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TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Autor Mensaje
María Eugenia
Asiduo


Registrado: 27 Sep 2005
Mensajes: 158

MensajePublicado: Mar Ene 29, 2008 6:29 pm    Asunto: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

LA FAMILIA: PRIMERA ESCUELA DE VIRTUDES

La madurez natural del ser humano es resultado del desarrollo armónico de las virtudes humanas. Y es difícil pensar conseguirlo sin contar con la familia, ya que en ésta, se puede lograr que las personas las desarrollen motivadas por el amor, por saber que todo miembro de la familia tiene el deber de ayudar a los demás miembros a mejorar.
El hogar y la vida en familia son la primera escuela de virtudes donde se trasmiten de forma natural a través de la vida cotidiana.

Virtud viene del latín vir que significa fuerza, e incluye todo aquello que perfecciona a la persona.

Es un hábito operativo bueno, una disposición estable en el individuo para la acción.
Es fuente de riqueza espiritual y perfección para el hombre que la practica.

En esta repetición de actos, lo más importante es:

* que hacen ser más y obrar mejor
* que potencian y engrandecen la capacidad de actuar
* que facilitan el uso correcto de la libertad.

El ser humano, formado por cuerpo y espíritu en una unidad sustancial, se ve sometido constantemente a impulsos que tiran de él en direcciones opuestas: por un lado, su parte material o sensible lo inclina fuertemente a la obtención de los bienes materiales; y por otro, su razón y su voluntad lo llevan a la búsqueda de la verdad y del bien.
Las virtudes actúan como un principio de unidad que permite al hombre integrar la razón y sentimientos, de modo que ambos converjan en un justo medio, subordinando las tendencias inferiores a las tendencias dictadas por la razón (superiores).
Cuando la persona carece del mando unificador (virtudes), puede fácilmente “absolutizar” el aspecto sensible de la realidad, ya que es el más inmediato y gratificante a corto plazo, pero lleva en sí mismo el germen del descontrol y la dispersión.
Aunque la sensibilidad es lo que permite disfrutar de la realidad viva, es la razón la que está diseñada para dirigir el accionar humano.

Dijimos que la virtud es un hábito operativo bueno, que orienta nuestras acciones al bien de manera continua e implica repetición. Pero esta repetición no puede ser una rutina de actitudes y comportamientos, es necesaria la presencia activa de la inteligencia y de la voluntad para conseguir en cada momento la verdad y la bondad.

Las virtudes son valores hechos vida. Son actos humanos nacidos del amor.
El estudio sistemático de las virtudes tuvo sus inicios en la época de Aristóteles, quien investigó científicamente el funcionamiento de las mismas como base de las perfecciones del hombre.

Hay tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Siguiendo a Santo Tomás, se pueden considerar como “hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del alma, para disponerlas a obrar según el dictamen de la razón iluminada por la fe”. Tienen por objeto al mismo Dios y son infusas, es decir, recibidas directamente por Dios.

Hay cuatro Virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Estas son adquiridas, es decir, el hombre puede esforzarse para desarrollar la virtud más y mejor a nivel natural. En torno a ellas giran todas las demás.

A todos los padres de familia les gustaría que sus hijos fueran ordenados, generosos, sinceros, responsables, leales, etc., pero existe mucha diferencia entre un deseo reflejado en la palabra “ojalá”, y un resultado deseado, previsto y alcanzable. Los padres tendrán que poner mucha “intencionalidad” en su desarrollo, para lo que pueden apoyarse en estos aspectos:

a) La intensidad con la que se vive
b) La rectitud de motivos al vivirla
c) La aclaración intelectual de lo que significa cada virtud
d) El ejemplo de la persona que está luchando por superarse personalmente.

Para decidir qué virtudes deberían considerarse prioritarias para cada edad, hace falta tener en cuenta:

1) los rasgos de la edad en cuestión
2) la naturaleza de cada virtud
3) las características y posibilidades reales de quien estamos educando
4) las características y necesidades de la familia y de la sociedad en la que se vive
5) las capacidades personales de los padres.

PRUDENCIA


Toda virtud es prudente. La prudencia es la virtud que nos ayuda en el conocimiento de la realidad objetiva, de lo que es verdad, y en la realización de lo que consideramos bueno.

Tiene una doble función:

* Conocer la realidad objetiva
* Ordenar nuestro querer y obrar para realizar el bien que deseamos.

Al conocer la realidad, la virtud facilita la reflexión adecuada antes de enjuiciar cualquier hecho o situación y, como consecuencia, se podrá tomar la decisión más acertada de acuerdo con criterios rectos y verdaderos.

Se trata por lo tanto de enseñar a discernir, a formar dichos criterios, a enjuiciar y decidir.

Para el conocimiento de la realidad (primera función), será necesario fomentar:

1. La disposición para conocer la realidad y ser coherente con ella.
2. Docilidad y humildad para aceptar lo que nos dicen y reconocer las propias capacidades y limitaciones.
3. Una gran objetividad para afrontar la realidad y decidirse por el bien, venciendo toda tentación de cobardía, injusticia e intemperancia.

Para ordenar nuestro querer y obrar hacia el bien (segunda función), es necesario:

1. Formar criterios rectos y verdaderos.
2. Desarrollar la capacidad crítica para apreciar los acontecimientos de acuerdo a esos criterios. Saber enjuiciar correctamente.
3. Tener la capacidad de decidir, de poner en marcha nuestro querer y obrar para realizar el bien de acuerdo con un enjuiciamiento correcto.

El fin de la prudencia más que conocer, es ayudarnos a decidir correctamente.
Es el modo que el hombre tiene de poseer, mediante sus decisiones y acciones, el bien propiamente humano: la verdad.
Es la madre de las virtudes y conductora de todos los hábitos buenos.

Lo contrario, o el vicio de la prudencia, es la Imprudencia, que incluye la precipitación, la inconsideración y la inconstancia y está relacionada con la falta de dominio sobre las pasiones.

Cuando nuestros hijos empiecen a tomar decisiones personales dentro de una zona limitada de autonomía, necesitarán de la Prudencia. Cuando esto sucede tenemos que guiarlo para que sepa en qué cosas debe obedecer y pedir consejo, y en cuáles puede decidir libremente. Necesitará de nosotros en situaciones nuevas donde no tenga la información adecuada, aunque poco a poco, se tendrá que enfrentar a un mayor número de decisiones que tomar.
Preparar a nuestros hijos para la etapa de toma de decisiones, que por lo general se da en la adolescencia, requiere de un adiestramiento previo por nuestra parte, en el desarrollo de una serie de capacidades en los hijos:

· de observación
· de distinguir entre hechos y opiniones
· de buscar información, distinguiendo entre lo importante y lo secundario
· de seleccionar fuentes
· de reconocer los propios prejuicios
· de analizar críticamente la información recibida y comprobar cualquier aspecto dudoso
· de relacionar causa y efecto
· de reconocer qué información es necesaria en cada caso
· de recordar.

Un ejercicio que ayuda a nuestros hijos a desarrollar estas habilidades es la lectura, pues implica un análisis mental, memoria, reconocimiento del tema principal y secundario, asimilar y sintetizar. Fomentemos con nuestro ejemplo este hábito sugiriendo lecturas formativas para la familia.
El contacto con el arte es otra manera indirecta de desarrollar la capacidad de observación y de sensibilizar, analizando un poco el contexto y vida del artista en cuestión, así como los elementos gráficos que constituyen la obra; investigar sobre ello amplia la información con que contamos.
Otro ejercicio útil es el análisis de programas de TV o anuncios, señalando los valores y antivalores que encontramos bajo un criterio correcto. El juicio nos lleva a poner sobre la mesa los valores, hacerlos tangibles y asimilarlos a nuestros criterios de actuación.

Educar en la prudencia es también permitir que asuma las consecuencias de sus errores, no tratar de resolverles la vida. Un buen consejo oportuno es valioso, pero tomar la decisión por ellos, no los hará madurar.
Se notará que un hijo está desarrollando la virtud de la prudencia, porque pide consejo, porque busca las fuentes adecuadas para documentarse, porque pondera esa información y la discute con sus padres y otras personas, porque llega a ser una persona de criterio y porque actúa o deja de actuar después de considerar las consecuencias del acto para él y para los demás.

JUSTICIA


Es dar a cada cual lo que le corresponde y supone un derecho previo que no puede ir en contra del derecho natural (por ejemplo, la ley del aborto: alegar “este es mi cuerpo y hago con él lo que quiero”, va en contra del derecho a la vida de otro ser humano).
Ser justo significa reconocer al otro en cuanto a otro, que tiene derecho a lo suyo; hacer el bien o el mal significa dar o retener lo que pertenece a otra persona con la que estoy comprometida de alguna forma. No basta la intención de nuestros actos, debe hablar de justicia.
El hombre que merece ser llamado el mejor, es el que es el más justo. La justicia tiene una supremacía sobre la Templanza y la Fortaleza, en cuanto a que no sólo ordena al hombre en sí mismo, sino también la convivencia con los demás.
La más auténtica perversión del bien humano es la injusticia y tiene su origen en dos causas: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso.
Como vemos la Justicia se realiza en función de los demás, por lo que no podemos desligarla de la Caridad.
La Justicia reside en la voluntad, no en el entendimiento y encuentra su pleno cumplimiento en tres estructuras:

1. La relación de los individuos entre sí (Justicia Conmutativa)
2. El todo social con los individuos (Justicia Distributiva)
3. Los individuos con el todo legal (Justicia Legal)

El niño pequeño realiza en ocasiones, actos injustos porque no los considera como tales. Pero en cuanto empieza a razonar, reconoce la injusticia al tratar que todos reciban lo mismo. Esto es alrededor de los siete u ocho años.
Hacia los once años se da cuenta que lo justo no es necesariamente el trato igualitario, sino más bien un trato de equidad, teniendo en cuenta la responsabilidad y las circunstancias de cada persona.
Los padres empezamos a mostrar a los pequeños las reglas del juego, luego vendrán las reglas impuestas por el grupo.

¿Qué herramientas son útiles para la construcción de esta virtud?

De 7 a 9 años:

· Aprender a establecer un acuerdo con un hermano o amigo y cumplirlo.
· Aceptar reglas, una vez conocidas.
· Respetar la propiedad ajena.
· Respetar las necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los hermanos, el silencio en momentos de estudio, llamar a la puerta, no interrumpir conversaciones.

De 9 a 13 años:

· Seguir insistiendo en actuaciones justas, explicando lo que es injusto.
· Ayudarles a comprender los motivos para ser justos.
· Aclarar las diferentes condiciones y circunstancias de cada persona.
· Enseñarles a rectificar y por lo tanto, a reparar.
· Ayudarles a reflexionar sobre la actuación adecuada, después de sufrir una injusticia de otro. Esto es muy doloroso, pero tenemos que fomentar el perdón, no la venganza, pues a quien más daña es a él mismo.
· Hablar de los demás con respeto, buscando lo positivo. Evitar el chisme y la calumnia.
· Devolver lo que nos prestan, en buenas condiciones.
· Hacerles ver las posibilidades que tiene los demás de realizar un acto bueno.
· Cumplir con las órdenes de los papás y otras autoridades.
· Evitar actos de injusticia, aunque sean pequeños y parezcan no tener importancia, paro repetidos crean un ambiente en el que es difícil realizar actos positivamente (contar pequeñas mentiras, colarse en la fila del cine, entrar al cine cuando no tienen edad, etc.).
· Fomentar su capacidad de reparar o rectificar ante el error, pedir perdón.

Es importante ser justo con cada uno de nuestros hijos, de acuerdo a su condición y circunstancias: edad, necesidades, estados de ánimo.

Aprovechemos el sentido de idealismo de los jóvenes, por ejemplo, para involucrarlos en alguna labor social. Es importante que nos vean que forma parte de nuestro diario actuar.
Al adolescente también es importante enseñarle lo que implica su papel de hijo, de hermano, de compañero y de ciudadano en su diario actuar, ayudarlo a comprender lo que es justo en cada momento. Esto es el derecho al respeto por parte de los demás, el derecho a la ayuda para alcanzar una mayor plenitud humana, derecho de participar de acuerdo en sus capacidades, derecho a convivir en orden y derecho a la intimidad. Obviamente compensados con el deber de actuar en congruencia, asumiendo las consecuencias lógicas de sus actos, ya sea en el cumplimiento o en la transgresión de sus deberes.

