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Para profesionales de la salud

 
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clauabru
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Registrado: 04 Oct 2005
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MensajePublicado: Mar Mar 04, 2008 11:01 pm    Asunto: Para profesionales de la salud
Tema: Para profesionales de la salud
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A los profesionales de la salud que visitan nuestro foro los invito a que revisen esta página Web, en ella se pueden interiorizar del trabajo que se está realizando en Latinoamérica y el Caribe.

La premisa es "globalizar la solidaridad" trabajando coordinadamente asistiendo a nuestros hermanos enfermos de manera integral, en sus dimensiones Médica, Espiritual, Psicológica y Social.

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Ultima edición por clauabru el Dom Jun 01, 2008 9:36 pm, editado 1 vez
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clauabru
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Registrado: 04 Oct 2005
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MensajePublicado: Vie Abr 25, 2008 4:04 am    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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Discurso que dirigió Su Santidad Benedicto XVI en audiencia a los participantes en el congreso «Junto al enfermo incurable y al moribundo: orientaciones éticas y operativas»


Queridos hermanos y hermanas:

Con alegría os saludo a todos los que participáis en el congreso convocado por la Academia Pontificia para la Vida sobre el tema «Junto al enfermo incurable y al moribundo: orientaciones éticas y operativas». El Congreso se celebra con motivo de la XIV Asamblea General de la Academia, cuyos miembros también participan en esta audiencia. Doy las gracias ante todo al presidente, monseñor Sgreccia, por su gentil saludo; junto a él doy las gracias a toda la presidencia, al consejo directivo de la Academia Pontificia, a todos los colaboradores y miembros ordinarios, honorarios y corresponsales. Quiero dirigir un saludo agradecido a los conferenciantes en este importante congreso, así como a todos los participantes que proceden de diferentes países del mundo. Vuestro generoso compromiso y vuestro testimonio merecen verdaderamente encomio.

La simple consideración de los títulos de las intervenciones en el congreso permite percibir el amplio panorama de vuestra reflexión y el interés que reviste para estos momentos, en particular en el mundo secularizado de hoy. Tratáis de responder a los numerosos problemas planteados cada día por el incesante progreso de las ciencias médicas, cuya actividad recibe cada vez más el apoyo de instrumentos tecnológicos de elevado nivel. Ante todo esto, emerge con urgencia el desafío para todos, en especial para la Iglesia, vivificada por el Señor resucitado, de ofrecer al amplio horizonte de la vida humana el esplendor de la verdad revelada y el apoyo de la esperanza.

Cuando se apaga una vida, ya sea en edad avanzada, en la aurora de la existencia terrena, o en pleno florecimiento por causas imprevistas, no hay que ver en esto un simple hecho biológico que se agota, o una biografía que se cierra, sino más bien un nuevo nacimiento y una existencia renovada, ofrecida por el Resucitado a quien no se ha opuesto voluntariamente a su Amor.

Con la muerte se concluye la experiencia terrena, pero a través de la muerte se abre también para cada uno de nosotros, más allá del tiempo, la vida plena y definitiva. El Señor de la vida está presente junto al enfermo como quien vive y da la vida, pues ha dicho: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Juan 10,10). «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá» (Juan 11, 25) y «Yo le resucitaré el último día» (Juan 6, 54). En ese momento solemne y sacro, todos los esfuerzos realizados en la esperanza cristiana para mejorarnos a nosotros mismos y al mundo que se nos ha encomendado, purificados por la Gracia, encuentran su sentido y se enriquecen gracias al amor de Dios Creador y Padre. Cuando, en el momento de la muerte, la relación de Dios se realiza plenamente en el encuentro con «Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces vivimos» (carta encíclica Spe salvi, 27).

