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Las diez obras mas importantes de los Museos Vaticanos

 
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clauabru
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MensajePublicado: Sab Nov 10, 2007 6:27 pm    Asunto: Las diez obras mas importantes de los Museos Vaticanos
Tema: Las diez obras mas importantes de los Museos Vaticanos
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Las diez obras mas importantes de los Museos Vaticanos

fuente vatican.va

Capilla Sixtina

CONTURBATIO IESU CHRISTI LEGISLATORIS

El fresco es una de las cimas artísticas del ciclo de la Sixtina y es considerado como la obra maestra del Perugino. Domina la escena en primer plano el episodio de la entrega a Pedro, arodillado frente a Cristo, de las "llaves del reino de los cielos " (Mateos 16, 13-20), símbolo de la soberanía y, por consiguiente, del otorgamiento de los poderes al primer vicario de Cristo en la tierra. En el fondo, se impone el Templo de Jerusalén, representado con formas renacentistas como una construcción octagonal de cúpula, a cuyos lados se colocan simétricamente dos arcos de triunfo que imitan el de Constantino en Roma. En segundo plano se hallan descritos otros dos episodios evangélicos: el pago del tributo (Mateos 17, 24-27) y la tentativa de lapidación de Cristo (Juan 8, 31-59; 10, 31-39), a la que se refiere la inscripción colocada encima ("CONTURBATIO IESU CHRISTI LEGISLATORIS"). En el personaje con la gorra negra y abundante melena oscura se suele reconocer al Perugino en persona.



Creación de Adán





(Génesis 1, 26-27)
"Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó " (Génesis 1, 27).

El episodio de la Creación del Hombre tiene como punto central el contacto entre los dedos del Creador y los de Adán, a través del cual se transmite el soplo de la vida. Dios, sostenido por ángeles que vuelan y envuelto en un manto, se dirige hacia Adán, representado como un atleta en reposo, cuya belleza parece confirmar las palabras del Antiguo Testamento, según las cuales el Hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios.


Juicio Universal




"Si frente al Juicio Universal quedamos deslumbrados por el esplendor y susto, admirando por una parte los cuerpos glorificados y por la otra aquellos sometidos a la condena eterna, comprendemos también que toda la visión está profundamente impregnada de una sola luz y una sola lógica artística: la luz y la lógica de la fe que la Iglesia proclama al confesar: Creo en un solo Dios... creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles" (de la Homilía pronunciada por el Santo Padre Juan Pablo II el 8 de abril de 1994).

La grandiosa composición realizada por Miguel Ángel entre 1536 y 1541, se concentra en torno a la figura dominante del Cristo, representado en el instante que precede a la emisión del veredicto del Juicio (Mateos 25,31-46). Su gesto, imperioso y sereno, parece al mismo tiempo llamar la atención y aplacar la agitación circundante: esto da el inicio a un amplio y lento movimiento rotatorio en el que se ven involucradas todas las figuras. Quedan fuera de éste los dos lunetos arriba, con grupos de ángeles que llevan en vuelo los símbolos de la Pasión (a la izquierda, la Cruz, los dados y la corona de espinas; a la derecha, la columna de la Flagelación, la escalera y la lanza con la esponja bañada de vinagre). Al lado de Cristo se halla la Virgen, que tuerce la cabeza en un gesto de resignación: en efecto, ella ya no puede intervenir en la decisión, sino sólo esperar el resultado del Juicio. Incluso los Santos y los Elegidos, colocados alrededor de las dos figuras de la Madre y del Hijo, esperan con ansiedad el veredicto. Algunos de ellos se pueden reconocer con facilidad: San Pedro con las dos llaves, San Lorenzo con la parrilla, San Bartolomé con su propia piel en la que se suele identificar el autorretrato de Miguel Ángel, Santa Catalina de Alejandría con la rueda dentada, San Sebastián de rodillas con las flechas en la mano. En la faja de abajo, en el centro, los ángeles del Apocalipsis despiertan a los muertos al son de las largas trompetas; a la izquierda, los resucitados que suben hacia el cielo recomponen sus cuerpos (Resurrección de la carne); a la derecha, ángeles y demonios compiten para precipitar a los condenados en el infierno. Por último, abajo, Caronte a golpes de remo, junto con los demonios, hace bajar a los condenados de su barca para conducirlos ante el juez infernal Minos, con el cuerpo envuelto por los anillos de la serpiente. En esta parte es evidente la referencia al Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Junto con los elogios, el Juicio suscitó entre sus contemporáneos reacciones violentas, como por ejemplo la del Maestro de Ceremonias Biagio da Cesena, quien dijo que "era cosa muy deshonesta en un lugar tan honorable haber realizado tantos desnudos que deshonestamente muestran sus vergüenzas y que no era obra de Capilla del Papa, sino de termas y hosterías" (G. Vasari, Vidas). Las polémicas, que prosiguieron por años, hicieron que la Congregación del Concilio de Trento en 1564 tomase la decisión de hacer cubrir algunas de las figuras del Juicio consideradas "obscenas". El encargo de pintar drapeados de cobertura, las llamadas "bragas" fue dada a Daniel de Volterra desde entonces conocido como el "braghettone" (Pone-Bragas). Las "bragas" de Daniel fueron sólo las primeras, en efecto, otras se añadieron en los siglos sucesivos.