FORTALEZA

Esta virtud admite que el hombre es vulnerable. Tanto la Fortaleza como la Templanza suponen la debilidad del hombre y la existencia del mal que hacemos o que padecemos.
La función de esta virtud es el combatir este mal, nos ayuda a resistir y a cometer en situaciones dolorosas.
Consiste en aceptar el riesgo de sufrir o ser herido por la realización del bien. No es el peligro lo que busca, sino la realización del bien que la razón le demuestra.
La Fortaleza le exige al hombre lo más difícil, sin embargo no es la dificultad ni el esfuerzo lo que constituyen la virtud, sino únicamente la consecución del bien.
La Fortaleza se subordina a la Prudencia y a la Justicia: es una entrega de sí mismo de acuerdo con lo que dicta la razón.
Supone el temor del hombre al mal y el hacerle frente presenta los dos actos capitales de la fortaleza: Resistir y Acometer.
El acto más propio de la Fortaleza es el resistir y exige una enérgica actividad, un valeroso acto de perseverancia en la adhesión y obtención del bien. Y en el acometer, ayuda la iniciativa y la perseverancia.
Otros ingredientes necesarios son la paciencia, que significa no perder la serenidad; la confianza que el hombre pone en sí mismo.
Es la virtud de los convencidos capaces de luchar por un ideal. Como cristianos, es hacer por amor las pequeñas cosas de cada día; que en cada cosa que tenemos que lograr, pongamos todo nuestro esfuerzo.

Si tenemos clara la idea de la necesidad de formar a nuestros hijos, ¡a luchar! entonces por eso aún en contra de mi cansancio, de mi irritabilidad o de la búsqueda de mis propios intereses. Qué importante es enseñarles a esforzarse, a dominarse por lograr el bien; que sepan reconocerlo a pesar de las influencias de su propio medio, a resistir las tentaciones y a luchar por lo que quieren conseguir.

¿Qué podemos hacer como padres por nuestros hijos?

· Dejarlos luchar contra la frustración, no resolverles mágicamente sus problemas.
· Enseñarles a controlar sus impulsos.
· Retrasar los satisfactores inmediatos.
· Cumplir hasta el final con sus tareas asignadas.
· Practicar algún deporte.
· Enseñarles a decir que no ante un peligro.
· No decirles siempre que sí ni ceder a sus caprichos.
· Permitirles medir las consecuencias de sus actos.
· Evitar sobreprotegerlos.
· Permitirles la iniciativa.
· Educar en la perseverancia, de hábitos y de actividades.

Los tres vicios que se oponen a la Fortaleza son:

1. El temor. Se contrapone al valor que tenemos que tener para atacar (la injusticia, por ejemplo). Cuántas veces, por el temor al rechazo social, los jóvenes son incapaces de luchar por sus valores.
2. La osadía. Cuando actuamos con osadía, no tenemos prudencia, no medimos el riesgo. Es el acometer, simplemente por el acometer mismo, sin un bien ulterior buscado.
3. La indiferencia. Por no reconocer el deber de mejorar o por no querer enterarse de las influencias perjudiciales, adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa.

Por lo que debemos:

* Proporcionar a nuestros hijos posibilidades, no sólo para que hagan un esfuerzo, sino para que aprendan a resistir.
* Estimularlos para que por su propia iniciativa, emprendan caminos de mejora que supongan un esfuerzo continuado.
* Enseñarles la congruencia entre lo que creen y lo que hacen, a pesar del medio en que se desenvuelven.
* Como padres, formarnos y superarnos continuamente, poniendo ejemplo de lucha diaria por un ideal.

El desarrollo de esta virtud les dará la fuerza interior para sobrevivir como personas, reconociendo la situación que los rodea, tanto para resistir como para acometer, haciendo de sí mismos personas sin miedo al dolor. Hombres y mujeres que saben sufrir callando, que no buscan la compasión, sin miedo al sacrificio o a la lucha, que no se rinden ante las dificultades, sin miedo al miedo, sin timideces ni complejos imaginarios, incompatibles con la frivolidad, que no se escandalizan con lo que ven ni oyen. En una palabra, personas enteras.

TEMPLANZA

La templanza tiene un sentido y un fin: poner orden en el interior del hombre, de donde brota la tranquilidad del espíritu. Se refiere al orden en el propio yo.
Lo que distingue a la templanza de las demás virtudes es que opera exclusivamente sobre el sujeto que actúa; se revierte sobre la persona misma.

La tendencia natural hacia el placer sensible (que se obtiene en la comida, la bebida, la inclinación sexual), es el reflejo de las fuerzas naturales más potentes que actúan en la conservación del hombre. Cuando se desordenan pueden sobrepasar a las otras energías en forma destructora.
La templanza regula el orden y medida de estas tendencias naturales. Así, aparece como castidad, sobriedad, humildad y mansedumbre; en contra de la lujuria, el desenfreno, la soberbia o la cólera.
La falta de templanza descompone la estructura moral de las personas.
La virtud que se ve más afectada es la prudencia, ya que provoca una especie de ceguera del espíritu que incapacita para ver el bien y quita la fuerza de voluntad.
La templanza prepara a la inteligencia y a la voluntad para captar la verdad y el bien y capacita para la entrega en el amor.
Unicamente por la templanza se llega al goce de las cosas sensibles, sin reducirlos a su propio placer.

La castidad modera el instinto sexual por medio de un orden dictado por la razón.
La sobriedad distingue entre lo razonable y lo inmoderado en cuanto al uso del dinero, del tiempo y del esfuerzo, de acuerdo con criterios rectos y verdaderos. Se consigue un autodominio.
La humildad implica reconocer nuestros propios límites, aceptar una realidad primaria y definitiva, aceptar la condición del hombre de “ser creado”. La humildad no es otra cosa que la verdad. Está acompañada de la magnanimidad, es decir, el ser capaz de aspirar a lo extraordinario y hacernos dignos de ello; y no porque confiemos en nuestras propias fuerzas, sino porque el hombre se abandona en la fuerza de Dios.
La mansedumbre hace al hombre dueño de sí mismo, debilita la fuerza de sus pasiones, modera la ira y la ordena según la razón.

La ideología del mundo de hoy nos pone, y sobretodo a los jóvenes, una gran cantidad de estímulos en pro de la satisfacción de sus deseos, ya sea vía placer o consumismo. Suele tomar frases como:

· “¿Qué hay de malo en pasarla bien?”
· “Si yo trabajo, porqué no gastar mi tiempo y dinero como quiero...”
· “Cuando me divierto, no le hago daño a nadie...”
· “La moda es...”

No se trata de censurar esta actitud, sino de buscar un fin más importante que rija el modo de actuar del ser humano. Que no se quede en el actuar sólo por el placer. No se trata de no hacer daño solamente, sino de hacer el bien, gastar el dinero en nuestro bien y el de los demás. La “moda” no es justificación suficiente para dejar de lado las decisiones personales, sólo por el hecho de no ser diferente y de quedar aislado.
La sociedad de consumo hace difícil distinguir entre lo necesario y lo superfluo y nos crea necesidades.

El hombre sobrio no se engaña, disfruta de lo que tiene pero no se ata a ello. Controla sus pasiones sin permitir que sus caprichos lo controlen a él.
Vivir la sobriedad con alegría reflejará el testimonio que de esta virtud demos a los hijos: enseñarles a valorar lo que tienen y el esfuerzo que supone conseguirlo.
Si se entiende al trabajo únicamente como una manera de ganar dinero, es probable que la finalidad del tiempo libre sea gastarlo. De ahí la revalorización que debemos hacer no sólo del trabajo, sino del uso de nuestro tiempo.

¿Cómo educar esa sobriedad?
Enseñándoles:

1. A valorar lo que poseen y lo que pueden poseer.
2. A dominar sus caprichos con alegría.
3. A reflexionar el porqué de sus gastos.
4. La importancia que tiene no estar atado al placer.
5. A controlar ciertas apetencias.
6. Ideales elevados que lleven a una satisfacción profunda, en lugar de buscar lo superficial.
7. A actuar congruentemente con lo que perseguimos con voluntad.
8. Que nuestros reconocimientos a sus logros no son materiales.

En conclusión, algunos objetivos educativos que se derivan de cada virtud, se resumen en el siguiente cuadro:
http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/familia_y_vida/cuadro3-curso-familia.jpg

Comentarios al autor: crecerenfamilia@prodigy.net

Tutores del Curso

Emilio Avilés Cutillas. emilioaviles@es.catholic.net

P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com

Salvador Casadevall. salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

Marcela Velázquez. velazquezvmarce@gmail.com


Participación en el foro

Comenta alguna de tus experiencias sobre la educación en virtudes en tu familia

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Ultima edición por María Eugenia el Mar Feb 05, 2008 7:15 pm, editado 1 vez
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Fernanda Mercado
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Registrado: 11 Oct 2007
Mensajes: 10

MensajePublicado: Mie Ene 30, 2008 4:53 pm    Asunto: Comentar como se viven las virtudes en tu familia
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

En mi familia tratamos de vivir las virtudes con los ejemplos cotidianos, con las circunstancias que estemos viviendo cada dia, es decir, muchas veces el mejor momento quiza es la comida ya que en la mesa a la hora de estar todos juntos estamos trabajando la prudencia de escucharnos por ejemplo, la templanza para sabernos refrenar con nuestros apetitos, trabajamos el esperar a que el Otro termine, a pedir, compartir etc. Creo que es un excelente momento. Tambien si alguien cuenta un problema, como le fue en su dia, en base a eso se trabaja la justicia cuestionandonos si el asunto se encamino hacia el bien y la verdad o no etc.
Tambien tenemos por semana el habito de poner la virtud de la semana por ejemplo y se buscan momentos especificos donde se trabaje la virtud, por ejemplo con mi adolescente pues ser prudente con lo que se dice con sus amigos, en sus actos, al jugar que siempre compartan etc.
Por ultimo en oracion dependiendo del caracter de cada uno de los miembros de la familia, muchas veces le pedimos al Senor que nos de oportunidades de trabajar las virtudes especificas que nos ayuden a crecer como personas o que quiza en el momento de nuestra vida por el que estemos pasando nos sirvan mas para moldear nuestro caracter en un plano mucho mas especifico.
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Regina Marìa
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Registrado: 15 Ene 2007
Mensajes: 18

MensajePublicado: Mie Ene 30, 2008 5:39 pm    Asunto: Crecer en virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

En nuestras reuniones de familia nuclear hemos tocado estas virtudes quizà no exactamente con las mismas palabras, pero hemos hecho ènfasis con nuestros hijos en el respeto, la humildad, la paciencia y no dejarnos llevar solamente por lo que nos dicen, sino por el contrario tener una conciencia lo màs crìtica posible. Experiencias hay muchas en nuestra familia, pero una de ellas, la màs reciente podrìa ser el hecho de valorar todo lo que Dios nos ha dado y nos sigue dando, fruto del trabajo y esfuerzo, de dìas difìciles emocionalmente hablando y otros con un poco màs de tranquilidad, asì es la vida, y ellos los saben, dificil muchas veces,librando muchas batallas materiales, espirituales, morales y fìsicas pero tomados de la mano de Dios, somo màs que vencedores, o no?

Un fuerte saludo a todos los participantes. Very Happy
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Maryangeles
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Registrado: 02 Oct 2007
Mensajes: 19

MensajePublicado: Mie Ene 30, 2008 6:09 pm    Asunto: Tema VII. Primera parte. Crecer en Virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

En mi familia hemos vivido situaciones muy dificiles, sin embargo, tenemos siempre la confianza en Dios que la superaremos y conservamos siempre la alegria y la unidad, día a día estamos trabajando por lograr la prudencia, debo admtir que es una virtud que no practicabamos pero hemos ido cambiado poco a poco, bien menciona nuestra compañera Fernanda Mercado la sobremesa es una buena oportunidad para platicar, conocernos y disfrutar cada dia lo que somos y lo que tenemos, no materialmente sino a nivel persona.



Cordiales saludos!!!
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anacecy
Esporádico


Registrado: 01 Oct 2007
Mensajes: 37
Ubicación: Torreón, Coah. Méx.

MensajePublicado: Mie Ene 30, 2008 10:07 pm    Asunto: Tema VII. Primera parte. Crecer en Virtudes‏
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes

Bueno pues he leido algunas de sus experiencias y coincido de hecho en casi todas, en mi caso, mi familia es muy unida, somos 3 hermanas , pero debo decir que la presencia de mi papá es la más fuerte lo considero el más formador. Porque desde chicas el marco las reglas y nos fue ayudando a vivir las virtudes al igual que mi mamá. Quiero decir que mi mamá fue más testimonio vivo pero mi papá siempre ha sido más guia o dirigente.

El momento de la comida en familia siempre ha sido el momento de los fuetes encuentros, de compartir, y convivir, en si todos comentamos nuestro día, nos escuchamos con paciencia, nos apoyamos antes algunas dificultades y siempre habia alguna enseñanza o mensaje de mis papás.

Otro momento de crecer en virtudes fue desde que empezamos a ayudar a mis papás en un apostolado de familia que tenian en la diocesis, de conocer y compartir con nuevas familias, de ser dóciles al compromiso que ellos habian adquirido y apoyar, de ser humildes.