Para la comunidad de los creyentes, este encuentro del moribundo con la Fuente de la Vida y del Amor representa un don que tiene un valor para todos, que enriquece la comunión de todos los fieles. Debe suscitar el interés y la participación de la comunidad, no sólo de la familia de los parientes próximos, sino, en la medida y en las formas posibles, de toda la comunidad que ha estado ligada a la persona que muere. Ningún creyente debería morir en la soledad y en el abandono.

La Madre Teresa de Calcuta ponía una particular atención por acoger a los pobres y a los abandonados para que al menos en el momento de la muerte pudieran experimentar, en el abrazo de las hermanas y de los hermanos, el calor del Padre.

Pero la comunidad cristiana, con sus vínculos particulares de comunión sobrenatural, no es la única que está comprometida en acompañar y celebrar en sus miembros el misterio del dolor y de la muerte y la aurora de la nueva vida. En realidad, toda la sociedad a través de sus instituciones sanitarias y civiles está llamada a respetar la vida y la dignidad del enfermo grave y del moribundo.

Aun siendo conscientes de que «no es la ciencia la que redime al hombre» (Benedicto XVI, Spe salvi, 26), toda la sociedad y en particular los sectores relacionados con la ciencia médica deben expresar la solidaridad del amor, la salvaguardia y el respeto de la vida humana en todos los momentos de su desarrollo terreno, sobre todo cuando padece una enfermedad o se encuentra en su fase terminal.

Más en concreto, se trata de asegurar a toda persona que lo necesite el apoyo necesario por medio de terapias e intervenciones médicas adecuadas, administradas según los criterios de la proporcionalidad médica, siempre teniendo en cuenta el deber moral de suministrar (por parte del médico) y de acoger (por parte del paciente) aquellos medios de preservación de la vida que, en la situación concreta, resulten «ordinarios».

Por el contrario, en lo que se refiere a las terapias consideradas arriesgadas o que puedan juzgarse prudentemente como «extraordinarias», recurrir a ellas es moralmente lícito, aunque facultativo. Además, es necesario asegurar siempre a cada persona los cuidados necesarios y debidos, además del apoyo a las familias más probadas por la enfermedad de uno de sus miembros, sobre todo si es grave o se prolonga.

Así como en el derecho laboral normalmente se reconocen los derechos específicos de los familiares en el momento de un nacimiento, del mismo modo y especialmente en ciertas circunstancias deberían reconocerse unos derechos parecidos a los familiares próximos en el momento de la enfermedad terminal de su allegado. Una sociedad solidaria y humanitaria no puede dejar de tener en cuenta las difíciles condiciones de las familias que, en ocasiones durante largos períodos, tienen que cargar con el peso de la asistencia a domicilio de enfermos graves no autosuficientes. Un mayor respeto de la vida humana individual pasa inevitablemente por la solidaridad concreta de todos y cada uno, constituyendo uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo.

Como he recordado en la encíclica Spe salvi, «la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana» (n. 38).

En una sociedad compleja, fuertemente influenciada por las dinámicas de la productividad y por las exigencias de la economía, las personas frágiles y las familias más pobres corren el riesgo, en los momentos dificultad económica y/o de enfermedad, de quedar atropelladas. En las grandes ciudades hay cada vez más personas ancianas y solas, incluso en los momentos de enfermedad grave y de cercanía a la muerte. En estas situaciones, se hacen agudas las presiones de la eutanasia, sobre todo cuando se insinúa una visión utilitarista en relación con la persona. Aprovecho esta oportunidad para recordar, una vez más, la firme y constante condena ética de toda forma de eutanasia directa, según la enseñanza tradicional de la Iglesia.

El esfuerzo, uniendo sinergias, de la sociedad civil y de la comunidad de los creyentes debe orientarse a que todos puedan no sólo vivir con dignidad y responsablemente, sino también atravesar el momento de la prueba y de la muerte en la mejor condición de fraternidad y solidaridad, incluso cuando la muerte se da en una familia pobre o en el lecho de un hospital.

