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Entrevista con liturgista John Zuhlsdorf

 
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El Rockero
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MensajePublicado: Jue Sep 06, 2007 3:33 am    Asunto: Entrevista con liturgista John Zuhlsdorf
Tema: Entrevista con liturgista John Zuhlsdorf
Responder citando

Siguiendo las disposiciones de Benedicto XVI, el Misal Romano
promulgado por Pablo VI (procediendo a la reforma litúrgica, en 1970) --y
reeditado dos veces por Juan Pablo II-- es y permanece como forma normal u
ordinaria de la Liturgia Eucarística de la Iglesia católica de rito
latino.

Por su parte, el Misal Romano promulgado por San Pío V y editado
nuevamente por el beato Juan XXIII (en 1962, cuando la Misa se celebraba en
latín) podrá ser utilizado como forma extraordinaria de la celebración
litúrgica.

Benedicto XVI acompañó su documento de una carta dirigida a todos los
obispos del mundo, exponiendo los motivos de sus disposiciones. No son
dos ritos, sino más bien un doble uso del mismo y único rito, aclara el
Santo Padre.

Sobre estos textos profundiza el padre John Zuhlsdorf en esta
entrevista concedida a Zenit

Es autor de una columna sobre tradición litúrgica titulada "What Does
the Prayer Really Say" ("Lo que la oración dice realmente") del
semanario católico estadounidense "The Wanderer". Su firma se ha convertido en
un popular «blog» (www.wdtprs.com/blog) con el mismo título.

--¿Qué es un "Motu proprio"?

--Padre Zuhlsdorf: Un "Motu proprio" es un documento promulgado por el
Papa "por su propia moción", es decir, por su propia iniciativa y
firmado por él. A menudo es un rescripto o una respuesta escrita a una
cuestión que se le ha planteado sobre un tema candente.

Cartas "Motu proprio" famosas son "Tra le sollecitudini" del Papa San
Pío X en 1903 sobre Música Sagrada y, por supuesto, la de Juan Pablo II
"Ecclesia Dei Adflicta" en 1988, después de que el arzobispo Marcel
Lefebvre consagrara obispos sin mandato pontificio.

--¿Puede resumir los principales puntos del reciente documento de
Benedicto XVI?

--Padre Zuhlsdorf: No hay mucha cosas nuevas en "Summorum Pontificum".
Muchas de sus disposiciones estaban ya en vigor tras "Ecclesia Dei
Adflicta", que amplió, pero de un modo vago, la restrictiva legislación del
documento de 1986 "Quattuor abhinc annos". Este "Motu proprio" de 2007
elimina ambigüedades y resuelve disputas. Nivela el terreno de juego
de un modo que los anteriores documentos no hicieron.

Por ejemplo, deja claro que el uso de los antiguos libros litúrgicos
nunca estuvo totalmente prohibido. La antigua forma no fue "abrogada".
Algunos piensan que lo fue. Todos los sacerdotes podrán celebrar misa con
el antiguo "uso" en privado. Éste ha sido un punto debatido.

En cuanto a las misas públicas, donde hay grupos estables de gente que
lo desea, los pastores pueden programar una misa regular en las
parroquias. Hay algunas restricciones razonables para el Jueves Santo, el
Viernes Santo y la Vigilia de Pascua.

Se pueden erigir parroquias u oratorios donde sólo se usen los libros
litúrgicos antiguos. Los obispos lo podían hacer antes, por supuesto.

Como la Comisión Pontificia "Ecclesia Dei" clarificó hace años, es
posible, no obligatorio, usar el leccionario del Misal Romano promulgado
por Pablo VI, las nuevas lecturas, en el Misal de Juan XXIII. Nunca fue
detallado cómo se podía hacer esto. "Summorum Pontificum" tampoco lo
hace. La Comisión Pontificia tendrá que explicarlo.

Los libros antiguos pueden usarse también para otros sacramentos:
bautismo, penitencia, unción de enfermos. Sólo los obispos podrán conferir
la confirmación y las órdenes sagradas, por supuesto. Los sacerdotes
podrán usar el Breviario Romano preconciliar en lugar de la usual Liturgia
de las Horas.