Algo que siempre comentamos en mi casa es que no somos una familia deportista jajaja, pero siempre se nos inculco el apostolado que es un medio de formación en virtudes muy grande.

Saludos.
_________________
Cecy Cansino
cecy_cansino@hotmail.com
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lilianaservin
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Registrado: 26 Feb 2007
Mensajes: 24

MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 1:34 am    Asunto: Tema VII Primera Parte. Crecer en Virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes

Aunque no he tenido experiencia con hijos, pues todavía no los tengo, sí he tenido oportunidad de desarrollar algunas virtudes en otras personas y en mí misma a través de mi profesión, como pedagoga y profesora y, ahora, como catequista.
Las virtudes al ser un hábito se fortalecen precisamente con su realización, con la constancia y repetición de cada acto, así por ejemplo siempre intentaba inculcar la responsabilidad de mis alumnos pidiendo con tiempo trabajos o tareas y no aceptando que las entregaran después del límite de tiempo; la laboriosidad a través de sus trabajos o tareas continuas, etc.
En el catecismo confieso que de modo conciente no he pensado en desarrollar virtudes, pero de alguna forma sí se van formando, por ejemplo la perseverancia a través de la oración diaria, el agradecimiento a Dios por las noches, etc.
Algo que aprendí en la universidad fueron las distintas virtudes que se pueden desarrollar según la edad, recomiendo a todos los participantes la lectura de los libros de David Isaacs en este sentido, el que conozco es «Educación de las Virtudes Humanas».
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Catycaen
Esporádico


Registrado: 01 Oct 2007
Mensajes: 37

MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:01 am    Asunto: Experiencia en la educación de las virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Mi experiencia en la familia ha sido que mi mamá es quien nos ha inculcado éstas de manera de testimonio y hablado. Aunque no se hablan concretamente de las virtudes sí se viven y se procura infundirla en las familias de los que están casados.

Otra experiencia es que soy maestra de primaria y debo de educar en las virtudes y algo que me ha ayudado es decir las razones por las cuáles deben de vivirlas y cuando no las viven hacerles ver el por qué o en qué se están equivocando o incluso en qué están mejorando o acertando. De hecho cada semana se resalta a una niña de cada salón por la vivencia de una virtud y eso ayuda a que las demás estén al pendiente o quieran ganarse ese "premio".
_________________
Caty
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Rocio Mariana
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:06 am    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Buenas noches amigos, les cuento que una de mis experiencias en la educación de virtudes es usando historias de la biblia, mi esposo escoge un personaje y en el nos basamos; nos reunimos con mis 4 hijos y les empezamos a leer la historia escogida (si es larga en varias seciones) y después las compartimos entre todos preguntandole a los chicos como era este personaje, que tenía de bueno, que lo hacía diferente al resto, etc. Todos participan activamente y muchas veces nos asombran con sus respuestas; la última que leímos fue la historia de José que tiene muchísimas enseñanzas, es muy rica en virtudes y también en antivirtudes como las que mostraron los hermanos de José. Esta es una de mis experiencias, otra forma que usamos es viendo películas en familia que después comentamos o conversando de las cosas de la vida diaria como algo que les pasó en el colegio con algún compañero ó usando sus propias experiencias.
Que tengan una linda semana

Rocio Mariana
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Flor del Valle Rincon
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Mensajes: 20
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:18 am    Asunto: Re: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias sobre la educación en virtudes en tu familia

Tiendo a ser una mamá un poco fastidiosa, porque me lo paso explicandole (sobre todo a mi hijo) las cosas "malas" y "buenas" que no se deben hacer, y sobre todo cuando se trata de alguna acción que le ha pasado a el, pues no me canso de explicarle o aclararle las consecuencias que acarrean ciertos comportamientos agregandoles ciertos ejemplos y pregntandole algunas veces, cuál cree el qué el correcto ante Dios y los hombres.
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Maria del Pilar Almazan
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:38 am    Asunto: Tema VII.Primera Parte. Crecer en Virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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En mi esperiencia como madre y como hija de familia ha sido que mis padres me inculcaron valores los cuales ahora los enseño a mis hijos, entre ellos, nos enseñaron a ser personas humildes que aseptamos consejos, aprendimos a pedirlos y a actuar con responsabilidad para tomar deciciones , tambien nos enseñaron a tener respeto de nosotros mismos y de los demas, tambien a reconocer nuestros errores , a pedir perdon y a tratar de enmendarlos, nos enseñaron a respetar las reglas de la casa, de la escuela de nuestro trabajo y de la sociedad en que vivimos,nos enseñaron a no dañar a las personas como a los animales , las plantas , ni las cosas que nos rodean.nos dieron la fortaleza que necesitabamos, enseñandonos a afrontar nuestros propios problemas y dificultades,con entereza y responsavilidad,nos enseñaron a ver por el bien comun, por los necesitados por los marginados por los enfermos etc.nos enseñaron a ser ordenados y equilibrados dominando nuestros cuerpos y mentes ,vivir rectamente, no dejando que nuestros instintos nos dominen sino teniendo el control de ellos. Todo esto lo he transmitido a mis hijos y espero ellos lo transmitan a los suyos.
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Maria del Pilar Almazan
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:39 am    Asunto: Tema VII.Primera Parte. Crecer en Virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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En mi esperiencia como madre y como hija de familia ha sido que mis padres me inculcaron valores los cuales ahora los enseño a mis hijos, entre ellos, nos enseñaron a ser personas humildes que aseptamos consejos, aprendimos a pedirlos y a actuar con responsabilidad para tomar deciciones , tambien nos enseñaron a tener respeto de nosotros mismos y de los demas, tambien a reconocer nuestros errores , a pedir perdon y a tratar de enmendarlos, nos enseñaron a respetar las reglas de la casa, de la escuela de nuestro trabajo y de la sociedad en que vivimos,nos enseñaron a no dañar a las personas como a los animales , las plantas , ni las cosas que nos rodean.nos dieron la fortaleza que necesitabamos, enseñandonos a afrontar nuestros propios problemas y dificultades,con entereza y responsavilidad,nos enseñaron a ver por el bien comun, por los necesitados por los marginados por los enfermos etc.nos enseñaron a ser ordenados y equilibrados dominando nuestros cuerpos y mentes ,vivir rectamente, no dejando que nuestros instintos nos dominen sino teniendo el control de ellos. Todo esto lo he transmitido a mis hijos y espero ellos lo transmitan a los suyos.
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Consuelo Silva Rueda
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:49 am    Asunto: Crecer en Valores
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Como maestra debo aprovechar cada oportunidad para enseñar las virtudes, con un ejemplo una escena clara y de la vida de los niños da pauta para enseñar una virtud.

Hay que hacerlos reflexionar y sacar sus propias conclusiones de tal forma que ellos hagan suya esa virtud.

La justicia, la fortaleza, la caridad, etc. son virtudes que se tienen que ir cultivando en los niños y en cada uno de nosotros.
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Asiduo


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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:58 am    Asunto: Experiencias
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Trabajo con jóvenes desde hace mucho tiempo y esta es la primera vez que encuentro el tema de las virtudes desarrollado de manera clara y concisa. En mi experiencia he encontrado que los jóvenes (o la gran mayoría) no tienen en claro el concepto de virtud y por ello no las ponen en práctica; a eso le agregamos lo que sucede en sus casas en donde, al igual que los muchachos, los padres carecen de información clara sobre el tema. Esto me ha alentado a buscar información y dictar seminarios y charlas a los padres de familia sobre las virtudes y como desarrollarlas dentro del núcleo familiar. Lo mismo que me ayuda a formar y practicar las virtudes en mi propia familia.
_________________
El que respeta al Señor aprendrerá a actuar rectamente e iluminará a otros con sus enseñanzas.
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María Silvia
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 1:03 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Soy madre de tres hijos de 22, 20 y 18 años. Junto a mi marido nos hemos preocupado por educar a nuestros hijos en virtudes. Creo que es fundamental sentar las bases desde que los hijos son pequeños. Y eso hemos tratado de hacer. Siempre hemos buscado darles ejemplo de lucha por vivir aquello que tratamos de inculcarles. Como Orientadora Familiar he aprendido mucho sobre el tema de las virtudes.
Fernando Corominas y su valiosa ayuda a través de los libros han sido un aporte muy importante para concretar en la práctica nuestros deseos. Con sus libros de la Colección Hacer Familia hemos estudiado mucho acerca de las virtudes y nos hemos esforzado por hacer cosas concretas cada día para transmitirselas.
Hemos tratado de:
- aprovechar los Períodos Sensitivos de cada edad para actuar en el momento oportuno.
- llegar antes buscando prevenir antes de que sea tarde.
- buscando ser ejemplo de lucha por vivir las virtudes.
- enseñando a hacer cosas concretas que los ayudaran a adquirir los hábitos buenos que después se convertirían en virtudes.
- rezando por ellos.
- buscando estar cerca y dispoibles para escucharlos y conocerlos.
- apoyándonos en sus puntos fuertes
- educandolos en positivo, elogiando sus acciones bien hechas.
- leyendo y estudiando siempre para ser mejores padres.
- etc.

De esta forma hemos intentando estar muy cerca de ellos para acompañarlos y guiarlos en su crecimiento, buscando que nos sean el fruto de la suerte o del azar, sino el resultado de aquello por lo que hemos luchado: personas felices como resultado de vivir las virtudes. De esta forma esperamos darle a la sociedad tres hijos que sean buenos cristianos y que siempre se preocupen por hacer el bien.

Gracias a todos por los comentarios.
_________________
María Silvia
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evelyn de ochoa
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 1:52 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Lamento profundamente no haber podido contestar los 2 temas anteriores pero me ví imposibilitada por problemas de salud. Gracias a la bendición del Señor, estoy nuevamente bien.
Creo que tanto mis compañeros como yo hemos aprendido los valores en nuestros hogares y tratamos de transmitirlos a nuestros hijos.
El Señor es maravilloso porque aunque uno no tiene un conocimiento tan profundo de cómo inculcárselos a nuestros hijos, Él infunde en nuestro entendimiento la mejor manera para transmitírselos. Yo nunca tuve un conocimiento tan claro como el que nos han planteado el día de hoy, pero el Espíritu Santo me ha dado el don de poder inculcar en mis hijos estos buenos hábitos, por medio del sentido común y por la práctica de estos valores desde que fui pequeña.
Les he transmitido a mis hijos los buenos hábitos a través del ejemplo, del diálogo y de la lectura y comprensión de la Palabra de Dios.
Que importante es tener ahora este material para apoyarnos en él.
_________________
EVELYN.
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Mariela Adriana Hernández
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 3:43 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Como les he comentado tengo una familia numerosa y considero que por esta caracteristica el ambiente en mi hogar es propicio para enseñar y practicar las virtudes.

Es necesaria una organización eficaz para que la familia funcione por lo que todos los miembros de la familia tienen diferentes encargos y deben responder por su cumplimiento. El orden es necesario para una buena convivencia y lo es mas cuando una familia es numerosa, por lo que tener un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar es muy importante, tambien el cuidado de las cosas debe ser una premisa para todos en casa pues el presupuesto hay que cuidarlo mucho y no se pueden dañar los bienes sin un motivo justificado.

Por ser tantos en casa la solución de conflictos esta a la orden del dia por lo que la justicia para con todos los miembros de la familia debe ser la regla, tambien lo es la busqueda de la verdad por lo que la sinceridad es una norma en casa.

Para no extenderme mas dire que la tolerancia para con el otro, lla prudencia, la fortaleza para asumir el dia a dia es muy importante porque la vida de una familia numerosa en el mundo de hoy implica necesariamente ir contra corriente por lo que a todos los miembros del grupo familiar nos toca librar muchas batallas afuera para poder sobrevivir en una sana convivencia sin caer en los lugares comunes.

Para terminar el amor y la fe son el motor que mueve a los nueve miembros de mi familia.
Adriana
_________________
ADRIANA
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Chachi
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 4:49 pm    Asunto: Respuesta: Educación en virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes.
Pienso que una de las principales experiencias de educación de virtudes para los hijos es que, uno como padre las practique. El ejemplo es la mejor muestra que podemos dar a nuestros niños para que aprendan a ser virtuosos. Si los padres no son humildes, los niños difícilmente lo serán, si los padres no son justos, los niños aprenderán que vale abusar del más débil... en fin. Enseñarles a amar a Jesús con todo su corazón es la forma ideal de fomentar las virtudes en los niños.
Yo procuro hablar con mis hijos sobre el comportamiento bueno de las pérsonas que nos rodean, y también de los personajes de las series de tv que les gustan, pondero sus virtudes y explico que pasa si actuan mal y las consecuencias que esto conlleva.

