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Parábola del mayordomo infiel

 
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Autor Mensaje
Juan-Pablo Z
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Registrado: 28 Abr 2008
Mensajes: 2

MensajePublicado: Lun Abr 28, 2008 7:56 pm    Asunto: Parábola del mayordomo infiel
Tema: Parábola del mayordomo infiel
Responder citando

Hola amigos,

Les pido si por favor me pueden ayudar a entender esta parabola:
(Si esta mal ubicada la pregunta aqui no hay problema en que la redireccionen a otro lado Embarassed )


Parábola del mayordomo infiel

1 Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2 Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. 3 Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6 El dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. 7 Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9 Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. "

Saludos,


Juan-Pablo Zh
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pelicano
Moderador
Moderador


Registrado: 11 Abr 2007
Mensajes: 4019
Ubicación: Tierra Santa

MensajePublicado: Mar Abr 29, 2008 11:22 am    Asunto:
Tema: Parábola del mayordomo infiel
Responder citando

Estimado hermano Juan Pablo Z

¡La paz este contigo!

Te copio la Reflexión y explicación de esta parábola de aqui:

http://es.catholic.net/aprendeaorar/103/117/articulo.php?id=19252

Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu ministración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas. Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Respondió: Cien medidas de aceite." El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo. Dícele: Toma tu recibo y escribe ochenta. El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Lc 16, 1-13

Cita:
Reflexión


Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos, que no se puede servir a Dios y al dinero, pero parece que el hombre se empeña en hacer todo lo contrario; pretende servir al dinero e incluso servirse de Dios. Hoy el hombre está más pendiente de la bolsa de valores o de la equivalencia del dólar, que de socorrer a los pobres, “la caja de caudales celestial” como decía San Francisco. Hoy el hombre no puede guardar, ya no se puede guardar, pero pretende disfrutar y tener la mejor posición aunque para eso tenga que pasar por sobre sus propios hermanos.

La historia se repite, pues Amòs, un profeta muy simpático pero muy claridoso, que habló al pueblo hebreo unos ocho siglos antes de Cristo, ya señalaba cómo el hombre no descansa el día domingo, e incluso le molesta la presencia del domingo, pues eso le obliga a no trabajar a no ganar, a no disfrutar. Me permito hacer una traducción libre de Amós: “Escuchen esto los que buscan al pobre sólo para arruinarlo, y andan diciendo: “¿Cuándo pasará el descanso del domingo para vender nuestro trigo, y la última versión de las computadoras, o la televisión con tecnología más avanzada, o el refri que hace hielitos y conserva espléndidamente los alimentos, o el nuevo celular o el radio más potente, o los nuevos cosméticos que te harán ver más joven, o la operación quirúrgica que te quitará unos cuántos kilos para que puedas disfrutar de nuevas comilonas?” Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse, a las secretarias a entregarse, obligan a los pobres a venderse, a la mujer con muchos hijos a proporcionar un lascivo placer por unos cuántos pesos, y por unos cuántos pesos corrompen a los niños y a los adolescentes, poniendo droga en sus manos o abusando de sus frágiles cuerpecitos, y hasta venden el salvado como trigo, el garbanzo como café, los compuestos químicos como productos naturales y la fayuca (productos de contrabando y adulterados en México) como ropa, zapatos y perfumes de marca”. Todo esto lo dice Amòs, para llegar a afirmar con todo el peso de las palabras: “El Señor lo ha jurado: No olvidaré ninguna de sus acciones”.

Podremos pasarnos de listos, pero el Señor está pendiente de todo, y llegará el día, en que él “Levantará del polvo al desvalido y sacará al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, entre los jefes de su pueblo”.

Creo que Amós fue claro con su pueblo, pero Cristo se percató de que los hombres no se había dado por aludidos, por eso nos contó una historia que transmito también en versión libre: El gerente de una empresa fue pescado en una “tranza” y fue despedido de su trabajo, pero como éste era muy hábil y muy ingenioso, se puso a pensar en su futuro, cuando ya fuera echado del trabajo, y dicho y hecho, se dio a la tarea de llamar a los clientes morosos de la empresa y a uno que debía cien barriles de aceite le pidió que declara sólo cincuenta, y a otro que debía cien sacos de trigo, le ofreció rebajárselos a ochenta. De esta manera ingeniosa, el dueño reconoció la astucia y el ingenio del antiguo gerente”.