La Iglesia, con sus instituciones ya establecidas y con nuevas iniciativas, está llamada a ofrecer el testimonio de caridad operante, especialmente ante las situaciones críticas de personas no autosuficientes y privadas de apoyos familiares, y ante los enfermos graves que necesitan cuidados paliativos, así como una apropiada asistencia religiosa. Por una parte, la movilización espiritual de las comunidades parroquiales y diocesanas, y por otra, la creación o potenciación de las estructuras dependientes de la Iglesia, podrán alentar y sensibilizar a todo el ambiente social para que se ofrezca y testimonie solidaridad y caridad a todo hombre que sufre, en particular quien se acerca al momento de la muerte.

La sociedad, por su parte, debe asegurar el debido apoyo a las familias que quieren atender en casa, durante largos períodos, a enfermos afligidos por patologías degenerativas (tumorales o neurodegenerativas, etc.) o necesitados de una asistencia particularmente comprometedora. De manera especial, se necesita el compromiso de todas las fuerzas vivas y responsables de la sociedad con esas instituciones de asistencia específica que necesitan un personal numeroso y especializado así como equipos particularmente caros. Las sinergias entre la Iglesia y las instituciones pueden ser especialmente importantes en estos campos para asegurar la ayuda necesaria a la vida humana en el momento de la fragilidad.

Deseando que en este congreso internacional, celebrado en concomitancia con el Jubileo de las apariciones de Lourdes, se puedan encontrar nuevas propuestas para aliviar la situación de quienes tiene que afrontar formas terminales de enfermedad, os exhorto a continuar con vuestro benemérito compromiso al servicio de la vida en cada una de sus fases. Con estos sentimientos, os aseguro mi oración en apoyo a vuestro trabajo y os acompaño con una bendición apostólica especial.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

Fuente

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llazcano13
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MensajePublicado: Vie Abr 25, 2008 7:14 pm    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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Excelente sugerencia Clau, vamos a darle vida a este foro!!!
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El día de la Asunción del año 1583, al recibir la sagrada comunión en la iglesia de los padres jesuitas, de Madrid, oyó una voz que le decía: «Luis, ingresa en la Compañía de Jesús»
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clauabru
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Registrado: 04 Oct 2005
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Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Vie Abr 25, 2008 10:52 pm    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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llazcano13 escribió:
Excelente sugerencia Clau, vamos a darle vida a este foro!!!

¡Gracias Luis! hagamos lo posible para que prospere este espacio,
para mayor gloria de Dios Very Happy

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lula26
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Registrado: 10 May 2008
Mensajes: 2

MensajePublicado: Sab May 10, 2008 11:09 am    Asunto: Re: Para profesionales de la salud
Tema: Para profesionales de la salud
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Hola!!

He visitado la página y me parece que se está haciendo una labor formidable!!

Un saludo y mucho ánimo!!
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clauabru
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Registrado: 04 Oct 2005
Mensajes: 6144
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Dom Jun 01, 2008 9:32 pm    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI con ocasión de la XVI Jornada Mundial del Enfermo

11 de febrero de 2008


Queridos hermanos y hermanas:

1. El 11 de febrero, conmemoración de la Beata María Virgen de Lourdes, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo, ocasión propicia para reflexionar en torno al sentido del dolor cristiano y sobre el deber cristiano de ocuparnos de él bajo cualquier situación que se presente. Dicha significativa celebración está relacionada este año con dos acontecimientos importantes para la vida de la Iglesia, como lo manifiesta claramente el tema escogido "La Eucaristía, Lourdes y el cuidado pastoral de los enfermos": el 150° aniversario de las apariciones de la Inmaculada en Lourdes y la celebración del Congreso Eucarístico Internacional en Québec, Canadá. De este modo, se brinda una oportunidad especial para considerar la estrecha relación que existe entre el Misterio eucarístico, el papel de María en el proyecto salvífico y la realidad del dolor y del sufrimiento humano.