Rocío Mariana nos pone un hermosos ejemplo para enseñarle a los niños las virtudes...trataré de ponerlo en practica con mis peques, gracias.

Dios los bendiga a todos.
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bromero67
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 6:37 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes
Vivir las virtudes es realmente un reto importante a lograr, no solo con los hijos, sino como estilo de vida en nosotros mismos, estamos muy viciados, luego entonces alguien viene a decirnos las formas correctas de como debemos vivir y nos pesa cambiar, se oye bonito parece un sueño pero bien dificil de lograr. No estoy diciendo que sea imposible de lograr pero si necesita un gran empeño en querer que se de esta forma de vivencia.
Tomo personal este comentario porque considero que el cambio de vivir las virtudes es personal y luego vamos convenciendo a la familia que es grato y conveniente vivirlo en familia, como se dice "las palabras se oyen bien, pero el ejemplo arrastra y convence", no podemos hablar de cosas que queremos que hagan los hijos, si cuando nos buscan por telefono o a la puerta les decimos que contesten "diles que no estoy".
Mi experiencia en este esfuerzo por cambiar de forma de vida les comento que ha sido dura pero los resultados son gratificantes y mas aun si vives las virtudes los miembros de la familia lo notan y cuando los invitas a vivirlas igual, se les acaban los argumentos para resistirse, vamos entonces "creciendo como familia".
Buen dia.
P.D. disculpen la falta de acentuacion pero la PC en la que estoy no tiene, buuuu
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bromero67
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Registrado: 02 Oct 2007
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 6:38 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes
Vivir las virtudes es realmente un reto importante a lograr, no solo con los hijos, sino como estilo de vida en nosotros mismos, estamos muy viciados, luego entonces alguien viene a decirnos las formas correctas de como debemos vivir y nos pesa cambiar, se oye bonito parece un sueño pero bien dificil de lograr. No estoy diciendo que sea imposible de lograr pero si necesita un gran empeño en querer que se de esta forma de vivencia.
Tomo personal este comentario porque considero que el cambio de vivir las virtudes es personal y luego vamos convenciendo a la familia que es grato y conveniente vivirlo en familia, como se dice "las palabras se oyen bien, pero el ejemplo arrastra y convence", no podemos hablar de cosas que queremos que hagan los hijos, si cuando nos buscan por telefono o a la puerta les decimos que contesten "diles que no estoy".
Mi experiencia en este esfuerzo por cambiar de forma de vida les comento que ha sido dura pero los resultados son gratificantes y mas aun si vives las virtudes los miembros de la familia lo notan y cuando los invitas a vivirlas igual, se les acaban los argumentos para resistirse, vamos entonces "creciendo como familia".
Buen dia.
P.D. disculpen la falta de acentuacion pero la PC en la que estoy no tiene, buuuu
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amoamaria
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Registrado: 02 Nov 2007
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 7:18 pm    Asunto: experiencia en la educacion de las virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Yo a mis hijos intento educarlos en valores utilizando la educacion en positivo, esto es motivandolos a vivir cierta virtud.

Por ejemplo, la virtud del orden,les pongo un objetivo especifico: esta semana ( o mes) tienen que poner sus zapatos en su lugar al quitarselos.
Les enseñas donde los deben poner. Cada vez que lo hagan se ganan un punto y al final del tiempo establecido si logra juntar determinado numero de puntos obtiene una consecuencia positiva, por ejemplo: leer dos cuentos en vez de uno esa noche, ir a comprar una nieve con papa o mama, escoger que pelicula se va a ver el sabado en la noche, etc. que les haga sentir especiales. Y ese mismo metodo lo vas usando para cada virtud.
_________________
Laura R.
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Ysbel Irala de Cabrera
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MensajePublicado: Jue Ene 31, 2008 8:59 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Laughing Que gran tema el desarrollado esta semana, gracias por presentarnoslo.
La experiencia que tengo en mi familia con respecto a la vivencia en virtudes, es que mi marido y yo tratamos desde que nos casamos a vivir en la verdad y sobre todo en la demostración de nuestros sentimientos (sean positivos o negativos). tratamos de ser activos en el desarrollo de buenos hábitos, demostramos a nuestros hijos el valor de las cosas no dándoles todo lo que deseen, sólo lo que es necesario y esté al alcance de nuestro bolsillo, nos repetimos a diario el eslogan "debemos hacer lo que tenemos que hacer en el momento que debemos hacerlo" estando siempre alegres...(como buen salecianos que somos, hoy celebramos a nuestro Santo, San Juan Bosco), tambien trato yo sobre todo porque es mi hábito favorito, de inculcarles y mostrarles a diario la lectura de libros formativos, y usamos, talvez en forma muy exigente...pero hasta nuestro sacerdote (el que nos asiste semanalmante en nuestra capilla) nos lo repite... el dicho bíblico de San Pablo, "el que no trabaja que no coma", y lo usamos para todo tipo de actividades que desarrollamos, como estímulo y exigencia.
Creo que desarrollamos más actitudes con nuestros grandes errores también, departe mía sobre todo, porque yo soy muy miedosa (sobre todo para lanzarme sola en el campo laboral, o frente alguna enfermedad, etc.), caigo en la intolerancia ante discuciones entre mis niños (adolescentes), o me comparo mucho con otras personas etc., pero estoy en la lucha diaria, por sobre todo no pierdo mi fortaleza cual es la oración, rezo del rosario u otras invocaciones para pedir luz y fortaleza al Espíritu Santo y a nuestra Madre María Auxiliadora.
Esta ha sido una pequeña extracción de nuestra experiencia de vida con respecto a las virtudes.
Gracias y Dios les bendiga.
_________________
Soy paraguaya y le doy gracias a Dios y a Catholic net por la oportunidad que me dan de crecer en mi fe y en experiencias nuevas con otras personas que comparten estas inquietudes de aprendizaje. Que Dios y la Virgen los bendiga.
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crtu
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MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 1:58 am    Asunto: educación de virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Como ya han comentado la sobremesa es un lugar muy bueno para esto, es verdad que con los mas chicos cuesta, pero a su vez los otros aprenden a ser mas tolerantes.
También cada cierto tiempo nosotros hacemos un hermano secreto en la familia, pero con detalles y sin que el otro se de cuenta. Es muy bueno ya que se van fijando en las cosas que les gusta al otro y se piden ayuda entre ellos para hacerle algo que les pueda gustar. Es muy simpatico verlos abrirles las camas a escondidas o cartitas que aparecen con algún mensaje cariñoso, en fin lo mejor es toda la imaginación que logran para agradar a un hermano.
Lo otro que nos sirve mucho es contarle la vida de santos, ya que son un muy buen ejemplo a seguir.
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crtu
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Ubicación: Santiago, Chile

MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 2:11 am    Asunto: educación de virtudes
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Como ya han comentado la sobremesa es un lugar muy bueno para esto, es verdad que con los mas chicos cuesta, pero a su vez los otros aprenden a ser mas tolerantes.
También cada cierto tiempo nosotros hacemos un hermano secreto en la familia, pero con detalles y sin que el otro se de cuenta. Es muy bueno ya que se van fijando en las cosas que les gusta al otro y se piden ayuda entre ellos para hacerle algo que les pueda gustar. Es muy simpatico verlos abrirles las camas a escondidas o cartitas que aparecen con algún mensaje cariñoso, en fin lo mejor es toda la imaginación que logran para agradar a un hermano.
Lo otro que nos sirve mucho es contarle la vida de santos, ya que son un muy buen ejemplo a seguir.
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juanc103
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MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 4:17 am    Asunto: Tema VII. Primera parte. Crecer en Virtudes‏
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias en la educación de virtudes

Con respecto a mi esposa la prudencia ha sido un caballito de batalla en la que no le he dado tregua, ya que se y entiendo que por familia esta virtud nunca fue ni cultivada, ni formada, ni educada, y ante esto he combatido y combatiré con paciencia pero sin tregua.
Siempre vigilante en cada cosa que dice y de quien habla, de cada manera como aborda los problemas de los hijos, y de la manera como me comparte sus cosas, es una constante vigilancia, y he logrado pulir lo que de familia viene.
En los hijos sí que soy más radical, porque no quiero que aprendan los errores de sus padres, y cada vez que detecto el desmán los hago retractarse y pedir perdón a quien ofendan por su ligereza e imprudencia.


En cuanto a la justicia sí que lo construyo porque puedo hacer injusticia no solo de actos sino de palabra y hasta de omisión, hago ver cuánto daño puede ocasionar en silencio si no me mido en la justicia que debo a mis semejantes.

En cuanto a la fortaleza les hago constatar que duele nacer, vivir y morir y que ante esto siempre debe haber esperanza que me haga ver el mañana o el minuto que se acerca con mejores ojos, con la ilusión de que el dolor o el sufrimiento desaparecerá, por misericordia de Dios. Nada de pena y miedo siempre con esperanza, con fe de que este momento difícil desapareceré ay saldremos adelante.
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amalia c. martin
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Registrado: 08 Oct 2007
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MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 5:22 am    Asunto: PRIMERA ESCUELA DE VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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PRIMERA ESCUELA DE VIRTUDES

Una persona Buena es una persona virtuosa y una persona virtuosa es una persona bendecida y vivirá de la mano de Dios! La virtud es la base de una conducta en la vida es por eso tan importante en la base familiar enseñar su importancia a nuestros hijos. Laughing

La virtud: Es un "hábito operativo bueno es una cualidad permanente que no se pierde con facilidad; el hábito de la virtud, perfecciona el sujeto directamente para que este pueda realizar mejor su actividad propia; es una realización de su propio dinamismo natural nunca podría ser malo.
En el Bautismo Dios infunde en el alma, sin ningún merito nuestro las virtudes, que son disposiciones habituales y firmes para hacer el bien. Las virtudes infusas son teologales y morales. Las teologales tienen como objeto a Dios, las morales tienen como objeto los actos humanos buenos.
La virtud consiste en una viva relación con Dios, en una conformidad de sus palabras, en una obediencia a sus voluntades, en una orientación profunda y estable hacia Él; esta relación hace a la persona justo; esta fidelidad en seguir el camino del Señor es la virtud fundamental que los padres debemos enseñar a nuestros hijos, "todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenemos que tenerlo en cuenta a la hora de educar a nuestros hijos".

Las virtudes.
Las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad, mientras que las morales o cardinales son cuatro: prudencia, Justicia, templanza y fortaleza.

Virtudes Teologales.
Fe: es la por la cual creemos en Dios.
Esperanza: Por ella esperamos y deseamos de Dios, con una firme confianza, la vida eterna y las gracias para merecerlas.
Caridad: Es por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestros prójimos como a nosotros mismos.

Virtudes Cardinales.
Prudencia: Dispone de razón práctica para discernir nuestro verdadero bien y elegir los Medios justos para realizarlo.
Justicia: Consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido.
Fortaleza: Asegura la firmeza y la constancia en la práctica del bien.
Templanza: Modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes creados.
Las virtudes son Actitudes firmes que nos hacen actuar buscando lo mejor y tender hacia la perfección que nos conviene a nuestra persona y a nuestras obras.
En una palabra: las virtudes nos permiten ejercer plenamente nuestro oficio como seres humanos. Solo la experiencia revela verdaderamente lo que pueden ser estas cualidades dinámicas.

La prudencia.

