha en lamentos, grita y, a veces, llora, como un niño pequeño al cual despiertan cuando dormía bien, mostrando la satisfacción que sentía de su sueño, por el dolor que manifiesta al despertar. Por lo que el Pastor divino conjura a las hijas de Sión por los corzos y los ciervos de los campos que no despierten a su amada hasta que ella quiera268 es decir, hasta que despierte por sí mismo. No, Teótimo, el alma de esta manera sosegada en su Dios no dejaría nunca este reposo por los mayores bienes del mundo.

Esta era la quietud de santa Magdalena, cuando sentada a los pies de su Maestro, escuchaba su santa palabra269. Contémplala, Teótimo: está sumida en una profunda tranquilidad; no dice una palabra, no llora, no solloza, no suspira, no se menea, no ora. Marta, toda atareada, pasa y vuelve a pasar por aquella sala. María ni piensa en ella. ¿Pues qué hace? No hace nada; escucha. ¿Y qué quiere decir escuchad Quiere decir que está allí como un vaso de honor, para recibir gota a gota la mirra de la suavidad que los labios de su Amado destilan sobre su corazón 270; y este divino amante, celoso del amoroso sueño y reposo de su amada, reprende a Marta, que quiere despertarla: Marta, Marta, tú te afanas y acongojas en muchísimas cosas; y, a la verdad, que una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, de que jamás será privada 271. Más, ¿cuál fue la parte de María? El per-manecer en paz, en reposo y en quietud junto a su dulce Jesús.

Luego, cuando te halles en esta simple y pura confianza filial junto a nuestro Señor, permanece en ella, mi querido Teótimo, sin moverte en manera alguna para hacer actos sensibles, ni del entendimiento ni de la voluntad; porque este amor simple de confianza y este adormecimiento amoroso de tu espíritu en los brazos del Salvador contiene, por excelencia, todo cuanto puedas andar buscando para tu placer. Es mejor dormir en este sagrado pecho, que velar fuera de él, donde quiera que sea.

267 Cant, II, 16,17.
268 Cant, VIII, 4.
269 Lc.,X,39
270 Cant.,V,13.
271 Lc.,X,41,4-2

Idea Tratado del Amor de Dios. San Francisco de Sales

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