altxor Constante
Registrado: 19 Ene 2007 Mensajes: 847 Ubicación: Valencia
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Publicado:
Sab Nov 03, 2007 11:46 am Asunto:
Las Bienaventuranzas
Tema: Las Bienaventuranzas |
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Las Bienaventuranzas: El sermón de la montaña
En el sermón de la Montaña, Cristo se dirige a sus discípulos y ellos pueden ver en cada una de las bienaventuranzas, sus propios problemas y vicisitudes.
Los pobres y perdidos según la norma del mundo, son los felices en Dios.
Precisamente cuando el hombre acepta vivir y mirar a través de Dios, vive con otra perspectiva y sabe cuál es su futuro.
Procederé a analizar brevemente las bienaventuranzas, en el orden en que están colocadas en el libro de Benedicto XVI: Jesús de Nazaret
Felices los que pobres de espíritu, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos
Los pobres de espíritu son aquellos que no se jactan de sus habilidades, sino que las aceptan como un don de Dios. Cada persona tiene unos dones recibidos de Dios, y no es meritorio, sino nuestro deber, potenciarlos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia
Esta afirmación es intemporal. Los no violentos son los pacientes. Dios nos da la paz y en esta paz hemos de vivir.
Y visto el mundo como va, ¡qué poco caso hemos hecho y hacemos de esto!
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios
Esta bienaventuranza, ya implica que actuemos activamente por la paz. Y sólo estando reconciliados con Dios, lo estaremos con nosotros mismos, y nuestra paz se contagiará a nuestro alrededor.
Felices los afligidos, porque serán consolados
Para Benedicto XVI hay dos tipos de aflicción:
La aflicción por la aflicción: es este tipo de aflicción desesperada, que no encuentra el porqué o el fin de ella. Un ejemplo es Judas, que, desesperado por su pecado, se ahorca
La aflicción que yo llamaría positiva. Yo siempre digo que salen bonitas flores de la basura.
Es la aflicción de aquellos que, o bien ven la verdad y se afligen al haber pecado, pero que la verdad les hace mejores, o bien aceptan la aflicción pero el amor a Dios no les hace caer en la desesperación.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
¿Qué justicia es esa?
La justicia de Dios.
El hombre se ve impedido por sí mismo y por su entorno. La tendencia que tenemos es a hacer nuestra propia voluntad al margen de Dios. Es el ir a contracorriente. Y por eso, los creyentes hemos sido y seremos perseguidos
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados
Nosotros no somos ovejas, que van a un lado u otro según la gente vaya o no.
Tenemos que mirar a nuestro alrededor, buscar el sufrimiento, la injusticia y luchar por lo que es grande, justo, el bien verdadero.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios
Esta bienaventuranza es parecida a la primera. En la primera se hablaba de los pobres de espíritu.
Esta bienaventuranza es otro aspecto dentro del mismo concepto. Los que tienen el corazón puro son aquellos que aman tanto a los demás, que jamás hacen daño a su prójimo. Aquí hablamos de honradez, sinceridad, verdad.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia
Misericordiosos no tiene sólo el aspecto obvio de dar limosna. Con eso se taponan muchas conciencias, desde luego, pero la herida está abierta.
La misericordia es comprender los defectos que pueden tener los demás, disculparlos, ayudar a superarlos y querer a los otros aún con sus defectos. También forma parte de la misericordia alegrarse y sufrir con las alegrías y dolores ajenos
He procurado hacer un resumen de las bienaventuranzas.
En el mundo actual, resuenan las palabras de Nietzsche, y su superhombre. Para este filósofo nihilista, las bienaventuranzas no dejarían de ser el consuelo de un hombre anulado. O sea, que si estos hombres miserables no lo fueran, pues ellos mismos no pensarían en bienaventuranzas.
Pero esta opinión es demasiado superficial, y es definitivamente la que ha calado en la sociedad.
Ciertamente, la esencia de las Bienaventuranzas es el Amor. Y el amor, no persigue gloria alguna en la Tierra, y no es egoísta, ni soberbio, ni autosuficiente. El Amor necesita de los demás.
Se nos enseña que para conseguir las metas hay que esforzarse. Pero no se nos enseña que para crecer en el espíritu también tenemos que esforzarnos. Y que el camino fácil no es el que lleva a la meta.
Esto es lo que nos dicen las bienaventuranzas. _________________ M.carmen. www.mcarmenfaura.blogspot.com
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