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TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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mariam7
Esporádico


Registrado: 05 Oct 2007
Mensajes: 27

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 7:48 pm    Asunto: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

¿Qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?

Para hacer cualquier modificación en mi vida conyugal hacia la mejora de mi familia, tengo que partir de la necesidad prioritaria, que ambos cónyuges deben conocer claramente, para ser conscientes y poder "cambiar" que:

1º La misión de la familia es custodiar, revelar y comunicar el amor. El amor, que define y fundamenta la institución familiar; y el amor en su acepción más noble: de amistad o benevolencia. Por eso es EL NÚCLEO PRIMORDIAL de la sociedad.

2º Los cónyuges deben comprender que toda su actividad paterna resultará inútil hasta que, no dirijan su mirada e influjo renovador hacia ellos mismos: son los padres quienes deben cambiar en primer término para provocar un perfeccionamiento en sus hijos. Sin ese radical compromiso, todo resulta inútil.

3º La familia es insustituible para la maduración y existencia de la persona en cada uno de los niveles de su desarrollo. Los padres deben ver con claridad que la familia resulta imprescindible para el íntegro desarrollo de sus hijos, porque en primer término lo es también para él o ella como cónyuge y como padre o madre.

4º Fuera de ese ambiente es muy difícil, si no imposible, que un muchacho se desarrolle pertinentemente. Y el centro escolar o el club juvenil, a duras penas colmarán el déficit causado por el vacío de amor de los padres.

5º Tener en cuenta lo que afirma Ugo Borghello: «Cuando se trae a un hijo al mundo, se contrae la obligación de hacerlo feliz. Para lograrlo […] existe sobre todo el deber de hacer feliz al cónyuge, incluso con todos sus defectos […]. En consecuencia, engendrar un hijo equivale a comprometerse a hacer feliz al cónyuge».

Con ese querer recíproco, los padres podrán enderezar un afecto profundo y vigoroso hacia cada uno de los hijos y, harán los cambios pertinentes a favor del mejoramiento de la vida familiar.

Agradezco a Dios y a Catholic.net por la clarificación de ideas y por ayudarme en profundizar mi formación personal. Dios les bendiga en todo lo que emprendan.
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elizabeth Ruiz Martinez
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Registrado: 14 Feb 2007
Mensajes: 11
Ubicación: Otongo; Hidalgo

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 8:06 pm    Asunto: respuesta
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Hola:
Si la familia es lo más importante, estoy de acuerdo pero antes de eso debemos crecer concientes y con claridad para formarla, muchos padres ahora estamos sufriendo las consecuencias de no planear bien nuestra vida, con divorcios o separaciones.
Lo que estoy dispuesta a cambiar de mi rota relación es que voy a poner todos los medios personales que Dios me ha regalado para que mis hijos no tengan que pagar consecuencias futuras.
Estaré muy atenta para detectar las posibles carencias o necesidades de mis hijos al no contar con su padre.
Y sobre todo me acurrucare a Dios para que me ayude........
Gracias
_________________
gracias por la oportunidad de formación
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victoria eugenia silva
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Registrado: 12 Oct 2007
Mensajes: 20
Ubicación: colombia

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 8:23 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Very Happy Hola amigos!! Que tema tan hermoso y enriquecedor!! Es muy extenso y valioso por lo que hay que leerlo, releerlo e interiorizarlo mucho pues es de gran valor para analizar tantos aspectos importantes como pareja, como padres de familia y como parte de esta humanidad. Estas reflexiones me han hecho pensar que siempre hay muchos aspectos que se pueden mejorar en la vida de pareja. Tengo una linda relación con mi esposo, 24 años, pero igual hay cosas que estoy dispuesta a mejorar como por ejemplo no querer tener la razón siempre, tal vez ser mas detallista con el, en fin pienso que esta lectura me va a ayudar a estudiar aquellos aspectos en los cuales puedo mejorar para ser mejor esposa y por ende mejor madre. Tiene mucha razón el autor cuando dice que después de unos añitos el YO desea volver a ocupar su lugar preponderante. Entonces todos a luchar en contra de ese YO que tanto nos perjudica!! Saludos!!
_________________
vickina
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WILFREDO&MARTHA MELEN
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Registrado: 02 Oct 2007
Mensajes: 10
Ubicación: Orlando < Florida USA

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 9:09 pm    Asunto: FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Quiero apuntar primero que cuando algo se te DA y tu lo recibes y aceptas sientiendote mejor...
Esperas recibir nuevamente de la misma fuente ... este es el caso de este "Curso Crecer en Familia"
Esperamos recibir el correo electronico con el nuevo tema y al no recibirlo vamos a la fuente (pagina web) para recibir nuevamente y sentirnos bien......

Pues Bien...lo mismo sucede con la ENTREGA de mi Amor a los demas.... nuestra familia se siente mejor. Comenzando por mi conyuje al recibir de mi, y nuestros hijos al sentirse amados, es precisamente mi ENTREGA hacia ellos, ese DARME incondicionalmente, los alimenta y fomenta en ellos la misma reaccion de DARSE a sus padres y hermanos.

FAMILIA SE LO QUE ERES... Palabras de JPII que no hemos comprendido ,
queremos ser todo lo demas y no lo que debemos ser.

Comenzando con mi propia forma de comportarme con mi familia, queremos con lo material llenar el vacio que deja mi propia presencia en cada una de sus vidas.

¿Qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?

Una sola modificacion para poder revisarla pronto y ver el reflejo no en mi sino en los de mi familia. MI TIEMPO yo puedo modificar mi rutina diaria para DAR mi tiempo a mi esposa, y se que esto se reflejara en nuestro crecimiento familiar. Ser acto de presencia, ser acto de entrega, ser el canal por el cual nuestro hijos reciben el Amor de Dios al ver que sus padres se ENTREGAN en escucharse y compartir el Tiempo con ellos mismos.

Wilfredo y Martha Melendez
_________________
Movimiento Familiar Cristiano Catolico- USA
Orlando Florida
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Fas
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Registrado: 04 Oct 2007
Mensajes: 10

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 9:38 pm    Asunto: Detalles
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Mis hermanos en Xto.

Una familia que ama debe de ser una fuente de obediencia a Dios para hacer que nuestros hijos también obedezcan a Dios y a nosotros con moralidad ser ejemplos ante el pueblo de Dios.
Mateo 5:48 “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

La Iglesia siempre ha enseñado que la familia cristiana es una comunidad creyente y evangelizadora, que testimonia la presencia salvadora de Cristo en el mundo a través de la unidad y fidelidad de los esposos, y la conservación y transmisión de la fe a los hijos.

Los padres son los principales educadores en la oración. Deben enseñar a sus hijos a orar y a tratar a Dios en ocasiones ordinarias de la vida: al acostarse y al levantarse; antes y después de las comidas; a dar gracias por los beneficios; en la asistencia a la Misa dominical; a celebrar los misterios cristianos: Navidad, Semana Santa, etc.; la celebración de las fiestas de Jesucristo, de la Virgen y de algunos Santos; a orar por las necesidades espirituales y materiales de los demás; etc. La principal educación para la oración será siempre el testimonio de los padres.

Que triste es una familia con vicios. Cuántos desacuerdos, desórdenes, lágrimas, insatisfacciones, cuántas malicias aún entre hermanos. Tenemos que estar muy claros sobre lo que estamos construyendo.

I Timoteo 5:4 “Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.”

La conducta de los padres hacia Dios es la victoria del hogar; sin esa victoria, los padres no tendrán frutos de bendición. Hay hijos que aunque tienen buenos hogares son soberbios por insatisfacciones. La soberbia es una prolongación de insatisfacciones personales, no espirituales. Nunca están a tiempo, no oyen la voz del superior, son altivos, no tienen personalidad e imitan lo bueno de otros. ¿Qué trae esto? Hogares insatisfechos, matrimonios destruidos por las desigualdades culturales y espirituales. Lo que más debe de prevalecer en un padre y una madre es la obediencia a Dios. Aunque te haya faltado visión y conocimiento para ser hombres y mujeres dignos de Dios, la palabra de Dios nos “remienda”.

Colosenses 3:5-6 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.”

Valdria decir que la antigua vida tuya hay que cancelarla en el nombre de Jesús para que la nueva vida de obediencia al Padre de los siglos nos pueda llevar de la mano por el desierto donde vamos a caminar.

Que Dios los Bendiga

Fer Very Happy Exclamation
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fernanda molano rivera
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Registrado: 04 Oct 2007
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MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 9:44 pm    Asunto: Crecer en familia
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Cambiaria mi caracter, no ser tan egoista aprenderia a escuchar a las personas q estan a mi alrededor a no ser tan egoista economicamente!!!!
A tenerele paciencia a mis hijos y entender que son niños y no adultos.A amar a las personas q estan a mi alrededor a convivir mas como familia.
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Elva Ileana Ruiz Corpus
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MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 10:32 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Maravilloso tema...

Estaria dispuesta a tratar de ponerme mas en el lugar de mi esposo y de escucharlo mas, darme mas tiempo para estar en calma y no dejarme llevar por el acelere cotidiano, de esta manera podria prestar mas atencion a las necesidades de mi familia, tranquilamente, disfrutando mas cada momento.

Tambien reinventaria los detalles que algun dia nos unieron, en estos dias nos dejamos llevar por el estres y las 'mil' actividades que tenemos que 'cumplir' socialmente, que nos olvidamos de los pequeños detalles, esos pequeños detalles que nos alimentan en nuestra vida conyugal.

Que Dios los bendiga.

Smile
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Dios los bendiga.
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itomacias
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Registrado: 29 Sep 2006
Mensajes: 48

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 10:36 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Que que estoy dispuesto a modificar en mi vida conyugal para que sea el reflejo del crecimiento de nuestra vida familiar ?