Estancias de Rafael



Escuela de Atenas



Dentro de una grandiosa arquitectura renacentista, inspirada en el proyecto de Bramante de renovación de la basílica paleocristiana de San Pedro, se mueven los filósofos más célebres de la antigüedad, algunos de los cuales se pueden reconocer fácilmente: en el centro Platón, que indica con un dedo hacia arriba, mientras sujeta en la mano su libro Timeo; a su lado, se encuentra Aristóteles con la Ética; Pitágoras, en cambio, está representado en primer plano concentrado en explicar el diatesseron en el libro; recostado en los peldaños con la escudilla es Diógenes, mientras que apoyado en un bloque de mármol, ensimismado en escribir en una hoja, se halla el filósofo pesimista Heráclito, que se parece a Miguel Ángel, quien estaba pintando por aquellos años la contigua Capilla Sixtina. A la derecha, se pueden ver Euclides, que enseña geometría a sus alumnos, Zoroastro con el globo celeste, Tolomeo con el terráqueo, y por último, en el extremo derecho, el personaje con la gorra es el autorretrato de Rafael.

Liberación de San Pedro



La Liberación de San Pedro muestra al príncipe de los apóstoles y primer papa, salvado milagrosamente del calabozo gracias a un ángel, mientras las guardias yacen dormidas (Hechos de los Apóstoles 12, 5-12). En la escena se hace referencia a Julio II (pontífice desde 1503 hasta 1513), que antes de ser elegido papa, había sido cardenal titular de San Pedro in Vinculis. Al ensalzar la luz, Rafael confronta la divina del ángel con la del alba, de la luna, de las antorchas y sus reflejos en las armaduras, e incluso con la natural que entra desde la ventana de abajo, creando efectos extraordinarios.


Pinacoteca

Transfiguración




Raffaello Sanzio
(Urbino, 1483 - Roma, 1520).
Transfiguración, 1516- 1520
Tabla al temple engrosado.
410 x 279 cm
Inv. 40333

El Cardenal Julio de' Medici encargó dos cuadros destinados a la catedral de San Justo de Narbonne, ciudad de la que el cardenal de' Medici (futuro papa Clemente VII) se había transformado en obispo el año 1515: la Transfiguración, a Rafael y la Resurrección de Lázaro (actualmente en la National Gallery de Londres), a Sebastián del Piombo. La Transfiguración no fue enviada a Francia, ya que tras la muerte de Rafael (1520), el cardenal se quedó con ella, regalándola más tarde a la iglesia de San Pedro en Montorio, lugar donde fue colocada en el altar mayor. En 1797, a raíz del Tratado de Tolentino, esta obra, como muchas más, fue llevada a París y devuelta en 1816 tras la caída de Napoleón; fue entonces que entró a formar parte de la Pinacoteca de Pío VII (pontífice desde 1800 hasta 1823).
En el retablo se describen dos episodios narrados uno detrás del otro en el Evangelio de Mateos: la Transfiguración arriba, con el Cristo en gloria entre los profetas Moisés y Elías, y, abajo en primer plano, el encuentro de los Apóstoles con el niño endemoniado que será curado milagrosamente por el Cristo tras su regreso del Monte Tabor.
El cuadro es el último realizado por Rafael y puede considerarse como el testamento espiritual del artista. La obra, según la biografía escrita por el célebre artista y biógrafo del s. XVI Giorgio Vasari, es "la más celebrada, la más bella y la más divina".