Sin duda alguna que alguno de los lectores se sorprenderá que Cristo haya escogido a un ladrón y a un defraudador como ejemplo, pero Cristo quiere dejar en claro que no alaba la sinverguenzada, ni la falta de escrúpulos ni muchos menos la estafa, sino que lo puso como ejemplo por la astucia con la que había procedido. Todo esto para llegar a otra afirmación muy fuerte: “Ciertamente los hijos de este mundo son mas hábiles en sus negocios que los hijos de la luz” y para prevenir de la necesidad de valerse del dinero, tan lleno de injusticias, para ganarse amigos, para socorrer a los que no pueden recompensarnos en este mundo, pero que nos recibirán, ellos mismos en el cielo.

Cristo vuelve a poner sobre el tapete, la gran dificultad de tener dinero en la mano sin corromperse y sin encandilarse. El dinero que es causa de la proliferación de la droga, la venta de armamento a países, de la guerra étnica en algunas naciones, y de la corrupción de no pocos gobernantes en cualquier latitud del planeta que levantan un altar a este dios insaciable. El que tiene dinero, impone su fuerza y señala las reglas del juego. El que lo tiene, dicta las condiciones y los demás no tienen más remedio que aceptar, aunque en sus corazones anide el deseo de venganza y de violencia. Hemos llegado a envidiar al que lo tiene y admiramos al que ha sabido amasarlo. Pero San Juan Crisóstomo sostiene que detrás de toda fortuna, se esconde una injusticia: “forzosamente el principio y la raíz de tus riquezas proceden de la injusticia. Porque Dios al principio no hizo a uno rico y al otro pobre, sino que dejó a todos la misa tierra. ¿De dónde, pues, siendo la tierra común, tienes tú tantas y tantas hectáreas de terreno y tu vecino ni unos cuántos metros dónde construir su casita?”

Sin pretender decir la última palabra sobre el dinero, me ha parecido ingenioso lo que dice Andrés Pardo. Sobre el dinero, hay que saber GANARLO, para eso nos dio el Señor la capacidad, el ingenio y dos fuertes brazos, GASTARLO, dejarlo que corra, no detenerlo, no atajarlo, no atesorarlo, COMPARTIRLO, eso es lo que puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos de los demás, y finalmente, DESPRECIARLO, no convertirlo en nuestro dios, no dejarlo que nos esclavice, pues Papini decía que la moneda “es la hostia infame del dinero, y quien lo ama y lo recibe con júbilo, se comunica visiblemente con el demonio. Quién toca el dinero con voluptuosidad, toca, sin saberlo, el excremento del demonio. Entre todas las cosas inmundas que el hombre ha manufacturado para ensuciar la tierra y ensuciarse él mismo, quizás sea la moneda la más inmunda de todas ellas”.

Que la oración en la fe nos haga considerar que Dios tiene que ocupar el primer lugar en el corazón y las riquezas y el afán y el poder de dinero lo último.


Espero te sirva de ayuda

En los corazones de Jesús y Maria
_________________

APOSTOLES DE LA VERDAD.
APOLOGETICA UNIVERSAL
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Juan-Pablo Z
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Registrado: 28 Abr 2008
Mensajes: 2

MensajePublicado: Mar Abr 29, 2008 2:48 pm    Asunto:
Tema: Parábola del mayordomo infiel
Responder citando

Muchisimas gracias por la respuesta, me queda muy claro.

Felicidades por este gran espacio de encuentro!!!

Very Happy
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tessi
Asiduo


Registrado: 25 Sep 2007
Mensajes: 301

MensajePublicado: Mar Abr 29, 2008 3:38 pm    Asunto:
Tema: Parábola del mayordomo infiel
Responder citando

Cita:
Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?


Esa reflexión no explica la parte más significativa de la parábola. Santa Teresita dice que ella quiere hacerse amiga del dinero injusto, es decir, los méritos de los santos; quizás por ahi deba entenderse. Obrar con astucia en lo espiritual usando los tesoros de la Iglesia, para que, cuando nos falten los propios méritos, la fidelidad con los bienes ajenos nos abra la puerta en las eternas moradas.
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