Pues primero tomar conciencia de eso, que tengo que modificar , actitudes en mi vida conyugal como el trato con mi esposa, ser mas acomedido en las labores del hogar, y pues, que nuestras hijas nos vean entregados el uno al otro , enamorados y comprometidos con nuestra familia, ponerla en el primer lugar de nuestras prioridades y siempre con Cristo como cimiento y pilar de nuestro hogar
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hilda Tatiana
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Registrado: 04 Oct 2007
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MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 11:18 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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El cambio en mi vida conyugal ya no seria por que estoy separada hace cinco años, solo es reflexionar y cambiar sobre mis actitudes con mis hijos y que ellos se sientan feliz a mi lado.
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Chachi
Esporádico


Registrado: 03 Oct 2007
Mensajes: 91
Ubicación: México

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 11:32 pm    Asunto: Familia se lo que eres
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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El presente artículo me abrió los ojos sobre algunas cuestiones familiares y me hizo comprender que para que haya un cambio positivo en mi hogar debo ser yo la que empieza a cambiar para bien, por amor a mis hijos y a mi esposo.

¿Qué estoy dispuesta a modificar en mi vida conyugal para bien de mi familia?
Estoy dispuesta a modificar la calidad de mi entrega para con los míos, a darme sin pedir nada a cambio, sin quejarme, sin exigir reciprocidad. Creo que ese sería un buen punto de partida, ofrecer todo mi amor por el bien de los míos, para lograr un cambio positivo en toda la familia.
Si yo cambio positivamente, creceré como persona y con la ayuda de Cristo Jesús, como pilar de nuestro hogar, el amor generará más amor.

Dios los bendiga a todos. Very Happy
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Lilia Fanny Dorado Rodrig
Esporádico


Registrado: 22 Sep 2006
Mensajes: 27

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 11:42 pm    Asunto: Crecer en Familia - Tema III. Matrimonio como Sacramento
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Jesús nace en el seno de una familia. La familia es muy importante, es la unión de pareja por amor y en la que nos rodean los hijos, frutos de ese amor , la familia debe ser modelo de vida y esa allí donde se debe inculcar los valores, debe reinar la paz el amor y lo mas importante la comprensión mutua entre si, porque todo debe ser con amor sin pedir nada a cambio, si esto lo aplicamos a las empresas como ejemplo si no trabajamos en armonía no funciona pero si empleamos la democracia todos gozan los que esta arriba y los que están abajo, si lo aplicamos al capital debe de ser por iguales, ya sea en lo humano o en lo material, sacando una igualdad en las ganancias y perdidas serán por igual en satisfacción mutua, para no quebrantar el amor, la fidelidad, la comprensión y la fe entre buenos cristianos y dar ejemplo de vida en familia unida, pero todo se logra si estamos de la mano de Dios.

Estuve incapacitada, por esta razon estoy algo atrazada en el envio
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Lilia Fanny Dorado Rodrig
Esporádico


Registrado: 22 Sep 2006
Mensajes: 27

MensajePublicado: Jue Nov 22, 2007 11:47 pm    Asunto: 1a Parte. La familia fundada en el matrimonio
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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¿Como lograr que mi familia sea una verdadera comunidad de amor?
El amor base fundamental de la familia, si una pareja se casa sin amor muy difícilmente podrá haber una verdadera convivencia y un hogar que sea ejemplo de vida, la relación en familia se debe dar en el respeto, la tolerancia, la paciencia, permitiendo que cada integrante de la familia pueda desarrollarse en todas las áreas de su vida, para que así pueda lograr ser una persona más plena en todos los sentidos. La relación con Dios es supremamente importante, esta nos permite ser mejores personas, nos permite darnos a los demás con gusto y ser testimonios de vida en todo lugar.

Dios les bendiga
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Arlette Uribe Molina
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Registrado: 03 Oct 2007
Mensajes: 3
Ubicación: MEXICO, QRO.

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 1:07 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Estoy atrasada con mis temas por trabajo en oficina, pero poco a poco me voy a poner al corriente.

Excelente tema!!! yo soy viuda, mi marido tiene 2 años de haber fallecido, tengo un pequeño hijo de 6 años. Para los 2 la vida no ha sido nada fácil; tengo que trabajar a vecer horas extras, llego tarde a casa y muchas veces no tengo tiempo para dedicarle a mi hijo, pero este tema me ha ayudado a reflexionar, no tengo marido para demostrarle a mi hijo ese amor que lo haga crecer; pero se que puedo demostrarselo a él; en el buen ejemplo que yo le de.

Ser mas tolerante, que él vea el amor que impera en mi familia ( pues regresé a vivir con mamá) sea un ejemplo para que él no se sienta solo, reconozco que necesito tener más dialogo con él; dedicarle no más tiempo sino tiempo de calidad.

Dale más confianza y comprensión por medio del diálogo, disfrutarlo, y hacer que él disfrute también mi compañía, que disfrute los tiempos que compartimos en familia (hermanas que tienen su marido), en fin ha sido muy difícil su educación, pero se que con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen María (pues ella también enviudó, gran ejemplo de fortaleza y amor a Dios para seguir) y con la Luz del Espiritu Santo yo sepa guiar a mi hijo con amor, mucho amor que es lo que tengo confianza lo va a hacer crecer a ser un adulto responsable, y con Amor para sí mismo y los demás.

Gracias por tan aportador artículo.

Saludos.
_________________
FELIZ POR INGRESAR AL CURSO

ARLETTE URIBE
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laura77
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Registrado: 29 Oct 2007
Mensajes: 24

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 1:33 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Voy a ser mas prudente...a luchar con mas alegría por dominar mi temperamento tan impulsivo...cuando me enfrento a contrariedades se que debo caminar con mas cautela y sin embargo me dejo llevar por el sentimiento momentaneo logrando con ello solo lastimar a mis seres queridos y a mi misma, teniendo que pedir disculpas con la cantaleta de "me cuesta mucho dominar mis impulsos". Estoy en la lucha diaria, y en verdad he avanzado pues ya es esporadica la ocación en que exploto y cuando lo hago es cada vez mas rápido el reconocer que estoy actuando mal. Antes me sentía con el derecho a estas explosiones de colera y nunca pasaba por mi mente el callar y pedir perdón. Es más creía que era mi obligación hacerles saber que etaban actuando mal, que me hacian sentir mal, que me lastimaban, etc. sin pensar que con mi actitud yo también estaba lastimando. No cabe duda que el verdadero amor, el que en verdad deja un buen sabor en la vida, es el que da sin esperar NADA a cambio. Tal vez en este tiempo nos tachen de tontos, dejados, etc, y hasta nos preguntan: ¿que no te quieres a ti mismo? como dejas que te traten asi?...y claro que me quiero pero quiero mas a Dios, a quien le prometi amar a mi esposo hasta el fin de mi vida y se que si El me esta pidiendo que ame a mi esposo a pesar de...El me va a dar las gracias necesarias para amarlo asi. Y a fin de cuentas recibo mas de lo que doy. La clave en el matrimonio es no perder de vista a Dios Nuestro Señor en medio de los dos. El dia de nuestra boda lo invitamos a formar parte de nuestra familia, no lo podemos dejar fuera.
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YAYU
Esporádico


Registrado: 04 Oct 2007
Mensajes: 25

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 1:59 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Razz HOLA A TODOS.
DESPUES DE LEER EL TEXTO PIENSO EN TODAS LAS COSAS QUE TENEMOS QUE CAMBIAR EN LA SOCIEDAD, PARA QUE LAS FAMILIAS CUMPLAN CON SU MISION, Y CREO QUE ES UNDAMNETAL, QUE CAD QUIEN EMPIECE DE FORMA PERSONAL, COMO LO PIDE LA PREGUNTA PARA PARTICIPAR EN EL FORO.
PARA MI UNA DE LOS ASPECTOS QUE ME CUESTAN MAS TRABAJO ES LA TOLERANCIA, Y CREO QUE ES UNA DE LAS COSAS QUE A MANERA PERSONAL DEBO TRABAJR, LA VERDAD HE MEJORADO MUCHO, CON LA AYUDA DE JESUS Y MARIA, PERO NECESITO SEGUIR TRABAJANDO EN ESTE SPECTO DE MI PERSONA, QUE OBVIAMENTE, INFLUYE EN MI MATRIMONIO Y FAMILIA, PERO A PESAR DE ESTO Y OTRAS COSAS, DOY GRACIAS A DIOS POR EL ESPOSO QUE ME HA REGALADO Y LOS MARAVILLOSOS HIJOS QUE ME PRESTO. Razz
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smachado
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Registrado: 28 Sep 2006
Mensajes: 14

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:47 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Hola estimados amigos:

La vida conyugal es complicada, diversos caracteres, personalidades etc., inclusive con los hijos que nacen de uno, tienen su propia y unica identidad, es dificil para uno de madre o de padre conducirlos sin terminar peleando, gritando o ordenando en lugar de dialogar o tratar de entender, los jovenes o los adolescentes en casi todos los casos son dificiles de entender y sobre todo para nosotros que les llevamos varias generaciones, no entendemos muchas cosas de ellos y por supuesto ellos odian muchas cosas nuestras que les parecen tontas, exageradas y hasta algunas veces ridiculas, sin embargo nosotros tambien estuvimos de ese lado algun dia y solo tratamos con nuestros consejos de evitarles mayores problemas o dolores. Pero cre que en mi caso, para que mi vida conyugal mejores y se refleje en mi vida familiar tengo que poner una gran parte de paciencia, docilidad a las cosas que debe hacer y que no hago por pura colera o porque "solo yo las hago" hacer todo con verdadero amor, porque lo que hago en mi casa para mi familia deberia hacerme sentir contenta y no colerica o utilizada, ese es mi trabajo, que yo misma elegi al casarme y tener mis hijos. Ultimamente no se si sera por mi cambio hormonal ya que estoy en la premenopausia, mi caracter ha empeorado y mi paciencia disminuido enormemente, lo peor es que me doy cuenta y no hago nada para evitar las discusiones por cualquier tonteria y terminar enojada con mi esposo o gritando a mi hijo menor que es el que vive actualmente con nosotros y solo tiene 11 años. Despues de que todo pasa me doy cuenta que ya no es agradable vivir conmigo y sinceramente me aterra que mis hijos y mi esposo esten pensando lo mismo. CReo que debe hacer esfuerzos grandes para cambiar, sobre todo creo que no estoy orando suficiente ni preguntandole al Señor que debe hacer o a Maria como haria ella, tal vez porque conozco la respuesta y me siento infeliz de ser la causante de muchas peleas que ultimamente tengo con mi esposo y que mi hijo inclusive ha observado, cosa que antes no haciamos. Estoy tomando este curso porque realmente necesito ayuda, necesito saber como mejorar mi vida familiar o volverla como era agradable, feliz todos queriamos volver al hogar despues de nuestras labores porque haciamos cosas que nos llenaban de alegria juntos; pero dudo que esto suceda ahora. Pondre mucho de mi parte, tengo que hacerlo y voy a comunicarme con mi esposo mejor, sin alterarme y aceptando mis fallas el ha tratado pero yo lo descalifico y no pongo interes. Gracias por todos estos consejos voy a iniciar mi lucha por mejorar. Hasta pronto
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marina
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Registrado: 13 Oct 2005
Mensajes: 3909