Un tema nuevo es que el Papa contempla la forma antigua de la Misa como
un "uso" extraordinario del Rito Latino, mientras que el Misal de
Pablo VI, o "Novus Ordo", queda como "uso" ordinario. Benedicto insiste en
que no hay dos ritos, sino un rito en dos expresiones o "usos". Esto ha
sido objeto de un profundo debate.

Muchos dicen que el "Novus Ordo" es tan diferente del Misal de Juan
XXIII, o modelo Tridentino, que constituye un rito diferente, y se supuso
una profunda ruptura con la tradición. Hay buenos argumentos para esta
afirmación, pero el Santo Padre nos lleva en la otra dirección sobre la
cuestión.

Otro nuevo punto, aunque veremos cómo trabaja, es que la Comisión
Pontificia "Ecclesia Dei" deberá ser reforzada y dársele el papel adecuado.

El documento se orienta a promover la unidad y los derechos del pueblo.
Los críticos de la iniciativa del Papa, entre ellos no pocos obispos,
han advertido de que esta liberalización causará desunión en parroquias
y diócesis, el caos reinará, el Concilio será socavado y el reloj
empezará dar marcha atrás.

Francamente, pienso que la mayor parte de la oposición por parte de
obispos estaba realmente motivada por la preocupación de que documento
limitara la autoridad propia episcopal. Benedicto XVI construye
protecciones para que los obispos ejerzan la supervisión en sus diócesis. Esto es
bueno y prudente. Debe ser así.

Pero deja claro que hay un nuevo modelo a seguir por todos, obispos
incluidos. Esto no se debe subrayar demasiado. Mediante este "Motu
proprio" Benedicto XVI afirma que los católicos con mentalidad tradicional no
deben ser vistos como un «chiflado» que hay que encerrar en el desván
de la diócesis. Tienen aportaciones valiosas que hacer. Tienen derechos.

Uno de los aspectos más importantes de este "Motu proprio" es que
subraya los derechos de los sacerdotes y de los laicos. No siega la hierba
bajo los pies de los obispos. Pero es una baza en la mano de los laicos.
El Papa muestra confianza en los laicos con un gesto concreto, pero
también en los sacerdotes y los obispos. Esta es una hermosa continuación
del llamamiento de Juan Pablo II al mutuo respeto y generosidad.

Benedicto XVI pide a cada uno abrir su corazón. En la carta explicativa
[a los obispos. Ndr] a menudo cita 2 Corintios 6, 13: "¡Abrid vuestros
corazones!". Cuando se lee "Summorum Pontificum" con un corazón
ensanchado, nadie debe temer que los derechos sean pisoteados o socavada la
autoridad debida.

--¿Por qué es necesaria la "liberalización" del Misal Romano de 1962
después de que se concediera a los obispos del mundo la posibilidad de
permitir que se celebrara este rito hace más de veinte años?

--Padre Zuhlsdorf: Al principio hubo en 1986 un permiso muy restringido
de Juan Pablo II para usar el "Missale Romanum" de 1962. Tras la
ilícita consagración de obispos del arzobispo Lefebvre, en junio de 1988, el
Papa Juan Pablo II promulgó su "Motu proprio" "Ecclesia Dei Adflicta"
que efectivamente relajó el permiso restrictivo de 1986 pero de un modo
vago.

En ese documento Juan Pablo II pidió, con su autoridad apostólica, a
los obispos y sacerdotes que fueran generosos y mostraran respeto hacia
quienes deseaban antiguas expresiones de la liturgia. Algunos lo
hicieron. Muchos no.

Mientras tanto, la brecha entre el grupo del difunto arzobispo
Lefebvre, la Sociedad de San Pío X, en algunos aspectos ha crecido más, en
otros menos. La disputa sobre el uso del Misal de Pablo VI, o uso
"ordinario", no se ha calmado, a pesar de los numerosos documentos
disciplinarios emitidos por la Santa Sede Es como si hubiéramos perdido la visión de
dónde viene nuestra liturgia y qué se supone que debe ser.

Mucho antes de su elevación a la Sede de Pedro, [el cardenal Ratzinger]
escribió y habló sobre la continuidad que nuestros ritos y prácticas
litúrgicas deben tener con nuestra Tradición. La Liturgia se desarrolla
orgánicamente durante un largo periodo desde la vivencia de la fe y
entrando en contacto con diversas culturas.

