Así viven y mueren cientos de sacerdotes, religiosos(as)

[airam]

La otra cara de la noticia.

Fuente: www.mensajespanyvida.org

Dios nunca me ha fallado, puedo haberle fallado yo, pero Él nunca me ha fallado.

En los últimos días, por diversos motivos, han saltado a primera plana de la noticia la vida, muchas veces desconocida, de sacerdotes, religiosos y religiosas. Son noticias que de seguro han producido en nosotros perplejidad y dolor. Es tópico afirmar que dentro de un colectivo humano siempre pueden producirse conductas más o menos afortunadas, pero eso no quita que nos sorprenda la actuación de personas que por su vocación han de ser testigos del amor de Dios. Es el momento de intensificar nuestra oración por los hombres y mujeres que han recibido una especial llamada del Señor y sobre los que pesa una mayor responsabilidad.

Esto tiene que animarnos a todos a ser más humildes y más auténticos. A poner más nuestra mirada en ese Dios-Padre de misericordia que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Salvación y verdad que a veces complicamos, entorpecemos y hasta ocultamos los humanos. No obstante tenemos que recordar, aunque parezca paradójico, que Dios no es menos Dios, ni la Santa Iglesia, es menos Iglesia Santa, por el comportamiento de los cristianos, también el tuyo y el mío, en todo caso somos nosotros los que somos “menos” hombres cuando olvidamos cual es nuestra meta, a la que hemos sido llamado, y el precio que se ha pagado por nuestro rescate: la Sangre de Cristo.

Pero quiero aprovechar esta meditación para señalar una vez más la labor callada, intensa, entregada y generosa de miles y miles de sacerdotes, religiosos y religiosas, que cada día consumen su vida por servir al “rebaño y al Pastor”. En el hospital ahora mismo está muriéndose un sacerdote, se encuentra en coma profundo e irreversible. Cuando todavía podíamos comunicarnos me relató su vida de entrega. Lo hizo sin presunción ni arrogancia, al contrario, “ensalzando las maravillas del Señor, su inmensa grandeza” y confesando después de cincuenta años de sacerdocio: “Dios nunca me ha fallado, puedo haberle fallado yo, pero Él nunca me ha fallado”.

Este sacerdote, como muchos otros, ha predicado al palabra de Dios, ha Bautizado a los hijos de tantos unidos por el vínculo matrimonial, ha perdonado en nombre de Dios los pecados de cientos de personas, ha “consagrado” el pan y el vino para darlo como alimento al pueblo fiel... y ahora muere sólo. Me consta que nadie ha pasado a verle, ni a preocuparse de él... ¿dónde están todos los que se beneficiaron de su entrega y su fidelidad?. No es una reproche para nadie, sino la constatación de que hasta el último instante el sacerdocio es una inmolación. Ha sido muy dura su enfermedad y yo le decía: “ahora tienes que vivir de otra manera tu sacerdocio, desde la cruz de la enfermedad y el dolor”, y así ofrecía cada día todo por la Iglesia y las almas. Junto a él la Liturgia de las Horas y el rosario, todavía había fuerzas para la oración y la alabanza divina.

Así viven y mueren cientos de sacerdotes, religiosos y religiosas, que sin duda no son noticia, por lo menos para “este lado del cielo”, sin duda lo son para la otra: “siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor”.
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Jesús, yo confío en ti!!!!!

Todo lo que soy se lo debo a DIOS y a La Virgencita de La Milagrosa.

JESÚS, TU ERES MI FORTALEZA!!!

[Gustavo]

Saludos Airam, cuando se trata de hacer críticas reprobables a ministros reliogiosos, sobran los que hablan mal de ellos; hasta en las noticias aparecen en primera página. Pero cuando hay que reconocer la santidad de algunos religiosos o religiosas, muy pocas veces se corre la voz. Por eso gracias por externar tus comentarios, y gracias a Dios que hayan personas que le siguen entregando toda, pero toda su vida a Cristo.
Saludos.

"Dichosos los que viven en la casa del Señor".