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:53 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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mm pues no estoy casada, pero platicando con el otro, se pueden llegar a acuerdos a que es lo mejor par ala familia que cambios son necesarios que seria bueno
y platicando y poniendose de acuerdo pues yo podria hacer los cambios
o como en el tema anterior. primero yo actuar como quiero que me traten no?
_________________

El que llegue primero es un feto. (Los espermatozoides)
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ana laura rios de puente
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Registrado: 03 Oct 2007
Mensajes: 21

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 3:18 am    Asunto: tema IV 2a. parte fam se lo que eres.
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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hola queridos hermanos, nuevamente me siento complacida de estar en este curso ya que el ver temas tan cotidianos, me hace reflexionar en mi vida diaria, ¿que estoy dispuesta a hacer...... es algo que me planteo continuamente, mas sin embargo estoy como mi compañera iliana servin, encuanto dice que desea cambiar a su esposo, esto es un modelo de vida que tiendo a seguir, pienso en que yo no tengo "mucho" que cambiar en cambio èl si "tiene" mucho que hacer, pero al leer lo que escribio Ugo Borghello"cuando uno trae a un hijo al mundo , se contrae la obligacion de hacerlo feliz. Para lograrlo existe sobre todo el deber de hacer feliz al conyuge, incluso con todos sus defecto", me doy cuenta de la labor tan titanica que ha estado haciendo mi esposo, pues el si me ama y me acepta con todos mis defectos. cuando hacen referencia a su santidad Juan Pablo ll" en la intencion divina los sufrimientos estan destinados a favorecer el crecimiento del amor, es decir elevar la calidad de su vida estimulandola a una generosidad mayor" me doy cuenta que esto es verdaderamente buscar la santidad, y no presisamente elevandome unos centimetros del suelo, al contrario teniendo bien puestos los pies en la tierra y morir a mis egosimos, soberbia, aceptando a mi esposo por ser quien es una gran persona , mediante la cual Dios a permitido que juntos con nuestro amor nuestras hijas se amen de la manera maravillosa y grandiosa como lo hacen, y me doy cuenta de como se prodigan ese amor como cuando apesar de que son adolescentes de 13 y 14 años se cuidan, se alagany se ven felices. esto es lo mejor que puedo hacer aceptar a cada uno de los miembros de nuestra fam para ser lo que somos........persona. gracias por ser mis compañeros.
p.d. en el tema anterior tema lv. 1a. parte la fam fundada en el matrimonio, hize varios intentos y no pude enviar mi respuesta, pueden decirme que puedo hacer . muchas gracias. con amor ana laura
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Esme
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Registrado: 28 Sep 2007
Mensajes: 24

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 4:44 am    Asunto: ¿qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hace
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Buenas Noches:

A mi tampoco me llego ayer el tema pero de cualquier manera lo lei al entrar al foro desde ayer y hoy ya llego a mi correo.

Que bueno que ya nos estamos integrando mas en los foros!!! la participacion de todos nos ayuda a asimilar mejor el curso, conocer las experiencias de los demas y compartir las nuestras nos enriquecen mucho.

Respecto a las modificaciones que estoy dispuesta a hacer en mi vida conyugal son:

1.- LA MAS IMPORTANTE: Acercarnos mas a Dios, como matrimonio, vivir realmente nuestra fe juntos no cada quien por su lado y de acuerdo a los criterios propios, asimilar que aunque venimos de familias con formas de ver diferente nuestra religion ahora somos una nueva familia, la cual no debemos vivir en este aspecto como cada quien le enseñaron, si no unirnos y llevar nuestro amor a Dios de la manera mas homogenea posible para en un futuro no crear conflicto en nuestros hijos, apoyarnos en todo lo que este al alacance de nuestras manos para enseñar con el ejemplo y con nuestra fe

2.- Tener mas comunicacion con mi esposo, la rutina y las actividades de la vida diaria van creando una pobre comunicacion entre los esposos, hasta llegar en un punto en que la pareja solo se "comunica" cuando hay problemas con los hijos, la familia, alguna enfermedad o economicos, si no se llega a cohabitar con la pareja pero no a llevar un matrimonio y creo que alguna vez o algunas veces hemos caido en esta situacion que no debe de ir de esa manera.

3.- Tiempo para dedicarnos como pareja, tiempo para escucharnos, para conocer nuestras inquietudes nuestros anhelos y porque no?? nuestros sueños. Es importante buscar un tiempo el cual celosamente debe respetarse para que la union y el amor se manifiesten y crezcan.

4.- Respeto, por lo que hace mi pareja por lo que es, con defectos y virtudes con atinos y desaciertos, tener aceptacion sin pretender que se genere un cambio en mi pareja si yo no lo hago primero.

Creo que con estos cuatro puntos basicos podemos lograr un cambio significativo.

Que Dios los bendiga....
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Asiduo


Registrado: 26 Feb 2007
Mensajes: 259
Ubicación: Los Angeles, CA. USA

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 4:55 am    Asunto: Cambios en la vida coyugal
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Hay por allí un refrán que dice: "los hijos son el reflejo de los padres..." Y es una realidad que los muchachos reflejan el ambiente familiar en el que se mueven o se crian.
En cuanto a lo que debo modificar (no necesariamente cambiar) en mi vida conyugal para que el nucleo familiar se refleje el crecimiento, creo que debo modificar la manera de reflexionar sobre las intenciones profundas que motivan mis opciones y consecuentemente mis decisiones, dejarme llevar por lo que está dentro y no fuera de mí.
Recorrer mi vida y detenerme en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vivirlas otra vez. Porque dentro de cada uno de nosotros están guardadas todas las imágenes (buenas y malas) y solamente cada uno de nosotros como individuo puede volverlas a vivir. Y desde ese punto de vista ser un mejor padre, hermano, amigo, consejero...
_________________
El que respeta al Señor aprendrerá a actuar rectamente e iluminará a otros con sus enseñanzas.
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evelyn de ochoa
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Registrado: 04 Oct 2007
Mensajes: 23

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 5:08 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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¿qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?
Primero quiero comentar que al igual que muchos de mis compañeros el mail me llegó tarde, pero lo bueno es que ¡¡llegó!! Quiero comentarles que espero siempre con mucha ansiedad los temas, ya que son de gran enseñanza y enriquecimiento.
Ahora, contestando la pregunta quisiera compartir con ustedes una dinámica que nos hicieron, a mi esposo y a mí, en un retiro conyugal. Por espacio de 1 hora debíamos intercambiar nuestros zapatos, para mí fue muy cómodo andar en zapatos más grandes. Pero para él fue prácticamente imposible, tuvo muchas incomodidades y dolor. Les cuento esta dinámica porque creo que es muy aplicable en nuestra vida conyugal, debemos realmente "ponernos en los zapatos del otro" antes de cualquier discusión o problema.
Es interesante ver lo que transforma el amor de la pareja. En estos tiempos es sumamente difícil. Soy catequista de niños de 3º, 4º y 5º primaria en un colegio católico, y veo el sufrimiento en muchos niños, cuyos padres están separados, por infidelidades, por vicios, por desamor. Son niños que sufren mucho y que tienen muchos problemas de conducta. ¿Cómo poder transformar esta situación?
Empecemos en nuestra casa, en nuestro hogar, con nuestros hijos y con nuestro cónyuge. Demos amor y respeto a los más cercanos a nosotros y lo demás poco a poco, vendrá por añadidura.
Los cambios que tenemos que hacer es tratar a los demás con especial ternura y cariño. Siempre pensando que tal vez ese sea nuestro último día. Very Happy
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EVELYN.
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Juan M. Morales T.
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 6:27 am    Asunto: ¿Qué mejoraría en mi vida conyugal?
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Siempre me había ufanado de ser un buen padre por mi buena relación con mis hijos (con altibajos ), sin embargo ahora me doy cuenta de que debo reorientar mi relación con mi esposa ya que después de 25 años de casados hay momentos en que caemos en la rutina de todos los días en donde no se deben de buscar culpables sino hallar soluciones porque no hay duda que nos amamos pero como que se ha perdido el deseo de decirlo ó expresarlo ya que se da como un hecho, además somos de gustos y aficiones tan opuestas que es difícil compartir otro tema que no sean los hijos, situaciones del trabajo ó de la casa.
Trataré de apoyar más las labores en casa y restablecer el diálogo que casi se ha perdido.
Con gusto acepto sugerencias que me ayuden a mejorar como persona y la relación con mi esposa. Que Dios los bendiga. Sad
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LUIS AVILES OLACHEA
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 6:42 am    Asunto: Tema IV Segunda parte. Familia se lo que eres.
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Para poder ser una Verdadera familia cristiana y que esta sea verdaderamente funcional, trataria de cambiar principalmente yo. Mi manera de comportarme, ser mas atento, cordial, saber escuchar. Trabajar mas en mi persona, en mi caracter.
En mi vida conyugal el cambio deber ser por supuesto personal, pero con la ayuda del conyuge, ya que el(conyuge), conoce muy bien mis defecto o actitudes que no son de su agrado y que sin embargo nosotros creemos que estamos comportandonos bien. Para realizar un cambio tiene que haber la competencia de los dos. Que haya entrega mutua, buscando la felicidad del uno para el otro. Todo esto solo se lograria siendo honesto con uno mismo y reconcer que tipo de persona quiere Dios que yo sea.
Tambien es importante no olvidarse de los detalles con los cuales conquistamos a nuestra compañera(o). Todo este cambio beneficiaria grandemente el funcionamiento de nuestro matrimonio y las relaciones con nuestros hijos. Laughing
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Con Cristo todo lo soy, Sin El no soy nada. Todo lo puedo en aquel que me fortalece
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lidiabritos@hotmail.com
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Registrado: 11 Oct 2007
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 10:43 am    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

*Buen dia Espiritu Santo*

Al leer el material he reflexionado sobre el tema, y me viene a la memoria cuando participaba a las reuniones del colegio y se nos repetia una y tantas veces que el Colegio no es la verdadera educadora de los hijos que somos los padres...la familia .... El Nucleo del Nucleo... como dice el expositor ...donde se gesta la verdadera educacion....que es importante la participacion de los padres en esta educacion que acompañemos a nuestros hijos en el dia a dia.

