El Mensaje de un Cumpleañero

[María Esther]

Cristo, Nestro Señor, me llama poderosamente la atención... C reo que había leído tanto sobre Él que jamás había pensado en Él.

Y quiero comentarles algo que, probablemente no represente un magnífico descubrimiento, pero que, al menos en mi vida, ha generado maravillosos cambios y no ´menores y profundos cuestionamientos:

1. Cristo es el Verbo Encarnado... es decír que es el "Hágase" del Padre. Desciende de su trono de gloria para hermanarse con nosotros y, a pesar de su altísima dignidad, prefiere nacer en el más humilde de los recintos: un pesebre.

¿La humildad del Nacimiento le roba, acaso, dignidad? No... El Cielo entero estalla de gozo y es anunciada la Buena Nueva... a los pastores...

En los nacimientos con que vestimos nuestras casas en esta época del año, los pastores aparecen como bellos jovencitos llevando cándidos corderos... per cuán distinto era en aquel entonces el oficio de pastor: trabajadores a sueldo que no dudaban en robar la oveja de su hermano para salvar el pellejo.

2. Jesús parece tener una extraña predilección por los Samaritanos... aquellos herejes, muy similares a nuestros "hermanos separados", tenidos en poquísima estima por los "buenos judíos"...

La Parábola que nos habla de la Caridad y que nos explica el Mandamiento Nuevo, tiene como caritativo protagonista un samaritano... el único leproso que regresa alabando a Dios (mientras los otros nueve, todos judíos, ni siquiera vilvieron a mirar a su Médico milagroso) es samaritano; la mujer a la que el Señor pide agua, y le revela el Misterio del Agua Viva, es samaritana y, además, pecadora...

3. Cristo hace énfasis en el amor con exhortaciones que solemos tomar a la ligera: amar incluso a nuestros enemigos, no juzgar para no ser juzgados, perdonar setenta veces siete... Él mismo, poco antes de entregar Su Espiritu, pide Perdon por ellos (y por nosotros)...

* * *

Vestimos el pesebre, en nuestros hogares, rezamos la novena, contemplamos a Aquel Divino Infante y le pedimos que nos enseñe "la prudencia que hace verdaderos sabios"... nos rasgamos las vestiduras ante la "paganización de la navidad" pero ¿de verdad acogemos a ese Niño Divino en nuestros hogares y, más aún, en nuestros corazones?

Somos muy externos, muy ritualistas... creemos que somos dueños de la verdad cuando el Amor de Dios (que es el Camino, la Verdad y la Vida) escede nuestra miope concepción de "santidad" y nos ortamos como fariseos.

¿No será ese "protestante" al que debemos negarle el micrófono, un amado samaritano del Señor? ¿O esa mujer que baila en las discos casi desnuda, una amada samaritana que merece nuestra caridad y respeto a imitación de Cristo?

Quiero aclarar mis palabras para evitar ser llamada "muñeco de paja": no estoy sugiriendo ser complice del pecado, pero si un vivo ejercicio de la Caridad.

Mientras no seamos capaces de respetar y escuchar a los demás sin temor a ser contaminados, poco o ada nos pareceremos a ese Dios que fue adorado por pastores, que sanó samaritanos, que limpió la carne de los leprosos, que fue redentor de ladrones, prostitutas y publicanos...

Y tampoco podremos tirar una sola piedra, aunque evitemos el pecado... porque la soberbia mancha más el alma que la impureza del cuerpo.

Feliz Navidad a todos... y que ese Niñito que yace sobre pajas con sus bracitos abiertos, nos enseñe a amar con verdadro amor cristiano.