El Misal de Pablo VI fue, en ciertos aspectos, ensamblado en despachos
por los expertos, algunos de los cuales, hay que decirlo, tenían sus
propias agendas ideológicas. Junto a una desenfrenada actitud de "fuera
lo viejo", existía un percepción de ruptura con la tradición litúrgica
de la Iglesia.

Esta ruptura de la vida litúrgica de la Iglesia no ha dado sólo frutos
felices. Entre otras heridas, dio la impresión de que la liturgia podía
cambiar casi de la noche a la mañana y hacer desaparecer las antiguas
formas, de que todo podía cambiar, incluso la doctrina.

Pero dejemos la teoría. Restaurar el modo antiguo de celebrar Misa es
sencillamente hacer lo prudente. Como ha escrito Benedicto XVI, era poco
razonable prohibir tan repentinamente una forma de la Misa que
conformó la identidad católica durante siglos. Esto perjudicó nuestra
identidad católica. Tenemos que curar las heridas.

--Muchos comentaristas ven el "Motu proprio" como un intento de salvar
el cisma entre la Santa Sede y los sectores tradicionalistas. ¿Qué
piensa usted?

--Padre Zuhlsdorf: Debe ayudar a salvar la brecha entre la Sociedad de
San Pío X y la Santa Sede.

En mi opinión, ampliar esta facultad a todos los sacerdotes ayudará,
pero no resolverá nada. Hay temas más profundos que no se pueden resolver
fácilmente.

El tema sobre qué libro puede usar un sacerdote para decir Misa, o
levantar la excomunión impuesta a los obispos de la Sociedad de San Pío X,
puede solucionarse de un plumazo por el Papa.

Pero quedan por resolver temas teológicos como la doctrina del Concilio
Vaticano II sobre la libertad religiosa y cómo la Iglesia debe
relacionarse con el mundo. Por esto no pienso que este "Motu proprio" tenga
que ver principalmente con la separación de la Sociedad de San Pío X.

Personas de ambas partes durante mucho tiempo se han mirado mutuamente
con lo que llamo la "visión embudo". Cuando nos miramos unos a otros
con el corazón de Cristo, a través de "la invisible herida de amor", como
decía Richard de St. Victor, se resuelven muchos problemas. Ha llegado
el momento de curar.

--Otros analistas argumentan que el propósito del "Motu proprio" es
ayudar a promover la genuina renovación litúrgica del Misal de Pablo VI,
mediante una "reforma de la reforma". ¿Cómo se puede dar esto?

--Padre Zuhlsdorf: Como dije antes, la liturgia se desarrolla
orgánicamente a lo largo de un periodo de vivir la fe y entrar en contacto con
diversas culturas. Históricamente, diferentes ritos de la Misa se han
influido mutuamente.

Lo que sucederá con la liberalización de la forma antigua de la Misa
será una fecundidad cruzada, podríamos decir, el uso de una Misa influye
en la otra. Este es ya el caso.

Desde la original liberalización de Juan Pablo II, muchos jóvenes
sacerdotes se interesaron en las antiguas formas de la Misa. No conocían la
Misa "Tridentina" pero tampoco cargaban con el fardo de los años '60 y
'70. No estaban atrapados en ese falso "Espíritu del Vaticano II".

Lo mismo sucedió con algunos sacerdotes mayores que readquirieron la
forma "extraordinaria" de la Misa tras años sin contacto. Cuando
empezaron a estudiar la forma antigua, ajustaron el modo en que celebraban el
"Novus Ordo". Empezaron a enraizar de nuevo su estilo de celebrar la
Misa en su honda tradición.

Esto desarrolla un sentido diferente del "ars celebrandi", el modo
litúrgico y actitud propios de los que habla el Papa Benedicto en su
exhortación postsinodal "Sacramentum Caritatis".

En un sentido irónico, he oído alguna broma acerca de que el "Novus
Ordo" mejora cuanto más celebras como si se tratara de la forma antigua de
la Misa.

Por otra parte, la gente que usa la forma antigua de la Misa ha
aprendido de las últimas décadas del "Novus Ordo". Probablemente recita y
participa en la Misa Tridentina mejor ahora que antes de todos los cambios.