Es ahi donde comprendi que los padres debemos de estar pendientes de las actividades de nuestros hijos de su educacion en el Colegio y por sobre todo en casa....pues somos el espejo donde ellos miraran....y nos copiara....

Y ese famoso dicho....imperativo que algunos padres imponen....has lo que te digo.....no lo que yo hago.....y este es el nucleo del nucleo....¿Que es lo que papa y mama hacen? ¿como lo hacen? ect...

Comprendi y Gracias a Dios a tiempo que nosotros debemos tambien estar preparados a ser mejores padres....no hay escuelas para padres....universidad para ser mejores padres....presentar curriculum de mejores padres..ect., pero si >>conciencia<< de preocuparnos por ser mejores....y a trabajar...

Hemos participados de movimientos, retiros, oraciones, cursos, y siempre les deciamos a nuestra hija que lo estamos haciendo porque queremos ser mejor padres para ella...pero...la vida nos ha enseñado...solo es imposible...nos dimos cuenta de eso...

Cuando comensaron los problemas es cuando nuestra hija llego a la pubertad...su adolece...cencia....porque en ella como en todos nosotros se produce ese cambio......y fuimos concientes....y la acompañamos....en ese cambio con amor.....con limites....les eseñamos que en la vida hay reglas, limites...dentro de casa...y fuera de ella ...como en el colegio, en la sociedad...hay reglas, leyes ect.

Pudimos pasar juntos papa, mama, hija, la cricis.....y ganamos todos....Gracias a esa conciencia que Dios nos da a traves de su Sabiduria por medio del Espiritu Santo que esta en cada uno de nosotros....porque muchisimas veces....papa y mama....recurrimos a El....que nos ayude cuando estabamos en dificultad...y lo sabiamos porque nuestro Señor Jesucristo...nos dice: Pedid y se les dara, golpead y se les abriran...Siempre fuimos coinciente que sin ese Cristo conyugal....sin la Comunion....sin estar unido....a El....no daremos buenos Frutos...

modificamos nuestra vida conyugal y lo seguimos haciendo y estamos dispuestos a seguir haciendolo para ser reflejo del crecimiento de nuestra vida familiar.....y nuestra hija nos ha dicho...papa ha cambiado desde que ha ido al mivimiento....y con la ayuda de Dios Padre, Hijo, Espiritu Santo y mama Maria lo seguiremos intentando...Gracias y muchas Bendiciones a todos los participantes de este marabilloso foro...
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Yngrid Coiscou
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Registrado: 09 Oct 2007
Mensajes: 3
Ubicación: Republica Dominicana

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 1:54 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Hola a todos y que la Paz de Papá Dios nos envuelva siempre!!!!

Me fascinó el tema y siempre espero con ansias el material del curso pues lo encuentro tan esclarecedor y completo!!!!

Algo que modificaria de mi vida conyugal sería el tener más muestras de CARIñO con mi esposo delante de mis hijos, para que ellos perciban que a pesar de que en algunos momentos tenemos fricciones, eso no implica que no nos queremos.
He visto la preocupacion de mis hijos ( de 11 y 9 años) en esos momentos, quizas pensando ellos que tenemos algun problema que atente contra la Union Familiar y verdaderamente esto les afecta enormemente. La felicidad de los niños es tener un HOGAR con sus dos padres que se amen y esto les da una estabilidad emocional unica!!!
Tambien me gustaria poder orar en Familia, pues familia que reza unida permanence unida.
Lo Ideal es mantener en el centro de cada Hogar a Dios, pues quien tiene a Dios cerca, Nada le Falta!!!

Tambien sacar tiempo para salir con mi esposo y poder compartir solos en otros ambientes. Eso nos ayudaria a crecer mas como pareja!!!

Besos y abrazos para todos !!!!!!
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Elizabeth Monopoli Acker
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Registrado: 10 Oct 2007
Mensajes: 20

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:13 pm    Asunto: Re: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
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Estoy dispuesta para mejorar mi relación conyugal cultivar con mayor firmeza la virtud de escuchar a mi esposo, intentando no hacer caso a los "ruidos interiores" a la hora de escucharlo. Es decir, prestarle atención con los 5 sentidos. Mejorando esta virtud, habrá una mejor calidad de dialogo y por lo tanto, el matrimonio lograra crecer en esta virtud y esto significa en todo el sentido de la palabra "crecer".


María Eugenia escribió:
Es preciso definir el núcleo de la existencia familiar, pues es el punto en el que habremos de incidir para elevar el nivel y la eficacia de las actividades de cualquier familia que aspire a ser lo que por esencia le corresponde.

En principio, determinar la sustancia y el objetivo de la institución familiar no parece complejo. Juan Pablo II los ha señalado con insistencia y claridad: «En una perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor.

Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor».

El amor, por tanto, define y fundamenta la institución familiar; y el amor en su acepción más noble: de amistad o benevolencia. Pero, ¿entre quiénes?

EL NÚCLEO PRIMORDIAL

Primero los padres


Es frecuente que los padres no sientan la necesidad de formarse mejor hasta que alguno de los hijos plantea dificultades que los superan. Acuden entonces al centro educativo para hablar con el preceptor o se inscriben en un curso de orientación familiar. El «problema», por decirlo con dramatismo, es el hijo.

Aquí, los cónyuges deben comprender que toda su actividad paterna resultará inútil hasta que, en el seno de la familia, no dirijan su mirada e influjo renovador hacia ellos mismos: son los padres quienes deben cambiar en primer término para provocar un perfeccionamiento en sus hijos.
Cualquier progreso en la vida familiar es fruto de una modificación en la vida de los cónyuges, que se implican más, y más decididamente, en el seno del propio hogar.

Sin ese radical compromiso, todo resulta inútil.
La familia es insustituible para la maduración y existencia de la persona en cada uno de sus niveles de desarrollo: desde la indigencia absoluta del recién concebido, pasando por la inseguridad y las dudas del niño o el adolescente, hasta la aparente firmeza autónoma del adulto, la plenitud del hombre y la mujer, y la fecunda pero frágil riqueza del anciano.

Desde este punto de vista, es imprescindible indicar a los padres que la familia es necesaria, no sólo para que sus hijos se perfeccionen; sino también, ¡y antes!, para que ellos —el padre y la madre—se santifiquen como personas (que es el objetivo terminal de cualquier existencia humana, sin cuyo logro no alcanza sentido).

La idea de la familia-refugio ha ocupado un papel preeminente en la sociedad occidental desarrollada: el ámbito familiar resultaría indispensable como remedio para la debilidad del ser humano y justo en la proporción en que sus miembros se encuentran necesitados de protección y apoyo.

Pero esto, que no carece de verdad, no es lo más serio que puede afirmarse de la familia. El hecho de que el Dios creador del Universo se nos haya revelado como familia, da una certera pista a la hora de ponderar las relaciones entre familia y persona.

Si la Trinidad personal de Dios, en quien no falta ninguna perfección, «tiene que» constituirse como familia, queda claro que ésta no deriva de indigencia alguna, sino, al contrario, de la plenitud del ser personal que, por naturaleza, está llamado al don, a la entrega, y requiere un hábitat adecuado para poder ofrendarse.

Análogamente, la persona humana está más llamada a entregarse conforme más se plenifica. Por eso, cuanto más perfecta es una persona, tanto más necesita de la familia como el ámbito en el que, sin reservas ni trabas, puede dar y darse.

Por encima de todo, la familia

Respecto a semejantes verdades, la orientación de Juan Pablo II no puede ser más diáfana: «El hombre, por encima de toda actividad intelectual o social por alta que sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en la familia. Aquí, realmente, más que en cualquier otro campo de su vida, se juega el destino del hombre».

Los padres pueden fácilmente caer en la cuenta de que equivocan el rumbo cuando —aun con la mejor de las voluntades— descuidan la atención directa e inmediata a los demás miembros de su familia, para dedicarse a otros menesteres, profesionales o sociales, en los que incluso alcanzan éxito absoluto.

Porque ese triunfo no es capaz de ahogar la desazón íntima que les asalta siempre,
en los momentos más humanos, por desatender el círculo familiar, en el que habrían de encontrar «su realización integral, su riqueza insustituible».

Además de desatender al cónyuge, delegará en él la educación de los hijos o, cuando el otro consorte busque su propia realización fuera de casa, los encomendará a otras instituciones —colegio, club juvenil—, cuya misión es subsidiaria respecto a la de los padres y cuyo influjo eficaz en los chicos se torna limitado y epidérmico.

Los padres deben ver con claridad que la familia resulta imprescindible para el íntegro desarrollo de sus hijos, porque en primer término lo es también para él o ella como cónyuge y como padre o madre.

Un padre insatisfecho por no desarrollarse en plenitud dentro de su propio hogar, no puede aportar auténtica vida ni apoyo sólido a sus hijos, que en ese hogar encuentran también la principal palestra para su robustecimiento personal y la base ineludible para el despliegue enriquecedor en cualquier otra esfera de su vivir.

AMOR QUE SE DESBORDA


Centremos ahora nuestra atención en la necesidad que el padre y la madre tienen de la familia en función del crecimiento y la mejora de sus hijos. Con otras palabras: para cumplir sus deberes paternos, los componentes de un matrimonio no han de dirigir en primer lugar su atención hacia los hijos, sino hacia el otro cónyuge.

Y la razón es muy simple: la primera —y casi única— cosa que un hijo necesita para ser educado es que sus padres se quieran entre sí.