¿Qué es la Prudencia?
• La prudencia es una virtud de la razón, no especulativa, sino práctica: la cual es un juicio, pero ordenado a una acción concreta. Así, por ejemplo será tarea de la prudencia saber juzgar si en un determinado caso, considerada determinada circunstancia, nos podemos comportar de un modo que, normalmente no seria el adecuado. Será más prudente aquel que, valorando y confrontando las diversas circunstancias con la ley de la moralidad, sabrá llegar mejor al centro focal de una decisión conforme a la misma ley.
La prudencia no mancha las manos de púrpura, ni se precipita en el abismo de los riesgos innecesarios, no actúa sin razones ni razona sin lógica, no procede sin causa, ni propone sin previsión. La prudencia medita estudia todos los ángulos. El prudente pocas veces, y cuando yerra, Comportamiento, le da cauce al Valor, cielo despejado a la sabiduría, le pone alas a la esperanza, cimientos a la fidelidad, camino Seguro a la constancia, hogar duradero a la alegría.
Si te vuelves prudente (no calculador), si te orientas por la prudencia (no por la frialdad del animo), si sabes en todo momento distinguir la medida prudencial (no el astuto beneficio), mucho tendrás ganado en todos los ordenes de la vida y de la convivencia, pues desde la Ley hasta la costumbre consideran la prudencia guía segura de los actos. Aunque pasa con ella, como con tantas otras que es primeramente buena para quien la posee, y solo de forma delgada y vicaria con los otros que a su lado se encuentren a los que a veces llega nada más el fleco escasamente abrigador de sus deshilachados perfiles. Y nos libren los dioses de un perverso prudente.
La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo.
La prudencia es la "regla recta de la acción", No se confunde ni con la timidez ni con el temor, ni con la doblez ni con la disimulación. Conduce las otras virtudes indicándole regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide su conducta según su juicio.
De esta manera descubrimos que la prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del hombre, "la felicidad"; entonces vemos su relación con la aquella otra virtud esencial: "La caridad", y podemos decir que estas dos virtudes son los nexos necesarios para todas las otras. Volviendo a la "Vida Espiritual" leemos:
La caridad es El Amor de Dios dado por el Espíritu Santo, que ejerce tanto en nosotros como en la Iglesia, su Poder unificador:

La caridad reúne todas las virtudes, como en un cuerpo vivo, y las ordena, cada una, según su papel, a la vida amorosa de Dios, fin ultimo verdadero y pleno del hombre. La caridad es la virtud por excelencia. Se encuentra en la vida espiritual. Podemos compararla con la Sangre, que bajo el impulso del corazón, circula por todo el cuerpo para alimentar los órganos. Sin ella, las otras virtudes se vuelven estériles y se marchitan; no pueden fructiferar ante Dios. Sin embargo la caridad no podría desarrollar su obra sin la prudencia, que representa para la vida espiritual lo que el ojo para el cuerpo. Gracias a la prudencia, virtud del juicio y la decisión, es como sabemos descubrir la medida que conviene en el ejercicio de cada virtud, incluida la práctica de la caridad. Por muy generosa que sea esta, se echaría a perder sin el discernimiento de la razón. La prudencia, como virtud de la razón creyente y amorosa, ejerce, también una Función general entre las virtudes:
Como alcanzarla.
Santo Tomás nos propone un camino por recorrer para llegar a una acción regulada por la prudencia:
• El recuerdo de la experiencia pasada: Si una persona no sabe reflexionar sobre lo que le ha sucedido a él y a los demás, no podrá aprender a vivir. De esta manera la Historia se transforma en maestra de la vida.
El obrar prudentemente es el resultado de un "comprender - juzgar" y no de un "amar - desear", mirando la comprensión como la total responsabilidad, como el verdadero Amor para llegar al final de la vocación humana "felicidad – gloria a Dios"
• Discernimiento al confrontar un hecho con el otro: una determinación con la otra: Descubrir en cada opción las desventajas y las ventajas que ofrecen para poder llegar a realizar una buena elección.
• Docilidad en seguir el consejo de personas experimentadas:
• Si seguimos este camino podremos actuar prudentemente y es camino seguro hacia la felicidad, aunque falta agregar la acción que el Espíritu Santo realiza dentro de nosotros.

El Espíritu Santo y las virtudes.
cuando abrimos nuestra inteligencia y nuestra voluntad a la luz de la Palabra de Dios. La esperanza y la caridad, activa mediante el compromiso espiritual, la gracia del Espíritu penetra en las virtudes morales, regidas por la razón y agrupadas en torno a la prudencia, que discierne lo que conviene hacer. La Gracia llega hasta la sensibilidad y la imaginación y desciende hasta las profundidades del inconsciente; se encarna asociando el mismo cuerpo al obrar espiritual, y de este modo ordena a todo ser humano a la bienaventuranza de Dios.
Por otra parte, en virtud de nuestra condición carnal asumida por Cristo, a la gracia interior le corresponden como instrumentos exteriores y visibles, la Escrituras en, la Biblia, y los Sacramentos con la liturgia. Así se establece una conexión esencial entre la vida espiritual, animada por las virtudes, la lectura de las Escrituras como Palabra de Dios y la vida sacramental, dispuesta en torno al Bautismo y la Eucaristía, como celebración de la Pasión del Señor.


Dios les bendiga por todas estas enseñanzas tan importantes para nuestro crecimiento tanto familiar como espiritual
Rolling Eyes
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I'm so sad, I'm gonna pray about it,
I'm so angry, I'm gonna let it go,
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Elizabeth Monopoli Acker
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MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 5:21 pm    Asunto: Re: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
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Comenta alguna de tus experiencias sobre la educación en virtudes en tu familia:

Aun no tengo hijos, pero tengo cierta experiencia al ayudar a criar a mi hermana a la que llevo 20 años. Siempre le he hablado desde un punto de vista catolico, en cercania, armonia y confianza. La he ayudado en su formacion, hablandole las cosas concretas de la vida e incentivandola a que se forme en sus virtudes como hija de Dios, sobre todo en lo que se refiere a la templanza, ya que en este momento es la virtud menos dada en los jovenes del siglo XXI. Tambien le hablo de las virtudes que veo en ella para que la incentive a mejorar como persona y catolica.





María Eugenia escribió:
LA FAMILIA: PRIMERA ESCUELA DE VIRTUDES

La madurez natural del ser humano es resultado del desarrollo armónico de las virtudes humanas. Y es difícil pensar conseguirlo sin contar con la familia, ya que en ésta, se puede lograr que las personas las desarrollen motivadas por el amor, por saber que todo miembro de la familia tiene el deber de ayudar a los demás miembros a mejorar.
El hogar y la vida en familia son la primera escuela de virtudes donde se trasmiten de forma natural a través de la vida cotidiana.

Virtud viene del latín vir que significa fuerza, e incluye todo aquello que perfecciona a la persona.

Es un hábito operativo bueno, una disposición estable en el individuo para la acción.
Es fuente de riqueza espiritual y perfección para el hombre que la practica.

En esta repetición de actos, lo más importante es:

* que hacen ser más y obrar mejor
* que potencian y engrandecen la capacidad de actuar
* que facilitan el uso correcto de la libertad.

El ser humano, formado por cuerpo y espíritu en una unidad sustancial, se ve sometido constantemente a impulsos que tiran de él en direcciones opuestas: por un lado, su parte material o sensible lo inclina fuertemente a la obtención de los bienes materiales; y por otro, su razón y su voluntad lo llevan a la búsqueda de la verdad y del bien.
Las virtudes actúan como un principio de unidad que permite al hombre integrar la razón y sentimientos, de modo que ambos converjan en un justo medio, subordinando las tendencias inferiores a las tendencias dictadas por la razón (superiores).
Cuando la persona carece del mando unificador (virtudes), puede fácilmente “absolutizar” el aspecto sensible de la realidad, ya que es el más inmediato y gratificante a corto plazo, pero lleva en sí mismo el germen del descontrol y la dispersión.
Aunque la sensibilidad es lo que permite disfrutar de la realidad viva, es la razón la que está diseñada para dirigir el accionar humano.

Dijimos que la virtud es un hábito operativo bueno, que orienta nuestras acciones al bien de manera continua e implica repetición. Pero esta repetición no puede ser una rutina de actitudes y comportamientos, es necesaria la presencia activa de la inteligencia y de la voluntad para conseguir en cada momento la verdad y la bondad.

Las virtudes son valores hechos vida. Son actos humanos nacidos del amor.
El estudio sistemático de las virtudes tuvo sus inicios en la época de Aristóteles, quien investigó científicamente el funcionamiento de las mismas como base de las perfecciones del hombre.

Hay tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Siguiendo a Santo Tomás, se pueden considerar como “hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del alma, para disponerlas a obrar según el dictamen de la razón iluminada por la fe”. Tienen por objeto al mismo Dios y son infusas, es decir, recibidas directamente por Dios.

Hay cuatro Virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Estas son adquiridas, es decir, el hombre puede esforzarse para desarrollar la virtud más y mejor a nivel natural. En torno a ellas giran todas las demás.

A todos los padres de familia les gustaría que sus hijos fueran ordenados, generosos, sinceros, responsables, leales, etc., pero existe mucha diferencia entre un deseo reflejado en la palabra “ojalá”, y un resultado deseado, previsto y alcanzable. Los padres tendrán que poner mucha “intencionalidad” en su desarrollo, para lo que pueden apoyarse en estos aspectos:

a) La intensidad con la que se vive
b) La rectitud de motivos al vivirla
c) La aclaración intelectual de lo que significa cada virtud
d) El ejemplo de la persona que está luchando por superarse personalmente.

Para decidir qué virtudes deberían considerarse prioritarias para cada edad, hace falta tener en cuenta:

1) los rasgos de la edad en cuestión
2) la naturaleza de cada virtud
3) las características y posibilidades reales de quien estamos educando
4) las características y necesidades de la familia y de la sociedad en la que se vive
5) las capacidades personales de los padres.

PRUDENCIA


Toda virtud es prudente. La prudencia es la virtud que nos ayuda en el conocimiento de la realidad objetiva, de lo que es verdad, y en la realización de lo que consideramos bueno.

Tiene una doble función:

* Conocer la realidad objetiva
* Ordenar nuestro querer y obrar para realizar el bien que deseamos.

Al conocer la realidad, la virtud facilita la reflexión adecuada antes de enjuiciar cualquier hecho o situación y, como consecuencia, se podrá tomar la decisión más acertada de acuerdo con criterios rectos y verdaderos.

Se trata por lo tanto de enseñar a discernir, a formar dichos criterios, a enjuiciar y decidir.

Para el conocimiento de la realidad (primera función), será necesario fomentar:

1. La disposición para conocer la realidad y ser coherente con ella.
2. Docilidad y humildad para aceptar lo que nos dicen y reconocer las propias capacidades y limitaciones.
3. Una gran objetividad para afrontar la realidad y decidirse por el bien, venciendo toda tentación de cobardía, injusticia e intemperancia.

Para ordenar nuestro querer y obrar hacia el bien (segunda función), es necesario:

1. Formar criterios rectos y verdaderos.
2. Desarrollar la capacidad crítica para apreciar los acontecimientos de acuerdo a esos criterios. Saber enjuiciar correctamente.
3. Tener la capacidad de decidir, de poner en marcha nuestro querer y obrar para realizar el bien de acuerdo con un enjuiciamiento correcto.

El fin de la prudencia más que conocer, es ayudarnos a decidir correctamente.
Es el modo que el hombre tiene de poseer, mediante sus decisiones y acciones, el bien propiamente humano: la verdad.
Es la madre de las virtudes y conductora de todos los hábitos buenos.

Lo contrario, o el vicio de la prudencia, es la Imprudencia, que incluye la precipitación, la inconsideración y la inconstancia y está relacionada con la falta de dominio sobre las pasiones.

Cuando nuestros hijos empiecen a tomar decisiones personales dentro de una zona limitada de autonomía, necesitarán de la Prudencia. Cuando esto sucede tenemos que guiarlo para que sepa en qué cosas debe obedecer y pedir consejo, y en cuáles puede decidir libremente. Necesitará de nosotros en situaciones nuevas donde no tenga la información adecuada, aunque poco a poco, se tendrá que enfrentar a un mayor número de decisiones que tomar.
Preparar a nuestros hijos para la etapa de toma de decisiones, que por lo general se da en la adolescencia, requiere de un adiestramiento previo por nuestra parte, en el desarrollo de una serie de capacidades en los hijos:

· de observación
· de distinguir entre hechos y opiniones
· de buscar información, distinguiendo entre lo importante y lo secundario
· de seleccionar fuentes
· de reconocer los propios prejuicios
· de analizar críticamente la información recibida y comprobar cualquier aspecto dudoso
· de relacionar causa y efecto
· de reconocer qué información es necesaria en cada caso
· de recordar.

Un ejercicio que ayuda a nuestros hijos a desarrollar estas habilidades es la lectura, pues implica un análisis mental, memoria, reconocimiento del tema principal y secundario, asimilar y sintetizar. Fomentemos con nuestro ejemplo este hábito sugiriendo lecturas formativas para la familia.
El contacto con el arte es otra manera indirecta de desarrollar la capacidad de observación y de sensibilizar, analizando un poco el contexto y vida del artista en cuestión, así como los elementos gráficos que constituyen la obra; investigar sobre ello amplia la información con que contamos.
Otro ejercicio útil es el análisis de programas de TV o anuncios, señalando los valores y antivalores que encontramos bajo un criterio correcto. El juicio nos lleva a poner sobre la mesa los valores, hacerlos tangibles y asimilarlos a nuestros criterios de actuación.

Educar en la prudencia es también permitir que asuma las consecuencias de sus errores, no tratar de resolverles la vida. Un buen consejo oportuno es valioso, pero tomar la decisión por ellos, no los hará madurar.
Se notará que un hijo está desarrollando la virtud de la prudencia, porque pide consejo, porque busca las fuentes adecuadas para documentarse, porque pondera esa información y la discute con sus padres y otras personas, porque llega a ser una persona de criterio y porque actúa o deja de actuar después de considerar las consecuencias del acto para él y para los demás.