Los 150 años de las apariciones de Lourdes nos invitan a dirigir nuestra mirada hacia la Virgen Santísima, cuya Inmaculada Concepción constituye el don sublime y gratuito de Dios a una mujer, a fin de que adhiriese totalmente a los designios divinos con una fe firme e inquebrantable, no obstante las pruebas y los sufrimientos que habría tenido que afrontar. Por esta razón, María es modelo de abandono total a la voluntad de Dios: acogió en su corazón el Verbo eterno y lo concibió en su seno virginal; se fió de Dios y, con el alma atravesada por la espada del dolor (cfr Lc 2,35), no vaciló en compartir la pasión de su Hijo renovando en el Calvario a los pies de la Cruz el "sí" de la Anunciación. Meditar sobre la Inmaculada Concepción de María es, pues, dejarse atraer por el «sí» que la unió admirablemente a la misión de Cristo, Redentor de la humanidad, y dejarse tomar y guiar de la mano por Ella, para pronunciar también nosotros el "fiat" a la voluntad de Dios con toda nuestra existencia entretejida de gozos y tristezas, de esperanzas y desilusiones, con la convicción de que las pruebas, el dolor y el sufrimiento enriquecen de sentido nuestra peregrinación en la tierra.

2. No se puede contemplar a María sin ser atraídos por Cristo y no se puede mirar a Cristo sin advertir de inmediato la presencia de María. Existe un vínculo inseparable entre la Madre y el Hijo generado en su seno por obra del Espíritu Santo, y este vínculo lo advertimos, de modo misterioso, en el Sacramento de la Eucaristía, tal como lo han puesto de relieve los Padres de la Iglesia y los teólogos. "La carne nacida de María, que viene del Espíritu Santo, es el pan que ha descendido del cielo", afirma san Hilario de Poitiers, mientras que en el Sacramentario Bergomense del siglo IX leemos: "Su seno ha hecho florecer un fruto, un pan que nos ha llenado de un don angelical. María ha restituido a la salvación lo que Eva había destruido con su culpa". Del mismo modo, Pier Damiani observa: "El cuerpo que la Beatísima Virgen generó y nutrió en su seno con cuidado materno, ese cuerpo digo, sin duda y no otro, ahora lo recibimos del sagrado altar, y bebemos la sangre como sacramento de nuestra redención. Esto cree la fe católica, esto enseña fielmente la santa Iglesia". El vínculo de la Virgen Santa con su Hijo, Cordero inmolado que quita los pecados del mundo, se extiende a la Iglesia Cuerpo místico de Cristo. María – afirma el Siervo de Dios Juan Pablo II – es "mujer eucarística" con toda su vida por lo que la Iglesia, contemplándola como su modelo "está llamada a imitarla también en su relación con este Misterio santísimo" (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 53). En esta óptica se comprende aún más porqué en Lourdes al culto de la Beata Virgen María se une un fuerte y constante llamado a la Eucaristía mediante celebraciones eucarísticas cotidianas, con la adoración del Santísimo Sacramento y la bendición de los enfermos, que constituye uno de los momentos más fuertes cuando los peregrinos se detienen en la gruta de Massabielles.

La presencia en Lourdes de numerosos peregrinos enfermos y de voluntarios que los acompañan nos ayuda a reflexionar sobre la solicitud materna y tierna que la Virgen manifiesta hacia el dolor y el sufrimiento del hombre. Asociada al Sacrificio de Cristo, María, Mater Dolorosa, que a los pies de la Cruz sufre con su Hijo divino, es sentida cercana especialmente por la comunidad cristiana que se reúne alrededor de sus miembros que sufren, los mismos que llevan consigo los signos de la pasión del Señor. María sufre con los que están en la prueba, con ellos espera y es su consuelo sosteniéndolos con su ayuda materna. ¿No es quizá verdad que la experiencia espiritual de muchos enfermos anima a comprender cada vez más que "el divino Redentor quiere penetrar en el ánimo de todo paciente a través del corazón de su Madre Santísima, primicia y vértice de todos los redimidos"? (Juan Pablo II, Carta. ap. Salvifici doloris, 26).