Se trata de una idea desarrollada con brillante sencillez por Carlos Llano: como la educación de los hijos no es sino la más genuina expresión del amor paterno, y como este amor no puede ser, a su vez, sino el despliegue del cariño entre los esposos, el que los cónyuges se amen de veras constituye la clave esencial, y casi el todo, de su misión dentro de la familia.

La marcha de la familia, en cada uno de sus componentes, está definida, casi completamente, por el amor que se ofrenden los padres. La calidad del amor familiar —del paterno-filial y del fraterno— está determinada por las características y la categoría del hábitat que origina el cariño de los cónyuges.

Fuera de ese ambiente es muy difícil, si no imposible, que un muchacho se desarrolle pertinentemente. Y el centro escolar o el club juvenil, a duras penas colmarán el déficit causado por el vacío de amor de los padres.

Dentro de este contexto, me parecen concluyentes y luminosas las convicciones expresadas por Ugo Borghello: «Cuando se trae a un hijo al mundo, se contrae la obligación de hacerlo feliz. Para lograrlo […] existe sobre todo el deber de hacer
feliz al cónyuge, incluso con todos sus defectos.

Para ser felices, los hijos necesitan ver felices a sus padres. El hijo no es feliz cuando se lo inunda de caricias o de regalos, sino sólo cuando puede participar en el amor dichoso de los padres. Si la madre está peleada con el padre, aun cuando luego cubra de arrumacos a su hijo, éste experimentará una herida profunda: lo que quiere es participar en la familia, en el amor de los padres entre sí. En consecuencia, engendrar un hijo equivale a comprometerse a hacer feliz al cónyuge».

El derecho esencial de los hijos

Como consecuencia de ese querer recíproco, y apoyados en él, los padres podrán enderezar un afecto profundo y vigoroso hacia cada uno de los hijos. ¿Cuáles han de ser las características de tal amor?

De acuerdo con la ya clásica descripción aristotélica, se ama a una persona cuando se procura y se le ofrenda lo que es realmente bueno para ella. No lo que viene a suplir la falta de auténtica dedicación al ser querido, sino lo que efectivamente lo hace crecer, lo mejora, lo perfecciona. A este amor nuestros hijos tienen un derecho absoluto.

Pero no tienen derecho, porque implicaría una falsificación del genuino cariño, ni al premio desmesurado por las buenas calificaciones, ni a la paga desmedida, ni a la moto o al coche cuando todavía no son responsables en otros ámbitos de su existencia, etcétera.

Porque a lo único que éstos tienen derecho es ¡a nuestra propia persona! O, si se prefiere, a lo más personal de nosotros: a nuestro tiempo, dedicación, interés, a nuestro consejo, a nuestro diálogo, al ejercicio razonado de nuestra autoridad, a la fortaleza para no flaquear cuando —por obligación inderogable— hemos de hacerles sufrir para provocar su maduración, a nuestra intimidad personal, a introducirse efectivamente en nuestras vidas...

Una hija que va creciendo —por ejemplo—, tiene derecho a que su padre le dé a conocer a su madre como mujer, a través de sus ojos de marido enamorado. Lo cual alimentará el cariño y la admiración de la joven por la madre, la confianza entre padre e hija; y también la preparará para su vida de relación con los chicos y su posible futuro como esposa y madre.

De igual forma, desde muy pronto y más conforme pasan los años, los hijos severán enriquecidos cuando los hagamos partícipes de nuestros problemas personales no sólo en la medida en que estén capacitados para conocerlos, sino cuando sinceramente les pidamos su opinión y consejo.

Esta rigurosa relación interpersonal, en la que, por expresarlo de algún modo, «bajamos la guardia», les es asimismo debida en justicia, por cuanto resulta imprescindible para su crecimiento eficaz.

Todo lo que sea «intercambiar» esa entrega comprometida por regalos o concesiones irresponsables, equivale, en el sentido más fuerte y literal de la expresión, a comprar a nuestros hijos y, como consecuencia, a prostituirlos, tratándolos como cosas y no como personas.

Esto, dicho sea de paso, destruye cualquier ambiente familiar, porque la lógica del «intercambio», del do ut des mercantilista e interesado, es lo más opuesto a la gratuidad del amor que debe imperar en el hogar.

Confiar sin fingimientos

Lo que el cariño hacia los hijos exige es que nos pongamos personalmente en juego, que estemos dispuestos a sufrir para poder amar y cumplir el cometido esencial que por naturaleza nos corresponde.

Son muchísimas las personas que aseguran en la teoría y en la práctica esta ley fundamental: en la actual condición del ser humano, el sufrimiento, el dolor, es un medio imprescindible para purificar nuestro amor.

Tenemos un ejemplo paradigmático en Jesucristo. Baste con añadir estas palabras de Juan Pablo II:
«En la intención divina los sufrimientos están destinados a favorecer el crecimiento del amor y, por esto, a ennoblecer y enriquecer la existencia humana. El sufrimiento nunca es enviado por Dios con la finalidad de aplastar, ni disminuir a la persona humana o impedir su desarrollo. Tiene siempre la finalidad de elevar la calidad de su vida, estimulándola a una generosidad mayor».

El proceso educativo, que es siempre fruto del amor, no puede concretarse sin una dosis de sufrimiento propio y ajeno. Ya que el amor —es una de las pocas verdades que entrevió claramente Freud— torna vulnerables a quienes aman.

Todos los que nos movemos en estas lides sabemos bien que sin confianza recíproca, cualquier intento de formación es vano. Pero se nos escapa a veces que semejante crédito debe ser real, sin fisuras, y justamente con ese hijo que nos plantea más problemas y en los aspectos en que más deja qué desear.

Ahí, precisamente, es donde hemos de depositar nuestra esperanza, sin fingimientos, confiando con toda el alma en que el chico o la chica, dispuesto a luchar con todas sus fuerzas, podrá vencer, con la ayuda de Dios y con nuestro
pobre auxilio.

Y si fracasa, nosotros fracasamos también con él; y, echando mano de nuestros mayores recursos, nos rehacemos del fracaso y del dolor, rehacemos al muchacho, y volvemos a depositar en él toda nuestra confianza, sincera y eficaz.

Sólo en semejante clima, incompatible con la despreocupación «ocupadísima» de quien no encuentra tiempo más que para sus actividades personales, es posible el crecimiento de nuestra familia. Tanto en el interior del matrimonio como en las relaciones paterno-filiales, lo decisivo es «soportar», en el sentido vigorosamente solidario de servir de apoyo por amor.

Es lo que, elevando con fuerza el punto de mira, expone san Josemaría Escrivá:

«Si tuviera que dar un consejo a los padres —escribe—, les daría sobre todo éste: que vuestros hijos vean […] que procuráis vivir de acuerdo con vuestra fe, que Dios no está sólo en vuestros labios, que está en vuestras obras, que os esforzáis por ser sinceros y leales, que os queréis y que los queréis de veras.

Es así como mejor contribuiréis a hacer de ellos cristianos verdaderos, hombres y mujeres íntegros, capaces de afrontar con espíritu abierto las situaciones que la vida les depare, de servir a sus conciudadanos y de contribuir a la solución de los grandes problemas de la humanidad, de llevar el testimonio de Cristo donde se encuentren más tarde, en la sociedad».

EN EL NÚCLEO DEL NÚCLEO

Un cambio de actitud personal...

Insistamos, todos los problemas educativos son, en última instancia, cuestión de(falta de) buen amor. Así, resulta relativamente claro cómo debemos comportarnos ante las situaciones menos favorables que pudieran darse en el hogar: hemos de mirar, antes que nada, hacia nosotros mismos, hacia cada uno,para mejorar nuestra actitud, nuestras disposiciones y el calibre de nuestro querer.

La resolución de cualquier dificultad familiar encuentra por lo regular su punto de partida y su motor insustituible en un cambio estrictamente personal, que trae como consecuencia una elevación en la categoría y enjundia del amor recíproco.

Examinaremos el asunto sólo en lo relativo a la vida conyugal.
Y, con el fin de arribar a un resultado satisfactorio, recordaré:

a)que la esencia del matrimonio es el amor;
b)que el momento resolutivo de todo amor es la entrega; y
c)que esta se configura peculiar e intensamente entre los esposos, pues cada uno se ofrenda sin condiciones al otro, al tiempo que lo acoge sin reservas.

Por tanto, la clave del éxito matrimonial consiste en liberarnos de las ligaduras que nos atan al propio yo, posibilitando una dádiva cabal y cada vez más intensa a nuestro cónyuge; y, a la par, en desprenderse y vaciarse de uno mismo para dar cabida en nuestro interior al ser querido.

Lo sugiere con agudeza José Pedro Manglano: «Los encendidos sentimientos del amor-enamorado van remitiendo en la medida en que el antiguo "Yo" vuelve a manifestarse vivo y a reclamar sus "derechos" y preferencias, su egoísmo. En los primeros momentos, el yo se postraba y sometía voluntaria y alegremente ante el amado, pero pronto vuelve a levantarse. Parecía vencido y muerto por el arponazo del amor, pero resulta no estarlo tanto».

Esa es la auténtica traba para el despliegue perfectivo y la felicidad del matrimonio y de la vida familiar: los presuntos «derechos del yo»; o, con expresión de san Josemaría Escrivá: «la soberbia», a la que califica como «el mayor enemigo de vuestro trato conyugal». Ahí, por tanto, debemos incidir cuando intentemos reformar el hogar.

Se trata de un punto poco considerado, porque en las situaciones de crisis, y en los momentos menos dramáticos de roces o pequeñas incomprensiones cotidianas, lo instintivo es advertir los déficits de los demás, ignorando o poniendo entre paréntesis los propios.

Por eso, conviene prestar atención a estas tres sensatas advertencias de Borghello:

1. «Ante cualquier dificultad en la vida de relación todos deberían saber que existe una única persona sobre la que cabe actuar para hacer que la situación mejore: ellos mismos. Y esto es siempre posible. De ordinario, sin embargo, se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y casi nunca se logra».

2.«Resulta decisivo tener una voluntad radical de don de sí al otro. A menudo los cónyuges juzgan y "miden" el amor del otro, el don del otro, perdiendo de esta manera el don de sí incondicionado. El don de sí sólo puede exigirse a uno mismo.
El del cónyuge es un problema suyo, de saber amar. Pero no se logrará exigiéndoselo, sino creando un clima de donación».