Descendimiento de la Cruz




Caravaggio
Michelangelo Merisi, llamado.
(Milán 1571 - Porto Ercole 1610).
Descendimiento de la cruz, 1600-1604, aprox.
Lienzo al óleo.
300 x 203 cm
Inv. 40386

El Descendimiento, considerada una de las obras maestras de Caravaggio, fue encargada por Girolamo Vittrice para la capilla de familia en Santa María en Vallicella (Iglesia Nueva) en Roma. En 1797 fue incluida en el grupo de obras trasladadas a París según el Tratado de Tolentino y entró a formar parte de la Pinacoteca de Pío VII tras ser devuelta en 1817.
Caravaggio no representa en realidad la Sepultura ni el Descendimiento de la manera tradicional, ya que el Cristo no está descrito al ser bajado a la tumba, sino cuando, en presencia de mujeres devotas, es colocado por Nicodemo y Juan sobre la Piedra de la Unción, es decir, la piedra tumbal con la que se cerrará el sepulcro. Alrededor del cuerpo de Cristo se colocan la Virgen, María Magdalena, Juan, Nicodemo y María de Cleofa, quien alza los brazos y los ojos al cielo en un gesto de altísima tensión dramática.
Caravaggio, que llegó a Roma hacia el año 1592-93, fue el protagonista de una verdadera revolución artística en lo que se refiere a la manera de tratar temas, al uso del color y de la luz, y sin duda alguna, fue la personalidad más importante de la corriente "realista" de la pintura del s. XV.


Museo Gregoriano Egipcio

Momia en su ataúd



Tebas, Deir el-Bahri.
XXI din., 1000 a.C.
Madera enlucida y pintada; vendas de lino.
Alto 198 cm
Inv. 25014 (momia); 25013/1 (féretro)

La práctica de la momificación alcanza su difusión máxima incluso entre las clases medio-bajas de la sociedad egipcia durante el período de las dinastías XX-XXI (1200-950 a.C.), tal como lo testimonia este ejemplar, perteneciente a un numeroso grupo de momias colocadas en sarcófagos estucados y pintados, producidos en serie, hallada en la Necrópolis de Deir el-Bahri en Tebas. Se trata de una momia de hombre, envuelta en un sudario de lino, sobre el cual quedan impresos algunos ornamentos (el pectoral posee una red con perlas de pasta de vidrio azul).

Museo Gregoriano Etrusco

Fíbula




Cerveteri, Tumba Regolini Galassi.
Mediados del s. VII a.C.
Oro.
Inv. 20552

Entre los espléndidos objetos de oro que adornaban el cuerpo de la difunta enterrada en la celda de fondo, resalta una enorme fíbula (antigua versión del moderno imperdible, utilizado para sujetar y decorar los ropajes), decorada con motivos geométricos, de inspiración vegetal y animales, obtenidos con distintas técnicas de producción sofisticada: granulación, repujado, punzón. Los patitos de bulto redondo en el arco se han realizado soldando ambas mitades obtenidas de una lámina repujada; los leones en el disco están igualmente repujados y recortados por una lámina aparte.


Museo Misionero-Etnológico

Quetzalcóatl, divinidad mexicana precolombina


Período clásico (s. XV).
Piedra esculpida.
México.
Población: Azteca.
Inv. 101536

La escultura representa a Quetzalcóatl, nombre nahua para indicar al dios Serpiente Plumado y también el título oficial del gran sacerdote. En el panteón azteca Quetzalcóatl, dios del día, creador del maíz, las ceremonias religiosas y defensor de los sacerdotes, se contraponía a Tezcatlipoca, destructor y nocturno defensor de los guerreros. Este reptil mitológico es el símbolo de una de las divinidades mesoamericanas más importantes y complejas. Según la tradición, el emperador Moctezuma II identificó a Cortés, el conquistador llegado desde el mar de oriente, justamente con Quetzalcóatl que, según una versión del mito tolteca de Ce Acatl, se había alejado hacia oriente prometiendo regresar en un futuro sin precisar. Esta escultura, proveniente del altiplano de México, que se remonta al período clásico del arte azteca, fue donada al Papa Pío XI por el Museo Borgia de Propaganda Fide de Roma.

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