JUSTICIA


Es dar a cada cual lo que le corresponde y supone un derecho previo que no puede ir en contra del derecho natural (por ejemplo, la ley del aborto: alegar “este es mi cuerpo y hago con él lo que quiero”, va en contra del derecho a la vida de otro ser humano).
Ser justo significa reconocer al otro en cuanto a otro, que tiene derecho a lo suyo; hacer el bien o el mal significa dar o retener lo que pertenece a otra persona con la que estoy comprometida de alguna forma. No basta la intención de nuestros actos, debe hablar de justicia.
El hombre que merece ser llamado el mejor, es el que es el más justo. La justicia tiene una supremacía sobre la Templanza y la Fortaleza, en cuanto a que no sólo ordena al hombre en sí mismo, sino también la convivencia con los demás.
La más auténtica perversión del bien humano es la injusticia y tiene su origen en dos causas: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso.
Como vemos la Justicia se realiza en función de los demás, por lo que no podemos desligarla de la Caridad.
La Justicia reside en la voluntad, no en el entendimiento y encuentra su pleno cumplimiento en tres estructuras:

1. La relación de los individuos entre sí (Justicia Conmutativa)
2. El todo social con los individuos (Justicia Distributiva)
3. Los individuos con el todo legal (Justicia Legal)

El niño pequeño realiza en ocasiones, actos injustos porque no los considera como tales. Pero en cuanto empieza a razonar, reconoce la injusticia al tratar que todos reciban lo mismo. Esto es alrededor de los siete u ocho años.
Hacia los once años se da cuenta que lo justo no es necesariamente el trato igualitario, sino más bien un trato de equidad, teniendo en cuenta la responsabilidad y las circunstancias de cada persona.
Los padres empezamos a mostrar a los pequeños las reglas del juego, luego vendrán las reglas impuestas por el grupo.

¿Qué herramientas son útiles para la construcción de esta virtud?

De 7 a 9 años:

· Aprender a establecer un acuerdo con un hermano o amigo y cumplirlo.
· Aceptar reglas, una vez conocidas.
· Respetar la propiedad ajena.
· Respetar las necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los hermanos, el silencio en momentos de estudio, llamar a la puerta, no interrumpir conversaciones.

De 9 a 13 años:

· Seguir insistiendo en actuaciones justas, explicando lo que es injusto.
· Ayudarles a comprender los motivos para ser justos.
· Aclarar las diferentes condiciones y circunstancias de cada persona.
· Enseñarles a rectificar y por lo tanto, a reparar.
· Ayudarles a reflexionar sobre la actuación adecuada, después de sufrir una injusticia de otro. Esto es muy doloroso, pero tenemos que fomentar el perdón, no la venganza, pues a quien más daña es a él mismo.
· Hablar de los demás con respeto, buscando lo positivo. Evitar el chisme y la calumnia.
· Devolver lo que nos prestan, en buenas condiciones.
· Hacerles ver las posibilidades que tiene los demás de realizar un acto bueno.
· Cumplir con las órdenes de los papás y otras autoridades.
· Evitar actos de injusticia, aunque sean pequeños y parezcan no tener importancia, paro repetidos crean un ambiente en el que es difícil realizar actos positivamente (contar pequeñas mentiras, colarse en la fila del cine, entrar al cine cuando no tienen edad, etc.).
· Fomentar su capacidad de reparar o rectificar ante el error, pedir perdón.

Es importante ser justo con cada uno de nuestros hijos, de acuerdo a su condición y circunstancias: edad, necesidades, estados de ánimo.

Aprovechemos el sentido de idealismo de los jóvenes, por ejemplo, para involucrarlos en alguna labor social. Es importante que nos vean que forma parte de nuestro diario actuar.
Al adolescente también es importante enseñarle lo que implica su papel de hijo, de hermano, de compañero y de ciudadano en su diario actuar, ayudarlo a comprender lo que es justo en cada momento. Esto es el derecho al respeto por parte de los demás, el derecho a la ayuda para alcanzar una mayor plenitud humana, derecho de participar de acuerdo en sus capacidades, derecho a convivir en orden y derecho a la intimidad. Obviamente compensados con el deber de actuar en congruencia, asumiendo las consecuencias lógicas de sus actos, ya sea en el cumplimiento o en la transgresión de sus deberes.

FORTALEZA

Esta virtud admite que el hombre es vulnerable. Tanto la Fortaleza como la Templanza suponen la debilidad del hombre y la existencia del mal que hacemos o que padecemos.
La función de esta virtud es el combatir este mal, nos ayuda a resistir y a cometer en situaciones dolorosas.
Consiste en aceptar el riesgo de sufrir o ser herido por la realización del bien. No es el peligro lo que busca, sino la realización del bien que la razón le demuestra.
La Fortaleza le exige al hombre lo más difícil, sin embargo no es la dificultad ni el esfuerzo lo que constituyen la virtud, sino únicamente la consecución del bien.
La Fortaleza se subordina a la Prudencia y a la Justicia: es una entrega de sí mismo de acuerdo con lo que dicta la razón.
Supone el temor del hombre al mal y el hacerle frente presenta los dos actos capitales de la fortaleza: Resistir y Acometer.
El acto más propio de la Fortaleza es el resistir y exige una enérgica actividad, un valeroso acto de perseverancia en la adhesión y obtención del bien. Y en el acometer, ayuda la iniciativa y la perseverancia.
Otros ingredientes necesarios son la paciencia, que significa no perder la serenidad; la confianza que el hombre pone en sí mismo.
Es la virtud de los convencidos capaces de luchar por un ideal. Como cristianos, es hacer por amor las pequeñas cosas de cada día; que en cada cosa que tenemos que lograr, pongamos todo nuestro esfuerzo.

Si tenemos clara la idea de la necesidad de formar a nuestros hijos, ¡a luchar! entonces por eso aún en contra de mi cansancio, de mi irritabilidad o de la búsqueda de mis propios intereses. Qué importante es enseñarles a esforzarse, a dominarse por lograr el bien; que sepan reconocerlo a pesar de las influencias de su propio medio, a resistir las tentaciones y a luchar por lo que quieren conseguir.

¿Qué podemos hacer como padres por nuestros hijos?

· Dejarlos luchar contra la frustración, no resolverles mágicamente sus problemas.
· Enseñarles a controlar sus impulsos.
· Retrasar los satisfactores inmediatos.
· Cumplir hasta el final con sus tareas asignadas.
· Practicar algún deporte.
· Enseñarles a decir que no ante un peligro.
· No decirles siempre que sí ni ceder a sus caprichos.
· Permitirles medir las consecuencias de sus actos.
· Evitar sobreprotegerlos.
· Permitirles la iniciativa.
· Educar en la perseverancia, de hábitos y de actividades.

Los tres vicios que se oponen a la Fortaleza son:

1. El temor. Se contrapone al valor que tenemos que tener para atacar (la injusticia, por ejemplo). Cuántas veces, por el temor al rechazo social, los jóvenes son incapaces de luchar por sus valores.
2. La osadía. Cuando actuamos con osadía, no tenemos prudencia, no medimos el riesgo. Es el acometer, simplemente por el acometer mismo, sin un bien ulterior buscado.
3. La indiferencia. Por no reconocer el deber de mejorar o por no querer enterarse de las influencias perjudiciales, adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa.

Por lo que debemos:

* Proporcionar a nuestros hijos posibilidades, no sólo para que hagan un esfuerzo, sino para que aprendan a resistir.
* Estimularlos para que por su propia iniciativa, emprendan caminos de mejora que supongan un esfuerzo continuado.
* Enseñarles la congruencia entre lo que creen y lo que hacen, a pesar del medio en que se desenvuelven.
* Como padres, formarnos y superarnos continuamente, poniendo ejemplo de lucha diaria por un ideal.

El desarrollo de esta virtud les dará la fuerza interior para sobrevivir como personas, reconociendo la situación que los rodea, tanto para resistir como para acometer, haciendo de sí mismos personas sin miedo al dolor. Hombres y mujeres que saben sufrir callando, que no buscan la compasión, sin miedo al sacrificio o a la lucha, que no se rinden ante las dificultades, sin miedo al miedo, sin timideces ni complejos imaginarios, incompatibles con la frivolidad, que no se escandalizan con lo que ven ni oyen. En una palabra, personas enteras.

TEMPLANZA

La templanza tiene un sentido y un fin: poner orden en el interior del hombre, de donde brota la tranquilidad del espíritu. Se refiere al orden en el propio yo.
Lo que distingue a la templanza de las demás virtudes es que opera exclusivamente sobre el sujeto que actúa; se revierte sobre la persona misma.

La tendencia natural hacia el placer sensible (que se obtiene en la comida, la bebida, la inclinación sexual), es el reflejo de las fuerzas naturales más potentes que actúan en la conservación del hombre. Cuando se desordenan pueden sobrepasar a las otras energías en forma destructora.
La templanza regula el orden y medida de estas tendencias naturales. Así, aparece como castidad, sobriedad, humildad y mansedumbre; en contra de la lujuria, el desenfreno, la soberbia o la cólera.
La falta de templanza descompone la estructura moral de las personas.
La virtud que se ve más afectada es la prudencia, ya que provoca una especie de ceguera del espíritu que incapacita para ver el bien y quita la fuerza de voluntad.
La templanza prepara a la inteligencia y a la voluntad para captar la verdad y el bien y capacita para la entrega en el amor.
Unicamente por la templanza se llega al goce de las cosas sensibles, sin reducirlos a su propio placer.

La castidad modera el instinto sexual por medio de un orden dictado por la razón.
La sobriedad distingue entre lo razonable y lo inmoderado en cuanto al uso del dinero, del tiempo y del esfuerzo, de acuerdo con criterios rectos y verdaderos. Se consigue un autodominio.
La humildad implica reconocer nuestros propios límites, aceptar una realidad primaria y definitiva, aceptar la condición del hombre de “ser creado”. La humildad no es otra cosa que la verdad. Está acompañada de la magnanimidad, es decir, el ser capaz de aspirar a lo extraordinario y hacernos dignos de ello; y no porque confiemos en nuestras propias fuerzas, sino porque el hombre se abandona en la fuerza de Dios.
La mansedumbre hace al hombre dueño de sí mismo, debilita la fuerza de sus pasiones, modera la ira y la ordena según la razón.

La ideología del mundo de hoy nos pone, y sobretodo a los jóvenes, una gran cantidad de estímulos en pro de la satisfacción de sus deseos, ya sea vía placer o consumismo. Suele tomar frases como:

· “¿Qué hay de malo en pasarla bien?”
· “Si yo trabajo, porqué no gastar mi tiempo y dinero como quiero...”
· “Cuando me divierto, no le hago daño a nadie...”
· “La moda es...”

No se trata de censurar esta actitud, sino de buscar un fin más importante que rija el modo de actuar del ser humano. Que no se quede en el actuar sólo por el placer. No se trata de no hacer daño solamente, sino de hacer el bien, gastar el dinero en nuestro bien y el de los demás. La “moda” no es justificación suficiente para dejar de lado las decisiones personales, sólo por el hecho de no ser diferente y de quedar aislado.
La sociedad de consumo hace difícil distinguir entre lo necesario y lo superfluo y nos crea necesidades.

El hombre sobrio no se engaña, disfruta de lo que tiene pero no se ata a ello. Controla sus pasiones sin permitir que sus caprichos lo controlen a él.
Vivir la sobriedad con alegría reflejará el testimonio que de esta virtud demos a los hijos: enseñarles a valorar lo que tienen y el esfuerzo que supone conseguirlo.
Si se entiende al trabajo únicamente como una manera de ganar dinero, es probable que la finalidad del tiempo libre sea gastarlo. De ahí la revalorización que debemos hacer no sólo del trabajo, sino del uso de nuestro tiempo.

¿Cómo educar esa sobriedad?
Enseñándoles:

1. A valorar lo que poseen y lo que pueden poseer.
2. A dominar sus caprichos con alegría.
3. A reflexionar el porqué de sus gastos.
4. La importancia que tiene no estar atado al placer.
5. A controlar ciertas apetencias.
6. Ideales elevados que lleven a una satisfacción profunda, en lugar de buscar lo superficial.
7. A actuar congruentemente con lo que perseguimos con voluntad.
8. Que nuestros reconocimientos a sus logros no son materiales.