3. «Es inútil y contraproducente pretender en nuestro interior que el otro o la otra cambien del modo en que yo lo digo y porque yo se lo digo. Cabe favorecer y ayudar la mejora, pero no "pretenderla". Lo que tenga que ocurrir ha de valorarlo el otro o la otra».

El principio, por tanto, no puede presentarse más neto, y es el propio Borghello quien lo enuncia: «si quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo». Y explica: «Siempre existe algo [...] en que yo puedo mejorar. Por lo común basta que yo lo haga para que la otra persona también cambie. Si no sucediera así, después de algunos días de mudanza real por mi parte, es conveniente hablar [...]

Lo importante, con el arte del diálogo, es que cada uno reconozca las propias deficiencias sin necesidad de encarnizarse en las de la pareja. Quien no haya jamás probado a modificar el propio modo de obrar para ayudar a los demás a hacerlo, basta que lo intente y advertirá de inmediato una mejoría perceptible»… y en ocasiones asombrosa.

Se trata de un extremo aplicable no sólo a las situaciones más o menos complicadas, sino a todas aquellas que convierten nuestras casas —con expresión de san Josemaría— en ténticos «hogares luminosos y alegres».

La médula de una vida familiar lograda está entretejida por multitud de costumbres gozosas, que sofocan los momentos de tirantez y los pequeños rifirrafes que nunca están del todo ausentes. Por ejemplo: los detalles, también materiales, que dan intimidad y relieve a los días de fiesta; los regalos de los más pequeños a los familiares cuando celebran sus santos o cumpleaños; etcétera.

Esas y otras muchas tradiciones deben mantenerse para elevar progresivamente el tono de nuestros hogares. Y, cuando alguna de ellas parezca languidecer, es la propia reacción personal, con un compromiso ¡mío! más alegre y rejuvenecido, la que debe sacarla a flote.

Y con esta última advertencia nos situamos de nuevo en lo que considero el núcleo de los núcleos de toda labor orientadora: comprender que la clave para superar 99% de los problemas del hogar consiste en empeñarse personalmente —¡cada uno!— por aquilatar la categoría de su amor; olvidándose de sí y poniendo en sordina los propios «derechos».

Luchando por modificar nuestra conducta, haciendo más tersa y eficaz nuestra entrega, se enriquecerá antes que nada la vida conyugal y, potenciada por ella, la del conjunto de la familia; y, a la larga, la de la entera Humanidad.

...para transformar el mundo

Casi en los inicios de su pontificado, en 1979, Juan Pablo II asentó este principio esclarecedor e incuestionable: «Cual es la familia, tal es la nación, porque tal es el hombre». Y hace también más de un lustro que me esfuerzo en mostrar que, en efecto, de lo que hagamos en el seno del hogar depende no ya la buena salud de nuestros respectivos países, sino la de la Humanidad en su conjunto.

Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, más allá de los horrores que todos lamentamos, conllevan por fuerza algunas consecuencias positivas. Por una parte, muchísima gente de buena voluntad se ha sentido interpelada y se pregunta qué puede hacer, cada uno, para poner fin a una situación que ha mostrado su rostro más sombrío.

Por otro lado, resulta cada vez más patente que los «recursos institucionales» —política, organismos públicos nacionales o internacionales, violencia más o menos controlada— son insuficientes para remediar una debacle que exige, por el contrario y urgentemente, una auténtica conversión de los corazones: de cada uno, de todos.

Estimo, por eso, que el momento es muy oportuno para poner en primer plano lo que aquí he denominado el «núcleo» de la orientación familiar: que ennoblecer la calidad del propio amor, antes que nada en el interior del matrimonio, es importantísimo y goza de una eficacia insospechada para el perfeccionamiento de las relaciones entre todos los hombres.

En tal sentido, resultan casi proféticas, y tremendamente operativas, las afirmaciones que Juan Pablo II hizo en uno de los jubileos de las familias: «Al ser humano no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita relaciones interpersonales, llenas de interioridad, gratuidad y espíritu de oblación. Entre estas, es fundamental la que se realiza en la familia: no sólo en las relaciones entre los esposos, sino también entre ellos y sus hijos».

Y añadió con el vigor y la penetración acostumbrados: «Toda la gran red de las relaciones humanas nace y se regenera continuamente a partir de la relación con la cual un hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro, y deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida». Todas las relaciones. No sólo las del propio hogar, sino también —aunque no alcancemos a advertirlo, y aunque el proceso que lleve a ello sea largo y nunca definitivo— las que componen esa prolongación de la familia: el propio país y la entera Humanidad.

Todo ello depende del acrisolamiento del amor conyugal; de lo que hagan con su cariño los esposos. Pero, por desgracia, el matrimonio no goza en nuestro tiempo de la buena salud que sería de desear.

Considero, por tanto, que la principal misión de los orientadores consiste en hacer eco a la exhortación de la Familiaris consortio: «Familia, ¡sé lo que eres!»; y en traducirla en esta otra más concreta y exigente, dirigida a cada cónyuge: «¡sé tú el que eres!, y consigue, mediante una purificación de tu amor, hacer de tu matrimonio lo que por naturaleza está llamado a ser». http://es.catholic.net/familiayvida/485/1057/articulo.php?id=2416

Es la forma más rápida, eficaz y asequible, de contribuir a la felicidad de todos los hombres.

Tomás Melendo Granados
Catedrático de Filosofía (Metafísica)
Director de los Estudios Universitarios sobre la Familia
Universidad de Málaga
http://www.masterenfamilias.com

Comentarios al autor: tmelendo@masterenfamilias.com

Tutores del Curso

Emilio Avilés Cutillas. emilioaviles@es.catholic.net


P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com


Salvador Casadevall. salvadorcasadevall@yahoo.com.ar


Marcela Velázquez. velazquezvmarce@gmail.com

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Comenta en el foro: ¿qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?

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chio34
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:16 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

¿qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?

Un tema muy interesante que nos ha puesto a pensar a todos!
Lo que estaría dispuesta a hacer es dejar de querer cambiar a mi familia y empezar a cambiar yo. Muchas veces queremos que los demás sean como nosotros queremos y es ahí donde empiezan los problemas. Debemos aceptar que somos diferentes y vivir con esas diferencias, demostrar cada dia nuestro amor y que ese amor se refleje en nuestros actos.
Este tema me hizo recordar a mis padres, nosotros de niños nunca los vimos pelear...solo veiamos sus demostraciones de amor y aún lo vemos. Si tuvieron sus diferencias pero solo lo hablaban entre ellos, cuando estaban solos y más tranquilos.
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urpy
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:31 pm    Asunto: Respuesta: Tema IV-segunda parte
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Como estan queridos hermanos, la modificación que estoy realizando para el crecimiento de mi familia es cambiar primero yo, hace tiempo que comencé y logré mejorar la calidad de mi amor a mi esposo y a mis hijos
es dificil porque a veces pretendemos que los demás son los que deben "hacernos ese favor", y no nos damos cuenta que con esa actitud solo agravamos la situación, he logrado que mi hogar sea alegre y algo muy fundamental que me ayudó en los momentos más desesperantes fue la oración personal.
Al cambiar yo logre cambiar la actitud de mi esposo hacía el alcohol, mis hijos son cariñosos y responsables pero esta modificación en mi comportamiento y conducta no ha terminado es continuo ya que cada día se presentan nuevas situaciones personales a las que debemos enfrentarnos, mi cambio interior me da la fortaleza de que si puedo.Cada día demuestro a mi esposo y a mis hijos que los amo en las buenas y en las malas.

Que nuestro Señor los bendiga.
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José Eduardo Bancayán
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MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:37 pm    Asunto: Re: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

Queridos hermanos:

Es fundamental poder vivir y donarse al “otro” en el matrimonio. En verdad, muchas personas fracasan porque, después del matrimonio, siguen pensando en primera persona. No salen del “Yo” dominante, por eso viven una vida matrimonial triste, sola y sin la verdadera libertad que da el amor “ágape”, el amor oblativo que, a pesar del sufrimiento que nos pueda ocasionar el “otro” nos ubica dentro del pensamiento auténtico de liberación de Jesús: Si el grano de trigo no muere no germina para la vida eterna.

Con concretamente, en lo personal, para mejorar mi matrimonio tengo que trabajar con ahínco y gracia de Dios en:

* La paciencia
* Escuchar no simplemente oír
* Tolerancia con sus fallas

Que Dios los bendiga a todos



María Eugenia escribió:
Es preciso definir el núcleo de la existencia familiar, pues es el punto en el que habremos de incidir para elevar el nivel y la eficacia de las actividades de cualquier familia que aspire a ser lo que por esencia le corresponde.

En principio, determinar la sustancia y el objetivo de la institución familiar no parece complejo. Juan Pablo II los ha señalado con insistencia y claridad: «En una perspectiva que además llega a las raíces mismas de la realidad, hay que decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos en última instancia por el amor.

Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor».

El amor, por tanto, define y fundamenta la institución familiar; y el amor en su acepción más noble: de amistad o benevolencia. Pero, ¿entre quiénes?

EL NÚCLEO PRIMORDIAL

Primero los padres


Es frecuente que los padres no sientan la necesidad de formarse mejor hasta que alguno de los hijos plantea dificultades que los superan. Acuden entonces al centro educativo para hablar con el preceptor o se inscriben en un curso de orientación familiar. El «problema», por decirlo con dramatismo, es el hijo.

Aquí, los cónyuges deben comprender que toda su actividad paterna resultará inútil hasta que, en el seno de la familia, no dirijan su mirada e influjo renovador hacia ellos mismos: son los padres quienes deben cambiar en primer término para provocar un perfeccionamiento en sus hijos.
Cualquier progreso en la vida familiar es fruto de una modificación en la vida de los cónyuges, que se implican más, y más decididamente, en el seno del propio hogar.

Sin ese radical compromiso, todo resulta inútil.
La familia es insustituible para la maduración y existencia de la persona en cada uno de sus niveles de desarrollo: desde la indigencia absoluta del recién concebido, pasando por la inseguridad y las dudas del niño o el adolescente, hasta la aparente firmeza autónoma del adulto, la plenitud del hombre y la mujer, y la fecunda pero frágil riqueza del anciano.

