Maellus haereticorum Veterano
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Publicado:
Jue Dic 29, 2005 4:29 am Asunto:
Santos Niños Inocentes
Tema: Santos Niños Inocentes |
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Cristos anesti, Aletos anesti.
Desde el siglo VI la Iglesia ha honrado en los días inmediatos a la Navidad del Señor a los Santos niños Inocentes. Recoge el hecho el evangelista San Mateo.
Se los considera como las primicias de los redimidos, en el sentido exacto de esta palabra, pues confiesan a Cristo, no con sus palabras, pero sí con su sangre.
La oración colecta (del Misal Tridentino, obviamente) dice que los mártires inocentes proclaman la gloria del Señor en este día no con sus palabras sino con su sangre, y pide a Dios que nos conceda por su intercesión testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos.
Las lecturas de la festividad:
–1 Juan 1,5–2,2. No tiene esta lectura una relación especial con la fiesta de los Niños Inocentes, salvo ciertas alusiones a la sangre de Jesús, que «es la víctima ofrecida por los pecados». De este modo ilumina el misterio de la muerte de los Niños Inocentes, que siendo inmolados a causa de Jesús, fueron hechos así miembros de su Cuerpo.
–Salmo 123: «Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos, tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. La trampa se rompió y escapamos»…Estas palabras se aplican a los Niños Inocentes, que por su muerte salieron a una vida mejor, vertiendo su sangre a causa de Cristo.
–Mateo 2,13-18: Herodes mandó matar a todos los niños en Belén. Se cumplió así el oráculo: «Un grito se oye en Ramá: llanto y lamentos grandes. Es Raquel, que llora a su hijos y rehusa el consuelo, porque ya no viven».
Comenta San Quodvultdeus:
«Nace un niño pequeño, que es un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen a adorar al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian a Herodes que ha nacido un Rey, él se turba, y para no perder su reinado, lo quiere matar. Si hubiera creído en Él, estaría seguro en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida.
«“¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey? Él no ha venido a expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te enfureces, y, para que no escape el que buscas, te muestras cruel, dando muerte a tantos niños. Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón”…
«Los niños sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires. Cristo ha hecho dignos testigos suyos a los que todavía no podían hablar. He aquí de qué manera reina el que ha venido para reinar. He aquí que el libertador concede libertad y el salvador da la salvación… ¡Oh gran don de la gracia! ¿De quién son los merecimientos para que triunfen así los niños? Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla, valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria» (Sermón 2, sobre el Símbolo).
San Agustínde Hipona, cantó así a los Niños Inocentes: "La inocencia alcanza la dicha de morir por la justicia. Estos Niños inocentes son las flores de los Mártires y las primeras coronas de la Iglesia católica, que el ardor de la más violenta pasión hizo brotar en el invierno de la infidelidad y que arrastró el huracán de la persecución".
San Pedro Crisólogo se dirige a ellos felicitándolos: "Habéis sido bautizados con vuestra sangre, como vuestras madres lo fueron con sus lágrimas que derramaron por vuestro martirio. ¡Vosotros sois los verdaderos mártires de la gracia, que habéis confesado la fe sin hablar y que habéis muerto y triunfado sin conocer el premio ni el mérito de vuestra victoria! ¡Sólo la inocencia, sólo los corazones puros, han podido merecer esta distinción!"
Prudencio cantó ya en la antigüedad: "¡Felices sois, primicias de los mártires, a quienes el perseguidor de Cristo os arrebató en el umbral mismo de la vida, como el torbellino arrebata los tiernos capullos de los rosales! Vosotros sois las primeras víctimas de Cristo, rebaño tierno de los Inocentes; delante de la misma ara del Cordero, jugáis ingenuos con vuestras palmas y coronas...".
¡Santos Niños Inocentes!! Rogad por nosotros.
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