En conclusión, algunos objetivos educativos que se derivan de cada virtud, se resumen en el siguiente cuadro:
http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/familia_y_vida/cuadro3-curso-familia.jpg

Comentarios al autor: crecerenfamilia@prodigy.net

Tutores del Curso

Emilio Avilés Cutillas. emilioaviles@es.catholic.net

P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com

Salvador Casadevall. salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

Marcela Velázquez. velazquezvmarce@gmail.com


Participación en el foro

Comenta alguna de tus experiencias sobre la educación en virtudes en tu familia

Es importante que al participar en el foro, leas los comentarios anteriores y participes enriqueciéndolos dando tu punto de vista, cuida el no ser repetitivo, el objetivo del foro no es "únicamente entregar la tarea" sino principalmente aprender de los comentarios
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Elizabeth Monopoli Acker
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Registrado: 10 Oct 2007
Mensajes: 20

MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 5:22 pm    Asunto: Re: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

Comenta alguna de tus experiencias sobre la educación en virtudes en tu familia:

Aun no tengo hijos, pero tengo cierta experiencia al ayudar a criar a mi hermana a la que llevo 20 años. Siempre le he hablado desde un punto de vista catolico, en cercania, armonia y confianza. La he ayudado en su formacion, hablandole las cosas concretas de la vida e incentivandola a que se forme en sus virtudes como hija de Dios, sobre todo en lo que se refiere a la templanza, ya que en este momento es la virtud menos dada en los jovenes del siglo XXI. Tambien le hablo de las virtudes que veo en ella para que la incentive a mejorar como persona y catolica.





María Eugenia escribió:
LA FAMILIA: PRIMERA ESCUELA DE VIRTUDES

La madurez natural del ser humano es resultado del desarrollo armónico de las virtudes humanas. Y es difícil pensar conseguirlo sin contar con la familia, ya que en ésta, se puede lograr que las personas las desarrollen motivadas por el amor, por saber que todo miembro de la familia tiene el deber de ayudar a los demás miembros a mejorar.
El hogar y la vida en familia son la primera escuela de virtudes donde se trasmiten de forma natural a través de la vida cotidiana.

Virtud viene del latín vir que significa fuerza, e incluye todo aquello que perfecciona a la persona.

Es un hábito operativo bueno, una disposición estable en el individuo para la acción.
Es fuente de riqueza espiritual y perfección para el hombre que la practica.

En esta repetición de actos, lo más importante es:

* que hacen ser más y obrar mejor
* que potencian y engrandecen la capacidad de actuar
* que facilitan el uso correcto de la libertad.

El ser humano, formado por cuerpo y espíritu en una unidad sustancial, se ve sometido constantemente a impulsos que tiran de él en direcciones opuestas: por un lado, su parte material o sensible lo inclina fuertemente a la obtención de los bienes materiales; y por otro, su razón y su voluntad lo llevan a la búsqueda de la verdad y del bien.
Las virtudes actúan como un principio de unidad que permite al hombre integrar la razón y sentimientos, de modo que ambos converjan en un justo medio, subordinando las tendencias inferiores a las tendencias dictadas por la razón (superiores).
Cuando la persona carece del mando unificador (virtudes), puede fácilmente “absolutizar” el aspecto sensible de la realidad, ya que es el más inmediato y gratificante a corto plazo, pero lleva en sí mismo el germen del descontrol y la dispersión.
Aunque la sensibilidad es lo que permite disfrutar de la realidad viva, es la razón la que está diseñada para dirigir el accionar humano.

Dijimos que la virtud es un hábito operativo bueno, que orienta nuestras acciones al bien de manera continua e implica repetición. Pero esta repetición no puede ser una rutina de actitudes y comportamientos, es necesaria la presencia activa de la inteligencia y de la voluntad para conseguir en cada momento la verdad y la bondad.

Las virtudes son valores hechos vida. Son actos humanos nacidos del amor.
El estudio sistemático de las virtudes tuvo sus inicios en la época de Aristóteles, quien investigó científicamente el funcionamiento de las mismas como base de las perfecciones del hombre.

Hay tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Siguiendo a Santo Tomás, se pueden considerar como “hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del alma, para disponerlas a obrar según el dictamen de la razón iluminada por la fe”. Tienen por objeto al mismo Dios y son infusas, es decir, recibidas directamente por Dios.

Hay cuatro Virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Estas son adquiridas, es decir, el hombre puede esforzarse para desarrollar la virtud más y mejor a nivel natural. En torno a ellas giran todas las demás.

A todos los padres de familia les gustaría que sus hijos fueran ordenados, generosos, sinceros, responsables, leales, etc., pero existe mucha diferencia entre un deseo reflejado en la palabra “ojalá”, y un resultado deseado, previsto y alcanzable. Los padres tendrán que poner mucha “intencionalidad” en su desarrollo, para lo que pueden apoyarse en estos aspectos:

a) La intensidad con la que se vive
b) La rectitud de motivos al vivirla
c) La aclaración intelectual de lo que significa cada virtud
d) El ejemplo de la persona que está luchando por superarse personalmente.

Para decidir qué virtudes deberían considerarse prioritarias para cada edad, hace falta tener en cuenta:

1) los rasgos de la edad en cuestión
2) la naturaleza de cada virtud
3) las características y posibilidades reales de quien estamos educando
4) las características y necesidades de la familia y de la sociedad en la que se vive
5) las capacidades personales de los padres.

PRUDENCIA


Toda virtud es prudente. La prudencia es la virtud que nos ayuda en el conocimiento de la realidad objetiva, de lo que es verdad, y en la realización de lo que consideramos bueno.

Tiene una doble función:

* Conocer la realidad objetiva
* Ordenar nuestro querer y obrar para realizar el bien que deseamos.

Al conocer la realidad, la virtud facilita la reflexión adecuada antes de enjuiciar cualquier hecho o situación y, como consecuencia, se podrá tomar la decisión más acertada de acuerdo con criterios rectos y verdaderos.

Se trata por lo tanto de enseñar a discernir, a formar dichos criterios, a enjuiciar y decidir.

Para el conocimiento de la realidad (primera función), será necesario fomentar:

1. La disposición para conocer la realidad y ser coherente con ella.
2. Docilidad y humildad para aceptar lo que nos dicen y reconocer las propias capacidades y limitaciones.
3. Una gran objetividad para afrontar la realidad y decidirse por el bien, venciendo toda tentación de cobardía, injusticia e intemperancia.

Para ordenar nuestro querer y obrar hacia el bien (segunda función), es necesario:

1. Formar criterios rectos y verdaderos.
2. Desarrollar la capacidad crítica para apreciar los acontecimientos de acuerdo a esos criterios. Saber enjuiciar correctamente.
3. Tener la capacidad de decidir, de poner en marcha nuestro querer y obrar para realizar el bien de acuerdo con un enjuiciamiento correcto.

El fin de la prudencia más que conocer, es ayudarnos a decidir correctamente.
Es el modo que el hombre tiene de poseer, mediante sus decisiones y acciones, el bien propiamente humano: la verdad.
Es la madre de las virtudes y conductora de todos los hábitos buenos.

Lo contrario, o el vicio de la prudencia, es la Imprudencia, que incluye la precipitación, la inconsideración y la inconstancia y está relacionada con la falta de dominio sobre las pasiones.

Cuando nuestros hijos empiecen a tomar decisiones personales dentro de una zona limitada de autonomía, necesitarán de la Prudencia. Cuando esto sucede tenemos que guiarlo para que sepa en qué cosas debe obedecer y pedir consejo, y en cuáles puede decidir libremente. Necesitará de nosotros en situaciones nuevas donde no tenga la información adecuada, aunque poco a poco, se tendrá que enfrentar a un mayor número de decisiones que tomar.
Preparar a nuestros hijos para la etapa de toma de decisiones, que por lo general se da en la adolescencia, requiere de un adiestramiento previo por nuestra parte, en el desarrollo de una serie de capacidades en los hijos:

· de observación
· de distinguir entre hechos y opiniones
· de buscar información, distinguiendo entre lo importante y lo secundario
· de seleccionar fuentes
· de reconocer los propios prejuicios
· de analizar críticamente la información recibida y comprobar cualquier aspecto dudoso
· de relacionar causa y efecto
· de reconocer qué información es necesaria en cada caso
· de recordar.

Un ejercicio que ayuda a nuestros hijos a desarrollar estas habilidades es la lectura, pues implica un análisis mental, memoria, reconocimiento del tema principal y secundario, asimilar y sintetizar. Fomentemos con nuestro ejemplo este hábito sugiriendo lecturas formativas para la familia.
El contacto con el arte es otra manera indirecta de desarrollar la capacidad de observación y de sensibilizar, analizando un poco el contexto y vida del artista en cuestión, así como los elementos gráficos que constituyen la obra; investigar sobre ello amplia la información con que contamos.
Otro ejercicio útil es el análisis de programas de TV o anuncios, señalando los valores y antivalores que encontramos bajo un criterio correcto. El juicio nos lleva a poner sobre la mesa los valores, hacerlos tangibles y asimilarlos a nuestros criterios de actuación.

Educar en la prudencia es también permitir que asuma las consecuencias de sus errores, no tratar de resolverles la vida. Un buen consejo oportuno es valioso, pero tomar la decisión por ellos, no los hará madurar.
Se notará que un hijo está desarrollando la virtud de la prudencia, porque pide consejo, porque busca las fuentes adecuadas para documentarse, porque pondera esa información y la discute con sus padres y otras personas, porque llega a ser una persona de criterio y porque actúa o deja de actuar después de considerar las consecuencias del acto para él y para los demás.

JUSTICIA


Es dar a cada cual lo que le corresponde y supone un derecho previo que no puede ir en contra del derecho natural (por ejemplo, la ley del aborto: alegar “este es mi cuerpo y hago con él lo que quiero”, va en contra del derecho a la vida de otro ser humano).
Ser justo significa reconocer al otro en cuanto a otro, que tiene derecho a lo suyo; hacer el bien o el mal significa dar o retener lo que pertenece a otra persona con la que estoy comprometida de alguna forma. No basta la intención de nuestros actos, debe hablar de justicia.
El hombre que merece ser llamado el mejor, es el que es el más justo. La justicia tiene una supremacía sobre la Templanza y la Fortaleza, en cuanto a que no sólo ordena al hombre en sí mismo, sino también la convivencia con los demás.
La más auténtica perversión del bien humano es la injusticia y tiene su origen en dos causas: la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso.
Como vemos la Justicia se realiza en función de los demás, por lo que no podemos desligarla de la Caridad.
La Justicia reside en la voluntad, no en el entendimiento y encuentra su pleno cumplimiento en tres estructuras:

1. La relación de los individuos entre sí (Justicia Conmutativa)
2. El todo social con los individuos (Justicia Distributiva)
3. Los individuos con el todo legal (Justicia Legal)

El niño pequeño realiza en ocasiones, actos injustos porque no los considera como tales. Pero en cuanto empieza a razonar, reconoce la injusticia al tratar que todos reciban lo mismo. Esto es alrededor de los siete u ocho años.
Hacia los once años se da cuenta que lo justo no es necesariamente el trato igualitario, sino más bien un trato de equidad, teniendo en cuenta la responsabilidad y las circunstancias de cada persona.
Los padres empezamos a mostrar a los pequeños las reglas del juego, luego vendrán las reglas impuestas por el grupo.

¿Qué herramientas son útiles para la construcción de esta virtud?

De 7 a 9 años:

· Aprender a establecer un acuerdo con un hermano o amigo y cumplirlo.
· Aceptar reglas, una vez conocidas.
· Respetar la propiedad ajena.
· Respetar las necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los hermanos, el silencio en momentos de estudio, llamar a la puerta, no interrumpir conversaciones.

De 9 a 13 años:

· Seguir insistiendo en actuaciones justas, explicando lo que es injusto.
· Ayudarles a comprender los motivos para ser justos.
· Aclarar las diferentes condiciones y circunstancias de cada persona.
· Enseñarles a rectificar y por lo tanto, a reparar.
· Ayudarles a reflexionar sobre la actuación adecuada, después de sufrir una injusticia de otro. Esto es muy doloroso, pero tenemos que fomentar el perdón, no la venganza, pues a quien más daña es a él mismo.
· Hablar de los demás con respeto, buscando lo positivo. Evitar el chisme y la calumnia.
· Devolver lo que nos prestan, en buenas condiciones.
· Hacerles ver las posibilidades que tiene los demás de realizar un acto bueno.
· Cumplir con las órdenes de los papás y otras autoridades.
· Evitar actos de injusticia, aunque sean pequeños y parezcan no tener importancia, paro repetidos crean un ambiente en el que es difícil realizar actos positivamente (contar pequeñas mentiras, colarse en la fila del cine, entrar al cine cuando no tienen edad, etc.).
· Fomentar su capacidad de reparar o rectificar ante el error, pedir perdón.

Es importante ser justo con cada uno de nuestros hijos, de acuerdo a su condición y circunstancias: edad, necesidades, estados de ánimo.