Desde este punto de vista, es imprescindible indicar a los padres que la familia es necesaria, no sólo para que sus hijos se perfeccionen; sino también, ¡y antes!, para que ellos —el padre y la madre—se santifiquen como personas (que es el objetivo terminal de cualquier existencia humana, sin cuyo logro no alcanza sentido).

La idea de la familia-refugio ha ocupado un papel preeminente en la sociedad occidental desarrollada: el ámbito familiar resultaría indispensable como remedio para la debilidad del ser humano y justo en la proporción en que sus miembros se encuentran necesitados de protección y apoyo.

Pero esto, que no carece de verdad, no es lo más serio que puede afirmarse de la familia. El hecho de que el Dios creador del Universo se nos haya revelado como familia, da una certera pista a la hora de ponderar las relaciones entre familia y persona.

Si la Trinidad personal de Dios, en quien no falta ninguna perfección, «tiene que» constituirse como familia, queda claro que ésta no deriva de indigencia alguna, sino, al contrario, de la plenitud del ser personal que, por naturaleza, está llamado al don, a la entrega, y requiere un hábitat adecuado para poder ofrendarse.

Análogamente, la persona humana está más llamada a entregarse conforme más se plenifica. Por eso, cuanto más perfecta es una persona, tanto más necesita de la familia como el ámbito en el que, sin reservas ni trabas, puede dar y darse.

Por encima de todo, la familia

Respecto a semejantes verdades, la orientación de Juan Pablo II no puede ser más diáfana: «El hombre, por encima de toda actividad intelectual o social por alta que sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en la familia. Aquí, realmente, más que en cualquier otro campo de su vida, se juega el destino del hombre».

Los padres pueden fácilmente caer en la cuenta de que equivocan el rumbo cuando —aun con la mejor de las voluntades— descuidan la atención directa e inmediata a los demás miembros de su familia, para dedicarse a otros menesteres, profesionales o sociales, en los que incluso alcanzan éxito absoluto.

Porque ese triunfo no es capaz de ahogar la desazón íntima que les asalta siempre,
en los momentos más humanos, por desatender el círculo familiar, en el que habrían de encontrar «su realización integral, su riqueza insustituible».

Además de desatender al cónyuge, delegará en él la educación de los hijos o, cuando el otro consorte busque su propia realización fuera de casa, los encomendará a otras instituciones —colegio, club juvenil—, cuya misión es subsidiaria respecto a la de los padres y cuyo influjo eficaz en los chicos se torna limitado y epidérmico.

Los padres deben ver con claridad que la familia resulta imprescindible para el íntegro desarrollo de sus hijos, porque en primer término lo es también para él o ella como cónyuge y como padre o madre.

Un padre insatisfecho por no desarrollarse en plenitud dentro de su propio hogar, no puede aportar auténtica vida ni apoyo sólido a sus hijos, que en ese hogar encuentran también la principal palestra para su robustecimiento personal y la base ineludible para el despliegue enriquecedor en cualquier otra esfera de su vivir.

AMOR QUE SE DESBORDA


Centremos ahora nuestra atención en la necesidad que el padre y la madre tienen de la familia en función del crecimiento y la mejora de sus hijos. Con otras palabras: para cumplir sus deberes paternos, los componentes de un matrimonio no han de dirigir en primer lugar su atención hacia los hijos, sino hacia el otro cónyuge.

Y la razón es muy simple: la primera —y casi única— cosa que un hijo necesita para ser educado es que sus padres se quieran entre sí.

Se trata de una idea desarrollada con brillante sencillez por Carlos Llano: como la educación de los hijos no es sino la más genuina expresión del amor paterno, y como este amor no puede ser, a su vez, sino el despliegue del cariño entre los esposos, el que los cónyuges se amen de veras constituye la clave esencial, y casi el todo, de su misión dentro de la familia.

La marcha de la familia, en cada uno de sus componentes, está definida, casi completamente, por el amor que se ofrenden los padres. La calidad del amor familiar —del paterno-filial y del fraterno— está determinada por las características y la categoría del hábitat que origina el cariño de los cónyuges.

Fuera de ese ambiente es muy difícil, si no imposible, que un muchacho se desarrolle pertinentemente. Y el centro escolar o el club juvenil, a duras penas colmarán el déficit causado por el vacío de amor de los padres.

Dentro de este contexto, me parecen concluyentes y luminosas las convicciones expresadas por Ugo Borghello: «Cuando se trae a un hijo al mundo, se contrae la obligación de hacerlo feliz. Para lograrlo […] existe sobre todo el deber de hacer
feliz al cónyuge, incluso con todos sus defectos.

Para ser felices, los hijos necesitan ver felices a sus padres. El hijo no es feliz cuando se lo inunda de caricias o de regalos, sino sólo cuando puede participar en el amor dichoso de los padres. Si la madre está peleada con el padre, aun cuando luego cubra de arrumacos a su hijo, éste experimentará una herida profunda: lo que quiere es participar en la familia, en el amor de los padres entre sí. En consecuencia, engendrar un hijo equivale a comprometerse a hacer feliz al cónyuge».

El derecho esencial de los hijos

Como consecuencia de ese querer recíproco, y apoyados en él, los padres podrán enderezar un afecto profundo y vigoroso hacia cada uno de los hijos. ¿Cuáles han de ser las características de tal amor?

De acuerdo con la ya clásica descripción aristotélica, se ama a una persona cuando se procura y se le ofrenda lo que es realmente bueno para ella. No lo que viene a suplir la falta de auténtica dedicación al ser querido, sino lo que efectivamente lo hace crecer, lo mejora, lo perfecciona. A este amor nuestros hijos tienen un derecho absoluto.

Pero no tienen derecho, porque implicaría una falsificación del genuino cariño, ni al premio desmesurado por las buenas calificaciones, ni a la paga desmedida, ni a la moto o al coche cuando todavía no son responsables en otros ámbitos de su existencia, etcétera.

Porque a lo único que éstos tienen derecho es ¡a nuestra propia persona! O, si se prefiere, a lo más personal de nosotros: a nuestro tiempo, dedicación, interés, a nuestro consejo, a nuestro diálogo, al ejercicio razonado de nuestra autoridad, a la fortaleza para no flaquear cuando —por obligación inderogable— hemos de hacerles sufrir para provocar su maduración, a nuestra intimidad personal, a introducirse efectivamente en nuestras vidas...

Una hija que va creciendo —por ejemplo—, tiene derecho a que su padre le dé a conocer a su madre como mujer, a través de sus ojos de marido enamorado. Lo cual alimentará el cariño y la admiración de la joven por la madre, la confianza entre padre e hija; y también la preparará para su vida de relación con los chicos y su posible futuro como esposa y madre.

De igual forma, desde muy pronto y más conforme pasan los años, los hijos severán enriquecidos cuando los hagamos partícipes de nuestros problemas personales no sólo en la medida en que estén capacitados para conocerlos, sino cuando sinceramente les pidamos su opinión y consejo.

Esta rigurosa relación interpersonal, en la que, por expresarlo de algún modo, «bajamos la guardia», les es asimismo debida en justicia, por cuanto resulta imprescindible para su crecimiento eficaz.

Todo lo que sea «intercambiar» esa entrega comprometida por regalos o concesiones irresponsables, equivale, en el sentido más fuerte y literal de la expresión, a comprar a nuestros hijos y, como consecuencia, a prostituirlos, tratándolos como cosas y no como personas.

Esto, dicho sea de paso, destruye cualquier ambiente familiar, porque la lógica del «intercambio», del do ut des mercantilista e interesado, es lo más opuesto a la gratuidad del amor que debe imperar en el hogar.

Confiar sin fingimientos

Lo que el cariño hacia los hijos exige es que nos pongamos personalmente en juego, que estemos dispuestos a sufrir para poder amar y cumplir el cometido esencial que por naturaleza nos corresponde.

Son muchísimas las personas que aseguran en la teoría y en la práctica esta ley fundamental: en la actual condición del ser humano, el sufrimiento, el dolor, es un medio imprescindible para purificar nuestro amor.

Tenemos un ejemplo paradigmático en Jesucristo. Baste con añadir estas palabras de Juan Pablo II:
«En la intención divina los sufrimientos están destinados a favorecer el crecimiento del amor y, por esto, a ennoblecer y enriquecer la existencia humana. El sufrimiento nunca es enviado por Dios con la finalidad de aplastar, ni disminuir a la persona humana o impedir su desarrollo. Tiene siempre la finalidad de elevar la calidad de su vida, estimulándola a una generosidad mayor».

El proceso educativo, que es siempre fruto del amor, no puede concretarse sin una dosis de sufrimiento propio y ajeno. Ya que el amor —es una de las pocas verdades que entrevió claramente Freud— torna vulnerables a quienes aman.

Todos los que nos movemos en estas lides sabemos bien que sin confianza recíproca, cualquier intento de formación es vano. Pero se nos escapa a veces que semejante crédito debe ser real, sin fisuras, y justamente con ese hijo que nos plantea más problemas y en los aspectos en que más deja qué desear.

Ahí, precisamente, es donde hemos de depositar nuestra esperanza, sin fingimientos, confiando con toda el alma en que el chico o la chica, dispuesto a luchar con todas sus fuerzas, podrá vencer, con la ayuda de Dios y con nuestro
pobre auxilio.

Y si fracasa, nosotros fracasamos también con él; y, echando mano de nuestros mayores recursos, nos rehacemos del fracaso y del dolor, rehacemos al muchacho, y volvemos a depositar en él toda nuestra confianza, sincera y eficaz.

Sólo en semejante clima, incompatible con la despreocupación «ocupadísima» de quien no encuentra tiempo más que para sus actividades personales, es posible el crecimiento de nuestra familia. Tanto en el interior del matrimonio como en las relaciones paterno-filiales, lo decisivo es «soportar», en el sentido vigorosamente solidario de servir de apoyo por amor.

Es lo que, elevando con fuerza el punto de mira, expone san Josemaría Escrivá:

«Si tuviera que dar un consejo a los padres —escribe—, les daría sobre todo éste: que vuestros hijos vean […] que procuráis vivir de acuerdo con vuestra fe, que Dios no está sólo en vuestros labios, que está en vuestras obras, que os esforzáis por ser sinceros y leales, que os queréis y que los queréis de veras.