3. Si Lourdes nos lleva a meditar en el amor materno de la Virgen Inmaculada por sus hijos enfermos y los que sufren, el próximo Congreso Eucarístico Internacional será ocasión para adorar a Jesucristo presente en el Sacramento del altar, confiarnos a El como Esperanza que no defrauda, y para acogerlo como medicamento de la inmortalidad que sana el físico y el espíritu. Jesucristo ha redimido el mundo con su sufrimiento, con su muerte y resurrección y ha querido permanecer con nosotros como "pan de la vida" en nuestra peregrinación terrena. "La Eucaristía don de Dios para la vida del mundo": este es el tema del Congreso Eucarístico y subraya que la Eucaristía es el don que el Padre hace al mundo de su Hijo unigénito, encarnado y crucificado. Es El que nos reune alrededor de la mesa eucarística, suscitando en sus discípulos una amorosa solicitud por los que sufren y los enfermos, en los cuales la comunidad cristiana reconoce el rostro de su Señor. Como he manifestado en la Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis, "nuestras comunidades, cuando celebran la Eucaristía, han de ser cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos y que, por eso, la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse ‘pan partido’ para los demás" (n. 88). De este modo somos animados a comprometernos en primera persona para servir a los hermanos, especialmente a los que se encuentran en dificultad, ya que la vocación de cada cristiano es ser realmente, con Jesús, pan partido por la vida del mundo.

4. Por consiguiente, es claro que precisamente de la Eucaristía la pastoral de la salud debe obtener la fuerza espiritual que necesita para socorrer eficazmente al hombre y ayudarlo a comprender el valor salvífico de su sufrimiento. Como escribió el Siervo de Dios Juan Pablo II en la Carta apostólica Salvifici doloris, la Iglesia ve en los hermanos y en las hermanas que sufren como un sujeto múltiple de la fuerza sobrenatural de Cristo (cfr n. 27). Unido misteriosamente a Cristo, el hombre que sufre con amor y se abandona dócilmente a la voluntad divina se convierte en ofrenda viviente por la salvación del mundo. Mi amado Predecesor afirmaba también que "cuanto más se siente amenazado por el pecado, cuanto más pesadas son las estructuras del pecado que lleva en sí el mundo de hoy, tanto más grande es la elocuencia que posee en sí el sufrimiento humano. Y tanto más la Iglesia siente la necesidad de recurrir al valor de los sufrimientos humanos para la salvación del mundo" (ibid.). Por tanto, si en Québec se contempla el misterio de la Eucaristía don de Dios para la vida del mundo, en la Jornada Mundial del Enfermo, en un ideal paralelismo espiritual, no sólo se celebra la efectiva participación del sufrimiento humano en la obra salvífica de Dios, sino en cierto sentido se pueden gozar los preciosos frutos prometidos a los que creen. De modo que el dolor, acogido con fe, se convierte en la puerta para entrar en el misterio del sufrimiento redentor de Jesús y para llegar con El a la paz y a la felicidad de su Resurrección.

5. Al mismo tiempo que dirijo mi saludo cordial a todos los enfermos y a los que de muchos modos se ocupan de ellos, invito a las comunidades diocesanas y parroquiales a celebrar la próxima Jornada Mundial del Enfermo valorando plenamente la feliz coincidencia entre el 150º aniversario de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes y el Congreso Eucarístico Internacional. Sea una ocasión para subrayar la importancia de la santa Misa, de la Adoración eucarística y del culto de la Eucaristía, de modo que las Capillas en los Centros sanitarios se conviertan en el corazón pulsante en el que Jesús se ofrece incesantemente al Padre por la vida de la humanidad. También la distribución de la Eucaristía a los enfermos, hecha con decoro y espíritu de oración, es una verdadera consolación para el que sufre por las aflicciones de toda enfermedad.