La ausencia del misal más antiguo por tanto tiempo aumentó nuestro
aprecio de sus riquezas. Las buenas y las malas experiencias, incluso los
abusos, nos han enseñado.

Cuando veo a los sacerdotes celebrar la forma antigua, puedo decir que
son agudamente conscientes de que de hecho hay gente en los bancos. Hay
una fuerte conexión entre el sacerdote y la congregación. El punto
crucial es que los usos diferentes tendrán influencia en toda la vida
litúrgica de la Iglesia. Todos nos enriqueceremos. No hay perdedores aquí.
Todos somos ganadores.

--¿Qué tiene que ver el "Motu proprio" con lo que el Santo Padre llama
"la hermenéutica de la continuidad"?

--Padre Zuhlsdorf: Hagamos un par de distinciones. Trato de examinar
importantes documentos considerando lo que dicen a la Iglesia, "ad
intra", y al mundo, "ad extra".

Desde el punto de vista "ad intra", Benedicto XVI quiere sanar rupturas
en la continuidad en varios ámbitos de la vida de la Iglesia. La
liberalización, como dije, volverá a enraizar las celebraciones de la Santa
Misa en nuestra honda tradición litúrgica.

En su discurso de la Navidad de 2005 a la Curia, el Santo Padre habló
de una "hermenéutica de discontinuidad y ruptura" tras el Concilio
Vaticano II. Una "hermenéutica" es un principio de interpretación, como una
lente mediante la cual examinamos una cuestión. Para muchos parecía que
no hubiera sucedido nada bueno o valioso que preservar antes del
Vaticano II. Todo lo antiguo era malo.

Los documentos del Concilio no llaman a una ruptura. Un falso "Espíritu
del Vaticano II" de discontinuidad y ruptura cautivó a mucha gente
influyente en la Iglesia. Esta "hermenéutica de discontinuidad" fue
aplicada en parroquias, seminarios, universidades y en los medios católicos.
Creó fracturas en casi cada aspecto de la vida de la Iglesia tras el
Concilio.

Este "Motu proprio" es un paso concreto de la promoción por parte de
Benedicto XVI de un nuevo modo de ver cómo el pasado, el presente y el
futuro están conectados. Propone una "hermenéutica de reforma", como la
llamó en el mismo discurso de la Navidad de 2005.

Oirá a algunos usar el cliché de que se trata de un movimiento para
"hacer retroceder el reloj". Leen mal la motivación. Es un modo de aplicar
el Concilio más auténticamente. La liberalización de la antigua forma
de la Misa debe ser contemplada como una parte de la visión de la
reforma por parte de Benedicto XVI. Está reconstruyendo continuidad con la
tradición de la Iglesia. "Ad intra", el documento trata completamente de
la curación.

Reconstruir continuidad nos lleva a lo que el "Motu proprio" llama "ad
extra", al más amplio mundo.

Todos conocen los esfuerzos de silenciar y minimizar la Iglesia
Católica en los escenarios del debate público, políticos y académicos. Los
católicos son marginados si abren la boca. De manera que la fe se deja de
lado como un mero asunto "privado", no para ser expresado en público.

Benedicto XVI mantiene que la Iglesia tiene derecho a su propio
lenguaje, símbolos e identidad. Tenemos el derecho de expresarnos en la plaza
pública con nuestra identidad católica intacta. Debemos hacer una
aportación como católicos.

Al mismo tiempo, Benedicto XVI defiende el concepto de la laicidad
propiamente entendida, pero insiste en ofrecer las preocupaciones católicas
al público. En Italia esto ha empezado a causar malestar. Los obispos
italianos están redescubriendo su voz en la plaza y sus detractores
están furiosos.

Para que esta dimensión del punto de vista de Benedicto XVI tenga
fruto, debemos empezar a redescubrir y reintegrar una identidad
auténticamente católica. El "Motu proprio" para liberalizar la forma de la Misa que
formó la identidad católica durante siglos, es un movimiento
importante en el proyecto del Papa de recuperar la continuidad con nuestra
tradición, para empezar la curación, y por lo tanto dar nuevo vigor a la
Iglesia en un mundo cada vez más secularizado y relativista.

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ZS07070908
09-07-2007
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