Es así como mejor contribuiréis a hacer de ellos cristianos verdaderos, hombres y mujeres íntegros, capaces de afrontar con espíritu abierto las situaciones que la vida les depare, de servir a sus conciudadanos y de contribuir a la solución de los grandes problemas de la humanidad, de llevar el testimonio de Cristo donde se encuentren más tarde, en la sociedad».

EN EL NÚCLEO DEL NÚCLEO

Un cambio de actitud personal...

Insistamos, todos los problemas educativos son, en última instancia, cuestión de(falta de) buen amor. Así, resulta relativamente claro cómo debemos comportarnos ante las situaciones menos favorables que pudieran darse en el hogar: hemos de mirar, antes que nada, hacia nosotros mismos, hacia cada uno,para mejorar nuestra actitud, nuestras disposiciones y el calibre de nuestro querer.

La resolución de cualquier dificultad familiar encuentra por lo regular su punto de partida y su motor insustituible en un cambio estrictamente personal, que trae como consecuencia una elevación en la categoría y enjundia del amor recíproco.

Examinaremos el asunto sólo en lo relativo a la vida conyugal.
Y, con el fin de arribar a un resultado satisfactorio, recordaré:

a)que la esencia del matrimonio es el amor;
b)que el momento resolutivo de todo amor es la entrega; y
c)que esta se configura peculiar e intensamente entre los esposos, pues cada uno se ofrenda sin condiciones al otro, al tiempo que lo acoge sin reservas.

Por tanto, la clave del éxito matrimonial consiste en liberarnos de las ligaduras que nos atan al propio yo, posibilitando una dádiva cabal y cada vez más intensa a nuestro cónyuge; y, a la par, en desprenderse y vaciarse de uno mismo para dar cabida en nuestro interior al ser querido.

Lo sugiere con agudeza José Pedro Manglano: «Los encendidos sentimientos del amor-enamorado van remitiendo en la medida en que el antiguo "Yo" vuelve a manifestarse vivo y a reclamar sus "derechos" y preferencias, su egoísmo. En los primeros momentos, el yo se postraba y sometía voluntaria y alegremente ante el amado, pero pronto vuelve a levantarse. Parecía vencido y muerto por el arponazo del amor, pero resulta no estarlo tanto».

Esa es la auténtica traba para el despliegue perfectivo y la felicidad del matrimonio y de la vida familiar: los presuntos «derechos del yo»; o, con expresión de san Josemaría Escrivá: «la soberbia», a la que califica como «el mayor enemigo de vuestro trato conyugal». Ahí, por tanto, debemos incidir cuando intentemos reformar el hogar.

Se trata de un punto poco considerado, porque en las situaciones de crisis, y en los momentos menos dramáticos de roces o pequeñas incomprensiones cotidianas, lo instintivo es advertir los déficits de los demás, ignorando o poniendo entre paréntesis los propios.

Por eso, conviene prestar atención a estas tres sensatas advertencias de Borghello:

1. «Ante cualquier dificultad en la vida de relación todos deberían saber que existe una única persona sobre la que cabe actuar para hacer que la situación mejore: ellos mismos. Y esto es siempre posible. De ordinario, sin embargo, se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y casi nunca se logra».

2.«Resulta decisivo tener una voluntad radical de don de sí al otro. A menudo los cónyuges juzgan y "miden" el amor del otro, el don del otro, perdiendo de esta manera el don de sí incondicionado. El don de sí sólo puede exigirse a uno mismo.
El del cónyuge es un problema suyo, de saber amar. Pero no se logrará exigiéndoselo, sino creando un clima de donación».

3. «Es inútil y contraproducente pretender en nuestro interior que el otro o la otra cambien del modo en que yo lo digo y porque yo se lo digo. Cabe favorecer y ayudar la mejora, pero no "pretenderla". Lo que tenga que ocurrir ha de valorarlo el otro o la otra».

El principio, por tanto, no puede presentarse más neto, y es el propio Borghello quien lo enuncia: «si quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo». Y explica: «Siempre existe algo [...] en que yo puedo mejorar. Por lo común basta que yo lo haga para que la otra persona también cambie. Si no sucediera así, después de algunos días de mudanza real por mi parte, es conveniente hablar [...]

Lo importante, con el arte del diálogo, es que cada uno reconozca las propias deficiencias sin necesidad de encarnizarse en las de la pareja. Quien no haya jamás probado a modificar el propio modo de obrar para ayudar a los demás a hacerlo, basta que lo intente y advertirá de inmediato una mejoría perceptible»… y en ocasiones asombrosa.

Se trata de un extremo aplicable no sólo a las situaciones más o menos complicadas, sino a todas aquellas que convierten nuestras casas —con expresión de san Josemaría— en ténticos «hogares luminosos y alegres».

La médula de una vida familiar lograda está entretejida por multitud de costumbres gozosas, que sofocan los momentos de tirantez y los pequeños rifirrafes que nunca están del todo ausentes. Por ejemplo: los detalles, también materiales, que dan intimidad y relieve a los días de fiesta; los regalos de los más pequeños a los familiares cuando celebran sus santos o cumpleaños; etcétera.

Esas y otras muchas tradiciones deben mantenerse para elevar progresivamente el tono de nuestros hogares. Y, cuando alguna de ellas parezca languidecer, es la propia reacción personal, con un compromiso ¡mío! más alegre y rejuvenecido, la que debe sacarla a flote.

Y con esta última advertencia nos situamos de nuevo en lo que considero el núcleo de los núcleos de toda labor orientadora: comprender que la clave para superar 99% de los problemas del hogar consiste en empeñarse personalmente —¡cada uno!— por aquilatar la categoría de su amor; olvidándose de sí y poniendo en sordina los propios «derechos».

Luchando por modificar nuestra conducta, haciendo más tersa y eficaz nuestra entrega, se enriquecerá antes que nada la vida conyugal y, potenciada por ella, la del conjunto de la familia; y, a la larga, la de la entera Humanidad.

...para transformar el mundo

Casi en los inicios de su pontificado, en 1979, Juan Pablo II asentó este principio esclarecedor e incuestionable: «Cual es la familia, tal es la nación, porque tal es el hombre». Y hace también más de un lustro que me esfuerzo en mostrar que, en efecto, de lo que hagamos en el seno del hogar depende no ya la buena salud de nuestros respectivos países, sino la de la Humanidad en su conjunto.

Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, más allá de los horrores que todos lamentamos, conllevan por fuerza algunas consecuencias positivas. Por una parte, muchísima gente de buena voluntad se ha sentido interpelada y se pregunta qué puede hacer, cada uno, para poner fin a una situación que ha mostrado su rostro más sombrío.

Por otro lado, resulta cada vez más patente que los «recursos institucionales» —política, organismos públicos nacionales o internacionales, violencia más o menos controlada— son insuficientes para remediar una debacle que exige, por el contrario y urgentemente, una auténtica conversión de los corazones: de cada uno, de todos.

Estimo, por eso, que el momento es muy oportuno para poner en primer plano lo que aquí he denominado el «núcleo» de la orientación familiar: que ennoblecer la calidad del propio amor, antes que nada en el interior del matrimonio, es importantísimo y goza de una eficacia insospechada para el perfeccionamiento de las relaciones entre todos los hombres.

En tal sentido, resultan casi proféticas, y tremendamente operativas, las afirmaciones que Juan Pablo II hizo en uno de los jubileos de las familias: «Al ser humano no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita relaciones interpersonales, llenas de interioridad, gratuidad y espíritu de oblación. Entre estas, es fundamental la que se realiza en la familia: no sólo en las relaciones entre los esposos, sino también entre ellos y sus hijos».

Y añadió con el vigor y la penetración acostumbrados: «Toda la gran red de las relaciones humanas nace y se regenera continuamente a partir de la relación con la cual un hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro, y deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida». Todas las relaciones. No sólo las del propio hogar, sino también —aunque no alcancemos a advertirlo, y aunque el proceso que lleve a ello sea largo y nunca definitivo— las que componen esa prolongación de la familia: el propio país y la entera Humanidad.

Todo ello depende del acrisolamiento del amor conyugal; de lo que hagan con su cariño los esposos. Pero, por desgracia, el matrimonio no goza en nuestro tiempo de la buena salud que sería de desear.

Considero, por tanto, que la principal misión de los orientadores consiste en hacer eco a la exhortación de la Familiaris consortio: «Familia, ¡sé lo que eres!»; y en traducirla en esta otra más concreta y exigente, dirigida a cada cónyuge: «¡sé tú el que eres!, y consigue, mediante una purificación de tu amor, hacer de tu matrimonio lo que por naturaleza está llamado a ser». http://es.catholic.net/familiayvida/485/1057/articulo.php?id=2416

Es la forma más rápida, eficaz y asequible, de contribuir a la felicidad de todos los hombres.

Tomás Melendo Granados
Catedrático de Filosofía (Metafísica)
Director de los Estudios Universitarios sobre la Familia
Universidad de Málaga
http://www.masterenfamilias.com

Comentarios al autor: tmelendo@masterenfamilias.com

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P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com


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Nagely
Esporádico


Registrado: 20 Feb 2007
Mensajes: 37

MensajePublicado: Vie Nov 23, 2007 2:45 pm    Asunto:
Tema: TEMA IV. SEGUNDA PARTE. FAMILIA SÉ LO QUE ERES
Responder citando

¿qué modificación de tu vida conyugal estas dispuesto a hacer para que sea reflejo del crecimiento de tu vida familiar?

Creo, que esto deja muy claro, que los principales cambios en la familia, dependen de mi misma, que debo empezar por cambiar yo para que mi familia sea mejor.

En otras palabras, creo que lo más importante es: "Dejar atrás mi yo, para preocuparme por el tu"

"Despreocuparme de mi, y preocuparme de los demás".

De hoy en adelante, ya no esperare que los demás cambien para que yo mejore; sino que empezaré por mi, para ver esos cambio asombrosos en mi familia, amare hasta desgastarme, y pondre a Jesús delante de mi, para poder actuar como Él; bueno, defectos tengo muchos, comenzaré a ser mejor persona. tengo mucho que hacer en este aspecto.
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