La próxima Jornada Mundial del Enfermo constituya también una circunstancia propicia para invocar de modo especial la protección materna de María a los que están probados por la enfermedad, a los agentes sanitarios y a los agentes de la pastoral sanitaria. Pienso de modo especial en los sacerdotes comprometidos en este campo, en las religiosas y en los religiosos, en los voluntarios y en todos los que con eficaz entrega sirven, en el cuerpo y en el alma, a los enfermos y a los necesitados. Confío todos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, Inmaculada Concepción. Ella ayude para que cada uno atestigüe que la única respuesta válida al dolor y al sufrimiento humano es Cristo que, resucitando ha vencido la muerte y nos ha donado la vida que no conoce término. Con estos sentimientos, de corazón imparto a todos una especial Bendición Apostólica.

Desde el Vaticano, 11 de enero de 2008.

http://redesdesalud.org/documentos-enfermo2008.htm




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clauabru
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Mensajes: 6144
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Mar Jul 15, 2008 11:13 pm    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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Jornada gratuita "Junto al enfermo al final de la vida" dará Universidad Católica Argentina


BUENOS AIRES, 15 Jul. 08 / 10:15 am (ACI).- El miércoles 16 de julio se llevará a cabo la jornada "Junto al enfermo al final de la vida, consideraciones del Congreso Internacional de Bioética" en el Instituto de Bioética de la Universidad Católica Argentina en Buenos Aires.

Durante el evento, de entrada gratuita, expertos del Instituto de la UCA expondrán un resumen y algunas conclusiones de las conferencias plenarias ofrecidas durante el Congreso celebrado en junio en la ciudad de Santa Fe por reconocidos bioeticistas internacionales.

La jornada incluirá presentaciones que resumirán las conferencias:

"Información para el enfermo incurable" de Mons. Elio Sgreccia, Presidente emérito de la Pontificia Academia para la Vida.

"El principio de lo éticamente adecuado en el uso de medios de preservación de la vida", de Mons. Dr. Maurizio Calipari, Oficial de estudio de la Pontificia Academia para la Vida.

"Muerte cercana. El proceso del duelo. Etapas", del Dr. Alejandro Serani Merlo de la Universidad de Los Andes, Chile.

"Consideraciones sobre la agonía y el morir humano", del Prof. Dr. Héctor Padrón de la Universidad Católica de Santa Fe.

Más información: bioetica@uca.edu.ar

http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=21955

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marali
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Registrado: 06 Oct 2005
Mensajes: 203
Ubicación: México, D.F.

MensajePublicado: Vie Nov 21, 2008 5:56 am    Asunto:
Tema: Para profesionales de la salud
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Quiero comentarles que llevo 9 años en el sector institucional, es decir, asociaciones civiles u organizaciones de la sociedad civil. Siempre me ha gustado apoyar causas que son olvidadas por nuestros gobiernos.

Ahora conformamos en la ciudad de México el Centro terapéutico Interdisciplinario, y yo quiero promover el apoyo psicológico, como parte de una red solidaria, a personas que lo requieran. Estamos en una zona bien del DF, sin embargo yo me comprometo a apoyarlos con reducciones en los costos.

Siento la necesidad de continuar apoyando y aunque no pertenezcamos a redes solidarias, esto es una manera de continuar con el trabajo solidario.

Un abrazo, que el amor de Jesús cubra sus corazones

Psic. Martha Gálvez

maralitagc@yahoo.com.mx
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Orpam Saretnoc Laverz
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Registrado: 10 Oct 2005
Mensajes: 2474

MensajePublicado: Jue Abr 30, 2009 9:38 am    Asunto: Ves a Relax...
Tema: Para profesionales de la salud
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Amiga te veo ahora aquí, ves a Relax... tienes una cartita o mensaje que te he enviado y me lo han devuelto como e-mail incorrecto. Espero tu respuesta en directo, por este medio puedes. ¡Gracias!

Orpam Saretnoc Laverz
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