Aprovechemos el sentido de idealismo de los jóvenes, por ejemplo, para involucrarlos en alguna labor social. Es importante que nos vean que forma parte de nuestro diario actuar.
Al adolescente también es importante enseñarle lo que implica su papel de hijo, de hermano, de compañero y de ciudadano en su diario actuar, ayudarlo a comprender lo que es justo en cada momento. Esto es el derecho al respeto por parte de los demás, el derecho a la ayuda para alcanzar una mayor plenitud humana, derecho de participar de acuerdo en sus capacidades, derecho a convivir en orden y derecho a la intimidad. Obviamente compensados con el deber de actuar en congruencia, asumiendo las consecuencias lógicas de sus actos, ya sea en el cumplimiento o en la transgresión de sus deberes.

FORTALEZA

Esta virtud admite que el hombre es vulnerable. Tanto la Fortaleza como la Templanza suponen la debilidad del hombre y la existencia del mal que hacemos o que padecemos.
La función de esta virtud es el combatir este mal, nos ayuda a resistir y a cometer en situaciones dolorosas.
Consiste en aceptar el riesgo de sufrir o ser herido por la realización del bien. No es el peligro lo que busca, sino la realización del bien que la razón le demuestra.
La Fortaleza le exige al hombre lo más difícil, sin embargo no es la dificultad ni el esfuerzo lo que constituyen la virtud, sino únicamente la consecución del bien.
La Fortaleza se subordina a la Prudencia y a la Justicia: es una entrega de sí mismo de acuerdo con lo que dicta la razón.
Supone el temor del hombre al mal y el hacerle frente presenta los dos actos capitales de la fortaleza: Resistir y Acometer.
El acto más propio de la Fortaleza es el resistir y exige una enérgica actividad, un valeroso acto de perseverancia en la adhesión y obtención del bien. Y en el acometer, ayuda la iniciativa y la perseverancia.
Otros ingredientes necesarios son la paciencia, que significa no perder la serenidad; la confianza que el hombre pone en sí mismo.
Es la virtud de los convencidos capaces de luchar por un ideal. Como cristianos, es hacer por amor las pequeñas cosas de cada día; que en cada cosa que tenemos que lograr, pongamos todo nuestro esfuerzo.

Si tenemos clara la idea de la necesidad de formar a nuestros hijos, ¡a luchar! entonces por eso aún en contra de mi cansancio, de mi irritabilidad o de la búsqueda de mis propios intereses. Qué importante es enseñarles a esforzarse, a dominarse por lograr el bien; que sepan reconocerlo a pesar de las influencias de su propio medio, a resistir las tentaciones y a luchar por lo que quieren conseguir.

¿Qué podemos hacer como padres por nuestros hijos?

· Dejarlos luchar contra la frustración, no resolverles mágicamente sus problemas.
· Enseñarles a controlar sus impulsos.
· Retrasar los satisfactores inmediatos.
· Cumplir hasta el final con sus tareas asignadas.
· Practicar algún deporte.
· Enseñarles a decir que no ante un peligro.
· No decirles siempre que sí ni ceder a sus caprichos.
· Permitirles medir las consecuencias de sus actos.
· Evitar sobreprotegerlos.
· Permitirles la iniciativa.
· Educar en la perseverancia, de hábitos y de actividades.

Los tres vicios que se oponen a la Fortaleza son:

1. El temor. Se contrapone al valor que tenemos que tener para atacar (la injusticia, por ejemplo). Cuántas veces, por el temor al rechazo social, los jóvenes son incapaces de luchar por sus valores.
2. La osadía. Cuando actuamos con osadía, no tenemos prudencia, no medimos el riesgo. Es el acometer, simplemente por el acometer mismo, sin un bien ulterior buscado.
3. La indiferencia. Por no reconocer el deber de mejorar o por no querer enterarse de las influencias perjudiciales, adoptan una actitud pasiva, cómoda o perezosa.

Por lo que debemos:

* Proporcionar a nuestros hijos posibilidades, no sólo para que hagan un esfuerzo, sino para que aprendan a resistir.
* Estimularlos para que por su propia iniciativa, emprendan caminos de mejora que supongan un esfuerzo continuado.
* Enseñarles la congruencia entre lo que creen y lo que hacen, a pesar del medio en que se desenvuelven.
* Como padres, formarnos y superarnos continuamente, poniendo ejemplo de lucha diaria por un ideal.

El desarrollo de esta virtud les dará la fuerza interior para sobrevivir como personas, reconociendo la situación que los rodea, tanto para resistir como para acometer, haciendo de sí mismos personas sin miedo al dolor. Hombres y mujeres que saben sufrir callando, que no buscan la compasión, sin miedo al sacrificio o a la lucha, que no se rinden ante las dificultades, sin miedo al miedo, sin timideces ni complejos imaginarios, incompatibles con la frivolidad, que no se escandalizan con lo que ven ni oyen. En una palabra, personas enteras.

TEMPLANZA

La templanza tiene un sentido y un fin: poner orden en el interior del hombre, de donde brota la tranquilidad del espíritu. Se refiere al orden en el propio yo.
Lo que distingue a la templanza de las demás virtudes es que opera exclusivamente sobre el sujeto que actúa; se revierte sobre la persona misma.

La tendencia natural hacia el placer sensible (que se obtiene en la comida, la bebida, la inclinación sexual), es el reflejo de las fuerzas naturales más potentes que actúan en la conservación del hombre. Cuando se desordenan pueden sobrepasar a las otras energías en forma destructora.
La templanza regula el orden y medida de estas tendencias naturales. Así, aparece como castidad, sobriedad, humildad y mansedumbre; en contra de la lujuria, el desenfreno, la soberbia o la cólera.
La falta de templanza descompone la estructura moral de las personas.
La virtud que se ve más afectada es la prudencia, ya que provoca una especie de ceguera del espíritu que incapacita para ver el bien y quita la fuerza de voluntad.
La templanza prepara a la inteligencia y a la voluntad para captar la verdad y el bien y capacita para la entrega en el amor.
Unicamente por la templanza se llega al goce de las cosas sensibles, sin reducirlos a su propio placer.

La castidad modera el instinto sexual por medio de un orden dictado por la razón.
La sobriedad distingue entre lo razonable y lo inmoderado en cuanto al uso del dinero, del tiempo y del esfuerzo, de acuerdo con criterios rectos y verdaderos. Se consigue un autodominio.
La humildad implica reconocer nuestros propios límites, aceptar una realidad primaria y definitiva, aceptar la condición del hombre de “ser creado”. La humildad no es otra cosa que la verdad. Está acompañada de la magnanimidad, es decir, el ser capaz de aspirar a lo extraordinario y hacernos dignos de ello; y no porque confiemos en nuestras propias fuerzas, sino porque el hombre se abandona en la fuerza de Dios.
La mansedumbre hace al hombre dueño de sí mismo, debilita la fuerza de sus pasiones, modera la ira y la ordena según la razón.

La ideología del mundo de hoy nos pone, y sobretodo a los jóvenes, una gran cantidad de estímulos en pro de la satisfacción de sus deseos, ya sea vía placer o consumismo. Suele tomar frases como:

· “¿Qué hay de malo en pasarla bien?”
· “Si yo trabajo, porqué no gastar mi tiempo y dinero como quiero...”
· “Cuando me divierto, no le hago daño a nadie...”
· “La moda es...”

No se trata de censurar esta actitud, sino de buscar un fin más importante que rija el modo de actuar del ser humano. Que no se quede en el actuar sólo por el placer. No se trata de no hacer daño solamente, sino de hacer el bien, gastar el dinero en nuestro bien y el de los demás. La “moda” no es justificación suficiente para dejar de lado las decisiones personales, sólo por el hecho de no ser diferente y de quedar aislado.
La sociedad de consumo hace difícil distinguir entre lo necesario y lo superfluo y nos crea necesidades.

El hombre sobrio no se engaña, disfruta de lo que tiene pero no se ata a ello. Controla sus pasiones sin permitir que sus caprichos lo controlen a él.
Vivir la sobriedad con alegría reflejará el testimonio que de esta virtud demos a los hijos: enseñarles a valorar lo que tienen y el esfuerzo que supone conseguirlo.
Si se entiende al trabajo únicamente como una manera de ganar dinero, es probable que la finalidad del tiempo libre sea gastarlo. De ahí la revalorización que debemos hacer no sólo del trabajo, sino del uso de nuestro tiempo.

¿Cómo educar esa sobriedad?
Enseñándoles:

1. A valorar lo que poseen y lo que pueden poseer.
2. A dominar sus caprichos con alegría.
3. A reflexionar el porqué de sus gastos.
4. La importancia que tiene no estar atado al placer.
5. A controlar ciertas apetencias.
6. Ideales elevados que lleven a una satisfacción profunda, en lugar de buscar lo superficial.
7. A actuar congruentemente con lo que perseguimos con voluntad.
8. Que nuestros reconocimientos a sus logros no son materiales.

En conclusión, algunos objetivos educativos que se derivan de cada virtud, se resumen en el siguiente cuadro:
http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/familia_y_vida/cuadro3-curso-familia.jpg

Comentarios al autor: crecerenfamilia@prodigy.net

Tutores del Curso

Emilio Avilés Cutillas. emilioaviles@es.catholic.net

P. Emilio Acosta Díaz. acostadi@msn.com

Salvador Casadevall. salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

Marcela Velázquez. velazquezvmarce@gmail.com


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Fabiola Campos Gutiérrez
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Registrado: 01 Oct 2007
Mensajes: 9

MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 6:18 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

Saludos a todos:

Quiero compartirles que cuando estaba estudiando este tema, me acorde de cuando mi esposo y su servidora, tratábamos de trasmitir a un grupo de jóvenes que realizan apostolado en campamentos católicos lo de las virtudes. No teníamos varios conceptos tan claros, y me da mucha alegría de que nos lo hayan dado y bueno ya tenemos más elementos para darlos a los demás.
En familia al igual que varios de los compañeros trasmiten, hemos actuado para acrecentar las virtudes desde el fundamento esencial que es el amor, la verdad nos cuesta pero estamos en la lucha. La virtud que más deseo trabajar de manera personal es la templanza, me dejó mucho su concepto, que la verdad no había leído y creo que es buena para ser mejor, esposa y madre.
Gracias por sus comentarios que hacen crecer como persona y familia.
Dios los llene de bendiciones.

NOTA: No recibí el tema en mi correo, quiero pedirles por favor si lo consideran en lo sucesivo y mil gracias.

Faby.
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victoria eugenia silva
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Registrado: 12 Oct 2007
Mensajes: 20
Ubicación: colombia

MensajePublicado: Vie Feb 01, 2008 8:32 pm    Asunto:
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

Very Happy Queridos amigos un saludo muy especial!! Bueno, que tema mas complejo! Leyendo el contenido detalladamente, me doy cuenta que hemos tratado de inculcar y de formar a nuestros hijos de 20 y 17 años en esas virtudes. Una de las principales herramientas como ya lo han dicho antes es el ejemplo, entonces puede que algunas veces encontremos limitaciones en ese aspecto pues nosotros mismos algunas veces fallamos en la práctica. Aunque lo importante es estar conciente de que podemos fallar y explicarles que como padres no somos perfectos y que nosotros mismos estamos en un camino de perfeccionamiento de esas virtudes. Aprovechamos momentos de tranquilidad para reflexionar sobre estos temas y analizamos lo que está pasando en el mundo, lo que sucede con la juventud, con la familia y de esta forma fortalecemos el dialogo, buscamos un camino común que nos conduzca al camino del bien y a la práctica de todo lo bueno, aunque algunas veces no seamos perfectos, si sabemos que llegar a ser hombres y mujeres virtuosos es nuestro mas grande reto como seres humanos. Considero muy ùtil el material de esta semana para hacer un examen de como hemos venido enseñando o prácticando en lo personal cada una de las virtudes y a la vez darnos cuenta detalladamente de aquellos aspectos en que estemos fallando. Mil gracias!!
_________________
vickina
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FERNANDO GARCIA MUENTES
Esporádico


Registrado: 03 Oct 2007
Mensajes: 82
Ubicación: CARTAGENA- COLOMBIA

MensajePublicado: Sab Feb 02, 2008 1:46 am    Asunto: LA EDUCACIÓN EN LAS VIRTUDES
Tema: TEMA VII. PRIMERA PARTE. CRECER EN VIRTUDES
Responder citando

La mayor experiencia que hemos tenido en familia para crecer en las virtudes ha sido aprender y hacer que todos seamos concientes de que es necesario amarnos mutuamente como Dios nos ama y el aceptarnos tal como somos. Creo que alli se cimienta el crecimiento de la familia y podremos reafirmar la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Al amarnos aprendemos a ser prudentes y ser conocedores de nuestra realidad, educandonos a que no podemos ser exigentes sino a conformarnos con lo que somos y tenemos, siendo humildes, sencillos y responsables con nuestros deberes.

http://salvatorianos.blogspot.com
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